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martes, 26 de marzo de 2019

TU ENSEÑANZA, OH MAESTRO... ES PARA SIEMPRE

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
PREPARARSE PARA EL SALVADOR  


Juan el Bautista señala el camino
TEXTO: Marcos 1:1–15
Propósito: A los niños se les requerirá su propia respuesta a la venida del Señor después de describir estos acontecimientos tempranos que encontramos al inicio del Evangelio según Marcos.


Introducción para los maestros

Anhelamos que cada uno de los niños que tenemos a nuestro cuidado se convenza de que ha de buscar al Señor, y esperamos que Él les llame mientras estén en nuestras clases. ¿Cómo podemos prepararles para que oigan? Juan el Bautista preparó al pueblo de Judea para la llegada de su Mesías. Podemos aprender mucho de él.

Tres errores que debemos evitar. 

  1.  El primer error que hemos de evitar es el de dar la impresión de que el arrepentimiento es “una buena obra”, o una forma de ganarnos la salvación. Juan el Bautista llamaba a la gente al arrepentimiento porque sabía que era la preparación adecuada para la visita del Salvador, el único que podía reformar el corazón mediante la obra del Espíritu Santo.
  2. El segundo error es el de hacer que la lección se vuelva demasiado solemne. El arrepentimiento es, por supuesto, solemne, pero aquí lo estamos enseñando en el contexto de “ganancias” gloriosas. El motivo de la petición de arrepentimiento de Juan fue la gran venida del Señor, tan larga y ansiosamente esperada. Dejar nuestros caminos pecaminosos no se puede comparar en modo alguno con el privilegio de conocer al Salvador y sus bendiciones. El mismísimo Señor da un ejemplo de ello con la parábola de la Perla de gran precio.
  3. El tercer error que hemos de evitar es aquel que el mismo Juan trata con minucia: concluir la lección con Juan y su misión en lugar de con el Señor y su obra (cf. Marcos 1:7)
Bosquejo de la lección

Prepararse para recibir visitas. 
Atrae la atención de los niños mediante la descripción de la forma en que se hacen los preparativos para recibir a las visitas especiales. A las clases de los mayores quizá les guste pensar en la preparación y revisión de la contabilidad antes de la llegada del auditor. Las clases de los pequeños habrán vivido la tarea de poner orden y de colocar exposiciones especiales en la escuela cuando preparan una fiesta para los padres. Recuerda a la clase que, cuando los líderes mundiales visitan otro país, es necesario hacer frenéticos preparativos —desfiles militares y banquetes de Estado— para impresionar al invitado.

Prepararse para una visita real. 
Luego haz que los niños se remonten atrás en el tiempo a un viaje de un personaje real. Explica que, en aquellos días, los reyes orientales, acompañados de sus sirvientes, tenían que viajar por los desiertos con una caravana de camellos, y cargar a los animales con todas sus pertenencias y todos sus regalos. Podían surgir todo tipo de problemas, que retrasarían su llegada durante semanas y hasta meses. No había teléfonos para avisar a sus anfitriones de la hora a la que esperaban llegar. La costumbre era, por tanto, que el visitante real o especial enviase a un mensajero por delante para que anunciara que ya se encontraba cerca. Los ciudadanos recibirían el aviso con tiempo para poder llevar a cabo los planes necesarios ante la llegada de su visitante.

¡Viene un Salvador! 
Recuerda a la clase que ya en el principio del mundo, cuando Adán y Eva pecaron por primera vez y fueron expulsados del huerto de Edén, Dios había prometido enviar a un Salvador que llevaría el pecado y restituiría a Dios a aquellos que creyeran en Él. En todas las épocas del Antiguo Testamento, Él renovaba su promesa: a Abraham, a Moisés, al rey David y luego, con detalles aún más gráficos, a profetas como Isaías y Malaquías.

Se promete un mensajero. 
Tan grande e importante iba a ser la venida del Salvador que Dios prometió enviar a un mensajero para preparar su camino. Isaías predijo que este mensajero no aparecería en cortes reales, ni tampoco en el palacio de un rey judío, sino en el desierto. Profetizó que el mensajero sería una voz solitaria que llamaría al pueblo a prepararse para la venida del Señor y lo instaría a enderezar sus sendas (cf. Marcos 1:3). Luego indica a los niños que, aunque Isaías habló más de 700 años antes del nacimiento de Cristo, esto fue exactamente lo que ocurrió.

Aparece Juan el Bautista. 
Explica que su primo Juan apareció como un solitario mensajero en el territorio desértico situado a las afueras de Jerusalén, poco antes de que el Señor Jesús empezara su ministerio público. Había sido preparado solo por Dios para esta obra especial. No provenía de las filas de los líderes religiosos de aquellos días, tampoco se había educado en sus escuelas. En lugar de eso, un ángel había anunciado su nacimiento a su anciano padre Zacarías. El ángel había predicho que Juan conocería al Señor desde su nacimiento y que su vida se reservaría para la tarea especial que tenía por delante. Viviría una vida austera en el desierto, que haría recordar a los judíos al profeta Elías (cf. Lucas 1:13–17). Esta singular figura, que se vestía de pelo de camello, que ceñía en sus lomos con un cinto de cuero y que vivía de la comida del desierto —langostas y miel silvestre— (cf. Marcos 1:6), aparece súbitamente en escena predicando a las multitudes que acudían en masa procedentes de las ciudades, de los pueblos y de la capital, Jerusalén.

Prepararse para el Señor. 
Pregunta a los niños qué suponen ellos que decía Juan a estas multitudes. ¿Les pedía que cambiaran la decoración del palacio, o que colgaran vistosas guirnaldas para la venida del Mesías? Si el Señor Jesús hubiese sido un rey terrenal, una bienvenida semejante habría sido adecuada, pero era el Rey del Cielo. No le preocupaba la parafernalia externa. Había nacido, en efecto, en un pobre establo, y su cuna fue el pesebre. Su preocupación era la situación de los corazones de las personas. Recuerda a los niños que uno de los nombres de Cristo es “Sol de justicia” (Malaquías 4:2). Cuando sale el Sol, pone en evidencia la suciedad y la oscuridad de los meses de invierno, y nos indica que es tiempo de hacer la limpieza de primavera. Cuando el Señor Jesús aparece, brilla en los corazones, mostrando todo el egoísmo y el pecado, y haciendo que hombres y mujeres se avergüencen de sus caminos.

Se arrepintieron. 
Así fue como respondieron los oyentes de Juan cuando este anunció la llegada del Salvador. Se sintieron avergonzados y poco preparados para un invitado semejante. El pueblo de Judá y de Jerusalén sabía que su Dios era puro y santo y que la venida de su Mesías significaría que tenían que arrepentirse y rechazar sus pecados. Juan hizo algunas indicaciones muy prácticas al pueblo, mostrándoles que debían cambiar sus caminos, abandonar la falta de honradez, la opresión, el egoísmo y la hipocresía (cf. Lucas 3:11–14).

Fueron bautizados. 
Muchas personas se tomaron muy en serio las palabras de Juan y, como señal de sus intenciones, fueron bautizadas en el río Jordán. Explica que esto es un buen ejemplo para explicar el arrepentimiento, el cual tiene dos aspectos claros: (a) pesar por el pecado pasado, y (b) resolución de no continuar en él, confesar y renunciar. El bautismo representa la necesidad de ser lavado y de mantenerse limpio en el futuro.

Buscaron al Salvador. 
Explica que Juan les enseñaba que, aunque el arrepentimiento y el bautismo eran signos esenciales de una actitud correcta, sin embargo, no tenían poder alguno para traerles el perdón. El agua pura nunca podría lavar el pecado. Las buenas intenciones no podrían producir un cambio verdadero del corazón. Les instaba a que esperaran con interés la venida de la única persona que sería capaz de lavar su pecado y darles un corazón y una vida nuevos. Él, el Señor Jesús, los bautizaría con su Espíritu Santo, cuya obra especial era esa. Debían esperar ansiosamente su venida, ya que llegaría pronto.

El bautismo del Señor Jesús. 
Explica a los niños que, en esta atmósfera de arrepentimiento y expectación, llegó el Salvador, y Él mismo fue bautizado, un humilde acto que nos enseña cuán maravilloso es nuestro Redentor. Nos muestra 

  1. Su obediencia. Explica cómo el Señor Jesús llegó de Nazaret y se unió a la multitud que escuchaba a Juan. Él también pidió ser bautizado, una señal de su obediencia y humildad. ¡Qué diferente de los orgullosos fariseos! Estos utilizaban la religión para reafirmar su posición y su importancia, sin un verdadero deseo de agradar a Dios. Él, en cambio, deseaba obedecer humildemente todas las leyes y mandamientos de Dios.
  2. Su bondad. El Señor Jesús, que no tenía que lavar pecado propio, se sometió a este acto externo y humilde al lado de personas culpables y egoístas que necesitaban su perdón. Ayuda a los niños a apreciar la bondad del Salvador. Pocos amigos en la Tierra están dispuestos a identificarse con nosotros cuando tenemos problemas y cuando se nos castiga.
  3. Su divinidad. Tan modesto era que ni siquiera Juan el Bautista se dio cuenta de que este Jesús de Nazaret era el Mesías prometido hasta que salió del agua, los cielos se abrieron, el Espíritu de Dios descendió sobre Él, y vino una voz del Cielo que decía: “Tú eres mi Hijo amado; en ti tengo complacencia” (Marcos 1:11) (El relato del Evangelio no menciona si la multitud fue testigo de este acontecimiento. Marcos solo dice que el Señor “vio abrirse los cielos” (Marcos 1:10), y Juan, en su Evangelio, dice que Juan el Bautista no reconoció a Cristo hasta que vio al Espíritu descender sobre Él (cf. Juan 1:32–34); entonces se lo dijo a los demás).
  4. Su buena disposición a morir en el Calvario. El mismo amor que llevó al Señor Jesús a identificarse con los pecadores arrepentidos cuando eran bautizados en el río Jordán le llevó también al Calvario. Allí se humilló a sí mismo aún más y se hizo obediente aun hasta la muerte (cf. Filipenses 2:8). Clavado en la Cruz entre dos ladrones, insultado por el populacho y cargado con la vergüenza de todos los pecados de su pueblo, el Rey de gloria sufrió en agonía; todo por su amor hacia nosotros.

Un mensaje para ti. 
Recuerda a los niños de tu clase que este mismísimo Señor Jesús va a regresar pronto. ¿Están preparados para ese gran día en que venga a juzgar al mundo? Indica que tú, como maestro de escuela dominical, tienes el mismo papel que Juan el Bautista. Como él, has de instar a los niños a enfrentarse con su insuficiencia, a colocarse frente a su Dios, a reconocer su pecaminosidad con vergüenza y pesar, y a mirar al Salvador, que se dio a sí mismo para que fueran limpios y perdonados.


Complementos visuales

Haz o muestra un mapa claro y a color de la Tierra Santa en los tiempos de Cristo . Señala en particular el río Jordán donde los discípulos oyeron a Juan el Bautista y se encontraron con “el Cordero de Dios” (Juan 1:29). 
Señala las ciudades de Jerusalén y Belén. Utiliza los bordes del mapa para pegar imágenes pertinentes que añadan interés.
2 Como está escrito en el profeta Isaías:
  He aquí envío mi mensajero delante de ti,
  quien preparará tu camino.
  3 Voz del que proclama en el desierto:
  "Preparad el camino del Señor;
  enderezad sus sendas." Marcos 1.2–3

jueves, 29 de diciembre de 2016

Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré...levántate y oye; Escucha mis palabras... Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se arrepienta... maneja con precisión la palabra de verdad

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿PREDICA USTED O VA A PREDICAR... ES LLAMADO A HACERLO?
La predicación, su significado y su importancia hoy
Qué es la predicación? ¿Cuál es su significado? ¿Qué importancia tiene para hoy? ¿A quién o quiénes se dirige? ¿Cómo enfocar la predicación adecuadamente? ¿Cuáles son los elementos idóneos de la predicación? 
Preguntas como estas, y muchas más, deben ser respondidas antes de enfocarnos en los aspectos prácticos relacionados con la predicación, pues tal como dijera el evangelista británico Ian Pitt-Watson en materia de predicación: “Es imperativo, antes de abordar el cómo, responder al qué”.
Iniciaremos nuestro estudio abordando algunos de esos aspectos a fin de capacitarnos como expositores aprobados que trazan bien la palabra de verdad. 
Antes que todo:
  1. Definiremos el concepto relacionado al arte de la proclamación del evangelio. 
  2. En seguida, estudiaremos con más detalles los elementos que componen la predicación y le dan significado. 
  3. Finalmente, analizaremos la importancia de la predicación y su relevancia para hoy.
DEFINICIÓN DE PREDICACIÓNExisten diversas opiniones en cuanto a lo que es y lo que no es la predicación. Tal vez la más conocida y generalizada sea aquella que expuso Phillips Brook en una serie de conferencias ante los estudiantes de la Universidad de Yale, cuando afirmó:
“La predicación es la comunicación de la verdad a los hombres a través de un hombre. Es la presentación de la verdad a través de la personalidad”.
Si analizamos la definición expuesta por Brook, notaremos que la misma conlleva dos elementos esenciales, que son: 
  • verdad y 
  • personalidad. 
La predicación es la comunicación de la verdad divina a través de la personalidad del predicador. Sin embargo, aunque esta definición implica varios elementos importantes de la predicación, debemos entender que esta per se es mucho más.
Algunos maestros han sugerido que a la definición expuesta por Brook es necesario añadirle por lo menos dos elementos más. Siguiendo este consejo, por ejemplo, J. Daniel Baumann definió la predicación como “la comunicación de la verdad bíblica por un hombre a los hombres con el propósito explícito de cambiar la conducta”. Esta definición no solo presenta los elementos antes mencionados —verdad y personalidad—, sino que incluye el propósito que persigue la predicación, que es el “cambio de conducta”.
Por su parte, el respetado maestro de la predicación Haddon W. Robinson nos dice que la predicación es un proceso vivo que involucra a Dios, al predicador y a la congregación. 
Robinson enfatiza que “ninguna definición puede pretender maniatar esta dinámica”. En su libro, La predicación bíblica, Robinson puntualiza su concepción de la siguiente manera:“Es la comunicación de un concepto bíblico derivado de —y transmitido por medio de— un estudio histórico, gramatical y literario de cierto pasaje en su contexto, que el Espíritu Santo aplica, primero, a la personalidad y la experiencia del predicador, y luego —a través de este— a sus oyentes”.
Esta definición tiene una relevancia especial, ya que nos dice que la verdad que el predicador está llamado a exponer se deriva de “un estudio histórico, gramatical y literario de cierto pasaje en su contexto”. Por otra parte, pone un énfasis exclusivo en el hecho de que la verdad debe ser aplicada “primero, a la personalidad y la experiencia del predicador, y luego —a través de este— a sus oyentes”.
Otra definición popular de la predicación la expresó Jerry Vines en su fascinante libro Power in the Pulpit. Según Vines la predicación es: “La comunicación oral de la verdad bíblica por el Espíritu Santo, a través de una personalidad humana, a un público determinado; con la intención de permitir una respuesta positiva”.
Debemos destacar que, a diferencia de otras definiciones, Vines enfatiza que la predicación es la “comunicación oral de la verdad bíblica… dada a una audiencia determinada”. En otras palabras, la predicación según Vines, es un proceso de comunicación mediante el cual una persona comparte el mensaje de la Biblia con una audiencia determinada en un evento público.
Se han presentado muchas otras tesis de este concepto, pero solo tomamos algunas para demostrar que no existe una definición exclusiva de lo que es la predicación, lo cual es muy importante, ya que nos muestra las grandes dimensiones —y, por ende, posibilidades— del tema. Por lo tanto, no podemos afirmar que una concepción sea mejor que otra, más bien debemos sacar provecho de las distintas definiciones que a través de la historia se han presentado y extraer de cada una de ellas los elementos que tienen en común y que nos indican lo que realmente es la predicación.
Considerando los elementos que nos proporcionan las definiciones ya presentadas, permítanme expresar la nuestra; no sin antes aclarar que la misma no pretende sustituir la gran cantidad de definiciones —que han dado a través de los tiempos diferentes autores—, ni menos aun ser dogmática. 
Por nuestra parte, definimos la predicación del siguiente modo: 
Es la comunicación oral del mensaje divino basado en el significado verdadero y exacto de uno o más textos bíblicos, la cual es transmitida a través del predicador y aplicada de una manera relevante para el oyente contemporáneo.
El análisis de esta definición nos ayuda a comprender la esencia y los fines de la predicación. Por tal motivo, permítanme considerar a continuación los elementos fundamentales que de esta definición se desprenden.
ELEMENTOS ESENCIALES DE LA PREDICACIÓN1. el contenido de la predicaciónEl contenido de la predicación, según lo expresado en nuestra definición, es “mensaje divino”. Predicar no es otra cosa sino dar un mensaje de parte de Dios. Eso es lo que se espera, por lo menos, de un predicador; que es un mensajero cuya tarea es dar a otros el mensaje que Dios le ha conferido. La postura del predicador debe ser la misma que tuvo el profeta Micaías, que en cierta ocasión dijo: “Vive Jehová, que lo que mi Dios me dijere, eso hablaré” (2 Crónicas 18:13).
Es interesante observar el hecho de que —de los treinta y tres verbos griegos empleados por los escritores neotestamentarios para representar la riqueza de la predicación— sea Kerysso el verbo más utilizado.8Según los estudiosos del Nuevo Testamento, esa palabra se usa unas 60 veces y la misma hace referencia a la proclamación hecha por un heraldo. 
Al comentar la palabra Kerysso, el célebre predicador John Sttot afirma que así como “los heraldos investidos de autoridad pública comunicaban los mensajes oficiales de los reyes, magistrados, príncipes y jefes militares, los predicadores cristianos son embajadores en nombre de Cristo, no para propagar puntos de vista, opiniones o ideales, sino para proclamar los hechos poderosos de Dios”.
El predicador debe estar consciente de que es un heraldo que está llamado a comunicar el mensaje divino. Creo que el mayor peligro y la mayor presunción que corre el predicador es ignorar este hecho. Él debe luchar por entender que el contenido de la predicación es la verdad o el mensaje divino, no sus ideas, doctrinas, filosofías, especulaciones morales ni experiencias religiosas. Dios ha dado el mensaje divino y el predicador solo debe hacerse eco de lo que Dios ha dicho. Bien lo expresó Karl Barth cuando dijo que “en la predicación no tenemos nada que decir, sino repetir”.
2. el fundamento de la predicaciónLa definición continúa afirmando que la predicación se “basa en el significado verdadero y exacto de uno o más textos bíblicos”. El contenido de la predicación proviene de las Escrituras. La predicación —tal como escribiera Karl Barth— “es una explicación de la Escritura”. Si lo que se expone en el púlpito no está basado en la Palabra de Dios, es de poco o ningún valor para los oyentes.
Dios ha dado el mensaje divino y el predicador solo debe hacerse eco de lo que Dios ha dicho.
Es de suma relevancia destacar el hecho de que la predicación se basa, no en un texto o textos bíblicos sino, en el significado verdadero y exacto de los mismos. Citar la Biblia frecuentemente en un sermón no es garantía de que el mismo tenga autoridad bíblica. Lo que brinda autoridad a la predicación es “maneja[r] con precisión la palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15, Biblia de las Américas).
La predicación debe fundarse en las Escrituras y desarrollarse conforme al flujo natural del pensamiento del autor bíblico. En otras palabras, si Isaías, Jeremías, Amós o Pablo escucharan un sermón basado en sus escritos, deberían decirse para sus adentros: “Sí, eso mismo es lo que yo dije”.
3. el predicador, instrumento de comunicaciónUn elemento que no podemos pasar por alto al definir la predicación es la persona del predicador. El mensaje divino, según la definición que estamos estudiando, es “transmitido a través del predicador”. En otras palabras, el predicador es el conducto por el cual fluye el mensaje divino.
Podemos afirmar con toda seguridad que el predicador es irremplazable. Pablo Perla afirma que: “Mientras existan seres humanos en este mundo, existirá la predicación y se necesitará del predicador; porque el predicador es un eslabón vital e imprescindible en el plan de la salvación. El predicador es la persona a quien el cielo ha encargado la tarea de conectar al pecado humano con el perdón divino, la necesidad humana con la omnipotencia divina, la ignorancia humana con la revelación divina”.
Que el predicador sea el medio por el cual se comunica el mensaje divino es un gran privilegio y a la vez una gran responsabilidad. Como instrumento de comunicación, el predicador debe cumplir con las exigencias que demanda predicar el mensaje divino. Lo primero que el predicador debe aceptar es que la fuente de poder de la predicación no radica en los grados académicos, ni en los dotes o talentos naturales del expositor sino en el poder del Espíritu Santo que obra por medio del instrumento que ha vivido en su presencia y se ha rendido a su influencia.

Lo segundo que el predicador debe saber es que el éxito de su exposición será, en gran medida, de acuerdo a la pureza y perfección del instrumento. Un predicador santificado en la verdad es un instrumento impresionante en las manos de Dios. El mensaje divino fluye sin obstáculos cuando el predicador ha colocado su vida en el altar de la consagración.
En último lugar, el predicador debe aceptar el hecho de que el mensaje divino debe ser aplicado primero a su propia vida antes que obre con poder en las de los demás. Predicar el mensaje divino sin vivirlo es una inmoralidad. El verdadero predicador, sean cuales sean sus defectos y limitaciones, ha de estar identificado con el mensaje que comunica. Debe reverenciar y amar a Dios, respetar y amar su Palabra. Ha de reflejar los principios en su propia vida antes de demandarlo a los oyentes. La gente necesita predicadores que comuniquen la verdad con sus palabras y muestren la verdad con sus hechos.
El mensaje divino fluye sin obstáculos cuando el predicador ha colocado su vida en el altar de la consagración.
Sin embargo, con todo lo dicho no pretendo dejar la impresión de que para predicar hay que ser perfecto. Pues si así fuera, ninguno de nosotros estaría en condición de hacerlo. Mas creo que para predicar debemos vivir la experiencia diaria del crecimiento en la fe para llegar a decir con el apóstol Pablo: “Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que está detrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús” (Filipenses 3:13-14).
4. el objeto de la predicaciónEn último lugar, nuestra definición nos dice que el mensaje divino que se fundamenta en las Escrituras y se comunica a través del predicador debe ser “aplicado de una manera que sea relevante para el oyente contemporáneo”.
El objetivo final de la predicación  es aplicar la verdad, no saciar la curiosidad. Por medio de la predicación, el atribulado ha de recibir consuelo; el que se haya en perplejidad, luz; el rebelde, amonestación; el penitente, promesa de perdón; el caído, perspectiva de levantamiento y restauración; el fatigado, descanso y fuerzas nuevas; el frustrado, esperanza; el inconverso, la palabra cautivadora de Cristo; el santo, el mensaje para crecer en la santificación. El púlpito, tal como dijera José M. Martínez, “ha de ser la puerta de la gran despensa divina, de la cual se sacan provisiones necesarias para suplir las necesidades espirituales de los oyentes”.
Debemos entender, como predicadores, que la aplicación del mensaje divino constituye el corazón de la predicación. Predicar, según lo expresa Arthur Allen, “es hacer la verdad más clara, la responsabilidad más urgente, alumbrar la mente, despertar la conciencia, tocar el corazón, persuadir a los hombres y mujeres a aceptar el mensaje evangélico y vivir una vida cristiana”.

No podemos pasar por alto que en nuestra definición se enfatiza que la aplicación del mensaje divino debe hacerse de una manera que sea “relevante para el oyente contemporáneo”. La predicación no consiste solo en explicar y dar el significado verdadero y exacto de lo que Dios dijo hace miles de años a través de las Escrituras; más aun, consiste en presentar lo que Dios está diciendo aquí y ahora por medio de las Escrituras. La predicación es mucho más que un acontecimiento en el tiempo, es un evento que ofrece lo que Dios nos dice ahora mismo, a nosotros, justo aquí, donde estamos. Me parece correcta la manera en que Kenton C. Anderson compendia este concepto al decir que “la predicación es ayudar a las personas a oír lo que Dios dice”.
En resumen, podemos decir basados en nuestra definición, que la predicación es la comunicación oral cuyo contenido es el mensaje divino. Su fundamento es el significado verdadero y exacto de uno o más textos bíblicos. Su instrumento es la personalidad del predicador y su objetivo es la aplicación de la verdad de una manera relevante a la vida del oyente contemporáneo.

LA IMPORTANCIA DE LA PREDICACIÓN HOYActualmente hay algunas voces que afirman, aun dentro del cristianismo, que la predicación ha pasado de moda, que sus días han terminado y que la misma ha sido superada por los medios modernos de comunicación. En muchos círculos contemporáneos, la predicación no tiene razón de ser y es incompatible con la sociedad actual. La predicación, según dicen, es “un arte moribundo, una forma obsoleta de comunicación, el eco de un pasado que quedó atrás”.
Sin embargo, a pesar de todos los argumentos opuestos a la predicación, se puede afirmar con toda seguridad que es tan relevante hoy como siempre lo ha sido; que la misma no ha pasado de moda y que sus años dorados no son asunto del 
pasado sino que sus mejores años están por delante.

Refiriéndose a la importancia de la predicación, el ministro británico John Stott escribió que la misma es indispensable para el cristianismo. “Sin ella —afirmó—, se pierde una parte necesaria de su autenticidad, puesto que el cristianismo es por su esencia la religión de la Palabra de Dios”.
Por su parte, Carl J. Sanders enfatizó la importancia de la predicación al señalar que “la historia prueba que la iglesia puede existir sin edificios, sin liturgias, sin coros, sin escuelas bíblicas, sin clérigos profesionales, sin credos y aun sin sociedades eclesiásticas. Pero es muy probable que no pueda existir sin la predicación de la Palabra. La predicación tiene más poder que cualquier otra cosa que la iglesia tenga o haga”.
Puesto que la predicación es indispensable para el cristianismo, permítanme abordar de manera breve cinco áreas en las que adquiere un papel 
protagónico.

1. La predicación y la salvación de los perdidosSan Pablo, en su Primera Carta a los Corintios, dice que: “Agradó a Dios salvar a los creyentes por medio de la locura de la predicación”. La predicación juega un papel importante en la salvación, ya que como dijera el apóstol Pablo en Romanos 10:17: “Así que la fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios”.
2. La predicación y el cumplimiento de la misión
El mensaje de la salvación de nuestro Señor Jesucristo debe ser transmitido. Esa trasmisión se lleva a cabo primordialmente mediante la predicación. El pastor C. B. Hayne indicó que: “El cristianismo, como mensaje será propagado por medio de la predicación. Como verdad, será enseñado por medio de la predicación. Como 
cuerpo de doctrina, será explicado por medio de la predicación. Como vida, será impartido por medio de la predicación”.

3. La predicación y el crecimiento de la iglesia
La predicación es parte esencial en el crecimiento de la iglesia. No es casualidad que, originalmente, la iglesia haya nacido y se haya desarrollado a través de la predicación. De hecho, casi cada vez que Lucas hizo alguna observación acerca de los patrones de crecimiento de la iglesia primitiva, se expresó en términos como estos: “Y crecía la palabra del Señor”. La predicación es la estrategia principal de Dios para el crecimiento de la iglesia. John MacArthur afirma que: “El ministerio de la palabra es la principal arma espiritual en el arsenal de la iglesia, la única semilla para la plantación de nuevas congregaciones, la herramienta para la edificación de los nuevos creyentes y la primordial estrategia en el plan de Dios para discipular las naciones. No la predicación, no la iglesia. No la proclamación, no el crecimiento de la iglesia. La predicación es el corazón, la sangre y todo el sistema circulatorio de la iglesia y su crecimiento”.

La iglesia que reciba el Pan de vida a través de la predicación, gozará de cristianos fuertes. 
4. La predicación y el avivamientoLa predicación siempre ha sido precursora del amanecer de alguna reforma o de un avivamiento. “Cualquier estudio de los periodos de gran avivamiento —alega Martin Lloyd Jones— demuestra, ante todo, este simple hecho: que la iglesia cristiana ha hablado con autoridad en cada uno de esos periodos. La gran característica de todos los avivamientos ha sido la autoridad del predicador”.
La predicación es la clave para el avivamiento de la iglesia. Griffith Tomas, en su obra The Work of the Ministry,señala que: “La prosperidad espiritual de cualquier iglesia es principalmente determinada por el ministerio del don de la predicación y afirmo mi convicción de que la condición espiritual de la iglesia hoy está en directa proporción a la negligencia en la predicación. Cuando observamos la falta de interés en la asistencia a la iglesia y, todavía más, la ausencia del poder espiritual en la vida de la iglesia, no creo que sea muy errado describir esa situación como negligencia en la predicación”.

5. La predicación y el cuidado pastoral
Por último, la predicación es vital para el cuidado pastoral de la iglesia. Jesús le ha encomendado a cada ministro la misma encomienda que le dio a Pedro: “Apacienta mis ovejas” (Juan 21:15). 

La salud espiritual de la iglesia está estrechamente ligada con la predicación que las nutre. Los miembros necesitan alimento espiritual. Únicamente la exposición de la Palabra de Dios puede suplir esa necesidad. La iglesia que reciba el Pan de vida a través de la predicación, gozará de cristianos fuertes. Por el contrario, la que carezca de predicación bíblica será testigo de la apostasía y decadencia de sus miembros.

CONCLUSIÓNPodemos afirmar, para concluir que, contrario a lo que muchos profetas modernos declaran, la predicación vive y goza de buena salud. La comunicación oral del mensaje divino es necesaria hoy más que nunca. Tanto la sociedad que corre tras el secularismo y la iglesia que decae ante la apatía, necesitan hoy más que nunca el bálsamo curativo que solo viene a través de la exposición fiel de la Palabra de Dios.
¿ENTENDIÓ LO QUE LEYÓ?... ENTONCES PUEDE RESPONDER
1. ¿Cuáles son las preguntas que deben ser respondidas antes de enfocarnos en los aspectos prácticos relacionados con la predicación?2. Defina brevemente qué es la predicación.3. ¿Cuál es su objetivo al predicar?4. Enumere los elementos esenciales de la predicación.5. ¿Cuáles son las cinco áreas protagónicas de la predicación?

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jueves, 30 de junio de 2016

EL ESPIRITU DEL SEÑOR ESTA SOBRE MI, PORQUE ME HA UNGIDO PARA ANUNCIAR EL EVANGELIO A LOS POBRES. ME HA ENVIADO PARA PROCLAMAR LIBERTAD A LOS CAUTIVOS, Y LA RECUPERACION DE LA VISTA A LOS CIEGOS; PARA PONER EN LIBERTAD A LOS OPRIMIDOS;

Gran Biblioteca Ministerial: El Vino a Libertar a los Cautivos

Archivo: PDF | Tamaño: 1.5MB | Idioma: Spanish | Categoría: Guerra Espiritual - Preparación Ministerial
El propósito de este libro es mostrar las muchas maneras en que Satanás y sus demonios están activos en el mundo de hoy, y cómo usted puede luchar eficazmente contra ellos, y cómo puede librarse de los lazos de Satanás.

Satanás hará cualquier cosa para impedir que usted lea esto. Le afligirá con avasallador insomnio, confusión, interrupciones constantes y muchas otras cosas. El MIEDO es una de las principales armas de Satanás. El se valdrá del miedo para no dejarle leer este libro. Rechace el miedo directa y audiblemente en el nombre de Jesucristo para vencerlo. Ore y pida protección si va a leer y tratar de entender lo que este libro contiene.
El año de internado es el primer año de entrenamiento que recibe un médico que acaba de graduarse. Es con mucho el año de más intenso trabajo, y el más aterrador. Para Rebecca en el Memorial no fue diferente que para los demás, excepto que estaba constantemente consciente de que había algo extraño pero indefinible en cuanto a aquel hospital. Nadie parecía notarlo, ni siquiera sus colegas cristianos.

Desde el principio halló una asfixiante atmósfera de odio, murmuración y lucha en el departamento y, sin duda, en todo el hospital. Era un ambiente de extrema frialdad. Esto, además de las enormes presiones físicas y emocionales del año, lo usó el Señor para que ella se acercara mucho más a El.

Desde el principio notó una inusitada resistencia al evangelio. Cada vez que hablaba de Cristo se negaban redondamente a escuchar. Es más, en sus primeros seis meses en el hospital, la administración mandó a retirar las Biblias que los Gedeones habían colocado en los cuartos de enfermos y colocó un aviso en cada estación de enfermería en el que advertía que cualquier empleado que fuera sorprendido «evangelizando» a los pacientes sería despedido en el acto.

Y a cualquier pastor que fuera al hospital se le impedía visitar a quienes no fueran miembros de su iglesia; si las enfermeras lo sorprendían «evangelizando» a otros pacientes tenían la obligación de ordenar que los guardias lo sacaran del hospital y no lo dejaran entrar más. No se permitía servicio de capellanía, lo cual es inusitado. Era como si se estuviera haciendo un esfuerzo por impedir cualquier mención de cristianismo dentro del edificio del hospital.

sábado, 23 de abril de 2016

Anden en el Espíritu, y así jamás satisfarán los malos deseos de la carne. Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





Llevemos de la mano a la congregación hacia La Palabra de Dios


PASOS PARA CONSEGUIR LA VICTORIA
Gálatas 5:16-18

16 Digo, pues: Andad en el Espíritu, y así jamás satisfaréis  los malos deseos de la carne. 17 Porque la carne desea lo que es contrario al Espíritu, y el Espíritu lo que es contrario a la carne. Ambos se oponen mutuamente, para que no hagáis lo que quisierais. 18 Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. 
Puestos los ojos en Jesús...Corramos con paciencia la carrera

LOS PASOS HACIA LA VICTORIA
“Andad por el Espíritu” (Gálatas 5:16) - PRIMER PASO
Ya le toca a Pablo dar los pasos hacia una vida bajo el control del Espíritu. 
Da una orden, modo imperativo en el tiempo presente siempre en vigor. “Digo, pues: Andad en (por, a través de) el Espíritu, y no (de ninguna manera jamás) satisfagáis (o el tiempo futuro fuerte: satisfaréis) los deseos de la carne” ’ (Gálatas 5:16). 

Hay varios matices de significado que podemos considerar. La orden de andar o vivir por el Espíritu está en pie y lo que sigue puede ser una garantía de que no habrá en el futuro. ¿Por qué ceder a los deseos egoístas de la carne?

Algunos interpretan “satisfacer” o “cumplir” (véase el verbo sinónimo en Romanos 8:4) en el tiempo futuro indicativo y otros dicen que es en el modo subjuntivo, un mandato indirecto. Por un lado, tenemos la seguridad de no ceder a la carne, y por el otro una orden de no cumplir o ceder a la carne. Prefiero la primera interpretación. Ya que es el Espíritu, el Santo, que no nos involucrará nunca en ser cómplice de la carne. El Espíritu Santo siempre produce la santidad.

Otra razón por la cual no pueden coexistir en paz el Espíritu y la carne en el andar del creyente es debido a la incompatibilidad del Espíritu Santo y la carne (Gálatas 5:17). 

Son polos opuestos y no hay manera de armonizar sus fines. Se oponen a sí mismos. Si la carne anda suelta en la vida del creyente, no puede haber control del Espíritu Santo por mucho que hablemos del bautismo del Espíritu o la facilidad de orar, el cantar o hablar en lenguas o aunque, a nuestra manera de ver las cosas, hayamos tenido una gloriosa experiencia en el pasado. La bendición del Espíritu sólo descansa en quien actualmente es santo en su manera de vivir.Ya que es el Espíritu de Cristo (Romanos 8:9), sólo habla de Cristo y lo glorifica a Él. 

“Pero cuando venga el Espíritu Santo de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir. El me glorificará; porque tomará de lo mío, y os lo hará saber. Todo lo que tiene el Padre es mío, y os lo hará saber” (Juan 16:13–15). 

Lo que nos anima es: 
“Hijitos, vosotros, sois de Dios, y los habéis vencido; porque mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4:4).

El creyente sincero frente a las dos dinámicas (Gálatas 5:17)
“Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis”. ¿Qué quiere decir esta última frase? ¿Implica que la vida cristiana es una lucha interminable? De ninguna manera. Aunque estas dos dinámicas, el Espíritu y la carne, tienden en direcciones opuestas, hay que hacer frente a tal hecho, pero no nos obliga a vivir siempre en tal derrota espiritual.

Estas dos dinámicas son contradictorias entre sí; parecen competir; la evidencia de tal contradicción es patente en la vida de cualquier creyente sincero. Sin embargo, el hecho de que existan las dos en el creyente no nos obliga, repito, a vivir sumidos o encerrados en esa interminable lucha. A veces algunos intérpretes nos dejan con esa conclusión, ya sea dicha o inferida.

Esta sección de Gálatas introduce el posible conflicto entre el Espíritu y la carne. Pero en Romanos 7 y 8, Pablo mismo lo examina en mayor detalle describiendo su lucha interna y gemir ante la triste realidad de la carne. Fue lo que experimentó cuando vivía bajo la condena de la ley. 

Con toda honestidad, el apóstol señala tres pasos hacia abajo en su quebrantamiento durante su dura lucha. Pero, al final, ese proceso lo condujo a una victoria resonante.

Tres pasos en el descenso hacia el quebrantamiento como antesala de la victoria

  1. “¿Luego lo que es bueno (la ley en su debido ministerio), vino a ser muerte para mí? En ninguna manera; sino que el pecado para mostrarse pecado, produjo en mí la muerte por medio de lo que es bueno, a fin de que por el mandamiento el pecado llegase a ser sobremanera pecaminoso. (Romanos 7:13).
  2. “Y yo sé que en mí, esto es, en mi carne, no mora el bien; porque el querer el bien está en mí, pero no el hacerlo” (Romanos 7:18);
  3. finalmente, Pablo no pudo más: “¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?” (Romanos 7:24).
Puede existir tal conflicto, pero no es de ninguna manera la suerte o el final del creyente. El evangelio provee los medios por los cuales todo creyente puede vivir bajo el control del Espíritu y no bajo el de la carne, según Pablo asegura a los gálatas.Pablo relata en detalle la triste experiencia que le pasó cuando en dicha ocasión él aceptó la ley como el medio de la vida cristiana en Romanos 7:7–24. Pero no era la vida cristiana normal (como Watchman Nee afirma en el título de su valioso libro), porque afirma después de la iluminación del Espíritu en el siguiente verso: “Gracias doy a Dios, por Jesucristo nuestro Señor” (Romanos 7:25).

Después de una brevísima referencia al pasado en Gálatas 7:25 (b) se lanza en Romanos 8:1–4. “Ahora, pues, ninguna condenación (ningún tipo de condenación) hay para los que están en Cristo Jesús, Porque la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me (nos) libró (tiempo aoristo/pasado en el original) de la ley del pecado y de la muerte. Porque lo que era imposible para la ley, por cuanto era débil por la carne, Dios, enviando a su Hijo en semejanza de carne de pecado y a causa del pecado, condenó el pecado en la carne para que la justicia de la ley se cumpliese en nosotros, que no andamos conforme a la carne sino conforme al Espíritu”.

Ésta es la victoria resonante que Pablo elabora en el resto de Romanos 8, el capítulo de la vida victoriosa bajo el control del Espíritu.

Otra Afirmación: bajo la gracia somos guiados por el Espíritu Santo (Gálatas 5:18)
“Pero si sois guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley”. Pablo reafirma que la ley sólo trae condenación porque nuestras mejores fuerzas son impotentes. Pero bajo la gracia de Dios nuestras fuerzas débiles se sustituyen por el poder del Espíritu que nos hizo ya nuevas criaturas en Cristo, soltando de una vez la misma dinámica del Espíritu. 

“Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:14). Esto es lo que los gálatas, tentados a volver a la esclavitud de la ley, necesitaban oír.

Pablo vuelve a su tesis que el reinado de la ley sólo provoca la carne. Cuanto más el creyente quiere refrenar la carne y sus deseos, tanto más fracaso experimenta. Los esfuerzos inútiles nuestros nos conducen a la desesperación y la frustración.

Debemos recordar que el creyente ya murió a la ley y vive unido a Cristo resucitado. “Así también vosotros, hermanos míos, habéis muerto a la ley mediante el cuerpo de Cristo, para que seáis (casados) de otro, del que resucitó de los muertos, a fin de que llevemos fruto para Dios… Pero ahora estamos libres de la ley, por haber muerto para aquella en que estábamos sujetos, de modo que sirvamos bajo el régimen nuevo del Espíritu y no bajo el régimen viejo de la letra” (Romanos 7:5, 6).

La Epístola a los Romanos complementa y coincide con la carta a los Gálatas. Ambos trazan el proceder de la libertad en santidad. 

Romanos nos da la verdad en forma teológica y Gálatas en forma práctica frente a la ley que provoca la carne en sus múltiples manifestaciones.

Poderoso puntos para tomar en cuenta

  1. La carne en pleno desarrollo resulta en celos amargos y contenciones y toda obra perversa (Santiago 3:16).
  2. El evangelio nos introduce a una nueva relación: nuestra unión con Cristo, muertos a la ley y unidos a Cristo resucitado quien opera en nosotros a través del Espíritu Santo: “Andad en el Espíritu y no satisfaréis los deseo de la carne” (Gálatas 5:16). 
  3. Aunque las dos dinámicas son incompatibles, es nuestra sumisión y obediencia al Espíritu lo que produce la verdadera libertad en santidad (Gálatas 5:18).
  4. No es por los valientes esfuerzos nuestros sino por el oír con fe, nuestra muerte y resurrección en Cristo quien nos llena de su Espíritu. No es tanto una experiencia sino un andar diario.
  5. Pablo tendrá más por decir sobre las obras de la carne contra el fruto del Espíritu en el resto del capítulo cinco. Cerrará con broche de oro el tema con: “Pero los que son de Cristo han crucificado la carne con sus pasiones y deseos. Si vivimos por el Espíritu, andemos también por el Espíritu” (Gálatas 5:24, 25).
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lunes, 15 de febrero de 2016

Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redarg:uir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
ES MI ESTANDARTE: A SU NOMBRE ¡¡¡GLORIA!!!





UTILIDAD Y VALOR: PREDICACIÓN EXPOSITIVA


 PREDICACIÓN EXPOSITIVA: UTILIDAD Y VALOR


Características más sobresalientes:

1. Ofrece variación temática y continuidad.

Todos corremos el riesgo de vivir en un círculo cerrado. Sin darnos cuenta repetimos mensajes y bosquejos. A veces preparamos sermones que resultan monótonos, cansadores, y con frecuencia repetitivos. Al predicar expositivamente a través de la Biblia semana tras semana, salimos del círculo de doctrinas favoritas o denominacionales, y mostramos en forma mucho más completa lo que Dios dice en su Palabra. De esa manera evitamos ser parciales, exclusivistas y obtusos. Además, tenemos la oportunidad de hablar sobre temas que, de otra manera, pasaríamos por alto.

2. Alimenta.

Alimentemos al pueblo de Dios con comida sólida y nutritiva, sirviéndoles en el plato dominical el suculento alimento que la predicación expositiva hace posible.

3. Anuncia todo el consejo de Dios.

Cuando el apóstol Pablo pensó que debía dejar para siempre a su amada iglesia en Efeso, fue un alivio saber que ante Dios él estaba limpio de la sangre de todos ellos por no haberse negado a anunciarles todo el consejo de Dios (Hch. 20:27). Además el salmista declara: La suma de tu palabra es verdad (Sal. 119:160). El peso acumulado de la verdad es lo que más eficazmente instruye al cristiano.

Se requiere el uso de toda la Escritura para la edificación del Cuerpo de Cristo pues cada parte fue divinamente inspirada y registrada con un propósito definido: ministrar al cristiano (2 Ti. 3:16, 17).

El famoso predicador británico Spurgeon exhortaba a sus estudiantes: “Cualquier parte de la Biblia es provechosa, y vuestro deber no es tan sólo predicar la verdad sino la verdad entera. No insistáis constantemente sólo en una verdad. La nariz es muy importante como parte constituyente del rostro humano, pero retratar sólo la nariz de un hombre, no sería un modo satisfactorio de copiar su cara.”

4. Es la misma Palabra de Dios.

No son palabras humanas sino divinas. Cuando Dios habla, la conciencia que escucha no puede menos que sacudirse. A veces surgen problemas en las iglesias porque algún miembro o familia acusa al pastor de que el sermón fue dirigido a ellos en forma personal y ofensiva (y lamentablemente en ocasiones es cierto). La predicación expositiva evita ese tipo de acusaciones porque la Palabra de Dios llega al corazón en forma natural y directa, y exhorta al oyente.

5. Capacita al cuerpo de Cristo.

La tarea del pastor no es hacer, supervisar y decidir todo sino capacitar al cuerpo de Cristo para que éste lleve a cabo el ministerio (Ef. 4:11–16). El predicador es usado por Dios para edificar a los santos de modo que los santos—no el pastor—hagan la obra del ministerio. De manera que con la predicación expositiva tanto el uno como los otros ocupan su correspondiente lugar.
Quien predica mensajes expositivos en forma regular, pronto descubrirá que la iglesia crece en la fe y los fieles llegan a convertirse en maestros. En realidad, podríamos comparar la predicación expositiva con un instituto bíblico.

6. Libra del eterno dilema de elegir temas aislados.

A menudo el predicador se enfrenta a la decisión de escoger temas para sus mensajes. Por otra parte, si está predicando sobre determinado libro de la Biblia semana tras semana, la elección ya no debe hacerse pues cada mensaje corresponderá al pasaje “de turno”. De ese modo, el predicador se verá libre de la tendencia de usar caprichosamente textos aislados. Estos serán considerados a la luz del contexto, y serán interpretados, explicados y aplicados en forma correcta.

7. Cautiva, encanta y fascina.

La buena predicación expositiva crea tal fascinación e interés que a la gente le resulta difícil esperar una semana para saber cómo sigue el pasaje ya que desean continuar escuchando verdades vivientes. Por otro lado, la predicación expositiva estimula a que el pueblo regrese domingo tras domingo pues no quiere perderse ningún párrafo bíblico.

Muchos pastores me han compartido su experiencia de que al predicar expositivamente en forma regular, los cultos comenzaron a crecer en asistencia y los jóvenes se convirtieron en el público más atento.

Al recordar la exposición que había hecho Jesús, los hombres de Emaús se dijeron: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras … y cuando nos abría las Escrituras? (Lc. 24:32). Este tipo de predicación no sólo cautiva a la gente sencilla y a la juventud, sino también a personas cultas que por su preparación demandan continuidad, orden y lógica en un mensaje. El sermón expositivo, entonces, puede convertirse en útil aliado de pastores sencillos al frente de una congregación de extracciones variadas. No es necesario ser doctor en teología para poner en práctica la predicación expositiva.

8. Hace posible una constante renovación espiritual.

Al recibir mensajes expositivos, la grey avanza hacia la madurez espiritual. Este tipo de predicación ha producido grandes avivamientos. El más notable fue la reforma del siglo XVI. Lutero predicaba y escribía comentarios. Y Calvino, que tanta influencia ha tenido en el mundo cristiano evangélico, era el expositor por excelencia.

9. Fija la atención en el texto bíblico.

Cuando la congregación sabe que habrá predicación de la Biblia misma, por lo general recordará llevarla al culto a fin de poder seguir el curso del mensaje teniendo ante sí el pasaje en cuestión. Los creyentes desean constatar la exposición y ver las palabras y frases a que hace referencia el predicador. La gente comienza a darse cuenta de que la Biblia no es una serie de versículos colocados arbitrariamente en un lugar, ni temas aislados o difíciles de descubrir. Los creyentes comprueban que la Palabra de Dios es un coherente y coordinado cuerpo de verdades con continuidad lógica e inteligente.

10. Produce conversiones sólidas.

En diversas ocasiones he sido testigo de personas que se convierten mientras predico un sermón expositivo destinado primordialmente a los miembros de la iglesia. He conocido congregaciones donde el pastor cada domingo predica un sólido mensaje expositivo, y después del culto se entregan a Cristo personas de todo rango y cultura.

11. Obliga a que el predicador crezca.

John Stott, el gran expositor británico, afirma que la predicación expositiva es una disciplina muy exigente y, quizás por ello, poco frecuente. Sin embargo, los resultados personales bien valen la pena: (a) enriquece y profundiza el conocimiento bíblico; (b) estimula el intelecto y el espíritu, y uno siente emoción al descubrir, conocer y “ver” más de lo eterno; (c) desarrolla la personalidad del pastor o predicador, que crece en su vida espiritual (Ro. 8:29).

Este tipo de predicación cuenta con una fuente casi inagotable, es decir que no se acaba luego de los primeros 20 minutos del sermón, luego de lo cual tal vez comiencen las repeticiones. El problema con que se enfrenta el predicador es: ¿qué es lo que no diré en esta ocasión? Hay tanto material que nos preguntamos cómo podremos limitar nuestro mensaje a 30 ó 40 minutos—o el tiempo que tengamos.
Como esta predicación pone énfasis supremo en la misma Palabra de Dios, exige que el predicador tenga contacto directo con las Escrituras. La predicación sistemática de la Biblia es imposible sin un estudio sistemático de ella.

“Es una bendición—escribió Spurgeon—alimentarse del alma misma de la Biblia hasta llegar a hablar el lenguaje de las Escrituras, y hasta que el espíritu esté sazonado con las palabras del Señor, a fin de que nuestra sangre sea bíblica y la esencia misma de la Biblia brote de nuestro interior.”

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