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10 Minutos y 6 Personajes. Es el día de la madre y parece que la familia de la protagonista se ha olvidado de ella...
UN DÍA DE LA MADRE
PERSONAJES
MAMÁ
PAPÁ
HIJO
HIJA
VECINA
ESPOSO
(Es el día de una madre, común y corriente, con sus obligaciones y deberes, pero sazonado con algo especial.)
ESCENA 1
(Comienza el día, la esposa se levanta para despedir a su marido, se queda en pie y comienza a hacer las cosas, luego se despiertan los niños y los manda al colegio.)
MAMÁ. Le voy a preparar el desayuno a mi chanchito para que vaya a trabajar.
PAPÁ. Gracias, mi amor, ¡eres la esposa perfecta! Que Dios te siga dando hoy siempre ese espíritu de sacrificio.
MAMÁ. Las cosas que me dice, yo siempre lo voy a cuidar... Ya, mejor váyase que va a llegar atrasado. (Se despide con un beso.)
MAMÁ. Chao... (En tono de no comprensión) Si supieras, amor, tengo que trabajar igual que tú sólo que yo lo hago en la casa.
(Se levantan los niños y llegan donde la mamá listos para irse al colegio.)
MAMÁ. (Está haciendo el aseo y ordenando.)
HIJA. Ya, mamita, estamos listos para irnos al colegio... pero el Felipe no se apura, siempre llegamos atrasados por su culpa.
HIJO. (Llega desordenado y con cara de sueño.) Tengo sueño... Me puedo acostar un ratito más.
MAMÁ. No, flojonazo, se me arregla y parte al colegio con su hermana.
HIJA. Ya, po' Felipe apurémonos o si no nos van a castigar.
HIJO. Pero si es temprano, (insistiendo) ¡un minutito más!
MAMÁ. (Se mira el reloj.) Mira la hora que es, se me van al tiro al colegio (les da un besito y los despide.)
(Se queda sola en casa, pone un casette cristiano canta y comienza a hacer las cosas.)
(Pasa un letrero mostrando las 12:00 horas. Esto sin cierre de telón.)
MAMÁ. (Está barriendo cuando llega una vecina muy apurada pidiendo ayuda.)
VECINA. Vecinita, vecinita, ayúdeme, por favor... (con voz de horror) el arroz se me echó a perder.
MAMÁ. Pero, cuéntame, Sandrita, ¿qué te pasó?
VECINA. Dejé el arroz puesto en la cocina y cuando lo fui a ver estaba todo pegado y duro y malo, etc.
MAMÁ. Pero, ¿cómo lo hiciste?
VECINA. (Con voz de ingenua.) Yo me acordaba que era una taza de agua por dos de arroz y nada más.
MAMÁ. Pero, ¡cómo se te ocurre! ASí no es, son dos de agua por una de arroz.
VECINA. Con razón me quedó tan duro… Pero no importa porque al pancho le dejé un plato de porotos con mazamorra que me quedaron de ayer.
MAMÁ. ¿Con mazamorra?
VECINA. Sí, ayer le eché harto choclito.
MAMÁ. ¡Eso fermenta! Tu marido se va a enfermar.
(En eso llega el marido gritando de dolor.)
ESPOSO. Permiso, vecina, Sandrita, ¿qué le echó a la comida? Me duele mucho la guata.
VECINA. Nada, panchito, vamos para la casa, ahí le explico... (Se acerca a la mamá y le dice como secreteando.) Eran dos de agua por una de arroz, ¿cierto?
MAMÁ. Sí, vecina, vaya tranquila, si hay algún problema me llama.
(Suena el teléfono.)
MAMÁ. ¿Haló? Hola, pastora, que Dios le bendiga, dígame. Claro, sí, me acuerdo que hoy me toca el tema en las Dorcas. Estoy terminando de hacer las cosas para darle la última repasadita. Acuérdese que tiene que llevar el queque para vender. No, no puedo quedarme conversando, tengo muchas cosas que hacer. Bueno, entonces nos vemos en la iglesia... que Dios le bendiga.
/Llega la hora del almuerzo. Tiene la mesa puesta y todo listo para recibir a sus hijos.)
HIJA. Hola, mamita, me saqué un 7.
HIJO. Hola, mamá, me anotaron por quedarme dormido en la clase, tienes que ir el viernes a ver al profesor jefe.
MAMÁ. Otra vez lo mismo... no importa, después hablamos, ahora siéntense a comer... alguien trajo tarea.
(Los dos levantan la mano enérgicamente.)
MAMÁ. Cuando llegue de las Dorcas les voy a ayudar a hacerlas. Ahora terminen levanten sus platos y reposen y se ponen a estudiar y si no entienden yo les ayudo cuando lleguen... de ahí pueden salir a jugar, ahora yo me voy a las Dorcas después nos vemos.
(Ella se va y pasa un letrero con las 18:00 horas, esto sin cierre de telón. La mamá llega a su casa y la están esperando sus hijos.)
HIJA. Que bueno que llegó teníamos mucha hambre.
HIJO. Danos, tesito al tiro, por favor.
(Mientras ellos le hablan ella se pone el delantal para hacer las cosas.)
MAMÁ. Enseguida les sirvo... ¿a quién le ayudo con las tareas?
HIJO. Yo no entiendo castellano.
MAMÁ. Que no entiende... cuénteme.
HIJO. El profesor dijo que ayer se escribía sin "h" y hoy se escribe con "h".
HIJA. Sí, mamá, los profesores son más enredados, andan preguntando cosas de cuando uno ni nacía.
MAMÁ. Ahí, hijitos, siempre tan enredados.
(Llega el papá, los hijos van corriendo a saludarlo, ella se pone a atenderlo, le saca la chaqueta, lo sienta, le hace masaje en las sienes y le sirve un tesito.)
MAMÁ. Quiere que le sirva algo más.
PAPÁ. No, gracias, mi amor.
MAMÁ. Entonces, me voy a poner a planchar.
(Saca la tabla, la plancha, la ropa y comienza a planchar.)
(En eso pasa el letrero de las 24:00 horas. Esto sin cierre de telón. La familia se va a despedir para irse a acostar, dejándola sola.)
MAMÁ. (Sentada.) Se fueron todos a acostar, tienen que estar muy cansados, mi chanchito trabaja todo el día para poder mantenernos, y mis niños tan duraznos que salieron para el estudio pero ya van a aprender... (Suspiro profundo.) Estoy tan cansada, me duelen las piernas y los hombros, pero cuando me acueste voy a descansar. Hoy estaban todos tan apurados que parece que se les olvidó que era el día de la madre, pero no importa, yo igual los sigo queriendo.
(Sentada se dispone a orar sobre la mesa.)
MAMÁ. Gracias Padre por este día que me das, por mi familia, mi vida, mi hogar, por los alimentos que nunca faltan, gracias por todo esto. Sólo te pido que me des fuerza para seguir adelante, mi familia me necesita y quiero estar ahí para ayudarlos, dame más años de vida para poder ver crecer a mis hijos y más tiempo para cuidar a mi esposo... es lo único que te pido.
(Mientras ella estaba orando su familia le deja una flor y una carta y se van. La mamá lee la carta.)
CARTA: En las fuerzas de tus manos
descansa nuestra alegría.
en la dulzura de tu voz
está nuestro corazón,
y en la profundidad de tu mirada
se encuentra nuestra esperanza.
Dios te bendiga, madre, de tu esposo e hijos.
(Luego todos salen y le dan un gran abrazo.)
MAMÁ
PAPÁ
HIJO
HIJA
VECINA
ESPOSO
(Es el día de una madre, común y corriente, con sus obligaciones y deberes, pero sazonado con algo especial.)
ESCENA 1
(Comienza el día, la esposa se levanta para despedir a su marido, se queda en pie y comienza a hacer las cosas, luego se despiertan los niños y los manda al colegio.)
MAMÁ. Le voy a preparar el desayuno a mi chanchito para que vaya a trabajar.
PAPÁ. Gracias, mi amor, ¡eres la esposa perfecta! Que Dios te siga dando hoy siempre ese espíritu de sacrificio.
MAMÁ. Las cosas que me dice, yo siempre lo voy a cuidar... Ya, mejor váyase que va a llegar atrasado. (Se despide con un beso.)
MAMÁ. Chao... (En tono de no comprensión) Si supieras, amor, tengo que trabajar igual que tú sólo que yo lo hago en la casa.
(Se levantan los niños y llegan donde la mamá listos para irse al colegio.)
MAMÁ. (Está haciendo el aseo y ordenando.)
HIJA. Ya, mamita, estamos listos para irnos al colegio... pero el Felipe no se apura, siempre llegamos atrasados por su culpa.
HIJO. (Llega desordenado y con cara de sueño.) Tengo sueño... Me puedo acostar un ratito más.
MAMÁ. No, flojonazo, se me arregla y parte al colegio con su hermana.
HIJA. Ya, po' Felipe apurémonos o si no nos van a castigar.
HIJO. Pero si es temprano, (insistiendo) ¡un minutito más!
MAMÁ. (Se mira el reloj.) Mira la hora que es, se me van al tiro al colegio (les da un besito y los despide.)
(Se queda sola en casa, pone un casette cristiano canta y comienza a hacer las cosas.)
(Pasa un letrero mostrando las 12:00 horas. Esto sin cierre de telón.)
MAMÁ. (Está barriendo cuando llega una vecina muy apurada pidiendo ayuda.)
VECINA. Vecinita, vecinita, ayúdeme, por favor... (con voz de horror) el arroz se me echó a perder.
MAMÁ. Pero, cuéntame, Sandrita, ¿qué te pasó?
VECINA. Dejé el arroz puesto en la cocina y cuando lo fui a ver estaba todo pegado y duro y malo, etc.
MAMÁ. Pero, ¿cómo lo hiciste?
VECINA. (Con voz de ingenua.) Yo me acordaba que era una taza de agua por dos de arroz y nada más.
MAMÁ. Pero, ¡cómo se te ocurre! ASí no es, son dos de agua por una de arroz.
VECINA. Con razón me quedó tan duro… Pero no importa porque al pancho le dejé un plato de porotos con mazamorra que me quedaron de ayer.
MAMÁ. ¿Con mazamorra?
VECINA. Sí, ayer le eché harto choclito.
MAMÁ. ¡Eso fermenta! Tu marido se va a enfermar.
(En eso llega el marido gritando de dolor.)
ESPOSO. Permiso, vecina, Sandrita, ¿qué le echó a la comida? Me duele mucho la guata.
VECINA. Nada, panchito, vamos para la casa, ahí le explico... (Se acerca a la mamá y le dice como secreteando.) Eran dos de agua por una de arroz, ¿cierto?
MAMÁ. Sí, vecina, vaya tranquila, si hay algún problema me llama.
(Suena el teléfono.)
MAMÁ. ¿Haló? Hola, pastora, que Dios le bendiga, dígame. Claro, sí, me acuerdo que hoy me toca el tema en las Dorcas. Estoy terminando de hacer las cosas para darle la última repasadita. Acuérdese que tiene que llevar el queque para vender. No, no puedo quedarme conversando, tengo muchas cosas que hacer. Bueno, entonces nos vemos en la iglesia... que Dios le bendiga.
/Llega la hora del almuerzo. Tiene la mesa puesta y todo listo para recibir a sus hijos.)
HIJA. Hola, mamita, me saqué un 7.
HIJO. Hola, mamá, me anotaron por quedarme dormido en la clase, tienes que ir el viernes a ver al profesor jefe.
MAMÁ. Otra vez lo mismo... no importa, después hablamos, ahora siéntense a comer... alguien trajo tarea.
(Los dos levantan la mano enérgicamente.)
MAMÁ. Cuando llegue de las Dorcas les voy a ayudar a hacerlas. Ahora terminen levanten sus platos y reposen y se ponen a estudiar y si no entienden yo les ayudo cuando lleguen... de ahí pueden salir a jugar, ahora yo me voy a las Dorcas después nos vemos.
(Ella se va y pasa un letrero con las 18:00 horas, esto sin cierre de telón. La mamá llega a su casa y la están esperando sus hijos.)
HIJA. Que bueno que llegó teníamos mucha hambre.
HIJO. Danos, tesito al tiro, por favor.
(Mientras ellos le hablan ella se pone el delantal para hacer las cosas.)
MAMÁ. Enseguida les sirvo... ¿a quién le ayudo con las tareas?
HIJO. Yo no entiendo castellano.
MAMÁ. Que no entiende... cuénteme.
HIJO. El profesor dijo que ayer se escribía sin "h" y hoy se escribe con "h".
HIJA. Sí, mamá, los profesores son más enredados, andan preguntando cosas de cuando uno ni nacía.
MAMÁ. Ahí, hijitos, siempre tan enredados.
(Llega el papá, los hijos van corriendo a saludarlo, ella se pone a atenderlo, le saca la chaqueta, lo sienta, le hace masaje en las sienes y le sirve un tesito.)
MAMÁ. Quiere que le sirva algo más.
PAPÁ. No, gracias, mi amor.
MAMÁ. Entonces, me voy a poner a planchar.
(Saca la tabla, la plancha, la ropa y comienza a planchar.)
(En eso pasa el letrero de las 24:00 horas. Esto sin cierre de telón. La familia se va a despedir para irse a acostar, dejándola sola.)
MAMÁ. (Sentada.) Se fueron todos a acostar, tienen que estar muy cansados, mi chanchito trabaja todo el día para poder mantenernos, y mis niños tan duraznos que salieron para el estudio pero ya van a aprender... (Suspiro profundo.) Estoy tan cansada, me duelen las piernas y los hombros, pero cuando me acueste voy a descansar. Hoy estaban todos tan apurados que parece que se les olvidó que era el día de la madre, pero no importa, yo igual los sigo queriendo.
(Sentada se dispone a orar sobre la mesa.)
MAMÁ. Gracias Padre por este día que me das, por mi familia, mi vida, mi hogar, por los alimentos que nunca faltan, gracias por todo esto. Sólo te pido que me des fuerza para seguir adelante, mi familia me necesita y quiero estar ahí para ayudarlos, dame más años de vida para poder ver crecer a mis hijos y más tiempo para cuidar a mi esposo... es lo único que te pido.
(Mientras ella estaba orando su familia le deja una flor y una carta y se van. La mamá lee la carta.)
CARTA: En las fuerzas de tus manos
descansa nuestra alegría.
en la dulzura de tu voz
está nuestro corazón,
y en la profundidad de tu mirada
se encuentra nuestra esperanza.
Dios te bendiga, madre, de tu esposo e hijos.
(Luego todos salen y le dan un gran abrazo.)
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6