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martes, 1 de septiembre de 2020

¿PODEMOS VIVIR EN MATRIMONIO MANTENIENDO NUESTRAS DIFERENCIAS?

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6

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DE LA FANTASIA A LA REALIDAD Hay momentos en que enfrentar la realidad es realmente difícil. Sin embargo, es mucho más lamentable y peligroso vivir tratando de ignorarla. Si usted ha elegido el matrimonio para poder vivir en el mundo de la fantasía o muy pronto terminará su fantasía o lamentablemente terminará su matrimonio. Es verdad que generalmente somos atraídos por personas diferentes, pero la historia es totalmente diferente cuando tenemos que vivir con ellas. Esa es una razón por la que la mayoría de las parejas tienen serios conflictos cuando descubren lo diferentes que son.

Todo cónyuge en determinado momento comenzará a vivir temporadas de antagonismo al notar lo diferente que es la persona con quien eligió casarse. Todo matrimonio tarde o temprano tendrá uno de esos diálogos que en vez de traer esperanza, nos deja con un sabor amargo y que en vez de ayudarnos a encontrar respuestas, nos crea un sinnúmero de signos de interrogación. Es posible que alguna vez usted haya escuchado algunas de la siguientes declaraciones: «Somos tan diferentes que lo mejor sería separarnos», «Somos demasiado diferentes, y aunque no creo que es bueno separarse, creo que de aquí en adelante debes hacer las cosas a tu manera porque yo las haré a la mía», «Cuando yo pienso blanco, tú piensas negro», «Estas diferencias nunca terminarán». Por supuesto que no son palabras fáciles de escuchar y mucho menos si éstas salen de los labios de aquella persona con quien nos comprometimos a permanecer juntos para toda la vida.
 
Por dolorosas que sean estas palabras, sin duda, expresan grandes verdades. Lo desagradable es que nos anuncian que vienen consecuencias que ningún ser racional desea. Separarse o divorciarse por las diferencias, es tan ridículo como querer casarse con alguien que sea igual a uno. Resentirse y no aceptar las diferencias es como querer tener a su lado un robot. Alguien que hable, piense, haga y diga todo lo que uno le mande. Pero, ¿es realmente eso lo que busca el cónyuge que está haciendo estas declaraciones? Mi respuesta enfática a esta pregunta es un rotundo no. Lo que generalmente la persona busca es ser entendida, y en medio de su frustración expresa su desaliento. Obviamente este cónyuge siente que sus puntos de vista, sus formas de hacer las cosas, sus anhelos, sus deseos, no se están tomando en cuenta en la medida que espera.
Hoy, a diferencia de lo que pensaba antes, y después de muchos años de matrimonio, pienso que tras estas declaraciones se encuentra oculto un buen mensaje que se está entregando con el propósito de que sea comprendido. Debo reconocer que no siempre he pensado tan positivamente, pues hubo momentos en que al escuchar estas declaraciones de preocupación de mi esposa, sentí que todo mi mundo familiar se desmoronaba. Cada vez que escuchaba estas palabras me parecía oír el anuncio de una separación, sobre todo cuando concluíamos que no valía la pena seguir hiriéndonos. Era amenazante pensar que no tenía sentido seguir juntos si cada vez que yo hacía algo que a ella no le agradaba, o cada vez que ella hacía algo que a mí no me agradaba, volvíamos a discutir acaloradamente acerca del problema, y una vez más, después de conversar y expresar cada uno sus puntos de vistas, llegaríamos a la repetida y decepcionante conclusión: «Somos demasiado diferentes».

En determinados momentos y queriendo entender nuestras diferencias, tanto mi esposa como yo, tomamos el tiempo para pensar en el pasado y estudiar los antecedentes familiares de cada uno. Después de analizar las respectivas familias, llegamos a la conclusión de que una de las razones por la cuales somos tan diferentes es por la forma tan diferente en que fuimos criados. Creo que todos estamos de acuerdo con esta conclusión, pero una conclusión no es una solución, sobre todo cuando sabemos que tal vez nuestras diferencias nunca terminen y que algunas de ellas nos acompañarán toda la vida. El resultado de este frío análisis ha sido la frustración de mi esposa, su desesperanza y su respectiva declaración comunicándome que ella no podía vivir tranquila con estas diferencias. Precisamente en aquellos momentos aparecía en mi mente una gran incógnita. Si no podemos vivir tranquilos con nuestras diferencias, ¿cuál debería ser la solución o cuál debería ser el siguiente paso? Me pregunté muchas veces, ¿qué debe hacer una pareja que no sabe cómo vivir con sus diferencias?
Soy de las personas que piensan que determinaciones tan importantes como estas de ninguna manera deben ser producto de una decisión emocional, abrupta y sin profunda meditación. Esa es la razón por la que, cuando tuvimos estas dificultades en nuestro matrimonio, decidí pensar seriamente sobre el asunto. Tomé la decisión de investigar lo que Dios desea que todos nosotros hagamos cuando nos encontremos en esas circunstancias. Me repetí constantemente a mí mismo: Si Dios nos creó diferentes y permitió que con diferentes antecedentes, deseos, costumbres, anhelos y metas lleguemos a ser un matrimonio que está supuesto a convivir en la relación interpersonal más cercana e íntima de este mundo, es imposible que Él no tenga una respuesta, no es posible que no haya dejado un camino para poder convivir. Mi conclusión una vez más me daba esperanza pues Dios es el autor del matrimonio, Él creó la familia y sin duda tiene respuestas a nuestras más grandes interrogantes.

Creo que la mayoría de los cristianos, cuando buscamos el consejo divino, actuamos de la misma manera. Generalmente estamos esperando que Su consejo coincida con nuestras expectativas, pero muy pronto me di cuenta de que las respuestas que yo esperaba no eran las que la Biblia me entregaba. Una vez más tenía que ser recordado que las respuestas divinas no siempre son las que los orgullosos y egoístas seres humanos esperamos. Si las respuestas hubieran sido lo que mi esposa y yo esperábamos, Dios habría tenido que darnos dos respuestas diferentes y al aplicar sus consejos, en vez de terminar nuestros conflictos más bien nos habríamos metido en otros mayores porque tanto mi esposa como yo, esperábamos que la Biblia nos diera la razón.
La fórmula divina que descubro en las páginas de la Biblia realmente me resulta paradójica porque rompe los ideales humanos de la misma forma que lo hacen muchos de sus principios. En la historia podemos notar que cada vez que una sociedad ha encontrado una desarmonía entre sus valores y los valores divinos, ésta ha tratado de ridiculizar los categóricos principios y mandamientos divinos. A través de los siglos, los hombres han rechazado los altos valores divinos, porque sin duda, éstos se salen de las expectativas humanas. Las fórmulas divinas no son fácilmente aceptadas por nosotros los humanos. Es difícil aceptar que si nos humillamos, seremos exaltados y si sufrimos seremos bienaventurados. Estas son fórmulas que no encajan en nuestro orgulloso corazón. Pero, Dios no se ha equivocado. Estos fueron los principios que rigieron la vida de Jesucristo, y aunque a los ojos de sus contemporáneos puede haber terminado como un perdedor, ante los ojos de Dios-Padre, su humillación le llevó a la exaltación y su actitud de siervo a la posición de Rey.

Después de pensar en todo lo expuesto, creo que fundamentalmente el éxito de la relación conyugal radica en aceptarnos tal como somos. Ninguno debe intentar cambiar a su cónyuge, más bien cada uno por sí solo debe determinar hacer todos los cambios que sean indispensables para la adecuada relación matrimonial.
Estos cambios serán efectivos siempre y cuando se tome en cuenta las necesidades de la persona amada y cuando nuestra determinación de cambiar no esté basada exclusivamente en la opinión humana sino en el consejo divino, aunque éste vaya en contra de los anhelos humanos.

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jueves, 28 de marzo de 2019

Para ser un esposo ejemplar tú debes primero estar en una correcta relación con Dios

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6





 
Pastoree y ame a su esposa 

La Voluntad de Dios para los Esposos Cristianos

La voluntad de Dios para cada esposo cristiano es que pastoree y ame a su esposa de la forma en que Cristo pastorea y ama a la Iglesia (Efesios 5:23–33). De hecho, los hombres cristianos están llamados a seguir a Cristo en todos sus caminos.

El que dice que permanece en él, debe andar como El anduvo.
1 Juan 2:6

Cristo es nuestro ejemplo perfecto en todas las cosas. Nos han sido dados muchos otros ejemplos en las Escrituras también. Algunos ejemplos son buenos y algunos malos. Se nos han dado buenos ejemplos para que pudiéramos ver claramente el patrón de Dios. Los malos ejemplos nos muestran los patrones equivocados. A través de estos ejemplos malos, Dios está buscando revelar lo que es a menudo difícil para nosotros de reconocer en medio de nuestras propias circunstancias. Dios usa ambos, buenos y malos ejemplos, para movernos hacia Su misma semejanza.

Dios no solo quiere que veamos los ejemplos correctos, sino que El también quiere que cada uno de nosotros seamos el tipo correcto de ejemplo para otros. Necesitamos recordar que ya somos algún tipo de ejemplo para otros. La pregunta es, ¿de qué tipo? Los siguientes son cuadros de la Escritura acerca de Cristo (nuestro ejemplo perfecto), y nuestra necesidad de ser ejemplares. Mientras los leas verás que Dios nos ha hablado claramente y poderosamente acerca de ejemplificar a Cristo.










 
Siguiendo el Patrón Perfecto

Te sorprenderías al aprender cuanto la Escritura tiene que decir acerca de ejemplos. También podrías sentir que un ejemplo bíblico es un calzado que nunca podrías llenar. En las Escrituras, el término griego por ejemplo (typos), patrón o modelo (hypodeigma), e imitador (mimetes) son palabras claves. Typos, en particular, puede arrojar mucha luz a nuestro esfuerzo de ser ejemplares. Esta palabra carga con ella la asunción de una guía de acompañamiento. Era usada para referirse al trazar y practicar las letras de uno. Un ejemplo claro de esta definición es visto en las escuelas primarias a través del país. Nuestros niños aprenden a escribir alfabeto al ver primero las letras (lo cual sirve de guía), luego al trazar las letras, y finalmente al intentar formar las letras a pulso.

El énfasis de esta palabra no está necesariamente en la perfección de la copia resultante, sino en la atención cuidadosa dada al ejemplo perfecto y al propósito determinado de seguirlo.
Asimismo, nosotros como esposos debemos estar enfocados en nuestro ejemplo perfecto, el Señor Jesucristo. Debemos cuidadosa y decididamente esforzarnos a copiarle, no importa cuan inadecuado nuestro intento sea al comienzo. A medida que continuemos en este esfuerzo seremos ejemplares. Habrá más y más de una semejanza con Cristo que otros puedan seguir. Como el Apóstol Pablo dijo,

Sed imitadores de mí, así como yo de Cristo.
1 Corintios 11:1

Entonces, ¿Qué significa realmente ser ejemplar? De nuestro estudio hasta ahora, podemos recopilar una definición de trabajo. Ser “ejemplar” es:

  Servir como una copia en mejoría de nuestro patrón perfecto, Jesucristo, al deliberadamente enfocarnos en y practicar Su Semejanza.


El Fruto (Rasgos) del Esposo Ejemplar

Es Dios quien produce frutos verdaderos en el corazón (Mateo 7:17–18; Gálatas 5:22, 23). Solo el corazón que realmente conoce a Dios y anda con Dios puede comenzar a parecerse al corazón de Dios. Un esposo dará buenos frutos en carácter y obra solamente cuando los pensamientos e intenciones de su corazón busquen a Dios, amen a Dios, y deseen glorificar a Dios. Tal hombre dejará detrás un legado que continuará siendo un ejemplo aún mucho después de haber partido.


¿Quién Puede Ser el Esposo Ejemplar?

No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús.
Filipenses 3:12–14

Cualquier condición en la que creas que esté tu corazón y vida de fruto, no necesitas ni debes permanecer en esta condición. Para ser un esposo ejemplar tú debes primero estar en una correcta relación con Dios; luego, debes reconocer que el crecimiento y el propósito son necesarios para comenzar a perseguir tu ejemplo perfecto. Luego debes darte cuenta que el pecado es lo único que se puede interponer en tu camino. Tú debes tener gran esperanza en esta verdad porque el pecado puede ser confesado y apartado con la ayuda de Dios. Ningún esposo cristiano esta destinado a ser un esclavo de su carne, desamparadamente limitado por su pasado o “tipo de personalidad,” o desamparadamente afectado por ejemplos pobres vividos delante de el. Una vez que este acepta responsabilidad por su propio pecado, puede cambiar a través de las provisiones de Dios (Romanos 12:2). (Ver la sección del capítulo 3 de la Provisión de Dios en la Santificación.”) Entonces, ¿quién puede ser el esposo ejemplar? Cualquier hombre cristiano puede.


¿Estás Listo?

Convertirse en el esposo ejemplar será un proceso de crecimiento. Al final queremos ser como Cristo. Cada esposo debe hacer su propio examen honesto de la condición de su corazón antes de poder comenzar a construir una vida ejemplar. Luego, él debe reconocer el estándar perfecto de Dios y determinar su compromiso a obtenerlo. Tú debes contar el costo de seguir a Cristo. Es muy seguro que te costará tu propia voluntad y el obtener las cosas a tu manera, porque no podremos tener ambos la manera de Dios y la nuestra. Este hecho debe ser reconocido al principio del compromiso de construir una vida y matrimonio ejemplares.

Existe solo una cosa que verdaderamente motivará a los hombres a seguir el ejemplo de Cristo. Esa cosa es conocer a Cristo Mismo. En otras palabras, es una relación correcta con Dios la que produce el deseo de la Semejanza con Cristo. Debes ser verdaderamente uno de sus discípulos, o no podrás ser un esposo ejemplar. Claro, una relación correcta con Dios está basada en un conocimiento exacto de El como El es revelado en la Biblia.
No os conforméis a este mundo; más bien, transformaos por la renovación de vuestro entendimiento, de modo que comprobéis cuál sea la voluntad de Dios, buena, agradable y perfecta. Romanos 12.2
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