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miércoles, 8 de junio de 2016

Habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




JESÚS ENSEÑABA POR PARÁBOLAS
¿QUÉ ES UNA PARÁBOLA?
Existe un gran debate en torno a esta pregunta. Hay estudiosos que dicen que en los Evangelios Sinópticos hay más de setenta parábolas y, otros, que no hay más de treinta.

Para clasificar los tipos de parábolas, los intérpretes han usado diferentes categorías como
  • parábola, 
  • símil, 
  • ilustración, etcétera. 
En ese sentido, Jeremias, el intérprete de las parábolas más influyente del siglo XX, comenta:
Este término [parábola] designa figuras retóricas de toda clase, sin que se pueda establecer un esquema:

  • símil, 
  • comparación, 
  • alegoría, 
  • fábula, 
  • proverbio, 
  • revelación apocalíptica, 
  • enigma, seudónimo, 
  • símbolo, 
  • ficción, 
  • ejemplo (paradigma), 
  • motivo, 
  • argumentación, 
  • disculpa, 
  • objeción, 
  • chiste 
(Jeremias, Parábolas, 24-25, p. 20 de la edición en inglés).

Teniendo esto en mente, nosotros preferimos centrarnos en la función que la parábola tiene en el texto del Nuevo Testamento, en lugar de centrarnos en los diferentes tipos.

Así, enseguida queda claro que las parábolas no son ilustraciones. Manson describe esta idea de una forma muy profunda cuando comenta que «las mentes formadas al modo del pensamiento occidental» están acostumbradas a los argumentos teológicos expuestos de forma abstracta.

Entonces, para ayudar a «popularizar esas conclusiones», se pueden ilustrar con referencias de la vida cotidiana. Pero:
La verdadera parábola … no es una ilustración para ayudarnos a entender una argumentación teológica, sino que es un modo de experiencia religiosa (Manson, Teaching, 73).

Una parte de lo que entiendo que Manson está diciendo quizá pueda verse mejor creando una comparación.

En Lucas 9:57-58 el texto dice: «Iban por el camino cuando alguien le dijo: “Te seguiré a dondequiera que vayas”». Si Jesús hubiera sido de Occidente, habría contestado algo parecido a esto:
Es fácil hacer declaraciones así de valerosas, pero tienes que considerar seriamente el precio que vas a tener que pagar para seguirme. Es evidente que aún no lo has pensado bien. Tienes que saber que no te puedo ofrecer un salario ni ningún tipo de seguridad. Si no lo has entendido bien, quizá sea útil utilizar una ilustración: por ejemplo, ni siquiera tengo una cama propia donde dormir.

Pero Jesús responde:
Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza (Lucas 9:58).

En lugar de contestar con una explicación abstracta seguida de una ilustración clarificadora, Jesús recurre a una confrontación directa, pronunciada de forma sucinta y drástica. La respuesta parabólica está impregnada del carácter sublime de Jesús.

El oyente/lector queda impactado y se siente llamado a responder.

Las implicaciones teológicas obligan a nuestra mente a pensar en las diferentes direcciones que podemos tomar. El texto no incluye la respuesta de aquel discípulo. Le toca responder al lector.

Todo esto ocurre en un instante, en un intenso enfrentamiento.

¡Esto es una parábola! Pensar que podemos captar todo lo que ocurre en una parábola en una definición abstracta es no haber entendido la naturaleza de este rico recurso literario. No obstante, lo hemos de intentar.

Las parábolas de Jesús son una forma de lenguaje teológico concreta y dramática que apremia al oyente a dar una respuesta.

Las parábolas revelan la naturaleza del reino de Dios o indican la forma en la que un hijo del reino debería actuar.

Con esta definición en mente, ahora toca preguntarnos dónde están las parábolas.

LAS PARÁBOLAS ESTÁN DONDE LAS ENCUENTRAS

En cuanto a los formatos en los que encontramos las parábolas de Jesús, hay al menos seis tipos diferentes.

Para su interpretación, es crucial ver de qué forma funcionan en cada uno de los diferentes escenarios.

Los seis escenarios son los siguientes:

  1. La parábola en un diálogo teológico
  2. La parábola en la narración de un suceso
  3. La parábola en el relato de un milagro
  4. La parábola en una colección temática
  5. La parábola en un poema
  6. La parábola aislada

Cada uno de ellos requiere un breve análisis.


  1. Un ejemplo del primer escenario lo encontramos en la discusión teológica entre Jesús y el joven rico (Lc 18:18-30). El clímax de la discusión llega, como ya veremos, con la narración de la parábola del camello y la aguja. La función de la parábola es clave como clímax del escenario en el que aparece, y no la podemos analizar si no tenemos en cuenta dicho escenario.
  2. El banquete en casa de Simón el fariseo (Lc 7:36-50) es un ejemplo de una parábola en la narración de un suceso. La parábola del acreedor y los dos deudores funciona como parte de la narración del suceso. Hay diálogo, pero el elemento central de la escena está formado por las acciones calladas de la mujer.
  3. El relato de la curación de la mujer que estaba encorvada por causa de un demonio (Lc 13:10-17) se convierte en un debate teológico entre el principal de la sinagoga y Jesús, por lo que se solapa con el tipo 1. Sin embargo, se encuentra dentro de la narración de un milagro, y de nuevo la parábola del buey y del burro funciona como una parte clave del todo.
  4. En Lucas 11:1-13 encontramos una colección temática sobre el tema de la oración.       La parábola del amigo a medianoche (Lc 11:5-8) es una parte de esa colección. En este tipo de colección, se debe distinguir entre las diferentes unidades de la tradición que se han incluido en la colección. Es decir, dado que se trata de una agrupación de diversos dichos sobre un tema concreto, es fácil no percibir el lugar en el que debería haber un cambio de párrafo y, por tanto, es muy fácil hacer una interpretación errónea del material (cf. Bailey, Poet, 110ss., 134ss.).
  5. En Lucas 11:9-13, encontramos un poema cuidadosamente elaborado sobre la oración. En la estrofa central del poema, Jesús introduce tres parábolas sorprendentes (Ibíd., 134-141). Su función en ese punto climático es la clave para entender todo el poema.
  6. Por último, en algunas ocasiones podemos encontrar una parábola de forma aislada.     En Lucas 17:1-10 aparecen tres temas que se suceden de forma rápida, y cada uno de ellos tiene algo de discurso parabólico. La primera es la parábola de la piedra de molino y el tema del juicio sobre el temperamento. Le sigue la parábola del grano de mostaza y el clamor de los apóstoles pidiendo más fe. Por último aparece la dramática parábola del siervo obediente en los vv. 7-10. Las tres están relativamente aisladas, no poseen una clara conexión con lo que las rodea, ni tienen un contexto concreto.

Así, en todos menos en el último tipo, la parábola funciona como parte crucial de la unidad literaria a la que pertenece, unidad que debe examinarse cuidadosamente para determinar el sentido de la parábola. 
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sábado, 26 de abril de 2014

Sermones para Predicar: Jonadab - La familia Ejemplar

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


                                                                        El ejemplo de Jonadab
Jer 35.1–19
I)        Introducción
A)      “El dia del Señor vendrá.” (SS lesson). ¿Está preparado? ¿Qué de su familia?
1)       La preocupación de cada padre—cada hermano—el valor de un alma. ¿Hasta qué precio estamos dispuestos pagar para salvar las almas de nuestros hijos?
B)      Esta mañana – quiero considerar la historia de un padre, un abuelo, un bisabuelo quien estaba dispuesto tomar medidas drásticas para asegurar que su posteridad sirviera fielmente a Dios.
C)      Queremos considerar el ejemplo de Jonadab.
D)      Jonadab – la escritura dice muy poco de él; pero su ejemplo y vida nos dice mucho.
II)      Leer Jer. 35:1-19
A)      V. 3 – un grupo de familia; no sabemos cuántos. Jeremías estaba llevando a cabo lo que Dios le pedía.
B)      V. 5 – aquí estaba Jeremías, un hombre de Dios; los llevó a un cuarto en el templo de Dios y les mostró ese favor. Tomar vino, en aquel tiempo fue común entre los judíos –Jeremías no les estaba pidiendo algo prohibido.
1)       Entonces vemos a esta familia invitada a una buena cantidad de vino, la invitación del hombre de Dios en la casa de dios de tomarlo. Póngase a sí mismo allí. ¿Qué hubiera hecho? La gente alrededor lo hubiera hecho, usted hubiera respetado al hombre de Dios y que tenía alguna buena razón pedirle hacerlo. Y aquí le enfrenta esta situación.
C)      V. 6 – “jamás” – no puede oír una pequeña voz – papá, pero ahora las cosas son diferentes. ¿Por qué tenemos que ser estrictos y extremos? Esto parece muy extremo y ridículo. Ningún otro lo está haciendo así. Vamos a ser razonables. Pero eso no es lo que dijeron. Pero no termina allí -- sigamos
D)      V. 7 – Ahora, esto va mucho más allá de la práctica de los israelitas. Y parece extraño y extremo que Jonadab pondría estas restricciones sobre su familia y dice “jamás”. Estaba poniendo sobre su familia la responsabilidad de guardar esto, y no sólo ellos, o su generación pero para siempre estas restricciones tenía que estar sobre su familia. ¿Estaba siendo ridículo?
E)       Su respuesta – v. 8-11. La razón que estaban en la ciudad, y probablemente morando en casas en este tiempo, fue que era muy peligroso estar fuera de la ciudad.
F)       Vv. 12-16 – Dios da a Jeremías un mensaje para Judá.
1)       Aquí hay una familia que tiene tanto respeto para su padre Jonadab que han oído sus palabras y por varias generaciones las ha obedecido
2)       Yo soy su padre, Israel, y yo les he hablado, les he colmado de bendiciones, pero no me han respetado, no han obedecido mi palabra. Esta familia es mejor que ustedes. Ha hecho mejor que ustedes han hecho con su padre.
G)      Vv. 17-19 – allí vemos la bendición. Because of the consistency and faithfulness of the Recabites, the Lord promised that Jonadab would always have some godly descendants (v.19). The Recabites would never be destroyed as a family.
III)    ¿Quién era este hombre? ¿De dónde venía?
A)      2 Reyes 10. – la historia de Jehú. Jehú fue ungido para tomar la responsabilidad de ser rey y de exterminar la casa impía de Acab. Jehú comenzó con bastante celo y habilidad. Entra y destruye inmediatamente los 2 hijos de Acab que están en los tronos de Israel y Judá – Joram y Ocozías. Los dos eran hijos de Acab. Su casa tenía que estar completamente destruida.
B)      En capítulo 10 sigue con esta meta de destruir a los hijos de Acab.
1)       Vv. 1-3 Les dice que escogen a los mejores hijos de Acab y los pongan sobre el trono. Ya había matado a dos de ellos.
2)       Vv 4-11 – Jehú era un hombre bastante inteligente y apto y llevó a cabo fielmente el mandato del Señor. Aunque es algo horrible y repugnante es la voluntad del Señor.
(a)     Vv. 15-17 –
(b)     Fue el tiempo de Acab y Jezabel – un tiempo muy oscuro en la historia de Israel.
(c)     Introdujeron la adoración a Baal – y toda la corrupción que eso trajo. Y siguió y siguió hasta que Dios trajo un hambre—cesó la lluvia hasta la competencia en el Monte Carmelo con los 450 profetas de Baal. Y el pueblo clamó: “¡Jehová es el Dios! ¡Jehová es el Dios!”
(d)     Dios ahora comienza a obrar para volver Su pueblo a Él mismo. Ahora Acab está muerto, matado en el campo de la batalla porque no creó la profecía de Micaías que iba a morir si iba a la batalla.
3)       Volviendo a Jonadab – Dios había dicho a Eliseo cuando él estaba desanimado y sentía que era el único fiel de entre todo Israel que quedaban 7000 todavía que no habían doblado la rodilla ante Baal. Yo creo que Jonadab estaba entre estos 7000.
4)       Ahora Jonadab aparece en esa escena – de muerte, de juicio, de sangre. Yo creo que él sabía que Dios había llamado a Jehú para llevar a cabo este juicio y limpiar la tierra de la familia malvada de Acab. Era un tiempo de avivamiento.
5)       Su corazón estaba unido con el celo de Jehú para el Señor. Y le acompaña para seguir con este avivamiento.
6)       V. 29 – leemos algo muy triste. Jehú, tan celoso por Jehová en exterminar la casa de Acab – pero ahora no destruye los becerros de oro que causaron que Israel pecara. Dio lugar a este gusto en su vida todavía.
7)       ¿Cómo piensa que sintió Jonadab, cuando vio que Jehú no estaba dispuesto volver hasta una adoración verdadera de Jehová
8)       Podemos concluir, de lo que sabemos y hemos visto, que esto le causó mucha pena y mucha tristeza. Pena por su familia, que anden en los caminos de Jehová Dios aunque la nación de Israel no estaba dispuesto volver.
IV)    Los recabitas en Jer. 35
A)      200 años después – no sé cuantas generaciones – pero se refieren a Jonadab como su padre – su bisabuelo, su tartarabelo
1)       Cuanto conoce a su bisabuelo, su tartarabuelo – esto nos muestra algo muy interesante e impresionante acerca de este hombre. El respeto que tenían por él aunque nunca le habían conocido.
B)      ¿por qué mandaría que no tomaran vino? Sólo para que su familia fuera diferente de los demás, extraños?
1)       ¿Qué hace el vino a las personas? Estorbe su pensamiento, su razonamiento. Quizá tenía los Proverbios y había leído lo que dice el hombre sabio acerca del vino
2)       Sabía que traía consigo festividades y ceremonias y diversiones que no agradaban a Dios.
C)      V. 7 – no habitar en casas y no sembrar nada. ¿Por qué mandaría Jonadab a su familia que hiciera algo tan extremo?
1)       Afectaría su comodidad, su progreso material, la cantidad de sus posesiones, que se establecieran firmemente en un lugar -- ¿le gustaría vivir así?
2)       Hace pensar en los israelitas cuando vagaban en el desierto – Dios les cuidaba. Tenían que depender de Él. Quizá pensaba en las muchas advertencias que Dios había dado a Su pueblo:
(a)      “Cuídate de no olvidarte de Jehová tu Dios, para cumplir sus mandamientos, sus decretos y sus estatutos que yo te ordeno hoy; 12no suceda que comas y te sacies, y edifiques buenas casas en que habites, 13y tus vacas y tus ovejas se aumenten, y la plata y el oro se te multipliquen, y todo lo que tuvieres se aumente; 14y se enorgullezca tu corazón, y te olvides de Jehová tu Dios, que te sacó de tierra de Egipto, de casa de servidumbre. Dt. 8:11-14.
3)       Isaías 5:8-14 – estas cosas habían causado a Israel apartarse de Dios.
4)       La última frase de ver. 7 -- ¿por qué había puesto Jonadab restricciones tan severas en su familia?
(a)     “para que vivan muchos días en la tierra donde son peregrinos”
(b)     “para vivir mucho tiempo en esta tierra donde andamos como extranjeros.”
(c)     ¿No suena esto como el Nuevo Testamento?
(d)     No hacía esto sólo para ser diferente de los demás; no sólo por ser legalista e impresionar a otros con su manera de vivir más pobre y distinta.
(e)     Pero era un hombre de visión; cuando vio a Jehú fallar en llevar a la nación a un avivamiento completo – él siguió trayendo este avivamiento a su familia y tomó pasos con los cuales esperaba preservar este avivamiento en sus hijos y nietos, etc…
(f)      Aunque esas cosas estaban siendo practicadas entre las personas entre las cuales vivía – aun hombres de Dios – para la seguridad de su familia, viendo el peligro de algunas de estas cosas y la tendencia de estas cosas de alejar a uno de confianza y obediencia a Dios – el tomó decisiones para su familia contrarias a la manera de vivir de sus compañeros y tenía tal relación con sus hijos que no se rebelaron, pero con respeto y lealtad le seguía obedeciendo 200 años después.
5)       V. 18, 19 -- ¿Qué fue su propósito?
(a)     Ahora, hermanos y hermanas, si usted va a establecer una herencia de verdad ¿puede hacer mejor que eso?
(b)     Hay otro deseo más grande en su corazón esta mañana que esto, que estas almas jóvenes se encuentren andando en los caminos del Señor mientras que pasan las generaciones?
(c)     ¿Hay otro logro más importante que esto, que estos jóvenes y niños que están aquí esta mañana sean hallados fieles a Su Dios aunque las generaciones nos hayan olvidado a nosotros.
(d)     Es la verdad que importa. Es el bienestar de sus almas que importa. Estamos hablando del valor de un alma. Y veo a un hombre que estaba tan preocupado por las almas de su posteridad, de los propósitos de Dios, que él estaba dispuestos a tomar pasos con su familia que él pensaba que serían necesarios para la salvación de sus hijos aunque parecían ridículos y radicales y extraños a los que le rodeaban.
(e)     Él estaba dispuesto a dejar las costumbres que tenían sus compañeros y cuando el avivamiento no llegó al punto que él creó que tenía que llegar, él estaba dispuesto a tomar los pasos que él veía necesarios para que su familia fuera salvada en el día de juicio.
(i)       No cabe duda que trajo la burla de otros, la crítica, fueron vistos como personas atrasadas, etc....
(f)      Pero él estaba dispuesto a pagar este precio.
V)      Conclusión
A)      Para padres – gracias a Dios, por la mayor parte, no tenemos que hacer decisiones tan exclusivas para nuestra familia – tenemos la familia de la iglesia – debemos apoyarnos y apreciar la enseñanza de la iglesia y las restricciones
1)       Pero siempre habrá detalles donde en mi familia voy a tener que establecer reglas, directivas para mis hijos – pague el precio – aunque traiga críticas y burlas aun a veces de otros miembros de la iglesia
B)      Mantener unida su familia. Establecer tal relación con sus hijos que le respeten por su enseñanza, ejemplo y apoyo de las decisiones de la iglesia.
C)      Jóvenes – ¿qué es su actitud hacia la enseñanza de sus padres y las restricciones que le ponen?
1)       Son demasiado estrictos; ninguno lo hace así como ellos quieren—el deseo e intento de sus padres de salvar su alma.
D)      Qué el ejemplo de Jonadab nos sea una inspiración y un ánimo en dirigir a nuestras familias hoy para la gloria de Dios y la salvación de ellos.

jueves, 3 de abril de 2014

El Poder de la Oración: A veces lo olvidamos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 

 

El poder de la oración

Leer | Mateo 7.7-11
3 de abril de 2014
Jesús conocía la importancia de la oración, y la practicaba con regularidad. Se escabullía con frecuencia para estar en comunión con Dios. Después recibía la dirección y la fuerza necesaria para realizar la obra de su Padre.

Al enseñar acerca del poder de la oración, Jesús utilizó tres palabras para ayudarnos a orar de manera efectiva:
Pedid—Debemos venir a Dios con nuestras peticiones. Al hacerlo, estamos reconociendo tanto nuestra necesidad como la capacidad de Dios de atenderla. El Señor Jesús nos asegura que toda petición será concedida en conformidad con lo mejor que tenga el Padre celestial para nosotros y para otras personas.

Buscad—A veces, el Señor nos pide que nos involucremos en la situación por la que estamos orando. Por ejemplo, podemos estar pidiéndole que nos ayude a encontrar un nuevo empleo. Él quiere que busquemos su instrucción y su guía, pero también que demos pasos prácticos para descubrir nuevas oportunidades.

Llamar—Para llevar a cabo el plan del Padre celestial nos encontraremos con obstáculos en el camino. Para vencerlos, es posible que tengamos que orar de manera sostenida y persistente. Llamar implica un nivel de fuerza que se aplica para que la puerta se abra. Una vez que Dios presente la solución, ya no necesitamos seguir pidiendo. Cuando el Señor abre un camino, debemos andar por éste.

La oración es muy poderosa (Stg 5.16). Involucra al Señor en las vidas de las personas, y también en los asuntos de gobierno. Es la manera para experimentar la unidad con nuestro Padre y recibir lo que hace falta para llevar a cabo su obra.


domingo, 23 de febrero de 2014

¿No puedes más?¿Te quedaste sin fuerzas?...Toma la fuerza más poderosa del universo

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial

La fuerza más poderosa del mundo

Nehemías 1:4–11


La oración ha sido llamada la fuerza más poderosa de este mundo. Hay algunas personas, sin embargo, que la consideran fuera de lugar en nuestra sociedad, tan altamente civilizada. Dicen que con todos los adelantos de la tecnología, la oración solo es un obstáculo para la acción. Otros han ido más lejos aún, diciendo que la creencia en una relación vital con Dios ha sido mantenida viva solo por «el pueril ego de hombres inferiores».

A pesar de tales críticas, muchos han encontrado en la oración un apoyo cuando los problemas parecían abatirlos. Abraham Lincoln admitía: «Muchas veces he caído de rodillas ante la abrumadora convicción de que no tengo a nadie más a quien recurrir. Mi propia sabiduría y la de aquellos que me rodean resultan insuficientes para el momento».

La clave de una actuación sobresaliente

En sus «memorias», Nehemías nos habla de su experiencia con la oración. Tuvo que enfrentarse a una situación que era demasiado grande para sus fuerzas. Esta se relacionaba con el pueblo escogido de Dios «en la provincia de más allá del río». Estaba en Babilonia y se sentía incapaz de ayudarles; por eso recurrió a Dios en oración. De su ejemplo podemos aprender cómo la oración puede convertirse en una fuerza eficaz en nuestra vida. Cuando examinamos más cuidadosamente a Nehemías, comprobamos que para que la oración sea eficaz, debe ir precedida por el conocimiento de una necesidad. Alan Redpath señala que «muchas de nuestras oraciones se concretan a pedir a Dios bendiciones para familiares enfermos y que nos mantenga en nuestra lucha diaria por la vida. Pero la oración no es tan solo un simple balbuceo: es una guerra».

Cuando Hanani y sus acompañantes vinieron a visitar a Nehemías, este les preguntó acerca del estado del pueblo y las condiciones de la ciudad de Jerusalén. Esta pregunta de orden general, recibió una respuesta muy concreta: «El remanente, los que quedaron de la cautividad, allí en la provincia, están en gran mal y afrenta y el muro de Jerusalén derribado, y sus puertas quemadas a fuego».

Jerusalén había sido destruida por los babilonios en el año 586 a.C. (2 Reyes 25:10). A pesar de los repetidos intentos de reconstruir sus muros (Esdras 4:7–16), la ciudad aún se mantenía en ruinas. Sin una muralla que los protegiera, los moradores del lugar se encontraban indefensos. Los ladrones podían bajar de las colinas cercanas y caer sobre ellos inesperadamente, llevándose sus posesiones. Como eran incapaces de defenderse a sí mismos, perdieron estimación a los ojos de otras naciones (véase Nehemías 2:17; 4:2, 3; Salmos 79:4–9). Lo que es mucho peor, perdieron el respeto propio. Se sentían humillados, porque de acuerdo con sus profetas, los muros de Jerusalén simbolizaban salvación y sus puertas, alabanza (Isaías 60:18).

El conocimiento de la triste condición de su pueblo movió a Nehemías a la oración. Lloró e hizo duelo por varios días. También ayunó y rogó a Dios en favor de sus hermanos.

Algunos comentaristas creen que Artajerjes estaba ausente del palacio en los momentos en que Nehemías recibió las noticias traídas por Hanani. Del capítulo segundo parece desprenderse que Nehemías continuó con sus deberes de copero y no permitió que sus preocupaciones personales interfirieran con su trabajo. Comparando Nehemías 1:4 y 2:1, 2, podemos entresacar algunas muestras de su dominio personal. Era bien diferente a los fariseos, que hacían pública ostentación de su supuesta devoción (Mateo 23:14; Marcos 12:40). Solo después de cuatro meses de intensa oración y abnegación, el rey vino a notar cierto cambio en Nehemías.

Firme en la brecha

En los versículos que siguen, se conserva para nosotros el tipo de oración que produce resultados. Notemos que para que la oración sea eficaz, debe ser hecha en actitud de reverencia.
Nehemías comienza su invocación con adoración y reverencia: «Te ruego, oh Jehová, Dios de los cielos, fuerte grande y temible». Su fervor es evidente. Centra sus pensamientos en la grandeza de Aquél a quien se está dirigiendo. Permanece en temor reverencial ante la majestad de Dios. Reconoce su superioridad al mismo tiempo que su soberanía. A medida que Dios se va haciendo más grande para él, más pequeños van resultando sus problemas.

La oración de Nehemías está basada en las Escrituras. Aunque creció en una tierra entregada a la idolatría y trabajaba en una corte pagana, todo ello no le impidió cultivar su vida espiritual (compare Colosenses 2:6, 7; 2 Pedro 1:5–9). Esta oración nos muestra hasta qué grado dominaba la Palabra y cómo esta señoreaba toda su vida.

En su oración, Nehemías incluye la alabanza. Su agradecimiento está basado en el carácter de Dios. Da gracias porque Dios «guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos». Los hijos de Israel tenían una relación especial y única con el Señor. Siguiendo una costumbre arraigada en el Cercano Oriente, ellos estaban sujetos a una autoridad suprema, un soberano. En este caso, el soberano del pueblo israelita era el Dios de los cielos. Ellos eran sus subditos. Dios les impuso sus leyes y esperaba que ellos obedecieran sus mandatos. Como pago a su lealtad, Dios les ofreció su protección. Si obedecían su pacto, disfrutarían de sus bendiciones (Jeremías 11:4; 30:22; véase Levítico 26:12).

Nehemías sabía que la cautividad se había producido porque los Israelitas habían quebrantado su pacto con Dios. No obstante, daba gracias a Dios, porque en contraste con otras autoridades que castigan con prontitud a los rebeldes, el soberano del pueblo de Israel era misericordioso y clemente (Salmos 103:8; 117:2; Joel 2:13) y preservaba su amor y cariño para aquellos que guardaban sus mandamientos.

A medida que Nehemías continúa su plegaria, pasa de la adoración reverente a la petición específica. Su actitud es de un persistente fervor, basado en el conocimiento de que Dios responderá a las necesidades de su pueblo, si se somete otra vez a la autoridad divina (véase 1 Reyes 8:29, 30, 52; 2 Crónicas 7:14). Con esta seguridad, prosigue: «Esté ahora atento tu oído y abierto tus ojos para oír la oración de tu siervo, que hago ahora delante de ti día y noche, por los hijos de Israel tus siervos».

El modelo que Nehemías sigue en su oración es sumamente instructivo. Se asemeja al bosquejo que el Señor Jesús les dio a sus discípulos (Mateo 6:9–12; Lucas 11:2–4).

Hay muchas personas en nuestros días, que cuando oran siguen la misma progresión de Nehemías, pero sin sus resultados. Comienzan con la adoración y pasan a la súplica, pero no perseveran. La persistencia de Nehemías es digna de admiración. Permaneció en oración por su pueblo de día y de noche. Pudo haber hecho lo que muchas veces nosotros realizamos; es decir, orar por las necesidades de alguien, para olvidamos apenas no lo tenemos presente.

O pudo haber formulado sus ruegos en dos o tres oportunidades y haber dejado el resto al Señor. Sin embargo Nehemías persistió en su oración hasta que Dios le contestó. Nunca consideró su petición como la actividad mecánica de sonar una campanilla demandando que lo sirvieran, ni imaginó remotamente a Dios como un «sirviente cósmico» que se apresuraría a cumplir en forma solícita sus órdenes.

Él sabía que cuando Dios toma interés en nuestros asuntos, usa sus medios. En esta situación, la oración era el medio que Dios estaba usando para lograr sus propósitos (Ezequiel 36:37), Nehemías no esperó nunca que Dios contestaría sus peticiones en el mismo momento de formularlas. En lugar de ello, reconoció su subordinación a un soberano Señor y persistió respetuosamente hasta que Dios le contestó (Santiago 5:16–18).

La oración no solo nos ayuda conduciendo nuestra vida a la conformidad con la voluntad de Dios, sino que nos prepara para recibir la respuesta. A medida que tomamos conciencia de las intenciones del Señor, vemos con mayor nitidez la parte que nos toca dentro del plan divino. La oración persistente sirve asimismo al propósito de fortalecer nuestra resolución. Recibimos con ella una confianza renovada. Esta confianza nos libera de la garra del abatimiento y la desesperación y nos brinda fe para perseverar hasta lograr lo que Dios desea.

La actitud de la oración de Nehemías es también importante. Presenta un marcado contraste con algunas plegarias carentes de respeto para Aquél a quien van dirigidas. La postura de Nehemías es de absoluta reverencia y sumisión. Él sabía que los que se consideran auto suficientes, no oran a Dios, sino que solo se hablan a sí mismos. Los que están plenamente satisfechos de sí mismos, tampoco lo hacen porque no tienen conciencia de sus necesidades. Los que se consideran justos en su propia estimación no pueden tampoco orar, por carecer de base para aproximarse a Dios.

Quitando todas las barreras

Concentrando su pensamiento en quién es Dios, Nehemías llegó a tomar conciencia de una barrera que impedía a su Soberano la renovación de los privilegios de su pacto con el pueblo. Este obstáculo era el pecado no confesado por él. Esto viene a ilustrar con claridad otra lección en nuestra vida de oración. Para que la oración sea eficaz, debe ir acompañada de confesión. Nehemías sabía bien que el pecado reposaba en el fondo de aquellos por quienes pedía. Por esa razón comienza: «Y confieso los pecados de los hijos de Israel que hemos cometido contra ti». No deseando culpar solamente a la nación israelita, él se identifica con la culpa de su pueblo: «Sí, yo y la casa de mi padre hemos pecado». Este tipo de confesión sería particularmente apropiado si Nehemías era descendiente del linaje de David.

Comenzando con esta confesión general, Nehemías pasa a los puntos específicos: «En extremo nos hemos corrompido contra ti, y no hemos guardado los mandamientos, estatutos y preceptos que diste a Moisés tu siervo». Puesto que dice esto, se ve que cree firmemente que la continua tristeza y aflicción de Jerusalén está directamente relacionada con los pecados no confesados por el pueblo. Tácitamente acepta que este pueblo no tiene merecimientos propios. Ha roto el pacto con el Señor. Dios sin embargo ha previsto de los medios para ser restaurado, y esta provisión se convierte en la base de la petición de Nehemías.

Reclamando esa provisión hecha para que el pueblo pueda ser restaurado en el favor de Dios, Nehemías nos muestra otro principio de la oración: para que sea eficaz, debe estar basada en las promesas de Dios. «Acuérdate ahora de tu palabra», dice. Entonces, parafraseando la enseñanzas de Deuteronomio 4:25–31; 30:1–5; Levítico 26:27–45 y 2 Crónicas 6:36–39, demanda el cumplimiento de la promesa de Dios. Esta apelación marca el punto más alto de su plegaria. Su confianza en el Señor es tan absoluta, que sabe que él resolverá todos los detalles. Entonces concluye refiriéndose al pueblo de Dios como «sus siervos». Esto implica una nueva sumisión a la autoridad divina y el restablecimiento del pacto previo de relación con Dios.

La intercesión de Nehemías subraya lo cierta que es la observación del doctor R. C. Trench: «La oración no es para vencer la resistencia de Dios, sino para asirnos de su benevolencia».

Nehemías continúa solicitando el favor de Dios por cuatro largos meses (véase Nehemías 1:1, noviembre–diciembre y Nehemías 2:1, marzo–abril del 445 a.C.). Durante esas semanas pudo ver todos los asuntos con mayor claridad que nunca. Empezó de igual manera a entender la parte que le iba a tocar en la respuesta a su oración. Todo ello parece evidente por la forma en que Nehemías concluye su oración, pidiendo a Dios buen éxito en su empeño. Después hace saber al rey Artajerjes sus planes.

Sabe que será mas difícil abandonar la corte de Persia que haber entrado en ella. Es un cortesano de confianza y el rey ha puesto su seguridad en cierta manera en sus manos. No sabe cómo Dios habrá de lograr todo esto, pero su esperanza en el Señor es grande y confía en que él mismo resolverá todos los detalles.

El hombre que usa Dios

A medida que revisamos este pasaje, encontramos que contiene varios principios muy importantes para los líderes de nuestros días. Uno de ellos es que el líder debe tener una sincera preocupación por los demás. Cuando Nehemías recibió a la delegación de Jerusalén, mostró un interés inmediato respecto al bienestar del pueblo y a las condiciones de la ciudad. Cuando supo de sus apuros, se comprometió personalmente en la empresa. Ayunó y oró por ellos.

Muy a menudo, los que quieren llegar a ser líderes tratan de alcanzar la cima del éxito pisoteando los derechos ajenos. Aprovechan y explotan las capacidades de otros para progresar ellos. La importancia de esta preocupación vital por los demás ha sido encarecida por Sir Arthur Bryant en un artículo publicado en Illustrated London News [Noticias ilustradas de Londres]. Este renombrado historiador dice: «Nadie es apto para guiar a sus conciudadanos, a menos que considere el cuidado y el bienestar de ellos como su responsabilidad primordial … y privilegio».

Un líder sabio coloca el bienestar de aquellos con quienes trabaja, entre las cosas más importantes de su lista. Se asegura de que sus preocupaciones serán consideradas antes que las suyas propias. Sabe que si sus subordinados están libres de ansiedades personales, pueden hacer un trabajo mucho mejor. Ninguna corporación o iglesia, institución educacional o misión, puede tener éxito en alcanzar sus metas sin la ayuda espontánea de aquellos que están listos a darse ellos mismos por amor a la obra. El cuidado de un administrador capacitado se exterioriza por la forma en que trata a sus empleados; el reconocimiento que hace de sus contribuciones y la manera en que recompensa sus servicios (Efesios 6:9; Colosenses 3:1).

Esta no es solo una sana política para aquellos que ocupan altos puestos ejecutivos, sino también un consejo práctico para los aspirantes a hombres de negocios, pastores y líderes de misiones. Un líder que se identifica estrechamente con aquellas personas a quienes orienta, está capacitado para motivarlas hacia logros cada vez mayores. Será capaz de valorar sus capacidades individuales, unir a sus subalternos y retarlos con metas personales y de grupo. Como señala Bernard L. Montgomery: «El comienzo de todo liderazgo es una batalla por ganar el corazón y la mente de los hombres».

Esto nos lleva a un segundo principio del éxito en el liderazgo. Aunque la preocupación vital por las personas es un requisito necesario para ganar su confianza, y la íntima identificación con ellas es la clave para motivarlas, la importancia de la oración no debe ser ignorada ni desatendida. En una de las paredes de un corredor del Colegio Spurgeon en Londres, aparecen pintadas en letras gigantescas las siguientes palabras de Cristo: PORQUE SEPARADOS DE MÍ, NADA PODÉIS HACER (Juan 15:5). Gracias a la oración somos capaces de usar el poder de Dios, porque en ella le pedimos al Señor que haga lo que nosotros no podemos.

Desafortunadamente, tenemos la tendencia de subestimar la oración. Es tan secreta y silenciosa, que a menudo la pasamos por alto como algo sin mayor importancia. Para corregir tan acomodaticia impresión, J. Edgar Hoover decía: «La fuerza de la oración es mayor que cualquier combinación posible de poderes controlados por el hombre, porque la oración es el instrumento supremo del hombre para extraer los recursos infinitos de Dios».

Nehemías encontró que la oración era una gran fuente de poder. Él se enfrentaba a un problema superior a sus fuerzas humanas y por ello llevó todo en oración al Señor. Dios entonces le mostró la solución. A través de sus súplicas, Nehemías recibió una nueva perspectiva del problema, fue orientado a reordenar su escala de valores y recibió a la vez un claro sentido del propósito que había en su misión.

Como resultado de la oración de Nehemías por su pueblo, un obstáculo aparentemente insuperable fue reducido a proporciones que permitieron manejarlo. Al término de cuatro meses de consagrada intercesión, Dios le brindó la solución al problema.

La oración nos ofrece también nuevas perspectivas. El fundador de las tiendas Penney acostumbraba a decir a sus colegas: «La verdadera oración abre nuestros ojos a cosas nunca vistas con anterioridad. Es lo opuesto a la oración que ha sido solamente una mera expresión de nuestros deseos egoístas». Mientras mayor sea Dios ante nuestros ojos, mejor será nuestra perspectiva en todos los problemas y situaciones que confrontemos.

Teniendo ya conciencia plena de lo que Dios quería que se hiciera, Nehemías fue guiado a un reordenamiento de sus prioridades. Comprendió su función en la solución del dilema que afrontaba su pueblo. Reconoció y aceptó que se convertiría en una pieza vital del vehículo que Dios utilizaría para lograr los fines por los cuales habían orado tan intensamente.

No tenemos medios precisos para comprobar cuántas veces la oración ha cambiado el curso de la historia. Lo que sí sabemos es que como resultado de la oración de Nehemías, Dios intervino en una situación aparentemente desesperada y, trabajando a través de un solo hombre, llevó a feliz término una tarea que a todos les parecía imposible.

La oración no solamente fijó las precedencias de Nehemías sino que también le dio una motivación. La certeza de ser un enviado de Dios había de sostenerlo a través de las innumerables vicisitudes que encontraría tan pronto comenzara la reconstrucción de los muros de la ciudad. En lo que Dios logró a través de Nehemías hay mucho de inspiración para nosotros. Él está dispuesto y deseoso, y es capaz de hacer lo mismo a través de cada uno de nosotros, si así lo queremos y aprendemos el secreto de utilizar esos recursos infinitos de su poder divino. Nuestros «gemidos indecibles» son las oraciones que Dios no puede rechazar (Romanos 8:26, 27). Nuestras oraciones diarias aminoran nuestras diarias preocupaciones. A la vez, nos mantienen en el sitio en que Dios puede utilizamos.

La constancia en la oración es la que marca la diferencia. Qué clase de diferencia es esta y cómo la fe y el trabajo marchan juntos, lo veremos en la próxima sección.

jueves, 28 de junio de 2012

Tecnicas de Enseñanza: La propagacion de La Palabra en Accion a traves de ti


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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 El asunto de este curso es "Tácticas de Enseñanza." "Enseñanza" es el acto de instruir a otra persona.  La  enseñanza  bíblica  incluye  impartir  el  conocimiento  y  demostrar  cómo  aplicar  ese conocimiento a la vida personal y ministerio. "Tácticas" son los métodos que logran una meta, propósito,  u  objetivo.  En  el  ejército,  el  asunto  de  "tácticas"  enseña  a  los  soldados  cómo  usar sus  armas  para  lograr  una  ventaja  sobre  el  enemigo.  El  mismo  es  verdad  en  el  mundo espiritual.  Si  nosotros  aplicamos  los  métodos  de  Dios  o  Sus  "tácticas",  nosotros  podemos conquistar a los enemigos espirituales que incluyen el mundo, la carne y Satanás con todo sus poderes.

En "Tácticas de Enseñanza" usted aprenderá a usar una gran arma espiritual. Esa arma es la espada  del  Espíritu  que  es  la  Palabra  de  Dios  (Efesios  6:17).  Usted  aprenderá  tácticas  de predicar y enseñar la Palabra de Dios con el propósito de derrotar al enemigo. Este curso usa la  Palabra  de  Dios,  la  Biblia,  como  la  revelación  en  que  toda  la  enseñanza  es  basada.  En  la enseñanza  Bíblica  el  maestro,  el  asunto,  y  los  métodos  deben  todos  estar  en  armonía  con  la Biblia.

Enseñar  no  es  sólo  la  comunicación  de  doctrinas  o  informaciones.  Los  estudiantes  deben experimentar  a  Dios,  no  sólo  aprender  informaciones  sobre  Él.  Enseñar  es  la  transmisión [impartir] tanto de la vida cuanto del estilo de vida. La vida a ser impartida a los estudiantes es la nueva vida en Jesucristo a través del nuevo nacimiento espiritual (Juan 3). El estilo de vida a ser impartido es aquel del Reino de Dios. Debemos enseñar a los estudiantes cómo vivir como "ciudadanos"  en  este  Reino,  mientras  aprendiendo  los  privilegios  y  responsabilidades  de  su posición. 

A  veces,  nosotros  hemos  estado  satisfechos  en  pedir  prestado  los  sistemas  educativos artificiales, hechos  por  los  hombres,  en  lugar  de  aprender  y  aplicar  lo  que  la  Palabra  de  Dios  revela  sobre  la  enseñanza.  Este  curso  enfoca  en  el  mensaje  Bíblico  y  en  los  métodos  de enseñar.  Usted  aprenderá  y  aplicará  los  métodos  del  maestro  supremo,  Jesucristo.  Usted entenderá las funciones de Dios el Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo en su enseñanza. 

En  este  curso  son  dadas  directrices  para  analizar  el  público,  declarar  objetivos,  planear  la lección,  usar  métodos  de  enseñanza  diferentes,  y  evaluar  su  enseñanza.  La  relación  entre enseñar y predicar se examina y se dan pautas para predicar mensajes Bíblicos. Usted también aprenderá  a  entrenar  otros  para  enseñar  y  cómo  adaptar  su  enseñanza  a  las  personas analfabetas [aquellos que no pueden leer o escribir]. 

Si  usted  está  tomando  los  cursos  del  Instituto  Internacional  Tiempo  de  Cosecha  en  su  orden sugerido, éste es el segundo curso del Módulo titulado "Multiplicación", un módulo que detalla cómo  multiplicarse  compartiendo  con  otros  las  verdades  espirituales  que  usted  ha  aprendido.
Otros cursos en el Módulo incluyen "Desarrollando Una Visión Mundial Bíblica", "Metodologías de Multiplicación", y "Principios de Poder." 

OBJETIVOS DEL CURSO 
Al concluir este curso usted será capaz de: 
  • Explicar la diferencia entre la posición de un maestro, el don de enseñar, y el orden a todos los creyentes para enseñar. 
  •   Resumir la misión y métodos del maestro supremo, Jesucristo. 
  •   Explicar las funciones del Padre, Hijo, y Espíritu Santo en la enseñanza. 
  •   Usar métodos Bíblicos de enseñanza. 
  •   Explicar la misión del maestro. 
  •   Listar las calificaciones Bíblicas para maestros. 
  •   Analizar el público. 
  •   Declarar objetivos educacionales. 
  •   Enseñar una lección Bíblica. 
  •   Explicar la relación entre enseñar y predicar. 
  •   Predicar un mensaje de la Biblia. 
  •   Desarrollar y usar ayudas audio-visuales. 
  •   Evaluar su enseñanza y predicación. 
  •   Adiestrar otros para enseñar. 
  •   Seleccionar y/o desarrollar un  plan de estudios Bíblico. 
  •   Adaptar su enseñanza a aquellos que son analfabetos.
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