Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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21. EL LIBRO PARA UN MORIBUNDO, O
SIR WALTER SCOTT Y “EL LIBRO”
Sal. 23:4; 119:105; Jer. 2:6.
Cuando Sir Walter Scott estaba para morir, pidió “El Libro”. Uno de los miembros de su familia, pensando que el moribundo se refería a alguno de los muchos volúmenes que había escrito y que guardaba en su biblioteca, preguntó: —¿Cuál libro? Entonces Sir Walter Scott dijo: —No hay sino un Libro para un momento como este: Ese Libro es la Biblia.
22. LEER LA BIBLIA NO ES TAREA, ES PLACER
(Doblemente Sediento, por la Lectura de la Biblia Mitigó su Sed)
Ex. 17:1–7; Núm. 20:1–11; Sal. 75:15, 20; Prov. 21:25; Is. 55:1; Mat. 25:35, 40; Jn. 4:5–15; 7:37–39; Rom. 12:20; 1 Cor. 10:4; Apoc. 21:6; 22:17.
Cuéntase que recorriendo los caminos del país de Gales iba un ateo, el señor Hone; iba a pie y al caer la tarde sintióse cansado y sediento. Se detuvo a la puerta de una choza donde una niña estaba sentada leyendo un libro. Le pidió el viajero agua; la niña le contestó que si gustaba pasar su madre le daría también un vaso de leche. Entró el señor Hone en aquel humilde hogar donde descansó un rato y satisfizo su sed. Al salir vio que la niña había reasumido la lectura, y le preguntó:
—¿Estas preparando tu tarea, pequeña?
—No señor —contestó la niña—, estoy leyendo la Biblia.
—Bueno, ¿te impusieron de tarea que leyeras unos capítulos?
—Señor, para mí no es tarea leer la Biblia, es un placer.
Esta breve plática tuvo tal efecto en el ánimo del Señor Hone, que se propuso leer él también la Biblia, convirtiéndose en uno de los más ardientes defensores de las sublimes verdades que ella enseña.—El Faro.
23. LA BIBLIA COMO ESPADA DE DOS FILOS
(Convertidos por Leer la Biblia)
Heb. 4:12.
Guillermo Wilberforce era un brillante joven de veinticuatro años cuando fue elegido miembro del Parlamento inglés. Era muy despreocupado en asuntos de religión. Pero una vez durante un viaje, por invitación de su amigo el Rev. Isaac Milner, leyeron todo el Nuevo Testamento en griego, idioma que ambos amigos conocían perfectamente, y esa simple y sola lectura revolucionó la vida de Wilberforce: fue un hombre nuevo, un digno senador cristiano y el abogado decidido de la abolición de la esclavitud.
Sucedió en Inglaterra también que, para combatir a Pedro Mártir que daba unas conferencias en la Universidad de Oxford, conferencias de esencia netamente antipapista, el clero se alarmó y designó a Bernardo Gilpin para que lo combatiera. Preparándose para la lucha leyó las Escrituras, los escritos de los padres y … después de todo, renunció a la iglesia del papa.—El Faro.
24. CON BASTANTE SAL
2 Tim. 2:15.
Un predicador que había sido invitado para predicar en una iglesia rural, escogió como su texto clave aquel pasaje del Sermón del Monte que dice: “Vosotros sois la sal de la tierra.” A medida que predicaba se iba llenando de entusiasmo, siendo una de sus frases más brillantes: Amado hermano mío, jamás olvides las palabras de nuestro Señor, de que somos sal y sal fuerte; pero si te descuidas no podrás ser como Dios dijo a Abraham: “sal de tu tierra y de tu parentela”.
La congregación escuchaba en silencio pensando: ¡Cuánto sabe de Biblia este hermano! ¿Sabe tanto usted como el predicador o como la congregación?
25. LO QUE EL EVANGELIO DE LUCAS
SIGNIFICO PARA EL
Lucas 1:1–4.
En la población de Yu Yang, en la China Occidental, un joven compró un ejemplar del Evangelio Según San Lucas, en su dialecto chino. Cuando llegó a su hogar, durante tres días consecutivos estuvo leyendo ese Evangelio sin ayuda de ningún predicador u otra persona cristiana. Lucas se posesionó de su vida de tal manera que el joven chino hizo a un lado todo lo que le estorbaba para estudiarlo; y entretanto estuvo esperando alguna indicación de Dios para saber qué debía hacer. En eso llegó un misionero a la villa y el joven chino descubrió con gusto que las gentes de otros países también sabían algo de Jesús. Después, cuando el misionero Hsu Ming-Chih encontró al joven chino descubrió que éste había aprendido de memoria el Evangelio de Lucas; y, lo mejor de todo, lo había aprendido de corazón, pues estaba practicándolo. Esto demuestra lo que puede hacer un solo ejemplar del evangelio. Cada vez que doy un evangelio creo que producirá un buen resultado.—W. E. Schubert.
26. BURLANDOSE DEL MORIBUNDO
1 Cor. 1:18a.
Cierta vez, cuando yo estaba en la China, entré en una ciudad, y una gran muchedumbre me cerraba el paso. Miré para ver lo que acontecía y vi que estaban apedreando a un hombre; como no podía pasar, tuve que presenciar aquella escena. Estaban matando a un hombre arrojándole piedras en la cabeza, en el pecho y las piernas, y despedazaban aquel cuerpo arrancándole la carne. Mientras mataban a ese hombre mucha gente miraba y las mujeres se reían.
Esto quebrantó mi corazón; yo nunca había visto tal cosa.
Algunos decían que el apedreado era un ladrón; pero ninguno sabía si era cierto. Y mientras corría sangre humana la gente se reía.
Eso es lo que hicieron al pie de la cruz: cuando el glorioso Príncipe del cielo estaba muriendo, los seres humanos reían. ¿Y el mundo ha cambiado? ¡No! Los hombres, el mundo, están burlándose y todavía escupen y escarnecen el sacrificio de Cristo, burlándose de su sangre preciosa. Cristo estaba colgado en la cruz y el mundo reía al pie de ella.—Lester Sumrall, en El Embajador.
27. CON ALGUNAS MANCHAS
Prov. 22:6; Ecl. 11:8; 12:1; 1 Cor. 16:10, 11; 1 Tim. 4:12.
Dos estudiantes caminaban cierto día por una calle de Londres. De pronto uno de ellos se detuvo frente a una casa de empeños, y señalando un traje con anuncios que decían, “Con algunas manchas, gran reducción del precio”, exclamó: “¡Qué texto más espléndido para un sermón para los jóvenes!”
Y añadió: “Nosotros los jóvenes nos manchamos, quizás muy poco, viendo una representación vulgar en el teatro, o leyendo un libro inconveniente, o permitiendo pensamientos deshonestos o desordenados. Y así nos manchamos, y cuando llegamos a hombres y se nos valora, quedamos “reducidos en el precio”. Nuestro atractivo, nuestra fortaleza, habrá desaparecido. La consagración de la juventud se habrá esfumado. Y pasamos a formar parte inseparable de los “rezagos” o sobrantes que llevan esta marca: “Con algunas manchas: reducidas de precio.”
28. EL VALOR DE UNA BUENA ILUSTRACION
Deut. 8:5; 13:3; 2 Sam. 7:14; 12:1–23; Job 5:17; Sal. 6:9; 11:5; 89:30–37; Prov. 3:11, 12; 19:18; 17:3; Jer. 10:24; Dan. 5:4; 1 Cor. 3:13; 2 Cor. 8:2; Heb. 12:5–11; Stg. 1:3; 1 Ped. 1:7; 4:12, 13.
Una vez estuve dirigiendo cultos de avivamiento en elcampo, en un lugar del Estado de Misurí, EE. UU. de A. Un domingo hubo una congregación muy grande porque se había anunciado que se serviría una comida bajo los árboles que había alrededor del templo. Mucha gente vino trayendo su comida y había muchas cosas que distraían la atención de toda la gente y no hacían caso de la predicación de aquella mañana. Me sentí chasqueado y resolví retirarme de aquel lugar a un bosque que no estaba muy lejos del templo. Me fui sin comer nada. Por la tarde íbamos a tener otro culto, y durante una hora o dos me quedé orando. Cuando tuve que regresar para predicar pasé muy cerca de donde estaba un ganado, y vi un borrego que había metido los cuernos entre las mallas del cercado de alambre y no podía libertarse. Me acerqué para libertarlo: para el efecto tuve que agarrarlo por los cuernos, torcer su pescuezo y moverle la cabeza hacia un lado y hacia otro. El pobre animal estaba asustado, seguramente sufría algunos dolores, y hacía por libertarse de mí; pues, naturalmente, no entendía que yo era su libertador, su benefactor. Suspendí un poco mi trabajo porque ya estaba yo un poco cansado; pero principalmente por lo testarudo del animal. Reanudé mi tarea y al fin logré libertar al borrego. Me fui al templo pensando en esto, y me sentí impulsado a emplear en la predicación este incidente. Así lo hice. Todo el mundo estuvo atento, y pude predicar de una manera eficaz que dio buen resultado. Empleé la parábola del borrego, hice algunas aplicaciones, y estoy seguro de que hasta el día de hoy muchos recuerdan esa parábola.—J. E. Davis.
29. LOS HOMBRES QUE TIENEN VISIONES
Is. 6:8; Jer. 23:21, 22; Joel 2:28; Hech. 9:6.
Los hombres que hacen grandes cosas por el mundo son los hombres que, como Isaías, tienen grandes visiones. Saulo de Tarso, en el camino de Damasco, vio a Jesucristo; y de aquella visión vino un poder de espíritu que se ha manifestado de una manera benéfica a través de veinte siglos. Lutero, en su celda de monje, tuvo una visión de lo espiritual, y de allí vino la Reforma Protestante con todas sus fuerzas de libertad y de progreso. El éxito del General Booth con el Ejército de Salvación, una organización que en menos de una generación ha circundado a la tierra, es simplemente la realización de lo que él vio.—Rev. Roberto F. Coyle, D. D.
30. ¿A CUAL REINO?
Gén. 1:26, 27; 5:1; 9:6b; 1 Cor. 11:7a; Ef. 4:24; Col. 3:10; Stg. 3:9.
Cuéntase que el rey de Prusia, al visitar una escuela rural, cuando los niños habían dicho que toda cosa pertenece a uno de los tres reinos: mineral, vegetal o animal, les preguntó:
—Y yo, ¿a cuál reino pertenezco?
Los niños no hallaban cómo contestar a esta pregunta; pero una graciosa niña resolvió la dificultad contestando:
—Vos pertenecéis al reino de Dios.
El rey quedó muy contento con la viveza de la niña y profundamente emocionado por la verdad que ella había expresado.
31. LA DECISION DE BILLY GRAHAM Y DE OTROS
Rom. 1:16.
En la revista United States News and World Report, del 27 de diciembre de 1957, Billy Graham dice: “Cuando acepté a Cristo hace veinte años, en una cruzada muy parecida a esta que estamos dirigiendo, pasé al frente con otras cuatrocientas personas. El día siguiente un columnista de uno de los periódicos dijo que eso era el resultado de una agitación emocional y que nadie perseveraría. Sin embargo, yo sé que en este momento once ministros están predicando el evangelio, y que ellos fueron convertidos aquella noche. Ellos eran exactamente como yo era —muchachos alocados— y ahora son predicadores, y consideran ese acontecimiento como su crisis, precisamente como yo lo considero.
“En la ciudad de Nueva York he encontrado muchos caballeros que ahora son directores de actividades religiosas en dicha ciudad, los cuales fueron convertidos hace cuarenta años mediante la predicación de Billy Sunday. Uno de los personajes más notables de ese acontecimiento es el doctor Henry Van Dusen, quien es el Presidente del “Union Theological Seminary”.—Arnold’s Commentary.
32. JUAN Y COMPAÑIA
“El que siembra escasamente, también segará escasamente; y el que siembra generosamente, generosamente también segará.”—2 Cor. 9:6.
—¿Puedo depositar dinero en este Banco?
Un joven de quince años, pobremente vestido se paró frente a la ventanilla del cajero del banco en el pequeño pueblo de Barwick, del estado de Georgia, EE. UU. de A. Todo su aspecto de miseria y pobreza indicaba que sería hijo de un mediero de alguna de las pequeñas granjas de la región, gente que por diversas razones generalmente se encuentra en mala situación económica. Tres hojas de cartón, metidas dentro de sus zapatos completamente gastados, reemplazaban la suela que ya casi había desaparecido.
—¿Cuánto quieres depositar, Juan? —preguntó el cajero.
—Cuatro dólares —contestó el muchacho.
—¿A qué nombre quieres que se abra la cuenta? —La voz del hombre fue bondadosa, pues conocía al joven como un fiel alumno de la escuela dominical de la Iglesia Metodista.
—Juan W. Yates y Compañía —respondió el muchacho con la mayor seriedad.
El cajero miró a través de la rejilla con cierto aire de perplejidad. —¿Quién es la Compañía? —preguntó.
—Dios —contestó el joven solemnemente—. Hoy he recibido el sueldo del primer mes de trabajo, y estoy empezando una cuenta del diezmo. Este es dinero de Dios.
La historia de la vida de Juan W. Yates suena algo como una novela. Fue contador, cajero, gerente, y después jefe de la sección de abastecimiento del ejército, donde se pagaban cheques que llevaban su firma hasta por la suma de diez millones de dólares. Dos destacados pastores han descrito a este hombre como “uno de los laicos más valiosos en toda la Iglesia Metodista”.
Su madre, Eliana de Yates, había entrado a una nueva etapa en su vida espiritual en una serie de reuniones de avivamiento, y en medio de su profunda pobreza y de la lucha por vivir, había empezado a dedicar la décima parte de todos los ingresos al Señor. Juan W. Yates guardó siempre el libro de contabilidad del diezmo de su madre, en un cajón de su lujoso escritorio, al lado de su Nuevo Testamento, y lo mostraba a decenas de miles de personas en las concurridas reuniones donde él predicó la doctrina de la mayordomía. Dice al respecto: “Puede ser que este libro no merezca la aprobación de un contador profesional; pero estoy seguro de que nuestro Padre celestial considera esta contabilidad como muy buena.” Este activo obrero en la iglesia y en la escuela dominical dice que se lo debe todo al hecho de que su madre practicaba el diezmo; su devoción a esa norma marcó el rumbo para su propia vida.—Mensajero Pentecostés.
33. LA OFRENDA DE LA VIUDA
Gén. 4:3–5; 14:20; 22:2; 28:22; Ex. 23:19a; 34:26a; 35:4–29; Lev. 27:30–33; 2 Sam. 6:17, 18; 24:18–24; 1 Rey. 8:5, 62, 63; Mar. 12:41–44; Luc. 21:1–4; 2 Cor. 9:7; Heb. 11:4.
Una joven filipina quedó viuda con seis niños que sostener. Vivía con muchas privaciones y afanes: se levantaba a las cuatro de la mañana todos los días, cocinaba, lavaba, planchaba, preparaba la comida que los niños llevaban a la escuela, y a los más pequeños los atendía en todas sus necesidades. Después se iba a trabajar al campo a fin de ganar suficiente arroz y maíz para alimentar a su familia. Muchas veces, mientras los niños dormían por la noche, ella pensaba en la forma en que podría lograr que el dinero le alcanzara para pagar la colegiatura de alguno de sus niños, o para suplir alguna otra necesidad.
Un día, el pastor de la iglesia pidió que todos los miembros de ésta diezmaran. Parecía imposible que la viuda pudiera hacerlo; y, sin embargo, ella fue la primera en llevar su ofrenda de ocho dólares, que era más de la mitad de lo que había ofrecido el miembro más rico de la iglesia.
34. INACEPTABLE OFRENDA PARA CONSTRUIR UN TEMPLO
Exodo 35:20–29.
Una vez, en una grande ciudad del sur de los Estados Unidos de la América del Norte, un pequeño grupo de cristianos organizó una iglesia bautista en un barrio que estaba creciendo rápidamente, en las orillas de la ciudad. Al principio tenían los cultos en un salón que había servido de bodega, por el cual pagaban alquiler; durante el verano los tenían en una tienda de campaña. Discutieron, hicieron planes, y trabajaron para reunir dinero con el cual construir el templo que deseaban. Una persona rica que vivía en ese barrio, interesada en la cultura general, pero sin pertenecer a ninguna iglesia, ofreció dar 100,000.00 (cien mil dólares) para la construcción del templo: con la condición de que a ella se le permitiese hacer los planos y vigilar la construcción del templo para que se hiciera como ella pensaba que debía ser construido. La iglesia, cortésmente, rechazó la cuantiosa pero sospechosa oferta. Esa iglesia, después de algunos años de orar, contribuir, trabajar y sacrificarse, ha construido un hermoso templo y lo ha equipado con un moblaje conveniente.
Los templos tienen más que ladrillos, mezcla, yeso, ventanas y bancas: tienen lágrimas, corazón y sacrificios de las iglesias que los construyen.—Broadman.
35. EL BAJO COSTO DE OFRENDAR
Gén. 4:3–5.
“Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35).
La queja más común es contra el alto costo de la vida, y muchas personas se valen de esta excusa para no ofrendar. Pero el hecho es que cuesta más vivir si no ofrendamos. El gobierno espera que seamos liberales en nuestras ofrendas para causas nobles, y de esta manera las contribuciones son menores. No damos para recibir, pero así sucede en la vida: “Echa tu pan sobre las aguas.”
La historia de Ananías y Safira es un ejemplo del alto costo de no ofrendar. (Hechos 5:1–12).
Ellos vendieron una posesión y podían haber ofrendado; pero “sustrajeron parte de su valor” y se pusieron de acuerdo para ser egoístas con sus amigos necesitados. “Y dijo Pedro: Ananías, ¿por qué llenó Satanás tu corazónpara que mintieses …?” Ananías y Safira no fueron honrados para con Dios.
“Al oir Ananías estas palabras, cayó y expiró.” ¿Cuánto costó a esta pareja el no ser buenos mayordomos?
1. Los privó del gozo de ser amigos liberales.
2. Los privó de su integridad delante de Dios.
3. Perdieron el lugar que ocupaban entre sus amigos cristianos.
4. Les costó su propia vida.
Es mucho más barato dar, ¿verdad?—Fred T. Laughton, Jr.
36. PARA MISIONES
2 Cor. 8:1–4.
Sus manos temblaban al poner dentro de mi bolsillo el arrugado billete. “Es para misiones”, me dijo casi al oído. Recordé que aquel anciano sólo recibía mensualmente 18, 00 dólares como pensión, y de eso él ya había dado el diezmo.
—Lo siento, pero no puedo tomar este dinero —le dije—, yo sé que usted tiene muy poco para sus propios gastos. Sus ojos me miraron con fijeza y con severidad cuando me dijo:
—Pastor ¿sólo porque soy pobre va usted a negarme el privilegio de dar para una causa que amo tanto?—W. E. Grindstaff.
37. COMO OBRA DIOS
Ex. 3:2–6; 9:18–35; 14:21–30; Jos. 10:10–13; 1 Rey. 9:9–18.
Dios hace la mayor parte de su obra en la naturaleza por medio de fuerzas ocultas y silenciosas. La gravitación trabaja en silencio conservando al océano en su lugar y sosteniendo a las estrellas en sus órbitas. Los efectos ruidosos de la gravitación no son sino la parte más insignificante de su obra. Los rayos del sol, invisible y silenciosamente, levantan tres billones de toneladas de agua cada minuto y proveen el agua de todos los ríos del mundo. El ruido de las cataratas no representa sino una parte infinitesimal de su fuerza. El relámpago es una pequeñísima parte de la obra de Dios por medio de la electricidad. El terremoto es una pequeña porción de la obra geológica de Dios. El torbellino es sólo una parte insignificante de lo que el aire hace en el mundo.—P.
38. ¿QUE HACES AQUI, ELIAS?
Gén. 3:9; 1 Rey. 19:9, 13.
Un cartel con la inscripción: “¿Qué haces aquí, Elías?” cayó en manos de cierto ministro alemán en el estado de Maryland. Estaba tan contento con él que se resolvió a traducirlo al alemán, para el bien de una parte de su congregación. Apenas había comenzado la traducción, cuando le llamaron a salir. Cierto señor Elías que vino a ver al ministro durante su ausencia, viendo el cartel y sintiéndose impresionado por el título, se lo llevó. Cuando volvió el ministro, su esposa le dijo lo que había sucedido, y fue luego en busca del señor Elías, porque deseaba terminar su traducción. Al pasar por cierta casa, por la ventana vio a este individuo, ocupado con algunos amigos incrédulos, jugando. El ministro, metiendo la mano por la ventana, tocó al señor Elías en el hombro, diciendo a la vez: “¿Qué haces aquí, Elías?” Fue una palabra oportuna y que lo llamó del camino tortuoso del pecado y la insensatez al angosto camino que conduce a la Nueva Jerusalén.—El Expositor Bíblico.
39. NOSOTROS: LIBROS ABIERTOS
Una mujer china que acababa de aprender a leer, oró, diciendo: “Señor, vamos a trabajar entre muchas personas que no saben leer. Señor, haz que nuestras vidas sean Biblias abiertas, para que aquellos que no pueden leer el Libro, puedan leerlo en nosotras.”—The Homiletic Digest.
40. UN PADRE VA A LA CARCEL PARA DAR
BUEN EJEMPLO A SU HIJO
Prov. 6:20a.
Uno de los periódicos de Louisville, Kentucky, en 1956 publicó la noticia de que un padre de familia había violado las leyes de tránsito y, reconociendo su culpa, la confesó, y no procuró desconocer sus responsabilidades; además, en lugar de pagar una multa prefirió la pena máxima: la de ser encarcelado. Ese padre de familia explicó su determinación, diciendo: “Creo que de esta manera enseño a mi hijo que no debemos menospreciar las leyes.”—Broadman.
Lerı́n, Alfred: 500 Ilustraciones., S. 24