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sábado, 28 de julio de 2012

Un viaje de miles de Kilometros: Sermones magistrales


biblias y miles de comentarios

I.   Introducción.

A.    Salutación.

B.    ¿Cuántos viajes hizo usted durante el año pasado? ¿Cuántos kilómetros viajó? Este servidor tuvo la experiencia inolvidable de participar en un viaje larguísimo: ¡viajé 938,900,000 kilómetros (583,400,000 millas) dando una vuelta completa alrededor del sol¡ Mi vehículo espacial se deslizaba por los cielos a la velocidad de 106,000 kilómetros (66,000 millas) por hora. Toda persona viva durante todo el año hizo el mismo viaje.

1.  El 31 de diciembre, a la media noche, llegamos al punto de partida.

2.   Al instante de iniciarse el nuevo año, listos o no, quererlo o no, zarpamos de inmediato comenzando otra órbita alrededor del sol siguiendo con precisión asombrosa la misma trayectoria por el espacio. De hecho, mientras celebramos esta reunión, ¡estamos viajando por el espacio a la velocidad de 106,000 kilómetros por hora! Pero no repetimos el mismo viaje del año pasado, pues la dimensión del tiempo cambia constantemente y con su evolución cambian también los parámetros, las condiciones y, por ende, las experiencias de nuestros viajes en el vehículo espacial llamado “Planeta Tierra”.

3.    Cada viaje alrededor del sol coge 365 días, el equivalente de 8,760 horas, o 525,600 minutos, o 31,536,000 segundos.

a)    Durante el viaje, un buen número de los pasajeros parece estar debidamente conciente del rítmico e invariable “tictac, tictac” continuo del Reloj Terrenal que marca el paso de los días, las horas, los minutos y los segundos.

b)    Desgraciadamente, la gran mayoría de los viajeros deja pasar el tiempo sin apreciar su inmenso valor. Van y vienen, se van otra vez y vuelven de nuevo, año tras año, siempre con sus ojos clavados en el suelo a sus pies, en lo cercano, en lo material, y no levantándolos para contemplar larga y sobriamente los gloriosos cielos, los cuales declaran la existencia de un Ser Supremo que creó todo este vasto y complicadísimo universo, no originándose ninguna materia o vida por mera casualidad.

4.    Ahora bien, el viajero instruido y sabio no sólo observa la marcha del Reloj Terrenal sino también la de un reloj que pocas personas ven o entienden. Me refiero al “Reloj Profético” puesto a caminar hace muchos siglos ya por el Dios eterno que ejerce señorío absoluto sobre todos los tiempos. Este “Reloj Profético”, tema de nuestro mensaje para esta ocasión , no se ha detenido nunca en su marcha. Marca el tiempo en espacios de meses, años, siglos, milenios y edades.

a)    Las masas no lo ven. Siendo analfabetos en materias espirituales, simplemente ignoran la existencia del Reloj Profético.

(1)   Las contemplamos –las multitudes de almas, adultos y jóvenes, más jóvenes que adultos- concurridos por montones, bailando, cantando, gritando, tomando, fumando, meneándose locamente en fiestas y bacanales sin fin, en los espectáculos musicales de todo género –salsa, merengue, rock, rap- en las playas, en los hoteles, en los clubes nocturnos, en los parques, en los estadios –decenas y veintenas de miles a la vez.
(2)    Las vemos pululando por los centros comerciales o transitando por las autopistas y las carreteras.
(3)     Preocupado hondamente por su destino eterno y deseando hacerles bien a todos, me pregunto: ¿cuántos de estos seres humanos han visto alguna vez el Reloj Profético?
(a)    Me temo que sólo miran el reloj que llevan en la muñeca o el que hay en el lugar de trabajo.
(b)    La mayoría no ve nunca el Reloj Profético porque sus ojos carnales están controlados por una mente materialista y sensual que manda desde una recámara llena de las tinieblas de este mundo.

b)     ¿Lo ve usted? ¿Sabe qué hora es en el Reloj Profético?

5.    Ese Reloj sigue marcando el cumplimiento inevitable de las predicciones divinas para nuestra época, la Era Cristiana, los “últimos días”.

a)     No han podido pararlo los hombres, las mujeres o los jóvenes moralmente corruptos, perversos, faltos de sensibilidades nobles y desprovistos de entendimiento espiritual.

b.  No saben leerlo correctamente los falsos profetas de las sectas que neciamente fijan fechas para terremotos, inundaciones o el retorno de Cristo. Tampoco los sacerdotes del paganismo moderno, porque las viejas tradiciones los ciegan. Tampoco los astrólogos con sus adivinanzas fatulas.

c)    Sólo el cristiano bien instruido en las Sagradas Escrituras y que discierne las señales de los tiempos, descifrándolas acertadamente, puede leer correctamente el Reloj Profético, y lo hace orientándose espiritualmente para que los tiempos no le sorprendan, confundan o engañen .

d)   No somos presumidos o soberbios al afirmar que el cristiano maduro puede entender e interpretar correctamente el Reloj Profético. No sólo puede, sino que ¡debe hacerlo!

(1)    El mismo Cristo enseña claramente que debemos poder distinguir “las señales de los tiempos”. “Vinieron los fariseos y los saduceos para tentarle, y le pidieron que les mostrase señal del cielo. Mas él respondiendo, les dijo: Cuando anochece, decís: Buen tiempo; porque el cielo tiene arreboles. Y por la mañana: Hoy habrá tempestad; porque tiene arreboles el cielo nublado. ¡Hipócritas! que sabéis distinguir el aspecto del cielo, ¡mas las señales de los tiempos no podéis! ( Mateo 16:1-3 ).
(2)    Pablo enseña lo mismo diciendo: “Acerca de los tiempos y de las ocasiones ... vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas , para que aquel día os sorprenda como ladrón” ( 1 Tesalonicenses 5:1-4 ).

II.     A través de las profecías Cristo sigue dando su testimonio en nuestro mundo (el diecisiete de enero de 1999), porque “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía” ( Apocalipsis 19:10 ).   Repito: “el testimonio de Jesús es el espíritu de la profecía.”   Para consternación nuestra, su testimonio cae a menudo sobre los oídos sordos de personas, tanto dentro como fuera de la iglesia, que no oyen el “tictac, tictac” del Reloj Profético. No lo oyen porque el bullicio, la algarabía y el traqueteo del medio ambiente materialista en el cual están sumidos apagan el sonoro cantar portentoso del Reloj Profético Celestial.

A.    ¿No lo escucha usted? ¿No lo ve?

B.   Estad quieto en su ser interior. Callad las voces estrepitosas de sus fuertes deseos carnales, la cháchara de sus antojos superficiales, el clamor de sus deberes y compromisos, las voces seductoras de las personas (familiares, amigos) que suelen llenar sus oídos con millones de palabras, la mayoría de ellas de poca importancia o valor real.

C.    En contemplación silenciosa, con sobriedad e inteligencia espiritual, concentrándose, prestad atención completa a la palabra profética porque, citando las palabras del apóstol Pedro, “tenemos también la palabra profética más segura , a la cual hacéis bien en estar atentos como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga en vuestros corazones; entendiendo primero esto, que ninguna profecía de la Escritura es de interpretación privada , porque nunca la profecía fue traída por voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” ( 2 Pedro 1:19-21 ).

1.   La “palabra profética” es “más segura” que cualquier otro testimonio, señal o manifestación porque su cumplimiento constituye prueba indubitable e irrefutable de la existencia de Dios y de su intervención palpable en los asuntos humanos, como también de su control absoluto sobre la trayectoria y el desenlace del universo actual.

2.   Pedro mismo asegura que la “palabra profética” es aún “más segura” que el testimonio de los apóstoles quienes vieron con sus propios ojos la majestad del Señor y escucharon con sus propios oídos la voz del cielo que decía: “Este es mi Hijo amado, en el cual tengo complacencia” ( 2 Pedro 1:16-18 ). “Más segura”, más persuasiva, más convincente porque nadie puede poner en entredicho la autenticidad de una profecía cumplida al pie de la letra ni refutar las implicaciones ineludibles de su cumplimiento .

D.   En meditación silenciosa y con total objetividad, considere algunas profecías inspiradas cumplidas ya .

1.   Setecientos años antes del nacimiento de Jesucristo, el profeta Isaías , lleno del “espíritu de la profecía”, describió con impresionante claridad y precisión la venida del Mesías, la naturaleza y “lo dilatado de su imperio” espiritual, su sacrificio expiatorio y su resurrección . Revelando lo por venir, escribió: “Angustiado él, y afligido, no abrió su boca; como cordero fue llevado al matadero; y como oveja delante de sus trasquiladores, enmudeció, y no abrió su boca. Por cárcel y por juicio fue quitado; y su generación, ¿quién la contará? Porque fue cortado de la tierra de los vivientes, y por la rebelión de mi pueblo fue herido. Y se dispuso con los impíos su sepultura, mas con los ricos fue en su muerte; aunque nunca hizo maldad, ni hubo engaño en su boca. Con todo eso, Jehová quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento. Cuando haya puesto su vida en expiación por el pecado, verá linaje, vivirá por largos días, y la voluntad de Jehová será en su mano prosperada. Verá el fruto de la aflicción de su alma. y quedará satisfecho.” ( Isaías 9:1-7 ; 53:1-12).

a)    Al leer Mateo, Marcos, Lucas y Juan, cualquier persona juiciosa comprende que estas profecías elocuentes fueron cumplidas al pie de la letra en la persona de Jesús de Nazaret.

b)   Nosotros los cristianos verdaderos guiados por el “testimonio de Jesús” somos “el fruto de la aflicción de su alma” . Él está “satisfecho” con nosotros, y ¡nosotros más que satisfechos con él! porque nos ha redimido perdonándonos y sentándonos en lugares celestiales ( Efesios 2:6 ), es decir, en su Reino espiritual el cual es la iglesia comprada a precio de sangre ( Hechos 20:28 ).

2.    Cuatro cientos cincuenta años antes del nacimiento de Jesucristo, el inimitable profeta Daniel anunció el establecimiento del Reino del Señor para el tiempo del Imperio Romano , identificando con increíble exactitud los tres reinos que se levantarían después de Babilonia, a saber: Medo persa, Grecia y Roma. Justamente como fue predicho en Daniel 2, el Reino espiritual del Señor fue establecido en el día de Pentecostés del año 33 de nuestra época, estando en su apogeo, tal cual profetizado, el cuarto reino, el Imperio Romano.

3.   Treinta y ocho años antes de la destrucción calamitosa de la ciudad de Jerusalén con su hermoso templo , el profeta Jesucristo anunció el evento dejando a sus discípulos atónitos. Un buen día, mirando “los edificios del templo” judío en Jerusalén, considerado una de las maravillas del mundo de aquel entonces, dijo el Señor: “¿Veis todo esto? De cierto os digo, que no quedará aquí piedra sobre piedra, que no sea derribada” ( Mateo 24:1-28 ). ¡Asimismo sucedió! Jerusalén fue arrasada por el ejército romano. El gran templo fue quemado y derribado.

4.   Siglos antes de que las desviaciones doctrinales culminasen en el desarrollo de una organización eclesiástica, paralela en sus puestos y títulos a la del Imperio Romano, y antes de los concilios episcopales alterar toda enseñanza y práctica de la iglesia apostólica (por ejemplo, autorizando el bautismo de niños por aspersión en lugar del bautismo de adultos por inmersión), el profeta Pablo predijo la manifestación del “hombre de pecado, el hijo de perdición” explicando que Cristo no vendría “sin que antes venga la apostasía” ( 2 Tesalonicenses 2:1-12 ). Proféticamente, apuntó dos doctrinas que identificarían la apostasía, diciendo: “En los postreros tiempos algunos apostatarán de la fe, escuchando a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios... prohibirán casarse, y mandarán abstenerse de alimentos que Dios creó para que con acción de gracias participasen de ellos los creyentes y los que han conocido la verdad” ( 1 Timoteo 4:1-5 ). Todo creyente conocedor de la historia religiosa de nuestra época sabe a ciencia cierta que las profecías bíblicas sobre la “apostasía”, el “anticristo”, “el hombre de pecado”, “el falso profeta”, “la gran ramera” o “la gran Babilonia” han sido cumplidas a saciedad.

5.   Centenares de años antes de que transcurrieran los eventos, el apóstol Juan profetizó que el Imperio Romano sufriría una “herida mortal” pero que su herida sería sanada , levantándose una segunda bestia de naturaleza religiosa que respaldara al reino secular, es decir, al Imperio Romano sanado (Apocalipsis 13), profecías cumplidas en todos sus pormenores cuando la “nueva Roma”, o sea, Constantinopla fue fundada por el emperador Constantino en el siglo cuatro y la iglesia romana se hizo poderosa durante la Edad Medieval.

E.    ¿Está comprendiendo usted cuán “segura” y poderosa es la “palabra profética” ? Muchas, muchas profecías anunciadas por hombres inspirados. ¡Todas cumplidas perfectamente! ¿No le impresiona este hecho palpable e incontrovertible? ¿No le convence que sigue vigente para todos nosotros el “testimonio de Cristo” dado mediante “el espíritu de la profecía” ? ¿No tiembla su alma pensando que Dios aún está al mando, que no ha muerto, que no está dormido, que sigue imponiendo su voluntad en las naciones?

F.    ¿Está dándose cuenta de cómo el Reloj Profético señala los tiempos? ¡No se ha parado nunca ese Reloj! Suena claramente en nuestros días llamando nuestra atención a las profecías dadas para los tiempos que vivimos .

1.    Profecía: “Vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias” ( 2 Timoteo 4:3 ). ¡Cumpliéndose!

2.   Profecía: “Apartarán de la verdad el oído y se volverán a las fábulas” ( 2 Timoteo 4:4 ). ¡Cumpliéndose!

3.   Profecía: “Por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas” ( 2 Pedro 2:3 ). ¡Cumpliéndose!

4.   Profecía: “Vendrán tiempos peligrosos. Porque habrá hombres amadores de sí mismos... desobedientes a los padres, ingratos... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios, que tendrán apariencia de piedad, pero negarán la eficacia de ella... siempre están aprendiendo, y nunca pueden llegar al conocimiento de la verdad” ( 2 Timoteo 3:1-7 ). ¡Cumpliéndose al pie de la letra!

5.    Profecía: Habrá un Milenio de paz y libertad para el pueblo de Dios ( Apocalipsis 20:1-10 ). Cumpliéndose en la actualidad.

G.    Claramente, el Reloj Profético da la hora para nuestros tiempos advirtiendo que rápidamente se acaba el tiempo para el Planeta Tierra con sus pasajeros, pero ¿quién lo mira? ¿quién lo escucha? ¿quién le hace caso? ¿quién transmite su mensaje? Al parecer, su tintín suena débil, dísono, distante, aun para no pocos miembros de la iglesia del Señor. Amados hermanos, ¿qué espíritu domina, en realidad, nuestra mente y alma? ¿El “espíritu de la profecía” el cual es el “testimonio de Jesús” o el “poder engañoso” que reciben los que no aman la verdad?

1.     Acaso, ¿hemos sido seducidos , aun los predicadores, ancianos y diáconos, por la industria del entretenimiento que invade y conquista los hogares de los incautos, por los placeres carnales que deleitan las masas o por las comodidades que ablandan tanto al espíritu y la voluntad como al cuerpo físico? ¿Hemos sido ablandados y hechos melosos al extremo de no tener las ganas o el coraje de redargüir, corregir, enderezar y podar para que nuestras congregaciones conserven la santidad en medio de un mundo inmoral que cumple en carne viva las profecías sobre sí mismo? ( “Habrá hombres... sin afecto natural... intemperantes... impetuosos, infatuados, amadores de los deleites más que de Dios.”)

2.    Acaso, ¿nos han silenciado las grandes masas sensuales con sus líderes liberales que reclaman a voz en cuello la tolerancia por todo estilo de vida y todo tipo de conducta, no importa cuán descabellada, dañina o abominable, reprochándonos porque identificamos públicamente el mal, censurándolo?

3.    Acaso, ¿nos han persuadido los teólogos, los pastores, la membresía de las sectas religiosas y nuestros vecinos a minimizar la importancia de la sana doctrina, a suavizar y hasta callar las verdades fuertes de la Biblia para que no lastimen a las personas sensibles infatuadas con sus tradiciones o con sus experiencias síquicas-emocionales?

4.    Dios nos libre del error fatal de no hacer caso al Reloj Profético y del error gravísimo de no transmitir su mensaje claro a nuestra generación.

a)    Al pueblo entretenido con sus ídolos nos corresponde predicarle las profecías que se están cumpliendo en la actualidad.

b)  También, las profecías que serán cumplidas pronto, a saber:

(1)     Que Satanás será suelto para que engañe de nuevo a las naciones de todo el mundo reuniéndolas para la última batalla contra Dios ( Apocalipsis 16:13-14 ; 20:7-10);
(2)     Que Cristo vendrá con sus ejércitos celestiales, derrotará a Satanás con todos los seres humanos que lo apoyan, matará con el espíritu de su boca a todos los hombres malos y echará al infierno al diablo y al falso profeta ( Apocalipsis 19:11-21 );
(3)    Que todos los muertos, tanto los malos como los buenos, serán resucitados ( Juan 5:28-29 );
(4)   Que el juicio final será celebrado;
(5)    Que los impenitentes y los desobedientes serán enviados al lugar de castigo eterno;
(6)    Que los que aman a Dios, amando también la verdad y obedeciéndola para salvación, recibirán pases para entrar y vivir eternamente en el Paraíso Celestial.
(a)     Estas son algunas de las profecías para el futuro cercano.
(b)    Si todas las profecías inspiradas sobre eventos ya ocurridos fueron cumplidas al pie de la letra y si las profecías para nuestros días se están cumpliendo delante de nuestros ojos, ¿por qué dudar del cumplimiento de las que revelan lo que aún ha de acontecer? Seguramente, ¡ éstas también serán cumplidas ! El Reloj Profético no detiene su marcha. ¡Nadie puede detenerlo! ¡Nunca jamás!

III.    Conclusión e invitación.

A.     Muchas de las profecías emitidas por Dios son fuertes y sumamente inquietantes, mayormente para los que no andan en armonía con los designios divinos. Su propósito es informar, convencer, advertir y provocar al arrepentimiento.

B.   Pero también hay muchas profecías matizadas de esperanza, positivismo y gloria celestial. Considere las que anuncian para los que andamos con el Señor:

1.  La resurrección a vida eterna ( Juan 5:29 );

2.  Las mansiones celestiales ( Juan 14:1 );

3.  La corona de inmortalidad ( 2 Timoteo 4:8 );

4.  Los cielos nuevos y tierra nueva , en los cuales mora la justicia” ( 2 Pedro 3:13 );

5.  La transformación del cuerpo físico en cuerpo espiritual, glorioso y poderoso , semejante al cuerpo de la gloria que tiene Cristo en su trono a la diestra de Jehová ( 1 Corintios 15:35-58 ; 1 Juan 3:2 ; Filipenses 3:21 );

6.  La nueva Jerusalén, ciudad celestial con su calle de oro; ciudad celestial y no terrenal, iluminada eternamente por “la gloria de Dios” ; ciudad celestial cuyas “puertas nunca serán cerradas de día, pues allí no habrá noche” , ni “habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”; “he aquí... todas las cosas” son hechas “nuevas” (Apocalipsis 21);

7.  El Paraíso de Dios, con su “río limpio de agua de vida, resplandeciente como cristal” y su grandioso árbol que produce doce frutos y cuyas hojas son “para la sanidad de las naciones” ( Apocalipsis 22:1-5 ; 2:7).

C.    Si usted no ha obedecido el evangelio puro, si no pertenece a la iglesia fundada por Cristo, o si pertenece pero se encuentra tibio o frío, le suplicamos que esté atento a la “palabra profética”, a todas estas profecías que hemos mencionado, a las duras y a las bellas, “como a una antorcha que alumbra en lugar oscuro, hasta que el día esclarezca y el lucero de la mañana salga” en su corazón.

1.    ¡Que salga ese lucero pronto en su corazón, aun ahora mismo!

2.    Que confiese usted con sus labios que Cristo es el Hijo de Dios, porque “si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo” ( Romanos 10:8-10 ).

3.    Que se arrepienta usted de sus pecados, porque “Dios, habiendo pasado por alto los tiempos de esta ignorancia, ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan; por cuanto ha establecido un día en el cual juzgará al mundo con justicia” ( Hechos 17:30-31 ).

4.    Que se sumerja usted en las aguas bautismales para el perdón de sus pecados, porque Cristo dice: “El que creyere y fuere bautizado será salvo” ( Marcos 16:16 ).

5.    Que sea añadido usted a la iglesia de Cristo y que sea fiel, esperando confiadamente y sin temor el cumplimiento de todas las profecías divinas, ya que no fallará ninguna .


El Pastor como padre de familia: Direccion eficaz


biblias y miles de comentarios
 
I.  Introducción.
A.  Salutación.
1.  La paz del Señor para todos ustedes, queridos compañeros y compañeras del “reino inconmovible” de “nuestro Señor y Salvador Jesucristo” (Hebreos 12:28; 2 Pedro 1:11), embajadores de Dios y sus colaboradores en “el ministerio de la reconciliación” (1 Corintios 5:18 – 6:1).
2.  Este servidor agradece sinceramente la invitación de presentar esta conferencia. Me siento muy honrado, fervientemente deseando ser instrumento apto para la ocasión, portador de algún regalo espiritual útil y valioso para cada mente, cada alma presente.
B.  El tema asignado es el siguiente: “El ministro y su familia”.
1.  Por “ministro” entiendo “predicador, evangelista, maestro, obispo o diácono”, pues todos estos “ministran” a la iglesia en alguna que otra forma, suponiéndose que todos sean buenos administradores de la multiforme gracia de Dios”. “Si alguno ministra, ministre conforme al poder que Dios da, para que en todo sea Dios glorificado por Jesucristo” (1 Pedro 4:10-11).
2.  “Ministro”, con o sin sueldo, así porque se encuentran representantes de ambos grupos en el modelo del Nuevo Testamento.
3.  “Y su familia.” Entiéndase, la que él mismo ha formado. Su esposa. O esposa e hijo. O esposa e hijos. De manera que, ¡cualquier ministro no casado puede marcharse ya!, si quiere, pues no está incluido en este tema. Pero, quédese, se lo suplicamos, por si acaso no soporte más y de repente quisiera casarse más pronto que tarde. Tiene que ser antes de morir, sabe usted estimado hermano soltero, porque allá no “se casan, ni se dan en casamiento” (Lucas 20:35).
II.  ¿Quieren conocer a un predicador ideal, con su esposa ideal e hijos ideales?
A.  Tengo el inmenso placer de presentarles: [En representación de los personajes que se nombran se utilizaron figuras apropiadas impresas a color y montadas individualmente en cartulinas blancas de tal manera que se sostenían en pie. El orador las sacaba una a una de una caja colocándolas en una mesa frente de él mientras las identificaba.]
1.  Al hermano Gayo, “G A Y O”, como en Romanos 16, predicador ideal, y además esposo ideal y padre ideal. Tiene cuarenta y ocho años de edad.
2.  A la hermana Febe, la esposa ideal de Gayo, y también madre y maestra bíblica ideal. Ella no quiso decirme cuántos años de edad tiene.
3.  A Nereo, el ideal hijo mayor de esta pareja.
4.  A Julia y Olimpas, hijas ideales de Gayo y Febe.
B.  Contemplemos detenidamente a esta pareja ideal.
1.  Tan puro, completo, maduro, rico y fuerte es su amor mutuo, “más fuerte que la muerte” (Cantares 8:6) , que constituye, efectivamente, una impenetrable barrera, a manera del cristal a prueba de golpes o balazos, alrededor de ellos, contra la que se estrellan, cual pájaro errante, toda tentación o seducción sexual, y también toda persona, incluso miembros carnales de la iglesia, que intente conquistar o corromper a cualquiera de los dos, que pretenda romper su matrimonio ideal.
2.  Sus relaciones íntimas satisfacen perfectamente a ambos, siempre cumpliendo amorosamente cada uno “el deber conyugal” (1 Corintios 7:3-5). Tanto es así que “no son ya más dos, sino una sola carne” (Mateo 19:6), no habiendo ni siquiera la sombra, sueño o fantasía de otra mujer u hombre que se interpusiera entre ellos.
3.  No es menos grato o lleno su compartir social, pues, además de esposos, también son íntimos amigos y compañeros de absoluta confianza.
a)  Conversan libre, animada e inteligentemente, seleccionando tanto ella como él solo temas o asuntos que ameriten la consideración de dos mentes maduras y poderosas, no malgastando nunca sus excelentes dones de comunicación en boberías dañinas, dimes y diretes contenciosos o sujetos estériles.   
b)  Nunca se enfrascan en airados argumentos personales. No cruza entre ellos ninguna palabra o expresión soez.
c)  Jamás en la vida miente o maldice Gayo a Febe, ni Febe a Gayo. Él no guarda en su corazón secretos oscuros y potencialmente peligrosos, ni tampoco ella. Ambos son completamente transparentes el uno para el otro.
4.  Se complementan maravillosamente en todo aspecto de carácter, talento y obra. El resultado admirable de tan ideal acoplamiento es la creación de un todo notablemente más fuerte y productivo que sus partes separadas. O sea, el rendimiento y la resistencia de Gayo es mayor por ser unido él a Febe, y viceversa.
5.  El mutuo apoyo y respeto de esta pareja en el matrimonio, al igual que en la crianza de los hijos y la realización de toda obra espiritual en la iglesia, son de calidad y nivel superlativos.
6.  Moderación y solvencia económica son las normas inviolables que siguen en todo aspecto material de su vida.
a)  Comen con moderación, proyectando sus cuerpos físicos buena salud, vigor, control.
b)  Sus vestidos, pese a no ser “costosos” (1 Timoteo 2:9), reflejan buen gusto.
c)  No están embrollados con deudas. No malgastan sus recursos. ¡Nunca pelean sobre dinero o cualquier cosa material!
d)  Verdaderamente, ¡son una pareja del todo ideal! ¿De acuerdo?
C.  Fijemos nuestra atención en los hijos de Gayo y Febe.
1.  Nereo, el mayor, de veintiún años de edad, es un adulto joven cristiano cuyo porte aun entre conocidos inconversos nunca da lugar a maledicencias. Muy activo en la congregación local, se está preparando para enseñar clases bíblicas y predicar. En todo sentido, es un hijo ideal.
2.  Julia, con sus diecinueve años, y Olimpas, con quince, son muchachas encantadoras de testimonio intachable. Ya bautizadas las dos, se visten “con pudor y modestia” (1 Timoteo 2:9-10), imitando a su santa madre. Comparten alegremente con sus padres y hermano, también disfrutando sanamente las actividades de la iglesia. Sin discusión, ¡son ideales estas dos hijas de Gayo y Febe!
D.  Predicador ideal, con una esposa ideal y tres hijos ideales.
1.  Toda pareja o familia de la iglesia está admirada de esta familia cristiana ideal. Con sobrada razón, la tienen en un pedestal. Se refieren a ella con tremendo respeto, orgullo y hasta con reverencia. Los espirituales la miran como paradigma digna de imitar, mientras los menos maduros la envidian, buscando alguna grieta en su fachada.
2.  Aun la gente del mundo alaba a esta familia cristiana ideal, no encontrando defecto alguno de que mofarse.
E.  Quizá la mayoría de las parejas presentes, o representadas, en esta asamblea pertenezca a esta categoría de “Matrimonio ideal; familia ideal”. ¡Ojalá! ¡Ojalá! ¡Dios quiera que así sea! Porque somos “embajadores” suyos. “Colaboradores” del mismo Padre celestial, Creador del universo, en su magna obra de “reconciliación”, “como si Dios rogase por medio de nosotros”, y es vital que proyectemos fielmente los mismos atributos divinos que él posee.
1.  Si Jesucristo se materializara en este instante en este salón, pidiendo que se pusiera en pie todo predicador, esposo y padre ideal, con su esposa e hijos ideales, este servidor tendría que tomar asiento enseguida, no por canoso o viejo sino por la distancia sustancial entre lo que soy y el ideal que debería ser.
2.  Por difícil que sea llegar a la altura del hermano Gayo, aun imposible, debo perseguir con pertinacia la meta, no rebajándola caprichosamente sino esforzándome varonilmente para subir al mismo nivel, y no justificando mis fallas ni comparándome con quienes estén más lejos del ideal que yo mismo.
III.  [Casa donde moran no solo un ministro de Cristo con su familia sino también unos “espíritus malos”. Para ilustrar las enseñanzas traídas en esta parte del mensaje se utilizó una casa de juguete y muñecos apropiados en representación de los miembros de la familia analizada.]
A.  ¿Qué les parece esta hermosa CASA? De tres pisos. Balcones en cada piso. Regia entrada con altas columnas. Me la prestó mi amiguita Karina, hermanita de Omar, hijos de José y su esposa Omayra, de la congregación en Bayamón. ¡Ya mi esposa Rita quiere una igual! ¿Qué voy a hacer? Pues, ni modo. ¡Complacerla! Mi anhelo es ser esposo ideal.
B.  Pretendiendo a manera de niños, diremos que moran en esta casa cierto ministro de Cristo, juntamente con su familia. Helos ahí frente a la casa. Los dejamos en el anonimato para evitar complicaciones. La casa tiene fachada de normal, y también casi siempre esta familia cuando participa en actividades de la iglesia o anda entre el público, bien sea de compras o de paseo. Mas sin embargo, en su interior esta casa está como hechizada, y esta familia, una vez encerrada en ella, cambia asombrosamente de carácter y comportamiento. Esto se debe al hecho de que también moran en la casa unos “espíritus malos”.
-Qué conste: seguimos pretendiendo.
Estos “espíritus” dañinos moran allí, tal cual unos fantasmas o duendes malévolos, solo porque el predicador y su esposa consienten en su presencia, tolerándolos y hasta alimentándolos. El apellido de este género es “Hipocresía”. Ahí están, aunque invisibles al ojo humano: los dos grandes, “Papá Hipocresía” y “Mamá Hipocresía”, con sus “Tres Pequeñas Hipocresías”.
C.  Asumiendo que el predicador y su familia hayan entrado ya en la casa, la volteamos para verla por dentro. Cómoda. Buenos muebles. Cualquier familia estaría a gusto aquí. Pero, esta familia en particular, pese a su calificativo de “cristiana”, está sacudida frecuentemente por fuerzas malignas que amenazan con dejarla postrada en el suelo de la vergüenza y derrota.
1.  A los diez minutos de haber cerrado la puerta, el predicador y su esposa se transforman de “cristianos” a “mundanos”. Él, frunciendo severamente las cejas, se sienta a la mesa en el comedor. Medio molesto, ordena a sus hijas a “cerrar la boca, apagar el televisor y no hacer ruido alguno”. Con voz glacial, se dirige a su esposa. “Mujer, estoy cansado y tengo hambre. Sírveme una taza de café caliente enseguida y fríeme dos chuletas con veinte tostones”. Comienza una tire jala maliciosa, punzantes acusaciones y contra acusaciones, miradas llameantes que fríen sentimientos en un sartén de cólera hirviente, asesinato de carácter.
a)  Esposa al esposo: “¡Cuidado de hablarme así, tú con tus actitudes malas y falta de respeto! Te lo digo de nuevo: ¡tú no eres en nuestro matrimonio y hogar la misma persona que cuando estás en el púlpito o entre los miembros! Allá tú eres un angelito, pero acá abusas verbal y emocionalmente de mi, tu esposa, y de nuestras hijas. ¡Tú, machista al fin! Tan agresivo. Mal humorado. Siempre inconforme. ¡Hipócrita! Eso es lo que tú eres. Si los hermanos te conocieran como tú eres realmente, ¡no te permitirían dirigirse a la congregación!”
b)  Esposo a la esposa: “¿Así?, mujer criticona. ¡Otro tanto diría yo de ti! Tan sumisa y mansa aparentas ser conmigo en la congregación, pero cuando somos tú y yo, nada más, sacas las uñas de todos tus disgustos, frustraciones y rencores. ¡Hipócrita! ¿Por qué sigues pretendiendo? No eres cristiana. No sabes apreciarme. Solo te preocupas por tu linda casa e hijas, ¿verdad?”
c)  Y los demonios del género “Hipocresía” se escuchan tras las paredes riéndose a carcajadas burlonas.
d)  Y las tres hijas de la pareja también lo presencian todo, asustadas, aturdidas. Observan tristes, aun llorando, el comportamiento contradictorio de sus padres, reforzándose en sus corazones impresiones negativas, confusión, temor, complejos, coraje, desprecio, resentimiento, no solo hacia los padres sino también hacia la iglesia, la que supuestamente representan, aman y promocionan sus padres en capacidad oficial.
-Hipocresía en los padres. He aquí tal vez la causa capital de un fenómeno demasiado común en familias de predicadores, evangelistas o maestros de clases bíblicas: me refiero a él de hijos espiritualmente indiferentes, fríos, rebeldes, mundanos, hostiles que no obedecen “de corazón” al Señor (Romanos 6:17), que abandonan a la iglesia.
e)  Ejemplo de una hipocresía tamaño “Papá” o “Mamá” es la infidelidad sexual del predicador, su esposa o ambos mientras continúan con osada desfachatez en los ministerios. Otra hipocresía escandalosamente grande es la de tomar “la piedad como fuente de ganancia” (1 Timoteo 6:4-6). De dimensiones no pequeñas es la hipocresía que engendran “glotonerías”, vicio vinculado con “borracheras” en textos tales como Romanos 13:13, pero sutilmente desvinculado, usualmente con expresiones graciosas, por siervos y siervas de paladar insaciable. ¿Con qué moral fulminar yo contra “borracheras” y otros pecados parecidos si me sirvo de continuo con la cuchara grande? ¡Y vuelvo a llenar el plato!
-Desde luego, estamos exagerando para el efecto. Y seguimos pretendiendo.
2.  Amados, en el contexto de este mensaje, este servidor ciertamente no pronuncia la antipática palabra “Hipocresía”, tan lastimosa a nuestros oídos y sensibilidades, en son de censura para nadie. La menciono como tema para análisis porque mi apreciación personal es que este pecado asedia tenazmente especialmente al predicador, evangelista, maestro, maestra, anciano o diácono, como el lobo rapaz a su presa –sigilosa, disimulada y persistentemente, a menudo sorprendiéndolo precisamente en el seno del hogar. Nos asedia tal cual a los maestros judíos de la Ley Mosaica en el tiempo de Cristo, llamándolos “hipócritas” el Señor siete veces tan solo en Mateo 23. “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” “Dicen y no hacen”, error grave demasiado fácil de cometer. Si bien las hipocresías suelen trastornar el matrimonio y enajenar a nuestros hijos, no es menos cierto que disgustan a la iglesia y nos exponen a la mofa de inconversos. Por consiguiente, es menester expeler de nuestra casa espiritual al género “Hipocresía” con patadas duras y despidos terminantes.
a)  Nada de excusas baratas. “Pero, querida esposa, amados hijos, queridos hermanos, ¡yo también soy humano! A veces, soy débil.” ¿No es esta la justificación común y corriente del que es tildado de “hipócrita”?
b)  “¡Yo también soy humano!” O sea, ¿más “humano” que espiritual? ¿Más hombre natural y carnal (1 Corintios 2:12-16) que “nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad”? (Efesios 4:22-24; Colosenses 3:9-10). Quienquiera tenga este concepto de sí no es apto para ser predicador, evangelista, maestro de la Palabra. Digo, a mi entender.
c)  “A veces, soy débil.” Sí, y yo también. Pero, cuando lo soy he de arrepentirme enseguida, pidiendo perdón tanto a los míos como a Dios, y  enderezar prontamente mi caminar (Hebreos 12:12-13) para que mis debilidades no se perciban o se interpreten como “hipocresías”.
3.  ¿Queremos alejar lejos al género “Hipocresía”? Pues, la arma poderosa para lograrlo es “la sincera fidelidad a Cristo” (2 Corintios 12:3). ¡Las “Hipocresías” no soportan la sinceridad!
a)  “Con sencillez y sinceridad de Dios… nos hemos conducido en el mundo, y mucho más con vosotros” (2 Corintios 1:12).
b)  “Con sinceridad, como de parte de Dios, y delante de Dios, hablamos en Cristo” (2 Corintios 2:17).
c)  “Sinceridad”, “Sencillez” y “Honestidad” son los nombres de las hermosas “hijas”, maduras y sin afectaciones, nacidas de motivaciones puras, desinteresadas, fuertes. En contraste, “Insinceridad”, “Hipocresía”, “Pretensión” y “Engaño” son la mala crianza de motivaciones egoístas, materialistas, carnales. En lo más profundo de su corazón, cada obrero conoce sus motivaciones, a no ser que se engañe a sí mismo.
IV.  Purificando nuestro matrimonio, familia y hogar de las fuerzas malignas identificadas, procedamos a fortalecerlos grandemente, acercándolos cada vez más al magnífico “ideal”. Aunque nada nuevo traiga para su consideración, quisiera compartir cinco sugerencias sencillas para el fortalecimiento del matrimonio y la familia del “buen ministro de Jesucristo, nutrido con las palabras de la fe y de la buena doctrina” (1 Timoteo 4:6).
A.  Primera sugerencia. Informar y orientarse ampliamente sobre todo aspecto de sus ministerios, particularmente sobre los que impactan a la familia, haciéndolo con total transparencia.
1.  El predicador, evangelista, maestro, etcétera, a su esposa e hijos.
2.  La esposa a su esposo e hijos.
3.  Respecto a sus deberes, compromisos, obras, oportunidades, luchas y pruebas, si el ministro no orienta con lujo de detalle a su esposa, ¿por qué esperar que ella le comprenda o apoye. Debidamente informada ella, ha de reciprocar esta confianza, examinando con “inteligencia espiritual” (Colosenses 1:9) lo expuesto para comprenderlo ella misma a cabalidad y poder explicárselo también a sus hijos. Esto lo puede lograr ella con tal de ser tan espiritual como su esposo e igualmente comprometida con la obra del Señor.
4.  –“¿Por qué nos conviene trasladarnos a Nicaragua para trabajar en la obra de la iglesia?” –“Mamá, ¿por qué se fue papá a Puerto Rico para ese Encuentro, dejándonos solitos acá?” –“Querido esposo, ¿por qué estás llegando tarde a casa a menudo? Los niños preguntan. Comen y se acuestan sin verte.” –“Papá, ¿por qué no vivimos mejor? ¿Por qué estudias la Biblia tanto? ¿Por qué no juegas más con nosotros?” Contestaciones inteligentes y amenas a estas preguntas fortalecen a la familia. Mejor todavía, explicaciones dadas oportunamente con cariño y respeto rinden innecesario este tipo de pregunta o inquietud.
B.  Segunda sugerencia. Procurar equilibrar deberes en la “Balanza de responsabilidades”.
-Por un lado, los deberes de ministerios espirituales. Por el otro, los deberes de matrimonio, familia y hogar. ¡Equilibrados! Ejecutar esta proeza día tras día, año tras año, durante todas las etapas de la vida, requiere un grado altísimo de sabiduría celestial, mucha reflexión, planificación y cooperación.
C.  Tercera sugerencia. Adiestrar a miembros idóneos, delegándoles ministerios y no adueñándose usted de toda administración, de toda obra. Entre los dividendos que arrojan este proceder bíblico se cuentan los siguientes: más tiempo libre para usted y su familia y una congregación más madura, eficiente y productiva.
D.  Cuarta sugerencia. Cerrar la puerta y las ventanas de su casa, tanto las materiales como las espirituales, contra personas entrometidas, miembros al igual que no miembros, que lastimaran a usted y su familia con sus chismes, difamaciones, críticas destructivas, exigencias, mal ejemplo, etcétera. Y controlar también las comunicaciones vía teléfono, incluso el celular, y correo electrónico.
E.  Quinta sugerencia. No vacilar en admitir su culpa y pedir perdón a su cónyuge, también a sus hijos, por cualquier incumplimiento u ofensa, aunque no haya sido intencional.
V.  Las familias más importantes sobre la faz de la tierra, ¿cuáles son? ¿Cuáles son las familias más importantes de México, Colombia, Costa Rica, El Salvador, República Dominicana, Canadá, Estados Unidos de América y Puerto Rico?
A.  En el renglón político, las más importantes son las de los mandatarios máximos.
B.  En el renglón moral y espiritual, las familias más importantes son las de los predicadores, evangelistas, maestros, ancianos y diáconos fieles al Señor en su misión, mensaje y práctica. Dada la infinita superioridad del eterno Reino de Dios sobre las temporales naciones seculares del mundo, afirmamos confiadamente que las familias al frente de este Reino divino son, en definitiva, ¡las más importantes sobre la faz de la tierra! Doy expresión pública a esta gran verdad sublime no en tono soberbio de jactancia, ni para competir con el mundo, ni tampoco para que nos gloriemos desmedidamente, sino para poner de relieve nuestro importantísimo lugar elevadísimo en “el ministerio de reconciliación” que el amoroso Dios Padre está efectuando entre los seres humanos.
-Respetados ministros casados, queridas esposas y preciosos hijos de varones que administran los trabajos únicos del Reino divino, ¡no somos poca cosa en este mundo! ¡Somos los matrimonios y las familias más importantes sobre la faz de la tierra! Embajadores somos del Reino celestial enviados a proclamar perdón y salvación. Somos “gloria de Cristo” (2 Corintios 8:23). Vivamos, pues, a la altura de nuestro llamamiento y vocación. Conduzcamos todos nuestros asuntos día tras día plenamente conscientes de la sin igual posición que ocupamos ante el mundo, la iglesia y el Creador mismo.
-“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria” (1 Pedro 5:4).