Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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¿Eso fue un ángel? ¿Qué ocurrió? ¿Sucedió algo? Muchas experiencias espirituales son intangibles. Ahora las ve, después quién sabe si pueda verlas.
Y a veces ni siquiera son experiencias espirituales.
Hace algunos años, después del servicio vespertino del domingo, una anciana se acercó para hablar conmigo. Se veía algo preocupada.
—Unos objetos brillantes, como estrellas—me informó de la manera más baja que pudo—, andan flotando a través de la ventana de mi baño. ¿Considera que esté viendo visiones? ¿Serán ángeles? ¿Cree que esto tenga algún significado espiritual?
Sus preguntas me parecieron un poco extrañas. Ella misma parecía un tanto extraña. Pero siempre tengo cuidado de no menospreciar las experiencias espirituales de otras personas. Sabiendo que la Biblia misma está llena de historias fuera de lo común respecto a dimensiones del cielo que interceptan la tierra, la mayoría albergamos genuinamente la esperanza de tener un encuentro real con Dios y sus ángeles. Sin embargo, en este caso de la mujer anciana, presentía que no se trataba de uno de estos encuentros.
—¿Tiene usted vidrio opaco en las ventanas de su baño?—le pregunté de manera cautelosa y cortés.
—Sí, por qué … creo que sí tengo—me respondió con timidez.
—Verifíquelo—le dije—. Si tiene ese tipo de vidrio en su baño, lo que ha estado viendo podría ser la luz que reflejan los carros al pasar por la calle. A lo mejor me equivoco, pero no creo que esto que ha visto sea algo fuera de lo común.
Las experiencias espirituales son misteriosas. A menudo algo que pareciera sobrenatural o paranormal puede explicarse fácilmente. O si algo inusual ocurre, el momento puede ser tan pasajero que no podamos recordar con exactitud lo sucedido. A veces, sin embargo, la realidad del ámbito espiritual irrumpe a través de las barreras del tiempo y el espacio.
El servicio terminó. Y apenas al abrir mis ojos después de la oración de clausura noté a una joven madre que se encaminaba apresurada por el pasillo de la iglesia. No podía ocultar su emoción. Su hijo de doce años, me anunció, acababa de ver a dos ángeles (conmigo) en la plataforma.
—¿Le puedo hacer una preguntas a Matt?—inquirí. Su hijo estaba inmóvil en la parte trasera del templo, viendo un poco avergonzado el entusiasmo de su madre.
Conocía a esa familia bastante bien. Este jovencito era sensible y no extremadamente religioso.
—Eran dos de ellos—me informó con un balbuceo de emoción.
—¿Estaban parados o sentados? ¿Dónde estaban exactamente?—le pregunté, pues quería saber los detalles. Quizás sólo estaba inventando todo esto.
—Los ángeles estaban parados, uno a cada lado de usted.
—¿Eran grandes o pequeños?—le presioné un poco.
—Grandes.
—¿Cuán grandes?
—Muy grandes.
—¿Más grandes que yo?
—Ah sí, mucho más grandes que usted.
Su cara sincera y sus respuestas rápidas y precisas me indicaron que este jovencito verdaderamente había visto algo. Por un momento transitorio, Dios descorrió la cortina del tiempo y el espacio y le permitió ver seres celestiales de luz.
Una cosa bastante similar sucedió años más tarde. Hace un tiempo conté una de estas historias en uno de mis sermones. Una hermana miembro de nuestra iglesia, Tina Esman, me escribió poco después de este acontecimiento:
Tan pronto como terminó de contar la historia del jovencito que vio ángeles cerca de usted en la plataforma, fue como si mis ojos se abrieran y vi dos ángeles, dos o tres veces más grandes que un ser humano, en túnicas blancas con cabello blanco, sentados uno a cada lado de usted.
Creo que el Señor me reveló que estaban allí para proteger las palabras de Dios que hablaría a su pueblo. Fue como si la gloria de Dios o una nube dorada descendiera desde los cielos en medio de los ángeles pasando a través de usted hasta la congregación.
Al principio quise decírselo, pero luego me contuve. Pensé que creería que yo era algo extraña, pero tan cierto como que todavía puedo verlos ahora en mi mente, sé que Dios está aún protegiendo su Palabra a través de usted, a pesar de que nunca más los he vuelto a ver.
¿Existen los ángeles? Sin dudas. ¿«Prueban» estos incidentes la existencia de ángeles? No. De la misma manera que no prueban ni sugieren que yo sea alguien especial porque otras personas hayan visto ángeles acompañándome cuando predico. Desafortunadamente, o quizás por fortuna, jamás los he visto. Sin embargo, ¿podríamos decir que historias como estas afirman lo que sabemos de la Biblia acerca de la realidad espiritual? Sí.
Oh palabra invisible, nosotros te contemplamos
Oh palabra intangible, nosotros te palpamos
Oh palabra insondable, nosotros te conocemos
Imperceptible, nosotros te poseemos.
Francis Thompson
Dietrich Bonhoeffer, uno de los más grandes pensadores cristianos de este siglo, una vez escribió sobre milagros y hechos providenciales: «Los creyentes ven una señal. Los incrédulos no ven nada». El apóstol Pablo vio a Cristo cara a cara, sin embargo: «Los hombres que iban con Saúl se pararon atónitos, oyendo a la verdad la voz, mas sin ver a nadie» (Hechos 9:7). Un hombre, que vio la luz, cambio el curso de la historia. Otros sólo se pararon parpadeantes y confusos.
Lo que para alguien es un hecho auténtico que puede cambiar su vida, para otro es una evidencia de inestabilidad mental. Cuando Pablo se defendía después de su arresto y contaba su impresionante experiencia de conversión, Festo, el gobernador romano de Judea, lo interrumpió con un grito: «Estás loco, Pablo; las muchas letras te vuelven loco» (Hechos 26:24).
Las experiencias espirituales son intangibles. Pablo lo dice de la siguiente manera: «Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara» (1 Corintios 13:12). Escribir acerca de los ángeles es como ver a través de un vidrio opaco: Sabemos que hay algo del otro lado, pero no siempre estamos seguros de qué se trata. Nuestra humanidad tiene limitaciones. No podemos ver las cosas del mundo espiritual cada vez que lo deseemos, ni ver tan siquiera uno de sus millones de seres espirituales a nuestro antojo. Tampoco podemos ver los campos magnéticos, ni la electricidad ni el sol en un día nublado. La realidad no se basa únicamente en lo que podemos o no ver, o en lo que podemos o no entender.
El autor cristiano Frederick Buechner escribe:
La magia que opera en base a la habilidad de manos se fundamenta en el hecho demostrable de que, como regla general, la gente ve únicamente lo que espera ver. Los ángeles son espíritus poderosos a quienes Dios envía al mundo para desearnos bienestar. Y puesto que no esperamos verlos, no los vemos. Un ángel extiende sus brillantes alas sobre nosotros, y decimos cosas tales como: «Fue uno de esos días que te hacen sentir bien por el simple hecho de estar con vida», o «Tengo la corazonada de que todo me va a salir bien».1
El dominio espiritual es tan enigmático que algunas personas, aun las que creen en Dios, se han preguntado si de verdad los ángeles existen. Algunos teólogos creen, por ejemplo, que los ángeles pueden entenderse mejor si los consideramos como metáforas de la presencia de Dios y que en realidad no son ángeles en un estado perpetuo de existencia celestial. En lugar de eso, los ángeles van y vienen como los sueños, pedacitos holográficos de la voluntad de Dios. Que, al Dios crearlos por uno o dos segundos, llevan mensajes y después se esfuman para siempre.
Sin embargo, esto no es lo que encontramos en la Biblia. Las Escrituras siempre dicen que los ángeles son seres espirituales reales con existencia individual, como examinaremos en detalles a través de este libro. C. Fred Dickason observa que nunca, aun en los primeros escritos de la Biblia, «los ángeles se consideraron simples ilusiones o figuras de estilo. Los ángeles son una parte integral de la historia de Dios en su trato con los seres humanos».2
A pesar de todo, abunda mucho la especulación filosófica acerca de la existencia y la naturaleza de los ángeles. Y esto es natural, supongo, porque los seres humanos somos inquisitivos hasta lo más profundo de nuestro ser, especialmente cuando se trata de asuntos misteriosos y sin total explicación. Un libro sobre ángeles no estaría completo sin mencionar La jerarquía celestial, escrita por Dionisio, algunas veces llamado San Denis. Dionisio, una figura poco conocida de la historia de los inicios de la Iglesia, se dedicó a examinar y clasificar ángeles con minucioso detalle. Comenzando con la Biblia, Dionisio agregó un buen pedazo de superstición medieval acerca del mundo de los espíritus. Lo que resultó fue una elaborada pero imaginativa jerarquía de seres espirituales que en esencia forjaron la visión cristiana sobre los ángeles durante muchos siglos.
Los escritos de Dionisio influyeron grandemente en Tomás de Aquino, por lo general conocido como «el padre de la teología católica romana» y a veces también llamado «el ángel doctor». Este dedicó una gran parte de su obra clásica Suma Teológica (que significa, vagamente, todo lo que siempre has querido saber de teología) a escudriñar y refinar la visión de Dionisio, incluyendo aspectos tales como «la predicación, multiplicación y la individualidad de la naturaleza de los ángeles».
Hubo algunos teólogos a quienes no lograron impresionar los escritos de estos hombres. Karl Barth llamó a los escritos de Dionisio «irritantes» y, en respuesta a los complicados escritos de Tomás de Aquino sobre los ángeles, declaró: «Las Sagradas Escrituras nos dan suficiente información para pensar respecto a los ángeles».3
En otras palabras, por lo que la Biblia revela, hay algunas cuestiones acerca de los ángeles que podemos saber con certeza, pero hay otras con las cuales sólo podemos especular. Lo mejor que puede suceder con las nebulosas acerca de los ángeles es que resulten interesantes y de ayuda, y lo peor es que nos guíen a equivocaciones. Si vamos a entender a los ángeles de las tinieblas y de la luz, necesitamos identificar lo verdadero y lo falso, lo seguro y lo peligroso. Lo que los cristianos creen acerca de los ángeles, o cualquier otra cosa sobre la materia, debe ser firmemente fundamentado en la Biblia. Pablo advierte a la iglesia de Colosas:
Nadie os prive de vuestro premio, afectando humildad y culto a los ángeles, entremetiéndose en lo que no ha visto, vanamente hinchado por su propia mente carnal.
Colosenses 2:18
Pablo nos dice aquí que, si no somos cuidadosos, la verdad tal como se nos revela en la Biblia puede ser confusa si le prestamos demasiada atención a las cosas vanas. De manera que a través de este libro analizaremos, a la luz de las Sagradas Escrituras, todo respecto a los ángeles, y lo que diferentes personas dicen y creen acerca de ellos. Algunas cosas son claras. Muchas otras no los son.
Dios creó a los ángeles para servirle y para que sirvan a su pueblo. Si hay algo que podemos aprender de la Biblia acerca de ellos, es que son reales. Los ángeles existen. Y a pesar de todo, hay teólogos que se han cuestionado al respecto (aunque, como tal vez usted sabe, los teólogos se cuestionan respecto a muchas cosas). Como los ángeles van y vienen como una nube de humo en un día de viento, hay quienes han especulado que ellos en realidad no tienen una «naturaleza» ni una existencia independiente. Algunos teólogos creen que los ángeles existen momentáneamente, sólo para dar algún mensaje. O para decirlo de otro modo, el ángel es el mensaje. Una vez que el mensaje se ha dicho, el ángel desaparece para siempre o hasta que Dios lo vuelva a «crear» para enviar otro mensaje. Los ángeles, de acuerdo a esta perspectiva, no existen en «realidad».
Un escritor ha hecho notar lo siguiente: «Con frecuencia se ha hecho ver que los ángeles no tienen biografías. Que no tienen una extensión narrativa horizontal, histórica. No son[…] progresivos. Irrumpen fragmentando el tiempo y la secuencia, y luego, como lo dice la historia en Lucas, desaparecen sin dejar rastro alguno, dejando solamente una canción o una imagen».4 Esta idea la encuentro difícil de aceptar, porque la Biblia enseña que los ángeles existen en la presencia de Dios, aunque no estén ocupados trayendo mensajes a la tierra.
El gran reformador Juan Calvino rechazó severamente «esa filosofía trivial concerniente a los santos ángeles que enseña que ellos no son nada más que inspiraciones o buenas motivaciones de Dios puestas en la mente de los seres humanos».5
No obstante, la Biblia guarda silencio respecto a «la “naturaleza” de los ángeles, si son o no personas, o de cuál es su relación con respecto al mundo físico».6 Todo lo que sabemos es que son seres espirituales invisibles que ministran a Dios y a su pueblo.
Descartando la idea del matrimonio en el cielo, lo más cercano que Jesús dijo respecto a «la naturaleza» de los ángeles fue cuando explicó: «Mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la resurrección de entre los muertos, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles».7 Esto sólo nos dice que la «naturaleza» de los ángeles es inmortal, nada más. E implica que los ángeles tienen una existencia separada, que continúa.
Los ángeles, entonces, son reales. Son seres espirituales, semejantes a Dios, pero no son Dios. Tampoco son humanos, ni de carne y hueso, si bien es posible que aparezcan en forma humana. La «sustancia» precisa de su naturaleza se desconoce. Son inmortales. No son omnipresentes: presentes en todas partes al mismo tiempo, como Dios, pero sí son inmediatamente presentes. En Mateo 4:11 se nos dice que los ángeles «vinieron» y servían a Jesús después de la tentación en el desierto, sugiriendo así que estos no estaban presentes cuando unos minutos antes el diablo apareció. Dios estaba ahí, en la encarnación del Hijo, pero los ángeles no. Los ángeles no están en todas partes.
SI EL CIELO ESTÁ TAN CERCA,
¿POR QUÉ DIOS PARECE TAN DISTANTE?
¿POR QUÉ DIOS PARECE TAN DISTANTE?
Vemos el cielo a través del vidrio opaco. Esto quizás sea la más terrible y frustrante consecuencia del pecado humano. Cuando Dios creó al principio a Adán y a Eva, el compañerismo inmediato y la conversación directa con el cielo era algo «normal». No había barreras. Pero la serpiente que «era astuta, más que todos los animales del campo que Jehová Dios había hecho», desafió a la mujer … y a Dios: «¡Mentira!—silbó la serpiente—. ¡No morirán! Dios sabe muy bien que en el momento que lo coman se les abrirán los ojos para distinguir entre el bien y el mal».8
Se les abrirán los ojos. ¿Qué ojos? ¿Qué verán? Pareciera como si el diablo le estuviera haciendo una oferta para hacerse más perceptiva espiritualmente, como Dios. Es irónico, pero Adán y Eva no obtuvieron lo que veían, ni vieron lo que iban a obtener. Esa es siempre la naturaleza de la ilusión: la carnada de la verdad siempre esconde el anzuelo de la decepción. Así como el diablo predijo: «fueron abiertos los ojos de ambos».
Pero no se volvieron más semejantes a Dios. Al contrario, por primera vez «conocieron que estaban desnudos». El foco de la percepción humana retrocedió de la primacía de la dimensión espiritual al de las limitaciones del tiempo y el espacio de la creación física. El mundo material entró en acción. La dimensión espiritual se esfumó en una niebla espesa. En esencia, la naturaleza humana dio un vuelco total.
Ahora vemos los cielos, y a los ángeles, a través de un vidrio opaco. McCandlish Phillips, antiguo reportero del New York Times, hizo la observación de que los «hombres pueden saber sólo lo que Dios determina revelarles sobre lo espiritual y lo sobrenatural[…]. No podemos saber nada de los ángeles[…] sino por revelación».9 «Rumores de ángeles» es como un autor recientemente ha descrito a los seres difusos del mundo espiritual.10
Es como si nuestros ojos espirituales necesitaran una cirugía de cataratas, mientras que la capa lechosa siguiera engrosándose. En lo que va de las dos últimas generaciones, nuestra cultura occidental ha desdeñado las experiencias espirituales. Para aquellos de nosotros que crecimos bajo la influencia del materialismo científico, el vidrio opaco se ha tornado negro. Cada misterio se evapora en el matraz de ácido de la duda científica. Aunque creemos en Dios teóricamente, en la práctica el ámbito espiritual no es real para nosotros. Incluso nuestro lenguaje, un componente vital de nuestra cultura, traiciona nuestro escepticismo acerca de las «cosas espirituales». Los términos «sobrenatural» y «paranormal» son, en realidad, creaciones occidentales. Estas expresiones sugieren que hemos creado una distinción artificial entre lo «natural» y lo «sobrenatural», lo «normal» y lo «paranormal».
Quizás resulte sorprendente que la palabra «sobrenatural» no tiene equivalente ni en el hebreo del Antiguo Testamento ni en el griego del Nuevo Testamento. Para los escritores de la Biblia, aun y cuando también vieron a través de un oscuro opaco, las barreras entre tiempo y eternidad no fue tan específicamente definida. Tampoco está muy bien definida en las culturas no occidentales. En la India, por ejemplo, no hay equivalente de la palabra «paranormal» o «sobrenatural» en ninguna de sus catorce lenguas principales.11
Esa borrosa barrera entre tiempo y eternidad fue precisamente el tema de la muy aclamada película, Field of Dreams [Campo de sueños]. En esta película, una sonora voz como si fuera Dios guía al actor estrella, Kevin Costner, a construir un diamante de béisbol a mitad de un maizal en Iowa. Varios grandes jugadores del béisbol, todos muertos, comienzan a materializarse a partir de las crecidas filas de maíz al margen del campo de juego.
Uno de los jugadores, literalmente un fantasma del pasado, le pregunta a Kevin Costner con incredulidad: «¿Es aquí el cielo?»
La respuesta de Costner se inmortalizó: «No», le dice con la misma incredulidad, «¡esto es Iowa!»
Las barreras entre el cielo y la tierra se han esfumado. La película, por supuesto, no es cristiana. Su base central es la filosofía del movimiento de la Nueva Era12, pero los seguidores de la Nueva Era nos quieren decir que podemos redescubrir, si lo intentamos, la realidad de la dimensión espiritual. Está se encuentra más allá de la próxima hilera de maíz.
Esto es, por cierto, muy cercano a la visión del mundo que encontramos en la Biblia, no es que podamos conversar con los muertos, sino que «el reino de los cielos se ha acercado». El cielo está tan cercano como nuestro aliento. Los ángeles están tan cercanos como si estuvieran al otro lado de la habitación … y algunas veces aún más.
CUATRO CLASES DE ENCUENTROS CERCANOS
La falsa imagen del cielo está al otro lado del vidrio opaco. ¡Sabemos que algo hay allí! ¿Qué vemos? ¿Y cómo lo vemos? He llegado a creer, para usar la terminología de los OVNI, que hay cuatro clases de «encuentros cercanos» sobrenaturales.
Primero, a veces Dios pone pensamientos en nuestras cabezas. Este tipo de encuentro espiritual más común no es abiertamente sobrenatural, pero la Biblia contiene muchos ejemplos. En una ocasión, cuando Jesús estaba solo con sus discípulos, les preguntó qué era lo que la gente estaba decía de Él:
—¿Quién dice la gente que soy?
—Bueno—le respondieron—, algunos dicen que eres Juan el Bautista; otros, que eres Elías; y otros, que eres Jeremías o alguno de los profetas.
—¿Y quién creen ustedes que soy?
—¡Tú eres el Cristo, el Mesías, el Hijo del Dios viviente!—respondió Simón Pedro.
—Dios te ha bendecido, Simón, hijo de Jonás—le dijo Jesús—, porque esto no lo aprendiste de labios humanos. ¡Mi Padre celestial te lo reveló personalmente!13
Jesús le explicó, dejando bien en claro que los pensamientos de Pedro, por cierto, no eran de él. Vino del cielo. El Padre celestial puso ese pensamiento en la mente de Pedro.
Ahora bien, Dios no controla nuestros pensamientos, pero sí nos habla de vez en cuando. Y aunque esta clase de iluminaciones espirituales no se convierten en grandes titulares, que no son muy sensacionales, podríamos llamar a este un encuentro cercano a lo sobrenatural del primer tipo.
Segundo, el cielo puede venir hacia nosotros en imágenes mentales y sueños. «Vemos» como escenas dentro de nuestra cabeza, similar a una especie de pantalla de televisión mental. Los sueños, por supuesto, han sido siempre un tema de estudio y fascinación desde los tiempos antiguos de los relatos bíblicos hasta la investigación científica contemporánea. Algunos dicen que los sueños son puramente fisiológicos, impresiones inducidas de manera química. Otros abogan que algunas veces los sueños son ventanas del cielo, una clara enseñanza de la Biblia. Mientras que la mayoría de los sueños son una función normal de un cerebro en reposo y casi todos los sueños no tienen significado espiritual, en la Biblia Dios usa sueños de vez en cuando para hablar a su pueblo. Las referencias a los sueños aparecen cerca de cien veces en las Escrituras y a veces hay ángeles en esos sueños.14
Jacob tuvo un famoso sueño con un ángel. Cuando huía de su vengativo hermano Esaú, Jacob dejó Beerseba y se fue a establecer en Harán. «Y llegó a un cierto lugar, y durmió allí, porque ya el sol se había puesto; y tomó de las piedras de aquel paraje y puso a su cabecera, y se acostó en aquel lugar. Y soñó: y he aquí una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella» (Génesis 28:11–12, cursivas añadidas).
José, después de la visita de los magos, un ángel le advirtió en sueños: «Levántate y toma al niño y a su madre, y huye a Egipto, y permanece allá hasta que yo te diga; porque acontecerá que Herodes buscará al niño para matarlo» (Mateo 2:13).
Cuando un amigo mío, Mark Buckley, escuchó que estaba escribiendo acerca de los ángeles, me preguntó con cierta reserva si estaría interesado en una historia de cómo un ángel se le apareció en un sueño. «A cientos de personas le impactó mi sueño», me dijo. Mark es un pastor de éxito, por encima del promedio, en el área de Phoenix y un escritor regular de la revista Ministry Today.
En la primavera de 1971 vivía en Novato, California, con otros cinco hombres en una casa ministerial cristiana llamada Solid Rock. Una noche tuve un sueño que cambió el curso de mi vida y ministerio. En mi sueño veía un grupo de estudiantes jugando voleibol en el gimnasio de la secundaria Terra Linda. Hacía tres años que me había graduado en esa secundaria, de manera que recordaba bastante bien el gimnasio.
Mientras observaba el desarrollo del juego, una cara de un hombre apuesto apareció de repente en mi sueño. «Preséntate aquí mañana a las siete y media de la noche», me dijo. Luego la cara desapareció y el sueño terminó.
Cuando desperté a la mañana siguiente, recordaba el sueño vívidamente. Sentía como si el Señor me hubiera hablado. Puesto que la cara que vi no se parecía a la de Jesús, pensé que se trataría de un ángel. Cuando mi buen amigo Malcolm despertó, le conté mi sueño y le pedí que me acompañara a la secundaria Terra Linda esa noche. Malcolm no estaba del todo seguro que hubiera escuchado al Señor, pero estaba dispuesto a acompañarme y apoyarme.
Malcolm y yo llegamos a la secundaria a las siete y quince esa tarde. El recinto estaba desierto, excepto por la presencia de algunos estudiantes de teatro que ensayaban una obra. Intentamos entrar por la puerta exterior del gimnasio. Estaba con candado. Recorrimos todos los edificios de la escuela, llevando unos folletos sobre los Evangelios, sin resultado alguno. No sabía lo que el Señor tenía reservado para mí, pero suponía que era de esperar que le hablara del evangelio a alguien.
A las siete y media fuimos y nos paramos en la acera frente al gimnasio. Comencé a sentirme bastante tonto. Y Malcolm me lo recordaba. En son de burla me dijo: «Creo que esta vez lo perdiste».
Cuando estábamos a punto de irnos, un ómnibus escolar se acercó a la acera frente a nosotros. Uno a uno los miembros del equipo de béisbol de la secundaria se bajaron del ómnibus. Caminamos hacia ellos y comenzamos a darles los tratados a los muchachos, que no eran muy receptivos al evangelio. Venían de un largo viaje e iban a bañarse. Sólo un par de ellos se detuvo lo suficiente para escuchar mientras que intentábamos hablarles del evangelio.
Don Lucas, el entrenador, fue el último en salir del ómnibus. Don, quien fue mi entrenador durante dos años cuando jugaba fútbol y béisbol, mostró una amplia sonrisa cuando me reconoció. Nuestro gozo de vernos se multiplicó cuando me dijo que también él le entregó recientemente su vida a Cristo. Después de mencionarme que pensaba formar un grupo de atletas cristianos en su escuela, también se precipitó para unirse a los jugadores que estaban en los vestidores.
Cuando el chofer estacionó a un lado el ómnibus vacío lejos de la acera, Malcolm y yo decidimos retirarnos también. Tenía un sentimiento de vacío dentro de mí. Fue bueno ver a mi antiguo entrenador, pero no sucedió nada dramático. Y supuse que quizás había mal interpretado el sueño.
Dos semanas más tarde recibí una llamada de Don. «¿Te gustaría dar una conferencia en nuestra reunión de atletas cristianos?», me preguntó. Acepté con mucho entusiasmo. En esa reunión, una semana más tarde, conocí a otro entrenador cristiano que también era un maestro de enseñanza de salud en la secundaria. Supo que algunos años antes me habían hospitalizado debido a una sobredosis de drogas, y me invitó a que le hablara a sus alumnos acerca del peligro del abuso de drogas y lo que Jesús hizo para liberarme de la drogadicción.
El día que hablé en la escuela, conocí a otros maestros que también me pidieron que visitara sus aulas. Una puerta abierta llevó a abrir otras más. ¡A veces llegué a hablarle hasta a cinco grupos de estudiantes en un solo día!
Se me dio una libertad fuera de lo común para hablar de mi fe, junto con un mensaje antidrogas, en la escuela. A los pocos meses, los estudiantes formaron un receso de comida para estudiar la Biblia en una de las aulas. Me pidieron que fuera una vez a la semana y les enseñara. Durante los dos años siguientes, estuve con ellos cada semana.
Las recomendaciones de los maestros de la secundaria Terra Linda me abrió las puertas para hablar en las clases de educación de la salud, historia y ciencias en las secundarias de San Rafael,
Redwood, Drake y Tamalpias. Pronto tuvimos estudios bíblicos semanales en cuatro escuelas diferentes. El condado de Marin, al norte de San Francisco, siempre ha tenido un clima liberal, pero a inicios de la década del setenta los maestros y directores de las secundarias en Marin dieron la bienvenida al evangelio como un medio de ayudar a los estudiantes.
Todavía sigo en contacto con muchos de los estudiantes que confiaron en Cristo para vida eterna y fueron discipulados a través de aquellos estudios de la Biblia en las secundarias. Algunos se dedican por completo al ministerio cristiano. Cuando veo hacia atrás, cómo comenzó todo, todavía puedo ver en mi mente la cara del ángel que me guió y dijo: «Preséntate aquí mañana a las siete y media».
Marcos tuvo un encuentro sobrenatural del segundo tipo.
Tercero, el cielo puede venir a nosotros en visiones y éxtasis. Estas son menos comunes y más extraordinarias que los sueños y las imágenes mentales. Pienso en una visión como algo externo, algo visual que «vemos» fuera de nosotros, opuesto a los sueños e imágenes dentro de nuestra cabeza. La Biblia no hace esta distinción en cada caso, pero tenemos la impresión, por ciertos pasajes, de que lo que lo gente vio fue como «realidad virtual». No estaba allí en verdad, pero era lo suficientemente real, quizás tridimensional y a todo color. Una visión o un éxtasis es un encuentro sobrenatural del tercer tipo.
El apóstol Pedro, cuando visitaba a unos amigos en Jope, en la costa del Mediterráneo, subió a la azotea de la casa para tomar algo de brisa y orar. «Y tuvo gran hambre, y quiso comer; pero mientras le preparaban algo, le sobrevino un éxtasis». Sea por lo que sea, la Biblia no dice nada acerca de que Pedro se hubiera quedado dormido o estuviera soñando. Usa sólo una palabra, «éxtasis». El término usado en griego es ekstasis, del cual proviene la palabra en castellano «éxtasis».
Más allá de sí mismo, Pedro «vio el cielo abierto, y que descendía algo semejante a un gran lienzo, que atado de las cuatro puntas era bajado a la tierra; en el cual había de todos los cuadrúpedos terrestres y reptiles y aves del cielo». Comida inmunda, comida chatarra, como las salchichas y el tocino. «Y le vino una voz: Levántate, Pedro, mata y come[…] Esto se hizo tres veces; y aquel lienzo volvió a ser recogido en el cielo» (Hechos 10:9–16). La sábana, aparentemente, no estaba en la mente de Pedro. Vino del cielo y volvió al cielo.
Este relato, por supuesto, es acerca de cómo Dios quería que Pedro testificara del evangelio a los gentiles «impuros», algo que un buen judío como Pedro no estaba dispuesto a hacer. Pero lo que trato de resaltar es que lo que apareció aquí era una clase de imagen en tercera dimensión.
A lo mejor Juan tuvo una experiencia similar cuando, «en el Espíritu» en el Día del Señor, escribió el libro de Apocalipsis. Cuando leo el último libro de la Biblia, me da la impresión de que Juan vio y escuchó cosas fuera de su propia mente, como en éxtasis.
Mucho de lo que vio debe haber sido similar a la «realidad virtual»: el anticristo levantándose del mar, o «una bestia que tenía siete cabezas y diez cuernos; y en sus cuernos diez diademas» (Apocalipsis 13:1). Pero otras cosas que Juan vio, creo yo, estaban realmente allí: «Y miré, y oí la voz de muchos ángeles alrededor del trono[…] y su número era millones de millones, que decían a gran voz: El Cordero que fue inmolado es digno de tomar el poder» (Apocalipsis 5:11–12). Juan verdaderamente vio eso. Estaba allí en realidad.
Cuarta, en el más alto nivel de los encuentros espirituales, la realidad del cielo literalmente puede fraccionar el tiempo y el espacio. Jesús apareció, realmente, a Saulo (después llamado el apóstol Pablo) en el camino a Damasco. Mi tío se convirtió cuando Jesús se le apareció, de verdad, parado al pie de su cama. Igual que Pablo, mi tío no esperó ni un mes ni dos para pensar acerca de lo sucedido. Su visión de Cristo fue sobrecogedora y él se convirtió esa misma noche. Este fue un encuentro sobrenatural de la cuarta clase, típico de la mayoría de los ángeles que aparecen en la Biblia.
Los ángeles aparecen, en realidad, a mucha gente en la Biblia. Pueden verse y escucharse, y la gente habla con ellos como usted y yo conversamos con un amigo. A medida que he coleccionado informes de encuentros con ángeles y encuestado a cientos de personas, he descubierto que muy pocas personas han tenido un encuentro indudable, real y literal con un ángel. Y casi todos los que lo han tenido, han visto un ángel una sola vez. Los encuentros espirituales reales de la cuarta clase son escasos.
Es más, cuando ocurren, puede ser difícil y aun imposible que la persona logre describir la experiencia. Por ejemplo, el apóstol Pablo aparentemente tuvo una experiencia fuera del cuerpo, quizás cuando lo apedrearon en Listra (Hechos 14:19–20). Cuenta: «Conozco a un hombre [Pablo se refiere a sí mismo] en Cristo, que hace catorce años (si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé; Dios lo sabe), que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar» (cursivas añadidas).15
Dios no es el único incomprensible; lo mismo puede también
decirse del cielo en el mundo de las criaturas.
Karl Barth
El lenguaje humano simplemente no puede describir aquello que va por encima de la experiencia normal. Apoyándose en el lenguaje del símil y la metáfora, Ezequiel describe las cámaras privadas de su Majestad:
Y miré, y he aquí venía del norte un viento tempestuoso, y una gran nube, con un fuego envolvente, y alrededor de él un resplandor, y en medio del fuego algo que parecía como bronce refulgente, y en medio de ella la figura de cuatro seres vivientes. Y esta era su apariencia: había en ellos semejanza de hombre. Cada uno tenía cuatro caras y cuatro alas. Y los pies de ellos eran derechos, y la planta de sus pies como planta de pie de becerro; y centelleaban a manera de bronce muy bruñido[…] Se oía una voz de arriba de la expansión que había sobre sus cabezas. Y sobre la expansión que había sobre sus cabezas se veía la figura de un trono que parecía de piedra de zafiro; y sobre la figura del trono había una semejanza que parecía de hombre sentado sobre él. Y vi apariencia como de bronce refulgente, como apariencia de fuego dentro de ella en derredor, desde el aspecto de sus lomos para arriba; y desde sus lomos para abajo, vi que parecía como fuego, y que tenía resplandor alrededor. Como parece el arco iris que está en las nubes el día que llueve, así era el parecer del resplandor alrededor. Esta fue la visión de la semejanza de la gloria de Jehová.
Ezequiel 1:4–7, 25–28 (cursivas añadidas)
Note especialmente la última línea. Ezequiel no vio al Señor. Ni siquiera vio su gloria. Es más, no vio ni la semejanza de la gloria del Señor. Ezequiel vio la visión de la semejanza de la gloria de Jehová. Este es otro ejemplo de la más elevada forma de experiencia espiritual. El cielo irrumpió en tiempo y espacio, y Ezequiel vio, literalmente, el trono de Dios. Fue como un pequeño tratando de describir un día de paseo en un centro de diversiones. Ezequiel no tenía una experiencia previa ni algún punto de referencia para describir lo que había visto.
En otra narración del Antiguo Testamento (2 Reyes 6:8–23), el rey de Siria, frustrado y furioso por la dirección profética de Eliseo para con el rey de Israel, hace los preparativos para secuestrar a su antiguo adversario judío. «Id, y mirad dónde está», ordenó el rey, «para que yo envíe a prenderlo». Y le informaron: «He aquí que él está en Dotán». Así es que el rey envió gente de a caballo, carros y un gran ejército, y sitiaron la ciudad en medio de la noche. A la mañana siguiente, cuando el sirviente de Eliseo se levantó y se dio cuenta que la ciudad de Dotán estaba sitiada, se atemorizó. «¡Ah, señor mío! ¿qué haremos?», dijo temblando.
«No tengas miedo», le respondió el profeta con confianza. «Más son los que están con nosotros que los que están con ellos». Y Eliseo oró: «Te ruego, oh Jehová, que abras sus ojos para que vea». Y Dios lo hizo y el joven criado vio, literalmente, dentro de la dimensión espiritual: los montes alrededor de la ciudad estaban llenos de caballos y carros de fuego enviados para proteger a Eliseo. No fue un sueño. No fue una imaginación. El ejército de fuego del Señor estaba realmente allí.
De manera que Dios puede revelársenos en diferentes formas y niveles, desde pensamientos sublimes hasta apariciones angélicas literales. Quizás George Washington tuvo un encuentro sobrenatural del cuarto tipo. Se dice que un ángel se le apareció en Valley Forge. También se dice que los ángeles visitaron dos veces a Johnny Cash: la primera cuando tenía doce años y la segunda cuando era un adulto. Las dos veces el ángel le advirtió sobre una muerte inminente. Y también hay la historia (no pude obtener un informe de primera mano sobre ella) de seis cosmonautas rusos, todos ateos, que cuando estaban en el espacio vieron dos veces una banda de ángeles con alas tan grandes como las de un avión gigante.16
La gente aún sigue escuchando la voz de Dios y viendo ángeles. El teólogo C. Fred Dickason escribió: «El testimonio combinado de las Escrituras, el Antiguo y Nuevo Testamentos, y de el Salvador, nos aseguran que hay un mundo de criaturas inteligentes, poderosas e invisibles cerca y sobre nosotros, que aprueban nuestro cuidadoso y piadoso estudio y nos desafían a expandir nuestras categorías de pensamiento y a cambiar nuestra conducta de vida de acuerdo a la verdad de Dios».17
1 Frederick Buechner, Wishful Thinking: A Theological ABC [¡Ojalá y así fuera!: Un ABC teológico], Harper & Row, New York, 1973, pp. 1–2.
2 C. Fred Dickason, Angels: Elect and Evil [Ángeles: elegidos y perversos], Moody Press, Chicago, 1975, pp. 18–19.
3 Karl Barth, Church Dogmatics: The Doctrine of Creation [Dogmática de la Iglesia: La doctrina de la creación], vol. 3, parte 3, T. & T. Clark, Edimburgo, 1961, p. 410.
4 David Miller, «Angels, Ghosts, and Dreams: The Dreams of Religion and the Religion of Dreams» [Ángeles, fantasmas y sueños: Los sueños de la religión y la religión de sueños], The Journal of Pastoral Counseling, 26, 1, 1991, p. 21.
5 Según lo cita Mortimer F. Adler, The Angels and Us [Los ángeles y nosotros], Macmillan, New York, 1982, p. 26.
6 Barth, pp. 410–11.
7 Lucas 20:35–36, cursivas añadidas. Este versículo contiene la única mención en el Nuevo Testamento del término griego isangelos, «como un ángel».
8 Génesis 3:4, La Biblia al día, cursivas añadidas. El relato completo se encuentra en Génesis 3:1–7.
9 Según lo cita Billy Graham, Los ángeles: agentes secretos de Dios, Editorial Caribe, Miami, FL, 1976, p. 29.
10 Timothy Jones, «Rumors of Angels» [Rumores de ángeles], Christianity Today, 37, 4, 1993, pp. 18–22.
11 Según me dijo Paul Pillai, graduado del Seminario Teológico Talbot y prominente líder cristiano del norte de la India.
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«Nueva Era» es un término que usado y aplicado a un extenso número de religiones interrelacionadas y creencias casi religiosas, no cristianas, que han tomado un gran auge popular.
La erudita cristiana Mary Ann Lind escribe: «El término Nueva Era es una referencia a un tiempo particular en el futuro cercano cuando la humanidad pres umiblemente entrará en una era de iluminación espiritual caracterizada por la realización colectiva de la “conciencia de dios” dentro de cada persona. La liberación universal de dicho poder espiritual guiará entonces hacia la “nueva era” (From Nirvana to the New Age [De Nirvana a la Nueva Era], Revell, Tarrytown, NY, 1991, p. 18). De acuerdo a Lind, al Movimiento de la Nueva Era se le ha denominado también como el Movimiento del Potencial Humano, La Conspiración Acuariana, La Era de Acuario, La Tercera Fuerza y la Nueva Espiritualidad. Doug Groothuis, quizás la máxima autoridad en Nueva Era, identifica seis elementos clave del movimiento: (1) Todo es uno o monismo. Todo (Dios, los humanos y otras formas de vida, cosas materiales y no materiales) en el universo es parte de un gran todo. El karma del hinduismo y «La fuerza» de la película La guerra de las galaxias son expresiones de esta idea. (2) Todo es Dios. Dios está en todo y Dios es todo. Esto es panteísmo, donde todas las cosas, se dice, parten de una esencia divina. (3) La humanidad es Dios. Nosotros no sólo somos perfectos; somos dioses. (4) Un cambio en la conciencia. Groothuis escribe: «Todo es uno; todo es dios; nosotros somos dios. Simple y sencillamente». Si es así, ¿cómo no sabemos esto? Necesitamos ser iluminados. Necesitamos ser guiados a una conciencia de la unidad y del poder espiritual. Esto, en parte, es precisamente lo que nos dicen diciendo los ángeles de la Nueva Era. (5) Todas las religiones son una. Esto es, en una palabra, sincretismo. (6) Optimismo cósmico evolucionario. Una nueva era va a surgir, «emergiendo de las cenizas de la visión del mundo occidental». (Véase Unmasking the New Age [Desenmascarando a la Nueva Era], Intervarsity, Downers Grove, IL, 1986, pp. 18–31.)
14 «Los sueños se asocian a menudo con ángeles en las tradiciones judía y cristiana como si ellos en sí mismos fueran en un sentido “ángeles”[…] La conexión de ángel e imagen (sueño-imagen) es común en la antigüedad. Para Filón, en su obra Sobre gigantes, la imagen de Dios es el ángel o logos. Josefo llama a los ángeles phantasma («imágenes fantásticas»). En el antiguo siríaco la palabra ekoni significa imagen y ángel». Miller, pp. 18–28.