lunes, 17 de agosto de 2015

Tú, oh Jehovah, eres escudo alrededor de mí; eres mi gloria y el que levanta mi cabeza.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información 


Meditación y Oración por las Mañanas
SALMO 3
Oración para la hora de levantarse
(Salmo de David compuesto cuando huía de su hijo Absalón ) 
  1  ¡Oh Jehovah, cuánto se han multiplicado mis enemigos! 
      Muchos son los que se levantan 
      contra mí. 
  2 Muchos dicen acerca de mí: 
     "¡Dios no lo librará!"       (Selah ) 
  3 Pero tú, oh Jehovah, 
     eres escudo alrededor de mí; 
     eres mi gloria y el que levanta mi cabeza. 

  4 Con mi voz clamé a Jehovah, 
     y él me respondió desde su santo monte.       (Selah) 
  5 Yo me acosté y dormí. 
     Desperté, porque Jehovah me sostuvo. 
  6 No temeré a las decenas de millares del pueblo que han puesto sitio 
     contra mí. 

  7 ¡Levántate, oh Jehovah! 
     ¡Sálvame, Dios mío! 
     Porque a todos mis enemigos has golpeado en la mejilla, 
     y has quebrantado los dientes de los impíos. 

  8 De Jehovah viene la salvación. 
     ¡Sobre tu pueblo sea tu bendición!       (Selah) 




SALMO 3: 
«ORACIÓN MATUTINA DE CONFIANZA EN DIOS»



  Salmo 3: UNA ORACION MATUTINA DE CONFIANZA, 3:1–8

El Salmo 3 es el primero que lleva el epígrafe “Salmo de David cuando huía de Absalón, su hijo”. El poema debe clasificarse como una lamentación. El término que se traduce “salmo” en este epígrafe es mizmor, una palabra que solamente se encuentra en el título de algunos salmos, apareciendo en total 57 veces. Por lo general está seguida por el nombre de algún autor, que en la mayoría de los casos es David. Significa “canción con acompañamiento instrumental”.

Los Salmos 3 y 4 están íntimamente relacionados, pues el Salmo 3 es una oración matutina y el Salmo 4 una oración vespertina. El Salmo 3 es uno de los muchos que fueron escritos sobre el trasfondo de disensiones religiosas y persecuciones. Frente a la hostilidad de los que lo rodean, el salmista expresa su suprema fe en Dios. Según el comentario de Oesterley, “Este salmo no tiene par en el salterio en lo que hace expresión de una sublime confianza en Dios”.

Este salmo puede dividirse en cuatro estrofas. (Véase la disposición gráfica en la Reina-Valera 1960 y otras versiones que reproducen la forma poética). Con excepción de la tercera, cada una de las estrofas termina con un selah. 

Los dos primeros versículos describen la desgracia del salmista. 
Los versículos 3–4 expresan su deseo de que Jehová intervenga. 
Los versículos 5–6 se refieren a la naturaleza del peligro. 
Los dos últimos versículos se glorían en la liberación que Jehová produce.


El tercer salmo presenta una oración intensa, profunda, sentida. El salmista clama por apoyo y seguridad, en medio de la persecución y delante de la multitud de los adversarios. Su fuente de esperanza está en el Señor, y su salvación proviene del Dios que se «levanta». Para el poeta del salmo, su refugio no es humano sino divino, y su futuro está en las manos de quien tiene el poder y el deseo de redimirlo. Luego de los primeros dos salmos de énfasis didáctico y sapiencial, se presenta esta plegaria individual que reclama ayuda divina en medio de la crisis.

Generalmente este salmo se relaciona con los lamentos individuales del Salterio. En su título hebreo se indica que es un salmo de David, cuando huía de su hijo Absalón (2 S 15–19). Como el resto de estos títulos hebreos, esta referencia es una añadidura posterior que intentaba relacionar los salmos con David, que era reconocido en el pueblo no solo como monarca y militar, sino como poeta, músico y «dulce cantor». En el salmo se alude a los enemigos en forma general, y no se menciona específicamente a Absalón, tercer hijo de David, cuya madre, Talmai, era la hija de Geshur, monarca de Aram (2 S 3:3).

El lenguaje militar que se manifiesta en el salmo puede ser indicativo de que su autor era parte de la corte real—o inclusive ¡un rey de la dinastía de David!—, aunque alguien fuera de esos círculos reales pudo haber escrito un poema de angustia personal, fundamentado en sus experiencias adversas en la vida. Y si quien habla en el salmo es el rey, entonces el contexto litúrgico era algún día de dolor e intercesión nacional; si, por el contrario, su autor es un israelita afligido y necesitado, el contexto del poema era la plegaria personal e individual en algún momento de particular crisis, enfermedad o acusación injusta. Posiblemente el salmo fue escrito en el período preexílico, pues el idioma manifiesta un tipo de ambiente bélico tradicionalmente relacionado con el período de la monarquía israelita.

La poesía del salmo incluye cuatro estrofas y una métrica regular. Comienza con una invocación al Señor, que precede la descripción de la plegaria. El tema del salmo se mueve del clamor en la dificultad a la afirmación de confianza y seguridad en Dios: Desde la expresión de herida profunda y mortal (v. 7), hasta la celebración de la victoria que proviene del Señor (v. 8).

La estructura del salmo es la siguiente:

    A•      La crisis del salmista: vv. 1–2
    B•      El Señor es mi escudo: vv. 3–4
    C•      El Señor es mi victoria: vv. 5–7
    D•      El Señor es mi salvación: v. 8

vv. 1–2: El salmo comienza con preocupación y dolor: ¡Se han multiplicado los adversarios y enemigos del salmista! El poeta se admira de las dinámicas que le rodean, que en vez de propiciar seguridad y esperanza presagian conflicto y lucha. La oración final de la estrofa es reveladora: ¡Los enemigos le indican que Dios no lo puede ni quiere salvar! Se afirma de esta forma lo extremo de la crisis, se pone de relieve la naturaleza del dolor, se revela la desesperanza en grado sumo.

Lo que caracteriza el inicio de la oración es la preocupación, sin embargo, como la plegaria se hace a Dios, manifiesta un sentido implícito y solapado de esperanza. El salmista se allega al Señor en medio de la crisis, pues entiende que su las fuerzas que afectan sus existencia pueden cambiar ante las acciones divinas de liberación. La admiración de la primera estrofa pone en evidencia la seriedad del problema.

En el poema no se identifican con precisión los «adversarios», aunque la referencia puede aludir a los enemigos tradicionales del rey—p.ej., naciones enemigas y monarcas extranjeros, y cuando el salmo se leía posteriormente en la historia, cuando la monarquía había cesado, la expresión podía entenderse en términos de los antagonismos personales e individuales. La multitud que habla en contra del adorador describe apropiadamente tanto a gente rebelde (2 S 18:31, 32) como a los enemigos personales (Jue 20:5) y las naciones extranjeras (Ab 1).

Según los adversarios y las personas que se levantaban en su contra, la condición del salmista no propiciaba ningún tipo de ayuda, ni resistía el apoyo. Para sus enemigos, ¡ni Dios mismo podía intervenir para rescatar y salvar al salmista de su crisis! La gravedad de su condición llegó a tal punto, que no tenía remedio, ni futuro. Posiblemente, de acuerdo a la teología de la época, se pensaba que la persona aludida había pecado de forma extraordinaria (Job 8:6), para estar en esa condición terminal.

La palabra hebrea Selah, que no se traduce en las versiones Reina-Valera de la Biblia, se encuentra en 74 ocasiones en el Antiguo Testamento: 71 en el Salterio, y 3 en Habacuc. Tenía, posiblemente, algún valor musical, invitaba a la congregación a responder de alguna manera, e inspiraba al pueblo a incorporarse en el culto (véase la Introducción).

vv. 3–4: Luego de comprender la gravedad de su condición y situación, el salmista profesa su fe en el Señor, que es «escudo» y «gloria». La imagen del escudo alude a una muy importante armadura de defensa del guerrero. Este equipo de batalla era de forma redonda, y podía ser de metal o más probablemente de madera cubierta de cuero, que previamente había sido preparado con aceites y grasa de animales (Is 21:5).

En el contexto del salmo se compara a Dios con el escudo del guerrero, que revela su utilidad e importancia al fragor de la batalla. Dios protege al salmista de los ataques de sus enemigos y adversarios, y se convierte en la fuente de su seguridad y esperanza. Esa capacidad protectora de Dios le hace merecedor del ser la «gloria» del salmista. Posiblemente la expresión debe entenderse como una referencia a Dios, en «quien me glorío», que transmite la idea de «quien restablece mi honor, afirma mi dignidad y reconoce mi integridad» (Sal 21:5; 62:7).

«Levantar la cabeza» es generalmente una imagen legal y jurídica. Puede aludir al gesto del juez cuando declara la inocencia de algún acusado, y lo demuestra ordenando el gesto de levantar la cabeza. La expresión también puede reflejar los antiguos entornos penales, cuando se liberaba de la prisión a alguna persona (Gen 40:13, 20; 2 R 25:27; Jer 52:31). En el contexto teológico y espiritual del salmo, la expresión revela la actitud divina que es capaz de transformar las realidades adversas de las personas afligidas y necesitadas al «levantarlos» y ponerlos en algún sitial de honor y dignidad. De un lado, el salmista acepta la gravedad de su condición; del otro, reconoce la capacidad de divina de liberación.

Ante el clamor y grito del salmista, el Señor responde desde su monte santo. Dios recibe las plegarias que surgen de la angustia y responde las oraciones que reconocen su necesidad. Su monte santo alude a la morada divina, que en el salmo es una referencia a Sión (Sal 2:6). Y aunque en Israel la santidad divina se manifestaba en la presencia del Arca del pacto o en el Templo, el monte santo era para las culturas del Medio Oriente el particular lugar de morada de la divinidad; y representaba, además, la bóveda celeste y la tierra que le pertenecía al Señor (Sal 14:7; 20:2).

vv. 5–7: Luego de las afirmaciones de dolor y de preocupación, el salmo incluye varios elementos de esperanza. El salmista durmió—¡y tuvo lo que parece ser una pesadilla!—y al despertar se percató que Dios le acompañaba y sustentaba. El apoyo divino el da valentía y fortaleza para enfrentar a los enemigos que le sitiaban. La presencia de Dios le permite despertar con sentido de futuro y seguridad. Y la oración del salmista, al descubrirse protegido y cuidado, es de afirmación y seguridad: ¡El Dios bíblico hiere a los enemigos y quebranta a los perversos!

Las referencias al sueño aluden al proceso de descanso y reposo, no son indicaciones de búsqueda de revelación. Y la invocación «levántate», más que al acto físico de incorporarse, revela el deseo de intervención divina que manifiesta el salmista, revela su apetito por la revelación de Dios, alude a su anhelo de salvación y futuro (Is 60:1). Posiblemente esa expresión «levántate Señor» era un tipo de grito de guerra relacionado con el Arca del pacto (Num 10:35; Sal 68:1), que simbolizaba la presencia divina. ¡El Dios del salmista tiene el poder de salvar y el deseo y de redimir!

«Herir en la mejilla» es una forma de insulto y desprecio (1 R 22:24; Job 16:10; Lam 3:30; Mic 5:1). Y la metáfora de «los dientes de los perversos quebrantados», evoca la imagen de las fieras salvajes que no tienen el poder de hacer daño (Job 29:17; Sal 58:6). Juntos, estos dos artificios literarios ponen de manifiesto el poder divino que le permite al salmista levantarse airoso de la crisis.

v. 8: La afirmación final del salmo es de seguridad y esperanza: La salvación le pertenece a Dios, y la bendición es para el pueblo. Luego del reconocimiento de las complejidades y dificultades de la crisis, el salmista profesa que el dolor no tiene la última palabra contra la gente de bien, ni la angustia es la condición definitiva de las personas con fe. La primera parte del versículo final es una confesión pública de fe; y la segunda, una petición de bendición divina.

La lectura cuidadosa del salmo pone de relieve la realidad de la vida, con sus complejidades, contradicciones y desafíos. El salmista expresa su queja ante sus enemigos, pero también revela su convicción de que Dios responde a sus plegarias e interviene en la vida. Y fundamentado en esas convicciones, declara su fe y esperanza, y afirma con seguridad que la victoria en la vida emana del Señor.

Este salmo comienza una serie importante de oraciones (p.ej., Sal 4–6) que son una especie de respuesta a la teología y los propósitos de los primeros dos poemas del Salterio: ¡La gente bienaventurada, que medita en la Ley y confía en el Señor, reconoce la importancia de la oración!


    1.      Desgracia (3:1–2)
La desgracia del salmista sume una nueva dimensión de dolor a la luz de las circunstancias inmediatas que se indican en el título. David, aparentemente, carecía totalmente de información sobre el plan urdido por Absalón, o sabía muy poco al respecto. La primera noticia que recibe aparece en 2 Samuel 15:12–13, “Y la conspiración se hizo poderosa, y aumentaba el pueblo que seguía a Absalón. Y un mensajero vino a David diciendo: El corazón de todo Israel se va tras Absalón”. En el salmo se usa la misma palabra descriptiva, cuánto se han multiplicado mis adversarios (1). Muchos se levantaban en insurrección contra su Rey.

Que la rebelión tenía connotaciones religiosas parecería indicado en la reacción de los opositores. No hay para él salvación en Dios (2). Ha-Elohim es el término genérico de la divinidad, en lugar de Yahweh (Jehová), el nombre personal del Dios del Pacto de Israel. La madre pagana de Absalón (2 S. 3:3) y el exilio de tres años del joven príncipe con su abuelo en Gesur (2 S. 13:37–38) pueden haberle inspirado el deseo de reemplazar la adoración del verdadero Dios por la de alguno de los dioses cananeos.

Selah es un término cuyo significado es incierto. Se encuentra setenta y una veces en el salterio y tres veces en Habacuc 3. Todos los salmos en los que aparece, con la excepción de dos, se atribuyen, en el epígrafe, a David o a uno de los cantores levíticos, como Asaf, los hijos de Coré, Etán o Hemán. Los otros dos no tienen títulos. 

La mayoría de los salmos en los que aparece Selah llevan la inscripción “Para el músico principal” y frecuentemente contienen notas que indican el tipo de acompañamiento que se ha de usar. A partir de todas estas observaciones, parecería que Selah es un término musical, que quizás indica que debe hacerse una pausa en el canto, mientras siguen tocando los instrumentos. No hay principios que sean evidentes de manera clara que relacionen su uso con las ideas de los salmos en que aparece, pero por lo general está al final de una estrofa o antes que se introduzca algún pensamiento nuevo e importante. Para los lectores contemporáneos la interpretación más adecuada será, probablemente, “Pausa para meditar”.

    2.      Deseo (3:3–4)
Duramente presionado por la oposición y el peligro, David expresa su anhelo de que intervenga Dios, y dice que ha orado pidiendo ayuda. Introduce esta expresión de su deseo con el reconocimiento de lo que el Señor ya ha sido para él y hecho por él. Dios ha sido un escudo (3) a su alrededor, su gloria y el que levanta su cabeza. Un soldado, de manera espontánea, pensará en su escudo en el momento en que necesita protección contra el poder de sus enemigos. El Señor también ha otorgado gloria (u honor) al rey. “Levantar la cabeza” es una expresión que significa “ofrecer la liberación a” (2 R. 25:27).

Las respuestas ya recibidas estimulan la fe en el momento actual. El hebreo que corresponde a clamé (4) está en tiempo imperfecto, que indica una acción repetida o habitual. Podría traducirse, entonces, “Cada vez que clamo, El me responde” o, “Cuando clamo al Señor, El me responde” (Harrison). Es más fácil que Dios responda al que tiene la costumbre de orar que al adorador extemporáneo. Reciben la recompensa los que “esperan a Jehová” (Is. 40:31), mucho más, por lo menos, que quienes se acercan a él siendo habitualmente extraños en su presencia, en la hora de necesidad. Desde su monte santo significa, como en 2:6, “desde el monte de su santidad”. Dios manifiesta su presencia especial y extiende su socorro desde su Templo en el monte Sion. Sobre Selah véase el comentario del versículo 2.

    3.      Peligro (3:5–6)
La tercera estrofa rememora la confianza del salmista frente a grandes peligros. La nota que hace de este salmo una “oración matutina” se encuentra en 5: Yo me acosté y dormí, y desperté … Es extraña la fe del que puede dormir profundamente aun frente a la amenaza de una destrucción inminente (véase Hch. 12:6–7). Me sustentaba está en el original hebreo en un tiempo verbal que sugiere la acción continua. puede traducirse “me sustenta” o “me sustentará”.

La oración y la confianza producen la valentía: No temeré (6). Las masas del pueblo estaban alineadas contra el rey. Diez millares, en hebreo, es “miríadas”. Nunca puede determinarse quién tiene la razón o está en lo justo “contando cabezas”, pero uno más Dios es siempre mayoría. 

La fe del salmista podría expresarse en las palabras que su amigo Jonatán pronunciara mucho tiempo antes: “No es difícil para Jehová salvar con muchos o con pocos” (1 S. 14:6). Pusieren sitio: el peligro en que se ve el rey es tan grande que ya se considera totalmente rodeado por sus enemigos. Esta estrofa no termina con un “selah”, posiblemente porque la situación no se ha resuelto y la nota de confianza resonará, una vez más, a continuación.

    4.      Liberación (3:7–8)
David convoca a Jehová, su Dios, para que lo libre de aquellos que han elegido ser sus enemigos. Levántate (7) se usa a menudo en el Antiguo Testamento como invocación para que Dios manifieste su poder mediante actos de salvación y juicio. En heriste … quebrantaste, el tiempo perfecto hebreo se relaciona tanto con la experiencia del pasado como con la confianza en la salvación que vendrá. Es tan cierta esta esperanza que el autor puede expresarse como si ya hubiera sucedido. En la fe verdadera hay siempre este sentimiento de “la presencia del futuro”: “Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá” (Mr. 11:24). Herir en la mejilla era un gesto de desprecio, y quebrar los dientes —de un león, por ejemplo— significa privar de poder.

Salvación (8; ha-yeshuah) es la gran palabra de liberación en el Antiguo Testamento. Puede utilizarse en un sentido temporal, y así es en un principio aquí, como liberación de un peligro físico, de la amenaza de la muerte o de la derrota en una acción de guerra. Pero en el Antiguo Testamento se hace cada vez más profundo hasta asumir, de manera progresiva, el significado de liberación del hombre de su más amargo enemigo, su pecado y rebelión contra el Señor. Todas estas liberaciones provienen exclusivamente de Dios. Es la principal bendición que recibe el pueblo de Dios.

Es importante señalar que David no solamente ora por los pocos que han permanecido fieles a su causa, sino que invoca la bendición divina sobre la nación entera, que incluye también a los rebeldes. Esto nos recuerda la oración de aquel descendiente de David que pidió por los que lo crucificaban: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lc. 23:34). Sobre Selah véase comentario en torno al versículo 2.


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