Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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La iglesia cristiana tiene tres grandes tareas que realizar en el cumplimiento de su Misión dentro de la Gran Comisión dada por Cristo en los Evangelios de Mateo y Marcos:
A. LA EVANGELIZACIÓN
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyera y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Marcos 16:15–16
Este pasaje pone de manifiesto dos responsabilidades serias dentro del cumplimiento de la Gran Comisión:
1. La primera responsabilidad cae sobre los hombros de los creyentes en Cristo: “ir a donde están los perdidos y llevarles el mensaje de salvación”.
Esta es una responsabilidad ineludible para el creyente. El apóstol Pablo gritó con profundo llanto:
“¡ … ay de mí si no anunciare el evangelio!”
1 Corintios 9:16
La predicación del evangelio produce gozo y alegría en el corazón del mensajero porque, aparte del interés que el predicador manifiesta por la salvación de los perdidos, se convierte en instrumento de Dios para el eterno bien del ensanchamiento de su reino en la tierra.
Isaías declara:
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!”
Isaías 52:7
2. La segunda responsabilidad, según Marcos 16:16, cae sobre el inconverso a quien se le predica el evangelio.
Para poder ser salvo debe aceptar a Jesús como su Salvador personal y gozar del eterno bien que ofrece Dios a quienes creen en su Hijo.
Según el orden de la Gran Comisión, el pecador debe creer en Jesús y debe ser bautizado por un ministro de Cristo.
B. EL DISCIPULADO
Mateo 28:19
C. LA ATENCIÓN A NUEVOS CREYENTES COMO PATERNIDAD RESPONSABLE
1. El nuevo creyente es como un bebé recién nacido, a quien hay que brindarle marcada
atención.
Al cumplimiento de estas series de cuidados y atenciones para los recién convertidos es a lo que llamo “paternidad espiritual responsable”.
2. El Comité de Atención a Nuevos Creyentes tiene gran responsabilidad para el nuevo
convertido en la iglesia.
El recién convertido necesita una clase especial para él, la llamamos “Predoctrina”. Esta clase consiste de un programa de instrucción bíblica especial para él. (Vea el último capítulo de este manual).
Pero que quede claro que en un programa bien responsable de Atención a Nuevos Creyentes, no basta sólo con recibir la predoctrina, más bien es un programa bien organizado que requiere de trabajo permanente. Este programa cuenta con una directiva local la cual se encarga de todo el programa de seguimiento para los nuevos.
La iglesia cristiana tiene tres grandes tareas que realizar en el cumplimiento de su Misión dentro de la Gran Comisión dada por Cristo en los Evangelios de Mateo y Marcos:
A. LA EVANGELIZACIÓN
“Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyera y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado.”
Marcos 16:15–16
Este pasaje pone de manifiesto dos responsabilidades serias dentro del cumplimiento de la Gran Comisión:
1. La primera responsabilidad cae sobre los hombros de los creyentes en Cristo: “ir a donde están los perdidos y llevarles el mensaje de salvación”.
Esta es una responsabilidad ineludible para el creyente. El apóstol Pablo gritó con profundo llanto:
“¡ … ay de mí si no anunciare el evangelio!”
1 Corintios 9:16
La predicación del evangelio produce gozo y alegría en el corazón del mensajero porque, aparte del interés que el predicador manifiesta por la salvación de los perdidos, se convierte en instrumento de Dios para el eterno bien del ensanchamiento de su reino en la tierra.
Isaías declara:
“¡Cuán hermosos son sobre los montes los pies del que trae alegres nuevas, del que anuncia la paz, del que trae nuevas del bien, del que publica salvación, del que dice a Sion: ¡Tu Dios reina!”
Isaías 52:7
2. La segunda responsabilidad, según Marcos 16:16, cae sobre el inconverso a quien se le predica el evangelio.
Para poder ser salvo debe aceptar a Jesús como su Salvador personal y gozar del eterno bien que ofrece Dios a quienes creen en su Hijo.
Según el orden de la Gran Comisión, el pecador debe creer en Jesús y debe ser bautizado por un ministro de Cristo.
En conclusión, debemos siempre recordar que cumplir con la Gran Comisión es un compromiso principal de la Iglesia del Señor; quien no tenga bien clara esta visión, no podrá desarrollar con efectividad la misión de “id, haced discípulos a todas las naciones”, e “id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura”.
La Iglesia cristiana, con los avances tecnológicos que ha alcanzado la ciencia en la comunicación, hoy tiene a su disposición sofisticados métodos, técnica, y estrategias para anunciar las buenas nuevas del reino de Dios y proclamar el evangelio de Cristo. Este debe ser el mayor empeño de cada congregación cristiana.
B. EL DISCIPULADO
“Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarde todas las cosas que os he mandado…”
Mateo 28:19
El discipulado en sí mismo como estrategia de trabajo no es un elemento nuevo en materia de iglecrecimiento; Jesús instituyó esta estrategia como el medio más eficaz para instruir, fundamentar, y consolidar la fe de los nuevos creyentes que recibían el evangelio con marcada devoción y deseo de crecer en el conocimiento de la palabra de Dios.
Discipular en el contexto bíblico es instruir al nuevo creyente en los conocimientos de la palabra de Dios a fin de que crezca, se fortalezca, y se desarrolle en los caminos del Señor, para que a su vez él también, llegado a la madurez en la fe, pueda discipular a otros recién convertidos.
En la actualidad, las iglesias que están alcanzando un crecimiento explosivo son las que han captado bien la visión del discipulado de células, o grupos familiares. Esta es una estrategia bendecida de trabajo que debe ser usada en las iglesias. Quienes no quieren entrar en este programa de trabajo simplemente les estará alcanzando la noche.
Según la Gran Comisión encomendada por Cristo a los discípulos en los evangelios de Mateo y de Marcos, el evangelismo y el discipulado tienen que caminar juntos para que haya en la Iglesia un crecimiento potente.
C. LA ATENCIÓN A NUEVOS CREYENTES COMO PATERNIDAD RESPONSABLE
1. El nuevo creyente es como un bebé recién nacido, a quien hay que brindarle marcada
atención.
Entre la conversión a Cristo de un pecador y el seguimiento que debe dársele, existe una estrecha relación con la de un bebé recién nacido. Este necesita que sus padres o tutores le brinden suficiente amor, calor humano, buen cuidado, y protección, para poder alcanzar un desarrollo integral favorable tanto en lo físico, lo emocional, en lo social, y en lo espiritual.
Del mismo modo, el nuevo convertido es como niño recién nacido y necesita leche espiritual no adulterada para poder crecer en la salvación (paráfasis de 1 Pedro 2:2).
El nuevo convertido necesita de un padre o tutor espiritual que lo guíe, lo aconseje, le enseñe a orar, a estudiar, a entender la Biblia, que lo instruya sobre su nueva relación con Dios, con la Iglesia, y con los demás hermanos de la congregación.
Al cumplimiento de estas series de cuidados y atenciones para los recién convertidos es a lo que llamo “paternidad espiritual responsable”.
2. El Comité de Atención a Nuevos Creyentes tiene gran responsabilidad para el nuevo
convertido en la iglesia.
El recién convertido necesita una clase especial para él, la llamamos “Predoctrina”. Esta clase consiste de un programa de instrucción bíblica especial para él. (Vea el último capítulo de este manual).
Pero que quede claro que en un programa bien responsable de Atención a Nuevos Creyentes, no basta sólo con recibir la predoctrina, más bien es un programa bien organizado que requiere de trabajo permanente. Este programa cuenta con una directiva local la cual se encarga de todo el programa de seguimiento para los nuevos.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6