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sábado, 29 de diciembre de 2012

Como ser un Predicador bíblico: Ayuda ministerial


. Para ser predicador 
. biblias y miles de comentarios
 
PARA SER PREDICADOR 

Tabla de Contenido
01. Breves apuntes de homilética…………….......  05
02. Elocuencia, imitación y artificialidad………...  07
03. Materiales generales del sermón……………...  09
04. Tipos principales de sermones bíblicos……….  11
05. Trace bien la Palabra de Verdad………….....  18
06. Cómo nace un sermón………………………….  19
07. Las partes de un sermón……………………....  24
08. El titulo del sermón…………………………….  30
09. El Maestro usaba ilustraciones………………..  32
10. El arreglo del sermón …………………………..  41
11. Pasos básicos en la preparación de 
    un sermón ………....................................  47
12. El llamado ……………………………………...  49

 PARA UD. QUE QUIERE SER PREDICADOR 
01. Breves  apuntes de Homilética. 
La homilética es la ciencia que enseña los principios de la oratoria para adaptar los discursos sagrados a fin de que estos sean de beneficio espiritual para los oyentes.

Alguien ha dicho que “la homilética es la ciencia en la cual la predicación es el arte y el sermón el producto terminado”. Breve análisis de estos tres elementos:

LA CIENCIA DE LA HOMILIA

La homilética, como ciencia, pone énfasis sobre lo que el predicador sabe acerca de la predicación. Esto incluye definición de términos y tipos de sermones, y además provee el esqueleto la armazón para los sermones. Sin embargo, la ciencia de la homilética encierra el peligro de llevar al predicador a depender demasiado de reglas y tecnicismos rígidos.

EL ARTE DE LA PREDICACIÓN

El arte tiende a quitar a la ciencia su rigidez y tiende a enseñar no solamente la verdad en si sino también la belleza de la verdad. Además, aplicado a la predicación, da al sermón la sensación de vida, movimiento, calor.

Al estudiar la predicación como un arte, el futuro predicador aprende a usar su imaginación, pero existe el peligro de llevar al extremo este aspecto de la predicación; para contrarrestar este peligro, alguien dijo:
“Un  sermón es un pedazo de pan para ser comido, no es una obra de arte en que deleitarse”. Por lo tanto hay que saber combinar sabiamente la ciencia y el arte, evitando así que el sermón sea árido y frío o que se convierta en un discurso florido sin fondo.
 
PARA UD. QUE QUIERE SER PREDICADOR 

EL SERMÓN

El ministro ideal debería saber algo de homilética, un poco más acerca del arte de la predicación, pero lo más importante es el sermón en sí.

El ministro no debe ser un hombre de ciencia con gran acopio de conocimiento, ni meramente un artista con el don de la predicación, sino, ante todo, un predicador con habilidad de preparar toda clase de sermones. Con ese fin debe estudiar los sermones de otros y luego aplicar a todo su propia personalidad. Por lo tanto el sermón debe ser considerado como el principal producto del predicador de semana en semana.

La preparación de verdaderos sermones requiere diligencia perseverante y laboriosa. Debe ser forjado sobre el yunque de la labor tesonera, el martillo de la oración y el fuego del Espíritu Santo a fin de que como el padre de familia de la parábola, el predicador pueda sacar
de su baúl cosas viejas y cosas nuevas.

Queda  entendido entonces, que ni la ciencia ni la homilética, ni el arte de la predicación, ni la habilidad de preparar y predicar buenos  sermones tiene valor real, si el predicador no está imbuido con el poder del Espíritu Santo, a consecuencia de una vida de oración y constante comunión con Cristo.


02. Elocuencia, Imitación y artificialidad
LA ELOCUENCIA

Se llama elocuencia a la forma externa del sermón, que  se obtiene
mediante la selección de adecuadas imágenes y de frases reiteradas en
formas diversas, que dan amenidad y fuerza a las ideas.

La elocuencia, además de convencer la mente, avivar la imaginación y
mover los sentimientos, debe dar un impulso poderoso a la voluntad e
inducir a la acción.

La imaginación puede ser encantada por un poema o una novela, pero
esto no es elocuencia. Los sentimientos pueden ser conmovidos por
una historia patética, pero si no produce acción no es elocuencia.

La elocuencia es cosa práctica; si no repropone obtener resultados
reales y prácticos, carece de valor. La elocuencia también es cosa seria,
por eso un discurso divertido no se puede llamar elocuente. El futuro
predicador debe, a toda costa, esforzarse por llegar a ser elocuente.

El estudio de la oratoria nos hace correr el riesgo de pensar más en la
forma que en el fondo. La oratoria trata  el uso del material, su
elección y adaptación, de su arreglo y presentación. Pero después  de
todo el material en  sí, el fondo es lo más importante, y lo más
importante es la piedad, el conocimiento y sobre todo la bendición de
Dios. La habilidad sigue a lo enumerado en importancia, pero no hay
que olvidarse de ella.

LA IMITACIÓN

Todos imitamos a sabiendas o inconscientemente. En forma moderada
y juiciosa, la imitación está bien, pero hay que cuidarse mucho de los
excesos.

No hay que olvidar que se imitan con más facilidad los defectos que las
buenas cualidades porque los defectos se notan más. El exceso de
imitación lleva a  perder la personalidad y la originalidad y puede
arruinar nuestra capacidad como predicadores eficientes.

Dios desea equipar a todo hombre y a toda mujer que esté dispuesto
ser guiado y llenado por el Espíritu Santo.

El mensaje del Señor es:  “Hijo del hombre, está sobre tus pies, y
hablaré contigo” (Ezequiel 2:1).

En el lenguaje de nuestros días, diríamos: “Joven predicador, párese
sobre sus propios pies…” conserve su personalidad. Predique el
Evangelio a su propia manera y deje los resultados a Dios.

LA ARTIFICIALIDAD

La artificialidad llevada al extremo es afectación y puede llegar hasta a
la falta de sinceridad; el que se deja llevar por ella yerra en el juicio y el
buen gusto. En toda predicación debe haber sencillez y naturalidad.
Aprendamos a ser  naturales evitando los defectos de otros y
eliminando los propios.
03. Materiales generales del sermón

LAS SAGRADAS ESCRITURAS

Las Sagradas Escrituras deben ser durante toda su vida la principal
fuente de materiales para todo predicador.

Todo predicador, y especialmente el joven, debe ser un estudiante
asiduo de la Biblia. Debe estudiarla hasta llegarla a dominar en sus
diversos aspectos históricos, incidentes y biografías de los personajes
bíblicos, conocer perfectamente las parábolas, las  profecías, las
doctrinas.

Debe conocer el contenido general de cada libro de la Biblia y en el
caso de  ciertos libros debe conocer el contenido de cada capítulo.


LA TEOLOGÍA SISTEMÁTICA

Es muy útil para comprender bien todas las doctrinas,  la manera de
enseñarlas,  de defenderlas  y probarlas. Todo predicador debería tener
un buen tratado de teología sistemática y repasarla muy a menudo.

Mientras  más  conocimientos o materiales posea el predicador de
antemano, tanto  más fácil le resultará preparar sus sermones y
obtendrá mejores resultados.


La Biblioteca del Predicador


Todo predicador adventista debe seguir el consejo del apóstol Pablo a
Timoteo: “Ocúpate en leer” (1 Timoteo 4:13).

“No deberíamos descuidar ni una sola oportunidad de prepararnos
intelectualmente para trabajar por Dios”
He aquí una lista sugerente de libros para iniciar una biblioteca:

•  Biblias de diferentes  versiones: Reina Valera, Dios Habla Hoy, La Biblia al Día, La Biblia de Jerusalén.

•  Atlas Bíblico
•  Comentario Bíblico
•  Diccionario Bíblico
•  Concordancia de la Santa Biblia
•  Libros de historia

04. Tipos principales de sermones bíblicos

Hay diversos tipos de sermones en lo que a su estructura  se refiere; hay
también diversas especies de sermones con respecto a su contenido,
pero quizás el método menos complicado sea el de clasificarlos como
temáticos, textuales, expositivos y biográficos.

EL SERMÓN TEMÁTICO

Un sermón temático es aquel cuyas principales divisiones se
derivan del tema con independencia del seguimiento de un texto.

Consideramos cuidadosamente esta definición. La primera parte
afirma que las principales divisiones tienen que hacerse en base al
tema, no en base a un texto bíblico determinado.

La segunda parte de la definición declara que el sermón temático no
exige un texto como base de su mensaje.

Sin embargo, para asegurar que el mensaje sea totalmente bíblico en su
contenido, debemos empezar con un tema o asunto bíblico, y cada
división principal debe de estar apoyada en una referencia bíblica.

Ejemplo de un sermón temático:

¿PORQUÉ HAY ORACIONES SIN RESPUESTA?

I.     Pedir mal (Santiago 4:3)
II.   Pecado en el corazón (Salmo 66:18)
III. Dudar de la Palabra de Dios (Santiago 1: 6 -7)
IV. Repeticiones vanas (Mateo 6:7).
V.   Desobediencia de la Palabra (Proverbios 28:9)

Ventajas de los Sermones Temáticos
El sermón de asuntos es muy útil para sermones doctrinales y éticos, y
además ofrece la oportunidad de discutir cualquier tema  que parezca
ser necesario.

Con un sermón temático, el predicador escoge un texto que contiene
la idea del tema y le sirve como punto de partida, y luego, con la ayuda
de diferentes textos y divisiones puede cubrir cualquier tema con
amplitud.

El sermón  temático favorece la unidad, permite un arreglo lógico y
natural. Se pueden arreglar todos los eslabones que sean necesarios
para lograr una unidad completa. También ofrece la oportunidad de
omitir una división si el sermón resulta muy largo.

EL SERMÓN TEXTUAL

Un sermón textual es aquel en el cual las principales divisiones se
derivan de un texto consistente en un breve pasaje de las
Escrituras.

En un sermón temático empezamos con un tema, pero en un sermón
textual empezamos con un texto.

En un sermón temático, el predicador  puede utilizar tantas divisiones
como desea o tantas como a su juicio se requiere. En un sermón de
texto solamente debe haber  tantas divisiones como hay pensamientos
o ideas en el texto escogido.

El texto puede consistir en una sola línea de un versículo de las
Escrituras, o puede tratarse de un solo versículo, o incluso de dos o tres
versículos.

Además, el texto provee el tema del sermón.

Ejemplo de un sermón textual:

¿QUÉ ESPERA  DIOS  DEL  CRISTIANO?

Texto: Miqueas 6:8

I. “Hacer  Juicio”
II. “Amar misericordia”
III. “Humillarte para andar con tu Dios”

Ventajas de los sermones de texto

Con demasiada frecuencia los predicadores inexpertos hablan sin plan
ni método, usando muchos textos desconectados entre sí. 

El sermón de texto fija la atención en una parte definida de las
Escrituras y obliga al predicador a concretarse  en algo definido. Obliga
también al predicador a estudiar cabalmente  el texto, a extraer toda la
enseñanza doctrinaria y espiritual que contiene. Además, son
comparativamente fáciles de aprender. Una vez que se ha escogido un
buen texto y que uno lo entienda bien, es fácil preparar el sermón.

El texto contiene las diferentes divisiones y es cuestión de analizarlos,
separar y ordenar estas divisiones, y si son bien presentados, los oyentes
pueden seguirlos con facilidad, pues el oyente tiene delante de si, en su
Biblia, el bosquejo del sermón.
Difícilmente el oyente olvidará un sermón de texto. Cada vez que
vuelve a leer el texto, todo el sermón o sus partes principales vienen a
su mente y pone al oyente en contacto estrecho con la Biblia. Mediante
la predicación de sermones de texto, el predicador puede llamar la
atención a muchas gemas de la palabra de Dios.

EL SERMÓN EXPOSITIVO

Un sermón expositivo es aquel  que interpreta una porción más o
menos extensa de las Escrituras, en relación con un tema o asunto.
 
El sermón de texto abarca todos los puntos contenidos en el texto; el
expositivo selecciona una  sucesión de pensamientos del trozo.
Un sermón de texto es realmente fácil de preparar; un buen sermón
expositivo se prepara y se predica con más dificultad.

Ejemplo de un sermón expositivo:

El Sembrador

Porción de las escrituras:
 Mateo 13: 1 – 9, 18:23

I. La semilla que cayó en el camino 
(Mateo 13:3, 44, 18 19)

II. La semilla que cayó en pedregales
(Mateo 13:5, 6, 20, 21)

III. La semilla que cayó entre espinas
(Mateo 13:7, 22)

IV. La semilla que cayó en tierra buena
(Mateo 13:8, 23)

Ventajas de los Sermones Expositivos

La instrucción de Pablo a Timoteo es: “Que prediques la palabra” (2 Tim. 4:2)

“Se necesita más enseñanza y menos predicación”.

El sermón expositivo cuadra muy bien con la instrucción de Pablo a
Timoteo y del espíritu de profecía. No hay método mejor que el
expositivo para enseñar la Palabra de Dios a la gente.
Es el método de predicación que se usaba en la iglesia primitiva. En los
días apostólicos, los predicadores del evangelio eran intérpretes y
expositores de la Biblia. En los primeros siglos de la era cristiana los
mejores predicadores como Crisóstomo, Agustín, Ambrosio, eran
expositores de la Escritura. Los grandes reformadores fueron también
grandes expositores de la Biblia.

Los sermones de Lutero o Calvino eran la exposición de un aparte de
las Escrituras, y desde entonces hasta ahora, siempre el espíritu de la
reforma ha estado acompañado por la predicación e incluso la
exposición de la Escritura.

Además, el sermón expositivo asegura un conocimiento mejor de las
Escrituras tanto en el predicador como  en los oyentes, porque el
predicador que llega a dominar la Biblia hasta el punto de poderla
exponer claramente y en forma interesante y viva, será poderoso en la
predicación. Sus sermones tendrán autoridad; llevarán las credenciales
del cielo. Ningún otro  método se presta mejor para alimentar
espiritualmente a la grey. Además, la predicación expositiva formará
predicadores  fuertes y una grey robusta, y con sólida experiencia
espiritual.

Una debilidad de la predicación de hoy es que se compone demasiado
de razonamiento humano o de acciones superficiales.

Muchos sermones son solamente  narración de historias a los cuales  se
les da el nombre de sermones.

La predicación expositiva evita eso. Hace que los sermones contengan
más verdades bíblicas, puras y más opiniones acerca de las cosas. El
predicador está ligado a la Biblia; deja hablar a la Biblia. Da ocasión de
hacer observaciones sobre muchos pasajes de la Escritura que de otra
manera nunca atraerían en nuestros sermones. Al mismo tiempo
presenta la oportunidad de hacer observaciones y amonestaciones
prácticas.

Al interpretar los diferentes textos del trozo tiene que hacerlo en
armonía con el resto del pasaje. Este método mantiene al predicador 
en constante crecimiento.

La preparación de esta clase de sermones exige un amplio y profundo
estudio de la Biblia. Este estudio lo lleva naturalmente a la comunión
con Dios y a la oración.

La oración, el estudio y la meditación lo harán fuerte en la predicación
y en su experiencia espiritual. El que pruebe este método y aprenda a
usarlo bien, apreciará  sus beneficios, tanto para el mismo predicador
como para la consagración.

EL SERMÓN BIOGRÁFICO

Un sermón biográfico es aquel cuyas principales divisiones se
derivan de la biografía de un personaje bíblico enfatizando algún
aspecto de su vida.

Los sermones  que tienen como tema las grandes personalidades de la
Biblia nos  dan  la oportunidad  de hacer de ellos sermones ilustrados.
Cuando se relatan esas historias casi no se necesitan más ilustraciones.
La historia  misma es la mejor ilustración. La tarea del predicador
consiste en ampliar y hacerla tan vivida que llegue a ser una realidad
para sus oyentes.

Una presentación vigorosa y dramatizada de la Biblia, deja en todos
una profunda impresión.

Ejemplo de un sermón biográfico:

Las Pisadas de Abraham

Texto: Génesis 12:1 – 9

I. Oyó la voz Divina
II. Lo dejó todo

III. Se sometió a la dirección Divina
IV. Fijó  su mirada en la promesa Divina

Ventajas de los Sermones Biográficos

Los sermones biográficos son más  fáciles  de preparar que cualquier
otra clase de sermones. Probablemente apelan mas a la gente que
cualquier otro método y las experiencias de los personajes bíblicos
ilustran ciertas verdades universales que el predicador puede aplicar a
la vida de hoy.

Las habilidades dramáticas y de imaginación del predicador tienen más
oportunidad de desarrollarse con esta clase de predicación. Doctrinas
abstractas y teológicas se pueden enseñar contra un fondo real de la
vida de un carácter bíblico.

La predicación biográfica descubrirá mucho material para otros
sermones, permite encontrar más fácilmente material para la
predicación, ayuda al predicador a conocer mejor la Biblia y los oyentes
probablemente recordarán más tiempo esta clase de sermones.
Además, los sermones biográficos nos dan un método indirecto para
tratar ciertos problemas difíciles. 

05. Trace bien la palabra de Verdad

“Procura con diligencia presentarte a Dios, aprobando, como
obrero que no tiene de que avergonzarse, que traza rectamente la
palabra de verdad” (2 Timoteo 2:15).

Al estudiar la Biblia para preparar un sermón, debemos buscar
primeramente el significado simple y más obvio del pasaje bíblico que
estudiamos y tengamos en cuenta:


•  El significado histórico

Esto significa que debemos conocer el hecho histórico registrado en la
Biblia y su significado original.

•  El significado literario

La Biblia fu escrita en un sesenta por ciento en prosa y un cuarenta por
ciento en poesía. Los escritores bíblicos utilizaron muchas figuras  del
lenguaje. Por lo tanto, es importante conocer este aspecto literario a fin
de hacer una correcta interpretación.

•  El significado teológico

Debemos entender cuál es el propósito de Dios en el mensaje  que dio
al escritor bíblico y su aplicación para la iglesia y cada cristiano en toda
época de la historia humana.

Un ejemplo es el libro de Jonás. El mensaje que el Señor dio a Jonás
para llamar al arrepentimiento a los pecadores de Nínive, tiene tanta
vigencia para las multitudes de hoy que viven en medio de sus pecados.
Dios quiere perdonarlos como lo hizo con los ninivistas de antaño.

06. Cómo nace un sermón

Antes de esbozar un sermón  con el papel, el predicador debe mirar
hacia Aquel que conoce todas las necesidades del corazón humano y
que tiene todos los recursos de la gracia. Debe empezar, continuar y
terminar con oración.

Si se hace esto, Dios no lo defraudará, y de alguna  manera le vendrá
luz y sabrá cómo empezar la preparación de un mensaje que supla las
necesidades del alma. El Espíritu Santo debe iluminar la mente, dar la
vida y desarrollo a todo sermón.

No hay sistemas o métodos rígidos que podemos seguir para descubrir
la manera de preparar un sermón, sin embargo cada sermón debe
nacer y germinar  en la mente y en el corazón del predicador, y cada
uno debe preparar sus mensajes a su manera, pero con base a algunos
principios bien definidos. Esta es parte del “ministerio de la
predicación”. He aquí algunos:

1.  Cultive un huerto de “Semillas para sermones”

Esas “Semillas” son los  pensamientos, las ideas, y los impulsos que nos
vienen en cualquier momento y que pueden ir desarrollándose por el
estudio de las Escrituras, la meditación, la oración y la ayuda del
Espíritu Santo, en mensajes que suplen las necesidades humanas.

Todo  predicador debe tener libretas de apuntes para conservar las
ideas que vienen al apacentar la grey durante el trabajo pastoral, al
visitar a los miembros en los hospitales, al observar y hablar con las
personas.

Con esas ideas que vienen hay que formar un huerto homilético, en el
cual esos pensamientos “Semillas” puedan desarrollarse y llegue a
convertirse en sermones. 

El ejemplo de Cristo: La parábola del sembrador, la de las diez
vírgenes, la del fariseo y el publicano.

San Pablo: Al recorrer la ciudad de Atenas y ver el altar al Dios no
conocido.

2.  Enunciación del Propósito del sermón

Todo predicador debe tener muchos sermones germinando uno a uno,
deben ir luego desarrollándose para ser predicado cuando la necesidad
lo indique.

Pero aunque se tenga un buen pensamiento “semilla” y muchos
materiales juntos alrededor de ese pensamiento, no se podrá dar forma
definitiva a ningún sermón a menos que se haya  hecho una clara
enunciación del propósito.

Un cazador no tira al aire sino que hace una buena puntería. De la
misma manera, un predicador que no tiene un propósito definido para
cada sermón es lo mismo que disparar al aire sin un blanco.

Leí una anécdota que ilustra mejor lo que estamos diciendo: Al final
de un sermón un diácono le decía al oído de su esposa: “Y no sé lo que
el predicador quería con su sermón, ¿lo sabes tú?” La esposa contestó:
“No, y pienso que el mismo pastor tampoco lo sabía”.
En este punto, de no tener un propósito definido para su sermón,
muchos predicadores fallan y la congregación lo nota.

Un mismo tema puede ser utilizado con diferentes propósitos. Algunos
ejemplos: La Biblia: Se puede tener el propósito de probar su
inspiración Divina, que es superior a todos los libros que se han
escrito, que es la brújula de la vida y que  ella suple todas las
necesidades espirituales del ser humano.


El tema de CRISTO: El propósito puede ser demostrar su divinidad,
que  “el Verbo se hizo carne”. También puede ser presentarlo como
Salvador, el Buen pastor, Abogado, etc.

Por eso, antes de dar forma definitiva al sermón, hay que enunciar
claramente el propósito, es decir, lo que se quiere lograr con ese
sermón.

3.  Materiales reunidos al tiempo de la preparación

Al  tener en mente el propósito del sermón, esto permite al predicador
escoger y desechar los materiales reunidos con base  a si ayudan o no al
propósito, o no hay motivos para emplearlos.

El material puede buscarse en la siguiente forma:

•  De la Biblia.

Las Escrituras deben ser la base de todo sermón. Un sermón que no
esté basado en la Palabra de Dios no merece ser llamado sermón y
mucho menos ser predicado.

•  De las obras auxiliares.
Es correcto utilizar los escritos de Elena White. Sus  comentarios
explicativos son de gran ayuda y es propio usarlos en nuestros estudios.
Un buen libro o tratado de teología sistemática también lo es. Hay
también magnifico material en libros sobre biografías de misioneros y
en las obras devocionales.

4.  Elección del texto

El principal material de un sermón será el texto. Escoja un texto en
armonía con el propósito.  El tener un texto bíblico como base del
sermón da al predicador la ventaja de que su predicación tiene
autoridad y que su objetivo no es guiar  al pueblo por su propia
sabiduría sino impartirles las enseñanzas de Dios.


Además, despertará desde el principio el interés del oyente y le ayudará
a seguir y recordar el hilo del sermón. También proporciona la
oportunidad de explicar bien el contenido y sentido de un pasaje de la
Escritura e impide que el predicador divague e introduzca asuntos
ajenos a la Escritura.

5.  Empiece a pensar en ilustraciones

El uso de las ilustraciones es muy importante. Ellas dan luz a los
argumentos  del predicador y graban en la mente de los oyentes
verdades enunciadas en el sermón.

6.  Dese bastante tiempo para la germinación y el crecimiento de cada sermón

Los mejores sermones han sido el fruto de mucho estudio, oración y
meditación.

Un joven pastor predicó un sermón sobre la parábola del sembrador, y
entre los oyentes se encontraba un evangelista le preguntó al pastor:
“¿Cuánto tiempo le llevó preparar ese sermón?”  -  y el joven pastor
respondió: - Como unas seis horas.  Entonces el evangelista le dijo: - A
mi me llevó veinte años preparar ese mismo sermón-. El joven pastor se
dio cuenta de lo superficial que había  sido y le pidió disculpas.

Si queremos que nuestros sermones lleguen al corazón de cada oyente
y produzca un cambio de vida en cada uno de ellos, entonces debemos
tomar el tiempo suficiente para prepararlos.

7.  Confié que Dios bendecirá la predicación de su Palabra.

Habiendo hecho nuestra parte, recordemos: Cristo es nuestra
suficiencia. Su suficiencia, su potencia en nuestra flaqueza se
perfecciona.
“Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no
vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar y producir,
y da semilla al que siembra y pan al que come, así será mi palabra
que sale de mi boca; no volverá a mi vacía, sino que realizará lo
que me place, y cumplirá aquello para lo que la envié”  (Isaías 55:10, 11).


07. Las partes  de un sermón


Hay diversos métodos para arreglar un sermón, pero la forma más
sencilla y natural es dividir el sermón en tres  partes: a) La
introducción, b) el plan o el cuerpo del sermón, c) la conclusión. Este
es el plan que seguiremos en este estudio.

I.  LA  INTRODUCCIÓN

La introducción es el proceso mediante el que el predicador trata
de preparar las mentes y de asegurar el interés de sus oyentes en el
mensaje que tiene que proclamar.

¿Cómo debemos comenzar un sermón? La respuesta mejor se
encuentra en la siguiente pregunta: -  ¿Cómo comenzaba sus sermones
nuestro Señor?-.

El siempre iniciaba sus pláticas hablando de algunos elementos que
interesaban a sus oyentes. El predicaba sobre la cercanía del reino de
Dios y preparar a su pueblo para su venida. Su objetivo era salvar a los
hombres, no tanto informarles. Esta proclamación involucra
necesariamente exhortación, advertencia, explicación e instrucción.

Uno de los métodos  más  efectivos que empleó Jesús en su ministerio
era el de las preguntas y respuestas:  “¿Quién dicen los hombres que
soy?”  (Mat. 16:13)  ¿Por qué me llamáis Señor y no hacéis lo que
digo? (Lucas 6:46).

PRINCIPIOS PRÁCTICOS PARA UNA BUENA 
INTRODUCCIÓN

1.  Debería ser generalmente breve

Recordemos que el objetivo de la predicación es llevar  al oyente a
comprender quién es Dios, qué ha hecho Él para enfrentar el
problema del pecado y rescatar al ser humano del peligro de la muerte
eterna.

2.  Debería ser interesante.

Uno de los propósitos de la introducción es captar la atención de la
gente hacia el sermón que vamos a  dar y un método de atraer la
atención es suscitar curiosidad. La introducción puede ser interesante
pero no sensacional o excitante. Debería ser corta pero no abrupta.

3.  Debería conducir a la idea o punto principal del mensaje

La introducción debería apuntar directamente al tema del sermón.
Para conseguir esto, las afirmaciones contenidas en la introducción
deberían consistir en una serie de ideas progresivas que culminarán en
el objetivo principal del sermón.

  II. EL CUERPO DEL SERMÓN Y SUS       

El cuerpo es la parte medular o principal del sermón en el cual se
amplía y se explica lo que se anunció en la introducción. Las divisiones
son las secciones principales de un sermón ordenado.
En el cuerpo del sermón se exponen los diferentes aspectos del sermón
y las divisiones permiten que este resulte claro lógico e hilado y ayudan
al  predicador a tratar el tema de una manera adecuada, y le permiten
mirar más directamente a su congregación evitando cometer el error de
mirar frecuentemente sus notas.

Las divisiones del sermón deben ser numeradas y con título. No hay
una regla del número  de divisiones que debe haber en un sermón,
pero lo más frecuente es que sean tres, lo cual proporciona variedad sin
distraer la atención y que pueden basarse en el Qué, Por qué y Para
qué.

Las divisiones pueden tener subdivisiones, las cuales permiten
desarrollar el pensamiento contenido en la división principal

Un ejemplo de las divisiones y subdivisiones es el siguiente:

UN LUGAR LLAMADO CALVARIO

I. FUE EL LUGAR DELA CRUCIFIXIÓN

A.  Donde Jesús fue crucificado por nosotros (1 Pedro 2:24).
B.  Donde Jesús llevó la maldición por nosotros (Gálatas 3:13).

II. FUE  EL LUGAR DE LA SEPARACIÓN

A.  Donde Jesús fue abandonado por su Padre (Mateo 27:46;
Marcos 15:34).
B.  Donde  el pecador arrepentido fue separado de su pecado
(Lucas 23: 40 – 43).

III. FUE EL LUGAR DE LA EXALTACIÓN

A.  Donde Jesús recibió el lugar central (Juan 19:18).
B.  Donde el Señor fue exaltado como el Salvador de los hombres
(Juan 12:32, 33; 19:19; 1 Pedro 3:18).

Las subdivisiones deberían ser limitadas en número. También es
innecesario tener divisiones de las subdivisiones, pero hay algunos
temas o pasajes de las Escrituras que demandan un examen minucioso.
En tales casos, puede ser necesario hacer divisiones subordinadas de las
subdivisiones.

III. LA CONCLUSIÓN DEL SERMÓN

La conclusión es el punto culminante de todo el sermón, pues fija
en la mente y el corazón del oyente las verdades del sermón en
forma de una poderosa impresión.

Fuera del texto, la conclusión es la parte más importante del sermón.

Es importante la elección del tema y del texto, es también importante
tener una introducción bien adecuada, es importante tener un buen
desarrollo, pero terminar mal, es imperdonable.

El propósito de la conclusión es fijar en la mente y en el corazón del
oyente las verdades del sermón, aplicar las verdades al caso particular
de cada oyente y mover la voluntad.

Predicadores como Spurgeon, Drrokl, eran maestros en la conclusión.
Los predicadores de hoy son generalmente maestros, en la
introducción y no en la conclusión. Nosotros debemos ser fuertes en la
introducción y mucho más en la conclusión.

FORMAS DE CONCLUSIÓN

1.  La recapitulación

Una conclusión de este tipo permite la reafirmación de las principales
ideas del sermón, y sirve para recordarles a los oyentes los aspectos que
han sido considerados y les prepara para la etapa final del mensaje.

2.  La ilustración

Las ideas o verdades del sermón pueden, en ocasiones ser llevadas a su
punto culminante mediante una ilustración enérgica o adecuada.                         

Cuando  el predicador utilice una ilustración que patentiza la gran
verdad espiritual  tratada en el sermón, no será necesario después
añadir demasiadas palabras por no decir ninguna, a la conclusión. La
ilustración poderosa y llena de significado por si misma, debería ser
una conclusión suficiente.

3.  Apelación directa o llamamiento

El predicador debería finalizar muchos de sus sermones con una
aplicación directa o con un llamamiento, dirigiéndose a la  
congregación como si fuera uno por uno en el que pida una respuesta
o reacción a las verdades vertidas en el mensaje.

4.  La Motivación

En la conclusión no debemos imponer un sentido de terror sobre los
oyentes, sino que se debe terminar con un rayo de luz y de esperanza al
pecador. “buenas nuevas” y por lo tanto  debe terminar con algo
positivo, aunque haya predicado un sermón sobre las siete plagas.

Es  un error pensar que un sermón tiene que terminar con
llamamiento emocional o patético, en el que el predicador se lanza en
una calenturienta excitación o a un estado emocional. Bien al
contrario, un final natural, sencillo y apacible, es por lo general,
mucho más impresionante y eficaz.

También se ha de señalar que las reprensiones y advertencias solemnes
podrán ser recibidas por la congregación con mejor actitud,  se
pronuncian con tierno afecto, que con atropelladas denuncias y
vehemencia.

Una respuesta motivada por el pánico, durará poco tiempo. El
predicador debe permitir que el Espíritu Santo obre en el oyente, para
que su respuesta al llamamiento sea genuina.

PRINCIPIOS PARA LA PREPARACIÓN DE LA CONCLUSIÓN

1.  Por lo general, la conclusión debería ser breve

Aunque la conclusión es la parte vital del sermón, y tiene que ser
preparada con dedicación y esmero, no tiene que ser prolongada. Más
bien, la conclusión debería ser bastante corta.

2.  La conclusión debería ser sencilla

Un lenguaje sencillo, llano y positivo, y al mismo tiempo penetrante y
vigoroso, será mucho más eficaz que un discurso altisonante.

COSAS QUE HAY QUE EVITAR

1.  Nunca pida disculpas

Eso le quita  valor a lo que ha predicado.

2.  Evite lo humorístico.

“¿Qué pueden hacer los pastores sin Jesús? Realmente nada. Por lo
tanto, si el pastor es frívolo y bromista, no está preparado para
desempeñar los deberes que le ha encomendado el Señor.  “Sin mi   - 
dice Cristo  - nada podéis hacer”. Las palabras ingeniosas que surgen
de sus labios, las anécdotas fuera de lugar, las palabras pronunciadas
para producir risa, están condenadas por la Palabra de Dios, y están
completamente fuera de lugar en el  púlpito” 
3.  Evite todo lo ruidoso

“Hay en el ministerio hombres que obtienen un éxito aparente
dominando las mentes por la influencia humana. Juegan a voluntad
con los sentimientos haciendo llorar a los oyentes, y haciéndolos reír a
los pocos minutos. Bajo labores  de esta clase muchos son movidos por
el impulso a profesar a Cristo, y se cree que se produce un maravilloso
reavivamiento; pero viene la prueba y la obra no perdura. Los
sentimientos están excitados  y muchos son llevados por la marea que
parece dirigirse hacia el cielo; pero la fuerte corriente de la tentación
no tarda en hacerlos volver atrás como resaca. El obrero se engaña a sí
mismo, y lleva a sus oyentes por camino errado”
08. El Título del sermón
El título es una expresión de un aspecto específico que ha de ser
presentado en el sermón, expresando de tal manera que sea
apropiada para anunciar lo que se va a predicar.

En la construcción del discurso sagrado, el título es, por lo general,
uno de los últimos puntos a tocar. Una vez que el predicador ha
preparado el sermón, siguiendo los pasos ya vistos y teniendo una clara
comprensión del significado del tema que va a tratar, debe el título
adecuado para el sermón.

PRINCIPIOS PARA LA ELECCIÓN DE TÍTULOS DE SERMONES

1.  El título debería ser pertinente al mensaje

Es evidente que el título tiene que tener una conexión definida con el
texto o el discurso.

2.  El título debería ser interesante.

El título debería ser redactado de manera que suscite la atención o la
curiosidad. Debería ser atractivo, no por el uso de la mera novedad,
sino porque es de vital interés para las personas. Veamos algunos
ejemplos:
“Como librarse de su culpabilidad”
Basado en Isaías 43:25.
“El nacimiento más glorioso de la historia”
Basado en Lucas 2: 1 – 7
“Prosperando a pesar de las circunstancias”
Basado en la biografía de José. Génesis 39:23
“Matemáticas espirituales: 4 -1=0”
Basado en la experiencia del joven rico, Marcos 10: 17–22.
3.  El título debería estar en armonía con la dignidad del
púlpito.

Debe evitarse el error que algunos predicadores cometen en un
esfuerzo por suscitar la atención, empleando títulos extravagantes o
sensacionalistas. Obsérvense algunos ejemplos:

“¿Es usted un Sansón peludo o pelado?”
“Fugitivos del infierno”
“Cuando el mundo era joven”

4.  Por lo general, el titulo debería ser breve.

Un título condensado o compacto es más eficaz que una frase larga,
siempre que esté redactando de una manera poderosa, pues es más
fácil de captar la atención del ojo del lector que una línea de quince o
veinte palabras. Sin embargo, no debería sacrificarse la claridad a causa
de la brevedad.

Ejemplos:

“¿Qué horas es?”
Para un  servicio misionero
Basado en Romanos 13: 11 – 14

“Tu Rey  viene”
Para comenzar la Semana Santa
Basado en Lucas 19: 37 – 44.

“El  Don  Inefable”
Para un sermón sobre Cristo 
Basado en 2 Corintios 9: 15.


09. El Maestro usaba ilustraciones

“Las aves, 

El aire, 

Los lirios del campo, 

Las semillas, 

El pastor y las ovejas 

Eran objetos con los 

Cuales Cristo ilustraba 

La verdad” 
Etimológicamente ilustrar es arrojar luz o lustre sobre un asunto.

Se habla  mucho de la educación por medio de la vista. Jesús usaba
constantemente ilustraciones  para grabar en la mente de la gente las verdades que el enseñaba: “El sembrador salió a sembrar…” (Mateo 13:1).  “El reino de los cielos es semejante a la red…”  (Mateo 13:47).

El no limitaba sus ilustraciones a las  figuras del lenguaje: se valía de
lecciones  prácticas y objetivas. Cuando se lo consultó en cuanto al
dinero del tributo, inmediatamente lo ilustró con una moneda.
Cuando hablaba de los lirios, se hallaba en medio del campo. Una vez,
rodeado de una gran muchedumbre llamó a un niñito. Poniéndose
suavemente la mano sobre la cabeza, comentó que era necesaria la
humildad de un niño para entrar al cielo.

Mediante esos elementos que traían la vista, Jesús trató de grabar
también verdades solemnes en su Iglesia. El bautismo es un símbolo.
Lo es tan bien la cena del Señor. Mediante todas esas cosas Jesús  puso
al alcance de todos verdades que eran demasiado profundas para que
las comprendieran los hombres de esa manera.

EL VALOR DE LAS ILUSTRACIONES

1.  Dan claridad al sermón

La verdad es en ocasiones tan profunda y abstracta que, por mucho
que el predicador se esfuerce por explicar un texto, la congregación
puede resultar incapaz de asimilar su significado, hasta que lo ponga
ante ellos en forma de una imagen verbal. El mismo Señor Jesús, a fin
de explicar las benditas y profundas verdades de nuestra unión con Él,
utilizó la sencilla analogía de la vid y los pámpanos. 


2.  Dan interés al sermón

El fallo de muchos sermones no reside en su contenido doctrinal, sino
en la aridez o pesadez con que  presenta la verdad y el mensaje resulta
tan aburrido y carente de interés que resulta difícil para el oyente
mantener una atención adecuada.

Las ilustraciones adecuadas relajan la mente, sirven para suscitar una
atención decadente, dan vida al mensaje, y preparan al oyente para
escuchar con atención lo que sigue.

3.  Dan vivacidad a la verdad

Las buenas ilustraciones se apoderan de la mente por el vigor de los
ejemplos que presentan, mediante las cuales lo abstracto se vuelve claro
y los hechos áridos y difíciles  de ver  son transformados en una verdad
viviente. Un ejemplo de una ilustración sobre la importancia de
seleccionar buenos libros es la siguiente:
“Uno de los faraones egipcios escribió una vez sobre su biblioteca: Las
medicinas del alma. Ciertamente hay similitud entre la farmacia y la
biblioteca. La primera contiene frascos llenos de lociones, substancias
irritantes, estimulantes, narcóticos, bálsamos, sedativos y venenos
capaces de producir efectos dañinos en la naturaleza física del hombre;
la otra contiene volúmenes llenos de material que puede producir
efectos sobre la mente. Sería muy doloroso que un médico no estuviera
informado en cuanto  a las propiedades y efectos de las drogas que
prescribiera una receta y que un farmacéutico incompetente la
preparara; tal ignorancia sería criminal y sus efectos mortales. De la
misma manera seria fatal que alguien leyera sin discriminación
cualquier libro”.

No hay nada peor para una congregación que oír un sermón sin vida,
sin luz, porque los oyentes salen de la iglesia tan vacíos como entraron.
La verdad debe ser presentada con los más vívidos colores a fin de que
los que la escuchan no solamente puedan ver luz en el mensaje, sino
también su belleza.

 4.  Dan énfasis a la verdad

Hay muchas ocasiones en las que el predicador ve necesario mostrar la
importancia de una verdad. Puede hacerlo sencillamente afirmando su
importancia, expresándola en términos vigorosos o repitiéndola de una
y otra manera. Mediante un  ejemplo específico la ilustración hace
llegar a lo más hondo de los oyentes la lección que el predicador quiere
enseñar.

5.  Grabar en la mente del oyente la verdad

No hay duda que una ilustración bien presentada permanece en la
memoria de los oyentes mucho tiempo después que todo lo demás ha
sido olvidado. 

Cierto pastor hizo una vez el siguiente experimento. Varios meses
después de haber predicado un sermón le pidió a veinte personas que
escribieran todo lo que podían recordar del mismo. Sólo uno o dos
podían reproducir el sermón o sus puntos principales, pero casi todos
recordaban la ilustración que había  usado al final.

DONDE ENCONTRAR ILUSTRACIONES

1.  La Biblia

Las ilustraciones más hermosas son las parábolas e historias de la
Biblia, especialmente las del Antiguo Testamento, en las cuales el
predicador encontrará no sólo un campo fértil para ilustrar la verdad
sino también grandes lecciones.

Podemos citar como ejemplo las cámaras pintadas mencionadas por
Ezequiel. Este profeta describe en su libro el culto falso y los ritos
impuros que practicaban los sacerdotes y los dirigentes del pueblo de
Dios en las cámaras subterráneas que se encontraban justamente junto
a los fundamentos del templo. En las cámaras superiores se practicaba
la forma del culto  a Dios, pero en las cámaras pintadas  se adoraban
dioses paganos. El ángel le dijo a Ezequiel en esta visión que es a la vez
 
una parábola:  “Hijo del hombre, ¿has visto las cosas que los
ancianos de Israel hacen en tinieblas, cada uno en sus cámaras
pintadas? Porque dicen ellos: No nos ve Jehová”  (Ezequiel 8:12).
Sobre este incidente se puede predicar un sermón acerca de la
condición íntima del alma del cristiano, sin necesidad de más
ilustraciones.
Sobre este incidente se puede predicar  un sermón acerca de  la
condición íntima del alma del cristiano, sin necesidad de más
ilustraciones.

2.  La Naturaleza

La naturaleza es muy rica como fuente de ilustraciones. “Las aves, el aire, los lirios del campo, las semillas, el pastor y las ovejas eran objetos con los cuales Cristo ilustraba la verdad”.

3.  La vida humana

La vida humana es probablemente la más rica fuente de ilustraciones.
El rey Salomón era un gran observador de la vida de los hombres. El libro de  Eclesiastés es un ejemplo de  ello. El dice:  “Y dediqué mi corazón a conocer la sabiduría y también a entender las locuras y los desvaríos” (Eclesiastés 1:17).

La Biblia nos dice que el investigó la vida de los hombres; por eso pudo escribir 3.000 proverbios (1 Reyes 4:32). Si algunos predicadores fueran más observadores, tendrían más ilustraciones para sus sermones y estos no serian tan áridos  y aburridos.

4.  La observación de los niños

Podemos sacar grandes lecciones de las afirmaciones o acciones de los pequeños, y hallamos muchas ocasiones para usarlas como  ilustraciones de sermones. En un sermón sobre cómo debemos tratar a los niños en la iglesia podríamos relatar esta  experiencia personal:
En una iglesia, uno de los diáconos era en cierta forma temido por los niños por su manera ruda de tratarlos. En una ocasión, dos pequeñitos caminaban por uno de los corredores del templo y de pronto se dieron cuenta que el diácono venía  siguiéndolos. Uno de ellos le dijo al otro: - Apúrate que ahí viene Herodes-.

Los niños merecen nuestro respeto y si bien es cierto que hay que enseñarles disciplina y orden, hay que hacerlo con amor.

5.  Las experiencias religiosas

Se las  puede usar, con tal que sean verosímiles y razonables. Puede ser nuestra o de otros.

6.  La invención pura.

Es correcto inventar ilustraciones que sean razonables y verosímiles.

7.  La ciencia 

En la Biblia hay muchas cosas que hoy no podemos entender o explicar, pero las aceptamos y las creemos por la fe, porque creemos que la Biblia es la Palabra del Dios Altísimo y que lo que ella  dice, es Dios quien lo dice.

La ciencia experimental ofrece mucho material que nos ayuda a entender las verdades bíblicas. Para ilustrar esto, quiero compartir con ustedes un hecho verídico acerca del descubrimiento de uno de los planetas de nuestro sistema solar:

El planeta Urano fue descubierto en el año 1781, hace ya más de tres siglos, y se pensó en ese momento que era el último planeta del sistema solar. Los astrónomos no sabían que más  allá había más  planetas; pero ellos empezaron a estudiar el comportamiento de ese planeta, y vieron cosas raras en sus movimientos. Entonces los astrónomos empezaron a pensar que ese planeta estaba siendo influenciado por otros; y durante años enfocaban sus telescopios en las inmensidades del espacio, calculaban, perseveraban, y podríamos decir, en un sentido científico, que tenían fe que había otro planeta que estaba influenciado el planeta Urano. Después de 65 años de fe científica, sus esfuerzos fueron recompensados y descubrieron el planeta Neptuno el 14 de Septiembre de 1781.

8.  la historia

La fuente histórica que más se presta para que un predicador saque sus ilustraciones son las Sagradas Escrituras. Los libros de arqueología son útiles porque corroboran las narraciones históricas de la Biblia.

PRECAUCIONES EN CUANTO AL EMPLEO DE LAS ILUSTRACIONES

1. Usar ilustraciones adecuadas

El predicador debe procurar usar todas las ilustraciones que se le ocurren, ni buscar las ilustraciones por interés de ellas mismas. Debe recordar que la ilustración no es nunca un fin, sino siempre un medio.
Solamente hay que usar ilustraciones que expliquen o prueben algún punto del tema y que lo hagan más interesante.

2. Asegurarse de que las ilustraciones sean claras

La ilustración que no contribuye directamente al tema, es inútil, es paja que se lleva el viento y a veces perjudicial. No hay que emplear demasiadas ilustraciones  ni  ilustraciones que sean demasiado largas.
Como en todo lo relacionado con la predicación, se necesita también de esto: juiciosa selección y adaptación. Hay que tener cuidado de no apartar la atención del asunto ilustrado para fijar en la ilustración. Esta  es una falta grave pero muy común. Lo que la gente necesita es la luz y no las lámparas. “Haced que vuestras ilustraciones sean evidentes de por sí”

3. Usar ilustraciones creíbles

“Las ilustraciones nunca deben ser: Inverosímiles  o fantásticas o tan largas que tomen la mayor parte del tema, ni tampoco deben ser motivo de frivolidad y chiste que causen  risa e irreverencia. Debemos  aprender de Jesús qué clase de ilustraciones escoger y como emplearlas”

4. Usar ilustraciones que sean razonablemente breves

Las ilustraciones deben ser  siempre: Cortas y al punto, evidentes por sí mismas, dignas y de un carácter elevador.

OBSERVACIONES FINALES

Buenas ilustraciones  no son solamente convenientes sino necesarias para: Aclarar, probar, embellecer e impresionar.

Un caudal de buenas y variadas ilustraciones debe figurar en el material de reserva de todos los predicadores.

Las ayudas visuales

¿Por qué usar cuadros? 

Ellos ayudan a “adornar la doctrina de Dios”. “Un cuadro es de más valor que mil palabras”.

El propósito de las ayudas visuales

•  Centran la atención
•  Dan claridad a la enseñanza
•  Estimulan nuevos intereses
•  Hacen impresiones vividas y permanentes en la mente
•  Despierta y mantiene el interés
•  Aceleran el aprendizaje

Está comprobado que recordamos:

  El 10%  de lo que oímos
  El 50% de lo que oímos y vemos
  El 80% de lo que decimos
  El 90% de lo que hacemos

¡Por eso es  importante usarlas!

Tipos de ayudas visuales

Carteles

Mapas

Diagramas

Figuras de revistas

Figuras para franelógrafos

Pizarrón

Diapositivas

Películas

Transparencias

Transparencias (acetatos)

Objetos de la vida diaria (flores, frutas, animales, etc.)

ACEPTE A CRISTO
PIDA PERDÓN POR
SUS PECADOS
RECONOZCA
QUE ES UN
PECADOR
2.300 días - (2.300 años)
70 semanas   (490 años)
457 a. C. 34 d. C. 1.844 d. C.
1.810  años

10. El arreglo del Sermón

Una vez que el predicador haya escogido su propósito, tenga abundancia de materiales originales y prestados, falta todavía algo muy importante: EL ARREGLO DEL SERMÓN.

La tarea  de arreglar  bien un sermón requiere talento, estudio y práctica.

Algunos tienen una sorprendente capacidad y talento para arreglar un sermón. Para otros no hay nada mas difícil que aprender a hacer un buen  arreglo de un sermón.

El arreglo de un sermón es comparable a la obra de un arquitecto. El arquitecto construye con los materiales acumulados un edificio para un fin especial. Con más o menos los mismos materiales acumulados puede construir una casa, una oficina, una fábrica, un templo, etc…

Los materiales son los mismos, pero los planos de construcción tienen que ser muy diferentes para uno y otro edificio. Lo mismo pasa con la predicación. Los mismos materiales pueden ser arreglados para formar una historia, un diálogo, un ensayo, un discurso o un sermón.

Varios discursos, conteniendo casi los mismos pensamientos producirán una impresión diferente de acuerdo al arreglo o plan.

Se puede  comparar la tarea del predicador con un ejército. Un ejército consta de varias divisiones  con armas especializadas para un fin especial. El general tiene que organizar sus divisiones para poderlas concretar en la manera más efectiva sobre un objeto determinado. Lo mismo tiene que hacer el predicador con las divisiones de su sermón.

No quiero decir que un discurso sin orden es incapaz de producir impresión. Pero podemos afirmar, en lo general, que siendo iguales otras cosas, el poder del discurso sin orden es comparativamente débil.

Tendrá un discurso todo el poder de que es susceptible, sólo cuando las partes que tiene un designio común, estén íntimamente unidas, ajustadas exactamente, cuando mutuamente se ayuden, como las piedras de un mismo arco. En proporción a la importancia del objeto que deseamos alcanzar, o a la dificultad de alcanzarlo, se halla nuestro sentimiento de la necesidad de ORDEN.

LA IMPORTANCIA DEL ORDEN PARA EL ORADOR

Un sermón no está debidamente estudiado o preparado hasta que hayamos arreglado bien sus partes. El esfuerzo por arreglar los pensamientos, sugiere otros pensamientos y proporcionan una idea cabal del asunto como un todo.

Además, un buen arreglo ayuda al predicador a recordar claramente las partes del sermón y su relativa importancia, y del orden consciente, deriva el estímulo, el sostén y la satisfacción que tiene como resultado la naturalidad y fluidez de pensamiento y palabra.

El orador que descuida el arreglo, en vez de mejorar su poder  para construir y organizar un discurso, lo perderá rápidamente, luego tendrá que depender de la impresión que puedan producir los pensamientos particulares, o tendrá que  depender de que la excitación emocional tal vez produzca un poco de orden. Depender de  estas posibilidades para hacer impresión en el corazón y en la mente, es proceder con imprudencia.

IMPORTANCIA DEL ARREGLO DEL SERMÓN PARA EL AUDITORIO

Si un buen arreglo es importante para el predicador, lo que aún más para el auditorio, pues hace que el discurso sea inteligente, pero cuando el plan de un sermón es defectuoso, los oyentes lo notan aunque no pueden decir en que está la dificultad.

Una de las razones por las que un hombre con mente filosófica es capaz de “hacer las cosas claras aún para los oyentes incultos, es que presenta pensamientos claros en un orden propio”.

Es un hecho triste que el número de los oyentes que no  entienden un sermón, es muy grande; en parte se debe a que los oyentes no pueden concentrar su atención, o porque el sermón no es muy claro, y por esto los oyentes no conservan nada del discurso; y al retirarse llevan consigo una masa indistinta de observaciones, asertos o exhortaciones que nada pueden coordinar en la memoria. Las impresiones recibidas pueden resumirse en las más tristes críticas que una persona devota  que vino a escuchar con atención puede decir. – no sé exactamente de que trató el predicador-.

También puede ocurrir  todavía algo peor  cuando el oyente  no comprende el sermón, y es que por falta de claridad, el sermón puede ser mal comprendido. Debemos procurar no solamente que se nos entienda, sino que sea imposible que se nos entienda mal.
En toda la naturaleza se ve orden y simetría. El caos puede ser espantoso, pero nunca bello. Un buen arreglo hace que el discurso o sermón sea agradable. Recordemos que “El orden es la primera ley del cielo”
Un sermón mal arreglado puede tener pasajes particulares agradables, pero el efecto sería mucho mejor si el sermón fuese un todo ordenado.
Además, un discurso bien arreglado mantendría más fácilmente la atención y el interés del auditorio, y es siempre más agradable y cautiva la atención.

Un sermón bien arreglado está en armonía con las leyes generales del pensamiento y por eso le resulta más fácil llevar consigo los pensamientos del predicador al oyente.

También, un buen arreglo hace el discurso más persuasivo. El que quiere romper una roca o una piedra no puede golpear en cualquier parte. Tiene que seguir un método y repetir los golpes sobre un punto o una línea dada.
Lo mismo para persuadir, el predicador tiene que arreglar de tal manera su material para que los sucesivos puntos sean otros tantos golpes que persiguen el fin propuesto. Aunque los golpes sean fuertes y el mazo sea bueno, si no están concentrados  en un punto o determinada línea, no producirá buenos resultados. 

Un buen arreglo hace también que el discurso sea más fácilmente recordado. Un arreglo hecho en forma lógica, fija mejor los pensamientos en la mente del oyente. Este orden observado en el arreglo permite que el oyente pueda después fácilmente repasar en su mente los puntos presentados.

Debemos, pues, estudiar y practicar el arte de hacer buenos arreglos  y buenos bosquejos para nuestros sermones.

ELEMENTOS PRINCIPALES DE UN BUEN ARREGLO

  1. La Unidad.

En casi todos los tipos de sermones hay el peligro de que falte la unidad. Algunos sermones  parecen ser la exposición sucesiva de varios temas.

A veces la introducción no guarda unidad con el cuerpo del sermón.
Otras veces los textos y las ilustraciones presentadas rompen la unidad.

  2. El orden.

Todos los  pensamientos que se presentan en un sermón pueden ser buenos en  sí  y tener relación con el tema, sin embargo hay un orden natural y antinatural, lógico e ilógico para presentar esos pensamientos.

El orden que seguimos puede ser cronológico, lógico o sicológico, pero debe haber un orden claro en la presentación de los diversos puntos de un sermón.
  
  3. La proporción

En un buen arreglo hay que tomar en cuenta las debidas proporciones que deben existir entre las diversas partes del sermón. Tiene que ver con  la extensión de cada parte, la introducción, el cuerpo y la conclusión. Tiene que ver también con la extensión de cada división según la importancia que tiene con el tema central del discurso.

OBSERVACIONES FINALES

1.  La ausencia  de un método de trabajo en la preparación del sermón, es la falta más común en la predicación, y la más inexcusable, porque es generalmente el resultado de trabajo insuficiente.

2.  No puede un hombre hacer  suyas todas las cualidades del orador, pero si tiene bastante cuidado, si puede relacionar sus ideas y proceder con orden en la composición de su discurso.

3.  No todos llegan a ser maestro en la preparación de sus sermones, pero todos pueden aprender a arreglar un discurso aceptable si están dispuestos a estudiar, trabajar y practicar.


11. Pasos básicos en la preparación de un sermón
Resumiendo lo dicho anteriormente, repasaremos los pasos básicos en la preparación de un sermón.
1.  Enuncie por escrito un propósito claro y elevado para cada sermón.
2.  Elija un pasaje bíblico en armonía con el propósito.
3.  haga un estudio exhaustivo y exegético del pasaje. Es decir, conozca su marco histórico, su contenido, literario, y entienda cual es el propósito de Dios al dar el mensaje al escritor bíblico y la aplicación para la iglesia y todo creyente en toda época de la historia humana.
4.  Descubra el punto central del pasaje. Una vez que lo haya encontrado, comience a desarrollar el sermón sobre esa base.
5.  Incorpore el propósito en una conclusión.
6.  Reúna toda clase de materiales.
7.  Deje todo incubando durante un tiempo.
8.  Gradualmente vaya arreglando el material de acuerdo con el propósito.
9.  Empiece a pensar en las ilustraciones.
10.  Escriba o haga un bosquejo de una sola vez.
11.  Comience a rellenar el bosquejo
12.  Prepare el título, la introducción y la conclusión. Recuerde que un título apropiado y una buena introducción son esenciales para captar el interés del oyente. La conclusión debe ser el punto culminante del sermón y debería ser el punto final.
13.  prepárese a  predicar el mensaje que ha recibido del Señor teniendo una dependencia llena de oración bajo el Espíritu de Dios.

“Porque no desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega toda la tierra, y la hace germinar y producir y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi Palabra que sale de mi boca; no volverá a mi vacía sino que realizará lo que me place, y cumplirá aquello para lo que la envié”.  (Isaías 55: 10, 11).

FORMATO DE UN BOSQUEJO DE SERMÓN
Título
Texto

INTRODUCCIÓN

I. Primera división principal

A.  Primera  subdivisión  _____________________
Desarrollo

B.  segunda  subdivisión ______________________
Desarrollo

II. Segunda división principal

A. Primera  subdivisión ______________________
Desarrollo

B. Segunda  subdivisión ______________________
Desarrollo

III. Tercera división principal
         
         A. Primera subdivisión ______________________
Desarrollo

        B. Segunda  subdivisión ______________________
Desarrollo

CONCLUSIÓN

LLAMADO
12. El llamado
El llamado es la oportunidad que se le da a una persona no convertida de responder a la enseñanza de la Palabra de Dios y de manifestar su deseo de aceptar a Jesús como su Salvador personal.

“En cada discurso deben hacerse llamados fervientes a la gente para que abandone sus pecados y se vuelva a Cristo”
Cuando Jesús predicaba  un sermón no asumía una actitud tal que pareciera decir: “Acéptalo si quieres, o recházalo”, sino que dirigía un llamamiento vigoroso al final del mismo. Suplicaba que se aceptara su verdad. Rogaba con una mezcla de amonestaciones y advertencias relativas  a recompensas y castigos. El sermón del monte termina con un llamamiento solemnísimo.

El llamamiento para recibir a Cristo viene de Dios y el predicador es el instrumento que Dios usa para hacerlo llegar a los que aún no le conocen. El llamado debe ser la culminación de todo el sermón. De ahí que debe incluir amonestaciones, llamamiento  ferviente y sentido de persuasión.

Antes de seguir adelante, aclararemos lo que significa aceptar a Cristo y rendirse a Cristo.

Aceptar a Cristo es cuando conocemos el  evangelio por primera vez y aceptamos a Jesús como  nuestro Salvador, y aceptamos el regalo de la vida eterna que él nos ofrece.

Este es el llamado que hacemos a los que aún no han aceptado a Cristo como su Salvador personal. 

Rendirse a Cristo  es la consecuencia de la salvación; es lo que llamamos la consagración, es cuando un cristiano se entrega a Dios de un modo absoluto, todo lo que es y lo que tiene para su servicio y permite ser guiado por el Espíritu Santo.

Este llamado a  rendirse  a Cristo lo hacemos a los que ya lo han aceptado  como su Salvador. Ellos ahora necesitan una entrega total de todo lo que son y tienen para el servicio de Dios.

POR QUE HACER UN LLAMADO

El llamado es la línea que separa la vida eterna de la muerte eterna.
Aunque una persona haya oído el evangelio y quiere responder, si no le damos la oportunidad, puede salir de la reunión tan perdido como entró. Tal vez nunca regrese otra vez.
Toda persona debe responder en forma voluntaria a Dios para recibir a Cristo o para rechazarlo. Debe recordársele al oyente que Dios es la respuesta a su necesidad.

CARACTERÍSTICAS DEL LLAMADO

1.  Ser breve

No más de 1 o 2 minutos. Usted ya presentó el mensaje del evangelio en el sermón.

2.  Ser voluntario

Nunca debe “manipular” al oyente para que reciba a Cristo. No apele a sus emociones. No diga: “Me gustaría que tu recibieras a Cristo”.
Deje que el Espíritu Santo convenza al oyente de su necesidad (Juan 16:8)

“Hay en el ministerio hombres que obtienen un éxito aparente dominando las mentes por la influencia humana. Juegan a voluntad con los sentimientos haciendo llorar a los oyentes, y haciéndoles reír a los pocos minutos. Bajo labores de esta clase muchos son movidos por el impulso a profesar a Cristo, y se cree que se produce un maravilloso reavivamiento; pero viene la prueba y la obra no perdura. Los sentimientos están excitados y muchos son llevados por la marea que parece dirigirse hacia el cielo; pero la fuerte corriente de la tentación no tarda en hacerlos volver atrás como resaca. El obrero se engaña a sí mismo, y lleva a sus oyentes por caminos errados”
3.  Ser personal

Use siempre el pronombre personal “Tú”. No diga: “¿Quiénes quieren recibir a Cristo?” o “Si hay alguien aquí que nunca ha recibido a Cristo...”

4.  Ser claro

Diga exactamente al oyente lo que usted está invitándole a hacer y use los mismos términos que uso en el sermón.

Ejemplo: Bartimeo pudo ver. No estaba ya en la oscuridad. Si Cristo no está en tú corazón, tú estás en la oscuridad del pecado.

5.  Ser definido

Sea claro en cuanto a la clase de respuesta que desea del oyente tanto ahora como después.

¿Cómo quiere que respondan? (Levanten la mano, se pongan de pie o pasen al frente). Indíqueles a donde deben ir para ser aconsejados. Dé una sola posibilidad.

SUGERENCIAS AL HACER EL LLAMADO

1.  Ore confiando en que el Espíritu Santo le guiará (Juan 16: 7 – 11)
2.  Haga una invitación solemne después de que el sermón haya sido predicado.


3.  Recuerde que el llamado forma parte del sermón.
4.  Hable en tono reverente y en voz baja.
5.  Recuerde  que no hay que confundir  “aceptar a Cristo”  con “rendirse a Cristo”.

Aceptar a Cristo  es recibir a Cristo por primera vez como  Salvador personal. Recibir el regalo de la vida eterna que  él  nos ofrece.

Rendirse a Cristo  es consecuencia de la salvación, es lo que llamamos la consagración; cuando un cristiano rinde todo a Dios para su servicio.
 
6.  Explique las palabras o términos en el lenguaje del oyente.
Ejemplo: “Vida eterna es la vida del Señor Jesús, la cual el te da a ti. Esa vida dura para siempre”.
7.  No haga preguntas superficiales como:

-  ¿Quieres ir al cielo?
-  ¿Cuántos quieren ser buenas personas?
-  ¿Quién quiere ser un hijo de Dios?

8.  Haga  un llamado en cada sermón.
9.  Recuerde que el enemigo Satanás no quiere que el oyente reciba a Cristo.

El atacará  durante la invitación, pero “mayor es el que está en vosotros que el que está en el mundo” (1 Juan 4: 4).

PASOS AL HACER EL LLAMADO

1.  Repasar:

La necesidad (librarse del pecado)
La solución (la obra de Cristo)
La respuesta del oyente (recibir a Cristo).

2.  Use un versículo bíblico para hacer el llamado
 
Use un versículo que incluya la condición y la promesa de Dios para la salvación, para que los oyentes entiendan que la invitación es de Dios.

NOTA:  Se necesitará una breve explicación del versículo en el llamado. Los pasos 1 y 2 se pueden intercambiar como el Espíritu le guíe.

3.  Pregunta personal:

Invite al oyente a manifestar su deseo de aceptar a Cristo expresándola en términos del versículo.

•  “Levanta la mano”
•  “Lo invito a ponerse de pie  ahí donde está”
•   “Lo invito a venir aquí al frente”

Acepta a Cristo como tu Salvador por primera vez si nunca lo has hecho antes levanta la mano.

4.  Separar a los que aceptaron el llamado en un grupo aparte.

Ejemplo: en un cuarto aparte, o que se sienten en la primera banca.

5.  Aconsejar personalmente a las personas que respondieron al llamado.

“Al terminar las reuniones, debe de haber una investigación personal sobre el terreno con cada uno. A cada uno se le debe preguntar cómo piensa tomar estas cosas, y si se propone hacer una aplicación personal de ellas. Entonces debéis vigilar si este o aquel manifiesta interés.
Cinco palabras que se les hable en privado, harán más que todo lo que el discurso ha hecho”
Tome el nombre y dirección de las personas que aceptaron el llamado, visítelos y estudie con ellos la Palabra de Dios.

EJEMPLO DE UN LLAMADO

Jesús ahora vive en el cielo como Rey de reyes y Señor  de señores. El quiere vivir también en tu corazón. Si tú reconoces que has pecado y sabes que Jesucristo murió en la cruz por sus pecados, puedes creer en Él hoy.

El te dice en la Biblia:

“Cree en el Señor Jesucristo y serás salvo” (Hechos 16:31).

Esto quiere decir que si cree de corazón que Cristo murió por ti, serás salvo del castigo que mereces por tu pecado y tendrás la vida eterna.

Ahora, vamos a cerrar los ojos e inclinar la cabeza. Si nunca has creído en el Señor Jesucristo antes y quieres hacerlo ahora, levanta la mano.

Si levantaste la mano, pasa y siéntate en la primera banca, y después de la reunión quiero orar contigo y ayudarte para que puedas creer en el Señor Jesús. Entonces podrás tener la seguridad que cuando Jesús venga estarás con él para siempre. Visite al interesado y estudie la Palabra con él.
 
PARA UD. QUE QUIERE SER PREDICADOR 
TEXTO PARA LOS LLAMADOS
Deut. 30:15        Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida    y el bien, la muerte y el mal.
Jos. 24:15            Escogeos hoy a quien sirváis.
Prov. 23: 26        Dame hijo mío tu corazón.
Isa. 55:1              A todos los sedientos, venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid y comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.
Isa. 55:6             Buscad a Jehová mientras puede ser hallado.
Jer. 35:15           Volveos cada uno de vuestro mal camino, y                          enmendad vuestras obras.
Mat. 11:28         Venid a mi todos los que estáis trabajados y                            cargados, y yo os haré descansar.
Luc. 14:17          Venid que ya todo está preparado.
Jn. 3:3                El que no naciere de nuevo, no puede ver                           el reino de Dios.
Jn. 6:37              Y al que a mi viene, no le echo fuera.

Rom. 10:13        Todo aquel que invocare el nombre del Señor será salvo.

2 Cor. 6:2          He aquí ahora el tiempo aceptable.
Heb. 2:3             ¿Cómo escaparemos si descuidamos una salvación tan  grande?
Heb. 3:15           Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestros             
Apoc. 3:20         Yo estoy a la puerta y llamo, si alguno abriere, yo entrare y estaré con él.

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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6