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sábado, 10 de diciembre de 2016

Yo me voy, y me buscareis, pero en vuestro pecado moriréis; a donde Yo voy, vosotros no podéis venir: A propósito de la navidad

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




LAS TRETAS DE SATANÁS - ¿CAE USTED EN ELLAS?

Seis formas que Satanás usa para robar la Navidad

La mayoría de la gente en el mundo se perderá la próxima Navidad. ¿Cómo puede ser? ¿Pero cómo puede alguien perderse  la Navidad con la cantidad de propaganda, publicidad y promoción que esta fiesta recibe cada año? Porque a pesar de que muchos celebran la Navidad cada año, la mayoría no sabe de qué se trata. A pesar de toda la promoción de la Navidad hecha por los medios de comunicación, la mayoría de la gente la perderá porque se ha tornado en algo poco claro.
Para aquellos de nosotros que conocemos y amamos al Señor Jesucristo, la Navidad es un tiempo para enfocarse en Su nacimiento. Pero aun nosotros podemos quedar atrapados en un torbellino de actividades cerca del tiempo de la Navidad y perderla en un sentido práctico. Satanás ha atestado el concepto cristiano de la Navidad con tanta parafernalia inútil, que su verdadero significado se pierde fácilmente.
Una Breve Historia de la Navidad
La mayoría de los estudiosos dudan que el 25 de diciembre sea la fecha verdadera del nacimiento de Cristo. No hay sustento bíblico para ello, y sí alguno en contra. Esa fecha fue decidida por la iglesia en Roma en el siglo cuarto, y tenían motivos específico para hacerlo.
Muchos de los primeros habitantes de la tierra adoraban al sol porque dependían del curso anual del sol en los cielos. La mayoría de la gente tenía fiestas en el tiempo del solsticio de invierno (mediados de diciembre), un momento en el cual los días eran más cortos. Ellos construían hogueras para darle al dios del sol fuerza y revivirlo. Cuando se veía que los días se alargaban, había un gran júbilo.
Los padres de la iglesia en Roma decidieron celebrar el cumpleaños de Cristo en el solsticio de invierno. Fue su intento de cristianizar las celebraciones paganas populares. Pero no lograron que la gente se ajustara. En cambio, las festividades paganas continuaron y nos quedamos con una mezcla bizarra de elementos paganos y cristianos que caracteriza nuestra moderna celebración de Navidad.
Los siguientes ejemplos le darán alguna idea de cuántas costumbres paganas conforman lo que hoy conocemos como Navidad.
Para los romanos el mes de diciembre marcaba el festival de Saturnalia (diciembre 17-24). Una de las costumbres más comunes durante ese festival era darse regalos. De ahí proviene, por lo que sabemos, la idea de intercambiarse regalos. La corona siempre verde también deriva del festival de Saturnalia, durante el cual los hogares eran decorados con ramas de hojas perennes.
Los druidas de Inglaterra juntaban muérdago sagrado para sus ceremonias y decoraban sus casas con él. Se cree que el primer árbol de Navidad fue instituido por Bonifacio, un misionero inglés en Alemania en el siglo VIII. Se supone que él sustituyó los sacrificios al roble sagrado del dios Odín con un abeto adornado en homenaje a Cristo. Algunos afirman que Martín Lutero introdujo el árbol de Navidad iluminado con velas.
“Santa Claus” es una contracción de San Nicolás, un obispo en Asia Menor durante el siglo cuarto, conocido por su extraordinaria generosidad. A él se le asoció más tarde con la entrega de regalos a fin de año. San Nicolás fue adoptado por los Países Bajos como el santo patrón de los niños. En vísperas de San Nicolás, los niños dejaban sus zapatos llenos de heno para el caballo blanco del santo.
No es de extrañar que tanta gente se pierda la Navidad. La sencillez del nacimiento de Cristo se ahoga en un mar de tradiciones, muchas de ellas de origen pagano. Aún peor, cuando Cristo nació en Belén, la mayoría de la gente de ese día se lo perdió. En los siguientes relatos del evangelio, veremos seis maneras de cómo las personas no entendieron Navidad, y aprenderemos a evitar cometer el mismo error nosotros mismos.
Preocupación Ignorante
Lucas 2:7 dice: “Y dio a luz a su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y lo acostó en un pesebre, porque no había lugar para ellos en el mesón.” La primera persona que se perdió la Navidad era el posadero. Él no había podido recibir a María y José, porque no había lugar para ellos. Al parecer, él era indiferente a su situación – no hay ninguna indicación en la Escritura que él llamó para pedir ayuda.
Note que el versículo 7 dice: “Ella dio a luz a su hijo primogénito.” María se dio a luz a Jesús. Por sí misma, lo envolvió en pañales. José estaba allí para ayudar, pero si era como la mayoría de los padres jóvenes, debe haber sido de poca ayuda.
La gente de Oriente Medio es hospitalaria, amable y atenta. No son primitivos. Ellos no son el tipo de personas que dejarían una mujer tener a su bebé sola. Pero en este caso, lo hicieron. ¿Dónde estaban las parteras? Uno pensaría que el posadero conocía a alguien que podría haber ayudado.
Lucas nos dice que Le puso en un pesebre, que es un canal de alimentación de los animales. Las telas con las que envolvió a Jesús eran largas tiras de tela. Cada vez que nacía un pequeño, se limpiaba al bebé de inmediato. A continuación, se envolvían al bebé con pañales y abrigaba en una manta. Tarea que era normalmente llevada a cabo por una partera. Pero María tuvo que hacerlo todo ella misma.
El comentarista G. Campbell Morgan escribió,
Piense qué patético. “Ella dio a luz”, “ella lo envolvió en pañales”. Es muy hermoso, pero qué pena, qué trágico, qué soledad; que en esa hora    de todas las horas, cuando la mujer debe estar rodeada de la más tierna atención, estaba sola. El método del escritor es muy claro. Ella con sus   propias manos envolvió al Bebé con los pañales y Lo acostó en el pesebre. No había nadie que lo hiciera por ella. Otra vez os digo, qué pena,   sin embargo la gloria para el corazón de María (El Evangelio según Lucas [Old Tappan, NJ: Revell, 1931], p. 36).
No sabemos nada sobre el posadero, porque la Biblia no dice nada de él. Algunos analistas especulan con que Jesús nació en un establo, algunos piensan que nació en una cueva, y otros creen que nació en un patio abierto en la posada. Una cosa sí sabemos: la hospitalidad que María y José esperaban encontrar, no la encontraron  – ellos fueron rechazados.
¿Por qué el posadero se pierde la Navidad? Creo que la respuesta sencilla es por la preocupación. Él estaba ocupado. Su hotel estaba lleno debido a que había un censo en Belén. La ciudad estaba llena de personas cuyos ancestros venían de allí. Ya que Belén era la ciudad de David, todos los que eran de la línea de David estaban allí, incluyendo a José y María. El posadero no fue necesariamente hostil y poco comprensivo, el estaba simplemente ocupado.
Muchas personas son como el posadero. Sus almas están llenas de cosas inútiles – con cosas que no importan. Como resultado, se pierden el Cristo de Dios. Nuestra sociedad está llena de lo innecesario, lo  insignificante, y sin sentido. Gastamos una fortuna en acumular cosas que les permitirán a nuestros niños pelearse por ellas cuando muramos. Y nuestro tiempo es devorado por las exigencias que nuestras cosas nos crean.
La gente se pierde a Cristo en la época de Navidad, porque Él es desplazado por un mundo que determina lo que deben pensar, hacer y comprar. Al igual que el posadero, la gente hoy en día está preocupada. El posadero no sabía nada sobre el bebé que María dio a luz, y ellos tampoco. Ellos no saben quién es Cristo y por qué Él vino. En cambio, están ignorantemente preocupados por lo mundano y lo que no tiene sentido. ¡Qué triste es que muchas personas viven sus vidas en pos de los mismos, sólo para despertar un día en la eternidad sin Dios!
Temor Celoso
En Mateo 2 nos encontramos con otro hombre que se perdió la Navidad:
Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos, diciendo: ¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque Su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes se turbó, y toda Jerusalén con él… Entonces Herodes, llamando en secreto a los magos, indagó de ellos diligentemente el tiempo de la aparición de la estrella; y enviándolos a Belén, dijo: Id allá y averiguad con diligencia acerca del Niño; y cuando Le halléis, hacédmelo saber, para que yo también vaya y le adore” (v. 1-3, 7-8).
Herodes era el rey de la tierra. Fingió su deseo de adorar a Jesucristo, pero él tenía miedo porque había nacido Uno que fue llamado el Rey de los judíos. La palabra griega traducida como “turbado” en el versículo tres significa “estar perturbado” o “agitado.” Conlleva la idea de pánico total. Herodes entró en pánico. ¿Por qué? Tenía miedo de Jesús-miedo de otro rey. Veamos por qué.
Julio César nombró al padre de Herodes, Antípatro, a ser procurador o gobernador de Judea bajo la ocupación romana. Antípatro a continuación, logró que su hijo Herodes fuera nombrado prefecto de Galilea. En esa oficina Herodes fue exitoso en sofocar las bandas de guerrilleros judíos que continuaban luchando en contra sus gobernantes extranjeros.
Después de huir a Egipto, cuando los partos invadieron Palestina, Herodes, luego fue a Roma y en el 40 A. C. fue declarado por Octavio y Marco Antonio (con el consentimiento del Senado romano) para ser rey de los Judíos. Invadió Palestina el próximo año y, después de varios años de lucha, expulsó a los partos y estableció su reino.
Debido a que él no era judío, pero idumeo (un edomita), Herodes se casó con Mariamne, heredera de la casa hasmonea judía, para convertirse más aceptable para los Judíos a quienes ahora gobernaba. Era un orador, guerrero, y diplomático inteligente y capaz. Pero también era cruel y despiadado. Era increíblemente celoso, desconfiado y temía por su posición y poder. Temiendo una amenaza potencial, ahogó a Aristóbulo su sumo sacerdote, el hermano de su esposa, y después proporcionó un funeral magnífico donde fingió llorar. Luego hizo que Mariamne se suicidara, y luego su madre y dos de sus propios hijos.
Cinco días antes de su muerte (alrededor de un año después del nacimiento de Jesús), mandó a ejecutar a su tercer hijo. Una de las mayores evidencias de su sed de sangre y locura cruel fue mandar a encarcelar a los ciudadanos más distinguidos de Jerusalén poco antes de su muerte. Debido a que sabía que nadie  lloraría su propia muerte, dio orden que los prisioneros fueran ejecutados en el momento de su muerte. Así  él garantizaba que  habría duelo en Jerusalén.

Ese acto de barbarie fue superado en crueldad sólo por su masacre de “todos los hijos varones que había en Belén y en todos sus alrededores, de dos años para abajo” (Mateo 2:16). Por medio de tal acción esperaba eliminar cualquier amenaza a su trono de Aquel que los magos dijeron había nacido Rey de los Judíos.
¿Por qué Herodes perdió la Navidad?  Miedo celoso. Para que no piense que no hay más Herodes en este mundo, sólo tiene que leer la prensa diaria. El hombre es depravado. Hay Herodes en todas las sociedades. Pero hay una lección más grande para toda la humanidad.
Muchas personas se pierden Navidad a causa de la misma clase de miedo que tenía Herodes. Herodes tenía miedo de que alguien tomara su trono. Hoy la gente tiene miedo de renunciar a sus propios planes, prioridades, valores y moral. Ellos no quieren venir a Cristo porque Él entorpecerá su estilo-Él se adjudicará sus vidas. Eso significa que tendrán que modificar la forma en que viven. Los medios de comunicación le dicen a la gente que hagan lo que quieren, dominen su suerte y tracen su propio destino. El mundo está lleno de reyes que no se arrodillan delante de Jesucristo, que se pierden la Navidad al igual que Herodes.
¿Y usted? ¿Ha dicho que no a Jesucristo, ya que tiene miedo de lo que Él le reclamará a usted? ¿Quiere ser el amo y señor de su vida y el rey de su pequeño reino? Eso es trágico – ¡Su reino es mucho más glorioso!
Orgullosa Indiferencia
Una vez que Herodes supo por los sabios que un niño iba a nacer, quien sería el Rey de los Judíos, reunió “a todos los principales sacerdotes y los escribas del pueblo, [y] les preguntó dónde había de nacer el Cristo.  Ellos le dijeron: En Belén de Judea; porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén, de la tierra de Judá, no eres la más pequeña entre los príncipes de Judá; Porque de ti saldrá un guiador, que apacentará a mi pueblo Israel” (Mateo 2:4-6). Herodes llamó a los expertos.
Los sumos sacerdotes eran el sumo sacerdote, el capitán de la policía del Templo, y lo mejor de los demás sacerdotes -aquellos que tenían grandes habilidades administrativas, docentes, y de liderazgo. La mayor parte de los sacerdotes eran saduceos. Los escribas eran mayormente los fariseos. Ellos fueron los lingüistas e intérpretes que entendían la cultura y la historia de los datos bíblicos.
Los dos grupos sabían dónde nacería el Mesías porque sabían que Miqueas había profetizado que “Belén…de ti me saldrá el que será Señor en Israel” (5:2). Una cosa que la nación judía había estado buscando, y aún lo hace hoy en día, era el Mesías. Ellos habían estado esperando un libertador a lo largo de su historia, especialmente cuando bajo la opresión romana. Sin embargo, estos sacerdotes y escribas no estaban dispuestos a recorrer los pocos kilómetros para averiguar si este niño podría ser el Mesías.
Por qué se perdieron la Navidad? Indiferencia. No les importaba. Tenían todos los hechos, pero no necesitaban a un Mesías. ¿Por qué? Debido a que se creían moralmente superiores- se consideraban perfectos guardianes de la ley. En sus mentes eran todo lo que Dios podía pedir de ellos. Se podría decir que estaban llenos de indiferencia orgullosa porque la indiferencia es siempre el resultado de orgullo. No había lugar para el Hijo de Dios en su sistema. Cuando el hijo mayor llegó a la escena, Le odiaron y despreciaron. Así que tramaron Su asesinato y clamaron por Su sangre.
Jesús identificó su indiferencia en una punzante reprimenda en Mateo 9. “Y aconteció que estando él sentado a la mesa en la casa, he aquí que muchos publicanos y pecadores, que habían venido, se sentaron juntamente a la mesa con Jesús y sus discípulos” (v. 10). Jesús se sentó a esta comida con la gente que necesitaba su ayuda: los marginados, los recaudadores de impuestos, traidores, y los pecadores. “Cuando vieron esto los fariseos, dijeron a los discípulos: ¿Por qué come vuestro Maestro con los publicanos y pecadores? Al oír esto Jesús, les dijo: Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. Id, pues, y aprended lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio. Porque no he venido a llamar a justos, sino a pecadores, al arrepentimiento” (v. 11-13). Cuando los fariseos celebraban una fiesta, invitaban a la gente de superioridad moral. Cuando Jesús celebró una fiesta, Él le dio la bienvenida a aquellos que sabían que eran pecadores y estaban desesperadamente conscientes de su necesidad de un Salvador.
Muchas personas hoy en día se pierden la Navidad porque no se dan cuenta que son pecadores. Así que ignoran a Cristo. No muestran ningún interés en el Salvador, porque no entienden su necesidad de ser salvados. Ellos no entienden que la paga del pecado es muerte (Romanos 6:23) – que el pecado se arrastra a la gente a un infierno eterno. En consecuencia, ignorar el remedio, ya que ni siquiera saben que tienen la enfermedad.
Rituales Religiosos
Lucas 2 indica otro grupo de personas que perdieron la Navidad: “Había pastores en la misma región, que velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño. Y he aquí, se les presentó un ángel del Señor” (v. 8 -9). El ángel proclamó el nacimiento de Cristo, y los pastores fueron a Belén para verlo. El versículo 20 dice: “Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho.” De todas las personas en Jerusalén, Dios señaló pastores para recibir la gran noticia sobre el nacimiento de Cristo.
Los pastores eran un grupo de personas despreciado. No podían mantener todos los ritos de purificación y actividades, ya que estaban muy ocupados atendiendo a las ovejas. Sin embargo, nadie más de la ciudad vino a ver al niño Jesús, excepto los “impuros” pastores. Sin embargo, dos personas especiales Lo advirtieron cuando Lo llevaron a la ciudad. Lucas 2:25-26 menciona a Simeón, un hombre que “era justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él y le había sido revelado por el Espíritu Santo, que no vería la muerte antes que viese al Ungido del Señor.” Lucas 2:36-38 nos dice acerca de Anna, una viuda que vio al Mesías en el templo y que hablaba del “Niño a todos los que esperaban la redención en Jerusalén” (v. 28).
Sin embargo, la masa de gente en Jerusalén se perdió la Navidad. El nacimiento de Cristo tuvo lugar a pocos kilómetros de distancia. Fue el cumplimiento de todos sus sueños y esperanzas – el evento que cambiaría el destino del mundo – pero ellos se lo perdieron. ¿Por qué? La religión. Estaban tan ocupados con los ritos de su religión que se perdieron la realidad de Su Nacimiento.
Cuando Jesús preguntó a sus discípulos: ” ¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre? (Mateo 16:13), su respuesta fue: “Unos, Juan el Bautista; otros, Elías; y otros, Jeremías o alguno de los profetas” (v. 14). Todo era especulación, estaban equivocados. Jesús no encajaba en el sistema religioso de Su época. Y la gente lo sabía, después que dio el Sermón del Monte.
La religión maldecirá un alma más rápido que cualquier cosa, si ese algo es otra cosa que la verdadera adoración del Dios verdadero. Un sistema religioso falso da a una persona un lugar para esconderse – un lugar donde puede enmascarar su espiritualidad. La gente involucrada en varios cultos habla sobre Dios, Cristo, y la Escritura, pero no conocen a Cristo. Están perdidos en medio de la religión. Entonces, el pueblo de Jerusalén se perdió la Navidad mientras eran religiosos.
Idolatría
Los romanos también se perdieron la Navidad. La profecía de Miqueas, sobre que el niño Cristo nacería en Belén se puso en marcha por un emperador gentil. Lucas 2:1-2 dice, “Aconteció en aquellos días, que se promulgó un edicto de parte de Augusto César, que todo el mundo fuese empadronado. Este primer censo se hizo siendo Cirenio gobernador de Siria.” Los soldados romanos registraron a la gente y realizaron el censo.
A lo largo de la vida de Cristo vemos la presencia de los romanos. Antes de su muerte apareció Cristo ante Pilatos, el gobernador romano de Judea (Juan 18:28-40). Cristo fue ejecutado por los romanos (Mateo 27:27-36). Guardias romanos mintieron acerca de Su resurrección, propagando una historia para encubrir la realidad de que Él resucitó de los muertos (Mateo 28:11-15). Todos ellos se perdieron Navidad a causa de su idolatría: adoraban a sus propios dioses. Cristo no encajaba con ellos. Ellos adoraban a una multitud de dioses, y el pináculo de su culto era la adoración del emperador. Así que en medio de su idolatría pagana se perdieron Navidad.
El mundo actual está lleno de personas que adoran a sus propios dioses. No adoran ídolos como lo hicieron en la época de Cristo, pero todavía tenemos ídolos y dioses. Algunas personas adoran el dinero. Algunas personas adoran el sexo. Otros adoran coches, barcos y casas. Algunos adoran el poder y el prestigio. Esas cosas son los dioses paganos de hoy, los ídolos del siglo XXI. Y si eso es lo que está adorando, se perderá la Navidad, también. Usted puede recibir algunos regalos, comer una gran cena, y disfrutar de un árbol decorado de pino, pero se perderá la Navidad.
El Exceso de Familiaridad
Tal vez lo más triste de todo, es que la gente de Nazaret se perdió la Navidad. Lucas 2:39-40 dice: “Después de haber cumplido con todo lo prescrito en la ley del Señor, volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se fortalecía, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios era sobre él.” Cuando Jesús volvió a Nazaret, Él no se parecía a cualquier otro niño. Acompañó a sus padres a Jerusalén para celebrar la Pascua cuando tenía doce años. Desconcertó a los doctores de teología en el Templo (Lucas 2:41-47). Pasó treinta años de su vida en Nazaret, sin embargo, los residentes no lo reconocieron.
Lucas 4 revela la tragedia que sucedió cuando Jesús reveló Su identidad a los nazarenos:
Él fue a Nazaret, donde se había criado, y como era Su costumbre, entró en la sinagoga el sábado, y se levantó a leer. Y se le dio el libro del profeta Isaías. Y abrió el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos; a predicar el año agradable del Señor”. Y cerró el libro, y lo devolvió al ayudante y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en Él. Y comenzó a decirles: “Hoy esta Escritura se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros.” Y todos hablaban bien de Él, y se maravillaban por las palabras de gracia que salían de Sus labios, y decían, “¿No es éste el hijo de José?”… Y Él dijo: “En verdad os digo que ningún profeta es acepto en su propia tierra” (v. 16-22, 24).
La gente de Nazaret se perdió Navidad a causa de exceso de familiaridad. Ellos conocían a Jesús como el hijo de José, y no Le consideraban especial. Después de que Jesús terminó de hablar en la sinagoga, la gente “levantándose, le echaron fuera de la ciudad, y le llevaron hasta la cumbre del monte sobre el cual estaba edificada la ciudad de ellos, para despeñarle. Mas él pasó por en medio de ellos, y se fue”(v. 29-30).
El exceso de familiaridad es algo mortal. Me encuentro con tantas personas que dicen haber sido criadas en un ambiente cristiano, pero no son cristianas. El miedo se apodera de mi corazón cuando oigo eso. El exceso de familiaridad coarta la convicción. Cuando usted ha oído algo muchas veces y no hace nada al respecto, tal familiaridad puede generar desprecio.
Marcos 6:6 nos da el análisis de Cristo del pueblo de Nazaret: “Estaba asombrado de la incredulidad de ellos”. Mateo 13:58 Y añade: “Y no hizo allí muchos milagros, a causa de la incredulidad de ellos”. El exceso de familiaridad con la verdad de la Navidad puede generar un corazón de piedra. Es mejor responder, mientras que su corazón es blando, o su corazón se endurecerá y no tendrá la oportunidad de responder (Proverbios 29:1).
Conclusión
Hay muchas maneras de perder la Navidad: la preocupación ignorante, el ritual, la idolatría, y la familiaridad excesiva. Pero detrás de todas esas razones está la incredulidad. Muchas personas simplemente se niegan a creer en Jesucristo. El apóstol Juan dijo: “En el mundo estaba, y el mundo por Él fue hecho; pero el mundo no Le conoció. A lo suyo vino, y los suyos no Le recibieron. Mas a todos los que Le recibieron, a los que creen en Su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios”(Juan 1:10-12).
Si usted se ha estado perdiendo la realidad de la Navidad en su vida, sepa que si recibe al Señor Jesucristo y cree en Su nombre, la Navidad se convertirá en real para usted. Puede suceder hoy en día, y es entre usted y Dios (2 Corintios 6:1-2, Romanos 10:8-11).
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miércoles, 8 de junio de 2016

Habló Jesús por parábolas a la gente, y sin parábolas no les hablaba; para que se cumpliese lo dicho por el profeta, cuando dijo: Abriré en parábolas mi boca; Declararé cosas escondidas desde la fundación del mundo.

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




JESÚS ENSEÑABA POR PARÁBOLAS
¿QUÉ ES UNA PARÁBOLA?
Existe un gran debate en torno a esta pregunta. Hay estudiosos que dicen que en los Evangelios Sinópticos hay más de setenta parábolas y, otros, que no hay más de treinta.

Para clasificar los tipos de parábolas, los intérpretes han usado diferentes categorías como
  • parábola, 
  • símil, 
  • ilustración, etcétera. 
En ese sentido, Jeremias, el intérprete de las parábolas más influyente del siglo XX, comenta:
Este término [parábola] designa figuras retóricas de toda clase, sin que se pueda establecer un esquema:

  • símil, 
  • comparación, 
  • alegoría, 
  • fábula, 
  • proverbio, 
  • revelación apocalíptica, 
  • enigma, seudónimo, 
  • símbolo, 
  • ficción, 
  • ejemplo (paradigma), 
  • motivo, 
  • argumentación, 
  • disculpa, 
  • objeción, 
  • chiste 
(Jeremias, Parábolas, 24-25, p. 20 de la edición en inglés).

Teniendo esto en mente, nosotros preferimos centrarnos en la función que la parábola tiene en el texto del Nuevo Testamento, en lugar de centrarnos en los diferentes tipos.

Así, enseguida queda claro que las parábolas no son ilustraciones. Manson describe esta idea de una forma muy profunda cuando comenta que «las mentes formadas al modo del pensamiento occidental» están acostumbradas a los argumentos teológicos expuestos de forma abstracta.

Entonces, para ayudar a «popularizar esas conclusiones», se pueden ilustrar con referencias de la vida cotidiana. Pero:
La verdadera parábola … no es una ilustración para ayudarnos a entender una argumentación teológica, sino que es un modo de experiencia religiosa (Manson, Teaching, 73).

Una parte de lo que entiendo que Manson está diciendo quizá pueda verse mejor creando una comparación.

En Lucas 9:57-58 el texto dice: «Iban por el camino cuando alguien le dijo: “Te seguiré a dondequiera que vayas”». Si Jesús hubiera sido de Occidente, habría contestado algo parecido a esto:
Es fácil hacer declaraciones así de valerosas, pero tienes que considerar seriamente el precio que vas a tener que pagar para seguirme. Es evidente que aún no lo has pensado bien. Tienes que saber que no te puedo ofrecer un salario ni ningún tipo de seguridad. Si no lo has entendido bien, quizá sea útil utilizar una ilustración: por ejemplo, ni siquiera tengo una cama propia donde dormir.

Pero Jesús responde:
Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza (Lucas 9:58).

En lugar de contestar con una explicación abstracta seguida de una ilustración clarificadora, Jesús recurre a una confrontación directa, pronunciada de forma sucinta y drástica. La respuesta parabólica está impregnada del carácter sublime de Jesús.

El oyente/lector queda impactado y se siente llamado a responder.

Las implicaciones teológicas obligan a nuestra mente a pensar en las diferentes direcciones que podemos tomar. El texto no incluye la respuesta de aquel discípulo. Le toca responder al lector.

Todo esto ocurre en un instante, en un intenso enfrentamiento.

¡Esto es una parábola! Pensar que podemos captar todo lo que ocurre en una parábola en una definición abstracta es no haber entendido la naturaleza de este rico recurso literario. No obstante, lo hemos de intentar.

Las parábolas de Jesús son una forma de lenguaje teológico concreta y dramática que apremia al oyente a dar una respuesta.

Las parábolas revelan la naturaleza del reino de Dios o indican la forma en la que un hijo del reino debería actuar.

Con esta definición en mente, ahora toca preguntarnos dónde están las parábolas.

LAS PARÁBOLAS ESTÁN DONDE LAS ENCUENTRAS

En cuanto a los formatos en los que encontramos las parábolas de Jesús, hay al menos seis tipos diferentes.

Para su interpretación, es crucial ver de qué forma funcionan en cada uno de los diferentes escenarios.

Los seis escenarios son los siguientes:

  1. La parábola en un diálogo teológico
  2. La parábola en la narración de un suceso
  3. La parábola en el relato de un milagro
  4. La parábola en una colección temática
  5. La parábola en un poema
  6. La parábola aislada

Cada uno de ellos requiere un breve análisis.


  1. Un ejemplo del primer escenario lo encontramos en la discusión teológica entre Jesús y el joven rico (Lc 18:18-30). El clímax de la discusión llega, como ya veremos, con la narración de la parábola del camello y la aguja. La función de la parábola es clave como clímax del escenario en el que aparece, y no la podemos analizar si no tenemos en cuenta dicho escenario.
  2. El banquete en casa de Simón el fariseo (Lc 7:36-50) es un ejemplo de una parábola en la narración de un suceso. La parábola del acreedor y los dos deudores funciona como parte de la narración del suceso. Hay diálogo, pero el elemento central de la escena está formado por las acciones calladas de la mujer.
  3. El relato de la curación de la mujer que estaba encorvada por causa de un demonio (Lc 13:10-17) se convierte en un debate teológico entre el principal de la sinagoga y Jesús, por lo que se solapa con el tipo 1. Sin embargo, se encuentra dentro de la narración de un milagro, y de nuevo la parábola del buey y del burro funciona como una parte clave del todo.
  4. En Lucas 11:1-13 encontramos una colección temática sobre el tema de la oración.       La parábola del amigo a medianoche (Lc 11:5-8) es una parte de esa colección. En este tipo de colección, se debe distinguir entre las diferentes unidades de la tradición que se han incluido en la colección. Es decir, dado que se trata de una agrupación de diversos dichos sobre un tema concreto, es fácil no percibir el lugar en el que debería haber un cambio de párrafo y, por tanto, es muy fácil hacer una interpretación errónea del material (cf. Bailey, Poet, 110ss., 134ss.).
  5. En Lucas 11:9-13, encontramos un poema cuidadosamente elaborado sobre la oración. En la estrofa central del poema, Jesús introduce tres parábolas sorprendentes (Ibíd., 134-141). Su función en ese punto climático es la clave para entender todo el poema.
  6. Por último, en algunas ocasiones podemos encontrar una parábola de forma aislada.     En Lucas 17:1-10 aparecen tres temas que se suceden de forma rápida, y cada uno de ellos tiene algo de discurso parabólico. La primera es la parábola de la piedra de molino y el tema del juicio sobre el temperamento. Le sigue la parábola del grano de mostaza y el clamor de los apóstoles pidiendo más fe. Por último aparece la dramática parábola del siervo obediente en los vv. 7-10. Las tres están relativamente aisladas, no poseen una clara conexión con lo que las rodea, ni tienen un contexto concreto.

Así, en todos menos en el último tipo, la parábola funciona como parte crucial de la unidad literaria a la que pertenece, unidad que debe examinarse cuidadosamente para determinar el sentido de la parábola. 
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viernes, 29 de abril de 2016

—¡Maestro! ¿No te importa que perecemos?...—¿Por qué estáis miedosos? ¿Todavía no tenéis fe? ...¿quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

RECUERDA Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




MAESTROS Y MAESTRAS: ¡¡¡AQUÍ UNA LECCIÓN PARA USTEDES!!!
EL PODER DE JESÚS SOBRE LA NATURALEZA
Jesús calma la tempestad 
Marcos 4:35-41
35 Aquel día, al anochecer, les dijo:
—Pasemos al otro lado.
36 Y después de despedir a la multitud, le recibieron en la barca, tal como estaba. Y había otras barcas con él. 37 Entonces se levantó una gran tempestad de viento que arrojaba las olas a la barca, de modo que la barca ya se anegaba. 38 Y él estaba en la popa, durmiendo sobre el cabezal; pero le despertaron diciendo:
—¡Maestro! ¿No te importa que perecemos?
39 Y despertándose, reprendió al viento y dijo al mar:
—¡Calla! ¡Enmudece!
Y el viento cesó y se hizo grande bonanza. 40 Y les dijo:
—¿Por qué estáis miedosos? ¿Todavía no tenéis fe?
41 Ellos temieron con gran temor y se decían el uno al otro:
—Entonces, ¿quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?

SERIE: EL PODER DE JESÚS - SOBRE LA NATURALEZA

Los milagros que demuestran el 
PODER DE JESÚS


Introducción al Evangelio según S. Marcos.
El Evangelio según S. Marcos está dividido en tres secciones. Se titulan:
I.—    El Poder de Jesús: Cinco lecciones sobre los milagros y su enseñanza.
II.—  Oposición a Jesús: Incidentes que muestran la amarga hostilidad a la que se enfrentó el                         Salvador. Advertencias de cómo evitar tener nosotros mismos esas terribles actitudes.
III.— Beneficios y pérdidas por seguir a Jesús: Ejemplos y enseñanza del relato evangélico que nos               desafían a considerar seriamente este asunto.


LECCIONES SOBRE EL PODER DE JESÚS

1.— El poder de Jesús sobre la Naturaleza
“¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?” (4:41), preguntaron los conmocionados testigos de este asombroso acontecimiento. Único en la Historia de este mundo, este gran milagro también debería hacernos pensar.

2.— El poder de Jesús sobre la muerte
Desde el nacimiento de la civilización el hombre se ha dedicado a luchar contra ella en cuerpo y alma. Los individuos y las comunidades han tenido muy poco éxito en el intento de retrasarla o impedir que ocurra. Hoy aprendemos de un hombre que en un momento, con una palabra, pudo ordenar a la muerte que renunciara a su víctima con un éxito instantáneo. Este mismo Jesús está a la espera de rescatarnos de nuestra muerte espiritual.

3.— El poder de Jesús sobre el diablo
Un hombre atormentado y poseído por el diablo parecía un caso perdido, pero una vez más el poder de Jesús fue eficaz y le liberó de inmediato. Todos nosotros estamos tiranizados en mayor o menor medida por el enemigo de nuestras almas, y solo Jesús puede liberarnos.

4.— El poder de Jesús sobre nuestras necesidades
Todos nosotros sufrimos durante toda la vida la lucha por el dinero y la satisfacción de las necesidades básicas. La multitud comprendió rápidamente el significado de este suceso único y extraordinario. Pero en lugar de permitir que esto revelara a la persona y poder del Señor, lo desperdiciaron en la avaricia y en el provecho personal y egoísta. ¿Cuáles son nuestras razones para acudir a Él?

5.— El poder de Jesús sobre la enfermedad
Aun los niños más pequeños han experimentado alguna dolencia física que ha bastado para hacerles sensibles hacia aquellos que sufren gravemente. El Salvador fue capaz de aliviar a quienes soportaban todo tipo de enfermedades y discapacidades. A una orden suya muchas personas experimentaron un restablecimiento inmediato y total. Él tiene la misma autoridad para curarnos de la enfermedad del pecado. ¿Hemos acudido alguna vez a Él en busca de curación?

Introducción para los maestros

La mayoría de los niños tiene al menos un ligero conocimiento de estos milagros.
Por desgracia, muchos los encuadran en la misma categoría que los cuentos de hadas. Para ellos los milagros están en el terreno de fantasía y de la ficción.

Nuestro primer objetivo será, pues, convencer a la clase de que estamos hablando de la Historia y de hechos, y no de meros cuentos. Desde esta perspectiva, estos acontecimientos son asombrosos y extraordinarios. Graban en la memoria el poder divino del Señor. Hemos de proponernos que los niños pregunten como los discípulos: “¿Quién es éste?”

Las señales. En Juan 20:30–31 se nos dice que los milagros eran “señales”. No solo nos enseñan quién es el Señor, sino cómo obra.

Nuestros antepasados los consideraban “representaciones de las parábolas”, señales de lo que su amor y su poder pueden hacer espiritualmente. Esta idea añadirá una nueva dimensión a la lección.

Podemos mostrar a los niños que ya piensan conocer estos sucesos que tienen todo un nuevo matiz por descubrir, lo cual les desafiará e influirá de forma muy personal.


Complemento visual

CV 1 está concebido para ser utilizado en toda esta serie.


LECCIÓN 1:
EL PODER DE JESÚS SOBRE LA NATURALEZA 


La tormenta apaciguada

Marcos 4:35–41

Propósito: 
Mostrar a los niños por qué deberían confiar en el Señor, y cómo pueden confiar en Él.

Bosquejo de la lección

Haz ver a los niños el tremendo significado de este acontecimiento único y asombroso.

Háblales de la utilización de los símbolos y de las señales en la vida cotidiana.
Al presionar un signo o una tecla en el ordenador obtenemos una gran cantidad de información. Cuando viajamos por el campo un solo nombre en una señal puede indicar un gran cambio en el paisaje a la llegada a una gran ciudad.

Explícales que cuando el Señor Jesús hacía alguno de sus imponentes milagros era también un símbolo que informaba de cosas grandes e importantes. La forma en que Jesús calmó la tormenta en el mar de Galilea pertenece a este tipo de símbolo.



      CV 1 — Complemento visual para su utilización en las lecciones sobre “El poder de Jesús…”.

Símbolo A.
— Empieza el viaje
Describe cómo el mismísimo Jesús mismo propuso que Él y los discípulos cruzaran el mar. Otros barcos les siguieron y se vieron implicados en todo lo que ocurrió.
La vida misma es como un gran viaje en un mar imprevisible. Zarpamos como marineros inexpertos. ¿Nos parecen innecesarios una carta de navegación, una brújula y un piloto? ¿Está el Señor con nosotros?

Símbolo B.
— Una embarcación frágil. 
Mientras los discípulos estaban de pie en la orilla su nave parecía sólida y segura, pero una vez que empezó a soplar la tormenta, fue sacudida como si fuera una caja de cerillas, y llegaron a temer ser aplastados por las olas. Nosotros viajamos por el mar de la vida en una frágil nave. Podemos suponer que nuestros cuerpos son sanos y fuertes, pero en realidad solo existe una latido de corazón entre nosotros y la muerte, y las fuerzas con que nos vamos a encontrar serán mucho más poderosas que nosotros.

Símbolo C.
— ¡Peligro! 
Describe la súbita aparición de una pequeña nube en el cielo nocturno, el viento soplaba y en breves momentos el tranquilo mar nocturno se transformó en una masa embravecida. Aun los pescadores veteranos estaban aterrorizados. El viaje por la vida es mucho más peligroso de lo que la mayoría de las personas cree.

Pregunta a los niños si han estado alguna vez realmente asustados. 
Ayúdales a imaginar cómo ha de ser estar en una nave aérea que cae en picado sin control. 
Recuerda a la clase que las tormentas inesperadas de la vida traen temores e inquietudes que a menudo se llevan consigo nuestra felicidad y determinan lo que hacemos. 

En cierto momento estamos esperando con interés, por ejemplo, unas vacaciones, o un nuevo juguete o algún cachivache, cuando de repente nos golpea el desastre. Quizá el desempleo golpea a la familia, o una pelea terrible rompe la familia, o quizá uno de los padres cae enfermo. 

¿Podríamos hacer frente al problema? ¿Mientras crezcamos y pasemos por la juventud resistiremos el pecado y la tentación, o temeremos el desprecio de aquellos que se rinden a él y nos uniremos a ellos? La vida está llena de estos temores y estas inquietudes.

Símbolo D.
— Nuestra confianza puesta a prueba. Los discípulos creían que estaban siguiendo al Señor, pero Él les puso a prueba quedándose dormido durante la terrible tormenta. ¿Creyeron en Él? ¿Creyeron de veras que, dormido o despierto, Él era el Señor y que, por tanto, estarían a salvo? 

En tierra firme creían que confiaban en Él, pero ahora Él ponía su fe a prueba. Nadie es verdaderamente convertido sin confiar en Cristo.

Símbolo E.
— El enorme poder de Jesús. 
Los seres humanos no comprenden fácilmente el poder espiritual del Señor Jesús. 
Los discípulos, unos marineros experimentados, sintieron pánico. 
¡Aunque Jesús estaba a bordo, estaban seguros de que iban a morir! 
¡En su estado de desesperación, demostraron que no creían que Jesús podía salvarles si estaba dormido! ¡Como cualquier otro hombre normal, tenía que estar despierto para hacer cualquier cosa que les ayudara! Si hubieran entendido realmente que Él era Dios, se habrían dado cuenta de que no podía ahogarse en un accidente.

¿Somos nosotros mejores? ¿Comprendemos que el Señor Jesús, a pesar de que está fuera de la vista en el Cielo, posee el poder espiritual para cambiar nuestros propios corazones con una sola mirada?

Puede cambiar nuestro carácter, capacitarnos para comprender el Evangelio, fortalecernos y bendecirnos sin estar presente físicamente.

Símbolo F.
— Su poder hacia nosotros. 
La voluntad del Señor es todopoderosa, aun sobre cosas que parecen incontrolables. 

De la misma forma que dio órdenes al mar, puede transformar a la persona más rebelde y hacer que le conozca y le ame. Cuando oramos a Él pidiendo ayuda, aunque hayamos pecado contra Él, acude inmediatamente en nuestra ayuda y nos salva con una palabra.

Hemos oído de otros que afirman ser capaces de sanar a las personas, pero nadie ha pretendido jamás ser capaz de controlar el tiempo atmosférico. Sin embargo, el Señor Jesús, en presencia de muchos hombres completamente despiertos, dirigió tan solo dos palabras a las olas y al mar, y el resultado fue inmediato. Aun en la era de los satélites, las naves espaciales, los ordenadores que analizan el tiempo, etc., no podemos predecir el tiempo con exactitud, ni mucho menos controlarlo con palabras.

Di a los niños que el Señor cambió completamente no solo el tiempo, sino también las vidas de millones de personas. Él también les ha revelado su gran poder día tras día, respondiendo a sus oraciones y ayudándoles, especialmente en su servicio y su obra para Él. Recuerda a los niños que el Señor Jesús no ha cambiado. Sigue siendo el Señor del universo y Soberano de todas las cosas.

Símbolo G.
— Nuestra incredulidad pecaminosa. 
El Señor reprenderá a todos aquellos que rechazan confiar en Él. Afirma que Jesús expresó su decepción a sus discípulos. El viento y el mar “conocieron” y obedecieron a su Creador, sin embargo, a sus propios discípulos les entró pánico y se comportaron como si Él fuese tan solo un ser humano desvalido. (cf. Isaías 1:3).

Termina la lección mostrando a la clase que podemos apenar al Señor cuando rehusamos creer en Él. Vino de los atrios celestiales a hacer el milagro más grande de todos los que se han hecho: morir en la Cruz, para que tuviera el derecho y el poder de salvar a muchos, muchísimos niños y adultos de sus pecados.

¡Cuán trágico es separarse del Salvador y depositar nuestra confianza en alguna cosa o en alguien en su lugar! 

Anima a los niños a que consideren las evidencias y fijen su mirada con admiración y asombro en el Hijo de Dios —Señor del mar— que vino a este mundo para rescatar a todos aquellos que, al comprender que sin Él perecerán, claman a Él para recibir su ayuda.

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lunes, 7 de octubre de 2013

La misión del Señor Jesucristo: Cumplimiento en su Totalidad

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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    18      El Espíritu del Señor está sobre mí,
    Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
    Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
    A pregonar libertad a los cautivos,
    Y vista a los ciegos;
    A poner en libertad a los oprimidos;
          19      A predicar el año agradable del Señor.
 
GENEALOGÍA DEL SEÑOR JESÚS
 

MATEO 1:1 - 17

viernes, 4 de octubre de 2013

Las riquezas de este mundo: ¿Cómo enseñó Jesús?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Las posesiones materiales en la enseñanza de Jesús según los Evangelios Sinópticos

Muchas de las parábolas de Jesús emplean temas económicos para enseñar lecciones espirituales. A la vez, las aplicaciones de esas lecciones espirituales abarcan aspectos económicos. Otras enseñanzas de Jesús señalan que la liberación que él ofrece abarca tanto lo material como lo espiritual, advierten de la avaricia y llaman a la generosidad, especialmente a favor de los pobres en la comunidad de discípulos. Repetidas veces el uso que las personas hacen de sus bienes manifiesta su condición espiritual.

Many of Jesus’ parables employ financial themes to teach spiritual lessons. At the same time, the applications of these spiritual lessons include financial aspects. Other teachings of Jesus indicate that the liberation that he offers includes both material and spiritual dimensions, warn against greed, and call to generosity, especially towards the poor in the community of disciples. Repeatedly the way that people use their possessions reveals their spiritual condition.


LAS PARÁBOLAS DE JESÚS

Introducción

La interpretación de las parábolas ha sido objeto de mucho estudio a lo largo de la historia de la iglesia, y el vigésimo siglo no ha sido la excepción. He trabajado este tema en varias obras, y no lo repetiré aquí. De todos modos, poco aquí depende de mi tesis particular de que las lecciones centrales de cada parábola corresponden a la presentación de sus personajes centrales. Los dos peligros mayores en un estudio de la contribución de las parábolas al tema de la riqueza y la pobreza son: 1) el de transformar la parábola en un discurso explícito sobre una teoría económica cuando eso nunca fue su intención, y 2) el de pasar por alto una enseñanza directa sobre asuntos económicos simplemente porque el relato tiene un segundo nivel espiritual. También debemos estar alerta a la posibilidad que los detalles de la parábola nos proporcionen información sobre los arreglos económicos normales en la Palestina del primer siglo. Al mismo tiempo, casi cada parábola en algún punto relevante rompe los límites del realismo; esto es normalmente la clave para entender su segundo nivel alegórico o simbólico.


Los dos deudores (Lucas 7:41–43)

Esta breve parábola está incrustada en el relato de una cena en el hogar de Simón el fariseo, relativamente a inicios del ministerio de Jesús. Para disgusto de Simón, una mujer de mala fama unge a Jesús con una cantidad extravagante de perfume (Lc. 7:36–40, 44–50). Dos dimensiones de este pasaje demuestran que Jesús no objeta el uso de la riqueza personal para varios tipos de celebraciones. Primero, repetidas veces él acepta invitaciones, incluso de los fariseos, a reunirse con otros para comer (ver esp. Mr. 2:15–17 y paralelos; Lc. 11:37; 14:1–24; 19:5–9; y cp. la generalización expresada en Mt. 11:19 y paralelos). Cuando el anfitrión era un líder acomodado, las normas culturales exigían que ofreciera un banquete suntuoso. Segundo, el hecho que Jesús no reprendió a la mujer por su “derroche” del frasco de perfume costoso indica que él aprueba, de vez en cuando por lo menos, los gastos descomunales que demuestran un amor desbordante a su persona.
El enfoque principal de este pasaje, y de la parábola que encierra, sin embargo, está en la identificación sorprendente de quién ama más a Dios. La calificación en el v. 37 de la mujer como “pecadora” bien puede ser un eufemismo para “prostituta”. Si era prostituta, ganaba lo suficiente a través de su “profesión” para vivir un poco mejor que el campesino promedio, como se puede notar por su posesión del perfume costoso. Simón, en cambio, sería un miembro honrado de la comunidad; entre la gente común los fariseos eran los más respetados y populares de las sectas judías. La parábola emplea una situación económica típica para enseñar una lección acerca del perdón divino. Muchos campesinos judíos acumulaban deudas que los obligaban a endeudarse todavía más para tratar de pagar a los prestamistas. El elemento irreal de la parábola, diseñado para enseñar acerca del perdón abundante de Dios, es que el prestamista decide cancelar ambas deudas cuando los deudores no le pueden pagar (7:42). De modo que Jesús usa estas deudas materiales para enseñar una lección sobre las deudas espirituales. En ambos niveles claramente aquel a quien más se le perdonó tenía más razón por que estar agradecido (7:43). Ya que en cierto sentido la mujer representaba a los marginados de su sociedad (y aun cuando tenía más ingresos que muchos, seguramente no se libraba de la vergüenza e ignominia ligadas a su estilo de vida), Jesús aquí, temprano en su ministerio, muestra su interés y compasión por los proscritos de su mundo.


El tesoro escondido y la perla de gran precio (Mateo 13:44–46)

A mediados de su ministerio público, la enseñanza de Jesús se vuelve cada vez más radical y exigente, y las multitudes empiezan a abandonarlo. Mateo 13 ofrece una serie de parábolas en la cual Jesús comenta este cambio y continúa desafiando a los que quisieran seguirlo con el costo del discipulado. Especialmente significativas en este sentido son las parábolas del tesoro escondido y la perla de gran precio. Estas dos parábolas breves señalan que vale la pena sacrificar todo lo necesario para obtener el reino de Dios, aun si fuera todo lo que uno tiene. El hallazgo de un tesoro en un campo es un tema de antiguas tradiciones populares, y en la época de Jesús había comerciantes que buscaban perlas. Sin embargo, que alguien descubriera algo de tanto valor como para sacrificarlo todo, es sumamente raro. La enseñanza, entonces, impresiona. Si bien no todos necesariamente venden sus bienes para llegar a ser un discípulo, todos deben estar preparados para hacerlo si las circunstancias así lo exigen. Aquellos que desean seguir a Cristo deben estar dispuestos a arriesgar todo lo que tienen si las prioridades del reino ponen en peligro la seguridad de su existencia terrenal.


El siervo rencoroso (Mateo 18:23–35)

Un poco después, mientras Jesús enseñaba a sus discípulos en privado sobre la humildad y el perdón, les contó otra parábola acerca de dos deudores contrastantes para subrayar un concepto acerca de las deudas espirituales y el perdón. Un rey perdona a un siervo una deuda enorme, pero éste luego niega perdonar a un siervo compañero una deuda relativamente pequeña. ¡Como consecuencia el primer siervo es entregado a los carceleros para ser torturado! En este pasaje las deudas son equivalentes aproximadamente a sueldos de 200,000 años y de tres meses, respectivamente. Un tema teológico debatido aquí es la cuestión de la pérdida de salvación. Una lectura sencilla del pasaje sugiere a primera vista que el rey en efecto retracta el perdón ya dado. Pero a la luz de las enseñanzas anteriores en el ministerio de Jesús según Mateo (particularmente 6:12, 14–15, donde el discípulo verdadero por definición perdona a otros, y 7:23, donde Jesús dice a aquellos cuyas obras no dan buen fruto: “Nunca os conocí”) probablemente este siervo representa a los que jamás fueron discípulos genuinos.
De nuevo, Jesús no limita su aplicación de perdón a las deudas materiales, pero su relato tampoco nos prohibe aplicar los principios a situaciones económicas. En Lucas 6:35, texto que los discípulos de Jesús ya habrían escuchado, Jesús habla de prestar sin esperar nada a cambio (véase abajo). A todas luces el primer siervo de la parábola demostró una conducta diametralmente opuesta.


Dos parábolas donde se pide ayuda material (Lucas 11:5–8; 18:1–8)

Las expectaciones en cuanto a la hospitalidad entre los aldeanos de Galilea en los días de Jesús nos aseguran que la respuesta a la pregunta retórica de Jesús, que incluye la parábola del amigo que llega a medianoche, es que nadie se negaría a levantarse y proporcionar pan para el hombre que lo pedía, a pesar de la inconveniente hora (ver esp. M. Peah 8:7). A la luz de los siguientes versículos (Lc. 11:9–13, “Pedid, y se os dará …”) y la buena gana de Dios de dar el Espíritu Santo a quienes se lo pidan (11:13), es claro de nuevo que la aplicación primaria de la parábola no es material, sino espiritual. Pero el versículo paralelo a este en Mateo habla sencillamente de “buenas dádivas” (Mt. 7:11), y por lo menos algunas de ellas seguramente son materiales.
El elemento de la justicia social es más prominente en la parábola similar del juez injusto (Lc. 18:1–8). Las aplicaciones primarias de este relato incluyen la promesa divina de vindicar a su pueblo y un llamado a perseverar en la fe (18:7–8). Pero conforme leamos más de las enseñanzas de Jesús, no cabrá duda alguna que la justicia que Dios quiere efectuar a favor de sus escogidos incluye la provisión de sus necesidades materiales básicas. La versión lucana del Padre Nuestro está en 11:1–4, dentro del contexto inmediato de la parábola del amigo que llega a medianoche que acabamos de comentar. Lochman cita una oración proveniente de América Latina que capta algo del énfasis de Jesús en ambos textos: “O Dios, a los que tienen hambre dales pan; y a los que tienen pan, hambre de justicia”.


El rico insensato (Lucas 12:16–21)

Este pasaje está introducido por una disputa entre dos hermanos sobre una herencia, en la cual Jesús no acepta tomar partido (Lc. 12:13–14). Sabe que el que pide su intervención no busca justicia, sino que quiere salirse con la suya. ¡A Jesús no le interesaba promover el traslado de propiedad de un codicioso a otro! El v. 15 deja claro que Jesús cuenta la parábola para advertir a la gente de la “avaricia”, porque la vida de una persona no consiste en la abundancia de sus posesiones. Esta observación refuta el argumento que establece que el personaje de la parábola es condenado simplemente por ser rico. Las últimas palabras del relato además nos recuerdan que el protagonista hacía para sí tesoro pero no era “rico para con Dios” (12:21). Para los que desligan la parábola (12:16–20) de su marco interpretativo (12:13–15, 21), queda todavía la repetición seis veces del pronombre de primera persona singular “yo”. El rico manifiesta un tenaz enfoque egocéntrico y una acumulación no mitigada de bienes, sin pensar en nadie más. Así que, es claro que no es condenado sólo por ser rico. No obstante, es importante que los cristianos de hoy se pregunten a sí mismos cuántos bienes, propiedades o inversiones acumulan sin pensar en los necesitados de nuestro mundo. Si los paralelos con el varón de la parábola resultan demasiado estrechos, se supone que Jesús diría que las declaraciones de fe de tales cristianos son vacías.


Invitación a los marginados (Lucas 14:12–24)
Antes de contar la parábola de la gran cena (Lucas 14:16–24), Jesús presenta dos metáforas breves que articulan el tema de la inversión de los papeles del poderoso y del impotente (14:7–14). La parábola luego recoge la imagen retórica de los marginados (14:21) para explicar por qué el ministerio de Jesús se centra en convidarlos a entrar en el reino. Stein resume las lecciones centrales:

  El punto es que el reino de Dios ha llegado y que aquellos que supuestamente lo iban a recibir (la élite religiosa) no lo hicieron, mientras los candidatos menos probables (los publicanos, los pobres, las rameras, etc.) sí lo recibieron.

La cena, como frecuentemente en la literatura judía simbólica, representa el banquete mesiánico escatológico. Las excusas presentadas para no aceptar la invitación (14:18–20) resultan notablemente débiles en la cultura de la época. Nadie compraba sembrados o bueyes sin examinarlos, así como nadie hoy compraría un carro usado sin probarlo antes. Además, las bodas se planificaban con mucha anticipación. ¿Con qué frecuencia se convierte nuestro materialismo en una de tantas excusas igualmente débiles para evitar el llamado del evangelio a seguir a Jesús de todo corazón?


La necesidad de calcular el costo (Lucas 14:28–33)

De nuevo, encontramos un par de parábolas breves y estrechamente paralelas, aunque su mensaje no es idéntico. Más bien, el pasaje parece avanzar hacia un clímax. El hombre que descubre demasiado tarde que no tiene el dinero suficiente para completar la construcción de una torre corre el riesgo de perder su inversión y hacer el ridículo ante su comunidad (14:28–30). El rey que no calcula si puede hacer frente a un ejército dos veces el tamaño del suyo se arriesga una derrota absoluta y a la pérdida de muchas vidas (14:31–32). El v. 33, entonces, concluye con una declaración aún más absoluta: “Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”. En concordancia con el patrón que hemos visto en las parábolas ya comentadas, el punto principal aquí es espiritual: hay que cuidarse de cualquier obstáculo que impida la obediencia total a Cristo. Pero también, como hemos visto repetidamente, el ejemplo sobresaliente que Jesús da de la lección espiritual tiene que ver con las finanzas. El v. 33 ha de entenderse como un llamado a los que quieren ser discípulos, no necesariamente para que abandonen sus posesiones por completo, sino a renunciar su derecho de aferrarse a ellas. Pero como el clímax del pasaje, el v. 33 no se debe diluir demasiado.

  Por supuesto no todos son llamados en la misma manera a la misma forma de discipulado. Pero es igualmente cierto que no hay tal cosa como un discipulado totalmente de clase media, donde hay solamente preservación de la herencia cultural y la renuncia radical no puede florecer jamás.


El mayordomo injusto (Lucas 16:1–13)

Esta es probablemente la más difícil de todas las parábolas de Jesús y encierra problemas exegéticos espinosos. Quizás la duda central a resolver es por qué se le alaba al mayordomo. Sin embargo, el v. 8 declara que el amo lo alabó “por haber hecho sagazmente”. No es necesario tomar en cuenta ningún otro punto de comparación con la conducta del mayordomo. Mateo 10:16 entonces proporciona un comentario apto y sucinto: “He aquí, yo os envío como a ovejas en medio de lobos; sed, pues, prudentes como serpientes, y sencillos como palomas”. Por cierto hay ironía en el v. 8b, donde Jesús observa que los hijos de este siglo son a menudo más astutos que el pueblo de Dios en su trato con sus semejantes. Pero el v. 9a se debe tomar más literalmente. La frase “riquezas injustas”, tal como se nota en su uso intertestamentario, no tiene que referirse a ganancias ilícitas, sino simplemente al dinero en general. De suerte que Jesús manda a sus seguidores que empleen las posesiones de esta vida para los propósitos del reino—que ganen amigos para sí mismos, haciendo y nutriendo discípulos y poniendo en práctica los principios del reino de Dios de manera que en verdad se haga su voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Entonces aquellos que como consecuencia han llegado a ser seguidores de Jesús y nos preceden en el reino eterno nos darán la bienvenida cuando lleguemos (14:9b). Stegemann concisamente capta la aplicación contemporánea del v. 9:

  Nosotros los cristianos ricos, también, podemos ganar amigos por medio del dinero injusto. Podemos hacernos más pobres de manera útil, regalando parte de nuestra riqueza para beneficiar a los más pobres del mundo.

Pero debemos hacerlo en el nombre de Jesús, proclamando un evangelio integral que abarca lo espiritual y lo físico.


El rico y Lázaro (Lucas 16:19–31)

A primera vista parece que este relato, así como el del rico insensato, condena a todos los ricos. Pero de nuevo hay pistas, incluso dentro de la narrativa, que este no es el caso. Abraham mismo había sido rico pero no paró en el Hades. Habiendo muerto y hallándose en tormentos, el rico ruega a Abraham que alguien vaya y advierta a sus hermanos vivos, a fin de que puedan evitar ese lugar de sufrimiento (16:27–28). Al repetir su petición, el rico dice: “Si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán” (16:30). Todo esto sugiere fuertemente que el rico se daba cuenta que su problema fue que él nunca se arrepintió de verdad para ponerse a cuentas con Dios. Conocía la enseñanza del Antiguo Testamento sobre el cuidado de los necesitados, pero nunca movió un dedo para ayudar al pobre Lázaro en su puerta. No podía alegar ignorancia de la Ley ni de su responsabilidad o capacidad de ayudar.
Sin embargo, el texto no da información alguna acerca de la condición espiritual de Lázaro. ¿Hemos de suponer entonces que Dios salva a todos los pobres? No, porque Lázaro es el único personaje en todas las parábolas de Jesús cuyo nombre es citado, y probablemente eso sea significativo. Su nombre es el equivalente griego de Eliezer, que en hebreo significa “Dios ayuda”. El Eliezer más famoso en las Escrituras hebreas fue el siervo fiel de Abraham (Gn. 15:2). Dado el papel central de Abraham en este pasaje, es probable que ninguno de estos datos sea una coincidencia. Lázaro es presentado como el prototipo del piadoso pobre en Israel. Sin embargo, este punto no pasa de ser implícito y no constituye un enfoque dominante del pasaje.19 Definitivamente no nos permite limitar la aplicación de la parábola al socorro únicamente de pobres y menesterosos que sean cristianos.


Las minas y los talentos (Lucas 19:11–27; Mateo 25:14–30)

Aunque comúnmente tratados como paralelos, estos dos pasajes, conocidos como las parábolas de las minas y de los talentos, se presentan en contextos completamente diferentes en los dos Evangelios donde aparecen y probablemente reflejan el uso que Jesús hace de temas parecidos en distintas ocasiones. De los dos, el que habla más específicamente de asuntos económicos es la parábola lucana de las minas (una mina era aproximadamente equivalente al sueldo de tres meses), con sus detalles adicionales sobre la oposición contra el “pretendiente al trono”. De nuevo la mayordomía del dinero aparece como metáfora para el discipulado en general, sin excluir el uso literal de las finanzas personales como una manifestación primaria de ese discipulado. En ambos pasajes las inversiones hechas por los siervos aumentan su haber, pero todos los ingresos se devuelven al amo. Hay por lo menos una aprobación tácita de la forma rudimentaria del capitalismo que los bancos y prestamistas del antiguo mundo grecorromano practicaban. Pero hay que recordar que no existía todavía un capitalismo de tipo moderno ni las condiciones deshumanizantes que acompañaron la revolución industrial. Más importante aún, la lección principal es espiritual: se debe imitar la conducta de los buenos siervos en todos los aspectos del discipulado. Claramente, debemos usar todo nuestro tiempo, talentos y tesoros en pro de los propósitos del reino.


Las ovejas y las cabras (Mateo 25:31–46)

Este pasaje no es, estrictamente, una parábola, pero debido a sus imágenes retóricas se trata muchas veces como tal. A lo largo de la historia de la iglesia ha habido dos interpretaciones dominantes. La perspectiva mayoritaria ha interpretado a los “hermanos” de Jesús en el v. 40 como una referencia a la familia espiritual, de acuerdo con el uso del término en todos los demás pasajes de Mateo donde no se emplee de hermanos biológicos (ver 5:22–24, 47; 7:3–5; 12:48–50; 18:15 dos veces, 21, 35; 23:8; 28:10). El vocablo “pequeños”, cuya forma superlativa aparece en 25:40 y 45, también sin excepción se refiere en Mateo a los discípulos (10:42, 18:6, 10, 14; cp. también 5:19 y 11:11). Así que el mensaje de la enseñanza de Jesús aquí resulta estrechamente paralelo a Mateo 10:42: aquellos que son ministrados por los seguidores ambulantes de Jesús (hoy los podríamos llamar misioneros cristianos) deben cuidar de ellos. Suplir ayuda material a los que predican en el nombre de Jesús demuestra que uno ha acogido su mensaje a nivel espiritual. Esta interpretación seguramente es acertada.
Hoy, sin embargo, el punto de vista prevalente es que Jesús enseña acerca de la necesidad de ayudar a los desposeídos, sean cristianos o no. Este obviamente es un tema bíblico relevante, pero es menos probable que sea el enfoque de este pasaje particular, dado el sentido invariable de los términos y el hecho que el contexto más amplio consiste en parábolas acerca de los discípulos (24:43–25:46). Ninguna de estas perspectivas, sin embargo, es base para interpretar el texto como si enseñara una justicia basada en las obras; las personas aquí viven su fe para demostrar que ya tienen una relación correcta con Dios. Tampoco enseña este pasaje la teoría del “cristiano anónimo” de Karl Rahner y muchos católicos después del Segundo Concilio Vaticano. Los justos no se sorprenden de que Jesús les conceda la vida eterna, como sería el caso de quienes nunca profesaron seguirlo; se quedan perplejos simplemente acerca de cómo ministraron directamente a él cuando ya no estaba en la tierra físicamente (25:37–39). Por lo tanto, el slogan basado en este pasaje, hecho famoso particularmente por la Madre Teresa, de “ver a Jesús en la cara del pobre” independiente de su compromiso religioso, en el mejor de los casos expresa solamente una verdad parcial y puede resultar muy engañoso.


OTRAS ENSEÑANZAS DE JESÚS
Regresamos al inicio del ministerio de Jesús y de nuevo procederemos en orden aproximadamente cronológico.


El Sermón del Monte/Llano (Mateo 5–7; Lucas 6:20–49)
La primera ocasión importante en la cual Jesús enseña en detalle sobre las actitudes que sus seguidores deben adoptar hacia la riqueza mundana es el sermón que ambos Mateo y Lucas ubican, en formas diferentes, temprano en el ministerio de Jesús. En todo el sermón se debe tener presente los contextos de Mateo 5:1–2 y Lucas 6:17; Jesús habla primordialmente a quienes ya son discípulos, y se dirige a ellos en comunidad. Los principios del Sermón del Monte/Llano no pretenden ser una constitución para gobiernos, ni meramente unas pautas para individuos, sino un manifiesto para aquellos que ya están dispuestos a seguir a Jesús en el contexto de “iglesia”.
Las dos versiones del sermón empiezan con las bienaventuranzas, y éstas principian con la declaración de Jesús que el “pobre” es bienaventurado. La palabra πτωχοί no se usaba de los pobres que apenas lo eran, sino de los que estaban absolutamente destituidos. En la Septuaginta muchas veces traduce el hebreo ‘anawîm, y su uso aquí evoca Isaías 61:1, donde el vocablo traducido “abatidos” en la Versión Reina-Valera es ‘anawîm. En la literatura judía de la época, así como en Isaías y algunos de los Salmos, se hacía cierta equivalencia entre los pobres y los piadosos.28 Eso sin duda explica la diferencia entre “vosotros los pobres” (Lc. 6:20) y “los pobres en espíritu” (Mt. 5:3). No es que Mateo contradiga a Lucas; cada uno resalta un aspecto diferente de un término que tenía una dimensión tanto material como espiritual. Lucas 6:22–23 claramente muestra que Lucas vio el componente no solamente material sino también espiritual en aquellos a quienes Jesús llama bienaventurados: “Bienaventurados seréis cuando los hombres os aborrezcan, y cuando os aparten de sí, y os vituperen, y desechen vuestro nombre como malo, por causa del Hijo del Hombre”. Así, también, Mateo 5:3 no se puede entender adecuadamente si se quita todos los elementos de una destitución física. El resto del sermón aclarará las obligaciones económicas de aquellos que poseen bienes materiales de sobra (esp. Mt. 6:19–34). Como Carson comenta, ambos autores tienen en mente “aquellos que debido a la privación económica sostenida y el rechazo social tienen confianza sólo en Dios”.
La segunda mitad de Mateo 5 presenta varias antítesis, mediante las cuales Jesús hace contraste entre sus perspectivas y las de la Tora sobre cuestiones éticas clave (5:21–48). Así, en Mateo 5:42 leemos: “Al que te pida, dale; y al que quiera tomar de ti prestado, no se lo rehuses”. En el contexto anterior Jesús prohibe pagar insulto por insulto, como el bofetón de un hombre diestro en la mejilla derecha de otro (5:39), y veda represalias contra los que demandaban legalmente a sus condiscípulos (5:40). En el v. 41 exhorta a ir una milla adicional con el soldado romano que reclutaba al judío para llevar sus efectos. Probablemente el v. 42 tiene un trasfondo histórico igualmente específico, de modo que la exhortación no se debe entender en términos absolutos. En la medida que el año sabático, si no el Jubileo, era observado por lo menos de vez en cuando, cuanto más se acercaba el año sabático, más renuente se pondría uno de conceder préstamos. Jesús, entonces, estaría enseñando que lo que uno diera a los necesitados no debería basarse en cuánto ellos pueden pagar (cp. el paralelo en Lc. 6:30: “A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva”). Y aun si generalizamos más allá de esta situación específica, como Augustín señaló siglos atrás, Jesús no dice qué se debe dar al que pide (De Sermone Domine en Monte 67; cp. también Lc. 12:13–15). La antítesis final (Mt. 5:43–48) llama a amar el enemigo en vez de actuar motivado por intereses egoístas, y esto también influye en nuestra interpretación del v. 42. El paralelo parcial en Lucas 6:34–35 probablemente exhorta a prestar sin cobrar interés. Todo esto sugiere que Jesús no manda, ni en sus días ni en los nuestros, que sus seguidores necesariamente den a todo mendigo todo lo que pida. Lo que más le beneficiará no es siempre lo que pide. Pero en la medida que podemos discernir las genuinas necesidades físicas o materiales de las personas, debemos preocuparnos de encaminarlas hacia la clase de ayuda que tiene una posibilidad razonable de remediar su situación. Por lo menos, en contraste con el principio dominante de la reciprocidad en la antigüedad, Jesús prohibe a sus seguidores tener la mentalidad de ayudar sólo a aquellos que pueden corresponderles.
Mateo 6:1–4 procede al tema de las limosnas. Aquí Jesús específicamente trata los errores de aquellos que dan en público, echando sus monedas ruidosamente dentro de los receptáculos, con el propósito de recibir alabanzas de sus semejantes (6:1–2). Jesús prohibe que sus discípulos hagan exhibición pública de su piedad. Mateo 6:3 (“no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha”) no ordena una mayordomía irresponsable, que niegue llevar un récord de las ofrendas, o resista la transparencia en asuntos financieros. El procedimiento cuidadoso de Pablo más tarde en el manejo de una colecta para los necesitados de Judea (ver esp. 2 Co. 8–9) demostrará la necesidad de una transparencia escrupulosa. Más bien, el punto que Jesús hace es que se debe dar tan “secretamente” que uno jamás será tentado a ofrendar motivado por el agradecimiento o los favores humanos.
Hay principios similares en relación con la oración (Mt. 6:6–15). Ya aludimos al Padre Nuestro en el contexto de la parábola del amigo a medianoche (Lc. 11:5–8). Ambos, Lucas 11:3 y Mateo 6:11, claramente incluyen como una petición legítima para los discípulos de Jesús el pan diario. Vale notar también, sin embargo, que en ambos contextos el enfoque en Dios y su voluntad precede las peticiones por las necesidades humanas, y que Mateo 6:11–12, así como Lucas 11:3–4, guarda un equilibrio entre las necesidades materiales (pan diario) y espirituales (perdón de los pecados). En una edad de planificación anual y para períodos aún más largos, vale recordar que Jesús nos instruye a orar por el pan “de cada día”. Debemos pedir que Dios supla nuestras necesidades, no nuestras avaricias. Esto nos ayuda, entre otras cosas, a guardarnos de tomar por sentado la provisión divina.
Mateo 6:19–34 (cp. Lc. 12:33–34; 11:34–36; 16:13; 12:22–32) aborda con mayor amplitud el tema de los tesoros en la tierra en contraste con los tesoros en cielo. Así como en la parábola del rico insensato, la imagen es de una acumulación ociosa—tesoros guardados “donde la polílla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan” (Mt. 6:19). Jesús no enseña que nunca debemos guardar o salvaguardar nuestras posesiones, pero debemos determinar cuáles son realmente necesarias. Los vv. 22–23 prosiguen a destacar cómo el manejo de las finanzas afecta todas las áreas de la vida. De nuevo, los motivos personales resultan controlando todo. Por eso el v. 24 puede concluir que en última instancia no se puede servir ambos a Dios y a mamón (“posesiones materiales”). El materialismo bien puede ser el contrincante mayor para el cristianismo auténtico en la competencia por los corazones y almas de millones en nuestro mundo de hoy, incluso de muchos en la iglesia visible.
En un contraste marcado, los vv. 25–34 nos ordenan a no afanarnos por nuestras necesidades materiales. Debemos confiar en el cuidado soberano de Dios, porque los seres humanos valen más para Él que todo el resto de la creación, y conoce todas nuestras necesidades. El mandamiento crucial en esta sección llega en el v. 33: “Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas”. O bien hay que espiritualizar esta promesa por completo o relegar su cumplimiento al futuro escatológico, opciones que no encajan en el contexto inmediato de afán por las necesidades materiales en el presente; o debemos entender que los plurales del v. 33 son dirigidos a la comunidad de los seguidores de Jesús (como de hecho el sermón entero lo es—ver los comentarios supra). Cuando la comunidad de los redimidos busca primero la justicia de Dios, por definición ayudarán a los necesitados entre ellos. La yuxtaposición extraordinaria del paralelo lucano (12:31) con Lucas 12:33 apoya esta conclusión: “Vended lo que poseéis, y dad limosna; haceos bolsas que no se envejezcan …”.
Finalmente, Jesús anima a sus seguidores a pedir, buscar y llamar a la puerta porque recibirán, hallarán y se les abrirá (Mt. 7:7–8). El “evangelio de la prosperidad” a veces aplica estos versículos en maneras que sugieren que la persona que tenga suficiente fe puede recibir mediante la oración cualquier cosa que quiera, particularmente si es de carácter material. Sin embargo, como ya hemos notado, el paralelo lucano aclara que a nivel espiritual la buena dádiva que Dios promete dar a quienes se la piden es el Espíritu Santo (Lc. 11:13). Y mientras vivimos en la época del “ya” y el “todavía no”, a veces Dios en verdad concederá las peticiones por bienes materiales, la progresión lógica en Mateo 7:9–11 es de lo inferior a lo superior. De lo exclusivamente material (7:9–10) Jesús avanza a lo que es principalmente espiritual (7:11). También vale la pena mencionar que el verbo griego traducido “se … dará” en 7:7 está en la voz pasiva, sin sujeto explícito. Bien podría ser un “pasivo divino”, equivalente a “pedid y Dios os dará”. ¡Pero eso deja a la voluntad soberana de Dios la elección de qué cosa dar! El cuerpo del sermón de Jesús concluye con la famosa “Regla de Oro” en 7:12. Su aplicación en la esfera económica incluiría, sin duda, ser tan generosos para ayudar a otros como quisiéramos que ellos lo fueran cuando nosotros tengamos necesidad.


El manifiesto de Nazaret (Lucas 4:16–21)

Captando la atención de los que asistían a la sinagoga de Nazaret, Jesús esboza el mismo acercamiento doble a las bendiciones de Dios que descubrimos en las bienaventuranzas. Cita Isaías 61:1–2a y 58:6 y luego anuncia que se cumplen en ese mismo día. Declara:

    El Espíritu del Señor está sobre mí,
      por cuanto me ha ungido
      para dar buenas nuevas a los pobres.
    Me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón;
      a pregonar libertad a los cautivos,
      y vista a los ciegos;
    a poner en libertad a los oprimidos;
      a predicar el año agradable del Señor (Lc. 4:18–19).

Como en Isaías, Jesús entiende que los “pobres” aquí son los ‘anawîm, los que son económicamente pobres y espiritualmente piadosos. A la luz de los muchos ciegos que Jesús sana durante su ministerio, hay sin duda un elemento literal en la promesa de recuperación de vista para aquellos que no pueden ver. Pero ya que se refiere frecuentemente a sus discípulos y a sí mismo como luces del mundo (Mt. 5:14, 16; Jn. 8:12; 9:5), no podemos excluir una dimensión espiritual también. Los “cautivos” y los “oprimidos” deben ser interpretados de manera similar. El “año agradable del Señor” parece ser una referencia a la llegada del Jubileo, aunque no es necesario aducir que Jesús, hablando en 26 ó 27 d.C., pronunció esta frase en un año de Jubileo literal.36 Más bien, como Jesús entiende que el día de reposo y las otras fiestas del judaísmo se cumplen en su ministerio en forma general, así, también la liberación prometida en el Jubileo puede ser alcanzada en última instancia sólo por aquellos que se unen a él.


Limosnas y diezmos (Lucas 11:41–42; Mateo 23:23)

Conforme progresa el ministerio de Jesús, los conflictos con el liderazgo de Israel se intensifican. En un contexto de reprensiones dirigidas a muchos de los líderes judíos por su hipocresía, Jesús declara: “Pero dad limosna de lo que tenéis, y entonces todo os será limpio” (Lc. 11:41). En el griego la primera parte de este versículo reza más literalmente: “pero dad limosnas a causa de lo que está adentro”. El contexto hace contraste entre la limpieza ritual y la externa de los vasos y platos, tan valorada en la agenda de los fariseos, y su avaricia y maldad internas (Lc. 11:39). Este contraste entre lo externo y lo interno sugiere que “dar lo que está adentro del plato” es principalmente una metáfora para referirse a la espiritualidad, con referencia a la bondad que emana del corazón. Pero, como vimos tantas veces en las parábolas, una de las principales maneras de demostrar una preocupación espiritual es por medio de la ayuda material: en este contexto, la limosna. La caridad a favor del pobre viene siendo “una expresión de lo que está adentro”, así como “la limosna, si bien se debe interpretar literalmente, resulta siendo al mismo tiempo un símbolo de la devoción a Dios y no a la seguridad lograda en este mundo por medios humanos”.
Al proseguir a pronunciar un ay sobre los fariseos porque diezman aun de sus hierbas y especias más diminutas pero abandonan la justicia y el amor de Dios, Jesús agrega: “Esto os era necesario hacer, sin dejar aquello” (Lc. 11:42; cp. Mt. 23:23). Durante los tiempos intertestamentarios cada vez más se requería el diezmo de todo producto agrícola. Más tarde el tratado de la Misna titulado Masa‘oth menciona hasta las hierbas más insignificantes. Este es el único pasaje en todo el Nuevo Testamento que se podría tomar como una exhortación a diezmar. Pero es crucial notar que en este contexto Jesús habla de “lo más importante de la ley” (Mt. 23:23), la cual estaba todavía vigente hasta el establecimiento del nuevo pacto de Dios en Pentecostés, sobre todo para los líderes judíos que la estudiaban tan cuidadosamente. Mientras la era del Antiguo Testamento seguía en vigencia, el diezmo era obligatorio para el pueblo de Dios. Si se requiere todavía en la era del pacto nuevo, se debe establecer en base a otros pasajes. Parece significativo que ningún otro texto del Nuevo Testamento lo ordena, mientras los principios de generosidad y sacrificio que comentaremos más adelante sugieren que el porcentaje que los individuos deben dar variará según sus circunstancias particulares. Aquéllos que están por lo menos relativamente acomodados deben dar bastante más que la décima parte de sus ingresos brutos a la obra de Dios. “Debemos ir incluso un paso más allá: la exigencia de que el cristiano diezme puede hasta llegar a ser peligrosa, porque da cabida a la conclusión falsa que el problema de mamón ha sido confrontado y conquistado”.


El joven rico y Zaqueo (Marcos 10:17–31 y paralelos; Lucas 19:1–10)

Innumerables generaciones de lectores han quedado perplejos ante el mandato de Jesús al joven rico: “Anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo” (Marcos 10:21b). ¿Fue quizás un mandato singular para un solo individuo? ¿Deben hacer lo mismo todos los cristianos? ¿O sería más adecuada alguna aplicación intermedia? Como en tantos otros casos, Jesús tiene un discernimiento especial de la situación de un individuo particular. Sabe que la riqueza de este hombre obstaculiza el discipulado. A la sección del Decálogo citada en el v. 19 hay un agregado: el “no defraudes”. Quizás sea un indicio que el hombre había pecado con su dinero.
Por eso, al llegar al v. 21b, debemos tener cuidado de leerlo todo. El mandato de vender todo y darlo a los pobres no se puede separar de la orden culminante que le acompaña: “Ven, sígueme”. La única caridad que cuenta es la que da como parte del costo del discipulado (cp. también 1 Co. 13:3). La aflicción del hombre (10:22) sugiere que aquí por lo menos se presupone el esquema pactal que concebía las riquezas como recompensa por la obediencia. Si este dirigente de la sinagoga era una persona respetable en su comunidad, se puede entender por qué él (y otros) pensarían que su riqueza era un premio por la obediencia y no algo de que se debe despojar. La reacción asustada de los discípulos frente a la respuesta de Jesús sobre lo difícil que es para los ricos entrar en el reino sigue lógicamente (10:23–24a). ¿Si las personas ricas y piadosas no se pueden salvar, ¿quién podrá ser salvo? Jesús sólo reitera su declaración (10:24b) y luego agrega: “Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios” (10:25). Las interpretaciones que aluden a una supuesta puerta en el muro de Jerusalén conocida como “el Ojo de la Aguja”, o a una variante textual que sustituye “camello” por “cuerda”, tropiezan en el diálogo subsecuente. Mientras el asombro de los discípulos crece (10:26), Jesús contesta: “Para los hombres es imposible, mas para Dios, no; porque todas las cosas son posibles para Dios” (10:27). Jesús realmente ha descrito una imposibilidad literal al referirse al animal más grande generalmente conocido y a la apertura más pequeña de su mundo cotidiano. Pero con Dios, las imposibilidades humanas se vuelven posibles.
Sea por una curiosidad auténtica o por un velado egoísmo, Pedro trae a colación el radical ministerio itinerante de los discípulos (10:28). ¿Qué recompensa pueden esperar por su sacrificio? La respuesta de Jesús proporciona tanto una seguridad como un desafío. Cualquiera que ha abandonado familia o propiedad por causa del evangelio (10:29) seguramente recibirá “cien veces más ahora en este tiempo; casas, hermanos, hermanas, madres, hijos y tierras …” (10:29–30a). Dado que Jesús indica que estas posesiones están disponibles “en este tiempo” en contraste con la vida eterna “en el siglo venidero” (10:30b), el texto se debe entender como una enseñanza que los discípulos de Jesús pueden esperar recompensa material por su sacrificio en esta vida. No obstante, ¿en qué consiste esta recompensa, y cómo la reciben? Los hermanos, hermanas, madres e hijos sin número que ganan son, sin duda, la parentela espiritual que adquieren cuando se unen a la gran familia del pueblo de Dios. No hay razón alguna por qué tomar las “casas” y “tierras” de manera diferente. Como en el Sermón del Monte, la familia nueva significa una comunidad nueva de personas que comparten el uno con el otro. Las casas y tierras nuevas son aquellas que el pueblo de Dios comparte con quienes están en necesidad.
La historia de la conversión de Zaqueo (Lc. 19:1–10) viene poco después del relato del joven rico, y marcadamente se contrasta con él. Zaqueo era un cobrador de impuestos de alto rango, quizás uno de los publicanos romanos que trabajaba directamente para el gobierno imperial, a diferencia de los intermediarios, como Leví/Mateo. Por consiguiente, era bastante probable que él era inmensamente rico, pero en parte a costas del pueblo judío común y, sin duda, mediante la extorsión. No es de sorprender, entonces, que la multitud murmurara cuando Jesús fue huésped de un hombre “pecador” (19:7). Llama la atención que Cristo no manda a Zaqueo que deje todo y lo siga. De hecho, no le manda hacer cosa alguna. Zaqueo, sin embargo, se pone en pie y ofrece dar la mitad de sus posesiones a los pobres y restituir cuadruplicado a todos los que él ha defraudado (19:8). De manera que la restitución resulta siendo la señal de un arrepentimiento verdadero, así como en el pensamiento rabínico, aun cuando la cantidad halla paralelo sólo en la pena por el robo de ganado (Ex. 22:1). Además, los rabinos normalmente prohibían obsequiar más del 20% del haber personal, no sea que uno se empobreciera y llegara a ser una carga para otros (b. Ketub. 50a).
Sin embargo, así como no debemos usar el 100% exigido del joven rico para crear un legalismo nuevo, tampoco lo debemos hacer con el 50% dado por Zaqueo. Pero el hecho de que éste dio más de lo que cualquier combinación de diezmos e impuestos judíos requería muestra que su ofrenda no fue meramente simbólica. Zaqueo no llega a ser salvo por su mayordomía, sino por su encuentro personal con el Hijo del Hombre. Notemos que es Jesús quien toma la iniciativa en el v. 5, aunque Zaqueo había estado ansioso de verlo en el v. 4. No obstante, una vez más lo que Zaqueo hace con su dinero ofrece un ejemplo de primera de las buenas obras que fluyen del arrepentimiento genuino.


El ungimiento de Jesús por María de Betania (Marcos 14:3–9 y paralelos)

Hemos llegado a las vísperas del “Domingo de Ramos”. La historia del ungimiento de Jesús por María de Betania ha proporcionado a muchos el texto clásico para justificar el gasto pródigo en el nombre de Cristo. Esta interpretación parece recibir aun más apoyo por el uso que Jesús hace de Deuteronomio 15:11, cuando declara: “Siempre tendréis a los pobres con vosotros, y cuando queráis les podréis hacer bien; pero a mí no siempre me tendréis” (Mr. 14:7). Sin embargo, la oración “y cuando queráis les podréis hacer bien” seguramente significa que los discípulos deben tener un ministerio constante a los pobres. La segunda parte de Deuteronomio 15:11 resulta ser aun más explícito: “Por eso yo te mando, diciendo: Abrirás tu mano a tu hermano, al pobre y al menesteroso en tu tierra”. Indudablemente hoy también habrá oportunidades únicas, no frecuentes, para hacer un gasto extraordinario en el servicio de Cristo—quizás la construcción de unos pocos edificios que particularmente glorifican a Dios por medio de la adoración que fomentan. Pero, como en el caso de Jesús, tales gastos deben ser las excepciones, no la norma.
La generosidad a los pobres es el mandato común en el Nuevo Testamento, así como lo fue en el Antiguo. Escobar tiene razón, por consiguiente, al insistir en una hermeneútica de sospecha cuando la exégesis de los occidentales ricos frecuentemente conduce a la implicación: ¡“A los ricos siempre los tendréis con vosotros”!


Purificación del templo (Marcos 11:15–17 y paralelos; cp. Juan 2:13–17)

Menos de una semana antes de su muerte, Jesús hace estragos entre los vendedores y cambistas en el templo de Jerusalén. Casi todos los estudiosos concuerdan que el punto principal, particularmente en los relatos sinópticos, no tiene que ver con una “purificación”, sino con una profecía de la destrucción inminente del templo y una mirada a la edad nueva que Jesús espera después. No cabe duda que le molesta la corrupción de los cambistas. Es bastante posible que Caifás y los saduceos recientemente han trasladado este negocio del Barranco de Cedrón al templo y que han aumentado enormemente sus riquezas mediante tasas de cambio vergonzosas. El relato de Juan, que puede o no describir un episodio distinto, más claramente señala el problema del comercio que ha desplazado el culto en el templo (Jn. 2:16). El hecho que esto ocurrió en el Patio de los Gentiles especialmente ilumina la reacción escandalizada de Jesús; al fin y al cabo, el profeta Isaías había subrayado que el templo debería ser una “casa de oración para todas las naciones” (Mr. 11:17a; Is. 56:7). Puede haber insinuaciones más amplias, sin embargo, en Marcos 11:17b, donde Jesús cita la frase “cueva de ladrones” de Jeremías 7:11 para describir una fortaleza nacionalista. El etnocentrismo del judaísmo del primer siglo ha convertido el templo en un santuario para el mismo espíritu exclusivista y nacionalista que este patio debería atenuar. En una época de tribalismo desenfrenado alrededor del mundo, además de la confusión manifiesta entre actividades espirituales y económicas, la indignación justa de Jesús puede tener numerosas aplicaciones contemporáneas. De hecho, la búsqueda de la seguridad económica muchas veces se encubre con el lenguaje del patriotismo o “interés nacional”.


Dad a César … (Marcos 12:13–17 y paralelos)

Un día después del “torbellino en el templo”, los herodianos y los fariseos unieron fuerzas para tenderle trampa a Jesús, aunque normalmente los dos grupos no cooperaban el uno con el otro. La pregunta que le plantean va al corazón de la tensión entre Israel y Roma. Pagar el tributo era la señal máxima de lealtad al gobierno imperial que les dominaba con su presencia militar. Si Jesús negaba la validez del impuesto romano, los herodianos sin duda le delatarían a las autoridades; si lo apoyaba, los fariseos se escandalizarían por su deslealtad a Dios. De cualquier modo, parece que no le queda a Jesús ninguna salida. Sin embargo, Él se libra de la trampa al proferir las palabras famosas: “Dad a César lo que es de César, y a Dios lo que es de Dios” (Mr. 12:17). Históricamente, el dicho de Jesús jugó un papel destacado en los debates de la Reforma sobre la separación de los reinos de la iglesia y el estado, e influyó aún más en la historia más reciente del establecimiento de la Constitución de los Estados Unidos de Norte América y la Declaración de Derechos plasmada en sus primeras diez enmiendas, documentos que levantaron un alto “muro de separación” entre el gobierno y la religión. Es casi imposible que Jesús específicamente tuviera en mente estos movimientos posteriores en una edad de totalitarismo y regímenes imperiales, los cuales muchas veces reclamaban para sí mismos autoridad divina, y dada la habilidad del pueblo de Dios de acatar estos mandatos bajo las monarquías de siglos subsiguientes. Eso no significa, sin embargo, que no se puede ver los movimientos históricos posteriores como congruentes con el espíritu de la enseñanza inicial de Jesús. De todos modos, en su contexto original el dicho de Jesús niega el derecho de los gobernantes de recibir adoración, y así deja abierta la puerta para los debates acerca de la desobediencia civil, incluso la resistencia a pagar impuestos, si se puede demostrar que tal pago obligaría al individuo a violar las normas morales o teológicas de Dios.


La ofrenda de la viuda (Marcos 12:41–44 y paralelos)

Justo antes de salir del templo por última vez, Jesús ve a la muchedumbre echando sus ofrendas en el arca. Así se despliega la historia famosa de la viuda y sus “blancas” (VRV; Versión Popular: “dos moneditas de cobre”, Mr. 12:42). El tesoro del templo constaba de los diezmos y ofrendas, pero la mayor parte provenía de los ricos (cp. 12:41). Sería muy raro encontrar a una mujer pobre dando lo último de sus escasas posesiones. Si esta mujer pudiera tener acceso a otros recursos, no lo sabemos; pero queda como un modelo que demuestra que es el porcentaje o cantidad de sacrificio, no la ofrenda neta, lo que cuenta ante los ojos de Dios.


CONCLUSIONES

Las buenas nuevas del evangelio son un mensaje uniformemente integral, según la enseñanza de Jesús. El sustento material sin la salvación espiritual es vano, pero la liberación que Dios en Cristo concede normalmente incluye una dimensión física o material también. La única manera en que el pueblo de Dios puede obedecer continuamente todos sus mandamientos es si toda la comunidad cristiana mundial, y cada expresión local de ella, más y más capta la visión de compartir sus recursos con sus hermanos necesitados. Cuando los creyentes se dan cuenta que otros se cuidarán de ellos si inesperadamente se hallan empobrecidos, entonces pueden ser librados a dar más generosamente en tiempos de abundancia. Toda una gama de condiciones socioeconómicas surge entre Jesús y sus discípulos y la gente con quien se relacionan. Sin embargo, hay un énfasis claro en el ministerio y enseñanza de Jesús que insta a suplir las necesidades de los marginados y menesterosos. Los enemigos de Jesús no son los ricos en sí, sino representantes importantes del liderazgo judío, de los cuales muchos resultan siendo un poco más acomodados que las masas. Jesús no es crucificado por su enseñanza acerca de las posesiones materiales, pero las controversias con los líderes judíos que se vuelven cada vez más agudas incluyen elementos de la mayordomía como una esfera principal en la cual no agradan a Dios.
Como Proverbios 30:8–9, Jesús se preocupa por moderar los extremos. Pero el enfoque principal de su ministerio, el camino a la cruz y su llamado a que sus discípulos lo imiten sacrificándose abnegadamente en vez de viviendo con comodidad y gloria, sugiere que el paradigma abarcador para aquel que quisiera seguir a Cristo fielmente no es un “materialismo piadoso”, sino el desprendimiento generoso.


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