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sábado, 10 de diciembre de 2016

Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados. A PROPÓSITO DE LA NAVIDAD

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



LA NAVIDAD Y LA FIESTA DE LOS TABERNÁCULOS
NAVIDAD
EL NACIMIENTO DE JESUCRISTO

EL NACIMIENTO PROFÉTICO QUE CAMBIÓ LA HISTORIA DEL MUNDO Y PUEDE CAMBIAR SU VIDA

Feliz Navidad porque nuestro Dios ha enviado a Su Hijo que se ha hecho hombre y ha venido de Su Reino eterno a nuestro mundo finito para salvarnos de este mundo y de la muerte, para que tengamos acceso, por la fe en Su obra, al Reino de Dios por la eternidad, si recibimos a Jesucristo en nuestro corazón, el niño que cumplió la profecía: ...Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro, y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz... Isaías 9:6. Pocos textos en la Biblia son tan claros y explícitos como éste sobre el nacimiento profético y la naturaleza del Mesías. Yahshua, Jesucristo el Hijo de Dios, Yahweh.
En este estudio sobre la Navidad, sobre el nacimiento de Jesucristo y su repercusión en la humanidad, veremos varios apartados. Primero veremos los Textos sobre el nacimiento de Jesús, seguido de la historia de la Navidad y las tradiciones. Luego pasaremos a un apartado dedicado a las profecías que cumplió Jesús en Su nacimiento, y finalmente una tabla comparativa donde de un solo vistazo podemos ver la siguiente información fundamental dividida en tres columnas: La historia Bíblica y su paralelismo con la historia de la vida de Jesús; la vida de Jesús de Nazaret y su paralelismo con la historia del hombre, "La Navidad de Jesucristo", y la repercusión del nacimiento, vida, muerte y resurrección de Jesús en la historia del hombre. Jesucristo ha sido concebido en nuestra alma por el Espíritu Santo, para nacer, para que nazcamos de nuevo. Toda la historia de Jesucristo tiene un enfoque hacia el hombre, "...pues por nosotros se escribió... 1Corintios 9:10, y por nosotros nació, murió y resucitó Jesucristo". ¿Es Navidad en su alma, María?.

TEXTOS BÍBLICOS DEL NACIMIENTO DE JESUCRISTO
MIQUEAS 5
2Pero tú, Belén Efrata, pequeña para estar entre las familias de Judá, de ti me saldrá el que será Señor en Israel; y sus salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad.
 
MATEOCAPÍTULO 1
NACIMIENTO DE JESÚS LLAMADO EL CRISTO
18El nacimiento de Jesucristo fue así: Estando desposada María su madre con José, antes que se juntasen, se halló que había concebido del Espíritu Santo.
La virgen María simboliza toda alma en la que nace Cristo por ser engendrado del Espíritu. Ella, cualquiera de nosotros,  no se considera digna. No tiene este engendramiento procedencia de José, quien representa nuestra carne, porque Cristo nace en nosotros por la fe y no por nuestras obras de la carne, nuestra moral, o nuestros esfuerzos de justicia.
19José su marido, como era justo, y no quería infamarla, quiso dejarla secretamente.
José, nuestra carne, no usa normalmente la mente para las cosas de Dios, sino para racionalizar y explicar científicamente como funcionan las cosas. Por eso quiso dejar a María secretamente, ya que, como diríamos hoy: ¿En qué cabeza cabe la mente de Cristo? Es necesario nacer de nuevo para asimilar que uno tiene que negarse a si mismo.
20Y pensando él en esto, he aquí un ángel del Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es.  21Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.
No temas recibir a Cristo en tu alma, porque el es EMANUEL, Dios con nosotros. Así está profetizado que el Cristo nacería dela Virgen. Isaías 7:14.
22Todo esto aconteció para que se cumpliese lo dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo: 23 He aquí, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros. 24Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer.  25Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito; y le puso por nombre JESÚS.
Primero llama la atención el nombre del hijo de José y María, el ángel indica Emanuel que es Dios con nosotros, y al nacer le llamaron Yeshua o Yahshua, que es Salvación de Dios, y la salvación ¿para quien es?: para nosotros, es decir que el nombre de Jesús era en realidad: Dios nuestro Salvador, esto es lo que era este niño que venía al mundo. Yah-Shua, como Yah-Weh. Hay otras raíces del nombre de Dios en el Tetragramatón YHWH que también son parte de Su nombre.
También vemos que el Señor nos avisa de Sus planes para con nosotros a través de los sueños. Pero José no conoció a María; esto es: no tuvo relación matrimonial hasta que nació Jesús; que el hombre no conoce al Señor hasta que la semilla del Evangelio no da el fruto en nuestra alma y cambia nuestra mentey nos hace nacer del Espíritu, y este fruto es Jesucristo.

MATEO: CAPÍTULO 2
LA VISITA DE LOS MAGOS
1Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes
El Mesías viene al mundo en pleno reinado de Satanás sobre los hombres. De igual modo ocurre cuando viene a cualquier persona hoy día.
vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, 2diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle.
Aquellos que tienen espíritu de sabiduría y también aquellos que tienen  potestades de los aires con ellos, vienen a adorar a Aquel que es Rey de los espíritus. También representa que los sabios del mundo reconocerán en nosotros la sabiduría de Dios, que es superior a la humana.
3Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él.
Se turba el diablo cuando ya ve que se le acaba el tiempo en un alma porque Cristo ha nacido en ella. Y toda Jerusalén con él, simboliza a todos los hombres de religión en el mundo que saben que con sus obras no pueden justificarse ante Dios, que ha llegado el día del Señor.
4Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo.  5Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta:
El nacimiento del Mesías está profetizado en La Biblia y los Judíos lo sabían y lo saben. Es dureza de corazón no aceptarle, aunque ya hay muchos Judíos Mesiánicos que han aceptado al Mesías que había de venir, a Yahshua llamado el Cristo.
6tú, Belén, de la tierra de Judá, No eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador,que apacentará a mi pueblo Israel. 7Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella;  8y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del niño; y cuando le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore.  9Ellos, habiendo oído al rey, se fueron; y he aquí la estrella que habían visto en el oriente iba delante de ellos, hasta que llegando, se detuvo sobre donde estaba el niño.  10Y al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo.  11Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra.
Los magos, también llamados sabios, son aquellos del mundo que están buscando la verdad de Dios, y que con sus conocimientos, a veces entrando en ocultismo y otras abominaciones, se dan cuenta de que el que está delante de toda la creación es el Dios de los espíritus. Por ello estos hombres vienen a adorar, honrar y glorificar a Dios en Su Hijo Jesús, mandado para la salvación del mundo. Ellos le ofrecen todo lo más preciado y significativo para un rey: oro representando sus riquezas espirituales, sus experiencias de sus vidas, incienso: sus oraciones para conocer a Dios, y mirra: la amargura de sus vidas sin Dios. Un poco los que experimentaría nuestro Señor, el oro que es la riqueza de un Rey, en este caso el Rey de reyes, incienso su ministerio del Sacerdocio de la intercesión por amor a los hombres, y la amargura de la mirra en aquellas almas que le aborrecen por ser lleno de bondad y amor espiritual, las almas que se pierden y el sufrimiento de Su pasión, ...le dieron a beber vino mezclado con mirra. Marcos 15:23.
12Pero siendo avisados por revelación en sueños que no volviesen a Herodes, regresaron a su tierra por otro camino.
MATANZA DE LOS NIÑOS
13Después que partieron ellos, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José y dijo: Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo. 14Y él, despertando, tomó de noche al niño y a su madre, y se fue a Egipto,
He aquí José, un alma que ya tiene a Cristo dentro de sí, porque le ha aceptado en su corazón; que tome al niño y a su madre, o sea que lleve consigo en María, su alma, y al niño, que es Cristo. Le es indicado por el Señor que vaya a Egipto, en otras palabras, que vaya a seguir viviendo en el mundo, como uno más, para que confíe en que el Señor le irá dando sabiduría, señales y enseñanza, para su vida acompañado de Dios y ser luz para los demás, trayéndoles a Aquel que Es la Luz del mundo.
Que no nos apartemos de los demás que aun no creen, ya que si lo hacemos, los aborrecemos, y Cristo precisamente quiere que no dejemos de estar en contacto con los que aun están muertos al Espíritu. Porque he aquí que el diablo busca formas para que aborrezcamos a los que no tienen fe. También intenta influenciar a aquellos que ahora ven a Dios para que se consideren la élite y los perfectos. Nada que ver con el comportamiento de Cristo que se mezcla con los pecadores para salvarlos, sin pecar, y dando el ejemplo a seguir.
15y estuvo allá hasta la muerte de Herodes; para que se cumpliese lo que dijo el Señor por medio del profeta, cuando dijo: De Egipto llamé a mi Hijo. 16Herodes entonces, cuando se vio burlado por los magos, se enojó mucho, y mandó matar a todos los niños menores de dos años que había en Belén y en todos sus alrededores, conforme al tiempo que había inquirido de los magos.  17Entonces se cumplió lo que fue dicho por el profeta Jeremías, cuando dijo: 18 Voz fue oída en Ramá, Grande lamentación, lloro y gemido; Raquel que llora a sus hijos, y no quiso ser consolada, porque perecieron. 19Pero después de muerto Herodes, he aquí un ángel del Señor apareció en sueños a José en Egipto, 20diciendo: Levántate, toma al niño y a su madre, y vete a tierra de Israel, porque han muerto los que procuraban la muerte del niño.  
Cuando ha muerto el rey Herodes, que representa a Satanás o mejor dicho, cuando el diablo deja de tentar a un alma que acaba de recibir a Jesús, como tentó a Cristo, entonces recibe la instrucción de ir a Israel, es decir a ser parte del Pueblo Espiritual de Dios, la Iglesia: Aquellos que han recibido a Jesucristo, el Hijo de Dios, El Mesías. También veremos a Jerusalén como ciudad donde se predica ya al Mesías por los Judíos Mesiánicosporque los Judíos ya comienzan a reconocer a Yahshua como el Mesías prometido, conforme a la profecía de Romanos 11.
21Entonces él se levantó, y tomó al niño y a su madre, y vino a tierra de Israel.  22Pero oyendo que Arquelao reinaba en Judea en lugar de Herodes su padre, tuvo temor de ir allá; pero avisado por revelación en sueños, se fue a la región de Galilea,  23y vino y habitó en la ciudad que se llama Nazaret, para que se cumpliese lo que fue dicho por los profetas, que habría de ser llamado Nazareno.

LUCAS: CAPÍTULO 2
8Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño.
También hoy podemos interpretarlo del siguiente modo: Había en la región guías del pueblo de Dios que aguardaban las buenas noticias del Mesías, para bendecir a aquellas personas que aprendían con ellos las cosas de Dios. Hoy esos mismos pastores esperan también la venida de Cristo en los corazones de aquellos a los que predican.
9Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor; y tuvieron gran temor. 10Pero el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran gozo, que será para todo el pueblo: 11que os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor. 12Esto os servirá de señal: Hallaréis al niño envuelto en pañales, acostado en un pesebre. 13Y repentinamente apareció con el ángel una multitud de las huestes celestiales, que alababan a Dios, y decían: 14 ¡Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz, buena voluntad para con los hombres!
Día de gran gozo en el Cielo y en la tierra. Esto es lo que se debe celebrar en Navidad, aunque no coincida con la fecha real; este es el mensaje que debemos llevar a nuestro prójimo para que Dios toque sus corazones y para la Gloria de Dios.
15Sucedió que cuando los ángeles se fueron de ellos al cielo, los pastores se dijeron unos a otros: Pasemos, pues, hasta Belén, y veamos esto que ha sucedido, y que el Señor nos ha manifestado. 16Vinieron, pues, apresuradamente, y hallaron a María y a José, y al niño acostado en el pesebre. 17Y al verlo, dieron a conocer lo que se les había dicho acerca del niño. 18Y todos los que oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían.
Todos los que oyen el mensaje de predicación se maravillan. 
19Pero María guardaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón. 20Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.

María y cualquier alma, al conocer a Cristo y sobre Cristo, medita atónita sobre El que ha nacido en su corazón.
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sábado, 30 de julio de 2016

Si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos... sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




FUERTES Y DÉBILES EN LA FE



  CONVIVIENDO CON DIFERENTES GRADOS DE MADUREZ ESPIRITUAL

Nos cuesta aceptar que en las iglesias locales tenemos que convivir con hermanos que tienen diferentes grados de madurez espiritual.

Nadie cree que Pablo, al escribir esta parte práctica de su carta, lo hiciera para ayudar a resolver algún grave problema de la iglesia de Roma que hubiera llegado a sus oídos. Más bien se piensa que lo escribió motivado en su experiencia con otras iglesias que conocía a fondo por haberlas fundado él mismo.

Cuando escribió su carta a los romanos estaba viviendo en la ciudad de Corinto. En su carta a Corinto había abordado un tema que tiene afinidad con las situaciones aludidas acá.

En 1 Co. 8 trata la solución de problemas surgidos porque algunos hermanos comían carne que, según algunos, había sido previamente sacrificada a los ídolos.

Los temas mencionados en Romanos se refieren a si los judíos convertidos debían o podían conservar la práctica de guardar ciertos días de fiesta como algo especial, o si podían comer ciertas carnes o debían abstenerse, haciendo un régimen puramente vegetariano.

En el contexto actual, algunos de estos distingos pueden parecernos triviales. A veces no entendemos que las situaciones mencionadas son sólo ejemplos de muchas otras que van surgiendo en las iglesias locales con el transcurso del tiempo y con la variación de distintos entornos culturales.

En nuestro tiempo los “grandes” temas de debate, a veces alcanzan a dividir iglesias individuales o causan separación de denominaciones que formaban parte de un mismo grupo. Y estos temas de debate son, por ejemplo, si se puede acompañar las canciones de adoración con una batería, o la cantidad de decibelios a que debe salir la música de los equipos de sonido, o si se puede subir al púlpito a predicar sin saco y sin corbata, o si una dama cristiana puede o no ir a los cultos con pantalones, o si se puede aplaudir durante las canciones de alabanza al Señor. Hasta es posible que algunos se sonrían de que publiquemos estas “tonteras”, mientras que otros se escandalicen por considerar que son más serias de lo que nosotros les atribuimos ser.

¿Qué conclusiones sacaremos si buscamos la orientación que Pablo da en su carta con referencia al tratamiento de casos de este tipo, que no son cuestiones de doctrina?

   1. Pablo no define las situaciones planteadas en un sentido o en otro (Romanos 14:1–12).

1 Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. 
2 Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres. 
3 El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come;          porque Dios le ha recibido. 
4 ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio Señor está en pie, o cae; pero      estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme. 
5 Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté                 plenamente convencido en su propia mente. 
6 El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el              Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no      come, para el Señor no come, y da gracias a Dios.
7 Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. 
8 Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea    que vivamos, o que muramos, del Señor somos. 
9 Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos    como de los que viven. 
10 Pero tú, ¿por qué juzgas a tú hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu                  hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. 
11 Porque escrito está: vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, y toda              lengua confesará a Dios. 
12 De manera que cada una de nosotros dará a Dios cuenta de sí.

En lugar de dar definiciones, Pablo ofrece ciertos principios.

  a.      Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones (Romanos 14:1, 2)

Debemos reconocer que existe la variedad. “Uno cree que se ha de comer de todo; otro que es débil, come legumbres” (Romanos 14:2).

Al decir esto, ha planteado una distinción dentro de la familia de la fe. Hay un cristiano al que considera “fuerte”, porque tiene tal libertad en Cristo, que no está atado a escrúpulos que eran propios de una cultura religiosa que la sola fe en Cristo había dejado completamente atrás. Hay otro cristiano, que es tan cristiano como el primero, pero que mantiene su conciencia atada a ciertas normas que había aprendido en su práctica religiosa anterior.

 Pablo llama a este cristiano “débil”. Su debilidad es que se priva de comer carne y como sólo legumbres no por problemas de salud, sino por problemas de conciencia. Digamos, de paso, que posiblemente todos somos “débiles” con respecto a algunas cuestiones y “fuertes” con respecto a otras, lo que hace que necesitemos comprender, pero al mismo tiempo ser comprendidos.

El que come, puede ahora sentirse superior al que no come. El ha sido llamado “fuerte” y el otro ha sido llamado “débil”. ¿Cuál sería nuestra reacción si estamos del lado del “fuerte”? Casi con seguridad pensaríamos: ‘Este otro hermano no sabe mucho de esto, es débil, y en consecuencia deberá adaptarse a lo que creemos los que somos fuertes, pues por algo lo somos.’

¿Pero qué pensaría el débil? Tal vez razonaría así: ‘Ese hermano fuerte no se da cuenta de que la conciencia existe para algo; tendrá más experiencia que yo, pero en esto de comer de todo está completamente equivocado.’

¿Cuál es la definición de Pablo? Ninguna; al menos en el sentido de que no le da la razón a ninguno. Al fuerte le dice que “no menosprecie al que no come” (al débil). Y al débil le dice “que no juzgue al que come” (al fuerte). ¿Cuál es el argumento de Pablo para cada uno de ellos? El mismo: “Dios le ha recibido” (Romanos 14:3). Ha recibido a los dos, tanto al débil como al fuerte. Si ambos están en pie de igualdad frente a Dios, el otro está en pie de igualdad frente a mí y yo estoy en pie de igualdad frente al otro. ¿A qué viene entonces la discusión? Cuando miramos el problema desde el punto de vista que está planteado, la discusión resulta innecesaria y dañina.

Cuando Pablo les señala a los fuertes “recibid al débil en la fe” (Romanos 14:1), enseguida hace la aclaración de que no deben recibido para “contender sobre opiniones”. No se trata de asuntos esenciales. Se trata de opiniones diferentes sobre asuntos opinables, aunque a cada uno le parezca que su opinión es la única valedera.

  b.      No menosprecie al otro; no lo juzgue; Dios lo ha recibido (a ambos) (Romanos 14:3)

i) No hay derecho sobre el criado o esclavo, pues ya tiene dueño (Romanos 14:4). Ahora Pablo se dirige a los dos, al fuerte y al débil, y efectúa una argumentación basada en la figura de la esclavitud existente cuando escribió: la del mercado de esclavos. El “criado ajeno” es un esclavo al servicio del dueño en las tareas de la casa. ¿Quién podía sentirse con derecho a juzgar a ese criado si ya tenía un dueño que no admitiría que nadie interfiriera con las órdenes que él le daba?

ii) Para su señor está en pie o cae (Romanos 14:4). El único que puede juzgar su conducta es su amo, su señor. Está en pie, es decir, resulta aprobado; o cae, es decir, no satisface a su dueño por lo que hace. En la aplicación se transfiere la acción del señor, dueño del esclavo, al Señor, dueño de la vida de los que ha redimido y dice de esta última relación: “poderoso es el Señor para hacerle estar firme”. La ilustración es del mercado de esclavos, pero la aplicación es para la iglesia de Cristo, en la cual El—y no otro—es el Señor, el que preservará a los suyos para que se desarrollen y permanezcan firmes en la fe.

iii) Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (Romanos 14:5). No se trata de adoptar diferentes puntos de vista basados en simpatías personales o adhesiones a mayorías o minorías, basadas en distintas razones. Lo que se está tratando acá no es de qué color deben pintarse las paredes del templo, en lo cual podemos tener opiniones cambiantes. Los temas referidos están relacionados con la conciencia espiritual de lo que es bueno o de lo que es malo. No se gana nada “convenciendo” a otro para tener una supuesta “uniformidad”. En alguna iglesia se podría convencer, presionar y hasta ayudar al vegetariano a comer un poco de carne, aunque sea para probarla, pero si su conciencia no ha sido tocada por Dios en ese punto, en lugar de ayudar a ese hermano, se lo estaría haciendo pecar.

iv) “Ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:6–8). Desde que somos esclavos de Jesucristo, nuestras conductas ya no pueden ser independientes. Lo que hacemos o no hacemos, en razón de la conciencia, está directamente ligado al Señor. Se hace para El o no se hace para El (Romanos 14:6).

La razón es siempre la misma. El Señor es nuestro amo, nuestro dueño. El nos compró con el precio de su sangre, y nos compró para que seamos suyos. Ni siquiera nuestra vida o nuestra muerte son independientes del Señor (Romanos 14:7). “Sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos” (Romanos 14:8). No se trata de resolver el problema del momento. No se refiere a un hecho meramente puntual. Pertenecemos a nuestro Amo, Dueño y Señor, para siempre.

v) Cristo es nuestro Amo por un acto deliberado de su voluntad (Romanos 14:9). “Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor …” Señor de los creyentes que vivimos en esta esfera terrenal, y Señor de los creyentes que ya han muerto y cuyos espíritus están en su presencia consoladora, mientras sus cuerpos aguardan que huyan las sombras en la resurrección previa al arrebatamiento.

vi) Entonces, ¿por qué el débil juzga, y el fuerte menosprecia? (Romanos 14:10). Ninguna de las dos actitudes tiene sentido a la luz del hecho de que tanto el uno como el otro, así como cada uno de nosotros, deberemos comparecer ante el tribunal de Cristo (2 Co. 5:1–10).

vii) Todos adoraremos y confesaremos al mismo Señor (Romanos 14:11,12). Si esto será inevitable y gloriosamente así en el futuro, debemos vivir ahora en armonía con nuestros hermaos con los cuales nos diferenciamos por distintos escrúpulos de conciencia. Si hacemos esto, estaremos agradando al Señor.

    2.      Si hemos entendido lo anterior, debemos tomar decisiones concretas (Romanos 14:13–23)

Romanos 14:
13 Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner              tropiezo a ocasión de caer al hermano. 
14 Yo sé, y confío en el Señor Jesús, que nada es inmundo en sí mismo; mas para el que piensa      que algo es inmundo, para él lo es. 
15 Pero si por causes de la comida tu hermano es contristado, ye no andas conforme al amor.        No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. 
16 No sea, pues, vituperado vuestro bien; 17porque el reino de Dios no es comida ni bebida,          sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 
18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 
19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 
20 No destruyas la obra de Dios por causes de la comida. Todas las cosas a la verdad son              limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come. 
21 Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o      se debilite. 
22¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí      mismo en lo que aprueba. 
23 Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que        no proviene de fe, es pecado.

  a.      No juzgar más los unos a los otros (Romanos 14:13)

Ahora se juntan las expresiones que antes eran distintivas. Antes se hablaba de juzgar, por parte de uno; y menospreciar, por parte de otro. El menosprecio es también una forma de juzgar, que tiene el sentido de “condenar” lo que el otro hace. Juzgar podría significar poner tropiezo u ocasión de caer al hermano.

  b.      Aplicar el amor cuando no es conveniente usar la libertad (Romanos 14:14–18).

Yo puedo tener la libertad de dormir con una ventana abierta, pero si mi esposa está enferma y puede perjudicarse, mi libertad, sin sufrir menoscabo, podrá dar lugar al amor y privarse momentáneamente del aire fresco. Al hacerlo así, yo mismo me beneficio pues, si presiono sobre mi libertad y mi esposa empeora, yo mismo sufriré por su falta de salud.

Reflexionemos en qué consiste el reino de Dios, el gobierno de Dios sobre nuestra vida. No se trata de que comamos o no ciertas cosas. En cambio sí tiene que ver con la justicia práctica en la vida, con la paz y con el gozo en el Espíritu Santo. Estas bendiciones las disfrutamos plenamente cuando agradamos a Dios y a la vez a nuestros hermanos. Servimos así a Cristo y somos aprobados por los hombres.

  c.      Sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14:19)

La iglesia no es para que nosotros nos edifiquemos en forma aislada. Es para la edificación conjunta. Es un edificio espiritual bien planeado y trabado, donde cada uno tiene su lugar. Es un cuerpo bien articulado, donde cada miembro cumple una función en bien de los demás miembros, y donde recibe bendición de los otros (Ef. 4; 1 Co. 12).

  d.      La comida y otros temas de divergencia tienen importancia relativa (Romanos 14:20)

No debemos permitir que asuntos personales destruyan la obra de Dios. Algo que es bueno para nosotros puede ser causa de tropiezo a otros. Nuestra actitud debe ser de abstención a fin de evitar ese mal mayor que el no uso de nuestra libertad.

  e.      No siempre lo bueno es hacer las cosas en que tenemos libertad (Romanos 14: 21)

Lo bueno es que nuestras actitudes no hagan tropezar, ofender o debilitar al hermano débil.

  f.      Entonces, ¿dónde queda la fe de los fuertes en su libertad? (Romanos 14:22)

En casos en que puede dañar a otros que no tienen esa fe, debe quedar en nosotros y delante de Dios. Evitaremos así ser juzgados en el tribunal de Cristo.

  g.      ¿Qué pasa si le débil que duda, finalmente come, o hace otra cosa? (Romanos 14:23)

Si lo hace movido por la presión de otros, peca al comer o hacer otra cosa, pues lo que no se hace en fe resulta ser pecado para el que lo hace (Romanos 14:15). Es la misma conclusión de que si el débil considera que algo limpio es inmundo, para él llega a ser inmundo (Romanos 14:14).
Aclaramos que este tema no termina en este capítulo, sino que se extiende hasta Romanos 15:1–7.

  BOSQUEJO ROMANOS 14:1–23

Débiles y fuertes

  A.      Aprendiendo a convivir con diferentes grados de madurez

    1.  Pablo no define las situaciones planteadas en un sentido o en otro (Romanos 14:1–12)
      a.      “Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones” (Romanos 14:1,2)
      b.      No menosprecie al otro; no lo juzgue; Dios lo ha recibido (a ambos) (Romanos 14:3)
         i)      No hay derecho sobre el criado o esclavo, pues ya tiene dueño (Romanos 14:4)
         ii)      Para su señor está en pie o cae (Romanos 14:4)
         iii)      Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente (Romanos 14:5)
         iv)      “Ninguno vive para sí, y ninguno muere para sí” (Romanos 14:6–8)
         v)      Cristo es nuestro Amo por un acto deliberado de su voluntad (Romanos 14:9)
         vi)      Entonces, ¿por qué el débil juzga, y el fuerte menosprecia? (Romanos 14:10)
         vii)      Todos adoraremos y confesaremos al mismo Señor (Romanos 14:11, 12)

    2.  Si entendimos lo anterior, tomemos decisiones concretas (Romanos 14:13–23)
      a.      No juzgar más los unos a los otros (Romanos 14:13)
      b.      Aplicar el amor cuando no es conveniente usar la libertad (Romanos 14:14–18)
      c.      Seguir lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación (Romanos 14:19)
      d.      La comida y otros temas de divergencia tienen importancia relativa (Romanos 14:20)
      e.      No siempre lo bueno es hacer las cosas en que tenemos libertad (Romanos 14:21)
      f.      Entonces, ¿dónde queda la fe de los fuertes en su libertad? (Romanos 14:22)
      g.      ¿Qué pasa si el débil que duda, finalmente come, o hace otra cosa? (Romanos 14:23)

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jueves, 21 de julio de 2016

En el tiempo final habrá burladores, que vivirán según sus propias pasiones impías. Éstos son los que causan divisiones, los sensuales, que no tienen el Espíritu

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Una denuncia de los falsos ministerios 

        LA EPÍSTOLA DE JUDAS: UNA EPÍSTOLA OMITIDA POR DENUNCIAR LOS FALSOS MINISTERIOS

La Epístola de Judas no ha tenido muy buena prensa. A pesar de sus hermosas palabras de ánimo y su gloriosa doxología, es poco estudiada en las iglesias, poco conocida por los creyentes y poco apreciada por algunos comentaristas.
Las razones de su mala prensa son varias, pero de entre ellas destacan tres. Si las estudiamos ahora, al comienzo de nuestro comentario, no es porque compartamos la opinión negativa que vierten sobre la Epístola, sino porque sirven para introducirnos en el ambiente del texto y, así, prepararnos para recibir sus enseñanzas.
1. «Una secuencia de denuncias»
En primer lugar, una lectura somera del texto nos causa la impresión de que la Epístola de Judas se compone de un largo rosario de denuncias expresadas en un lenguaje vehemente, severo y exaltado, y que, por lo tanto, se trata de un escrito negativo y poco edificante.
La estructura de la Epístola —sencilla y simétrica— es aproximadamente la siguiente.
  1. Salutación (Judas 1–2).
  2. Exhortación a la perseverancia (Judas 3).
  3. Denuncia de los falsos maestros, su actividad y su juicio (Judas 4–19).
  4. Exhortaciones a la perseverancia (Judas 20–23).
  5. Doxología (Judas 24–25).
Efectivamente, pues, el grueso de la Epístola (Judas 4–19) consiste en fuertes palabras condenatorias de los falsos maestros y sus doctrinas.
Sin embargo, a esto en seguida debemos añadir algunos matices. 
  • En primer lugar, la sección central, aunque es la más extensa, quizás no contenga la esencia de lo que Judas quiere comunicar a sus lectores. Más bien sirve de fundamento para las exhortaciones finales, las cuales revelan el corazón y la preocupación principal del autor. A veces ocurre que sólo vemos la necesidad de una intervención médica después de una larga explicación de la seriedad de nuestra enfermedad. El médico puede tardar veinte minutos en explicarnos las razones para un tratamiento determinado y sólo dos minutos en explicar el tratamiento en sí; pero éste último es la esencia de su comunicación. Así, la fuerza de las exhortaciones positivas de los versículos finales de Judas sólo llega a hacer impacto cuando entendemos la extrema seriedad del peligro denunciado en la sección central.
  • Por otra parte, no es del todo exacto decir que la sección central consiste sólo en denuncias. Antes bien, se trata de la demostración, mediante ejemplos procedentes de varias fuentes —el Antiguo Testamento, ciertos textos apócrifos y las enseñanzas de los apóstoles—, de que el libertinaje de los falsos maestros no es más que lo que los santos de Dios habían profetizado de antemano. El texto no va dirigido a los propios falsos maestros, sino a creyentes que están en peligro de dejarse engañar por sus enseñanzas. Más que una pesada denuncia, es una necesaria advertencia y, además, una advertencia a la que la Iglesia de Jesucristo necesita prestar atención siempre.
  • Judas mismo define el propósito de su carta en términos altamente positivos: la ha escrito para exhortaros a que contendáis ardientemente por la fe (Judas 3). En esto consiste su intención principal: llamar a sus lectores a las armas en la defensa de la verdad revelada de Dios. El evangelio está en peligro y debe ser defendido.
Tal llamada es necesaria en cada generación, pues el maligno siempre está presto a infiltrar en las iglesias sucedáneos de la verdad. La generación que descuida el mensaje de Judas está en peligro de sucumbir ante los ataques de Satanás.
  Mientras los hombres necesiten una severa reprensión a causa de sus prácticas, la Epístola de Judas tendrá relevancia. Su olvido es más una evidencia de la superficialidad de la generación que la desatiende, que de la falta de relevancia de su ardiente mensaje.
2. «La hermana menor de la Segunda Epístola de Pedro»
En segundo lugar, la Epístola de Judas ha vivido siempre bajo la sombra de 2 Pedro. Las dos epístolas confrontan la misma clase de situación y se dirigen contra la misma clase de falsa enseñanza. Pero, más aún, las dos son similares hasta en el lenguaje, el argumento, las ilustraciones bíblicas, las metáforas y la secuencia de ideas:
  De los 25 versículos de Judas, nada menos que 15 aparecen, enteros o en parte, en 2 Pedro. Además, muchas de estas ideas, palabras o frases idénticas aparecen en paralelo en los dos escritos, lo cual establece sin posibilidad de duda el hecho de que deba existir entre ellos algún tipo de parentesco literario.
Puesto que 2 Pedro es una epístola más extensa y con mayor riqueza de contenido doctrinal, la de Judas ha llevado las de perder en la comparación y ha sido tratada como si fuera un escrito inferior, una mera copia de ciertas secciones de 2 Pedro.
Sin embargo, una comparación cuidadosa de los dos textos demuestra que tales conclusiones no son procedentes. Veamos, pues, los principales puntos de comparación entre las dos epístolas. En los textos tabulados a continuación, la columna de la izquierda contiene Judas 4–19 sin omisión alguna, mientras la de la derecha contiene aquellos versículos de 2 Pedro que repiten las mismas ideas que Judas.



Una comparación de estos dos textos pone de manifiesto varias cosas. 
Para empezar, aunque la secuencia de ideas es similar y en algunas ocasiones se emplea el mismo vocablo, el lenguaje de los dos es, en general, muy diferente. Cada autor se expresa en su propio estilo lingüístico. Ninguno copia textualmente al otro. 
  • Judas 4, por ejemplo, es mucho más extenso que 2 Pedro 2:1, 
  • Judas 9 narra un incidente específico, mientras 2 Pedro 2:11 constata el mismo principio mediante ideas más generalizadas. 
  • Judas 11 o Judas 12–13 utilizan varias ilustraciones procedentes de la Biblia o de la naturaleza, pero en cada caso el texto de Pedro se limita a una sola ilustración. 
  • Los dos escritos nos sorprenden tanto por la similitud de su contenido como por las notables diferencias en su redacción.
Luego, es de observar que los dos autores han «intercalado» amplias secciones no reflejadas en el escrito del otro. Se ve en seguida que no hay paralelos en Pedro de los versículos 5, 13, 14, 15 y 19 de Judas. Pero las intercalaciones son aun mayores en Pedro: cada vez que hay puntos suspensivos […] en el texto citado, quiere decir que en Pedro hay ideas adicionales. 

No se trata, pues, de que uno de los dos haya copiado servilmente al otro. Aunque hay imitación, también hay independencia. Tanto es así, que muchos creyentes fieles que han leído las dos epístolas en diversas ocasiones no se han percatado del paralelismo de los dos textos. Cada autor ha hecho plenamente suyas las ideas comunes, las ha expresado con su propio estilo literario y las ha insertado en un marco diferente.

La cuestión de quién imitó a quién, o de si los dos disponían de un documento preparado por una tercera persona o seguían una tradición oral, seguirá ocupando a los expertos durante muchas décadas más; pero, en cualquier caso, hay suficientes diferencias entre los dos textos como para vindicar la presencia de ambos en la Palabra de Dios, ¡y para hacer necesario su estudio! A todas luces, aun en el caso de que fuera Judas el que tomara prestadas ideas ya plasmadas por Pedro, su texto es mucho más que un mero resumen de 2 Pedro 2 y 3.

3. «Una respuesta conservadora al gnosticismo»

Ha sido un tópico en círculos liberales sostener que los falsos maestros denunciados en la Epístola de Judas son gnósticos y, en consecuencia, que la Epístola tiene que haber sido escrita en el siglo II por algún sector conservador —incluso reaccionario— de la Iglesia. Sin embargo, estas ideas, lejos de haber sido claramente demostradas, son altamente cuestionables.

Por una parte, no hay suficientes evidencias en el texto como para poder asegurar que va dirigida contra el gnosticismo. La información en la propia epístola es inconclusa. Las grandes doctrinas gnósticas del siglo II —sobre todo el dualismo cosmológico del bien y del mal, la existencia de un demiurgo (creador del mundo distinto del Dios verdadero) o la negación de la resurrección del cuerpo— no están explícitamente presentes en ella. Y los males que Judas denuncia en los apóstatas —que son unos infiltrados, impíos y libertinos— son de un orden demasiado generalizado como para establecer su origen gnóstico: No tienes que ser gnóstico para tener visiones, vivir una vida licenciosa y profanar los ágapes. 

Además, a Judas le preocupa más la influencia nociva de la ética de los maestros, que la de sus doctrinas teóricas. Casi la única doctrina específica de los apóstatas mencionada en la Epístola es su negación del señorío soberano de Jesucristo (Judas 4). En cambio, su énfasis recae sobre el hecho de que son personas que convierten la gracia de nuestro Dios en libertinaje (Judas 4); aun el apóstol Pablo conocía a personas así (Romanos 3:8; Romanos 6:1–2,15). 

Cabe la posibilidad, pues, de que se trate de un gnosticismo incipiente; pero también es posible que no.

Por otra parte, aun en el caso de poder demostrar una vinculación con el gnosticismo, esto no nos conduciría necesariamente a una fecha tardía. Las Epístolas de Juan —o incluso las dos Epístolas a los Corintios— son suficientes como para demostrar que algunas de las semillas del gnosticismo ya estaban presentes en el siglo I. 

Las supuestas evidencias internas de una fecha tardía —la impresión de que las doctrinas de la fe ya están bien definidas y establecidas en las iglesias (Judas 3), y de que las palabras apostólicas ya pertenecen al pasado (Judas 17)— no son tan concluyentes como algunos parecen pensar. 

La «fe» estaba ya bien definida en la década de los 50: en Romanos 6:17, Pablo puede hablar de la forma de doctrina a la que fuisteis entregados, y en 2 Tesalonicenses habla de las doctrinas que os fueron enseñadas (2:15) y de la doctrina que recibisteis (3:6), frases que tienen aproximadamente el mismo valor que la fe que de una vez para siempre fue dada a los santos.

Por otra parte, el lenguaje de Judas 17, si bien podría significar que la era apostólica estaba ya en vías de desaparecer, no exige una interpretación tan drástica: el autor está diciendo sencillamente que lo que los apóstoles habían dicho acerca de los falsos maestros se está cumpliendo. La palabra profética de los apóstoles es cosa del pasado, pero no necesariamente los apóstoles mismos.

En realidad, buscamos en vano una pista segura para establecer la fecha de redacción de la Epístola. Puede proceder de finales de la era apostólica, pero no necesariamente. Tenemos que confesar nuestra ignorancia tanto en cuanto a su fecha, como en cuanto a su destino, como también en cuanto al carácter exacto de la herejía que denuncia, pues no hay suficientes evidencias en el texto como para determinar estos datos con seguridad. En cuanto a esta clase de datos, la Epístola de Judas provoca más preguntas que respuestas. Tendremos que suponer, pues, que las lecciones que el Espíritu Santo quiere enseñarnos a través de su texto están al margen de un conocimiento firme de las circunstancias en las cuales fue escrito.

Lo que sí queda claro es que, lejos de ser un folleto antignóstico redactado por un sector reaccionario de la iglesia post-apostólica, la Epístola de Judas refleja fielmente la defensa apostólica de la fe contra una de las diversas formas de libertinaje a la que tuvo que enfrentarse en el siglo I:

  Judas no es un defensivo tratado católico del siglo II, sino una apasionada defensa de la fe y vida judeo-cristianas dirigida a creyentes que vivían en medio de una sociedad pagana, pluralista y permisiva. Y en esto reside su gran valor para los cristianos del mundo entero en nuestros días.

Éstas, pues, son algunas de las razones por las cuales diferentes grupos de personas han tendido a «marginar» la Epístola de Judas. Pero, antes de dejar estas consideraciones, haríamos bien en preguntarnos si no puede existir una razón más subjetiva: la de que al pueblo de Dios no le gusta la reprensión y la advertencia.

  Al igual que Santiago, pareciera que Judas ha sido intencionalmente silenciada por aquellos «infiltrados» en las congregaciones, a quienes su palabra suena demasiado cáustica. Es verdad que la denuncia de Judas es muy directa, y también es verdad que a lo largo de los siglos siempre ha habido falsos maestros que han predicado falsas doctrinas o asumido actitudes no cristianas desde dentro de las iglesias, y a quienes la palabra de Judas les ha resultado molesta. Quizás ellos mismos hayan sido los primeros responsables de que esta epístola quedara relegada a un olvido negligente.

Por lo tanto, nos conviene hacer un pequeño auto-examen para ver si nuestro corazón está dispuesto a recibir la palabra de Judas, o si contiene actitudes que puedan impedir la implantación en nosotros de su mensaje.
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martes, 5 de julio de 2016

bien es al hombre no tocar mujer. Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer, y cada una tenga su marido.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Mas a causa de las fornicaciones, cada uno tenga su mujer

Libertad del abuso sexual masculino
Los sentimientos de repugnancia surgen rápidamente en la mente de la mayoría de las personas cuando se consideran imágenes de perversión sexual. Supongamos que esa fuera la percepción de usted mismo y que además fuera ministro del evangelio a tiempo completo. Para agravar el asunto añada el autoconcepto de ser un bastardo criado en un hogar de raza mixta, con todo el rechazo social que desgraciadamente le acompaña.

  • ¿Cómo se sentiría con respecto a su persona? 
  • ¿Aceptaría fácilmente el hecho de ser un santo que peca, o se vería como un pecador desgraciado? 
  • ¿Andaría en la luz, tendría comunión con otros creyentes y hablaría la verdad con amor? 
  • ¿O viviría una vida solitaria, muerto del susto pensando que alguien se va a dar cuenta de lo que realmente le sucedería por dentro? 
Tal es el caso de la siguiente historia.
*     *     *
La historia de Doug
Papá nunca me llamó «hijo».
Mi madre no estaba casada cuando nací, pero a los dos años se casó con un negro. Era una persona decente, pero nunca me llamó «hijo» ni jamás me dijo que me amaba. Cada vez que íba a algún lado con ambos padres era obvio que yo no era producto de su matrimonio y a veces me llamaban «el chiquillo de Sambo».
  • Cuando tenía edad preescolar, una mujer que me Cuidaba me llevó a su apartamento e hizo juegos sexuales conmigo. 
  • En los años siguientes realicé experimentación sexual con otros niños, 
  • fui explotado sexualmente por muchachas y muchachos mayores y finalmente 
  • fui violado por jóvenes.
Comprendía que mi identidad era «bastardo»: alguien que no había sido planeado ni deseado, un accidente. Muy pronto percibí que mis ansias de amor y de aceptación posiblemente se podrían satisfacer a través del sexo, y que al ofrecerle satisfacción a otros por medio del sexo, podría mostrarles que mi amor no era egoísta. Por tanto, el sexo llegó a ser una obsesión y con el tiempo me llevó a la perversión.

Traté muchísimo de lograr los aplausos y la aprobación también de parte del mundo «correcto», y gané muchos premios y honores en la escuela. Pero mi autoimagen estaba en cero y nadie ni nada parecía ayudarme. A los dieciséis años de edad me volví suicida.

Entonces un verano fui a un campamento y conocí personas que parecían quererme genuinamente. Allí me enteré del amor de Jesús por mí. La promesa de obtener ese amor, combinado con el enorme disgusto por mi persona, me condujo a recibirlo a Él como mi Salvador. En esa época ya sabía que mi estilo de vida era malo y que debía abandonarlo, pero lo había fijado durante años y me parecía que no tenía el poder para cambiar.

Sin embargo, me propuse seguir a Cristo, orando que de alguna manera milagrosa me transformara un día en la persona que ansiaba ser. Me preparé para el ministerio, me gradué y luego me puse a trabajar con ahínco. Creo que parte de lo que me motivaba a trabajar en el ministerio fue darme a otros con el fin de que a cambio, me amaran a mí.
Desde el principio, nuestra relación matrimonial estaba perdida.
Al cabo de unos cuantos años me casé con una mujer maravillosa. Desde el principio nuestra relación matrimonial estaba perdida por la invasión de imágenes masculinas; mi propia perversión en el pasado destruyó toda posibilidad de tener una vida sexual saludable. 

Constantemente luchaba por no retroceder a las formas anteriores de sexo ilícito. Recurrí a la masturbación, cosa que consideraba sexo «protegido» dado que así podía controlar mi ambiente.

Mi esposa siempre me fue leal, pero definitivamente sentía que algo andaba mal. No fue sino hasta que cumplimos diez años de casados que finalmente le conté un poco respecto a mi problema. Esa noticia fue muy dolorosa para ella, pero a la vez sintió alivio de conocer al fin la verdad.

Escuchaba conferenciante tras conferenciante hablar de la victoria en Jesús y yo pensaba: Eso es bueno para el que no tiene un pasado como el mío. A otros les dará resultados, pero no a mí. Simplemente voy a tener que vivir con mi pecado. Más adelante tendré el cielo, pero por ahora debo lidiar con las realidades de mi pasado. Sentía que estaba encadenado en una horrible identidad; era una esclavitud muy pesada.
Si me suicidara, esperaba que pareciera un accidente.
Desarrollé un plan de contingencias en caso de que alguien se enterara de que había sido «homosexual» o bisexual. Conduciría mi auto contra un camión de transporte. Por años estuve preparando el camino contándole a la gente que me daba muchísimo sueño tras el volante y tenía que comer algo para mantenerme despierto. Si tuviera que suicidarme, esperaba que pareciera un accidente para que a mi familia le dieran dinero del seguro.

Una noche, en un grupo de terapia, me hipnotizaron y conté algo de mi problema; más de lo que debí. Salí con el estímulo del grupo, pero no me sentí bien por lo que les había contado. De regreso a casa busqué uno de esos camiones por la carretera solitaria, decidido a terminar con mi vida, pero no apareció ninguno. Apenas metí el auto en la entrada de la casa, mis hijos salieron corriendo a recibirme y su aceptación y amor fue tan maravilloso que rápidamente volví a la realidad.
Di el paso para alejarme de mi prisión de autocompasión.
Luego de algunos fracasos en el ministerio, pedí consejos a unos hermanos cristianos mayores. Uno de ellos me dijo: «Te oigo decir que te esfuerzas tratando de comprobar que eres digno». Esa fue una verdad muy dura e inmediatamente me metí en mi patrón «autocompasivo» diciendo: «Señor, nunca ha habido una persona más rechazada que yo». Entonces fue como si Dios hubiera hablado en voz alta a mi mente diciendo: «Al único a quien le di la espalda fue a mi propio Hijo, quien llevó tus pecados en la cruz». Ese fue un paso hacia la recuperación, de alejarme de mi prisión de autocompasión.

Poco a poco hubo crecimiento. Dios me estaba ayudando a ver las cosas desde una perspectiva distinta y ya mis pasiones no me controlaban tanto. Pero me seguía molestando la realidad de que nuestra relación matrimonial no era todo lo que debía ser.
En una escala de diez, las tentaciones en mi vida mental bajaron a dos.
Tuve la oportunidad de sentarme bajo la enseñanza de Neil y de oírlo hablar del conflicto espiritual. Aprendí algunas dimensiones nuevas sobre la resistencia a Satanás y, en una escala de diez, las tentaciones en mi vida mental bajaron a dos. Mi vida de oración llegó a ser más vibrante e intensa. Mi necesidad de sentir autogratificación sexual que había tenido durante veinticinco años disminuyó hasta tal punto que se eliminó totalmente.

Al fin encontré que podía tener una relación normal con mi esposa sin que pasara por mi mente un video de otros imponiéndose sexualmente sobre mí. Fue algo sano y bello. Todos esos cambios sucedieron sin que yo los persiguiera. Me senté a aprender de Neil y el Señor hizo lo demás.
Pensaba que como único se acaba con el pecado es destruyendo al pecador.
Entonces surgieron algunas dificultades y me di cuenta de que estaba sufriendo un ataque y que debía reforzar lo aprendido. La verdad que me había ayudado de maneras distintas fue quién era yo en Cristo, definido por mi Salvador y no por mi pecado. 

En Romanos pude ver la diferencia entre quién soy y mi actividad: «Y si hago lo que yo no quiero, ya no lo llevo a cabo yo, sino el pecado que mora en mí» (Romanos 7:20). Al fin pude separar el verdadero yo de mis acciones. 

La razón por la que en todos esos años había sentido tendencias al suicidio fue porque creía que como único acabaría con el pecado era destruyendo al pecador. Todavía sufría una lucha constante entre la autoridad de mis experiencias contra la autoridad de las Escrituras, pero al escoger la verdad y hacerle frente a las mentiras de Satanás empecé a experimentar mi verdadera identidad.

Pude aprovecharme de la ayuda que me dio Neil cuando hablé en un congreso eclesiástico de fin de semana. Después de la última sesión hubo un rato de testimonios en que la gente empezó a confesar sus faltas unos a otros, como un miniavivamiento. Nunca había visto algo así; fue una experiencia bellísima.

Pero mientras hablaba en ese congreso sobre el conflicto espiritual, a cientos de millas de distancia, mi esposa pasó un susto por manifestaciones demoníacas en nuestra casa. Tuvo que llamar a nuestros amigos para que la apoyaran y oraran por ella. Esto llegó a ser una pauta que continuó por un período.

En el lado positivo, por medio de nuestro ministerio las personas se liberaban de ataduras que las habían esclavizado por años. Las víctimas de abuso que habían tenido relaciones desequilibradas recibían restauración en sus matrimonios y los pastores se liberaban de problemas que paralizaban a sus ministerios. A la vez nos vimos hostigados por Satanás y agotados por un horario abarrotado.
Durante esa opresión hubo una oleada de pensamientos perversos.
Ahora que reflexiono sobre la vez en que había planeado quitarme la vida pero que al llegar a casa encontré a mis hijos en la entrada, me doy cuenta de que muchos de mis recuerdos del pasado se habían bloqueados, misericordiosamente. Sin embargo, durante la opresión demoníaca que vino después, hubo escenas retrospectivas de conducta depravada y oleadas de pensamientos perversos. Luego habría un torrente de pensamientos autodestructivos en los que el suicidio era de nuevo la salida más fácil para toda la presión que experimentábamos.

Entraba y salía de la realidad sin poder controlarlo. Me dio miedo volverme loco. Me despertaba a medianoche sudando por haber soñado con horrores increíbles como matar a mis seres queridos y colocar sus cadáveres en bolsas transparentes.

Hablé de este ataque con mis hermanos en Cristo y hubo un apoyo masivo en oración. Estaba muy débil y vulnerable, y necesitaba el apoyo de la oración por parte del pueblo de Dios para quitarme de encima esa arremetida de depresión demoníaca. Finalmente se fue, y de nuevo pude pensar con objetividad y espiritualidad sobre los asuntos.
La fortaleza que tengo hoy se debe a que no estoy solo.
Por la experiencia me he convencido de que nadie es tan fuerte que pueda mantenerse solo. Tengo una esposa que ora por mí, un grupo de apoyo de hombres con quienes me reúno una vez por semana, un estudio bíblico en la iglesia, y amigos dedicados y seres queridos. Todos necesitamos un cuerpo de creyentes para animarnos, gente que con nosotros enfrente los ataques del enemigo.

Anticipo con gozo los retos futuros. Nuestro ministerio continúa. Mi esposa y yo todavía estamos resolviendo algunos asuntos en nuestro matrimonio que no se habían solucionado totalmente, pero no hay nada allí que Dios no pueda sanar. Mi aceptación de Él es mi mayor fortaleza. Gracias a su amor incondicional no tengo que probar que soy digno. No hay nada que pueda hacer para aumentar su indiscutible amor por mí.

Donde antes llevaba la etiqueta de «bastardo», Colosenses me indica que en Cristo somos elegidos, amados y santos. Estas son las nuevas etiquetas que luzco, y que establecen mi identidad.
Dios dice que Él me escogió y no precisamente como el último del grupo.
Cuando era niño y otros escogían a los miembros de los equipos de béisbol, me parecía que escogían a todo el mundo antes que a mí. Era como si yo fuera una desventaja para el equipo que me escogiera. Pero Dios dice que Él me escogió y no fue precisamente como el último del grupo.

Recientemente pude tomar la mano de papá y decirle que no ha habido momento en que lo amara más que ahora, ni que estuviera más orgulloso de él que ahora. Se le llenaron los ojos de lágrimas y me dijo: «No creí jamás que te importaba. Nunca supe que yo era tan importante para ti». Me acercó a él, me estrechó en sus brazos y me dijo por primera vez: «Hijo, te amo».
¡Cómo penetró eso en las profundidades de mi corazón!

Dios tiene el ministerio de reparar nuestras vidas. Nos está cambiando a su semejanza. Está uniendo todas las piezas separadas, tocando todas las relaciones entre padre e hijo, esposo y esposa. Ha empezado la buena obra y la continuará hasta que estemos delante de él, completos en Cristo.
*     *     *
¿Dónde está su identidad?
Hay muchas maneras enfermizas de identificarnos, y el hacerlo de acuerdo al color de nuestra piel o al estigma conectado con nuestro nacimiento es la más enfermiza. Si tuviéramos sólo una herencia física, tendría sentido tomar nuestra identidad del mundo natural. Pero tenemos también una herencia espiritual.

Repetidas veces Pablo amonesta a la iglesia para que se despoje del viejo hombre y se vista del hombre nuevo: «El cual se renueva para un pleno conocimiento, conforme a la imagen de aquel que lo creó. Aquí no hay griego ni judío, circuncisión ni incircunsición, bárbaro ni escita, esclavo ni libre; sino que Cristo es todo y en todos» (Colosenses 3:10, 11). En otras palabras, deje de identificarse por la raza, religión, cultura y sociedad. ¡Encuentre su identidad común en Cristo!
La esclavitud del pecado
Todo aquel que amontone más condenación sobre este pastor o sobre cualquiera que lucha así, ayuda al diablo y no a Dios. El diablo es el adversario, Jesús nuestro abogado. No hay nada que quiera más la gente atrapada por el pecado sexual que ser libres.
Ningún pastor en sus cinco sentidos botaría su ministerio por una noche de placer, sin embargo, muchos lo hacen. ¿Por qué? ¿Podremos ser siervos de Cristo y a la vez cautivos del pecado? Tristemente, hay muchos que viven como siervos en ambos reinos, habiendo recibido libertad del reino de las tinieblas y trasladados al reino del Hijo amado de Dios. Aun cuando ya no estemos en la carne por estar en Cristo, todavía podemos andar (vivir) de acuerdo a la carne, si así lo decidimos. Y la primera obra de la carne enumerada en Gálatas 5:19 es la inmoralidad (fornicación).

Hice una encuesta del cuerpo estudiantil de un seminario y me di cuenta que 60% se sentía culpable por su moralidad sexual. El otro 40% estaba probablemente en varias etapas de negación. Todo cristiano legítimo anhelaría ser sexualmente libre. El problema es que los pecados sexuales son únicos en su resistencia al tratamiento convencional. En todo caso, sí se puede lograr la libertad. Permítame establecer una base teológica para la libertad y luego sugerir algunos pasos prácticos que debemos tomar.
Dos elementos fundamentales
Si tuviera que resumir las dos funciones imprescindibles que deben ocurrir para que un creyente sea liberado y mantenga esa libertad, diría: «Primero, actúe. Haga algo respecto a la disposición neutra de su cuerpo físico, entregándolo a Dios. Segundo, sea vencedor en la batalla por su mente, programándola de nuevo con la verdad de la Palabra de Dios». Pablo resumió ambas funciones en Romanos 12:1, 2:
Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta.
En este capítulo quiero discutir el asunto del pecado sexual habitual en su relación con el cuerpo físico. En el siguiente capítulo trataré el tema de la batalla por nuestra mente en relación a las ataduras sexuales.

En Romanos 6:12 se nos amonesta que no dejemos que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales para obedecer sus malos deseos. Esa es nuestra responsabilidad: no dejar que el pecado reine en nuestros miembros. Lo difícil es que la fuente de los conflictos son «vuestras mismas pasiones que combaten en vuestros miembros» (Santiago 4:1).
Muertos al pecado
En Romanos 6:6, 7 encontrará el concepto básico que debemos entender para no dejar que el pecado reine en nuestros cuerpos: «Y sabemos que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con él, para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que ya no seamos esclavos del pecado; porque el que ha muerto ha sido justificado del pecado». A menudo pregunto en una conferencia: «¿Cuántos han muerto con Cristo?» Todo el mundo levanta sus manos y luego pregunto: «¿Cuántos son libres del pecado?» Debería haber el mismo número de manos, o si no, esta gente tiene un problema con las Escrituras.

Cuando fracasamos en nuestro andar cristiano es común razonar: «¿Qué experiencia debo tener para vivir como si llevara la muerte de Cristo?» La única experiencia necesaria fue la que Cristo tuvo en la cruz. Muchos tratan una y otra vez de hacer morir al viejo ser (hombre) y no pueden. ¿Por qué no? ¡Porque el viejo ser ya murió! No se puede volver a hacer lo que ya Cristo hizo por usted. La mayoría de los cristianos tratan desesperadamente de convertirse en lo que ya son. Recibimos a Cristo por la fe … andamos por la fe … somos justificados por la fe … y también somos santificados por la fe.

Sin embargo, en mi propia experiencia muchas veces no me siento muerto al pecado. Muy a menudo me siento vivo al pecado y muerto a Cristo, aun cuando se nos amonesta «vosotros, considerad que estáis muertos para el pecado, pero que estáis vivos para Dios en Cristo Jesús» (Romanos 6:11). Es importante reconocer que tomar esto como cierto lo hace cierto. Lo tomamos como cierto porque es cierto. 

Creer algo no lo convierte en la verdad. Es verdad; por tanto, lo creo. Y cuando decidimos caminar por fe de acuerdo a lo que afirman las Escrituras, termina siendo la verdad en nuestra experiencia. Así que, para resumir: Usted no puede morir al pecado porque ya murió al pecado. Decida creer esa verdad y andar en ella por la fe, entonces el resultado de estar muerto al pecado se va desarrollando en su experiencia.

De manera similar, no sirvo al Señor para lograr su aprobación. Soy aprobado por Dios; por tanto, le sirvo. No trato de vivir en rectitud con la esperanza de que algún día Él me ame. Vivo con rectitud porque ya Él me ama. No trabajo en su viña tratando de ganarme su aceptación. Soy aceptado en el Amado; por tanto, le sirvo con muchísimo gusto.
Vivamos libres
Cuando el pecado hace su llamado, yo digo: «No tengo que pecar porque ya he sido librado de las tinieblas y ahora estoy vivo en Cristo. Satanás, tú no tienes ninguna relación conmigo y ya no estoy bajo autoridad». El pecado no ha muerto. Sigue siendo fuerte y atractivo, pero ya no estoy bajo su autoridad y no tengo ninguna relación con el reino de las tinieblas. Romanos 8:1, 2 ayuda a aclarar el asunto: «Ahora pues, ninguna condenación hay para los que están en Cristo Jesús, porque la ley del espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte».

¿Estará funcionando todavía la ley del pecado y de la muerte? Sí, y se aplica a todo el que no esté en Cristo, a los que no lo han recibido en sus vidas como su Salvador. También está en efecto para cristianos que han decidido vivir de acuerdo a la carne. En el mundo natural podemos volar si vencemos la ley de la gravedad con una ley superior. Pero en el momento que desconectamos esa potencia superior, perdemos nuestra altura.

Así es con nuestra vida cristiana. La ley del pecado y de la muerte se reemplazó por una potencia superior: la resurrección de Cristo. Pero caeremos el momento en que dejemos de andar en el Espíritu y de vivir por la fe. Así que: «Vestíos del Señor Jesucristo, y no hagáis provisión para satisfacer los malos deseos de la carne» (Romanos 13:14). Satanás no puede hacer nada respecto a nuestra posición en Cristo, pero si logra que creamos lo que no es cierto, viviremos como si no fuera cierto, aun cuando lo sea.
Nuestros cuerpos mortales
En Romanos 6:12 se nos advierte que no dejemos que el pecado reine en nuestros cuerpos mortales, luego el versículo 13 nos da la percepción de cómo lograrlo: «Ni tampoco (sigáis presentando) vuestros miembros al pecado, como instrumentos de injusticia; sino más bien presentaos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia». Nuestros cuerpos son como un instrumento que se puede usar para el bien o para el mal. No son malos sino mortales, y todo lo mortal es corruptible.

Pero para el cristiano existe la maravillosa anticipación de la resurrección cuando recibiremos un cuerpo imperecedero como el de nuestro Señor (1 Corintios 15:35ss). Pero hasta entonces tenemos un cuerpo mortal, que puede estar al servicio del pecado como instrumento de iniquidad o al servicio de Dios como instrumento de justicia.

Obviamente, es imposible cometer un pecado sexual sin usar nuestro cuerpo como instrumento de iniquidad. Cuando lo hacemos, permitimos que el pecado reine en nuestro cuerpo mortal y obedecemos las pasiones de la carne en vez de ser obedientes a Dios.


Personalmente, creo que la palabra pecado en Romanos 6:12 se personifica en referencia a la persona de Satanás: «No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que obedezcáis a sus malos deseos». Satanás es pecado: el compendio del mal, el príncipe de las tinieblas, el padre de las mentiras. Me sería demasiado difícil entender cómo un simple principio, y no una influencia malévola personal, pudiera reinar en mi cuerpo mortal de tal forma que yo no tuviera ningún control sobre el mismo.

Aun más difícil de entender es cómo echar un principio de mi cuerpo. Pablo dice: «Parece que la vida es así, que cuando quiero hacer lo recto, inevitablemente hago lo malo» (Romanos 7:21, La Biblia al día). Lo que está presente en mí es el mal (la persona, no el principio) y es así porque en algún momento usé mi cuerpo como instrumento de iniquidad.

Pablo concluye con la promesa victoriosa de que no tenemos que permanecer en este estado de iniquidad: «¿Quién me libertará de la esclavitud de esta mortal naturaleza pecadora? ¡Gracias a Dios que Cristo lo ha logrado!» (Romanos 7:24, 25, La Biblia al día). ¡Jesús nos dará libertad!
Pecamos con nuestros cuerpos
1 Corintios 6:15–20 define la relación vital entre el pecado sexual y el uso de nuestros cuerpos:
¿No sabéis que vuestros cuerpos son miembros de Cristo? ¿Quitaré, pues, los miembros de Cristo para hacerlos miembros de una prostituta? ¡De ninguna manera! ¿O no sabéis que el que se une con una prostituta es hecho con ella un solo cuerpo? Porque dice: Los dos serán una sola carne. Pero el que se une con el Señor, un solo espíritu es. 
Huid de la inmoralidad sexual. Cualquier otro pecado que el hombre cometa está fuera del cuerpo, pero el fornicario peca contra su propio cuerpo. ¿O no sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, que mora en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros? Pues habéis sido comprados por precio. Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo.
Todo creyente está en Cristo y es miembro de su cuerpo. Unir mi cuerpo con una prostituta sería usar mi cuerpo para pecar, en vez de usarlo como un miembro del cuerpo de Cristo: la iglesia. «El cuerpo no es para la inmoralidad sexual, sino para el Señor, y el Señor para el cuerpo» (1 Corintios 6:13). Si está unido al Señor en Cristo, ¿se imagina el torbellino interno que resultaría si a la vez está unido físicamente con una prostituta? Esa unión crea una atadura impía que se opone a la unión espiritual que tenemos en Cristo. La esclavitud que viene como resultado de esa unión es tan tremenda que Pablo nos advierte: «Huid de la inmoralidad sexual». ¡Salga corriendo!

Los pecados sexuales forman una categoría aparte, ya que todos los demás pecados están fuera del cuerpo. Podemos ser creativos en la manera de arreglar, organizar o usar de otra manera lo que Dios ha creado, pero no podemos crear algo espontáneamente de la nada como sólo Dios puede hacer. La procreación es el único acto creativo en que el Creador permite que el hombre participe, y Dios ofrece instrucción muy detallada de cómo debemos vigilar el proceso de traer a este mundo otras vidas. Limita el sexo a un acto íntimo del matrimonio, exige que el lazo matrimonial dure hasta que la muerte los separe y encarga a los padres proporcionar un ambiente que fomente la crianza de los niños en el conocimiento del Señor.
La perversión satánica
Cualquiera que haya ayudado a las víctimas a salir del abuso ritual satánico sabe cuan profundamente Satanás viola las normas de Dios. Esos rituales son las orgías sexuales más repugnantes que jamás su mente se atrevería a imaginar. 
No es el sexo como lo entendería un humano normal. Por el contrario, es la explotación más desgarradora, obscena y violenta de otro ser humano que usted pueda imaginar. Violan y torturan a los niñitos. El clímax para un satanista es sacrificar a alguna víctima inocente en el momento del orgasmo. 
La palabra «enfermizo» no puede describir con justicia el abuso. La «maldad absoluta» y la «iniquidad total» describen mejor el increíble envilecimiento de Satanás y de sus legiones de demonios. Si Satanás apareciera como es en nuestra presencia ¡creo que sería un noventa por ciento de órgano sexual!

Los satanistas tienen ciertos reproductores escogidos para desarrollar una «super» raza satánica que según ellos gobernará este mundo. A otros reproductores se les exige que traigan sus crías o fetos abortados para sacrificarlos. 

Satanás hará todo lo que pueda para establecer su reino, mientras que a la vez intenta pervertir la descendencia del pueblo de Dios. Con razón los pecados sexuales son tan repugnantes para Dios. Usar nuestros cuerpos como instrumento de iniquidad permite que Satanás reine en nuestros cuerpos mortales. Hemos sido comprados con un precio, hemos de glorificar a Dios en nuestros cuerpos. En otras palabras, debemos manifestar la presencia de Dios en nuestras vidas conforme producimos fruto para su gloria.
El comportamiento homosexual
Si bien la homosexualidad es una fortaleza que va en aumento en nuestra cultura, no existe tal cosa como un homosexual. Considerarse homosexual es creer una mentira, porque Dios nos creó varón y hembra. Sólo existe el comportamiento homosexual, y normalmente esa conducta fue desarrollada en la primera infancia y fue reforzada por el padre de las mentiras. Cada persona a quien he aconsejado y que lucha contra las tendencias homosexuales ha tenido una fortaleza o atadura espiritual importante, algún aspecto de su vida donde Satanás tiene pleno control.

Pero no creo en un demonio específico de homosexualidad. Esa mentalidad nos tendría echando fuera ese demonio y entonces la persona estaría totalmente liberada de futuros pensamientos y problemas. No conozco ningún caso así, aunque no podría presumir de limitar a Dios de realizar semejante milagro. Sin embargo, he ayudado a muchísima gente atada por la homosexualidad, a encontrar su libertad en Cristo y la he dirigido hacia una nueva identidad en Él y a la comprensión de cómo resistir a Satanás en esta área.

Los que se ven cautivos por el comportamiento homosexual luchan contra toda una vida de malas relaciones, de hogares desajustados y de confusión de papeles. Sus emociones han sido atadas al pasado y se lleva tiempo establecer una nueva identidad en Cristo. Típicamente pasan por un arduo proceso de renovación de mentes, pensamientos y experiencias. En la medida en que lo hacen, sus emociones finalmente se conforman a la verdad que ahora han llegado a creer.

Los gritos proferidos desde el púlpito diciendo que los homosexuales tienen el infierno como su destino, sólo desespera más a los que luchan con ese problema. Los padres autoritarios que no saben amar contribuyen a una mala orientación de su hijo y los mensajes de condena refuerzan una autoimagen ya dañada.

No me malentienda. Las Escrituras condenan claramente la práctica de la homosexualidad, así como de todas las demás formas de fornicación. Pero imagínese lo que debe ser padecer sentimientos homosexuales que uno ni siquiera pidió, para luego saber que Dios le condena por ello. 

Como resultado, muchos quieren creer que Dios los creó así, mientras que los homosexuales militantes tratan de comprobar que su estilo de vida es una alternativa legítima a la heterosexualidad, y se oponen violentamente a los cristianos conservadores que dicen otra cosa.

A los que batallan contra las tendencias homosexuales, debemos ayudarlos a establecer una nueva identidad en Cristo. Hasta los consejeros seculares saben que la identidad es un asunto clave en la recuperación. ¡Cuánto mayor no será el potencial de los cristianos para ayudar a esta gente, ya que tenemos un evangelio que nos libera de nuestro pasado y nos establece en Cristo! 

Así que, como consejero pido a las personas atrapadas por la homosexualidad que profesen su identidad en Cristo. También les pido que renuncien a la mentira de que son homosexuales y que declaren la verdad de que son hombres y mujeres. Algunos quizás no tengan una transformación inmediata, pero su declaración pública los coloca en el camino de la verdad, de ahí en adelante pueden decidirse a continuar o no en él.
La salida de la atadura sexual
¿Qué puede hacer uno cuando está esclavizado sexualmente? 
  • Primero, sepa que no hay condenación para los que están en Cristo Jesús. Despreciarse a uno mismo o a los demás no resuelve esta atadura. La acusación es una de las tretas de Satanás. Además, el suicidio definitivamente no es el medio que Dios tiene para liberarlo.
  • Segundo, siéntese solo, o con una amistad de mucha confianza, y pídale al Señor que le revele a su mente todas las veces que usó su cuerpo como instrumento de iniquidad, incluyendo cada pecado sexual.
  • Tercero, responda verbalmente a cada ofensa conforme la recuerde, diciendo: «Confieso (el pecado que sea) y renuncio ese uso de mi cuerpo». Un pastor me dijo que una tarde pasó tres horas solo y fue totalmente purificado después. Las tentaciones todavía se presentan, pero se ha destruido su poder. Ahora tiene la posibilidad de decirle «no» al pecado. Si usted cree que este proceso podría durar demasiado tiempo, ¡trate de no hacerlo y verá lo larga que le parecerá el resto de una vida arrastrándose en medio de la derrota! Tómese un día, dos días o una semana si es necesario.
  • Cuarto, cuando haya terminado de confesar y de renunciar, diga lo siguiente: «Me comprometo ahora con el Señor y mi cuerpo como instrumento de rectitud. Te presento mi cuerpo como sacrificio vivo y santo a Dios. Te ordeno, Satanás, que te vayas de mi presencia y a ti, Padre celestial, te pido que me llenes de tu Espíritu Santo». Si es casado, diga también: «Reservo el uso sexual de mi cuerpo sólo para mi cónyuge, de acuerdo a 1 Corintios 7:1–5».
  • Por último, decida creer la verdad de que está vivo en Cristo y muerto al pecado. Habrá muchas ocasiones en que la tentación podrá ser arrolladura, pero tiene que declarar su posición en Cristo en el primer momento en que esté consciente del peligro. Diga con autoridad que ya no tiene que pecar, porque está en Cristo. Luego viva por la fe de acuerdo a lo que Dios dice que es verdad.
Echar de mi cuerpo el pecado es la mitad de la batalla. Renovar mi mente es la otra mitad. Los pecados sexuales y las prácticas de ver pornografía tienen la mala costumbre de quedarse dentro del banco de su memoria por mucho más tiempo que otras imágenes. Ser liberado es una cosa; mantenerse libre es otra. 
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