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EVANGELIO
SEGÚN TOMÁS
(texto
copto de Nag Hammadi)
Estas son las palabras secretas que pronunció Jesús el
Viviente y que Dídimo Judas Tomás consignó por escrito.
1. Y dijo: «Quien encuentre
el sentido de estas palabras no gustará la muerte».
2. Dijo Jesús: «El
que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre
se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración
y reinará sobre el universo».
3. Dijo Jesús: «Si
aquellos que os guían os dijeren:
Ved, el Reino está en
el cielo, entonces las aves del cielo os tomarán la delantera.
Y si os dicen:
Está en la mar, entonces los peces os tomarán
la delantera. Mas el Reino está dentro de vosotros y fuera de vosotros.
Cuando lleguéis a conoceros a vosotros mismos, entonces seréis
conocidos y caeréis en la cuenta de que sois hijos del Padre Viviente.
Pero si no os conocéis a vosotros mismos, estáis sumidos
en la pobreza y sois la pobreza misma».
4. Dijo Jesús: «No
vacilará un anciano a su edad en preguntar a un niño de siete
días por el lugar de la vida, y vivirá; pues muchos primeros
vendrán a ser últimos y terminarán siendo uno solo».
5. Dijo Jesús: «Reconoce
lo que tienes ante tu vista y se te manifestará lo que te está
oculto, pues nada hay escondido que no llegue a ser manifiesto».
6. Le preguntaron sus discípulos
diciéndole: «¿Quieres que ayunemos? ¿Y de qué
forma hemos de orar y dar limosna, y qué hemos de observar
respecto a la comida?» Jesús dijo: «No mintáis
ni hagáis lo que aborrecéis, pues ante el cielo todo está
patente, ya que nada hay oculto que no termine por quedar manifiesto y
nada escondido que pueda mantenerse sin ser revelado».
7. Jesús dijo: «Dichoso
el león que al ser ingerido por un hombre se hace hombre; abominable
el hombre que se deja devorar por un león y éste se hace
hombre».
8. Y dijo: «El hombre se parece
a un pescador inteligente que echó su red al mar y la sacó
de él llena de peces pequeños. Al encontrar entre ellos un
pez grande y bueno, aquel pescador inteligente arrojó todos los
peces pequeños al mar y escogió sin vacilar el pez grande».
9. Dijo Jesús: «He
aquí que el sembrador salió, llenó su mano y desparramó.
Algunos (granos de simiente) cayeron en el camino y vinieron los pájaros
y se los llevaron. Otros cayeron sobre piedra y no arraigaron en la tierra
ni hicieron germinar espigas hacia el cielo. Otros cayeron entre espinas
—éstas ahogaron la simiente— y el gusano se los comió. Otros
cayeron en tierra buena y (ésta) dio una buena cosecha, produciendo
60 y 120 veces por medida».
10. Dijo Jesús: «He
arrojado fuego sobre el mundo y ved que lo mantengo hasta que arda».
11. Dijo Jesús: «Pasará
este cielo y pasará asimismo el que está encima de él.
Y los muertos no viven ya, y los que están vivos no morirán.
Cuando comíais lo que estaba muerto, lo hacíais revivir;
¿qué vais a hacer cuando estéis en la luz? El día
en que erais una misma cosa, os hicisteis dos; después de haberos
hecho dos, ¿qué vais a hacer?».
12. Los discípulos dijeron
a Jesús: «Sabemos que tú te irás de nuestro
lado; ¿quién va a ser el mayor entre nosotros?» Díjoles
Jesús: «Dondequiera que os hayáis reunido, dirigíos
a Santiago el Justo, por quien el cielo y la tierra fueron creados».
13. Dijo Jesús a sus discípulos:
«Haced una comparación y decidme a quién me parezco».
Dijóle Simón Pedro: «Te pareces a un ángel justo».
Díjole Mateo: «Te pareces a un filósofo, a un hombre
sabio». Díjole Tomás: «Maestro, mi boca es absolutamente
incapaz de decir a quién te pareces». Respondió Jesús:
«Yo ya no soy tu maestro, puesto que has bebido y te has emborrachado
del manantial que yo mismo he medido». Luego le tomó consigo,
se retiró y le dijo tres palabras. Cuando Tomás se volvió
al lado de sus compañeros, le preguntaron éstos: «¿Qué
es lo que te ha dicho Jesús?» Tomás respondió:
«Si yo os revelara una sola palabra de las que me ha dicho, cogeríais
piedras y las arrojaríais sobre mí: entonces saldría
fuego de ellas y os abrasaría».
14. Díjoles Jesús:
«Si ayunáis, os engendraréis pecados; y si hacéis
oración, se os condenará ; y si dais limosnas, haréis
mal a vuestros espíritus. Cuando vayáis a un país
cualquiera y caminéis por las regiones, si se os recibe, comed lo
que os presenten (y) curad a los enfermos entre ellos. Pues lo que
entra en vuestra boca no os manchará, mas lo que sale de vuestra
boca, eso sí que os manchará».
15. Dijo Jesús: «Cuando
veáis al que no nació de mujer, postraos sobre vuestro rostro
y adoradle: Él es vuestro padre».
16. Dijo Jesús: «Quizá
piensan los hombres que he venido a traer paz al mundo, y no saben que
he venido a traer disensiones sobre la tierra: fuego, espada, guerra .
Pues cinco habrá en casa: tres estarán contra dos y dos contra
tres, el padre contra el hijo y el hijo contra el padre. Y todos ellos
se encontrarán en soledad».
17. Dijo Jesús: «Yo
os daré lo que ningún ojo ha visto y ningún oído
ha escuchado y ninguna mano ha tocado y en ningún corazón
humano ha penetrado».
18. Dijeron los discípulos
a Jesús: «Dinos cómo va a ser nuestro fin». Respondió
Jesús: «¿Es que habéis descubierto ya el principio
para que preguntéis por el fin? Sabed que donde está el principio,
allí estará también el fin. Dichoso aquel que se encuentra
en el principio: él conocerá el fin y no gustará la
muerte».
19. Dijo Jesús: «Dichoso
aquel que ya existía antes de llegar a ser. Si os hacéis
mis discípulos (y) escucháis mis palabras, estas piedras
se pondrán a vuestro servicio. Cinco árboles tenéis
en el paraíso que ni en verano ni en invierno se mueven y cuyo follaje
no cae: quien los conoce no gustará la muerte».
20. Dijeron los discípulos
a Jesús: «Dinos a qué se parece el reino de los cielos».
Díjoles: «Se parece a un grano de mostaza, que es (ciertamente)
la más exigua de todas las semillas, pero cuando cae en tierra de
labor hace brotar un tallo (y) se convierte en cobijo para los pájaros
del cielo».
21. Dijo Mariham a Jesús:
«¿A qué se parecen tus discípulos ?» Él
respondió: «Se parecen a unos muchachos que se han acomodado
en una parcela ajena. Cuando se presenten los dueños del terreno
les dirán:
Devolvednos nuestra finca. Ellos se sienten desnudos
en su presencia al tener que dejarla y devolvérsela». Por
eso os digo: «Si el dueño de la casa se entera de que va a
venir el ladrón, se pondrá a vigilar antes de que llegue
y no permitirá que éste penetre en la casa de su propiedad
y se lleve su ajuar. Así, pues, vosotros estad también alerta
ante el mundo, ceñid vuestros lomos con fortaleza para que los ladrones
encuentren cerrado el paso hasta vosotros; pues (si no) darán con
la recompensa que vosotros esperáis. ¡Ojalá surja
de entre vosotros un hombre sabio que —cuando la cosecha hubiere madurado—
venga rápidamente con la hoz en la mano y la siegue! El que tenga
oídos para oír, que oiga».
22. Jesús vio unas criaturas
que estaban siendo amamantadas y dijo a sus discípulos: «Estas
criaturas a las que están dando el pecho se parecen a quienes entran
en el Reino». Ellos le dijeron: «¿Podremos nosotros
—haciéndonos pequeños— entrar en el Reino?» Jesús
les dijo: «Cuando seáis capaces de hacer de dos cosas una,
y de configurar lo interior con lo exterior, y lo exterior con lo interior,
y lo de arriba con lo de abajo, y de reducir a la unidad lo masculino y
lo femenino, de manera que el macho deje de ser macho y la hembra hembra;
cuando hagáis ojos de un solo ojo y una mano en lugar de una mano
y un pie en lugar de un pie y una imagen en lugar de una imagen,
entonces podréis entrar [en el Reino]».
23. Dijo Jesús: «Yo
os escogeré uno entre mil y dos entre diez mil; y resultará
que ellos quedarán como uno solo».
24. Dijeron sus discípulos:
«Instruyenos acerca del lugar donde moras, pues sentimos la necesidad
de indagarlo». Díjoles: «El que tenga oídos,
que escuche: en el interior de un hombre de luz hay siempre luz y él
ilumina todo el universo; sin su luz reinan las tinieblas».
25. Dijo Jesús: «Ama
a tu hermano como a tu alma; cuídalo como la pupila de tu ojo».
26. Dijo Jesús: «La
paja en el ojo de tu hermano, sí que la ves; pero la viga en el
tuyo propio, no la ves. Cuando hayas sacado la viga de tu ojo, entonces
verás de quitar la paja del ojo de tu hermano».
27. (Dijo Jesús): «Si
no os abstenéis del mundo, no encontraréis el Reino; si no
hacéis del sábado sábado, no veréis al Padre».
28. Dijo Jesús: «Yo
estuve en medio del mundo y me manifesté a ellos en carne. Los hallé
a todos ebrios (y) no encontré entre ellos uno siquiera con sed.
Y mi alma sintió dolor por los hijos de los hombres, porque son
ciegos en su corazón y no se percatan de que han venido vacíos
al mundo y vacíos intentan otra vez salir de él. Ahora bien:
por el momento están ebrios, pero cuando hayan expulsado su vino,
entonces se arrepentirán».
29. Dijo Jesús: «El
que la carne haya llegado a ser gracias al espíritu es un prodigio;
pero el que el espíritu (haya llegado a ser) gracias al cuerpo,
es prodigio [de prodigios]. Y yo me maravillo cómo esta gran riqueza
ha venido a alojarse en esta pobreza».
30. Dijo Jesús: «Dondequiera
que hubiese tres dioses, dioses son; dondequiera que haya dos o uno, con
él estoy yo».
31. Dijo Jesús: «Ningún
profeta es aceptado en su aldea; ningún médico cura a aquellos
que le conocen».
32. Dijo Jesús: «Una
ciudad que está construida (y) fortificada sobre una alta montaña
no puede caer ni pasar inadvertida».
33. Dijo Jesús: «Lo
que escuchas con uno y otro oído, pregónalo desde la cima
de vuestros tejados; pues nadie enciende una lámpara y la coloca
bajo el celemín o en otro lugar escondido, sino que la pone sobre
el candelero para que todos los que entran y salen vean su resplandor».
34. Dijo Jesús: «Si
un ciego guía a otro ciego, ambos caen en el hoyo».
35. Dijo Jesús: «No
es posible que uno entre en la casa del fuerte y se apodere de ella (o
de él) de no ser que logre atarle las manos a éste: entonces
sí que saqueará su casa».
36. Dijo Jesús: «No
estéis preocupados desde la mañana hasta la noche y desde
la noche hasta la mañana (pensando) qué vais a poneros».
37. Sus discípulos dijeron:
«¿Cuándo te nos vas a manifestar y cuándo te
vamos a ver?» Dijo Jesús: «Cuando perdáis (el
sentido de) la vergüenza y —cogiendo vuestros vestidos— los pongáis
bajo los talones como niños pequeños y los pisoteéis,
entonces [veréis] al Hijo del Viviente y no tendréis miedo».
38. Dijo Jesús: «Muchas
veces deseasteis escuchar estas palabras que os estoy diciendo sin tener
a vuestra disposición alguien a quien oírselas. Días
llegarán en que me buscaréis (y) no me encontraréis».
39. Dijo Jesús: «Los
fariseos y los escribas recibieron las llaves del conocimiento y las han
escondido: ni ellos entraron, ni dejaron entrar a los que querían.
Pero vosotros sed cautos como las serpientes y sencillos como las palomas».
40. Dijo Jesús: «Una
cepa ha sido plantada al margen del Padre y —como no está firmemente
arraigada— será arrancada de cuajo y se malogrará».
41. Jesús dijo: «A
quien tiene en su mano se le dará; y a quien nada tiene —aun aquello
poco que tiene— se le quitará».
42. Dijo Jesús: «Haceos
pasajeros».
43. Le dijeron sus discípulos:
«¿Quién eres tú para decirnos estas cosas?»
[Jesús respondió]: «Basándoos en lo que os estoy
diciendo, no sois capaces de entender quién soy yo; os habéis
vuelto como los judíos, ya que éstos aman el árbol
y odian su fruto, aman el fruto y odian el árbol».
44. Dijo Jesús: «A
quien insulte al Padre, se le perdonará; y a quien insulte al Hijo,
(también) se le perdonará. Pero quien insulte al Espíritu
Santo no encontrará perdón ni en la tierra ni en el cielo».
45. Dijo Jesús: «No
se cosechan uvas de los zarzales ni se cogen higos de los espinos, (pues)
éstos no dan fruto alguno. [Un] hombre bueno saca cosas buenas de
su tesoro; un hombre malo saca cosas malas del mal tesoro que tiene en
su corazón y habla maldades, pues de la abundancia del corazón
saca él la maldad».
46. Dijo Jesús: «Desde
Adán hasta Juan el Bautista no hay entre los nacidos de mujer nadie
que esté más alto que Juan el Bautista, de manera que sus
ojos no se quiebren. Pero yo he dicho:
Cualquiera de entre vosotros
que se haga pequeño, vendrá en conocimiento del Reino y llegará
a ser encumbrado por encima de Juan».
47. Dijo Jesús: «No
es posible que un hombre monte dos caballos y tense dos arcos; no es posible
que un esclavo sirva a dos señores, sino que más bien honrará
a uno y despreciará al otro. A ningún hombre le apetece —después
de haber bebido vino añejo— tomar vino nuevo; no se echa vino nuevo
en odres viejos, no sea que éstos se rompan, y no se echa vino añejo
en odre nuevo para que éste no le eche a perder. No se pone un remiendo
viejo en un vestido nuevo, pues se produciría un rasgón».
48. Dijo Jesús: «Si
dos personas hacen la paz entre sí en esta misma casa, dirán
a la montaña:
¡Desaparece de aquí! Y ésta
desaparecerá».
49. Dijo Jesús: «Bienaventurados
los solitarios y los elegidos: vosotros encontraréis el Reino, ya
que de él procedéis (y) a él tornaréis».
50. Dijo Jesús: «Si
os preguntan:
¿De dónde habéis venido?, decidles:
Nosotros
procedemos de la luz, del lugar donde la luz tuvo su origen por sí
misma; (allí) estaba afincada y se manifestó en su imagen.
Si os preguntan:
¿Quién sois vosotros.?, decid:
Somos
sus hijos y somos los elegidos del Padre Viviente. Si se os pregunta:
¿Cuál
es la señal de vuestro Padre que lleváis en vosotros mismos?,
decidles:
Es el movimiento y a la vez el reposo».
51. Le dijeron sus discípulos:
«¿Cuándo sobrevendrá el reposo de los difuntos
y cuándo llegará el mundo nuevo?» Él les dijo:
«Ya ha llegado (el reposo) que esperáis, pero vosotros no
caéis en la cuenta».
52. Sus discípulos le dijeron:
«24 profetas alzaron su voz en Israel y todos hablaron de tí».
El les dijo: «Habéis dejado a un lado al Viviente (que está)
ante vosotros ¡y habláis de los muertos!».
53. Sus discípulos le dijeron:
«¿Es de alguna utilidad la circuncisión o no?»
Y él les dijo: «Si para algo valiera, ya les engendraría
su padre circuncisos en el seno de sus madres; sin embargo, la verdadera
circuncisión en espíritu ha sido de gran utilidad».
54. Dijo Jesús: «Bienaventurados
los pobres, pues vuestro es el reino de los cielos».
55. Dijo Jesús: «Quien
no odie a su padre y a su madre, no podrá ser discípulo mío.
Y (quien no) odie a sus hermanos y hermanas (y no cargue) con su cruz como
yo, no será digno de mí».
56. Dijo Jesús: «Quien
haya comprendido (lo que es) el mundo, ha dado con un cadáver. Y
quien haya encontrado un cadáver, de él no es digno el mundo».
57. Dijo Jesús: «El
Reino del Padre se parece a un hombre que tenía una [buena] semilla.
Vino de noche su enemigo y sembró cizaña entre la buena semilla.
Este hombre no consintió que ellos (los jornaleros) arrancasen la
cizaña, sino que les dijo:
No sea que vayáis a escardar
la cizaña y con ella arranquéis el trigo; ya aparecerán
las matas de cizaña el día de la siega, (entonces) se las
arrancará y se las quemará».
58. Dijo Jesús: «Bienaventurado
el hombre que ha sufrido: ha encontrado la vida».
59. Dijo Jesús: «Fijad
vuestra mirada en el Viviente mientras estáis vivos, no sea que
luego muráis e intentéis contemplarlo y no podáis».
60. (Vieron) a un samaritano que
llevaba un cordero camino de Judea y dijo a sus discípulos : «(¿Qué
hace) éste con el cordero?» Ellos le dijeron: «(Irá)
a sacrificarlo para comérselo.» Y les dijo: «Mientras
esté vivo no se lo comerá, sino sólo después
de haberlo degollado, cuando (el cordero) se haya convertido en un cadáver».
Ellos dijeron: «No podrá obrar de otro modo». El dijo:
«Vosotros aseguraos un lugar de reposo para que no os convirtáis
en cadáveres y seáis devorados».
61. Dijo Jesús: «Dos
reposarán en un mismo lecho: el uno morirá, el otro vivirá».
Dijo Salomé: «¿Quién eres tú, hombre,
y de quién? Te has subido a mi lecho y has comido de mi mesa».
Díjole Jesús: «Yo soy el que procede de quien (me)
es idéntico; he sido hecho partícipe de los atributos de
mi Padre». (Salomé dijo): «Yo soy tu discípula».
(Jesús le dijo): «Por eso es por lo que digo que si uno ha
llegado a ser idéntico, se llenará de luz; mas en cuanto
se desintegre, se inundará de tinieblas».
62. Dijo Jesús: «Yo
comunico mis secretos a los que [son dignos] de ellos. Lo que hace tu derecha,
no debe averiguar tu izquierda lo que haga».
63. Dijo Jesús: «Había
un hombre rico que poseía una gran fortuna, y dijo:
Voy a emplear
mis
riquezas en sembrar, cosechar, plantar y llenar mis graneros de
frutos de manera que no me falte de nada. Esto es lo que él
pensaba en su corazón; y aquella noche se murió. El que tenga
oídos, que oiga».
64. Dijo Jesús: «Un
hombre tenía invitados. Y cuando hubo preparado la cena, envió
a su criado a avisar a los huéspedes. Fue (éste) al primero
y le dijo:
Mi amo te invita. Él respondió:
Tengo
(asuntos de) dinero con unos mercaderes; éstos vendrán a
mí por la tarde y yo habré de ir y darles instrucciones;
pido excusas por la cena. Fuese a otro y le dijo:
Estás invitado
por mi amo. Él le dijo:
He comprado una casa y me requieren
por un día; no tengo tiempo. Y fue a otro y le dijo:
Mi amo
te invita. Y él le dijo:
Un amigo mío se va a casar
y tendré que organizar el festín. No voy a poder ir; me excuso
por lo de la cena. Fuese a otro y le dijo:
Mi amo te invita.
Éste replicó:
Acabo de comprar una hacienda (y) me voy
a cobrar la renta; no podré ir, presento mis excusas. Fuese
el criado (y) dijo a su amo:
Los que invitaste a la cena se han excusado.
Dijo el amo a su criado: Sal a la calle (y) tráete a todos los que
encuentres para que participen en mi festín; los mercaderes y hombres
de negocios [no entrarán] en los lugares de mi Padre».
65. El dijo: «Un hombre de
bien poseía un majuelo y se lo arrendó a unos viñadores
para que lo trabajaran y así poder percibir de ellos el fruto. Envió,
pues, a un criado para que éstos le entregaran la cosecha del majuelo.
Ellos prendieron al criado y le golpearon hasta casi matarlo. Éste
fue y se lo contó a su amo, quien dijo:
Tal vez no les reconoció;
y envió otro criado. También éste fue maltratado por
los viñadores. Entonces envió a su propio hijo, diciendo
¡A
ver si respetan por lo menos a mi hijo! Los viñadores —a quienes
no se les ocultaba que éste era el heredero del majuelo— le prendieron
(y) le mataron. El que tenga oídos, que oiga».
66. Dijo Jesús: «Mostradme
la piedra que los albañiles han rechazado; ésta es la piedra
angular».
67. Dijo Jesús: «Quien
sea conocedor de todo, pero falle en (lo tocante a) sí mismo, falla
en todo».
68. Dijo Jesús: «Dichosos
vosotros cuando se os odie y se os persiga, mientras que ellos no encontrarán
un lugar allí donde se os ha perseguido a vosotros».
69. Dijo Jesús: «Dichosos
los que han sufrido persecución en su corazón: éstos
son los que han reconocido al Padre de verdad». (Dijo Jesús):
«Dichosos los hambrientos, pues el estómago de aquellos que
hambrean se saciará».
70. Dijo Jesús: «Cuando
realicéis esto en vosotros mismos, aquello que tenéis os
salvará; pero si no lo tenéis dentro, aquello que no tenéis
en vosotros mismos os matará».
71. Dijo Jesús: «Voy
a des[truir esta] casa y nadie podrá [re]edificarla».
72. [Un hombre] le [dijo]: «Di
a mis hermanos que repartan conmigo los bienes de mi padre». El replicó:
«¡Hombre! ¿Quién ha hecho de mí un repartidor?»
Y se dirigió a sus discípulos, diciéndoles: «¿Es
que soy por ventura un repartidor?».
73. Dijo Jesús: «La
cosecha es en verdad abundante, pero los obreros son pocos. Rogad, pues,
al Señor que envíe obreros para la recolección».
74. El dijo: «Señor,
hay muchos alrededor del aljibe, pero no hay nadie dentro del aljibe».
75. Dijo Jesús: «Muchos
están ante la puerta, pero son los solitarios los que entrarán
en la cámara nupcial».
76. Dijo Jesús: «El
reino del Padre se parece a un comerciante poseedor de mercancías,
que encontró una perla. Ese comerciante era sabio: vendió
sus mercancías y compró aquella perla única. Buscad
vosotros también el tesoro imperecedero allí donde no entran
ni polillas para devorar(lo) ni gusano para destruir(lo)».
77. Dijo Jesús: «Yo
soy la luz que está sobre todos ellos. Yo soy el universo: el universo
ha surgido de mí y ha llegado hasta mí. Partid un leño
y allí estoy yo; levantad una piedra y allí me encontraréis».
78. Dijo Jesús: «¿A
qué salisteis al campo? ¿Fuisteis a ver una caña sacudida
por el viento? ¿Fuisteis a ver a un hombre vestido de ropas finas?
[Mirad a vuestros] reyes y a vuestros magnates: ellos son los que llevan
[ropas] finas, pero no podrán reconocer la verdad».
79. Le dijo una mujer de entre la
turba: «Dichoso el vientre que te llevó y los pechos que te
criaron». El [le] respondió: «Bienaventurados aquellos
que han escuchado la palabra del Padre (y) la han guardado de verdad, pues
días vendrán en que diréis:
Dichoso el vientre
que no concibió y los pechos que no amamantaron».
80. Dijo Jesús: «El
que haya reconocido al mundo, ha encontrado el cuerpo. Pero de quien haya
encontrado el cuerpo, de éste no es digno el mundo».
81. Dijo Jesús: «Quien
haya llegado a ser rico, que se haga rey; y quien detente el poder, que
renuncie».
82. Dijo Jesús: «Quien
esté cerca de mí, está cerca del fuego; quien esté
lejos de mí, está lejos del Reino».
83. Dijo Jesús: «Las
imágenes se manifiestan al hombre, y la luz que hay en ellas permanece
latente en la imagen de la luz del Padre. Él se manifestará,
quedando eclipsada su imagen por su luz».
84. Dijo Jesús: «Cuando
contempláis lo que se os parece, os alegráis; pero cuando
veáis vuestras propias imágenes hechas antes que vosotros
—imperecederas y a la vez invisibles—, ¿cuánto podréis
aguantar?».
85. Dijo Jesús: «El
que Adán llegara a existir se debió a una gran fuerza y a
una gran riqueza; (sin embargo), no llegó a ser digno de vosotros,
pues en el supuesto de que hubiera conseguido ser digno, [no hubiera gustado]
la muerte».
86. Dijo Jesús: «[Las
zorras tienen su guarida] y los pájaros [su] nido, pero el Hijo
del hombre no tiene lugar donde reclinar su cabeza (y) descansar».
87. Dijo Jesús: «Miserable
es el cuerpo que depende de un cuerpo, y miserable es el alma que depende
de entrambos».
88. Dijo Jesús: «Los
ángeles y los profetas vendrán a vuestro encuentro y os darán
lo que os corresponde; vosotros dadles asimismo lo que está en vuestra
mano, dádselo (y) decíos:
¿Cuándo vendrán
ellos a recoger lo que les pertenece?».
89. Dijo Jesús: «¿Por
qué laváis lo exterior del vaso? ¿Es que no comprendéis
que aquel que hizo el interior no es otro que quien hizo el exterior?».
90. Dijo Jesús: «Venid
a mí, pues mi yugo es adecuado y mi dominio suave, y encontraréis
reposo para vosotros mismos».
91. Ellos le dijeron: «Dinos
quién eres tú, para que creamos en ti». El les dijo:
«Vosotros observáis el aspecto del cielo y de la tierra, y
no habéis sido capaces de reconocer a aquel que está ante
vosotros ni de intuir el momento presente».
92. Dijo Jesús: «Buscad
y encontraréis: mas aquello por lo que me preguntabais antaño
—sin que yo entonces os diera respuesta alguna— quisiera manifestároslo
ahora, y vosotros no me hacéis preguntas en este sentido».
93. [Dijo Jesús]: «No
echéis las cosas santas a los perros, no sea que vengan a parar
en el muladar; no arrojéis las perlas a los puercos, para que ellos
no las [....]».
94. [Dijo] Jesús: «El
que busca encontrará, [y al que llama] se le abrirá».
95. [Dijo Jesús]: «Si
tenéis algún dinero, no lo prestéis con interés,
sino dádselo a aquel que no va a devolvéroslo».
96. [Dijo] Jesús: «El
reino del Padre se parece a [una] mujer que tomó un poco de levadura,
la [introdujo] en la masa (y) la convirtió en grandes hogazas de
pan. Quien tenga oídos, que oiga».
97. Dijo Jesús: «El
reino del [Padre] se parece a una mujer que transporta(ba) un recipiente
lleno de harina. Mientras iba [por un] largo camino, se rompió el
asa (y) la harina se fue desparramando a sus espaldas por el camino. Ella
no se dio cuenta (ni) se percató del accidente. Al llegar a casa
puso el recipiente en el suelo (y) lo encontró vacío».
98. Dijo Jesús: «El
reino del Padre se parece a un hombre que tiene la intención de
matar a un gigante: desenvainó (primero) la espada en su casa (y)
la hundió en la pared para comprobar la fuerza de su mano. Entonces
dio muerte al gigante».
99. Los discípulos le dijeron:
«Tus hermanos y tu madre están afuera». El les dijo:
«Los aquí (presentes) que hacen la voluntad de mi Padre, éstos
son mis hermanos y mi madre; ellos son los que entrarán en el reino
de mi Padre».
100. Le mostraron a Jesús
una moneda de oro, diciéndole: «Los agentes de César
nos piden los impuestos». El les dijo: «Dad a César
lo que es de César, dad a Dios lo que es de Dios y dadme a mí
lo que me pertenece».
101. (Dijo Jesús): «El
que no aborreció a su padre y a su madre como yo, no podrá
ser [discípulo] mío; y quien [no] amó [a su padre]
y a su madre como yo, no podrá ser [discípulo] mío;
pues mi madre, la que [...], pero [mi madre] de verdad me ha dado la vida».
102. Dijo Jesús: «¡Ay
de ellos, los fariseos, pues se parecen a un perro echado en un pesebre
de bueyes!: ni come, ni deja comer a los bueyes».
103. Dijo Jesús: «Dichoso
el hombre que sabe [por qué] flanco van a entrar los ladrones, de
manera que (le dé tiempo a) levantarse, recoger sus [...] y ceñirse
los lomos antes de que entren».
104. [Le] dijeron: «Ven, vamos
hoy a hacer oración y a ayunar». Respondió Jesús:
«¿Qué clase de pecado he cometido yo, o en qué
he sido derrotado? Cuando el novio haya abandonado la cámara nupcial,
¡que ayunen y oren entonces!».
105. Dijo Jesús: «Quien
conociere al padre y a la madre, será llamado hijo de prostituta».
106. Dijo Jesús: «Cuando
seáis capaces de hacer de dos cosas una sola, seréis hijos
del hombre; y si decís:
¡Montaña, trasládate
de aquí!, se trasladará».
107. Dijo Jesús: «El
Reino se parece a un pastor que poseía cien ovejas. Una de ellas
—la más grande— se extravió. Entonces dejó abandonadas
(las) noventa y nueve (y) se dio a la búsqueda de ésta hasta
que la encontró. Luego —tras la fatiga— dijo a la oveja:
Te quiero
más que a (las) noventa y nueve».
108. Dijo Jesús: «Quien
bebe de mi boca, vendrá a ser como yo; y yo mismo me convertiré
en él, y lo que está oculto le será revelado».
109. Dijo Jesús: «El
Reino se parece a un hombre que tiene [escondido] un tesoro en su campo
sin saberlo. Al morir dejó el terreno en herencia a su [hijo, que
tampoco] sabía nada de ello: éste tomó el campo y
lo vendió. Vino, pues, el comprador y —al arar— [dio] con el tesoro;
y empezó a prestar dinero con interés a quienes le plugo».
110. Dijo Jesús: «Quien
haya encontrado el mundo y se haya hecho rico, ¡que renuncie al mundo!».
111. Dijo Jesús: «Arrollados
serán los cielos y la tierra en vuestra presencia, mientras que
quien vive del Viviente no conocerá muerte ni (...); pues Jesús
dice:
Quien se encuentra a sí mismo, de él no es digno
el mundo».
112. Dijo Jesús: «¡Ay
de la carne que depende del alma! ¡Ay del alma que depende de la
carne!».
113. Le dijeron sus discípulos:
«¿Cuándo va a llegar el Reino?» (Dijo Jesús):
«No vendrá con expectación. No dirán:
¡Helo
aquí! o
¡Helo allá!, sino que el reino del
Padre está extendido sobre la tierra y los hombres no lo ven».
114. Simón Pedro les dijo:
«¡Que se aleje Mariham de nosotros!, pues las mujeres no son
dignas de la vida». Dijo Jesús: «Mira, yo me encargaré
de hacerla macho, de manera que también ella se convierta en un
espíritu viviente, idéntico a vosotros los hombres: pues
toda mujer que se haga varón, entrará en el reino del cielo».