Gran Biblioteca Ministerial: Matrimonio - Divorcio - Nuevo Matrimonio: Lo nuevo en el Siglo XXI
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Éste no es un libro sobre el matrimonio en sentido primario, aunque he tenido que decir mucho sobre el matrimonio (para más detalles ver mi libro Vida cristiana en el hogar. No hay manera de hablar sobre el divorcio y el nuevo casamiento sin discutir primero el matrimonio.No quiero decir que hayamos de tratar el matrimonio de modo exhaustivo, pero hay necesidad de considerar los principios básicos. Sin esto como fondo, es difícil ver el punto de vista bíblico sobre el divorcio y el nuevo casamiento.
Los temas tratados en este libro implican cuestiones de gran interés para la Iglesia. Si bien no todos los problemas pueden ser resueltos en estas páginas, espero que el lector estará de acuerdo en que se resuelven bastantes.
Debido a que los asuntos del divorcio y el nuevo casamiento han sido evitados en el pasado reciente, hay poco material sustantivo a disposición.
Los comentaristas lo discuten brevemente, de paso, cuando tocan los pasajes pertinentes en la Biblia. De vez en cuando se oye algún sermón que toca algunas de las cuestiones fáciles. Pero, de modo fundamental, la dirección de la Iglesia ha ido a la deriva, y los miembros la han seguido.
Cuando hace veinticinco años empecé oficialmente mi ministerio como pastor de una iglesia en la sección occidental de Pennsylvania, los cristianos apenas hablaban del divorcio y el nuevo casamiento. No es que estas cuestiones fueran tabú; es que no parecía que fuera necesario. Aparte del libro de John Murray, virtualmente nadie escribía sobre estas cuestiones. Hoy, naturalmente, los estantes de las librerías cristianas están atiborrados de libros sobre el matrimonio y el divorcio, aunque uno pierde las ganas de seguir leyendo la mayoría de ellos una vez ha dado una ojeada a varias páginas. Pero en aquellos tiempos las cosas eran así. ¿Por qué?.
No veíamos la necesidad de discutir la familia por cierto número de razones. En primer lugar, estábamos liados en una lucha de vida o muerte con el modernismo o liberalismo, y estábamos perdiendo la mayoría de las batallas. Las instituciones cristianas a docenas caían en mano modernistas; los conservadores eran echados de sus iglesias, en tanto que las denominaciones, una tras otra, pasaban bajo el control de líderes no creyentes. La radio (la TV religiosa estaba sólo en su comienzo) pertenecía a los modernistas. Los evolucionistas iban a la cabeza. Los conservadores estaban sentados frente a sus iglesias, caídos y vendándose las heridas. La lucha era encarnizada por todas partes, y pocos los recursos o el personal. En realidad, en comparación con la abundancia de materiales de hoy, se publicaban muy pocos libros de cristianos. Las grandes editoriales las dirigían los modernistas, y modernista era el personal. Los editores conservadores eran pocos y pequeños, y el mercado conservador era escaso. Los cristianos que creían en la Biblia eran una pequeña minoría.
Los conservadores estaban a la última pregunta. Y en aquellos días, gran parte de ellos eran dispensacionalistas, del tipo de los que decían: «Pronto habrá llegado el fin. Ésta es la hora undécima. Si podemos resistir por un año o dos, el Señor vendrá dentro de poco.» Esto significaba que se hacían muy pocos planes de largo alcance, y no había nadie a la ofensiva, activo, agresivo; había, pues, una preocupación mínima sobre las familias.
Unido a estas actitudes estaba el hecho de que no quedaban muchos recursos, tiempo o energía para producir. Lo que quedaba se utilizaba en la defensa. Algunas cosas tenían que ser sacrificadas. Por desgracia, lo que se procuraba cultivar eran cosas distintas de las que trata este libro.
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