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martes, 12 de febrero de 2013

Enciclopedia Dificultades Biblicas: Capacitaciòn Ministerial


. Enciclopedia Ministerial

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Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 29MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
INDICE
La muerte de Adán y la nuestr a 15
¿Dónde halló Caín a su esposa? ...... . 1 6
¿De quién tuvo temor Caín? . 17
¿Defendió Dios a Caín? . . 20
¿Dios satisfecho o arrepentido? 21
Capacidad del Arca .. . 2 3
Endurecimiento de Faraón . 25
¿Es justo que Dios castigue a
los hijos po r el pecado de los padres? 27
Castigo del amo ... . 2 9
Extermini o de los gentiles . 31
¿Son lícitos la esclavitud y el divorcio? 36
E l sol detenido ... . 3 8
Voto imprudente ... .
Rostro, manos y pies .
¿Debajo de sierras? .
¿Quién incit ó a David para
¿De dónde sacó Elias el agua con que inundó el altar? .
¿Emplea Dios espíritus menti-Suspiros de venganza .
Demasiado justo ... .
¿Creó Dios el mal? .
¿Los muertos nada saben? .
¿Es Dios injusto e indiíerente al pecado?  56
25. Zac. 11:12  ¿Fue Zacarías o Jeremías?  59
Las dos genealogías de Jesús
¿Fue una profecía cumplida el que Jesús viviera en Nazaret?
¿Cárcel o purgatorio? .
¿Cumplido o po r cumplir?
¿Qué quiere decir, no nos metas en tentación? .
¿Predica Jesús la vagancia?
Lámpara del cuerpo .
¿Jesús, o el deber filial? .
Oídos para oír
Valientes lo arrebatan .
Palabra ociosa... .
Jonás y la ballena
¿Fue crucificado Cristo en
¿Por qué Jesús se llamaba Hijo del Hombre?
¿Verían los apóstoles la Segunda Venida del Señor? .
Organizada o nacida .
Guarda los mandamientos .
¡Hosanna!
El asesinato de Zacarías .
El secreto de su Venida .
El títul o sobre la cruz .
¿Contradicciones en el relato de la resurrección de Jesús? .
Endemoniados o enfermos .
Vino nuevo
¿Sanciona Cristo el hurto? .
Fuego del Espírit u o fuego
¿Ocultó Jesús la verdad? .
E l ojo maligno ... .
¿En pro o en contra? .
Esta generación ... .
¿A qué hora fue crucificado Cristo?
Mayordomo tramposo
Esto es mi cuerpo
¿Defensa armada?
¿Se puede ver a Dios? .
Nacidos de agua y del Espíritu
¿Testimonio falso?
¿Comer su carne?
¿Juzga, o no juzga Jesús? .
Hombre diablo ... .
¿Cuántos dioses hay?

Es innegable la necesidad que existía de un libro como él que presentamos a nuestros lectores, sobre todo en el tiempo presente, cuando la Biblia se halla en manos de todo el pueblo cristiano, así como de los no cristianos, como una obra clásica de cultura, y es sabido universalmente que los cristianos basamos nuestra fe y esperanza en las ense-ñanzas de la Biblia.
Pero hay muchas cosas en la Sagrada Escritura «difíci-les de entender —como dice San Pedro— las cuales los in-doctos e ignorantes tuercen para perdición de sí mismos» (2.a Pedro 3:16). ¡Cuánto más hoy que en los días del após-tol! Por tal razón son muchos los miembros de las igle-sias cristianas que acuden a sus pastores haciéndoles pre-guntas sobre textos que les resultan difíciles y vienen a ser un escollo para su fe. Ora porque las hayan encontrado en su lectura personal de la Palabra de Dios, o por haber sido acuciados con preguntas capciosas por personas incrédulas, o pertenecientes a otras religiones, para ponerlos en apuro y burlarse de sus creencias.
Muchos miembros sencillos de nuestras iglesias no saben qué responder en tales casos. No han estudiado la Bi-blia con profundidad, solamente conocen los textos claros y sencillos que les han sido presentados por sus amigos evangelizantes, o han oído explicar en los cultos públicos cuando creyeron el mensaje de esperanza que dimana de las enseñanzas del Libro santo. Pero nunca han sido con-frontados con pasajes difíciles que pertenecen también a dicho Libro, el cual, como ha sido indicado muchas veces, no es un volumen caído del cielo para nosotros solos, sino la historia de un pueblo pequeño de la tierra, el pueblo judío, destinado a ser el vehículo de la revelación de Dios al mundo entero; y en tal historia se encuentran muchos sucesos y aun enseñanzas que eran muy propias para aquel pueblo, en la época en que fueron escritas; pero chocan con la cultura y costumbres del pueblo cristiano en el día de hoy. Tales textos vienen a ser piedras de tropiezo para la fe de estas personas, y es natural que al encontrarlos, o ser confrontados con ellos y verse incapaces de dar una explicación razonable, acudan al pastor en busca de una respuesta.
Si el pastor es un asalariado educado en una escuela modernista, dará una respuesta escurridiza, que no satis-fará al solicitante, si no llega a escandalizarle, destruyendo para siempre su fe en la Biblia como Palabra inspirada por Dios, llegando a hacerle dudar de aquellos otros textos claros y básicos, en los cuales había puesto su esperanza para la vida eterna.
Si el pastor es un fiel creyente, pero falto de la necesaria cultura bíblica, es probable que trate de buscar por su cuenta la respuesta en diccionarios bíblicos y en comenta-rios, y que no lo encuentre en tales libros porque tienen una misión diferente, la de presentar un mensaje de edi-ficación más que de apologética y que no se refieran para nada al problema para el cuál el siervo de Dios busca la respuesta conveniente. Y así, después de haber leído ho-ras y horas tenga que enfrentarse de nuevo con el miembro consultante tan sólo para demostrar su incompetencia para resolver el problema; con el peligro de que disminuya mucho la confianza del miembro, no sólo en la sabiduría que ha venido atribuyendo al pastor al oírle predicar sobre textos fáciles y claros de la Biblia, sino, lo que es mucho más triste y terrible, su confianza en la veracidad e inspi-ración divina de la Sagrada Escritura.
Por esto se ha dejado sentir en todos los tiempos la ne-cesidad de libros que atacando de frente tales cuestiones difíciles proporcionen respuestas adecuadas, aclaratorias y convincentes, para resolver y dejar bien patente el verda-dero significado del pasaje, que ha llegado a inquietar y turbar la fe del creyente sencillo, a su pastor, o a un her-mano de más experiencia en la fe cristiana.
Se han publicado en años pasados algunos buenos libros, en español, con este propósito. Quizás uno de los más di-fundidos ha sido el del profesor R. A. Torrey, antiguo direc-tor del Instituto Moody de 1889 a 1908 y del Instituto Bí-blico de Los Angeles, California, de 1912-1924. Así como, en inglés, el del pastor James M. Gray, pastor de la 1.a Iglesia
Reformada Episcopal de Boston, ambos publicados por la Editorial Moody. También cumplió una importante misión en este sentido la sección de textos difíciles de la revista Homilética publicada por el doctor Enrique Lund, para pas-tores, desde el año 1914 hasta la década de los 30; pero estos libros antiguos se hallan hoy en manos de muy pocos pastores de habla hispana.
Recientemente, la Editorial CLIE tradujo y publicó el libro Respuestas a preguntas difíciles de la Biblia , de Paul R. Van Gorder, pero es sólo un pequeño volumen de 64 páginas que responde únicamente a 26 preguntas. Era ne-cesario, por tanto, recopilar y publicar en lengua española lo mejor que ha visto la luz pública en este campo de las dificultades bíblicas, no sólo en español, sino también en inglés, añadiendo además lo que la experiencia pastoral de
medio siglo de pastorado ha traído a la mente y corazón del veterano pastor doctor Samuel Vila.
Insatisfechos de la brevedad del buen volumen del doc-tor Van Gorder es que hemos indagado en volúmenes de carácter apologético, publicados no solamente en español,sino también en inglés, hasta lograr reunir un número bas-tante considerable de respuestas para poder dar a esta re-copilación el nombre de Enciclopedia de Textos Difíciles.
No pretendemos responder con este libro a todas las cuestiones difíciles que levanta la fe bíblica. Hay algunas dificultades en la doctrina cristiana que los hombres más sabios han sido incapaces de responder, ni aclarar, en veinte siglos de Cristianismo. Tales dificultades corresponden, creemos, a aquellos puntos que Dios ha querido dejar en el secreto de sus arcanos, porque no convenía a nosotros saberlo. Como dijo cierto profesor de teología a un estu-diante que le asediaba con preguntas difíciles: «¿No cree usted, joven, que Dios tiene derecho a reservarse algunas cositas para sí?»
Lo más lamentable es que los teólogos de todos los tiempos no han querido conformarse con dar a Dios este derecho y cuando han encontrado en la Biblia versículos que a veces se hacen contradictorios han tomado una po-sición, en uno u otro sentido, y han creado sistemas pro-pios de teología, anatemizando y condenando como herejes a todos los que no han querido aceptar su punto de vista peculiar. De este modo han dividido la Cristiandad en la
forma que hoy la vemos. Menos mal que hemos aprendido un poco mejor el espíritu de tolerancia de Cristo y sabe-mos respetar mejor que en siglos pasados los puntos de vista ajenos. Hoy calvinistas y arminianos, no nos exco-mulgamos unos a otros, ni tampoco premilenarios y post-milenarios nos condenamos, ni tildamos de no cristianos, sino que creyentes de una y otra opinión, podemos reunir-nos y adorar a Dios en comunión fraternal; pero quizá guardando cada uno para nuestro fuero interno que un día
Dios nos dará la razón a nosotros, y reprenderá a los de la acera de enfrente.
Aun es inevitable que no todos los lectores de este li-bro convengan con todos nuestros puntos de vista, cree-mos que muchos aceptarán nuestro criterio; y la respuesta aquí inserta les ayudará a clarificar muchos textos que a primera vista parecen oscuros, reprobables o contradic-torios. 

Debemos decir que muchas aparentes dificultades bí-blicas han sido originadas por deficiencia, no del texto inspirado en su versión original, sino por defectos de tra-ducción o desuso de las palabras en que fue vertido el texto bíblico en nuestra lengua hace centenares de años. Tales obstáculos se encuentran, igualmente que en español, en los libros y comentarios ingleses en relación con la versión clásica llamada Kin g James, tradicionalmente difundida en los pueblos de habla sajona, como nosotros las halla-mos en la traducción de Reina-Valera, del siglo XVI, que ha sido mejorada y puesta al día en las ediciones de 1960 y 1977.
Sabemos, empero, que hay todavía muchos millares de biblias en uso, pertenecientes a antiguas revisiones anterio-res al año 1909. Y algunos creyentes, acostumbrados a la fraseología de ese texto, todavía las solicitan. Esta es la razón que nos ha obligado a incluir algunos textos que no tendrían necesidad de ser objeto de un artículo aclarato-rio si todo el mundo usara las últimas revisiones de la Bi-blia, particularmente la más reciente de 1977. Hemos que-rido hacer esta Enciclopedia tan extensa que abarque difi-cultades que pueden ser halladas en todas las versiones en uso.
Hemos compaginado el libro de acuerdo con el orden de los textos según se encuentran en la Biblia, por ser el más fácil para encontrar los artículos, ya que todos los lec-tores que han de usarlos tienen fijado este orden en su mente, y los encontrarán de este modo, sin necesidad de
consultar ningún índice, mucho mejor que si los orde-náramos por temas.
Algunas respuestas habrían requerido artículos mucho más amplios que los que es dable insertar en un volumen popular como el presente, en el que es imposible tratar a fondo cuestiones teológicas que han sido objeto de una la-bor tan extensa en el pasado que ocupa bibliotecas ente-ras, y sobre los cuales se están escribiendo y publicando todavía artículos y libros. Este volumen no pretende ser más que un prontuario de respuestas breves y prácticas.
A quienes deseen explicaciones algo más completas po-demos indicarles el libro de próxima aparición titulado Manual de teología apologética por el mismo autor, doctor S. Vila, en el que son tratados los asuntos que se debaten más encarnizadamente en la teología moderna, clasifica-dos por temas.
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sábado, 21 de julio de 2012

1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila.


1000 Bosquejos Para Predicadores: Samuel Vila. 
 
 Tipo de Archivo: PDF| Tamaño: 4MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Homilética Bíblica 
Índice General
Prólogo
Estudios Bíblicos
  • Pasajes y textos bíblicos
  • Parábolas, tipos y figuras
  • Personajes masculinos
  • Persona y obra de Jesucristo
  • Milagros
  • Personajes femeninos
  • Naturaleza y Creación
  • Satanás y los demonios
  • Ángeles
Edificación Cristiana
  • Oración
  • Discipulado
  • Mayordomía
  • Esperanza
  • Amor
  • Iglesia
  • Gratitud
  • Liderazgo
  • Familia
Evangelización
  • Avivamiento
  • Salvación y Gracia
  • Conversión
  • Arrepentimiento
  • Misiones
  • Fe
  • Evangelización
  • Salud Espiritual
  • Perdón
Doctrinales
  • Segunda Venida
  • Pecado
  • Cielo
  • Dios
  • Muerte
  • Espíritu Santo
  • Justificación
  • Juicio
  • Resurrección
  • Nuevo Pacto
  • Vida Eterna
Ocasiones Especiales
  • Navidad
  • Funerales
  • Año Nuevo
  • Día de la Biblia
  • Santa Cena
  • Semana Santa
  • Presentaciones de niños
  • Bodas
  • Ordenaciones
  • Bautismos
Devocionales
  • Adultos
  • Jóvenes
  • Ancianos
  • Niños
  1. Índice de Autores
  2. Índice de Títulos
Se incluyen además, al final del volumen, tres extensísimos índices: de Títulos alfabéticos, para una localización más precisa de un bosquejo, de Autores, si es que el lector desea conocer la autoría o la fuente de los bosquejos, y un interesantísimo Índice Escritural, que recoge por orden bíblico los versículos claves que introducen cada uno de los bosquejos; este último índice puede guiar al lector no ya a un tema concreto sobre el que quiera predicar, sino sobre algún texto bíblico que le haya impresionado y desee profundizar en su posible interpretación y aplicación, o cómo fue comentado por otros predicadores.
Tales índices, junto con la estructura expositiva presentada, convierten a este libro en todo un arsenal para el predicador dispuesto a exprimir y extraer todo el alimento posible de la Palabra de Dios para su feligresía. No piense éste acaso que es un libro al que dirigirse vacío de ideas, en busca de un sucedáneo para su sermón del domingo. En absoluto, como ya apuntó acertadamente Samuel Vila, «este trabajo no ha sido hecho para fomentar la indolencia de nuestros jóvenes predicadores, sino para ayudarles a pensar». El predicador encontrará que muchos de estos bosquejos son esquemáticos, otros casi sermones completos, con anécdotas y ejemplos, pero en todos los casos con la necesidad de ser desarrollados con sus propias aportaciones.
He aquí el libro, 1000 Bosquejos para predicadores, todo un incentivo para el predicador que se precie y que ame verdaderamente la Palabra de Dios.

DESCARGAR; Tomo I

DESCARGAR; Tomo II

 
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martes, 17 de julio de 2012

La Construccion de sermones: Ayuda importante para predicadores y ministros itinerantes


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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 I El tema del sermón

La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje   definido.   Antes   de   proceder   a  la   preparación   de   un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma,   también   lo   estará   todo   lo   que   le   pertenece:   su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.
El   tema   debe   ser   la   expresión   exacta   del   asunto,   o   la respuesta   a   la   pregunta:   
¿De   qué   voy   a   hablar?   
Nunca   debe escogerse un tema por ser bonito o sonoro como fase, sino que ha de expresar claramente el objeto que el sermón persigue. Todo predicador,   para  preparar  bien  su  sermón, debe   responder   a  la pregunta: 
¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?
El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
COMO ENCONTRAR UN TEMA
El   mensaje   debe   venir  como   una   inspiración   especial   de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes.   Pero   no   es   de   esperar   que   venga   siempre   como   una inspiración   profética,   sino   que   él   mismo   debe   afanarse   en buscarlos de diversas maneras.
Spurgeon   dice:  «Confieso   que   me   siento   muchas   veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto   es   la   parte   principal   de   mi   estudio.   He   empleado   mucho tiempo   y  trabajo   pensando   sobre   tópicos,   rumiando   puntos doctrinales,   haciendo   esqueletos   de  sermones,   y   después sepultando   todos   sus   huesos   en   las   catacumbas   del   olvido, continuando  mi   navegación   a   grandes   distancias   sobre   aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al   puerto   suspirado.   Yo   creo   que   casi   todos   los   sábados   formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente,   porque   no   da   lugar   a   ello   el   hallazgo   de   otros mejores.»
El predicador puede recibir la inspiración de un mensaje:
a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia.   Si   tiene algo   que   decir   a   un   individuo,   dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda   la   Iglesia,   y   no   debe   sacrificarla   a   las   conveniencias particulares   de   unos   pocos.   Además,   se   expone   a   que   sus insinuaciones   sean   comprendidas   por   otros   hermanos,   como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia   adolece   de   algún   defecto   o   necesita   una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.
El   célebre   Spurgeon   dice   en   su   libro  Discursos   a   mis estudiantes:  «Considerad   bien   qué pecados   se   encuentran   en mayor   número   en   la   iglesia   y   la   congregación.   Ved   si   son   la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas  que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad   un bálsamo   que   pueda   cicatrizar   sus   heridas.   No   es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de   vuestra congregación.»   El   autor   quisiera   añadir   aquí:   Que sientan   vuestros   miembros   culpables, probados,   afligidos   o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito   es  adecuada   a   su   necesidad;   que   es   bálsamo   para   sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre   más   la   medicina.   Confiad   esta   tarea   al   Espíritu   Santo.
Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente   sobre  los secos  prados,  y permitid a Dios  hacer el resto.
b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores   excesivamente   ocupados.   La   lectura   devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le   hará   descubrir   filones   de   riqueza   espiritual   en   lugares insospechados.   Anote   cuidadosamente   las   ideas   que   surjan   en tales momentos.
c) Leyendo sermones de otros predicadores.
El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original,   ni   debe   fiar   tampoco   en   las   despensas   de   otros   para alimentar   su   propia   familia.   Ambos   extremos   son   malos.   El predicador   debe   tener   tiempo   para   leer   sermones   de   buenospredicadores,  no sólo en  el momento  en que  necesita  algo con urgencia   para   preparar   su   mensaje,   sino   en   otros   momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que   preparar   su   propio   sermón   no   encuentre   nada   adecuado   y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a   cubierta,   mientras   que   si   hubiera  empleado   un   poco   más   de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para   las  de   los   demás   le   habrían   venido   sin   esfuerzo,   y   quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro   se   ha   visto   obligado   a   emplear.   Siempre   los   mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su «Libreta de   sugestiones»,   indicando  el   volumen   y   página   donde   podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente. Thomas Spencer escribió así: «Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza  y una  hermosura  especial.  Si  soñara  en un  pasaje  de  la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.»
Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: «Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y   entonces   se   podrá   bombear   con   buen   éxito.   Profundizad   los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.»
d) En sus visitas pastorales.
Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el   texto   que  responde   a   tal   necesidad   es   dado   durante   la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir   de   tal   visita.   Si   espera   a   hacerlo   podría   borrarse   de   su memoria. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo.
e) En la consideración de las cosas que le rodean.
El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de  un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de   destrozarlo,   lo   que   le   hizo   recordar   Jeremías   12:9:   «¿Es   mi heredad   de   muchos   colores?   ¿No   están   contra   ella   aves   en derredor?» Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las   persecuciones   que   ha   de   sufrir   el   pueblo   de   Dios.   Otro   día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón,   lo   que   le   indujo   a   predicar   sobre   Zacarías   3:2.   Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.
Es necesario, no obstante,  que los sermones surgidos  de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un   plan   y   un   mensaje   espiritual,   y   no   una   larga   y   detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha   de   interesar   en   la   misma   medida   a   los   que   no   han   sido afectados   por   la   idea   o   sugerencia,   la   cual   debe   ser   puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
f) Pidiéndolos a Dios en oración.
Spurgeon dice:  «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme   con   el   texto   más   oportuno?   Le   contestaría:   Pedidlo   a Dios.»
Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: «Pedid a Dios la elección.»
Si   la   dificultad   de   escoger   un   texto   se   hace   más   dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.
Es notoria la frase de Lutero: «Haber bien orado, es más de la   mitad   estudiado.»   Y   este   proverbio   merece   repetirse   con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia.
Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra   oración,   será   más   precioso  para   vosotros,   y   tendrá   un sabor   y   una   unción   enteramente   desconocidos   al   orador   frío   y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: «Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio.»
g) Evitad la repetición.
El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas   anteriores.   Dice   Spurgeon:  «No   sería   provechoso   insistir siempre   en   una   sola   doctrina,   descuidando   las   demás.   Quizás algunos  de nuestros   hermanos  más  profundos  pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el   calidoscopio,   presentar   nuevas   formas   de   hermosura   sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades.  Me  parece bien y necesario revisar con  frecuencia  la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna   gracia   cristiana.   Es   provechoso   preguntarnos   a   nosotros mismos   si   hemos   tratado   recientemente   demasiado   de   la  mera doctrina,   o   de   la   mera   práctica,   o   si   nos   hemos   ocupado excesivamente de lo experimental.»
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martes, 26 de junio de 2012

A Las Fuentes del Cristianismo: Mejor Dicho a la Biblia - Apologetica


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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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FUENTES Y ARROYOS
«Esto dice el Señor: Paraos en los caminos, y ved, y preguntad sobre las sendas antiguas, cuál sea el camino bueno, y andad por él; y hallaréis refrigerio para vuestras almas» (Jeremías 6:16).
Supongamos  que  la  ciencia  médica  nos  ordenara,  para  librarnos  de  alguna  enfermedad  grave,  la permanencia  en  uno  de  esos  parajes  privilegiados  por  la  naturaleza  con  una  fuente  de  aguas medicinales.
¿Nos  conformaríamos  con  ir  a  bebería  de  algún  arroyuelo  procedente  del  manantial,  después  de haber estado  expuesta  al  polvo  e  inmundicia  de  un  cauce  abierto?  ¿No  es  más  probable  que  querríamos  ir  al origen mismo, al lugar preciso de donde brota la esperanza de nuestra salud: de las entrañas mismas de la tierra? De otra manera no tendríamos garantía de que nuestro esfuerzo va a ser coronado por el éxito.
He  aquí  la  imagen  de  la  religión.  Unicamente  acudiendo  a  las  Fuentes  del  Cristianismo  podemos alcanzar  la  seguridad  de  que  nuestra  fe  es  lo  que  debe  ser  según  Dios,  y  no  marchamos  por  un camino equivocado en asunto de tantísima importancia.
¡Fuera indiferencia!
Es  lamentabilísimo  el  poco  interés  que  hay  en  nuestros  días  por  las  investigaciones  de  carácter religioso. El pueblo se interesa por conocer los secretos de las artes, de las ciencias y las reglas y principios de  los  modernos  juegos,  pero  no  estudia  los  fundamentos  de  la  religión  de  un  modo  inteligente.  En  este supremo asunto se le ha enseñado a no preguntar por temor de caer en herejía, y realmente ha caído en el extremo opuesto, el del indiferentismo religioso.
A excepción de algunas almas piadosas en cada parroquia, la generalidad no piensa en la religión más que para  los actos oficiales, y millares de católicos, así como también muchos millares de protestantes, en ciertos países, no debieran llevar el nombre de cristianos, porque no creen en los dogmas de su iglesia. No quieren distinguirse como militantes de alguna secta, pero blasonan de que ellos toman de la religión lo que les  parece;  y  el  resultado  de  este  credo,  flojo  e  inseguro,  es  la  más  desastrosa  indiferencia, rayana  en  la incredulidad.
Los deseos de un buen católico
Afortunadamente, y sobre todo después de las mejoras introducidas por el Concilio Vaticano II, existe hoy  día  un  buen  número  de  católicos  que  se  preocupa  por  las  esencias  de  su  religión,  personas  cuyas aspiraciones  y  deseos  espirituales  no  son  satisfechos,  originando  dudas  que  no  se  atreven  a  abrigar por temor a caer en herejía. Haciendo el asunto personal: ¿No es verdad, amigo lector, que quisieras tener una seguridad  absoluta  de  cuál  será  tu  destino  al  abandonar  este  mundo,  apartando  de  tu  vista  el terrible espectro del purgatorio, acerca del cual tienes fundadas dudas?
Quisieras  ver  el  cielo  más  cerca.  Por  esto  te  alegras  cuando  encuentras  algún  buen  trozo  del Evangelio  en  las  hojas  parroquiales,  o  cuando  el  sacerdote  predica  un  buen  sermón  en  lengua vulgar.
Quisieras que el Concilio Vaticano II se hubiera pronunciado de un modo más claro y más avanzado acerca de muchos puntos débiles o dudosos de la Iglesia Católica, a fin de poder tapar la boca de los que echan en cara a la Iglesia enseñanzas de tipo medieval, que comprendes son una rémora para la fe en el siglo XX; pero no te atreves a separarte de la religión que te enseñaron tus padres, pues reconoces que hay deberes para con Dios que te conviene cumplir.
Todos  faltamos  muchas  veces  a  la  ley  divina,  y  ¿quién  se  atreverá  a  rehusar  la  ayuda  que  ofrece la religión en asuntos del alma?
Además, nunca te ha convencido la incredulidad, pues es imposible negar la existencia de Dios ante un universo ordenado con sabiduría.
Por eso, aunque veas lagunas en la religión católica, la aceptas sin vacilaciones. Es la que lleva el sello apostólico, es la que Cristo fundó, es la que te enseñaron los padres. ¿Dónde hallarías otra mejor?
Ciertamente,  lector  querido,  no  vamos  a  buscar  para  salvarnos  la  religión  budista,  como  algunos pretenden, cuando tenemos el cristianismo en casa; y esas lagunas que ves en el cristianismo no provienen de su divino origen, como vamos a demostrarlo en seguida, sino del polvo y barro del camino que la religión cristiana viene arrastrando en el transcurso de los siglos.
Lo probable es que el lector no se ha dado cuenta todavía de la gran cantidad de estos elementos que entran en el arroyo que se llama Iglesia Católica Romana.
Un examen necesario
Estamos  seguros  de  que  el  lector  no  confiaría  su  fortuna  o  ahorros,  caso  que  los  tuviera,  a  algún banco  de  cuya  solvencia  no  estuviera  bien  seguro;  y,  aun  después  de  esto,  continuaría  vigilando  las operaciones de dicha entidad para asegurarse de que ningún peligro amenaza sus intereses. Y  en  cuanto  al asunto  de  la  salvación  del  alma,  ¿no  debemos  examinar  seriamente  si  la  fe  que profesamos es la que Dios quiere, y la que puede llevarnos con toda seguridad a la felicidad eterna?
La doctrina de Cristo, sus milagros, su resurrección de entre los muertos y la sinceridad de los santos apóstoles,  sellada  con  su  sangre,  son  cosas  bastante  bien  garantizadas  por  la  Historia  y  la experiencia cristiana para que nadie pueda negarlas.
La Iglesia primitiva y otras iglesias
Es cierto que Cristo estableció su Iglesia sobre el fundamento de los apóstoles, pero tienes que llegar a darte cuenta —si no te la estás dando ya a medida que lees el Nuevo Testamento— que aquélla no era la Iglesia Romana, sino una Iglesia muy diferente de ésta, en muchos sentidos y aspectos. Aquella Iglesia Apostólica  podía  llevar con razón  el título  de Católica  o Universal, porque agrupó  en sus principios a todos los verdaderos cristianos, pero tras una enconada disputa acerca de la supremacía de los obispos, se formaron diversas ramas del cristianismo, agrupándose unas iglesias alrededor del obispo de Roma;  otras,  alrededor del  patriarca  de  Constantinopla,  y  otras  quedaron  independientes  de  una  y  otra jurisdicción.
Hacer depender la salvación del alma de la adhesión personal a una u otra de estas ramas es el colmo del partidismo y del absurdo. No hay ni una palabra de Cristo que autorice semejante principio. La salvación y perdición del alma, en el Evangelio, se hace depender, no de la adhesión exterior a una iglesia, que nada cuesta, sino de la doctrina que domina la conciencia y la vida.
Cualquier desviación de las enseñanzas recibidas por revelación divina es un pecado grave, del que no sólo  las  autoridades  religiosas,  sino  cada  creyente,  somos  responsables,  desde  el  momento  que  nos percatamos de ello.
Por esto, la unidad de la Iglesia es y será imposible en tanto exista alguna desviación de las doctrinas de Cristo; pues el cristiano sincero sacrifica todos los reparos de conveniencia y de tradición ante la pureza de la fe.
Cómo tuvo lugar la transformación del cristianismo
Dos grandes fuerzas obraron en la elaboración del tipo de cristianismo católico-romano. Primeramente, las doctrinas purísimas y evangélicas predicadas por el Divino Maestro y sus apóstoles durante las primeras décadas de nuestra Era.
En segundo lugar, la religión sacerdotal pagana.
Esta  mezcla  se  hizo  poco  a  poco,  siendo  la  principal  causa  de  ello  la  introducción  en  la  Iglesia  de multitudes convertidas sólo de nombre por seguir la corriente del siglo. Estas, echando de menos el fausto y costumbres de sus iglesias paganas, influyeron en la introducción de ritos y ceremonias de su culto a las que se dio un giro y aplicación cristianas. Y lo peor es que no sólo sufrieron merma en el transcurso de los siglos la espiritualidad y sencillez del culto cristiano, sino que la misma doctrina experimentó un cambio trascendental con la invención de nuevos dogmas, como los que en nuestra misma época fueron proclamados después de siglos de discusión entre las más  destacadas  personalidades  del  Catolicismo  Romano.  Tales  dogmas  son  por  lo  general favorables  a  los intereses materiales de la Iglesia, pero muy perjudiciales a la pureza de la fe, al crédito de la religión y a la salvación de las almas.
Vamos a considerar algunas de las doctrinas nuevas o modificadas, señalando:
1° Lo que la Iglesia enseña en la actualidad.
2° Lo que dice el Evangelio respecto al mismo asunto.
3°  Lo  que  los  santos  padres  de  la  Iglesia  creyeron  y  predicaron  referente  a  las  mismas  doctrinas.  El testimonio de los santos padres es abundantísimo, pero no podemos dar sino unas pocas citas para no hacer interminable esta obrita.
Aunque para nosotros lo decisivo en materia de  fe son las enseñanzas de  la Sagrada Escritura, y  no nos apoyamos en testimonio de hombres que pueden equivocarse, por más piadosos que sean, es en gran manera interesante ver lo que creían aquellos santos varones de los primeros siglos para confirmarnos en la fe que debemos poseer.
La  contradicción  a  una  creencia  o  doctrina  de  parte  de  cristianos  fieles  de  los  primeros  siglos  es prueba bastante clara de que tal doctrina no pertenecía al legado común apostólico, aunque otros padres la apoyen  y  defiendan,  ya  que  ciertos  errores  se  originaron  bastante  temprano  en  la  Iglesia;  pero, por  lo general,  no  tuvieron  tales  errores  la  aceptación  universal  de  las  grandes  verdades  de  la  fe,  como,  por ejemplo,  la muerte redentora de Cristo,  la resurrección del Señor, su ascensión a los Cielos, y la esperanza de su segunda venida; sobre tales cosas no había discusión entre los cristianos. Tal consentimiento común, apoyando  la  enseñanza  clara  del  Nuevo  Testamento,  es  lo  que  los  cristianos evangélicos  buscamos  para reconocer como auténtica y digna de crédito cualquier doctrina de nuestra fe.
                                                                  
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miércoles, 15 de febrero de 2012

BosquejosHomiléticos: Bosquejos para todo Motivo


biblias y miles de comentarios
 
Tipo de Archivo: PDF  | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 Índice General
Prólogo
Estudios Bíblicos
Pasajes y textos bíblicos
Parábolas, tipos y figuras
Personajes masculinos
Persona y obra de Jesucristo
Milagros
Personajes femeninos
Naturaleza y Creación
Satanás y los demonios
Ángeles
Edificación Cristiana
Oración
Discipulado
Mayordomía
Esperanza
Amor
Iglesia
Gratitud
Liderazgo
Familia
Evangelización
Avivamiento
Salvación y Gracia
Conversión
Arrepentimiento
Misiones
Fe
Evangelización
Salud Espiritual
Perdón
Doctrinales
Segunda Venida
Pecado
Cielo
Dios
Muerte
Espíritu Santo
Justificación
Juicio
Resurrección 
Nuevo Pacto
Vida Eterna
Ocasiones Especiales
Navidad
Funerales
Año Nuevo
Día de la Biblia
Santa Cena
Semana Santa
Presentaciones de niños
Bodas
Ordenaciones
Bautismos
Devocionales
Adultos
Jóvenes
Ancianos
Niños
Índice de Autores
Índice de Títulos

ESTUDIOS BÍBLICOS
• Pasajes y textos bíblicos
• Parábolas, tipos y figuras
• Personajes masculinos
• Persona y obra de Jesucristo
• Milagros
• Personajes femeninos
• Naturaleza y Creación
• Satanás y los demonios
• Ángeles

Pasajes y textos bíblicos
1. ALGUNOS «DEBEMOS» DE LA BIBLIA
(Juan 3:7)
1. Debemos orar siempre (Lc. 18:1; Sal. 91:1; Mt. 6:6).
2. Debemos leer las Escrituras (Col. 3:16; 1 P. 2:2).
3. Debemos asistir a los cultos de la iglesia (He. 10:25).
4. Debemos dar testimonio (Ro. 10:9, 10).
5. Debemos traer nuestras ofrendas al Señor (Mal. 3:7–12; 2 Co. 9:7).
6. Debemos ser sinceros (Jn. 4:24; Mt. 5:8).
7. Debemos comparecer ante el Tribunal de Cristo (2 Co. 5:10).

2. GRANDES COSAS DE JUAN 3:16
1. Un gran Dios (2 Cr. 2:5; Sal. 86:10).
2. Un gran amor (1 Jn. 4:8, 16; Ro. 5:8).
3. Una gran compañía (1 Jn. 2:2; Jn. 3:17).
4. Un gran don (2 Co. 9:15).
5. Un gran Salvador (Mt. 1:21; Hch. 4:12).
6. Una gran invitación: «todo aquel» (Ap. 22:17).
7. Una gran seguridad: «que cree» (Ro. 10:9, 10).
8. Una gran liberación: «perezca» (Jn. 14:6).
9. Una gran recompensa: vida eterna (Sal. 23:6; Jn. 5:24).

3. TODAS LAS COSAS
SON HECHAS NUEVAS
Mateo 7:15–20
1. Nueva vida: por la gracia de Dios (Jn. 3:5, 6; 1:12).
2. Nuevos corazones: por su poder (Ez. 36:26; 1 Co. 6:11).
3. Nuevos frutos: por su Espíritu (Mt. 7:16; Gá. 5:22–25).
4. Nuevo camino: por su Palabra (Is. 43:19; Jn. 14:6).
5. Nuevo pacto: por su Hijo (He. 8:8–13; 1 Co. 11:25).
6. Nueva ley: por su misericordia (Jn. 13:34; 15:12; Gá. 6:2).
7. Nueva visión: por un milagro (Jn. 9:25; Col. 3:1–13).
8. Nuevas relaciones: por la justicia de Cristo (He. 2:11; 1 Co. 1:30; Ef. 2:10–13; Ro. 8:15).

 4. ALMAS SACUDIDAS
POR LA TORMENTA
(Salmo 46)
1. El poder de Dios (vv. 1–3):
a) Refugio (v. 1): nuestra verdadera seguridad reside no en las armas humanas, sino en
el Dios todopoderoso. Todas las otras promesas de seguridad ofrecen falsas esperanzas y
son, al final, inútiles.
b) Reposo (vv. 2, 3): Él ordena el caos cósmico, y la confusión da paso al reposo. Él no
es sólo un refugio, sino que es de fácil acceso, de manera que Su poder y ayuda están
siempre a nuestra disposición. El contenido de los vv. 2 y 3 tienen estrecha relación con los
vv. 7 y 11.
2. La presencia de Dios (vv. 4–7):
a) Consolación (vv. 4, 5): la escena cambia, y ahora es la omnipresencia de Dios más
que Su omnipotencia lo que nos trae consolación. El tumulto cesa, y la presencia de Dios
llena de gracia es el retiro seguro de un alma sacudida por la tormenta, como un cielo de
descanso después de una tempestad.
b) Bienestar (vv. 6, 7): Dios es eterno, inmutable, el Dios de los ángeles, y el Dios de
un hombre, aun de alguien tan débil como Jacob. Si a pesar de todos los fracasos de Jacob,
el Señor quiere ser su Dios, entonces también querrá ser el Dios nuestro y el Dios de cada
débil pecador.
3. La paz de Dios (vv. 8–11):
a) La Providencia (vv. 8–10): los caminos de Dios a veces no son fáciles de entender,
pero en cada acontecimiento está la Providencia, que hace que todas las cosas obren para
bien. Esto trae la paz a un alma azotada por la tempestad.
b) Protección (vv. 11): nuevamente el gozoso refrán que suena como música al oído de
los afligidos. Dios es nuestra segura defensa y protección. Su presencia es la promesa de
victoria y lo único que puede traernos una auténtica paz.

5. LA SED DEL ALMA
(Salmo 63)
1. Súplica (vv. 1, 2):
a) Comunión (v. 1): no todas las almas que están sedientas buscan a Dios. Cuando
decimos, «Tú eres mi Dios», entonces sí deseamos Su presencia.
b) Consuelo (vv. 2): cuando el alma busca a Dios, nunca encuentra temor, sino siempre
consuelo y confortamiento.
2. Contentamiento (vv. 3–6):
a) Dedicación (v. 3): «Porque donde está vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón». (Lc. 12:34). Una dedicación total moldea el juicio y controla los deseos.
b) Acción de gracias (vs. 4–6): un Dios tan inmensamente bueno que satisface los
profundos deseos del alma, es digno de toda alabanza.
3. Convicción (vv. 7, 8):
a) Escudo (v. 7): ¡Tal vez el «Shekinah» estaba en la mente del autor de este salmo! Es
el cántico de un alma satisfecha que halla su escudo en Dios.
b) Sostenimiento (v. 8): el alma tiene profundos anhelos de Dios y siente que está
segura en los brazos eternos.

 4. Confianza (vv. 9–11):
a) Castigo (vv. 9, 10): un declive extraño, al parecer, pero está dicho en un sentido que
expresa confianza, y no un sentir vindicativo. Es la seguridad que ha de triunfar la justicia.
b) Propiedad (v. 11): el salmista no se regocija por lo tanto en la caída del enemigo,
sino en Dios quien trae gloria al corazón honesto.

6. UN SALMO DE PENITENCIA
(Salmo 25)
1. Protección (vv. 1–5):
a) Confianza (vv. 1–3): ¿A quién más podríamos ir?
b) Enseñanza (vv. 4, 5).
No busca ni pide por su propio camino, sino que viene como un niño.
2. Paciencia (vv. 6–10):
a) Gracia (vv. 6, 7): el amor eterno de Dios es digno de toda nuestra confianza.
b) Guía (vv. 8–10): aprendemos no sólo sus verdades, sino también sus caminos.
3. Plenitud (vv. 11–13):
a) Perdón (v. 11): la verdadera penitencia ruega el perdón de Dios para glorificar su
nombre.
b) Paz (vv. 12, 13): aquel que pone su confianza en Dios nunca será confundido.
4. Compañía (vv. 14–16):
a) Revelación (v. 14): Dios revela los secretos de Su amor a Sus propios hijos.
b) Rescate (vv. 15, 16): es posible que Dios no nos libre siempre de las trampas que nos
tienden, pero sí nos dará la liberación final.
5. Poder (vv. 21, 22): Él nos sacará triunfantes de cada prueba.

7. UNA ORACIÓN PENITENCIAL
(Salmo 6)
1. Congoja (vv. 1–5):
a) Petición (vv. 1–3): a veces todos somos conscientes de que necesitamos ser
reprendidos por nuestras faltas. En tales momentos siempre podemos apelar a la
misericordia del Señor y estar seguros de que seremos escuchados y recibiremos perdón.
b) Ruego (vv. 4, 5): la conciencia de la presencia de Dios siempre sana las heridas de la
vida, y vivir en el secreto de Su presencia es ser inmune a los complots del hombre o a las
cosas que disgustan a los impíos.
2. Desesperación (vv. 6, 7):
a) Cansados (vv. 6): en este pasaje no figura el nombre de Dios, y por lo tanto tenemos
la figura de un pecador en el mundo, sin perdón ni redención.
b) Desgastados (vv. 7): así es el destino del pecador, sin Dios y sin esperanza. Esto se
empeora cuando el tal se da cuenta de que está más allá de toda recuperación posible en lo
que a recursos terrenos se refiere.
3. Liberación (vv. 8–10):
a) Convicción (vv. 8, 9): volvemos otra vez al nombre de Dios. No hay ninguna cosa
tan eficaz para alejar la tristeza como un buen tiempo dedicado a la oración.
b) Certeza (v. 10): he aquí la seguridad de que Dios está en Su trono
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jueves, 5 de mayo de 2011

Enciclopedia Explicativa de Términos Bíblicos: Samuel Vila - El Maestro Bíblico


Enciclopedia Explicativa de Términos Bíblicos: Samuel Vila - El Maestro Bíblico
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 3MBytes | Idioma: Spanish |Categoría: Preparación Ministerial - Referencia Bíblica
Información
Es innegable la necesidad que existía de un libro como el que presentamos a nuestros lectores, sobre todo en el tiempo presente, cuando la Biblia se halla en manos de todo el pueblo cristiano, así como de los no cristianos, como una obra clásica de cultura, y es sabido universalmente que los cristianos basamos nuestra fe y esperanza en las enseñanzas de la Biblia.

Pero hay muchas cosas en la Sagrada Escritura «difíciles de entender —como dice San Pedro— las cuales los indoctos e ignorantes tuercen para perdición de sí mismos» (2.a Pedro 3:16). ¡Cuánto más hoy que en los días del apóstol! Por tal razón son muchos los miembros de las iglesias cristianas que acuden a sus pastores haciéndoles preguntas sobre textos que les resultan difíciles y vienen a ser un escollo para su fe. Ora porque las hayan encontrado en su lectura personal de la Palabra de Dios, o por haber sido acuciados con preguntas capciosas por personas incrédulas, o pertenecientes a otras religiones, para ponerlos en apuro y burlarse de sus creencias.

Muchos miembros sencillos de nuestras iglesias no saben qué responder en tales casos. No han estudiado la Biblia con profundidad, solamente conocen los textos claros y sencillos que les han sido presentados por sus amigos evangelizantes, o han oído explicar en los cultos públicos cuando creyeron el mensaje de esperanza que dimana de las enseñanzas del Libro santo. Pero nunca han sido confrontados con pasajes difíciles que pertenecen también a dicho Libro, el cual, como ha sido indicado muchas veces, no es un volumen caído del cielo para nosotros solos, sino la historia de un pueblo pequeño de la tierra, el pueblo judío, destinado a ser el vehículo de la revelación de Dios al mundo entero; y en tal historia se encuentran muchos sucesos y aun enseñanzas que eran muy propias para aquel pueblo, en la época en que fueron escritas; pero chocan con la cultura y costumbres del pueblo cristiano en el día de hoy. Tales textos vienen a ser piedras de tropiezo para la fe de estas personas, y es natural que al encontrarlos, o ser confrontados con ellos y verse incapaces de dar una explicación razonable, acudan al pastor en busca de una respuesta.

Si el pastor es un asalariado educado en una escuela modernista, dará una respuesta escurridiza, que no satisfará al solicitante, si no llega a escandalizarle, destruyendo para siempre su fe en la Biblia como Palabra inspirada por Dios, llegando a hacerle dudar de aquellos otros textos claros y básicos, en los cuales había puesto su esperanza para la vida eterna.

Si el pastor es un fiel creyente, pero falto de la necesaria cultura bíblica, es probable que trate de buscar por su cuenta la respuesta en diccionarios bíblicos y en comentarios, y que no lo encuentre en tales libros porque tienen una misión diferente, la de presentar un mensaje de edificación más que de apologética y que no se refieran para nada al problema para el cuál el siervo de Dios busca la respuesta conveniente. Y así, después de haber leído horas y horas tenga que enfrentarse de nuevo con el miembro consultante tan sólo para demostrar su incompetencia para resolver el problema; con el peligro de que disminuya mucho la confianza del miembro, no sólo en la sabiduría que ha venido atribuyendo al pastor al oírle predicar sobre textos fáciles y claros de la Biblia, sino, lo que es mucho
más triste y terrible, su confianza en la veracidad e inspiración divina de la Sagrada Escritura.

Por esto se ha dejado sentir en todos los tiempos la necesidad de libros que atacando de frente tales cuestiones difíciles proporcionen respuestas adecuadas, aclaratorias y convincentes, para resolver y dejar bien patente el verdadero significado del pasaje, que ha llegado a inquietar y turbar la fe del creyente sencillo, a su pastor, o a un hermano de más experiencia en la fe cristiana. 


ÍNDICE
1. Génesis 2:17
2. Génesis 4:16
3. Génesis 4:14
4. Génesis 4:15
5. Génesis 6:6
6. Génesis 6:19
7. Éxodo 5:21
8. Éxodo 20:5
9. Éxodo 21:20
10. Deut. 20:16
11. Deut. 21:10
12. Josué 10:12
La muerte de Adán y la nuestra 15
¿Dónde halló Caín a su esposa? ...... . 1 6
¿De quién tuvo temor Caín? . 17
¿Defendió Dios a Caín? . . 20
¿Dios satisfecho o arrepentido? 21
Capacidad del Arca .. . 2 3
Endurecimiento de Faraón . 25
¿Es justo que Dios castigue a los hijos por el pecado de los padres? 27
Castigo del amo ... . 2 9
Exterminio de los gentiles . 31
¿Son lícitos la esclavitud y el divorcio? 36
Jueces 1:19
Jueces 11:31
Núm. 6:25
 Sam. 12:31
 Sam. 24:1
 Reyes 18:32
 Reyes 22
Salmo 58:6
Eclec. 7:16
Isaías 45:7
Eclec. 9:5
Ezeq. 21:3
Voto imprudente ... .
Rostro, manos y pies .
¿Debajo de sierras? .
¿Quién incitó a David para
¿De dónde sacó Elias el agua
con que inundó el altar? .
¿Emplea Dios espíritus menti-
Suspiros de venganza .
Demasiado justo ... .
¿Creó Dios el mal? .
¿Los muertos nada saben? .
¿Es Dios injusto e indiferente al pecado?  56
25. Zac. 11:12  ¿Fue Zacarías o Jeremías?  59
26. Mateo 1:16
27. Mateo 2:23
28. Mateo 5:23
29. Mateo 5:17
30. Mateo 6:13
31. Mateo 6:34
32. Mateo 6:22
33. Mateo 8:21
34. Mateo 11:15
35. Mateo 11:12
36. Mateo 12:36
Las dos genealogías de Jesús
¿Fue una profecía cumplida el
que Jesús viviera en Nazaret?
¿Cárcel o purgatorio? .
¿Cumplido o por cumplir?
¿Qué quiere decir, no nos metas en tentación? .
¿Predica Jesús la vagancia?
Lámpara del cuerpo .
¿Jesús, o el deber filial? .
Oídos para oír
Valientes lo arrebatan .
Palabra ociosa... .
74 sol detenido ... . 3 8
 Jonás y la ballena
¿Fue crucificado Cristo en
¿Por qué Jesús se llamaba
Hijo del Hombre?
¿Verían los apóstoles la Segunda Venida del Señor? .
Organizada o nacida .
Guarda los mandamientos .
¡Hosanna!
El asesinato de Zacarías .
El secreto de su Venida .
El título sobre la cruz .
¿Contradicciones en el relato de la resurrección de Jesús? .
Endemoniados o enfermos .
Vino nuevo
¿Sanciona Cristo el hurto? .
Fuego del Espíritu o fuego
¿Ocultó Jesús la verdad? .
El ojo maligno ... .
¿En pro o en contra? .
Esta generación ... .
¿A qué hora fue crucificado Cristo?
Mayordomo tramposo
Esto es mi cuerpo
¿Defensa armada?
¿Se puede ver a Dios? .
Nacidos de agua y del Espíritu
¿Testimonio falso?
¿Comer su carne?
¿Juzga, o no juzga Jesús? .
Hombre diablo ... .
¿Cuántos dioses hay?
¿Mayores que éstas? . . .
¿A quién se deben dirigir nuestras oraciones? . . . .
Jesús es santo ¿y se santifica?
¿Quién puede perdonar pecados?
Extraordinaria hipérbole . .
Favor del pueblo ... .
¿Oyeron o no oyeron la voz? .
¿Fue David un hombre según el corazón de Dios? . . .
Habitación de David . . .
La riña de Pablo y Bernabé .
Contencioso; y contender .
¿Por obras o por fe? . . .
¿Qué significa «Abba Padre»?
El cuerpo contado como muerto
¿Con qué razón fue aborrecido Esaú?
¿Qué significa, data de la ley?
La obediencia a las autoridades
¿Ministro de Dios? . . .
Vestirse de Cristo . . .
Sabiduría entre perfectos
Prueba como de fuego
Entregado a Satanás
¿Es dañina la ciencia? .
Reprobado... .
¿Qué es lícito? .
Atavío de las mujeres .
Bautismo por los muertos
Le hizo pecado por nosotros
¿Contradicción?
¿Era Pablo astuto y mentiroso?
¿Por flaqueza?
 Crucificado con Cristo . .
Parentela en los cielos . .
¿A qué bautismo se refiere el apóstol?
Aprender a Cristo . . .
¿Bajo qué circunstancias es lícito airarse?
Bautismo y plenitud del Espíritu Santo
El misterio de la divinidad esencial de Cristo . . . .
¿Salud, salvación o liberación?
Lo que falta de las aflicciones de Cristo
¿Perfecto o no perfecto? .
¿Abroga el apóstol Pablo la
Ley del reposo semanal? . .
Examinadlo todo . . . .
¿En qué consiste la apostasía?
El ser entero
Fin del mandamiento
La prueba de fe de Abraham .
Codicia del Espíritu . . .
¿Condenación o juicio? . .
 ¿Tuvo que ser Jesús perfeccionado?
 Aprender obediencia . . .
¿No pueden arrepentirse y ser salvos los que una vez convertidos apostatan de la fe? .
¿Cómo se salvaron los antiguos creyentes? .. .
¿Es lícito mentir?
Fuera del Real .
Salvación por engendrar hijos
Salvación y salvación . .
Jannes y Jambres ... .
Cosas limpias
¿Falta Dios a sus promesas? .
¿Por cuál fe?
Hijas de Sara
La Iglesia de Babilonia . .
Interpretación particular . .
Haciendo firme la vocación .
Lucero de la mañana . . .
Hechas, no hechos para destrucción
¿Paciencia para salud? . .
¿Puede pecar un hijo de Dios?
¿Debemos negar el saludo? .
La señora elegida ... .
Angeles u hombres . . .
¿Por gracia o por obras? . .

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