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biblias y miles de comentarios
CONTENIDO 1. IMPORTANCIA DE LA OBRA Oportunidad y necesidad Jesucristo y los niños 2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR Conversión a Dios Dedicación a la oración Buen testimonio Diligencia Sinceridad Responsabilidad Aptitud para comunicar Sacrificio Experiencia 3. EL ALUMNO El primer período de la niñez El período El período final de la niñez de la adolescencia 4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA El propósito de la enseñanza ¿Qué podemos enseñar ... a los niños pequeños? ... a los niños más grandes?
... a los adolescentes? 5. JESUCRISTO EL GRAN MAESTRO Su ejemplo Sus preguntas Sus milagros Sus parábolas Sus lecciones objetivas Sus palabras y comparaciones 6. PREPARACIÓN DEL MAESTRO Su estudio en privado Libros de referencia Los archivos del maestro
7. PLANIFICACIÓN DE LA ENSEÑANZA Planificación a largo plazo Orden de enseñanza Planificación por lección Organización de la lección 8. DIVERSOS ENFOQUES El maná en el desierto como figura de Cristo ... para principiantes pequeños ... para alumnos inconversos ... para niños mayores ... para alumnos creyentes ... para adolescentes 9. PRESENTANDO LA CLASE Apertura Preguntas del maestro Recitación Preguntas del alumno Repaso Lenguaje del maestro Lectura de la Biblia Ilustraciones Introducción Himnos y coros Enseñanza de la lección 10. DISCIPLINA EN LA CLASE Causas del desorden Lo que espera Sugerencias el discípulo de su maestro 11. OTRAS ACTIVIDADES DEL MAESTRO Conducir a los alumnos a cultos de predicación
Repartir literatura evangélica Llevar la clase a excursiones Visitar los hogares Mantener contacto con alumnos de años anteriores Preparar y presentar programas Orar con inteligencia por cada miembro de la clase Examinarse a sí mismo 12. LOS RESULTADOS Queremos evitar profesiones falsas En Jehová está la fortaleza Anhelamos resultados genuinos La salvación es de Jehová ¿Cómo podemos obtener resultados genuinos?
1. IMPORTANCIA DE LA OBRA Oportunidad y necesidad Los censos y las estadísticas nos dicen que en Latino América más de la mitad de la población es menor de los dieciséis años. Este hecho representa una gran oportunidad y a la vez una gran responsabilidad para el creyente cuyo deber y privilegio es enseñar la Palabra de Dios a nuevas generaciones. El niño aprende con mayor facilidad y rapidez que el adulto. La iglesia católico-romana por siglos ha declarado: Dennos un niño hasta que cumpla los siete años y lo tendremos para toda la vida. Los comunistas y fascistas hacen grandes esfuerzos para adoctrinar a los pequeños porque saben que los niños de hoy son los hombres del mañana. El corazón tierno de un niño es terreno fértil para sembrar cualquier enseñanza, sea ésta verdadera o falsa. Gran parte de la niñez de hoy no está recibiendo la sana instrucción que le es ual para la vida que tiene por delante y para su eterno bien. Por el contrario, reciben del cine, la televisión, y de multitud de libritos con historietas intranscendentes, violentas e inmorales una influencia perniciosa que los conduce al desastre. Referimos un caso de un niño que conocíamos para ilustrar lo antedicho. Un niño venezolano llamado Luís no tenía padre y la mamá se veía obligada a trabajar en casa ajena. Luís pasaba el tiempo viendo televisión en casa de su abuela. Un domingo por la tarde el muchacho se lanzó del segundo piso de un edificio y se dio un duro golpe en la cabeza. En el trayecto al puesto de socorro Luís contó a su abuela como él había visto volar a Batman en el programa de televisión y que estaba probando para ver si podía hacer lo mismo. Su caída provocó una hemorragia cerebral y poco después de llegar a la sala de emergencia del hospital falleció. ¡Qué lástima que este niño no haya tenido oportunidad de asistir a una Escuela Dominical para oir del amor de Dios y de la obra de Jesucristo! Si instruimos a la niñez que nos rodea con las Sagradas Escrituras los resultados podrían ser otros. Jesucristo y los niños El Señor Jesucristo dio gran importancia a los pequeños. Cuando anduvo entre los hombres dejó preceptos y su ejemplo respecto a la obra de enseñarles la Palabra de Dios: Dio gracias a Dios por lo que El había revelado a los niños. 1 Puso a un niño en medio de los discípulos como ejemplo de humildad. 2 Mandó a sus discípulos que dejasen a los niños llegar a él. 3 Mandó a Pedro que apacentase a sus corderos. 4
Dijo que los niños alaban al Señor. 5 Tuvo compasión de las multitudes y empezó a enseñarles. 6 Si no logras que sus culpas reconozca el pecador, Conducir los niños puedes al benigno Salvador. 2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR Para tal ministerio es necesario llenar los siguientes requisitos: A. Conversión a Dios Enseñar las cosas de Dios es privilegio exclusivo de los que han nacido de nuevo. Nacer de nuevo quiere decir arrepentirse y confiar en el Señor Jesucristo quien murió por nuestros pecados en la cruz. El que no es salvo está cegado espiritualmente y por lo tanto no puede conducir a otros al Señor ni entender las cosas de Dios. Jesucristo dijo: Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. 1 San Pablo escribió a los corintios: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no las puede entender. 2 B. Buen testimonio Notemos el consejo de Pablo a Timoteo: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse. 3 El apóstol también pudo escribir sobre cuán santa, justa e irreprensiblemente él se había portado entre los creyentes. 4 Si nuestra vida no respalda lo que enseñamos nuestro trabajo será en vano. C. Sinceridad Es indispensable que seamos sinceros y sin motivación indigna. Por ejemplo, uno no debe buscar ser maestro para lucirse o para dejar una buena impresión ante sus compañeros. Despojémonos de todo egoísmo. Trabajemos porque el amor de Cristo nos constriñe. 5 Todo lo que hacemos debe ser hecho de corazón, como para el Señor y no para los hombres. 6 La sinceridad del maestro será reconocida por los alumnos. Da lo mejor al Maestro, ríndele fiel devoción; Sea su amor tan sublime el móvil de cada acción. D. Aptitud para comunicar Capacidad para enseñar y estimular el aprendizaje son cualidades necesarias. Cuando uno habla sin inspirar o motivar a sus alumnos, está hablando en vano. Es difícil comunicar lo que no creemos de todo corazón y lo que no nos llena de entusiasmo. Pablo aconsejó a Timoteo a avivar el fuego del don de Dios que había en él. 7 Nos conviene a nosotros recibir este consejo. E. Experiencia Es costumbre en algunas congregaciones responsabilizar de una clase a creyentes nuevos cuando los tales deben estar aprendiendo en una clase que corresponda a su edad. En esas mismas iglesias puede haber hermanos de experiencia y conocimiento que no tienen la responsabilidad de una clase cuando bien podrían tenerla. En algunas Escuelas Dominicales los maestros nuevos sirven primero como asistentes a los de mayor experiencia. Ellos ayudan oyendo a los niños decir las porciones que aprenden de memoria, designando nuevos textos, manteniendo el orden y dando la clase de vez en cuando. Este es un proceso recomendable con tal que el maestro esté dispuesto a adiestrar a su ayudante y que éste esté dispuesto a aprender. Así el ayudante podrá dar la clase solo cuando el maestro tenga que estar ausente. F. Dedicación a la oración El maestro sincero siente la necesidad de orar pidiendo al Señor: —Por sí mismo, para que sea un obrero humilde, comprensivo, paciente y persistente con su clase. —Por su mensaje, para que el Señor le dé luz espiritual. Si no contrista al Espíritu, El puede guiarle a toda verdad. 8 —Por sus discípulos, pidiendo la ayuda de Dios para llevar a cabo sus propósitos de conversión, crecimiento en la gracia, consagración al Señor y a su servicio, etc. Hay que orar por cada uno en particular porque la oración eficaz del justo puede mucho.9 G. Diligencia Como maestros tenemos que estudiar cuidadosamente: 1. Nuestro mensaje. Es preciso escudriñar las Escrituras y preparar la lección hasta que nuestra propia alma esté conmovida. El apóstol aconsejó a Timoteo: Ocúpate en la lectura. 10 2. Nuestros alumnos. Hay que observar las costumbres, los anhelos, las capacidades y los hogares de cada uno de ellos. 3. Nuestros métodos de enseñanza. Estos deben ser interesantes y efectivos. Aun el método que tiene mayor éxito se gasta con el tiempo. El maestro diligente nunca deja de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor beneficio para sus alumnos. H. Responsabilidad Puntualidad: Sugerimos que el maestro llegue a la clase por lo menos diez minutos antes de la hora, si no está ocupado en el transporte de alumnos. Así podrá tener en orden el salón y su material didáctico y podrá saludar a sus alumnos según van llegando. Cumplimiento: En ocasiones cuando tenga que ausentarse, el maestro responsable busca un suplente y avisa con anticipación al superintendente. I. Sacrificio
Un espíritu de sacrificio nos conviene. Nuestro servicio requiere dedicación de tiempo, esfuerzo en oración y estudio, y el estar dispuestos a sacrificar nuestros ahorros en bien de los muchachos. El amor se mide por el sacrificio. Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. 11 El maestro que ama a su clase la llevará en el corazón y estará dispuesto a sacrificarse para ganarla para Cristo y guiarla en los caminos del Señor. Veamos la necesidad de dedicar nuestra mente entera a la preparación; dedicar el alma entera en la presentación; y dedicar la vida entera a la ilustración de la lección. Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor, Que mis labios al hablar hablen sólo de tu amor. 3. EL ALUMNO Nosotros los maestros no debemos perder de vista que el niño, en el proceso de desarrollo, atraviesa períodos de transición que afectan profundamente su comportamiento. Si deseamos que nuestra enseñanza sea efectiva consideremos la edad de nuestros alumnos y conozcamos las inclinaciones propias del período que atraviesan. A. El primer período de la niñez (entre los 3-8 años) Lo que sigue es característico del comportamiento del niño pequeño: 1. Curiosidad. El niño posee una curiosidad natural y una imaginación activa. Podremos captar su atención despertando su curiosidad y luego mantenerla apelando a su imaginación. 2. Inquietud. Los niños pequeños están acostumbrados a la actividad y para ellos es difícil sentarse quietos durante una hora. Es aconsejable variar las actividades de la clase con el fin de evitar monotonía y permitirles movimiento. 3. Credulidad. En vista de que los niños están dispuestos a creer todo lo que se les dice, tengamos cuidado de presentarles lo puedan retenerla. 4. Sensibilidad y sentido de culpa. Debemos recordar que cada niño tiene una conciencia, que todavía tiene el corazón tierno y que después hacer lo malo siente profundamente su culpabi-lidad. El temor puede provocar en el niño el deseo de ser perdonado. 5. Anhelo de ser amado y aceptado. La parte espiritual que Dios ha puesto en el niño le hace sentir temor y culpabilidad y es capaz de conocer el perdón de Dios. Hay en cada niño, aun en el malcriado, el anhelo de ser amado y apreciado.
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