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martes, 28 de julio de 2015

Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas.

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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ESTUDIO EXEGÉTICO  PARA PREDICAR EXPOSITIVAMENTE
SALMO 126: 1 - 6 

           1      Cuando Jehová hiciere volver la cautividad de Sion, 
                  Seremos como los que sueñan. 
          2      Entonces nuestra boca se llenará de risa, 
                  Y nuestra lengua de alabanza; 
                  Entonces dirán entre las naciones: 
                  Grandes cosas ha hecho Jehová con éstos. 
          3      Grandes cosas ha hecho Jehová con nosotros; 
                  Estaremos alegres. 

          4      Haz volver nuestra cautividad, oh Jehová, 
                  Como los arroyos del Neguev. 
          5      Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán. 
          6      Irá andando y llorando el que lleva la preciosa semilla; 
                  Mas volverá a venir con regocijo, trayendo sus gavillas. 



  Salmo 126: 
EL CÁNTICO DE UN CORAZÓN SATISFECHO, 
SALMO 126:1–6

Este es el primer salmo de la tercera trilogía (véase la introducción al Salmo 120), un grupo que Barnes titula “Regreso y Restauración”. Según este mismo autor, esta tercera trilogía desarrollaría tres temas, el regreso desde el cautiverio babilónico (126), la reconstrucción (127) y el repoblamiento de Jerusalén (128). La buena fortuna de Israel, después de setenta años de exilio, llenó de gozo el corazón de los creyentes. Este gozo es el tema del presente salmo.

    1.      La maravilla del retorno (126:1–3)
Era el Señor quien haría volver la cautividad de Sion (1), es decir, quien “trajo a los exiliados de regreso a Sion” (Moffatt). El regreso de los judíos desde Babilonia tuvo lugar cuando un decreto de Ciro lo hizo posible (véase Esd. 1:1–3), del mismo modo como había sido la política inhumana de Nabucodonosor la que los llevó al exilio (2 Cr. 36:6–21). Pero los escritores inspirados nunca atribuyeron la iniciativa, en ambos casos, ni a Ciro ni a Nabucodonosor. Consideraban que la historia de su pueblo era obra de la mano de Dios, quien castigaba con determinados acontecimientos los pecados cometidos o ejecutaba sus designios. Para ellos, como debiera ser más frecuentemente para nosotros, la historia era el campo de acción directa de Dios. 

La noticia del retorno era tan maravillosa que quienes la escuchaban se sentían como los que sueñan —casi incrédulos a causa del gozo que experimentaban. La risa gozosa y la alabanza (el “canto”, RSV; 2), eran su muy comprensible reacción. Moffatt traduce de la siguiente manera la última parte del verso 2: “Hasta los mismísimos paganos decían: El Eterno ha hecho obras portentosas en favor de ellos”, un tema que el pueblo mismo repite con alegría en el versículo 3.

    2. Deseo de un avivamiento (126:4–6)
La acción maravillosa que Dios había realizado en favor de su pueblo incitaba en éste el deseo de verlo seguir obrando en su favor. Las versiones más recientes traducen correctamente la primera parte del verso 4 diciendo: “Restaura nuestras fortunas” (Smith-Goodspeed, RSV, Berk.), aunque Moffatt es fiel al contexto en su traducción de la totalidad del versículo al decir: “Trae el resto de nuestros exiliados, para que seamos saciados, como sacian la tierra las corrientes de agua en los sequedales del sur.” Los que habían regresado eran apenas un hilo de agua, tal como el que puede encontrarse habitualmente en los cauces resecos que surcan el desierto del Neguev (al sur de Palestina). La oración suplica a Dios que haga regresar a todos los exiliados, con lo cual el retorno sería semejante a los torrentes que llenan y desbordan aún los mismos cauces en la estación de las lluvias.

Hay un significado universal en la promesa Los que sembraron con lágrimas, con regocijo segarán (5). El tiempo de la siembra, en cualquier tipo de empresa, es siempre una época de ansiedad y trabajo duro; pero la cosecha abundante resarce con creces a quien ha debido sufrir tales labores. Los cristianos siempre leerán este versículo teniendo presente la parábola del sembrador (Mt. 13:1–5; Mr. 4:1–12; Lc. 8:4–10). “La semilla es la palabra”; y si bien el sembrador sabe que algunas semillas caerán sobre el camino, o entre los espinos, o donde sólo hay piedras, también sabe que algunas semillas caerán en buena tierra y darán fruto para salvación, hasta treinta, sesenta y cien veces el costo inicial. Los versículos 5–6 fueron los que inspiraron a Knowles Shaw para escribir los versos del famoso himno evangélico “Traigo las Gavillas” (Bringing in the Sheaves).

Después de un avivamiento o una restauración una persona o una iglesia puede caer de nuevo en errores o puede estancarse. Aun después de la gran obra de restauración, Israel siguió siendo vasallo de Persia y sufría opresión de sus vecinos además de limitaciones y altos impuestos de los persas. El pueblo clama por más restauración. Usa una figura linda de su propio contexto. Los arroyos allí están muy secos la mayor parte del año; pero cuando viene una lluvia, de repente se llenan de agua. Piden que Dios cambie la situación tan rápido como cambian esos arroyos secos cuando viene una tormenta.

Reflexión
¿QUE HABLAMOS Y PREDICAMOS NOSOTROS? ¿Lo que adormece o lo que duele? ¿Lo que gratifica al mundo o lo que denuncia? ¿Anunciamos fundamentalmente la Palabra de Dios? Nos incumbe la tarea—en pugna con las ideologías modernas—,de predicar el mensaje de Jesucristo, con el mismo ardor de fe, con la misma seriedad moral y espíritu de alerta escatológica que lo hicieron otros en siglos pasados, presentando al mundo y a nosotros mismos, las exigencias morales del Señor, a nuestro tiempo, “sin enmiendas o limitaciones”.

COMO CRISTIANOS, apoyados en la certidumbre de la fe, debemos tener algo que creer, un Cristo vivo, “el mismo hoy, ayer y por los siglos”, no un Cristo “mito” o fantasma del pasado; algo que predicar, un evangelio que es “poder de Dios para salvación a todo aquel que cree”, no un credo muerto o un sofisma teológico; y “algo para vivir”, una nueva vida en el poder del Espíritu, en fe, amor y esperanza, no una promesa de frustraciones espirituales.


La figura del v. 5 es parecida; lo que sembraron en tiempos secos, ahora brota cuando viene la lluvia. Lo sembrado en tiempos de dificultad, ahora florecerá. Esta renovación hará brotar la buena semilla que fue sembrada en tiempos de dificultad.

Semillero homilético
Una recompensa segura
126:6
La recompensa prometida al ganador de almas abarca:
  I.      La palabra EL.
    1.      Este pronombre indica que el ganador de almas es un ser humano.
    2.      Los ganadores de almas son personas que han sido salvadas por la gracia de Dios.
    3.      Los pecadores salvados deben buscar a los pecadores perdidos.

  II.      La palabra IR.
    1.      La necesidad de ir y no quedar acomodados en la iglesia.
    2.      Salir en busca de los perdidos (Mat. 28:19).
    3.      Persuadir a entrar (Luc. 14:23).

  III.      La palabra ANDANDO.
    1.      Andar indica la necesidad de dejar algo atrás.
    2.      No podemos progresar llevando cargas.
    3.      Tenemos que dejar la comodidad y aprovechar el tiempo.

  IV.      Las palabras PRECIOSA SEMILLA.
    1.      La semilla es la Palabra de Dios (Luc. 8:11).
    2.      Es una semilla muy valiosa (2 Ped. 1:5).
    3.      Es una semilla muy poderosa (Rom. 1:16).
    4.      Es una semilla muy productiva (Hech. 4:2).

  V.      La palabra PROMESA.
    1.      Con regocijo segarán.
    2.      Volverán trayendo fruto.
    3.      Siempre habrá una buena cosecha.

El verbo SEMBRAR nos declara que la semilla dentro de la canasta (cesta) no puede producir ninguna cosecha. No es la verdad que conocemos, sino la verdad que sembramos la que ganará (salvará) almas (Gál. 6:7).


La aplicación de esta figura a la siembra del evangelio es legítima. A menudo la siembra causa dolor y sufrimiento. Aun en tiempos de avivamiento, hemos de seguir sembrando en lugares difíciles.

SALMO 126: «TESTIMONIO DE LA RESTAURACIÓN»

El Salmo 126, a la vez, presenta algunos sentimientos profundos de alegría y felicidad, y contiene varias expresiones de dolor y agonía. Pone claramente de manifiesto el poema dos sentimientos intensos en contraposición. El salmista articula el gozo y la dicha de la superación de una grave crisis, y también alude a las dificultades relacionadas con las manifestaciones adversas del problema. El poema posiblemente alude a la experiencia dolorosa y triste del exilio del pueblo de Israel en Babilonia, aunque muy buen el mensaje del salmo puede relacionarse con la superación de cualquier adversidad y conflicto que atenta contra la felicidad plena de la humanidad.

Este salmo se puede catalogar muy bien como uno de súplica colectiva, donde el poema se allega ante Dios para expresar su agradecimiento y articular su petición. Este salmo muy bien puede relacionarse con las peregrinaciones al Templo de Jerusalén, especialmente cuando el pueblo había regresado del destierro. Es la oración sentida de un pueblo que recuerda humildemente los actos divinos de liberación en la historia nacional, al mismo tiempo que reconoce la naturaleza de la crisis y las complicaciones y dolores que se sienten en medio del conflicto.

El autor del salmo es posiblemente un israelita agradecido que reconoce la capacidad y el deseo divino de intervención. El poeta, al enfrentar un nuevo desafío en el período de la restauración nacional, presenta su súplica al Señor: ¡Anhela una nueva manifestación salvadora de Dios! La reflexión en torno a la liberación de Dios en el pasado le permite proyectarse al futuro con sentido de esperanza. El título hebreo del salmo, «Cántico gradual», lo relaciona directamente con el resto de los poemas de las subidas al Templo .

La estructura literaria del salmo se desprende de la identificación de los temas prominentes y de las expresiones que identifican esos temas. La idea que distingue las estrofas del poema se relaciona con el cambio o transformación de la suerte o el futuro de la ciudad de Jerusalén, identificada poéticamente en el poema como Sión.

    •      Alegría de la liberación: vv. 1–3
    •      Súplica y preocupación del pueblo: vv. 4–6

vv. 1–3: Este salmo articula su mensaje de súplica sin introducción ni conclusión. El poema identifica directamente la alegría y señala con claridad su preocupación. En la primera sección predomina la alegría, el contentamiento, la felicidad y el disfrute pleno de la vida. ¡El ambiente es de triunfo y celebración! Las palabras que se utilizan son las siguientes: Sueños, risas, alabanzas y alegría. En efecto, el propósito del autor es poner claramente de manifiesto la felicidad que se relaciona con la liberación divina.

Respecto al salmo, es menester destacar varios temas de importancia: La cautividad en Babilonia del pueblo judío terminó por la intervención de Dios. Y cuando Dios hizo que el pueblo regresara, se manifestó la alegría, se desató el contentamiento, y se reveló la dicha plena. Ese acto liberador fue como un sueño: Extraordinario, maravilloso, un acto casi imposible de creer.      

La manifestación divina, además, hizo que las naciones extranjeras reconocieran el favor divino hacia el pueblo de Israel. Y esas dinámicas divinas, que tienen claras repercusiones nacionales e internacionales, generaron las manifestaciones de alegría en el pueblo. Los pueblos que anteriormente se habían burlado de Israel y de su Dios, ahora reconocían el poder divino, tal como se había anunciado (Ez 36:36).

vv. 4–6: Con una idea similar a la que comenzó el poema, se inicia la segunda estrofa. El deseo es claro y definido, la petición es directa y específica. La expresión que se traduce como «Haz volver nuestra cautividad», pone de manifiesto el firme deseo del poeta: ¡Que el Señor cambie la suerte y las vivencias de dolor del pueblo! La idea es que Dios intervenga de forma extraordinaria para cambiar las realidades que producen cautiverios y angustias a la comunidad.

La imagen literaria que escogió el poeta presenta los arroyos del Negev, que es uno de los desiertos al sur de Palestina. Por las inclemencias del tiempo durante el verano, los arroyos se secan; sin embargo, con las lluvias de invierno se llenan nuevamente y traen verdor y esperanza a la comunidad. La idea poética es de renovación y futuro. La finalidad teológica es poner en evidencia la extraordinaria capacidad de restauración divina.

El mensaje continúa con evocaciones al mundo de la agricultura. Las personas que siembran lo hacen con dificultad, pero también con la esperanza de recibir los frutos que anhelan. En este caso, la gente que sembró con lágrimas, en referencia a las dificultades de la vida, segarán con alegría, en alusión al triunfo y la victoria.

La metáfora del salmo es clara: La situación del pueblo es de sequía, desierto y ausencia de vida y posibilidades; sin embargo, ante la intervención extraordinaria de Dios, lo que le espera a la comunidad son aguas abundantes, que, en efecto, son signos y parámetros de vida y futuro. ¡El gozo de la cosecha hace olvidar las dificultades relacionadas con la siembra!

Fundamentado en la experiencia de liberación del exilio en Babilonia, el poeta suplica al Señor una nueva intervención divina. La verdad es que el período de restauración de la ciudad de Jerusalén, llamada poéticamente Sión, fue muy complicado y extremadamente difícil. El apoyo exterior del imperio persa, luego del destierro, nunca llegó de forma efectiva; y las dinámicas entre las personas que habían quedado en la ciudad hacia gente que regresaba del exilio no eran las mejores. En ese ambiento de abandono nacional y conflicto interno, el salmista se presenta ante Dios para suplicar una nueva intervención divina. Su esperanza está en el Dios que ya tiene experiencia en liberaciones nacionales; su confianza está en el Señor que había demostrado, en la historia nacional, que sabe cómo manifestar su poder liberador.

Este poema pone claramente de manifiesto la teología del poeta: El Dios bíblico está al lado de la gente que tiene necesidad; el Señor es aliado de las personas que sufren y sienten en sus vidas los azotes inmisericordes e ingratos relacionados con las injusticias de la vida. La importancia del salmo es que presenta a un Dios libertador, que tiene la capacidad y el compromiso de continuar con sus intervenciones salvadoras en medio de las realidades humanas. La suerte de la gente cambia con la manifestación de la gracia divina.
Ese poder transformador se puso en evidencia en la vida de Jesús de Nazaret. En sus mensajes de esperanza y como resultado de sus acciones salvadoras, las personas sentían que sus vidas cambiaban para bien. 

En efecto, el ministerio de Jesús fue una demostración adicional de la capacidad que tiene Dios de transformar las realidades de dolor en dinámicas de triunfo, gozo, esperanza y liberación (Jn 16:20–22). El ministerio del Señor reveló nuevamente que la última palabra divina para las personas no es el juicio destructivo sino la manifestación extraordinaria de la misericordia que renueva y redime. En efecto, las lágrimas no tienen la palabra final para la gente de fe, sino la alegría que se fundamenta en la esperanza y la restauración.

El mensaje de este salmo nos recuerda que la construcción del reino de Dios, que intenta promulgar la esperanza y vivir a la altura de la misericordia y la justicia divina, se siembra con mucho esfuerzo, lágrimas y dolores. Sin embargo, la revelación del poema también es símbolo claro y seguro de que quienes se disponen a vivir de acuerdo con los valores y enseñanzas expuestas por la vida y el mensaje de Jesús, cosecharán con felicidad y alegría, que son símbolos del triunfo definitivo y firme de la gente de Dios contra las manifestaciones ingratas del odio, los resentimientos y las mentiras. El reino de Dios, que alude a la vida plena de justicia, verdad, amor y paz, se hace realidad con el esfuerzo decidido de la gente de fe.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6