El Llamamiento de Moisés
Moisés es uno de los personajes que más se menciona en la Biblia. No todas las veces la mención es una referencia a la persona como tal, pues en algunas ocasiones se está hablando sobre la Ley o los libros escritos por él.
Para hoy la lección más importante que debemos aprender, en relación con la vida de Moisés, es que él respondió al llamado que Dios le hizo para involucrarse en Su plan.
Al inicio quiso hacer las cosas a su manera y fracasó. Cuando ya era el tiempo de Dios puso un puñado de excusas para no atender al llamado, pero finalmente fue, y luego que se dejó utilizar por Dios fue un líder firme y comprometido.
Moisés pasó los primero años de su vida pensando que era importante, y que por sus méritos humanos sería el libertador de su gente. Pero en lugar de eso terminó exiliado y llegó a ser un sencillo pastor de ovejas. Cruzando al otro extremo, por un momento menospreció el poder de Dios para utilizar a alguien pequeño; pero finalmente aprendió a confiar en Dios y aunque tuvo sus altibajos pudo ver las grandes cosas que el Señor puede hacer con alguien sencillo.
El poder no estuvo en Moisés, el príncipe, el pastor o el profeta, sino en el Dios que le encomendó una tarea y que siempre estuvo apoyándolo para cumplir con Su propósito.
Pastoreando las ovejas de su
suegro Jetro –que significa “Su excelencia”-, Moisés llegó
hasta el Monte Horeb –que significa “Desolación”-, donde se le apareció
el Ángel de Jehová, (vs. 1-2).
Según el Diccionario Ilustrado
de la Biblia, de editorial Caribe: “Muchos teólogos creen que el
Ángel del Señor, mencionado varias veces en el Antiguo Testamento,
es una teofanía, o sea, una manifestación de Dios en forma
visible y corpórea, antes de la encarnación de Cristo...
Puede concluirse que el Ángel del Señor es el Hijo de Dios,
quien revela corporalmente la divinidad, (Juan 1:18)”. Otros se oponen
a esta idea diciendo que diluye el carácter de la encarnación
de Jesucristo, y reduce lo dicho en Hebreos 1:4, que fue “hecho tanto superior
a los ángeles”.
El Ángel de Jehová se apareció
en una llama de fuego, en medio de una zarza. Lo curioso era que
el arbusto no se consumía mientras ardía. Esto atrajo
la curiosidad de Moisés. Pero al acercarse a investigar, fue
detenido por la voz de Dios que le ordenó quitarse el calzado, pues
aquel era un lugar santo, (vss. 2-5).
Dios se le reveló a Moisés
como el Dios de sus antepasados los patriarcas Abraham, Isaac y Jacob.
El miedo lo sobrecogió y se cubrió la cara porque tuvo temor
de mirar la gloria de Dios, (vs. 6). Se creía que ver a Dios
cara a cara ponía a quien lo hacía en peligro mortal.
Así se lo dijo Dios mismo más adelante, (Éxodo 33:20),
“No podrás ver mi rostro; porque no me verá hombre y vivirá”.
El Señor le dijo a Moisés que el tiempo de liberar a los
israelitas de la esclavitud en Egipto había llegado ya. Le
reveló su plan de llevarlos a una tierra buena y de abundancia,
(vss. 7-9). La expresión “tierra que fluye leche y miel”,
es la descripción tradicional de la región llena de colinas
de Canaán en su estado pastoral original.
El elegido para la gran tarea de liberar
a los hebreos era Moisés, (vs. 10). Sin embargo, después
de cuarenta años cuidando ovejas, caminando a solas por los desiertos,
con una familia y un hogar establecido en Madián, Moisés
ya no era el líder animoso que una vez había querido libertar
a su pueblo por su propia iniciativa. Tal vez ya había olvidado
mucho del lenguaje refinado de la corte egipcia, y hablaba sólo
el idioma madianita. Ahora era un Moisés maduro, más
sabio y calculador, era más prudente y por ello presentó
una serie de excusas:
1. Se sintió pequeño para tal misión. Cuarenta
años antes lo había echado a perder todo al matar imprudentemente
al egipcio. Moisés preguntó: “¿Quién
soy yo?” Dios le respondió: “Ve, porque yo estaré contigo”,
(vss. 11-12).
2. Dijo que no sabría qué responder cuando le preguntaran:
“¿Cuál es su nombre?” Dios le contestó: “YO
SOY EL QUE SOY... Así dirás a los hijos de Israel:
YO SOY me envió a vosotros”, (vss. 13-15). Con este nombre
Dios se revela a Moisés como un Dios real, personal, inmutable y
todopoderoso.
3. Moisés argumentó que no le creerían que
Dios se le había aparecido. Dios le mostró que su vara
de pastor al dejarla caer al suelo se transformaba en culebra; y que al
meter su mano en sus ropas se volvía leprosa, y al meterla de nuevo,
se volvería sana de nuevo, (Éxodo 4:1-9).
4. Pretexto aún más: “Nunca he sido hombre de fácil
palabra”. Dios pacientemente le ofreció: “Yo estaré
en tu boca y te enseñaré lo que hayas de hablar”, (Éxodo
4:10-12).
5. Continuó negándose hasta enojar a Dios, (Éxodo
4:13-14). Aún así, Dios le ofreció que su hermano
Aarón lo ayudaría, y que Él les daría palabras
y los guiaría en lo que debían hacer, (vss. 13-17).
Finalmente, Moisés accedió y decidió cumplir la tarea
que el Dios de Abraham, Isaac y Jacob le había encomendado.
PREGUNTAS PARA CONSIDERAR
1. ¿Cuál es la gran tarea que Dios lo ha llamado
a hacer en su vida?
2. Está ya preparado o está preparándose
para realizarla?
3. ¿Qué obstáculos ve adelante para efectuar
su llamamiento?