A. La
Permanencia en
Unidad (Jn. 17:1-26).
“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean
uno, así como nosotros somos uno”
(Jn. 17:22)
1. Unidad en la Oración.
La unidad de Jesucristo
con el Padre es unidad en perfección, porque los dos son perfectos; además,
es una unidad eterna y gloriosa; pero,
¿cómo podemos tener nosotros unidad con Jesucristo y con el Padre? “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a
ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quién tú has enviado” (Jn.
17:3, 8, 14, 17). Para conocer al Padre, tenemos que conocer su Palabra; es
decir, debemos conocer la
Biblia, únicamente allí encontraremos la manera de lograr
unidad con Dios Todopoderoso y Jesucristo su Hijo. Esto nos proporcionará un
gozo profundo y real a través del Espíritu Santo que mora en los cristianos; es
decir, en los seres humanos que han conocido la Palabra de Dios y la han
obedecido, poniéndola en práctica en su propia vida; entonces podremos sentir
el mismo gozo que sintió Jesús, según nos indica: (He. 12:2), que dice:
“Fijemos
la mirada en Jesús, el iniciador
y perfeccionador de nuestra fe,
quién por el gozo que le esperaba,
soportó la cruz, menospreciando
la vergüenza que ella significaba,
y ahora está sentado a la derecha
del trono de Dios”.
Si estamos unidos al Padre y al Hijo por medio
de la obediencia, ellos nos guardarán del mal por medio de la santificación de
nuestro espíritu; es decir, por medio de la “Separación” del mundo, o sea,
apartándonos del pecado que vive en la carne. Al tener esta unidad con el Padre
y con el Hijo, a través del Espíritu Santo, entonces podemos orar con gozo esta
oración que Jesús mismo nos enseñó,
y que dice así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,…”
(Mt. 6:9).
1. Unidad a Través de la Palabra de Dios. Los seres
humanos buscamos identificarnos e interrelacionarnos, usando como medios o
parámetros: nuestro círculo familiar y social, nuestro nivel cultural, nuestras
aficiones, gustos e intereses; nuestra manera de pensar y nuestras creencias
religiosas. En consecuencia, teniendo estos factores como base formamos grupos,
tales cómo: familias, pueblos, ciudades, naciones, asociaciones, sindicatos,
clubes, cooperativas, escuelas, colegios, universidades, empresas, etc. Ahora,
para poder dirigir y organizar estos grupos humanos, ha sido necesario
elaborar: estatutos, reglamentos, códigos, leyes; de tal manera que, el grupo y
los reglamentos acordados nos mantendrán unidos, mientras estén a tono con
nuestros intereses materiales, emocionales y espirituales.
De la misma manera, el Creador del Universo y
de la vida, el Señor Todopoderoso y el único Dios Verdadero, a través de su
Unigénito Hijo Jesucristo, a quién ha dado toda autoridad y poder en los Cielos
y en la Tierra,
ha instituido a un grupo humano que busca un objetivo espiritual común,
determinado en la Vida
Eterna y en la
Salvación otorgada por la gracia y misericordia de Dios. Para
ello, nos ha dado un Manual
Espiritual conocido como La
Biblia; la cual contiene la Palabra
Viva y
Eficaz de Dios como instructivo, que guía mediante leyes divinas
nuestra vida espiritual a través de la Biblia. Es decir, todos los que conformamos este
grupo humano, dirigido por Dios, nos mantenemos unidos en un mismo pensar y en
un mismo sentir; así mismo, llevamos el nombre de “Cristianos” y hemos sido añadidos para conformar un Cuerpo
llamado Iglesia. la misma que
pertenece únicamente a Cristo por ser Él su fundador, Cabeza y propietario ya
que la compró con su preciosa sangre; por lo tanto la Iglesia es de Cristo.
Busquemos en nuestra Biblia las siguientes citas: (2Ti.3:16-17; Hch. 11:26; Ro.
16:16).
2.
Unidad
como una Señal para el Mundo. La
Palabra de Dios, o
sea la Biblia,
ha sido preparada para el servicio de la verdad; de tal manera, que si
preguntamos, ¿cuál es el único estándar, norma o modelo de la verdad en este
mundo?, no hay ni habrá otra respuesta que no sea: “La
Palabra de
Dios; razón por la cual, los que estamos unidos por la Palabra de Dios, somos
santificados o purificados por la misma, según nos dice la siguiente cita
bíblica: “Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor
sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros” (1 P. 1:22).
La
verdad de la Palabra
de Dios ha sido transmitida por los apóstoles que escogió Jesús, y estas
palabras, producen Fe en
quiénes
las oyen y las ponen en práctica, como nos aseguran estos versículos bíblicos: “Así que la fe viene como resultado de
oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo”
(Ro. 10:17); “Así pues, los que recibieron su mensaje fueron
bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas”
(Hch. 2:41). En consecuencia, las palabras que han sido transmitidas por los
apóstoles a través de la Biblia,
hasta nuestros días, han sido dadas por Dios para que produzcan la única fe
verdadera en los hombres, cuando con un corazón abierto las reciban. Para una
mejor comprensión de la unidad que identifica a los cristianos como un solo
Cuerpo, lea por favor: (Ef. 4:1-6).
Todos estos versículos sobre la unidad, la verdad y la obediencia,
tienen su origen en la fe producida por las Palabras de Jesús que sus
discípulos transmitieron al mundo, y las personas que han creído en el mensaje
del Evangelio de la
Salvación; es decir, en que Jesucristo es el Hijo de Dios que
se hizo hombre y murió por nuestros pecados, que resucitó al tercer día de
entre los muertos y que ahora está sentado a la diestra de Dios Padre (1 Co.
15:1-4), son verdaderos cristianos. La fe, en todas estas personas, es el
resorte espiritual que mueve a la acción y a la obediencia, para que todo el
que cree; es decir, todo el que tenga fe en las Palabras de Jesús, entre a
formar parte del Cuerpo de Cristo como nos especifican claramente los
siguientes versículos: “Hay un solo
cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola
esperanza; un solo Señor, una
sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos,
que está sobre todos y por medio de todos en todos”.(Ef. 4:4-6).
A. El Depender de Jesucristo Resucitado: (Jn.
20:1-31). “Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar”. (Jn. 20:9).
El Evento. Al tercer día después que Jesús había sido sepultado
luego de su muerte en la cruz, muy temprano en la mañana fue hasta
1. su tumba
María Magdalena. Miremos cómo el versículo, nos describe esta escena: “El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía
estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la
piedra que cubría la entrada” (Jn. 20:1). ¿Cuál fue su
reacción al ver la tumba abierta? Sorpresa, incertidumbre y preocupación, son
tres palabras que describirían claramente la reacción de María Magdalena, y no
sabiendo qué hacer, corrió desesperada en busca de los discípulos de Jesús
y les dijo: “… ¡Se han llevado del
sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!” (Jn. 20:2).
Jesús en varias ocasiones había indicado a
sus discípulos, a los líderes religiosos, a las hermanas de Lázaro sobre su
resurrección, pero no le habían entendido. En consecuencia, al encontrarse con
la tumba vacía, a María Magdalena primeramente y a Pedro y Juan, luego, lo
primero que se les vino a la mente fue, que hubiera sido robado el cuerpo del Maestro;
sin embargo, las vendas y el sudario con que envolvieron el cuerpo de Jesús,
estaban allí, y más aún, el “sudario” (pañuelo grande de tela) que había
cubierto la cabeza del Señor, se encontraba enrollado en un lugar aparte,
según: (Jn. 20:7). Estos elementos que encontraron los discípulos al penetrar
en la tumba, descartaron el pensamiento inicial de que el cuerpo de Jesús
hubiera sido robado, llegando a comprender y creer en la resurrección que su
Maestro varias veces les había
mencionado (Jn. 20: 8-9).
2. Las Evidencias. El evento de la Resurrección nos
muestra tres evidencias iniciales muy
contundentes, por la veracidad demostrada:
a. La Tumba
Vacía. El cuerpo
de Jesús ¡No estaba en la tumba!
José de Arimatea, rico judío, junto con Nicodemo quién era un dirigente
de los judíos (Jn. 19:38-42), María Magdalena (Mt. 27:61) y seguramente varias
personas más lo habían colocado allí
tres días antes, pero no estaba allí el cadáver de Jesús. Esta tumba era de
propiedad de José de Arimatea, y aún nadie había sido sepultado allí; la
entrada a la tumba fue tapada con una
gran piedra y un sello romano fue colocado en esta piedra, además de la guardia
de soldados romanos solicitada por los jefes de los sacerdotes y los fariseos,
a Pilato el gobernador romano (Mt. 27:62-66). A pesar de todas las precauciones
tomadas, la enorme piedra estaba corrida, la tumba se encontraba abierta y el
cuerpo de Jesús no estaba allí.
Los dirigentes religiosos y los fariseos querían
que todos pensaran que los discípulos de Jesús habían robado su cuerpo; tal es así que, sobornaron a los
guardias encargados de custodiar la tumba para que mintieran (Mt. 28:11-15);
pero esa gran mentira fue pulverizada por el poder de Dios, quién levantó a
Jesucristo de entre los muertos; es decir, ¡LO
RESUCITÓ!, dejando la tumba vacía. (Mt. 28:1-10).
b. La
Vestimenta. En los tiempos de
Jesús, era la costumbre envolver el cuerpo de los muertos con tiras o vendas de
lino; y su rostro era envuelto en un sudario (Jn. 11:44; 20:5-7). También
usaban un vestido funerario hecho del lino más barato llamado “tachrichin”, palabra que
significaba: envoltura o vestido de viaje.
En el caso de Jesús, de acuerdo a lo referido
por los testigos presenciales: Pedro y Juan, su cuerpo debió haber estado
cubierto por el vestido funerario, o sea, una túnica blanca de lino, luego se
le envolvió con las vendas o tiras y su cabeza se cubrió con un sudario (Jn.
20:6-7), todo este proceso está explicado en los siguientes versículos.
Las vendas encontradas en la tumba y el
sudario enrollado aparte, son las pruebas contundentes y lógicas de que el
cuerpo de Jesús no fue robado; ya que ningún ladrón se tomaría la molestia de
quitar las vendas del cuerpo y colocar cuidadosamente enrollado el sudario en
un lugar aparte. De hecho, no hay una razón explícita para que un ladrón
actuase de esta manera.
El momento en que Jesús volvió a la vida,
debió haberse quitado las vendas y el sudario, (el cual colocó cuidadosamente
doblado en un lugar aparte de las vendas), quedándose sólo con la túnica y saliendo
del sepulcro, para momentos después aparecer ante María Magdalena, la misma que
fue el primer testigo ocular de la resurrección de Jesús, según nos relata:
(Jn. 20:14-17).
b. Los Testigos. En los tribunales de
justicia, los testimonios que tienen mayor validez, son los proporcionados por
los testigos oculares; es decir, los que estuvieron presentes en el lugar mismo
de los acontecimientos; los que vieron con sus propios ojos lo sucedido y
pudieron aportar datos verídicos sobre este gran evento, único en su género. A
continuación, con este motivo, para el caso de la Resurrección de
Jesucristo, vamos a presentar un cuadro de los principales TESTIGOS OCULARES
que dieron fe y testimonio acerca de este portentoso suceso, que tuvo lugar
hace aproximadamente dos mil años en Jerusalén.
Nota: Todas estas citas
bíblicas que aparecen en el siguiente cuadro de testigos oculares de la Resurrección de
Jesucristo, deberán ser leídas detenidamente por usted, reflexionando sobre las mismas, lo que le
llevará a hacerse preguntas al respecto.
LA RESURRECCIÓN Y
LA ASCENSIÓN DE
CRISTO
|
Mateo
|
Marcos
|
Lucas
|
Juan
|
La Tumba Vacía:
|
|
|
|
|
Las mujeres van a ver la tumba.
|
28:1
|
16:1
|
|
|
La piedra había sido quitada.
|
28:2-4
|
|
|
|
Las mujeres encuentran la tumba vacía.
|
28:5-8
|
16:2-8
|
24:1-8
|
20:1
|
Pedro y Juan encuentran la tumba vacía.
|
|
|
24:9-12
|
20:2-10
|
Las apariciones
después de la resurrección:
|
|
|
|
|
Aparición a María Magdalena.
|
|
[16:9-11]
|
|
20:11-18
|
Aparición a las otras mujeres.
|
28:9-10
|
|
|
|
Informe de los guardias a las autoridades judías.
|
28:11-15
|
|
|
|
Aparición a los dos discípulos de camino a Emaús.
|
|
[16:12-13]
|
24:13-32
|
|
Informe de los dos discípulos al resto (1 Co.
15:5a).
|
|
|
24:33-35
|
|
Aparición a los diez discípulos reunidos.
|
|
[16:14]
|
24:36-43
|
20:19-25
|
Aparición a los once discípulos reunidos (1 Co.
15:5b)
|
|
|
|
20:26-31
|
Aparición a los siete discípulos mientras pescaban.
|
|
|
|
21:1-25
|
Aparición a los once en Galilea (1 Co. 15:6).
|
28:16-20
|
[16:15-18]
|
|
|
Aparición a Jacobo, hermano de Jesús (1 Co. 15:7).
|
|
|
|
|
Aparición a los discípulos en Jerusalén (Hch.
1:3-8).
|
|
|
24:44-49
|
|
La ascensión:
|
|
|
|
|
Bendición de Jesús y su partida (Hch. 1:9-12).
|
|
[16:19-20]
|
24:50-53
|
|
International Bible Society. 1979. Nueva Versión Internacional. Sociedad Bı́blica
Internacional: East Brunswick, NJ, USA
1. Las Inferencias. La palabra “inferencia”, viene del verbo “inferir”
y su significado, según el Diccionario de la Lengua Española
viene del latín inferre =
llevar a; lo que traducido sería: sacar
una consecuencia o deducir una cosa de otra.
Las evidencias históricas son importantes
para despejar las dudas; pues, estas
evidencias que hemos visto, nos sirven para comprobar quién es Jesús:
¿Es Jesús un hombre bueno? ¿Es un profeta de
Dios? ¿Es únicamente un hombre? ¿Es un iniciado?, o ¿Es el Hijo de Dios? Veamos
lo que nos dicen los siguientes versículos:
“Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente
de David, pero que según el Espíritu de santidad fue designado con poder Hijo de Dios
por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor” (Ro. 1:3-4): En consecuencia,
Jesús no es un fraude, es el Hijo de Dios resucitado de entre los muertos y
declarado Hijo de Dios con Poder.
De todo
esto aprendemos que Jesucristo es Dios vivo, ya no está más crucificado; de
hecho, ascendió a la diestra del Padre y está preparando un lugar para los que
han entendido y obedecido su mensaje de Salvación, o sea, el Evangelio. Para
una mayor compresión, lea por favor las siguientes citas bíblicas: (Jn. 14:2-4;
20:30-31).
International Bible Society. 1979. Nueva Versión Internacional.
Sociedad Bı́blica Internacional: East Brunswick, NJ, USA
DOWNLOAD HERE>>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6