EL MOMENTO CRUCIAL
ELEMENTOS COMUNES EN UNA CRISIS
CRISIS
El diccionario de Webster define crisis como un «momento crucial» y «un punto de cambio en el curso de algo».
Este término es usado con frecuencia para indicar la reacción interna de una persona ante una amenaza o riesgo externo.
Una crisis generalmente implica la pérdida temporal de la facultad de reaccionar o hacer frente a las cosas, con la suposición de que esta alteración de la función emocional es reversible.
Si una persona hace frente de modo efectivo a la amenaza, supera la crisis y vuelve al nivel previo en que funcionaba.
ELEMENTOS COMUNES EN UNA CRISIS
1. El suceso o hecho que genera el problema .
Es la razón que desencadena una reacción de sucesos que culminan en crisis.
Una esposa joven que se preparó para una carrera durante siete años, descubre de pronto que está embarazada.
Un joven atleta que ha estado entrenando durante sus años de estudio a fin de ser seleccionado por los profesionales, se fractura un tobillo durante una excursión a una montaña.
Un viudo que tiene cinco hijos pequeños pierde el empleo en una profesión muy especializada.
Todas estas personas comparten algo en común: El motivo causante de la crisis. Algo que es importante que los que les ayudan sean capaces de identificar desde el primer momento.
2. El estado vulnerable.
Ninguno de estos sucesos conduce por sí mismo a la crisis.
Para que esto suceda, la persona ha de ser vulnerable.
El simple hecho de pasarse dos noches sin dormir puede hacer a una persona vulnerable a una situación que de otro modo habría resuelto sin dificultad.
El estar enfermo o deprimido rebaja los mecanismos de defensa. Recientemente hablé con una mujer que quería ceder a su hijo adoptado, cerrar su negocio y dejarlo todo. Había perdido al marido y estaba deprimida por la amenaza de otra pérdida en su vida. Le pedí que no tomara ninguna decisión durante el período de depresión, puesto que estas decisiones suelen ser lamentadas más tarde.
3. El factor precipitante .
Dicho de otra forma: «la gota que hace rebosar la copa».
Algunas personas se defienden bien durante un período de pérdida o de sufrimiento extremo, pero se desmoronan por haber roto un plato o dejar caer un vaso. Ésta es la gota final, pero en realidad la reacción y las lágrimas son respuesta a otra razón o pérdida más seria.
4. El estado de crisis activa.
Cuando la persona no puede sostener más la situación, estalla la crisis.
Hay varias indicaciones de este estado:
Síntomas de tensión o «stress» psicológicos, físicos —o los dos— . Éstos pueden incluir depresión, dolores de cabeza, ansiedad, úlceras. Siempre hay algún tipo de malestar extremo.
Una actitud de pánico o de derrota . La persona puede considerar que ya ha intentado todo lo que se puede hacer y que no hay nada que dé resultado. Por tanto, se considera un fracasado: está derrotado, abrumado, impotente. A esto tiene dos formas de responder: una es el nerviosismo y agitación extrema que le llevan a actuar en formas que no producen ningún resultado positivo. Éstas incluyen el andar desasosegado de acá para allá, beber, tomar drogas, conducir a velocidades excesivas o entrar en reyertas y peleas. La otra forma de responder es volverse apático. Un ejemplo es dormir en exceso.
Una necesidad extrema de ayuda. «¡SÁQUENME de esta situación!», es lo que pide y suplica. Quiere alivio al dolor de la tensión. No está en condiciones de resolver el problema de forma racional. Algunas personas en crisis puede parecer que se hallan en estado de estupor o responden de forma estrafalaria. Otras se muestran frenéticas en sus esfuerzos y van a otros en busca de ayuda, hasta el punto de hacerse dependientes de otros en exceso, tratando que les ayuden a resolver su dilema.
Una disminución en la eficiencia . La persona en una crisis activa puede seguir funcionando con aparente normalidad, pero en vez de responder con un 100 % de eficiencia responde sólo con un 60 %. Cuanto mayor es la amenaza según la evaluación de la situación por parte del individuo, menos efectivas serán sus respuestas y recursos. Pueden darse cuenta de esto, lo cual contribuye a desanimarles más aún.
EVALUACIÓN DE LA CRISIS
La forma en que se evalúa la situación es una parte importante del curso de la crisis. La evaluación es lo que la gente «hace» del suceso.
Toda persona tiene su forma propia de percibir o reaccionar ante un suceso. Las creencias, ideas, expectativas y percepciones de una persona contribuyen todas ellas a evaluar una situación como de crisis o no de crisis.
Es importante que al ayudar a las personas procuremos que vean y juzguen el suceso con sus propios ojos y no con los nuestros.
La muerte de un amigo íntimo, por ejemplo, es evaluada desde varios puntos de vista:
lo íntima que era la relación,
con qué frecuencia se hallaban en contacto,
cómo ha respondido la persona a otras pérdidas, y
cuántas pérdidas ha sufrido recientemente.
Una viuda cuya vida era dependiente y estaba envuelta íntimamente en la de su marido, considera su pérdida de modo muy diferente que un amigo íntimo, un socio en los negocios o uno de los tíos a quien el marido había visto sólo una vez en los últimos cinco años.
El sentimiento de pérdida es una de las causas más frecuentes generadoras de crisis .
Incluso un ascenso en el empleo puede causar una sensación de pérdida que precipita una crisis.
Juan se llevaba bien y disfrutaba con la camaradería de los otros vendedores en su agencia de venta de coches. Fue ascendido a gerente de ventas. Esto le dio más categoría, más dinero, pero cambió sus relaciones. Ya no se encontraba en el mismo nivel que los vendedores. En realidad ahora tenía que presionarles para que aumentara su cuota de ventas. A Juan esto no le gustaba y acabó tan insatisfecho que entró en crisis, dejando de ir al trabajo por hallarse enfermo y, de este modo, evitar conflictos.