Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6
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El Mensajero Rebelde
Jonás 1:1–3
Antes de estudiar este capítulo sobre Jonás y su rebeldía es preciso que observemos algo sobre el Dios del profeta. Al fin y al cabo, este estudio tiene como propósito enseñarnos las características del Señor: ¿Quién y cómo es él? El Padre Celestial se revela a sí mismo a través de su trato con el profeta Jonás.
El personaje principal de esta profecía no es Jonás sino Jehová. Haciendo un recuento del libro, uno descubre que en estos cuatro capítulos Jehová o Dios se menciona directamente treinta y nueve veces y Jonás solo dieciocho veces. En todo el escrito, el Señor está en control de la situación. El toma la iniciativa de enviar al profeta a Nínive. El hace milagros para realizar sus propósitos. El libro comienza con Jehová llamando al profeta y termina dándole enseñanzas. En el transcurso de estos estudios señalaremos constantemente lo que podemos aprender acerca de nuestro Creador.
¿QUIEN ES JEHOVA?
Ya hemos visto que el libro de Jonás hace hincapié en la bondad del Señor. Esta verdad se ve explícitamente en la declaración de Jonás en 4:2b y en la pregunta de Jehová en 4:11a. No hay duda de que nuestro Dios es clemente y compasivo por naturaleza. Estos atributos divinos se manifiestan en la forma en que él trata a la ciudad malvada de Nínive y al profeta rebelde.
EL SEÑOR ES CLEMENTE Y COMPASIVO
Concretando más, aseveramos que en la profecía de Jonás nuestro Dios se revela como el que salva (2:9c.) y comisiona (1:1). Estas dos verdades se complementan. El hecho de que solo él salva tiene que proclamarse y por eso, él comisiona a ciertos individuos, para que sean portadores especiales de su mensaje.
Nuestro Dios salva 2:9c
La última declaración de la oración que Jonás eleva desde el vientre del gran pez es una confesión de fe: “La salvación es de Jehová”. Varios comentaristas toman esta frase como la verdad central de esta profecía. Todo el libro gira alrededor del hecho de que Jehová salva.
¿Qué es la salvación?
Antes de seguir adelante, es menester que definamos este concepto. ¿Cómo terminaría usted la frase, “La salvación es …”? Recuerde que la pregunta tiene que ver con la esencia, no con los resultados. En términos generales, la salvación es la liberación de cualquier peligro. La Biblia habla de la salvación como liberación de la opresión de ejércitos extranjeros (Jueces 3:9, 15, 31), de las dificultades tales como la persecuión (Salmos 3:7, 59:2), las enfermedades (Marcos 5:23, 28, 34), o el pecado (Hechos 4:12; Romanos 1:16). Resumiendo, se puede decir que la salvación es física o espiritual y siempre encierra la idea de liberación del peligro.
SALVACION ES LIBERACION
DE ALGUN PELIGRO
Toda salvación viene de Jehová
La confesión de Jonás, “la salvación es de Jehová”, significa que toda salvación viene de él, sea física o espiritual. En este libro encontramos ilustrados ambos aspectos. Físicamente, Jehová salvó a los marineros de la tempestad (1:4–15), y a Jonás del mar (1:17) y del vientre del pez (2:10). Espiritualmente, salvó a los marineros (1:10), y a los ninivitas (3:10). Es interesante notar que una salvación física produce salvación espiritual. Los marineros salvados de la tormenta se convirtieron al Señor (1:15, 16). Los ninivitas fueron salvos espiritualmente porque el profeta había sido salvo físicamente. Donde se encuentra liberación de cualquier tipo, allí también se encuentra el Señor porque “la salvación es de Jehová”.
La da a quien él quiere
La iniciativa es siempre divina. El salva a quien él quiere salvar. La salvación es siempre por la pura gracia de Dios (Juan 3:16, Efesios 2:8, 9). A veces los objetos de su gracia son lo que menos esperamos. Esta profecía nos proporciona dos ilustraciones de este principio. ¿Los marineros politeístas (1:5) merecían ser rescatados física y espiritualmente? De ninguna manera, pero “la salvación es de Jehová”. ¿Qué de los odiados ninivitas? En esa época Asiria era la potencia mundial más temida por todos. Tenía la reputación de ser sumamente cruel en el trato de los conquistados. Israel, el pueblo de Dios sabía que era inevitable su conquista por los asirios. Es natural que Jonás no haya querido ver la salvación de este pueblo, pero “la salvación es de Jehová” y la da a quien él quiere.
Nuestro Dios comisiona 1:1
Si la gente va a apropiarse de la salvación, es indispensable que escuche el mensaje. La proclamación del mismo requiere de mensajeros y por eso el Dios que salva también comisiona a sus portavoces. En este caso el Señor seleccionó a Jonás para ser su instrumento.
No se nota explícitamente en este texto, pero en primer término el ministerio del profeta estaba en su pueblo Israel. En por lo menos una ocasión anterior a lo sucedido en la profecía de Jonás, Dios lo había usado para comunicar su mensaje a los israelitas (2 Reyes 14:25).
El relato que tenemos en nuestra Biblia fue usado por Dios para enseñar a su pueblo. ¿Cómo reaccionaría un israelita al leer esta profecía? Se identificaría cien por ciento con Jonás. Tal como el profeta se rebeló frente a la comisión del Señor, así la nación de Israel se rebeló contra su responsabilidad de ser testigo a las naciones (Isaías 43:10–12). El pueblo pagano se arrepintió mientras que la nación escogida persistió en su rebeldía. ¡Qué paradoja! Por medio de este breve trozo biográfico, el Altísimo llamaba a su pueblo al arrepentimiento y al cumplimiento de su responsabilidad de proclamar que “la salvación es de Jehová” en todo el mundo.
Más obvio es el hecho de que Jonás fue comisionado para llevar el mensaje a Nínive (1:2). La verdad de la salvación divina es que no es sólo para el pueblo judío. Jehová quiere que su evangelio sea llevado a todas las naciones (Salmos 67:1–3). Dios siempre ha querido que los que no son de su pueblo lleguen a serlo. Nuestro Creador quería la salvación de los ninivitas de aquella generación y por eso comisionó a su profeta para llevarles el mensaje.
¡PENSEMOS!
En la actualidad el Señor sigue siendo el mismo. El es quien salva y comisiona. Todavía desea que todas las naciones lo conozcan como el Dios de toda salvación (Mateo 28:18–20). La gran diferencia es que en nuestros días su pueblo no es la nación de Israel, sino la iglesia de Jesucristo de la cual somos miembros. En esta época somos sus testigos (Hechos 1:8). ¿Hasta dónde ha extendido el testimonio de su iglesia local? ¿Tiene algún ministerio que traspase las fronteras de su nación? ¿Alcanza a los odiados y despreciados de su patria?
Y usted como individuo, ¿qué contribución está haciendo a la tarea de la evangelización del mundo? El Señor ya lo ha enviado (Juan 20:21). ¿Cómo ha respondido? ¿Qué hará durante esta semana para cumplir con su responsabilidad misionera?
LA COMISION DE
JONAS 1:2
En un solo versículo, Jehová revela su voluntad para su siervo Jonás. Esta comisión se caracteriza por su claridad. Sin rodeos. Va al grano y no deja lugar a dudas y especulaciones. Consiste en tres mandatos directos: Levántate, vé y pregona. No hay nada misterioso en estos imperativos. El llamamiento de Jonás es sumamente claro. Así es siempre con la guía del Señor. El no pone enigmas sino que da mandatos claros e inconfundibles. El siervo no tiene excusa si no cumple la voluntad divina.
LA COMISION DIVINA SIEMPRE ES CLARA
Los tres imperativos mencionados representan tres elementos en la dirección del Señor. Estos siempre se encuentran cuando él revela su voluntad a su siervo. Analicémoslos brevemente.
Levántate, (preparación personal)
Cuando nuestro Hacedor nos llama, siempre se toma el tiempo para captar nuestra atención. “Ponte de pie porque te quiero hablar. Prepárate para recibir mi dirección”. Al levantarse, Jonás estaba reconociendo que el que le hablaba era su jefe. Por su acción decía: “Habla, Señor, porque tu siervo está dispuesto a obedecer”. Este es el elemento de la preparación personal. La entrega total al Señor es indispensable para saber lo que él quiere que hagamos.
Además, su acción también lo preparó para actuar. Sentados con los brazos cruzados no vamos a ninguna parte. La obediencia en la preparación es indispensable para lo que sigue. Según Hechos 26:18 el Señor hizo lo mismo con Saulo de Tarso.
Vé a Nínive, (dirección geográfica)
Habiéndose preparado viene el segundo elemento: la dirección. El Señor le indicó precisamente el lugar en que desempeñaría su ministerio: la ciudad de Nínive.
Tres veces Jonás se refiere a ella como “aquella gran ciudad” ( 1:2, 3:2, 4:11) y una vez “ciudad grande en extremo” (3:3). Con estas frases se indica la magnitud del trabajo. Nínive era ciudad grande en área. El versículo 3:3 nos informa del hecho de que era de “tres días de camino”. Es probable que esta referencia es a la región metropolitana que en su circunferencia medía unos 100 kilómetros. También era grande en población. Si el dato en 4:11 se toma literalmente, se calcula que había 600,000 habitantes en el área conurbada. Además la ciudad tenía gran importancia, tal vez era la ciudad más importante del mundo en aquel entonces.
Pregona contra ella, (tarea específica)
Cuando llegara a Nínive, ¿qué debía hacer? ¿Cuál sería su tarea? Esto tampoco queda en duda. Iba a esa ciudad para proclamar el mensaje de Dios. La preposición “contra” implica que su predicación sería una denuncia.
El verbo pregonar implica que la denuncia sería en público y en voz alta. La razón de la acusación era que la maldad de sus habitantes había subido delante del Señor. El ya no soportaba el comportamiento inhumano de los asirios y envió a Jonás para avisarles que iba a actuar en su contra. Con este mandato, Jehová revela a Jonás su tarea específica.
¡PENSEMOS!
Nuestro Señor no nos va a enviar a Nínive, pero no sabremos a dónde quiere enviarnos hasta que nos hayamos preparado para recibir su dirección. ¿Está dispuesto a ir a cualquier lugar? ¿Aun a su vecindario? Sin la entrega no viene la dirección. Cuando sabe a dónde debe ir, también sabrá qué ha de hacer en ese lugar.
Los mismos tres elementos se encuentran en La Gran Comisión. Llene los espacios en blanco para ver los paralelismos:
Jonás 1:3
Marcos 16:14, 15
Hechos 1:8
Preparación Personal
v.14
Dirección Geográfica
v.15a
Tarea Específica
v.15b
LA REBELDIA DE
JONAS 1:3
Cuando Dios comisiona, el comisionado tiene que reaccionar a ese llamamiento. Se supone que la respuesta será afirmativa. Se espera que haya obediencia. Pero no siempre sucede así en la vida real. Los siervos del Señor no son robots, sino seres que poseen libre albedrío. Es por esto que las reacciones pueden variar.
POSIBLES REACCIONES. REACCION
1. Obediencia inmediata y explícita.
2. Obediencia después de discutir.
3. Obediencia parcial
4. Desobediencia deliberada
A LA VOLUNTAD DE DIOS. EJEMPLO
1. Felipe (Hechos 8:26–30)
2. Ananías (Hechos 9:10–17)
3. Saúl (1 Samuel 15)
4. Jonás (1:2, 3)
¡Qué increíble! Siendo siervo del Señor y teniendo instrucciones tan claras de él, Jonás decidió desobedecer. En vez de levantarse para ir, se levantó para huir. Es el único profeta genuino que optó por la rebeldía. Sabía cual era la voluntad divina para su vida y escogió no hacerla.
Su desobediencia deliberada
En vez de obedecer e ir a Nínive, el profeta “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Su rebeldía es “de” y “a”. Dos veces en el texto se hace referencia al hecho de que Jonás quería escapar de la presencia de Jehová. ¿Es que no sabía que Dios es Omnipresente (Salmos 139)? Por supuesto que sí. Entonces, ¿en qué sentido podía salir de la presencia del Señor? Parece que el primer término es vocacional y el último geográfico. Su primer acto de rebeldía fue decirle a Dios: “Renuncio”, dando a entender que estaba al servicio de alguien. Con esta acción Jonás decía: “Ya no quiero servirte. Busca a otro para llevar tu mensaje a Nínive”. ¡Qué tontería! De acuerdo con su actitud, la frase se usa en el sentido geográfico en la última cláusula del versículo 3. Aunque Dios se encuentra en todas partes, en un sentido muy especial su presencia se limitaba a la Tierra Prometida y a su morada en el Lugar Santísimo del templo de Jerusalén. Al viajar a Tarsis, de hecho pretendía salir de la presencia de Jehová. En otras palabras, Jonás abandonó deliberadamente la voluntad de Dios para su vida por ir al lugar que él había escogido. “Dios dice Nínive. Yo digo Tarsis”. Huyó de Nínive a Tarsis.
¿Por qué?
Se puede preguntar, ¿por qué reaccionó en esta forma? Algunos especulan que por cobardía. Jonás tenía miedo de “meterse en la boca del león” con su mensaje de juicio. Otros piensan que fue por su nacionalismo. Siendo buen judío tenía la idea de que la salvación pertenecía a los judíos solamente. ¿Por qué desperdiciar el mensaje divino en los odiados asirios? Además, sabía que ellos serían usados por Dios para castigar a su pueblo. Por su patriotismo renunció a su oficio de profeta del Señor. En el versículo 4:2 Jonás mismo explicó su razón. Sabía que el Altísimo era bondadoso y que perdonaría a los ninivitas. No quería ver su salvación y por eso se rebeló.
Consecuencias de la rebeldía
Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta. Siempre vienen las consecuencias. Así fue con Jonás. Tuvo que sufrir la tempestad (1:4–17), la vergüenza de ser interrogado por paganos (1:8–11), la amenaza de ahogarse (1:15–17), y los días en el vientre del gran pez (1:17–2:10). Desobedecer al Señor siempre cuesta caro, sea en el siglo VIII antes de Cristo o en el siglo XX después de él.
¡PENSEMOS!
Parece mentira que un portavoz del Señor se pusiera en plan de rebeldía abierta pero es la triste realidad. ¿A qué tarea específica le ha comisionado el Señor? ¿Está obedeciendo, o siguiendo el ejemplo de Jonás?
Si no sabe qué ha sido comisionado entonces ahora es tiempo para acudir al Señor pidiendo su dirección. Al saber su voluntad, siga el ejemplo de Felipe obedeciendo inmediata y explícitamente (Hechos 8:26–30).
Recuerde que nuestro Dios es elemente y piadoso y quiere que el mensaje de salvación se predique a todos, aun a los más despreciados por el mundo. ¿En qué forma está usted proclamando este mensaje? ¿Qué se propone hacer esta semana para cumplir con su comisión?
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: MBytes | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
El Mensajero Rebelde
Jonás 1:1–3
Antes de estudiar este capítulo sobre Jonás y su rebeldía es preciso que observemos algo sobre el Dios del profeta. Al fin y al cabo, este estudio tiene como propósito enseñarnos las características del Señor: ¿Quién y cómo es él? El Padre Celestial se revela a sí mismo a través de su trato con el profeta Jonás.
El personaje principal de esta profecía no es Jonás sino Jehová. Haciendo un recuento del libro, uno descubre que en estos cuatro capítulos Jehová o Dios se menciona directamente treinta y nueve veces y Jonás solo dieciocho veces. En todo el escrito, el Señor está en control de la situación. El toma la iniciativa de enviar al profeta a Nínive. El hace milagros para realizar sus propósitos. El libro comienza con Jehová llamando al profeta y termina dándole enseñanzas. En el transcurso de estos estudios señalaremos constantemente lo que podemos aprender acerca de nuestro Creador.
¿QUIEN ES JEHOVA?
Ya hemos visto que el libro de Jonás hace hincapié en la bondad del Señor. Esta verdad se ve explícitamente en la declaración de Jonás en 4:2b y en la pregunta de Jehová en 4:11a. No hay duda de que nuestro Dios es clemente y compasivo por naturaleza. Estos atributos divinos se manifiestan en la forma en que él trata a la ciudad malvada de Nínive y al profeta rebelde.
EL SEÑOR ES CLEMENTE Y COMPASIVO
Concretando más, aseveramos que en la profecía de Jonás nuestro Dios se revela como el que salva (2:9c.) y comisiona (1:1). Estas dos verdades se complementan. El hecho de que solo él salva tiene que proclamarse y por eso, él comisiona a ciertos individuos, para que sean portadores especiales de su mensaje.
Nuestro Dios salva 2:9c
La última declaración de la oración que Jonás eleva desde el vientre del gran pez es una confesión de fe: “La salvación es de Jehová”. Varios comentaristas toman esta frase como la verdad central de esta profecía. Todo el libro gira alrededor del hecho de que Jehová salva.
¿Qué es la salvación?
Antes de seguir adelante, es menester que definamos este concepto. ¿Cómo terminaría usted la frase, “La salvación es …”? Recuerde que la pregunta tiene que ver con la esencia, no con los resultados. En términos generales, la salvación es la liberación de cualquier peligro. La Biblia habla de la salvación como liberación de la opresión de ejércitos extranjeros (Jueces 3:9, 15, 31), de las dificultades tales como la persecuión (Salmos 3:7, 59:2), las enfermedades (Marcos 5:23, 28, 34), o el pecado (Hechos 4:12; Romanos 1:16). Resumiendo, se puede decir que la salvación es física o espiritual y siempre encierra la idea de liberación del peligro.
SALVACION ES LIBERACION
DE ALGUN PELIGRO
Toda salvación viene de Jehová
La confesión de Jonás, “la salvación es de Jehová”, significa que toda salvación viene de él, sea física o espiritual. En este libro encontramos ilustrados ambos aspectos. Físicamente, Jehová salvó a los marineros de la tempestad (1:4–15), y a Jonás del mar (1:17) y del vientre del pez (2:10). Espiritualmente, salvó a los marineros (1:10), y a los ninivitas (3:10). Es interesante notar que una salvación física produce salvación espiritual. Los marineros salvados de la tormenta se convirtieron al Señor (1:15, 16). Los ninivitas fueron salvos espiritualmente porque el profeta había sido salvo físicamente. Donde se encuentra liberación de cualquier tipo, allí también se encuentra el Señor porque “la salvación es de Jehová”.
La da a quien él quiere
La iniciativa es siempre divina. El salva a quien él quiere salvar. La salvación es siempre por la pura gracia de Dios (Juan 3:16, Efesios 2:8, 9). A veces los objetos de su gracia son lo que menos esperamos. Esta profecía nos proporciona dos ilustraciones de este principio. ¿Los marineros politeístas (1:5) merecían ser rescatados física y espiritualmente? De ninguna manera, pero “la salvación es de Jehová”. ¿Qué de los odiados ninivitas? En esa época Asiria era la potencia mundial más temida por todos. Tenía la reputación de ser sumamente cruel en el trato de los conquistados. Israel, el pueblo de Dios sabía que era inevitable su conquista por los asirios. Es natural que Jonás no haya querido ver la salvación de este pueblo, pero “la salvación es de Jehová” y la da a quien él quiere.
Nuestro Dios comisiona 1:1
Si la gente va a apropiarse de la salvación, es indispensable que escuche el mensaje. La proclamación del mismo requiere de mensajeros y por eso el Dios que salva también comisiona a sus portavoces. En este caso el Señor seleccionó a Jonás para ser su instrumento.
No se nota explícitamente en este texto, pero en primer término el ministerio del profeta estaba en su pueblo Israel. En por lo menos una ocasión anterior a lo sucedido en la profecía de Jonás, Dios lo había usado para comunicar su mensaje a los israelitas (2 Reyes 14:25).
El relato que tenemos en nuestra Biblia fue usado por Dios para enseñar a su pueblo. ¿Cómo reaccionaría un israelita al leer esta profecía? Se identificaría cien por ciento con Jonás. Tal como el profeta se rebeló frente a la comisión del Señor, así la nación de Israel se rebeló contra su responsabilidad de ser testigo a las naciones (Isaías 43:10–12). El pueblo pagano se arrepintió mientras que la nación escogida persistió en su rebeldía. ¡Qué paradoja! Por medio de este breve trozo biográfico, el Altísimo llamaba a su pueblo al arrepentimiento y al cumplimiento de su responsabilidad de proclamar que “la salvación es de Jehová” en todo el mundo.
Más obvio es el hecho de que Jonás fue comisionado para llevar el mensaje a Nínive (1:2). La verdad de la salvación divina es que no es sólo para el pueblo judío. Jehová quiere que su evangelio sea llevado a todas las naciones (Salmos 67:1–3). Dios siempre ha querido que los que no son de su pueblo lleguen a serlo. Nuestro Creador quería la salvación de los ninivitas de aquella generación y por eso comisionó a su profeta para llevarles el mensaje.
¡PENSEMOS!
En la actualidad el Señor sigue siendo el mismo. El es quien salva y comisiona. Todavía desea que todas las naciones lo conozcan como el Dios de toda salvación (Mateo 28:18–20). La gran diferencia es que en nuestros días su pueblo no es la nación de Israel, sino la iglesia de Jesucristo de la cual somos miembros. En esta época somos sus testigos (Hechos 1:8). ¿Hasta dónde ha extendido el testimonio de su iglesia local? ¿Tiene algún ministerio que traspase las fronteras de su nación? ¿Alcanza a los odiados y despreciados de su patria?
Y usted como individuo, ¿qué contribución está haciendo a la tarea de la evangelización del mundo? El Señor ya lo ha enviado (Juan 20:21). ¿Cómo ha respondido? ¿Qué hará durante esta semana para cumplir con su responsabilidad misionera?
LA COMISION DE
JONAS 1:2
En un solo versículo, Jehová revela su voluntad para su siervo Jonás. Esta comisión se caracteriza por su claridad. Sin rodeos. Va al grano y no deja lugar a dudas y especulaciones. Consiste en tres mandatos directos: Levántate, vé y pregona. No hay nada misterioso en estos imperativos. El llamamiento de Jonás es sumamente claro. Así es siempre con la guía del Señor. El no pone enigmas sino que da mandatos claros e inconfundibles. El siervo no tiene excusa si no cumple la voluntad divina.
LA COMISION DIVINA SIEMPRE ES CLARA
Los tres imperativos mencionados representan tres elementos en la dirección del Señor. Estos siempre se encuentran cuando él revela su voluntad a su siervo. Analicémoslos brevemente.
Levántate, (preparación personal)
Cuando nuestro Hacedor nos llama, siempre se toma el tiempo para captar nuestra atención. “Ponte de pie porque te quiero hablar. Prepárate para recibir mi dirección”. Al levantarse, Jonás estaba reconociendo que el que le hablaba era su jefe. Por su acción decía: “Habla, Señor, porque tu siervo está dispuesto a obedecer”. Este es el elemento de la preparación personal. La entrega total al Señor es indispensable para saber lo que él quiere que hagamos.
Además, su acción también lo preparó para actuar. Sentados con los brazos cruzados no vamos a ninguna parte. La obediencia en la preparación es indispensable para lo que sigue. Según Hechos 26:18 el Señor hizo lo mismo con Saulo de Tarso.
Vé a Nínive, (dirección geográfica)
Habiéndose preparado viene el segundo elemento: la dirección. El Señor le indicó precisamente el lugar en que desempeñaría su ministerio: la ciudad de Nínive.
Tres veces Jonás se refiere a ella como “aquella gran ciudad” ( 1:2, 3:2, 4:11) y una vez “ciudad grande en extremo” (3:3). Con estas frases se indica la magnitud del trabajo. Nínive era ciudad grande en área. El versículo 3:3 nos informa del hecho de que era de “tres días de camino”. Es probable que esta referencia es a la región metropolitana que en su circunferencia medía unos 100 kilómetros. También era grande en población. Si el dato en 4:11 se toma literalmente, se calcula que había 600,000 habitantes en el área conurbada. Además la ciudad tenía gran importancia, tal vez era la ciudad más importante del mundo en aquel entonces.
Pregona contra ella, (tarea específica)
Cuando llegara a Nínive, ¿qué debía hacer? ¿Cuál sería su tarea? Esto tampoco queda en duda. Iba a esa ciudad para proclamar el mensaje de Dios. La preposición “contra” implica que su predicación sería una denuncia.
El verbo pregonar implica que la denuncia sería en público y en voz alta. La razón de la acusación era que la maldad de sus habitantes había subido delante del Señor. El ya no soportaba el comportamiento inhumano de los asirios y envió a Jonás para avisarles que iba a actuar en su contra. Con este mandato, Jehová revela a Jonás su tarea específica.
¡PENSEMOS!
Nuestro Señor no nos va a enviar a Nínive, pero no sabremos a dónde quiere enviarnos hasta que nos hayamos preparado para recibir su dirección. ¿Está dispuesto a ir a cualquier lugar? ¿Aun a su vecindario? Sin la entrega no viene la dirección. Cuando sabe a dónde debe ir, también sabrá qué ha de hacer en ese lugar.
Los mismos tres elementos se encuentran en La Gran Comisión. Llene los espacios en blanco para ver los paralelismos:
Jonás 1:3
Marcos 16:14, 15
Hechos 1:8
Preparación Personal
v.14
Dirección Geográfica
v.15a
Tarea Específica
v.15b
LA REBELDIA DE
JONAS 1:3
Cuando Dios comisiona, el comisionado tiene que reaccionar a ese llamamiento. Se supone que la respuesta será afirmativa. Se espera que haya obediencia. Pero no siempre sucede así en la vida real. Los siervos del Señor no son robots, sino seres que poseen libre albedrío. Es por esto que las reacciones pueden variar.
POSIBLES REACCIONES. REACCION
1. Obediencia inmediata y explícita.
2. Obediencia después de discutir.
3. Obediencia parcial
4. Desobediencia deliberada
A LA VOLUNTAD DE DIOS. EJEMPLO
1. Felipe (Hechos 8:26–30)
2. Ananías (Hechos 9:10–17)
3. Saúl (1 Samuel 15)
4. Jonás (1:2, 3)
¡Qué increíble! Siendo siervo del Señor y teniendo instrucciones tan claras de él, Jonás decidió desobedecer. En vez de levantarse para ir, se levantó para huir. Es el único profeta genuino que optó por la rebeldía. Sabía cual era la voluntad divina para su vida y escogió no hacerla.
Su desobediencia deliberada
En vez de obedecer e ir a Nínive, el profeta “se levantó para huir de la presencia de Jehová a Tarsis”. Su rebeldía es “de” y “a”. Dos veces en el texto se hace referencia al hecho de que Jonás quería escapar de la presencia de Jehová. ¿Es que no sabía que Dios es Omnipresente (Salmos 139)? Por supuesto que sí. Entonces, ¿en qué sentido podía salir de la presencia del Señor? Parece que el primer término es vocacional y el último geográfico. Su primer acto de rebeldía fue decirle a Dios: “Renuncio”, dando a entender que estaba al servicio de alguien. Con esta acción Jonás decía: “Ya no quiero servirte. Busca a otro para llevar tu mensaje a Nínive”. ¡Qué tontería! De acuerdo con su actitud, la frase se usa en el sentido geográfico en la última cláusula del versículo 3. Aunque Dios se encuentra en todas partes, en un sentido muy especial su presencia se limitaba a la Tierra Prometida y a su morada en el Lugar Santísimo del templo de Jerusalén. Al viajar a Tarsis, de hecho pretendía salir de la presencia de Jehová. En otras palabras, Jonás abandonó deliberadamente la voluntad de Dios para su vida por ir al lugar que él había escogido. “Dios dice Nínive. Yo digo Tarsis”. Huyó de Nínive a Tarsis.
¿Por qué?
Se puede preguntar, ¿por qué reaccionó en esta forma? Algunos especulan que por cobardía. Jonás tenía miedo de “meterse en la boca del león” con su mensaje de juicio. Otros piensan que fue por su nacionalismo. Siendo buen judío tenía la idea de que la salvación pertenecía a los judíos solamente. ¿Por qué desperdiciar el mensaje divino en los odiados asirios? Además, sabía que ellos serían usados por Dios para castigar a su pueblo. Por su patriotismo renunció a su oficio de profeta del Señor. En el versículo 4:2 Jonás mismo explicó su razón. Sabía que el Altísimo era bondadoso y que perdonaría a los ninivitas. No quería ver su salvación y por eso se rebeló.
Consecuencias de la rebeldía
Ningún siervo del Señor sale ileso de una rebeldía abierta. Siempre vienen las consecuencias. Así fue con Jonás. Tuvo que sufrir la tempestad (1:4–17), la vergüenza de ser interrogado por paganos (1:8–11), la amenaza de ahogarse (1:15–17), y los días en el vientre del gran pez (1:17–2:10). Desobedecer al Señor siempre cuesta caro, sea en el siglo VIII antes de Cristo o en el siglo XX después de él.
¡PENSEMOS!
Parece mentira que un portavoz del Señor se pusiera en plan de rebeldía abierta pero es la triste realidad. ¿A qué tarea específica le ha comisionado el Señor? ¿Está obedeciendo, o siguiendo el ejemplo de Jonás?
Si no sabe qué ha sido comisionado entonces ahora es tiempo para acudir al Señor pidiendo su dirección. Al saber su voluntad, siga el ejemplo de Felipe obedeciendo inmediata y explícitamente (Hechos 8:26–30).
Recuerde que nuestro Dios es elemente y piadoso y quiere que el mensaje de salvación se predique a todos, aun a los más despreciados por el mundo. ¿En qué forma está usted proclamando este mensaje? ¿Qué se propone hacer esta semana para cumplir con su comisión?
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