Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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Nada Nuevo bajo el Sol
Colosenses 1:1–8
“¡Yo puedo hacerlo solo!”
Desde que el mundo es mundo, el hombre ha querido demostrar que es capaz de salvarse a sí mismo. No quiere reconocer su dependencia de nadie, ni siquiera de Dios. Le gusta pensar que es autosuficiente.
Esta actitud es la trampa favorita de Satanás. Su deseo es ver que una persona alcance grandes triunfos materiales sin tomar en cuenta al Creador. Su intención es convencernos de que podemos esforzarnos y hacer buenas obras para lograr nuestra salvación, o para vivir una vida cristiana aprobada por Dios.
En la actualidad, comprobamos que las cosas siguen igual. Las grandes religiones del mundo apoyan esta mentira del demonio. Aunque haya muchas diferencias entre ellas, enseñan que podemos hacer algo por nosotros mismos para satisfacer las exigencias del Señor. Pero no pueden garantizar que sus seguidores tendrán paz, porque es imposible realizar todo el tiempo el cien por ciento de lo que se requiere.
Las sectas también presentan el mismo concepto, aunque en diferentes formas. Para ellos, la obra de Cristo por sí sola es insuficiente para asegurarnos la vida eterna. Por fuerza hay que añadirle otros requisitos, o cuando menos nuestras buenas acciones. Según ellos, nadie puede saber con certeza la cantidad de obras aceptables que se necesitan para lograr la salvación sino hasta después de la muerte (Hebreos 2:15; compare con 1 Juan 5:13).
Aun entre algunas iglesias que se consideran evangélicas, con frecuencia se hace énfasis en todo lo que tenemos que realizar para ser salvo, o para seguir en ese estado, pues consideran que lo mínimo que se puede hacer para mantenerse en comunión íntima con Dios, es obedeciendo sus leyes.
Así que hoy, como en la iglesia en Colosas, el problema del legalismo sigue siendo el mismo. La gente quiere vivir conforme a las reglas propuestas por el mundo:
• Debo vivir conforme a lo que yo puedo lograr.
• Debo seguir las reglas inventadas por hombres.
• Puedo confiar en mi capacidad de agradar a Dios.
La respuesta divina al legalismo humano es Jesucristo. Es imposible que cumplamos con todas las exigencias del Señor. Si aceptamos someternos a la autoridad de cualquier sistema legalista, seremos irremisiblemente condenados. La solución es reconocer que el Padre nos ha proporcionado un camino a través de su Hijo. El es Dios mismo y por lo tanto, el único capaz de darnos todo lo que nos hace falta. No podemos añadir nada a lo que él ha hecho.
El problema que Pablo enfrentó en Colosas era el mismo de siempre: los judaizantes, que él llamaba “perros feroces” y que iban tras él para devorar a los nuevos creyentes de las congregaciones que iniciaba. En varias épocas, surgieron tres diferentes tipos:
1) Hechos 10–11
El tema: la salvación
La pregunta clave: ¿Para quiénes es la
salvación?
Estos judaizantes creían que la salvación
era sólo para los judíos.
2) Hechos 15
El tema: la salvación
La pregunta clave: ¿Cómo se puede ser
salvo?
Estos pensaban que para ser salvo, había
que guardar la ley mosaica y que tenían que
añadirle
algo a la obra de Cristo
3) Gálatas, Colosenses, Filipenses 3
El tema: la santificación
La pregunta clave: ¿Cómo podemos andar
con Dios y agradarle?
Estos postulaban que para ser “espiritual”,
había que guardar la ley mosaica. La vida
cristiana se vivía por obras.
El cuadro anterior, nos ayuda a comprender que el problema de la iglesia de Colosas era la misma trampa de Satanás. Estaban a oscuras, sin encontrar lo que era verdadero, aunque era una buena iglesia. Pablo describe a los hermanos como santos y fieles (1:2). Eran maduros, su fe era evidente, mostraban amor y esperanza (1:3–5) porque habían recibido la Palabra de verdad que había producido fruto y estaban creciendo (1:5–6). En todos sentidos, era una iglesia admirable.
Fue entonces que Satanás puso su trampa favorita: el sistema legalista que decía: “¡Tu puedes hacerlo!” A través del apóstol, se deja oir la voz de Dios diciendo que sólo él puede transformar las vidas y realizar en los creyentes lo que él espera ver. En verdad, ha hecho todo por medio de Cristo. No nos falta nada.
¡PENSEMOS!
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¿En qué formas se presenta esta doctrina satánica en el lugar donde usted vive? ¿Qué cree la gente que apoya estas ideas? ¿Cómo debemos responder a sus enseñanzas?
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EL AUTOR Y LA FECHA
Existen fuertes evidencias de que fue Pablo quien escribió esta misiva, como sucede con todas las que envió desde la cárcel: Efesios, Filipenses, Colosenses y Filemón. El testimonio que contiene y el paralelismo con las epístolas mencionadas, proveen las bases para considerar a ese apóstol como autor de Colosenses. Según las circunstancias que lo rodearon durante el tiempo que pasó en la cárcel, la fecha más probable para esta carta sería aproximadamente 60 d.C.
LA SITUACION HISTORICA
Poco se sabe acerca del origen de la iglesia en Colosas. Parece que no fue fundada por este apóstol, porque encontramos en ella varios indicios de que nunca había estado allí. Sin embargo, la conocía bien (1:3–8). Pudiera ser que se tratara de un grupo producto de la iglesia de Efeso, con la que sí había colaborado mucho, pues conocía personalmente a algunos de sus miembros, tal vez desde el tiempo en que había estado en esa ciudad (4:7–17). Es posible que varias personas evangelizadas por él hubieran regresado a formar una iglesia allí.
Sea cual sea el origen de la congregación, Pablo sentía una relación especial con ella. Había recibido un informe de parte de Epafras, quien les ministraba fielmente. Se inquietó mucho al escuchar que los judaizantes estaban influyendo fuertemente en los fieles y escribió esta carta en respuesta a su amenaza.
PROPOSITO Y TEMA
Los legalistas proclamaban la doctrina de que la santificación se logra por medio de la ley, presentando en esencia el mismo problema que surgió en la iglesia de Galacia. Por medio de su misiva, el apóstol Pablo quería combatir esa doctrina y corregir a quienes se habían desviado.
En su epístola a los Gálatas, había dicho que era imposible ser salvo por la fe y santificado por la ley, pues ésta trae condenación y sólo sirve para que reconozcamos el pecado. Sin embargo, no tiene poder para vencerlo. Si nos sujetamos a la ley, estamos perdidos (Gálatas 3:10–12).
En esta carta, Pablo enfoca el tema desde una perspectiva diferente, haciendo énfasis en la doctrina positiva de la total provisión que tenemos en Jesucristo. Dios suple todo lo que nos hace falta para vivir la vida cristiana con éxito. Estamos completos cuando estamos en él. Por eso, la vida espiritual es vivir en Cristo y no en el legalismo.
LA TOTALIDAD DE DIOS SE ENCUENTRA EN CRISTO
ESTAMOS COMPLETOS AL ESTAR EN EL,
NO NOS FALTA NADA
ORGANIZACION DEL LIBRO
El problema doctrinal que enfrentaban los colosenses es el eje central donde gira la organización del libro. Los otros temas que trata se colocan alrededor de éste. Empieza con un saludo de parte de Pablo (1:1–2), y su oración a favor de ellos (1:3–23), y termina con algunas notas personales a los hermanos que conocía (4:7–18).
En el cuerpo de la carta, Pablo describe el ministerio que el Señor le dio, a saber: proclamar que sólo en Cristo se encuentra la provisión completa hecha por Dios para nuestra salvación (1:24–4:6). Se divide en dos partes relacionadas íntimamente entre sí. Primero, indica que en Cristo estamos completos (1:24–2:15). La idea principal de esta sección es que únicamente él tiene todo lo que necesitamos.
La segunda parte del libro (2:16–4:6) presenta las consecuencias lógicas de esa provisión: si Dios nos ha dado todo lo que nos hace falta, entonces la vida espiritual tiene que reflejar que estamos en él, y no basarse en alguna forma del legalismo por medio del cual pretendemos satisfacer a Dios.
SU SALUDO 1:1–2
SU ORACION 1:3–23
SU MINISTERIO 1:24–4:6
Revelación de la Provisión en Cristo 1:24–2:15
Implicaciones de la Provisión en Cristo 2:16–4:6
NOTAS PERSONALES 4:7–18
SU SALUDO 1:1–2
Pablo introduce su carta con un saludo a la iglesia donde se presenta a sí mismo y a su colega Timoteo en el ministerio. Afirma que recibió su apostolado en forma directa del Señor, sin discutir.
Al definir a los destinatarios, nos proporciona algunos indicios de la condición espiritual en que se encontraban. Dice que son santos y fieles. Es obvio que los acepta como hermanos en Cristo. Al llamarles santos, el apóstol se refiere a ellos como personas que han sido apartadas por Dios para gozar una relación especial con él, la cual debe producir un cambio práctico en su vida, aunque éste no es requisito previo para alcanzar la comunión con el Señor.
Además de dirigirse a ellos como santos, también considera que son hermanos fieles. Esta palabra se utiliza mucho en el Nuevo Testamento. Su raíz denota a alguien que cree o confía. Esta idea básica conlleva dos significados principales. A veces se usa para referirse a un creyente, o a alguien o algo que es digno de nuestra confianza y que no nos va a defraudar. El uso más común es cuando algo es confiable, como se presenta en esta traducción. El contexto nos sirve para entender el significado que estaba en la mente del autor en cada caso.
Normalmente, en los saludos a las iglesias, se define a los destinatarios en forma general, para identificarlos como creyentes auténticos, como hace el apóstol aquí. Pablo indica que los consideraba verdaderos hermanos en Cristo, en quien depositaron su confianza y que habían sido apartados por Dios para gozar con él de una relación de hijos.
SU ORACION 1:3–23
Después de su breve saludo, Pablo les informa que está intercediendo a su favor y hace una lista de lo que está pidiendo. Al estudiar esta oración, podemos aprender un patrón digno de imitar cuando nosotros lo hacemos por otros hijos de Dios. La primera parte es una acción de gracias por ellos (1:3–8), por la evidencia de la obra que estaba haciendo el Señor en sus vidas.
Alejandro Whyte, famoso predicador escocés, era conocido como una persona muy agradecida con sus semejantes. Le gustaba enviar tarjetas postales en gratitud por algún acto bondadoso o favor recibido. A menudo, sus mensajes animaban a los destinatarios en momentos en que necesitaban una palabra de estímulo para seguir adelante. Pablo también lo hacía con los hermanos de las iglesias donde ministraba; acostumbraba expresar su agradecimiento por el fruto del evangelio que se manifestaba entre ellos.
DAMOS GRACIAS A DIOS SIEMPRE POR VOSOTROS
Una iglesia madura 1:3–5
Pablo sentía gratitud a Dios por las evidencias de madurez que habían alcanzado y les felicita por mostrar las características de: fe, amor y esperanza (1 Corintios 13:13; Romanos 5:2–5; 1 Tesalonicenses 1:2–3, 5:8; 2 Tesalonicenses 1:3–4; Efesios 1:15–18; y Colosenses 1:3–6)
En cuanto a la primera, había oído acerca de su fe en Cristo y agradece a Dios por ella, pues ésta incluye la confianza en la obra salvífica de nuestro Redentor, el reconocimiento de que él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia y que se manifiesta en el diario andar, estando ciertos de que él es capaz de suplir nuestras necesidades y realizar sus propósitos en el mundo y en nuestras vidas.
El amor de la iglesia madura se basa en la relación personal con Dios, e incluye el que se expresa a otros también. Pablo se refiere específicamente en este caso al afecto que ellos manifestaban por todos los santos.
Finalmente, la esperanza que una iglesia madura muestra, se fundamenta en la comprensión y estabilidad doctrinal, especialmente con respecto a la comunión presente y futura con Dios por medio de la obra de Cristo. Esta es la que nos da seguridad para acercarnos al Señor, enfrentar los problemas difíciles que encontramos en la vida diaria, y esperar el cumplimiento del plan divino para el futuro del mundo y de nuestra propia vida. Nuestra esperanza está guardada en los cielos; no se va a perder. No tenemos que preocuparnos por ella.
Una iglesia como la de Colosas es producto de la enseñanza correcta de las Escrituras, de su aplicación, de la comunión íntima unos con otros y con Dios, del testimonio de vidas transformadas por el Señor y de su compartir la fe. Se necesita que esos tres elementos se den en forma equilibrada para que una iglesia sea verdaderamente madura.
¡PENSEMOS!
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Considere la condición espiritual de la iglesia a la cual asiste a la luz de estas tres características de madurez. ¿Es madura? ¿Qué le hace falta? ¿Qué podría hacerse para lograrlo?
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Una iglesia fructífera 1:6–8
Cuando los miembros de la congregación en Colosas escucharon la Palabra de Dios, conocieron la verdad de las “buenas nuevas” de salvación por medio de la fe en Jesucristo (1:5). Al recibirlas, al igual que muchos otros alrededor del mundo, respondieron con fe. Confiaron en Jesucristo y ésta empezó a crecer y a producir fruto en sus vidas (1:6).
La recepción de la Palabra no fue meramente un conocimiento intelectual estéril. Había producido fe, amor y esperanza en ellos. El evangelio es en esencia un organismo vivo que produce frutos, no como el maíz, sino como un árbol. El maíz muere hasta su raíz después de que ha producido. Por el contrario, un árbol da fruto y sigue creciendo.
Así había sido la obra del evangelio entre ellos. Los fieles ministros de Cristo habían llegado para enseñarles (1:7), y tenían buenos fundamentos porque amaban a Dios y a los hermanos en Cristo. Por eso, Pablo daba gracias a Dios (1:8).
Sin embargo, a pesar del buen fruto que daban, había surgido el problema de una doctrina falsa. Preocupado, Epafras viajó para conseguir la ayuda de Pablo.
¡PENSEMOS!
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La llegada del verdadero evangelio de Jesucristo debe producir fruto y crecimiento continuos en el pueblo de Dios, que se manifieste en las tres evidencias de madurez cristiana. ¿Qué debe mostrar una iglesia fructífera y en crecimiento?
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Conforme a esta norma, ¿cómo está su iglesia? Pablo siempre acostumbraba dar gracias a Dios por las características saludables que encontraba en las congregaciones que visitaba. ¿Por cuáles daría gracias al visitar la iglesia a la que usted asiste? Tome un momento para escribir los motivos de acción de gracias que tiene que dar por ella. Exprésela en oración al Señor ahora mismo.
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¿Qué más hace falta para que su iglesia manifieste el fruto del evangelio de verdad en su área de influencia? Pida al Señor que realice esta obra en medio de ella.
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