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jueves, 31 de enero de 2013

La interpretación de La Palabra: Una labor responsable del Obrero y Ministro cristiano


. Interpretación de la Biblia
Una importante labor para predicar y enseñar sin errores
. biblias y miles de comentarios
 
PRINCIPIOS DE INTERPRETACION DE LA BIBLIA

Un comentario bíblico como el presente es un compendio de interpretaciones bíblicas. En él  se encuentran explicaciones magistrales de asuntos relacionados con los textos bíblicos no sencillos de entender para un lector desprevenido. Visto desde afuera, pareciera que estas interpretaciones han llovido del cielo con la misma fuerza que la normatividad bíblica.  Sinembargo, quienes han escrito estos pocos miles de páginas son seres humanos, mujeres y varones cristianos que, con la ayuda del Espíritu Santo, han aplicado su leal saber y entender al propósito de clarificar el texto bíblico para los menos instruidos de entre nosotros.
Ellos, como Felipes modernos, nos preguntan a los etíopes de hoy: ¿Acaso entiendes lo que lees? Y nosotros, como sinceros buscadores de la verdad entre las páginas bíblicas, les respondemos: ¿Pues cómo podré yo, a menos que alguien me guíe? (Hech. 8:30, 31). Los pocos párrafos que siguen se han escrito con el propósito de guiar al lector de la Escritura a comprender los principios de interpretación que ella misma sugiere, de modo de acceder a la riqueza del texto lo más abundantemente posible.

LA CAUTIVIDAD IDEOLOGICA DEL INTÉRPRETE
A primera vista pareciera que el sentido de un texto es evidente de por sí. Al menos eso es lo que nos parece a cada uno de los intérpretes. Cada quien piensa que su interpretación es la única y verdadera, o al menos, la mejor, pero eso es sólo una ilusión. Lo que de veras sucede es que el acto de interpretar es inconsciente. La interpretación acontece de un modo natural y espontáneo a cualquier persona. Para interpretar una pintura sólo hace falta poder ver. Para interpretar una pieza musical sólo hace falta escuchar. Para interpretar un texto sólo hace falta saber leer. Quien lee, interpreta. Un texto se interpreta espontáneamente, sin que el lector se dé cuenta qué está haciendo. Las interpretaciones conseguidas vienen de adentro del intérprete de un modo orgánico, natural, no ficticio. Esto es más evidente en los niños, pero también lo es en los adultos, muy especialmente en aquellos menos instruidos.
Pero cuidado, lo que cada quien interpreta no necesariamente es lo que está en el texto. Hay en cada intérprete una desviación inconsciente que es como un velo que empaña el sentido del texto. Precisamente porque el acto de la interpretación está tan dentro nuestro nos queda como invisible, haciendo que ninguno de nosotros queramos admitir que siempre leemos todo texto (y el texto bíblico no es la excepción) con la particularidad y la subjetividad innata de nuestra propia existencia vital. Como decía el versito anónimo que aprendimos en la infancia: “En este mundo traidor / nada es verdad ni es mentira / todo es según el color / del cristal con que se mira.”
Tanto como nos cueste reconocerlo, todos leemos un texto a partir de un acto hermenéutico inconsciente, sesgado, interesado, subjetivo, parcial, finito, arbitrario, individual y personal. Esto es lo que se ha dado en llamar la “cautividad hermenéutica” o ideológica, el reconocimiento de que todo intérprete está “cautivo” de sí mismo.
Querámoslo o no, consciente o inconscientemente, todos pensamos, vivimos, actuamos, soñamos, lloramos y reímos conforme a ciertos esquemas de vida que funcionan dentro nuestro como fundamento de las estructuras formales y visibles de nuestro pensamiento y nuestra acción.
En virtud de estos principios se ordenan los actos, se arreglan las ideas y se controla todo lo que puede conocerse y manejarse dentro de un determinado sistema de vida. Esto no es algo que podamos desear o evitar. Es así, y es necesario reconocerlo. A esto se le ha llamado “precomprensión”.

EL “CIRCULO HERMENEUTICO”
Cuando nos preguntamos por el significado de un texto, así como cuando nos preguntamos por la esencia del mundo, de la naturaleza, de nosotros mismos, o de lo que sea, nos estamos preguntando, de una manera circular e inconsciente, por nosotros mismos y por nuestra capacidad de comprensión, es decir, por nuestra “precomprensión”. Esa precomprensión, en la que estamos todos inmersos, tiene al menos tres elementos constitutivos, a saber:
Comprendemos todas las cosas dentro de nuestro mundo de comprensión. Todo lo que podemos comprender cae necesariamente dentro de “nuestro” mundo, o permanece incomprendido. Si alguien me escribe una carta en idioma coreano no puedo entenderla. ¿Por
qué? ¿Acaso la carta está mal escrita? No, simplemente no puedo entenderla porque el idioma coreano no cae dentro de mi “mundo” de comprensión. Ahora bien, si yo me dedicara a estudiar el coreano, poco a poco, a medida que las estructuras de ese idioma entrasen en mi mundo de comprensión, aquella carta comenzaría a tener sentido para mí.
Además, comprendemos todas las cosas dentro de una determinada perspectiva. Aún dentro de nuestro “mundo” de comprensión sufrimos de una nueva relatividad porque sólo podemos ver las cosas desde un sólo punto de vista a la vez. Podemos elegir el punto de mira desde donde interpretar la realidad, pero lo que no podemos elegir es tener todos los puntos de mira a la vez, o no tener ningún punto de mira. Puedo mirar un monumento que está en una bocacalle, desde una calle o desde la otra, puedo elegir ubicarme hacia el sur, o hacia el norte.
Puedo elegir mi puesto de mira, pero lo que no puedo hacer es mirarlo desde las dos calles a la vez, o pretender verlo sin estar mirándolo desde alguna de ellas.
Por último, comprendemos todas las cosas dentro de nuestras categorías de pensamiento. Todos tenemos cierta conceptualización de las cosas que hemos hecho a lo largo de múltiples experiencias de la vida que no pueden ser desandadas. Hemos aprendido a pensar así. Es imposible abandonar nuestro modo de pensar, al cual estamos irremediablemente cautivos. Si hemos creído hasta ahora que el tiempo transcurre en forma lineal hacia el futuro, será muy difícil entender aquellos textos que han sido escritos con otra categorización del tiempo, como por ejemplo, la circular, que era predominante en el modo griego de pensar el tiempo, y que es muy evidente en el libro bíblico del Eclesiastés.
De modo que cada uno de nosotros interpretamos las cosas, y los textos que leemos también, a partir de nuestro propio “mundo”, de nuestra propia perspectiva y de nuestra propia manera de comprender las cosas. Esto es lo que se ha dado en llamar “círculo hermenéutico”.
Comprendemos las cosas a partir de nuestra precomprensión. Lo comprendido enriquece nuestra precomprensión, de modo que ahora podemos comprender más y mejor, lo cual a su vez enriquece aún más nuestra precomprensión, y así... en un círculo virtuoso y ascendente sin final que, justamente por eso, ha sido llamado por algunos “espiral hermenéutico.”
Hoy como nunca está bien claro que todos los mortales, sabios e incultos, extranjeros y nacionales, blancos y negros, mujeres y varones, judíos y griegos, inevitablemente, todos estamos metidos sin quererlo ni pedirlo en ese círculo hermenéutico desde el cual y dentro del cual se ilumina y se recorta todo lo que podemos entender o expresar. Desde nuestro “mundo”, desde nuestra perspectiva y desde nuestros conceptos interpretamos el mundo, la vida, la historia, el destino, y también, a qué negarlo, la Palabra de Dios.
La Palabra de Dios está inmersa, junto con todo lo demás que deba ser interpretado por cada ser humano, en este círculo hermenéutico. Este hecho no debe ser calificado como negativo o positivo, deseable o indeseable, bueno o malo. Es un hecho actual y real, un dato de la realidad que es conveniente incorporar en nuestro acervo cultural. Por eso no es necesario ni hay que intentar substraerse a la realidad de nuestra precomprensión subjetiva. Muy por el contrario, hay que meterse bien dentro del “círculo hermenéutico” y hacerlo girar. Cuanto más se mueva, más y mejor comprenderemos.
¿QUE ES HERMENEUTICA?
Ahora bien, ¿qué es “hermenéutica”? Ya bastante hemos mencionado la palabra en este artículo como para al fin detenernos un poquito en ella.
Un gran biblista español, don Ernesto Trenchard, ha dicho que “la palabra ‘hermenéutica’ extraña un poco, pero es una etiqueta conveniente (derivada de la voz griega hermeneuo: explicar un texto) para resumir las distintas consideraciones, principios y normas que nos ayudan a llegar a una interpretación adecuada de las Sagradas Escrituras”. Parece que dijo mucho, pero en realidad no ha dicho nada. Don Ernesto, como todo hombre sabio, esquiva realmente tener que dar una definición de antemano. Ello nos obliga a leer su libro entero antes de saber su definición de hermenéutica.
Utilizando la investigación filológica podemos aventurar una primera caracterización de la hermenéutica que nos sea útil. “Hermenéutica” deriva del verbo griego hermeneuen, que significa afirmar, proclamar, interpretar, esclarecer, traducir. Además, podemos notar que hermeneuen está relacionado con la capacidad especial que tenía uno de los dioses del Olimpo griego: Hermes.
Hermes, patrono del comercio y de las comunicaciones, era el mensajero de los dioses. Su oficio era volar ida y vuelta hasta el Olimpo y poner en contacto a los hombres con los dioses y a los dioses con los hombres. De los dioses, con los cuales compartía la deidad, Hermes traía regalos de bien para compartirlos con los hombres. Por el otro lado, Hermes acompañaba a los muertos hasta su morada eterna.
De esta primera caracterización filológica, podemos darnos cuenta que el trabajo de la hermenéutica siempre ha estado asociado con esta tarea de relacionar a la divinidad con la humanidad. Para nosotros, quienes deseamos de veras interpretar correctamente la Palabra de
Dios para nuestra época (2 Tim. 2:15), la hermenéutica nos llama a ser los verdaderos “Hermes” para nuestros congéneres. Un auténtico pecado para un intérprete bíblico es adulterar, pervertir la Palabra de Dios, introduciéndole cosas que no vienen de Dios, sino de los hombres (2 Cor. 2:17).
El teólogo evangélico Bernard Ramm ha definido la hermenéutica como aquel “grupo de reglas que se emplean en todos los materiales que necesitan interpretación”. Y agrega: “Existe una brecha entre el intérprete y los materiales que necesitan interpretación, y por eso deben fijarse reglas que conecten esa brecha. Puede ser que el intérprete esté separado de sus materiales en el tiempo, y entonces hay una brecha histórica. También es posible tener una cultura diferente, entonces hay una brecha cultural. Quizá el texto está escrito en otro idioma, entonces hay una brecha lingüística. Cuando el documento se ha originado en otro país hay una brecha geográfica.
Y cuando el texto tiene una actitud hacia la vida y el universo totalmente diferente a la del intérprete, podemos decir que hay una brecha filosófica.”
Un poco más adelante, Ramm agrega que “la interpretación bíblica es el estudio de esos principios que pertenecen a la interpretación de las Sagradas Escrituras. En ese estudio se descubre que las mismas brechas que separan a los demás textos de sus intérpretes, también separan a la Biblia de sus intérpretes. Además, la Biblia tiene algunos problemas peculiares a sí misma, y en ellos son necesarios otros principios de interpretación particulares y pertinentes a la Palabra de Dios”.
Un poco más ampliamente, Paul Ricoeur, un maestro francés de la hermenéutica contemporánea, define la hermenéutica como “una teoría general del sentido en relación con una teoría general del texto”. Su concepto de la interpretación tiene repercusiones en los más variados campos del saber humano, como las ciencias, el arte, la filosofía. Nosotros aplicamos su definición a la interpretación bíblica. Analicemos la definición de Ricoeur:
¿Qué es una teoría del sentido? Una teoría del sentido es una explicación que una persona hace de la relación que guardan entre sí los elementos de algo que debe hacer sentido, en nuestro caso el texto bíblico. Por ejemplo, estamos tan acostumbrados en Hispanoamérica a comunicarnos en el idioma castellano, que nos parece muy normal pensar que todo el mundo lo habla. Incluso hemos llegado a pensar que la Biblia fue escrita originalmente en español. Basta que vayamos algún día a otro país, por ejemplo a la China, para que no entendamos nada.
Entonces pensamos: “Qué difíciles son los chinos”. En realidad no es que los chinos sean difíciles, porque alguien que nació en China y habló chino muy naturalmente desde niño piensa que los difíciles somos los hispano parlantes, que hablamos ese idioma de locos que nadie entiende. También los chinos suelen pensar que la Biblia fue escrita originalmente en chino.
Cada quien tiene su propia teoría del sentido, cada quien encuentra o define el sentido de las cosas según como él mismo las interpreta. Es obvio que quien no tenga alguna teoría del sentido no podrá interpretar nada, tampoco un texto.
El segundo aspecto en la definición de Ricoeur nos interesa un poco más a los intérpretes de la Biblia. Además de tener una teoría del sentido, cada intérprete tiene una teoría del texto, es decir, cada persona piensa sobre el texto y arma el texto de la manera en que su propia mente está capacitada para hacerlo. De que podamos entender cómo es la teoría del texto que tenemos en nosotros mismos dependerá que podamos acceder a una explicación del texto. De otra manera, pensaremos que el texto está diciendo cosas que en realidad sólo están dentro denosotros mismos, nada más en nuestra propia precomprensión, y no en el texto. Esto sí es unprejuicio, y debe ser evitado.
¿QUE ES UN TEXTO?
 La palabra “texto” deriva de la raíz indoeuropea tej o tec, (según si se lo pronuncia nasal o guturalmente) que está presente en palabras castellanas como “técnica”, “tejido”, “texto” y otras.
La tej, hablando ampliamente, es como un entrecruzamiento o un entrelazamiento, una interrelación de cosas anteriormente desconectadas.
Así es, por ejemplo, la técnica. La técnica actual une el dominio del plástico con el dominio de las siliconas y de la electrónica y produce una radio a transistores. Si le faltaran algunos de esos dominios no existirían las radios a transistores. La técnica es justamente la interrelación de los dominios. Un tejido es lo mismo. Una tejedora indígena toma un hilo de color rojo, y otro hilo de color verde, y otro de color azul y teje un hermoso tapiz tricolor. Todo a partir de tres hilos. ¿Cómo? A través de la tej, a través de tejer, con mucha paciencia e inteligencia.
Lo mismo sucede con un texto. En el texto se “tejen” cosas aparentemente desconectadas, eventos que no tenían una relación previa, necesaria o inmediata para el lector. El autor entrelaza cosas aparentemente inconexas mezclándolas a su antojo, une dominios que antes estaban desconectados, realiza operaciones con frases y palabras que antes no estaban armadas. Esa armazón, esa estructura, es justamente el texto.
Ahora bien, si tuviéramos solamente una teoría del texto, pero no una teoría del sentido, todavía no podríamos interpretar. Solamente saber lo que es un texto no nos ayuda a interpretar ese texto. Quizá podemos definir muy bien lo que es un texto, podemos clasificar los textos según sus formas, estilos, autores, épocas; podemos saber mucha teoría sobre un texto, pero si nos traen un texto determinado no lo podemos interpretar. ¿Por qué? Porque la interpretación de un texto depende de los elementos que el mismo texto nos da, pero además y fundamentalmente, depende de cada uno de nosotros como sus intérpretes, y de la teoría que tengamos sobre el sentido de ese texto. Eso es lo que sucede con muchas personas que han aprendido un idioma extranjero en alguna academia. Conocen muy bien las estructuras gramaticales de la lengua extranjera (es decir, tienen la teoría del texto), pero no pueden hablarla (no tienen la teoría del sentido). Otra persona que ha vivido en el exterior y ha aprendido aquel idioma extranjero en la calle, sabe muy bien hablarlo (es decir, tiene la teoría del sentido), pero no comprende las estructuras formales de la lengua (no tiene la teoría del texto). Ambas cosas, la teoría del texto y la teoría del sentido son indispensables para lograr una correcta interpretación.
Ahora bien, ¿no es que de tal manera un texto se convierte en algo tan subjetivo y relativo a la persona del intérprete que cualquiera puede decir lo que quiera sobre ese texto que todo estará bien? Si es que el texto depende del intérprete para su significado, ¿dónde queda la integridad del texto mismo?
Para contestar estas buenas preguntas hace falta entender el carácter de la hermenéutica mucho más íntimamente que lo que podemos explicar en este breve artículo. Sin embargo, baste decir que para no caer en un totalitarismo subjetivo, todo intérprete debe siempre tener en cuenta que el texto en consideración es más importante y anterior que él mismo. A esto se llama la “preeminencia” del texto. El texto es “pre”, previo, anterior, y es “eminente”, más importante, más relevante que su intérprete. Es decir, sin texto no hay intérprete. Es el texto el que manda. Es el texto lo más importante. Todo intérprete debe respetar y considerar el texto bajo estudio como un “tejido” que, justamente por haber sido realizado por otra persona, le pertenece a ella y debe ser respetado en su integridad de la misma manera que respetaríamos su integridad física,  emocional o intelectual. Si esto es así con todo texto humano, cuánto más ese respeto y atención deben darse a la Palabra de Dios, siendo Dios mismo su autor y referente último.
TRES PRINCIPIOS DE HERMENEUTICA GENERAL
La interpretación bíblica es tanto una ciencia como un arte. Es una ciencia porque parte de ciertos postulados científicos, utiliza procedimientos científicos y produce resultados confiables científicamente; pero a la vez es un arte porque muchos de los elementos de la interpretación tienen que ver con la capacidad del intérprete de reelaborar el texto al nivel que lo hizo su autor.
Del mismo modo que el autor del texto elaboró primeramente las relaciones interiores de un texto, así también el intérprete debe reelaborarlas, para poder comprender correctamente las pautas que le han sido dadas por el mismo. ¡Esto es un arte! Algunas tejedoras tejen mejor que otras. Así también con los intérpretes, algunos sacan más jugo de aquellos mismos textos que otros no pueden sacar nada. Ellos tienen más ciencia quizá, pero también más arte.
Hay tres elementos en el texto que pueden ser tratados científicamente: Su lenguaje, su contexto y su cultura. Ningún intérprete puede pasarlos por alto. Algunos toman más en cuenta que otros las claves que le derivan de estos tres elementos y las tratan con mayor arte, por eso son mejores intérpretes. Veamos estos tres elementos un poco más detenidamente:
El lenguaje del texto: Todo texto tiene una lengua. No hay texto sin lengua. Está escrito en castellano, o en griego, o en chino. Las lenguas son modos escritos o hablados de proferir pensamiento, y se insertan en un determinado lenguaje. No hay lengua sin lenguaje. La lengua castellana realiza su modo de ser de una manera, y la lengua griega de otra.
Toda lengua tiene una gramática y una sintaxis. Las palabras no se encuentran solas, sino que están relacionadas dentro de frases u oraciones. Para poder entender un texto es necesario poder reconocer cuáles son los elementos sintácticos que están relacionando las palabras, las frases, las oraciones. Saber cuál es el sujeto de la oración, su objeto, sus complementos, no son tareas demasiado académicas para el intérprete bíblico. Si el intérprete no sabe relacionar la lengua en que está escrito el texto no podrá interpretar nada. Esto es lo que pasa a los aprendices de una lengua extranjera: Entienden todas las palabras en una frase, pero no entienden lo que dice, porque no entienden las relaciones sintácticas entre ellas.
El contexto del texto: Todo texto tiene un contexto. No hay texto sin contexto. El  pensamiento se desarrolla a través de ciertas ideas lógicas que guardan relación las unas con las otras. A veces se hace difícil descubrir la relación, pero si nos esforzamos, siempre la podremos encontrar.
La causa más común de las malas interpretaciones de la Biblia es la falta de inteligencia respecto del contexto. No se entiende el contexto, entonces no se entiende el texto. El contexto es importante porque el significado de una determinada declaración depende fundamentalmente del entorno en el cual fue dicha. Toda palabra, toda frase, todo discurso tiene un trasfondo, un contexto dentro del cual deben ser entendidos.
Los textos, y muy especialmente los textos bíblicos, tienen tres variedades de contexto, cada una de ellas con su contra parte. De modo que podría también pensarse en seis tipos de contexto.
Veámoslos:
El primer tipo de contexto que hay que reconocer es el contexto inmediato. El contexto inmediato es todo aquello que antecede y que sigue al texto en cuestión. Cuando tomamos un versículo de la Biblia debemos darnos cuenta que está dicho dentro del curso de una frase. Todas las frases que le anteceden y todas las frases que le siguen tienen que ver con la interpretación de ese texto en particular. Todo autor sigue un hilo de pensamiento, entonces el intérprete debe ver dónde comienza ese hilo de pensamiento y dónde termina.
Ahora bien, es muy obvio, por ejemplo en el libro de Proverbios, que no hay una relación de hilo de pensamiento muy evidente entre un proverbio y otro. Cuando sucede esto estamos frente a textos de contexto ausente. Este es el primer contratipo. El texto de contexto ausente no tiene contexto inmediato, está “ausente” de contexto, no tiene hilo de pensamiento, no tiene cláusula conectiva con su frase anterior. Hay que tener mucho cuidado en la interpretación de este tipo de textos. Podemos hacerles decir cualquier cosa.
El segundo tipo de contexto que hay que reconocer es el contexto de los pasajes paralelos.
Hay dos tipos de paralelos: de contenido y de forma. Por ejemplo, todos los sonetos son paralelos al resto de los sonetos por la forma. Pero un soneto puede hablar del amor y otro puede hablar de la guerra. Entonces no guardan paralelo en contenido. Los paralelos en contenido hablan de lo mismo, se refieren a las mismas cosas, tienen los mismos sujetos, los mismos objetos, a veces hasta están dichos por la misma persona. En la Biblia encontramos los dos tipos de paralelismo, y ambos deben ser analizados.
Hay también ciertos textos que no tienen paralelismos. No se comparan a nada en toda la Biblia, ni en cuanto a su forma ni en cuanto a su contenido. Es el contratipo de contexto que llamamos un pasaje particular. Hay en la Biblia algunos pasajes muy particulares de los cuales uno debe cuidarse para no sacar o fundar doctrinas importantes en ellos. Las doctrinas básicas de la teología bíblica tienen que estar fundadas en pasajes con abundantes paralelos, cuanto más paralelismos mejor. Pero estos pasajes extraños, muy particulares, que no tienen paralelos, que no tienen referencias en otros pasajes bíblicos, a éstos hay que tratarlos con mucha atención y consideración especial.
El tercer tipo de contexto es el frecuentemente llamado contexto bíblico. El contexto bíblico consiste en la suma de todos los posibles paralelos dentro de la Biblia. Ahora bien, como la Biblia es un libro muy grande y tiene muchas referencias cruzadas, porque se está auto refiriendo continuamente, entonces es muy difícil poder tener todo el cuadro completo. El  contexto bíblico verdadero es algo que el intérprete va ganando con la experiencia, con el tiempo y la familiaridad con todos los escritos que integran la gran Biblia.
El contratipo del contexto bíblico es el contexto extrabíblico. Este se refiere a escritos que aunque no son bíblicos, sin embargo arrojan luz sobre la interpretación de las Escrituras.
Ejemplos de contextos extrabíblicos son los escritos históricos o las crónicas de la misma época que avalan lo que la Biblia dice, pero que no pertenecen al canon bíblico. Los famosos deuterocanónicos, los dichos secretos de Jesús, los escritos de Qumrám, los libros de Josefo, todos estos son considerados literatura extrabíblica que nos ayuda en la interpretación de los textos bíblicos.
Todos estos tipos de contexto deben ser considerados en la interpretación de un texto. Cada uno de ellos da al texto un marco de referencia propio que hay que tomar en cuenta para no hacerle decir lo que no pretendió decir.
La cultura del texto: Todo texto tiene una cultura; no hay texto sin cultura. El texto nació en una cultura determinada, fue escrito por una persona con un marco cultural determinado, se gestó como texto a partir de una cultura que, al menos, practicaba la escritura como modo de conservar su memoria de pueblo.
El contexto y el lenguaje de un texto están inmersos en una cultura determinada. El método que estudia el pasado cultural de los pueblos se conoce como “método histórico crítico”. Cuando uno estudia críticamente la historia descubre la cultura en la cual ese texto fue producido. Si uno no conoce el contexto cultural en el cual se produjo un determinado texto puede cometer muchos errores de interpretación.
La cultura humana es el “cultivo” de todo lo que es humano, por así decirlo. Cultura son los modos de vida, los métodos, las herramientas, las instituciones, las producciones, la literatura, la música, en fin, todo lo que un pueblo produce. Cuando decimos que un texto está inmerso en una cultura, no estamos diciendo que tiene un determinado “nivel cultural”, sino que está metido dentro de una sociedad y que es el producto de una cultura determinada.
Todo texto está restringido por los parámetros culturales que le rodean. Cuando antes hablamos acerca de un texto dijimos que la palabra “texto” derivaba de la raíz tec o tej que significaba trama, tejido. También podemos hablar en este sentido del “tejido cultural”. El tejido cultural está compuesto por todas las líneas o “hilos” culturales que podemos estudiar. El “tejido” o “trama” cultural es como una tela, compuesta por pequeños hilos muy finitos. La cultura aparentemente impacta como algo establecido y compacto, pero está compuesta por pequeñas líneas culturales, hilos que van formando el tejido cultural. Lo religioso, lo político, las instituciones, la vida diaria, las herramientas, y cualquier otro aspecto de la cultura que se nos ocurra, caen dentro del estudio cultural y deben ser seriamente considerados por todo intérprete.
EL SITZ IM LEBEN O ‘EL HABITAT DEL TEXTO’
Cuando leemos un texto también estamos leyendo su lenguaje, su contexto, su cultura. Todo texto es como una trama lingüística, contextual, cultural. Ahora bien, ningún texto, por más amplio y abarcativo que sea, cubre todo el espectro posible de la trama cultural de su época. Un texto toca aspectos determinados de la cultura, aspectos muy particulares que fueron privilegiados por el escritor. Para seguir con la comparación, esto sería como si tuviésemos una “mancha” en la tela. Esta “mancha” sólo toca los “hilos” que quedaron manchados, mientras el resto de la tela queda “limpia”.
Así es con un texto. Hay aspectos culturales que quedan involucrados, hay otros que no fueron tocados. Entonces, cuando estudiamos un texto no estudiamos necesariamente toda la trama cultural posible de su época, sino sólo aquellos aspectos de la cultura que fueron tocados o referidos por el autor. Esto es lo que se llama en alemán el Sitz im Lebem, la “trama lingüística-contextual-cultural” involucrada en el texto. Lebem en alemán significa “vida”, y Sitz “asiento”.
El Sitz im Leben de un texto, entonces, es su “asiento vital”, la situación vital que el texto roza.
El propósito final del estudio del lenguaje, del contexto y de la cultura de un texto es poder determinar y reconstruir su Sitz im Leben, su “asiento en la vida”, la situación vital en la cual el texto bajo estudio fue producido y a la cual se refiere. Ahora bien, reconstruir el aspecto cultural de un texto es una tarea sumamente delicada, y está reservada a los eruditos. Por eso un intérprete no instruido en esos aspectos debe ser consciente de ellos, restringirse a los que dicen los estudios, y tratar de interpretar el texto dentro de ellos. El intérprete bíblico debe ser muy cuidadoso con las conclusiones que saca de su estudio y debe más bien tratar siempre como hipótesis todas las reconstrucciones histórico-culturales, porque en general son teorías, más o menos probadas, pero teorías al fin.
Otro cuidado que hay que tener es intentar leer o ver nuestra propia cultura en las culturas antiguas. Es cierto que en muchos aspectos se parecen, y que el ser humano fue siempre humano.
Pero hay que ser consciente de los grandes cambios en la humanidad en relación con los elementos técnicos, la educación, los utensilios y elementos de la cultura. Todo texto está involucrado en la cultura en que se gestó y no puede ir más allá de lo que su cultura fue. Un texto es un exponente de su cultura, es un elemento cultural más, es uno de los elementos de la cultura.
El texto habla la cultura dentro de la cual fue producido. De modo que para poder interpretarlo correctamente hay que conocer la cultura en la cual fue producido.
Descubrir el Sitz im Leben de un texto, por lo tanto, nos acerca más a la intención del escritor, al sentido del texto, al propósito que el autor tuvo al producir el texto bajo consideración. La comprensión de ese propósito es fundamental para la correcta interpretación de los textos, particularmente de los textos bíblicos, dada la gran diversidad cultural en que fueron gestados.
UNIDAD Y DIVERSIDAD DE LA BIBLIA
Al aplicar particularmente los principios antes mencionados a la Biblia debemos notar que la naturaleza del libro frente al que nos encontramos es muy especial. La palabra griega biblia significa “libros”, en plural. De modo que, aunque el libro es uno solo, está compuesto de muchos. Aunque son muchos, es uno, y aunque es uno, son muchos. Esto no es un juego de palabras sino una somera demostración del carácter del libro ante el cual nos encontramos, que por algo ha sido llamado el “Libro de los libros”.
La unidad de la Biblia puede ser encontrada principalmente en que estos muchos libros han sido agrupados en un canon, palabra de origen semita que significa “caña” o “regla”, y que les ha dado el carácter de bíblicos que tienen. Sin embargo, ese carácter canónico de los libros, que le ha sido reconocido por la iglesia cristiana desde época temprana, muestra algunas unidades más íntimas que sólo la reglamentaria. La Biblia es una porque Jesucristo es el centro de revelación al que apuntan tanto el AT como el NT. En Cristo Jesús se ha manifestado la plenitud de la revelación de Dios, y toda la Biblia, antes y después de Cristo, señala a la manifestación plena y exaltación de ese hecho histórico. Además, la Biblia tiene una estructura de promesa y cumplimiento que se enraíza en la naturaleza misma del libro. Todas las promesas del AT pueden ser vistas cumplidas no sólo en otras partes del mismo AT, sino principalmente en el NT y en la persona de Cristo. Por último, la Biblia nos muestra una estructura de revelación progresiva que no termina con el AT, sino que pasa de un testamento a otro y encuentra su clímax revelatorio en la persona de Cristo Jesús. La Biblia muestra cómo las grandes verdades que Dios tenía reservadas a la humanidad en la persona de su Hijo unigénito comenzaron a ser reveladas gradualmente desde muy antiguo en las distintas etapas de la religión judaica veterotestamentaria.
La diversidad de la Biblia se manifiesta rápidamente sólo al pensar en las distintas eras y culturas en que sus libros fueron compuestos, que llena un período de tiempo de más de 1300
años; en los distintos idiomas en que fue escrita: Hebreo el AT y Griego el NT; en los distintos géneros de literatura que la Biblia tiene: legal (Exodo, Levítico), histórico (Reyes, Crónicas, Evangelios, Hechos), poético (Salmos, Proverbios), profético (Isaías, Jeremías), doctrinal (epístolas), apocalíptico (Daniel, Apocalipsis); en los diversos autores que ha tenido y que le han dado su impronta particular; y en las múltiples situaciones y problemas particulares que dieron origen a los variados contextos en que se originaron los textos.
Este breve resumen del carácter bíblico nos muestra que la Biblia es un libro muy complejo de interpretar y que no debe ser tomada a la ligera. Los Reformadores, en su afán por contrarrestar el concepto católico de que los laicos no debían leer las Escrituras porque no la entendían, llevaron el concepto a su otro extremo diciendo que cualquier persona puede interpretar correctamente la Palabra de Dios. Ninguna de las dos posiciones es buena. Hay partes de la Biblia que son directas y simples de entender, hay otras que son muy sutiles y oscuras, escondidas detrás de siglos de historia y de las barreras de diferentes lenguajes y culturas. Don Ernesto Trenchard manifiesta una posición intermedia cuando dice que “el creyente diligente y espiritual puede llegar a comprender las Escrituras, pero debe ser consciente de las dificultades y estar dispuesto a hacer todo lo posible por tratar de superarlas”. La interpretación bíblica no es sólo cosa de estudiosos o de profesores de seminarios. Todo creyente puede interpretarla, pero tiene que ser diligente y espiritual, ambas cosas, y además, tener muchos deseos de superar las dificultades que se le presenten en la interpretación y de hacer todos los esfuerzos que estén a su alcance para encontrar la mejor explicación para el texto que está considerando.

PRESUPUESTOS TEOLOGICOS PARA LA INTERPRETACION BIBLICA
Al acercarse a la Biblia con el propósito de hacer teología, de preparar un sermón o estudio bíblico, de encontrar guía y ánimo para la vida diaria, de hacer decisiones éticas, o lo que fuera, el estudiante de la Biblia viene a ella con ciertos presupuestos teológicos que, si no fueran ciertos, no valdría la pena leerla o estudiarla, ni la harían ser el precioso libro que es.
La Biblia es la Palabra de Dios. El gran teólogo alemán Karl Barth nos ha ayudado a comprender distintos niveles de este concepto de palabra de Dios. Sólo Cristo Jesús es la palabra revelada de Dios. La Biblia es la palabra escrita de Dios. El sermón dominical es la palabra predicada de Dios. Los tres niveles son descendentes y cada uno se debe al anterior. La Biblia, como palabra escrita de Dios, es dependiente de Jesucristo como palabra revelada de Dios y es la fuente de toda palabra predicada de Dios. Por eso dicen nuestras confesiones de fe que la norma de interpretación, la regla en base a la cual hay que interpretar la Biblia, es Cristo Jesús.
La Biblia es la revelación de Dios. Volviendo al esquema anterior, la Biblia no está en la misma posición que Jesucristo, si no seríamos bibliólatras. Sin embargo, la Biblia trae la religión revelada de Dios para todos los seres humanos. La Biblia es la autorrevelación de Dios al hombre. Dios eligió darse a conocer, y al hacerlo, mandó a sus santos hombres a escribir Su libro. La Biblia es revelación histórica de Dios, no sólo en que revela los hechos históricos de Dios, sino que ha sido producida históricamente. La Biblia no es como el libro de Mormón que, según dicen, bajó del cielo en planchas de oro y después de ser copiado volvió al cielo. La Biblia se gestó en la trama de las historias humanas de seres humanos comprometidos con Dios y de un pueblo en relación con él.
La Biblia ha sido inspirada por Dios. No es este el lugar para discutir todas las teorías de inspiración bíblica que han sostenido los cristianos a lo largo de los tiempos. Pero de un modo o de otro, todos los cristianos creemos que la Biblia ha sido inspirada por Dios. Inspirada, del latín, significa literalmente “soplada dentro” por el Espíritu de Dios. La palabra “inspirada”, que aparece en 2 Timoteo 3:16 en relación con las escrituras del Antiguo Testamento: Toda la Escritura es inspirada por Dios... implica que el Espíritu de Dios insufla, sopla adentro de las Escrituras con el poder que da vida. Como dijo Jesús: Las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida (Juan 6:63).
La Biblia tiene autoridad dada por Dios. Dios reveló su divina presencia en tiempos y lugares que él eligió en su sola potestad para revelarse. La Biblia es el registro de tal revelación histórica de Dios, por eso la Biblia tiene autoridad divina. Sus palabras son la Palabra de Dios, aquella verba que Dios mismo utilizó en su comunicación con nosotros, los humanos. La autoridad bíblica no descansa en las verdades que proclaman los mismos libros que la integran, sino en Dios, quien le da su autoridad final, porque ella es Su Palabra. Por eso la Biblia es autoritativa y normativa para todo lo que tenga que ver con la fe y la práctica de los cristianos, porque su autoridad descansa en la autoridad de Dios.
Quizá algunas otras declaraciones teológicas sobre la naturaleza y el carácter de la Biblia pudieran ser útiles al estudiante de las Escrituras, pero éstas cuatro, arriba enlistadas, no pueden dejar de mencionarse. Si la Biblia no fuera la Palabra de Dios, y si ella no fuera la guía última de nuestras acciones, no valdría la pena estudiarla. Si la Biblia no fuera inspirada por Dios, si no hubiera sido gestada en los entresijos de la historia humana, si no fuera autoritativa, no valdría la pena detenerse especialmente en su estudio, sería igual a cualquier otra literatura humana, y así habría que considerarla. Estas creencias de fe en relación con la Biblia dan al Libro ese carácter tan especial que tiene para el creyente, lo hacen ser tan amado para quien ha comprobado por fe estas verdades teológicas que sostienen su naturaleza y su carácter.
Este mismo fundamento teológico da a la Biblia su función en la vida del creyente y de la iglesia. La Biblia se usa para la devoción privada y pública, para la adoración, para la educación cristiana, para la guía moral personal y social, para la predicación, para la nutrición espiritual, y para mil usos más. La Biblia además ha sido usada para sostener muy diversas causas humanas.
Las lecturas políticas de la Biblia, las lecturas sociológicas, las lecturas psicoanalíticas, las lecturas materialistas, aún las lecturas cientificistas de la Biblia son posibles. Pero si no se hace de la Biblia el libro del pueblo de Dios, todas estas lecturas quedan fuera de los propósitos divinos establecidos para su palabra. Los conceptos de Palabra de Dios, revelación, inspiración y autoridad dan a la Escritura su sentido último. Cada intérprete debiera tenerlos siempre en cuenta al abrir la Biblia.
LA PRÁCTICA DE LA EXEGESIS BIBLICA
La hermenéutica es a la exégesis como la ética a la moral. La hermenéutica estudia los principios de interpretación sobre los cuales ha de fundarse la práctica de la exégesis bíblica.
Teoría sin práctica es inútil. La interpretación bíblica es tanto una ciencia cuanto un arte, una teoría y una práctica. La hermenéutica es su parte científica, teórica; la exégesis, su parte artística, práctica.
Ahora bien, en la delimitación del trabajo exegético corremos el peligro de ser demasiado legalistas o demasiado antilegalistas. Los legalistas piensan que todo en la exégesis se resume en poder aplicar unas determinadas reglas exegéticas con cierta capacidad. Los antilegalistas no se atienen a ningunas reglas. Ni lo uno ni lo otro son lo más conveniente. Las “reglas” que
queremos proponer ahora como camino para la exégesis son más bien guías, pasos, un método o camino todavía por recorrer en relación con la práctica de la exégesis bíblica. Así también es con el arte, no se deja guiar por reglas, pero tiene su camino metódico.
Primer paso: En actitud de oración y dependencia del Espíritu Santo, mantenerse sumiso al sentido que el texto imponga
Hay diversos motivos por los cuales una persona busca hacer exégesis bíblica: hacer un trabajo de estudio metódico para encontrar un camino de interpretación sobre un libro completo de la Biblia, resolver los problemas que aparecen en la interpretación de un texto difícil, preparar el sermón del próximo domingo, o el estudio bíblico, o cualquier otra preocupación pastoral. En todos ellos la presencia del Espíritu Santo es indispensable. Es cierto que la exégesis se hace con la mente, pero también y principalmente con el espíritu. Cualquier persona que se involucre en estudio bíblico ha de estar primeramente dispuesto a dejarse guiar por el Espíritu Santo a toda verdad bíblica. Esta debe ser nuestra primera oración antes de cualquier estudio bíblico serio, y también durante todo el trabajo exegético.
En este espíritu de oración y dependencia de Dios, antes de comenzar con el segundo paso, es
conveniente realizar al menos una lectura de corrido del pasaje completo. Si uno va a analizar
una parte de algo es necesario que primero tenga una visión de la cosa completa. Lo mismo con un libro. Aún si ya lo hemos leído de corrido en alguna otra ocasión, conviene refrescar la memoria con la lectura de corrido del libro completo donde se encuentra nuestro pasaje. Si no fuera posible leer el libro completo, al menos una buena porción del mismo antes y después del pasaje estudiado es imprescindible. Sería muy interesante ir haciendo anotaciones en una hoja de papel aparte durante la lectura.
Segundo paso: Determinar el texto
La primera preocupación de un estudiante de textos antiguos es la determinación del texto.
¿Dónde comienza y termina la porción de texto que debo considerar? ¿Qué palabras integraban el texto original? ¿En qué orden? ¿Qué traducción es la que mejor recupera en nuestro idioma el sentido original de los textos en consideración? A responder todo este tipo de cuestiones se ha dedicado la llamada “crítica textual”.
Sin embargo, el estudiante de la Biblia no puede dejar en manos de otros, por más eruditos que sean, la tarea de determinar el texto. El problema es que aún entre los estudiosos hay una
gran variedad de lecturas textuales, lo cual es manifiesto al lector español por la diversidad de versiones que existen. Esto no debe desanimarnos, sino que debe llevarnos al deseo de trabajar nosotros sobre el texto, determinándolo lo mejor que podamos. Este trabajo se puede hacer a dos niveles: castellano e idiomas originales. Para cada uno de ellos daremos indicaciones explícitas:
1. En castellano, analizar comparativamente al menos seis versiones. Para la determinación de la extensión de texto a considerar, hace falta utilizar una versión que tenga el texto dividido en párrafos, y no versículo por versículo. La división en párrafos nos ayuda a darnos cuenta dónde comienza y donde termina el hilo de pensamiento del autor. Para los propósitos generales de determinar la extensión de un texto recomendamos no tomar nunca menos que un párrafo completo. Esto puede variar según el libro de la Biblia que estemos investigando, pero en general la regla es válida. Tomar menos que un párrafo completo puede llevar a mutilaciones del texto que son peligrosas para su entendimiento. La comparación de versiones ayuda grandemente a la determinación de las perícopas completas.
En cuanto a la determinación del correcto “palabreo” (como “deletreo”: correcto orden de las letras, “palabreo”: correcto orden de las palabras), el lector de la Biblia en castellano que no está familiarizado con los idiomas originales se encuentra en una tremenda disyuntiva cada vez que tiene una variante textual, para poder determinar cuál de ambas es la mejor. Para poder resolver este problema más o menos adecuadamente, es conveniente comparar versiones, cuánto más, mejor. Recomendamos al menos hacer la comparación de seis versiones distintas. En la comparación hay que buscar similitudes y diferencias. Es obvio que a mayor cantidad de similitudes en una determinada lectura, más seguridad tenemos de que la traducción a la que estamos accediendo es la correcta. Supongamos que cinco de las seis versiones de un texto en consideración concuerdan, estamos bien, esa es la traducción mejor.
Ahora, supongamos que tenemos tres versiones a favor de una lectura, y otras tres a favor de
otra lectura, y que, consultadas más versiones, las diferencias persisten. ¿Qué hacer? Es aquí
donde conviene pesar la evidencia de las versiones consultadas. Todas las versiones de la Biblia no son iguales, algunas son mejores que otras. En términos generales, una versión es mejor cuando: (1) Es una versión colectiva. Las versiones en que han participado muchas personas son mejores que aquellas hechas por una sola persona. (2) Es una versión interconfesional. Las versiones en que han participado traductores de distintas denominaciones son mejores que las versiones denominacionales. (3) Es una versión basada en el texto crítico y no en el texto recibido. El “texto recibido” se llama así justamente porque fue recibido de antes, nos fue legado por generaciones muy anteriores. Pero las investigaciones textuales que comenzaron el siglo pasado y que han dado excelentes resultados en este presente siglo han hecho una gran revolución en los estudios bíblicos. Estos resultados están disponibles a los lectores bíblicos en versiones que generalmente han visto la luz después de la década de 1960. De modo que, en términos generales, las versiones recientes son mejores que las anteriores. Si un estudiante de la Biblia tiene problemas en determinar el texto bíblico, estas ayudas pueden despejarlos.
2. En los idiomas originales, usar los métodos de la crítica textual. Ahora bien, ¿qué hace un conocedor de los idiomas originales? Utiliza los métodos de la crítica textual para determinar
su texto y hacer su traducción provisional. Por ser este un artículo introductorio, no es necesario detenernos en detalle en el trabajo que un conocedor de los idiomas originales debiera hacer.
Baste decir que hay trabajos introductorios a la crítica textual, disponibles en el idioma inglés por autores como Harold Greenlee, Gordon Fee y Bruce Metzger.
3. Propósito final de la determinación del texto. El propósito final en la determinación del texto es poder realizar una traducción provisional sobre la cual hemos de trabajar para el resto de la exégesis. Quizá después de haber realizado toda la exégesis uno debiera volver a este paso y refinar su texto determinado, pero eso será otra historia. Por el momento un texto determinado de la manera que hemos propuesto es suficiente para continuar con confianza todo el trabajo exegético.
Tercer paso: Analizar el lenguaje del texto
Una vez que hemos fijado el texto sobre el cual hemos de trabajar, comenzamos con su análisis. Es más conveniente comenzar analizando su lenguaje, para luego pasar a su contexto, y luego a su cultura.
En la consideración de la lengua de un texto podemos fijar distintos niveles de análisis.
1. Análisis morfológico: Considerar la forma de las palabras. Si son palabras compuestas, determinar de qué otras palabras derivan. Analizar la relación de los verbos con los sustantivos en cuanto a su forma, es decir, si hay formas verbales y sustantivales de la misma palabra. No debemos olvidar que toda lengua, antes de ser escrita, es hablada. Las formas de las palabras determinan en mucho su sentido.
2. Análisis lexicológico: Considerar el significado de las palabras. Analizar las palabras principales de la oración tratando de ver aquello que no es tan obvio como parece. Investigar la etimología y el uso de las palabras, especialmente tratando de determinar el significado de las mismas en la época en que el escrito fue compuesto.
3. Análisis gramatical: Considerar la gramática del escrito. Analizar los verbos que están determinando las acciones que el escrito propone. Estudiar los sustantivos que muestran los sujetos y objetos de aquellas acciones. Ver los adjetivos y adverbios que colorean y dan marco a los verbos y sustantivos utilizados en el texto.
4. Análisis sintáctico: Considerar la sintaxis del discurso. Analizar las estructuras de las oraciones y las relaciones sintácticas de las palabras dentro de cada una de las oraciones. La mejor manera de hacer este trabajo sintáctico es reescribir las oraciones en una página en blanco en forma estructurada, poniendo los verbos en el medio, los sujetos a la derecha de los verbos y los objetos a la izquierda. Adjetivos, adverbios, y estructuras adjetivales y adverbiales debieran estar directamente relacionados con los sujetos y objetos. El propósito de este diagrama de las oraciones es poder visualizar el pasaje completo y poder reconocer las distintas estructuras que lo componen. De un análisis sintáctico bien realizado un predicador puede sacar los puntos principales de su sermón.
El propósito general del análisis del lenguaje es poder determinar un bosquejo tentativo del argumento que está siguiendo el autor. Este argumento tentativo es indispensable en el análisis del contexto.
Cuarto paso: Analizar el contexto
Bien se ha dicho que un texto fuera de contexto es un pretexto. No se puede minimizar el valor del contexto en el entendimiento de un texto. Como ya hemos dicho antes, hay distintos tipos de contexto que deben ser considerados:
1. El contexto inmediato: Todo estudiante de la Biblia debiera aprender a pensar en párrafos. Aunque el texto bajo consideración sean unos pocos versículos, uno debiera siempre estar en condiciones de dar todo el argumento de la sección completa al cual esos versículos pertenecen. Enfocar cuál es el punto principal del párrafo, el porqué el autor está diciendo lo que dice o siguiendo el hilo de pensamiento que sigue. Descubrir desde dónde y hasta dónde se extiende el contexto inmediato.
Si el contexto inmediato nos es esquivo, o si nos encontramos frente a una declaración paradigmática, una sentencia de sabiduría, o un proverbio, entonces es mejor tratar al pasaje como de contexto ausente. Entendámoslo bien, no es que dejaremos por completo de tomar en cuenta el contexto inmediato de la declaración, sino que su contexto inmediato dejará de jugar dentro del análisis de la misma el mismo papel que jugaría en un contexto de decurso normal.
2. El contexto de los pasajes paralelos: Con la ayuda de una concordancia bíblica o de alguna Biblia que analice paralelos, descubrir cuáles son los paralelos más importantes del pasaje en cuestión. Los pasajes paralelos tienen un grado de importancia, a saber: (1) Los primeros en importancia son los paralelos dentro de un mismo libro de la Biblia. (2) Luego, los paralelos del mismo autor, aunque estén en otro libro. (3) Tercero, los paralelos de la misma época, aunque sean de otro autor y estén en otro libro. (4) Cuarto, los paralelos del mismo tipo de literatura, aunque sean de otra época, de otro autor y estén en otro libro. (5) Por último, todo otro tipo de paralelos dentro de la literatura bíblica. Respetar este orden en el análisis de los paralelos nos guarda de cometer el error que muchos predicadores y exégetas hacen de mezclar todo tipo de literatura, considerando todos los paralelismos al mismo nivel y despreciando otros textos del mismo autor, o de la misma época que, bien considerados, mostrarían otro tipo de resultados exegéticos.
Si la búsqueda de pasajes paralelos para nuestro texto se hace excesivamente difícil y no encontramos, por más que lo intentemos, pasajes que podamos considerar paralelos a nuestro
texto, debemos considerar si quizá nos estamos enfrentando a un pasaje particular. Si es así es
mejor que abandonemos la búsqueda de paralelos, y tratemos nuestro pasaje como lo que es: unaparticularidad única dentro de la literatura bíblica. De éstos, lo repetimos una vez más, no esbueno sacar doctrinas fundamentales.
3. El contexto bíblico: Como ya hemos dicho, el contexto bíblico se consigue después de muchos años de estudio y familiaridad con el texto de las Escrituras. Poder poner un texto dentro de su contexto bíblico significa que podamos trazar las relaciones que ese texto tiene dentro del desarrollo de la revelación progresiva que se manifiesta en la Biblia, que podamos relacionarlo con el pensamiento de otros autores bíblicos, que podamos incluirlo dentro de una época coherente dentro del desarrollo histórico de la producción de los textos. Haciendo esto honramos la diversidad en la Biblia.
4. Extrabíblico: Este tipo de contexto está determinado por la época, los recursos disponibles, y la viabilidad de los mismos dentro del texto en cuestión. Muchas otras cosas que no son la Biblia fueron escritas durante los tiempos bíblicos, pero no muchas de ellas vienen al caso. En el análisis de las citas extrabíblicas uno debe usar de su sano juicio para determinar en qué casos ellas son apropiadas. Nadie debe citar sólo por citar, y menos material extrabíblico.
Quinto paso: Analizar histórico-culturalmente el texto y los sucesos que le dieron origen. Factores geográficos, políticos, económicos, sociales, religiosos, etc.
Para la realización a conciencia de este paso necesitamos en general de buenos comentarios bíblicos o de libros que expliquen las condiciones de vida en los tiempos bíblicos. En la evaluación de comentarios o de libros que describan la vida en los tiempos bíblicos necesitamos también tener ciertos parámetros. En términos generales, y para los propósitos de la exégesis: (1) Un comentario exegético es mejor que un comentario homilético. (2) Un comentario crítico es mejor que un comentario devocional. (3) Un comentario fundado en los textos originales es mejor que un comentario sobre un texto en castellano. (4) Un comentario que hace lugar a todos los significados posibles de un texto es mejor que aquel que sólo hace lugar a los significados que sirven a un modo particular de entender el cristianismo. (5) Un comentario que explica las cuestiones histórico-culturales es mejor que un comentario que las utiliza dándolas por sentado.
Algunos comentarios son verdaderas minas de información histórico-cultural. Estos son las mejores herramientas para la exégesis. Como advertencia, nomás, sirva quizá decir que no se
comienza el estudio bíblico con el comentario. Como es obvio en este breve esquema de trabajo exegético, el uso de los comentarios recién se propone el paso quinto. Se va a un comentario para buscar material histórico-cultural que explique el texto, o para buscar otras opiniones con las cuales comparar las personales. Un comentario es siempre enriquecedor con tal que el intérprete no entregue su mente por completo al comentarista.
En este quinto paso de la exégesis lo que necesitamos descubrir son aquellos aspectos histórico-culturales del pasaje que no son tan obvios a una primera lectura, y que hacen una genuina diferencia en el entendimiento del pasaje. Algunos puntos principales aquí serían: (1)
Analizar el significado de las personas, los lugares, los eventos, u otras cosas determinadas que se mencionan en el pasaje. (2) Estudiar los factores geográficos que puedan estar involucrados en el texto y cómo lo influyen. (3) Analizar el medio ambiente social y cultural de los sucesos que dieron origen al texto en cuestión. (4) Estudiar las costumbres y las prácticas de la época en relación a los sucesos relatados en el texto. (5) Analizar el pensamiento social, político, religioso, de la época, tratando de mostrar su relación con el texto.
La realización de este paso a conciencia nos llevará, como conclusión, a la determinación del
Sitz im Leben o situación vital del texto. Determinar esta situación vital no es poca cosa. Si podemos decir de un texto en qué ocasión se usó, qué propósito tuvo al ser usado, quién o quienes lo leyeron y porqué, estamos en condición de decir la intención del escritor y, con ella, clarificar el sentido del texto en su forma original. El análisis de la situación vital, por ser muy detallado, involucra un nuevo paso exegético.
Sexto paso: Analizar el Sitz im Leben del texto.
Una vez que hemos establecido la situación vital en la que se desarrolló nuestro texto, es conveniente que la analicemos particularmente en relación con los siguientes aspectos:
1. Autor y primeros oyentes o lectores: En general todo texto provee información acerca de su autor y de sus pretendidos oyentes o lectores. Aquí hay que analizar particularmente qué dice el texto explícita o implícitamente sobre su autor o lectores. Esta es la generalmente llamada “evidencia interna”. También hay evidencia sobre los libros que nos viene de otros libros de la Biblia o de material extrabíblico. Esta es la llamada “evidencia externa”, a la que hay que considerar cuidadosamente también. De que podamos establecer a conciencia la situación de nuestro autor y la de sus primeros oyentes o lectores dependerá en gran parte la interpretación que daremos a sus palabras.
2. Género y forma literaria del escrito: Además de elegir un contenido para expresar, el autor eligió expresarse dentro de una forma y un género literario determinados. En la Biblia algunos escribieron crónicas, otros profecías, unos terceros poesías, otros epístolas, otros apocalipsis. Todos ellos buscaron glorificar a Dios y edificar la comunidad de fe a través de sus escritos. Cuando un escritor decidió expresarse de una manera particular hizo una decisión hermenéutica que nosotros, como intérpretes, no podemos pasar por alto. El género y la forma literaria, además, nos informan bastante bien del Sitz im Leben en que tales palabras se usaron.
Las epístolas, sabemos, se leyeron en la comunidad de fe, los salmos se cantaron generalmente en el templo o en las procesiones (cánticos “graduales”), la Ley (Torá, Pentateuco) y las profecías se leyeron como apoyo de la fe, los apocalipsis eran más bien de lectura e interpretación privada; en fin, cada género y forma literaria tuvo su situación vital a la que correspondió. Entender, en cada caso, el género, es más que sólo una tarea de índole literaria, da sentido a lo leído.
3. Ocasión y propósito del escrito: La determinación del autor y del género literario en que escribió nos informará sobre qué propósitos tenía el escrito en su primer momento. En las epístolas, por ejemplo, convendría determinar si hay algún comportamiento que necesitaba corrección, si hay un problema teológico, o algún malentendido, o si lleva el propósito de dar aliento, o exhortar, o remediar algún problema específico que viene de adentro o de fuera de la comunidad de fe. Del mismo modo que las epístolas, los textos proféticos tienen sus propósitos, los textos poéticos llevan otros, los apocalípticos los suyos. Cada texto de la Biblia tuvo su ocasión y propósito. Este es el momento de determinarlo. En la determinación de estos propósitos de los escritos bíblicos nos queda mejor aclarada su situación vital.
Séptimo paso: Analizar mi (nuestro) propio Sitz im Leben
Ya parece que estamos en condiciones de dar un sentido aproximado a nuestro texto, pero hace falta primero un paso que, aunque metódico, no por eso es menos importante. Paul Ricoeur habla de dos “caras” del texto, su “detrás”, entendiendo por ello todo el trabajo que hemos estado proponiendo en los pasos 2 al 6 de este proyecto de trabajo exegético, y su “delante”, entendiendo por ello todo aquello que el propio intérprete pone de sí mismo para que el texto haga sentido en su mente, como lo hemos llamado en este artículo, la “precomprensión”.
Hasta ahora hemos analizado mucho al texto, su “detrás”, pero ahora hace falta que nos autoanalicemos un poco, su “delante”. Del mismo modo que hemos dicho que el Sitz im Leben del texto tocaba sólo aquellos aspectos de la cultura involucrados en el texto, mientras que el resto de los aspectos culturales quedaban fuera de la consideración, así también es con la
consideración de nuestro propio Sitz im Leben, nuestra precomprensión. Como es obvio, sería
imposible que nadie analizara todos los aspectos de su cultura que quedan involucrados en la
interpretación de un texto. Pero al menos podemos, sí, analizar aquellos aspectos de nuestra
situación vital que han quedado rozados por el texto.
1. Analizar factores histórico-culturales de mi (nuestra) sociedad que estén afectados por el texto: Así como en el análisis del Sitz im leben de un texto proponíamos estudiar el significado de las personas, lugares, eventos, u otras cosas mencionadas en el pasaje, del mismo modo necesitamos hacer con lo que en nuestra sociedad queda tocado por el texto. Si el texto habla de la guerra, por ejemplo, necesitamos analizar al menos un poco qué significa la guerra en nuestro tiempo. Un somero análisis de lo nuestro nos mostrará a las claras las diferencias en la concepción del texto y nuestra propia concepción de las cosas. Esto es necesario hacer para poder darnos cuenta dónde el texto estará afectando nuestra propia cultura.
2. Analizar autocríticamente mí (nuestra) propia precomprensión: El estudio de nuestra cultura nos llevará sin quererlo al estudio de nuestras propias personas. Aunque no en todo, sí
parcialmente todos estamos de acuerdo con la cultura en la que nos hemos formado y vivimos.
Pero en algunas cosas no estamos de acuerdo con nuestra cultura. Esto es lo que necesitamos aclarar especialmente los cristianos, que vivimos en lo que el teólogo británico John R. W. Stott definió como una “contracultura cristiana”. Nuevamente, al analizar los aspectos culturales de nuestra propia precomprensión, debemos darnos cuenta que serán sólo aquellos aspectos que queden rozados por el texto. Sólo luego de analizar reflexivamente nuestra precomprensión estamos en condiciones de poder hablar desprejuiciadamente del sentido del texto.
Octavo paso: Determinar aproximativamente el sentido del texto Este es el momento en el que la exégesis debe rendir sus frutos. Hasta ahora hemos estado haciendo acopio de materiales, ahora vamos a construir la casa. El material que viene desde el “detrás” del texto debe compararse con el que está provisto por el “delante” del texto para que la exégesis haga sentido. Hasta ahora hemos estado analizando todo, éste es el momento de la síntesis de aquello que hemos analizado.
1. Sintetizar los resultados de los pasos 2 al 6: En el trabajo que hemos hecho en los pasos
2 al 6 hemos recogido juntos la paja y el trigo. Es hora de separarlos. La síntesis de los resultados de estos pasos metodológicos nos dará algo con qué comparar nuestro propio entendimiento del texto a partir de nuestra propia situación vital. Esta síntesis debe ser simple, pero completa, abarcativa. Ningún aspecto que pueda modificar sustantivamente el sentido del texto puede quedar afuera.
2. Sintetizar los resultados de mi (nuestro) Sitz im Leben: Luego de la síntesis anterior, ahora nos abocamos a sintetizar los aspectos de nuestra cultura y de nuestra propia precomprensión que quedan tocados por el texto. Nuevamente, la síntesis debe ser completa y abarcativa. De que sea así depende que podamos compararla para extraer los resultados exegéticos.
3. Enfrentar ambos resultados comparativamente: Un último momento de la determinación aproximativa del sentido del texto es esta comparación de los resultados de las síntesis anteriores.
Este punto del desarrollo metódico del estudio es la verdadera exégesis. Si hemos hecho todos los pasos anteriores a conciencia, ahora el texto bíblico debe estar hablando a nuestra situación de una manera clara y definitiva. El sentido del texto ha quedado abierto y a disposición para el intérprete contemporáneo. Ahora estamos en condiciones de preparar el sermón, el estudio bíblico, la ayuda ética para las decisiones de la vida. Ahora estamos en condiciones de decir cuál es el punto principal del pasaje que hemos estudiado y cómo ese punto crucial es una palabra viviente de Dios para el momento actual. Ahora podemos decir cuál es el punto o los puntos exegéticos principales que hemos de proclamar en el sermón o de usar en el estudio bíblico. Ahora estamos en condiciones de decir cuál será el propósito de nuestro sermón basado en ese texto, y la respuesta que esperamos que alcance. Es decir, los resultados exegéticos ahora están a disposición y a la mano de una manera que antes no estaban.
Como dijimos, la interpretación bíblica es una ciencia y un arte. Si hemos seguido con método artístico la parte científica de la exégesis, podemos afirmar con justeza y confianza que el sentido del texto al que hemos arribado es el más cercano y puro que nosotros, como intérpretes, pudimos conseguir.
Noveno paso: Repasar nuevamente todos los puntos para pulir y ajustar el análisis y la síntesis del sentido del texto
Parece que la exégesis ya estuviera terminada, sin embargo, es necesario todavía que repasemos y pulamos todos los puntos del trabajo exegético para estar seguros que lo que hemos hecho está bien hecho, para ajustar los resultados de los análisis efectuados, para aclarar un poco mejor las síntesis del sentido del texto que hayamos hecho. Como una obra de arte, una exégesis nunca está definitivamente terminada. Sin embargo, todo artista llega en algún momento a decidir que su obra de arte está finalizada. Esta misma decisión debe ser hecha conscientemente por el exégeta. Sólo debemos abandonar el pasaje con confianza una vez que hemos repasado y reajustado todo lo que hayamos podido de nuestro trabajo. No olvidemos que la Palabra es de Dios, pero las interpretaciones son nuestras. Ninguno de nosotros queremos invalidar con nuestras interpretaciones los propósitos de Dios. Si así fuera, caería sobre nosotros la maldición de Jesús a los fariseos de su tiempo (Marcos 7:9–13). Evitemos el castigo del Señor, trabajemos a conciencia.
Décimo paso: Dar gracias a Dios por lo hecho y no conformarse con el sentido obtenido
Una última recomendación es necesaria. Así como el apóstol Santiago dijo que toda buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de las luces (Stg. 1:17), al terminar nuestro trabajo exegético debemos dar gracias a Dios porque hemos podido amarle con toda nuestra mente (Mat. 22:37) en la investigación y descubrimiento exegético de su preciosa Palabra. Pero cuidado con conformarnos con esto. No hay nada más apestoso que el pescado de ayer.
Los pasos anteriores, hechos a conciencia, nos garantizan haber logrado la cercanía máxima al sentido del texto. Luego, el texto necesita ser creído en la dimensión de fe que abre, y practicado en la dimensión ética que abre. Una vez creído y practicado en ambas dimensiones, necesitamos volver al texto con el deseo de examinarlo en estos mismos pasos. Así el texto se enriquece y nos enriquece. La exégesis bíblica es un trabajo de todos los días y de cada día. Así como estamos creciendo en la vida y en el entendimiento de las cosas que nos pasan, así también crecemos cada día en el entendimiento de la Palabra de Dios. No nos permitamos anquilosarnos en nuestras interpretaciones. No pensemos jamás que ya sabemos cuál es la última y final interpretación de un texto determinado. Trabajemos cada día en oración para lograr nuevas y mejores interpretaciones de su Palabra.
LA VIDA DEL INTÉRPRETE: SU UNICA INTERPRETACION
Ya nos referimos anteriormente a la preeminencia de la Palabra sobre el intérprete. La verdadera interpretación de la Palabra no se hace en palabras, sino en acción. Así como nos debemos al estudio de la Palabra, nos debemos también a la práctica diaria de la Palabra.
No hace falta sólo estudiar a conciencia la Palabra, sino también vivirla a conciencia. Sólo quien tiene el propósito y la voluntad de cumplir con lo que la Palabra manda, tiene la habilidad y el don de poder comprenderla. La Palabra hace sentido en la mente y en la acción del intérprete. La vida del intérprete no es la mejor interpretación: es la única. No hemos interpretado lo que aún no hemos vivido. No hemos entendido lo que aún no hemos cumplido.
No hemos todavía accedido al entendimiento de la Palabra de Dios si no hemos obedecido a la voz de Dios que nos habla desde y a través de este maravilloso regalo divino que es texto bíblico.
Cada uno de nosotros, nuestra vida entera, el mundo y los que en él habitan dependen de la Palabra de Dios. El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán, dijo el Señor (Mat.
24:35). Por eso, más que manejarla o interpretarla nosotros a ella, somos nosotros, sus humanos intérpretes, quienes quedamos interpretados, sometidos y juzgados por la divina Palabra (Heb. 4:12, 13). Más que ponernos a nosotros mismos como los intérpretes de la Palabra de Dios, debemos dejar que ella nos interprete a nosotros. Más que hablar nosotros la Palabra, debemos dejar que ella se hable a sí misma a través de nosotros.
Es la Palabra de Dios la que tiene la prioridad, nosotros somos sólo sus humildes y humanos intérpretes. Del mismo modo que un instrumentista fiel puede hacernos escuchar una obra de
algún gran músico si es que se ocupa de no interrumpirla, dejándola surgir del instrumento con toda la fuerza espiritual con que la pieza fuera escrita, así el intérprete de la Palabra de Dios ha de aprender a afinar la cuerda de su sensibilidad al Espíritu de la Palabra, para dejarla sonar del modo que ella quiere en los corazones de los hombres.
Las reglas son necesarias, pero no son todo. Antes que las reglas correctas de interpretación, hace falta primeramente una conversión en el punto de mira del intérprete. Las reglas primordiales de interpretación de la Biblia son la fe, la humildad, la dependencia de Dios, la voluntad de obediencia al Señor y a su mandato. Esto en la Biblia se llama arrepentimiento, conversión. Sólo quien se ha arrepentido y convertido puede interpretar correctamente la Palabra de Dios porque ha aprendido a interpretar lo espiritual por medios espirituales (1 Cor. 2:13). Las leyes más importantes que necesita atender el intérprete de la Palabra de Dios, aún más que las de la ciencias, histórico-críticas, muy útiles para alumbrar la conciencia y la razón; son las del Espíritu de Dios derramado en el corazón del intérprete por la sangre redentora y misericordiosa de Cristo Jesús.
La fe en Dios y el arrepentimiento en el corazón son la primera precomprensión necesaria e indispensable para el conocimiento de Dios a través de su Palabra. El punto de mira espiritual es la experiencia fundamental a partir de la cual se puede interpretar la Palabra de Dios, y sin la cual la tarea de la interpretación sería una ridícula excusa para recitar de memoria el propio
pensamiento no analizado.

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miércoles, 7 de noviembre de 2012

El Estudio de la Biblia: Curso para Predicadores y ministros itinerantes


. Estudio Interpretativo de la Biblia
. biblias y miles de comentarios
ESTE CURSO CONSIDERA LOS SIGUIENTES ASUNTOS:
  • Qué es la Biblia;  
  • La naturaleza de la autoridad de la Biblia para nuestra fe y conducta religiosa;  
  • Cómo llegaron a ser reconocidos ciertos libros como divinamente inspirados y por qué fueron incluidos en la Biblia mientras otros escritos religiosos fueron rechazados;  
  • Cómo  la  Biblia  ha  sido  traducida,  transmitida  y  preservada  divinamente  a  través  de  la historia;  
  • Cómo se ha interpretado la Biblia a través de los siglos; y  
  • Cómo hemos de interpretar la Biblia hoy y  aplicar sus verdades a los problemas de nuestra generación y cultura.  
Los  66  libros  de  la  Biblia  fueron  escritos  en  un  período  de  1500  años.  Estos  libros fueron seleccionados de cientos de libros religiosos escritos durante el mismo período y a los cuales se  les  ha  dado  un  lugar  especial  en  la  vida  de  la  iglesia  creciente.  No  se  ha reconocido  a ningún libro adicional como conteniendo la Palabra inspirada por Dios. Otros libros religiosos escritos durante el período bíblico (1400 a. de J.C. hasta 100 d. de J.C.) contienen verdades religiosas, pero no se les ha acordado la misma posición en la Iglesia Cristiana. ¿Por qué? Las lecciones de este curso intentarán responder a esa pregunta.
Las  iglesias  protestantes  y  la  católica  no  reconocen  los  mismos  libros  para  sus Biblias.  La Biblia católica contiene varios libros adicionales a los libros incluidos en la Biblia protestante.
¿Por  qué los católicos  y los protestantes están en desacuerdo con respecto a los libros  que deben  ser  incluidos?  ¿Cómo  decidió  cada  grupo  qué  libros  incluir?  Preguntas  como éstas serán tratadas en esta guía de estudio.
Aunque todos los grupos protestantes reconocen los mismos libros como la guía de autoridad para  las  doctrinas  y  prácticas  de  sus  iglesias,  difieren  grandemente  en  su  estructura eclesiástica,  en  sus  actividades  y  doctrinas.  Aparte  de  las  diferencias denominacionales,  el campo  de  erudición  de  los  intérpretes  bíblicos  está  dividido  en  posiciones  ampliamente diferentes.  Aun  los  eruditos  dentro  de  la  misma  denominación  están  en  desacuerdo  sobre métodos  de  interpretación  (hermenéutica).  Diferentes  hermenéuticas  (métodos  de interpretación)  han  dado  como  resultado  diversos  grupos  conocidos  generalmente  como liberales,  neo-ortodoxos,  conservadores  moderados  y  ultra-conservadores  o fundamentalistas.  Los  rótulos  más  utilizados  son:  liberales,  neo-ortodoxos,  conservadores  y fundamentalistas. Las posiciones en cuanto a muchas doctrinas y actitudes se entremezclan; por lo tanto es imposible dar una descripción precisa de cada grupo. Además, dentro de un mismo  grupo  los  intérpretes  pueden  variar  en  cierta  medida.  A  pesar  de  ello  hay  valor  en utilizar los rótulos para una descripción abreviada de los métodos hermenéuticos generales y las posiciones doctrinales de los intérpretes.
Nuestro interés inmediato será:
1.  determinar  si  la  Biblia,  como  Palabra  de  Dios,  tiene  la  verdad  divina  y  autoridad  para nuestra generación;
2.  descubrir  cómo aplicar  las  enseñanzas  de  Dios  que  fueron  dadas  a  otras generaciones, entre 1900 y 3500 años atrás, para nuestra generación; y
3. distinguir entre la verdad divina contenida en la Biblia y las costrumbres sociales que no necesitan ser perpetuadas.
Aunque los modelos de pensamiento oriental, pertenecientes a una cultura de la edad de las carretas, difieren grandemente de los modelos de pensamiento occidental, de la cultura de la edad espacial, las diversas culturas contienen algunas características comunes—la naturaleza y necesidad del hombre pecador y la naturaleza y actividad redentora de Dios. Algunas de las diferencias se muestran en:
1.  sistemas  políticos—jefes  tribales,  jueces  y  reyes  en  lugar  de  presidentes  y  primeros ministros;
2. sistemas económicos—una magra economía agrícola en la cual cada familia producía su propia comida, vestimenta y materiales de edificación en lugar de las áreas especializadas de trabajo en una sociedad industrializada;
3. sistemas sociales—la vida y las relaciones familiares eran básicas en todo lo referente a educación,  entretenimiento  y  religión,  y  las  relaciones  familiares  continuaban  aún después que los niños llegaban a ser adultos.
Sin embargo, la verdad divina es invariable y debe aplicarse a las situaciones diferentes en las que se halla el hombre en lo político, económico y social. Al delinear y aplicar las verdades divinas,  el  intérprete  debe  tener  el  cuidado  de  evitar  una  adhesión  obligatoria  a  las costumbres del pasado que están reflejadas en la Biblia como parte de la sociedad del mundo bíblico.  Por ejemplo,  el  hecho de  que  Israel  tuviera  reyes  no  indica  que  la  monarquía es  la mejor forma de gobierno. El hecho de que las batallas en el tiempo bíblico fueran peleadas con espadas y lanzas no significa que Dios apruebe esas armas. Un ejemplo más pertinente es la instrucción de Pablo a las mujeres de la iglesia de Corinto para que no oraran con sus cabezas descubiertas ni hablaran en público. ¿Fueron las instrucciones de Pablo presentadas como principios generales para ser aplicados a través de los siglos, o se estaba refiriendo a costumbres locales que ya no han de ser practicadas ni perpetuadas en nuestra cultura? 

UNIDAD I - NATURALEZA DE LA BIBLIA
Esta  unidad  estudia  la  naturaleza  de  la  Biblia,  la  cual  ocupa  un  lugar  central  en  el
cristianismo. El hecho de que ella es ―La Palabra de Dios en el lenguaje de los hombres‖
necesita ser explicado.
La  Lección  1  presenta  las  razones  por  las  cuales  la  Biblia  es  importante.  Se  presentan también  los  materiales  originales  y  los  idiomas  utilizados  al  escribir  la  Biblia,  así  como  las divisiones bíblicas de acuerdo a los grupos literarios.
 
La Lección 2 se refiere a cómo conocer a Dios. Dado que Dios es espiritual y las facultades del  hombre  para  el  conocimiento  se  refieren  al  universo  material,  el  hombre  no  puede descubrir o probar a Dios de la manera que prueba al mundo. Las preguntas en cuanto a la dependencia  del  razonamiento  humano  y  al  lugar  de  la  mente  en  el  conocimiento  de  Dios continúan recibiendo la atención de los teólogos.
La  Lección  3  considera  la  pregunta  tan  importante  como  controversial  acerca  de  la inspiración  de  la  Biblia.  El  criterio  de  inspiración  que  uno  sostiene  determina  su concepto acerca de la autoridad de la Biblia. Los criterios de inspiración están cercanamente unidos a los  conceptos  de  revelación.  Surge  la  pregunta  referente  a  cuánto  énfasis  debe  colocarse sobre el hombre y cuánto sobre Dios en la producción del libro divino-humano. ¿Es capaz la mente humana de reconocer y registrar un conocimiento correcto de Dios y su voluntad?  

LECCION 1 - INFORMACION GENERAL ACERCA DE LA BIBLIA
INTRODUCCIÓN

¿Qué  sabe  usted  acerca  de  la  Biblia?  Antes  de  leer  las  páginas  siguientes  de  esta  lección, haga una auto-evaluación respondiendo a las siguientes preguntas:
1. ¿Cuáles son algunas razones valederas para apoyar nuestra afirmación de que la Biblia es el libro más importante jamás escrito?
2. ¿Es la Biblia un libro de historia, redención, psicología, filosofía o ciencia?
3.  ¿Cuántos  libros  hay  en  el  Antiguo  y  en  el  Nuevo  Testamentos?  ¿Puede nombrarlos  y encontrarlos rápidamente?
4.  ¿Qué  libros  están  incluidos  en  la  Ley,  los  Profetas,  y  las  Epístolas?  5.  ¿Cómo ayuda  al estudiante  el  conocimiento  de  los  grupos  literarios  de  la  Biblia?  6.  ¿Por  qué  debe  ser traducida la Biblia?
IMPORTANCIA DE LA BIBLIA  
Para los cristianos la Biblia es el libro más importante que jámas haya sido escrito. Aunque el
mundo está lleno de literatura sagrada, hay sólo un libro en que se pueda tener confianza en cuanto a la verdad. Es el registro único e inspirado divinamente de la revelación redentora de Dios acerca de sí mismo y de su voluntad.
A través de su conocimiento de la Biblia, el cristiano incrementa su conocimiento de Dios y de su  plan  redentor.  Aunque  Dios  se  revela  al  hombre  a  través  de  otras  fuentes aparte  de  la Biblia, sólo puede entenderse adecuadamente a Dios y su voluntad a la luz del registro bíblico de su auto-revelación.
La revelación más plena y última de sí mismo vino en la persona de Jesucristo, su Hijo. Dios habló  al  hombre  acerca  de  El  y  de  sus  propósitos  en  forma  tal  que  el  hombre  pudiera entender  claramente  su  revelación.  A  través  de  su  Hijo,  Dios  entró  en  la  historia  para comunicarse  como  una  persona  física  con  el  hombre.  Dado  que  Cristo  ya  no  está  presente físicamente sobre la tierra, sus palabras y actos revelatorios sólo pueden conocerse a través del  registro  bíblico  de  esos  eventos.  De  acuerdo  al  plan  divino,  el  hombre  es  incapaz  de conocer la revelación de Dios aparte de la Biblia en el sentido redentor.
La  Biblia  es  importante  porque  explica  el  origen  del  hombre  y  el  propósito  de  su existencia.  Como  un  ser  racional,  el  hombre  se  pregunta  acerca  de  la  razón  de  su existencia. La pregunta es tan persistente que ha dado un fundamento continuo a la filosofía.
La Biblia da la única respuesta satisfactoria para el propósito de la existencia del hombre y la naturaleza de su destino. Los científicos y filósofos han propuesto varias teorías en cuanto al origen  y  significado  del  hombre,  pero  ninguna  otra  explicación  es  tan  satisfactoria como  la verdad bíblica de que el hombre fue creado por Dios para vivir en servicio amoroso y fiel a su Dios y a su prójimo y para pasar la eternidad en compañerismo con su Creador. Aquellos que han hecho que ésta sea la verdad central de sus vidas tienen una existencia feliz y llena de significado.
La  Biblia  es  importante  porque  proporciona  una  guía  para  la  vida  diaria  de  los cristianos. Algunas teorías de la psicología moderna proponen que la clave para un modelo de  personalidad  está  centrada  en  las  relaciones.  La  Biblia  da  un  plan  completo  y realizable para relacionarse propiamente con las otras personas. No sólo explica cómo relacionarse con la  familia,  los  amigos,  y  los  vecinos,  sino  también  nos  dice  cómo  hemos  de  tratar  a  los enemigos. Si las enseñanzas de la Biblia fueran practicadas, serían resueltos muchos de los problemas  del  mundo.  Quizás  los  tres  problemas  más  importantes  que  enfrenta  el  hombre actual  son:  su  sentido  de  culpa  y  rechazo,  que  le  provoca  un  sentimiento  de  alienación  y soledad;  su  inhabilidad  para  llevarse  bien  con  su  prójimo;  y  sus  frustraciones  en  la  vida causadas por sus fracasos, lo cual conduce a la conclusión de que la vida no tiene significado.
La Biblia contiene la única respuesta adecuada para cada uno de estos problemas.
La Biblia es importante porque toma al hombre condenado y le indica un Redentor y muestra  al  hombre  entristecido  al  único  Consolador  que  puede  solucionar  sus necesidades. Sólo la Biblia contiene soluciones para los dos grandes obstáculos del hombre:
sus  errores  o  equivocaciones  y  la  posibilidad  siempre  presente  de  la  muerte  que puede
destruirle.
La  Biblia  es  importante  como  un  libro  de  conocimiento;  muestra  al  hombre  el conocimiento más grande de todos—la naturaleza de Dios y su propósito redentor. Como un libro  de  filosofía,  la  Biblia  provee  la  única  explicación  satisfactoria  del  ser  y  destino del hombre.  Como  un  libro  de  psicología,  la  Biblia  da  una  explicación  verdadera  de  la personalidad  del  hombre  y  provee  la  única  solución  adecuada  a  sus  problemas.  Como  un libro  de  historia,  la  Biblia  es  anterior  a  cualquier  otra  obra  de  este  campo  y  contiene  la única predicción confiable acerca del final de la historia. Como un libro de ciencia, la Biblia proporciona la explicación correcta acerca del origen del mundo y una declaración confiable de la manera de operar de la naturaleza.
La  Biblia,  sin  embargo,  no  tenía  el  propósito  de  ser  utilizada  como  un  libro  de historia  ni disputar  o establecer  teorías  científicas  modernas.  La  Biblia  es  un  libro  de  redención  que  le dice al hombre cómo puede reconciliarse con Dios a través de Jesucristo. ¡Verdaderamente es el ―Libro de los Libros‖, el libro más grande del mundo!
La importancia de la Biblia se revela en una descripción de su naturaleza:
La  Santa  Biblia  fue  escrita  por  hombres  inspirados  divinamente  y  es  el  registro  de  la revelación de Dios al hombre. Es un tesoro perfecto de instrucción divina. Tiene a Dios por su  autor,  la  salvación  por  su  fin,  y  la  verdad,  sin  mezcla  de  error,  por  su  tema.
Revela los principios por los cuales Dios nos juzga; y por ello es, y permanecerá así hasta el fin del mundo, el centro verdadero de la unión cristiana, y el supremo modelo por el cual  deben  ser  tratados  la  conducta  humana,  los  credos  y  las  opiniones  religiosas.  El criterio por el cual la Biblia ha de ser interpretada es Jesucristo.
SIGNIFICADO DE LA PALABRA “BIBLIA”
Origen de la palabra  
La  palabra  ―biblia‖  viene  de  la  palabra  griega  biblia,  que  significa  simplemente ―libros pequeños‖. Los libros de la Biblia fueron escritos originalmente en piezas separadas de material  para  escritura.  Los  libros  individuales  fueron  utilizados  en  forma  independiente  por muchos  años.  Luego  los  39  libros  del  Antiguo  Testamento  y  los  27  del  Nuevo  Testamento fueron  coleccionados  en  un  solo  volumen.  Pasaron  más  de 1500  años  en  el  proceso  de escribir y coleccionar los 66 libros del Antiguo y Nuevo Testamento en la Biblia.
Durante el último invierno en la prisión romana, Pablo escribió a Timoteo: ―Procura venir pronto  a  verme…  Trae,  cuando  vengas,  el  capote  que  dejé  en  Troas…  y  los  libros, mayormente los pergaminos‖ (2 Timoteo 4:9, 13). ¿A qué se está refiriendo Pablo cuando  utiliza  las  palabras  biblia  (libros)  y  membrana  (pergaminos)?  Estas  dos  palabras denotan primariamente el material sobre el cual estaban realizados los escritos.
Un biblion (libro) se refería primariamente a un rollo de papiro. El papiro era un material para escritura fabricado de plantas de caña que crecían en los pantanos. El tallo de la planta era de alrededor de 5 cm. de grosor. Se cortaba en secciones de 30 cm. de largo. Cada sección
se cortaba a lo large y de allí se sacaban tiras muy finas. Estas tiras que medían 5 por 30 cm. se  colocaban  una  junto  a  la  otra.  Con  eso  se  fabricaba  una  plancha,  y  encima  de ella  se colocaba  otra  en  forma  transversal.  Ambas  planchas  se  apretaban  una  contra  la  otra  hasta formar un conglomerado. A menudo se unían  varias secciones y se enrollaban hasta formar un rollo de tamaño conveniente. Probablemente fue este tipo de rollos a los cuales se refirió Pablo como biblia. Por supuesto, los rollos que pertenecían a Pablo incluían sólo los libros del Antiguo Testamento, salvo que tuviera una copia temprana de los dichos y hechos del Señor Jesús. La práctica de coser las hojas de papiro uniéndolas para formar un libro con páginas no fue conocida hasta un siglo después de la muerte de Pablo.
El  pergamino  es  un  tipo  diferente  de  material  para  escritura.  Se  hacía  de  cueros  de vacas, ovejas, cabras y antílopes. El pelo se raspaba de la piel, y ésta se alisaba con piedra pómez.
El pergamino de una calidad superior se llamaba ―vitela‖. A menudo se teñía de un color púrpura oscuro, y se usaban tintas doradas o plateadas para escribir sobre ellos. El nombre ―pergamino‖ deriva de la ciudad de Pérgamo de Asia Menor, donde se producía mucho pergamino en el siglo segundo a. de J.C., mientras que el centro de producción del papiro fue
la región del delta del río Nilo en Egipto.
La  colección  de  los  libros  del  Antiguo  y  Nuevo  Testamentos  llegó  a  conocerse  por los cristianos de habla griega con el nombre de biblia. Este término fue tomado por los cristianos de  habla  latina,  que  usaron  la  palabra  como  un  sustantivo  singular.  Nuestra  palabra castellana ―Biblia viene del latín biblia. Este término ya no denota primariamente el material de escritura, sino más bien los mensajes escritos.
LOS DOS TESTAMENTOS
La  Biblia  es  una  colección  de  66  libros  divididos  en  el  Antiguo  y  el  Nuevo  Testamentos.
Testamento significa ―un acuerdo‖ o ―un pacto‖. El Antiguo Testamento menciona varios pactos o acuerdos entre Dios y el hombre. El pacto más significativo del Antiguo Testamento comenzó  con  una  promesa  a  Abraham  (Génesis  12),  y  recibió  una  expresión  mucho  más desarrollada en el monte Sinaí con la dádiva de los Diez Mandamientos.
Un  pacto  involucra  responsabilidades  de  cada  una  de  las  partes  acordantes.  El  pacto con Abraham difiere de otros pactos en que las partes no fueron iguales en cuanto a naturaleza y responsabilidad. Dios prometió bendecir a Abraham haciendo de él una gran nación y dando una tierra a él y a sus descendientes. La responsabilidad de Abraham y su descendencia era adorar  al  único  Dios  y  servirle.  Los  Diez  Mandamientos  son  una  descripción  de  los requerimientos involucrados en adorar y servir a Dios.
El  Antiguo  Testamento  es  el  relato  del  fracaso  del  hombre  en  vivir  de  acuerdo  a  sus
responsabilidades  para  con  Dios  y  de  las  actividades  de  Dios  para  proveer  el  perdón  de  los pecados del hombre. En la época de Jeremías el hombre había fracasado tan completamente en guardar sus responsabilidades del pacto que el énfasis tuvo que cambiar: de requerir que el  hombre  viviera  en  forma  justa  a  mostrar  a  un  Dios  misericordioso  en  su  trato  con  el hombre  pecador.  Jeremías  habló  de  un  Nuevo  Pacto  que  Dios  haría  con  su  pueblo.  Los requerimientos  del  Antiguo  Pacto  habían  sido  escritos  en  tablas  de  piedra,  pero  Israel  los había  quebrantado  continuamente.  Las  leyes  o  requerimientos  del  Nuevo  Pacto  serían escritos en el corazón de los hombres, y el Señor perdonaría sus iniquidades y no recordaría más  sus  pecados  (Jeremías  31:31-34).  Los  27  libros  del  Nuevo  Testamento brindan el relato del Nuevo Pacto de Dios con el hombre en el cual Dios a través de Jesucristo trata con su pueblo en perdón y misericordia.
DIVISIONES LITERARIAS DE LA BIBLIA  
Los libros del Antiguo Testamento
Como  hemos  notado  previamente,  los  66  libros  de  la  Biblia  se  dividen  en  Antiguo  y Nuevo Testamentos. Se puede dividir a los 39 libros del Antiguo Testamento en cuatro grupos. Se coloca en el mismo grupo a los libros con la misma clase de escritura. De este modo, y salvo algunas excepciones, el tipo de literatura en cada grupo es el mismo. Los cuatro grupos son:
LEY, HISTORIA, POESIA y los PROFETAS.
Hay  cinco  libros  de  LEY:  Génesis,  Éxodo,  Levítico,  Números  y  Deuteronomio.  Los judíos llamaban torah (ley o instrucción) a esta primera división en su Biblia hebrea.
El  Génesis  contiene  mucha  instrucción  en  relación  al  trato  de  Dios  con  Israel,  pero tiene pocos  pasajes  que  puedan  ser  señalados  estrictamente  como  ley  o  con  reglas  específicas para la vida. Los otros cuatro libros contienen muchas leyes que definen las responsabilidades del  hombre  para  con  Dios.  Todos  estos  libros  contienen  algo  de  historia:  Génesis  es primordialmente  histórico,  mientras  Levítico  es  el  que  contiene  menos  material  histórico.
Estos  libros  han  sido  atribuidos  tradicionalmente  a  Moisés  y  fueron  los  primeros  en ser reconocidos  como  divinamente  inspirados,  y  por  lo  tanto  autoritativos.  Génesis  1-11 proporciona el relato de la creación, la caída del hombre en el pecado y la multiplicación de la humanidad  hasta  el  tiempo  de  Abraham.  Génesis  12-50  ofrece  una  historia  más  específica, presentando los eventos de la vida de Abraham y sus descendientes en Canaán y Egipto.
Éxodo  describe  la  liberación  de  los  israelitas  de  la  esclavitud  en  Egipto,  su  viaje hasta  el monte Sinaí, y la recepción de la Ley e instrucciones para el tabernáculo.
Levítico es una colección de decretos, que constituyen la base legal para la organización civil
y religiosa de Israel.
Números presenta los cuarenta años de Israel vagando por el desierto y la preparación para entrar en Canaán.
Deuteronomio significa ―la segunda ley. Muestra a Moisés repasando todas las leyes que Dios había dado a Israel antes de su entrada en Canaán.
Hay  doce  libros  de  HISTORIA  en  nuestra  Biblia.  La  Biblia  judía  en  hebreo  combina algunos de los libros y es así que ésta contiene 24 libros en lugar de 39. Ellos clasifican 6 de nuestros libros históricos como ―Los Profetas Anteriores. De esos seis, combinan 1 y 2 Samuel  como  un  libro,  y  también  1  y  2  Reyes.  Los  Profetas  Anteriores  de  la  Biblia judía incluyen a Josué, Jueces, Samuel y Reyes.
Los doce libros de historia en nuestra Biblia registran los eventos de la vida de Israel desde su entrada en la tierra de Canaán (1290 a. de J.C.) hasta alrededor del año 400 a. de J.C. en el período persa.
  • Josué describe la ocupación de la tierra prometida a Abraham y sus descendientes.  
  • Jueces  describe  los  tiempos  difíciles  en  Israel  antes  de  que  el  pueblo  tuviera  un  rey  y  un gobierno centralizado. Funcionaban en grupos tribales, y les unía únicamente el liderazgo de un juez durante los tiempos de peligro y aflicción por los invasores de los pueblos vecinos.  
  • Rut  presenta  un  hermoso  relato  de  lealtad  y  amor  y  está  colocado  históricamente  en  el tiempo de los Jueces.  
  • 1 y 2 Samuel registran el período de transición desde el gobierno tribal hasta la monarquía con un fuerte poder centralizado.  
  • 1 y 2 Reyes describen la división de la monarquía y la consiguiente declinación de los Reinosdel Norte y del Sur. Sus historias finalizan poco después de la caída de Jerusalén en el 587 a. de J.C.  
  • 1  y  2  Crónicas  repiten  la  historia  de  los  israelitas  hasta  el  tiempo  de  la  restauración  por medio de Ciro, rey de Persia, en el 538 a. de J.C. El escritor de Crónicas presenta la historia desde una perspectiva teológica diferente.  
  • Esdras  y  Nehemías  continúan  la  historia  desde  el  regreso  de  los  primeros  judíos  en  la época de Ciro hasta alrededor del 400 a. de J.C.  
  • Ester demuestra un fuerte nacionalismo y está colocado históricamente en el período persa. Es una demostración del éxito de los judíos sobre sus amos persas.  
Hay  cinco  libros  de  POESIA.  Estos  libros  son  también  descriptos  como  ―Literatura  de Sabiduría‖, porque tratan con el problema de la vida y su significado. Job desafía la creencia tan  expandida  de  que  el  justo  siempre  prospera  y  que  el  sufrimiento  es  indicación  de  una vida  pecaminosa.  Salmos  es  un  libro  de  canto,  conteniendo  muchas  expresiones  de  fe.
Muchos de los Salmos expresan la creencia de que guardar la Ley traerá bendiciones y que la confianza en Jehová asegura la protección de los enemigos. Proverbios es una colección de dichos  sabios  referidos  a  distintas  áreas  de  la  vida  personal  y  familiar.  Eclesiastés  es un sermón que trata el tema de cómo aprovechar al máximo la vida. Cantar de los Cantares es un canto de amor, y su interpretación continúa siendo motivo de debate entre los eruditos.
Hay diecisiete libros de PROFETAS, los cuales son divididos en Profetas Mayores y Menores.
Hay  cinco libros  de  los  Profetas  Mayores:  Isaías,  Jeremías,  Lamentaciones,  Ezequiel  y Daniel. Fueron escritos por cuatro profetas, dado que Lamentaciones se atribuye a Jeremías.
En su Biblia hebrea los judíos no incluyen a Daniel entre ―Los Profetas. Lo colocan en la tercera sección de su Biblia llamada ―Los Escritos. Ellos agrupan a los doce Profetas Menores en un libro llamado ―El Libro de los Doce.
La segunda división de los Profetas en nuestra Biblia, los Profetas Menores, contiene: Oseas, Joel, Amós, Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Hageo, Zacarías y  Malaquías.
Los libros del Nuevo Testamento  
Los 27 libros del Nuevo Testamento se dividen también en cuatro grupos:
  • Los Evangelios  
  • Los Hechos  
  • Las Epístolas  
  • La Revelacion o Apocalipsis  
Hay también cuatro grupos literarios:
  • Biografía
  • historia  
  • cartas  
  • profecía  
Los cuatro Evangelios presentan los eventos del ministerio de Jesús quien vino a la tierra a establecer  el  reino  de  Dios.  Su  muerte  fue  esencial  para  capacitar  al  hombre  para  ser ciudadano  del  reino  al  quitar  su  pecado.  Su  resurrección  fue  esencial  para  asegurar  a los ciudadanos del reino que tendrían la victoria sobre la muerte. Los primeros tres Evangelios--Mateo, Marcos y Lucas--presentan la vida de Jesús desde la misma perspectiva; es por ello que han sido llamados Evangelios Sinópticos, ―una mirada juntos‖. Juan presenta la vida de Cristo desde una perspectiva diferente.
Los Hechos es un libro único del Nuevo Testamento, y su característica principal es la de ser una  historia  de  la  iglesia  primitiva.  Sin  embargo,  también  contiene  muchas  verdades teológicas. Una de las verdades teológicas más grandes de Los Hechos es que el Evangelio no  puede  estar  limitado  a  una  nación  por  el  nacionalismo  judío.  Jesucristo  es  el Señor  de todas las naciones.
Se  han  atribuido  a  Pablo  trece  epístolas.  Cuando  no  podía  visitarlas,  le  era  necesario escribir cartas a las iglesias que había establecido. Unas pocas de esas cartas están dirigidas a individuos. Las cartas contienen grandes verdades teológicas que ayudaron a los gentiles a comprender  el  significado  de  la  vida  en  Cristo,  la  naturaleza  de  la  salvación  y  los requerimientos  de  la  vida  cristiana.  Las  Epístolas  Paulinas  son:  Romanos,  1  y  2 Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses, 1 y 2 Tesalonicenses, 1 y 2 Timoteo, Tito y Filemón. 1 y 2 Tesalonicenses, en razón  de sus varias referencias  al regreso de Cristo, son llamadas Epístolas  Escatológicas.  Romanos  y  Gálatas  a  veces  son  llamadas  Epístolas Soteriológicas  por  su  énfasis  en  la  doctrina  de  la  salvación.  1  y  2  Corintios  tratan varios problemas  surgidos  en  aquella  iglesia  y  pueden  ser  llamadas  con  propiedad  Epístolas Eclesiásticas.  Las  Epístolas  de  Efesios,  Colosenses,  Filemón  y  Filipenses fueron  escritas durante la primera prisión en Roma, y a menudo se las designa como las Epístolas de Prisión.
Hacia el fin de su vida Pablo escribió instrucciones para dos pastores jóvenes, Timoteo y Tito.
Las tres cartas son conocidas como Epístolas Pastorales.
Hay  ocho  Epístolas  Generales.  Se  aplica  esta  designación  a  aquellas  cartas  que  no  son dirigidas  a  una  iglesia  específica.  Muchos  eruditos  opinan  que  Pablo  es  también el  autor  de
Hebreos.  Otros  creen  que  fue  escrita  por  Apolo  o  Bernabé;  se  la  ubica  como  una  Epístola General junto a Santiago, 1 y 2 Pedro, 1, 2 y 3 Juan y Judas.
Apocalipsis  fue  escrito  para  dar  una  esperanza  de  victoria  a  los  cristianos  perseguidos.
Enfatiza que Jesucristo será victorioso sobre sus enemigos y que su triunfo final llegará con su  regreso  a  la  tierra.  El  título  del  libro  enfatiza  que  se  darán  a  conocer  las verdades  que estaban hasta entonces escondidas o eran desconocidas.  
Importancia de conocer los grupos literarios  
La Biblia es una biblioteca de libros que no pueden ser plenamente dominados en toda una vida de estudio. Por ello es útil dividir el contenido en unidades más pequeñas al emprender el estudio de un material tan vasto. Cuando se estudia un tipo de literatura bíblica particular, puede ser entendido mejor relacionándolo al tipo y grupo literario al cual pertenece.
En una sección posterior de esta guía de estudio se verá que son utilizados muchos métodos para la interpretación de la Biblia. Debería ser obvio que es necesario considerar la clase de literatura cuando uno intenta interpretar alguna parte de la Biblia. Las secciones históricas no deben ser interpretadas en el mismo modo que las poéticas.
No es fácil recordar el orden de los 66 libros de la Biblia. Sin embargo, es importante conocer donde se encuentra un libro particular cuando el estudiante necesita referirse a un pasaje de la  Escritura.  Es  mucho  más  fácil  relacionar  un  libro  particular  del  Antiguo  Testamento  a  su grupo que recordar su posición entre los 39 libros. Por ejemplo, si se hace referencia a una porción de Eclesiastés, el estudiante puede identificar inmediatamente este libro con el grupo de Escritos Poéticos o de Sabiduría. Este grupo está después de los libros Históricos y antes de los Profetas. Es mucho más fácil encontrar Eclesiastés después que ha sido reducido a los cinco libros de Poesía.
Los  beneficios  de  dividir  los  66  libros  del  Antiguo  y  el  Nuevo  Testamentos  en  ocho  grupos son:  la  ubicación  de  un  pasaje  de  la  Escritura,  la  selección  de  un  método  correcto  para interpretar un libro, y un sistema para un conocimiento organizado en el estudio de la Biblia.
IDIOMAS DE LA BIBLIA  
Quizás usted está familiarizado con varias traducciones en castellano, como la Versión Reina-Valera,  la  Versión  Moderna,  Dios  Llega  al  Hombre  u  otras.  La  Biblia  ha  sido traducida  a muchísimos idiomas. El hecho de que hablemos de versiones y traducciones implica que los idiomas  originales  de  la  Biblia  fueron  diferentes  al  idioma  bíblico  con  el  cual  estamos familiarizados.
Si la Biblia hubiera permanecido en los idiomas en los cuales fue escrita, poca gente hubiera estado capacitada para leerla. El primer versículo de Génesis aparecería así:
El hebreo es el idioma en el cual fue escrito la mayoría del Antiguo Testamento. Los puntos y marcas abajo y arriba de las letras representan las vocales hebreas que fueron agregadas por los  judíos  a  la  Biblia  hebrea  muchos  siglos  después  del  nacimiento  de  Cristo.  Dado  que  el hebreo  dejó  de  ser  el  idioma  común  hablado  por  los  judíos,  fue  necesaria  la  anotación  de vocales para preservar los sonidos correctos de las palabras cuando se leía la Biblia hebrea.
Aunque el hebreo continuó siendo el idioma sagrado de la Biblia, el idioma hablado después de la cautividad babilónica fue el arameo. Hay unos pocos pasajes en el Antiguo Testamento que  fueron  escritos  en  arameo.  Incluyen  Jeremías  10:11;  Daniel  2:4-7:28 y Esdras 4:8-6:8; 7:12-26.
El  Hebreo  pertenece  a  la  llamada  familia  semítica  de  idiomas.  Otros  idiomas similares  al hebreo son: el canaanita, el moabita y el fenicio. El arameo es de la misma familia pero de una  rama  diferente  de  la  familia  semítica.  El  alfabeto  hebreo  parece  haber  sido  una adaptación del alfabeto fenicio.
Con la expansión del imperio griego por medio de Alejandro el Grande, alrededor del 325 a. de J.C., el griego llegó a ser el idioma establecido para muchas de las naciones conquistadas. Alrededor  del  250  a.  de  J.C.  se  comenzó  a  traducir  el  Antiguo  Testamento  al  griego.  En  la Palestina  del  tiempo  de  Jesús  se  usaba  ampliamente  el  griego,  y  se  leía frecuentemente  la traducción  griega  del  Antiguo  Testamento  (La  Septuaginta),  o  era citada  por  los  judíos  de mente  más  liberal.  Es  interesante  que  muchas  de  las  citas del  Antiguo  Testamento  que  se encuentran en el Nuevo Testamento son de la Septuaginta en lugar del Antiguo Testamento hebreo.  En  el  tiempo  de  Jesús  el  idioma  sagrado  fue  el  hebreo,  el  hablado  el  arameo,  el oficial  el  latín,  y  el  universal  el  griego.  Algunos  eruditos  sugieren  que  Mateo  escribió originalmente su Evangelio en arameo, pero el consenso de la mayoría de los eruditos es que el  Nuevo  Testamento  fue  escrito totalmente  en  griego.  El  primer  versículo del  Evangelio  de Juan en griego aparece como sigue:
Este griego está escrito en mayúsculas o ―unciales‖ (la duodécima parte de una línea). Quizás mucho del Nuevo Testamento fue escrito originalmente en unciales. En el comienzo del siglo noveno, la escritura manual fue cambiada a una escritura con letras más pequeñas y rápidas para  dibujar,  llamadas  minúsculas.  El  texto  impreso  del  Nuevo  Testamento  griego  de  hoy sigue  las  letras  más  pequeñas.  El  primer  versículo  del  Evangelio  de  Juan  aparece  de  la siguiente manera:
Nuestro  alfabeto  castellano  tiene  27  letras  y  deriva  del  alfabeto  latino.  El  alfabeto  latino  o romano viene primordialmente del etrusco, que a su vez deriva del griego. De acuerdo a la tradición, los griegos recibieron su alfabeto de los fenicios; por ello, los alfabetos castellano, griego  y  hebreo  están  basados  en  el  fenicio.  Sin  embargo,  el  idioma  griego  fue  totalmente diferente de la lengua semítica de los fenicios.  

Aunque  los  alfabetos  castellano,  griego  y  hebreo  tienen  letras  similares,  los  idiomas  tienen características  diferentes.  La  naturaleza  del  hebreo  bíblico  es  ser  vívido,  concreto  y  directo.

No trata con abstracciones sino con los hechos de la experiencia. El idioma es apropiado para
describir la auto-revelación de Dios por medio de su intervención en el curso de la historia de
Israel.  

El idioma griego fue el más apropiado para  el mensaje del Nuevo Testamento, dado que la remisión de pecados había de ser predicada a todas las naciones (<422447>Lucas 24:47). El griego  fue  el  idioma  común  de  diversas  naciones.  El  idioma  griego  se  distingue  por su elegancia, su variedad de estilo y su precisión en las declaraciones. El griego utilizado por los escritores del Nuevo Testamento se llama ―común o griego koine. Era el griego común usado ampliamente en el imperio romano, no el idioma clásico utilizado por Platón y otros. El griego revela influencia semítica. Esto no es sorprendente, dado que los hombres que escribieron los libros del Nuevo Testamento fueron versados en las Escrituras judías.  

TAREAS PARA EL HOGAR  
Preguntas sobre el material básico (para los Niveles 1, 2, y 3)  

1. Mencione las cuatro razones por las que la Biblia es el libro más importante para el
hombre.

2. Mencione tres problemas del hombre a los que la Biblia ofrece soluciones.

3. ¿Cuáles son dos obstáculos del hombre a los cuales la Biblia ofrece solución?

4. ¿Cuál es el propósito primordial de la Biblia?

5. ¿A qué se refieren originalmente las palabras biblia (libros) y membrana (pergaminos)? 

6. ¿Qué es un papiro? 

7. ¿Qué son pergamino y vitela? 
 
8. ¿Por qué se llaman Testamentos las dos partes de nuestra Biblia? 

9. Haga una lista de los doce libros de Historia.

10. ¿Qué períodos de historia están incluidos en 1 y 2 Crónicas? (Vaya al principio y final de
esos libros para responder a la pregunta).

11. ¿Cuál es otro nombre para los libros de Poesía?

12. Haga una lista con los Profetas Mayores y Menores.

13. ¿Cuál es el título judío para los Profetas Menores?

14. ¿Por qué se llaman ―Sinópticos‖ los tres primeros Evangelios?

15. ¿Por qué escribió Pablo sus Epístolas?  ¿Por qué algunas son llamadas Epístolas Pastorales? 

16. ¿Qué son las Epístolas Generales?

17. ¿Por qué fue escrito Apocalipsis?

18. ¿Cuáles fueron los tres idiomas en que fueron escritos originalmente el Antiguo y el Nuevo Testamento?

19. ¿Qué cuatro idiomas fueron importantes para Jesús y sus contemporáneos?

Tareas suplementarias (para los Niveles 2 y 3)  

1. ¿En qué difiere nuestra Biblia de la biblia (plural) de Pablo?

2. ¿Puede ser propiamente llamado Ley todo el contenido de los cinco libros de Moisés? ¿Por qué son llamados ―La Ley?

3. ¿Qué puntos importantes en la historia de Israel se cubren en los libros de Historia?

4. ¿Por qué el libro de Rut está colocado después de Jueces?

5. Explique por qué los cuatro Profetas Mayores incluyen cinco libros.

6. Haga una lista de tres razones por las cuales el conocimiento de los grupos literarios de la Biblia ayudará al estudiante.

Tareas avanzadas (para el Nivel 3)  
Elija  los  l0  acontecimientos  más  importantes  de  la  era  del  Antiguo  Testamento  y  los  10 acontecimientos  más  importantes  de  la  era  del  Nuevo  Testamento  e  indique  la  fecha  que sugiere el autor del artículo para estos acontecimientos.

DISCUSIÓN DE SEMINARIO
¿Debe utilizarse la Biblia para establecer un debate sobre ciencia e historia?
¿Por qué es importante para muchos líderes religiosos aprender los idiomas originales de la
Biblia? ¿Es necesario que el pastor conozca los diferentes idiomas?
Discuta las similitudes y diferencias entre el Antiguo y el Nuevo Testamento.
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