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martes, 11 de agosto de 2015

Un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






 
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CONSTRUCCIÓN DE SERMONES
JUAN 5:1-17
I. El paralítico sanado
(
5:1–17)
A. Autoridad asombrosa (1–9)
1Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
1. La impotencia del hombre (1–5).
Este hombre que durante años había permanecido inmóvil, es una figura de la situación del hombre moderno que no ha experimentado la vida nueva que llena el vacío del corazón.
El pecado inmoviliza el alma. Por más que el hombre sea culto o muy preparado profesionalmente, es impotente a nivel espiritual. En lo profundo de su ser está vacío, arruinado, fracasado y es incapaz de mover un solo dedo con acciones que lo lleven a Dios. Por sí solo es el mayor de los incapaces. Este paralítico junto al pórtico de Betesda1 es un símbolo de la impotencia espiritual del hombre de hoy.
Junto a este paralítico había una multitud de enfermos esperando que apareciera un ángel a mover las aguas, pues el primero que se echaba al agua del estanque, sanaba en forma milagrosa. Pero este pobre hombre estaba enfermo desde hacía 38 años, ni siquiera podía moverse, y por lo tanto nunca tenía la oportunidad de tirarse al agua y experimentar sanidad. El estanque se parecía a lo que tendríamos que hacer según la ley, pero somos incapaces de cumplir, no podemos llegar.
Aparece entonces en escena Jesucristo. (Sobre el tema del por qué de las enfermedades y de la parálisis de este hombre, ver recuadro LA ENFERMEDAD COMO CASTIGO DIVINO.)
2. La pregunta de Jesús (6).
Jesús preguntó: “¿Quieres ser sano?” Dada la situación del hombre, la pregunta pareciera un tanto ridícula. ¿Qué enfermo no desea ser sano? Sin embargo, la pregunta no es tan pueril puesto que este individuo necesitaba confrontar la realidad. Hay millones que con desesperación buscan su sanidad, buscan escapar de su dilema personal, de los problemas y vacío de su alma, y sin embargo se niegan a ser sanados moral y espiritualmente. Por ello Jesús le preguntó al paralítico si deseaba ser sano.
Es la misma pregunta que le hace hoy al hombre: ¿Quieres ser sano? ¿Quieres que tu alma y tu mente sean sanadas? ¿Quieres que tu mente y todo tu ser sea regenerado de una vez por todas?
3. El palabrerío por ignorancia (7).
La respuesta del enfermo no contestó directa ni específicamente la pregunta de Jesús. El paralítico sólo se limitó a relatar por qué le era imposible sanar cada vez que aparecía el ángel. Este enfermo ignoraba quién era Jesús, y con palabrería empieza a filosofar, dando explicaciones y argumentos humanos.
La actitud de este hombre enfermo es similar a la de muchos hoy día, que comienzan con argumentos y excusas en lugar de reconocer con honestidad su enfermedad física, moral y espiritual.
4. El poder de Jesucristo (8–9).
A pesar de todo, Jesús le dice: “Levántate, toma tu lecho y anda.” Hay cierto paralelismo entre estas palabras de Jesús y lo que dice a todo pecador arrepentido, al pecador con parálisis mental, moral y espiritual. Ningún pecador que en verdad se arrepiente tiene por qué quedar tirado, postrado en el camino de la vida. Al recibir a Cristo en su ser, el paralítico espiritual puede levantarse.
La obra de Jesús fue instantánea: en ese mismo instante el hombre sanó y volvió a caminar.
B. Ofendidos por un milagro (10–17)
10Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. 11El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
1. Los espectadores ofendidos (10).
Estos versículos muestran la dureza del corazón de los hombres, la conciencia cauterizada. Cuando ocurre un milagro o un hecho maravilloso, hay quienes en vez de gozarse en su corazón, se ofenden y hasta se enojan. Precisamente eso sucedió con los enemigos de Jesús cuando sanó al paralítico. En lugar de alegrarse por el milagro que beneficiaba a otro, sacan a relucir su legalismo1 y se convierten en religiosos hipócritas. ¡Cuán poco comprendían!
2. El sanado no comprende (11–13).
Por otra parte, el inválido curado ni siquiera reparó en dar gracias o averiguar quién había sido el autor de su sanidad. Después de 38 años de penurias por invalidez, llega el acto sobrenatural de Jesús, y hallamos que el sanado no podía explicar cómo había ocurrido ni sabía acerca de la persona que había realizado el milagro.
En nuestros días, hay quienes habiendo experimentado el milagro de la regeneración, quienes habiendo sido sanados aun físicamente, permanecen ignorantes de Cristo, de Dios y de la Biblia. Si alguien les preguntara cómo aconteció el milagro del nuevo nacimiento, lo único que sabrían responder es que creen en Cristo, que son cristianos. La maravilla de la nueva vida en el Señor es que si uno ha puesto toda su confianza en él, la obra es de Dios—aunque la persona sea ignorante y desconozca las enseñanzas de la Biblia.
El cristiano no debe conformarse con experimentar la nueva vida que Dios le ofrece, sino que debe estar dispuesto a conocer a su Salvador en calidad de Señor (ver 9:35–38 y 2 P. 3:18). Es triste ser un ignorante espiritual. Hay pocas cosas más tristes que ser cristianos ignorantes. Si pedimos a Dios sabiduría (Stg. 1:5), obtendremos crecimiento y madurez en la vida espiritual a fin de poder compartirla con otros.
3. El sanado al fin comprende (14–15).
Más tarde en el templo se produce el encuentro entre el ex-paralítico y Jesús. Con su advertencia el Señor le enseña que la sanidad también implica santidad (Ef. 4:17–32; 1 Jn. 3:6, 9). Al fin este hombre comprende el milagro que había acontecido en su vida por la misericordia divina, y lo anuncia a los demás.
4. El corazón incrédulo (16–17).
Jesús entra en conflicto con las autoridades judías por un tema que ellos consideraban crítico, y esto da lugar a la primera declaración abierta de hostilidad. La actitud del Señor con respecto al día de reposo era muy distinta a la actitud legalista de los fariseos. Estos religiosos guardaban el día sábado1 para santificárselo a Dios, conforme a su costumbre religiosa, y sin embargo, querían asesinar a Jesús. Es un cuadro fidedigno de la malicia y la crueldad en el corazón del ser humano, que puede ser muy religioso y a la vez muy corrompido.
La respuesta de Jesús a estos hombres incrédulos es indirecta (17). El día de reposo había surgido como descanso divino en la actividad creadora, aunque esto no equivalía a descansar de toda actividad. Si bien hubo reposo en cuanto a creación, Dios debía sustentar todo (He. 1:3), y ello implicaba actividad. Y Jesús, en razón de la íntima relación con su Padre,2 trabajaba de la misma manera. (Comparar Mr. 2:27–28.)
BOSQUEJO EXPOSITIVO

EL PARALITICO SANADO (5:1–17)
A.     Autoridad asombrosa (1–9)
1.     La impotencia del hombre (1–5)
2.     La pregunta de Jesús (6)
3.     El palabrerío por ignorancia (7)
4.     El poder de Cristo (8–9)
B.     Ofendidos por un milagro (10–17)
1.     Los espectadores ofendidos (10)
2.     El sanado no comprende (11–13)
3.     El sanado al fin comprende (14–15)
4.     El corazón incrédulo (16–17)
LA ENFERMEDAD COMO CASTIGO DIVINO
No todas las enfermedades son fruto del pecado personal del enfermo. Por lo general la enfermedad es resultado de ser parte de una raza caída. Es por ello que hasta criaturas inocentes se enferman, a veces gravemente.
Por otra parte, ciertos casos de enfermedad (sólo Dios sabe cuáles y no nos corresponde juzgar) son consecuencia de rebelión contra la Palabra de Dios (1 Co. 11:29–30).
La actitud del cristiano debe ser: En primer lugar, no pasar juicio sobre los enfermos sino tener compasión y orar por ellos (Stg. 5:10). En segundo lugar, no tratar de explicar por qué tal cosa le aconteció a tal persona y no a otra. A veces en realidad no hay explicación. Hay muchos descarriados a los que pareciera irles muy bien (Sal. 37:35; 73:3, 12; 94:3–5), y muchos justos que sufren tribulación (Sal. 37:32; 38:19–20; 59:1–4; 69:1–8; 73:21–26).
En el caso del paralítico, da la impresión de que su enfermedad fue castigo por su proceder (5:14). Tal vez se había rebelado contra Dios y como resultado quedó paralítico. “No peques más, para que no te venga alguna cosa peor” fue una clara advertencia que no debemos tomar livianamente.
La desobediencia a Dios no consiste, necesariamente, de pecados groseros de la carne sino de cualquier rebelión contra el Señor. Y cuanto más luz tiene el cristiano, tanto más responsabilidad tiene de andar en la luz. Quien no conoció la voluntad de Dios y desobedeció, será castigado poco. Por otro lado, quien conoció la voluntad divina y la desobedece, será castigado mucho (Lc. 12:47–48).
A mayor luz, mayor responsabilidad, y también potencialmente mayor castigo por la desobediencia.
1 En hebreo Betesda significa “casa de misericordia”. Este estanque estaba cerca de la puerta de las ovejas (ver Neh. 3:1, 32; 12:39).
1 Ver también 9:14; 19:31.
1 Ver Jer. 17:21–22.
2 Ver también 2:16; 20:17.

Mientras estemos en esta tierra hay una sola realidad y es que el hombre siempre tendrá necesidades, de una o de otra forma.
Hay personas que tienen mucha plata pero están enfermos, hay otros que están sanos pero no tienen plata, y lo que es peor otros están enfermos y no tienen plata.
La única forma de poder vivir bien, es con Jesús, pero vivir bien no necesariamente es no tener problemas, vivir bien con Jesús es tener la capacidad de sobrellevar los problemas.
La biblia nos habla de un personaje en especial que tenía un grave problema era paralitico, y por muchos años había lidiado con ese impedimento. V 5 “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.”
Betesda significa casa de misericordia. La gente enferma tenía la esperanza que en ese lugar recibirían sanidad, solo que tenían que esperar, es mas esa situación les producía tención, angustia, ansiedad, tenían que estar pendientes de que el agua se moviera, y en el momento en que esto sucedía tenían que luchar por ganarle a los demás, empujar, tirar. Etc. imagínate era un caos total. Y si el agua se movió por otro motivo, una piedra que cayó, un animal que paso, muchos se tirarían y saldrían decepcionados. O hasta enojados.
Pero algo de especial sucedió ese día un paralitico tuvo un encuentro con Jesús. Alguien que no podía moverse por sí solo. V 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.”
¿Que hizo que Jesús se fijara en él y no en cualquiera de los otros enfermos? El paralitico no podía moverse del lugar en el que estaba para entrar en el agua, entonces como hizo para llegar hasta ese lugar llamado casa de gracia.
El tenia tanto anhelo por llegar a ese lugar que me imagino rogo mucho, o se esforzó demasiado para llegar, este esfuerzo posiblemente movió a Jesús a misericordia. V 6 “Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” que tanto anhelo tienes para llegar hasta la casa de gracia que es el templo, el hacer el esfuerzo de congregarnos demuestra cuanto en realidad queremos ser sanos. Pero hay muchos que tienen muchas excusas para no hacerlo: Dios me escucha en cualquier lugar, esta mucho frio, no tengo para el transporta en fin.
Jesús le pregunta ¿quieres ser sano? Muchos dirían que pregunta tan ilógica, si el estaba en ese lugar y estaba enfermo. Claro que quería ser sano. Pero Jesús lo que quería saber es cuan dispuesto esta a hacer y a obedecer para ser sano. Hay gente que quiere ser millonario pero no está dispuesto a trabajar. Hay muchos que quieren engordar pero no quieren comer.
El paralitico no se dejo vencer por sus limitaciones, a pesar de que era una multitud la que estaba con él, y que humanamente él no tenía ninguna posibilidad de adelantarse a  los demás él siempre espero el momento, y nunca se desanimo, la prueba es que siempre estaba en ese lugar.
El milagro que recibió el paralitico fue producto de la obediencia. V 8 “Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.”
Cuando Jesús le dijo levántate, todavía no estaba sano el pudo haberse opuesto, pero obedeció y pudo recibir el milagro. V 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”
El paralitico no conocía a Jesús pero le obedeció. V 13 “Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.”
No mires cuán grande es tu problema, mira cuán grande es tu fe y tu disposición a obedecer.
I.-    Los espíritus similares se buscan.
       Hay un principio no bíblico, pero espiritual que dice que los espíritus similares o afines se buscan.  Es por ello, que usted siempre verá gente deprimida al lado de otras personas deprimidas; gente triste con otros que están en igual condición y gente amargada con otros que también están amargados.  Sin embargo, a las personas de fe usted las encontrará al alado de otras personas de fe, o en última instancia, los encontrará solos.
La prueba de esto está en que las personas se reúnen a discutir sus problemas y comparar sus situaciones.  No caigas en ese error, pues aunque tu situación pareciera similar a la que tienen otros, sin embargo, Dios tiene un propósito que va a lograr en tu vida y por ello, te permite pasar por la prueba porque desea prepararte para usarte más ampliamente.
II.-   Por qué estaban allí?
       En su misericordia, de tiempo en tiempo, Dios enviaba un ángel para que agitara el agua.  El primero que descendiese        al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.  Cuesta creer cuánta        gente estaba esperando la presencia de ese ángel e ignoraban el ministerio de Cristo.  Hay quienes rechazan venir a Cristo, porque andan buscando cualquier cosa que alivie sus problemas.  Este es un lugar, el cual –me imagino- muchas personas no querían pasar.  El solo hecho de pasar por allí era deprimente, ver tanta necesidad y uno sin poder hacer nada.  La gente encopetada (gente de dinero, aristócratas, sangre azul) evitaba pasar por este lugar.  La gente religiosa no tenía tiempo para detenerse en este lugar.  Pero Jesús se mete donde la religión no entra, se mete donde el dinero no alcanza.  El busca a los que están necesitados, solo para ofrecerles salvación y vida eterna.
III.-  ¿De quién es tipo este paralítico?
       Este paralítico es tipo del pecador que es impotente para poder salir de su condición.  Rodeado de personas que están        en la misma condición (todas enfermas), como almas sin salvación; paralítico (sin la posibilidad de moverse) y poder        salir por sus propios medios de su condición. Las personas que están en pecado les es imposible por sí mismas romper las cadenas que las atan.  Quisieran escapar de su actual condición, pero no pueden, les falta poder.  Tienen sus esperanzas cifradas en un estanque. En un estanque el agua no es limpia, por lo general es maloliente y de seguro no sirve para el uso de los seres humanos; pero eso es lo que tiene el mundo.  Es necesario dejar el estanque y dirigirse a la fuente de agua viva que salta para vida eterna.  En este caso, la fuente vino al estanque.
IV.-   Betesda.
       Los nombres en las Sagradas Escrituras significan mucho.  En ocasiones el nombre de una persona representa una promesa; en otras ocasiones puede estar relacionado con una acontecimiento de la vida de esa persona, y en otras ocasiones, refleja el carácter de esa persona.   En esta ocasión nos encontramos con el nombre de un lugar: Betesda.  Este nombre significa "Casa de Gracia".  Dios muestra Su gracia.  Gracia es recibir de parte de Dios, algo que no merecemos.  La gracia de Dios no es una bagatela, como algunos predicadores suelen presentarla.  La gracia significa mostrar bondad al que no la merece.  Solo aquellos que han sido liberados del pecado, pueden comprender mejor la gracia de Dios.
V.-    El obstáculo del paralítico.
      Su propia mente estaba paralizada, creía que su sanidad dependía de que alguien lo llevara primero al estanque, pero no se daba cuenta que ante él tenía La Fuente.  A Dios no le toma por sorpresa ninguno de nuestros problemas.  Él de antemano sabe lo que va a hacer y sabe por qué Él lo permite.  No obstante, muchas veces nuestro problema es que no le creemos a Dios o no creemos que Él es suficientemente capaz para resolver nuestra situación, cualquiera que sea.
     Jesús no tenía ningún problema para sanar a este paralítico.  La pregunta que le hace en el versículo 6 es sencilla y es directa ¿Quieres ser sano?  Muchas veces nuestro problema es que queremos solucionar en nuestras mentes los problemas, pero la fe nos indica que debemos confiar en Dios.  No te preocupes por cómo Dios va a resolver tu situación; lo único que tienes que hacer es serle fiel y confiar en Él.  Si en ocasiones te dan ganas de rendirte, en esta noche te digo, descansa en el Señor, renueva tus fuerzas y sigue adelante, pues Dios te dará la victoria.
VI.-  Cuando Jesús pasa, algo pasa.
     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, no viene para dejarla en igual situación.  Él viene para levantarte, para limpiarte, para afirmar tus pies, para romper tus cadenas, para llevar tu carga, para poner un cántico nuevo en tus labios, para enderezar tus pasos.  No concibo cómo puede haber creyentes que por una parte dicen que están en el Señor, pero usted no ve al Señor gobernando sus vidas.  Nunca más pude ser el mismo desde el día que Él vino a mi vida.  Mis valores cambiaron, mis prioridades cambiaron, mis intereses cambiaron.  Me aconteció lo del mercader que halló una perla de gran precio.  Cambié lo que tenía con el único propósito de vivir para Él.
     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, cambia su estilo de vida.  De nada vale mencionar varios versículos bíblicos, cantar algunos coritos o vestirse como un cristiano; usted quiere saber si Jesús está en la vida de una persona, préstele atención a la forma como vive.  Hay un cambio y eso se nota, lo demás es religión.
     Hermano, Dios tiene propósitos contigo,  Él no te salvó para dejarte a medio camino.  Nuestro Dios tiene propósitos firmes y determinados, pero sé fiel, vive en obediencia a Su Palabra, y por más dura que sea la prueba, no desmayes, pues Él te levanta y te da la Victoria.
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¿Qué es más fácil? ¿Decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, -dijo al paralítico-: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Construcción de Sermones
Lucas 5 - 6:1-11
1Aconteció que, mientras las multitudes se agolpaban sobre él y escuchaban la palabra de Dios, Jesús estaba de pie junto al lago de Genesaret,  2 y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían salido de ellas y estaban lavando sus redes. 3 Al entrar él en una de las barcas, la cual pertenecía a Simón, pidió a éste que la apartase de tierra un poco. Luego se sentó y enseñaba a las multitudes desde la barca. 4 Cuando acabó de hablarles, dijo a Simón: 
—Boga mar adentro,  y echad vuestras redes para pescar. 
5 Simón le respondió y dijo: 
—Maestro, toda la noche hemos trabajado duro y no hemos pescado nada. Pero por tu palabra echaré la red. 
6 Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad de peces, y sus redes se rompían. 7 Hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de manera que se hundían. 8 Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando: 
—¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador! 
9 Por la pesca que habían logrado, el temor se apoderó de Pedro y de todos los que estaban con él, 10 y de igual manera de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: 
—No temas; de aquí en adelante estarás pescando hombres. 
11 Después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron. 

Jesús sana a un leproso 
12 Aconteció que, estando Jesús en una de las ciudades, he aquí había un hombre lleno de lepra. El vio a Jesús, y postrándose sobre su rostro, le rogó diciendo: 
—Señor, si quieres, puedes limpiarme. 
13 Entonces extendió la mano y le tocó diciendo: 
—Quiero. ¡Sé limpio! 
Al instante la lepra desapareció de él. 14 Y Jesús le mandó que no se lo dijera a nadie; más bien, le dijo: 
—Vé y muéstrate al sacerdote y da por tu purificación la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos. 
15 Sin embargo, su fama se extendía cada vez más, y se juntaban a él muchas multitudes para oírle y para ser sanadas de sus enfermedades. 16 Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba. 

Jesús sana a un paralítico 
17 Y aconteció en uno de esos días que Jesús estaba enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y he aquí, unos hombres traían sobre una camilla a un hombre que era paralítico, y procuraban llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús. 19 Al no encontrar cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y juntamente con la camilla, le bajaron por el tejado en medio, delante de Jesús. 20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: 
—Hombre, tus pecados te son perdonados. 
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a razonar diciendo: 
—¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? 
22 Pero Jesús, dándose cuenta de los razonamientos de ellos, respondió y les dijo: 
—¿Qué razonáis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil? ¿Decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? 24 Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, -dijo al paralítico-: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa! 
25 De inmediato se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba recostado y se fue a su casa glorificando a Dios. 26 El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Fueron llenos de temor y decían: 
—¡Hoy hemos visto maravillas! 
El llamamiento de Leví 
27 Después de esto, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el lugar de los tributos públicos. Y le dijo: 
—¡Sígueme! 
28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. 
29 Entonces Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había un gran número de publicanos y otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban contra los discípulos de él, diciendo: 
—¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores? 
31 Respondiendo Jesús les dijo: 
—Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. 
Preguntas sobre el ayuno 
33 Entonces ellos le dijeron: 
—Los  discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben. 
34 Jesús les dijo: 
—¿Acaso podéis hacer que los que están de bodas ayunen mientras el novio está con ellos? 35 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado. Entonces, en aquellos días ayunarán. 
36 Les decía también una parábola: 
—Nadie corta un parche de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De otra manera, el vestido nuevo se rompe, y el parche tomado del nuevo no armoniza con lo viejo. 37 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De otra manera, el vino nuevo romperá los odres; el vino se derramará, y los odres se perderán. 38 Pero el vino nuevo debe ser echado en odres nuevos.  39 Y ninguno que bebe lo añejo quiere el nuevo, porque dice: "Lo añejo es lo mejor." 

Jesús: Señor del sábado 
6 Aconteció que Jesús pasaba por los sembrados en sábado,  y sus discípulos arrancaban espigas y las comían, restregándolas con las manos. 2 Y algunos de los fariseos dijeron: 
—¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? 
3 Respondiéndoles, Jesús dijo: 
—¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo hambre él y también los que estaban con él?  4 Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la Presencia,  que no es lícito comer, sino sólo a los sacerdotes, y comió y dio también a los que estaban con él. 5 -También les decía-: El Hijo del Hombre es Señor del sábado. 

El hombre de la mano paralizada 
6 Aconteció en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada. 7 Los escribas y los fariseos le acechaban para ver si le sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle. 8 Pero él, conociendo los razonamientos de ellos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: 
—Levántate y ponte en medio. 
El se levantó y se puso en medio. 9 Entonces Jesús les dijo: 
—Yo os pregunto: ¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla? 
10 Y mirándolos a todos en derredor, dijo al hombre: 
—Extiende tu mano. 
El lo hizo, y su mano le fue restaurada. 11 Entonces ellos se llenaron de enojo y discutían los unos con los otros qué podrían hacer con Jesús. 
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Por el lago Genesaret (5:1–11)
La descripción de ese lugar proviene del nombre del gran llano donde está situado el lago. También se conoce por Mar de Galilea. Sin embargo, Lucas nunca lo describe con el término “mar” porque conocía el Mediterráneo, que de veras merecía el nombre de mar. El autor no asignaría dicho apelativo a una porción de agua de apenas 480 kilómetros cuadrados. A través de la Biblia, el mismo lugar ha tenido otros nombres como: “Mar de Cinaret” (Josué 12:3) y “Mar de Tiberias” (Juan 6:1).
Es interesante notar que el lago está a unos 225 metros bajo el nivel del mar. En los tiempos de Jesucristo había 9 ciudades en las orillas, cada una con unos 15,000 habitantes. Pero es más importante mencionar que 18 de los 33 milagros de Cristo se hicieron en las cercanías de ese lago, y 10 de ellos en la ciudad de Capernaum.
En esa ocasión, depués de predicar a la muchedumbre, se dirigió específicamente a Simón pedro ordenándole echar las redes para pescar. ¡Imagínese, el pescador profesional recibiendo órdenes de un carpintero! Es evidente que Simón sabía que Cristo era mucho más que un carpintero. Aunque había trabajado con sus colegas toda la noche, la hora más adecuada para la pesca, no habían pescado nada. Posiblemente se dijo a sí mismo: “¡Tampoco a esta hora hallaremos pescado! ¿Qué dirá la gente si me ve salir a pescar de día, considerado inadecuado para la pesca?”
“VENID EN POS DE MI, Y OS HARE
PESCADORES DE HOMBRES”
Mateo 4:19
Lo que salió de su labios refleja su verdadera y creciente convicción: “mas en tu palabra echaré la red” (5:5). ¡Cómo ha de haberse alegrado el corazón de Jesús al oir semejantes palabras! Es una lindísima combinación de fe sencilla y obediencia completa, precisamente lo que Cristo busca en sus seguidores.
La primera reacción de parte de Simón Pedro (5:7–8) demuestra lo que requiere el Señor de los suyos: que reconozcan el carácter santo de su Dios y su propia pecaminosidad. Simón cayó de rodillas, y el Señor Jesús, por decirlo así, puso su sello de aprobación en él y le indicó la que sería su vocación de allí en adelante: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (5:10). La frase “pescador de hombres” es la traducción de un verbo que solamente se usa dos veces en todo el Nuevo Testamento, y quiere decir “tomar vivos a los hombres”.
La segunda reacción de parte de Simón Pedro es que dejó todo por seguir a Cristo Jesús. Es la respuesta lógica, y precisamente la que se espera de alguien que ha visto y entendido la revelación de la persona de Cristo, el Hijo de Dios y Dios mismo. Ese milagro y su enseñanza fueron la prueba que necesitaba Simón, y desde entonces, el barco de ese pescador tuvo otro capitán.
LA BENDICIÓN VIENE POR LA OBEDIENCIA.
En una de las ciudades (5:12–26)
Hemos visto una demostración de la autoridad que el Hijo del Hombre tenía sobre la naturaleza. ¡Hasta los peces lo obedecieron! A continuación sigue autenticando su personalidad y mensaje al curar a un leproso y a un paralítico.
Los leprosos se consideraban muertos y de acuerdo a la ley, eran inmundos e intocables. Lucas, otra vez mostrando su profesión médica, describe el caso como muy avanzado: “un hombre lleno de lepra” (5:12). Estando en esas condiciones físicas y sociales, nos asombra que se presentara en público y ante una persona célebre como Jesús. Por sus palabras, se ve que el valor del enfermo provenía de la confianza que tenía en Jesús: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (5:12). Cristo dijo: “Quiero; sé limpio”, y así fue.
Jesús le mandó cumplir con los requisitos que la ley estipulaba, lo cual causó sorpresa entre las autoridades religiosas. Las Escrituras no indican que tuvieran experiencia en cumplir con esa parte de la ley. Además, advirtió al hombre que no dijera nada. Pero no le hizo caso, y con gran gozo hizo todo lo contrario.
¡REFLEXIONEMOS!
Cabe indicar aquí que ni la alegría desbordante es motivo para desobedecer las órdenes de Dios. En este caso, la fama presionó mucho a Cristo, porque la gente empezó a llegar de todas partes buscando ser sanados. Por supuesto que no existe ninguna circunstancia que justifique la desobediencia. Analice su vida para ver si existe en ella algo en lo cual esté desobedeciendo al Señor y corrija lo que sea necesario.
El siguiente caso tembién demuestra su autoridad, no solamente sobre lo físico, sino también en lo espiritual, así como la fe y perseverancia de los amigos del paralítico, cuya sanidad también fue un milagro en todo sentido.
No obstante, el encuentro causó una reacción adversa por parte de los religiosos. Cuando el Señor dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados” (5:20), ellos dijeron: “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” ¡Bien dicho! Sus propias palabras los condenaron. El mismo Dios que pretendían obedecer estaba presente y actuando. Los milagros que Cristo Jesús hacía autenticaban su mensaje e identidad, pero los líderes religiosos no querían aceptarlo.
¡Qué asombroso! Ni la presencia, ni la predicación ni el poder de Jesucristo fueron suficientes para convencer a los religiosos. Esto nos recuerda lo que Jesús mismo dijo en Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”. Conocer a Cristo, el Hijo de Dios, el que perdona nuestros pecados, como nuestro Salvador personal, no viene por oir argumentos ni por ver milagros, sino por la obra de Dios.
En la casa de Leví (5:27–39)
Lucas identifica a Leví (llamado “Mateo” en Mateo 9:9) como un publicano, lo cual lo hacía empleado del odiado gobierno de Herodes y estaba encargado de cobrar los impuestos aduanales en la carretera principal que pasaba por Capernaum. Un publicano, por métodos legítimos o ilegítimos, podía llegar a ser muy rico, pero tenía que sacrificar su buena reputación; la gente lo consideraba pecador empedernido.
Tal vez Leví ya había oído de Cristo, o lo había escuchado en persona porque respondió a su invitación de todo corazón. Dejó no solamente su trabajo, sino también su carrera. Para celebrar el evento, dio un gran banquete porque quería que sus colegas tuvieran oportunidad de oir a Cristo.
LA EVIDENCIA MAS FUERTE DE HABER
CREIDO EN CRISTO ES
¡UNA VIDA TOTALMENTE CAMBIADA!
Aparentemente, otros asistieron a la fiesta. No como invitados, por cierto. Unos escribas y fariseos llegaron como “observadores” o mejor dicho “acusadores”, y de inmediato se quejaron diciendo: “¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” Ese último término tenía la connotación del pecado grosero, cometido por una persona non grata a la sociedad.
Sin dar más detalles, Cristo respondió en palabras que han llegado a ser clásicas: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (5:32). De seguro, los religiosos no sentían la necesidad de que hubiera un cambio así en sus vidas.
Como para disimular, le hicieron una pregunta acerca de los ayunos, a la que Jesús contestó con tres ilustraciones, las dos últimas en forma de parábola.
1.     Los amigos e invitados a la boda no ayunan mientras el “marido” está presente porque es una ocasión de gozo. Lo harán después que se haya ido (5:34–35).
2.     No se hace un remiendo de tela nueva en un vestido viejo porque se encoge y el daño resulta peor (5:36).
3.     No se debe poner vino nuevo en odres viejos, porque ya han perdido su elasticidad. La fermentación hará que se pierda tanto el vino como el odre (5:37–39).
Cristo no vino como un maestro o profeta más en la larga lista del sistema antiguo. Tampoco a colocar un remiendo en el vestido religioso de los judíos, sino a presentar algo nuevo, aunque no tan completamente nuevo. Los estudiantes verdaderos del Antiguo Testamento deberían haber sabido que el Mesías traería un mensaje de grandes responsabilidades espirituales, pero los dirigentes de ese tiempo no lo entendieron así.
En el día de reposo (6:1–11)
Esta sección se podría titular “un conflicto más con los líderes hipócritas”. En los primeros cinco versículos, los fariseos critican a los discípulos por recoger y comer trigo en sábado. La ley permitía que el hambriento tomara del grano ajeno para satisfacer su necesidad, pero lo que disputaban era que lo hicieran en sábado. Conviene recordar que no aplicaban a otras partes de la ley el mismo celo exagerado.
Así son los hipócritas, muy devotos en ciertos aspectos de su religión y muy descuidados en otros. No cabe duda que Cristo dio precisamente en el blanco con la pequeña frase: “¿Ni aun esto habéis leído?” Eso sí les molestó, porque se jactaban de conocer el Antiguo Testamento de punta a punta. “¿Quién es este advenedizo que nos quiere hablar de las Escrituras?” se han de haber preguntado.
Jesús cita el caso de David en 1 Samuel 21:1–6 como una interpretación del cuarto mandamiento (Exodo 20:10) y a continuación se declara “Señor del día de reposo” (6:5). El había hecho el día de reposo: “Todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16). El Creador debía saber a fondo y mucho mejor que ellos, cuál era su propósito. Asimismo, conoce a fondo el corazón del hombre.
¡REFLEXIONEMOS!
Aun el verdadero creyente puede caer en el error de los fariseos. ¡Qué fácil es leer y hasta dominar el contenido de la Palabra de Dios sin prestar la debida atención a lo que dice! En tal caso, dominamos la Biblia, pero ella no nos domina a nosotros. ¡Esto es fariseísmo puro! Deténgase y medite por unos momentos en alguna ocasión en que usted haya actuado así y propóngase no hacerlo más.
La misma reclamación surgió otro sábado cuando el Señor sanó al hombre que tenía la mano tullida. En esa ocasión los escribas y fariseos vigilaban a Jesús, sabiendo que el enfermo estaba presente. También conocían el poder de Cristo y su compasión. Sin embargo, sus duros corazones, en vez de reconocerlo como Mesías, buscaban atraparlo: “Mas él conocía los pensamientos de ellso” (6:8). Esa pobre gente autoengañada no sabía con quién se enfrentaba. ¡Hasta sus pensamientos los conocía Jesús!
Su pregunta breve y sencilla los dejó callados:
“¿ES LÍCITO EN DÍA DE REPOSO HACER BIEN, O
HACER MAL? ¿SALVAR LA VIDA, O QUITARLA?”
Parece que les quería comunicar que cuando uno tiene la oportunidad de hacer el bien, debe hacerlo sin importar qué día de la semana sea. Más bien, es malo refrenarse de hacerlo. Dicha lección también los dejó callados y muy enojados (6:11)
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