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domingo, 2 de diciembre de 2012

El Poder del Evangelio Justifica: La Ley condena - Estudio para Obreros y Ministros Itinerantes


. Estudio Para Obreros y Ministros Itinerantes
. biblias y miles de comentarios
 
LECCIÓN  8
SOLAMENTE EL EVANGELIO JUSTIFICA AL HOMBRE, MAS NO LA LEY
INTRODUCCIÓN
Reconozcamos que toda deslealtad es un acto de traición reprochable en todos los aspectos de la vida. Más todavía, en el caso de un cristiano que abandona la pureza del Evangelio de Cristo. Esto es lo que ocurría con muchos cristianos en la Iglesia de Cristo en Galacia, que caían presa por causa de los legalistas y judaizantes. Ésta es la razón por la que Pablo, presenta la defensa doctrinal de la justificación por fe.
I.      LA TORPEZA DE LOS GÁLATAS, Gá. 3:1.
“¡Gálatas torpes! ¿Quién los ha hechizado a ustedes, ante quienes Jesucristo crucificado ha sido presentado tan claramente?”
A. ¡Gálatas torpes o insensatos! (Gr. Anoetoi), es una fuerte exclamación combinada de cólera, amor y sorpresa, que en buen castellano significa carente de sentido. Razón por la cual, el Apóstol pregunta: ¿quién los había engañado o hechizado? (Gr. ebaskanen). Porque los gálatas empezaron por el Espíritu; es decir, supieron obedecer el Evangelio puro y sincero, para después dejarse guiar por un evangelio pervertido. Mejor dicho, dejaron la gracia de Dios para someterse a la ley de Moisés, habiendo escapado de la esclavitud del paganismo, conforme el mismo Pablo nos dice en Gá. 4:8,9, y ahora se estaban esclavizando nuevamente, por medio de promesas falsas y poderes diabólicos para volver a ser esclavos de la ley. Pues, la doctrina falsa al igual que el vino, entorpece los sentidos, cegando la realidad espiritual del ser humano. A Pablo le costó creer lo que los gálatas habían hecho.
La única explicación que él tenía en ese entonces, era que un mago los había hechizado a los gálatas por ser perezosos y descuidados mentales, que optaron por no ejercer su inteligencia espiritual al verse enfrentados por lo judaizantes que contradecían el mensaje de las Escrituras, y torcían el mensaje del Evangelio de Cristo Jesús.
La palabra griega anoetoi comunicaba la idea de una actitud errónea en el corazón y falta de fe que nubla el entendimiento. Los gálatas eran simplemente ovejitas que no pensaban. Eran como niños zarandeados por las olas y llevados de aquí para allá por todo viento de enseñanza y por la astucia y los artificios de quienes emplean artimañas engañosas”, nos dice el mismo autor en Ef. 4:14. Así ocurre hoy en día, cuántos hermanos torpes, que no estudian, se dejan llevar por cualquier ilusión errónea doctrinal. Son ciegos y sordos, como Pablo lo fue en otro tiempo: necio y desobediente, nos lo dice él mismo en Tit. 3:3.
Los gálatas eran torpes e insensatos, porque a pesar que Pablo y Bernabé les habían presentado a Cristo con especial claridad; poniendo delante de ellos la Verdad en cuanto a Jesús. El apóstol esperaba que esta visión del Crucificado, salvaría a los gálatas de la mirada mortífera y engañadora de los judaizantes. Porque la vida cristiana no se vive con sentimientos positivistas, sino sobre el fundamento de la verdad de Dios en Cristo Jesús. Razón por la cual, todo cristiano, debe apoyarse en las Escrituras, a fin de no vivir de manera fluctuante, sino que cada día debe ser renovado en la actitud de su mente, nos dice Ef. 4:23. ¿Para qué? Para que no se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente, a fin de comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena agradable y perfecta, nos da a conocer Ro. 12:2.
En consecuencia, no olvidemos que la fe y la obediencia son establecidas por la mente del cristiano, mas no por las emociones; porque al ego humano le agrada buscar su propia gloria y modo de quedar bien consigo mismo y con los demás, sin antes buscar humildemente la verdad y la voluntad de Dios, con el único propósito de vivir conforme a ellas. Tanto el engaño doctrinal como el engaño por artes mágicas, según Hch. 19:19, destruyen a sus víctimas, porque Satanás utiliza las dos modalidades para engañar a la humanidad.
B. Pablo sólo quería Saber lo que los Gálatas habían Hecho, Gá. 3:2. “Sólo quiero que me respondan a esto: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje?” Cuando el apóstol Pablo les dice a los gálatas: -Solo quiero que me respondan no es para pedirle alguna información, sino para que ellos mediten, reflexionen y recuerden lo que él con Bernabé habían hecho con ellos, cuando se arrepintieron, confesaron sus pecados, se bautizaron para perdón de pecados y recibieron el don del Espíritu Santo, tras haber confiado en la justicia de Cristo Jesús para su salvación, conforme nos dice Pedro en Hch. 2:38.
1.  Fue por Fe que los Gálatas aceptaron el Mensaje, pero después lo abandonaron. Ésta es la razón por la que el apóstol Pablo les pregunta a los gálatas: ¿Recibieron el Espíritu por las obras que demanda la ley, o por la fe con que aceptaron el mensaje? Lo recibieron por fe, durante su bautismo; justificándose así que el don del Espíritu Santo es prueba evidente del amor y favor de Dios en la vida de todo cristiano, como la más sustantiva característica de su salvación y la inequívoca garantía de su gloria eterna. Con justificada razón, el mismo Pablo nos dice en Ro. 8:16: -“El Espíritu mismo le asegura a nuestro espíritu que somos hijos de Dios”. De la misma manera, el que obedece sus mandamientos permanece en Dios, y Dios en él, nos dice 1 Jn. 3:24. Esto quiere decir que ninguna persona puede tener al Espíritu de Dios antes de su salvación, ni carecer de su presencia constante después de su salvación. ¿Por qué?  Porque cuando oyeron el mensaje de la verdad, el evangelio que les trajo la salvación, y lo creyeron, fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido, nos dice Ef. 1:13,14, como respuesta.
Esto quiere decir que todo cristiano en Galacia recibió el Espíritu Santo; mas no lo recibieron por las obras que demanda la ley, sino por fe. Por tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, pues por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte. En efecto, la ley no pudo liberarnos porque la naturaleza pecaminosa anuló su poder; por eso Dios envió a su propio Hijo en condición semejante a nuestra condición de pecadores, para que se ofreciera en sacrificio por el pecado. Así condenó Dios al pecado en la naturaleza humana, a fin de que las justas demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, nos da a conocer Pablo en Ro. 8:1-4. De tal manera, el Espíritu Santo no es la meta de la vida del cristiano, sino su verdadera fuente; tampoco es el producto de una vida fiel, sino el verdadero poder que lo sustenta.
2.  Pablo Reitera su Alusión a la Torpeza de los Gálatas, Gá. 3:3. “¿Tan torpes son? Después de haber comenzado con el Espíritu, ¿pretenden ahora perfeccionarse con esfuerzos humanos?” Los gálatas continuaban con su torpeza, a pesar que habían recibido el don del Espíritu Santo por fe. De tal manera, que los legalistas judaizantes no podían demostrar con éxito, que las obras de la ley eran esenciales para el comienzo de la vida cristiana. Así que, su argumento se centraba en que la circuncisión era muy necesaria para completar la vida cristiana. Por fin, ésta es la razón por la que Pablo interrogara, si lo que comenzó con el Espíritu puede ser perfeccionado con los esfuerzos humanos. Del mismo modo, pregunta: ¿si la nueva vida del cristiano comienza cuando la persona al ser bautizada recibe el don del espíritu de Dios, que  al obrar en el corazón de ella, alcance su plenitud por medio de un simple rito legalista hecho en el cuerpo del cristiano?, conforme nos dice literalmente He. 9:10: -“No se trata mas que de reglas externas relacionadas con alimentos, bebidas y diversas ceremonias de purificación, válidas sólo hasta el tiempo señalado para reformarlo todo”. ¿Por qué? Porque si un justo se vuelve atrás, jamás será del agrado de Dios, He. 10:38. Esto quiere decir, indudablemente, que nuestros hermanos gálatas en vez de crecer espiritualmente, algunos retrocedían por falta de conocimiento y madurez.
3.  El Sufrimiento de los Gálatas fue en Vano, Gá. 3:4. “¿Tanto sufrir, para nada? ¡Si es que de veras fue para nada!” En este caso,  debemos comprender que los gálatas estaban pasando por un momento de transición; razón por la cual, no estaban bien alimentados espiritualmente, como acontece con cualquier hermano recientemente convertido, al tener que someterse a una nueva experiencia en su relación y comunión con Cristo Jesús, el Espíritu Santo y el Dios Padre. Posiblemente, algunos gálatas, no comprendían ni aplicaban en sus vidas lo que nos dice 2 Ti. 3:12: -“…serán perseguidos todos los que quieran llevar una vida piadosa en Cristo Jesús”. Sin embargo, los gálatas habían padecido mucho en la pugna doctrinal de Pablo y Bernabé con la de los dirigentes judíos y gentiles que estaban en su contra en toda Galacia, conforme lo podemos apreciar en Hch. 13 - 14.
Pues, los gálatas, no podían diferenciar las ideas de lo que habían oído de Pablo, para darse cuenta de que los argumentos y leyes de los judaizantes no encajaban con los del evangelio que les había enseñado el apóstol. Entonces, quedaba una controversia en la vida de nuestros hermanos gálatas: si ellos aceptaban el judaísmo, no recibirían la recompensa que Cristo Jesús promete a los que sufren por Él, en Mt. 5:10-12.
Finalmente, cuando Pablo le dice a los gálatas: -¡Si es que de veras fue para nada!, apreciamos que él abriga una esperanza y optimismo, porque sus nobles sentimientos se reflejan nítidamente en Gá. 4:9-14,20, donde les dice: ¿quieren volver a ser esclavos de ellos?; y en 5:2-10: “Nosotros en cambio, por obra del Espíritu y mediante la fe, aguardamos con ansias la justicia que es nuestra esperanza”. De tal manera, estas palabras bien claras, concuerdan con lo que nos dice el autor en He. 6:9: “…estamos seguros de que les espera lo mejor, es decir, lo que atañe a la salvación”; Por tanto, todas estas expresiones de Pablo son muy elocuentes y probablemente muchos de los gálatas reflexionaron y se afirmaron en la verdad del Evangelio de Cristo Jesús.
4.  La Experiencia de los Gálatas con el Padre, Gá. 3:5. “Al darles Dios su Espíritu y hacer milagros entre ustedes, ¿lo hace por las obras que demanda la ley o por la fe con que han aceptado el mensaje?” El apóstol Pablo les hizo esta pregunta, porque sabía acerca de las experiencias presentes que estaban viviendo; es decir, que por lo menos, la vida espiritual de los gálatas continuaba, porque el Dios a quien ministraban, por medio de su Espíritu les estaba haciendo milagros. Así es cómo se cumplía lo que justamente a través de su Hijo el padre Celestial había prometido dar el Espíritu Santo a quienes se lo pedían, Lc. 11:13. Además, en Jn. 16:13 podemos observar lo que nos expresa el autor: -“Pero cuando venga el Espíritu de la promesa, él los guiará a toda la verdad, porque no hablará por su propia cuenta sino que dirá sólo lo que oiga y les anunciará las cosas por venir”.
Los milagros o maravillas (Gr. dunamis) con que se expresa el autor, se refiere al poder espiritual sobre Satanás, el mundo, el pecado, la carne y las debilidades humanas que Dios Padre otorga a sus hijos por medio de su Espíritu. Ésta es la razón para el gozo de Pablo en su propia debilidad, porque quería que el poder de Cristo morara en él en abundancia; pues, él mismo lo dice en 2 Co. 12:9.

II.   EL PACTO DE ABRAHAM Y SU RELACIÓN CON LA LEY MOSAICA, Gá. 3:6-18

A.  Pablo pone como Ejemplo de Fe a Abraham, Gá. 3:6. “Así fue con Abraham: Le creyó a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia”. Sabemos que la fe se demuestra por medio del bautismo de inmersión, por la perseverancia, por guardar los mandamientos de Dios en nuestra mente y corazón, y por saber aplicarlos en nuestra vida y en la de los demás. Asimismo, comprendamos que la fe es personal, interna y espiritual, sin conexión alguna con ceremonias, rituales, observancias de la ley mosaica, las buenas obras y otras cosas externas, que solo son vistas por los hombres.
Ahora, yendo al meollo del asunto, Pablo no dice que Abraham creyó en Dios, que significa que una sola vez le creyó; sin embargo, cuando expresa: le creyó a Dios, quiere decir que Abraham llevó y vivió una vida de fe; es decir, una vida fiel y obediente, según nos lo demuestra He. 11:8-19. Esto lo demostramos, leyendo Gn. 15:5,6, que literalmente nos da a conocer: -“Luego el Señor le llevó afuera y le dijo: Mira hacia el cielo y cuenta las estrellas, a ver si puedes. ¡Así de numerosa será tu descendencia! Abraham creyó al Señor, y el Señor lo reconoció a él como justo”.
B. Por su Fidelidad y Obediencia a Dios Abraham fue Bendecido. Es otro ejemplo del porqué Abraham fue bendecido por Dios. Veamos, lo que nos dice Gn. 12:2,3: -“Haré de ti una nación grande y te bendeciré; haré famoso tu nombre, y será una bendición. Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; ¡por medio de ti serán bendecidas todas las familias de la tierra!”.
Por lo tanto, surge una interrogante: -¿Por qué hubiera sido difícil que Abraham creyera en promesas? Simple y llanamente, porque él y Sara no tuvieron hijos hasta ese entonces, debido a que Sara era estéril; sin embargo, para Dios no hay nada imposible, Gn. 18:11-15; a pesar de todo, Abraham no se debilitó en la fe considerando su cuerpo de avanzada edad, siendo él de cien años y Sara de noventa con una matriz estéril; pues, por encima de todos estos inconvenientes llegaron a tener a Isaac, Gn. 21:1-3.
Con el nacimiento de Isaac, Abraham fortaleció su fe, dando gloria a Dios, convencido de que Jehová es poderoso para realizar todo lo que le había prometido. Razón por la cual, su fe también le fue contada por justicia, nos dice Ro. 4:19-22. Asimismo, no olvidemos que Abraham es el hombre más grande entre los judíos. Por lo tanto, los judaizantes decían a los gentiles: para ser considerado como hijo de Abraham y ser salvos, tenían que circuncidarse, teniendo presente lo que nos dice Gn. 17:10. En consecuencia, éste es el motivo por el que Pablo habla de la personalidad espiritual de Abraham, para demostrarle a los legalistas y judaizantes, la manera cómo él fue justificado, a fin que la tuvieran presente para imitarlo.
Con todo esto, queda demostrado que Pablo está asegurando que la base fundamental para que Abraham sea aceptado por Dios, no fue la circuncisión, sino la fe y el creer a Dios como un acto permanente.
1. Los Descendientes de Abraham viven por la Fe, Gá. 3:7. “Por lo tanto, sepan que los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe”. Los que realmente son personas de fe; no aquellos que simplemente están convencidos de que la Palabra de Dios es Verdad, sino los que movidos por su fe: oyen, obedecen y siguen a Dios.
Los judíos siempre discutían acerca del privilegio de ser hijos de Abraham; por consiguiente, demandaban el sello de la circuncisión; y por este motivo, ningún hombre incircunciso, podía ser considerado como descendiente de Abraham. Frente a este obstáculo legalista, Pablo rechazó tajantemente que Abraham fue aceptado por Dios, no por la circuncisión externa, sino más bien por su fe y obediencia a Dios. En consecuencia, todos los hombres de fe en la actualidad, son verdaderos descendientes de Abraham por la circuncisión interna del corazón, como el mismo apóstol nos lo demuestra en Ro. 2:28,29.
2. ¿Por qué les dice esto Pablo a los legalistas y judaizantes? Porque los judíos a pesar de tener en sus manos el mandamiento escrito y la circuncisión hecha en su cuerpo, quebrantaban la ley de Moisés, Ro. 2:25-27. De la misma manera, Pablo en su Epístola a los Romanos, demuestra que Abraham fue justificado antes de ser circuncidado. Es más, cuando todavía no estaba circuncidado, recibió la señal de la circuncisión como sello de la justicia que le había tomado en cuenta por la fe. Por tanto, Abraham es padre de todos los que creen, aunque no hayan sido circuncidados, y a éstos se le toma en cuenta su fe como justicia”. Y también es padre de aquellos que, además de haber sido circuncidados, siguen las huellas de nuestro padre Abraham, quien creyó cuando todavía era incircunciso”, nos dice el mismo apóstol en Ro. 4:10-12. Esto quiere decir que, Dios le llamó, le justificó y le hizo la promesa a Abraham, cuando era incircunciso. Además, él era gentil como los gálatas del tiempo de Pablo; sin embargo, fue justificado por creer a Dios y obedecerle con todo su ser.
Los gálatas de aquel entonces, unidos con los judaizantes profesaban ser cristianos; pero en realidad eran falsos hermanos, que deseaban hacer los deseos de Satanás, pervirtiendo el Evangelio. En consecuencia, los gálatas judaizantes, no tenían ningún derecho de ser llamados descendientes de Abraham, por ningún motivo; toda vez que no tenían nada parecido en lo referente a creer a Dios y obedecerle; simplemente, eran diablos predicadores en la integridad de su apariencia. (He.11:8-10; 17-19).
a. Dios Proclama las Buenas Nuevas de Abraham, Gá. 3:8. “En efecto, la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, anunció de antemano el evangelio a Abraham: Por medio de ti serán bendecidas todas las naciones”. Cuando Pablo nos dice: la Escritura, habiendo previsto que Dios justificaría por la fe a las naciones, significa que la Buena Nueva le fue predicada a Abraham, toda vez que Cristo Jesús existió antes que este gran patriarca existiera, conforme nos da a conocer Jn. 8:58: -“Ciertamente les aseguro que, antes de que Abraham naciera, ¡yo soy! Razón por la cual, Dios le dijo que en su simiente serían bendecidas todas las naciones del mundo.
3. El Ejemplo de Abraham debe Ser Imitado. Muchos de nosotros, debemos adentrarnos a estudiar la vida de este gran personaje bíblico, porque Abraham es el ejemplo en el grado superlativo de cómo debemos creer a Dios, cómo obedecerle, y finalmente, cómo ser salvo. Esto está demostrado en Gn. 12, cuando el Señor le dijo: “Deja tu tierra, tus parientes y la casa de tu padre, y vete a la tierra que te mostraré”; y él le obedeció.
a. Dios cumple su Promesa con Gran Poder. Abraham creyó, confió y estuvo seguro que nuestro Padre Celestial le abandonaría; en virtud de su fe, “contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó, y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones, tal como se le había dicho: Así de numerosa será tu descendencia”, nos dice el apóstol Pablo en Ro. 4:18.
b. Isaac, Hijo de la Promesa. Tal como el Señor lo había dicho, se ocupó de Sara y cumplió con la promesa que le había hecho. Abraham ya tenía cien años cuando nació su hijo Isaac. Sara dijo entonces: “Dios me ha hecho reír, y todos los que se enteren de que he tenido un hijo, se reirán conmigo”, Gn. 21:1,5,6. Vemos aquí que Dios nunca deja de cumplir su promesa.
c. Abraham es Probado con el Heredero de la Promesa. Transcurrido cierto tiempo, Dios le ordenó a Abraham: -“Toma a tu hijo, el único que tienes y al que tanto amas y ve a la región de Moria. Una vez allí, ofrécelo como holocausto en el monte que yo te indicaré”, Gn. 22. Con respecto a esta orden divina, vemos que Abraham oyó a Dios, creyó y obedeció. Preguntamos, entonces. ¿Por qué aceptó esto Abraham? La respuesta es y será siempre: porque Abraham tenía sincera y verdadera fe en Dios; además, él estaba convencido que si mataba a su hijo, Dios iba a levantarlo de entre los muertos, como a nuestro Amado Redentor, según lo podemos comprobar en He. 11:19.
C. Los que viven por Fe son Bendecidos junto con Abraham, Gá. 3:9. “Así que los que viven por la fe son bendecidos junto con Abraham, el hombre de fe”. Cuando hablamos de un ser bendecido, en primer lugar, hablamos de un cristiano de mucha fe, porque es el mejor barro que como recipiente de Dios ha recibido su amor, gracia, misericordia y perdón por vivir con Cristo Jesús, quien nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo, nos dice Ef. 1:3.
Por consiguiente, Pablo, considera que aquellos que son hombres de fe, están recibiendo las bendiciones que Abraham recibió. Pues, ser un hombre lleno de fe, es ser un hombre activo; es decir, un creyente fiel (Gr. Pistos) rendido a Dios, es una persona que está creyendo siempre, constantemente en Dios, como lo hicieron los patriarcas de la fe y los profetas.
Por otro lado, para responder a los argumentos que consideraban los judíos, de que las bendiciones que Abraham había recibido de Dios sólo estaban limitadas a los circuncidados; el apóstol Pablo señala el hecho de que los gentiles incircuncisos estaban siendo muy bendecidos y justificados por su fe en Dios, toda vez que Jehová le hizo la promesa original siendo Abraham el primer gentil lleno de fe activa y profunda. Asimismo, un gentil, en absoluto, tiene ventaja alguna en convertirse en judío, antes de convertirse en cristiano. De tal manera que, la circuncisión de una persona, sin importar que sea gentil o judío, automáticamente anula la gracia de Dios en su vida, porque si la justicia se obtuviera mediante la ley, Cristo habría muerto en vano, nos dice Gá. 2:21.
Por último, cuando hablamos de creyentes en el caso del cristianismo puro y verdadero, aludimos a los discípulos de Cristo Jesús, debido a que existen muchas clases de creyentes, cuya fe está dirigida a ídolos, talismanes, a los cerros, a los astros, etc. De tal manera que, en nuestro caso, creyente es sinónimo de cristiano, discípulo de Cristo, santo o separado para Dios. Asimismo, los  hombres de fe son todos los fieles de Dios, desde el principio de la humanidad hasta el final de los tiempos. ¿Por qué? Porque nuestro Dios, tiene un solo pueblo, integrado por hombres de fe que son sus hijos. También, porque hay un solo Salvador, que es nuestro Señor Jesucristo; por tanto, todos son salvos por fe; es decir, por creer a Dios, obedecerle de corazón, guardar sus mandamientos y aplicarlos en su vida y en la de los demás.
D. La Ley trae Maldición, mas no Justificación, Gá. 3:10. “Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición, porque está escrito: maldito sea quien no practique fielmente todo lo que está escrito en el libro de la ley”. En este versículo, Pablo nos está advirtiendo con claridad, acerca de la limitación de la ley: Los que dependen de las obras de la ley, no son los que obedecen a Dios por fe, como lo podemos apreciar en Ro. 16:25,26, que literalmente expresa: -“El Dios eterno ocultó su misterio durante largos siglos, pero ahora lo ha revelado por medio de los escritos proféticos, según su propio mandato, para que todas las naciones obedezcan a la fe. ¡Al que puede fortalecerlos a ustedes conforme a mi evangelio y a la predicación acerca de Jesucristo”.
De igual manera, los que dependen de las obras de la ley, son como el fariseo descrito en Lc. 18:9-14; es decir, son hombres que confían en sí mismos como justos, para luego decirles a nuestro Padre Celestial: -“Oh, Dios, te doy gracias porque no soy como otros hombres- ladrones, malhechores, adúlteros- ni mucho menos como ese recaudador de impuestos. Ayuno dos veces a la semana y doy la décima parte de todo lo que recibo”.
Como podemos apreciar, los judaizantes dependían mucho de la circuncisión y del guardar la ley, de acuerdo con lo que nos dice Hch. 15:1, 5: -“A menos que ustedes se circunciden, conforme a la tradición de Moisés, no pueden ser salvos”. …Es necesario circuncidar a los gentiles y exigirles que obedezcan la ley de Moisés” para que sean justificados o salvos. Pero las cosas no son así, conforme lo expresa el Evangelio de Cristo; de tal manera, para redimir al hombre pecador de esta maldición divina, Jesús tuvo que hacerse a Sí mismo una maldición a través de su muerte en la Cruz del Calvario.
En consecuencia, la respuesta de Pablo tuvo que ser contundente e inequívoca que por medio de un argumento doctrinal divino, Pablo les dice a los gálatas judaizantes: -“Todos los que viven por las obras que demanda la ley están bajo maldición”; de lo contrario, tienen que cumplir todas las cosas escritas en la ley, sin pecar ni una sola vez. También, tienen que obedecer y practicar todos los mandamientos y todas las ordenanzas por muy pequeños que éstos sean; además, todo acto de purificación sin cometer una sola falta; pues, si cometen alguna falta, quebrantamiento o infracción, quedan bajo maldición conforme está escrito: -“Maldito sea quien no practique fielmente las palabras de esta ley”, Dt. 27:26.
Surge entonces la pregunta: -¿Por qué les dice todo esto Pablo a los legalistas y judaizantes de Galacia? Porque ellos no guardaban toda la ley mosaica, en Gá. 6:13; razón por la cual, estaban bajo la maldición divina. De tal manera, ¿cree usted que los gentiles de aquel tiempo, hubieren admitido estar bajo la maldición, creyendo en Dios? Estoy segurísimo que NO; porque el fundamento cristiano es completo. Sin embargo, esto es lo que sucede, hoy en día, con los adeptos de muchas sectas y denominaciones que están incluidas dentro de la maldición de Dios, a pesar que leen y saben lo que nos dice Ro. 10:2-4.
Con conclusión, lo que aquí está haciendo Pablo es refutar la tesis de los legalistas judaizantes, de que los hombres son justificados por la ley mosaica cuando se acercan a Dios, sin saber que las consecuencias son la maldición y el juicio de Dios.
E. El Justo Vivirá por la Fe, Gá. 3:11. “Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado delante de Dios, porque el justo vivirá por la fe”. Aquí, el apóstol Pablo está recordándoles a sus lectores, acerca de la forma cómo Dios justifica al hombre, diciéndole: que nadie puede ser justificado por medio de la ley mosaica, sino por la fe depositada en Dios. Motivo por el que, los legalistas sectarios abusaban de lo que dice Hab. 2:4 como de Gn. 15:6, manifestando que el justo vivirá por la fe (sola), sin la buenas obras, Stg. 2:14, 17.
1. La Incompatibilidad de Dos Procedimientos. No olvidemos que los dos procedimientos: el de la ley y el de la fe se repelen mutuamente; es decir, no concuerdan ni se atraen, porque el vivir por medio de la ley mosaica, es vivir por medio de un esfuerzo personal que inevitablemente nos está llevando al fracaso, a la muerte y a la condenación eterna. En cambio, el vivir por la fe es recibir la gracia infinita y positiva de Dios, que nos conduce a la justificación y la vida eterna.

F. La Verdad de Pablo para probar la Negatividad del Antiguo Testamento, Gá. 3:12. “La ley no se basa en la fe; por el contrario, quien practique estas cosas vivirá por ellas”. En el presente versículo,  podemos apreciar la contundencia expresiva de Pablo, para advertirnos acerca del peligro que conlleva vivir conforme a los parámetros de la ley mosaica. Por lo tanto, lo hace con otra cita bíblica de Lv. 18:5, para rematar con su golpe de gracia al soberbio engaño y la infidelidad de los judaizantes, diciéndoles: -“Observen mis estatutos y mis preceptos, pues todo el que los practique vivirá por ellos. Yo soy el Señor”. En virtud de tal, la misma ley de Dios nos advierte que debemos practicar a la perfección todos sus estatutos y preceptos, sin violar ni quebrantar lo más mínimo de ellos.
1. La Verdad de Cristo Jesús. Asimismo, contribuye mejor a nuestro enriquecimiento bíblico, la bendita verdad de nuestro Señor Jesucristo, al decirnos en Mt. 5:48: -“…Sean perfectos así como su Padre Celestial es perfecto”. Con este mandamiento, Cristo Jesús, deja bien establecido que la norma de la perfección divina, incluye también la perfección y la virtud internas del cristiano, mas no tan sólo una conducta externa respetable; porque tanto lo interno como lo externo deben conjugarse armónicamente en la vida de un verdadero discípulo de Cristo.
En consecuencia, debe quedar bien establecida, que en las tres citas bíblicas: de Dt. 27:26, Hab. 2:4 y Lv. 18:5, la perfección divina jamás permite falta, excepción o trasgresión alguna por mínima que ésta sea. De tal manera, transgredir la ley mosaica en algún punto, equivale a transgredirla o quebrantarla en su totalidad, nos dice Stg. 2:10. Por esta razón, el Espíritu de Dios inspiró a Pablo para decir a la posteridad: -“…Nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley cobramos conciencia del pecado”, Ro. 3:20.
2. Las Obras de la Ley no justifican a nadie. Concluyendo, es menester decir, que nadie puede acercarse a Dios por medio de la perfección de sus propias obras, porque tarde o temprano su aparente seguridad y orgullo, le llevará a su propia condenación y destrucción eternas. De tal manera, si uno confía plenamente en las obras de la ley como medio de salvación personal, es necesario que viva por ellas a perfección o integridad plena, porque la ley requirió de mucha obediencia y castigó con severidad la desobediencia. Si embargo, la ley tuvo como propósito refrenar el pecado de nuestros ancestros, luego servirles de ayo para llevarlos a Cristo.
G.    Frente a la Maldición, Cristo Jesús es nuestra Esperanza, Gá. 3:13. “Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros, pues está escrito: Maldito todo el que es colgado de un madero”. En primer lugar, entendamos bien que los israelitas no crucificaban a los criminales, sino que los apedreaban hasta matarlo, con el propósito de extirpar el mal que había en el pueblo de Israel; una vez muerto lo colgaban de un madero, pero el cadáver no podía pasar la noche de esa manera, sino tenía que ser sepultado el mismo día, porque todo el que quedaba colgado en el madero estaba bajo maldición, nos dice Moisés en Dt. 21:21-23.
1. Cristo Jesús nos rescató. Ahora, cuando el autor sagrado nos dice:- Cristo nos rescató de la maldición de la ley, quiere decir que nos libertó del pecado, porque la ley era y es sinónimo de pecado. De tal manera, el significado del vocablo rescatar en griego es exagorazó, cuyo concepto en aquel tiempo era traducido como el acto de comprar la libertad de un esclavo. Así es, cómo Cristo Jesús nos rescata, compra o salva de la esclavitud de nuestros pecados, a todos los que hemos creído y creemos en Él. El precio de este rescate por la vida absurda que heredamos de nuestros antepasados, no fue pagado con cosas perecederas, como el oro o la plata, sino con la preciosa sangre de Cristo, como de un cordero sin mancha y sin defecto, nos dice 1 P. 1:18,19. (Véase también Is. 53:6, 10)
2. La Maldición de la Ley. Seguidamente analicemos con cautela, que la ley mosaica llevaba inmersa su maldición consecuente, que puso al hombre en una esclavitud degenerativa, al punto que requirió inevitablemente de la muerte planificada y divina del Hijo de Dios, por medio de su Padre Celestial; no como suplemento ni sustituto de la fe, sino como la donación de la libertad a todos sus hijos, aquí en la Tierra. Ésta es la razón definitiva por la que nuestro Señor Jesucristo murió a favor de hombres pecadores, tomando en Sí mismo todas las consecuencias de sus pecados, conforme nos dice 2 Co. 5:21, expresándonos: -“Al que no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en él recibiéramos la justicia de Dios”. Por lo visto, Él quedó bajo la maldición y condenación del Padre, por el procedimiento de su muerte sacrificial: Al ser colgado Cristo Jesús en la Cruz, Él se convirtió en una maldición al cargar sobre su cuerpo, la culpa total de todos los hombres perdidos en sus pecados, porque escrito está:- “Maldito todo el que es colgado de un madero”, para que nosotros muramos al pecado y vivamos para la justicia. Pues, por sus heridas nosotros hemos sido sanados, nos da a conocer 1 P. 2:24. (Véase, además, Hch. 13:29; 15:30 y Tit. 2:14).
3. El Agradecimiento del Cristiano. Finalmente, esta expresión compuesta por dos palabras: por nosotros, nos lleva a meditar profundamente para saber dar las gracias a nuestro Padre Celestial, porque Él envió a su Hijo para sufrir el castigo y martirio por el pecado de toda la humanidad; motivo por el cual, toda aquella persona que deposita su fe y confianza en El Salvador crucificado, queda libre de maldición, porque Él la llevó una sola vez y para siempre. Por eso, nuestro agradecimiento debe ser eterno como lo es el amor de Dios, sempiterno. (Lea: Ro. 5:6-11; 2 Co. 2:21; Ef. 2:15).
I.   El Sacrificio de Cristo fue Total y por todos los Hombres, Gá. 3:14. “Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús, la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones, y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa”. Éste fue el propósito de Dios, al dejar que Cristo fuera hecho maldición por nosotros, para que por medio de Él, la bendición prometida a Abraham llegara a todas las naciones. Lo que significa que el camino de la ley trajo sólo una maldición; en cambio, el camino de fe en Cristo Jesús trajo la bendición de Abraham a todas las naciones. Por tanto, la salvación tiene como propósito traer la bendición de Dios para todo el mundo; y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa, quien llega a nuestra vida como la Persona que habita en nuestro corazón o  nuestra parte interna, para bendecirnos con el poder que viene del Altísimo, manifestado en dos grandes verdades divinas:
·        Todos los tesoros que llena la vida del cristiano son provistos por la muerte de Cristo Jesús en la cruz; y
·        Que han de ser poseídos por la fe activa y profunda de hombres pecadores al renunciarse a sí mismos y despojarse de toda su confianza puesta en obras y méritos propios. (Ver, Gn. 13:3; 13:15; 17:8).
La Incapacidad del Pecador. Con este motivo inconfundible, todo pecador debe reconocer sus pecados y su incapacidad para salvarse por sus propios medios. Asimismo, debe darse cuenta que la justicia y el juicio de Dios le están pisando lo talones; por lo que, tiene que pararse un momento en su vida, con el sano propósito de meditar, reflexionar y darse cuenta que en aquel callejón sin salida, le esperan con los brazos abiertos: la gracia y la misericordia de Dios. Después de haberlas recibido, esto implica sumisión, obediencia y confianza al Señor Creador, por medio de la cual el pecador se somete a la autoridad divina para recibir como don generoso el perdón incondicional que Cristo Jesús le ofrece.
Tan pronto como una persona recibe y reconoce a Cristo Jesús como su Señor y Salvador, recibe la bendición y el Espíritu prometidos, como el mismo Pablo nos dice en Ef. 3:2,6: -“Alabado sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en las regiones celestiales con toda bendición espiritual en Cristo”. En consecuencia, esta bendición nos trae un gran testimonio para alabanza de su gloriosa gracia, que nos concedió en su Amado.
Concluyendo, diremos: la bendición y el Espíritu prometidos a Abraham fueron la promesa de salvación, para todos los que creen en Cristo Jesús y le obedecen con gran perseverancia y fidelidad. Por lo tanto, los hombres que son rescatados, exhiben o muestran la gloria y majestuosidad de Dios ante toda su Creación, donde nuestro Señor Jesucristo los guarda a sus discípulos, sin caída y sin mancha algunas, Jud. 24, 25.
H. La Ley no puede anular la Promesa Anterior, Gá. 3:15. Pablo prueba siempre sus afirmaciones con base en textos del Antiguo Testamento para decirnos que Abraham fue justificado por la fe y no por la ley, extendiéndose esta bendición tanto para judíos como para gentiles, a fin que fueran salvos por tener fe y obedecer a Dios, sin olvidarnos que se hace efectiva a través de Cristo Jesús. De tal modo, ante la luz de la promesa divina, no tiene nada que ver la ley; pues, el pacto de la promesa de Dios es justificado por medio de cuatro razones fundamentales, que son:
1. Confirmación de la Promesa, Gá. 3:15. “Hermanos, voy a ponerles un ejemplo: aun en el caso de un pacto humano, nadie puede anularlo ni añadirle nada una vez que ha sido ratificado”. La ley (obras) tiene sus limitaciones, porque  fue vista de modo adicional y promulgada muchos años después de la promesa. En tal sentido, no puede anularse el pacto de la promesa que Dios le ratificó a Abraham y a su simiente, por su carácter primigenio.
Esto quiere decir, una vez que un pacto o contrato (Gr. Diathéké: acuerdo obligatorio) ha sido ratificado, aun en el caso humano, jamás puede ser anulado ni tampoco agregársele algo como aditamento, porque es un acto criminal cambiar o modificar el testamento ya ratificado. En tal sentido, todo tipo de pacto, tanto divino como humano, es irrevocable e inmutable; más el divino, porque en él está la verdad y la última voluntad de nuestro Creador, llevada a cabo entre Él y su pueblo.
Entonces, cuando Dios hizo el pacto con Abram y NO con Abraham - como lo vemos en Gn. 15:1, 4-7. Tan pronto, ocurrido esto, Abram preguntó: -“Señor y Dios, ¿cómo sabré que voy a poseerla? En ese preciso momento, Dios ratificó el pacto con Abram por medio de una grandiosa ceremonia, dirigida e instruida por el Señor. De tal manera, el Pacto que hizo nuestro Padre Celestial con Moisés, no invalidó ni enmendó el pacto hecho con Abraham, porque su pacto anterior fue de carácter permanente e inmutable.
2.  El Propósito de Dios estaba Centrado en Cristo Jesús, Gá. 3:16. “Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia”. La Escritura no dice: y a los descendientes, como refiriéndose a muchos, sino: y a tu descendencia, dando a entender uno solo, que es Cristo Jesús”. Estas expresiones nos evidencian acerca de la manera cómo Dios ratificó y confirmó su pacto con Abraham y con su descendencia espiritual, cuya cabeza es Cristo Jesús, sin tocar la forma plural de este sustantivo colectivo. Por lo tanto, las promesas que Dios hizo a Abraham, no fueron cumplidas sino hasta la llegada de Cristo Redentor. Pues, los descendientes de Abraham son aquellos que viven por la fe, Gá. 3:7; “Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”, Gá. 3:29. Asimismo, cuando la Palabra de Dios nos dice en Gn. 22:18: -“Puesto que me has obedecido, todas las naciones del mundo serán bendecidas por medio de tu descendencia”. La palabra descendencia podría ser singular o plural; pero en la interpretación de su propia palabra a través del apóstol Pablo, el Espíritu Santo clarifica expresando que está en número singular, porque habla de UNO solo o de UNA sola persona, como lo podemos apreciar en Gn. 4:25 (un hijo, refiriéndose a Set); en Gn. 21:13 (descendiente, hablando de Ismael) y en otros pasajes más.
·         Lo que es la Descendencia o Simiente. El vocablo descendiente o simiente son sinónimos desde el criterio de nuestro idioma, porque provienen del hebreo Zéra, que significa semilla, fruto, planta, sementera, concebir, sembrar, linaje, hijo, etc. También, del griego Spérma, cuya acepción castellana es: algo sembrado, derramado, semilla, simiente, descendiente, etc. Por eso, con razón justificada diremos que, el único heredero de toda promesa de Dios es Cristo Jesús; porque cada promesa dada en el pacto de Dios con Abraham, se cumple a la perfección sólo en Cristo Jesús y nada más.
En consecuencia, la única manera con la que una persona desea participar de las bendiciones prometidas por Dios a Abraham, consiste en ser coheredero con Cristo a través de la fe en Él. En virtud de tal, la simiente o descendencia de Abraham se refiere sólo a Cristo en el caso de Gá. 3:16 como también en el de Gn. 3:15.
·         El Propósito de Dios Padre es Cristocéntrico. Ahora que nuestro hermano Pablo nos dice: -…a tu descendencia, dando a entender uno solo, que es Cristo, es completamente seguro que el apóstol nos está diciendo: cada bendición de Dios que el hombre cristiano recibe, tiene su foco, su núcleo o su centro en Cristo Jesús. Asimismo, no olvidemos que Pablo enseñó que las promesas fueron hechas sólo a los hombres de fe, que son la simiente o la descendencia espiritual del gran patriarca Abraham.
3.  El Pacto de la Promesa fue Superior al Pacto de la Ley, Gá. 3:17. “Lo que quiero decir es esto: La ley, que vino cuatrocientos treinta años después, no anula el pacto que Dios había ratificado previamente; de haber sido así, quedaría sin efecto la promesa”. En realidad, el pacto de la promesa que Dios dio a Abraham fue muy superior al pacto de la ley; porque  la ley que vino cuatrocientos treinta años después, jamás podía anular el pacto que Dios había ratificado previamente al gran patriarca; o sea, que éste fue dado mucho antes que la ley de Moisés en el monte Sinaí. Pues, el pacto de Dios con Abraham fue de carácter permanente e inviolable.
·         La Cronología de los Pactos. Ahora, de acuerdo con la cronología establecida en el libro de Génesis, los cuatrocientos treinta años se refiere al tiempo transcurrido entre la última declaración del Pacto de Dios con Abraham y la entrega respectiva de la ley a Moisés. De tal manera, apreciemos lo que aconteció: Según Gn. 26:24, Dios Creador repitió la promesa a Isaac, hijo de Abraham; también hizo lo propio con su nieto Jacob, visto en Gn. 28:15. La Ley Mosaica fue concedida por Dios seiscientos cuarenta y cinco años después de Abraham; sin embargo, doscientos quince años más tarde, Dios reiteró el Pacto Abrahámico a Jacob; es decir, cuatrocientos treinta años exactos antes que se realizara el Pacto Mosaico en el Sinaí.
Asimismo, cabe destacar algo importante, el cual es: Reconocer que el pacto de Dios con Abraham no logró establecer el principio de la salvación por fe, tan solo lo ratificó y tipificó; toda vez que desde la caída de Adán, la fe fue el único medio para llegar a ser justo delante de Dios. Ésta es la razón para concluir  diciendo sabiamente, que ni el paso del tiempo tuvo ni tendrá efecto alguno para anular, invalidar ni abrogar el pacto ratificado previamente.
I.  El Carácter Completo de la Ley, Gá. 3:18. “Si la herencia se basa en la ley, ya no se basa en la promesa; pero Dios se la concedió gratuitamente a Abraham mediante una promesa”. Reiteramos, que el Pacto de la Promesa es superior al Pacto de Ley, porque tiene un carácter íntegro, cabal y completo. Sin embargo, la inferencia lógica de Pablo dice: Si la herencia se basa en la ley, entonces su desarrollo depende única y exclusivamente del desempeño humano; mientras que la herencia que Dios concedió gratuitamente a Abraham mediante una promesa, sólo depende grandemente del poder de Dios.
El verbo concedió se deriva del griego Charizomai, que en buen español significa: Dar de manera gratuita, que conlleva implícitamente el carácter permanente de la herencia. Por eso, no olvidemos que los dos tipos de herencia son verdaderamente incompatibles: El primero, es por la ley de Dios y las obras de los hombres; el segundo, por la gracia de Dios y la fe de los hombres.
Finalmente, es necesario observar la forma cómo se cumplían y se cumplen los dos pactos: el Abrahámico y el Mosaico, porque hay diferencias profundas entre ambos. En el primero, el hombre jamás podía ni puede triunfar, porque la obediencia estricta y perfecta de la ley, mediante sus propios medios le impedía cumplir a cabalidad, debido a que el hombre por su imperfección, podía fallar en uno solo, para dar como consecuencia el fallo total de su cumplimiento legal. En el segundo, Dios no puede fallar en el cumplimiento perfecto de su promesa, debido a que el Pacto de la Promesa es completo, cabal, íntegro; en cambio, el Pacto de la Ley no puede mejorarlo, ni cambiarlo y ni anularlo en absoluto.
En conclusión, definamos claramente: Una herencia jamás se gana, solamente se recibe. Ahora, trabajar para ganarse lo que ya uno tiene garantizado es una insensatez. Asimismo, tratar de ganarse la herencia que Dios promete por medio de la fe en su Único Hijo, es mucho peor que el ser insensato o necio. De igual manera, añadir obras de la ley a la fe en la promesa de Dios, es como desechar la gracia de Dios y hacer que Cristo Jesús hubiera muerto en vano, nos dice Gá. 2:21. Como Pablo lo dice, la ley fue añadida; pues, no formaba parte de la promesa original hecha a Abraham, porque era independiente de la ley; más aún, cualquiera que fuese el fin de la ley no podía anular la promesa, cuya única condición era la fe.
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LECCIÓN  OCHO:
SOLAMENTE EL EVANGELIO JUSTIFICA AL HOMBRE, MAS NO LA LEY II

INTRODUCCIÓN:
Como hemos visto en la lección anterior, Pablo nos demuestra la superioridad del Pacto de la Promesa ante la inferioridad de Pacto de la Ley. Hoy, para hablar del propósito y la duración de la ley, lo hace por cinco razones fundamentales: Primero, con relación a su propósito propiamente dicho; segundo, con la espera y duración de la ley; tercero, con relación a su mediador; cuarto, con relación a Dios Único que escoge un mediador; y quinto, con relación a sus logros y beneficios.

I.      EL PROPÓSITO DE LA LEY, (Gá. 3:19).

“Entonces, ¿cuál es el propósito de la ley? Fue añadida por causa de las trasgresiones hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa. La ley se promulgó por medio de ángeles, por conducto de un mediador”.

A.  El Propósito y la Función de la Ley, (Gá. 3:19ª). A la luz de la depreciación, desvalorización o devaluación que nuestro hermano Pablo hace por medio de estos escritos, alguien podría preguntar: -Entonces, ¿Cuál es el propósito de la ley? Proyectándonos más al significado profundo, sabemos que la salvación ha sido siempre por fe y nunca por obras. Asimismo, si el Pacto de la Promesa dado al patriarca Abraham se cumplió en Cristo Jesús; entonces, ¿qué propósito evidente tuvo la ley mosaica? Excelente pregunta que Pablo se hizo, como también nosotros nos podemos hacer. La respuesta directa, precisa y contundente, es: Fue añadida por causa de las transgresiones; así de simple. (Léase, por favor, 1 Ti. 1:5-11)

La palabra añadida (Gr. Prostídsemi) no significa agregar para completar, como se agrega un coche a un trailer, sino puesto a lado de, como se estaciona un trailer a lado de otro trailer, independientemente; lo que quiere decir que la ley fue puesta a lado del Pacto de la Promesa, de modo adicional e independiente. De igual manera, el vocablo transgresiones significa pasar por encima de un límite.
En consecuencia, el propósito de la Ley Mosaica fue sólo demostrar al hombre su amplia y total pecaminosidad, su incapacidad absoluta de agradar a Dios por medio de sus propias obras, y la sed y el hambre incondicional de gracia y misericordia divinas. De igual manera, la ley fue añadida por permitir al hombre dar rienda suelta a su tendencia pecaminosa contra Dios. Ésta es la razón por la que el mismo autor nos dice en Ro. 4:15: -“La ley, en efecto, acarrea castigo. Pero donde no hay ley, tampoco hay  transgresión”. Ahora, en este caso, añadir  la ley a la fe, es como haber puesto la ley a lado de la promesa en un momento posterior de la historia. Por este motivo, toda la culpa de la conciencia sucia del hombre, creó la necesidad de  la venida de un Salvador y Redentor del Mundo, Cristo Jesús.
¿Para qué?
a. Para que los del pueblo reconocieran sus pecados, como lo podemos apreciar en Ro. 3:20; 4:15; 5:13, 20; 7:7, 13;
b. Para lograr el perdón expresado en el evangelio;
c. Para que los hombres refrenaran sus pecados por el castigo prescrito; y
d. Para separar y proteger a los judíos de las contaminaciones de los paganos.
¿Por qué?
Porque, sinceramente, por medio de la ley se promovió y abundó el pecado, conforme nos dice el mismo Pablo en Ro. 7:12,13 que literalmente, expresa: -“…la ley es santa, el mandamiento es santo, justo y bueno…Más bien fue el pecado lo que, valiéndose de lo bueno, me produjo la muerte; ocurrió así para que el pecado se manifestara claramente, o sea, para que mediante el mandamiento se demostrara lo extremadamente malo que es el pecado”.

B.  La Espera y Duración de la Ley, Gá. 3:19b. Esta espera fue hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa; es decir, tenía que durar la ley hasta que la promesa se cumpliera con la llegada de nuestro Señor Jesucristo y a todos aquellos que están con Él. La ley fue de carácter temporal; mejor dicho, hasta que viniera la descendencia de la promesa hecha a Abraham.

C.  Los Mediadores de la Ley, Gá. 3:19c. “La ley se promulgó por medio de ángeles, producto de un mediador”. Esto quiere decir que Dios, personalmente, promulgó la ley por medio de ángeles, quienes pusieron la ley en manos de un mediador llamado Moisés en el monte Sinaí, y que él estuvo entre Dios y los hombres, dentro de un ambiente aterrador, prohibitivo y hermético, conforme lo podemos comprobar en Éx. 19:18-24; luego compararlo con Hch. 7:53, que nos dice: -“Ustedes, que recibieron la ley promulgada por medio de ángeles y no la han obedecido”. Asimismo, He. 2:2, nos da a conocer: -“Porque si el mensaje anunciado por los ángeles tuvo validez, y toda la trasgresión y desobediencia recibió su justo castigo”. De tal manera, tanto los ángeles como Moisés, fueron los mediadores del Pacto de la Ley, según está establecido en Dt. 5:5 y 33:2.

Sin embargo, esto no ocurrió con el Pacto de la Promesa, porque Dios se lo dio a Abraham como si fuera entre amigos, según lo apreciamos en: Gn. 12:1-3; 15:1-7; 18:1-33. Por esta razón, nuestro Padre Celestial desea venir a toda persona que está dispuesta a recibir a su Hijo como Señor y Salvador de su vida en las aguas bautismales.

D.  Dios Único que escoge Hombres para su Pacto, Gá. 3:20. “Ahora bien, no hace falta mediador si hay una sola parte, y sin embargo Dios es uno solo”. Cuando nosotros observamos en este texto, la palabra mediador, implica la presencia de alguien entre un pacto, acuerdo o contrato entre dos partes, como fue necesario con el Pacto de la Promesa, donde Abraham se paró solo delante de Dios como el único responsable y beneficiario de haber hecho el pacto, sin ser el responsable de su cumplimiento; sino  sólo Dios.

De igual manera, se realizó con el Pacto de la Ley, donde Moisés de situó entre Jehová y el pueblo de Israel, aceptando todos los requisitos promulgados por Dios; más si éstos no cumplían, el pacto o contrato quedaba invalidado, como ocurrió con los israelitas del tiempo de los profetas, entre ellos, Jeremías, que nos da a conocer en su libro Jer. 31:31, diciéndonos:- “…ellos lo quebrantaron a pesar que yo era su esposo”. Por este motivo, muy justificado por cierto, el pacto fue cancelado.
Sin embargo, con el Pacto de la Promesa no ocurrió como sucedió con el Pacto de la Ley. La promesa, en este caso, sólo dependía de Dios, como lo podemos apreciar en los versículos de Gn. 9:9, 11 y otros pasajes, y de Gá. 3:14-21 y 29. Pues, Él la dio y Él mismo la cumplió, a pesar que los israelitas hubieran impedido su cumplimiento pero, ¿cómo lo iban a impedir? El designio de Dios fue tan poderoso para el advenimiento de Cristo Jesús en cumplimiento fiel de la promesa hecha por Él mismo. En cambio, en el Pacto de la Ley, hubo quebrantamiento, invalidación e incumplimiento, porque fueron principios que los israelitas tenían que cumplirlos, y no los cumplieron; pero Dios los cumplió a cabalidad.
Asimismo, queremos recalcar: que la Promesa fue incondicional, porque no hubo condiciones ni requisitos; pues, en ella estaba el Evangelio de la Salvación, y sólo dependía de Dios. Mientras que la Ley Mosaica es condicional, por sus requisitos y condiciones que en ella había, tanto para Dios como para Israel; esto lo podemos ver en Dt. 5:33, que a la letra dice: - “Sigan por el camino que el Señor su Dios les ha trazado, para que vivan, prosperen y disfruten de larga vida en la tierra que van a poseer”. Por lo tanto, la obligación del hombre era obedecer y la de Dios era dar vida y salvar. Sin embargo, el problema surgió cuando el hombre no pudo cumplir con la parte que le correspondía en el pacto; en consecuencia, Dios tampoco pudo conceder salvación conforme a lo estipulado en dicho pacto.
Por otro lado, no olvidemos, que las bendiciones del Evangelio de Cristo Jesús son condicionales, como nos lo da a conocer 2 Ts. 1:6-9, diciéndonos: -“Dios, que es justo, pagará con sufrimiento a quienes los hacen sufrir a ustedes. Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesús. Ellos sufrirán el castigo de la destrucción eterna, lejos de la presencia del Señor y de la majestad de su poder”.
Finalmente, es menester decir: la ley fue cancelada, debido a que una de las partes falló y no cumplió, conforme lo vemos en He. 8:6-13 y Jer. 31:31-34; en cambio, la promesa no podía ni puede ser invalidada, porque fue un ofrecimiento hecho por Dios solo a Abraham solo; y no había otra parte que prometía u ofrecía algo como mediador; solamente tenía que esperar su cumplimiento, hasta la primera venida de nuestro Señor Jesucristo. Pues, el hombre pudo o puede fallar en su cumplimiento de las condiciones del evangelio; pero Dios, jamás puede fallar esta gran oferta de salvación a todos los hombres hasta el fin del mundo, porque su palabra sabia es de carácter irrevocable.

E.   Logros y Beneficios de la Promesa, Gá. 3:21-22. “Si esto es así, ¿estará la ley en contra de la promesa de Dios? ¡De ninguna manera! Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley. Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen”.

1.    La Pregunta Retórica de Pablo, Gá. 3:21a. A fin de dar explicación a esta pregunta retórica de Pablo: ¿estará la ley en contra de la promesa de Dios?, es necesario comprender que tanto la promesa como la ley, son de Dios. De tal manera, Dios, nunca obra en contra (Gr. Kata) de sí mismo, porque ambos pactos estuvieron dentro del propósito de la Autoridad Divina para dar vida espiritual a los hombres. Asimismo, la ley no fue un obstáculo o impedimento, sino más bien un medio muy necesario dentro del Plan de Salvación de Dios, para que la promesa diera su cumplimiento sin rivalidad alguna entre los dos pactos. Éste es el gran logro y beneficio de la promesa teniendo como medio la ley. Por esta razón, el mismo Pablo da la repuesta negativa, como él lo expresa enérgicamente en Gá. 2:17; Ro. 6:2; y 7:13: -¡De ninguna manera!

2.    La Ley nunca dio Vida, Gá. 3:21b. “Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida, entonces sí que la justicia se basaría en la ley”. La ley fue inferior a la promesa, porque no pudo salvar y fue incapaz de dar vida espiritual al pecador. Si la hubiera podido dar, entonces sí que la justicia se basaría en la ley, porque si tal cosa hubiese sido posible, la justicia vendría de ella y no mediante la fe. Al mismo tiempo, habría dispuesto un camino de salvación alternativo y contradictorio; por tanto, Cristo Jesús habría muerto en vano, Gá. 2:21.

Por estos motivos, nadie piense que la ley por ser antagónica de la promesa, nos trae maldición y la promesa nos trae bendiciones. Frente a esta posición de la promesa y la ley, el Único sabedor de lo que ha hecho con inmensa sabiduría es nuestro Amado Creador, porque nos saca a la luz del entendimiento dos maneras en la que la Ley pudiera ser antagónica del Evangelio:
a. Si la justicia la pudiéramos obtener por medio de la ley, hubiera sido rival del evangelio, pero en absoluto es su rival; y
b. Si la ley hubiera podido destruir a los hombres a pesar de la existencia del evangelio, hubiera sido contradictoria al evangelio, nos dice McGarvey.
c. Dios intentó que la Ley tuviera una Función, Gá. 2:22. “Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado, para que mediante la fe en Jesucristo lo prometido se les conceda a los que creen”. En este versículo, podemos apreciar que por medio de la ley todo el mundo es prisionero del pecado; es decir, se encuentra encarcelado, encerrado, cautivo (Gr. désmios), que significa estar encerrado bajo llave sin escape alguno. Por eso,  Pablo nos dice en Ro. 7:9: -“En otro tiempo yo tenía vida aparte de la ley; pero cuando vino el mandamiento, cobró vida el pecado y yo morí”, porque la Ley de Moisés trajo el pecado y la muerte, Ro. 8:2.
Por eso, otro logro y beneficio de la Promesa de Dios es que mediante la fe en Jesucristo, lo prometido se les conceda a los que creen  en Él. La ley fue dada para declarar que todo el mundo es prisionero del pecado, hasta el punto de llegar a exclamar como lo hizo el apóstol Pablo: -“¡Soy un pobre miserable! ¿Quién me librará de este cuerpo mortal?, Ro. 7:24. Sin embargo, por medio de nuestra fe puesta en Cristo Jesús, logramos la gracia, que es un don no merecido el que recibimos de parte de Dios. Por esta misma razón, cuando Pablo fue liberado por medio de nuestro Señor Jesucristo, de la prisión del pecado, pudo exclamar de manera grata: -¡Gracias a Dios por medio de Jesucristo nuestro Señor!, soy librado de  ser prisionero del pecado, Ro. 7:25. De esta manera, Pablo nos muestra la relación histórica entre el Pacto de la Promesa en Abraham y el Pacto de las Obras a través de Moisés, con el propósito de mostrarnos la superioridad del primer pacto sobre el segundo, para los efectos de la redención humana. (Véase Ro. 11:32)
Concluyendo, es de gran importancia declarar: cuando el hombre no pudo alcanzar la salvación por medio de la ley, su fracaso y decepción le preparó en la esperanza de encontrar la salvación, solamente por medio de Cristo Jesús. Así fue cómo la ley cumplió una función necesaria y vital dentro del plan de salvación de Dios.

II. VIVIR BAJO LA LEY O EN CRISTO JESÚS, Gá. 3:23-29
Cuando tocamos este asunto, acerca de las obras de la ley frente a la fe ofrecida a la promesa que Dios le hizo a Abraham, Pablo establece un contraste entre los resultados prácticos y funcionales que ambos  regímenes ejercen sobre las personas, con el sano propósito de mostrar los efectos superiores que tiene el primer pacto sobre el segundo.
A. Vivir bajo la Ley es Servidumbre, Gá. 3:23-24. “Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe”. Una persona cualquiera antes de convertirse al cristianismo está bajo la Ley de las Obras, padeciendo la servidumbre y la esclavitud de dicha relación. Después de su conversión, vive en, con y para Cristo Jesús, disfrutando de la preciosa y amplia libertad que Él ha concedido a la humanidad, tanto judíos como gentiles están bajo la obligación de guardar los principios, preceptos morales y espirituales de su Creador, porque si los rechazan, tienen que enfrentarse al juicio del Padre Celestial. Por esta razón, Pablo, usa dos vocablos efectivos que deben llevarse a cabo ante los ojos de Dios frente a los incrédulos: prisión y guía como efectos de la ley.
B. La Ley Mosaica es como una Prisión. Ahora, que Pablo nos dice: -Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, quiere decir, antes que nuestro Dios nos revelase la salvación en Cristo Jesús, los hombres vivían en una cárcel o confinamiento espiritual como raza humana hasta que la fe se revelara. En este texto, la palabra fe no significa creencia de alguien, sino más bien el Evangelio de Cristo Jesús contrastándose así entre la Ley y la Fe. Motivo por el cual, Pablo nos dice en Ro. 1:18-21: -“Ciertamente, la ira de Dios viene revelándose desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los seres humanos, que con su maldad destruyen la verdad. Me explico: Lo que se puede conocer acerca de Dios es evidente para ellos, pues él mismo se  lo ha revelado. Porque desde la creación del mundo las cualidades visibles de Dios, es decir, su eterno poder y naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa. A pesar de haber conocido a Dios, no lo glorificaron como Dios ni le dieron gracias, sino que se extraviaron en sus inútiles razonamientos, y se les oscureció su insensato corazón”. (Léase, por favor, Ro. 2:14-24).
C. La Prisión fue hasta que el Evangelio se revelara. “La ley nos tenía encerrados hasta que la fe (Evangelio) se revelara”. Realmente, cuando la ley escrita en la Biblia o la ley interna grabada en la conciencia del pecador estaban en vigencia, todos habían pecado; lo que significa que habían perdido su libertad; razón por la cual, necesitaban de la liberación. La ley no solamente encerró a los israelitas, sino también les sirvió como custodia permanente de ellos, hasta que una persona reconociera su pecaminosidad e incapacidad básicas para cumplir a perfección las demandas de la ley de Dios, no se acercaría ante Él en arrepentimiento para buscar su salvación. Es decir, hasta que caiga en la angustia de sus propios pecados y en la impotencia de su culpa, no estaba dispuesto a acudir con fe humilde para ser revestido de la justicia de Cristo Jesús
D. Los Israelitas estaban Confinados. Esto quiere decir que el pueblo de Dios estaba en su propia prisión, como solía actuar en Damasco el gobernador de la provincia  bajo el  rey Aretas, cuando éste mandó que se vigilara la ciudad de los damacenos con el fin de arrestarme, nos dice el apóstol Pablo en 2 Co. 11:32. Pues, los israelitas en la cárcel gemían buscando su liberación o libertad. ¿Por qué? Porque Dios mismo los había sujetado a todos a la desobediencia, con el fin de tener misericordia de todos”, Ro. 11:32. Por este motivo, ellos vivían continuamente como esclavos cautivos y encadenados bajo el juicio de la ley inmutable de Dios, cuyas demandas deben pagarse con la muerte en el infierno eterno. Por eso, necesitaban de una excelente liberación; es decir, vivir como un hijo de Dios vive por fe y libre de juicio, bajo el dominio de su gracia soberana y eterna, nos dice Ro. 8:1. Por consiguiente, todo cristiano debe saber que, cuando la ley es transgredida, los pecadores se mantienen encarcelados y sentenciados por sus pecados, porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús, nuestro Señor” nos dice el mismo autor sagrado en Ro. 6:23. De igual manera, los cristianos gentiles de Galacia y de todos los tiempos estaban prisioneros bajo la ley escrita en sus corazones, según nos da a conocer Ro. 2:14-16. Sin embargo, esta custodia o guardia no era la misma para los judíos, porque ellos habían recibido la revelación divina; asimismo, porque a los judíos se les confiaron las palabras mismas de Dios, Ro. 3:2. (Además, vea usted amigo lector, Ro. 9:4-5).
Por todo lo visto, líneas arriba, es justo dejar bien asentado que la ley jamás fue un sustituto ni una barrera de la fe, porque bajo el régimen mosaico un judío podía salvarse por fe y ser contado o admitido como justo por Dios, tal como Abraham y muchos otros habían creído y fueron salvos. Esto quiere decir, que esas personas miraban al Salvador y Redentor del Mundo anticipadamente, así como los verdaderos cristianos lo hacemos con los ojos de la fe. Sin embargo, a pesar que los judíos no podían guardar la ley, rechazaron siempre el camino de la fe, inventando tradiciones que sí eran capaces de guardarlas, como lo hacen los católicos hoy en día, para convencer a la gente de que pueden alcanzar la justicia por obras ante Dios en base a sus propios méritos. Por este motivo, los judíos, tampoco podían llegar a ser justos por guardar simplemente la ley mosaica, porque la imperfección de sus corazones impedía guardarlas conforme lo quería nuestro Padre Celestial, Mt. 5:22, 28 y 48. (Lea, además, Ro. 10:1-4).
En conclusión, si la ley es guardada con los mejores esfuerzos de cualquier persona, no deja de ser una celda o una prisión llena de condenados a la pena de muerte, que están esperando simple y sencillamente, la orden y ejecución para la muerte eterna.

E.   La Ley fue Nuestro Guía para llevarnos Cristo Jesús, Gá. 3:24.

“Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificado por la fe”. Apreciado lector, comprendamos ahora que la ley vino a ser nuestro guardián y guía, tanto para los judíos y los gentiles de toda la humanidad. Es decir, ha sido un pedagogo (Gr. Paidagógos) , maestro, guía, conductor, persona que custodia o ayo, que en ese entonces, era un esclavo que trabajaba en las familias griegas y romanas, cuya función era supervisar o vigilar a los hijos en la ausencia de sus padres. Los llevaban a la escuela y los traían; se percataban de que los niños estudiaran y supieran sus lecciones; y les adiestraban en la obediencia, la disciplina y respeto a la autoridad. Además, eran guías disciplinarios y estrictos que podían regañarlos y aun castigarlos, si lo creían por convenientes. Esta labor la desempeñaban los pedagogos, hasta que los niños pasaran la edad de su adolescencia, para luego dejar de tener autoridad y control sobre ellos en la etapa de su juventud.
Por esta razón, la ley vino a ser nuestro guía (paidagógos) encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe. Esto quiere decir, toda persona que acude a Cristo Jesús, ya no necesitan de ceremonias o ritos que les pueda conducir como guías o pedagogos o agentes disciplinarios, porque mediante el bautismo por inmersión en el agua, la presencia del Espíritu Santo mora en el cristiano, toda vez que en Cristo Jesús es, en quien está escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento, nos dice el mismo autor en Col. 2:3. En virtud de tal,  la ley es relegada o postergada en el sentido ceremonial; pero en el sentido moral, sigue siendo nuestro amigo por sus principios de amor y favor de Dios. Pues antes que nuestro Señor Jesucristo viniere, la ley ritual y las ceremonias de sacrificios externos que se realizaba en el tabernáculo, nos estaban anticipando el sacrificio cruel en la Cruz del Calvario de nuestro Amado Redentor del Mundo, Cristo Jesús, el cual se llevó a cabo de manera perfecta, efectiva y evidente una sola vez y para siempre, de acuerdo con lo que nos dice el autor de Hebreos: 7:27; 9:12, 26, 28 y 10:10.
En conclusión, tan pronto como entra el Espíritu de Cristo en el corazón del cristiano y nada más, aquellos sacrificios imperfectos que fueron llevados a cabo antes que nuestro Señor y Dios fuera  sacrificado en la Cruz, aquellos ritos y ceremonias imperfectos dejaron de cumplir su función redentora y salvadora, porque su propósito y significado quedan también anulados, abrogados y proscritos una sola vez y para siempre. De tal manera, así como el servicio del pedagogo o guía era muy importante para el niño de aquel tiempo; también la presencia de la Ley de Moisés lo era para los judíos, porque a través de ella se cumplió la promesa que Dios le hizo a Abraham; motivo por el cual, no es conveniente ni riguroso hablar negativamente de la ley, porque ella es santa, y que el mandamiento es santo, justo y bueno, nos dice el mismo autor, Pablo, en Ro. 7:12. La ley mosaica se puede comparar con la función que tiene un vestido de bodas, cuyo propósito u objetivo es para una ceremonia muy especial; sin embargo, una vez realizada la boda, el vestido ya no cumple diariamente la misma función. Asimismo, Cristo Jesús es el fin de la ley para justicia a todo el que cree, nos recuerda Ro. 10:4.

III.  SOMOS HIJOS DE DIOS EN CRISTO JESÚS, DONDE HAY LIBERTAD  PARA CONDUCIRNOS A DIOS, Gá. 3:25-29
Los judaizantes de la Iglesia de Cristo en Galacia, no querían dejar los actos y ritos que la ley ceremonial exigía, aún después de su conversión, porque consideraban que su confianza en Cristo era una agregado más a la Ley de Moisés. Como estaban acostumbrados y apegados a la servidumbre de la ley, no podían incorporase a recibir la gran libertad que hay en Cristo Jesús para servir y llegar mejor a Dios. En consecuencia, los judaizantes legalistas nunca comprendieron que la función de la ley era temporal; es decir, sólo para mostrar a los hombres los frutos de sus pecados y su impotencia de tener una conciencia limpia ante sus propias culpas, y llevarles  hacia el Salvador como único y último medio de redención. ¿Por qué? Porque sus demandas internas, morales y espirituales dejaban a los demás hombres sorprendidos de tremenda  culpabilidad; mientras tanto, sus ceremonias y ritos externos consistentes en la circuncisión, ofrendas, lavamientos, días de reposo y muchas otras festividades les era una necesidad permanente para ser limpiados de aquella culpabilidad.
A. El Hombre, por Medio de la Fe en Cristo Jesús, ya no necesita de Guía, Gá. 3:25. Dice la Palabra de Dios: -Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía.  Cuando el autor nos dice ahora que ha llegado la fe, se refiere la venida histórica de Cristo Jesús, a fin de llevar a cabo su obra redentora; es decir, ha llegado el Evangelio; o mejor dicho, ha llegado la fe objetiva. Por tanto, amigo lector, la palabra fe en este contexto no se refiere a la creencia de nadie sino al Evangelio de Cristo Jesús, como lo dicen los autores sagrados en Gá. 1:23 y Jud. 3. De tal manera, a partir de la Primera Venida del Salvador y Redentor del Mundo, todo varón o mujer está fuera de la subordinación a los ritos, ceremonias, simbolismos y disciplina de la ley mosaica.
B. ¿Por qué? Porque los propósitos y metas de la ley mosaica se han cumplido, y toda persona por haberse convertido al cristianismo, ya no vive bajo las normas de la ley, sino bajo los fundamentos  de la gracia de Dios, según nos da a conocer el Dr. Pablo en Ro. 6:14, que a la letra dice: -“Así el pecado no tendrá dominio sobre ustedes, porque no están bajo la ley sino bajo la gracia”. Asimismo, es menester sostener que las normas de Dios a través del tiempo jamás cambian, porque el Nuevo Testamento las reitera y las conserva, debido a que el poder del Espíritu Santo que mora en el cristiano, le instruye y le recuerda para obedecerlas porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”.
Por último, cuando el autor sagrado nos dice: ya no estamos sujetos al guía, quiere decir que ya no estamos sujetos a la ley de Moisés, que era nuestro pedagogo, guía o ayo. ¿Por qué? Porque este guía llevó a los israelitas hacia Cristo Jesús, que era el Verdadero Maestro y luego fue dejado de lado. En consecuencia, el ministerio de la ley para llevar a los hombres hacia Jesucristo, jamás se ha detenido; pues si Pablo nos está diciendo ya no estamos bajo ese pedagogo está hablando de aquellos para quienes verdaderamente ha venido la fe (el Evangelio), sin dejar de reconocer que la ley de Moisés nunca fue pedagogo para los gentiles. Ahora, recordando lo que nos dice Gá 3:23, la ley los tenía presos a todos los judíos, y éstos gemían a gritos buscando su libertad hasta que la fe (El Evangelio) se revelara para ser liberados de tamaña prisión, siendo Cristo Jesús en persona quien abrió las puertas de la cárcel, diciéndoles: -“Si se mantienen fieles a mis enseñanzas, serán realmente mis discípulos; y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres”, Jn. 8:31, 32.
Esto quiere decir, que nosotros los cristianos y nada más, estamos comprometidos con la ley de la fe o de Cristo Jesús, o sea, la del Evangelio, Ro. 3:27; mejor dicho, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús, por medio de él la ley del Espíritu de vida me ha liberado de la ley del pecado y de la muerte, Ro. 8:1,2. ¿Por qué? Porque es la ley perfecta de la libertad, Stg. 1:25 y 2:12; asimismo, porque la Ley de Cristo Jesús nos da amplia y plena libertad de las culpas de nuestros pecados, Hch. 2: 38; también del reinado y dominio del pecado en nuestro cuerpo mortal, Ro. 6:12.
En conclusión, Cristo Jesús, es el único que nos dará, en un futuro no muy lejano, la auténtica libertad de la presencia del pecado en la vida de los hombres que han creído a Él. De tal manera, todo el que comete pecado quebranta la ley; de hecho el pecado es la transgresión de la ley, nos dice el autor sagrado en 1 Jn. 3:4. Entonces, jamás olvidemos, que nosotros los cristianos estamos bajo la Ley de Cristo Jesús; razón por la cual, estamos bajo sumisión para obedecer y amar a Dios con todo el corazón, con toda nuestra alma, con toda nuestra mente y con todas nuestras fuerzas, Mt. 22:37; a fin de mantener una fe viva, según nos dice Stg. 2:24-26.

III. SOMOS HIJOS DE DIOS POR NUESTRA FE EN CRISTO JESÚS, Y ESTO, NOS HACE ACEPTOS EN EL LINAJE DE ABRAHAM, Gá. 3:26-29
Pablo les dice que los gálatas ya no son siervos o esclavos de la ley, sino más bien hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús; por lo que, eran herederos de la promesa de Dios a Abraham, aunque en cierta ocasión habían sido esclavizados por los elementos del mundo. Sin embargo, Dios, por medio de su Amado Hijo los había redimido de la maldición esclavizante de la ley mosaica, para no seguir en obediencia a las fiestas y ayunos, que en realidad constituía un retroceso espiritual.
A. Hijos de Dios mediante la Fe en Cristo Jesús, (Gá 3:26). “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús”. Con la expresión: todos, nuestro hermano Pablo se está refiriendo a todo el género humano sin distinción alguna, donde los gálatas también son los verdaderos hijos espirituales de Dios por creer, crecer y madurar mediante la fe en Cristo Jesús; convirtiéndose con ello en los verdaderos hijos de Dios, a fin que las demandas de la ley se cumplieran en nosotros, que no vivimos según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, nos dice el mismo apóstol Pablo en Ro. 8:4.
Entonces, esto nos da a entender que todos los que viven fuera de la fe salvadora en Cristo Jesús, son enemigos de Dios, Ro. 5:10, e hijos de la ira de Dios, Ef. 2:3; al igual que los farisaicos judaizantes de Jerusalén que se creían justos dentro de propia opinión, desconociendo que todo incrédulo es hijo del diablo, Jn. 8:44. Por lo tanto, nadie pertenece al Padre si no pertenece al Hijo, según nos da a conocer Jn. 14:6, diciéndonos: -“Yo soy el camino, la verdad y la vida. Nadie viene a mi Padre, sino sólo por medio de mí”. Toda persona que no vive conectada al Hijo, tampoco vive conectada al Padre; de tal modo, ya no cuenta con al fuente de vida ni el poder espirituales. En virtud de tal, Dios jamás tiene hijos que no se hayan identificado mediante la fe en su Unigénito Hijo: Cristo Jesús.
Con este motivo, Pablo rechazó el camino de la salvación por obras, porque habiendo sido abrogada, anulada y proscrita, ya no cumplía con su función correcta. De tal manera que, el camino de la salvación vino mediante la fe en Cristo Jesús; pues, los hombres se habían librado de la esclavitud de la ley mosaica. Acentúa mejor todavía, cuando el escritor sagrado nos dice en Jn. 1:12, dándonos a conocer: -Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios”. (Además, lea usted amigo lector: Gá. 4:6; Ro. 8:16 y He. 4:16).
B. Los Bautizados son los Revestidos de Cristo Jesús, (Gá. 3:27). “Porque los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo”. En este versículo, Pablo NO considera el bautismo como un simple acto simbólico, sino como un acto sumamente esencial y verdadero;  en el cual, los que creen a Cristo Jesús, se sumergen en las aguas bautismales para estar en estrecha comunión mística con el crucificado, muerto, sepultado, resucitado y ascendido al cielo: Jesucristo, Señor y Dios nuestro, Ro. 6:3-14.
En consecuencia, los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo, a fin de ser considerados cristianos auténticos e identificados con Él. Para ello, han tenido que seguir otros actos de obediencia, tales como: oír la Palabra de Dios, Ro. 10:17; creer en Hijo Unigénito de Dios, Jn. 3:16; arrepentirse para  vida eterna, Hch. 11:18; confesar que Cristo Jesús es el Hijo de Dios antes de ser bautizado, Ro. 10:9-10; por lo tanto, el bautismo nos salva, 1 P. 3:21a. Asimismo, comprendamos, analicemos y reflexionemos bien, amigo lector, que el bautismo no consiste en la limpieza del cuerpo, sino en el compromiso de tener una buena conciencia delante de Dios, porque esta salvación es posible por la resurrección de Jesucristo”,  nos dice el apóstol Pedro en su misma Epístola Universal: 1 P. 3:21c.
Por último, el propósito divino, no es que Pablo considere al bautizo como el único requisito para salvarse, sino que es la parte culminante de toda obediencia a Cristo Jesús, nos dice Lucas en Hch. 11:24. Por consiguiente, la Palabra de Dios NO nos dice que el bautismo es un signo externo de la gracia interna que Dios nos ha dado; de la misma manera, tampoco es un sacramento; pero SÍ nunca olvidemos que el bautismo es una mandamiento, conforme nos dice Mr. 16:16; Jn. 3:18, 36; Jn. 1:18.
C. ¿Quiénes son los Revestidos de Cristo? La respuesta es: los que has sido  bautizados en Cristo Jesús. Asimismo, acucioso lector, jamás piense usted, que el bautismo es el producto de un arte mágica para hacernos santos, sino que es un acto verdadero y una ceremonia en el cielo por un pecador que se arrepiente, nos dice el Médico Amado en Lc. 15:7. En sí, es un acto donde nos unimos con Cristo, en su muerte, sepultura, resurrección y ascensión; 4 porque mediante el bautismo fuimos sepultados con Él (Cristo Jesús) en su muerte…; En efecto, si hemos estado unidos con él en su muerte, sin duda también estaremos unidos con él en su resurrección… porque el que muere queda libre del pecado. Ahora bien, si hemos muerto con Cristo, confiamos que también viviremos con él. …también ustedes considérense muertos al pecado, pero vivos para Dios en Cristo Jesús, nos dice Ro. 6:4-11 y Col. 2:12. Todo esto quiere decir, que al morir al pecado en el arrepentimiento, nos unimos inmediatamente a la muerte de Cristo Jesús, porque nuestra vieja naturaleza fue crucificada con él para que nuestro cuerpo pecaminoso perdiera su poder, de modo que ya no siguiéramos siendo esclavos del pecado, Ro. 6:6. Ahora, nuestra vida tiene un distintivo que por sí solo habla de nosotros:“el estar revestido de nuestro Señor Jesucristo, antes que de nuestra naturaleza pecaminosa, Ro. 13:14, para ser renovados en la actitud de su mente; y ponerse el ropaje de la vieja naturaleza, creada a imagen de Dios, en verdadera justicia y santidad”, nos dice el mismo escritor en Ef. 4:22-24; 6:11; Col. 3:12,14; 1 Ts. 5:8; y el Apóstol Amado en Ap. 9:8.  Entonces,  nuestra nueva vida, distinguido lector, nunca será controlada por nuestro viejo carácter anterior que fue verdaderamente carnal; sino más bien, en nuestra vida presente de cristiano, otros deben ver el fiel reflejo de  la invalorable y preciosa hermosura de Cristo Jesús en nuestra vida verdaderamente espiritual y mental, Fil. 2:1-5.
La gran transformación espiritual de los gálatas fue la gran preocupación de nuestro hermano Pablo, Motivo por el cual, les dice en Gá. 4:19: -“Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes”. ¿Por qué? Porque a los que Dios conoció de antemano, también los predestinó a ser transformados según la imagen de su Hijo…”, Ro. 8:29. ¿Para qué? Para que, como buen cristiano, con el rostro descubierto reflejemos como en un espejo la gloria del Señor, 2 Co. 3:18. De igual manera, para que los cristianos,  luego de escapar de la corrupción que hay en el mundo debido a los malos deseos, lleguen a tener parte en la naturaleza divina, 2 P. 1:4.
En síntesis, todo lo que nuestro Señor Cristo Jesús tiene dentro de su Espíritu, es traspasado como propiedad para el cristiano: Por medio de Él, tenemos el amor del Padre, acceso al Padre y todos los recursos del Padre son también del cristiano.

IV. Todos los Cristianos somos Uno en Cristo Jesús, Gá. 3:28.
“Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”. Cuando el apóstol Pablo habla de esta manera, es porque en el interior de aquella sociedad en la cual se desenvolvía él, habían líneas y barreras infranqueables  que separaban a las personas judías de las griegas o gentiles. Surge entonces la pregunta, ¿por qué? Porque la esencia de tales distinciones era que los judíos libres se consideraban mejores, más valiosos y los más importantes dentro de todos el género humano. Razón por la cual, el Evangelio de Pablo destruye esa manera de pensar llena de vanidad, orgullo y egocentrismo.
A. No Existen Distinciones para los que pertenecen a Cristo Jesús. El propósito fundamental de esta Epístola a los Gálatas fue la de combatir la nefasta, degenerativa, tergiversante y judaizante enseñanza, de que el griego o gentil tenía que hacerse judío por medio de la circuncisión y guardar la ley, porque solamente los judíos eran los aceptos ante Dios. Por lo que, el Dr. Pablo, sostiene que nuestros hermanos gentiles deberían dejar la idea de ser circuncidados para hacerse judíos, porque en Cristo Jesús no hay distinción o diferencia alguna entre judíos y gentiles. Asimismo, porque en Cristo Jesús, esta diferencia sumamente equivocadísima, perdió su vigencia y validez; de esta manera, la verdadera esencia del Evangelio de Cristo Jesús propone y busca la igualdad, para luego cimentarse en la verdadera unidad cristiana, como nos lo demuestra nuestro Amado Redentor en Jn. 17:20-23, expresándonos literalmente en esta preciosa oración:-“No sólo ruego por éstos. Ruego también por los que han de creer en mí por el mensaje de ellos, para que todos sean uno.  Padre, así como tú estás en mí y yo en ti, permite que ellos también estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado. Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno…23 Permite que alcancen la perfección en la unidad…”. La persona que se hace UNO con Cristo Jesús, también se hace UNO con los demás cristianos. ¿Por qué? Porque nuestro Padre Celestial, no hace acepción de personas, ni existen distinciones entre los hombres que pertenecen a Cristo Jesús, como lo podemos ver en Hch. 10:34; Ro. 2:11; Gá. 2:6; Ef. 6:9 y Col. 3:25.
En consecuencia, la perfecta resultante de esta acepción, diferencia o distinción de personas perdió su validez; traduciéndose luego, en una excelente igualdad y una divina unidad. Y esto, lo demuestra nuestro hermano Pablo en Ef. 2:11-18, donde todos los gentiles estaban separados de Cristo, excluidos de la ciudadanía de Israel y lejos de Dios. De tal manera, nos ha acercado mediante la sangre de Cristo; de los dos pueblos ha hecho uno solo, derribando mediante su sacrificio el muro de enemistad que los separaba, anuló la ley con sus mandamientos y requisitos para hacer una nueva humanidad por medio de la PAZ.
B. En Asuntos Espirituales no existe Ninguna Discriminación de Clase. Respetable lector, dentro del verdadero y auténtico cristianismo, no tiene cabida alguna la discriminación de clase social, racial ni sexual; por consiguiente, ya no hay judío ni griego, porque Cristo Jesús los ha unido a los dos, donde se puede apreciar: la unidad dentro de la variedad, aunque por ley de diferencias individuales sí existen diferencias raciales, sociales, idiomáticas, habituales o costumbristas, personales y sexuales. Por tanto, lo que Pablo nos habla en este punto, es: de diferentes rangos delante del Señor, diferencia en valor cualitativo, en privilegios y dignidad espirituales.
1. No hay Esclavo ni Libre. Investigadores de la talla de William Barclay, consideran que en aquel tiempo hubo sesenta millones de esclavos en el imperio romano, perteneciendo muchos de ellos a la Iglesia de  Cristo. Para muchos amos, que tristemente han pasado a la historia, ellos eran considerados como alguna cosa que tiene vida y habla, pero con la venida de nuestro Señor Jesucristo se proscribe, se abroga y se anula esa diferencia entre esclavo y libre, como también entre esclavo y amo, porque la promesa de Dios hecha a Abraham incluye a todos en general.
2. No hay Hombre ni Mujer. Jamás olvidemos esto: Para muchos judíos y gentiles o griegos la mujer fue relegada, postergada e inferior en todo aspecto al hombre. Éste fue la causa justificada para que muchos judíos, en el Antiguo Testamento, dieran gracias a Dios por no haber nacido gentil, ni esclavo y ni mujer. En cambio, en el Nuevo testamente, Cristo Jesús reivindica y eleva la dignidad y el honor del gentil, del esclavo y de la mujer.
Por otro lado, apreciado lector, este texto de Gá. 3:28 ha servido de caballito de batalla para decir que la mujer puede predicar, porque no hay distinción entre varón y mujer, sin tener en cuenta lo que nos dice el autor sagrado en 2 Jn. 9: -Todo el que se descarría y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza sí tiene al Padre y al Hijo”. En este caso, se preguntaría usted:- ¿Por qué? La primera respuesta clara y contundente, es: porque la mujer tiene otra función dentro de la Iglesia de Cristo, como lo podemos apreciar en 1 Co. 11:3, que literalmente nos dice: -“Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre, mientras que el hombre es cabeza de la mujer y Dios es cabeza de Cristo”. La segunda, porque Dios no es un Dios de desorden sino de paz”, 1 Co. 14:33.
La tercera, porque la mujer debe  aprender con serenidad, con toda sumisión, 1 Ti. 2:11. Y, la cuarta, porque no permito (dice Dios) que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; más bien, debe mantenerse ecuánime”, 1 Ti. 2:12.
En consecuencia, cuando interpretamos Gá. 3:28, debemos tener presente que el único asunto es, sobre la promesa hecha por Dios a Abraham, el cual es la salvación en Cristo para todos, sin excepción alguna, porque Dios jamás hace acepción de personas, conforme lo podemos apreciar en Hch. 10:34, 35 y en Ro. 2:11. De tal manera, este versículo proclama a los cuatro vientos que toda diferencia o distinción racial, lingüística, económica, social y sexual queda anulada, proscrita y abrogada en Cristo Jesús, para siempre. ¿Por qué? Porque el vínculo del amor perfecto puede soportar toda clase de distinción, toda vez que el Señor Cristo Jesús no instituyó una iglesia para los judíos y otra para los gentiles;  una para los amos y otra para los esclavos; tampoco, una para los hombres y otra para las mujeres, ni una para los de una raza y otra para los de otra raza; sino UNA SOLA para todos en general. Por esta razón, muy justificada por cierto, “hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos y en todos”, nos dice el mismo apóstol Pablo en Ef. 4:4, a fin que todos llegásemos a se uno solo en Cristo Jesús.
En conclusión, todas las bendiciones, recursos y promesas espirituales de Dios, son repartidos por partes iguales a todos lo que creen para salvación. Por esta razón, no hay diferencia entre judíos y gentiles, pues el mismo Señor es Señor de todos y bendice abundantemente a cuantos lo invocan”, nos dice el autor sagrado en Ro. 10:12.
3. Los Cristianos son Herederos de la Promesa, Gá. 3:29. “Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”. Es muy justo, que el cristiano como seguidor y discípulo de Cristo Jesús, esté unido de por vida con Él, siempre y cuando que le sea fiel,  perseverante y practicante de sus mandamientos y de su sana y santa doctrina; mas no como los legalistas judaizantes del tiempo de Pablo, que trataban de tergiversar, torcer y dañar el evangelio paulino, sosteniendo de que solamente por la circuncisión y la ley mosaica podía alguien ser hijo de Abraham y recibir la herencia correspondiente. Por lo que Pablo sostuvo ante ellos, que los cristianos gálatas eran  la verdadera descendencia de Abraham por la fe, y como tal, serían los verdaderos herederos de la promesa por medio de su fe en nuestro Señor Jesucristo. Esto quiere decir, que al hacerse bautizar por la autoridad de Cristo Jesús, inmediatamente llegan a ser hijos de Abraham y herederos según la promesa, sin otras cosas adicionales para llegar a ser participantes activos de esta preciosa bendición.
C. Las Bendiciones Hechas a Abraham pertenecen a Todos los que son de Cristo Jesús. Continuando con el mensaje de nuestro hermano Pablo, es menester dejar bien asentado, que la promesa espiritual de salvación y bendiciones eternas que fue concedida al patriarca Abraham, pertenecen a todos los que son de Cristo Jesús, porque ellos son los auténticos herederos según la promesa, la cual se cumple en Cristo nuestro Redentor. De la misma manera, quiero dejar bien claro, que esta promesa no tiene nada que ver con las promesas que Dios hizo a Abram relacionadas con la tierra de su destino al salir de UR, Gn. 2:1; 13:14,15; 17:8, sino se refiere exclusivamente a las bendiciones espirituales, que les llega a todos los hombres que son justificado por la fe, tal y conforme lo fue Abraham, Gn. 15:6 y Ro. 4:3-11: -Le creyó Abraham a Dios, y esto se le tomó en cuenta como justicia”.
Concluyendo, es importante considerar: todos los que son verdaderos hijos de Dios son sus herederos y coherederos con Cristo Jesús, según nos da a conocer Ro. 8:17. Asimismo, la herencia de Cristo pertenece a todos los santificados, Hch. 20:32; también a aquellos que participan con Cristo Jesús llegan a ser herederos que abrigan la esperanza de recibir la vida eterna, Tit. 3:7.También son herederos, porque fueron marcados con el sello que es el  Espíritu Santo prometido, Ef. 1:13, para recibir como herencia a Dios mismo en persona, porque la porción de mi herencia y de mi copa es Yahweh. Tú restauras mi heredad, nos da a conocer Sal. 16:5. (Véase, además, Ap. 21:3, 4, 7).
En otros términos, la grande y hermosa promesa espiritual de salvación y bendiciones eternas que fueron dadas por Dios a Abraham, pertenecen a todos los que son seguidores de Cristo Jesús. ¿Por qué? Porque todos son herederos según la promesa, la cual es cumplida en nuestro Amado Redentor. Sin embargo, hagamos una salvedad: No todos los descendientes genéticos de Abraham recibirán la promesa de salvación, según nos dice el mismo autor sagrado en Ro. 9:6-11; pero muchos que  no son de su herencia racial, la recibirán, cuando se acercan a Dios por fe, como este gran patriarca de la fe lo hizo. Y, de esta manera, se convierten y se convertirán con virtual evidencia en linaje espiritual de Abraham. Por consiguiente, amado lector, jamás olvidemos que la herencia de Cristo Jesús pertenece a todos los santificados, según nos dice el Médico Amado en Hch. 20:32.
Acertada razón lúcida tiene John Stott, cuando nos da a entender que para venir a Cristo, primero tenemos que permanecer condenados bajo la ley de Moisés, para que progresivamente vayamos reconociendo nuestros pecados, sus consecuencias y nuestro destino final cuando partimos de esta tierra. Por lo visto, debemos dejar que la ley mosaica nos remita de inmediato donde Cristo Jesús se encuentra. Pienso que este autor considera esto, porque vivimos dentro de un mundo lleno de leyes que nunca lo cumplimos a cabalidad; por lo que, conocedores de su quebrantamiento, perversión y degeneración buscamos la justicia de Dios, cansados, abrumados y colmados de tantos pecados que se cometen a vista y paciencia de nuestro Creador. Es decir, nos dedicamos más a nuestros quehaceres personales, pero nunca dedicamos tiempo alguno a nuestro Dios Jehová o Yahweh. Pues, dejemos que las leyes pecaminosas de este mundo, que aún fluyen en nuestra mente y corazón, una vez reconocidas desastrosas, nos conduzca hacia Dios para reconciliarnos con Él por medio de nuestra fe puesta en la Cruz del Calvario, donde Jesús murió por todos nosotros los pecadores.
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LECCIÓN  NUEVE
SOLAMENTE EL EVANGELIO JUSTIFICA AL HOMBRE, MAS NO LA LEY III

INTRODUCCIÓN
En esta lección podremos apreciar cómo el apóstol Pablo continúa argumentando a los gálatas, que la salvación no se gana por simples méritos ni por medio de obras humanas, sino única y exclusivamente mediante la gracia de Dios, que se internaliza en la conciencia del hombre a través de su fe viva y personal en Jehová. Por eso, veremos los pasos progresivos de un heredero menor de edad que se va convirtiendo en adulto, como lo hemos visto en capítulo 3 y versículos del 23 al 26. Ahora, Pablo, al comparar la posición y los privilegios de un niño con las de un siervo, les recuerda con evidente claridad a los gálatas, que ambos representan la vida sometida a la ley mosaica; mientras que las de adultos e hijos significa la vida plena en Cristo Jesús.

I.  LA LEY PREPARÓ A LOS GÁLATAS PARA LA HERENCIA EN CRISTO JESÚS, Gá. 4:1-3.
“En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo. Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre. Así también nosotros, cuando éramos menores, estábamos esclavizados por los principios de este mundo”.

    A.  EL NIÑO POR SU MISMA CONDICIÓN ES ESCLAVO. Pablo, al decirles a los gálatas: mientras el heredero es menor de edad, en nada se diferencia de un esclavo, les está ilustrando acerca de su inmadurez espiritual por estar viviendo sometido a la ley judía, diciéndoles que todos ellos eran  menores de edad -a pesar de ser dueño de todo-, que estaban siendo preparados bajo su tutela para llegar a la fe en Cristo. Aquí, es donde Pablo les demuestra que no están en mejores condiciones que los esclavos, si se les compara con los que por la fe en Cristo Jesús, han recibido la gran posición de ser hijos maduros en la fe, que disfrutan de la legítima herencia como la verdadera descendencia y herederos de Abraham. En este tópico, Pablo, está hablando tanto a los judíos como a los gentiles, porque en Cristo Jesús se les da amplia libertad, a fin ser exaltados de siervos o esclavos para llegar a ser verdaderos hijos de Dios; es decir, cuando se constituían en adultos o maduros en la fe. Por lo tanto, en esta descripción personal que  Pablo les  hace a los gálatas, especifica con sumo realismo, la condición del esclavo y la de un heredero que ha comenzado a disfrutar de su herencia. Mejor dicho, Pablo desea advertirles a los gálatas para salvaguardarles de la grave tentación de volver a complicarse la vida, sometiéndose nuevamente a la ley judía; estimulándoles más bien, a gozarse de la gran libertad espiritual que por medio de la fe en Cristo Jesús han recibido con la debida anticipación.
Asimismo, hoy día, los religiosos pueden ser comparados a esclavos del tiempo de Pablo, porque viven atemorizados ante el castigo de Dios por quebrantar sus leyes, durante su adoración y alabanza a nuestro Creador. En cambio, si viven como verdaderos hijos de Dios, cumpliendo sus mandamientos, disfrutan de una verdadera y excelente intimidad amorosa con el Padre Celestial.
a. ¿Por qué decía esto Pablo a los Gálatas? Porque él tenía la vasta experiencia de lo que había visto en el tiempo de los romanos y de los judíos-romanos, cuando un niño dejaba la infancia y pasaba a la adolescencia; etapa donde asumía los privilegios y responsabilidades propias de la edad adulta en una ceremonia llamada Toga Virilis, la cual tenía mucho parecido a la ceremonia de los judíos llamada Bar Mitzvah, que era el símbolo expresivo de haber entrado a la vida propia de hombre adulto; etapa que oscilaba entre los catorce y diecisiete años, en la que entraba dotado de todos los derechos y deberes propios de la ciudadanía romana, y ya no necesitaba de paidagógos[1].
En conclusión, el menor de edad o niño espiritual, en nada se diferencia de un esclavo en cuanto a la posesión de la herencia que tiene destinada; al igual que un esclavo, no puede poseer la herencia por falta de madurez física, emocional y espiritual, a pesar de ser dueño de todo. Pues, comprendamos que la ley vino antes que el evangelio, porque sirvió para entrenar, adiestrar y desarrollar al pueblo de Dios. En aquel tiempo, los judíos eran los herederos; sin embargo, eran como niños y tuvieron que ser controlados y supervisados como si fueran siervos. Por esta razón, queda demostrada que la Ley de Moisés sólo fue una ley pasajera, rudimentaria, temporal y provisional.  

B. TODO NIÑO ESTÁ BAJO EL CUIDADO DE LOS TUTORES, Gá. 4:2. “Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores hasta la fecha fijada por su padre”. Pablo les demuestra a los gálatas, que la Ley de Moisés es comparada con los tutores, ayos o guardianes encargados de administrar y supervisar la herencia de los judíos durante el tiempo de su niñez, hasta la fecha fijada por su padre que es el tiempo del Evangelio. Por lo tanto, este tiempo llegó cuando el tutor o ayo los llevó a Cristo Jesús, según Gá. 3:24, 25. De tal manera, al oír y obedecer el Evangelio, era el momento en que recibía la herencia del Padre. Pues, la posición del niño cambiaba radicalmente, porque de heredero jurídico pasaba a ser un heredero real; es decir, dejando de ser niño semejante a un esclavo, pasaba a convertirse en una persona adulta y ciudadano de responsabilidad.

    C. TODO INCRÉDULO VIVE ESCLAVIZADO POR LOS PRINCIPIOS DE ESTE MUNDO, Gá. 4:3. “Así también nosotros, cuando éramos menores, estábamos esclavizados por los principios de este mundo”. Con este versículo, Pablo nos da a conocer que antes que llegara la fe, Gá. 3:25, los judíos vivían bajo la ley de Moisés, como infantes supervisados por tutores. Mejor dicho, cuando éramos incrédulos como niños sometidos a la ley, estábamos en la esclavitud del pecado. De tal modo que un incrédulo puede recibir la salvación cuando llegue a la mayoría de edad espiritual, por medio de su fe y confianza desinteresadas en Cristo Jesús; y cumplirse en él, la promesa dada a todo el mundo por medio de Abraham, Gn. 12:3. Pues todo incrédulo es como un niño o un esclavo que vive aprisionado y por los principios de este mundo, que pueden ser espíritus diabólicos que gobiernan este mundo, o sistemas paganos de astrología, como también  vanas filosofías que siguen tradiciones humanas y van de acuerdo con los principios de este mundo y no conforme a Cristo, Col. 2:8; 2:20
a. ¿Por qué dice esto Pablo? Porque en aquel tiempo del mundo gentil, Pablo pudo apreciar que la filosofía humana y las religiones paganas tenían una estrecha conexión, a tal punto que también las tradiciones judías como las religiones paganas se traducían en obras hechas por manos de hombres, y que estaban llenas de reglas cuya obediencia era considerada como el único medio para poderse comunicar con la deidad, de quien recibían su aceptación por medio de esfuerzos humanos. En consecuencia, para Pablo, todos los principios del mundo, someten y esclavizan a cualquier ser humano, mientras que Cristo Jesús es el único Dios que nos puede liberar del fango del pecado, según lo demuestra Pablo en Col. 2:14-23.

II. LA ENTREGA DE LA HERENCIA.
Para la entrega de la herencia, es muy importante conocer cuatro pasos importantes que Dios ha fijado de manera secuencial y progresiva, que son: el Origen Profético, la Confirmación de la Herencia, la Consumación de la Herencia y la Obligación con la Herencia Divina.
A. El ORIGEN DEL CUMPLIMIENTO ES PROFÉTICO, Gá. 4:4. “Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley”. Para ser considerados como verdaderos hijos de Dios, nuestro origen se deriva de su Amado Hijo Jesucristo. Así como el gobernante de un país hace saber que todo hijo empieza a tener mayoría de edad, nuestro Padre Celestial también determinó el tiempo en que envió a su Hijo como el verdadero Redentor del Mundo.
Todo esto sucedió, cuando el tiempo indicado por los profetas se cumplió; por ejemplo, en Gn. 49:10, nos dice: -“El cetro no se apartará de Judá, ni de entre sus pies el bastón de mando, hasta que llegue el verdadero rey, quien merece la obediencia de los pueblos”. También se puede ver en Miq. 5:2; 2 S. 7:12; Hch. 3:24. En Lc. 4:21, nos dice: - “Hoy se cumple esta Escritura en presencia de ustedes”; en Ef. 1:9, 10 y 11, dice: -Él nos hizo conocer el misterio de su voluntad… para llevarlo a cabo cuando se cumpliera el tiempo… En Cristo también fuimos hechos herederos…”.  De igual manera podemos observar lo que nos expresa Mt. 22:4: -“…todo está listo. Vengan al banquete de las bodas”. (Además, puede usted leer 2 Co. 6:1,2; Hch. 2:16,17; He. 1:1,2; 1 P. 1:20; 1 Jn. 1:20, porque desde el día de Pentecostés estamos viviendo en los postreros días).
En resumidas cuentas, cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, en tiempo preciso y milimétricamente cronometrado y establecido por el Padre Celestial. Por eso, es de razonado juicio expresar que, hasta los judíos de mayor y mejor santidad y piedad del Antiguo Testamento, murieron sin recibir ni palpar el cumplimiento de la promesa que Dios le hizo al patriarca Abraham, conforme nos da a conocer el autor sagrado en He. 11:39: -“Aunque todos obtuvieron un testimonio favorable mediante la fe, ninguno de ellos vieron el cumplimiento de la promesa”.  Cuando Dios envió a su Hijo (Unigénito) nos dio la amplia garantía de que todos los cristianos y nada más, llegaríamos a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo, según el propósito de su voluntad, Ef. 1:5; para luego convertirnos en herederos de Dios y coherederos con el HIJO, Ro. 8:17.
Por otro lado, es muy importante aclarar esta expresión tan sublime: Dios envió a su Hijo. El término Hijo no se refiere en absoluto a la esencia divina de Jesús. Pues, Él no estuvo subordinado al Padre por la eternidad, porque siempre fue igual a su Creador, sino que Cristo Jesús se sometió voluntariamente al Padre durante la encarnación, como lo hace un hijo obediente con su padre terrenal. Como Dios que Él es, Jn. 5:18; 14:1; 20:28, no estuvo en sujeción eterna al Padre, sólo que estuvo en sujeción al Padre durante el tiempo de su permanencia, aquí en la Tierra.
De tal manera, Pablo hace referencia a este vaciamiento total (Gr. Kenosis) de nuestro Señor Jesucristo en Fil. 2:6,7, al decirnos: -Quien, siendo por naturaleza Dios, no consideró el ser igual a Dios como algo a que aferrarse. Por el contrario, se rebajó voluntariamente, tomando la naturaleza de siervo y haciéndose semejante a los seres humanos”. ¿Por qué? Porque el Hijo es el resplandor de la gloria de Dios, la fiel imagen de lo que Él es, y el que sostiene todas las cosas con su palabra poderosa”, He. 1:3. Ésta es la razón por la cual, el apóstol Juan escribiera: -“En el principio ya existía el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios”. Léase también: Jn. 1:14,18.

a. Su Encarnación. Por su encarnación, Cristo Jesús es nacido de mujer, afirmación que justifica su humanidad, porque es la simiente de María que vino a herir a la serpiente en la cabeza, Gn. 3:15; es el verdadero descendiente de Abraham, Gn. 3:16, como también de David, Ro. 1:3; es participante activo de la naturaleza humana, He. 2:14-16, para destruir al Diablo, quien tiene el imperio de la muerte y darnos la vida eterna, como el Verdadero Salvador del Mundo.
b. Su Nacimiento.  Fue nacido bajo la ley mosaica: Fue circuncidado al octavo día, y presentado en el templo Lc. 2:21-24; asistía a las sinagogas y participaba en los estudios, Lc. 4:16. Como conocedor de la Ley, enseñaba a los judíos que deberían guardarla íntegramente, Mt. 7:18,19; 23:3,4. Nació bajo la ley para demostrarles a todos los nacidos en ese entonces la obediencia exacta a la misma; y, cumplió con toda la ley, llevando la carga pesada de ésta, según nos lo demuestra el apóstol Pedro en Hch. 15:10.
c. Nació para la Redención de la Humanidad, Gá. 4:5. “Para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin que fuéramos adoptados como hijos”. Con este versículo, Pablo les dice a los gálatas como a nosotros también: Cristo vino a este mundo para redimirnos de la maldición de la ley mosaica, que al no ser cumplida a cabalidad como Cristo la cumplió, llevando una vida de obediencia perfecta, nosotros por nuestro incumplimiento y desobediencia, la hicimos maldita; pero con la única salvedad: de tener fe en Él para salvación.
Redimir, se deriva del Gr. exagorazó, cuyo significado es recuperar al perdido por medio de una compra, que era aplicada a los esclavos para adquirir su libertad de los amos por un precio estipulado por ellos. De la  misma manera, somos libertados por medio de Cristo Jesús de la esclavitud del pecado, quien lo pagó mediante su sangre derramada en la Cruz, a fin que fuéramos adoptados como hijos de Dios, según nos enseña el mismo autor sagrado en Ro. 8:15, que a la letra dice: -…ustedes no recibieron un espíritu que de nuevo los esclavice al miedo, sino un Espíritu que los adopta como hijos…”. Una persona se hace hijo de Dios por medio de la adopción divina (Léase también Ro. 8:23; 9:4; Ef. 1:5; 3:14,15).

B. LA CONFIRMACIÓN DIVINA DE LA HERENCIA, Gá. 4:6. “Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abba! ¡Padre!”. A todo cristiano Dios lo confirma como verdadero hijo adoptado por medio del don del Espíritu Santo que proviene tanto del Padre como del Hijo, según nos da a conocer Ro. 8:9, que a la letra dice: -“…Ustedes no viven según la naturaleza pecaminosa sino según el Espíritu, si es que el Espíritu de Dios vive en ustedes. Y si alguno no tiene el Espíritu de Cristo, no es de Cristo”. (Léase, además: Fil. 1:19; Jn. 5:26).
Uno de los ministerios del Espíritu Santo, para beneficio de todos los hijos de Dios, es equiparle  con la confianza plena para clamar a viva voz ante el Dios: ¡Abba! ¡Padre! en cualquier idioma; es como decirle Papito o Papacito, Ro. 8:14-16. Por tanto, solos los redimidos pueden cantar el cántico nuevo dado a conocer en Ap. 14:3, porque es un verdadero canto de redención, sólo entonado por los 144 mil redimidos, que fueron marcados con el sello que es el Espíritu Santo prometido,  Ef. 1:13-14.
    C. LA CONSUMACIÓN DIVINA DE LA HERENCIA, Gá. 4:7. “Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero”. En este versículo, nuestro hermano Pablo nos dice que el esclavo no le dice Abba: o papito a su amo o señor; pero como ya no es esclavo, sino hijo, automáticamente es heredero para que en él se consuma la herencia de su Padre. ¿Por qué? Porque la consumación de la herencia divina se lleva a cabo, cuando nuestra adopción como hijos de Dios está incluida en la promesa divina de hacernos también herederos y coherederos con Cristo Jesús, según Ro. 8:17. Esto es un acontecimiento espiritual, que por entregarnos a Cristo con fe, nuestro Padre Celestial nos da todo lo que su Hijo Unigénito posee. Es una gran verdad, amigo lector.

    D.  LA OBLIGACIÓN CON LA HERENCIA DIVINA, Gá. 4:8-11.
a. El que no conoce a Dios es Esclavo de sus ídolos, v.8. “Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, eran esclavos de los que en realidad no son dioses”. No olvidemos, que nuestra adopción como hijos de Dios es un regalo sumamente gratuito por la abundante gracia de Dios; sin embargo, nos trae y presenta una obligación o deber muy serio que tenemos que cumplir, conforme nos da a conocer Lc. 12:47-48: -“El siervo que conoce la voluntad de su señor, y no se prepara para cumplirla, recibirá muchos golpes. En cambio, el que no la conoce y hace algo que merezca castigo, recibirá pocos golpes. A todo el que se le ha dado mucho, se le exigirá mucho; y al que se le ha confiado mucho, se le pedirá aun más”. La gran responsabilidad del creyente nada tiene que ver con asuntos ceremoniales de la fe cristiana, porque su fe le ha liberado de todos los ritos practicados durante la vigencia de la ley. Ésta es la única verdad que los cristianos en Galacia habían olvidado, motivados por la influencia de los legalistas y judaizantes.
1. ¿Por qué hacían esto los Judaizantes? Sencillamente, porque los gálatas no conocían a Dios; pues, eran esclavos de los que en realidad no son dioses. Asimismo, antes de reconciliarse con Cristo Jesús, su verdadera religión era caracterizada por las obras humanas; y eran esclavos de diversos dioses de fabricación humana, que en realidad no se asemejaban en nada  a nuestro Dios Verdadero, Sal. 115:3-8. Por tanto, los NO redimidos son esclavos: no sólo de la ley, sino también de sus ídolos y ritos pobres y débiles. Como ejemplo, podemos poner a los budistas que oran y rezan por horas a una imagen hecha de piedra; asegurándonos con ello que viven en una tremenda oscuridad espiritual y sin ninguna esperanza de salvación, por su completa ignorancia acerca del Dios Verdadero. Pues, todos ellos son dignos de conmiseración por su desgracia, porque ignoran de la existencia verdadera de Dios y por que su destino final será la condenación eterna, pues no se dan cuenta de lo que Dios mismo nos ha revelado: Sal. 19:1 y Ro. 1:19-25.
b. No Retroceder a la Esclavitud siendo Hijos de Dios, v.9. “Pero ahora que conocen a Dios- o más bien que Dios los conoce a ustedes-, ¿cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos? A los gálatas paganos convertidos al cristianismo Dios los conoce y los acepta como hijos. ¿Por qué? Porque el Señor conoce a los suyos, nos dice 2 Ti. 2:19. Sin embargo, al apóstol Pablo le angustia el pensamiento de los gálatas que siendo hijos de Dios, se aparten  de los grandes y venturosos privilegios de su filiación para regresar al estado de servidumbre y esclavitud religiosas.
Por esta razón, Pablo hace estas preguntas: -“¿Cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?, refiriéndose  a los ritos y ceremonias judíos sin valor y ni importancia algunos; aunque para ellos  en otro tiempo tuvieron mucho valor; sin embargo, después que Cristo Jesús vino a este mundo con su obra redentora, adoptar estas ceremonias como medio de salvación es regresar a aquellas observancias religiosas elementales, frágiles, que a los gálatas los había sumido en la más degradante esclavitud y servidumbre espirituales como adoradores idolátricos.  Por lo tanto, nuestro Señor Jesucristo les dirá en aquel Día Final: -“Jamás los conocí. ¡Aléjense de mí, hacedores de maldad!, Mt. 7:23.
Por último, es muy importante recordar que el Evangelio de Cristo Jesús es el único camino recto y el yugo fácil y bien acomodado, que todo sistema religioso humano, tanto judío, católico, protestante como pagano, sea considerado definitivamente un sistema de degradante esclavitud espiritual, porque sus seguidores viven sujetos a los mandamientos exclusivos los hombres; y no, de Dios.
c. Los Gálatas estaban regresando a la Ley Mosaica, v.10. “¡Ustedes siguen guardando los días de fiesta, meses, estaciones y años!  Entre los principios ineficaces y sin valor a los que algunos gálatas cristianos querían regresar, eran seguir guardando la observancia ritualista de los días de reposo; los meses y las estaciones: luna nueva, las sazones; y los años como las fiestas anuales: la Pascua, Pentecostés, la Fiesta de los Tabernáculos, conforme el autor nos da a conocer en Col. 2:16-18: -“Así que nadie los juzgue a ustedes por lo que comen o beben, o con respecto a días de fiesta religiosa, de luna nueva o de reposo. Todo esto es una sombra de las cosas que están por venir; la realidad se halla en Cristo. No dejen que les prive de esta realidad, ninguno de esos que se ufanan en fingir humildad y adoración de ángeles. Los tales hacen alarde de lo que no han visto; y, envanecidos por su razonamiento humano”.
En realidad, los cristianos de Galacia no querían recordar lo que habían sido antes; razón por la cual, decepcionado Pablo, expresa su dolor frente a la inmadurez y la falta de discernimiento de los gálatas. Asimismo, no comprendía cómo se habían olvidado tan pronto de su esclavitud anterior cuando ellos eran incrédulos, y con cuánta facilidad renunciaron a su nueva libertad y bendiciones que gozaban en Cristo Jesús.
d.  El Gran Temor de Pablo, v.11. “Temo por ustedes, que tal vez me haya estado esforzando en vano”. En este versículo, el apóstol Pablo nos cuenta acerca de su temor y lamento, porque tal vez toda su labor evangelística haya caído en saco roto, o se haya estado esforzando en vano. Es decir, Pablo está ansioso para que los cristianos gálatas no dejen ni repudien esa fe cristiana que habían aceptado como producto de su labor misionera entre ellos. Por consiguiente, estas palabras que Pablo escribió a los cristianos gálatas, es un excelente toque de aviso para que los seguidores de Cristo Jesús, el día de hoy, no abunden en sus formalidades paganas, ni confíen en sus ceremonias rituales; porque sería colocar un tremendo y grueso yugo de servidumbre en el corazón del discípulo de Cristo Jesús, despojándolo con ello de la libertad espiritual que le pertenece a todo hijo de Dios. Asimismo, todo el servicio abnegado, riesgos y sacrificios que tuvo que experimentar Pablo para beneficio de los cristianos gálatas; sus viajes, los infortunios, las enfermedades, la soledad, las luchas y el apedreamiento mortales que recibió en Listra, habrían sido en vano si los gálatas cristianos volvían por el camino de su antigua esclavitud. Esto escribe Pablo, sumido en la más grande y severa tristeza de haber trabajado en vano.
Sin embargo, hay una gran esperanza, porque todo trabajo del cristiano no es vano, nos dice 1 Co. 15:58; de la misma manera, nos dice Pablo en Fil. 2:16: -“Así en el día de Cristo me sentiré satisfecho de no haber corrido ni trabajado en vano”. Tampoco las lluvias y las nieves no vuelen sin regar antes la tierra, también la palabra que sale de mi boca: No volverá vacía, nos dice Is. 55:10,11.

III. PABLO LES RECUERDA A LOS GÁLATAS CUANDO ÉL LES PREDICÓ EL EVANGELIO, Gá. 4:12-20.
Pablo toma la posición de un litigante persuasivo, para decirles que la salvación es sólo por gracia, y el perdón de todo pecador se hace efectivo por medio de su fe en Cristo Jesús. Asimismo, se nota su constante preocupación, antes que su enojo, porque los gálatas estaban apartándose de  los principios divinos. De tal manera, sus palabras son del más intenso afecto personal, expresadas en una súplica.

A.  LA SÚPLICA PERSONAL DE PABLO, v.12. “Hermanos, yo me he identificado con ustedes. Les suplico que ahora se identifiquen conmigo. No es que me hayan ofendido en algo”. Aquí, podemos apreciar la afanosa preocupación de Pablo por los gálatas, porque jamás pasó por su mente ni su corazón, abandonarlos; sino más bien se puede apreciar su esfuerzo perseverante, para rescatarlos de las garras opresoras de los legalistas y judaizantes, suplicándoles que adopten la misma actitud que él decidió seguir frente a la ley ceremonial judía.
Por esta razón, les dice: Les suplico que ahora se identifiquen conmigo, porque los gálatas que previamente habían aceptado acercarse a Dios por medio de su fe, estaban ahora decididos a renunciar a ella en favor de lo prescrito por la ley mosaica, a la cual el mismo Pablo había rechazado públicamente sin poner su confianza en esfuerzos humanos, Fil. 3:3. En tal virtud, les suplica encarecida y razonablemente que retornen al sitial donde él se había vuelto; dejando a un lado la seducción, la renunciación judaizante y no se sometan nuevamente al yugo de la esclavitud, Gá. 5:1. Es más, todo lo considero pérdida por razón del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús, mi Señor. Por él lo he perdido todo, y lo tengo por estiércol, a fin de ganar a Cristo”, Fil. 3:8.
Los judíos cristianos de Galacia sabían muy bien que Pablo había dejado su servicio anterior, sus tradiciones rabínicas y la ley ceremonial de Moisés, conforme nos da a conocer Jacobo y los ancianos de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, Hch. 21:21. Pablo abandonó su servidumbre anterior, porque tenía la firme esperanza y la certera convicción de que la creación misma ha de ser libertada de la corrupción que la esclaviza, para así alcanzar la gloriosa libertad de los hijos de Dios”, Ro. 8:21.
a. No hubo Ofensa Alguna de Parte de los Gálatas. “No es que me hayan ofendido en algo”, les dice Pablo a los gálatas, porque ellos querían volver al mismo yugo de la esclavitud, Gá. 5:1. Pues, en sí, el agravio no fue contra Pablo, sino contra el alma de los gálatas cristianos, porque no tenía nada contra ellos, a pesar de haber sufrido muchas injusticias cuando predicó allí, según vemos en Hch. 13:45,50; 14:4-6,19, donde la persecución fue promovida y agitada por los judíos que también involucraron a muchos gentiles.
B. PABLO RECUERDA LA RECEPCIÓN QUE LE DIERON LOS GÁLATAS, Gá. 4:13-16.
a. En su Primera Visita Pablo no fue Tratado con Desdén, vv.13-14. “Como bien saben, la primera vez que les prediqué el evangelio fue debido a una enfermedad, y aunque ésta fue una prueba para ustedes, no me trataron con desprecio ni desdén. Al contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como si se tratara de Cristo Jesús”. Nuestro hermano Pablo piensa que su labor evangelística entre los gálatas pudiera ser en vano, por lo que invade su pensamiento la manera cómo la primera vez que les predicó el evangelio lo habían recibido calurosa y amablemente. Esto da la impresión que en esa oportunidad, Pablo no había pensado llegar ante ellos, ni tampoco pensaba detenerse por mucho tiempo; sin embargo, debido a una enfermedad, y ésta aunque fue una prueba para los gálatas, no lo vieron con desprecio ni desdén que en griego significa escupir como un acto de repudio. Pues, la Biblia no dice qué enfermedad era; sino que muchos aluden al aguijón en su carne, 2 Co. 12:7-9; otros, a la malaria con la que padecía por haber transitado por lugares pantanosos de Panfilia. Por tanto, como no sabemos el origen de la enfermedad, que quede bien asentado: la especulación nunca edifica, sino destruye; porque los cristianos y nada más, hablamos donde la Biblia habla y callamos donde la Biblia calla; jamás vivimos de hipótesis ni de suposiciones.
1. La Sorpresa y Admiración de Pablo. Ahora, cuando el apóstol nos dice:-“Al contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como si se tratara de Cristo Jesús”, Mt. 10:40, significa que jamás lo cuestionaron por el aspecto que tenía; lo que ello implica la sorpresa y admiración de Pablo, porque no dudaron los gálatas que se trataba de un Mensajero escogido de Dios. Además, este pasaje no se refiere a los acontecimientos de Listra, según Hch. 14:12-15, en el que consideraron a Pablo y Bernabé como dioses por haber hecho caminar a un lisiado de las piernas, ni tampoco cuando en su Primer Viaje Misionero a Galacia, la persecución hacia los cristianos era tan severa y cruel, donde apedrearon a Pablo hasta dejarlo, muerto, Hch. 14:19; sino a la gran recepción que le dieron, por ejemplo, en Antioquía de Pisidia, Hch. 13:43-48, cumpliéndose con ello lo que Dios había dicho: -“Yo te pongo ahora como luz para las naciones, a fin de que lleves mi salvación hasta los confines de la tierra”, Is. 49:6. Si los de Berea eran de sentimientos más nobles, porque recibieron el mensaje con toda avidez y todos los días examinaban las Escrituras para ver si era verdad lo que les anunciaba el apóstol Pablo. Cuánto más los gálatas que lo recibieron como a un ángel de Dios, como si se tratara de Cristo en persona.
b. La Recepción Hostil de los Gálatas, vv.15-16. “Pues bien, ¿qué pasó con todo ese entusiasmo? Me consta que, de haberles sido posible, se habrían sacado los ojos para dármelos. ¡Y ahora resulta que por decirles la verdad me he vuelto su enemigo!”. Durante el Primer Viaje Misionero de Pablo, los gálatas se consideraban muy dichosos por haber aceptado el Evangelio que Pablo les había predicado; pues, les había dado muchas bendiciones, satisfacciones y felicidad. Ahora, surgen estas preguntas que cualquier lector podría hacerse: ¿Las bendiciones, satisfacciones y felicidad fueron verdaderas o sólo fingidas? ¿Fueron pasajeras, superficiales o de por vida y eternas todas esas manifestaciones? De tal manera, si la llegada del evangelio les trajo todas estas manifestaciones espirituales; entonces, ¿por qué la recusaron o rechazaron?
No olvidemos que todo entusiasmo o satisfacción (Gr. makarismos) se manifiesta por una bendición incomparable que trae sentimientos de alegría, gozo, felicidad, contentamiento y plenitud espirituales. Por eso, el apóstol Pablo les pregunta: ¿Qué pasó con todo ese entusiasmo? ¿Qué fue lo que les hizo perder todo ese entusiasmo? Si antes les habían amado mucho, a tal punto, de haberles sido posible, se habrían sacado los ojos para dármelos. Dicen algunos eruditos que por la experiencia ocasionada camino a Damasco. El apóstol Pablo tuviera una visión deficiente, suponen muchos que fue como consecuencia de haber sufrido la enfermedad de la malaria, porque ésta ataca siempre al nervio óptico y ocasiona pérdida de la capacidad visual, o también por el maltrato físico que padeció en Listra, perteneciente a la provincia de Galacia.
c. La Verdad hizo que los Gálatas resultaran Enemigos de Pablo, v.6. “¡Y ahora resulta que por decirles la verdad me he vuelto su enemigo!”. En este versículo, Pablo exclama de impotencia por el odio que los gálatas le tenían, motivado por haberles predicado la verdad. No hizo otra cosa, sino predicarles el verdadero Evangelio de la Libertad, en el cual, los judaizantes sufrieron una deserción espiritual por parte de muchos gálatas. En sí, el corazón del legalismo judaizante se  había roto, como se rompe el corazón de un evangelista, maestro o misionero fiel a Dios, cuando ve a una persona acercarse al Reino de Dios por cierto tiempo, luego desiste de su fidelidad. Cuánto más se afligirá nuestro Padre Celestial cuando ve que sus feligreses se descarrían como ovejas sin Pastor, Is. 53:6. Asimismo, Cristo Jesús se lamentó sobre Jerusalén, cuando dijo: -¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que se te envían! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como reúne la gallina a sus pollitos debajo de sus alas, pero no quisiste!”, Lc. 13:34.
Éste es el motivo por el que Pablo amonesta a los cristianos en Ef. 4:30, diciéndoles: -“No agravien al Espíritu Santo de Dios con el cual fueron sellados para el día de la redención”. De tal modo que, tanto el Padre, como el Hijo y el Espíritu Santo experimentan mucha tristeza, cuando caen en deserción los hijos suyos que han sido llamados a la gran libertad de la gracia y salvación. Así como hay alegría en el cielo por un solo pecador que se arrepiente, Lc. 15:7, También hay un dolor muy agudo en los cielos, cuando un hijo de Dios se aleja de Él para continuar su vida en el fango del pecado.
Todo esto aconteció, al darse el Segundo Viaje de Pablo a Galacia, donde algunos miembros de la Iglesia de Cristo, habían caído nuevamente bajo las garras de los helenistas judaizantes, dudando por completo de la verdad de la salvación por medio de la fe, la cual habían conocido y aceptado por medio de las prédicas del apóstol Pablo. Es decir, el evangelio pervertido del legalismo les había atraído con mucha sutileza y dulzura, antes que el Evangelio de la Gracia Salvadora; además, el evangelista Pablo, que había sido amigo amado y consentido de los gálatas, se había vuelto su enemigo, porque les confrontó con la verdad del Evangelio de Cristo Jesús.
C. NO TODO CELO PROVIENE DE DIOS, Gá. 4:17-20
a. Advertencia de Pablo a los Gálatas, vv.17-18. “Ésos que muestran mucho interés por ganárselos a ustedes no abrigan buenas intenciones. Lo que quieren es alejarlos de nosotros para que ustedes se entreguen a ellos”. Los enemigos de Pablo, que eran los judaizantes, llegaron a Galacia con mucho interés para ganárselos sin abrigar buenas intenciones. Por su parte, los falsos maestros llegaban con palabras suaves y lisonjeras para engañar a los ingenuos, Ro. 16:18. Es decir, llegaron como falsos apóstoles que se disfrazaban como apóstoles de Cristo y ángel de luz, nos dice 2 Co. 11:13. Llegaron muy piadosos, cariñosos, amorosos y muy amigables.
En realidad, estos personajes tristemente célebres en la Biblia, lo que quieren es alejarnos de nosotros para que ustedes se entreguen a ellos, les dice tajantemente Pablo, porque el interés de los judaizantes no era para bien sino para mal, a fin de ponerles el yugo de la servidumbre legalista sobre el cuello de nuestros hermanos gentiles para hacerlos dos veces más merecedores del infierno, Mt. 23:15; mientras que el interés de los falsos maestros era como poner un bisturí en las manos de un loco, antes que en las manos de un cirujano. Lo que estos hombres querían, era que los cristianos le fueran leales y fieles solamente a los judaizantes, para alejarlos total y completamente de Pablo y del evangelio que él les predicaba.
b. Todo Interés debe ser Bien Intencionado, v.18. “Está bien mostrar interés, con tal de que ese interés sea bien intencionado y constante, y que no se manifieste sólo cuando yo estoy con ustedes”. El apóstol Pablo nos dice que debemos mostrar interés, con tal que sea con buena intención y con carácter permanente por las cosas y los negocios de Dios, como lo hizo él, cuando les predicó el evangelio por primera vez en Galacia, haciéndolo de manera encomiable, verdadera y con un interés sumamente genuino, motivado por el verdadero amor de Cristo Jesús, y el deseo profundo de velar por la salvación de los perdidos.
Ahora, cuando Pablo nuestro hermano, dice: ese interés que no se manifieste sólo cuando yo estoy con ustedes, quiere decir que es maravilloso ser objeto de cariño, con tal que el fin sea bien intencionado y no sólo cuando estoy con ustedes. En otras palabras, cuando Pablo estuvo con los gálatas, lo recibieron espléndidamente, porque protegía el bienestar espiritual de ellos; pero cuando él salió, entraron los judaizantes y falsos maestros: Por esta razón, el mismo escritor sagrado nos dice en Fil. 1:5-18: -“Es cierto que algunos predican a Cristo por envidia y rivalidad, pero otros lo hacen con buenas intenciones. Estos últimos lo hacen por amor, pues saben que he sido puesto para la defensa del evangelio. Aquéllos predican a Cristo por ambición personal y no por motivos puros… Al fin y al cabo, y sea como sea, con motivos falsos o con sinceridad, se predica a Cristo. Por eso me alegro…”.
Por último, Pablo hizo esta advertencia en contra de los judaizantes, no por motivos que ellos se oponían a él, sino porque eran los detractores recalcitrantes del Evangelio de la Salvación, legado por Cristo Jesús. En virtud de tal, es menester agregar: Cuando exista una Iglesia de Cristo bien instituida por algún hermano fiel, debe continuar su camino hacia la salvación de muchas almas; y nunca permitir “que nadie deje de alcanzar la gracia de Dios; de que ninguna raíz amarga brote y cause dificultades y corrompa a muchos”, nos dice He. 12:15.
c. El Deseo Amable de Pablo para con los Gálatas, vv.19-20. “Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado entre ustedes”. Ahora que el apóstol Pablo dice: Queridos hijos, nos demuestra que los gálatas eran sus discípulos muy amados con entrañable ternura por él. Asimismo, Pablo les dijo a los filipenses: -“Dios es testigo de cuánto los quiero a todos con el entrañable amor de Cristo Jesús”, Fil. 1:8. Con esta expresión, el autor nos revela objetivamente su profundo interés y amor por los gálatas, evocando la notable figura de una madre que sufre mucho dolor cuando da a luz a sus hijos. De la misma manera, este Varón de Dios, sufría estos dolores de parto hasta que Cristo fuera formado en el corazón de los gálatas, para que la gloriosa riqueza entre las naciones, que es Cristo en ustedes, sea la esperanza de gloria en ellos, nos dice el mismo autor en Col. 2:27. ¿Por qué? Porque al ser bautizados los gálatas recibieron el perdón de sus pecados y estuvieron en Cristo Jesús, Gá. 3:26,27; 5:6; 2 Co. 5:17 y Ef. 2:17.
La palabra relevante en el v.19 es vuelvo, que significa que es la segunda vez que Pablo había pasado por esta tremenda agonía de una paternidad espiritual, dejándonos a nosotros los siervos actuales, la manifestación viva de una gran apostasía espiritual por parte de los gálatas.
Por tanto, estando los gálatas en Cristo Jesús, debieron crecer en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, 2 P. 3:18, a fin de ser transformados según la imagen de su Hijo, Ro. 8:29; 2 Co. 3:18; Ef. 4:13 y Gá. 5:22,23. De tal manera que, todo este proceso de edificación y crecimiento espiritual, requiere que el convertido debe vivir según el Espíritu de Cristo, Ro. 8:9 y que posea el entrañable amor de Cristo Jesús, Fil. 1:8. ¿Por qué? Simplemente, porque era el sano propósito del apóstol Pablo, concordando en una íntima relación con el propósito de nuestro Señor Jesucristo; sin embargo, el propósito de los judaizantes era buscar adeptos para la circuncisión, toda vez que querían gloriarse en la carne, para luego jactarse de la señal que ustedes (los gálatas) llevarían en su cuerpo, Gá. 6:13; impidiendo con ello, el proceso de transformación espiritual. Pues, el deseo del Apóstol era que los de Galacia llegaran a la madurez espiritual, conforme nos da a conocer Ef. 4:13,14 y He. 6:11-14.
d. El Deseo Final de Pablo para con los Gálatas, v.20. “¡Cómo quisiera estar ahora con ustedes y hablarles de otra manera, porque lo que están haciendo me tiene perplejo!”. En este versículo, apreciamos que el deseo de Pablo era estar con los gálatas, en el momento en que escribía esta epístola; pero fue imposible. Por eso, vacía todo su amor en su irremplazable pluma, para hablarles de otra manera, cimentada de por vida en sus palabras escritas de esta invalorable labor misionera designada por Cristo Jesús presencialmente a Pablo.
Comprendamos, amado lector, que las cartas o epístolas son de gran utilidad, pero jamás podrán sustituir a la presencia corporal de una persona, conforme nos dice el apóstol Juan en sus epístolas universales, 2 Jn. 12. y 3 Jn. 13,14. Si Pablo hubiese estado personalmente con los gálatas, podría haberse enterado de cómo estaba el estado emocional y espiritual de ellos, debido a que toda comunicación escrita tiene otra tonalidad funcional.
Por otro lado, la perplejidad de Pablo era tan grande; por eso les dice a los gálatas: -porque lo que están haciendo me tiene perplejo, porque a él le fue imposible saber con exactitud la condición espiritual de quiénes se habían entregado al judaísmo esclavizante, y de quiénes todavía había la esperanza de rescatarlos de esas garras opresivas. Pues, si personalmente hubiese estado Pablo con ellos, podría haber adoptado alguna medida sabia para proceder con ellos.
El apóstol se había quedado perplejo (Gr. Aporeomai), porque no llegaba a comprender el porqué de su alejamiento de los gálatas del cristianismo, tras haber sido enseñados bien la palabra del Evangelio y de haber creído en la verdad de Dios. ¿Por qué habían abandonado entonces tan precipitadamente el evangelio?, presumiblemente se preguntaba Pablo reiteradas veces.

IV.   COMPARACIÓN ALEGÓRICA ENTRE LA LEY MOSAICA Y EL EVANGELIO, Gá. 4:21-31.
A. LA DECISIÓN DE UN SOLO PACTO, v.21. “Díganme ustedes, los que quieren estar bajo la ley: ¿Por qué no le prestan atención a lo que la ley misma dice? Pablo les pregunta esto a los judaizantes y a nuestros hermanos gálatas que estaban convencidos por la ley de Moisés -refiriéndose al Pentateuco-, quienes creían que para ser justificados tenían que aceptar la circuncisión y guardar la ley en su integridad. ¿Por qué? Porque los judaizantes no les habían dicho todo lo que ellos deberían saber; razón por la cual, Pablo quiere ilustrarlos echando mano al Libro de la Ley, a fin que le prestaran atención a lo que la ley misma dice, con el sano propósito de convencer a los cristianos gálatas de su dura insensatez, Gá. 3:1, por sujetarse a la ley mosaica. Ahora, a pesar que ellos leían y oían todos los sábados, no entendían lo que la misma ley les había presentado en analogía o en una comparación de similitudes, entre la historia de Abraham y la verdad espiritual, para hacerles reflexionar que no deberían estar bajo ley si querían ser verdaderos hijos de Dios.
Aparentemente, los judaizantes ignoraban la gran y hermosa lección que el Espíritu Santo presenta aquí, teniendo como base fundamental al Antiguo Testamento, Gn. 15:16; 21:2; Is. 54:1, donde Pablo presenta la historia de la diferencia entre el nacimiento de los dos hijos del patriarca Abraham, donde la ley misma le advierte a los gálatas que no se sometieran a la ley. Asimismo, no olvidemos que Pablo, antes de estudiar esta alegoría le ha dicho que la ley está maldecida, Gá. 3:10; asimismo, es una esclavitud espiritual, Gá: 4:9; mientras que nuestra sujeción al Evangelio de Jesús es libertad plena. Éste es el motivo por el que, no solo es necesario leer la Biblia, sino oírla, meditar en ella, meditar y prestar mucha atención, según Mt. 10:14; 13:9,13; Lc. 16:29,31.
Cristo Jesús empleó un método similar con los líderes judíos en muchas oportunidades, del cual, seguramente Pablo aprendió. Razón por la cual, en el Sermón del Monte, tras comunicarles sin temor a equivocarse que Él no había venido a anular la ley o los profetas, sino a darles cumplimiento…Todo el que infrinja uno solo de estos mandamientos, por pequeño que sea, y enseñe a otros a hacer lo mismo, será considerado el más pequeño en el reino de los cielos; pero el que los practique y enseñe será considerado grande en el reino de los cielos…”, Mt. 5:17-20. Con este hermoso argumento, Cristo Jesús, quiso demostrarles a todos ellos que ninguna persona podía cumplir con sus propias fuerzas las demandas santas de la ley, sin antes mantener un corazón puro, santo, justo y perfecto, Mt. 22:36-38.
B. EL TRASFONDO HISTÓRICO, vv.22-23. “¿Acaso no está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre? El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de una promesa”. Con relación a este asunto, veremos cómo Pablo continúa exponiendo a los gálatas el gran contraste entre la gracia y la fe; y entre la fe y las obras. Guiado por el Espíritu Santo hace una comparación en sentido figurado, entre la Ley Mosaica y el Evangelio, poniendo como ejemplo a los dos hijos de Abraham: Isaac en Sara la mujer libre, quien según el Pacto de la Promesa se constituyó en el heredero de todo; y a Ismael en Agar, la mujer esclava y producto de la decisión humana o carnalidad, quien fue expulsado por perseguir a su hermano y burlarse de él. Asimismo, los hijos (judíos) de la esclava Agar persiguieron a los hijos (cristianos) de la libre Sara, 2 Ts. 2:14-16. En consecuencia, estas dos madres simbolizan los Dos Pactos: Agar por ser del centro de Jerusalén con sus hijos representa al Antiguo Pacto o al Pacto de la Esclavitud; mientras que Sara por ser de la Jerusalén Celestial o de arriba, es madre de los hijos de la promesa para vivir en libertad; de tal modo, representa al Nuevo Pacto o al Pacto de la Libertad. Por tanto, Pablo les exhorta a los gálatas convertidos que permanezcan en la libertad con la que Cristo Jesús les ha hecho libres, no permitiendo que los judaizantes legalistas les abrumen, nuevamente, con el yugo de la servidumbre y la esclavitud.
Como producto de esta clarificación espiritual, los oponentes de Pablo, se jactaban y gloriaban de ser descendientes físicos o carnales de Abraham, como un aspecto necesario e indispensable para ser salvos; por eso, en virtud de tal concepto, los cristianos gentiles deberían hacerse judíos por medio de la circuncisión. Sin embargo, Pablo, al darles a conocer por medio de esta ilustración alegórica, que los judaizantes espiritualmente hablando no eran descendientes de Isaac, como ellos se creían, sino de Ismael el esclavo. Léase Gn. Cap.16.
En conclusión, Sara y su hijo Isaac, representan a los hijos espirituales de Abraham; es decir, los cristianos nacidos bajo los designios del Nuevo Pacto. Mientras que Agar y su hijo Ismael, representan los descendientes físicos de Abraham que recusan el Evangelio de Cristo Jesús, sujetándose incondicionalmente a la Ley de Moisés.
a. Naturaleza del Hijo de la esclava y de la Libre, v.23. El nacimiento del hijo de Agar, Ismael, fue producto de la decisión humana, carnal; en cambio, el hijo de Sara, Isaac, fue también carnal en sentido físico, pero designado por la intervención personal de Dios, porque su madre tenía más de 90 años de edad y su padre 100 años. A pesar que tanto Abraham como Sara eran físicamente avanzados de edad, por medio de la promesa de Dios, nació Isaac. (Es necesario que lea usted, Gn. 18:10,14; 21:1-2; He. 11:11-12; Ro. 4:13; 9:6-9 y Ro. 4:19 para su mayor conocimiento bíblico).
Concluyendo esta parte, es menester definir: Cuando Pablo escribe en Ro. 9:6-9, nos da a conocer de manera clara y entendible, que hay dos clases de hijos de Abraham: Unos, solo los judíos, descendientes físicos o carnales de Abraham; y los otros, los cristianos (judíos y gentiles) descendientes espirituales de Abraham, según la promesa de Dios. Esto quiere decir que los judíos sabían muy bien que desde su nacimiento, Ismael fue inferior a Isaac, porque toda su vida desde que nació, creció y murió su estado fue siempre de servidumbre, condición que nos ilustra nítidamente la condición de todos los legalistas judaizantes.
C. LO QUE REPRESENTAN ESTAS DOS MUJERES, vv.24-27. “Ese relato puede interpretarse en sentido figurado: estas mujeres representan dos pactos. Uno, que es Agar, procede del monte Sinaí y tiene hijos que nacen para esclavos. Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque juntos con sus hijos vive en esclavitud. Pero la Jerusalén celestial es libre, y ésa es nuestra madre. Porque está escrito: Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú que nunca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en gritos de júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada”.
a. Estas Mujeres representan los Dos pactos, v.24. Lo que Moisés nos da a conocer en Gn. Caps 16 y 21, no debe interpretarse como un relato en sentido figurado, sino como un hecho real acerca del nacimiento de los dos hijos de Abraham, por la inspiración del espíritu Santo, con la finalidad de ilustrar la esclavitud de los que vivían bajo la ley de Moisés y la libertad de los que aceptan el Santo Evangelio de Cristo Jesús. Este gran acontecimiento se hace realidad lo que fue profetizado por el profeta Isaías en Is. 54:1, referido en Gá. 4:27.
Pues, el Espíritu Santo le da una connotación muy especial a este acontecimiento verídico, pero ilustrándolo adecuadamente la condición de esclavos y libres, y los efectos de la servidumbre bajo la ley mosaica y la plena y amplia libertad bajo el dominio del Evangelio de Cristo.
Ahora, cuando el autor nos dice: estas mujeres representan dos pactos, que también puede ser traducido como Testamento; por tanto, este texto está hablando de dos pactos, acuerdos o testamentos: El primero, es el Pacto Abrahámico o el Pacto de la Promesa hecha por Dios a Abraham, Gn. 12:1–3, porque esta promesa se refería a Cristo Jesús y el Evangelio, que ha dado como resultado al Nuevo Pacto o Nuevo Testamento. El segundo, es el Pacto dado a Moisés en el monte Sinaí, conocido como la Ley de Moisés o el Antiguo Pacto. Mejor dicho: El Nuevo Pacto, con toda evidencia fue el Primer Pacto hecho con Abraham, mientras que el Antiguo Pacto fue la Ley de Moisés, que vino después, Gá. 3:17.
b. El Segundo Pacto proviene del Sinaí, v.25. “Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde actualmente a la ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud”. En este caso, cuando el habla de manera figurada, lo está haciendo de manera alegórica, cuyo significado es decir algo diferente a lo que se habla, aludiendo a la idea de una cosa que es representada con la imagen de otra cosa. Motivo por el cual, la verdad espiritual es ilustrada con el relato histórico, llegándose hablar en este caso de una analogía, porque éste es el significado básico del vocablo allégoreó.
No olvidemos que el Antiguo Pacto de la Ley lo dio nuestro Padre Celestial por medio de Moisés en el monte Sinaí en Arabia, y corresponde actualmente a la ciudad de Jerusalén, nos dice Pablo, refiriéndose a Jerusalén. Pues, requería que el pueblo escogido por Dios guardase todos los mandatos dados por Él. Por tanto, debido a que estos mandatos del pacto fueron imposibles de cumplir por parte de los hombres, el pacto produjo como resultado hijos que viven en la esclavitud espiritual con su madre Agar, la esclava. Prometida, que llegaron a ser conocidos como los actuales árabes por haber poblado toda la Arabia, donde se encuentra el monte Sinaí.
1. Los Incrédulos del Mundo. Hablando ahora, espiritualmente, todos los incrédulos de este mundo perverso llevan una vida espiritual perdida, porque todos ellos son los descendientes de Agar e Ismael, que viven como los verdaderos esclavos de su religión, y esperanzados en el beneficio y el poder inútiles de la carne; de tal manera, éstos luchan denodadamente para ser justificados delante Dios, pero jamás pueden lograrlo. Debemos comprender que si Dios escogió el monte Sinaí como lugar geográfico para dar el Antiguo Pacto al legislador Moisés, también Él escogió la ciudad de Jerusalén como el lugar geográfico donde el Pacto de la Ley sería establecido, propagado, ejemplificado y esparcido. Razón por la cual, los dos lugares representan el Antiguo Pacto de la Ley y las Obras, como también la esclavitud y la servidumbre carnal que producen.
2. Jerusalén, Ciudad Santa, Consumación del Nuevo Pacto, v.25. Jerusalén, fue el lugar donde se realizó la Consumación del Nuevo Pacto en la muerte, sepultura, resurrección y ascensión de nuestro Señor Jesucristo; pero, por causa del rechazo al Nuevo Testamento,  tanto el monte Sinaí en Arabia como la ciudad de Jerusalén son los lugares donde Agar y su descendencia incrédula viven en la esclavitud del pecado, hablando figuradamente; toda vez que los judíos son físicamente descendientes de Sara. De tal manera, esta descendencia judía es la que rechaza a Cristo Jesús, ignorando la gracia divina y creyéndose salvos por sus propios medios. Por eso, los judaizantes en Galacia trataban de perturbar o trastornar a los judíos cristianos para que retornaran a la esclavitud de sus rituales, ceremonias, de sus propios esfuerzos y de todas las obras de la carne que puedan redundar en su propia esclavitud.
En consecuencia, ésta es la razón por la que la obra del Espíritu Santo los clasifica y considera como los hijos de Agar, porque en realidad jamás quisieron ser hijos de la promesa. Sin embargo, veamos la salvedad en Mt. 3:9 y Jn. 8:33-34. Los que verdaderamente son hijos de Abraham, son los hijos de la promesa, Gá. 3:16; 4:28; Ro. 4:19-25. ¿Por qué? Porque de manera involuntaria los gálatas llegaron a ser hijos físicos de Abraham, pero de modo voluntario llegaron a ser hijos espirituales de Abraham. Por tanto, la actualmente ciudad de Jerusalén, en el tiempo de Pablo, era la metrópolis donde los judíos vivían esclavizados por la ley.
3. Los Cristianos del Mundo, v.26. “Pero la Jerusalén celestial es libre, y ésa es nuestra madre”. La Jerusalén celestial fue el lugar destinado para que el Pueblo de Dios le adorara y alabara por ser libre de la esclavitud del pecado, y por ser ciudadanos del cielo, Fil. 3:20; por este motivo, debemos concentrar nuestra atención en las cosas de arriba, Col. 3:1-3; He. 11:10,16; 12:22; Ap. 3:12; 21:2,9.
Por otro lado, la Jerusalén Celestial existe con la perfección, la seguridad y eternidad que la Jerusalén Terrenal no tiene, porque en la primera han nacido de nuevo, según Jn. 3:3; es decir, con la bendición celestial o de arriba del monte Sión, la ciudad del Dios Viviente, He. 12:22. Razón por la cual, sólo aquellos que nacen de lo alto, son los que verdaderamente han ascendido a los lugares celestiales para vivir en la Jerusalén Celestial. De tal manera, Sara, la libre, representa el pacto hecho con Abraham, Gn. 12:1-3; mejor dicho, representa el Evangelio de Cristo Jesús, el Nuevo Paco o Nuevo testamento.

4.  El Camino de Fe estaba Escrito, v.27: “Porque estaba escrito por el profeta Isaías, en Is. 54:1,2, que nos dice: -Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz, ¡grita de alegría! Tú, que nuca tuviste dolores de parto, ¡prorrumpe en gritos de júbilo! Porque más hijos que la casada tendrá la desamparada”. “Miren a Abraham, su padre, y a Sara, que los dio a luz. Cuando yo lo llamé, él era solo uno, pero lo bendije y lo multipliqué”. Con estos dos versículos, especialmente el v.1, los judaizantes legalistas no podían negar ni rechazar la palabra de ningún profeta. Porque el profeta Isaías está anticipando el día en que los que están presentes serán estériles y que nunca han dado a luz por encontrase en el cautiverio babilónico; por eso, deben gritar de alegría, porque nunca tuvieron dolores de parto.
Por tanto, cuando el autor sagrado nos dice: -más hijos que la casada, (refiriéndose a Agar que podía concebir) tendrá la desamparada (Sara), se está refiriendo a Judá antes del exilio. Sin embargo, esta gloriosa visión nunca se cumplió en los tiempos del Antiguo Testamento; pues, ahora Pablo lo considera, por tener un profundo significado en los hijos espirituales que están naciendo desde el principio de la Era Cristiana.
Adentrándonos más, con el objetivo de clarificar este sentido figurado alegórico, Sara no podía concebir hijos, porque su condición era como si no tuviera marido; por eso, está desamparada. De esta manera, esta profecía se estaba refiriendo a la conversión de los gentiles o a la multiplicación de los cristianos por la gracia divina en la Jerusalén Celestial. Por este motivo divino, Sara es considerada como la madre de todos ellos por haber llegado a ser madre de todas las naciones, que son más numerosas que los judíos inconversos, descendientes de Agar e Ismael, que todavía hasta el día de hoy son esclavos de la Ley de Moisés. Por último, las Escrituras mismas nos indican que, aunque los descendientes físicos de Abraham son numerosos, como las arenas del mar y como las estrellas del cielo; mientras que los descendientes espirituales (cristianos y nada más) serían mucho más numeroso de lo que había oído Abraham de la boca de Dios mismo. De la misma manera, Dios le dijo a Abraham acerca de Sara: -“Yo la bendeciré, y por medio de ella te daré un hijo. Tanto la bendeciré, que será madre de naciones, y de ella surgirán reyes de pueblos”, Gn. 17:16. Por esto, Pedro también nos dice: -“Tal es el caso de Sara, que obedecía a Abraham y lo llamaba su señor. …Ustedes son hijas de ella si hacen el bien y viven sin ningún temor”, 1 P. 3:6.
Concluyendo, es importante dejar en claro que, la iglesia de los primogénitos está inscrita en el cielo. Se han acercado a Dios, el juez de todos; a los espíritus de los justos que han llegado a la perfección”, He. 12:23. Esta iglesia o congregación fue constituida en el preciso momento en el que Cristo Jesús fue crucificado, muerto, sepultado y resucitado; y cuando ascendió a lo alto, se llevó consigo a los cautivos, Ef. 4:8, con el propósito amoroso de quitar la esterilidad espiritual, que ningún esfuerzo humano bajo el Antiguo Pacto pudo quitar. En consecuencia, la Jerusalén Celestial, seguirá poblándose con los santos de Dios nacidos con la bendición celestial, hasta cuando Cristo Jesús venga nuevamente a juzgar a los vivos y a los muertos.
D.  ISAAC Y LOS CRISTIANOS SON HIJOS DE LA PROMESA, v.28. “Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son hijos por la promesa”. En este versículo, Pablo les dice a los gálatas que tan igual que Isaac son hijos de la promesa. Pues, toda persona que llega a ser cristiana por obedecer a Cristo Jesús, es concebida como Isaac por medios sobrenaturales o divinos, es decir, nace de manera milagrosa, y no por medio de procesos naturales o biológicos; por lo que llega a ser uno de los descendientes de la promesa que Dios hizo a Abraham, y cumplida perfectamente en la persona de nuestro Señor Jesucristo.
Por lo tanto, los que caen en la trampa del judaísmo legalista, deben recordar que son hijos por la promesa, por que deben su vida espiritual no a sus propios esfuerzos, sino al poder milagroso de Dios, tal como lo fue Isaac. Pues, el poder divino de la gracia de Dios le dio vida; por lo que volver a caer bajo el dominio de la ley mosaica, sería como negar la obra poderosa del Dios Eterno.
E. CONFLICTO ENTRE LO HUMANO Y LO ESPIRITUAL, v.29. “Y así como en aquel tiempo el hijo nacido por decisión humana persiguió al hijo nacido por el Espíritu, así también sucede ahora”. La referencia histórica es al conflicto entre los dos hijos de Abraham, y a la enemistad proyectada hasta la posteridad. De tal modo, la persecución de Ismael a Isaac, tal como lo podemos apreciar en el viejo episodio, cuando Isaac había sido destetado, Ismael se burló en esta ocasión, Gn. 21:9, porque detestaba a Isaac tanto como su madre Agar odiaba a Sara, Gn. 16:4-5. Por lo que, la burla atrevida e insolente de que fue objeto el segundo hermano por parte del primero, se debió a su celo infundado al verdadero heredero por quien sentía enemistad. El hijo nacido por decisión humana persiguió al hijo nacido por el Espíritu, porque en el perseguidor se reflejaba el verdadero prototipo de los maestros legalistas y judaizantes, que deseaban arrebatarles a los gálatas nacidos por el Espíritu, su derecho a la libertad espiritual que por nacimiento les correspondía.
Por todos estos motivos justificados y de razonable recusación a este conflicto, el apóstol Pablo nos dice que así también ocurre ahora, porque en el transcurso de la historia como en el de nuestros días, los descendientes físicos como espirituales de Agar e Ismael han hecho y están haciendo oposición, enfrentamiento y persecución a los descendientes físicos y espirituales de Sara e Isaac. De tal manera, todos aquellos que se aferran a una falsa salvación por obras y observancia de la ley mosaica, aborrecen a los que proclaman la salvación por la gracia de Dios sin las obras humanas. Es decir, los hijos de la ley persiguen a los hijos de la gracia y la promesa.
En conclusión, todo lo que hemos dicho acerca de este conflicto espiritual permanente, también aconteció en el tiempo de Cristo; pues, como evidente testigo, la razón se hizo presente en el apóstol Juan, cuando nos da a conocer acerca del conflicto que tuvo el Maestro con los judíos que habían creído en Él, Jn. 8:31-41. Por esta razón, Pablo les dice a los judíos de la ley: -“Lo exterior no hace a nadie judío, ni consiste la circuncisión en una señal en el cuerpo. El verdadero judío lo es interiormente; y la circuncisión es la del corazón, la que realiza el Espíritu, no el mandamiento escrito. Al que es judío así, lo alaba Dios y no la gente”, Ro. 2:28-29. (Léase también 1 Ts. 2:14-16).
F. TODOS LOS CRISTIANOS SOMOS HIJOS DE SARA, LA MUJER LIBRE, vv.30-31. “Pero, ¿qué dice la Escritura? ¡Echa de aquí a la esclava y a su hijo! El hijo de la esclava jamás tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre. Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava sino de la libre”. La expulsión de Agar, Ismael y su descendencia del hogar patriarcal, para que no tuvieran parte en la herencia, es con el propósito de que no se aseguren ningún lugar en la Iglesia de Cristo; y por ser legalistas, serán excluidos por Dios y jamás tendrán parte en la herencia de la Gracia Divina. En consecuencia, todo esto significa una verdadera condenación o reprimenda severa a los que tratan de instituir iglesias con cualquier denominación, para después llamarse cristianos, asegurándose un lugar en ella, tanto con la servidumbre a la ley mosaica como con la libertad que hay en Cristo Jesús, sin definir con suma claridad lo que es el Antiguo y el Nuevo Pacto. Por esta razón, el apóstol Pablo nos da a entender que en la Iglesia de Cristo no queda ningún lugar para el legalismo judaico. Asimismo, tal y conforme Sara mandó a echar a Agar e Ismael de la casa del patriarca Abraham, Gn. 21:10-14, la misma suerte correrán sus descendientes incrédulos y religiosos que sólo viven por las obras de la carne, al ser echados fuera de la Casa de Dios, Mt. 7: 22- 23; 25: 41.
Cuando Pablo dice: -“El hijo de la esclava jamás tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre, quiere decir que la descendencia natural de Abraham en Agar nunca podrá heredar con su descendencia espiritual en Sara; pues, la Ley de Moisés no podía ni puede coexistir con el Evangelio de Cristo Jesús, así como el aceite y el agua no pueden combinarse. De tal manera, Pablo sostiene que la Ley debe desaparecer frente a la actitud salvadora del Evangelio, a fin de destruir la mínima esperanza de nuestros hermanos gálatas, como la de nosotros mismos, para recibir alguna herencia espiritual por medio de la Ley de Moisés. En virtud de la acción salvadora del Evangelio, el Apóstol Pablo, define la esencia fundamental de su Epístola a los Gálatas en el versículo 3:29, que nos dice: -“Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia de Abraham y herederos según la promesa”. (Además, le recomendamos leer Gá. 4:7 y He. 9:15).
G. ESCOJAMOS SER HIJOS DE LA MUJER LIBRE, v.31. Ahora, que el mismo autor sagrado les dice a los gálatas:- Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava sino de la libre es para concluir con su alegoría, porque había hecho con prudente claridad una gran diferencia entre el Camino de la Ley y el Camino de la Gracia por Fe; por lo tanto, no somos hijos de la esclava sino hijos libres de la fe. Por consiguiente, esta gran diferencia nos lleva a la siguiente conclusión:
a. El Evangelio de Cristo Jesús en muy superior en su integridad a la Ley de Moisés;
b. El Evangelio nos libera de la esclavitud en la que nos somete la ley mosaica;
c. En Cristo Jesús de nada vale el estar o no estar circuncidados; lo que vale es la fe que actúa mediante el amor, Gá. 5:6;
d. Ya no estamos bajo el cuidado de tutores y administradores, Gá. 4:2;
e. Todos los cristianos debemos pensar, hablar y actuar conforme a nuestra libertad en Cristo Jesús, porque ahora ya no pertenecemos a la esclavitud del pecado de Agar e Ismael, sino que integramos las huestes de la libertad cristiana de Sara e Isaac; y
f.  Los cristianos deben aprender a diferenciar con nitidez de conciencia, entre el Camino de Satanás y el Camino de Dios, porque toda indecisión o duda es inaceptable.


[1] Los antiguos griegos celebraban la Apatouria, donde el padre declaraba a su hijo emancipado de su cuidado y vigilancia; se le cortaba el cabello y lo ofrecían al dios Apolo, ingresando a la etapa de un ephebos o cadete con responsabilidades y así dejaba de ser népios, niño o infante.
 

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