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biblias y miles de comentarios
¿De dónde proviene nuestra autoridad espiritual?
E
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l día que Laura dijo que, según la Biblia, los cristianos tenían autoridad sobre el
mundo de las tinieblas, su compañera del grupo de oración la llamó aparte y la invitó a no seguir hablando de esos temas. “No podemos creer lo que andan diciendo muchos por ahí—le
explicó--. Nuestra denominación no anda persiguiendo demonios, así es que no te metas en esa dirección”
Dos días después la llamó el pastor. Su voz sonaba ceremoniosa, excesivamente lenta,
como midiendo cada una de sus palabras. “Leonor, creo que lo
mejor es que deje de estar leyendo esos libros que me han dicho,
consulta con frecuencia, y de ver tanto programa de televisión
orientado por fanáticos”, le dijo.
Sin
embargo, cada vez que iba a la Biblia se encontraba con un tema
recurrente: la
liberación de los endemoniados y la sanidad de los enfermos. Subrayó
en su ejemplar de las Escrituras todas las escrituras que hablaban
sobre el particular. Día a día se iba convenciendo
más.
Y
su gran oportunidad vino cuando visitó a una vecina en el hospital. La
mujer estaba
gravemente enferma. Había consultado médicos y como no lograron
identificarle una dolencia específica, fue donde un brujo que le
recomendó unas aguas de colores, envasadas en botellas de cristal.
Leonor oró por ella y, horas después, el médico le dio de alta.
Cierto día cuando enseguida de su apartamento se libraba una batalla campal en una
pareja de jóvenes esposos, ella oró desde su habitación y pronto la calma reinó entre los vecinos.
¡Comprobó la realidad de la autoridad espiritual! Y la sigue poniendo en práctica. Hoy
forma parte de un ministerio de oración, intercesión y liberación. ¡Dios responde con poder a su clamor!
¿Estás ejerciendo la autoridad de Cristo en su vida?
La
batalla contra el mundo de las tinieblas es real. No es una invención
evangélica
sino tangible. La podemos apreciar en todo cuanto ocurre. Y el
propósito de Satanás y de sus huestes es generar ataques permanentes
contra los creyentes (1 Pedro 5:8).
Un reconocido teólogo, el doctor Scofield, asegura que “Después
de la caída del hombre, Satanás comenzó su larga lucha contra la obra
que Dios realiza a favor de la
humanidad, lucha que aún continúa en nuestros días…”(Biblia Anotada
de Estudio Scofield. Publicaciones Españolas. 1994. Nota a Apocalipsis
20:10. Pg. 1307)
Ahora,
¿qué debemos hacer? Ni siquiera pensar en asumir una posición pasiva,
sino
activa, confrontando al mundo diabólico (Cf. Santiago 4:7). Y para
lograrlo eficazmente, debemos hacer acopio de nuestra autoridad
espiritual.
Le invito para que leamos un pasaje revelador del Evangelio cuando un nutrido grupo de
discípulos de Jesús regresaban tras cumplir su misión: “Cuando los setenta y dos discípulos
regresaron, le informaron llenos de alegría: —¡Señor, hasta los demonios nos obedecen cuando usamos tu nombre! —Sí —les dijo—. Vi a Satanás caer del cielo como un rayo. Miren, les he dado autoridad sobre todos los poderes del enemigo; pueden caminar entre serpientes y escorpiones y
aplastarlos. Nada les hará daño.”(Lucas
10:17-19. Nueva Traducción Viviente)
Los
servidores del amado Maestro estaban felices de conmover el mundo de
las tinieblas en el Nombre
de Jesús. Y Él les advirtió que mientras que ellos estaban
predicando, Satanás estaba librando contra ellos, tremendos ataques.
Igual
con usted y conmigo como guerreros espirituales. Enfrentamos ataques
del mundo de las
tinieblas. No es algo esporádico sino permanente; esa es la razón
por la que debemos mantenernos en intimidad con Dios en oración.
Un
segundo aspecto relevante: Jesús les dijo que ellos—y por ende nosotros
hoy—tenemos autoridad
espiritual para confrontar y vencer sobre el mundo de las tinieblas.
Es algo maravilloso porque el poder divino está con nosotros.
Es necesario que ejerzamos nuestra autoridad en Cristo que
nos hace vencedores por encima del mundo de las tinieblas…
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¿Autoridad de Dios o de los hombres?
Curiosamente
los primeros cristianos dependían enteramente de Cristo en el
desarrollo de su
ministerio; hoy, dependemos de los títulos y de la experiencia que
se deriva de los libros. El problema radica en que el conocimiento
intelectual no tiene poder contra el mundo de las tinieblas
sino la autoridad que se deriva de nuestra
dependencia del Señor Jesús. Él es quien nos asegura la victoria en la
lucha contra Satanás y sus huestes.
En usted hay autoridad. Usted fue concebido para vencer sobre las tinieblas y como tal, debe
moverse: prendido de la mano de Cristo porque Él es quien nos concede el poder.
¿Y cómo expulsamos los demonios? No hay un Manual específico que –como si fuera el vademécum de un
médico—nos diga qué hacer en cada caso. No. Usted y yo expulsamos los demonios en el Nombre de Jesucristo: “Cierto
día, cuando íbamos
al lugar de oración, nos encontramos con una joven esclava que
estaba poseída por un demonio. Era una adivina que ganaba mucho dinero
para sus amos. Ella
seguía a Pablo y también al resto de nosotros, gritando: «Estos hombres
son siervos del Dios Altísimo y han venido para decirles cómo ser
salvos».
Esto mismo sucedió día tras día hasta que Pablo
se exasperó de tal manera que se dio la vuelta y le dijo al demonio que
estaba dentro de la joven: «Te ordeno, en el nombre de
Jesucristo, que salgas de ella». Y al instante el demonio la dejó.”(Hechos 16:16-18. Nueva Traducción Viviente)
Observe que tras la aparente buena y oportuna
confesión del demonio sobre el poder que
asistía a los discípulos, se escondía la oposición del mundo de las
tinieblas. Y Pablo lo entendió. Y en el Nombre de Jesucristo, sin hacer
mayor espaviento, echó fuera la entidad demoníaca que
estaba en la joven.
Si usted tiene que hacer ruido y gritería procurando que un demonio deje libre a una persona, es
porque no tiene o no está ejerciendo la autoridad de Cristo en su vida. Recuerde que estamos enfrentando un mundo de maldad bien articulado, y
por tal motivo, es esencial que tengamos y ejerzamos la autoridad (Lucas 11:18, 19)
Tenga
presente que cuando militamos como guerreros espirituales, enfrentamos
los ataques de nuestro
adversario espiritual (Lucas 11:18; Cf. Efesios 2:2; Juan 14:30). No
obstante tenemos asegurada la victoria porque en Cristo tenemos
autoridad espiritual (Lucas 10:19), para enfrentar y vencer
sobre el mundo de las tinieblas así como para ser protegidos de sus
ataques.
Enfrentando la oposición
Como ministros de Cristo enfrentamos oposición de las
tinieblas pero ejerciendo nuestra autoridad, aseguramos la victoria…
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Ejercer
la autoridad de Cristo, nuestro amado Señor y Salvador, nos enfrentará a
la oposición
incluso de quienes aseguran creer en Dios. ¿Recuerda al Señor Jesús?
Las autoridades religiosas de su época lo acusaban, y cuestionaban su
autoridad espiritual: “Mientras
Jesús caminaba por la zona del templo, los principales sacerdotes, los
maestros de la ley religiosa y los ancianos
se le acercaron. —¿Con qué autoridad haces todas estas cosas? —le
reclamaron—. ¿Quién te dio el derecho de hacerlas?... ”(Marcos 11:27-33.
Nueva Traducción Viviente)
¿Enfrenta
oposición?¿Le critican por estar inmerso en la oración, intercesión y
guerra espiritual?
Es previsible. No se sorprenda: Los guerreros espirituales se
someten a sus pastores y autoridades de la iglesia, pero al mismo
tiempo: son sensibles a la voz de Dios para librar las
batallas.
A
nuestro amado Salvador, el ejercer su autoridad divina, le llevó a
enfrentar las trampas de los
líderes religiosos de la época (Cf. Marcos 12:13-17), pero Él seguía
firme en su ministerio. Él fue enfático en decir que su autoridad—como
la que nos confirió a usted y a mí—proviene del Padre
celestial: “Jesús se acercó y dijo a sus discípulos: «Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la
tierra.”(Mateo 28:18)
No se desanime si lo atacan. Recuerde que tales ataques provienen del mundo de las tinieblas que
utiliza instrumentos humanos para poner tropiezo contra el ministerio que el Señor Jesús nos ha llamado a desarrollar.
¿Cómo
mantenemos esa autoridad de Cristo en nosotros? Nuestra autoridad se
fundamenta en caminar de
la mano del Señor Jesucristo (Juan 15:5) y la autoridad permanece en
la medida en que permanecemos prendidos de la mano de Cristo.
La conferencista y autora internacional, Doris Wagner señala que “En
mi experiencia, he
encontrado demonios de duda e incredulidad y, aunque parezca
mentira, están ligados frecuentemente a espíritus religiosos tales como
de legalismo, de idolatría, de religiones falsas y masonería…
La incredulidad realmente limita lo que Jesús quiere hacer…” (Doris
Wagner. “Cómo ministrar liberación”. Editorial Peniel. Argentina. 2005.
Pg. 23)
El enemigo querrá robarle autoridad mediante la incredulidad; sin embargo, no ceda a la tentación.
Tenga la firme convicción de que la autoridad de Cristo está en su vida.
Estamos
llamados a vencer. Tenga presente –en todo momento—que como los
primeros discípulos, los
guerreros espirituales predican el Evangelio, ministran sanidad a
los enfermos y liberación a los cautivos espirituales (Mateo 10:5-8).
No renuncie a su papel protagónico en la guerra espiritual
Cada cristiano tiene un papel protagónico en la extensión del Reino de Dios, que debe asumir. No
podemos eludir esa encomienda. No obstante, sabemos que es una tarea que enfrentará oposición del mundo de las tinieblas.
Ante
los ataques permanentes, de los que debemos ser conscientes, es
necesario que estemos
dispuestos a resistir el avance de Satanás y sus huestes. Lo hacemos
en nuestra condición de guerreros espirituales, que caminan diariamente
prendidos de la mano del Señor Jesús.
Si
libramos eficazmente la batalla contra el reino de las tinieblas es
gracias a la autoridad que
nos dio el Señor Jesús (Marcos 6:7), y como discípulos del Señor
Jesús cumplimos la misión de destruir las obras del diablo (1 Juan 3: 8)
A
propósito, ¿Ya recibió a Jesucristo como su Señor y Salvador? Lo digo
porque quizá llegó a esta
página apenas hoy y tiene inquietud. Lo animo ha abrirle las puertas
de su corazón. Puedo asegurarle que tener a Cristo en nuestra
existencia, es la mejor decisión que podemos tomar porque
emprendemos un nuevo camino en nuestra vida personal y espiritual.
Bendiciones o maldiciones, usted decide...
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l diagnostico
era contundente. Su Padre, Paul West, padecía embolia pulmonar.
No era algo nuevo. Sus ascendientes lo han padecido. Grave. Los
médicos especialistas de un instituto en California, recomendaron
estudiar a fondo su caso. Recomendaron ¿El costo? Ciento sesenta
mil dólares. Una cifra astronómica para una modesta familia
estadounidense.
¿La
razón? Hacer una secuenciación genética obliga el estudio de 6.000
millones de caracteres que representan el código genético
de una persona. La información es tan compleja, que la mayoría de
las compañías envían a sus clientes procesos sin interpretar los
resultados.
Y
Anne West, una jovencita de 18 años, decidió emprender la búsqueda de
pistas que pudieran ayudar a su padre, a partir de un
método empírico pero eficaz: cuentas proceso por proceso. Y para
desarrollar la tarea, descargó en su computadora personal una hoja de
cálculo. Mientras sus amigos iban a ver una película o ver
vitrinas en un centro comercial, ella se dedicaba a comparar
laboriosamente las secuencias de letras que representan los nucleólitos
que componen el ADN.
Para
que podamos hacer un cálculo de la dimensión de la tarea, acojo lo que
plantea el Director de Investigaciones Genéticas de la
firma Knome, Nathan Pearson, quien concibe el genoma humano como un
enorme libro. Asegura que “Si alguien leyera en voz alta el genoma de una persona a una velocidad de seis letras por
segundo, tardaría 34 años en terminar”(The Wall Street Journal Americas. 5/10/2010)
Cada uno de nosotros determina si quiere ser bendecido o enfrentar las
maldiciones…
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La
chica trabajó intensamente. Ese proceso le permitió descubrir, no solo
para ella sino para su familia, los riesgos heredados
para su salud… Descubrió en todos estos meses, lo mucho que podemos
heredar: no solo el color de los ojos o tonalidad del cabello, sino
también la proclividad a algunas enfermedades. Hoy, a pesar
de que recién llegó a la mayoría de edad, trabaja en una compañía
grande de los Estados Unidos y cursa una carrera en biología.
Maldiciones generacionales
Con frecuencia y al pensar en personas que inexplicablemente experimentan enfermedades, inclinación al
suicidio, ruina e incluso, propensión a los accidentes, coincidimos en reconocer que “algo extraño” ocurre en esas vidas. “Tienen un sino inexplicable y terminan siempre en las mismas condiciones que su abuelo o bisabuelo”, solía explicar uno de los ancianos más respetables de mi
pueblo natal.
A
la luz de la Biblia entendemos que se trata de maldiciones
generacionales. Así como nuestro ADN físico
transmite características particulares de un individuo por
generaciones enteras, así también por generaciones enteras se transfiere
el ADN espiritual y algo más grave: las maldiciones que muchas
personas recibieron por palabras de auto condenación o bien, por las
maldiciones que otras personas pronunciaron sobre ellas.
Las
maldiciones más
frecuentes se producen por abrir puertas al ocultismo o marginar a
Dios de nuestras vidas. ¿La razón? Cuando el Señor no ocupa el primer
lugar en nuestra existencia o en la familia, quien toma
ventaja es Satanás mismo.
Cuando
el pueblo de
Israel estaba en el desierto, el Padre les hizo una advertencia que
aplica a nosotros hoy referente a los ídolos y prácticas de los pueblos
paganos, relacionadas todas con el ocultismo:
“No
te
inclinarás á ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios,
fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos,
sobre los terceros y sobre los cuartos, á los que me
aborrecen…”(Éxodo 20:5) Observe por favor, que de estas
prácticas se derivaban maldiciones por generaciones enteras. ¡Las maldiciones son reales y se heredan!
No
obstante, Dios también
fue claro en señalar que su misericordia está extendida hacia Su
pueblo. Lo que desencadena maldición, la misma que no solo nos afecta a
nosotros sino a nuestro cónyuge sino a nuestros hijos,
nietos, bisnietos y líneas sucesivas, es persistir en la maldad,
como advirtió el Señor a través del patriarca Moisés: “Que
guarda la misericordia en millares, que
perdona la iniquidad, la rebelión, y el pecado, y que de ningún modo
justificará al malvado; que visita la iniquidad de los padres sobre los
hijos y sobre los hijos de los hijos, sobre los
terceros, y sobre los cuartos”(Éxodo 34:7)
A
estas maldiciones se
suman las que profieren en contra nuestra las personas, o incluso,
las que como padres – en medio de un rapto de ira—expresamos hacia
nuestros familiares. Al retornar la calma pensamos que “No
pasará nada porque fue en un momento de rabia”, pero no es así. El
peso destructivo de las palabras persiste.
Con el poder de Dios las maldiciones se
rompen y nuestras generaciones son bendecidas…
|
Recuerdo el caso de una
esposa airada que maldijo a su marido: “He de verte en la ruina. No saldrás de esa condición”.
Aun cuando lograron mejorar la relación, él en efecto terminó en una
situación caótica en
la salud, en lo personal y en sus finanzas. Y ella misma, como parte
de su familia, sufrió las consecuencias. ¡Mucho cuidado con lo que
decimos, porque a través de las palabras somos bendecidos o
acarreamos maldiciones (Cf. Proverbios 18:21)!
Es hora de romper las maldiciones
¿Recuerda la historia de la familia Kennedy?
John F. Kennedy murió asesinado el 22 de noviembre de 1963. Su hermano Roberto también fue asesinado. David Kennedy murió de una sobre dosis de drogas en 1984; él representaba la tercera generación. Ahora, John F. Kennedy Jr.
murió en un accidente de avión el 17 de julio de 1999. Todas las revistas y los periódicos hablaban de la "Maldición de los Kennedy". Esta es una
situación que
se puede romper con la Palabra de Dios y por
el poder de la sangre de Jesús. Estas tragedias no se produjeron
porque los Kennedy fueran malas personas, sino debido a algo que cayó
sobre ellos. La iniquidad, o maldición, fue transferida de
generación en generación.
La Biblia nos enseña que nuestro amado Salvador Jesucristo rompió toda maldición. Nos hace herederos de las
bendiciones “Porque así como por la desobediencia de un hombre
los muchos fueron constituidos pecadores, así también por la obediencia de uno, los muchos serán constituidos justos. ” (Romanos 5:19) Y esas bendiciones se aplicar a nuestras vidas cuando recibimos a Jesús como Señor y Salvador: “…con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia de los santos en luz; el cual nos ha librado de la potestad
de las tinieblas, y trasladado al reino de su amado Hijo, en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.”(Colosenses
1:12-14)
¿Y qué pasa con las maldiciones que pronunciamos contra otros o que otros pronunciaron contra nosotros? Es
fundamental que rompamos esas maldiciones. Tras comprender el principio espiritual de la causa
y el efecto y
que por la obra de Jesús somos libres (Cf. Juan 8:32-36), debemos
arrepentirnos por las maldiciones que pronunciamos contra la familia
(cónyuge o hijos) o contra otras personas. El segundo aspecto, declarar
bendiciones sobre aquellos a quienes hayamos
maldecido. Ese vocabulario nuestro, destructivo, debe cambiar. Y si
es sobre nuestras vidas que operan maldiciones generacionales, en el
Nombre de Jesucristo—en oración--, debemos
romperlas.
Recuerde
siempre que Dios nos llamó a ser herederos de bendiciones y no de
maldiciones. Él,
nuestro amado Salvador, se hizo maldición para bendecirnos. ¡Rompa
hoy, en la autoridad del Señor Jesús con toda maldición generacional que
desencadena estancamiento espiritual, enfermedades, inclinación al suicidio, ruina e incluso, propensión a los accidentes—entre
otras!
A propósito, ¿ya recibió a Jesucristo como Señor y Salvador? No deje pasar esta maravillosa oportunidad para
abrirle las puertas de su corazón. Hoy es el día para hacerlo. Puedo asegurarle que su vida experimentará transformación.
¿Satanás gobierna en el infierno?
L
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o dijo Lucía con seriedad, espaciando sus palabras para imprimirle mayor dramatismo al relato: “Yo vi
al diablo con cacho, cola y ropa interior”. Un ayuno, un sábado, y todos debimos contener la risa.
Ella prosiguió: “Entonces
me levanté del lugar donde estaba orando y tomé en mi mano la espada
del
espíritu y lo golpee una y otra vez hasta que el arma se quedó
pegada a mi mano; sólo descansé cuando vi en el suelo rastros de sangre y
comprendí que le había dado una buena zurra al jefe del
infierno. Allá estaría en su lugar de refugio, curándose las heridas”, concluyó.
Nadie
dijo nada; ni yo. Realmente estábamos a las puertas de seguir orando y
antes que entrar a polemizar
en ese espacio, creí lo más oportuno, clamar. Lo consideré más
productivo y dejar para otro día, el hacer la correspondiente
aclaración.
Sin
duda, su apreciación obedece más a la imaginería popular que a la
realidad, y fue bastante complejo
sacarla de su esquema de pensamiento sobre sus convicciones—aun
cuando se lo probé por la Biblia—porque en ella e infinidad de personas,
pesa más la tradición que la realidad.
Sobre todo, a Lucía le resultó difícil entender que Satanás y su equipo de trabajo no tienen oficinas en
el infierno; que por el contrario, ellos irán a ese lugar a condenación eterna.
A diferencia de ella, hay quienes aseguran que el infierno no existe más que en la imaginación de los
cristianos…
El infierno es real
Millares
de personas de todo el mundo se empecinan en negar la existencia del
infierno. Argumentan que se
trata de una exageración de los textos bíblicos; sin embargo, ¿es
esto cierto? ¿Acaso el asunto del infierno es paralelo a los relatos de
ficción? ¿Constituye el infierno un argumento religioso
para presionar la conversión de las almas a Cristo?
El Señor Jesús en numerosas parábolas aludió a la existencia real de este lugar al que irán quienes se
consideran salvos pero siguen sujetos a la mundanalidad: “…pero los hijos del reino serán arrojados a las tinieblas de afuera. Allí habrá llanto y
rechinar de dientes” (Mateo 8:12 RVA)
Ahora,
los relatos con propósito de brindar una enseñanza espiritual que
impartió el Maestro, dejan claro
que hay un Ser superior que determina quién irá y quién no a este
sitio, a condenación eterna. Refiriéndose a quienes se niegan a entrar
en el Reino de Dios, reciben condenación, explicó:
“Entonces el rey dijo a
los que servían: Aten a este de pies y manos, u échenlo de aquí, a las
tinieblas de afuera. ¡Allí habrá llanto y rechinar de
dientes! Porque son muchos los llamados, pero pocos los escogidos”
(Mateo 22:13, 14; Cf. Mateo 13:42, 50; 22:30; Lucas 12:38)
Hasta aquí hemos visto que es un espacio de tinieblas. No obstante, el Señor Jesús también lo describió
como un sitio donde hay fuego: “Enviará el Hijo del Hombre a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que sirven de tropiezo, y a los que hacen
iniquidad, y los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y el crujir de dientes” (Mateo 13:41, 42)
Será una condena tras juzgar y definir quienes experimentarán sufrimiento por siempre:
“Así será al fin del
siglo: saldrán los ángeles, y apartarán a los malos de entre los justos y
los echarán en el horno de fuego; allí será el lloro y
crujir de dientes”(Mateo 13:49, 50)
Un comentarista bíblico, al analizar este pasaje, explica que: “Mateo
usa con frecuencia estos
términos para referirse al juicio venidero. El lloro indica tristeza
o remordimiento, y el crujir de dientes, ansiedad y dolor extremos. Los
que dicen que no les importa lo que suceda después de
la muerte, no tienen idea de lo que dicen. Serán castigados por
vivir en forma egoísta e indiferente a Dios”(Biblia de Estudio Diario
Vivir. Editorial Grupo Nelson. EEUU. 2010. Página
1249)
Condenados y salvos podrán verse
Cuando
estudiamos lo que dijo el Señor Jesús respecto del infierno,
encontramos algo más: Aquellos que
sufren condenación eterna, serán conscientes de que mientras ellos
rechazaron el mensaje de Salvación, muchos estarán por siempre en la
presencia de Dios: “Allí habrá
entonces llanto y rechinar de dientes, cuando vean a Abrán, Isaac y
Jacob, y a todos los profetas, en el Reino de dios, mientras que ustedes
son expulsados”(Lucas
13:28 RVA; Cf. Lucas 16:19-31)
Si
el propio Salvador Jesucristo aludió en varias ocasiones a la realidad
del infierno, y en su condición
de Dios hecho hombre, Él no iba a engañarnos, ¿por qué millares de
personas se empecinan en negarlo? Por una sola razón: Satanás he cegado
su entendimiento (Cf. 2 Corintios 4:4)
¿Satanás gobierna en el infierno?
Si
queda claro el hecho de que existe infierno, y que un Ser superior lo
dirige—estoy seguro que Dios por
lo que dice la Biblia--, cabe preguntarnos: ¿Satanás tiene
incidencia sobre quienes irán a este lugar de tormento? La respuesta
categórico es un rotundo y categórico no. ¿La razón? Satanás y sus
huestes estarán por la eternidad en condenación, justo en ese lugar,
como lo explica el apóstol Pedro: “Es
un hecho que Dios no perdonó a los ángeles que
pecaron, sino que los arrojó al infierno y los lanzó a oscuras
prisiones, donde se les vigila para llevarlos a juicio”(2 Pedro 2:4 RVC)
El
libro del Apocalipsis registra que “El diablo… fue lanzado al lago de
fuego y azufre, donde estaban la
bestia y el falso profeta. Y allí serán atormentados día y noche por
los siglos de los siglos”(Apocalipsis 20:10 Cf. 20:2, 3)
Al comentar este pasaje, un biblista señala que “El
poder de Satanás no es eterno; enfrentará su
condena. Empezó su obra maligna en la humanidad al principio
(Génesis 3:1-6) y la continúa hoy pero nunca se le sacará del lago de
fuego y jamás volverá a engañar a nadie” (Biblia de Estudio
Diario Vivir. Editorial Grupo Nelson. EEUU. 2010. Página 1840)
¿Quién entonces toma decisiones sobre el infierno? No es el diablo ni toda la corte satánica como
enseñaron por muchos años; es Dios quien determina qué hacer en cada caso, como enseñó el Señor Jesús: “Y
no temáis a los que matan el cuerpo, mas el
alma no pueden matar; temed más bien a aquel que puede destruir el
alma y el cuerpo en el infierno. ¿No se venden dos pajarillos por un
cuarto? Con todo, ni uno de ellos cae a tierra sin vuestro
Padre. Pues aun vuestros cabellos están todos contados. Así que, no
temáis; más valéis vosotros que muchos pajarillos. A cualquiera, pues,
que me confiese delante de los hombres, yo
también le confesaré delante de mi Padre que está en los cielos. Y a
cualquiera que me niegue delante de los hombres, yo también le negaré
delante de mi Padre que está en los cielos” (Mateo
10:28-33)
No
son Satanás ni sus colaboradores quienes tienen instalado un despacho
infernal para determinar dónde le
toca a quienes no reciben a Cristo en su corazón y andan en maldad.
Nuestro Padre celestial, justo y amoroso, nos brinda la oportunidad y es
quien, en última instancia, determina dónde pasaremos
la eternidad de acuerdo con la elección que hayamos hecho de la
Salvación o el rechazo demostrado.
Caminar
en Dios, es sin duda, el mejor paso que podemos dar sino que nos
asegura eternidad en Su
presencia. Por esa razón no podemos dejar pasar la oportunidad de
abrir nuestro corazón a Jesucristo. Recibirlo como el Señor de nuestra
existencia. Constituye el fundamento para el crecimiento
personal y espiritual, pero también, la vía para la eternidad.
¿Dónde vive Satanás?
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l
operativo fue rápido, pasada la medianoche. Las autoridades rodearon la
vieja casona. Lo hicieron
con mucha cautela, incluso, apagaron las luces de las patrullas. Un
oficial hizo señas a dos agentes que golpearon con fuerza la puerta e
ingresaron en la inmensa estancia.
En
el centro de la sala descubrieron un círculo y una cruz grande de cinco
puntas iluminados con
velas de diferentes colores. El ambiente lo dominaba un fuerte y
penetrante olor a incienso. En un rincón, dos gallinas despedazadas.
--Un sacrificio de sangre—murmuró impresionado el comandante del operativo mientras
dirigía la linterna en todas las direcciones.
Detuvo la luz en una silla de madera, cuidadosamente tallada con formas diversas y tapizada con
telas de gamuza negra y fucsia.
--Es el trono del diablo—dijo uno de los investigadores señalando la butaca--. Se
encuentra en los lugares donde celebran rituales satánicos--.
Los dos asintieron con ese extraño lenguaje de los gestos en el que los interlocutores se
comprenden sin decir palabra.
Un diario registró el incidente, haciendo especial énfasis en que el lugar, del que lograron huir
los practicantes del ocultismo, albergaba el “trono de Satanás”, en una zona periférica y popular de México.
¿Dónde queda el trono del diablo?
Esta pregunta la he escuchado infinidad de ocasiones. Muchos dicen que está aquí o que tal vez
allá. No obstante la Biblia nos enseña que el trono de Satanás se encuentra en infinidad de lugares porque nuestro adversario espiritual gobierna el mundo entero como
consecuencia del pecado del género humano.
El evangelio de Mateo registra una escena en la que el enemigo tentó al Señor Jesús ofreciéndole eo
dominio de todas las naciones: “…
Por último, el diablo llamó a Jesús a una montaña muy alta. Desde allí
podían verse los países más ricos y poderosos del
mundo. El diablo le dijo: --Todosestos países serán tuyos, si te
arrodillas delante de mí y me adoras. Jesús le respondió:--Vete de aquí,
Satanás, porque la Biblia dice: “Adoren a Dios y
obedézcanle sólo a él”. Entonces el diablo se fue, y unos ángeles
vinieron a servir a Jesús.”(Mateo 4.8-11, Nueva Traducción Viviente)
Ahora
bien, el dominio satánico llega a manifestarse por siglos enteros.
Cuando ejerce el poder,
trae ruina, destrucción e incluso, la muerte. El amado salvador
dirigiéndose a los creyentes de la iglesia de Esmirna les dijo: “Yo
conozco las dificultades
por las que ahora pasas, y sé que eres pobre, aunque espiritualmente
eres muy rico. También sé lo mal que hablan de ti los que se consideran
judíos, pero que en realidad son un grupo que
pertenece a Satanás. No tengas miedo de lo que vas a sufrir. El
diablo meterá a algunos de ustedes en la cárcel, para ver si en verdad
confían en mí. Durante algún tiempo tendrán muchas
dificultades; pero si confían en mí hasta la muerte, yo les daré
como premio la vida eterna.”(Apocalipsis 2.9, 10. Nueva Traducción
Viviente)
Hay
hasta aquí, dos ideas concretas que le invito a considerar: la primera,
Satanás tiene dominio
porf la pecaminosidad del género humano, y la segunda, fruto de ese
poder temporal que tiene el adversario espiritual, libra contra los
cristianos, muchos ataques.
Los dos tronos
En ese orden de ideas, hay dos tronos. El de nuestro amoroso Padre celestial, como señalan las
Escrituras: “Pero Dios está en
su santo templo; desde su palacio celestial vigila a la humanidad
entera…”(Salmo 11:4. Cf. Isaías 6.1; Mateo 5:34, 35. Nueva
Traducción Viviente) El segundo trono, que es limitado, es el de Satanás y a él confluyen sus huestes de maldad.
¿Domina
el mundo diabólico? Por supuesto que sí. Millares de personas en todo
el mundo se reúnen a
realizar ceremonias satánicas. No sólo en Italia, Francia,
Inglaterra, España y Estados Unidos, sino que este tipo de prácticas
está tomando fuerza en los países latinoamericanos.
Las
tinieblas atacan. Sus estrategias están revestidas de perseverancia y
maldad. No obstante,
Cristo nuestro amado Salvador nos asegura la victoria cuando
ejercemos la autoridad que nos delegó. Recuerde que por Su obra
redentora, rompió todo poder de lo oculto como describe el apóstol
Juan: “A los que triunfen
sobre las dificultades y no dejen de confiar en mí, les daré como señal
de victoria la estrella de la mañana. Y si me obedecen
siempre, les daré poder sobre los países del mundo, así como mi
Padre me dio ese poder a mí. Gobernarán a esos países , y los tratarán
con dureza: ¡Los harán pedazos, como si fueran ollas de
barro!”(Apocalipsis 2:26-28. Nueva Traducción Viviente)
¡Tenemos poder de parte de Dios! Las tinieblas se desvanecen. ¡Satanás está vencido! La Biblia es
clara cuando enseña: “Tú eres
mi Dios y mi rey; ¡Tú nos diste la victoria! Por tu gran poder vencimos a
nuestros enemigos; destruimos a nuestros
agresores!... Fuiste tu quien nos hizo vencer a nuestros
enemigos!!Fuiste tú quien puso en vergüenza a nuestros
adversarios!”(Salmo 44:5, 6, 8. Nueva Traducción
Viviente)
Es clave que ejerzamos autoridad en el poder de Jesucristo. Es lo que nos garantiza aplastar el
mundo de las tinieblas.
¿Qué le lleva a pensar todo esto? Déjeme ayudarle un poco: a concluir que no podemos, ni por un
instante, ceder terreno. Debemos desplazar los “tronos de Satanás”
donde él ha establecido potestades y fortalezas espirituales de maldad.
Eso lo hacemos con guerra espiritual, en
oración e intercesión que es nuestro gran compromiso como soldados
de Jesucristo… ¡Ni por un instante deje de orar y batallar contra el
mundo de maldad que nos rodea!
Reciba hoy a Jesucristo
Quizá usted es nuevo en estos temas. Se pregunta, ¿cuál es el primer paso? Es sencillo, recibir a
Jesucristo como su Señor y Salvador. ¿Cómo?, en oración. Allí donde se encuentra, dígale:
“Señor
Jesús, reconozco que he pecado. En tu Nombre
renuncio a tod apuerta abierta al ocultismo. Renuncio a Satanás y
sus obras. Gracias por morir en la cruz para limpiarme de todo mí pasado
de maldad, rompiendo ataduras del ocultismo sobre mi
vida, y abrirme las puertas a una nueva existencia. Te recibo en mi
corazón como único y suficiente Salvador de mi vida. Haz de mí la
persona que tú quieres que yo sea. Amén”
¡Lo felicito nuevamente! Ha dado un paso que tiene
trascendencia para el presente y el mañana: pasará la eternidad con Jesucristo.
Ahora
tengo tres recomendaciones para usted: la
primera, que lea la Biblia diariamente. Es un libro maravilloso en
el que aprenderá principios que le llevarán al éxito y al crecimiento,
tanto personal como espiritual. La segunda, que ore.
Recuerde que orar es hablar con Dios, y por último, comience a
congregarse en una iglesia cristiana. Puedo asegurarle que, en adelante,
su vida será diferente.
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