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martes, 22 de enero de 2013
Lecciones para la Congregacion: Especial para Maestros y Obreros itinerantes
Aporte:
Castillo Fuerte
en
14:10:00
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lunes, 21 de enero de 2013
Enseñando en la escuela dominical : Especial para Obreros y Ministros cde enseñanza
CONTENIDO
1. IMPORTANCIA DE LA OBRA
Oportunidad y necesidad Jesucristo y los niños
2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR
Conversión a Dios Dedicación a la oración
Buen testimonio Diligencia
Sinceridad Responsabilidad
Aptitud para comunicar Sacrificio
Experiencia
3. EL ALUMNO
El primer período de la niñez El período
El período final de la niñez de la adolescencia
4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA
El propósito de la enseñanza
¿Qué podemos enseñar
... a los niños pequeños?
... a los niños más grandes?
1. IMPORTANCIA DE LA OBRA
Oportunidad y necesidad Jesucristo y los niños
2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR
Conversión a Dios Dedicación a la oración
Buen testimonio Diligencia
Sinceridad Responsabilidad
Aptitud para comunicar Sacrificio
Experiencia
3. EL ALUMNO
El primer período de la niñez El período
El período final de la niñez de la adolescencia
4. GUÍAS PARA LA ENSEÑANZA
El propósito de la enseñanza
¿Qué podemos enseñar
... a los niños pequeños?
... a los niños más grandes?
... a los adolescentes?
5. JESUCRISTO EL GRAN MAESTRO
Su ejemplo Sus preguntas
Sus milagros Sus parábolas
Sus lecciones objetivas Sus palabras y comparaciones
6. PREPARACIÓN DEL MAESTRO
Su estudio en privado
Libros de referencia
Los archivos del maestro
5. JESUCRISTO EL GRAN MAESTRO
Su ejemplo Sus preguntas
Sus milagros Sus parábolas
Sus lecciones objetivas Sus palabras y comparaciones
6. PREPARACIÓN DEL MAESTRO
Su estudio en privado
Libros de referencia
Los archivos del maestro
7. PLANIFICACIÓN DE LA ENSEÑANZA
Planificación a largo plazo Orden de enseñanza
Planificación por lección Organización de la lección
8. DIVERSOS ENFOQUES
El maná en el desierto como figura de Cristo
... para principiantes pequeños ... para alumnos inconversos
... para niños mayores ... para alumnos creyentes
... para adolescentes
9. PRESENTANDO LA CLASE
Apertura Preguntas del maestro
Recitación Preguntas del alumno
Repaso Lenguaje del maestro
Lectura de la Biblia Ilustraciones
Introducción Himnos y coros
Enseñanza de la lección
10. DISCIPLINA EN LA CLASE
Causas del desorden Lo que espera
Sugerencias el discípulo de su maestro
11. OTRAS ACTIVIDADES DEL MAESTRO
Conducir a los alumnos a cultos de predicación
Planificación a largo plazo Orden de enseñanza
Planificación por lección Organización de la lección
8. DIVERSOS ENFOQUES
El maná en el desierto como figura de Cristo
... para principiantes pequeños ... para alumnos inconversos
... para niños mayores ... para alumnos creyentes
... para adolescentes
9. PRESENTANDO LA CLASE
Apertura Preguntas del maestro
Recitación Preguntas del alumno
Repaso Lenguaje del maestro
Lectura de la Biblia Ilustraciones
Introducción Himnos y coros
Enseñanza de la lección
10. DISCIPLINA EN LA CLASE
Causas del desorden Lo que espera
Sugerencias el discípulo de su maestro
11. OTRAS ACTIVIDADES DEL MAESTRO
Conducir a los alumnos a cultos de predicación
Repartir literatura evangélica
Llevar la clase a excursiones
Visitar los hogares
Mantener contacto con alumnos de años anteriores
Preparar y presentar programas
Orar con inteligencia por cada miembro de la clase
Examinarse a sí mismo
12. LOS RESULTADOS
Queremos evitar profesiones falsas En Jehová está la fortaleza
Anhelamos resultados genuinos La salvación es de Jehová
¿Cómo podemos obtener resultados genuinos?
Llevar la clase a excursiones
Visitar los hogares
Mantener contacto con alumnos de años anteriores
Preparar y presentar programas
Orar con inteligencia por cada miembro de la clase
Examinarse a sí mismo
12. LOS RESULTADOS
Queremos evitar profesiones falsas En Jehová está la fortaleza
Anhelamos resultados genuinos La salvación es de Jehová
¿Cómo podemos obtener resultados genuinos?
1. IMPORTANCIA DE LA OBRA
Oportunidad y necesidad
Los censos y las estadísticas nos dicen que en Latino América más de la mitad de la población es menor de los dieciséis años. Este hecho representa una gran oportunidad y a la vez una gran responsabilidad para el creyente cuyo deber y privilegio es enseñar la Palabra de Dios a nuevas generaciones.
El niño aprende con mayor facilidad y rapidez que el adulto. La iglesia católico-romana por siglos ha declarado: Dennos un niño hasta que cumpla los siete años y lo tendremos para toda la vida. Los comunistas y fascistas hacen grandes esfuerzos para adoctrinar a los pequeños porque saben que los niños de hoy son los hombres del mañana. El corazón tierno de un niño es terreno fértil para sembrar cualquier enseñanza, sea ésta verdadera o falsa.
Gran parte de la niñez de hoy no está recibiendo la sana instrucción que le es ual para la vida que tiene por delante y para su eterno bien. Por el contrario, reciben del cine, la televisión, y de multitud de libritos con historietas intranscendentes, violentas e inmorales una influencia perniciosa que los conduce al desastre.
Referimos un caso de un niño que conocíamos para ilustrar lo antedicho. Un niño venezolano llamado Luís no tenía padre y la mamá se veía obligada a trabajar en casa ajena. Luís pasaba el tiempo viendo televisión en casa de su abuela. Un domingo por la tarde el muchacho se lanzó del segundo piso de un edificio y se dio un duro golpe en la cabeza. En el trayecto al puesto de socorro Luís contó a su abuela como él había visto volar a Batman en el programa de televisión y que estaba probando para ver si podía hacer lo mismo. Su caída provocó una hemorragia cerebral y poco después de llegar a la sala de emergencia del hospital falleció.
¡Qué lástima que este niño no haya tenido oportunidad de asistir a una Escuela Dominical para oir del amor de Dios y de la obra de Jesucristo! Si instruimos a la niñez que nos rodea con las Sagradas Escrituras los resultados podrían ser otros.
Jesucristo y los niños
El Señor Jesucristo dio gran importancia a los pequeños. Cuando anduvo entre los hombres dejó preceptos y su ejemplo respecto a la obra de enseñarles la Palabra de Dios:
Dio gracias a Dios por lo que El había revelado a los niños. 1
Puso a un niño en medio de los discípulos como ejemplo de humildad. 2
Mandó a sus discípulos que dejasen a los niños llegar a él. 3
Mandó a Pedro que apacentase a sus corderos. 4
Oportunidad y necesidad
Los censos y las estadísticas nos dicen que en Latino América más de la mitad de la población es menor de los dieciséis años. Este hecho representa una gran oportunidad y a la vez una gran responsabilidad para el creyente cuyo deber y privilegio es enseñar la Palabra de Dios a nuevas generaciones.
El niño aprende con mayor facilidad y rapidez que el adulto. La iglesia católico-romana por siglos ha declarado: Dennos un niño hasta que cumpla los siete años y lo tendremos para toda la vida. Los comunistas y fascistas hacen grandes esfuerzos para adoctrinar a los pequeños porque saben que los niños de hoy son los hombres del mañana. El corazón tierno de un niño es terreno fértil para sembrar cualquier enseñanza, sea ésta verdadera o falsa.
Gran parte de la niñez de hoy no está recibiendo la sana instrucción que le es ual para la vida que tiene por delante y para su eterno bien. Por el contrario, reciben del cine, la televisión, y de multitud de libritos con historietas intranscendentes, violentas e inmorales una influencia perniciosa que los conduce al desastre.
Referimos un caso de un niño que conocíamos para ilustrar lo antedicho. Un niño venezolano llamado Luís no tenía padre y la mamá se veía obligada a trabajar en casa ajena. Luís pasaba el tiempo viendo televisión en casa de su abuela. Un domingo por la tarde el muchacho se lanzó del segundo piso de un edificio y se dio un duro golpe en la cabeza. En el trayecto al puesto de socorro Luís contó a su abuela como él había visto volar a Batman en el programa de televisión y que estaba probando para ver si podía hacer lo mismo. Su caída provocó una hemorragia cerebral y poco después de llegar a la sala de emergencia del hospital falleció.
¡Qué lástima que este niño no haya tenido oportunidad de asistir a una Escuela Dominical para oir del amor de Dios y de la obra de Jesucristo! Si instruimos a la niñez que nos rodea con las Sagradas Escrituras los resultados podrían ser otros.
Jesucristo y los niños
El Señor Jesucristo dio gran importancia a los pequeños. Cuando anduvo entre los hombres dejó preceptos y su ejemplo respecto a la obra de enseñarles la Palabra de Dios:
Dio gracias a Dios por lo que El había revelado a los niños. 1
Puso a un niño en medio de los discípulos como ejemplo de humildad. 2
Mandó a sus discípulos que dejasen a los niños llegar a él. 3
Mandó a Pedro que apacentase a sus corderos. 4
Dijo que los niños alaban al Señor. 5
Tuvo compasión de las multitudes y empezó a enseñarles. 6
Si no logras que sus culpas reconozca el pecador,
Conducir los niños puedes al benigno Salvador.
2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR
Para tal ministerio es necesario llenar los siguientes requisitos:
A. Conversión a Dios
Enseñar las cosas de Dios es privilegio exclusivo de los que han nacido de nuevo. Nacer de nuevo quiere decir arrepentirse y confiar en el Señor Jesucristo quien murió por nuestros pecados en la cruz. El que no es salvo está cegado espiritualmente y por lo tanto no puede conducir a otros al Señor ni entender las cosas de Dios. Jesucristo dijo: Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. 1 San Pablo escribió a los corintios: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no las puede entender. 2
B. Buen testimonio
Notemos el consejo de Pablo a Timoteo: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse. 3 El apóstol también pudo escribir sobre cuán santa, justa e irreprensiblemente él se había portado entre los creyentes. 4 Si nuestra vida no respalda lo que enseñamos nuestro trabajo será en vano.
C. Sinceridad
Es indispensable que seamos sinceros y sin motivación indigna. Por ejemplo, uno no debe buscar ser maestro para lucirse o para dejar una buena impresión ante sus compañeros. Despojémonos de todo egoísmo. Trabajemos porque el amor de Cristo nos constriñe. 5 Todo lo que hacemos debe ser hecho de corazón, como para el Señor y no para los hombres. 6 La sinceridad del maestro será reconocida por los alumnos.
Da lo mejor al Maestro, ríndele fiel devoción;
Sea su amor tan sublime el móvil de cada acción.
D. Aptitud para comunicar
Capacidad para enseñar y estimular el aprendizaje son cualidades necesarias. Cuando uno habla sin inspirar o motivar a sus alumnos, está hablando en vano. Es difícil comunicar lo que no creemos de todo corazón y lo que no nos llena de entusiasmo. Pablo aconsejó a Timoteo a avivar el fuego del don de Dios que había en él. 7 Nos conviene a nosotros recibir este consejo.
E. Experiencia
Es costumbre en algunas congregaciones responsabilizar de una clase a creyentes nuevos cuando los tales deben estar aprendiendo en una clase que corresponda a su edad. En esas mismas iglesias puede haber hermanos de experiencia y conocimiento que no tienen la responsabilidad de una clase cuando bien podrían tenerla.
En algunas Escuelas Dominicales los maestros nuevos sirven primero como asistentes a los de mayor experiencia. Ellos ayudan oyendo a los niños decir las porciones que aprenden de memoria, designando nuevos textos, manteniendo el orden y dando la clase de vez en cuando. Este es un proceso recomendable con tal que el maestro esté dispuesto a adiestrar a su ayudante y que éste esté dispuesto a aprender.
Así el ayudante podrá dar la clase solo cuando el maestro tenga que estar ausente.
F. Dedicación a la oración
El maestro sincero siente la necesidad de orar pidiendo al Señor:
—Por sí mismo, para que sea un obrero humilde, comprensivo, paciente y persistente con su clase.
—Por su mensaje, para que el Señor le dé luz espiritual. Si no contrista al Espíritu, El puede guiarle a toda verdad. 8
—Por sus discípulos, pidiendo la ayuda de Dios para llevar a cabo sus propósitos de conversión, crecimiento en la gracia, consagración al Señor y a su servicio, etc. Hay que orar por cada uno en particular porque la oración eficaz del justo puede mucho.9
G. Diligencia
Como maestros tenemos que estudiar cuidadosamente:
1. Nuestro mensaje. Es preciso escudriñar las Escrituras y preparar la lección hasta que nuestra propia alma esté conmovida. El apóstol aconsejó a Timoteo: Ocúpate en la lectura. 10
2. Nuestros alumnos. Hay que observar las costumbres, los anhelos, las capacidades y los hogares de cada uno de ellos.
3. Nuestros métodos de enseñanza. Estos deben ser interesantes y efectivos. Aun el método que tiene mayor éxito se gasta con el tiempo. El maestro diligente nunca deja de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor beneficio para sus alumnos.
H. Responsabilidad
Puntualidad: Sugerimos que el maestro llegue a la clase por lo menos diez minutos antes de la hora, si no está ocupado en el transporte de alumnos. Así podrá tener en orden el salón y su material didáctico y podrá saludar a sus alumnos según van llegando.
Cumplimiento: En ocasiones cuando tenga que ausentarse, el maestro responsable busca un suplente y avisa con anticipación al superintendente.
I. Sacrificio
Tuvo compasión de las multitudes y empezó a enseñarles. 6
Si no logras que sus culpas reconozca el pecador,
Conducir los niños puedes al benigno Salvador.
2. REQUISITOS PARA ENSEÑAR
Para tal ministerio es necesario llenar los siguientes requisitos:
A. Conversión a Dios
Enseñar las cosas de Dios es privilegio exclusivo de los que han nacido de nuevo. Nacer de nuevo quiere decir arrepentirse y confiar en el Señor Jesucristo quien murió por nuestros pecados en la cruz. El que no es salvo está cegado espiritualmente y por lo tanto no puede conducir a otros al Señor ni entender las cosas de Dios. Jesucristo dijo: Si el ciego guiare al ciego, ambos caerán en el hoyo. 1 San Pablo escribió a los corintios: Pero el hombre natural no percibe las cosas que son del Espíritu de Dios, porque para él son locura y no las puede entender. 2
B. Buen testimonio
Notemos el consejo de Pablo a Timoteo: Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué avergonzarse. 3 El apóstol también pudo escribir sobre cuán santa, justa e irreprensiblemente él se había portado entre los creyentes. 4 Si nuestra vida no respalda lo que enseñamos nuestro trabajo será en vano.
C. Sinceridad
Es indispensable que seamos sinceros y sin motivación indigna. Por ejemplo, uno no debe buscar ser maestro para lucirse o para dejar una buena impresión ante sus compañeros. Despojémonos de todo egoísmo. Trabajemos porque el amor de Cristo nos constriñe. 5 Todo lo que hacemos debe ser hecho de corazón, como para el Señor y no para los hombres. 6 La sinceridad del maestro será reconocida por los alumnos.
Da lo mejor al Maestro, ríndele fiel devoción;
Sea su amor tan sublime el móvil de cada acción.
D. Aptitud para comunicar
Capacidad para enseñar y estimular el aprendizaje son cualidades necesarias. Cuando uno habla sin inspirar o motivar a sus alumnos, está hablando en vano. Es difícil comunicar lo que no creemos de todo corazón y lo que no nos llena de entusiasmo. Pablo aconsejó a Timoteo a avivar el fuego del don de Dios que había en él. 7 Nos conviene a nosotros recibir este consejo.
E. Experiencia
Es costumbre en algunas congregaciones responsabilizar de una clase a creyentes nuevos cuando los tales deben estar aprendiendo en una clase que corresponda a su edad. En esas mismas iglesias puede haber hermanos de experiencia y conocimiento que no tienen la responsabilidad de una clase cuando bien podrían tenerla.
En algunas Escuelas Dominicales los maestros nuevos sirven primero como asistentes a los de mayor experiencia. Ellos ayudan oyendo a los niños decir las porciones que aprenden de memoria, designando nuevos textos, manteniendo el orden y dando la clase de vez en cuando. Este es un proceso recomendable con tal que el maestro esté dispuesto a adiestrar a su ayudante y que éste esté dispuesto a aprender.
Así el ayudante podrá dar la clase solo cuando el maestro tenga que estar ausente.
F. Dedicación a la oración
El maestro sincero siente la necesidad de orar pidiendo al Señor:
—Por sí mismo, para que sea un obrero humilde, comprensivo, paciente y persistente con su clase.
—Por su mensaje, para que el Señor le dé luz espiritual. Si no contrista al Espíritu, El puede guiarle a toda verdad. 8
—Por sus discípulos, pidiendo la ayuda de Dios para llevar a cabo sus propósitos de conversión, crecimiento en la gracia, consagración al Señor y a su servicio, etc. Hay que orar por cada uno en particular porque la oración eficaz del justo puede mucho.9
G. Diligencia
Como maestros tenemos que estudiar cuidadosamente:
1. Nuestro mensaje. Es preciso escudriñar las Escrituras y preparar la lección hasta que nuestra propia alma esté conmovida. El apóstol aconsejó a Timoteo: Ocúpate en la lectura. 10
2. Nuestros alumnos. Hay que observar las costumbres, los anhelos, las capacidades y los hogares de cada uno de ellos.
3. Nuestros métodos de enseñanza. Estos deben ser interesantes y efectivos. Aun el método que tiene mayor éxito se gasta con el tiempo. El maestro diligente nunca deja de aprender y busca siempre los métodos que resulten en mayor beneficio para sus alumnos.
H. Responsabilidad
Puntualidad: Sugerimos que el maestro llegue a la clase por lo menos diez minutos antes de la hora, si no está ocupado en el transporte de alumnos. Así podrá tener en orden el salón y su material didáctico y podrá saludar a sus alumnos según van llegando.
Cumplimiento: En ocasiones cuando tenga que ausentarse, el maestro responsable busca un suplente y avisa con anticipación al superintendente.
I. Sacrificio
Un espíritu de sacrificio nos conviene. Nuestro servicio requiere dedicación de tiempo, esfuerzo en oración y estudio, y el estar dispuestos a sacrificar nuestros ahorros en bien de los muchachos. El amor se mide por el sacrificio. Cristo amó a la iglesia y se entregó a sí mismo por ella. 11 El maestro que ama a su clase la llevará en el corazón y estará dispuesto a sacrificarse para ganarla para Cristo y guiarla en los caminos del Señor.
Veamos la necesidad de dedicar nuestra mente entera a la preparación; dedicar el alma entera en la presentación; y dedicar la vida entera a la ilustración de la lección.
Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor,
Que mis labios al hablar hablen sólo de tu amor.
3. EL ALUMNO
Nosotros los maestros no debemos perder de vista que el niño, en el proceso de desarrollo, atraviesa períodos de transición que afectan profundamente su comportamiento. Si deseamos que nuestra enseñanza sea efectiva consideremos la edad de nuestros alumnos y conozcamos las inclinaciones propias del período que atraviesan.
A. El primer período de la niñez (entre los 3-8 años)
Lo que sigue es característico del comportamiento del niño pequeño:
1. Curiosidad. El niño posee una curiosidad natural y una imaginación activa.
Podremos captar su atención despertando su curiosidad y luego mantenerla apelando a su imaginación.
2. Inquietud. Los niños pequeños están acostumbrados a la actividad y para ellos es difícil sentarse quietos durante una hora. Es aconsejable variar las actividades de la clase con el fin de evitar monotonía y permitirles movimiento.
3. Credulidad. En vista de que los niños están dispuestos a creer todo lo que se les dice, tengamos cuidado de presentarles lo puedan retenerla.
4. Sensibilidad y sentido de culpa.
Debemos recordar que cada niño tiene una conciencia, que todavía tiene el corazón tierno y que después hacer lo malo siente profundamente su culpabi-lidad. El temor puede provocar en el niño el deseo de ser perdonado.
5. Anhelo de ser amado y aceptado. La parte espiritual que Dios ha puesto en el niño le hace sentir temor y culpabilidad y es capaz de conocer el perdón de Dios. Hay en cada niño, aun en el malcriado, el anhelo de ser amado y apreciado.
Veamos la necesidad de dedicar nuestra mente entera a la preparación; dedicar el alma entera en la presentación; y dedicar la vida entera a la ilustración de la lección.
Que mi tiempo todo esté consagrado a tu loor,
Que mis labios al hablar hablen sólo de tu amor.
3. EL ALUMNO
Nosotros los maestros no debemos perder de vista que el niño, en el proceso de desarrollo, atraviesa períodos de transición que afectan profundamente su comportamiento. Si deseamos que nuestra enseñanza sea efectiva consideremos la edad de nuestros alumnos y conozcamos las inclinaciones propias del período que atraviesan.
A. El primer período de la niñez (entre los 3-8 años)
Lo que sigue es característico del comportamiento del niño pequeño:
1. Curiosidad. El niño posee una curiosidad natural y una imaginación activa.
Podremos captar su atención despertando su curiosidad y luego mantenerla apelando a su imaginación.
2. Inquietud. Los niños pequeños están acostumbrados a la actividad y para ellos es difícil sentarse quietos durante una hora. Es aconsejable variar las actividades de la clase con el fin de evitar monotonía y permitirles movimiento.
3. Credulidad. En vista de que los niños están dispuestos a creer todo lo que se les dice, tengamos cuidado de presentarles lo puedan retenerla.
4. Sensibilidad y sentido de culpa.
Debemos recordar que cada niño tiene una conciencia, que todavía tiene el corazón tierno y que después hacer lo malo siente profundamente su culpabi-lidad. El temor puede provocar en el niño el deseo de ser perdonado.
5. Anhelo de ser amado y aceptado. La parte espiritual que Dios ha puesto en el niño le hace sentir temor y culpabilidad y es capaz de conocer el perdón de Dios. Hay en cada niño, aun en el malcriado, el anhelo de ser amado y apreciado.
Aporte:
Castillo Fuerte
en
17:40:00
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sábado, 5 de enero de 2013
Curso: Consejería Bíblica - TEMA 1
INDICE
INTRODUCCiÓN ............................................................................................... 7 1.EL CONSEJO DE DIOS Y EL CONSEJERO ....................................... 13
2. LA RAIZ DE LOS PROBLEMAS .......................................................... 27
3. EL PRÓPOSITO DE LAS PRUEBAS, LAS DIFICULTADES Y LOS SUFRIMIENTOS .......................................................................... 43
4. PECADO Y ESCLAVITUD ESPIRITUAL.. .......................................... 63
5. SALVACIÓN y RESTAURACIÓN ....................................................... 83
6. EL MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO .......................................... 97
7. SANIDAD DIVINA ................................................................................. 1 21
8. LIBERACIÓN DE LA ESCLAVITUD ESPIRITUAL.. ...................... 14S
9. LIBERACiÓN ESPIRITUAL Y OCULTlSMO ................................. 171
10. EL MATRIMONIO ................................................................................. 203
12. LA FAMILIA CRISTlANA .................................................................... 24S
Como podemos comprobar hoy los creyentes, las cosas en el mundo están empeorando, y cada vez oímos más de "guerras y rumores de guerra", tal como lo profetizó Jesús en Mateo 24:7-8 cuando dijo: "Porque se levantará nación contra nación, y reino contra reino; y habrá pestes, y hambres, y terremotos en diferentes lugares. y todo esto será principio de dolores ".
Nos damos cuenta que el vivir cristiano bajo la guía del Espíritu Santo se ha hecho dificultoso para muchos creyentes, abunda la seducción del mal, el engaño; fuertes tentaciones y acusaciones han derrumbado la vida de cristianos sinceros y devotos. Apocalipsis 12:12 nos dice que el diablo ha descendido a la Tierra con gran ira, "sabiendo que tiene poco tiempo".
Por eso la lucha espiritual nunca ha sido tan crítica como has-a ahora, si bien principalmente en los tiempos de Nerón y de la Inquisición muchos cristianos fueron masivamente perseguidos y martirizados, la mayoría de ellos no perdió la salvación eterna.
En cambio ahora la persecución del diablo viene a través de una inundación e incitación al pecado, para que los creyentes pierdan a promesa de ser más que vencedores en el reino de los cielos, o que algunos sean borrados del libro de la vida, y así pueda lograr sus objetivos malignos robando las almas o esclavizándolas espiri-tualmente. Pero el Señor Jesucristo nos ha dado las armas espiri-tuales y todo el consejo de Dios para vencer cada tentación, cada engaño y cada acusación enviada en contra de nosotros por el ene-migo de nuestras almas.
La consejería espiritual es un ministerio fundamental para ayu-dar a todos los creyentes en tiempos de crisis, tal como Pablo lo manifiesta en Hechos 20:27 cuando dijo: "No he rehuido anuncia-ros todo el consejo de Dios". Este es un ministerio que Dios ha otorgado al cuerpo de Cristo para que nos soportemos unos a otros, nos perdonemos unos a otros, y podamos ser vencedores contra las artimañas del diablo.
Para ello debemos adiestrarnos para que "la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros, enseñándonos y exhortándonos unos a otros en toda sabiduría ... " (Colosenses 3:16). Es necesario ins-truirnos en el conocimiento de la palabra de Dios para ser de ayuda eficaz a otros hermanos en la fe y para vivir una vida victoriosa nosotros mismos, perseverando hasta el fin, y predicando el evangelio del reino a todo el mundo.
Lamentablemente, muchos han asociado la consejería bíblica espiritual con la psicología humanista o la medicina psiquiátrica, y en algunos casos se ha requerido en congregaciones cristianas que el consejero espiritual tenga algún título profesional de psicología humanista.
Esto está muy lejos del propósito de Dios; en realidad, todo pastor o maestro bíblico tiene que guiar fielmente el rebaño del Padre y alimentarlo de la palabra viva de Dios; no solo debe administrar la Palabra en la predicación, sino que debe estar preparado para aconsejar a las ovejas necesitadas, heridas o descarriadas, para mantenerlas guardadas dentro del redil. Sin embargo, también cualquier fiel cristiano puede intervenir en la tarea de aconsejar, sin ser un ministro cristiano en el ejercicio del pastorado o de la
enseñanza bíblica.
De hecho, todo creyente es responsable de anunciar el evange-lio de Jesucristo a todo aquel que vive separado de Dios; para esto no se requiere un título de ministro cristiano, pero sí se requiere el consejero cristiano un profundo conocimiento de las Escrituras y de una preparación personal en su carácter. Esto significa que si alguien tiene una vocación para aconsejar, debe prepararse para la obra del ministerio. La mejor preparación y entrenamiento para aconsejar bíblicamente es formarse en un buen seminario bíblico y teológico, o en una escuela l.e líderes, reconocidos por su solidez doctrinal.
Porque los recursos sobre los que debe apoyarse todo conseje-ro cristiano es la palabra de Dios, la guía del Espíritu Santo y la co-munión con la Iglesia del Señor. De hecho, quiero aclarar, que no hay lugar en el cuerpo de Cristo para los consejeros independientes que obran por su propia cuenta sin estar unidos al cuerpo o sin pertenecer a una congregación cristiana reconocida.
Dios manifiesta en la Biblia el deseo de que cada creyente se transforme en un intercesor para reconciliar todos los corazones alejados, heridos o lastimados, con Dios. Por ello la Biblia considera el ministerio de la consejería como un servicio espiritual en favor de los necesitados (2 Corintios 5: 18).
Como consejero, un cristiano es un vínculo vital entre el que está necesitado y Dios. El Espíritu Santo de Dios es el Consejero de todos los consejeros cristianos, por ello todo cristiano que ha recibido a Cristo como su Salvador personal, debe buscar la llenu-ra del Espíritu Santo, para poder así alcanzar el nivel espiritual y prepararse como consejero. .
El ministerio del consejero espiritual es de trascendental Im-portancia para ayudar a mantener la unidad del pueblo de Dios. El consejero podrá exhortar con amor y autoridad espiritual al cre-yente con dificultades, ayudándolo a "enderezar lo que se había torcido" (ver Romanos 15:14).
Este curso de consejería ha sido diseñado como un instrumento de ayuda y como herramienta eficaz para los que sufren distintas perturbaciones o estados de confusión, y que todo conseje-ro cristiano no debe ignorar. Aunque será el Espíritu Santo quien traerá a la memoria todo el bagaje de conocimientos que usted ate-sore, y que unido al aprendizaje de textos claves y conceptos bíbli-cos estará en condiciones de recibir la dirección divina en el momento en que usted se encuentre ante un problema para aconsejar a otro (ver Juan 14:16; 16:13-14).
Por eso la lucha espiritual nunca ha sido tan crítica como has-a ahora, si bien principalmente en los tiempos de Nerón y de la Inquisición muchos cristianos fueron masivamente perseguidos y martirizados, la mayoría de ellos no perdió la salvación eterna.
En cambio ahora la persecución del diablo viene a través de una inundación e incitación al pecado, para que los creyentes pierdan a promesa de ser más que vencedores en el reino de los cielos, o que algunos sean borrados del libro de la vida, y así pueda lograr sus objetivos malignos robando las almas o esclavizándolas espiri-tualmente. Pero el Señor Jesucristo nos ha dado las armas espiri-tuales y todo el consejo de Dios para vencer cada tentación, cada engaño y cada acusación enviada en contra de nosotros por el ene-migo de nuestras almas.
La consejería espiritual es un ministerio fundamental para ayu-dar a todos los creyentes en tiempos de crisis, tal como Pablo lo manifiesta en Hechos 20:27 cuando dijo: "No he rehuido anuncia-ros todo el consejo de Dios". Este es un ministerio que Dios ha otorgado al cuerpo de Cristo para que nos soportemos unos a otros, nos perdonemos unos a otros, y podamos ser vencedores contra las artimañas del diablo.
Para ello debemos adiestrarnos para que "la palabra de Cristo more en abundancia en nosotros, enseñándonos y exhortándonos unos a otros en toda sabiduría ... " (Colosenses 3:16). Es necesario ins-truirnos en el conocimiento de la palabra de Dios para ser de ayuda eficaz a otros hermanos en la fe y para vivir una vida victoriosa nosotros mismos, perseverando hasta el fin, y predicando el evangelio del reino a todo el mundo.
Lamentablemente, muchos han asociado la consejería bíblica espiritual con la psicología humanista o la medicina psiquiátrica, y en algunos casos se ha requerido en congregaciones cristianas que el consejero espiritual tenga algún título profesional de psicología humanista.
Esto está muy lejos del propósito de Dios; en realidad, todo pastor o maestro bíblico tiene que guiar fielmente el rebaño del Padre y alimentarlo de la palabra viva de Dios; no solo debe administrar la Palabra en la predicación, sino que debe estar preparado para aconsejar a las ovejas necesitadas, heridas o descarriadas, para mantenerlas guardadas dentro del redil. Sin embargo, también cualquier fiel cristiano puede intervenir en la tarea de aconsejar, sin ser un ministro cristiano en el ejercicio del pastorado o de la
enseñanza bíblica.
De hecho, todo creyente es responsable de anunciar el evange-lio de Jesucristo a todo aquel que vive separado de Dios; para esto no se requiere un título de ministro cristiano, pero sí se requiere el consejero cristiano un profundo conocimiento de las Escrituras y de una preparación personal en su carácter. Esto significa que si alguien tiene una vocación para aconsejar, debe prepararse para la obra del ministerio. La mejor preparación y entrenamiento para aconsejar bíblicamente es formarse en un buen seminario bíblico y teológico, o en una escuela l.e líderes, reconocidos por su solidez doctrinal.
Porque los recursos sobre los que debe apoyarse todo conseje-ro cristiano es la palabra de Dios, la guía del Espíritu Santo y la co-munión con la Iglesia del Señor. De hecho, quiero aclarar, que no hay lugar en el cuerpo de Cristo para los consejeros independientes que obran por su propia cuenta sin estar unidos al cuerpo o sin pertenecer a una congregación cristiana reconocida.
Dios manifiesta en la Biblia el deseo de que cada creyente se transforme en un intercesor para reconciliar todos los corazones alejados, heridos o lastimados, con Dios. Por ello la Biblia considera el ministerio de la consejería como un servicio espiritual en favor de los necesitados (2 Corintios 5: 18).
Como consejero, un cristiano es un vínculo vital entre el que está necesitado y Dios. El Espíritu Santo de Dios es el Consejero de todos los consejeros cristianos, por ello todo cristiano que ha recibido a Cristo como su Salvador personal, debe buscar la llenu-ra del Espíritu Santo, para poder así alcanzar el nivel espiritual y prepararse como consejero. .
El ministerio del consejero espiritual es de trascendental Im-portancia para ayudar a mantener la unidad del pueblo de Dios. El consejero podrá exhortar con amor y autoridad espiritual al cre-yente con dificultades, ayudándolo a "enderezar lo que se había torcido" (ver Romanos 15:14).
Este curso de consejería ha sido diseñado como un instrumento de ayuda y como herramienta eficaz para los que sufren distintas perturbaciones o estados de confusión, y que todo conseje-ro cristiano no debe ignorar. Aunque será el Espíritu Santo quien traerá a la memoria todo el bagaje de conocimientos que usted ate-sore, y que unido al aprendizaje de textos claves y conceptos bíbli-cos estará en condiciones de recibir la dirección divina en el momento en que usted se encuentre ante un problema para aconsejar a otro (ver Juan 14:16; 16:13-14).
Este curso trata sobre las soluciones bíblicas a los principales problemas que tiene el ser humano, y a las diversas dificultades que pueden enfrentar los creyentes durante el crecimiento espiritual. Los requisitos indispensables para el creyente que desee alcan-zar el ministerio de dar el consejo de Dios están en las cartas del apóstol Pablo a Tito y en la Primera carta a Timoteo. Después .de leerlas, estará en condiciones de comenzar este estudio practlco para el consejero cristiano.
1. LA CAPACITACION PARA RESTAURAR VIDAS
Es la creencia generalizada que la tarea de aconsejar bíblicamente pertenece exclusivamente solo a los pastores, sacerdotes o clérigos de las iglesias. Aunque en la actualidad se ha pretendido jerarqui-zar el ministerio, algunas denominaciones cristianas han incorpo-rado a psicólogos matriculados en psicología humanista, tratando de convertirlos en psicólogos "cristianos". (También el enemigo a través de la Nueva Era está promoviendo el estudio de la conseje-ría espiritual, con el título de "Counseling" a esta nueva carrera se-cular con raíces esotéricas.)
Pero si profundizamos lo que Dios dice al respecto, en la Biblia, nos encontramos que Dios llama a cada cristiano a aconsejar a otros, no como tarea obligatoria, sino como responsabilidad frater-nal. En la carta que escribió el apóstol Pablo a los Gálatas 6: 1 di-ce: "Hermanos, (no dice: pastores, sacerdotes o clérigos, ni psicó-logos) si alguno es sorprendido en alguna falta, los que sois espiritua-les, (todos los creyentes comprometidos con Dios en servirle fiel-mente) restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".
Es la creencia generalizada que la tarea de aconsejar bíblicamente pertenece exclusivamente solo a los pastores, sacerdotes o clérigos de las iglesias. Aunque en la actualidad se ha pretendido jerarqui-zar el ministerio, algunas denominaciones cristianas han incorpo-rado a psicólogos matriculados en psicología humanista, tratando de convertirlos en psicólogos "cristianos". (También el enemigo a través de la Nueva Era está promoviendo el estudio de la conseje-ría espiritual, con el título de "Counseling" a esta nueva carrera se-cular con raíces esotéricas.)
Pero si profundizamos lo que Dios dice al respecto, en la Biblia, nos encontramos que Dios llama a cada cristiano a aconsejar a otros, no como tarea obligatoria, sino como responsabilidad frater-nal. En la carta que escribió el apóstol Pablo a los Gálatas 6: 1 di-ce: "Hermanos, (no dice: pastores, sacerdotes o clérigos, ni psicó-logos) si alguno es sorprendido en alguna falta, los que sois espiritua-les, (todos los creyentes comprometidos con Dios en servirle fiel-mente) restauradle con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado".
También en la carta de Pablo a los Romanos 15:14 encontramos otro claro llamamiento a ejercer la tarea de aconsejar bíblicamen-te: "Pero estoy convencido de vosotros, hermanos míos, de que voso-tros mismos estáis llenos de bondad, llenos de todo conocimiento, y ca-pacitados también para amonestaros los unos a los otros". Estos ver-sículos ciertamente involucran a todos los cristianos comprometi-dos con Dios y de buen testimonio, en la tarea de aconsejar.
El llamamiento es claro: todos los cristianos tenemos que ayu-dar a "restaurar" a quien Dios haya colocado a nuestro lado y que esté necesitado de enderezar su caminar con Dios. El requerimien-to del Padre a restaurar la vida de alguien que está en dificultad, se entiende bien si tomamos el concepto de la palabra restaurar del griego KATARZIO, cuya traducción literal es: "Remendar", es decir, volver al enfermo a su anterior condición de sanidad. La palabra restaurar era usada por médicos y pescadores. Una red con aguje-ros, no servía, pues los peces a los que se quería atrapar se escapa-ban; cuando la red era reparada, podríamos decir que había sido restaurada para su uso normal, pues vuelve a ser útil por medio de la restauración. El propósito del texto de Gálatas 6: 1, por parte de los que "son espirituales", es restaurar al miembro de la Iglesia de Cristo que ha sido sorprendido en una falta, hecho que lo ha dis-locado del cuerpo espiritual. Al igual que un médico restaura al co-locar en su lugar un miembro dislocado. Y de esa forma lo pone nuevamente en su utilidad propia. El consejero que realiza la ta-rea, no es que asuma la responsabilidad del que ha fallado; lo que hace es asumir la responsabilidad de aconsejar, de modo que aquel que cometió la falta logre corregir su error para retomar la carga de su propia responsabilidad en la Iglesia.
En resumen: restaurar es lograr que el cristiano fallido vuelva a su lugar de utilidad en la Iglesia del Señor. Pero también puede ocurrir que el creyente fallido se haya apartado y en este caso no hay posibi-lidad de remitirlo con su problema al pastor o a los ancianos de la Iglesia; aquí la restauración será nuestra obligación. La condición que debemos recordar es que quien va a aconsejar a otro debe pertenecer a "los que sois espirituales", o los que tienen el Espíritu Santo activa-do en sus vidas. Porque la presencia del Espíritu Santo hace posible que podamos realizar el proceso de restauración en el aconsejar. De-bemos pensar que Dios ha colocado providencialmente en nuestro camino al cristiano que ha errado en su conducta, para que le ayu-demos a volver al camino de Dios.
Recordemos la actitud del sacerdote y del levita que, en la pa-rábola del "Buen samaritano", pasaron de largo y evitaron su res-ponsabilidad de ayudar al prójimo. Dios quiere que e~ estas situa-ciones seamos como el buen samaritano. Puede ocurnr que el pro-blema que le toca aconsejar exceda sus conocimientos bíblicos o el
de su madurez espiritual. Entonces deberá remitir al cristiano a un
anciano o al pastor de su congregación. Y así, completará su res-ponsabilidad espiritual.
El otro aspecto es el del creyente que tome esta responsabilidad como vocación ministerial. Las iglesias tienen consejeros "oficia-les" designados u ordenados por los pastores y ancianos, para ayu-dar y pastorear la grey de Cristo.
El punto principal del creyente involucrado en la .tarea de acon-sejar, es que cada consejo emitido debe ser el consejo de DIOS ex-presado en las Sagradas Escrituras. Solo así podrá haber restaura-ción; porque si el consejo es pobre o mezclado .con conceptos hu-manistas, puede ser inocuo y hasta muy perjudlclal. La VIda de los cristianos que componen el cuerpo de Cristo, la Iglesia del Señor, está en juego. Por ello, el llamado de Dios a restaurar a los fallIdos, jamás debemos tomarlo a la ligera.
El llamamiento es claro: todos los cristianos tenemos que ayu-dar a "restaurar" a quien Dios haya colocado a nuestro lado y que esté necesitado de enderezar su caminar con Dios. El requerimien-to del Padre a restaurar la vida de alguien que está en dificultad, se entiende bien si tomamos el concepto de la palabra restaurar del griego KATARZIO, cuya traducción literal es: "Remendar", es decir, volver al enfermo a su anterior condición de sanidad. La palabra restaurar era usada por médicos y pescadores. Una red con aguje-ros, no servía, pues los peces a los que se quería atrapar se escapa-ban; cuando la red era reparada, podríamos decir que había sido restaurada para su uso normal, pues vuelve a ser útil por medio de la restauración. El propósito del texto de Gálatas 6: 1, por parte de los que "son espirituales", es restaurar al miembro de la Iglesia de Cristo que ha sido sorprendido en una falta, hecho que lo ha dis-locado del cuerpo espiritual. Al igual que un médico restaura al co-locar en su lugar un miembro dislocado. Y de esa forma lo pone nuevamente en su utilidad propia. El consejero que realiza la ta-rea, no es que asuma la responsabilidad del que ha fallado; lo que hace es asumir la responsabilidad de aconsejar, de modo que aquel que cometió la falta logre corregir su error para retomar la carga de su propia responsabilidad en la Iglesia.
En resumen: restaurar es lograr que el cristiano fallido vuelva a su lugar de utilidad en la Iglesia del Señor. Pero también puede ocurrir que el creyente fallido se haya apartado y en este caso no hay posibi-lidad de remitirlo con su problema al pastor o a los ancianos de la Iglesia; aquí la restauración será nuestra obligación. La condición que debemos recordar es que quien va a aconsejar a otro debe pertenecer a "los que sois espirituales", o los que tienen el Espíritu Santo activa-do en sus vidas. Porque la presencia del Espíritu Santo hace posible que podamos realizar el proceso de restauración en el aconsejar. De-bemos pensar que Dios ha colocado providencialmente en nuestro camino al cristiano que ha errado en su conducta, para que le ayu-demos a volver al camino de Dios.
Recordemos la actitud del sacerdote y del levita que, en la pa-rábola del "Buen samaritano", pasaron de largo y evitaron su res-ponsabilidad de ayudar al prójimo. Dios quiere que e~ estas situa-ciones seamos como el buen samaritano. Puede ocurnr que el pro-blema que le toca aconsejar exceda sus conocimientos bíblicos o el
de su madurez espiritual. Entonces deberá remitir al cristiano a un
anciano o al pastor de su congregación. Y así, completará su res-ponsabilidad espiritual.
El otro aspecto es el del creyente que tome esta responsabilidad como vocación ministerial. Las iglesias tienen consejeros "oficia-les" designados u ordenados por los pastores y ancianos, para ayu-dar y pastorear la grey de Cristo.
El punto principal del creyente involucrado en la .tarea de acon-sejar, es que cada consejo emitido debe ser el consejo de DIOS ex-presado en las Sagradas Escrituras. Solo así podrá haber restaura-ción; porque si el consejo es pobre o mezclado .con conceptos hu-manistas, puede ser inocuo y hasta muy perjudlclal. La VIda de los cristianos que componen el cuerpo de Cristo, la Iglesia del Señor, está en juego. Por ello, el llamado de Dios a restaurar a los fallIdos, jamás debemos tomarlo a la ligera.
¿CUANTAS PERSONAS ESTÁN IMPLICADAS EN EL MOMENTO DE ACONSEJAR? Aparentemente las personas implicadas son el consejero y el aconsejado. Esto sería correcto si hablamos de impartir consejos humanos o profesionales; pero en el aconsejar blbhco slempre estan implicadas tres personas, porque el consejero y el aconsejado se reunen en el nombre del Señor jesucristo, y es en su presencIa real que se realiza la tarea.
El evangelio según san Mateo 18:10 dIce: .Donde hay dos o tres congregados en mi nombre, alli estoy yo en medio de ellos. Jesucnsto reside hoy de modo invisible en su IglesIa en la persona del Espíritu Santo. Jesús, antes de ascender a los cielos se reunio por. ultima vez con sus discípulos y les dijo que el Padre les enviaria, otro Consolador (. .. ) el Espíritu de verdad". (Juan 14:16-17). El otro mencionado, se refiere a otro como El mismo, para que los guiara, y los ayudara en todo lo que jesús les encomendó que hicieran. La palabra "Consolador" fue traducida del griego PARAKLETOS, que significa: ayudador, abogado, consejero, intercesor, alguien que se pone de nuestro lado para ayudarnos.
La presencia del Señor jesucristo es manifestada en la consejería por medio de su Santo Espíritu, quien es el autor de las Escrituras, y quien las ha revelado a aquellos que escribieron en manuscritos la palabra de Dios que hoy tenemos en la Biblia. Por lo tanto, cuando se reúne un consejero con el aconsejado, para que el consejo de Dios sea manifestado por su divina Palabra, se requiere la participación del Espíritu Santo. En ese caso habrá tres personas presentes: el Consejero Divino, el consejero cristiano y el aconsejado.
2. EL CONSEJERO DIVINO
Como hemos dicho, el Señor jesucristo reside ahora de modo invisible en su Iglesia en la persona del Espíritu Santo. jesús le aseguró a sus discípulos que el Padre les enviaría "otro Consolador (...) el Espíritu de verdad". La palabra "otro" fue traducida del griego ALLOS, que significa: "una diferencia numérica referido a otro con carácter similar, u otro de la misma especie".
Durante tres años y medio jesús guió, enseñó, instruyó, co-rrigió y animó a sus discípulos, fue realmente su Consejero, co-mo también aconsejó a muchos más. En el momento que esta-ba anticipando a sus discípulos su partida de la Tierra, les dijo que les iba a enviar "otro Consolador" que sería como Él mismo, para que los guiara y enseñara como Él lo había hecho. "Conso-lador" literalmente significa: "llamado al lado y en ayuda de uno, sugiere la capacidad para prestar ayuda. Generalmente usado para el que aboga por la causa de otro, y en un sentido más amplio, significa uno que socorre, que consuela, que acon-seja".
El Espíritu Santo es llamado "Santo" porque es la fuente de toda santidad, y su obra principal en el corazón del cristiano es impulsar el anhelo de ser santo en toda expresión y conducta por el hecho de que Dios es Santo. El aconsejar es un aspecto de la santificación. Como hemos dicho, la obra del Espíritu Santo en la persona regenerada es la santificación; por lo tanto debemos considerar al Espíritu Santo como la persona más importante en el contexto del aconsejar bíblico, y considerarlo el Consejero de los consejeros.
Jesús les anunció a sus discípulos que los enviaría a hacer una gran obra, mayor a la que Él había hecho. Esta obra comen-zarían a realizarla después que el Espíritu Santo viniera sobre ellos, quien les daría el poder, la guía y los consejos para poder ejecutarla. jesús les prometió también que continuaría estando junto a ellos, por medio del Espíritu Santo, hasta los confines de la Tierra. Así que jesús si bien los dejaba físicamente, esto iba a ser beneficioso para ellos y para los cristianos de todo el mundo y de todos los tiempos, porque no estarían nunca más solos, ni tampoco deberían decidir nada por su propia cuenta,
pues el Espíritu de verdad les daría el consejo apropiado para cada situación.
Lo cierto es que el Espíritu Santo aconsejó a los discípulos de una manera perfecta y, además, fueron capacitados para recordar de una forma inequívoca las palabras y obras de jesús, que fueron fielmente reproducidas en el Nuevo Testamento. La obra principal del Espíritu Santo llega hasta nuestros días por medio de su ver-dad predicada, explicada y aplicada sobre los miembros de la Igle-sia de Cristo en todo el mundo.
El Espíritu Santo es quien regenera y da fe a los inconversos (1 Corintios 12:3), quien capacita al creyente para comprender las verdades de Dios (1 Corintios 2:9-16), quien nos ayuda a vi-vir conforme a la voluntad de Dios. Todos los creyentes reciben el Espíritu Santo en el momento de la regeneración, en el mis-mo instante que declaran a jesucristo como el Señor y Salvador de sus vidas; y por lo tanto ya quedan habilitados para recibir
su consejo. Pero para tener la capacidad de dar el consejo de Dios, es necesario recibir el bautismo del Espíritu Santo, tal co-mo lo recibieron los ciento veinte creyentes que oraban en el aposento alto en el día de Pentecostés, y someterse a la prepa-ración necesaria.
El Espíritu Santo es llamado "Santo" porque es la fuente de toda santidad, y su obra principal en el corazón del cristiano es impulsar el anhelo de ser santo en toda expresión y conducta por el hecho de que Dios es Santo. El aconsejar es un aspecto de la santificación. Como hemos dicho, la obra del Espíritu Santo en la persona regenerada es la santificación; por lo tanto debemos considerar al Espíritu Santo como la persona más importante en el contexto del aconsejar bíblico, y considerarlo el Consejero de los consejeros.
Jesús les anunció a sus discípulos que los enviaría a hacer una gran obra, mayor a la que Él había hecho. Esta obra comen-zarían a realizarla después que el Espíritu Santo viniera sobre ellos, quien les daría el poder, la guía y los consejos para poder ejecutarla. jesús les prometió también que continuaría estando junto a ellos, por medio del Espíritu Santo, hasta los confines de la Tierra. Así que jesús si bien los dejaba físicamente, esto iba a ser beneficioso para ellos y para los cristianos de todo el mundo y de todos los tiempos, porque no estarían nunca más solos, ni tampoco deberían decidir nada por su propia cuenta,
pues el Espíritu de verdad les daría el consejo apropiado para cada situación.
Lo cierto es que el Espíritu Santo aconsejó a los discípulos de una manera perfecta y, además, fueron capacitados para recordar de una forma inequívoca las palabras y obras de jesús, que fueron fielmente reproducidas en el Nuevo Testamento. La obra principal del Espíritu Santo llega hasta nuestros días por medio de su ver-dad predicada, explicada y aplicada sobre los miembros de la Igle-sia de Cristo en todo el mundo.
El Espíritu Santo es quien regenera y da fe a los inconversos (1 Corintios 12:3), quien capacita al creyente para comprender las verdades de Dios (1 Corintios 2:9-16), quien nos ayuda a vi-vir conforme a la voluntad de Dios. Todos los creyentes reciben el Espíritu Santo en el momento de la regeneración, en el mis-mo instante que declaran a jesucristo como el Señor y Salvador de sus vidas; y por lo tanto ya quedan habilitados para recibir
su consejo. Pero para tener la capacidad de dar el consejo de Dios, es necesario recibir el bautismo del Espíritu Santo, tal co-mo lo recibieron los ciento veinte creyentes que oraban en el aposento alto en el día de Pentecostés, y someterse a la prepa-ración necesaria.
3. EL CONSEJERO CRISTIANO
De acuerdo a la Biblia hay cuatro fuentes principales de problemas que aquejan al ser humano:
A- Enfermedades orgánicas.
B- Enfermedades mentales o psíquicas, no orgánicas.
c- Pecados personales.
D- Opresión y posesión demoníaca.
La mejor preparación y entrenamiento para dar el consejo cris-tiano es buscar involucrarse en el estudio de la palabra de Dios, a través de institutos de educación, escuelas de líderes o seminarios cristianos, que le proporcione un fondo teológico y bíblico bien
sólido al futuro consejero.
Los recursos sobre los que descansa un consejero cristiano son: la palabra de Dios revelada en la Biblia, la guía del Espíritu Santo, y la Iglesia como congregación de los santos. Dios ha establecido que los creyentes de todas las edades se congreguen en las iglesias locales, como dice la carta a los Hebreos 10:24-25: "Y considerémo-nos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino ex-hortándonos (aconsejándonos); y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca".
La vinculación de estos recursos por medio del estudio de la Bi-blia y la reflexión en lo que Dios nos habla en ella, una cotidiana e íntima relación con el Espíritu Santo a través de la oración, y la participación activa en la comunión con otros creyentes en la Igle-sia, harán que el consejero cristiano adquiera la idoneidad que Dios requiere para este servicio.
Los requisitos básicos del consejero cristiano se fundamentan en el desarrollo de una profunda convicción de fe en el Señor Je-sucristo, y un desbordante amor y compasión para servir fielmen-te a Dios y al prójimo.
El consejero cristiano debe, sobre todas las cosas, ser una per-sona de fe y de esperanza, y creer que todas las promesas de Dios se cumplen indefectiblemente. En la Biblia Dios promete cambiar a todos los que se arrepientan de sus pecados y que busquen an-dar obedientes en sus mandamientos. Los aconsejados necesitan que el consejero les dé esperanza viva y ánimo para que puedan al-canzar las promesas de Dios. El consejero deberá orientar siempre al aconsejado hacia las soluciones de Dios, y hacer que este deje de mirar los problemas que lo han vencido.
B- Enfermedades mentales o psíquicas, no orgánicas.
c- Pecados personales.
D- Opresión y posesión demoníaca.
La mejor preparación y entrenamiento para dar el consejo cris-tiano es buscar involucrarse en el estudio de la palabra de Dios, a través de institutos de educación, escuelas de líderes o seminarios cristianos, que le proporcione un fondo teológico y bíblico bien
sólido al futuro consejero.
Los recursos sobre los que descansa un consejero cristiano son: la palabra de Dios revelada en la Biblia, la guía del Espíritu Santo, y la Iglesia como congregación de los santos. Dios ha establecido que los creyentes de todas las edades se congreguen en las iglesias locales, como dice la carta a los Hebreos 10:24-25: "Y considerémo-nos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino ex-hortándonos (aconsejándonos); y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca".
La vinculación de estos recursos por medio del estudio de la Bi-blia y la reflexión en lo que Dios nos habla en ella, una cotidiana e íntima relación con el Espíritu Santo a través de la oración, y la participación activa en la comunión con otros creyentes en la Igle-sia, harán que el consejero cristiano adquiera la idoneidad que Dios requiere para este servicio.
Los requisitos básicos del consejero cristiano se fundamentan en el desarrollo de una profunda convicción de fe en el Señor Je-sucristo, y un desbordante amor y compasión para servir fielmen-te a Dios y al prójimo.
El consejero cristiano debe, sobre todas las cosas, ser una per-sona de fe y de esperanza, y creer que todas las promesas de Dios se cumplen indefectiblemente. En la Biblia Dios promete cambiar a todos los que se arrepientan de sus pecados y que busquen an-dar obedientes en sus mandamientos. Los aconsejados necesitan que el consejero les dé esperanza viva y ánimo para que puedan al-canzar las promesas de Dios. El consejero deberá orientar siempre al aconsejado hacia las soluciones de Dios, y hacer que este deje de mirar los problemas que lo han vencido.
4. ACTITUDES DEL CORAZON
El rol del consejero cristiano es enseñar al afligido la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu Santo y ungida en el poder de su amor e intercesión.
El objetivo del consejero es el de guiar a la persoüa que soli-cita consejo hacia la luz de la verdad que está en la Biblia. Sabe-mos que cuando una persona inconversa recibe a Jesucristo co-mo su Señor y Salvador, hay que animarla a tomar parte activa en una iglesia local para su futuro crecimiento espiritual. Pero si la persona es un creyente que está alejado de la comunión, hay que restaurarla para que vuelva a ser un miembro útil al cuerpo de Cristo.
Todo consejero cristiano debe tener una serie de actitudes que pre-dispongan su corazón para el servicio de aconsejar. El Salmo 57:7 di-ce: "Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto ... ". Es-tas son las principales actitudes del corazón para ser un fiel y eficien-te consejero de Dios:
• Tener una actitud de obediencia a la Palabra de Dios. Dice en Romanos 6: 17 -18: " ... aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella (. . .) doctrina a la cual fuisteis (. .. ) liberados del pecado". El consejero que es obe-diente al Señor Jesucristo y a su Palabra obtiene una visible autoridad espiritual en el servicio, pues Dios siempre respal-da a los siervos obedientes.
• Tener una actitud de siervo. Dice Filipenses 2:7: ''jesús se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo (. . .) se humilló a si mismo (. .. ) haciéndose obediente hasta la muerte". Y Ma-teo 20:28: "Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos". El consejero debe ser humilde de corazón y de espíritu. Debe poner sus prioridades en ser de utilidad para otros e imitar
aJesús, que no buscó engrandecerse a sí mismo, sino a ofre-cerse como siervo de todos.
• Tener una actitud de pureza e integridad. Dice el Salmo 24:3-4: "¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quien estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con enga-ño". Cuando el espíritu del consejero está influenciado por actitudes egoístas e impuras, el Espíritu Santo no podrá fluir para bendecir al aconsejado.
• Tener una actitud sumisa. Dice Hebreos 13:17: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta". El consejero debe reco-nocer y respetar a los líderes de la iglesia que estén sobre él por mandato de Dios. Para poder guiar a otros, primero debe apren-der a ser guiado. En la obra de Dios, antes de tener autoridad sobre otro debe estar bajo autoridad y en sujeción a ella.
• Tener una actitud de plena confianza en Dios. Dice 2 Co-rintios 1:9-10: "". Tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos nos librará, de tan grande muerte". El con-sejero debe tener siempre su mirada puesta en Jesús, duran-te el tiempo que esta aconsejando, confiando y descansando que Él hará todo lo que prometió.
• Tener una actitud paciente y amorosa. Dice 2 Corintios 5: 14:
"Porque el amor de Cristo nos constriñe". El consejero debe te-ner paciencia para escuchar los problemas, una actitud amoro-sa, pues la impaciencia o la actitud de no dejar hablar al acon-sejado, solo traerá confusión. Todo debe ser hecho con amor; el amor es una acción y no un sentimiento.
• Tener una actitud compasiva hacia el pecador, aunque al mismo tiempo, su actitud se mantendrá firme contra el pe-cado que esclaviza al oprimido. El rey David fue severa-mente amonestado por el profeta Natán, debido al adulte-rio cometido con Betsabé; el rey retenía en secreto su fal-ta. Recibió la reprensión de los pecados cometidos y el anuncio de las consecuencias que sufriría por ello; pero, sin embargo, después de tomar conciencia de cómo había ofendido a Dios con sus pecados, pudo confesar sus deli-tos y al instante recibió el misericordioso perdón de Dios. Dice 2 Samuel 12:l3: "Entonces dijo David a Natán: pequé contra Dios. Y Natán dijo a David: También Dios ha remiti-do tu pecado; no morirás". El consejero debe tener siempre un corazón dispuesto a aceptar a los pecadores sin ningún tipo de rechazo.
El rol del consejero cristiano es enseñar al afligido la Palabra de Dios, revelada por el Espíritu Santo y ungida en el poder de su amor e intercesión.
El objetivo del consejero es el de guiar a la persoüa que soli-cita consejo hacia la luz de la verdad que está en la Biblia. Sabe-mos que cuando una persona inconversa recibe a Jesucristo co-mo su Señor y Salvador, hay que animarla a tomar parte activa en una iglesia local para su futuro crecimiento espiritual. Pero si la persona es un creyente que está alejado de la comunión, hay que restaurarla para que vuelva a ser un miembro útil al cuerpo de Cristo.
Todo consejero cristiano debe tener una serie de actitudes que pre-dispongan su corazón para el servicio de aconsejar. El Salmo 57:7 di-ce: "Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto ... ". Es-tas son las principales actitudes del corazón para ser un fiel y eficien-te consejero de Dios:
• Tener una actitud de obediencia a la Palabra de Dios. Dice en Romanos 6: 17 -18: " ... aunque erais esclavos del pecado, habéis obedecido de corazón a aquella (. . .) doctrina a la cual fuisteis (. .. ) liberados del pecado". El consejero que es obe-diente al Señor Jesucristo y a su Palabra obtiene una visible autoridad espiritual en el servicio, pues Dios siempre respal-da a los siervos obedientes.
• Tener una actitud de siervo. Dice Filipenses 2:7: ''jesús se despojó de sí mismo, tomando forma de siervo (. . .) se humilló a si mismo (. .. ) haciéndose obediente hasta la muerte". Y Ma-teo 20:28: "Como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos". El consejero debe ser humilde de corazón y de espíritu. Debe poner sus prioridades en ser de utilidad para otros e imitar
aJesús, que no buscó engrandecerse a sí mismo, sino a ofre-cerse como siervo de todos.
• Tener una actitud de pureza e integridad. Dice el Salmo 24:3-4: "¿Quién subirá al monte del Señor? ¿Y quien estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; el que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con enga-ño". Cuando el espíritu del consejero está influenciado por actitudes egoístas e impuras, el Espíritu Santo no podrá fluir para bendecir al aconsejado.
• Tener una actitud sumisa. Dice Hebreos 13:17: "Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta". El consejero debe reco-nocer y respetar a los líderes de la iglesia que estén sobre él por mandato de Dios. Para poder guiar a otros, primero debe apren-der a ser guiado. En la obra de Dios, antes de tener autoridad sobre otro debe estar bajo autoridad y en sujeción a ella.
• Tener una actitud de plena confianza en Dios. Dice 2 Co-rintios 1:9-10: "". Tuvimos en nosotros mismos sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos; el cual nos libró, y nos libra, y en quien esperamos nos librará, de tan grande muerte". El con-sejero debe tener siempre su mirada puesta en Jesús, duran-te el tiempo que esta aconsejando, confiando y descansando que Él hará todo lo que prometió.
• Tener una actitud paciente y amorosa. Dice 2 Corintios 5: 14:
"Porque el amor de Cristo nos constriñe". El consejero debe te-ner paciencia para escuchar los problemas, una actitud amoro-sa, pues la impaciencia o la actitud de no dejar hablar al acon-sejado, solo traerá confusión. Todo debe ser hecho con amor; el amor es una acción y no un sentimiento.
• Tener una actitud compasiva hacia el pecador, aunque al mismo tiempo, su actitud se mantendrá firme contra el pe-cado que esclaviza al oprimido. El rey David fue severa-mente amonestado por el profeta Natán, debido al adulte-rio cometido con Betsabé; el rey retenía en secreto su fal-ta. Recibió la reprensión de los pecados cometidos y el anuncio de las consecuencias que sufriría por ello; pero, sin embargo, después de tomar conciencia de cómo había ofendido a Dios con sus pecados, pudo confesar sus deli-tos y al instante recibió el misericordioso perdón de Dios. Dice 2 Samuel 12:l3: "Entonces dijo David a Natán: pequé contra Dios. Y Natán dijo a David: También Dios ha remiti-do tu pecado; no morirás". El consejero debe tener siempre un corazón dispuesto a aceptar a los pecadores sin ningún tipo de rechazo.
• Tener una actitud de discípulo, y nunca de maestro. Dice Romanos 2:21: "Tu, pues, que enseñas a otro, ¿no te enseñas a ti mismo?" Dios demanda que como cristianos aprendamos a vivir bajo el gobierno de sus autoridades delegadas. Todo consejero con capacidad de aconsejar a otro debe estar bajo autoridad, debe contar con alguien que lo aconseje y super-vise espiritualmente; esto nos ayuda a mantener una cons-tante actitud de discípulos.
5. ACONSEJAR EN EL ESPIRITU
La tarea de aconsejar es la obra del Espíritu Santo. Cuando impar-timos el consejo de Dios, debemos tener la confianza de que el Espíritu Santo está presente. Lo descubriremos al depender de El en cada consejo, Él nos ayudará a entender y a seleccionar las Escn-turas precisas según la necesidad del que se dispone a recibir el consejo.
Nunca debemos preocuparnos ni apresurarnos a decir nada por nuestra propia cuenta, es preferible esperar en oración hasta que el Espíritu Santo nos dé sabiduría o descubra la verdad sobre el pro-blema que nos toque aconsejar. Dice Juan 14:23 y 16:l3-14: "Res-pondió Jesús y le dijo: El que me ama mi palabra guardará(. .. ) cuan-do venga el Espíritu de Verdad, él os guiará a toda verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que están por venir (. .. ) tomará de lo mío, y os lo hará saber".
Es necesario, además, tener la mente llena de la Palabra de Dios. Esto lo lograremos leyendo y releyendo la Biblia, y toman-do tiempos de reflexión sobre los pasajes que leemos. Entonces cuando tengamos que pensar para dar un consejo, nuestra men-te estará impregnada con la Palabra de Dios, y así naturalmente podremos pensar con la mente de Cristo, y cuando. aconsejamos lo haremos en perfecta concordancia con Las Escnturas. Dice 2 Timoteo 3:16-17: "Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra".
Dios nos dio una boca y dos oídos; probablemente El ha querido que pasemos el doble de tiempo escuchando en lugar de hablar.
La mayor parte del tiempo el consejero debe usarlo para oír a la persona que acude en busca de ayuda, y el oír requiere una com-pleta atención y esfuerzo mental para retener toda la información recibida; con un oído debe oír al aconsejado, y con el otro estar atento a la voz del Espíritu Santo de Dios.
El consejero debe ser paciente para escuchar a la persona, no debe interrumpirla cuando expone su problema, no debe apre-surarse a hablar en los momentos que el necesitado hace pausas en su relato para recordar algo o porque lo necesita; proceda con calma, muestre un genuino interés en lo que la persona dice y no en lo que usted pueda decir. Nunca debe dar un consejo si la persona no ha terminado su relato. Si no ha entendido algo, pi-da explicaciones, aprenda a obtener más información por medio de preguntas. Recuerde que usted no está para lograr reconoci-miento, sino que sirve como intermediario para dar un consejo según la Palabra de Dios. Dice Juan 14:26: "". el Espíritu Santo (. .. ) él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho".
Algunas veces el que pide consejo acude buscando un aval a de-ci~iones ya tomadas; entonces, en lugar de buscar el consejo de DIOS, busca aprobación o simpatía por sus propias decisiones, en lugar de ser aconsejado. En este caso el consejero debe ser hones-to en su consejo y hablar la verdad con amor. Si descubre que el aconsejado tIene culpa o responsabilidad directa con el problema presentado, hay que decírselo; aunque no sea fácil hacerlo. Esta-mos al servicio de Dios y no de los seres humanos. Dice Hechos 5:29: "Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: es necesario obe-decer a Dios antes que a los hombres".
El consejero debe ser paciente para escuchar a la persona, no debe interrumpirla cuando expone su problema, no debe apre-surarse a hablar en los momentos que el necesitado hace pausas en su relato para recordar algo o porque lo necesita; proceda con calma, muestre un genuino interés en lo que la persona dice y no en lo que usted pueda decir. Nunca debe dar un consejo si la persona no ha terminado su relato. Si no ha entendido algo, pi-da explicaciones, aprenda a obtener más información por medio de preguntas. Recuerde que usted no está para lograr reconoci-miento, sino que sirve como intermediario para dar un consejo según la Palabra de Dios. Dice Juan 14:26: "". el Espíritu Santo (. .. ) él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho".
Algunas veces el que pide consejo acude buscando un aval a de-ci~iones ya tomadas; entonces, en lugar de buscar el consejo de DIOS, busca aprobación o simpatía por sus propias decisiones, en lugar de ser aconsejado. En este caso el consejero debe ser hones-to en su consejo y hablar la verdad con amor. Si descubre que el aconsejado tIene culpa o responsabilidad directa con el problema presentado, hay que decírselo; aunque no sea fácil hacerlo. Esta-mos al servicio de Dios y no de los seres humanos. Dice Hechos 5:29: "Respondiendo Pedro y los apóstoles, dijeron: es necesario obe-decer a Dios antes que a los hombres".
6. EL CARÁCTER REQUERIDO PARA EL CONSEJERO
Hemos visto las actitudes del corazón requeridas para el conseje-ro crlstiano; ahora veremos el carácter requerido para los que aconsejan.
• Tener un carácter humilde, hay que imitar a Jesús en su humildad. Dice Marcos 9:35: "Entonces él Jesús (. .. ) les di-jo: Si alguno quiere ser el primero, será el postrero de todos, y el servldor de todos". Y en Lucas 18: 14 Jesús agregó: " ... el que se humilla será enaltecido".
• Tener un carácter firme, con confianza absoluta en Cristo Jesús. Dice 1 Juan 5: 14-15: "Y esta es la confianza que tene-mos en él Uesucristo), que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye (. .. ) sabe-mos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho".
• Tener un carácter alegre, proveniente del gozo de Dios.
Dice Juan 15: 11: "Estas cosas os he hablado, para mi gozo es-té en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido".
• Tener un carácter sensible, con actitudes de atención al prójimo y disposición de ayudarlo. Jesús dijo en Mateo 25:35-40: " .. . tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber (. .. ) estuve desnudo, y me cubristeis; enfer-mo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí ( ... ) ¿ Cuán-do te vimos hambriento, y te sustentamos (. .. ) o sediento (. .. ) o desnudo ( ... ) o cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? ( ... ) Y respondiendo ( ... ) os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí
lo hicisteis".
• Tener un carácter prudente; todo lo que el consejero escu-cha del aconsejado debe quedar guardado entre los dos y Dios. Dice Proverbios 16:28: " .. . el chismoso aparta a los me-jores amigos".
• Tener un carácter sumiso, ser obediente a Dios y a todos aquellos que tienen autoridad. Dice Efesios 6:5: " ... obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como [obedeCéis] a Cristo".
• Tener un carácter alegre, proveniente del gozo de Dios.
Dice Juan 15: 11: "Estas cosas os he hablado, para mi gozo es-té en vosotros, y vuestro gozo sea cumplido".
• Tener un carácter sensible, con actitudes de atención al prójimo y disposición de ayudarlo. Jesús dijo en Mateo 25:35-40: " .. . tuve hambre, y me diste de comer; tuve sed, y me diste de beber (. .. ) estuve desnudo, y me cubristeis; enfer-mo y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí ( ... ) ¿ Cuán-do te vimos hambriento, y te sustentamos (. .. ) o sediento (. .. ) o desnudo ( ... ) o cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti? ( ... ) Y respondiendo ( ... ) os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí
lo hicisteis".
• Tener un carácter prudente; todo lo que el consejero escu-cha del aconsejado debe quedar guardado entre los dos y Dios. Dice Proverbios 16:28: " .. . el chismoso aparta a los me-jores amigos".
• Tener un carácter sumiso, ser obediente a Dios y a todos aquellos que tienen autoridad. Dice Efesios 6:5: " ... obedeced a vuestros amos terrenales con temor y temblor, con sencillez de vuestro corazón, como [obedeCéis] a Cristo".
7. ,CUÁL ES EL PROPÓSITO BÁSICO PARA DAR EL CONSEJO DE DIOS?
Hemos dicho que aconsejar es como el proceso por el cual un cris-tiano ayuda a restaurar a otro a una posición de utilidad en el cuer-po de Cristo, que es la Iglesia. Es una actividad en la cual un cre-yente entra de modo primario como miembro de la iglesia, some-tido a la autoridad de los pastores y ancianos de la iglesia para ejer-cer el servicio.
Entonces aconsejar bíblicamente es la búsqueda de lograr un cambio de conducta en alguien que se ha desviado, por medio de la confrontación de las verdades de Dios, y con el activo interés y afecto personal por parte del consejero hacia el aconsejado. Parta-mos de la base que hay pautas y actividades pecaminosas en la vi-da del aconsejado, que Dios quiere cambiar. y que este cambio po-drá ser realizado por medio de una confrontación verbal del acon-sejado frente a las Escrituras, administrado por el consejero bajo la unción y el poder del Espíritu Santo; en una forma fraternal, fami-liar y amorosa para el beneficio de la persona.
Todo aconsejar bíblico tiene el objetivo de lograr un cambio, pero si se pierde este objetivo dejará de ser una sesión de conseje-ría cristiana, para convertirse en una reunión social y humanista que no afectará la vida del aconsejado.
Veamos qué es lo que hay que cambiar por medio del aconse-jar. En la carta de Pablo a los Gálatas 6: 1 dice: " ... si alguno fuere sorprendido en alguna falta". Esta situación ocasiona la necesidad de un cambio. Este cambio se fundamenta en la restauración del pecador a una función de utilidad, requiere un cambio en sus pau-tas de vida, en sus creencias, actitudes y conducta desviadas. En realidad el objetivo es lograr que esas pautas viciadas sean reem-plazadas por otras rectas.
Todo aconsejar tiene que ver con cambios de bajos valores mo-rales en creencias, en juicios, en relaciones, que determinan un mal comportamiento. El pecado lleva al pecador a vivir en forma desarticulada con el plan que Dios diseñó para los seres humanos.
O sea que el objeto en el aconsejar cristiano es: cambiar el pensa-miento y las acciones del pecador. El uso de la confrontación logra que el aconsejar sea curativo. La persona que necesita ser confron-tada, es la que ha estado pensando y también obrando pecamino-samente; por eso el aconsejar curativo tiene como meta cambiar la manera pecaminosa de pensar y de actuar del pecador, por medio de la confrontación.
Toda confrontación implica el contacto personal, verbal, cara a cara, para lograr el cambio. Esta confrontación del consejero al aconsejado, se realiza sobre los principios bíblicos que serán apli-cados en cada situación. No hay violencia ni actitudes de reprension amenazadoras en este tipo de confrontación, pues es un acon-sejar curativo, es como un diálogo de ayuda en que el consejero desarrolla el tema de consulta para que el aconsejado reaccione a la necesidad urgente de un cambio de vida.
El trato debe ser como el de una madre que corrige a su hijo con sumo interés y profundo amor. Este afecto deberá estar siempre pre-sente para que la confrontación sea de utilidad. Debe resaltarse el in-terés del consejero por la persona, la búsqueda apasionada de aliviar
las miserias que las pautas de la vida pecaminosa infringieron al aconsejado. Al presentarle la Palabra de Dios, el consejero debe in-terpretar y aplicar los preceptos y prácticas de la Biblia, con el úni-co intento de ayudarlo para que logre los cambios que lo liberarán de su miseria y malestar. Aquí es fundamental la oración, pues será el Espíritu Santo quien usará la Palabra de Dios para iluminar la mente del aconsejado, de modo que quede redargüido de su pecado y sea encaminado hacia el cambio que Dios requiere.
En la oración el consejero debe pedir sabiduría de Dios para mi-nistrar su Palabra con eficacia y, además, orar para que el necesita-do reciba fuerzas para obedecerla.
No debemos olvidar que todo aconsejar cristiano tiene por ob-jetivo el cambio escritural que lleve a la restauración y a la utilidad del aconsejado.
La Biblia es el libro que Dios proveyó como un "manual del fa-bricante" para guiarnos en el aconsejar; en ella está todo lo que ne-cesitamos para realizar los cambios requeridos para vivir una vida que agrade a Dios. Dice 2 Timoteo 3:16-17: "Toda Escritura es ins-pirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, pa-ra instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, en-teramente preparado para toda buena obra"
Veamos por parte cada uno de estos cuatro valores:
las miserias que las pautas de la vida pecaminosa infringieron al aconsejado. Al presentarle la Palabra de Dios, el consejero debe in-terpretar y aplicar los preceptos y prácticas de la Biblia, con el úni-co intento de ayudarlo para que logre los cambios que lo liberarán de su miseria y malestar. Aquí es fundamental la oración, pues será el Espíritu Santo quien usará la Palabra de Dios para iluminar la mente del aconsejado, de modo que quede redargüido de su pecado y sea encaminado hacia el cambio que Dios requiere.
En la oración el consejero debe pedir sabiduría de Dios para mi-nistrar su Palabra con eficacia y, además, orar para que el necesita-do reciba fuerzas para obedecerla.
No debemos olvidar que todo aconsejar cristiano tiene por ob-jetivo el cambio escritural que lleve a la restauración y a la utilidad del aconsejado.
La Biblia es el libro que Dios proveyó como un "manual del fa-bricante" para guiarnos en el aconsejar; en ella está todo lo que ne-cesitamos para realizar los cambios requeridos para vivir una vida que agrade a Dios. Dice 2 Timoteo 3:16-17: "Toda Escritura es ins-pirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, pa-ra instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, en-teramente preparado para toda buena obra"
Veamos por parte cada uno de estos cuatro valores:
ENSEÑAR: La Biblia enseña cuál es el verdadero estilo de vida que Dios diseñó, para que lo vivamos en la nueva experiencia cristiana.
Enseña por medio de preceptos, mandamientos y ejemplos prácticos de hombres y mujeres que dejaron el testimonio de sus vidas, de có-mo debemos vivir para agradar a Dios, y qué es lo que le desagrada.
Debemos aclarar que una persona también puede pedir conse-jo en una situación de duda o de tentación, antes de haber come-tido un pecado. Para lo cual el consejero aplicará el consejo pre-ventivo, cuyo objetivo será evitar que el aconsejado caiga en peca-do. En este caso el enseñar de la Escritura será la fuerza que enca-minará y ayudará al aconsejado a elegir el recto camino de Dios.
REDARGUIR: El Espíritu Santo por medio de la Biblia nos redar-guye de pecado. Es por medio de la convicción del pecado, que es lo que hace posible el cambio de conducta santa que expresa la Bi-blia. Cuando comparamos nuestras vidas con el estándar bíblico, podremos descubrir cuán lejos o cercanos estamos del amor a Dios y del amor a nuestro prójimo. Si no hay convicción de pecado, no habrá cambio bíblicamente aceptable.
CORREGIR: El arrepentimiento o cambio de actitud en nuestra mente, hace que busquemos un cambio profundo en nuestra con-ducta. La Biblia nos confronta para que reconozcamos y confese-mos nuestros pecados, y procuremos recibir el perdón de Dios pa-ra consolidar por medio de la corrección de la conducta o de los pensamientos erróneos, el cambio bíblico.
INSTRUIR EN JUSTICIA: La Biblia nos previene acerca de cómo evi-tar los pecados, y nos instruye de cómo encontrar la solución cuan-do caemos en pecado, y cómo quedar liberados de ellos en el futu-ro por la acción santificadora del Espíritu Santo. Nos exhorta reite-radas veces "a ejercitarnos en la piedad". Nos instruye para que nos despojemos de la vieja manera de vivir "en Adán" -nuestra natura-leza caída- y para que nos vistamos con el ropaje de la nueva mane-ra de vivir "en Cristo" -nuestra nueva naturaleza divina.
En estos cuatro pasos la Biblia presenta el plan de Dios para ins-truirnos y realizar los cambios necesarios, para alcanzar la estatu-ra de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Tenemos la responsabi-lidad como consejeros cristianos de alcanzar el objetivo; Dios nos ha llamado para ir por todo el mundo haciendo discípulos, y ense-ñándoles que vivan la vida que Dios planeó para todo el género humano. Y la Biblia tiene todo lo que cualquier ser humano nece-sita para lograr los cambios requeridos por Dios.
Es fundamental para el consejero cristiano pasar mucho tiem-po leyendo y estudiando la Biblia cuidadosamente, para poder dar la Palabra de Dios con precisión y seguridad a todos los que nece-sitan hacer un cambio para Dios.
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Aporte:
Castillo Fuerte
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13:13:00
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viernes, 21 de diciembre de 2012
Las 95 Tesis de Martín Lutero: Obra de estudio profundo
Las
95 Tesis de Martín Lutero
Por
amor a la verdad y en el afán de sacarla a luz, se discutirán en Wittenberg las
siguientes proposiciones bajo la presidencia del R. P. Martín Lutero, Maestro
en Artes y en Sagrada Escritura y Profesor Ordinario de esta última disciplina
en esa localidad. Por tal razón, ruega que los que no puedan estar presentes y
debatir oralmente con nosotros, lo hagan, aunque ausentes, por escrito. En el
nombre de nuestro Señor Jesucristo. Amén
1.
Cuando nuestro Señor y Maestro Jesucristo dijo: "Haced
penitencia...", ha querido que toda la vida de los creyentes fuera
penitencia.
2.
Este término no puede entenderse en el sentido de la penitencia sacramental (es
decir, de aquella relacionada con la confesión y satisfacción) que se celebra
por el ministerio de los sacerdotes.
3.
Sin embargo, el vocablo no apunta solamente a una penitencia interior; antes
bien, una penitencia interna es nula si no obra exteriormente diversas
mortificaciones de la carne.
4.
En consecuencia, subsiste la pena mientras perdura el odio al propio yo (es
decir, la verdadera penitencia interior), lo que significa que ella continúa
hasta la entrada en el reino de los cielos.
5.
El Papa no quiere ni puede remitir culpa alguna, salvo aquella que él ha
impuesto, sea por su arbitrio, sea por conformidad a los cánones.
6.
El Papa no puede remitir culpa alguna, sino declarando y testimoniando que ha
sido remitida por Dios, o remitiéndola con certeza en los casos que se ha
reservado. Si éstos fuesen menospreciados, la culpa subsistirá íntegramente.
7.
De ningún modo Dios remite la culpa a nadie, sin que al mismo tiempo lo humille
y lo someta en todas las cosas al sacerdote, su vicario.
8.
Los cánones penitenciales han sido impuestos únicamente a los vivientes y nada
debe ser impuesto a los moribundos basándose en los cánones.
9.
Por ello, el Espíritu Santo nos beneficia en la persona del Papa, quien en sus
decretos siempre hace una excepción en caso de muerte y de necesidad.
10.
Mal y torpemente proceden los sacerdotes que reservan a los moribundos penas
canónicas en el purgatorio.
11.
Esta cizaña, cual la de transformar la pena canónica en pena para el
purgatorio, parece por cierto haber sido sembrada mientras los obispos dormían.
12.
Antiguamente las penas canónicas no se imponían después sino antes de la
absolución, como prueba de la verdadera contrición.
13.
Los moribundos son absueltos de todas sus culpas a causa de la muerte y ya son
muertos para las leyes canónicas, quedando de derecho exentos de ellas.
14.
Una pureza o caridad imperfectas traen consigo para el moribundo,
necesariamente, gran miedo; el cual es tanto mayor cuanto menor sean aquéllas.
15.
Este temor y horror son suficientes por sí solos (por no hablar de otras cosas)
para constituir la pena del purgatorio, puesto que están muy cerca del horror
de la desesperación.
16.
Al parecer, el infierno, el purgatorio y el cielo difieren entre sí como la
desesperación, la cuasi desesperación y al seguridad de la salvación.
17.
Parece necesario para las almas del purgatorio que a medida que disminuya el
horror, aumente la caridad.
18.
Y no parece probado, sea por la razón o por las Escrituras, que estas almas
estén excluidas del estado de mérito o del crecimiento en la caridad.
19.
Y tampoco parece probado que las almas en el purgatorio, al menos en su
totalidad, tengan plena certeza de su bienaventuranza ni aún en el caso de que
nosotros podamos estar completamente seguros de ello.
20.
Por tanto, cuando el Papa habla de remisión plenaria de todas las penas,
significa simplemente el perdón de todas ellas, sino solamente el de aquellas
que él mismo impuso.
21.
En consecuencia, yerran aquellos predicadores de indulgencias que afirman que
el hombre es absuelto a la vez que salvo de toda pena, a causa de las
indulgencias del Papa.
22.
De modo que el Papa no remite pena alguna a las almas del purgatorio que, según
los cánones, ellas debían haber pagado en esta vida.
23.
Si a alguien se le puede conceder en todo sentido una remisión de todas las
penas, es seguro que ello solamente puede otorgarse a los más perfectos, es
decir, muy pocos.
24.
Por esta razón, la mayor parte de la gente es necesariamente engañada por esa
indiscriminada y jactanciosa promesa de la liberación de las penas.
25.
El poder que el Papa tiene universalmente sobre el purgatorio, cualquier obispo
o cura lo posee en particular sobre su diócesis o parroquia.
26.
Muy bien procede el Papa al dar la remisión a las almas del purgatorio, no en
virtud del poder de las llaves (que no posee), sino por vía de la intercesión.
27.
Mera doctrina humana predican aquellos que aseveran que tan pronto suena la
moneda que se echa en la caja, el alma sale volando.
28.
Cierto es que, cuando al tintinear, la moneda cae en la caja, el lucro y la
avaricia pueden ir en aumento, más la intercesión de la Iglesia depende sólo de
la voluntad de Dios.
29.
¿Quién sabe, acaso, si todas las almas del purgatorio desean ser redimidas? Hay
que recordar lo que, según la leyenda, aconteció con San Severino y San
Pascual.
30.
Nadie está seguro de la sinceridad de su propia contrición y mucho menos de que
haya obtenido la remisión plenaria.
31.
Cuán raro es el hombre verdaderamente penitente, tan raro como el que en verdad
adquiere indulgencias; es decir, que el tal es rarísimo.
32.
Serán eternamente condenados junto con sus maestros, aquellos que crean estar
seguros de su salvación mediante una carta de indulgencias.
33.
Hemos de cuidarnos mucho de aquellos que afirman que las indulgencias del Papa
son el inestimable don divino por el cual el hombre es reconciliado con Dios.
34.
Pues aquellas gracias de perdón sólo se refieren a las penas de la satisfacción
sacramental, las cuales han sido establecidas por los hombres.
35.
Predican una doctrina anticristiana aquellos que enseñan que no es necesaria la
contrición para los que rescatan almas o confessionalia.
36.
Cualquier cristiano verdaderamente arrepentido tiene derecho a la remisión
plenaria de pena y culpa, aun sin carta de indulgencias.
37.
Cualquier cristiano verdadero, sea que esté vivo o muerto, tiene participación
en todos lo bienes de Cristo y de la Iglesia; esta participación le ha sido
concedida por Dios, aun sin cartas de indulgencias.
38.
No obstante, la remisión y la participación otorgadas por el Papa no han de
menospreciarse en manera alguna, porque, como ya he dicho, constituyen un
anuncio de la remisión divina.
39.
Es dificilísimo hasta para los teólogos más brillantes, ensalzar al mismo
tiempo, ante el pueblo. La prodigalidad de las indulgencias y la verdad de la
contrición.
40.
La verdadera contrición busca y ama las penas, pero la profusión de las
indulgencias relaja y hace que las penas sean odiadas; por lo menos, da ocasión
para ello.
41.
Las indulgencias apostólicas deben predicarse con cautela para que el pueblo no
crea equivocadamente que deban ser preferidas a las demás buenas obras de
caridad.
42.
Debe enseñarse a los cristianos que no es la intención del Papa, en manera
alguna, que la compra de indulgencias se compare con las obras de misericordia.
43.
Hay que instruir a los cristianos que aquel que socorre al pobre o ayuda al
indigente, realiza una obra mayor que si comprase indulgencias.
44.
Porque la caridad crece por la obra de caridad y el hombre llega a ser mejor;
en cambio, no lo es por las indulgencias, sino a lo mas, liberado de la pena.
45.
Debe enseñarse a los cristianos que el que ve a un indigente y, sin prestarle
atención, da su dinero para comprar indulgencias, lo que obtiene en verdad no
son las indulgencias papales, sino la indignación de Dios.
46.
Debe enseñarse a los cristianos que, si no son colmados de bienes superfluos,
están obligados a retener lo necesario para su casa y de ningún modo
derrocharlo en indulgencias.
47.
Debe enseñarse a los cristianos que la compra de indulgencias queda librada a
la propia voluntad y no constituye obligación.
48.
Se debe enseñar a los cristianos que, al otorgar indulgencias, el Papa tanto
más necesita cuanto desea una oración ferviente por su persona, antes que
dinero en efectivo.
49.
Hay que enseñar a los cristianos que las indulgencias papales son útiles si en
ellas no ponen su confianza, pero muy nocivas si, a causa de ellas, pierden el
temor de Dios.
50.
Debe enseñarse a los cristianos que si el Papa conociera las exacciones de los
predicadores de indulgencias, preferiría que la basílica de San Pedro se
redujese a cenizas antes que construirla con la piel, la carne y los huesos de
sus ovejas.
51.
Debe enseñarse a los cristianos que el Papa estaría dispuesto, como es su
deber, a dar de su peculio a muchísimos de aquellos a los cuales los pregoneros
de indulgencias sonsacaron el dinero aun cuando para ello tuviera que vender la
basílica de San Pedro, si fuera menester.
52.
Vana es la confianza en la salvación por medio de una carta de indulgencias,
aunque el comisario y hasta el mismo Papa pusieran su misma alma como prenda.
53.
Son enemigos de Cristo y del Papa los que, para predicar indulgencias, ordenan
suspender por completo la predicación de la palabra de Dios en otras iglesias.
54.
Oféndese a la palabra de Dios, cuando en un mismo sermón se dedica tanto o más
tiempo a las indulgencias que a ella.
55.
Ha de ser la intención del Papa que si las indulgencias (que muy poco
significan) se celebran con una campana, una procesión y una ceremonia, el
evangelio (que es lo más importante)deba predicarse con cien campanas, cien
procesiones y cien ceremonias.
56.
Los tesoros de la iglesia, de donde el Papa distribuye las indulgencias, no son
ni suficientemente mencionados ni conocidos entre el pueblo de Dios.
57.
Que en todo caso no son temporales resulta evidente por el hecho de que muchos
de los pregoneros no los derrochan, sino más bien los atesoran.
58.
Tampoco son los méritos de Cristo y de los santos, porque éstos siempre obran,
sin la intervención del Papa, la gracia del hombre interior y la cruz, la
muerte y el infierno del hombre exterior.
59.
San Lorenzo dijo que los tesoros de la iglesia eran los pobres, mas hablaba
usando el término en el sentido de su época.
60.
No hablamos exageradamente si afirmamos que las llaves de la iglesia (donadas
por el mérito de Cristo) constituyen ese tesoro.
61.
Esta claro, pues, que para la remisión de las penas y de los casos reservados,
basta con la sola potestad del Papa.
62.
El verdadero tesoro de la iglesia es el sacrosanto evangelio de la gloria y de
la gracia de Dios.
63.
Empero este tesoro es, con razón, muy odiado, puesto que hace que los primeros
sean postreros.
64.
En cambio, el tesoro de las indulgencias, con razón, es sumamente grato, porque
hace que los postreros sean primeros.
65.
Por ello, los tesoros del evangelio son redes con las cuales en otros tiempos
se pescaban a hombres poseedores de bienes.
66.
Los tesoros de las indulgencias son redes con las cuales ahora se pescan las
riquezas de los hombres.
67.
Respecto a las indulgencias que los predicadores pregonan con gracias máximas,
se entiende que efectivamente lo son en cuanto proporcionan ganancias.
68.
No obstante, son las gracias más pequeñas en comparación con la gracia de Dios
y la piedad de la cruz.
69.
Los obispos y curas están obligados a admitir con toda reverencia a los
comisarios de las indulgencias apostólicas.
70.
Pero tienen el deber aún más de vigilar con todos sus ojos y escuchar con todos
sus oídos, para que esos hombres no prediquen sus propios ensueños en lugar de
lo que el Papa les ha encomendado.
71.
Quién habla contra la verdad de las indulgencias apostólicas, sea anatema y
maldito.
72.
Mas quien se preocupa por los excesos y demasías verbales de los predicadores
de indulgencias, sea bendito.
73.
Así como el Papa justamente fulmina excomunión contra los que maquinan algo,
con cualquier artimaña de venta en perjuicio de las indulgencias.
74.
Tanto más trata de condenar a los que bajo el pretexto de las indulgencias,
intrigan en perjuicio de la caridad y la verdad.
75.
Es un disparate pensar que las indulgencias del Papa sean tan eficaces como
para que puedan absolver, para hablar de algo imposible, a un hombre que haya
violado a la madre de Dios.
76.
Decimos por el contrario, que las indulgencias papales no pueden borrar el más
leve de los pecados veniales, en concierne a la culpa.
77.
Afirmar que si San Pedro fuese Papa hoy, no podría conceder mayores gracias,
constituye una blasfemia contra San Pedro y el Papa.
78.
Sostenemos, por el contrario, que el actual Papa, como cualquier otro, dispone
de mayores gracias, saber: el evangelio, las virtudes espirituales, los dones
de sanidad, etc., como se dice en 1ª de Corintios 12.
79.
Es blasfemia aseverar que la cruz con las armas papales llamativamente erecta,
equivale a la cruz de Cristo.
80.
Tendrán que rendir cuenta los obispos, curas y teólogos, al permitir que
charlas tales se propongan al pueblo.
81.
Esta arbitraria predicación de indulgencias hace que ni siquiera, aun para
personas cultas, resulte fácil salvar el respeto que se debe al Papa, frente a
las calumnias o preguntas indudablemente sutiles de los laicos.
82.
Por ejemplo: ¿Por qué el Papa no vacía el purgatorio a causa de la santísima
caridad y la muy apremiante necesidad de las almas, lo cual sería la más justa
de todas las razones si él redime un número infinito de almas a causa del muy
miserable dinero para la construcción de la basílica, lo cual es un motivo completamente
insignificante?
83.
Del mismo modo: ¿Por qué subsisten las misas y aniversarios por los difuntos y
por qué el Papa no devuelve o permite retirar las fundaciones instituidas en
beneficio de ellos, puesto que ya no es justo orar por los redimidos?
84.
Del mismo modo: ¿Qué es esta nueva piedad de Dios y del Papa, según la cual
conceden al impío y enemigo de Dios, por medio del dinero, redimir un alma pía
y amiga de Dios, y por que no la redimen más bien, a causa de la necesidad, por
gratuita caridad hacia esa misma alma pía y amada?
85.
Del mismo modo: ¿Por qué los cánones penitenciales que de hecho y por el desuso
desde hace tiempo están abrogados y muertos como tales, se satisfacen no
obstante hasta hoy por la concesión de indulgencias, como si estuviesen en
plena vigencia?
86.
Del mismo modo: ¿Por qué el Papa, cuya fortuna es hoy más abundante que la de
los más opulentos ricos, no construye tan sólo una basílica de San Pedro de su
propio dinero, en lugar de hacerlo con el de los pobres creyentes?
87.
Del mismo modo: ¿Qué es lo que remite el Papa y qué participación concede a los
que por una perfecta contrición tienen ya derecho a una remisión y
participación plenarias?
88.
Del mismo modo: ¿Que bien mayor podría hacerse a la iglesia si el Papa, como lo
hace ahora una vez, concediese estas remisiones y participaciones cien veces
por día a cualquiera de los creyentes?
89.
Dado que el Papa, por medio de sus indulgencias, busca más la salvación de las
almas que el dinero, ¿por qué suspende las cartas e indulgencias ya
anteriormente concedidas, si son igualmente eficaces?
90.
Reprimir estos sagaces argumentos de los laicos sólo por la fuerza, sin
desvirtuarlos con razones, significa exponer a la Iglesia y al Papa a la burla
de sus enemigos y contribuir a la desdicha de los cristianos.
91.
Por tanto, si las indulgencias se predicasen según el espíritu y la intención
del Papa, todas esas objeciones se resolverían con facilidad o más bien no
existirían.
92.
Que se vayan, pues todos aquellos profetas que dicen al pueblo de Cristo:
"Paz, paz"; y no hay paz.
93.
Que prosperen todos aquellos profetas que dicen al pueblo: "Cruz,
cruz" y no hay cruz.
94.
Es menester exhortar a los cristianos que se esfuercen por seguir a Cristo, su
cabeza, a través de penas, muertes e infierno.
95.
Y a confiar en que entrarán al cielo a través de muchas tribulaciones, antes
que por la ilusoria seguridad de paz.
(Wittenberg, 31 de octubre
de 1517)
***
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