Comentario Exegético y Explicativo de la Biblia: Jamieson, Fausset y Brown - Tomo 2
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 6MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Comentario Bíblico
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EL EVANGELIO SEGUN SAN MATEO
INTRODUCCION
INTRODUCCION
El autor de este Evangelio era un publicano, o cobrador de impuestos, y residía en Capernaum, situada en la orilla occidental del mar de Galilea. En cuanto a su identidad con “Leví” del segundo y tercer Evangelios, y otros particulares, véase Nota sobre Mateo 9:9.
Se sabe muy poco de sus trabajos apostólicos. Que, después de haber predicado a sus compatriotas de Palestina, fué al Oriente, es el testimonio general de la antigüedad; pero acerca del escenario, o escenarios de su ministerio nada se puede determinar. Que murió de muerte natural, es la conclusión a que se puede llegar basándonos en las creencias de los “padres” mejor informados, de que sólo tres de los apóstoles sufrieron martirio, a saber, Santiago (“Jacobo”) el Mayor, Pedro y Pablo. Que el primer Evangelio fué escrito por el apóstol Mateo, es el testimonio de toda la antigüedad.
Acerca de la fecha de este Evangelio sólo tenemos la evidencia interna, y ésta dista mucho de ser decisiva. Por lo tanto, las opiniones al respecto están muy divididas. Que fué el primero de los Evangelios en aparecer, se creía universalmente; de modo que, aunque en el orden de los Evangelios los escritos por los dos apóstoles fueron colocados al principio en los manuscritos de la antigua versión latina, mientras que en los manuscritos griegos, casi sin excepción, el orden es casi el mismo de nuestras Biblias, el Evangelio de Mateo en todos los casos se coloca al principio. Y como este Evangelio es de todos los cuatro el que posee marcas más evidentes de haber sido preparado teniendo en vista especialmente a los judíos, quienes ciertamente fueron los primeros en necesitar un evangelio escrito y los primeros en hacer uso del mismo, no cabe duda de que fué escrito antes de los demás. De que fué escrito antes de la destrucción de Jerusalén, es igualmente cierto; porque, como Hug observa (Introducción al Nuevo Testamento, pág. 316, traducción de Fosdick), cuando informa acerca de la profecía del Señor tocante a aquel terrible acontecimiento, al llegar a la advertencia acerca de la “abominación de desolación” que “estará en el lugar santo”, él interpone (contrario a su práctica invariable, que es la de relatar sin comentario) una llamada a sus lectores para que lean inteligentemente—“el que lee entienda” (Mateo 24:15)—una llamada para que presten atención a la señal divina para huir, lo cual sólo se podría comprender si está dirigida a los que vivieron antes del acontecimiento. Pero cuánto tiempo antes de este acontecimiento fué escrito el Evangelio, no es claro.
Algunas evidencias internas parecen señalar una fecha muy temprana. Ya que los cristianos judíos estuvieron por unos cinco o seis años expuestos a persecución a manos de sus compatriotas—al grado de que los judíos, siendo perseguidos por los romanos, tenían que cuidar de sí mismos—no es probable, argumentan algunos, que fuesen dejados por tanto tiempo sin un Evangelio escrito que los reafirmara y sostuviese, y el Evangelio según Mateo es extraordinariamente adecuado para este propósito. Pero las recopilaciones de datos a las cuales se refiere Lucas en su introducción (véase Nota sobre Lucas 1:1–4), bastarían por un tiempo, especialmente debido a que la voz viva de los “testigos oculares y ministros de la palabra” todavía se dejaba oír. Otras consideraciones en favor de una fecha muy temprana—tales como la manera suave en que el autor parece referirse a Herodes Antipas, como si reinase aún, y su referencia a Pilato como si estuviese aún en el poder—no parecen basarse en hechos, y por lo tanto no pueden constituirse en base de un razonamiento respecto a la fecha del Evangelio. Su estructura y matiz hebreos, aun cuando prueban, como creemos, que este Evangelio fué publicado en un período considerablemente anterior al de la destrucción de Jerusalén, no son evidencia en favor de una fecha tan temprana como el año 37 o 38 después de Cristo, según algunos de los “padres” y los modernos Tillemont, Townson, Owen, Birks, Tregelles
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