La maldad del hombre: Alejados de Dios
El pecado y la culpabilidad en todos Juan 3:9–20
Pablo termina la primera gran sección de la carta en la que ha demostrado que todos los hombres son pecadores, tanto judíos como gentiles. El mensaje de salvación tiene sentido solamente si el hombre está perdido. Mediante una serie de citas de las Escrituras Pablo demostrará que la declaración de la universalidad del pecado no es sólo una opinión personal; es el veredicto de la Palabra de Dios.
El capítulo 3 empieza con la pregunta si hay ventaja en ser judío. En respuesta Pablo dice que sí hay mucha ventaja (Romanos 3:2). Ahora, versículo 9, vuelve a hacer la pregunta y la respuesta es que no hay ventaja. Pueden parecer respuestas contradictorias, pero no lo son. Hay mucha ventaja en términos de los privilegios de los judíos. Pero la ventaja no fue aprovechada, de modo que al fin de cuentas los privilegios de los judíos no les servirán en el juicio para evitar el castigo de Dios. Más bien, significarán un juicio más severo. De modo que todos [sin excepción alguna] están bajo pecado, esto es, bajo su poder, su dominio. El pecado se personifica; es un amo que tiene al hombre bajo su autoridad.
En los Romanos 3:10–18 Pablo incluye una cadena de citas al estilo rabínico aunque sin la repetición de la expresión “como está escrito” entre cita y cita. Los rabinos daban a esta práctica un nombre que sugiere el acto de enhebrar perlas en un hilo. Hay tres estrofas: vv. 10–12, 13, 14, 15–18. La expresión no hay que aparece cinco veces en la primera estrofa y una vez al final (v. 18) expresa el tema central, la universalidad del pecado. Posiblemente esta cadena de citas ya estaba en uso en la liturgia cristiana y Pablo simplemente hace uso de ella. De cualquier manera, es muy apropiada aquí.
La primera cita está tomada, con una ligera adaptación, del pasaje que aparece en el Salmo 14:1–3 y en el Salmo 53:1–3, aunque dos de las frases parecen reflejar al pasaje de Eclesiastés 7:20. La primera estrofa empieza y termina con la categórica afirmación de la pecaminosidad sin excepción de los hombres. La insensatez de la elección del pecado se explica en términos de falta de comprensión y falta de búsqueda de Dios (v. 11).
Los hombres se desviaron del camino correcto y moralmente fracasaron (v. 12). El sentido del término traducido fueron hechos inútiles es echarse a perder, así como la leche. La esterilidad de los intentos del hombre en sus esfuerzos ético-morales está subrayada en la declaración de que no hay ni siquiera una sola excepción del cuadro presentado (v. 12). La partícula negativa aparece dos veces en cada versículo de esta estrofa, un total de seis veces; el efecto es remarcar que el patrón de pecado no admite excepción alguna. Se ha dicho que todo el curso de la historia confirma esta conclusión sombría.
La ley
Romanos 3:9-24
1. Declaración de la ley: somos pecadores (vv. 9-19).
2. Propósito de la ley: darnos el conocimiento del pecado (v. 20).
3. Provisión más allá de la ley: justicia en Cristo (vv. 21-24).
La segunda estrofa de la cadena de citas (vv. 13, 14) enfoca la atención en el carácter corrupto del pecador y el énfasis está en pecados asociados con el habla. Se debe notar las referencias a la garganta, la lengua, los labios (v. 13) y la boca (v. 14), órganos asociados con el hablar.
La primera cita es de la segunda parte del Salmo 5:9. La garganta como sepulcro abierto puede referirse al hablar del pecador como fuente de impureza y corrupción. Su boca es como un sepulcro que despide olores desagradables, figura muy apta en una cultura que depositaba los cadáveres en cuevas cerradas con una piedra. Una sepultura mal cerrada o violada podría despedir olores repugnantes.
Pero sepulcro abierto también puede referirse a las intenciones destructivas del pecador en el uso de la lengua; quieren devorar a sus víctimas. Engañan expresa la idea de traición en el uso de la lengua. En el caso de esta gente la falsedad no es ocasional; es lo que caracteriza su hablar (engañan de continuo, BLA).
La segunda cita es del Salmo 140:3 y caracteriza el mortífero poder destructivo latente en las palabras del pecador. Es interesante notar que se señala la ubicación correcta de las glándulas productoras del veneno en la víbora. La cita que sigue es del Salmo 10:7. Al caracterizar su boca como llena de maldiciones y amarguras, el Apóstol indica la abundancia de estas expresiones. La experiencia humana confirma que la descripción del habla del hombre como caracterizada por imprecaciones y disgusto se ajusta a la realidad.
La tercera estrofa enfoca la atención en la violencia y la destrucción en la vida del pecador. Los versículos 15–17 constituyen una cita resumida de Isaías 59:7, 8. Los versículos anteriores se refieren a órganos que tienen que ver con el hablar (garganta, lengua, labios, boca). Ahora Pablo se refiere a los pies para indicar que su conducta está de acuerdo con su habla. Derramar sangre señala el homicidio. Al decir que los pies son veloces para derramar sangre, se indica el ánimo dispuesto para hacerlo, la ansiedad por hacerlo.
Esta disposición para la violencia trae consecuencias ruina y miseria, en la vida propia o en la vida de las víctimas. La violencia parece traer lujos y privilegios, pero su fin es una vida miserable. La ruina y la miseria inevitablemente forman parte de su existencia. No son consecuencias casuales o pasajeras, sino características constantes, la norma inevitable. El camino de paz, el otro camino, el otro estilo de vida, es totalmente extraño para ellos. Lo desconocen. Han cambiado el camino de paz por el camino de la miseria. ¡Qué mal negocio!
La última cita es del Salmo 36:1: En el contexto bíblico el temor de Dios es el principio de la sabiduría (Prov. 1:7). Se ha dicho que a esta gente le falta no solamente la sabiduría, sino el punto de partida para lograrla. Jamás tienen presente que hay que temer a Dios (DHH). Aquí está la raíz de sus malos dichos y sus malas acciones. La raíz misma de todo su pecado es la falta de temor a Dios.
En primera instancia, la referencia a no tener el temor de Dios delante de sus ojos (comp. garganta, lengua, labios, boca y pies en los versículos anteriores) parece extraña. Para explicar la expresión se ha observado que es por los ojos que el hombre dirige sus pasos. De modo que declarar que no hay temor de Dios ante sus ojos es una forma metafórica para decir que el temor de Dios no influye en la dirección de su vida. No toman en cuenta a Dios para nada.
El hombre así descrito es un ateo en el sentido práctico, si no lo es en el sentido teórico. También se puede notar que lo que está delante de los ojos es lo que está en el centro de nuestra atención. La ausencia del temor de Dios significa que él está excluido de nuestra atención y reflexión, si no de todo el horizonte de nuestra vida. Decir que no hay temor de Dios delante de los ojos del pecador equivale a decir que Dios no está en sus pensamientos.
Pablo ha terminado (v. 19a) la serie de citas del AT destinadas a comprobar su acusación de la culpabilidad de todos sin excepción. En el proceso de hacerlo, ha vuelto a pintar el cuadro negro de la situación moral de la raza humana presentado en Romanos 1:18–32. Aunque la forma del argumento es otra y los términos son diferentes, el cuadro es el mismo. Ahora él está listo para concluir la primera gran sección de la carta.
Al referirse a lo que dice la ley, Pablo aparentemente tiene en mente la serie de citas en los versículos 10–18. Estas no están tomadas del Pentateuco, la primera división del AT llamada por los judíos “la ley”, sino de Isaías y los Salmos, libros de la segunda y tercera división de la Biblia hebrea, divisiones llamadas respectivamente por los judíos “los profetas” y “los escritos”. Por lo tanto, parece claro que por el término “ley” en este caso Pablo se refiere a todo el AT.
Dos términos diferentes con sentidos distintos están traducidos dice en el versículo. El segundo término traducido como dice significa propiamente “habla”. Desde la perspectiva bíblica las Escrituras no son letra muerta sino palabra “viva y eficaz” (Heb. 4:12) capaz de penetrar en lo más profundo del que la lee o la escucha y desnudar sus pensamientos más íntimos. La Palabra habla a los hombres.
Semillero homilético
Diagnóstico médico de una vieja enfermedad
Romanos 3:19-28
I. Un diagnóstico antiguo: la vida bajo la ley.
1. Los síntomas: acusación, excusas, usar la ley para la justificación, medir el comportamiento de los demás.
2. La infección: la herejía de los fariseos, los corazones entregados a la ley.
3. El resultado: la prognosis es eterna perdición.
II. Una nueva prognosis: la vida en Cristo.
1. Sanidad: Cristo nos alcanza en la enfermedad y la lleva sobre sí.
2. Sanando la infección: recibimos la justicia.
3. Nuevos síntomas: libres.
El AT, en lo que dice, habla a los que están bajo la ley. Más precisamente el texto se refiere a “los que están en la ley”. En Romanos 6:14, 15 Pablo usa una preposición diferente y la frase es bien traducida como bajo la ley, pero allí el pensamiento es otro. La preposición usada aquí es la misma de Romanos 2:12 donde la RVA entiende que se refiere a los que tienen la ley (comp. Romanos 2:14 donde la frase se aclara mediante su opuesto, “los gentiles que no tienen la ley”). El término ley en la primera frase del versículo se refería a las Escrituras, pero aquí parece claro que se refiere a los mandamientos. Los judíos que tienen los mandamientos viven en la esfera donde éstos son aplicables.
Se puede preguntar cómo Pablo puede declarar que en todo lo que dice, el AT se dirige a los judíos. De hecho, hay porciones de las Escrituras dirigidas a los gentiles.
El pensamiento parece ser que, aun en las partes dirigidas a los paganos, el mensaje está destinado en primera instancia a los judíos. Es para su provecho. De modo que, lejos de imaginarse excluidos de la condenación del pecado humano en el AT, debía haberse dado cuenta de que era aplicable en primera instancia a ellos mismos.
La expresión todo el mundo (v. 19b) ha llevado a algunos comentaristas a pensar que Pablo no se había limitado a los judíos cuando hablaba de los que están en la ley. Pero aparentemente la idea de él es que al demostrar que los judíos están comprendidos en la condenación de la humanidad queda claro que no hay excepciones y que todos están bajo pecado (Romanos 3:9). Si los judíos que tenían la ley están condenados, no puede haber duda de la condenación de los paganos. El texto sugiere el cuadro de un acusado que al tener la oportunidad de hablar en su defensa se queda mudo por el peso de la evidencia en su contra. El hombre está ante el tribunal de Dios; su culpabilidad ha sido demostrada más allá de cualquier duda posible; él espera sin palabras la condenación del juez.
La primera frase del versículo 20 es un reflejo de las palabras del Salmo 143:2. Ningún ser humano será declarado libre de culpa por su obediencia a lo que Dios exige. La razón es que no existe en el ser humano esta perfecta obediencia que merecería la aprobación de Dios. La función efectiva de la ley no es ser medio de justificación sino de conciencia de pecado. La ley es la regla que comprueba lo torcido de la vida del ser humano.