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sábado, 12 de septiembre de 2015

sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, como está escrito: Para que seas justificado en tus palabras, Y venzas cuando seas juzgado


RECUÉRDALO Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




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NOS PREPARAMOS A ESTUDIAR PARA ENSEÑAR EN LA CONGREGACIÓN
ROMANOS 3:1-8 CÓMO JUZGARÁ DIOS AL MUNDO

1     ¿Qué ventaja tiene pues el judío? ¿O de qué aprovecha la circuncisión?
2      Mucho, en todos los sentidos. Primero, ciertamente en que les fueron                             encomendados los oráculos de Dios.
3      ¿Pues qué, si algunos se negaron a creer? ¿La incredulidad de ellos anulará                 acaso la fidelidad de Dios?
4      ¡De ninguna manera! Antes bien, sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, como            está escrito:
    Para que seas justificado en tus palabras,
    Y venzas cuando seas juzgado.
5      Y si nuestra injusticia resalta la justicia de Dios, ¿qué diremos? ¿Será injusto Dios         que expresa su ira? (hablo como hombre).
6      ¡De ninguna manera! De otro modo, ¿cómo juzgará Dios al mundo?
7      Pero si mi mentira hizo abundar la verdad de Dios para su gloria, ¿por qué aún yo         mismo soy juzgado como pecador?
8      ¿Y por qué no decir, como somos calumniados, y como algunos (cuya                          condenación es justa) afirman que decimos: Hagamos lo malo para que venga lo           bueno?




EXÉGESIS DE ROMANOS 3:1–8

En Romanos 2, Pablo hace algunas observaciones significativas que desautoriza la idea de que Dios favorece a los judíos más que a los gentiles. Después de su aseveración acerca de la imparcialidad de Dios en Romanos 2:11, Pablo afirma que los gentiles tienen la misma oportunidad que tienen los judíos de ser declarados justos, en base a su obediencia a la ley que Dios ha escrito en sus corazones. 

La opinión tradicional era que los judíos tenían una ventaja porque a ellos se les había confiado la ley que Dios le reveló a Moisés, y por ese motivo, a no ser que los gentiles se convirtieran al judaísmo, no podían considerarse parte de la comunidad del pacto. Pero en 2:25–29, Pablo repite una vez más que Dios le da un valor igual o más alto a los gentiles obedientes que a los judíos con esa supuesta ventaja. Pablo afirma que lo que cuenta es la circuncisión del corazón, y esta es efectuada por medio del Espíritu y no por manos humanas. La comunidad judía debió haberse sentido totalmente perturbada por esta idea.

Contrario a lo que algunos podrían pensar, Pablo no está tratando de sacrificar al judaísmo, sino de establecer condiciones de igualdad para su argumento acerca del evangelio. No en este momento, sino más adelante, Pablo va poner de relieve el lugar especial que ocupa Israel en el plan de Dios (véase 9:1–5; 11:17–21). Por ahora, lo que su auditorio tiene que entender es que todos están sujetos a un juicio inminente por el pecado y tienen la misma necesidad de reconciliarse con Dios. Pero para alcanzar un mayor auditorio, Pablo desmantela las supuestas ventajas que reporta el hecho de ser judío, y para ello, utiliza incluso la lista de ventajas (no mencionadas). Lo que quiero decir es lo siguiente.

A través de la Carta a los Romanos, Pablo emplea preguntas retóricas —preguntas que él mismo responde— para darle paso a su próxima idea importante. No obstante, las preguntas retóricas nos hacen pensar en respuestas potenciales, aun cuando nunca las formulemos en voz alta.

Pablo, pues, pregunta de manera retórica cuál es la ventaja del judío o del uso de la circuncisión a la luz de la idea de que los gentiles pueden lograr ostensiblemente el mismo tipo de favor delante de Dios sin esas cosas. Y su respuesta en griego equivaldría a decir en nuestro lenguaje moderno: “¡Un montón de ventajas!”. Pablo responde: “De mucho, en todos los aspectos”, y con eso, crea la expectativa de que va a proseguir mencionando una gran cantidad de ventajas. La frase adverbial con la que comienza —“en primer lugar”— confirma que eso es lo que va a hacer, y usa una partícula griega cuyo único propósito es conseguir que los lectores esperen al menos otro elemento relacionado. Hallamos un conjunto similar de estos indicadores que anticipan lo que viene después al principio de la lista que aparece en 1 Corintios 12:28. Pero, ¿para qué usar el adverbio “primeramente” si no se pretende añadir un segundo elemento y así sucesivamente?

De manera alternativa, algunos han afirmado que Pablo sí tenía la intención de continuar la lista, pero se distrajo o se olvidó de lo que planeaba decir. Aunque ambas cosas son posibles, ninguna parece probable en base al tipo de estrategia retórica que Pablo usa. Recuerden que lo que él está haciendo aquí es recordarles a los judíos que ellos están exactamente en el mismo barco que lo gentiles, espiritualmente hablando. Aun cuando su estatus en el pacto con Dios sea significativo (como Pablo explica claramente en Romanos 9 y 11), eso no puede salvar el abismo que crea el pecado.

A la luz de la estrategia retórica de Pablo en Romanos 2, tenemos una buena razón para considerar esta lista de un solo renglón como parte de sus propósitos ulteriores. Piensen en esto: Pablo crea la expectativa de que va a proceder a hacer toda una lista de ventajas, pero si hubiera mencionado muchas ventajas, habría socavado la tarea que le ocupa.

La ventaja de los judíos: ¿Hay ventajas para el judío? La respuesta de Pablo en el versículo 2 hace que parezca que va a mencionar muchas, pero su lista se limita a una sola. No es que no haya ventajas (véase Romanos 9:4–5), sino que mencionarlas aquí no le resulta útil para su propósito. Pablo está haciendo uso de un amague retórico.

Pablo sí ofrece una lista de ventajas para los judíos, pero recién lo hace en 9:4–5. ¿Por qué allí y no aquí? Bueno, porque en el capítulo 9, él se prepara para lanzarles un desafío a los gentiles para que no tengan una opinión muy elevada de sí mismos. Al fin y al cabo, si Dios desgajó algunas ramas para injertar a los gentiles en su familia, él puede podarlos con la misma facilidad (11:17–21). Al final, Pablo ubica a los gentiles en uno o dos niveles más abajo, pero aquí se concentra en los judíos.

En el versículo 3, Pablo presenta el próximo punto de su argumento, y nuevamente emplea una pregunta retórica. Aunque a partir de la mayoría de las traducciones nos resultaría difícil percibirlo, Pablo utiliza un argumento insertado en los versículos 3–8 para apoyar sus afirmaciones en los versículos 1–2, en cuanto a que ciertamente sí hay ventajas para los judíos. ¿Por qué, pues, no están experimentando la bendición de Dios? ¿Podría ser acaso porque algunos de ellos son infieles? Eso causaría un impacto en la respuesta de Dios hacia ellos. 

La respuesta es el primero de muchos “¡de ningún modo!” o “¡de ninguna manera!” que encontramos a través del libro. Pablo intencionalmente hace preguntas imperfectas o incorrectas para derribarlos de una bofetada con una respuesta correcta. Las preguntas que hace equivalen a indagar si existe alguna letra pequeña en las promesas de Dios que le permitan retractarse y anular su pacto.

¿Nulas y sin efecto?: Pablo presenta su próxima idea importante por medio de una pregunta retórica. ¿Han quedado anuladas las promesas en las que se ha confiado por tanto tiempo? ¿Existe algún tipo de letra pequeña que le permita a Dios incumplir las promesas a causa de la desobediencia de Israel? ¡De ningún modo!

De manera significativa, Pablo ha resquebrajado conceptos que tradicionalmente consideraban a los judíos separados, y quizás por encima, de los gentiles. Alega que los gentiles podrían alcanzar el mismo tipo de relación con Dios, obedeciendo la ley escrita en sus corazones, y además, deja bien en claro que la ira de Dios ha sido revelada contra toda injustica, no sólo la de los gentiles.

Pablo ahora (temporalmente) restablece la confianza de su auditorio judío en cuanto al rol exclusivo que ellos juegan como pueblo del pacto con Dios. En Romanos 11, Pablo desarrolla el concepto de que sólo un remanente de creyentes israelitas —y no toda la nación de Israel— forma parte de la comunidad del pacto y será salvo (11:5, 25–26). Esta afirmación está cimentada en su triple aserción de que no todo el Israel físico es realmente Israel (9:6–8). 

Pero las complejidades con respecto al endurecimiento nacional, la elección soberana y el hecho de ser descendientes de la fe, vendrán después. Por ahora, Pablo se limita a declarar la verdad de la fidelidad de Dios en principio, y cambia de tema. Hay más bases que sentar en cuanto a la relación entre la fe y la justificación delante de Dios.

Pablo discute primeramente la relación de la fe y la creencia, con la respuesta de Dios. Observen la manera en que formula el versículo 3. Pablo no pregunta si hay algunos que no han creído, sino qué ha dado por resultado el hecho de que algunos no hayan creído. Presupone que la incredulidad existe y que podría afectar la relación de la comunidad del pacto con Dios. 

La respuesta de Pablo incluye una cita del Salmo 51:4, que afirma la justificación que Dios posee para juzgar el pecado, y no la seguridad del pecador cuando es juzgado. Por tanto, en vez de afirmar que la nación será salva únicamente en base al pacto —sin creer—, Pablo indica lo contrario. La salvación supone más que una simple membresía observante de la ley en la comunidad del pacto. Dios siempre planeó que el juicio final estuviera cimentado en la fe en su provisión.

En los versículos 5–8, Pablo detalla las complejidades de su argumento lógico, y para ello, explora algunas de las implicaciones de la injusticia. Pablo no está defendiendo la injusticia, él echa por tierra la idea de que nuestra injusticia hace que la justicia de Dios resalte más.

Esta cuestión se deriva de la idea de que la gente existe para darle gloria a Dios. Si este concepto es cierto, entonces el pecado podría ser quizás un medio muy útil para hacer que la gente viera a Dios desde una óptica más favorable. Pablo responde en el versículo 6 con la misma frase que usa a través de todo el libro: “¡De ningún modo!”. Deja también claro al final del versículo 5 que esta es una idea totalmente hipotética que parece lógica desde una perspectiva humana.

Sin embargo, hay problemas con esta estrategia propuesta. El primero tiene que ver con la razón primaria por la que Dios nos creó —es decir, para vivir en comunión con él. El hecho de haber elegido el pecado hizo que eso fuera imposible. En Romanos, Pablo detalla el plan de Dios para redimir la relación (y al mundo) de las consecuencias destructivas del pecado y restaurar todo a su orden original. Una gran parte de esa restauración implica que el pecado sea juzgado y eliminado de la creación de Dios.

Y puesto que el juicio conlleva un castigo por el pecado, Pablo pregunta retóricamente por qué el pecador es condenado si el pecado hace que la gloria de Dios abunde. En el versículo 8, reformula este concepto y lo presenta como una exhortación a hacer mal para que venga el bien. Por supuesto, Pablo no está defendiendo esta línea de conducta, sino que al proponer el extremo opuesto de comportamiento, él sienta las bases de algunas lecciones valiosas. El pecado y el mal no producen ningún beneficio, ya sean mentiras piadosas o un libertinaje descontrolado. El pecado no hace más que acumular ira para el día del juicio.

Aquí, la idea hipotética de Pablo puede parecer atroz, pero no tanto como podríamos pensar. Las actitudes hacia el pecado cambian con el paso del tiempo. Cuando yo era un joven estudiante universitario que buscaba a Dios, me sentía oprimido por mi pecado y la carga que lo acompañaba. Mi mayor motivación cuando oré para recibir a Cristo era obtener perdón y liberación de la culpa. Pero las cosas pueden cambiar. No todos los pecados nos resultan tan claramente opresivos que anhelamos deshacernos de ellos. Es posible incluso que lleguemos a considerar el pecado como parte de los que somos —un capricho personal que los demás simplemente tienen que aceptar, y algo a lo que no queremos renunciar. Bajo esas circunstancias, podríamos comenzar a buscar razones para justificar nuestro pecado. La desobediencia que Pablo describe en Romanos no se trata, probablemente, de un pecado voluntariamente admitido, pero todo pecado interrumpe nuestra comunión con Dios. No importa cuáles sean nuestras motivaciones o justificaciones, si continuamos en pecado, la consecuencia es la misma.


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viernes, 11 de septiembre de 2015

¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?...Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Preparemos nuestra enseñanza
Mateo 7:13-29
La puerta y el camino de la vida 
13 "Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva a la perdición, y son muchos los que entran por ella. 14 Pero ¡qué estrecha es la puerta y qué angosto el camino que lleva a la vida! Y son pocos los que la hallan. 

Cómo reconocer a los falsos profetas 
15 "Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros vestidos de ovejas, pero que por dentro son lobos rapaces. 16 Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas de los espinos o higos de los abrojos? 17 Así también, todo árbol sano da buenos frutos, pero el árbol podrido da malos frutos. 18 El árbol sano no puede dar malos frutos, ni tampoco puede el árbol podrido dar buenos frutos. 19 Todo árbol que no lleva buen fruto es cortado y echado en el fuego. 20 Así que, por sus frutos los conoceréis. 

Parábola de los dos cimientos 
21 "No todo el que me dice ’Señor, Señor’ entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. 22 Muchos me dirán en aquel día: ’¡Señor, Señor! ¿No profetizamos en tu nombre? ¿En tu nombre no echamos demonios? ¿Y en tu nombre no hicimos muchas obras poderosas?’ 23 Entonces yo les declararé: ’Nunca os he conocido. ¡Apartaos de mí, obradores de maldad!’ 

24 "Cualquiera, pues, que me oye estas palabras y las hace, será semejante  a un hombre prudente que edificó su casa sobre la peña. 25 Y cayó la lluvia, vinieron torrentes, soplaron vientos y golpearon contra aquella casa. Pero ella no se derrumbó, porque se había fundado sobre la peña. 

26 "Pero todo el que me oye estas palabras y no las hace, será semejante  a un hombre insensato que edificó su casa sobre la arena. 27 Cayó la lluvia, vinieron torrentes, y soplaron vientos, y azotaron contra aquella casa. Y se derrumbó, y fue grande su ruina." 

28 Y aconteció que cuando Jesús terminó estas palabras, las multitudes estaban maravilladas de su enseñanza; 29 porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas. 

DOS CLASES DE RELIGIÓN 
(Mateo 7:13–29)
 INTRODUCCIÓN
Muchas religiones existen en el mundo desde el punto de vista humano—católicos, protestantes, mahometanos, teósofos, budistas—, subdivididas en no menos de 300 sectas; pero para Cristo no son centenares, ni diez, ni cinco; sólo dos: el camino ancho o el estrecho, árbol bueno o malo, hombre prudente o insensato. 

¿En qué categoría estamos? 
¿Qué distingue al insensato del prudente? 

Los dos tienen el mismo propósito.

 1. Edificar un abrigo para el alma
todos procuran lo mismo. 
¿Por qué? 
¿Cuáles son los motivos?
 a) Miedo a lo desconocido.

 b) Admiración por la sabiduría en la Naturaleza.

 c) Previsión de la inmortalidad 
(anécdota: las piedras de una gran calle de Babilonia tenían todas grabada la palabra «eternidad»).

 d) La voz de la conciencia, el sentimiento de pecado, muy vivo entre los indios y los faquires. La religión es necesaria; la diferencia está en la forma o en el lugar en que se funda, roca o arena.

  2. Los pueblos eligen la más fácil, la de la mayoría:
     a) Para el indio, la budista.
     b) Para el turco o el moro, la mahometana.
     c) Para el español, la católica.
     d) Para el inglés, la protestante.

Para la gran mayoría, la religión es sólo formalismo, sin detenerse a investigar y creer de veras. No tienen tiempo; negocios, fútbol, cine lo acaparan todo y mueren engañados, nunca creen de veras. Ventaja en los países evangélicos: los despertamientos religiosos que apelan a las masas.

 3. Jesús llama a los tales necios o insensatos: 
¿Por qué? No saben darse cuenta del peligro. El que tiene una fortuna procura asegurarla. Todos tenemos un gran tesoro, el alma inmortal. ¿Dónde colocaremos el tesoro? No podemos guardarlo nosotros mismos. Ninguno podrá redimir su propia alma (Sal. 49:6–8); o confiamos el tesoro en manos más seguras, o lo perderemos para siempre. Satanás no quiere que los hombres se preocupen por su alma, para que no encuentren la verdad; les hace pensar:
     a) Que no vale la pena, que es un misterio imposible de descifrar.
     b) Que si hay Dios, no será un juez severo, sino un padre bonachón.
     c) Que lo que importa es lo que se ve. «Pájaro en mano …», etc.

 4. Pero los hombres deberían escudriñar las señales: el insensato de la parábola debía mirar las señales de peligro del terreno donde edificaba …
     a) La arena era señal de que por allí pasaba agua.
     b) Las vertientes de las montañas vecinas lo denunciaban.
     c) Los vientos acanalados del valle lo estaban presagiando
.
 5. Así, el hombre que pretende ser religioso debería examinar las evidencias de su religión:

 a) Fundamentos: ¿Son de origen humano, o divino? ¿Tienen su origen en Cristo y los apóstoles, o en tradiciones no seguras? ¿Es congruente con el modo de obrar de Dios, según vemos en la Naturaleza? (ej.: ¿Envía Dios el sol y la lluvia gratis, y el perdón sería pagando?)

 b) Vertientes: 
¿Cuáles han de ser las consecuencias del sistema? Las religiones impuestas se hacen aborrecibles. La religión, por costumbre, acaba en incredulidad; la religión hipócrita o exterior ha de verse abocada al fracaso. Deberían pensarlo millones de «insensatos», según la calificación de Jesús; pero los hombres aceptan solamente lo más fácil. Jesús se extrañaba de la ceguera de los falsos religiosos de su tiempo que no sabían ver las señales (Mt. 16:2). No se paraban a examinar las profecías que oían leer en la sinagoga, por esto no supieron comprender que vivían en días del Mesías. Los trágicos vientos de violencia, desenfreno, etc., de nuestros días, nos dicen que la tempestad de la ira de Dios se acerca.

 6. Pero veamos el cuadro positivo, del que oye y hace: 
es frecuente esta expresión en boca de Jesús (véase Lc. 11:26). Significa el que oye con atención, medita, piensa, busca, se interesa seriamente como los de Berea (Hch. 17:13). El investigador serio busca la roca, que es la revelación divina; no se fía de las tradiciones humanas: «El que oye «mis» palabras»… ¿Es palabra de Cristo la que oímos, o de hombres? ¿Estamos unidos a Él por la fe? Notemos (Ro. 10:11):

 7. Jesús añade «y la guarda»: 
por la fe entramos en el corazón de Cristo y Él en nosotros. Formamos una sola cosa, pero ¿y después?… Hay que edificar una casa, una torre más o menos modesta, un carácter cristiano, un edificio para la eternidad (véase 1 P. 2:1– 5). No hay que usar materiales de mala calidad. Hay cristianos que pretenden edificar sobre la roca con tales materiales (véase 1 Co. 3:10–15). Sobre buena roca, buen material; según el material aquí, sería la gloria allá. Es un privilegio vivir para la eternidad, pero también una gran responsabilidad.

 8. Las pruebas que azotan el edificio: 
Dios mismo las permite para demostrar a Satanás la firmeza de nuestra fe, sin que ellas nos puedan arrastrar. Son, como decía un predicador,
 «las corrientes que lavan».

 9. La prueba final (2 Ts. 1:6–10):
 a) Jesús conocía esta prueba final, eterna, definitiva. No es extraño que dijera: «Grande es su ruina».
 b) El creyente en Cristo, en cambio, está firme y su firmeza crece a medida que avanza el tiempo y la tempestad. Era en la cárcel de Roma, pocos días antes de ser degollado, que Pablo escribía: «Yo sé en quién he creído y estoy cierto …» (2 Ti. 1:12; 4:8).

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jueves, 10 de septiembre de 2015

...El nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por causa de vosotros. Porque la circuncisión en verdad aprovecha si practicas la Ley, pero si eres trasgresor de la Ley, tu circuncisión se ha hecho incircuncisión. Así que, cuando el incircunciso obedece las ordenanzas de la Ley, ¿no será tenida su incircuncisión como circuncisión?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Preparamos nuestro Estudio para enseñar 
Romanos 2:17-29
Los judíos y la Ley

17      Pero si tú, que te llamas judío y te apoyas en la Ley, y te enorgulleces en Dios,
18      y conoces la voluntad, e instruido por la Ley apruebas las cosas mejores,
19      y estás confiado en que eres guía de ciegos, luz de los que están en tinieblas,
20      instructor de indoctos, maestro de niños, que tienes en la Ley la esencia del                         conocimiento y de la verdad.
21      Tú pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo? Tú, que predicas que no se           hurte, ¿hurtas?
22      Tú, que dices que no se adultere, ¿adulteras? Tú, que abominas de los ídolos,                     ¿profanas templos?
23      Tú, que te jactas de la Ley, ¿por medio de la infracción de la Ley deshonras a Dios?
24      Porque, como está escrito: el nombre de Dios es blasfemado entre los gentiles por               causa de vosotros.
25      Porque la circuncisión en verdad aprovecha si practicas la Ley, pero si eres                           trasgresor de la Ley, tu circuncisión se ha hecho incircuncisión.
26      Así que, cuando el incircunciso obedece las ordenanzas de la Ley, ¿no será tenida               su incircuncisión como circuncisión?
27      Y si la incircuncisión que es por naturaleza cumple la Ley, te juzgará a ti, que a pesar           de la letra y de la circuncisión eres trasgresor de la Ley.
28      Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es circuncisión la que aparece                       exteriormente en la carne;
29      sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, por el             Espíritu, no por la letra; cuya aprobación no proviene de hombres, sino de Dios.

El fracaso del judío, 2:17–24. 

Pablo ha dicho que el juicio de Dios es imparcial, que es según los hechos. El judío que peca teniendo la ley será juzgado por la ley (2:12). El gentil que peca sin tener la ley será juzgado por la luz que puede proveer su sentido interior de lo correcto, su conciencia y su evaluación racional de su conducta. Cuando él hace algo que la ley estipula, esto será reconocido por Dios aunque él no tiene la ley. 

A pesar de que mucho de lo que Pablo ha dicho en este capítulo tiene una aplicación general, su interés específico está en la situación del judío y ahora (2:17) se dirige explícitamente a un representante imaginario del grupo. Demostrará que la posesión de la ley no ha producido obediencia a ella de parte de los judíos. En 2:17–20 hablará de los privilegios de los judíos y en 2:20–24 mediante una serie de preguntas demostrará que la posesión de todos estos privilegios no ha significado una vida de obediencia a la ley.

El apóstol inicia el versículo 17 mencionando las cosas de las cuales los judíos tenían un orgullo especial por ser lo que a su criterio los hacía superiores a los gentiles. Primero en la lista es el nombre judío. La forma gramatical permite la traducción “te llamas judío” (NBE).

La traducción de la RVA puede sugerir una interpretación irónica de la frase, la posibilidad de tener nombre de ser judío sin ser realmente judío (comp. v. 29). Sin embargo, las expresiones de estos versículos (17 al 20) no son simples ironías. Pablo está reconociendo sinceramente la posición y la misión que Dios había dado a los judíos en medio de los gentiles.

Para el judío la ley era la base firme en que podía confiar en el juicio; descansaba tranquilamente en la supuesta seguridad que le proveía. Además, se gloriaban en Dios. El término gloriarse es uno de los favoritos de Pablo y que puede referirse a un orgullo por motivos inapropiados o puede referirse a un orgullo sano por motivos legítimos como gloriarse en Dios (5:11), en Cristo (15:17; Fil. 3:3) y en la cruz de Cristo (Gál. 6:14). El judío podía tener un orgullo justificado en su Dios. Lamentablemente su orgullo en Dios lo llevaba a la actitud incorrecta de confianza en que sus propios méritos son la explicación de esta relación especial con Dios.

El versículo 18 sigue con la lista de privilegios. El texto original dice simplemente “la voluntad”, pero la voluntad de Dios es tan central para Pablo que cuando él dice simplemente “la voluntad”, solamente puede referirse a la voluntad divina (comp. 1 Cor. 16:12; el término aparece 24 veces en los escritos paulinos y por lo menos 20 veces se refiere a la voluntad de Dios). La siguiente frase es ambigua. Puede significar “distinguir entre las cosas diferentes”, esto es, “distinguir entre el bien y el mal”, o puede significar “aprobar lo mejor”. 

El consenso general favorece el segundo sentido que es aceptado por los traductores de la RVA. Otra traducción es “distinguir lo que importa”, vale decir, “diferenciar entre lo que es esencial y lo que no lo es” (comp. BLA: apruebas las cosas que son esenciales). La última parte del versículo debe entenderse con las dos frases anteriores. Es precisamente porque están instruidos en la ley que los judíos pueden conocer la voluntad de Dios y aprobar lo mejor.

En los versículos 17 y 18 Pablo se ocupó de la manera en que el judío se consideraba a sí mismo en su relación con Dios y con su ley. Ahora, el versículo 19, pasa a hablar de la manera en que el judío se veía en su relación con los paganos. El judío estaba convencido de que sus privilegios le otorgaban un lugar de superioridad sobre los paganos. El papel que el judío presumía desempeñar en relación con el pagano se describe mediante dos metáforas, la de la persona con vista que guía a los que no ven, y la de la persona que posee una luz con la cual ilumina el camino de aquellos que están en la oscuridad.

Era cierto que la revelación que Dios había dado a los judíos los capacitaba para una misión de iluminación. El tesoro de la revelación divina había de ser compartido con todo el mundo. Pero la misión de compartir la revelación debía llevarse a cabo con humildad en la comprensión de que la posesión de la verdad no se debía a la superioridad innata del judío sino a la gracia de Dios. 

El comentario de Morris es acertado: “El peligro de asumir que uno es guía para otros es lo que tan fácilmente lleva a la convicción de que uno es inherentemente superior a los demás”. Es el mismo peligro que corre el creyente cuando intenta dar testimonio de su fe al incrédulo.

El Apóstol agrega dos expresiones más en el versículo 20, para ilustrar la manera en que el judío veía su relación con los paganos. Las dos expresiones son paralelas y en su sentido general equivalentes (instructor de los que no saben, maestro de niños). Estrictamente interpretadas la primera es general y habla de la instrucción de cualquiera a quien le falta conocimiento, mientras la segunda se refiere específicamente a la instrucción de niños.

Según la definición estricta de la palabra traducida como niño, se refiere a infantes; aquí se usa metafóricamente para designar a personas a quienes les falta madurez (los faltos de madurez, BLA). Si se ha de distinguir entre instructor y maestro, el primer término enfatiza orientación moral práctica, y el segundo, enseñanza de carácter más teórico. Se pueden interpretar los versículos como una referencia a la influencia que el judío común debe tener en sus contactos con el pagano y, más precisamente, de aquellos que instruían a los convertidos del paganismo.

Lo que calificaba al judío para desempeñar este papel entre los paganos era la ley, la completa expresión del conocimiento y de la verdad. Ellos tienen el saber y la verdad plasmados en la ley (NBE). El orgullo del judío era estar convencido de tener la ley. El judío estaba convencido de que en el libro de la ley él tenía la verdad en forma tangible.

Abruptamente al llegar a la primera parte del versículo 21, Pablo interrumpe la enumeración de privilegios de los judíos y empieza una serie de cinco declaraciones que los traductores en general toman como preguntas retóricas de acusación. Están destinadas a demostrar que los judíos no han sido consecuentes con su misión de ser maestros de los paganos.

Los versículos 20b a 22 nos expresan claramente lo que está sucediendo con el que roba y el que adultera. No es tan clara la referencia a cometer sacrilegio aunque muchas veces, como en este caso, aparece junto a robo y adulterio en las listas de pecados y vicios. El término debe traducirse “saquear templos” (BLA). El ídolo era para el judío algo abominable, pero presumiblemente podía aprovechar el saqueo (por él o por otro) de templos para lograr ganancias mediante el tráfico de los objetos robados. Así el judío promovía la idolatría a pesar de no fabricar él mismo ídolos, ni adorarlos.

El rabino Jochanan ben Zakkai, hablando unos 10 años después de la composición de Romanos, lamenta el aumento entre los judíos del asesinato, el adulterio, los vicios sexuales, la corrupción comercial y judicial y otros males (citado por Cranfield). Pero la culpabilidad de algunos judíos de estas ofensas no parece satisfacer las exigencias del argumento de Pablo de que todos los judíos son culpables (comp. 2:1). La mejor respuesta a este problema puede ser la de Cranfield que reconoce que cuando el robo, el adulterio y el sacrilegio se entienden estricta y radicalmente, no hay hombre que no sea culpable de los tres (comp. Mat. 5:21–48).


Bosquejo homilético
La salvación es para todos
Romanos 2:1-29
  I.      Los gentiles necesitan la salvación (2:1-16).
    1.      Aun "los jueces" serán juzgados (2:1-11).
             (1)      El juez que se juzga a sí mismo (v. 1).
             (2)      El juez hipócrita es juzgado por la verdad (v. 2).
             (3)      El juez que juzga pobremente (v. 3).
             (4)      Al juez presuntuoso se le paga con ira (vv. 4-11).

    2.      Desconocer la ley no exime del juicio (vv. 12-16).
             (1)      Los que pecan morirán  (v. 12).
             (2)      Los gentiles sí tienen una ley (vv. 13-15).
             (3)      Jesucristo juzgará en consecuencia (v. 16)

  II.      La necesidad de salvación por parte de los judíos (2:17-19).
    1.      Los judíos son condenados por su propia ley (2:17-24).
             (1)      La autosuficiencia del judío (2:17-20).
             (2)      La inconsistencia del judío deshonra a Dios (2:21-24).

    2.      La circuncisión tiene sus limitaciones (2:25-29).
             (1)      Carece de importancia si no se guarda la ley (2:25-27).
             (2)      El verdadero judío es el que está circuncidado en el corazón, en el Espíritu                             (2:28, 29).


Al llegar al versículo 23 la forma de expresión cambia y aunque la mayoría de las versiones entienden que la oración es una pregunta, otras (DHH) la interpretan como una declaración. Sea pregunta o declaración su función es resumir el contenido de los versículos 21 y 22. El término traducido como te jactas es el mismo que en el versículo 17 se traduce como te glorías (ver el comentario sobre v. 17). El judío podía gloriarse en la ley por motivos correctos o equivocados, pero su gran problema era que por su desobediencia a la ley deshonraba a Dios que había dado la ley. Lo que vale no es la posesión de la ley sino la obediencia a ella.

El Apóstol ahora cita las Escrituras (v. 24) para comprobar lo que ha estado señalando. Se debe notar que la frase como está escrito aparece después de la cita en el texto en el original (NBE, BLA), aunque los traductores de la RVA y de la RVR-1960 la han colocado antes. Aparentemente es la única ocasión en que Pablo pone esta fórmula después de la cita y no es evidente por qué lo hace. 

Algunos piensan que al poner al final la indicación de que la acusación es de las Escrituras, Pablo le da más solemnidad. La cita es de Isaías 52:5 (comp. Eze. 36:20, 23; 2 Ped. 2:2). El apoyo de las Escrituras hace que la acusación del Apóstol tenga más seriedad. Algunos autores encuentran en la declaración de Pablo un tono de indignación y amargura. Es la indignación del judío de mente elevada que al viajar por las grandes ciudades del mundo pagano descubría que éste se burlaba de la fe en Dios debido a la mala conducta de algunos judíos. El hombre de fe es siempre la evidencia más favorable o desfavorable de la fe que éste profesa.

Lo que es ser judío, 2:25–29
Hasta este punto, Pablo ha hablado de los privilegios de la ley en términos generales. Ahora señala una provisión de la ley que era la señal de la admisión a los beneficios del pacto, la circuncisión.

Para un judío era impensable que un hombre correctamente circuncidado no lograra la salvación (v. 25). Se creía que Abraham estaría a la puerta del infierno para evitar que cualquier judío circuncidado entrara allí. Pablo corrige esta actitud equivocada. La circuncisión es útil solamente si es señal de observar la ley. Para el Apóstol, practicar la ley no era asunto de observar algunos reglamentos sino de cumplir con aquella relación de fe en Dios que la ley apuntaba (3:31; 10:6 ss.). Sin esta relación con Dios, la circuncisión del judío se convertía en incircuncisión.

Pablo, en el versículo 26 presenta la otra cara de la moneda. La respuesta anticipada para la pregunta retórica es sí, será considerada como circuncisión. Al hablar del cumplimiento de los justos preceptos de la ley, Pablo aparentemente se refiere a las evidencias o el fruto de una fe salvadora. Parece claro que él está hablando de creyentes gentiles (comp. 2:7–10 y el comentario respectivo).

El Apóstol expone inmediatamente (v. 27) las implicaciones de lo que acaba de decir. El gentil incircunciso cumplidor de la ley se convierte en juez del judío circunciso trasgresor de la ley. La referencia es a creyentes gentiles que confían en Dios y lo obedecen sin haber sido circuncidados y sin haber tenido la ley escrita como la tenían los judíos. En el juicio final estos gentiles constituirán evidencia en contra de los judíos de lo que ellos deberían haber sido y de lo que podrían haber sido. En este sentido el gentil “juzgará” al judío.

Los términos judío y circuncisión requieren nuevas definiciones, y Pablo suple estas definiciones en sentido negativo en el versículo 28 y en sentido positivo en el 29. La gramática en el original es difícil, pero el sentido es claro. Ser judío es más que cumplir con ciertos preceptos superficiales que pueden ser observados por otros. La circuncisión genuina no es la operación física que deja una señal visible.

Ser judío no depende en última instancia de evidencias observables, sino de la condición del ser interior de la persona. La circuncisión genuina es la del corazón, una expresión del AT (Lev. 26:41; Deut. 10:16; 30:6; Jer. 4:4; 9:26) que se refiere a la actitud interior adecuada exigida por Dios para que el hombre pueda gozar de una buena relación con él.

Definición de términos
Ley (2:12): 
El gran legislador de Israel es Moisés. La torah  entera, el Pentateuco, se llama el libro de Moisés (Jos. 8:31 y 2 Rey. 14:6) o la “ley de Moisés”. (Neh. 13:1; 2 Crón. 2 Crón. 25:4). Por ley puede designarse a los Diez Mandamientos (Éxo. 20:3-17), a los cinco primeros libros de la Biblia (Mat. 5:17; Luc. 16:16), a todo el AT (Juan 10:34; 12:34). Los judíos del tiempo veterotestamentario demostraban su fe en Dios cumpliendo la ley. El propósito de esta era preparar el camino para la venida de Cristo (Gál. 3:24).

Circuncisión (2:25): 
Corte del prepucio. Este rito fue instituido por Dios mismo como señal del pacto con Abraham y sus descendientes (Gén. 17:10). Se debía circuncidar a todos los niños al octavo día de su nacimiento. La iglesia cristiana no obligaba a esta práctica (Hech. 15:5; Gál. 5:2).

Adulterio (2:22): 
Es la relación sexual cuando una de las personas involucradas está casada con otra. Los Diez Mandamientos lo condenan expresamente (Éxo. 20:14). En el AT, el adulterio tiene también sentido figurado relacionado a la idolatría del pueblo de Israel. El esposo (Dios) es traicionado por la esposa infiel (Israel), quien comete adulterio yendo tras otros dioses (ver el libro de Oseas).

Pecado (3:9): 
En el AT tenemos una serie de palabras para expresar “pecado”, pero todas tienen un concepto activo. Esto quiere decir que no es una situación o una actitud, sino un hecho, un proceder. La primera palabra es jat que significa “falta” o “errar el blanco”, malograr, no lograr algo, accidentarse. El énfasis está en el resultado final de la actuación y no en las intenciones. También tenemos av  que posee la idea de “torcido”, “desviarse del camino”. 

Aquí en cambio no se habla sólo del hecho pecaminoso, sino también de la voluntad. En tercer lugar tenemos a pesha, que no se usa con frecuencia y que designa la rebelión desobediente que proviene del orgullo (Rom. 5:19; Sal. 2). Por último, tenemos la palabra shag 7686 que significa “errar” o “equivocarse”. 

Se utiliza para designar toda trasgresión hecha sin intención alguna, incluso por ignorancia. La palabra griega para “pecado” es jamart 266, que significa “fallar”. Pablo nos dice que el pecado vino por medio de Adán (5:12), que se paga con la muerte (6:23). La muerte aparece por la caída en el pecado y es experimentada como un mal (5:17). La muerte pasó a todos los hombres (5:12). Pero el autor aclara que a pesar de nuestro pecado, Dios nos ama y nos envió a su hijo a morir por nosotros (5:8).
 
La circuncisión verdadera es la que se efectúa en espíritu y no en la letra. La RVA y la RVR-1960 entienden que la expresión en espíritu se refiere al espíritu del hombre. Así sería equivalente a las dos expresiones anteriores, lo íntimo y el corazón. Según esta manera de interpretar la expresión el contraste es entre un cambio genuino y profundo en el ser interior, y la realización de un rito legalista y superficial. 

Pero la frase en espíritu puede tener el sentido “por el Espíritu” y referirse al Espíritu Santo. En este caso la referencia es a un cambio operado solamente por Dios y no por agencia humana. Las dos interpretaciones son atractivas y coherentes con el contexto y con lo demás del NT. En este contexto es preferible la interpretación de la RVA.

Un juego de palabras puede estar reflejado en la frase final del versículo 29. La palabra judío viene de Judá que significa alabanza (comp. Gén. 29:35; 49:8). Uno puede reclamar ante los demás el uso del nombre judío cuyo mismo significado indica el favor divino, pero en última instancia el reconocimiento valedero de que uno es verdaderamente judío vendrá solamente de Dios.
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No son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la Ley serán declarados justos... los gentiles, que no tienen Ley...son ley para sí mismos

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Información 


Nos preparamos para enseñar a nuestros discípulos
Los que oyen y los que hacen
Romanos 2:12-16

12      Porque todos los que sin Ley pecaron, sin Ley también perecerán; y todos los que en           la Ley pecaron, por medio de la Ley serán juzgados.
13      Porque no son los oidores de la Ley los justos ante Dios, sino los hacedores de la                 Ley serán declarados justos.
14      Porque cuando los gentiles, que no tienen Ley, hacen por naturaleza cosas de la Ley,           éstos, no teniendo Ley, son ley para sí mismos;
15      los cuales muestran la obra de la Ley escrita en sus corazones, dando testimonio                 juntamente su conciencia; y acusándolos o defendiéndolos sus razonamientos
16      en el día en que Dios juzgue por medio de Cristo Jesús los secretos de los hombres,          conforme a mi Evangelio.

La posesión de la ley no justifica, Romanos 2:12–16. 

El versículo 12 empieza un nuevo párrafo que tiene una relación directa con lo que Pablo ha estado diciendo con respecto a la imparcialidad de Dios en el juicio. El nuevo elemento es la referencia específica a la ley y el punto principal es que la posesión de la ley no constituye una defensa para el judío en el juicio de Dios.

El versículo Romanos 2:12 es una ilustración del principio de la imparcialidad de Dios en el juicio enunciado en el versículo 11. El término traducido como perecerán se usa para designar lo que los desobedientes pueden esperar en el juicio (Juan 3:16; 1 Cor. 1:18). A la luz de la enseñanza general del NT con respecto al destino de los incrédulos, no se debe concluir que el término indica el fin de su existencia.

La mención de los gentiles que pecaron sin la ley sirve como contraste para referirse a la situación de los judíos, que es lo que interesa a Pablo. La posesión de la ley no eximirá al judío del juicio; más aún, él será juzgado por la ley. Es evidente que se refiere a la ley mosaica. Los judíos serán juzgados por Dios, pero serán juzgados por la ley porque ella será el instrumento que se tomará en cuenta, la regla que se aplicará. Cada uno, gentil o judío, será juzgado por la luz que tiene.

El versículo Romanos 2:13 apoya al versículo Romanos 2:12b y expresa en forma clara el punto del párrafo, que la mera tenencia de la ley no beneficia al judío en el juicio. Fuentes rabínicas demuestran que algunos fariseos también enseñaban que ser hacedor de la ley era más importante que ser oidor. 

A pesar de esto, parece claro que en ciertos ambientes se creía que la mera posesión de la ley por el pueblo judío era suficiente para asegurar un veredicto favorable en el juicio (ver la cita de Sabiduría en el comentario sobre el v. 3). Las expresiones justos delante de Dios y serán justificados tienen un sentido jurídico aquí e indican el estado de la persona absuelta de culpabilidad en el juicio. Vuelve a surgir el problema de que si Pablo está diciendo que uno puede ser justificado por medio de ser hacedor de la ley. En este caso, aparentemente el Apóstol no está afirmando que la salvación puede lograrse por medio de guardar la ley. 

Está exponiendo el argumento desde la perspectiva de la ley. En lo que tiene que ver con la ley, solamente los hechos tienen importancia (comp. v. 2). En una nota Morris dice: “Parece que Pablo está hablando de la manera en que las personas de hecho son condenadas, no de la manera en que son realmente justificadas. Él cree que jamás pueden ser justificadas por la ley (3:20)”. Cranfield, en cambio, cree que aquí como en 2:6–10 Pablo está hablando de la demostración de la fe en hechos.

El argumento sigue y el Apóstol cita el caso de gentiles que no tienen la ley mosaica (v. 14) pero por naturaleza cumplen con algún aspecto de ella, por ejemplo, honrar a los padres o no robar. Aunque no tienen la ley (Pablo lo dice dos veces en el versículo), son ley para sí mismos. 

No cumplen la ley conscientemente, sin embargo cumplen algunas de las provisiones de ella. De hecho el gentil no está fuera de la esfera de la ley, aunque está fuera de la esfera de la ley de Moisés. Dios no dejará de reconocer que en estos aspectos específicos han hecho lo correcto aunque no lo han hecho como un acto de obediencia a la ley mosaica. Lo que vale desde la perspectiva de la ley no es tener la ley sino hacer lo que la ley exige aun cuando el cumplimiento se realiza sin conciencia de su contenido específico.

Los versículos 15 y 16 explican como es que los gentiles a veces por naturaleza practican las provisiones de la ley. Dice Pablo, muestran la obra de la ley escrita en sus corazones. Debemos fijarnos en que Pablo no dice que tienen la ley escrita en su corazón, sino la obra de la ley o “lo que ordena la ley”. En el versículo 14 él afirmó dos veces que no tienen la ley, pero por su conducta demuestran lo que ordena la ley. Hay un sentido interior de lo correcto.

Además de este sentido interior de lo correcto, su conciencia concuerda en su testimonio. El término conciencia designa la habilidad del hombre de evaluar sus actos con miras a su aprobación o desaprobación. En este caso la conciencia de los gentiles es un testigo en el proceso de evaluación de su cumplimiento del sentido interior de lo correcto.

Bosquejo  homilético
Dios sabe
  I.      Dios conoce la verdad 
         (Romanos 2:1-3; Mat. 5:12-22; 5:27, 28; Juan 8:1-11).
    1.      Dios juzga de acuerdo a la verdad.
    2.      Cuando criticamos a otros por sus pecados no ocultamos con eso los nuestros

  II.      Dios conoce tu necesidad 
           (Romanos 2:4, 5).
    1.      Sabe que necesitas arrepentirte.
    2.      Sabe que debes volver a Cristo.
    3.      Sabe que necesitas ser perdonado (2 Cor. 5:21; Ef. 2:8, 9; Sal. 32:5).

  III.      Dios conoce lo que haces 
            (Romanos 2:6-10).

  IV.      Dios conoce tu situación 
            (Romanos 2:11-15).
    1.      Dios es imparcial.
    2.      La persona que tiene la ley será juzgada por la ley.
    3.      La persona que no tiene la ley también será juzgada.

  V.      Dios conoce tus motivaciones 
           (Romanos 2:16).
    1.      Todos los secretos serán revelados.
    2.      Los no salvos serán juzgados delante del gran trono blanco (Apoc. 20:11-15).
    3.      Los salvos estarán frente al tribunal de Cristo (2 Cor. 5:10; Rom. 14:12).

Conclusión: 
Si crees que vas a ser salvo por tu propio juicio, vuélvete a Cristo para recibir perdón y nueva vida. Si aun siendo cristiano te justificas a ti mismo, confiesa la necesidad que tienes de la misericordia de Cristo.


Con respecto a la última parte del versículo, parece preferible la traducción alternativa que figura en la nota de RVA: “y sus razonamientos o los acusan o los defienden”. Los términos traducidos como acusan y defienden son términos legales. 

Lo que Pablo describe es una situación en que el hombre participa de un diálogo consigo mismo, una especie de proceso jurídico, en el cual él es por turno su acusador y su defensor. Aunque el gentil no tiene la ley de Moisés, tiene el testimonio de un sentido interior de lo correcto (la obra de la ley escrita en sus corazones); una conciencia que es testigo de su grado de obediencia a este sentido del bien y el mal, y una capacidad racional que evalúa todo el proceso y lo acusa o lo defiende (sus razonamientos).

Es precisamente la posesión de estos testimonios por parte de los gentiles lo que será tomado en cuenta en el juicio (v. 16). Aunque la conciencia y el proceso racional de la evaluación de conducta pueden fallar en la era presente, en el día de juicio serán testigos en contra o en defensa del pecador. 

La referencia a los secretos de los hombres nos recuerda que nada quedará oculto en aquel día. Es este aspecto revelador del juicio que hace que sea tan temible. El juicio del mundo por Jesucristo (comp. Juan 5:27; Hech. 17:31) era parte del evangelio de Pablo. A veces pensamos que el evangelio y el juicio son incompatibles, que el evangelio elimina la necesidad de juicio. Aquí el Apóstol indica que el juicio del mundo por medio de Jesús es parte del mensaje evangélico.
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