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domingo, 22 de marzo de 2015

Conviértase en un sustentador que piense en los demás y añada valor a las personas que conozca: Lo hizo nuestro Maestro

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
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Una persona influyente …
Nutre a los demás
Hace varios años Nancy y yo decidimos ayudar a nuestro hijo Eric a ser un poco más independiente. Hablando en general, le va muy bien. Es más, participa en muchas actividades que alguien que no usa una silla de ruedas jamás llega a realizar. Pero creímos que disfrutaría al dar otro paso en su desarrollo personal, así que indagamos respecto a algo que oímos llamado Canine Companions for Independence [Compañeros caninos para la independencia] (CCI), una organización que une perros especialmente entrenados a personas impedidas.
CCI opera hace veinte años y tiene oficinas alrededor del país, incluyendo Oceanside, California. Como no dista mucho de San Diego, un sábado por la mañana nos amontonamos en el auto y salimos hacia la costa para investigarlo.
Eric se emocionó mucho al llegar y visitar el centro de entrenamiento. Conocimos a varios miembros del personal, y vimos muchos perros. Nos enteramos de que estos animales se pasan el primer año de sus vidas en los hogares de voluntarios que los crían y les enseñan destrezas básicas como obediencia y sociabilidad. Luego los llevan al centro CCI, donde viven y son especialmente entrenados durante ocho meses por miembros del personal. Aprenden cómo llegar a ser compañeros de trabajo para casi cada clase de personas impedidas, excepto los ciegos. Los perros aprenden cómo abrir puertas, cargar objetos, y cosas como esas. Algunos son entrenados para ayudar a personas sordas, y aprenden a señalarles a sus dueños cuando suena la puerta o el teléfono, cuando llora un bebé, cuando suena una alarma de incendios, y así por el estilo. Una vez que un perro es completamente entrenado, se le une a un nuevo dueño, y los dos se someten a cierto tipo de «entrenamiento básico» para aprender a trabajar juntos.
A Eric le encantó la idea de tener un perro; así que solicitamos uno que se ajustara a sus necesidades. Durante las siguientes semanas, esperamos. Y no pasó un día sin que Eric no hablara de ello. Al fin, una tarde recibimos una llamada de CCI diciendo que tenían un perro para Eric, y la mañana siguiente, salimos de nuevo a Oceanside.
Eric se enamoró de Sable de inmediato. Era una enérgica perra de caza color oro que tenía poco más de un año y medio de edad. Los dos pasaron el entrenamiento inicial y aprendieron a trabajar juntos. Sable podía encender y apagar las luces por Eric, acompañarlo a la tienda con dinero y cargar sus compras, y hacer un montón de cosas más.
A medida que se acercaba el término del entrenamiento, uno de los entrenadores se sentó con Eric y habló con él. Le dijo: «Eric, no importa qué hagas o dejes de hacer con Sable, asegúrate de algo. Tienes que ser quien la alimente. Eso es muy importante. Es la única manera de asegurar el vínculo entre ustedes, y que te perciba como su amo».
Darle amor y afecto a la perra era sencillo para Eric. Disfrutaba mimándola y acariciándola, pero le era más difícil encargarse de ella. Él tiene una personalidad bastante dócil. Con el tiempo, aprendió a alimentarla, y al fin se convirtió en parte favorita de su rutina.
Alimentar a la perra es la mejor manera de crear una relación con ella. No solo provee lo necesario para el animal, dándole vida y fuerza, sino que también le enseña a confiar en usted y a seguirle. Y en la mayoría de los casos, cuando usted la alimenta, el cuidado que ofrece se convierte en lealtad, obediencia, y afecto.
NATURALEZA DE LA NUTRICIÓN
En cierta medida, las personas responden de manera similar a algunos animales. Y al igual que estos, a las personas hay que cuidarlas, no solo física, sino emocionalmente. Si observa a su derredor, descubrirá que hay personas en su vida que quieren ser alimentadas, con ánimo, reconocimiento, seguridad, y esperanza. Ese proceso se llama sustento o nutrición, y es algo que todo ser humano requiere.
Si desea convertirse en alguien que influye otras vidas, comience nutriéndolas. Muchas personas erróneamente piensan que la manera de llegar a ser influyente es convirtiéndose en una figura autoritaria, corrigiendo los errores ajenos, revelando las áreas débiles que no pueden ver con facilidad en ellos mismos, y ofreciendo crítica supuestamente constructiva. Pero lo que el clérigo John Knox dijo hace más de cuatrocientos años aún es cierto: «Uno no puede competir e influir al mismo tiempo».
El centro del proceso nutritivo es el interés genuino por otros. Cuando uno escucha la palabra nutrir, ¿qué es lo primero que se le ocurre? Si es como la mayoría, quizá se imagine a una madre meciendo a un bebé. Ella cuida a su niño, lo protege, lo alimenta, lo anima, asegurándose de que sus necesidades sean satisfechas. No le da atención solo cuando tiene tiempo libre o cuando es conveniente. Lo ama y desea que rebose. De manera parecida, cuando trata de ayudar e influir a las personas alrededor, debe tener sentimientos positivos e interés por ellos. Si desea impactarlos de manera positiva, no puede despreciarlos, aborrecerlos, o ridiculizarlos. Debe amarlos y respetarlos. O como afirma el experto en relaciones humanas Les Giblin: «No puede hacer que su prójimo se sienta importante ante usted si en secreto siente que es un don nadie».
Si nutre a otros pero deja que lleguen a depender de usted, en verdad los
hiere y no los ayuda.
Podrá preguntarse por qué debe adoptar una función sustentadora con las personas que desea influir, sobre todo si son empleados, colegas, o amistades, y no familiares. Podría decir: ¿Acaso eso no es algo que pueden conseguir en otra parte, por ejemplo, en el hogar? La desafortunada verdad es que la mayoría de las personas están desesperadas por ánimo. Y aunque pocas personas las edifiquen, todavía tiene que convertirse en su sustentador porque ellas son influidas mayormente por los que los hacen sentir mejor respecto a sí mismos. Si se transforma en un gran sustentador de los demás, tendrá la oportunidad de impactar bastante en ellos.
Evalúe una y otra vez sus motivos mientras ayuda y anima a otros. No sea como una niñita llamada Emily. Su padre, Guy Belleranti, manejaba un domingo en la mañana de la casa hacia la iglesia cuando la niña de cinco años dijo:
—Cuando crezca, quiero ser como el hombre que se para al frente.
—¿Quieres ser un ministro?—preguntó la madre de Emily.
—No—dijo Emily—, quiero decirle a la gente qué es lo que tienen que hacer.
Su meta es el crecimiento y la independencia de otros. Si nutre a otros pero deja que lleguen a depender de usted, realmente los hiere, y no los ayuda. Y si los ayuda por su deseo de satisfacer sus necesidades o para sanar las heridas de su pasado, su relación con ellos puede llegar a ser codependiente. No es saludable tratar de corregir su historia personal reviviéndola en forma vicaria a través de otros. Además, las personas codependientes jamás llegan a ser influencias positivas en los demás.
EL SUSTENTADOR INFLUYENTE
ES UN PROVEEDOR
Ahora que tiene una mejor idea de lo que significa nutrir a otros, quizás esté listo para aprender cómo hacerlo con las personas allegadas: empleados, familiares, amistades, compañeros de trabajo de iglesia, y colegas. Lo hace enfocándose en dar más que en obtener. Comience dándoles a otros en estas áreas:
Amor
Antes que pueda hacer algo en la vida de otros, debe mostrarles amor. Sin él, no puede haber conexión, futuro, ni éxito juntos. Recuerde algunas de las personas clave que impactaron su vida: un maestro increíble, un jefe fantástico, un tío o tía especial. Indudablemente, cuando uno invierte tiempo en estas personas, puede sentir que se interesan en uno. Y por eso respondía positivamente a ellos.
Descubrimos este ejemplo de la manera en que el amor puede afectar en la vida de los estudiantes. He aquí algo escrito por un maestro reflexivo:
Me alivió mucho cuando comencé a entender que el joven necesita algo más que un tema. Conozco las matemáticas, y las enseño bien. Antes pensaba que eso era todo lo que tenía que hacer. Ahora enseño a niños, no enseño matemáticas. Acepto el hecho de que solo puedo alcanzar éxito parcial con algunos de ellos. Cuando no tengo que conocer todas las respuestas, parezco tener más soluciones que al tratar de ser el experto. El joven que realmente me llevó a entender esto fue Eddie. Un día le pregunte por qué creía que le iba mucho mejor que el año pasado. Le dio significado a toda mi nueva orientación. «Porque me siento bien conmigo mismo cuando estoy con usted», dijo.1
Eddie respondió al amor de una manera como no lo habría hecho al conocimiento, la sicología, la técnica, o la teoría docente. Floreció una vez que supo que su maestro se interesó en él.
Sin amor, no puede haber conexión,
futuro, ni éxito juntos.
La extensión y la amplitud de nuestra influencia en otros están directamente relacionadas con la profundidad de nuestro interés por ellos. Cuando se trata de ayudar a las personas a crecer y sentirse bien consigo mismos, no hay sustituto para el amor. Hasta un tipo duro como Vince Lombardi, el legendario entrenador de los Green Bay Packers, comprendió el poder del amor para sacarles lo mejor a las personas e impactar sus vidas. Él decía: «Hay muchos entrenadores con buenos equipos de pelota que conocen lo básico y tienen bastante disciplina, pero aun así no ganan juegos. Entonces uno se encuentra con el tercer ingrediente: Si van a jugar juntos como equipo, tienen que interesarse unos en otros. Tienen que amarse entre sí. Cada jugador tiene que pensar en el otro».
Uno puede impactar positivamente a las personas sustentándolas. No importa qué profesión tenga. Ni cuán exitosas sean las personas a su alrededor o lo que hayan alcanzado. Todos tienen la necesidad de sentirse valorados. Hasta alguien que una vez fuera el líder del mundo libre necesita amor. En su libro In the Arena [En la arena], el antiguo presidente Richard Nixon describió su depresión luego de dimitir de la Casa Blanca y ser sometido a cirugía. En un momento en que estuvo en el hospital, le dijo a Pat, su esposa, que quería morirse.
Cuando estaba en lo más bajo de su vida, una enfermera entró a su cuarto, abrió las cortinas, y señaló un pequeño avión que volaba de un lado a otro. Arrastraba este anuncio: DIOS LO AMA, Y NOSOTROS TAMBIÉN. Ruth Graham, la esposa del evangelista Billy Graham, hizo los arreglos para que volara por el hospital. Ahí fue cuando Nixon experimentó un momento culminante. Ver esa expresión de amor le dio el valor y el deseo de continuar y recuperarse.
Invierta tiempo expresándoles su amor y aprecio a las personas que tiene cerca. Dígales cuán significativos son para usted. Escríbales notas diciéndoles cuánto se interesa por ellos. Déles una palmada en la espalda y, cuando sea apropiado, un abrazo. Jamás suponga que las personas saben lo que siente por ellos. Dígaselo. A nadie le dicen mucho que le aman.
Respeto
Leímos un relato sobre una mujer que se mudó a un pueblo pequeño. Después de estar allí por poco tiempo, se quejó a la vecina del pobre servicio que recibía en la farmacia local. Esperaba que su nueva conocida le repitiera su crítica al dueño de la tienda.
La próxima vez que la recién llegada fue a la farmacia, el farmacéutico la saludó con una gran sonrisa, le dijo cuán feliz se sentía de verla de nuevo, y que esperaba que le gustara el pueblo. También se le ofreció a la mujer y a su esposo para ayudarles mientras se acomodaban. Luego se ocupó de su orden rápida y eficientemente.
La mujer le reportó el increíble cambio a su amiga.
—Supongo que le dijiste cuán pobre era el servicio—declaró.
—Bueno, no—dijo la vecina—. Es más, espero que no te moleste, le dije que estabas sorprendida por la manera en que desarrolla su farmacia, y que creías que era una de las mejor atendidas que jamás habías visto».2
La vecina de esa mujer entendía que la gente responde al respeto. En efecto, la mayoría de las personas harán casi cualquier cosa por usted si las trata con respeto. Y eso significa aclararles que sus sentimientos son importantes, se respetan sus preferencias, y que sus opiniones son valiosas. Significa darles el beneficio de la duda. O como lo dijera el poeta y filósofo Ralph Waldo Emerson: «Cada hombre tiene el derecho de ser valorizado por sus mejores momentos».
Cuando el amor se enfoca en dar a otros, el respeto muestra una disposición a recibir de parte de ellos. El respeto reconoce la habilidad de la otra persona o el potencial a contribuir. Escuchar a otras personas y promover sus intereses por encima de los suyos refleja su respeto, además tiene potencial para que usted y ellos tengan más éxito. Según un reciente estudio realizado por Teleometrics International reportado en el Wall Street Journal [El periódico de Wall Street], los ejecutivos entienden el poder del respeto. Entre los dieciséis mil ejecutivos encuestados, los investigadores se concentraron en un grupo de personas con mucho éxito. Todos tenían actitudes positivas con sus subordinados, buscaban su consejo con frecuencia, escuchaban regularmente sus intereses, y los trataban con respeto.
Si ha tenido la oportunidad de laborar en muchos contextos, y ha trabajado para ambos tipos de personas—los que le respetan y los que no—, entiende cuán motivador puede ser el respeto. Y sabe también que es influido con más facilidad por quienes lo tratan bien.
Sentido de seguridad
Otra parte importante del sustento es darle a la gente un sentido de seguridad. Las personas dudan de confiar en usted y de alcanzar su potencial cuando les preocupa si están seguros con usted o no. Pero cuando se sienten seguras, están en posición de responder positivamente y hacer lo mejor. Virginia Arcastle afirmó: «Cuando uno hace que las personas se sientan seguras, importantes y apreciadas, no necesita que menosprecien a otros para aparentar que son mejores».
La integridad es parte de lo que hace a las personas sentirse seguras, de lo cual hablamos en el capítulo anterior. La gente se siente segura con usted cuando sus palabras y sus hechos son congruentes y se conforman con un elevado código moral que incluye el respeto. Lou Holtz, antiguo entrenador principal de fútbol de Notre Dame, se ocupó de esto cuando señaló: «¡Haga lo correcto! Haga lo mejor que pueda, y trate a otros de la manera en que quiere ser tratado porque preguntarán tres cosas: (1) ¿Puedo confiar en usted? (2) ¿Está comprometido?… (3) ¿Le intereso como persona?»
Las personas desean seguridad no solo de parte suya sino también de su medio ambiente. Los buenos líderes reconocen esto y crean un medio en el que las personas puedan florecer. Mike Krzyzewski, el exitoso entrenador de baloncesto de la Universidad Duke, entiende el impacto que un líder puede tener al proveerles seguridad a las personas que lo siguen: «Si establece una atmósfera de comunicación y confianza, se convierte en una tradición. Los miembros del equipo más viejos establecerán su credibilidad con los nuevos. Aunque no les agrade todo lo suyo, dirán: “Es confiable, y está comprometido con nosotros como equipo”».
No puede influir en las personas de manera positiva e impactar sus vidas hasta que puedan confiar en usted por completo.
Reconocimiento
Un error muy común, especialmente entre los líderes en el mercado, es no mostrar reconocimiento y apreciar por otros. Por ejemplo, J.C. Staehle hizo un análisis de los obreros en los EE.UU. Y encontró que la causa principal de insatisfacción entre los empleados era que sus superiores no les daban reconocimiento. Es difícil que las personas sigan a alguien que no los aprecia por quiénes son y lo que hacen. Como dijera el antiguo secretario de defensa y presidente del Banco Mundial Robert McNamara: «Los cerebros son como los corazones, van donde se les aprecia».
El reconocimiento es algo que todos aprecian mucho, no solo las personas en los negocios y la industria. Un poco de ello puede respaldar mucho la vida de una persona. Por ejemplo, hace poco leímos un relato escrito por Helen P. Mrosla, una monja maestra. Contaba su experiencia con Mark Eklund, un estudiante al que le enseñó en tercer grado y luego matemáticas en la escuela secundaria. He aquí su relato:
Un viernes [en el aula] el ambiente no era bueno. Toda la semana nos habíamos esforzado mucho en un nuevo concepto, y percibí que los estudiantes estaban frustrados consigo mismos, y se sentían incómodos entre sí. Tenía que detener la incomodidad antes de que se descontrolaran. Así que les pedí que escribieran en dos hojas de papel los nombres de los demás compañeros, dejando un espacio entre cada uno. Entonces les dije que pensaran en la cosa más genial que se les ocurriera respecto a cada uno de sus compañeros de clase y que la escribieran.
Hizo falta el resto del período de clase para terminar la tarea, pero mientras los estudiantes salían del salón, cada uno me entregó su papel …
Ese sábado, escribí el nombre de cada estudiante en una hoja de papel, y anoté lo que el resto dijo acerca de ese individuo. El lunes le di a cada estudiante su lista. Algunos tenían dos páginas. Antes de que pasara mucho tiempo, toda la clase sonreía. «¿De verdad?» escuché susurrar. «¡Jamás pensé que eso le resultara significativo a alguien!» «¡No sabía que le cayera tan bien a los otros!»
Nadie volvió a mencionar los papeles en la clase. Jamás supe si los discutieron después o con sus padres, pero no importaba. El ejercicio cumplió su fin. Los estudiantes nuevamente estaban felices consigo mismos y entre sí.
Ese grupo de estudiantes prosiguió adelante. Años más tarde, después de regresar de unas vacaciones, mis padres me recogieron en el aeropuerto. Mientras manejábamos a casa, mamá me hizo las preguntas acostumbradas en cuanto al viaje: Cómo estuvo el clima, mis experiencias en general. Hubo un vacío breve en la conversación. Mamá miró de reojo a papá y simplemente dijo:
—¿Papá?
Mi padre se aclaró la garganta.
—Los Eklunds llamaron anoche—comenzó.
—¿Verdad?—dije—. No he oído de ellos en años. Me pregunto cómo estará Mark.
Papá respondió en voz baja.
—Mataron a Mark en Vietnam—dijo—. Mañana es el funeral, y sus padres quieren que asistas.
Hasta hoy puedo señalar el punto exacto en la autopista interestatal 494 en donde papá me dijo lo de Mark.
Nunca había visto un combatiente en un ataúd militar … La iglesia estaba llena de amistades de Mark. La hermana de Chuck [su antiguo compañero de clase] cantó «The Battle Hymn of the Republic» [El himno de batalla de la República]. ¿Por qué tenía que llover el día del funeral? Ya era bastante difícil estar al lado de la tumba. El pastor pronunció las oraciones acostumbradas, y el trompetista ejecutó el toque militar fúnebre. Uno por uno, todos los que amaban a Mark caminaron por última vez al lado del ataúd y lo salpicaron con agua bendita.
Fui la última en bendecir el ataúd. Mientras estaba parada allí, uno de los soldados que cargó el ataúd se me acercó. «¿Usted era la maestra de matemáticas de Mark?» preguntó. Asentí mientras continuaba viendo el ataúd. «Mark me habló mucho de usted» dijo.
Después del funeral la mayoría de los compañeros de clase de Mark salieron a la granja de Chuck para almorzar. La madre y el padre de Mark estaban allí esperando, obviamente, por mí. «Queremos mostrarle algo» dijo su padre, sacando una cartera de su bolsillo. «Encontraron esto en su cuerpo cuando lo mataron. Creímos que lo reconocería».
Al abrir la billetera, sacó con cuidado dos gastadas hojas de papel de libreta que obviamente fueron pegadas, dobladas y desdobladas en muchas ocasiones. Supe sin mirar que los papeles eran los que había usado para nombrar todas las cosas buenas que cada compañero de clases de Mark había dicho de él. «Muchas gracias por hacer eso», dijo la madre de Mark. «Como puede ver, él lo atesoraba».
Los compañeros de clase de Mark comenzaron a rodearnos. Chuck se sonrió un tanto tímido y dijo: «Todavía tengo mi lista. Está en mi casa, en la gaveta superior de mi escritorio». La esposa de John dijo: «John me pidió que pusiera la suya en nuestro álbum de bodas». «Yo también tengo la mía» dijo Marilyn. «Está en mi diario». Entonces Vicki, otra compañera de clase, buscó en su cartera, sacó su billetera y le mostró su gastada y estrujada lista al grupo. «La llevo conmigo en todo momento» dijo Vicky sin parpadear. «Creo que todos guardamos nuestras listas».
Fue entonces cuando finalmente me senté y lloré.3
¿Qué haría que tantas personas guardaran las hojas de papel que recibieron cuando niños llevándolas aún consigo siendo adultos, algunos de ellos, por todas partes, hasta luchando en un campo de arroz al otro lado del mundo? La respuesta es el aprecio. Todo el mundo tiene una increíble hambre de afecto y reconocimiento. Mientras se relaciona con las personas, camine lentamente a través de la multitud. Recuerde los nombres de las personas, invierta tiempo mostrándoles que está interesado. Haga que otras personas sean una prioridad en su vida por encima de cualquier otra cosa, incluyendo sus planes y su itinerario. Y déles reconocimiento cada vez que pueda. Los edificará y los motivará. Eso lo hará una persona de significativa influencia en sus vidas.
Ánimo
Hace años se condujo un experimento para medir la capacidad de las personas para resistir el dolor. Los sicólogos midieron cuánto tiempo podía una persona descalza pararse en una cubeta de agua helada. Hallaron que un factor facilitó que algunos estuvieran en el agua el doble que los demás. ¿Sabe cuál fue el factor? El ánimo. Cuando otra persona estaba presente, apoyando y animando, los que sufrían pudieron soportar el dolor mucho más tiempo que los que no los recibían.
Cuando una persona se siente animada, puede enfrentar lo imposible y
sobreponerse a una adversidad increíble.
Pocas cosas ayudan a una persona como el ánimo. George M. Adams lo llamó «el oxígeno del alma». El poeta y filósofo alemán Johann Wolfgang von Goethe escribió: «La corrección alcanza mucho, pero el ánimo después de la censura es el sol tras una llovizna». Y William A. Ward reveló sus sentimientos al decir: «Adúleme, y es posible que no le crea. Critíqueme, y quizás no me caiga bien. Ignóreme, y a lo mejor no lo perdone. Anímeme, y no lo olvidaré».
La habilidad de influir es una consecuencia natural del ánimo. Benjamin Franklin escribió en una carta al comandante naval John Paul Jones: «De aquí en adelante, si ve ocasión para darles a sus oficiales y amistades un poco más de elogios de lo debido, y confesar más falta de la merecida, por ello simplemente pronto llegará a ser un gran capitán». Jones en verdad aprendió la lección. Al fin y al cabo llegó a ser un héroe de la revolución estadounidense y luego alcanzó el rango de contralmirante en la marina rusa.
Así como el ánimo hace que otros le sigan, no ofrecer elogios y ánimo tiene el efecto opuesto. Leímos un relato por el Dr. Maxwell Maltz que muestra el increíble impacto negativo que una persona puede ejercer al no animar a los que tiene cerca. Maltz describió a una mujer que vino a su oficina buscando ayuda. Evidentemente, su hijo se mudó de su hogar, en el centro del país, a Nueva York; en donde Maltz tenía su consultorio. Cuando su hijo era solamente un niño, murió el esposo de la mujer, y ella se encargó del negocio, esperando hacerlo solo hasta cuando el hijo fuera lo suficientemente maduro para ocuparse de él. Pero cuando el hijo creció, no quiso involucrarse. En lugar de eso quería ir a Nueva York a estudiar. Ella acudió a Maltz porque quería averiguar por qué su hijo se comportaba de esa manera.
Unos cuantos días después el hijo fue a la oficina de Maltz, explicando que su madre había insistido en la visita.
—Amo a mi madre—explicó—, pero jamás le dije por qué tuve que dejar la casa. Simplemente nunca tuve el valor. Y no quiero que sea infeliz. Pero verá, Doctor, no quiero seguir lo que mi padre comenzó. Quiero arreglármelas por mi propia cuenta.
—Eso es muy admirable—le dijo Maltz—, ¿pero qué tienes en contra de tu padre?
—Él era un buen hombre y se esforzó mucho, pero supongo que lo resentía—dijo—. Mi padre tuvo que esforzarse mucho. Y creyó que tenía que ser duro conmigo. Me parece que quería que desarrollara autosuficiencia o algo así por el estilo. Cuando niño, jamás me animó. Recuerdo jugar pelota con él en el patio. Él la lanzaba y yo la agarraba. Hacíamos un juego para ver si podía atrapar diez pelotas seguidas. Y, doctor, ¡jamás me dejaba agarrar la décima pelota! Me tiraba ocho o nueve, pero siempre tiraba la décima al aire, o al suelo, o donde no podía atraparla.
El joven se detuvo un momento y entonces dijo:
—Nunca me permitía atrapar la décima pelota, ¡jamás! Y me parece que tuve que dejar la casa y el negocio que empezó porque de una u otra manera deseaba atrapar esa décima pelota!
La falta de ánimo puede inhibir a la persona e impedirle una vida saludable y productiva. Pero cuando se siente animada, puede enfrentar lo imposible y sobreponerse a la adversidad de manera increíble. Y la persona que da el don del ánimo se convierte en alguien influyente en su vida.
LO QUE RECIBEN
Para llegar a ser un sustentador, aprenda a pensar de otra manera. En vez de pensar en sí mismo, déles prioridad a otros. En vez de poner a otros en su lugar, trate de ponerse en el de ellos. Eso no siempre es fácil. Solo cuando se siente en paz consigo mismo y con quien usted es podrá pensar diferente y entregarse a otros. Nutrir brinda muchas recompensas. Cuando uno nutre a las personas, ellas reciben varias cosas:
Dignidad positiva
Nathaniel Branden, siquiatra y experto en el tema de la autoestima, afirma que ningún factor es más decisivo en el desarrollo sicológico de las personas y la motivación que los juicios valorativos que hacen de sí mismos. Dice que la naturaleza de la autoevaluación tiene un profundo efecto en los valores, las creencias, los procesos mentales, los sentimientos, las necesidades, y las metas de la persona. Según su punto de vista, la autoestima es la clave más importante para el comportamiento de la persona.
Un pobre concepto propio puede tener todo tipo de efectos negativos en uno. El poeta T.S. Eliot afirmó: «La mitad del daño que se hace en este mundo se debe a personas que quieren sentirse importantes … No quieren hacer daño … Están absortos en la interminable lucha por pensar bien de sí mismos». La autoestima pobre crea un techo invisible que puede detener a una persona para que no intente superar sus limitaciones autoimpuestas.
Si está confiado y tiene una imagen propia saludable, entonces podrá decir: «Oye, aumentar la dignidad de un niño lo puedo entender, pero cuando se trata de mis empleados o colegas, eso es asunto de ellos. Son adultos. Que se superen». La realidad es que la mayoría de las personas, tengan siete o cincuenta y siete años, pueden requerir ayuda con su percepción propia. Les encantaría que les aumenten su sentido de identidad. De cuestionarse eso, intente este experimento. Pídales a un par de personas que conozca que escriban en una hoja de papel todos los puntos fuertes de su personalidad. A cada persona generalmente se le ocurre una media docena. Entonces pídales que escriban todas sus debilidades. La mayoría del tiempo, ¡las listas de debilidades son al menos el doble de largas!
Samuel Johnson, el crítico y escritor del siglo dieciocho, expresó este pensamiento: «La autoconfianza es el primer gran requisito de las grandes iniciativas». La autoestima impacta cada aspecto de la vida de la persona: el empleo, la educación, las relaciones, y más. Por ejemplo, el National Institute for Student Motivation [Instituto nacional para la motivación del estudiante] condujo un estudio que mostró que el impacto de la autoconfianza en los logros académicos es mayor que el del coeficiente intelectual. Y Martin Seligman, profesor de sicología en la Universidad de Pensilvania, descubrió que las personas con alta estima obtienen trabajos mejor remunerados y tienen más éxito en sus profesiones que las personas con baja autoestima. Cuando se encuestó a representantes de una de las principales compañías de seguros, se halló que los que esperaban tener éxito vendían treinta y siete por ciento más de seguros que los que no esperaban tener éxito.
Si desea ayudar a las personas a mejorar su calidad de vida, a ser más productivas en el trabajo, y desarrollar relaciones más positivas, entonces edifique su autoestima. Haga que se sientan a gusto con ellos mismos, y se derramarán los beneficios positivos en cada aspecto de sus vidas. Y cuando comiencen a experimentar esos beneficios, le estarán agradecidos.
Sentido de pertenencia
El sentido de pertenencia es una de las necesidades humanas básicas. La gente sufre cuando se siente aislada y excluida de un sentimiento de comunión con otros. Albert LaLonde señaló los peligros de este aislamiento: «Hoy muchos jóvenes jamás experimentan una profunda conexión emocional con nadie. No saben cómo amar o ser amados. La necesidad de ser amados se traduce en el requisito de pertenecer a alguien o a algo. Impulsados por su necesidad … Harán cualquier cosa por pertenecer».
Los que influyen positivamente entienden esta necesidad y hacen cosas para que las personas se sientan incluidas. Los padres se aseguran de que los niños se sientan miembros importantes de la familia. Los cónyuges hacen que la persona con quienes están casados se sienta como un compañero querido y con igual valor. Y los jefes permiten que sus empleados sepan que son miembros valorados del equipo.
Los grandes líderes son particularmente habilidosos en lograr que sus seguidores se sientan incluidos. Napoleón Bonaparte, por ejemplo, era un maestro en hacer que las personas se sintieran importantes e incluidas. Se le conocía porque merodeaba por su campamento y saludaba a cada oficial por su nombre. Mientras hablaba con cada hombre, le preguntaba sobre su pueblo, su esposa, y la familia. El general hablaba respecto a una batalla o maniobra en la que sabía que el hombre había participado. El interés y el tiempo que invertía con sus seguidores hacía que experimentaran un sentido de camaradería y pertenencia. No en balde sus hombres estaban consagrados a él.
Si desea convertirse en mejor sustentador de personas, desarrolle una manera de pensar que tome en cuenta a los demás. Busque maneras de incluir a otros. Conviértase en el agricultor que todos los días amarraba su vieja mula en un arado para dos caballos y decía: «Vamos, Beauregard. Vamos, Satchel. Vamos, Robert. Vamos, Betty Lou».
Un día su vecino, al oír al agricultor, le preguntó: «¿Cuántos nombres tiene esa mula?»
«Oh, solo tiene uno», respondió el agricultor. «Se llama Pete. Pero le pongo anteojeras y menciono los otros nombres para que crea que otras mulas trabajan con él. Tiene una mejor actitud cuando es parte de un equipo».
Perspectiva
Otra cosa que las personas adquieren cuando son nutridas es una mejor perspectiva de sí mismos. La mayoría recibe muchos comentarios negativos y crítica ajena, tanto que algunas veces comienzan a perder de vista su valor. Hay un ejemplo efectivo de esto en A Touch of Wonder [Un toque de maravilla], por Arthur Gordon. Relata la historia de un amigo que pertenecía a un club en la Universidad de Wisconsin. Estaba compuesto de varios jóvenes brillantes que tenían un talento genuino para la escritura. Cada vez que se reunían, uno de ellos leía un relato o ensayo que había escrito, y el resto del grupo lo analizaba y lo criticaba. Lo vicioso de sus comentarios los motivó a llamarse los Estranguladores.
En el mismo recinto, algunas mujeres formaron un grupo, y se llamaban las Pendencieras. Ellas también leían sus manuscritos entre sí, pero en lugar de criticar una contra otra, trataban de encontrar cosas positivas. Se animaba a cada miembro, sin importar cuán débil o poco desarrollado fuera su escrito.
Para la mayoría de las personas lo que no les permite avanzar no es lo que son. Es lo que creen no ser.
Los resultados de las actividades de los dos grupos salieron a la luz veinte años después cuando se examinaron las carreras de los compañeros de clase. De los jóvenes talentosos de los Estranguladores, ni uno alcanzó fama como escritor. Pero media docena de escritoras con éxito salieron de las Pendencieras, aunque realmente no mostraron gran perspectiva. Y algunas de las mujeres alcanzaron prominencia nacional, como la ganadora del premio Pulitzer, Marjorie Kinnan Rawlings.4
Para la mayoría de la gente, lo que no les permite avanzar no es lo que son. Es lo que creen no ser. Los Estranguladores indudablemente hicieron que cada uno sospechara de su habilidad para escribir, y con el tiempo se convencieron de ello. ¿Quién sabe qué clase de talento fue aplastado por su negatividad? Pero si alguien en el grupo hubiera tomado la iniciativa de nutrir en lugar de ser negativo, quizás habría salido otro Hemingway, Faulkner, o Fitzgerald que le hubiera dado al mundo otra biblioteca de obras maestras.
Todos aprecian ser nutridos, hasta los hombres y las mujeres grandes. Una pequeña exhibición en la Institución Smithsoniana comprueba esto. Contiene los efectos personales que llevaba Abraham Lincoln la noche que lo mataron: un pequeño pañuelo con el bordado «A. Lincoln», un pequeño cuchillo como el que usaban los niños en las áreas rurales, un estuche de lentes reparado con hilo de algodón, un billete confederado de cinco dólares, y un recorte amarillento de periódico que celebraba sus logros como presidente. Comienza así: «Abe Lincoln es uno de los grandes estadistas de todos los tiempos …»5
Como mencionamos en el capítulo anterior, Lincoln enfrentó una crítica severa mientras ocupaba su puesto, y le habría sido fácil desanimarse por completo. Ese artículo, gastado de tanto leerlo, indudablemente lo ayudó durante algunos tiempos muy difíciles. Lo nutrió y lo ayudó a retener su perspectiva.
Sentido de significación
Woody Allen dijo sarcásticamente: «Lo único que lamento en la vida es que no soy otra persona». Y aunque tal vez lo indicó para que otros se rieran, con los problemas que ha tenido en sus relaciones a través de los años, no podemos sino preguntarnos cuánta verdad hay en ese comentario. En la vida, el precio que el mundo nos asigna es casi idéntico al que nos damos a nosotros mismos. Las personas que tienen mucho respeto por sí mismas y que creen tener significado casi siempre son respetadas y los demás los hacen sentir valorizados.
Cuando uno nutre a las personas y les añade valor sin esperar nada a cambio, ellas se sienten significativas. Se percatan de que son valoradas, que les importan a otros. Y una vez que se sientan coherentemente positivas en cuanto a sí mismas, tienen libertad para vivir más positivamente consigo y con los demás.
Esperanza
El escritor Mark Twain advirtió: «Aléjese de los que tratan de menospreciar sus anhelos. Las personas pequeñas siempre hacen eso, pero los que realmente son grandes hacen que usted también se sienta como si pudiera llegar a ser grande». ¿Cómo se siente la mayoría de las personas cuando están a su alrededor? ¿Se sienten pequeños e insignificantes, o creen en sí mismos y tienen esperanza en lo que pueden llegar a ser?
La clave de cómo tratar a las personas yace en la manera en que piensa en ellas. Es un asunto de actitud. Su manera de actuar revela lo que cree. Johann Wolfgang von Goethe enfatizó: «Trate a un hombre como aparenta y lo empeorará. Pero trátelo como si ya fuera lo que potencialmente pudiera ser, y hará que sea lo que debe ser».
La esperanza es, quizás, el don más grande que pueda darles a otros como resultado de nutrirlos, porque aunque su sentido propio sea débil y no puedan percibir su significado, aun así tienen razón para continuar tratando y luchando para concretar su potencial en el futuro.
En Building Your Mate’s Self—Esteem [Edifique la autoestima de su cónyuge], Dennis Rainey cuenta un maravilloso relato respecto a la esperanza nutridora que puede hacer desarrollar el tremendo potencial. Dice que había un niño llamado Tommy que no le iba muy bien en la escuela. Hacía preguntas constantemente, y jamás podía ponerse al día. Parecía fracasar cada vez que intentaba algo. Su maestro, al fin, no pudo más, y le dijo a su madre que era incapaz de aprender y que jamás llegaría a mucho. Pero la madre de Tommy era una nutridora. Creía en él. Le enseñó en la casa, y cada vez que fracasaba, le daba esperanza y lo animaba a que siguiera intentándolo.
¿Qué pasó con Tommy? Se convirtió en inventor, y a la larga tuvo más de mil patentes, incluyendo las del fonógrafo y el primer bombillo incandescente eléctrico con potencial comercial. Su nombre era Thomas Edison.6 Cuando las personas tienen esperanza, no se sabe cuán lejos pueden llegar.
CÓMO LLEGAR A SER UN
SUSTENTADOR NATURAL
Quizás usted no nació como persona sustentadora. A muchos se les dificulta ser amorosos y positivos con otros, sobre todo si el ambiente en el que crecieron no era particularmente inspirador. Pero cualquiera puede llegar a ser sustentador y añadirle valor a otros. Si cultiva una actitud positiva pensando en otros, a usted también le podría resultar natural nutrir y disfrutar del privilegio adicional de la influencia en la vida de otros. He aquí cómo hacerlo:
     Comprométase con ellos. Comprométase a conver—tirse en sustentador. Conságrese a ayudar a las personas a cambiar sus prioridades y sus acciones. El amor por otros siempre encuentra una manera de ayudar; la indiferencia hacia los demás no halla otra cosa que excusas.
     Crea en ellos. La gente se levanta o cae para satisfacer las expectativas de los más allegados. Déles a las personas su confianza y su esperanza, y harán todo lo que puedan para no defraudarlo.
     Póngase a su disposición. Usted no puede nutrir a nadie a la distancia. Solo puede hacerlo de cerca. Al comenzar el proceso con las personas, es posible que tenga que invertir mucho tiempo con ellos. Pero a medida que logren confianza en sí mismos y en la relación, necesitarán menos contacto personal. Hasta que lleguen a ese punto, asegúrese de que tienen acceso a usted.
     Dé sin esperar nada a cambio. Si usted necesita a la gente, no puede dirigirlos. Y nutrirlos es un aspecto del liderazgo. En vez de tratar de convertir eso en una transacción, dé libremente sin esperar nada a cambio. Henry Drummond, economista del siglo diecinueve, observó sabiamente: «Al observar su vida, se percatará de que los mejores instantes que vivió fueron los momentos cuando hizo cosas en un espíritu de amor».
     Déles oportunidades. A medida que las personas a quienes sustenta logran fortaleza, déles más oportunidades para crecer y tener éxito. Continuará sustentándolos, pero mientras pasa el tiempo, sus acciones y logros los ayudarán a continuar seguros, respetados, y animados.
     Elévelos a un nivel superior. Su meta definitiva siempre debe ser ayudar a las personas a avanzar a un nivel superior, que alcancen su potencial. El sustento es el fundamento sobre el cual pueden comenzar el proceso de construcción.
Se afirma que Walt Disney dijo que hay tres clases de personas en el mundo. Los envenenadores de pozos que desaniman a otros, pisotean su creatividad, y les dicen qué es lo que no pueden hacer. Los cortadores de grama, personas que tienen buenas intenciones pero están absortos en sí mismos, que cortan su grama pero jamás ayudan a otros. Y los mejoradores de vida. Esta última categoría tiene personas que se esfuerzan en enriquecer la vida de otros, que los elevan y los inspiran. Cada uno de nosotros necesita hacer todo lo que pueda para convertirnos en mejoradores de vidas, para sustentar a las personas, para motivarlas a crecer y alcanzar su potencial. Es un proceso que requiere tiempo. (Y en los capítulos venideros, comunicaremos conocimientos que le mostrarán cómo ayudar a las personas a dar pasos adicionales en ese proceso.)
Una de las historias más inspiradoras de ánimo y aliento que jamás oímos trata de John Wesley, una persona influyente que mencionamos en la introducción de este libro. En el 1791, Wesley le escribió una carta a William Wilberforce, un miembro del parlamento inglés que estaba en plena lucha por la abolición del mercado esclavista británico. La carta, que se hizo famosa, decía esto:
Londres, 26 de febrero de 1791.
Querido Señor:
A menos que sea inspirado por el poder divino … No veo cómo pueda sobrellevar su gloriosa empresa, oponiéndose a esa execrable villanía, que es el escándalo de la religión, de Inglaterra, y de la naturaleza humana. A menos que Dios lo haya levantado para esto, lo agotará la oposición de hombres y demonios. Pero «si Dios está con usted, ¿quién podrá oponérsele?» ¿Acaso todos ellos son más fuertes que Dios? Oh, «¡no os agotéis de hacer el bien!» Continúe, en el nombre de Dios y en el poder de su fortaleza, hasta que incluso la esclavitud americana (la más vil que jamás se viera bajo el sol) desvanezca ante su poder …
Que Quien lo ha guiado desde su juventud, continúe fortaleciéndolo en esto y todas las cosas, es la oración de,
Su afectuoso siervo,
J. Wesley
Cuatro días después, Wesley murió, a los ochenta y ocho años, pero su influencia en la vida de Wilberforce siguió por muchos años. Wilberforce no tuvo éxito en convencer al parlamento para que aboliera la esclavitud en ese momento, pero no se rindió. Continuó por décadas a pesar de las difamaciones, el envilecimiento y las amenazas. Y cuando se sentía incapaz de persistir, acudía a la carta de ánimo de Wesley. Finalmente, en 1807, se abolió la trata de esclavos. Y en 1833, varios meses después de la muerte de Wilberforce, la esclavitud se hizo ilegal en todo el Imperio Británico.
Pese a ser condenado por muchos durante su carrera, Wilberforce fue enterrado con honores en la Abadía de Westminster; fue uno de los hombres más estimados de su tiempo. Parte de su epitafio lee:
Eminente como fue en cada departamento de labor pública,
Y líder en cada obra de caridad
,
Ya fuera para aliviar las necesidades temporales o espirituales
de su prójimo
Su nombre siempre se identificará,
Con aquellos esfuerzos
Que, por la bendición de Dios, eliminaron de Inglaterra
La culpa de la trata de esclavos africanos,
Y preparó el camino para la abolición de la esclavitud
en cada colonia del imperio.
Quizás haya un William Wilberforce en su vida, simplemente en espera de que se sustente su grandeza. La única manera que podrá averiguarlo es convirtiéndose en un sustentador que piense en los demás y añada valor a las personas que conozca.
Puntos para verificar la influencia
SUSTENTE A OTRAS PERSONAS
     Desarrolle un medio ambiente sustentador en su hogar, en su negocio, o en la iglesia. Que su meta sea hacer que quienes lo rodean se sientan amados, respetados, y seguros. Para ello, comprométase a eliminar toda crítica negativa de su manera de hablar por un mes, y buscar solo cosas positivas para decirles a otros.
     Ofrezca ánimo extraordinario. Escoja dos o tres personas para animarlas este mes. Envíeles una nota breve escrita a mano cada semana. Póngase a la disposición de estas personas. Y dé su tiempo sin esperar nada a cambio. A final de mes, examine sus relaciones con ellos para ver si hay un cambio positivo.
     Arregle los puentes. Piense en alguien con quien haya tenido la tendencia a ser negativo en el pasado. (Puede ser cualquiera: un colega, un familiar, o un empleado, por ejemplo). Vaya a esa persona y discúlpese por sus acciones y declaraciones anteriores. Encuentre, entonces, la cualidad que más admira de esa persona y dígasela. Durante las siguientes semanas, busque maneras de edificar y fortalecer la relación.
1 Everett Shostrom, Man the Manipulator [El hombre manipulador].
2 Bits and Pieces [Mordiscos y pedazos].
3 Jack Canfield y Mark Victor Hansen, «All the Good Things» [Todas las cosas buenas], en Chicken Soup for the Soul [Sopa de pollo para el alma], Health Communications, Deerfield Beach, Florida, 1993, pp. 126–128.
4 Arthur Gordon, «The Gift of Caring» [El don del interés], en A Touch of Wonder [Un toque de maravilla].
5 Greg Asimakoupoulos, «Icons Every Pastor Needs» [Íconos que necesita todo pastor], Leadership [Liderazgo], otoño 1993, p. 109.
6 Dennis y Barbara Rainey, Building Your Mate’s Self—Esteem [Edifique la autoestima de su cónyuge], Thomas Nelson, Nashville, 1993.
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