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lunes, 13 de mayo de 2013

Los pecados sexuales: Algo que Dios no pasará por alto

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




El Pecado Escarlata: Lo que debemos saber acerca del  adulterio y la fornicación

“Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace”. Proverbios 6:32
“Creo que existen tantos casos de infidelidad en la sociedad como accidentes de tránsito”.
                                                                                           Dr. Frank Pittman, consejero familiar y siquiatra

¿Por qué el adulterio es tan censurado en La Biblia? ¿Por qué Dios lo aborrece tanto? ¿Por qué atrapa a tantos siervos de Dios, los cuales caminan como buey al matadero para recibir el castigo que conlleva? (véase Prov. 7:22). ¿Por qué la  atracción  y  la  seducción  de  la  infidelidad  parecen  ser irresistibles a la persona tentada? ¿Por qué la infidelidad es tan aceptada en las sociedades modernas? Trataremos de contestar estas preguntas valiéndonos de La Biblia y de las experiencias de líderes caídos. 



El adulterio es un acto insensato de graves consecuencias. 


  • “Pero al que comete adulterio le faltan sesos; el que así actúa  se  destruye  a  sí  mismo”  (Prov.  6:32,  NVI).  Es común escuchar de parte de líderes caídos comentarios como: “las cosas tontas e insensatas que hice”, o “no sé por qué hice semejantes tonterías”. Alguien dijo: “Sólo un necio desea lo que no puede tener”. 
  • El  adulterio  y  la  fornicación  no  hacen  acepción  de personas; afectan a todo estrato de la sociedad: ricos y pobres, buenos y malos, cristianos y no cristianos; en fin, afecta a todas las sociedades del mundo. La doctora Helen  Fisher,  una  antropóloga,  hizo  un  estudio  de cuarenta y dos sociedades de toda índole en diferentes partes del mundo. ¿ Su conclusión? El adulterio ocurre en todas y cada una de ellas. En algunas sociedades se practicaba  el  paganismo;  en  otras,  el  cristianismo.  Pero el adulterio estaba presente en todas, aun en las que castigan el adulterio con pena de muerte. 
  • El adulterio es tal vez la causa número uno de divorcios. El  Dr.  Frank  Pittman  declara  que  la  infidelidad marital estropea al matrimonio y a los hijos. Después de 30 años de trabajar con parejas con  problemas  matrimoniales,  él dice  que  sólo  ha  visto  un  puñado de divorcios en matrimonios donde no  había  infidelidad.  Asimismo afirma que la probabilidad de que un primer matrimonio termine en divorcio es mínima, a menos que haya infidelidad.
  • Al principio el pecado sexual es atractivo, como una fruta que en la boca sabe dulce, pero en el estómago se vuelve amarga. El funesto cuadro de Sansón al final de su vida en su ceguera, esclavitud y vergüenza, es muy diferente del que vemos en la euforia de sus “aventuras” y sensualidad con Dalila, antes de su caída. Proverbios  7:4–5  lo  dice  con  elocuencia:  “Di  a  la sabiduría:  ‘Tú  eres  mi  hermana’,  y  a  la  inteligencia:  ‘Eres de  mi  sangre’.    Ellas  te  librarán  de  la  mujer  ajena,  de  la adúltera  y  de  sus  palabras  seductoras”  (NVI).  Proverbios 5:1–3  describe  la  tentación,  “el  manjar”  de  los  placeres prometidos y las palabras seductoras: “Hijo mío, está atento a mi sabiduría, y a mi inteligencia inclina tu oído, para que guardes consejo, y tus labios conserven la ciencia. Porque los labios de la mujer extraña destilan miel, Y su paladar es más blando que el aceite”.   
  • Pero el versículo cuatro advierte contra el tragarse el cebo:  “Mas  su  fin  es  amargo  como  el  ajenjo,  agudo  como espada de dos filos”. La NVI dice, “Pero al fin resulta más amarga  que  la  hiel  y  más  cortante  que  una  espada  de  dos filos”. 
          Las  personas  que  muerden  la  carnada  del  pecado sexual  viven  en  un  mundo  imaginario,  de  fantasías  y mentiras, y en una burbuja de engaño. Cuando la burbuja se  revienta,  ese  mundo  se  les  cae  encima,  los  sueños  se vuelven  pesadillas,  y  el  espejismo  se  convierte  en  un desierto ardiente. 


  • Si un líder que está viviendo en pecado experimenta prosperidad y crecimiento en su ministerio, esto no ha de tomarse como señal de aprobación de Dios de su conducta. Un líder en un país de América Latina, que se encontraba envuelto en una situación de adulterio, expresó:  “la  bendición  de  Dios  es  evidente  en  mi ministerio,  la  gente  recibe  bendición  cuando  la ministro,  y  eso  es  evidencia  de  que  Dios  no  está  en contra de lo que estoy haciendo”.  Pero  es  una  conclusión  errónea. Un  pastor  en  Texas  abundaba  en prosperidad en la iglesia que pastoreaba, incluyendo tanto crecimiento, que tenía tres  grandes  reuniones  los  domingos. Sin  embargo,  su  estilo  de  vida  estaba muy  lejos  de  tener  la  aprobación  de  Dios,  como él aprendió cuando su pecado de homosexualidad se descubrió y fue expulsado de su iglesia y del ministerio pastoral. Si Dios bendice a su pueblo en una situación de este tipo, es por su misericordia y amor por el pueblo, no porque apruebe la conducta del líder. 
  • El pecado sexual engendra otros pecados. La mentira, el engaño, la manipulación, la hipocresía, el autoengaño, la vida doble, y otros males, siempre son compañeros de la inmoralidad. En el caso del rey David, incluyó el asesinato. 
El pecado sexual será juzgado por Dios. Desde luego, este  juicio  no  siempre  se  aplica  inmediatamente.  El famoso predicador inglés, Charles Spurgeon, dijo que la tentación y el pecado atraerían a menos interesados si sus consecuencias fueran inmediatas. Sin embargo, Hebreos 13:4 declara, “Tengan todos en alta estima el matrimonio y la fidelidad conyugal, porque Dios juzgará a los adúlteros y a todos los que cometen inmoralidades sexuales” (NVI).  Primera de Tesalonicenses nos advierte: “y que nadie peque  y  defraude  a  su  hermano  en  este  asunto  (cometer adulterio con la esposa de su hermano), porque el Señor es el  vengador  en  todas  estas  cosas,  como  también  antes  os  lo dijimos y advertimos solemnemente. Porque Dios no nos ha llamado  a  impureza,  sino  a  santificación”  (LBLA).  El profeta  Malaquías  pronunció  el  juicio  de  Dios  sobre quienes practicaban el adulterio, “Y vendré a vosotros para juicio; y seré pronto testigo contra los hechiceros y adúlteros...” (3:5).  Y  Pablo  nos  recuerda,  “...es  necesario  que  todos comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo” (2 Corintios 5:10). Cuando  hay  verdadero arrepentimiento,  Dios  perdona el pecado (1 Juan 1:7, 9). lo ideal—y lo que él espera de nosotros—es que nos juzguemos a nosotros mismos (juzgar  nuestra  conducta  como inaceptable y arrepentirnos), y cortemos todo contacto con personas y situaciones relacionadas con dicho pecado. La mujer a quien Cristo llamó “Jezabel”, y que se encontraba en  la  iglesia  de  Tiatira,  era  culpable  de  fornicación  y adulterio  y  de  seducir  a  los  siervos  de  Dios  a  hacer  lo mismo.  En  Apocalipsis  2:21  Jesús  dice,  “Y  le  he  dado tiempo  para  que  se  arrepienta,  pero  no  quiere  arrepentirse de su fornicación”.  
Cuando una persona se encuentra envuelta en el pecado sexual, Dios, en su misericordia, le da tiempo para que se arrepienta.  Coloca  señales  en  el  camino  para  advertirle del peligro que corre. Él llama y espera, así como le dio tiempo aun a la mujer inicua, “Jezabel”, para cambiar. Pero cuando la persona no hace caso de las señales y persiste en su pecado, Dios interviene. En 1 Corintios capítulo cinco leemos de un hombre culpable de incesto, un pecado tan escandaloso, dice Pablo, que ni los gentiles lo practicaban: que él “tiene a la mujer de su padre” (ver. 1). Pablo declaró que,  aunque  él  no  pudo  estar  presente  físicamente,  sin embargo, ”presente en espíritu... he juzgado al que tal cosa ha hecho” (ver. 3). Pablo, actuando en su autoridad apostólica, juzgó la conducta del hombre como reprensible, insistió que la iglesia lo juzgara igual, y luego ordenó,  “Q uitad, pues, a ese perverso de entre vosotros” (ver. 13).
Tres opciones
Primera  de  Corintios  11:31–32  nos  da  un  principio importante  y  digno  de  atenderse  con  toda  diligencia: “Si,  pues,  nos  examinásemos  a  nosotros  mismos,  no seríamos  juzgados;  mas  siendo  juzgados,  somos  castigados (disciplinados) por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo”.  

  • Dios nos presenta tres opciones:Juzgarnos  a  nosotros  mismos. Si  nos  juzgamos  y  nos arrepentimos verdaderamente, Dios no tendría que juzgarnos  y  disciplinarnos.  “Si  nos  examinásemos  a nosotros mismos, no seríamos juzgados” (v. 31). Es decir, no habría necesidad de ser juzgados y disciplinados por  el  Señor  porque  voluntariamente  habríamos reconocido  nuestro  mal  camino  y  determinado corregirlo. 
  • Ser  juzgados  y  disciplinados  por  Dios. Si  persistimos en  el  pecado,  sin  juzgarnos  a  nosotros  mismos, entonces Dios interviene, juzga nuestra conducta y nos disciplina. Esto normalmente ocurre cuando nuestra conducta sexual es descubierta por otros en contra de nuestra voluntad. Encontramos este principio bíblico en  Primera  de  Timoteo  5:20:  “A  los  que  continúan en  pecado,  (“persisten  en  pecar”,  RV)  repréndelos  en presencia de todos para que los demás tengan temor de pecar” (LBLA). La persona que se niega a arrepentirse de  su  pecado  voluntariamente  tendrá  que  sentir  la mano de Dios sobre él en disciplina y juicio.  
  • Ser  condenados  con  el  mundo.  Esto  se  refiere  a  la persona que endurece su corazón y se niega a cambiar y corregir su mal camino. El motivo de la intervención y disciplina del Señor es “para que no seamos condenados con el mundo” (v.32). Si practicamos el paso número uno, los otros dos pasos no son necesarios. Pero si no lo hacemos, en los pasos dos y tres el trato de Dios llega a ser cada vez más directo y severo. (Véanse Jer. 8 :4– 6 ;  Rom. 2:4–5;  9:22; 1 Ped. 3:20 ; 2 Ped. 3:9, como ejemplos de la paciencia de Dios al esperar el regreso del pecador de su mal camino). Pero  la  paciencia  de  Dios  tiene sus  límites.  Un  ministro,  hundido en  el  pecado  de  la  inmoralidad, visitó  una  reunión  cristiana.  Allí, una  persona  presente,  sin  conocer al ministro ni su condición, expresó una palabra profética, que decía en esencia:  “Te he llamado y esperado. Esta  es  la  última  oportunidad  que  te  doy  para  que  te arrepientas”.  El  varón  hizo  oído  sordo  a  la  advertencia de  Dios,  y  salió  de  la  reunión  sin  acercarse  a  Dios  en arrepentimiento.  Después,  en  un  tiempo  corto,  tuvo  un accidente  de  tránsito  en  el  cual  murió.  ¡No  debemos confundir el tiempo que Dios da para arrepentirnos con permiso para continuar! La palabra “arrepentimiento” viene del vocablo griego metanoia, que quiere decir “cambiar de mente”, “cambiar de  m a nera  de  p en s a r”.  Ta mbién  sig n i fic a  “ d a r  me d i a  v uelt a  y caminar en dirección opuesta”. Esto implica transformar nuestros pensamientos acerca del propósito del sexo, acerca de personas del sexo opuesto, y acerca del peligro que uno corre cuando juega con la inmoralidad. Si nos juzgamos y arrepentimos a tiempo, podremos evitarnos el dolor y la desgracia de una caída moral, incluyendo la vergüenza de tener que ser juzgados y disciplinados por Dios. La  promesa  de  Dios  para  los  que  se  arrepienten  es: “Vengan,  pongamos  las  cosas  en  claro  –dice  el  SEÑOR–.
  • ¿Son  sus  pecados  como  escarlata? ¡Q uedarán blancos como la  nieve!  (Isaías  1:18  NVI).  Esta  promesa  y  el  amor inagotable de Dios esperan al hombre extraviado cuando le da la espalda al “pecado escarlata” y permite que Dios lo  lave  y  lo  haga  blanco  como  la  nieve.  Cuando  no  hay arrepentimiento, el hombre extraviado tendrá que pagar el  precio  de  su  pecado,  el  cual  permanece  escarlata,  sin ser blanqueado.   ¿Qué precio se cobra por una caída moral? ¿Por qué un  siervo  de  Dios  está  dispuesto  a  arriesgar  tanto—su reputación, matrimonio, ministerio y familia—por algo que ofrece tan poco y es tan transitorio y superficial? 
Para reflexionar...
  • ¿Cree usted que Sansón consideró el costo de su falta moral?  
  • En  su  opinión,  ¿cómo  debió  haber  actuado Sansón frente a las tentaciones sexuales?
  • ¿Puede un líder cristiano tomar la prosperidad y “la aparente  bendición  de  Dios”  como  la  aprobación  de Dios para su mala conducta?  ¿Por qué?   
  • ¿Cuál de las tres opciones de 1 Corintios 11:31–32  cree que sea la mejor? ¿Por qué?
  • ¿Qué sucederá a la persona que se niegue a juzgarse a  sí  misma  (cuando  está  en  pecado),  y  rechaza  la disciplina de Dios?



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