miércoles, 21 de enero de 2015

Como Dios vive, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte [Babilonia]

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Información

¿Por qué los nombres babilónicos para los meses judíos?
En la era prebabilónica, encontramos en la Torá solo cuatro meses en el calendario que se identifican por su nombre:
El primer mes (Nissan): Aviv1
El segundo mes (Iyar): Ziv2
El séptimo mes (Tishrei): Eitanim 3
El octavo mes (Jeshvan): Bul  4

Los otros meses son solo conocidos por su lugar en el calendario, por ejemplo, el tercer mes, el cuarto mes, a partir del primer mes, que es el mes en que nuestra nación salió de Egipto, el mes en que nos convertimos en una nación.

(Al parecer, incluso, los cuatro meses que tenían nombres eran más conocidos por su lugar numérico en el calendario que por sus nombres, que son secundarios a los números).
El Talmud de Jerusalem5 nos dice que “los nombres modernos de los meses "vinieron [a Israel] con [los] repatriados de Babilonia", al inicio de la segunda comunidad judía, en 350 a. e.C.6

Entonces, ¿por qué empezamos a utilizar estos nombres? ¿Por qué no nos quedamos con la práctica bíblica de referirnos a los meses por su número?
Najmánides 7 sugiere que esto es consistente con la profecía de Jeremías: “He aquí vienen días, dice Dios, que dejaremos de decir [aquel que desea pronunciar un juramento], 'Como Dios vive, que trajo a los hijos de Israel de la tierra de Egipto', sino más bien, 'Como Dios vive, que hizo subir a los hijos de Israel de la tierra del norte [Babilonia]'”8 .

El sistema original de contar los meses en orden numérico, empezando por Nisan, sirve para recordar la salida de Egipto: por ejemplo, el sexto mes son seis meses desde el mes del Éxodo. 9 Por lo tanto, la denominación numérica sirve como un recordatorio constante de nuestra liberación de Egipto.

Después, fuimos liberados del cautiverio babilónico y, desde ese momento, empezamos a usar los nombres que usábamos en Babilonia. Hoy en día, estos nombres sirven para recordarnos que Dios nos ha redimido de este segundo exilio.
Notas al Pie
1. Éxodo 13: 4. Literalmente, “primavera” o “maduración”.
2. I Reyes 6: 1 y 6: 37. Literalmente, “radiante”, llamado de este modo porque es la época en la que los árboles están radiantes de florecimiento.
3. I Reyes 8: 2. Literalmente, “los fuertes”, llamado de este modo porque en esta época los frutos se encuentran con su mayor fortaleza. (Los sabios (Rosh Hashana 11.ª) atribuyen estos nombres a Ziv y a Eitanim, a los nacimientos en estos meses de nuestros patriarcas, Abraham, Itzjak y Iaakov.
4. I Reyes 6: 38. Relacionado con la palabra “marchitarse”, ya que en este tiempo se empiezan a marchitar los árboles y las hojas.
5. Rosh Hashana 1:2
6. A pesar que muchos consideran que estos nombres son de lengua babilónica, el Rebe sostiene (Likutei Sijot vol. 23, pp.214ff) que es posible que muchos de ellos (sino todos) estos nombres son en hebreo, pero de todos modos la práctica de llamar a los meses por nombre y no en forma numérica tiene su origen en Babilonia.
7. Comentario a Éxodo 12: 2.
8. Jeremías 16: 14.
9. Por una razón similar, Najmánides explica que no tenemos nombres para los días de la semana. El domingo es llamado “el primer día”, el lunes es el “segundo día” y así sucesivamente, ya que constantemente estamos contando para acercarnos a shabat. Cada vez que contamos un día de la semana, estamos cumpliendo con la mitzvá de (Éxodo 20: 8) “Recordar al shabat para santificarlo”.   

 El judaísmo posee un antiguo calendario, que rige la vida judía. Está basado en una serie de cálculos matemáticos y astronómicos y, a diferencia del Gregoriano, se calcula de acuerdo a dos ciclos: el lunar y el solar. Los meses inician en el día de luna nueva. Los días y las fechas de las ceremonias religiosas se determinan por las fases de la luna, mientras que las estaciones se basan en la revolución de la Tierra alrededor del Sol. 

     El calendario hebreo observa tres fenómenos astrológicos, independientes entre sí: la rotación de la Tierra sobre su propio eje (día), los giros orbitales de la Luna alrededor de la Tierra (mes) y la traslación de la Tierra alrededor del Sol (año). En promedio, la Luna tarda en dar la vuelta alrededor de la Tierra aproximadamente 29 días y medio. La Tierra, por su parte, da la vuelta al Sol en 365 ¼ días, esto es, 12 meses lunares y 11 días.
    El sistema dual fue necesario porque el año lunar, de doce meses, es aproximadamente once días más corto que el solar. Si no se corrigiese este detalle, con el paso de los años las festividades, que constituyen el eje central de la historia judía, variarían de estación, hecho que alteraría su carácter. Es por ello, que el calendario judío puede ser de 12 o 13 meses de 29 o 30 días, según sea el caso. Así, los años varían entre 353, 354, 355, 383, 384 ó 385 días.
    Las fechas de las fiestas se determinaron de acuerdo a las estaciones, ya que diversos aspectos de la naturaleza, como son los relativos al cultivo de la tierra, se entrelazan con la religión. La época en que se comenzaba la siembra y se recolectaba era considerada un festejo; además, en los tiempos bíblicos las primeras cosechas se entregaban como ofrendas a Dios.

    Muchas de las fiestas religiosas judías coinciden, por tanto, con el inicio de las estaciones. La Pascua debe celebrarse con la primera siembra, esto es, al inicio de la primavera. Sucot, que es la fiesta de los Tabernáculos o Las Cabañas, debe ser en otoño. Es por ello, que para los judíos el calendario lunar por sí sólo sería inadecuado.

    Con el objeto de eliminar la dificultad de que las ceremonias religiosas varíen de estación, periódicamente se inserta en el calendario un mes extra, con lo que se logra que las fechas coincidan. Como en 19 años el calendario solar se excedería del lunar por 209 días, esto es casi siete meses lunares, el calendario judío incorpora siete años bisiestos en ese período de tiempo. 

     Entre las consideraciones que se establecieron para formar este calendario destaca el hecho de que el Día del Juicio, Yom Kipur, no debe caer en viernes ni en domingo, de modo que no interfiera con el cuidado del sábado, que constituye el día más sagrado del judaísmo.
    A diferencia de otros calendarios, el judío considera que los días comienzan y terminan al atardecer del día anterior y no de 12 A.M. a 12 P.M. Es por ello que el sábado se celebra desde el anochecer del viernes hasta el anochecer del sábado. “Y hubo tarde y hubo mañana: día uno” (Génesis 1:5) “. . . de tarde a tarde guardaréis vuestro descanso.” (Levítico XXIII:32). Por su parte, el año se refiere al número de años desde La Creación y se calcula de acuerdo a las edades de los personajes bíblicos.

Historia
         
No se puede establecer con exactitud el origen del calendario judío. Sin embargo, se sabe que este método existe desde hace 1600 años en su forma actual. Hasta 359 a.e.c. el Sanhedrín o Tribunal Judío era el organismo encargado de arreglar los asuntos del calendario a través de un consejo llamado Sod-ha-ibur que literalmente significa “secreto de la intercalación del calendario”.

     En un principio para decidir si un año sería regular o bisiesto se basaban en las condiciones de la agricultura, esto es, en el número de años en los que se sembraba determinada semilla o en las fases de la luna. Para declarar que un nuevo mes había comenzado, se requería del testimonio de dos testigos confiables quienes deberían observar la salida de la luna. Gracias a la fácil observación de la luna y a sus ciclos recurrentes, este método funcionaba para calcular los meses desde los tiempos antiguos. Una vez que se establecía que un nuevo mes se había iniciado, el Sanhedrín enviaba mensajeros para que comunicaran la noticia en las regiones alejadas. Cuando el gobierno de Constancio II (337-361) se iniciaron una serie de persecuciones contra los judíos, las personas indicadas para entregar el mensaje se vieron imposibilitadas para cumplir su cometido. 

     Fue por esto que el patriarca Hillel II, cabeza de la comunidad judía bajo el dominio romano, decidió publicar un calendario que se distribuyera entre el pueblo, en vez de transmitirlo verbalmente. De este modo se pretendía que la información siempre la tuvieran a tiempo.
     Aprovechando los avances de las ciencias astronómicas que facilitaban los cálculos, se creó el primer calendario escrito en el que se determinaron las fechas de las festividades.
     Debido a la dificultad a la que en su momento se enfrentaron para anunciar el festejo de la nueva luna, hasta nuestros días todas las festividades judías se celebran durante dos días en la diáspora, mientras que en Israel se celebran solamente uno.

Los meses
         
Originalmente, los meses del calendario judío se designaban por números. Sin embargo, poco después del exilio de Babilonia (586-536 a.e.c.), se les fueron dando nombres específicos que se volvieron comunes. Muchos de esos nombres aparecen en textos bíblicos y otros son de influencia babilónica y asiria.

     El calendario judío consta de distintos inicios, de acuerdo a distintos propósitos. El primer mes es Nisán, de acuerdo al cómputo de los meses desde el Éxodo de Egipto. Pero, realizando el cómputo desde la creación del mundo, el primer mes es Tishrei.

     Doce son los meses de un año normal:
Nombre
Origen
Corresponde
Fuente Bíblica
Tishrei
Babilónico-asirio
Septiembre/octubre

Jeshvan
Babilónico-asirio
Octubre/noviembre

Kislev
Babilónico-asirio
Noviembre/diciembre
Nejemías I-1 Zacarías VII-1
Tevet
Babilónico-asirio
Diciembre/enero
Esther II-15
Shevat
Babilónico-asirio
Enero/febrero
Zacarías I-7
Adar
Babilónico-asirio
Febrero/marzo
Esther III-7
Nisán
Babilónico-asirio
Marzo/abril
Nejemías III
Esther III-7

Iyar
Babilónico-asirio
Abril/mayo

Siván
Babilónico-asirio
Mayo/junio
Esther VIII-9
Tamuz
Babilónico-asirio
Junio/julio

Ab
Babilónico-asirio
Julio/agosto

Elul
Babilónico-asirio
Agosto/septiembre
Esther III-7
Esther XIII-8


     En el año bisiesto, que ocurre siete veces cada diecinueve años, se añade un treceavo mes denominado Adar Bet (Segundo Adar).

TISHREI
    
“Tishrei” es un nombre babilónico que proviene de la expresión acarea “Tashritu”, que significa “comienzo”, por ser el mes en que fue creado el mundo.

     Es el inicio del año e indica el comienzo de la creación divina. En este mes se festeja el Año Nuevo judío o Rosh Hashana, así como el Día del Perdón o del Juicio, que es Yom Kipur y la Fiesta de los Tabernáculos o Sucot, en la que se recuerda la recolección de los frutos.

     A pesar de que es en Tishrei cuando comienza el año y que se considera como fecha del principio de la humanidad, Tishrei es el séptimo mes del año, ya que los judíos se rigen por el mandato bíblico que indica que la Pascua debe celebrarse en la primavera y que ese (Nisán) será el primer mes

JESHVAN
    
El nombre de Jeshvan tiene su origen en la lengua babilónica, y significa “la octava luna” (octavo mes).
     El nombre completo de este mes es Mar-Jeshvan. La palabra “mar” significa “gota” y hace referencia a las primeras gotas de lluvia que caen en este mes.

KISLEV
    
En este mes se conmemora Janucá, fiesta en la que se festeja la rebelión de los judíos contra el rey Antíoco que intentaba destruir su religión y forzarlos a adoptar la fe griega. Un grupo de judíos comandado por Yehuda el Macabeo luchó durante dos años para recuperar el Templo, saliendo victorioso.

TEVET
    
De acuerdo con la tradición, el mes de Tevet es el primer mes del invierno en la Tierra de Israel. 

SHEVAT
    
En este mes se celebra Tu Bishevat o fiesta de los árboles. El aspecto más importante de esta celebración consiste en alabar a la Tierra de Israel. De ello se desprende la costumbre de ingerir los frutos con los que Israel ha sido bendecido, ya que es en este día cuando se renueva el vigor de la tierra para brindar sus productos, ofrecer sus frutos y demostrar sus bienes.

ADAR
    
En año bisiesto se convierte en dos meses: Adar I y Adar II, con 30 y 29 días, respectivamente. En años regulares siempre tiene 29 días. 

     Su nombre proviene de la palabra asiria “Adaro”, que significa granero. Durante Adar se solían reparar los caminos, las calles y las fuentes de agua que se habían estropeado con las lluvias del invierno, a fin de dejarlos listos para la llegada de los peregrinos en la Pascua (Pésaj).

     En este mes se celebra Purim, que es una fiesta de regocijo en la que se expresa alegría por el rescate de los judíos de Persia, del exterminio planeado por el primer ministro Amán.

IYAR
    
El significado de su nombre es luz, en referencia al resplandor de la primavera. En la actualidad, el mes de Iyar reviste un valor particular ya que en éste se celebra la independencia del Estado de Israel.

NISÁN
    
Su nombre proviene de la palabra acadia “nisañu”, que significa “retoño, primer brote”. Es el primer mes del calendario hebreo bíblico, que comienza su cuenta a partir de la liberación de los judíos de la esclavitud en Egipto, que es celebrada durante la festividad de la Pascua (Pésaj).
     El nombre otorgado al mes de Nisán en la Biblia es simplemente “el mes primero” y, es nombrado por primera vez en el segundo libro Éxodo: “Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero en los meses del año” (Éxodo 12:2).

SIVÁN
    
El nombre Siván es de origen asirio, y presuntamente significa “el tiempo del sol ardiente”.
Este mes guarda relación con la fiesta de Shavuot, en la cual se celebra la entrega de la Torá en el Monte Sinaí. En esta festividad, se acostumbraba otorgar como ofrenda las primicias de la siega del trigo en el Templo de Jerusalem.

TAMUZ
    
Su nombre tiene sus orígenes en los meses de la antigua Babilonia, provenientes del idioma acadio. Tamuz no es recordado en la Biblia como nombre de este mes, sino al nombrar a la deidad homónima, el dios de la primavera y el florecimiento, que según la mitología babilónica, reinaba durante los tres meses de primavera.

AV
    
En las escrituras no se menciona el nombre de Av, y en idioma asirio este mes se conoce como “A-Bu”. Algunos aseguran que se trata de la abreviatura del nombre “Abu Sarna”, que significa el mes de las cosechas.
     Antiguamente, Av era considerado un mes positivo, en el que se daban los primeros frutos de verano. Sin embargo, con el paso del tiempo se produjeron en este mes numerosas desgracias y catástrofes para el pueblo judío –principalmente la destrucción de los dos Templos de Jerusalem- que lo convirtieron en un tiempo de duelo y pesares.

ELUL
    
Elul es apodado “el mes de la piedad y el perdón”, porque en él se hacen los preparativos para el Día del Juicio.

I. Origen del calendario hebreo
LOS que tienen vecinos judíos saben que éstos festejan el día de año nuevo, al que llaman Rosh Hashanah, entre septiembre y octubre.  Si se le pregunta a un rabino la fecha de Rosh Hashanah, explicará que es el primer día del mes judío de Tishri, pero que cae en diferentes fechas durante los meses de septiembre u octubre, ya que debe coincidir aproximadamente con la luna nueva.  Esto ocurre porque los judíos tienen un calendario lunar, ahora modificado, pero calculado originalmente según los movimientos de la Luna.  En los tiempos antiguos, la aparición de la nueva creciente al ponerse el sol, tras varias noches sin Luna, señalaba el comienzo del primer día de cada nuevo mes.  El rabino podría también explicar que la temporada de año nuevo dura hasta después de Yom Kippur (el día de la expiación), el 10 de Tishri, el día más solemne de todo el año, cuando todos los judíos deben concurrir a la sinagoga.

Si consultamos la Biblia en cuanto a esta información, encontramos que el día de año nuevo (llamado "conmemoración al son de trompetas") y el día de la expiación acaecían el día 1.º y el día 10.º del mes 7.º (Lev. 23: 24-32), y no del mes 1.º; y que la pascua, que en Palestina siempre cae en primavera [marzo-abril], se celebraba el 1r. mes (Lev. 23: 5).  La respuesta a este enigma la hallaremos si estudiamos el origen y la naturaleza del calendario judío, según está en la Biblia y en otros registros de la antigüedad.

El primitivo calendario hebreo, tal como aparece en la Biblia, estaba admirablemente bien adaptado a las necesidades de un pueblo que carecía de relojes, calendarios impresos y, hasta donde lo sepamos, de astronomía.  Se basaba en principios sencillos: el comienzo del día era a la puesta del sol, las semanas se contaban en forma continuada con siete días cada una, el mes comenzaba con la luna nueva, y el año era regulado por la cosecha.

Por supuesto que tal calendario debía ajustarse para que el año se mantuviese en la debida relación con las estaciones, pero lo mismo puede decirse de nuestro calendario solar, usado hoy en la mayor parte del mundo.  La diferencia es que nuestro año tiene sólo aproximadamente un cuarto de día menos que el verdadero año de las estaciones determinado por el Sol, mientras que el año lunar corriente de 12 meses "lunares" tiene 10 u 11 días menos que el verdadero año solar.  Nosotros ajustamos nuestro calendario solar dejando acumular el error durante 4 años para luego agregar el 29 de febrero en el año bisiesto.  En el calendario lunar ese error de 10 u 11 días sigue hasta acumularse todo un mes, que se corrige agregando un 13er. Mes, cosa que ocurre cada dos o tres años (7 veces en 19 años). 

Los israelitas no poseían el conocimiento astronómico necesario para elaborar un calendario solar como el que hoy usamos, con sus ajustes de año bisiesto; pero en ocasión del éxodo Dios instituyó un método sencillo y eficiente para que el año del calendario no estuviera permanentemente fuera de relación con las estaciones del año natural.

Los hebreos heredaron los elementos del calendario de sus antepasados semíticos, quienes desde tiempos inmemoriales habían calculado sus meses según la Luna.  Suponemos que para Abrahán, como también para sus vecinos mesopotámicos de Ur, cada nuevo mes, y en consecuencia el primer día del mes, comenzaba con la aparición de la luna nueva al atardecer, y sus descendientes no tendrían por qué cambiar su práctica.  Aun mientras estuvieron en Egipto, no hubo necesidad de que abandonasen su día, que computaban de atardecer a atardecer, ni su mes lunar, para adoptar el calendario solar egipcio de 365 días, porque estos barbudos pastores semitas, que eran abominación para los egipcios, vivían aparte en Gosén siguiendo sus propias costumbres.

Aunque en buena medida habían descuidado el sábado (PP 263), indudablemente conservaban el conocimiento de este día santo semanal y del mes lunar, porque aun un esclavo fabricante de ladrillos podía contar siete días y observar la aparición de la luna nueva.  Pero también es posible que se hubieran confundido en cuanto a cuál de las lunas nuevas debía marcar el comienzo del año calendario.  Si acaso habían retenido el método de añadir periódicamente un mes, como lo hacían en Mesopotamia los babilonios y los asirios, no tenemos de ello registro.  En verdad, esta práctica no se menciona en la Biblia, aunque es evidente que está implicada en el calendario mosaico.

Ya sea porque no sabían cuándo debía comenzar el año, o para apartarlos del culto pagano relacionado con el año cananeo que comenzaba en otoño [del hemisferio norte], Dios les señaló definidamente el mes de primavera cuando debían comenzar a computar el año.  Poco antes del éxodo le dijo a Moisés: "Este mes os será principio de los meses; para vosotros será éste el primero de los meses del año" (Exo. 12: 2). No hubo ninguna codificación sistemática del calendario, pero las leyes civiles y ceremoniales dadas mediante Moisés contienen referencias ocasionales a los elementos del calendario.

II.  Los elementos del calendario hebreo
El día de tarde a tarde.-

Para el hebreo el día comenzaba al atardecer, como se ve claramente por la regla de que el día 10.º del 7.º mes debía comenzar con la puesta del sol del día 9.º (Lev. 23: 32).  La terminación del día al ponerse el sol queda demostrada por las directivas para la purificación.  El que estuviese ceremonialmente impuro durante 7 días, cumplía ciertas ceremonias purificadoras el día 7.º, y quedaba limpio nuevamente "a la noche" (Núm. 19: 16, 19).  Del que estaba inmundo hasta la noche se dice que quedaba limpio "cuando el sol se pusiere" (Lev. 22: 6, 7).  Entonces, es obvio que si el 7.º día de un período acaba a la puesta del sol, todos los días del período deben también terminar a la puesta del sol.

La semana marcada por el sábado.-
La semana había sido divinamente señalada, aun antes de darse la ley, por la doble porción de maná que caía en el 6.º día y la ausencia del mismo en el 7.º (Exo. 16).  Este fue el único elemento del calendario conservado en el Decálogo, porque el sábado tiene aspectos morales que no están relacionados con fecha y calendarios.  Es una señal de lealtad al Creador, y le fue revelado a Israel como parte de la ley moral y como un símbolo de santificación (Exo. 105 31: 13) no sólo como señal del poder creador de Dios sino también de su poder de crear de nuevo.  Por lo tanto, la semana es independiente de todos los calendarios.  No tiene el propósito de computar fechas.  El sábado no depende de ningún año ni mes del calendario.

El mes regulado por la Luna.-
Las dos palabras hebreas traducidas "mes" son: (1) yeraj, palabra relacionada con yaréaj, "Luna", y (2) jódesh, literalmente "la nueva", quese refiere a la "luna nueva", o sea el "día de la luna nueva", y por lo tanto un mes lunar, de la raíz jadash, "renovar".  Yaréaj se usa poco, la palabra común es jódesh.  El mes cuando los israelitas salieron de Egipto fue establecido como el primero del año.  Se lo llamó Abib, el "mes de las espigas" de cereal.  Era el mes del comienzo de la cosecha en Palestina.  Más tarde se lo llamó Nisán, nombre que perdura hasta hoy (ver Exo. 23: 15; 34: 18; Deut. 16: 1; Est. 3: 7).  Evidentemente se trataba de un mes lunar al cual los hebreos estaban ya acostumbrados, pues nada se dice en cuanto a la institución de un nuevo tipo de mes.  Si se hubiese cambiado de un mes solar a uno lunar, se habría necesitado dar alguna clase de instrucción sobre la manera de calcular el nuevo mes.  La única innovación era que "este mes" debía ser el primero, ya que presumiblemente no lo había sido antes.

El primer día del mes era considerado especial, y se lo celebraba al son de trompetas y con sacrificios adicionales (Núm. 10: 10; 28: 11-14).  Se menciona con frecuencia la luna nueva junto con los días de reposo y días de fiestas (2 Rey. 4: 23; Isa. 1: 13, 14; 66: 23).

Un incidente de la época de David muestra que el mes comenzaba con el día de luna nueva.  Después que Saúl hubo intentado quitarle la vida, David probó las intenciones del rey hacia él ausentándose de la mesa real en la fiesta de la nueva luna.  Saúl no dijo nada el día de luna nueva, pero su ira explotó cuando el lugar de David estuvo vacío también "el segundo día de la nueva luna" (1 Sam. 20: 24 - 27).  Es pues evidente que el primer día del mes, tal como sería de esperar en un calendario lunar, era el día de luna nueva (cuando se veía la luna nueva, no la fecha astronómica de la luna nueva.

Nombres preexílicos de los meses.-
Tenemos escasas informaciones en cuanto a los meses judíos antes del exilio babilónico.  Había 12 meses (1 Rey. 4: 7), pero no conocemos sus nombres, fuera de los del 1er mes, Abib (Exo. 13: 4; 23: 15; 34: 18; Deut. 16: 1), el 2.º, Zif (1 Rey. 6: 1), el 7.º, Ethanim (1 Rey. 8: 2), y el 8.º, Bul (1 Rey. 6: 38).  Estos eran indudablemente nombres cananeos.  Se han hallado inscripciones fenicias que mencionan los nombres Ethanim y Bul.  No es de sorprender, puesto que el hebreo y el cananeo eran idiomas muy similares.  Antes del exilio, la Biblia se refiere más a menudo a los meses por número que por nombre (Exo. 12: 2; 16: 1; 19: 1; 1 Rey. 12: 32; Jer. 28: 1; 39: 2).

Longitud del mes.-
Nada se dice en cuanto al número de días comprendidos en un mes.  En épocas posteriores la duración de los meses y los intervalos entre años de 13 meses se calculaban por reglas astronómicas, y se formó un calendario fijo y sistematizado.  Pero al principio los meses deben haberse determinado por la observación directa de la Luna.  Puesto que las fases de la Luna se repiten cada 29  1/2 días, aproximadamente, la luna nueva reaparecía al atardecer, al concluir el día 29.º ó 30.º del mes.  Generalmente la duración de los meses alternaba entre 30 y 29 días, pero podían ocurrir variantes.  No sólo se trata de las leves variantes en el movimiento de la luna que afectan la uniformidad de los intervalos, sino que las condiciones atmosféricas pueden impedir la visibilidad de la luna nueva.  En los escritos judíos posteriores  se informa que era costumbre buscar la Luna nueva al final del 29.º día.  Si se la veía después de la puesta de sol, se calculaba como primero del mes entrante el día que se iniciaba; si no se la veía aún, o si había nubes, ese día era el día 30.º. Al día siguiente del 30.º siempre comenzaba un nuevo mes, aun si la luna estaba oculta tras las nubes.  De este modo, podía producirse una secuencia de dos o aun tres meses de 30 días, aunque esto no era habitual.

Los musulmanes hoy día cuentan sus meses por la observación de la Luna (en sus relaciones con el mundo occidental usan también el calendario gregoriano).  De esta manera, puede ocurrir que en localidades aisladas la fecha lunar se halle un día adelantada o atrasada en relación con la fecha de una aldea vecina.  Pero los judíos, que vivían en una zona relativamente pequeña, parecen haber tenido un sistema centralizado y controlado por los sacerdotes en Jerusalén.  La tradición sostiene que los que avistaban la luna nueva avisaban con señales de fuego que había comenzado el nuevo mes, y estas señales se transmitían de cerro en cerro para que todo Israel pudiese comenzar junto el nuevo mes.

En tiempos posteriores, y con seguridad en la forma revisada del calendario adoptado después de Cristo, los 6 meses desde Nisán hasta Elul tenían alternadamente 30 y 29 días, y cualquier reajuste exigido por la observación de las fases de la Luna se hacía en otra parte del año, para que los intervalos entre las fiestas fuesen siempre los mismos.  Tales reajustes no se habrían hecho si el comienzo del mes hubiese dependido todavía de la observación de la luna nueva.  Cuando David dice que "mañana será nueva luna" (1 Sam. 20: 5), no implica necesariamente que los meses se fijaban por cálculos adelantados.  David podría haber hecho el cálculo partiendo del mes anterior sin equivocarse en más de un día, o podría haber hablado en el día 30, en el que necesariamente el mes debía terminar.  No tenemos datos para saber en qué momento se adoptó un sistema de cálculos regulares, pero es probable que esto no ocurrió sino en épocas posteriores.  Las fechas de los documentos escritos en las tablillas de arcilla en Babilonia, muchos siglos después de David, no muestran ninguna sucesión fija de meses de 30 y de 29 días, y los cómputos babilónicos hechos con anticipación, con respecto a un mes definido, a menudo dejaban tan día de margen.

Años lunisolares.-
En la ley no se menciona específicamente el número de meses que debía tener el año (en lo que atañe a un período posterior, ver 1 Rey. 4: 7), aunque lo más probable es que hubiera tenido 12 meses como los calendarios de Egipto y Mesopotamia.  El 13er. mes lunar era siempre la repetición de uno de los 12.  Los 12 meses lunares terminaban aproximadamente 11 días antes que el año solar completo computado desde el mismo punto de partida.  Por lo tanto, en determinada serie de años, no necesitaban pasar muchos años de 12 meses lunares (como el que usan los musulmanes hoy día) con 11 días menos que el año solar hasta que el comienzo del año ocurriera en otra estación.  Sumándose esta diferencia todos los años, en aproximadamente 33 años el año nuevo volvía a la misma fecha del calendario solar.  De esta manera, en un siglo se contaban 103 años.  Es evidente el efecto que esto tenía sobre la cronología.  Pero no se conoce ningún calendario semítico de tiempos antiguos que hubiese seguido durante muchos años sin la corrección necesaria.  En Babilonia se hacía el reajuste mediante la intercalación periódica de un mes cada pocos años.  Se repetía el 6.º ó el 12.º mes.  Al comienzo se lo hacía en forma un tanto irregular, llegándose posteriormente a un ciclo de 19 años.

Un calendario lunar de 12 y 13 meses, aplicado de esta manera al año solar, lleva el nombre de año lunisolar.  Varía dentro del mes en relación con las fechas exactas en el calendario solar.  Por esta razón, la fecha de pascua de resurrección, fechada  originalmente por la pascua judía, y calculada todavía hoy por el calendario lunar, varía de año en año; pero siempre más o menos dentro del límite de un mes.  Sin embargo, el año lunisolar usado por los mesopotamios y judíos era más correcto que el calendario solar de los egipcios, que computaba el año de 365 días y no tenía año bisiesto, pues en una larga serie de años sufría el año egipcio un desplazamiento de estaciones.  Es cierto que el año egipcio de 365 días era más preciso que el judío o babilónico de 354 ó 384 días, pero el error menor del calendario egipcio nunca era corregido, y el día perdido cada cuatro años se iba acumulando.  Por otra parte, el calendario lunisolar, con su mayor variante cada año, sufría correcciones periódicas, y de esta manera determinado número de años judíos equivalía a la misma cantidad de años solares del mismo período.  Nunca podía haber un año adicional después de 33 años hebreos, porque cada año judío tenía una pascua festejada en relación con la cosecha, y en 33 años sólo puede haber 33 cosechas.

El año regulado por las fiestas.
Los hebreos no necesitaban ciclos astronómicos para corregir su año calendario mientras guardasen la pascua como se prescribía en la ley.  Puesto que Dios deseaba dar a los israelitas un sistema de fiestas anuales para enseñarles lecciones religiosas en relación con los acontecimientos de las estaciones, les proporcionó un sistema de calendario que les permitiera saber por adelantado los tiempos regulares de estas reuniones y así pudiesen observar esas fiestas en su debida estación.  El sistema lunar, similar al que se había usado durante mucho tiempo en Mesopotamia, era fácil de seguir mediante la observación de la Luna.  Aun las correcciones periódicas necesarias podían determinarse fácilmente.  Cuando salieron de Egipto, los israelitas no habían acumulado ningún sistema de conocimientos astronómicos en los cuales basar un sistema de fechas, y Dios no dio a Moisés ninguna complicada instrucción técnica para regular el calendario.  Indicó que el "mes de las espigas" debía ser el primer mes (Abib o Nisán) y, a partir de ese punto, las sencillas directivas para las fiestas de primavera proporcionaron la base de un calendario preciso.

La clave de la corrección del año lunar y su armonía con el año de las estaciones debían encontrarse en las reglas que unían la pascua y la fiesta de los panes sin levadura con Abib, el "mes de las espigas" (Deut. 16: 1; Exo. 23: 15; 34: 18), y con el comienzo de la cosecha.  Debía ofrecerse una gavilla de grano maduro como primicia durante la fiesta de los panes sin levadura (Lev. 23: 10-14), después de lo cual podía comerse de la nueva cosecha de cebada.  Por esta razón, la mitad del mes de Abib no debía ocurrir demasiado pronto, cuando no pudiera aún comenzarse la cosecha de cebada, el primer cereal que maduraba en Palestina.  Tampoco debía presentarse demasiado tarde, porque la fiesta de las semanas, siete semanas más tarde, debía realizarse durante la cosecha de trigo, ya que ésta era la fiesta "de las primicias de la siega del trigo" (Exo. 34: 22; cf.  Lev. 23: 15-17; Deut. 16: 9, 10).  Las referencias al tiempo de la fiesta de los tabernáculos o de la cosecha en el 7.º mes, al final de la cosecha y de la vendimia (ver Exo. 23: 16; Lev. 23: 34, 39), son menos específicas.  Sin dar lugar a equivocación, se recalca el tiempo exacto del mes de Abib en primavera, mes del cual partía la numeración de todos los otros.

La cosecha de la cebada como clave.-
A fin de mantener la correlación del mes de Abib con la cosecha de la cebada, se hacía necesario intercalar ocasionalmente un 13er. mes, tan pronto como se hubiesen acumulado suficientes días de diferencia (cada dos o tres años), como para hacer que el primer mes llegase demasiado pronto  para que el cereal estuviese maduro para la pascua.  Sirva de ilustración este ejemplo hipotético: los israelitas cruzaron el Jordán y celebraron la primera pascua en Canaán en la época de la cosecha (Jos. 4: 19; 5: 10-12).  Al año siguiente la fiesta habría ocurrido unos 11 días antes en relación con la época de la maduración del cereal; y al tercer año unos 22 días antes.  Al tercer año (y con mayor razón en el cuarto), el 16 de Abib ya no habría caído dentro del tiempo de la cosecha de la cebada, y no habría podido ofrecerse una gavilla de grano maduro.  Por lo tanto, en ese año el mes que hubiera tenido que ser el 1er mes del año habría sido un mes 13.º, más tarde llamado Veadar (Heb. wa'adar, literalmente, "y Adar"), un segundo Adar.  A la siguiente luna nueva comenzaría Nisán*, para que en el día 16 hubiese ya cebada madura.  No hay pruebas del uso del 13er. mes en tiempos de Josué, pero debe haber ocurrido algo así si los israelitas siguieron literalmente las instrucciones en cuanto a la gavilla mecida.

La tradición judía posterior nos informa que los sacerdotes responsables de hacer la decisión examinaban la cosecha en el 12.º mes, y cuando parecía que la cebada no estaría madura para el día 16 del mes siguiente, anunciaban que el siguiente mes sería llamado Veadar, y que el mes siguiente a este segundo Adar sería Nisán, el 1er mes.

Muchas autoridades sostienen que en todo el período bíblico el mes judío se basó en la observación directa de la Luna, y que la intercalación del segundo mes de Adar era determinada por la cosecha de cebada en Judea.  Otros encuentran evidencia de que en el período postexílico se seguía un método arbitrario de calcular: un esquema regular de meses de 30 días y de 29 días, y el ciclo de 19 años.  De todos modos, aún después de haberse introducido un sistema de calendario por cálculos regulares, es probable que lo hubieran controlado y regulado por las observaciones astronómicas durante mucho tiempo.

De esta manera los años instituidos en el éxodo comenzaban con Abib o Nisán, mes que se hacía coincidir con la cosecha de la cebada mediante la intercalación de un 13er. mes cada dos o tres años .

III.  Las fiestas religiosas Pascua.-
La serie de fiestas religiosas (ver com.  Lev. 23) que servía de base para  el calendario judío comenzaba en el primer mes, con la pascua (ver com.  Exo. 12: 1-11; Lev. 23: 5; Deut. 16: 1-7).  En el día 10.º cada familia o grupo escogía un cordero y lo encerraba hasta sacrificarlo el día 14.º. Antes de este día se eliminaba todo vestigio de levadura de las casas en preparación para la fiesta de los panes sin levadura.  Entonces, en  la tarde del día 14.º, "por la tarde a la puesta del sol" (Deut. 16: 6), se sacrificaban los corderos pascuales.  Cuando se estableció el templo, todos los sacrificios, incluido el cordero pascual, debían sacrificarse allí (Deut. 16: 5, 6).  Todo judío varón de más de 12 años debía asistir, y muchas mujeres y niños iban por voluntad propia.  Miles de peregrinos se reunían anualmente en Jerusalén para la pascua y los siete días de la fiesta de panes sin levadura. (Muchas veces se usaba el término "pascua" para referirse a todo el período.) 

Fiesta de los panes sin levadura.-
El día 15 del ler mes era el primero de los 7 días de esta fiesta (Exo. 23: 15; 34: 18; Lev. 23: 6-14; Deut. 16: 3-8), llamado también primer día de la pascua (Eze. 45: 21).  Era un día de reposo de una fiesta especial, en el cual no se debía trabajar (Lev. 23: 6, 7; cf. vers. 24, 32 con referencia al "día de reposo").  Este no era un sábado semanal, el 7.º día de la semana.  Caía en un día fijo, el 15 de Nisán, y en consecuencia en diferente día de la semana todos los años.  Era el primero de los siete días de reposo ceremoniales relacionados con el ciclo de las fiestas anuales, de los cuales se dice específicamente que debían celebrarse "además de los días de reposo de Jehová" (Lev. 23: 38).  Estos días de descanso eran parte de la ley ceremonial; por lo tanto, a diferencia del 7.º día, recordativo de la creación, eran "sombra" de lo que había de venir (Col. 2: 17), símbolos que hallarían su cumplimiento en Cristo.

El "día siguiente del día de reposo" es decir al día siguiente del día de descanso ceremonial después de la pascua o sea el 16 de Nisán, se realizaba la ceremonia de la gavilla mecida, las primicias de la cosecha de cebada.  Antes de realizarse esta ceremonia no se debía comer del grano nuevo.  La fiesta de los panes sin levadura concluía el día 21 con otro día de reposo ceremonial (Lev. 23: 8).

Pentecostés, o fiesta de las semanas.-
Siete semanas después del día de la gavilla mecida, en los primeros días del 3er. mes (más tarde llamado Siván), se efectuaba la fiesta de las semanas, en la cual se festejaba la cosecha de trigo con la presentación de panes en el templo (ver Lev. 23: 15-21; Deut. 16: 9-12).  Más tarde esta fiesta fue llamada Pentecostés, porque caía 50 días (inclusive) después de la presentación de la gavilla mecida (Lev. 23: 16).  Este era otro día de reposo ceremonial, una fiesta que exigía la presencia de cada hebreo varón (Deut. 16: 16).  Generalmente se calculaba que ocurría en el 6.º día del 3er. mes (Siván), porque ése era el día 50.º (inclusive) contando a partir del 16 de Nisán, cuando los 2 primeros meses tenían 30 y 29 días respectivamente, cosa muy probable y aun segura después de que se fijó el número de días en cada mes.  

Día de las trompetas o año nuevo (hoy: Rosh Hashanah).-
Seis meses después de la pascua comenzaba la serie de fiestas otoñales con el tocar de trompetas en el 1er día del 7.º mes (Tishri).  Ese día, más tarde llamado Rosh Hashanah, "cabeza o comienzo del año", era un día de reposo ceremonial (Lev. 23: 24, 25; Núm. 29: 1).  En él se celebraba el comienzo del año civil.  Este día de año nuevo era señalado no sólo con el son de trompetas, sino también con sacrificios especiales, cuyo número era casi dos veces mayor que el de los sacrificios habituales en las lunas nuevas (Núm. 29: 1-6; cf. cap. 28: 11-15; ver también com.  Exo. 23: 16; Núm. 29: 1).

Sin embargo los meses siempre seguían contándose a partir de Nisán, de acuerdo con lo que Dios había mandado en el éxodo, porque la correlación del año con las estaciones dependía de la luna nueva de Nisán en referencia a la cosecha de cebada.  Pero el año civil y agrícola, como también los años sabáticos y de jubileo, comenzaban según el cómputo más antiguo, con Tishri, el 7.º mes.

Si pareciera extraño que se comenzara el año en el 7.º mes, cabe recordar que hoy en día, en muchos países del hemisferio sur, las actividades docentes comienzan en marzo.  Por eso se habla de un "año escolar" que empieza en nuestro 3er. mes.  En el hemisferio norte, lo natural es que el "año escolar" principie en septiembre, nuestro  9.º mes. De igual manera, los judíos festejan el día de año nuevo el 1.º de Tishri, al comienzo del 7.º mes. 

Día de la expiación.-
El 10.º día del 7.º mes, el día de la expiación (Yom Kippur), era, y sigue siendo, el día más solemne del año.  No sólo era día de reposo ceremonial, sino también día de estricto ayuno (Lev. 23: 27- 32).  Según el Talmud babilónico,* el 1.º de Tishri (día de año nuevo) simboliza el juicio:
Mishnab.  En las cuatro estaciones se dicta sentencia [divina] sobre el mundo: en Pascua, con referencia a los productos agrícolas; en Pentecostés, con respecto a las frutas; al año nuevo todas las criaturas pasan delante de él [Dios] como hijos de Marón...

Gemara... Se ha enseñado: "Todos son juzgados en el día de año nuevo y su suerte es sellada en el día de la expiación..."

R. Kruspedai dijo en nombre de R. Johanan: Se abren [en el cielo] tres libros en el día de año nuevo: uno para los que son totalmente malvados, uno para los que son totalmente justos, y uno para los intermedios.  Los que son totalmente justos son inscritos inmediata y definitivamente en el libro de la vida; los que son totalmente malos son inscritos inmediata y definitivamente en el libro de la muerte.  La suerte de los del grupo intermedio queda en suspenso desde el día de año nuevo hasta el día de la expiación.  Si lo merecen, se los inscribe en el libro de la vida; si no lo merecen, se los inscribe en el libro de la muerte (The Babylonian Talmud, traducción al inglés de Soncino, tratado Rosh Hashanah, 16.ª, págs. 57, 58; los corchetes están en el original).

Los judíos todavía consideran que los diez primeros días del año, hasta el día de la expiación, son algo así como una continuación de la festividad de año nuevo, un período de gracia adicional durante el cual todavía pueden ser perdonados los pecados del año anterior, una especie de extensión del plazo para ajustar cuentas con Dios.  Aún en nuestro tiempo el día de expiación es considerado día de juicio, ya que ofrece la última oportunidad de arrepentirse.  En la antigua ceremonia del día 10.º, el santuario era limpiado de todos los pecados del año anterior, siendo éstos quitados para siempre de la congregación en forma simbólica (Lev. 16), y en ese día se daba la última oportunidad para el arrepentimiento.  El que no tuviese en orden sus cuentas con Dios era cortado para siempre. En el día de la expiación se tocaban las trompetas para anunciar el año 50.º, el año del jubileo (Lev. 25: 9, 10), y probablemente también los años sabáticos .

Fiesta de la cosecha o de los tabernáculos.
Después venía la gozosa fiesta de la cosecha o de los tabernáculos, para celebrar la terminación del ciclo agrícola con la vendimia y la cosecha de aceitunas.  Durante esta fiesta, la gente vivía en "tabernáculos" o enramadas de ramas verdes, en conmemoración de su anterior peregrinación como nómades (Lev. 23: 34-43; Deut. 16: 13-15).  Esta fiesta se iniciaba con un día de reposo ceremonial el día 15 de Tishri, y duraba 7 días.  Era seguida de otro día de reposo, una "santa convocación", el día 22 (podría llamarse la octava de los tabernáculos).  La fiesta de la cosecha era la tercera de las fiestas anuales, cuando debían reunirse todos los varones de Israel en Jerusalén (ver Exo. 23: 16, 17; 34: 22, 23).

La tabulación que figura en la página  da para cada mes el tiempo de su  comienzo, las fechas de las fiestas y los principales acontecimientos de la estación.  Por ejemplo, el primer mes, Abib (Nisán del postexilio), comienza con la luna nueva de marzo o abril; en el 1er día, el 10.º y el 14.º de ese mes lunar se celebran, respectivamente, la nueva luna, la selección del cordero, la pascua, etc.; y ese mes señala, aproximadamente, la época de las lluvias tardías, de la cosecha de la cebada, etc.

IV.  El cómputo de los años
Comienzos en primavera y otoño.
El año del calendario cananeo comenzaba en el otoño [del hemisferio norte] como el año civil judío.  Es posible que los patriarcas lo hubieran usado mientras estuvieron en Canaán, antes de que Jacob y su familia fueran a Egipto o que los israelitas lo adoptaran de sus vecinos después del éxodo.  La primera alternativa parece más probable, puesto que en el libro de Éxodo Moisés mismo se refiere al comienzo del año en otoño.  Los hebreos combinaron la numeración de los meses a partir de la primavera, tal como se instituyó en el éxodo, con el año que comenzaba en otoño; de esa manera obtuvieron un cómputo doble: el año "sagrado", que comenzaba en el primer mes, y el año civil, que comenzaba con el séptimo.

Josefo dice que el cómputo antiguo se hacía a partir del otoño, pero que "Moisés designó a Nisán, es decir Xántico [el nombre correspondiente en macedonia], como el primer mes para las fiestas, porque en ese mes sacó a los hebreos de Egipto.  También computó este mes como comienzo del año en todo lo que se relacionaba con el culto divino, pero para las compras y las ventas y otros asuntos comunes, conservó la antigua costumbre" (Antigüedades i. 3. 3. Ed.  Loeb).

"El fin del año" en otoño.
Aun en el libro de Éxodo, donde se designa a Abib en primavera como primer mes del año ("sagrado"), hay evidencias de que el año antiguo y más conocido comenzaba en otoño.  Son referencias al "fin" del año celebrado en esa estación.  Sin embargo, la diferencia no es grande, pues todo año comienza donde termina el anterior. La fiesta de la cosecha o de los tabernáculos, en el 7.º mes (Tishri), aparece como "salida del año" (Exo. 34: 22).  También se la llama la "fiesta de la cosecha a la salida del año" (Exo. 23: 16) .* Ya que celebraba la abundancia del año agrícola recién terminado, se dice que ocurría al final del año, aunque en realidad comenzaba 15 días después de fin de año, al comienzo del año civil que empezaba el 1.º de Tishri.

Año agrícola.
En Palestina y los países vecinos, el año agrícola siempre ha comenzado en otoño.  Después de secarse el pasto de primavera y de haberse calcinado el suelo por el largo verano, las lluvias otoñales mojan la tierra para que se la pueda sembrar.  Esta es la lluvia temprana, que comenzaba tal vez en octubre y aumentaba en noviembre.  La época de las lluvias duraba todo el invierno, acabando con la "lluvia tardía" de primavera, que llevaba el grano a su maduración  

LOS MESES, LAS FIESTAS Y LAS ESTACIONES DE LOS HEBREOS
113 11: 14; Jer. 5: 24; Ose. 6: 3; Joel 2: 23).  La cosecha de cebada en Palestina comienza a mediados o fines de abril, y la de trigo en el mes siguiente, seguida por las frutas de verano, luego las uvas y aceitunas al final de verano y en otoño.  Nótese que desde abril/mayo hasta octubre hay tiempo seco para realizar las diferentes cosechas, según lo muestra la siguiente tabulación tomada de Ellsworth Huntington, Palestine and Its Transformation (London: Constable and Company, Ltd., 1911), pág. 34.

Las ínfimas lluvias registradas entre mayo y octubre indican que la escasa humedad representada por esos promedios hace que esos meses deban considerarse secos.

PROMEDIO DE LLUVIA CAÍDA EN JERUSALÉN, EN MM
El único calendario que nos llega del período preexílico de Israel es una placa de piedra del siglo en que vivió Salomón.  Fue hallada en Gezer, ciudad que el rey de Egipto tomó de los cananeos y regaló a su hija, la esposa de Salomón.  Sobre este fragmento de piedra caliza se encuentra escrito el resumen de un calendario agrícola, que comienza en otoño.  El "Calendario de Gezer" no da los nombres de los meses, pero enumera las principales actividades realizadas por el agricultor durante cada mes.

El año civil comenzaba en Tishri.
Como se consideraba que el ciclo de las estaciones comenzaba en otoño con el retorno de las lluvias vivificadoras, la idea básica del año nuevo parece haberse centrado en el otoño.  Por eso era inevitable que se considerase que el año civil comenzaba en Tishri, aunque los meses siempre se contaban a partir de Nisán.  La importancia de Nisán radica en el hecho de que toda la coordinación del calendario con las estaciones era determinada por la ubicación del primer mes en el tiempo de la cosecha de la cebada.  Era lógico llamar primero al mes que seguía al 13.º intercalado, porque de esa manera la sucesión de los números nunca se interrumpía.  Pero el realce que se daba al 1.º de Tishri, como principal comienzo del año, resalta por el sonar de las trompetas, los sacrificios especiales, que sobrepasaban a los del 1.º de Nisán, y por la relación de ese día con el día de juicio.
  Los años de reinado se computaban a partir del otoño.
En tiempos de los reyes hebreos se acostumbraba designar los años enumerándolos en serie a través del reinado de cada rey diferente.  Los acontecimientos estaban fechados con la siguiente fórmula: "El día_____ del mes_____ del año_____del rey ". Existe la evidencia de que estos años de reinado se computaban a partir del otoño, quizá desde el 1.º de Tishri, en el reino hebreo unido (durante el reinado de Salomón), y posteriormente en el reino de Judá, en tiempos de Josías.  Por otra parte, en el reino de Israel, al norte, parece haberse usado el año comenzado en primavera para computar los años .  El cómputo de Israel no está indicado directamente en la narración bíblica, pero parece deducirse en forma razonable de los sincronismos entre los reinados sucesivos de los reyes de los dos reinados, según lo registran los libros de los Reyes.

Inmediatamente después del cautiverio hay pruebas poco concluyentes de que se computaban los años de reinado a partir de la primavera, según la costumbre  babilónica, pero cuando se restableció la comunidad judía y se reavivó el espíritu nacional bajo Esdras y Nehemías, encontramos una evidencia directa de que el año de reinado se computaba a partir del otoño.  Los años de reinado usados para fechar los acontecimientos eran computados como lo habían sido bajo el reinado de Judá, pero usándose el nombre de los reyes persas, de quienes eran súbditos entonces los judíos.  

Años sabáticos y de jubileo.-
Una de las características de las leyes hebreas era la orden de que descansara la tierra cada 7.º año.  Así como el 7.º día era el sábado semanal para el hombre, el 7.º año, al final de una "semana" de años, era el reposo sabático para la tierra, cuando no debía haber siembra ni siega (Lev. 25: 2-7, 20-22).  El 7.º año era también el "año de remisión" de deudas (Deut. 15: 1-15).  Entonces, después de 7 "semanas" de años, el 50,º era el año de jubileo, cuando no sólo se debía liberar a todos los esclavos hebreos, sino que todas las tierras vendidas durante el período (con ciertas excepciones) debían volver a sus dueños originales o a sus herederos (Lev. 25: 8-17, 23- 34, 47-55).  El propósito de esta medida era mantener intactas las herencias familiares, a fin de que los ricos nunca pudiesen comprar todas las tierras y dejar una clase social sin heredades.  Los eruditos difieren en sus opiniones en cuanto a si el 50,º año se agregaba a los 49, o si mediante un cómputo inclusivo era también el 1er año del ciclo siguiente.

Se dice específicamente que el 50.º año comenzaba en otoño.  Aunque no se lo especifica, es evidente que el 7.º año era similar, no sólo porque estaba en la misma serie del 50.º, sino también porque un año en el cual no había siembra ni siega necesariamente debía coincidir con el año agrícola.  Se tocaban las trompetas para anunciar el jubileo en el día de la expiación, el 10 del 7º mes (Lev. 25: 9).  Puesto que no hay ninguna relación lógica entre el año del jubileo y el ritual del día de la expiación es probable que los rabinos posteriores tuvieran razón al decir que estos años coincidían con el año del calendario civil que comenzaba el 1.º de Tishri.  Las órdenes especiales del jubileo, que comprendían la restauración de propiedades y esclavos, se hacían efectivas al final del día 10 de Tishri en lugar del 1.º, ya que los primeros 10 días del año estaban dedicados a los festejos de año nuevo.  El jubileo se contaba desde cuando empezaban las ocupaciones regulares del año civil, en el día que comenzaba con el atardecer al final del día de expiación, el 10 de Tishri.
Duraciones variables de los años lunares.

Debe notarse que en todos estos diferentes métodos de calcular los años, la unidad de medida era evidentemente el año lunar de 12 meses, corregido periódicamente para corresponder con el año solar o de las estaciones mediante la intercalación de un 13er. mes.  El año común de 12 meses constaba de 354 días; pero la corrección hecha para armonizar con la Luna exigía algunas veces un año de 355 días, mientras que la corrección periódica para lograr la armonía con el año solar exigía la adición de otro mes y el alargamiento de ciertos años a 383 ó 384 días.  Esta corrección, aplicada en forma regular para corresponder con la cosecha de la cebada, nunca permitía que el año se alejara más de un mes de su coordinación con las estaciones.  Por eso el número de años del calendario judío de un largo período, siempre equivalía, como ya se ha señalado , al número de años solares, según las estaciones.

El año de 360 días no es literal sino simbólico.
Puesto que da lugar a equívocos, debe explicarse que la Biblia no da ninguna indicación de que el año profético de 12  meses de 30 días hubiese tenido relación alguna con el año calendario hebreo.  Existen algunas pocas antiguas tradiciones que dicen que antes el año tenía 360 días.  No queda claro si esto es meramente un reflejo del año solar egipcio, descontando los 5 días adicionales al final, o si se refiere a un auténtico año de 360 días que no armonizó nunca ni con la Luna ni con las estaciones.  Pero no hay hechos sólidos sobre los cuales basar tal método de cómputo, y de ninguna manera se lo puede atribuir a los hebreos, quienes siempre parecen haber relacionado el mes con la luna nueva .

La mención de un período de 150 días durante el diluvio, que parece haber correspondido con 5 meses, no significa necesariamente que el calendario antediluviano conocido por Noé tuviese meses uniformes de 30 días cada uno.  También se ha interpretado que el período indica un año lunar desacostumbrado o un año solar de 365 días. Sea como fuere, nada tiene que ver con el calendario lunar usado mucho después por los hebreos.  Es imposible hacer armonizar un año de 360 días y meses de 30 días con los meses medidos por la Luna.  Por la misma naturaleza del caso, un año o un mes profético, donde está implicado el principio de día por año, debe contener un número fijo de días simbólicos si se ha de conocer la duración del período.  Un período profético tal no puede basarse en un calendario lunar cuyos meses y años son variables.  Puede entenderse un cómputo de meses teóricos de 30 días cada uno, y a la verdad esto resulta lógico, pues en tiempos posteriores las expresiones judías implican que el mes debía tener 30 días.  Los judíos hablaban de dos tipos de meses: el "completo", de 30 días, y el "hueco", o deficiente, de 29 días.  Es posible, aunque de ello no hay evidencia, que los hebreos hubieran usado para el comercio un mes teórico de 30 días, como lo hicieron los babilonios.  Aún hoy calculamos los intereses de una suma de dinero como si los meses tuviesen todos 30 días, aunque ya se sabe que no todos los tienen.

No se da directamente en la Biblia la duración del año ni del mes proféticos, pero ello puede deducirse de varios períodos proféticos que son equivalentes.  Ya que en estas profecías 3 1/2 tiempos corresponden con 1260 días (Apoc. 12: 6, 14), y 42 meses son también 1260 días (Apoc. 11: 2, 3), deben ser períodos de igual duración.  Puesto que los 42 meses son 3 1/2 años, los 3 1/2 tiempos deben ser también 3 1/2 años.  Además, ya que los 3 1/2 años y los 42 meses equivalen a 1260 días, es evidente que un año de este tipo tiene 360 días, y un mes, 30.  Hace siglo y medio, muchos de los que escribieron sobre profecía creyeron que el año profético de 360 días era el año calendario judío, pero no entendían la naturaleza del calendario lunar usado por los hebreos.  No deberían citarse tales afirmaciones anticuadas.  El mes y el año proféticos se basan en la Biblia misma.

V. Nuevos problemas del calendario después del exilio
Los judíos y el calendario babilónico.-
Cuando los judíos volvieron a Palestina tras el exilio babilónico, llevaron consigo en forma modificada los nombres babilónicos de los meses.  Por ejemplo, Abib se tornó Nisán, de Nisanu, primer mes del año babilónico.  Algunos especialistas piensan que sólo después del exilio los hebreos comenzaron a intercalar un segundo Adar -el 13er. mes- para corregir el calendario.  Pero la pascua debía sincronizarse con la cosecha de la cebada.  Por lo tanto, desde los tiempos más remotos debe haberse usado un 13er. mes o su equivalente.  Resulta claro que los israelitas no fueron fieles en la observancia de la ley levítica, pero no hay razón para suponer que nunca celebraron la pascua en el transcurso de los siglos. Algunos piensan que los exiliados hebreos adoptaron directamente el calendario babilónico, incluyendo su ciclo de 19 años, y su sistema exacto de intercalar meses  adicionales.  Hay pruebas documentales de que después del cautiverio los judíos usaron el equivalente del ciclo de 19 años, es decir, la intercalación de 7 meses adicionales en 19 años; pero no hay prueba de que hubieran adoptado la costumbre babilónico de intercalar un segundo Elul (el 6.º mes) algunas veces en lugar de un 2.º Adar.  Los eruditos judíos siempre han sostenido que sólo se usó el segundo Adar.  Otros eruditos concuerdan en que en esto se diferenciaron de los babilonios.  Quizá la razón de ello fue que la repetición del 6.º mes, Elul, en vez del 12.º, Adar, hubiera introducido un intervalo irregular entre las fiestas de primavera y otoño, causando así confusión en la asistencia de los judíos a sus fiestas otoñales.

La Biblia no da ninguna evidencia directa sobre esto, pero la orden de observar la pascua en el 1er "mes", el "mes de las espigas", y de observar 3 fiestas en el 7.º mes, es un poderoso argumento de que las fiestas de otoño debían realizarse 6 meses después del mes de las espigas, y de que no hubo irregularidad en el lapso de Nisán a Tishri. En realidad, no tendría sentido un segundo Elul dentro del calendario hebreo, porque la necesidad de intercalar un 13er. mes sólo surgía de la exigencia de que Nisán concordara con la cosecha de la cebada.  Esto podía lograrse mejor intercalando un segundo Adar, justamente antes de Nisán.  No habría sido ventajoso el ubicar el mes adicional 6 meses antes si con esta anticipación se hubiese podido predecir la necesidad de hacerlo, y hubiera tenido la desventaja de interrumpir la sucesión normal de los meses de fiesta.

El ciclo de 19 años.
La adopción de un ciclo de 19 años pudo haber sido muy útil para fijar por adelantado el día de la pascua.  Mientras no se pudiera anunciar la intercalación del 13er. mes hasta comprobar que la cosecha de la cebada coincidía con el mes de Adar, no podía conocerse el mes de la pascua con suficiente antelación como para evitar inconvenientes a los que trazaban planes para asistir.  Pero al tener un ciclo de 19 años, podrían haber intercalado los 7 meses adicionales en un orden regular a intervalos de 2 ó 3 años, para mantener así la pascua dentro de la época de la cosecha de la cebada.  El calendario podría haberse regulado sistemáticamente, y el año de 13 meses, dado a intervalos predeterminados dentro de cada ciclo, podría haber sido conocido siempre de antemano.

Este ciclo de 19 años puede explicarse como una expresión de la relación entre el año solar y el lunar.  Un lapso de 235 meses lunares equivale casi exactamente (con diferencia de una o dos horas) a 19 años solares.  Pero 19 años lunares de 12 meses cada uno sumarían 228 meses, y no 235.  Por lo tanto, si se agrega un mes lunar 7 veces en 19 años, el 19.º año lunar concluirá junto con el 19.º año solar.  Por ejemplo, si el equinoccio de primavera cayera en el 1.º de Nisán en cierto año, volvería a caer en el 1.º de Nisán 19 años más tarde.

Los babilonios perfeccionaron ese ciclo tras larga experimentación.  Hacia comienzos del siglo IV AC intercalaban el mes adicional siempre en los mismos años de cada ciclo de 19 años: un segundo Addaru (Adar) en lo que llamamos años 3.º, 6.º, 8.º, 11.º, 14.º y 19.º, y un segundo Ululu (Elul) en el 17.º año. (Se sabe cuáles años tenían 13 meses, pero no cuál de ellos era denominado primero del ciclo por los babilonios; de ahí que los números asignados a estos años sean arbitrarios.) Sin embargo, al parecer los judíos nunca usaron sin segundo Elul, sino sólo el segundo Adar.  No puede determinarse con exactitud cuándo adoptaron el ciclo de 19 años.  Ya que ese ciclo se conocía en Babilonia mucho antes de la era cristiana, y muchos judíos vivieron allí desde el siglo VI AC, parecería poco probable que los rabinos encargados del calendario ignorasen los principios del cálculo del calendario hasta el momento de introducirse el calendario fijo, mucho después del tiempo de Cristo.  Es probable que tales principios se hubieran conocido mucho antes de abandonarse el método tradicional.  Hasta el tiempo de la destrucción del templo, la cosecha de la cebada era el elemento principal del calendario; pero más tarde, y sobre todo cuando los judíos fueron expulsados de Jerusalén, era más importante tener un sistema de cálculo uniforme para usar en lugares muy distantes entre sí.

Aunque en ningún momento se habla en la Biblia de un ciclo de 19 años, la coincidencia de la cosecha de la cebada con la pascua daba como resultado automático un promedio de 7 meses adicionales en 19 años. De este modo las leyes de las fiestas, sin especificar ninguna regla en cuanto al cálculo del calendario, servían para regular en forma natural y sencilla el calendario palestino.

Cálculo de los meses "versus" observación.
La cuestión del 13er. mes surgía sólo una vez cada dos o tres años, pero el asunto del comienzo del mes estaba siempre presente.  Sobre todo después del cautiverio, cuando la mayoría de los judíos permanecieron en Babilonia, se convirtió en un problema muy real lograr que todos los fieles observaran juntos las nuevas lunas y las fiestas.  La diferencia en el fechado de documentos era cosa de poca monta, pero para los piadosos resultaba espantosa la posibilidad de que algún judío pudiese profanar un día sagrado mientras otros lo observaban.

La santidad del templo y el prestigio del sacerdocio hicieron que los judíos de Babilonia buscaran la solución de este problema en Palestina.  Así el calendario postexílico, aun el que seguían los judíos que durante siglos permanecieron en Babilonia, era regulado desde Jerusalén.  El primer día del mes -al menos después de cada mes de 29 días- era anunciado por señales de fuego repetidas de cerro en cerro para hacer llegar la noticia a las zonas distantes de Palestina, y aun hasta Babilonia.  Pero después los samaritanos encendieron falsas señales, un día antes de tiempo, y los judíos que vivían a gran distancia de Jerusalén comenzaron un nuevo mes después de 29 días, cuando ese mes debía haber tenido 30 días.  Por eso las señales ígneas fueron reemplazadas por mensajes llevados por corredores o correos.

En Egipto, donde no se podían usar las señales de fuego, y posteriormente en todos los países fuera de Palestina, los judíos comenzaron a celebrar las nuevas lunas y las fiestas en dos días seguidos, para estar ciertos de observar el día debido.  Ni siquiera era seguro que un mes que seguía a uno de 29 días tendría 30 días.  Esta duda respecto al comienzo del mes llevó a la observancia de dos días: el 30 y el siguiente.  En Roma esta costumbre era bien conocida.  Horacio se refirió en sus Sátiras ( i. 9. 67-70) al "tricesima sabbata" o sea "sábado del día 30.º" de los judíos:
Horacio: Ciertamente no sé porqué desean hablar en secreto conmigo, decías. Fusco: Recuerdo bien, pero déjame hablar en mejor momento; hoy es tricesima sabbata: ¿Quieres ofender a los judíos de la circuncisión?

Una vez que la duración de los meses se estableció mediante cálculos, podía saberse por anticipado el número de días que tenían sin depender de la observación directa; pero no sabemos cuándo se realizó el cambio de la observación a una sucesión regular de meses de 30 y de 29 días.  Tenemos muchas pruebas directas en cuanto al calendario postexílico, por documentos fechados de los judíos hallados en Egipto, pero la evidencia de estas fuentes ha dado lugar a diferencias de opinión sobre la cuestión del cálculo versus la observación.

Es probable que los funcionarios encargados del calendario hubieran empleado métodos para calcular mientras retenían aún la costumbre de llamar testigos para que informasen la aparición de la luna nueva cada mes, o al menos en el mes de  Nisán.  Tales procedimientos tradicionales naturalmente se deben haber seguido mucho tiempo después de que ya eran innecesarios.

Durante el período cuando el mes dependía de la observación de la luna nueva, o al menos de su confirmación por testigos, había incertidumbre en los lugares distantes en cuanto a la fecha exacta dentro del mes, porque por ciertos factores variables la aparición de la luna nueva no podía predecirse.  El hecho de no verse la luna nueva al atardecer después del día 29 del mes, podía indicar que el mes debía tener 30 días; también podía indicar que las condiciones atmosféricas, desfavorables para la visibilidad, impedían que se la viese antes en Jerusalén que en otras partes.  Además, la diferencia de longitud entre Palestina y Babilonia podía hacer que algunas veces la luna nueva fuese visible en Jerusalén, cuando ya se había puesto en Babilonia .  Estos elementos de incertidumbre influyeron aún después de computarse la luna nueva astronómico, llamada "la Luna en conjunción".

La Luna y el mes lunar observado.
Es variable el intervalo entre la luna nueva astronómico y la luna nueva visible (o creciente), con la cual los antiguos semitas comenzaban cada mes de su calendario lunar observado.  Mientras la Tierra gira en torno al Sol una vez en un año, la Luna gira en torno de la Tierra 12 veces y fracción.  Durante cada revolución de la Luna (lo que marca un mes lunar), ese cuerpo pasa entre la Tierra y el Sol, y también por el lado de la Tierra opuesto al Sol.  Cuando vemos frente al Sol el hemisferio lunar que está completamente iluminado por la luz solar, decimos que la Luna está "llena".  Cuando pasa entre nosotros y el Sol, no la vemos porque el hemisferio que nos muestra no está iluminado.  Cuando sale de entre la Tierra y el Sol, y se hace visible en forma decreciente porque vemos el borde de su parte iluminada, decimos que hay "luna nueva".

A fin de comprender esto mejor, visualicemos una línea imaginaria que una el centro de la Tierra y el centro del Sol.  Mientras la Luna gira en torno de nuestro globo, su trayectoria está sobre un plano diferente, inclinado con relación al plano de la órbita de la Tierra.  Por lo tanto, algunas veces está por encima del plano de la órbita terrestre, y otras veces por debajo del mismo cuando cada mes pasa entre nosotros y el Sol y cruza el plano de la órbita terrestre en que se encuentra la línea Tierra-Sol.  Cuando ocasionalmente la Luna pasa directamente entre la Tierra y el Sol, de modo que su sombra se proyecta directamente sobre nuestro globo, los observadores que están dentro de esa sombra ven su disco negro que oscurece parte del Sol o la totalidad del mismo en un eclipse solar.  La mayor parte de las veces, cuando no cruza la línea Tierra-Sol, no se oscurece el Sol, pero permanece invisible; por lo tanto, el momento exacto del cruce (llamado conjunción por los astrónomos) no puede observarse.  El momento de la conjunción (la luna nueva astronómica) aparece en algunos almanaques y calendarios, simbolizado por un disco enteramente negro.

Pero no es común que la luna nueva se haga visible en la misma noche del día marcado "luna nueva" en el almanaque.  Cuando la Luna entra en conjunción durante el día, está demasiado cerca de esa línea con el Sol como para verse esa misma noche después de la puesta del Sol.  Sólo después de un intervalo -de aproximadamente un día y medio- se aleja aparentemente lo suficiente del Sol como para que se observe fácilmente la parte de su superficie iluminada con la forma que adopta en creciente.  Cuando se hace visible la luna creciente, puede verse en una parte de la Tierra justamente después de la puesta del Sol; pero los observadores en otra parte del globo, más hacia el este, para quienes la Luna ya se habrá puesto, no podrán ver la  luna nueva hasta la próxima noche.  Por eso el mes lunar, comenzado al observar la luna nueva, algunas veces podía comenzar, por ejemplo, un día antes en Egipto o Jerusalén que en Babilonia.

El intervalo entre la conjunción y la luna creciente visible varía no sólo por la hora de la conjunción y el lugar de observación, sino también porque la velocidad de la Luna es variable.  El movimiento angular aparente de la Luna, unido a los factores antes expuestos, puede alargar el tiempo en que se pueda observar la luna nueva, quizá hasta 2 ó 3 días.  Además, las condiciones atmosféricas afectan la visibilidad, y en ciertas estaciones la luna nueva puede estar enteramente cubierta de nubes en la primera noche; por eso, un mes lunar de 29 días podría calcularse en 30 días y así el comienzo del nuevo mes se demoraría un día.

Los nombres postexílicos de los meses.
Después del regreso del exilio, se adoptaron los nombres babilónicos de los meses, con ligeras variantes ortográficas, como ya se mencionó.  En lo que se refiere al comienzo del año, parece que en los libros postexílicos de la Biblia se usa tanto el cómputo que empieza en otoño como el que empieza en primavera.  Debe recordarse que de cualquier manera que se calcule el año, Nisán siempre es el 1er. mes, Tishri el 7.º y Adar el 12.º. Así el año civil comienza con el 7.º mes y termina con el 6.º. Esta correlación de los meses y los equivalentes aproximados en nuestro calendario, aparecen en la siguiente tabla:

EL CALENDARIO JUDÍO
El año postexílico en la Biblia.
Ezequiel no deja en claro si los años de su era, comenzando con el exilio de Joaquín, se computaban a partir de Nisán o de Tishri, o si se los contaba por aniversarios de la fecha del cautiverio del rey.  Pero si Ezequiel computó el año a partir de la primavera, como generalmente se cree, puede haber procedido así porque vivía en Babilonia y usaba el calendario oficial babilónico, en el cual el año comenzaba con Nisanu (Nisán).  De ser así, su sistema no hubiera tenido nada que ver con la práctica judía.  Se cree generalmente que Hageo, y también, posiblemente, su contemporáneo y colega Zacarías (aunque en este caso no hay seguridad), usaron el año contado a partir de la primavera, porque si los acontecimientos narrados en Hageo 1: 1 y 2: 1, 10 están en orden cronológico, los meses 7º y 9º siguieron al 6º mes del 2º año de Darío, lo que no podría haber ocurrido si en el 7º mes se hubiese comenzado un nuevo año.  El libro de Ester, que identifica a Nisán como 1er. mes, Siván como 3º y Adar como 12º, no aclara la forma en que computaban los judíos el comienzo del año, puesto que las fechas en este libro aparecen en relación con actos oficiales de los magistrados del gobierno persa.  Quizá. esos acontecimientos estaban fechados según el calendario babilónico, adoptado por los gobernantes persas desde el momento cuando Ciro conquistó Babilonia.

En tiempos de Esdras y Nehemías (Esdras y Nehemías fueron originalmente un solo libro), hay pruebas de que los judíos que habían vuelto a Palestina contaban los años del rey a partir del otoño, probablemente según el calendario civil cuyo año comenzaba en Tishri (ver artículo sobre cronología en el tomo III).  Nehemías menciona el mes de Kislev (Quisleu o 9º mes) como anterior a Nisán (el 1er. mes) en el 20º año de Artajerjes (Neh. 1: 1; 2: 1). Evidentemente computaba así como se habían computado los años de reinado en el antiguo reino de Judá, a partir del 7º mes, el de Tishri, y no de acuerdo al año nuevo persa, en Nisán.  Aunque los acontecimientos mencionados en estos dos meses sucedieron en el palacio del rey persa, el libro no fue escrito hasta después de que Nehemías fuera a Jerusalén para reconstruir allí la comunidad judía.  En tal situación -durante la restauración de una administración judía en la antigua capital de Judá- era natural que hubiese un resurgimiento de patriotismo y un retorno al antiguo calendario y año de reinado de Judá.  Además, el documento de una colonia judía en Egipto, escrito en el mismo siglo de Esdras y Nehemías, y que se describe más abajo, indica que también los judíos de Egipto usaban un calendario cuyo año comenzaba en el otoño.
VI. La arqueología y el calendario postexílico
Documentos judíos provenientes de Egipto.
El documento que se acaba de mencionar es uno de más de 100, escritos sobre papiros en arameo.  Fueron hallados en la isla de Elefantina, en el río Nilo, en las ruinas de una guarnición fronteriza colonizada por mercenarios judíos y sus familias.  Estos papiros arameos de Elefantina (a veces llamados erróneamente papiros de Asuán) forman una de las colecciones de documentos antiguos más interesantes.  Hay testamentos, títulos de propiedad, contratos, cartas y otros documentos del siglo V AC, el siglo de Esdras y Nehemías.  Entre estos documentos, además de aludirse a los asuntos públicos y particulares de los judíos residentes en la isla, también hay mención de temas tan interesantes como los judíos en Palestina, la pascua, un funcionario mencionado en la Biblia, y un templo judío construido en Elefantina por los colonos.  Estos papiros, algunos de los cuales aún estaban enrollados y con su sello, nos muestran la forma exacta del idioma que hablaban los judíos después del exilio: el arameo, muy similar al hebreo, que se usaba internacionalmente en Babilonia y en todo el Imperio Persa.  También nos revelan la ortografía y la caligrafía, la tinta y el "papel" que se empleaban cuando los exiliados regresaron a Palestina.  Contienen la fraseología legal de un decreto similar a los que se citan de los archivos persas en el libro de Esdras: los mismos pasajes arameos del libro de Esdras que algunos críticos citaban como pruebas de que dicho libro, según ellos, no era auténtico.

Los antiguos papiros de Elefantina hicieron surgir diferencias de opinión entre los eruditos, y hasta algunos los consideraron como falsificaciones por la forma insólita en que muchos de ellos llevan la fecha.  Se trata de una fecha doble, expresada según dos calendarios diferentes, cuyos años de reinado algunas veces parecen no coincidir.  Pero estas fechas dobles constituyen una excelente prueba de su autenticidad, porque sincronizan las fechas del calendario egipcio con las del judío, de manera que podemos calcular el día exacto cuando fueron escritas.  Estas fechas confirman la cronología de los reinados de ese período según se computa en el Canon de Tolomeo.

Los colonos judíos de Elefantina habían estado en Egipto antes de que Cambises, sucesor de Ciro, conquistase al país y lo transformara en parte del Imperio Persa.  No sabemos si llegaron como exiliados después de que Nabucodonosor destruyó a Jerusalén, como lo habían hecho los que se llevaron consigo al profeta Jeremías. Pero las referencias que en estos documentos se hacen a la religión revelan las mismas condiciones que Jeremías había deplorado: la mezcla de paganismo con el culto a Jehová.  En el templo judío de Elefantina se adoraba a Jehová junto con las deidades paganas.

No sólo resultan interesantes las fechas y los contenidos de estos documentos judíos, sino que las fechas nos proporcionan información acerca del calendario judío del período.
Se retienen los calendarios locales bajo el gobierno persa.-

Cuando Ciro el persa conquistó Babilonia, no la incorporó a Persia bajo un gobierno provincial.  Anexó el reino a su primer dominio y tomó el título de rey de Babilonia, además de su título como rey de Media y de Persia.  En Babilonia, los persas adoptaron el idioma y la cultura del país como también el calendario babilónico.  Los sacerdotes babilonios, custodios del conocimiento astronómico acumulado a través de los siglos, y del sistema del calendario, prosperaron bajo la protección persa e hicieron nuevos progresos en la regulación del calendario.

De la misma manera, cuando Cambises, hijo de Ciro, anexó Egipto al Imperio Persa, dispuso que continuara el sistema de gobierno egipcio, pero se hizo coronar rey de Egipto.  Entonces gobernó el país por medio de un gobernador que era nominalmente el virrey del "faraón" persa.  Se  retuvieron el sistema legal del país y el calendario egipcio.  En épocas posteriores, los romanos siguieron la misma política de permitir el uso de varios calendarios locales más antiguos en las provincias orientales, aunque finalmente en todo el imperio se ajustaron esos calendarios para que coincidieran con el año juliano de 365 días y 1/4 ; se conservaron los nombres habituales de los  meses, pero se ajustó la duración de los mismos para que coincidiera con los meses romanos de 30 y 31 días.

Parece que bajo el gobierno persa en Egipto se preparaban los documentos de acuerdo con las leyes locales, y se los fechaba según el calendario del lugar.  Los papiros de Elefantina, con pocas excepciones, llevan la fecha del día y del mes egipcios, y el año de reinado del rey persa computado según el calendario solar egipcio (comenzado a partir del mes de Thoth).  Esto era razonable, pues no se podía esperar que dos ciudadanos comunes que firmasen un contrato en Egipto pudiesen   saber cuándo debían realizar el pago o cuándo vencería un contrato, si se daban las fechas de acuerdo con un calendario extranjero.

Pero los documentos en cuestión -los papiros de Elefantina- fueron redactados por judíos que vivían en una comunidad judía y que usaban su propio calendario, diferente del de Egipto.  Por lo tanto, muchos de estos papiros llevan fecha doble, no sólo según el calendario oficial egipcio, sino también según el calendario judío.  Por ejemplo, uno de ellos está fechado "en el día 18 de Elul, es decir el día 28 de Pajons, año 15 del rey Jerjes".  Esto significa que el documento fue firmado en un día que era el 18 del mes lunar judío de Elul y también el 28 del mes egipcio Pajons, en el año 15 del rey persa Jerjes.  Otro dice: "En el 24 de Sebat, año 13, que es el día 9 de Athyr, año 14 de Darío [II] el rey ". Aquí se dan dos años. En el calendario judío la fecha caía en el año 13, pero en el calendario egipcio ya había comenzado otro año.  Por lo tanto, la misma fecha caía en el año 13 de Darío II, según el cómputo judío, y en el año 14 del mismo rey, según el cómputo egipcio.

Estas fechas dobles muestran que los diversos pueblos del Imperio Persa usaron sus propios calendarios, aunque bajo este imperio los egipcios retuvieron -como siempre lo habían hecho- su calendario solar de 365 días, (calendario que finalmente legaron a Roma, y por medio de ésta, a nosotros).  Además, los judíos como minoría en Egipto, tenían libertad para usar su propio calendario, aunque fuese diferente del egipcio.  La fecha legal de estos documentos parece haber sido la egipcia, porque cuando aparece una sola fecha es generalmente la egipcia, en la cual se computa el año de reinado según el calendario egipcio.  Sin embargo, muchos de estos papiros llevaban fecha doble, tanto la egipcia como la judía.

El problema de reconstruir un antiguo calendario.
Ya que se conoce el calendario egipcio de este período, puede ubicarse el equivalente juliano de la fecha egipcia.  Aunque se desconozca el año, puede derivarse del sincronismo de la fecha lunar con la solar, porque la fecha lunar, que se desplaza al menos 10 días en un año, sólo puede concordar con la fecha solar egipcia aproximadamente una vez en 25 años.  En esta forma estos papiros de doble fecha pueden fecharse según el calendario juliano AC.  Usando estas fechas establecidas como puntos de referencia, puede reconstruirse la tabulación del calendario judío usado en Egipto durante buena parte del siglo V, con un mayor grado de precisión de lo que puede lograrse con el calendario babilónico, aunque puede bosquejarse este calendario con aproximación, durante un período mucho mayor.  Con referencia a los calendarios egipcio y juliano.

Puesto que las fechas de muchos de estos papiros pueden fijarse con una variación máxima de un día, en cada caso se conocen las fechas de todo ese mes con la misma precisión.  Existe la posibilidad de la discrepancia de un día, o acaso dos, en la fecha exacta de los otros meses de ese año, si el comienzo del mes dependía aún de la observación de la Luna.  El tiempo de la luna nueva astronómica, es decir de su conjunción, puede calcularse en base a tablas lunares modernas para cada uno de estos meses, pero varía el intervalo entre la conjunción invisible y la luna nueva visible.  Si deseamos ubicar las fechas de los antiguos meses judíos, podemos computar por tablas astronómicas el momento de la conjunción en cualquier año de la antigüedad, y calcular el primer día del nuevo mes tomando en cuenta la hora de la conjunción, según la hora de Jerusalén y la velocidad angular de la Luna.  Pero nunca podemos estar seguros de haber logrado reconstruir con precisión ese antiguo año calendario según se empleaba entonces, porque no podemos estar seguros de conocer todos los factores variables en la observación de la creciente,  ni tampoco sabremos si durante el período comprendido por los papiros arameos de Elefantina se computaba el año por cálculo o por observación.

R.A. Parker y W. H. Dubberstein han reconstruido un bosquejo de la cronología babilónica, comenzando en 626 AC.  En esa monografía han publicado tablas babilónicas de calendario que abarcan varios siglos, basadas en ciertas fechas fijas y ciertos registros documentales de la intercalación del 13er. mes, y reforzadas por fechas computadas.  Estas tablas son muy útiles como aproximación.  Los autores admiten que no existe total certeza en cuanto a la ubicación del 13er. mes intercalado, lo que permite un error de un día de más o de menos en algunos de los meses.  Esta sería una aproximación aceptable para la reconstrucción de un antiguo calendario lunar.

Ya que hay tantos elementos variables implicados en la ubicación del primer día del mes, la de los días restantes de cada mes tiene la misma inseguridad.  En consecuencia, la luna llena (que puede ubicarse exactamente por cómputo astronómico) no siempre ocurre en el mismo día del mes lunar.  En el período de estos papiros variaba entre el día 13 y el 15 del mes.

Aun en los casos en que un antiguo documento. Fije, sin lugar a dudas, una fecha lunar o una serie de fechas, no puede reconstruirse el calendario más allá de ese mismo año sin que exista la posibilidad de errar por un mes, a menos que se conozca la ubicación del 13er. mes.  No fue sino en el siglo IV AC cuando los babilonios regularizaron la intercalación de los 7 meses adicionales dentro del ciclo de 19 años. No sabemos si los judíos siempre intercalaron el mes a intervalos regulares.

Sin embargo, cuando existen antiguos documentos, podemos tener relativa certeza.  Si tenemos tablillas babilónicas que nos indican que determinado año tuvo 13 meses, los meses del calendario de ese año babilónico pueden identificarse con razonable seguridad. Y si tenemos un sincronismo que identifique un día de un mes lunar dado con el día de un calendario conocido, como ocurre en el caso de los papiros de doble fecha de Egipto, pueden incluso conocerse los días de ese mes.  Por esta razón, durante un buen período del siglo V AC puede reconstruirse con precisión aproximada el calendario judío usado por los autores de estos papiros.  Tal calendario, ha sido reconstruido por Lynn H. Wood y Siegfried H. Horn, y muestra el primer día de cada mes judío del 472 al 400 AC. 

Calendario Judío en Egipto.
Un estudio de esta tabulación y de los 14 papiros de doble fecha, en los cuales se basa, deja en claro las siguientes características del calendario judío postexílico:
1. Estos judíos fechaban según su propio calendario, en forma ligeramente distinta del sistema babilónico.

2. A diferencia de los persas, pero igual que los judíos repartidos en Jerusalén (Neh.1: 1; 2: 1; ), computaban los años de reinado del rey a partir del otoño y no de la primavera.

3. A diferencia de los egipcios, pero siguiendo la antigua costumbre de Judá consideraban como "año de ascensión"  el intervalo entre la ascensión al trono del nuevo rey y del siguiente día de año nuevo, después de lo cual comenzaba el "año primero" del reinado.

4. Habían adoptado, con ortografía aramea, los nombres babilónicos de los meses. Aparecen los 12 en estos papiros.

5. Aunque no se menciona un segundo mes de Adar, los intervalos entre las fechas de ciertos papiros indican el uso de un 13er. mes en diversos momentos.

6. Si no conocían un ciclo fijo de 19 años como tal, evidentemente usaban  su equivalente, pues los intervalos entre estos papiros de doble fecha implican un promedio de 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años.

7. Es probable que estos años judíos de 13 meses cayeran con frecuencia en los mismos años que en Babilonia tenían 13 meses.  En la tabulación de Horn y Wood, ya mencionada, se intercalan los mismos meses que aparecen intercalados en las tablas de Parker y Dubberstein (Babylonian Chronology, edición de 1956), salvo pocas excepciones, como cuando los babilonios intercalaban un segundo Elul en vez de un segundo Adar en el año 17.º de su ciclo, como lo hicieron regularmente -y en tiempos posteriores, invariablemente- después de que el ciclo babilónico quedó fijo.

8. Estos judíos no parecen haber usado el segundo Elul.  De tres papiros fechados en los años 17.º del ciclo, cuando esperaríamos encontrarlo, dos no prueban esa costumbre, y uno prueba definitivamente que en ese año no computaron un segundo Elul.

9. Por el momento, la evidencia de que el calendario se hubiera basado en cálculos y no en la observación de la Luna, no es del todo concluyente, pues la relación entre las fechas del calendario y la Luna se ha interpretado de las dos maneras por causa de los factores variables.  Pero hay indicaciones de que era calculado hasta cierto punto. 

10. Aunque no hay una prueba concluyente de que se hubiese calculado la duración de los meses en este período (No. 9), es interesante notar que una posible sucesión fija de meses de 30 y de 29 días desde Nisán hasta Tishri -lo que daría por resultado un número fijo de días entre la pascua y la fiesta de los tabernáculos -concuerda con las fechas de estos papiros.  Un calendario reconstruido basado en esta sucesión concuerda razonablemente con los movimientos reales de la Luna. 

11. Hasta donde pueda verse por estos papiros, parece que no se hubiera permitido que el 1º de Nisán tuviese lugar antes del equinoccio de primavera.* Es decir, que si el mes después de Adar comenzaba antes del equinoccio, se lo consideraba 2º Adar, y se postergaba Nisán hasta el mes siguiente. (Esto contradice la opinión posterior de los rabinos que afirmaron que en el período postexílico la pascua ocurría en la primera luna llena después del equinoccio de primavera.)

12. No hay indicaciones de la costumbre de reajustar la duración del año para evitar que la pascua y otras fiestas cayesen en ciertos días de la semana, como se hizo en una revisión del calendario efectuada mucho después del tiempo de Cristo.

Los colonos judíos de Egipto que escribieron estos papiros tenían relaciones con sus hermanos repatriados en Palestina, pero no sabemos si esa relación era suficiente como para permitirles mantener la exacta sincronización de la intercalación del 13er. mes con la práctica seguida en Jerusalén.*

Es notable que estos papiros de doble fecha, que no podrían haberse conservado en Jerusalén, pero que se han preservado en el clima más seco de una lejana colonia judía en Egipto, hayan surgido ahora para darnos una idea del calendario postexílico en uso.  Estos documentos muestran que los judíos 
(1) retenían su propia manera de computar el tiempo, independientemente de sus vecinos egipcios; y que 
(2) usaban un sistema diferente del sistema babilónico que empleaban sus gobernantes persas, el  cual muchos eruditos suponían que habrían adoptado.  Tampoco estos judíos parecen conocer nada de ciertas reglas que se les atribuyen en las tradiciones posteriores de la Mishnah y la Gemara , en los primeros siglos de la era cristiana.

VII. Diferencias con el calendario rabínico posterior
El calendario judío y las variantes sectarias del período intertestamentario y de la era cristiana, no interesan a los efectos de este artículo.  Pero en la Mishnah, y después en la Gemara, escritas en los primeros siglos de la era cristiana, encontramos unas pocas informaciones en cuanto al calendario judío hacia fines del siglo II DC y en épocas posteriores, mayormente en la forma de tradiciones relacionadas con costumbres anteriores.  En la Mishnah se encuentra la narración del examen de testigos ante el Sanedrín para determinar la aparición de la luna nueva y el anuncio del nuevo mes mediante señales de fuego.  Las preguntas que se hacían en cuanto a la forma exacta de la luna nueva parecen indicar que no se tomaba en cuenta la primera creciente apenas visible, sino la fase posterior (en forma de "cuerno"), lo cual sugiere que pudo haberse computado un intervalo mayor entre conjunción y creciente.  Según otras preguntas, parece que los examinadores no buscaban tanto información como confirmación de conocimientos ya obtenidos mediante cálculos.  Ciertamente los rabinos indican que aún se seguía el procedimiento de observar detenidamente la luna nueva mucho después de haberse conocido los principios científicos que posibilitaban el cálculo de la luna nueva.

En los argumentos talmúdicos, muchos de los cuales indudablemente datan hasta del siglo V DC, se aplican erróneamente conceptos posteriores a tiempos anteriores; por lo tanto, deben emplearse con cautela estas enseñanzas tradicionales contradictorias.  Por ejemplo, la suposición de que el 16 de Nisán casi podía haber coincidido con el equinoccio de primavera, se opone a las realidades de la cosecha de la cebada y a la evidencia de los documentos del período postexílico.  Las referencias tradicionales a la luna llena de pascua pueden indicar esfuerzos hechos para estabilizar el mes en relación con la luna llena, al menos en Nisán, aunque los papiros del siglo V AC no insinúan siquiera esto.  Es muy probable que en el período del segundo templo los meses se hubieran regulado, al menos en parte, mediante elementos ajenos a la simple observación de mes en mes, pero por las fuentes que ahora poseemos no se puede estar seguro de cuándo habrá comenzado tal cómputo y hasta qué punto fue usado.

Finalmente, después de la destrucción de Jerusalén por los romanos, y la dispersión y persecución de los judíos bajo emperadores posteriores, tuvo que abandonarse la práctica de regular el calendario desde Jerusalén.  Se adoptó entonces un esquema arbitrario, a fin de que los judíos de todos los países pudiesen computar las fechas de las fiestas sagradas de un modo uniforme.  Desde entonces los judíos en Babilonia o en cualquier otro lugar pudieron regular el calendario por medios artificiales, independientemente de la cosecha de la cebada en Judea o la aparición de la Luna en Jerusalén.

Una vez se pensó que el calendario hoy existente no había cambiado desde el siglo IV, pero ahora la mayor parte de las autoridades en la materia creen que la reforma fue un proceso gradual, ocurrido en el transcurso de varios siglos, la cual incorporó antiguas tradiciones y posteriores perfeccionamientos.  Algunas de las disputas medievales entre los rabinos que abogaban por un calendario fijo y los caraítas que procuraban mantener la regla de la observación y de la cosecha de  la  cebada, indican que se mantenía aún vivo el problema del calendario.  La sucesión que ahora usa el calendario judío, con 7 años de 13 meses en cada ciclo de 19 años y la numeración de los años a partir de una supuesta era de la creación,* no fue adoptada por los judíos hasta la Edad Media.

Bibliografía
Los estudios acerca del calendario judío realizados en los libros de referencia no son del todo satisfactorios en la mayoría de los casos, ya sea por no estar al día, o por tratar mayormente el calendario postbíblico y no el de tiempos bíblicos, o por basarse en las teorías de una supuesta fecha posterior para la ley mosaica o el carácter puramente babilónico del calendario postexílico.  El lector no querrá molestarse con el estudio de pasajes aislados y esparcidos; por lo tanto, la lista bibliográfica es corta.

El Talmud Babilónico. La editorial Acervo Cultural, Nicaragua 4462, Buenos Aires, Argentina, está empeñada en la empresa de publicar su propia traducción del Talmud al castellano.  Ya ha llevado varios años esa ingente labor.  La colección completa constará de 26 tomos.  Se han publicado los tomos I, II, III, XIV, XV, XVI y XVII.  El Talmud comprende la Ley Oral o Mishnah, y alterna sección tras sección con la Gemara o la exposición aumentada de la Mishnah por medio de comentarios, agregados y diversas interpretaciones de los rabinos en Babilonia, desde el siglo III al V. El tratado Rosh Hashanah (en el tomo Seder Mo'ed VII) trata de la fiesta de año nuevo y ciertos aspectos del calendario.  Representa tradiciones posteriores y no atañe directamente al calendario del Antiguo Testamento.

Burnaby, Sherrard Beaumont. Elements of the Jewish and Muhammadan Calendars.  London: George Bell & Sons, 1901. 554 págs.  Un extenso tratado (págs. 1-364), que no está al día, pero que aquí y allá contiene  informaciones útiles, aunque buena parte de ellas se refieren al calendario rabínico y al calendario judío moderno.

Horn, Siegfried H., and Wood, Lynn H. The Chronology of Ezra 7. 2d ed. rev.  Washington: Review and Herald, 1970. 192 págs.  Esta obra de dos colaboradores de este comentario, que versa en primer lugar sobre otro tema, contiene capítulos sobre "Antiguos calendarios civiles", "El calendario hebreo preexílico" y "El calendario judío postexílico", como también una detallada explicación de las fechas de los papiros de Elefantina.  Aunque trata indirectamente del calendario, judío, presenta documentos y opiniones autorizadas en muchos puntos específicos que tienen que ver con este tema.

Parker, Richard A., y Dubberstein, Waldo H. Babylonian Chronology, 626 B.C.-75 A.D. 2d ed., Providence, R. l.: Brown University Press, 1956. 47 págs.  Contiene una tabulación del primer día de cada mes del calendario babilónico durante este período, según cálculos hechos con las tablas de la luna nueva, que indican los meses intercalados (decimoterceros) que se conocen por aparecer en antiguos documentos.  Es útil la presentación aproximada de las fechas del calendario lunar de Babilonia, aunque existe la posibilidad de un error de un día en algunos meses debido a ciertos factores dudosos.*  Además, al usar estas tablas babilónicas para determinar fechas relativas a Palestina, es posible encontrar a veces dos clases de discrepancias: (1) un día de diferencia, si el cuarto creciente podía verse en Jerusalén un día antes que en Babilonia debido a la diferencia de longitud; y (2) sin mes de diferencia si el decimotercer mes no se insertaba siempre al mismo tiempo en los calendarios babilónico y judío.
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martes, 20 de enero de 2015

El engaño y la picardía no se usan solamente para la obtención de beneficios personales

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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Información

La introducción a esta historia la encontramos obviamente en el v. 1: “Envió Josué, hijo de Nun, desde Sitim dos hombres a espiar secretamente; les dijo: vayan, miren la tierra y a Jericó. Fueron y entraron a la casa de una mujer prostituta cuyo nombre era Rahab y se hospedaron allí”.

La primera parte de la introducción –la comisión y el envío de los espías (v. 1a)– es totalmente normal; la segunda (v. 1b) lo es menos. ¿Cómo es que los espías en cumplimiento de una misión de observar una tierra y una ciudad se meten en casa de una prostituta? Este versículo es chocante por varias razones. Hay un contacto de israelitas con una persona que es mujer, cananea y prostituta. La pregunta normal debe ser, ¿qué es esto? ¿esto para dónde va? No debemos permitir que nuestra familiaridad con la Biblia nos prive de sorprendernos y de disfrutar las sutilezas del relato.

Mucho se ha especulado con esto de la llegada a casa de Rahab. En especial, se ha comentado el uso del verbo בּוֹא “entrar” aquí, pues cuando se usa de la entrada de un
hombre a una mujer, se refiere a relaciones sexuales. Algunos entonces sugieren que eso fue lo que sucedió aquí.19 Pero hay otra alternativa
: que simplemente llegaron al sitio más apropiado para obtener información de una ciudad antes de atacarla.

El efecto de todo esto es añadirle a la estatura de autoridad que Rahab ya tiene. Lo que ella dice, se hace. No solamente los espías enviados por Josué hacen mal su trabajo, sino también los emisarios enviados por el rey de Jericó. El centro de la historia es ahora Rahab, por causa de todos los hombres del relato que no saben lo que están haciendo.

Los agentes del rey, por no ser tontos (pensar que los espías están escondidos en vez de hacer su trabajo), terminan siendo los tontos (porque los espías de hecho están escondidos y no están haciendo su trabajo). Los espías tienen éxito gracias a que los hombres del rey piensan que si aquellos llegan a un sitio como la casa de Rahab, no es para quedarse ahí. En otras palabras, los espías no se hallan, precisamente porque no han hecho bien su trabajo. Los agentes del rey saben bien a qué han venido los espías; lo que no saben es que no han podido hacer nada

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