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jueves, 20 de diciembre de 2012

Curso para Obreros y Ministros Itinerantes: El Evangelio de Juan Lección 6


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LECCIÓN SEIS:
LAS ENSEÑANZAS DE JESÚS III
. biblias y miles de comentarios
INTRODUCCIÓN:
En esta lección, Jesús nos va a enseñar  por medio de cada historia, cuál debe ser la aplicación del amor entre los seres humanos. Si bien es cierto que la justicia debe ser vertical, rectilínea e imparcial y que las malas acciones conllevan castigo, no es menos cierto que a veces, el hombre tuerce la intención de la ley por motivos que buscan satisfacer diferentes pasiones de un entenebrecido corazón de acusador despiadado o por sus materialistas intereses creados. Y, es cuando la sabiduría del más Justo Juez se pone de manifiesto, al poner en la balanza primeramente el corazón de los acusadores, para que según hacia dónde ésta se incline, puedan ellos mismos dictar y ejecutar la letal sentencia sobre esta mujer pecadora, acusada de adulterio, la misma que, al no poder ser condenada por sus ávidos verdugos, recibe el misericordioso perdón de parte del Supremo Juez, con la condición de que rectifique su vida y sus acciones.  Porque si bien es cierto que Dios aborrece el pecado, también es verdad que ama al pecador, y no quiere que nadie se pierda, sino que se arrepienta de sus malas acciones y busque el camino de la Salvación.

TEXTO DE LA LECCIÓN: Jn. 8:1-11

OBJETIVO
:
Conocer un tema de vital importancia, en donde Jesús enseñó verdades profundas, dirigidas a cambiar la manera de pensar y de vivir de los seres humanos. Para lo cual, debe usted leer no menos de tres veces el texto de la presente lección.
ADELANTO
:
Usted aprenderá sobre el siguiente tema
A.     Una Lección sobre la Misericordia.
1.    Una Mujer Pecadora.
2.    El Pecado.
3.    La Solución 
1.    Una Mujer Pecadora. La mujer de este pasaje, había infringido la ley sobre asuntos relacionados con la sexualidad (Dt. 22:13-24); sus acusadores sin ningún miramiento y con mucha crueldad, pasearon su afrenta por las calles de Jerusalén hasta llegar al templo donde Jesús se encontraba enseñando a una multitud, y arrojándola ante él, le tildaron de adúltera, y recordando lo decretado en la Ley de Moisés sobre este pecado, pusieron a Jesús como juez, preguntándole cuál era su parecer acerca de la sentencia para esta mujer pecadora. 
a. Atrapada en el Acto. Cualquier persona, en el lugar de juez improvisado en que colocaron a Jesús, habría hecho un rápido análisis similar al siguiente:
Esta mujer no protestó ni se defendió de sus acusadores, lo que
hace pensar que admitió su culpa.
Como fue atrapada en el acto mismo de adulterio, la forma en que
estaba vestida confirmaba la acusación que se le hacía.
Pero ¿dónde estaba el varón que participó en el pecado? Ambos
tenían la misma culpa y debían sufrir el mismo castigo; o, ¿es el
caso que le permitieron escapar, ya que dicen haberlos
sorprendido en el acto mismo de adulterio? En consecuencia, los
dos tendrían que haber comparecido allí, en ese momento.
¿Acaso estos maestros de la ley y fariseos, estaban actuando
injustamente?  o ¿Quizás  le estaban tendiendo una trampa?
·      En ese entonces, los judíos estaban bajo la dominación del imperio romano, y ellos tenían el monopolio de la administración de  justicia en casos capitales[1] como éste.
·      Pero Jesús conocía cada uno de los corazones de los acusadores y sabía de sus intenciones.
b. El Castigo de la Ley. “Si un hombre es sorprendido durmiendo con la esposa de otro, los dos morirán, tanto el hombre que se acostó con ella como la mujer. Así extirparás el mal que haya en medio de Israel”, nos dice: (Dt. 22:22). Una de las formas de castigar con la muerte en la ley de los judíos, era por medio de la “lapidación”; es decir, debían ser apedreados hasta que murieran los culpables: (Jn. 8:5).
c. La Malicia de los Fariseos y otra Oportunidad para la Mujer. Para Jesús estaba muy clara la trampa que los fariseos le tendían, al plantearle este dilema, aparentemente sin salida:
·          Si se oponía a la sentencia de lapidación, estaría objetando la Ley de Moisés, lo que se podía tomar como blasfemia.
·          Si por el contrario, apoyaba esta sentencia estaría violando las disposiciones romanas, ya que ellos eran quienes autorizaban una ejecución y se le podía acusar de incitar a rebelión.
·          Sin embargo, la sabiduría indiscutible de Jesús, se pone de manifiesto una vez más, empezando por desviar la atención que estaba concentrada en la mujer, hacia sí mismo, al ponerse a escribir en la tierra; con esta actitud, el sabio Jesús logró enfriar los ánimos de los acusadores. Acto seguido, devolvió a los inminentes verdugos, la decisión final de apedrear o no a la sentenciada, de la misma manera en que el eco devuelve las palabras a los oídos del que las pronunció. Pero, para poder decidir y ejecutar la sentencia, debían cumplir una condición espiritual prácticamente imposible de poseer entre ellos; esta condición era: “estar libre de pecado”; así que reconociendo que todos eran pecadores (Ro. 3:23), se fueron retirando uno a uno hasta que solamente quedaron Jesús y la angustiada mujer quien conocía bien que la paga del pecado era la muerte.
·          En tales circunstancias, Jesús era el único que podía condenar a esta mujer; sin embargo, la ley de la gracia y la misericordia empezó a funcionar por su poder y autoridad, puesto que condenó su pecado pero perdonó a la pecadora con su autoridad divina, otorgándole una nueva oportunidad para vivir libre de pecado como le agrada a Dios.
B.     El Pecado.
        Una definición bíblica del pecado sería: Desobediencia a las disposiciones de Dios que provoca una separación de su presencia, acarreando así, al persistir en la desobediencia la muerte espiritual, también la Biblia usa los siguientes sinónimos: culpa, iniquidad, maldad, malo, ofensa, transgresión.  El Diccionario de la Lengua Española, define al hecho de cometer pecado, de la siguiente manera: Es toda obra, palabra o deseo que prohíbe la ley de Dios. Sus sinónimos son: falta, yerro, caída, desliz, imperfección, error y tropiezo.
1. Las Consecuencias  del Pecado. Podemos ver varios ejemplos en la Biblia sobre las consecuencias que acarrea el pecado:
a.    En el capítulo 3 de Génesis, vemos que el hombre fue separado de la presencia de Dios; al ser echado del  jardín del Edén, fue condenado a trabajar para poder subsistir, también fue condenado a morir físicamente al igual que su mujer, a quién además, condenó a dar a luz sus hijos con mucho dolor; todo este castigo fue por causa del pecado al haber desobedecido a Dios.
b.    En el capítulo 4 del Libro de Génesis, vemos otro ejemplo de las consecuencias que acarrea el pecado, cuando Caín es marcado y desterrado por Dios a causa del asesinato de su hermano Abel.
c.    En el capítulo 27 del Libro de Mateo, vemos cómo Judas, uno de los apóstoles de Jesús acaba con su vida a causa de sus remordimientos, al haber cometido el pecado de traición para con su Maestro. Así por el estilo, a lo largo de la Biblia, encontramos muchos ejemplos sobre las consecuencias  a las que conduce  el pecado en la vida de las personas que lo practican.
d.    En: Ro. 6:23, la Biblia nos dice: “Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús”; y esta dádiva de Dios, le fue concedida a esta mujer pecadora por la misericordia y el amor divinos.
La Sensación que produce el Pecado. El rey David expresa con mucha profundidad, el sentimiento que produce el pecado en la vida del hombre temeroso de Dios, por el que está sinceramente arrepentido. Razón por la cual le recomendamos leer en el Segundo Libro de Samuel, los capítulos 11 y 12 y a continuación el Salmo 51, donde podrá comprender en parte cómo se sentía David por su terrible pecado. Así  también debió haberse sentido esta mujer, que estuvo a punto de morir apedreada por causa de su pecado de adulterio
2. Reflexión.  Siendo Dios eterno, también sus disposiciones son eternas; Ahora, en cuanto al pecado ya no estamos bajo la Ley de Moisés, sino bajo la misericordia y gracia del Nuevo Pacto, hecho por medio de nuestro Salvador Jesucristo al morir en la cruz, para concedernos a través de su gracia el perdón de nuestros pecados; pero, parece que esta ausencia de juicio y condena visibles e inmediatas, que llevaban al pecador a la muerte física por lapidación, ha llevado a la humanidad a pensar que se ha diluido la justicia de Dios y el pecado ha pasado a ser parte de los hábitos y la rutina, como un hecho indicador de que estamos a la moda con las corrientes indolentes de este mundo que cada vez nos aleja, más de Dios.
¡Cuidado! No olvidemos que la justicia de Dios es eterna, y si bien es verdad que ya no existe castigo físico, visible y palpable, la pena por los pecados es ahora sobretodo de orden espiritual; y en esto es lo que hay que meditar, puesto que consiste en la muerte espiritual y condenación por la eternidad; es decir, si persistimos en minimizar el pecado y lo convertimos en parte integral de nuestra existencia. Tomemos en cuenta la magnitud del castigo al desobedecer a Dios y volvamos al camino que lleva a la salvación con Cristo Jesús: (Ro. 6:23).
C.   La Solución.
1.     Libertad del Pecado. En la época en que el pueblo de Dios, o sea, los israelitas, vivían bajo el régimen de la Ley de Moisés, la esclavitud era una práctica normal en todos los pueblos y naciones. Lea, por favor, Èx. 21:1-11. La compra y venta de esclavos estaba regulada por las leyes y controlada por las autoridades religiosas. En los pueblos paganos, existía mucho abuso y crueldad para con los esclavos, más aún si eran tomados como botín de guerra. Entonces, la solución para este tipo de esclavitud, se encontraba en el orden económico o en la generosidad del amo para concederle la libertad.
     Pero hay otro tipo de esclavitud mucho peor que la descrita, y ésta es la esclavitud por el pecado; es decir, una esclavitud espiritual como aquella en la que se encontraba esta mujer pecadora de la historia, y en la que se encuentra gran parte de la humanidad, la misma que puede ser arrastrada a la condenación eterna de su alma, a menos que busque la manera de liberarse de esta esclavitud del pecado, según nos dice: (Jn. 8:34).
a.  Cómo Liberar al Pecador: El apóstol Pablo nos proporciona “las buenas nuevas” acerca de nuestra esclavitud espiritual en (Gá. 5:1), donde nos dice: “Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud”.
            Al morir  Cristo en la cruz, pagó el precio para redimirnos de nuestros pecados, comprándonos con su preciosa sangre para sacarnos del
estado de esclavitud espiritual, una vez que creamos en Él y obedezcamos sus mandamientos, que básicamente son: arrepentirnos y nacer a una nueva vida. Lea, por favor: (Gá. 3:26-29). Una vez que hemos sido hechos Hijos de Dios, debemos perseverar en nuestra lucha contra las tentaciones para no volver a practicar ni participar más en el pecado.
·            Entender la Tentación. Para lograr este propósito, es importante que leamos: (Stg. 1:2,12-14), donde podemos entender en un sentido más amplio y neutral, cómo enfrentarnos a las diversas pruebas; sin embargo, podemos entender en un sentido negativo, cómo incitar al pecado, o tender una trampa[1]. El Diccionario de la Lengua Española, define la palabra tentación de la siguiente manera: sujeto, cosa o situación que induce o persuade a alguien para que haga cierta cosa o cierto acto.
Condenar el Pecado, más no al Pecador. El inmenso amor de Dios para la humanidad, hizo posible que enviara a su Hijo Unigénito para de este modo librarnos de la condenación que merecemos como pecadores que somos. Lea, por favor: (Jn. 3:16-18). Dios ama al ser humano aún como pecador arrepentido, pero aborrece el pecado y por eso lo condena; es decir, condena las obras malas y perversas que se hacen en las tinieblas, según podemos leer acerca de esto en: (Jn. 3:19-21). Igualmente, debemos leer el capítulo 6 del Libro de Romanos
·     Reformar al pecador. Es restaurar al pecador, modificando su forma de vivir para mejorarlo; es decir, dándole una nueva forma en su estilo de vida.
b.  Liberación de la Culpa. “…Tampoco yo te condeno... “, nos dice: (Jn. 8:11). Únicamente el perdón puede quitar el sentimiento de culpa por una acción pecaminosa. Jesús al ejercer su autoridad divina, absuelve a esta mujer y elimina de su conciencia la pesada carga del remordimiento.
c.  Libertad para Vivir Nuevamente.  “…Ahora vete, y no vuelvas a pecar”: (Jn. 8:11). Es una orden, una condición que conlleva la propia tranquilidad de la conciencia, y es una segunda oportunidad para seguir viviendo, tanto físicamente hablando como en el aspecto espiritual.
            Reflexión: Cristo murió en la cruz para que todos nuestros pecados sean perdonados; sin embrago, para que esto se haga efectivo,
debemos aceptar este regalo de Jesucristo, obedeciendo el Plan de Salvación que Él nos ofrece y que consta de los siguientes pasos:
1.    Debemos creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, que vino a morir por nosotros; fue sepultado y al tercer día resucitó de entre los muertos; y ahora se halla sentado a la diestra de Dios Padre e intercede por nosotros.
2.    Debemos arrepentirnos de todos nuestros pecados, de una forma profunda y sincera, de tal manera que nos lleve a un cambio en nuestra manera de pensar, de actuar y en nuestra  manera de vivir.
3.    Debemos confesar ante Dios y los demás a Jesucristo como el Señor de nuestras vidas.
4.    Debemos ser bautizados, para que nuestros pecados sean perdonados y para recibir el Don del Espíritu Santo.
5.    Debemos perseverar en la doctrina verdadera, guardándola en nuestro corazón y aplicándola en nuestra vida.

[1] Biblia de Estudio NVI.2002. Pag.1973. Editorial Vida. Miami Florida 33166.

[1] See A.N. Sherwin-White, Roman Society and Roman Law in the New Testament, Oxford: Oxford University Press, 1963, p .42.

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