Tweet
biblias y miles de comentarios
Pablo va a continuar en el
capítulo dos tratando varios temas como el plan de visitarlos, el del hermano
ofensor y el perdón que se le debía dar. Además como era su estilo introduce
una figura de victoria militar de aquel entonces, la misma que se llevaba a
cabo cuando había alguna victoria romana importante, comparando esta escena con
el triunfo de Cristo y sus seguidores.
I. UNA VISITA QUE
CAUSÓ TRISTEZA, 2 Co. 1:23 - 2:4.
La conclusión del
capítulo en este punto de la carta es inoportuna, pues Pablo sigue exponiendo
sobre la visita que no se realizó en el capítulo uno.
v. 1 “En efecto, decidí no hacerles
otra visita que les causara tristeza”. Decíamos en la lección anterior que Pablo no
fue a visitar a los corintios por su consideración y aprecio a los hermanos, no
quería ejercer su autoridad apostólica para disciplinar y esperaba el momento
oportuno para visitarlos.
El apóstol no iría mientras existieran entre ellos problemas, los mismos
que habían causado dolor en su corazón y que le obligaban a restaurar tales
actos de indisciplina.
En la Primera Carta
a los corintios, Pablo preguntó si debía ir a ellos con vara o con un espíritu
amable y cariñoso, 1 Co. 4:21. Luego de escribir la 1 Carta les hizo una visita intermedia para tratar de
solucionar los problemas existentes, pero fue un fracaso y salió
apresuradamente sin resultado alentador, 2 Co. 2:1. Luego de ello les escribió
la carta dolorosa.
Este versículo contiene la principal razón por la que el apóstol no hizo
la visita prometida. No fue por inconstancia sino por amor a ellos, y el deseo que su visita sea mutuamente agradable.
v. 3 “Les escribí como lo hice para que, al llegar yo, los que debían
alegrarme no me causaran tristeza. Estaba confiado de que todos ustedes harían
suya mi alegría”.
Se supone que la carta dolorosa que Pablo les envió con Tito estaba
llena de cariño y exhortación para corregir los problemas en la iglesia. Los
deseos sinceros de Pablo eran la mutua felicidad, en base al respeto de la Palabra de Dios. Salmos
103:13 dice: “Tan compasivo es el Señor
con los que le temen como lo es un padre con sus hijos”. De esta manera
también Pablo trató a los hermanos en Corinto, como un padre trata a su hijo,
con amor paternal.
El propósito de la
Carta Dolorosa o Severa está aquí: “Les escribí como lo hice para
que, al llegar yo, los que debían alegrarme no me causaran tristeza”.
El trato delicado, gentil y prudente se percibe en estos versículos de
parte del apóstol de los gentiles.
v.4 “Les escribí con gran
tristeza y angustia de corazón, y con muchas lágrimas, no para entristecerlos
sino para darles a conocer la profundidad del amor que les tengo”.
Estos pasajes señalan algunos aspectos de la
reprensión eficaz:
1.
Cuando era necesario era severo con ellos.
2.
Cuando exhortaba o reprendía lo hacía con
amor.
3.
Cuando exhortaba o reprendía lo hacía con el
corazón quebrantado.
4.
Cuando exhortaba o reprendía lo hacía con
lágrimas en sus ojos.
5.
No tenía el propósito de herir, mas el de
edificar.
6.
No lo hacía con el propósito de ejercer su
autoridad[1].
II.
PERDÓN PARA EL PECADOR, vv.5-11.
v. 5 “Si alguno ha causado tristeza, no me la
ha causado sólo a mí; hasta cierto punto --y lo digo para no exagerar-- se la
ha causado a todos ustedes”.
Pablo no identificó al
ofensor para facilitar su restauración dentro de la iglesia, aunque los cristianos
en Corinto sí lo reconocían fácilmente. El pecado es un asunto muy serio para
Dios, no sólo mancha al infractor sino también a toda la congregación; también
invita al resto a pecar. Por ser la iglesia un solo cuerpo de miembros, el
sufrimiento o tristeza de un miembro es sentido por todo el cuerpo, de la misma
manera cuando hay regocijo o alegría.
Posible Identidad del
Pecador:
Hay algunas sugerencias sobre la posible identidad de esta persona:
- El hombre que cometió incesto, 1 Co. 5:1-5. Este hombre recibió el castigo, se arrepintió y pidió perdón, 2 Co. 2:5-11.
- Otra hipótesis es que el ofensor sea alguien que se oponía al apóstol personalmente y que había sido disciplinado severamente por la iglesia. No se sabe qué tipo de ofensa, pero sí conocemos que tal ofensa afectó a la iglesia en conjunto y la misma actuó oportunamente para dar el castigo, 2 Co. 2:6. Luego que este se arrepintiera fue perdonado por el apóstol y también por la membresía.
- Otros dicen que fue el incestuoso el que ofendió al apóstol durante su segunda visita a Corinto. Este hermano estuvo lleno de rencor hacia el apóstol y en vista de esto le ofendió. Luego de este triste acontecimiento, Pablo escribió la carta severa y la envío con Tito. También es otra hipótesis.
Es claro
notar que el apóstol protegió la identidad del pecador, por esta razón es
difícil reconocer a tal persona; pero la misma sí era conocida por los miembros
de la iglesia en Corinto.
Pablo no usó duros
términos en contra del ofensor, más bien fue tierno y amable para así conciliar
sus sentimientos y calmar su dolor. La congregación castigó suficiente a esta
persona, aunque algunos miembros consideraban que no era suficiente.
Entre los versículos 5 al 11 de 2
Corintios capítulo 2, la palabra perdón se repite cinco veces. Es claro el
énfasis de Pablo de buscar y reafirmar al pecador en la comunión mutua con los
hermanos basado en un genuino perdón.
v .6 “Para
él es suficiente el castigo que le impuso la mayoría”.
Al parecer algunos
miembros de la congregación estorbaron en la disciplina, luego de recibir la
carta triste la mayoría de creyentes comprendieron que la medida disciplinaría
era lo que dictaba Dios para la sanidad espiritual del cuerpo.
En casos de disciplina los ofensores tienen sus simpatizantes, quienes
por lo general le protegen y son un obstáculo para su disciplina y restauración
del individuo.
El castigo es la expulsión, 1 Co. 5:2
y 13. Este es el último recurso divino para buscar el verdadero arrepentimiento
del pecador. No es el propósito alejarlo del cuerpo espiritual, sino más bien
hacerle recapacitar de la comunión rota con Dios y la membresía.
Ejercer la disciplina en la iglesia no es fácil para los líderes, pero
es el único camino dado por Dios para precautelar la santidad de la misma.
v.7“Más bien debieran perdonarlo y consolarlo
para que no sea consumido por la excesiva tristeza”.
“Más bien
debieran perdonarlo y consolarlo”. Una vez que se ha
arrepentido y se ha apartado del mal camino, la ley de Cristo exige que tal
persona sea reintegrada en espíritu de mansedumbre, y que sus hermanos
cristianos tengan presente su propia debilidad y la propensión a caer ante la
tentación[2].
Si Dios ha perdonado al
pecador, los miembros están llamados a hacer lo mismo, Col. 3:13.
v. 8 “Por eso les ruego que reafirmen su amor hacia él”.
La palabra reafirmen significa dar autoridad, establecer como válido,
confirmar y aquí quiere decir que ellos deberían dar fuertes expresiones y
garantías de su amor hacia él.
v. 9
“Con este propósito les escribí: para ver si pasan la prueba de la completa
obediencia”.
Pablo
se refiere a la carta anterior dolorosa o triste que les escribió. Pablo en
lugar de ir personalmente a resolver ciertos asuntos disciplinarios optó por
escribirles y darles la oportunidad a ellos de mostrar si estaban dispuestos a
ser obedientes. El pedido del apóstol fue: “Más bien debieran perdonarlo y
consolarlo para que no sea consumido por la excesiva tristeza”. ¿Estaban
dispuestos los hermanos en Corinto a obedecer o someterse al apóstol? Sí, ellos
lo hicieron.
“Por eso les ruego que reafirmen su amor hacia él.
Con este propósito les escribí: para ver si pasan la prueba de la completa
obediencia. A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había
algo que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de
Cristo” vv.7-10.
v.
10 “A quien ustedes perdonen, yo también lo perdono. De hecho, si había algo
que perdonar, lo he perdonado por consideración a ustedes en presencia de
Cristo”.
“A
quien ustedes perdonen, yo también lo perdono” Pablo está diciendo a los
corintios que sean ellos de corazón los primeros en perdonar al ofensor y que
luego él lo hará.
“De
hecho, si había algo que perdonar”. Pablo minimiza la ofensa
cometida. Más bien muestra un espíritu generoso para así no estorbar la causa
de Cristo. ¿El incesto cometido puede ser algo fácil de perdonar? ¿Dios perdonó
el homicidio de Pablo contra Esteban? Sabemos que Dios perdona, porque ese es
su amor para nosotros cuando hay un genuino arrepentimiento.
“lo
he perdonado por consideración a ustedes en presencia de Cristo”
Pablo
dice que ya perdonó al ofensor, esta conjugación del verbo es tiempo pasado.
v.
11 “Para que Satanás no se aproveche de nosotros, pues no ignoramos sus
artimañas”.
Satanás toma ventaja de las iglesias cuando la
disciplina de la iglesia debe ser ejercida. Por un lado, el pecador tiene
simpatizantes que estorban la disciplina e impiden la restauración del pecador;
y por el otro, líderes que por no molestar o incomodar a los pecadores no mueven
un dedo por buscar la santidad del Cuerpo. De todo esto se aprovecha el
maligno. Además en el ejercicio de la disciplina se puede llevar a la tiranía
de los líderes. ¿Cuál el es el propósito de Satanás? Su propósito es de
frustrar la obra de Cristo en su iglesia sobre la tierra.
Con la
dispersión del pueblo de Dios, Satanás puede bloquear el progreso de la iglesia
y el reino de Cristo[3].
III. MINISTROS DEL NUEVO PACTO, vv.12-17.
A. La ansiedad de Pablo.
v.
12 -13 “Ahora bien, cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de
Cristo, descubrí que el Señor me había
abierto las puertas. Aun así, me sentí intranquilo por no haber encontrado allí
a mi hermano Tito, por lo cual me despedí de ellos y me fui a Macedonia”.
Pablo
había acordado con Tito encontrarse en Troas en una fecha determinada, pero al
llegar no encontró a su dilecto colaborador.
Troas era una ciudad portuaria ubicada a 16 kilómetros al sur
de la antigua ciudad de Troya (actual Turquía) y en la ruta principal entre el
Asia Occidental y Macedonia. Su visita en Troas fue fructífera para el avance
el evangelio, pero su gran preocupación por Tito le hizo avanzar a la provincia
de Macedonia en su búsqueda.
Estando
en esta provincia y talvez en la ciudad de Filipos se encontró finalmente con
Tito, quien le traía noticias alentadoras de la congregación de Corinto.
B. La Misión del Cristiano.
v. 14 “Sin embargo, gracias a Dios que en Cristo
siempre nos lleva triunfantes y, por medio de nosotros, esparce por todas
partes la fragancia de su conocimiento”.
Pablo hace un cambio de tema y va a topar la obra de Dios en el mundo por
medio de la predicación del evangelio.
“siempre nos lleva triunfantes”. Estas palabras
de Pablo evocan a la entrada triunfante de un general romano en la capital de Roma,
en cuyos desfiles salían en primer lugar los del senado, luego los sacerdotes,
el general romano, sus soldados y finalmente los prisioneros por orden de
rango. Aquí, los sacerdotes llevaban sus incensarios llenos y humeantes, para
los vencedores los aromas de estos incensarios era para su gozo y alegría, mas
para los vencidos este olor significaría derrota. Al final del desfile, los
cautivos eran normalmente ejecutados como tributo al conquistador: Para los
vencedores la fragancia es dulce; para los cautivos, ese es olor de muerte[4].
Reconocimiento al general romano victorioso:
Para
que se diera el reconocimiento público al general debían darse las siguientes
condiciones:
1. Tenía que haber
sido el comandante en jefe real en el campo de batalla.
2. La campaña tenía
que haber terminado por completo.
3. La región
pacificada.
4. Las tropas
victoriosas debían haber regresado al hogar.
5. Al menos cinco mil
enemigos debían haber muerto en un encuentro.
6. Se debía haber
ganado una extensión positiva de territorio.
7. La victoria tendría
que haber sido sobre un enemigo extranjero y no tratarse de guerra civil[5]
El
olor de este sacrificio humano es comparado como fragancia y aroma. Para la
mente judía estas palabras evocaban a los sacrificios dados a Dios en el
Antiguo Testamento.
v. 15 “Porque para
Dios nosotros somos el aroma de Cristo entre los que se salvan y entre los que
se pierden”.
La comparación
entre las fragancias o los aromas y la predicación es acertada, pues los aromas
se esparcen de una manera suave y llenan todo lugar. Así fue la predicación,
comenzó en Jerusalén y luego avanzó a la región de Judea, Samaria y a todo el
mundo. La predicación del evangelio es un medio por el cual Dios hace juicio,
los que obedecen son victoriosos y los que lo rechazan se convierten en los que
se pierden. La respuesta al evangelio crea dos categorías de la humanidad:
1. Los que se salvan.
2. Los que se
pierden.
Aceptar
el evangelio de Jesucristo es un paso de fe y una fe obediente, pues el hombre
o mujer debe creer en las palabras de Jesucristo y obedecerlas.
v.
16 “Para éstos somos olor de muerte que los lleva a la muerte; para aquéllos,
olor de vida que los lleva a la vida. ¿Y quién es competente para semejante
tarea?”.
Lo que
los cristianos testifican son olor de muerte para los que se pierden, no porque
el evangelio se haya corrompido en su olor o tenga que ver con la muerte, sino
porque rechazan la gracia vivificante de Dios, los incrédulos escogen la muerte
para sí mismos[6].
v. 17 “A diferencia de
muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien,
hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que
somos”.
Algunos
acusaban seguramente que Pablo era un comerciante de la Palabra de Dios, cosa muy
alejada de la verdad, el apóstol les responde que de ninguna manera es cierta
tal acusación, pues él era sincero en su ministerio y no guardaba una conducta
ambiciosa. Charlatanes se habían infiltrado en la congregación de Corinto y
estaban haciendo de las suyas, obteniendo dinero del bolsillo de ellos.
Esta
conducta impropia de un cristiano se ha repetido y repite en la historia de la
iglesia, hombres y mujeres que buscan enriquecerse a costa de la fe de las
personas. Hay un dicho en nuestro medio, si quieres hacerte rico ponte una
iglesia.
[3] Simon J. Kistemaker, Comentario al
Nuevo Testamento 2 Corintios, Editorial Libros Desafío, 2004, pág. 95.
[4] Simon J. Kistemaker, Comentario al
Nuevo Testamento 2 Corintios, Editorial Libros Desafío, 2004, pág. 104.