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jueves, 20 de diciembre de 2012

Curso para Obreros y Ministros Itinerantes: El Evangelio de Juan Lección 8


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LECCIÓN OCHO:
LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS V
. biblias y miles de comentarios
 
INTRODUCCIÓN:
Estamos terminando el curso sobre el Evangelio narrado por Juan; en esta lección, estudiaremos sobre la unidad de los cristianos y su dependencia de Jesucristo el Hijo de Dios, quién habiendo sido crucificado, resucitó al tercer día de entre los muertos por el poder de Dios
 
TEXTO DE LA LECCIÓN: Jn. 17:1-26; 20:1-31

OBJETIVO
:
Conocer un tema de vital importancia, a través del cual Jesús enseñó verdades profundas dirigidas a cambiar la manera de pensar y de vivir de los seres humanos. Para lo cual, debe usted leer no menos de tres veces el texto de esta lección.
ADELANTO
:
Usted aprenderá sobre los siguientes temas:

A.     La Permanencia en Unidad:
1.    Unidad en la Oración.
2.    Unidad a Través de la Palabra de Dios.
3.    Unidad como una Señal para el Mundo.
B.      El  Depender de Jesucristo Resucitado:
1.                   El Evento.
2.                   Las Evidencias.
3.                   Las Inferencias.
A.      La Permanencia en Unidad  (Jn. 17:1-26).
“Yo les he dado la gloria que me diste, para que sean uno, así como nosotros somos uno” (Jn. 17:22)

1.       Unidad en la Oración. La unidad de Jesucristo con el Padre es unidad en perfección, porque los dos son perfectos; además, es  una unidad eterna y gloriosa; pero, ¿cómo podemos tener nosotros unidad con Jesucristo y con el Padre? “Y ésta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quién tú has enviado” (Jn. 17:3, 8, 14, 17). Para conocer al Padre, tenemos que conocer su Palabra; es decir, debemos conocer la Biblia, únicamente allí encontraremos la manera de lograr unidad con Dios Todopoderoso y Jesucristo su Hijo. Esto nos proporcionará un gozo profundo y real a través del Espíritu Santo que mora en los cristianos; es decir, en los seres humanos que han conocido la Palabra de Dios y la han obedecido, poniéndola en práctica en su propia vida; entonces podremos sentir el mismo gozo que sintió Jesús, según nos indica: (He. 12:2), que dice:
                 “Fijemos la mirada en Jesús, el iniciador
 y perfeccionador de nuestra fe,
 quién por el gozo que le esperaba,
 soportó la cruz, menospreciando
 la vergüenza que ella significaba,
 y ahora está sentado a la derecha
 del trono de Dios”.
Si estamos unidos al Padre y al Hijo por medio de la obediencia, ellos nos guardarán del mal por medio de la santificación de nuestro espíritu; es decir, por medio de la “Separación” del mundo, o sea, apartándonos del pecado que vive en la carne. Al tener esta unidad con el Padre y con el Hijo, a través del Espíritu Santo, entonces podemos orar con gozo esta oración que Jesús mismo nos enseñó,
y que dice así: “Padre nuestro que estás en el cielo, santificado sea tu nombre,…” (Mt. 6:9).
1.       Unidad a Través de la Palabra de Dios. Los seres humanos buscamos identificarnos e interrelacionarnos, usando como medios o parámetros: nuestro círculo familiar y social, nuestro nivel cultural, nuestras aficiones, gustos e intereses; nuestra manera de pensar y nuestras creencias religiosas. En consecuencia, teniendo estos factores como base formamos grupos, tales cómo: familias, pueblos, ciudades, naciones, asociaciones, sindicatos, clubes, cooperativas, escuelas, colegios, universidades, empresas, etc. Ahora, para poder dirigir y organizar estos grupos humanos, ha sido necesario elaborar: estatutos, reglamentos, códigos, leyes; de tal manera que, el grupo y los reglamentos acordados nos mantendrán unidos, mientras estén a tono con nuestros intereses materiales, emocionales y espirituales.
De la misma manera, el Creador del Universo y de la vida, el Señor Todopoderoso y el único Dios Verdadero, a través de su Unigénito Hijo Jesucristo, a quién ha dado toda autoridad y poder en los Cielos y en la Tierra, ha instituido a un grupo humano que busca un objetivo espiritual común, determinado en la Vida Eterna y en la Salvación otorgada por la gracia y misericordia de Dios. Para ello, nos ha dado un Manual Espiritual conocido como La Biblia; la cual contiene la Palabra Viva y Eficaz de Dios como instructivo, que guía mediante leyes divinas nuestra vida espiritual a través de la Biblia. Es decir, todos los que conformamos este grupo humano, dirigido por Dios, nos mantenemos unidos en un mismo pensar y en un mismo sentir; así mismo, llevamos el nombre de “Cristianos” y hemos sido añadidos para conformar un Cuerpo llamado Iglesia. la misma que pertenece únicamente a Cristo por ser Él su fundador, Cabeza y propietario ya que la compró con su preciosa sangre; por lo tanto la Iglesia es de Cristo. Busquemos en nuestra Biblia las siguientes citas: (2Ti.3:16-17; Hch. 11:26; Ro. 16:16).
2.    Unidad como una Señal para el Mundo. La Palabra de Dios, o   sea la Biblia, ha sido preparada para el servicio de la verdad; de tal manera, que si preguntamos, ¿cuál es el único estándar, norma o modelo de la verdad en este mundo?, no hay ni habrá otra respuesta que no sea: “La Palabra de Dios; razón por la cual, los que estamos unidos por la Palabra de Dios, somos santificados o purificados por la misma, según nos dice la siguiente cita bíblica: “Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros”  (1 P. 1:22).
            La verdad de la Palabra de Dios ha sido transmitida por los apóstoles que escogió Jesús, y estas palabras, producen Fe en
quiénes las oyen y las ponen en práctica, como nos aseguran estos versículos bíblicos: “Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje, y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo (Ro. 10:17); “Así pues, los que recibieron su mensaje fueron bautizados, y aquel día se unieron a la iglesia unas tres mil personas” (Hch. 2:41). En consecuencia, las palabras que han sido transmitidas por los apóstoles a través de la Biblia, hasta nuestros días, han sido dadas por Dios para que produzcan la única fe verdadera en los hombres, cuando con un corazón abierto las reciban. Para una mejor comprensión de la unidad que identifica a los cristianos como un solo Cuerpo, lea por favor: (Ef. 4:1-6).
      Todos estos versículos sobre la unidad, la verdad y la obediencia, tienen su origen en la fe producida por las Palabras de Jesús que sus discípulos transmitieron al mundo, y las personas que han creído en el mensaje del Evangelio de la Salvación; es decir, en que Jesucristo es el Hijo de Dios que se hizo hombre y murió por nuestros pecados, que resucitó al tercer día de entre los muertos y que ahora está sentado a la diestra de Dios Padre (1 Co. 15:1-4), son verdaderos cristianos. La fe, en todas estas personas, es el resorte espiritual que mueve a la acción y a la obediencia, para que todo el que cree; es decir, todo el que tenga fe en las Palabras de Jesús, entre a formar parte del Cuerpo de Cristo como nos especifican claramente los siguientes versículos: “Hay un solo cuerpo y un solo Espíritu, así como también fueron llamados a una sola esperanza; un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo; un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos y por medio de todos en todos”.(Ef. 4:4-6).

A.      El Depender de Jesucristo Resucitado: (Jn. 20:1-31). “Hasta entonces no habían entendido la Escritura, que dice que Jesús tenía que resucitar”. (Jn. 20:9).

El Evento. Al tercer día después que Jesús había sido sepultado luego de su muerte en la cruz, muy temprano en la mañana fue hasta 
1.    su tumba María Magdalena. Miremos cómo el versículo, nos describe esta escena: El primer día de la semana, muy de mañana, cuando todavía estaba oscuro, María Magdalena fue al sepulcro y vio que habían quitado la piedra que cubría la entrada” (Jn. 20:1). ¿Cuál fue su reacción al ver la tumba abierta? Sorpresa, incertidumbre y preocupación, son tres palabras que describirían claramente la reacción de María Magdalena, y no sabiendo qué hacer, corrió desesperada en busca de los discípulos de Jesús y  les dijo: ¡Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto!” (Jn. 20:2).
Jesús en varias ocasiones había indicado a sus discípulos, a los líderes religiosos, a las hermanas de Lázaro sobre su resurrección, pero no le habían entendido. En consecuencia, al encontrarse con la tumba vacía, a María Magdalena primeramente y a Pedro y Juan, luego, lo primero que se les vino a la mente fue, que hubiera sido robado el cuerpo del Maestro; sin embargo, las vendas y el sudario con que envolvieron el cuerpo de Jesús, estaban allí, y más aún, el “sudario” (pañuelo grande de tela) que había cubierto la cabeza del Señor, se encontraba enrollado en un lugar aparte, según: (Jn. 20:7). Estos elementos que encontraron los discípulos al penetrar en la tumba, descartaron el pensamiento inicial de que el cuerpo de Jesús hubiera sido robado, llegando a comprender y creer en la resurrección que su Maestro varias veces les había  mencionado (Jn. 20: 8-9).
2.    Las Evidencias. El evento de la Resurrección nos muestra tres evidencias iniciales  muy contundentes, por la veracidad demostrada:
a.    La Tumba Vacía. El cuerpo de Jesús ¡No estaba en la tumba!  José de Arimatea, rico judío, junto con Nicodemo quién era un dirigente de los judíos (Jn. 19:38-42), María Magdalena (Mt. 27:61) y seguramente varias personas más lo  habían colocado allí tres días antes, pero no estaba allí el cadáver de Jesús. Esta tumba era de propiedad de José de Arimatea, y aún nadie había sido sepultado allí; la entrada a la tumba fue tapada  con una gran piedra y un sello romano fue colocado en esta piedra, además de la guardia de soldados romanos solicitada por los jefes de los sacerdotes y los fariseos, a Pilato el gobernador romano (Mt. 27:62-66). A pesar de todas las precauciones tomadas, la enorme piedra estaba corrida, la tumba se encontraba abierta y el cuerpo de Jesús no estaba allí.
Los dirigentes religiosos y los fariseos querían que todos pensaran que los discípulos de Jesús habían robado  su cuerpo; tal es así que, sobornaron a los guardias encargados de custodiar la tumba para que mintieran (Mt. 28:11-15); pero esa gran mentira fue pulverizada por el poder de Dios, quién levantó a
Jesucristo de entre los muertos; es decir, ¡LO RESUCITÓ!, dejando la tumba vacía. (Mt. 28:1-10).
b.    La Vestimenta. En los tiempos de Jesús, era la costumbre envolver el cuerpo de los muertos con tiras o vendas de lino; y su rostro era envuelto en un sudario (Jn. 11:44; 20:5-7). También usaban un vestido funerario hecho del lino más barato llamado “tachrichin”, palabra que significaba: envoltura o vestido de viaje.[1]
En el caso de Jesús, de acuerdo a lo referido por los testigos presenciales: Pedro y Juan, su cuerpo debió haber estado cubierto por el vestido funerario, o sea, una túnica blanca de lino, luego se le envolvió con las vendas o tiras y su cabeza se cubrió con un sudario (Jn. 20:6-7), todo este proceso está explicado en los siguientes versículos.
Las vendas encontradas en la tumba y el sudario enrollado aparte, son las pruebas contundentes y lógicas de que el cuerpo de Jesús no fue robado; ya que ningún ladrón se tomaría la molestia de quitar las vendas del cuerpo y colocar cuidadosamente enrollado el sudario en un lugar aparte. De hecho, no hay una razón explícita para que un ladrón actuase de esta manera.
El momento en que Jesús volvió a la vida, debió haberse quitado las vendas y el sudario, (el cual colocó cuidadosamente doblado en un lugar aparte de las vendas), quedándose sólo con la túnica y saliendo del sepulcro, para momentos después aparecer ante María Magdalena, la misma que fue el primer testigo ocular de la resurrección de Jesús, según nos relata: (Jn. 20:14-17).
b.    Los Testigos. En los tribunales de justicia, los testimonios que tienen mayor validez, son los proporcionados por los testigos oculares; es decir, los que estuvieron presentes en el lugar mismo de los acontecimientos; los que vieron con sus propios ojos lo sucedido y pudieron aportar datos verídicos sobre este gran evento, único en su género. A continuación, con este motivo, para el caso de la Resurrección de Jesucristo, vamos a presentar un cuadro de los principales TESTIGOS OCULARES que dieron fe y testimonio acerca de este portentoso suceso, que tuvo lugar hace aproximadamente dos mil años en Jerusalén.
 Nota: Todas estas citas bíblicas que aparecen en el siguiente cuadro de testigos oculares de la Resurrección de Jesucristo, deberán ser leídas detenidamente por usted,  reflexionando sobre las mismas, lo que le llevará a hacerse preguntas al respecto.[1]
LA RESURRECCIÓN Y LA ASCENSIÓN DE CRISTO
Mateo
Marcos
Lucas
Juan
La Tumba Vacía:




Las mujeres van a ver la tumba.
28:1
16:1


La piedra había sido quitada.
28:2-4



Las mujeres encuentran la tumba vacía.
28:5-8
16:2-8
24:1-8
20:1
Pedro y Juan encuentran la tumba vacía.


24:9-12
20:2-10
Las apariciones después de la resurrección:




Aparición a María Magdalena.

[16:9-11]

20:11-18
Aparición a las otras mujeres.
28:9-10



Informe de los guardias a las autoridades judías.
28:11-15



Aparición a los dos discípulos de camino a Emaús.

[16:12-13]
24:13-32

Informe de los dos discípulos al resto (1 Co. 15:5a).


24:33-35

Aparición a los diez discípulos reunidos.

[16:14]
24:36-43
20:19-25
Aparición a los once discípulos reunidos (1 Co. 15:5b)



20:26-31
Aparición a los siete discípulos mientras pescaban.



21:1-25
Aparición a los once en Galilea (1 Co. 15:6).
28:16-20
[16:15-18]


Aparición a Jacobo, hermano de Jesús (1 Co. 15:7).




Aparición a los discípulos en Jerusalén (Hch. 1:3-8).


24:44-49

La ascensión:




Bendición de Jesús y su partida (Hch. 1:9-12).

[16:19-20]
24:50-53


[1] International Bible Society. 1979. Nueva Versión  Internacional. Sociedad Bı́blica Internacional: East Brunswick, NJ, USA


[1]Alfred Edesheim “Usos y Costumbres de los Judíos”.. Editorial. Clie. Págs. 177-196

1.    Las Inferencias. La palabra “inferencia”, viene del verbo “inferir” y su significado, según el Diccionario de la Lengua Española viene del latín inferre = llevar a; lo que traducido sería: sacar una consecuencia o deducir una cosa de otra.
Las evidencias históricas son importantes para despejar las dudas;  pues, estas evidencias que hemos visto, nos sirven para comprobar quién es Jesús:
¿Es Jesús un hombre bueno? ¿Es un profeta de Dios? ¿Es únicamente un hombre? ¿Es un iniciado?, o ¿Es el Hijo de Dios? Veamos lo que nos dicen los siguientes versículos: Este evangelio habla de su Hijo, que según la naturaleza humana era descendiente de David,  pero que según el Espíritu de santidad fue designado  con poder Hijo de Dios por la resurrección. Él es Jesucristo nuestro Señor[1]  (Ro. 1:3-4): En consecuencia, Jesús no es un fraude, es el Hijo de Dios resucitado de entre los muertos y declarado Hijo de Dios con Poder.
De todo esto aprendemos que Jesucristo es Dios vivo, ya no está más crucificado; de hecho, ascendió a la diestra del Padre y está preparando un lugar para los que han entendido y obedecido su mensaje de Salvación, o sea, el Evangelio. Para una mayor compresión, lea por favor las siguientes citas bíblicas: (Jn. 14:2-4; 20:30-31).

[1]International Bible Society. 1979. Nueva Versión Internacional. Sociedad Bı́blica Internacional: East Brunswick, NJ, USA

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