viernes, 15 de junio de 2012

La Labor Misionera y el aprendizaje de los Idiomas: Ayuda para el Misionero en los campos vastos


biblias y miles de comentarios
 
Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 C O N T E N I D O S
DEDICACIÓN....................................................................................................2
AGRADECIMIENTOS Y RECONOCIMIENTOS...........................................6
PRÓLOGO..........................................................................................................7
EXPLICACIONES..............................................................................................8
L A   P R I M E R A   P A R T E
UNA ORIENTACIÓN AL APRENDIZAJE DE IDIOMAS
1. SENTANDO BUENAS BASES.............................................................11
2. UN MODELO PARA EL APRENDIZAJE DE IDIOMAS....................18
3. ¿POR QUÉ APRENDER EL IDIOMA?.................................................11
4. MISCELÁNEA DE PRINCIPIOS BÁSICOS........................................21
5. EL MIEDO Y LA VERGÜENZA...........................................................33
6. EL GOZO: MEDICINA PARA EL APRENDIZ.....................................42
7. EL ESTRÉS Y EL APRENDIZAJE........................................................54
L A   S E G U N D A   P A R T E
UNA ANTOLOGÍA DE LECTURAS
8. DONALD LARSON: LA GENTE COMÚN Y
EL APRENDIZAJE EN LA COMUNIDAD............................................... .....65
9. STEPHEN KRASHEN: LAS CINCO HIPÓTESIS.........................................68
10. DOUGLAS BROWN: ROMPIENDO LAS BARRERAS
DEL LENGUAJE................................................................... .........................75
11. BREWSTER & BREWSTER: EL APRENDIZAJE DEL IDIOMA
¡ES COMUNICACIÓN! … ¡ES MINISTERIO..............................................86
L A   T E R C E R A   P A R T E
MÉTODOS, MODELOS, Y AYUDAS
12. LARRY PATE: EL SISTEMA DE APRENDIZAJE DE LA VIDA................94
13. OBJETOS, ACTIVIDADES, DIBUJOS....................................................109
14. TESTIMONIOS.......................................................................................118
L A   C U A R T A   P A R T E
APÉNDICES, BIBLIOGRAFÍA, Y SUPLEMENTO
APÉNDICES..........................................................................................................130
BIBLIOGRAFÍA....................................................................................................147
NOTAS..................................................................................................................153
SUPLEMENTO: DIBUJOS ÚTILES.................................................................[1]-[13]

 Jesucristo, el ejemplo por excelencia 
Cuando el Señor Jesús se dirigía a la gente que le buscaba, como todo buen maestro, se cuidó de situarse dentro del contexto en que vivían ellos, partiendo de las experiencias y creencias que les caracterizaban, y les eran conocidas.
Ellos no tuvieron que aprender la lengua de él (por perfecta y celestial que fuera), ni repudiar su trasfondo cultural (por imperfecto y torcido por el pecado que fuera) como precondición para que les enseñase acerca del reino de Dios.
Antes bien, en su encarnación, nuestro Señor se identificó plena y abiertamente con hombres y mujeres que pertenecían a una sociedad humana específica, adoptando y participando en sus múltiples manifestaciones culturales de orden material y lingüístico.
Es decir, él fue donde ellos, se identificó con ellos, se hizo uno de ellos, y habló la lengua de ellos, para que su ministerio tuviese relevancia para ellos, tal y como se encontraban. Fue el mensajero el que se adaptó al pueblo (con todas sus idiosincrasias lingüísticas, sociales, y culturales), y no el pueblo al mensajero.
Los apóstoles, reflejos fieles del patrónEl evento que mejor ejemplifica la preocupación que tiene Dios de que el maravilloso mensaje del evangelio sea entendido, es el milagro del día de Pentecostés, registrado en el segundo capítulo de hechos. Se supone que los judíos que habían ido a Jerusalén para celebrar la fiesta de las primicias tenían una lengua en común—probablemente el griego koiné—que se utilizaba entre sí y que les servía adecuadamente para las exigencias fundamen-tales de comunicación.
Pero cuando Dios interviene directamente en la transmisión del mensaje, no usa lo meramente ‘adecuado’, sino escoge el instrumento que va directamente a la mente y al corazón de los oyentes: su lengua materna (Hechos 2:8). En aquel momento, las maravillas de Dios fueron transmitidas sin obstáculo alguno que pudiese interrumpir la comunicación.
«Dios es quien convalida sus lenguas y culturas como canales dignos de portar y expresar el mensaje imperecedero de la salvación.»
Es más: el uso de las lenguas maternas de los allá reunidos transmite un importantísimo mensaje paralelo, a saber, que no necesita una persona pasar de un contexto lingüístico-cultural a otro para que Dios le hable o le escuche. Más bien en el día de Pentecostés, Dios es quien ha tomado la iniciativa para comunicarse directamente con el cretense, el elamita, el de Parta y otros, y con ello convalida sus lenguas y culturas como canales dignos de portar y expresar el mensaje imperecedero de la salvación.
El apóstol Pablo camina sobre el mismo carril (1 Cor 9:19-23). La proclamación del evangelio a los judíos, a los gentiles, o a los intelectuales de Atenas, la hizo de maneras distintas para que llegase a cada grupo con la mayor relevancia posible. La ‘envoltura’ o ‘ropaje’ que puso al evangelio, variaba de acuerdo a los contextos culturales en que se encontraba.
Pero el poner en práctica el inclusivismo del evangelio no siempre fue tarea fácil para los primeros cristianos. El mismo Pedro tuvo que ser amonestado por Pablo cuando en una ocasión aquél se apartó de unos gentiles (Gálatas 2:11-14), violando así el mismo principio de aceptación que él había recibido directamente de Dios en Jope (Hechos 10).
La lengua y el movimiento misionero entre el pueblo hispanohablante El evangelio es inmutable y su mensaje es de suma importancia para todo pueblo y toda cultura en todo tiempo. Sin embargo, la ‘envoltura’ que nosotros lo ponemos hoy en día puede y debe variar según las exigencias lingüístico-culturales respectivas.
Como con los nuevos cristianos gentiles del primer siglo que no se les obligó a hacerse judíos para ser recibidos en la iglesia, nosotros tampoco tenemos el derecho de obligar (intencionalmente o no) a nadie a que abandone su marco lingüístico-cultural para ser miembro de la gran familia de Dios.
(Nota: esto no quiere decir que no se espera que el evangelio produzca cambios en las expresiones culturales de un grupo dado.) El obligar a cualquier grupo lingüístico a aprender otro idioma que no es el suyo para oír y entender las Buenas Nuevas o para crecer en la fe mediante la lectura de la Palabra de Dios y la enseñanza bíblica, viola la pauta establecidapor los apóstoles y por Cristo mismo.
Si el uso de la lengua materna, y la adaptación del mensajero al marco cultural de los grupos receptores caracterizaron los ministerios del Hijo de Dios y de los apóstoles, ¿cómo podría la iglesia hispano-americana exigir menos de los misioneros que está reclutando, formando, y enviando a trabajar en otras culturas?
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