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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
CELEBRANDO LA RECUPERACIÓN INTEGRAL
CELEBRANDO LA RECUPERACIÓN INTEGRAL
Información
Hoy estamos comenzando una nueva serie a la que hemos llamado el Camino a la Recuperación, y esperamos que la misma obre grandemente en su persona. Es sorpren-derte cómo el mundo se ve mejor cuando su persona es puesta en orden en la forma correcta. En esta serie hablaremos de cómo manejar y vencer las heridas de su vida, los hábitos que están destruyendo su vida y los complejos que han causado dolor en ella. Heridas, hábitos y complejos.
El versículo que hemos elegido como base para este paso de nuestra serie “El Camino a la Recuperación” es Isaías 57:18 (DHH), donde Dios dice: “He visto como han actuado, pero los sanaré. Los guiaré y les ayudaré, y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que están cerca y a los que estén lejos”.
Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperación que Dios desea hacer en su vida. Primero, si usted ha sido herido, Dios dice: “Quiero sanarte”. Si está confundido: “Quiero guiarte”
¿DE QUÉ NECESITA RECUPERARSE?
La buena noticia es que sin importar el problema del cual necesite recuperarse, ya sea emocional, financiero, relacional, espiritual, sexual o de otro tipo, los pasos para recuperarse son siempre los mismos. Estos no varían.
Los principios para la recuperación se encuentran en la Biblia. Esta es el manual original para la recuperación. En 1935 un par de muchachos formularon, basados en las Escrituras, los que hoy se conocen como los doce pasos clásicos de los Alcohólicos Anónimos, una guía que también usan cientos de otros grupos de recuperación. En los Estados Unidos, veinte millones de personas están en un grupo de recuperación cada semana y hay quinientos mil diferentes grupos de recuperación. La base de todos ellos es la Palabra de Dios.
He resumido estos principios en torno a la palabra “R.E.C.U.P.E.R.A”.
Estudiaremos una letra cada semana y miraremos los ocho pasos resumidos en el camino a la recuperación.
EL PRIMER PASO:
I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: MI NATURALEZA PECAMINOSA
La Biblia tiene una forma de expresar esto. En ella se le llama a esta tendencia nuestra “naturaleza pecaminosa”. La naturaleza de pecado nos lleva tanto a usted como a mí a toda clase de problemas. Hago cosas que no son buenas para mí, las hago aun cuando son auto destructivas. Sin embargo, no hago las cosas que son buenas para mí.
Respondo de la manera incorrecta cuando soy herido y con esto solo consigo aumen-tar el daño, en lugar de disminuirlo. Reacciono de la manera incorrecta con las per-sonas. Las trato de la manera equivocada y luego, cuando me doy cuenta de que esa actitud no va a funcionar, esto me afecta a mí. Intento resolver problemas y a menudo, cuando creo que los he arreglado, compruebo que se vuelven peor de lo que estaban antes.
Proverbios 14:12 (NVI) dice: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte”.
Usted siempre va a tener esa naturaleza pecaminosa, ese deseo de hacer lo malo.
Este permanecerá siempre con usted hasta que llegue al cielo. Y aun cuando sea cristiano, todavía tendrá deseos que lo empujen hacia el mal. Pablo entendió esto. En Romanos 7:15 él dijo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco”.
¿Le suenan familiares estas palabras? “Termino haciendo lo que no quiero hacer y termino no haciendo lo que quiero hacer”.
El primer paso para la recuperación es que usted entienda la causa de este prob-lema. ¿Por qué sucede esto en mi vida? Primero, necesita entender la causa del prob-lema, luego las consecuencias y más tarde la cura para el mismo.
¿Cuál es la causa de mi problema? La causa de todos sus problemas es esta:
“Quiero ser Dios”. ¿Le gustaría decidir lo que es bueno y lo que es malo? Usted dice:
“No quiero que nadie me diga lo que es bueno y lo que es malo; quiero decidirlo por mí mismo. Quiero hacer lo que quiera, quiero hacer mis propias reglas. Quiero ser el centro del universo. Quiero ser mi propio jefe, vivir a mi manera, si me siento bien haciendo algo, pues, adelante. No quiero que nadie me diga qué hacer con mi vida”.
Eso se llama jugar a ser Dios. Lo que en realidad está diciendo es: “Quiero contro-lar”. Y mientras más inseguro sea usted, más empeñado estará en controlar. Mientas más inseguro sea, más desea controlarse a sí mismo, controlar a otras personas, controlar su ambiente. A eso se le llama querer jugar a ser Dios.
Este es el problema más antiguo del hombre. Aun Adán y Eva lo tuvieron. Dios los puso en el paraíso y ellos trataron de controlarlo. Dios dijo: “Pueden hacer todo lo que quieran en todo este paraíso excepto una sola cosa: No coman de este árbol”.
¿Y qué hicieron ellos? Fueron directamente hacia ese árbol, que era lo único en el Paraíso a lo que Dios le había puesto límites. Satanás dijo: “Coman esta manzana (o lo que haya sido) y sean dioses”. Ese ha sido el problema desde el principio. Querer ser Dios. Querer tomar las decisiones uno mismo. Querer vivir nuestra propia vida.
Queremos estar en control. ¿Cómo jugamos a ser Dios? Negando nuestra humanidad y tratando de controlar todo por razones egoístas. Queremos estar en el centro de nuestro universo. El control es el asunto real. Queremos estar en control y tratamos de controlarnos a nosotros mismos, a otras personas, a todo lo que está a nuestro alrededor.
Un padre de familia estaba tratando de dormir su siesta un domingo por la tarde en la sala de su casa, mientras su pequeño hijo lo molestaba continuamente diciéndole:
“Papi, estoy aburrido”. Tratando de buscar la forma de entretenerlo, su padre tomó de un periódico una foto del mundo, la cortó en casi cincuenta pedazos y le dijo:
“Hijo, este es un rompecabezas. Quiero que lo armes”. Luego se acostó para termi-nar su siesta, pensando que por lo menos dormiría de una hora y media a dos. Habían pasado apenas quince minutos cuando su hijo lo despertó diciendo: “Papi, ya terminé. Ya está armado”. El padre sabía que su hijo no conocía todas las posiciones de los país-es y cosas como esas, por lo que era imposible que lo hubiera terminado tan pronto, así que le preguntó: “¿Cómo lo hiciste?” El niño contestó: “Papá, había una foto de una persona en el reverso de la página de ese periódico y cuando terminé de armar esa persona el mundo quedó arreglado”.
“Papi, estoy aburrido”. Tratando de buscar la forma de entretenerlo, su padre tomó de un periódico una foto del mundo, la cortó en casi cincuenta pedazos y le dijo:
“Hijo, este es un rompecabezas. Quiero que lo armes”. Luego se acostó para termi-nar su siesta, pensando que por lo menos dormiría de una hora y media a dos. Habían pasado apenas quince minutos cuando su hijo lo despertó diciendo: “Papi, ya terminé. Ya está armado”. El padre sabía que su hijo no conocía todas las posiciones de los país-es y cosas como esas, por lo que era imposible que lo hubiera terminado tan pronto, así que le preguntó: “¿Cómo lo hiciste?” El niño contestó: “Papá, había una foto de una persona en el reverso de la página de ese periódico y cuando terminé de armar esa persona el mundo quedó arreglado”.
Hoy estamos comenzando una nueva serie a la que hemos llamado el Camino a la Recuperación, y esperamos que la misma obre grandemente en su persona. Es sorpren-derte cómo el mundo se ve mejor cuando su persona es puesta en orden en la forma correcta. En esta serie hablaremos de cómo manejar y vencer las heridas de su vida, los hábitos que están destruyendo su vida y los complejos que han causado dolor en ella. Heridas, hábitos y complejos.
El versículo que hemos elegido como base para este paso de nuestra serie “El Camino a la Recuperación” es Isaías 57:18 (DHH), donde Dios dice: “He visto como han actuado, pero los sanaré. Los guiaré y les ayudaré, y consolaré a los que lloran. Ofrezco paz a todos, a los que están cerca y a los que estén lejos”.
Esta es una gran promesa de Dios. Note que hay cinco partes en la recuperación que Dios desea hacer en su vida. Primero, si usted ha sido herido, Dios dice: “Quiero sanarte”. Si está confundido: “Quiero guiarte”
.Si alguna vez se ha sentido sin ayuda para cambiar algo: “Deseo ayudarte a cambiar eso”.
Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su problema: “Quiero consolarte.”
Si se siente ansioso, preocupado y temeroso: “Quiero ofrecerte paz”.
El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo imperfecto. Somos dañados por otros, herimos a otros y nos herimos a nosotros mismos. La Biblia dice que todos hemos pecado. Eso significa que ninguno de nosotros es perfecto, todos nos hemos equivocado, todos hemos cometido errores. Nos dañamos y dañamos a otros.
Esta serie es para todos. Todos necesitamos recuperación, a menos que alguien haya vivido una vida perfecta. Pero si no ha sido así, si no ha vivido una vida perfec-ta, si ha sido herido, si ha tenido un complejo o hábito del que le gustaría deshacerse, necesita recuperación.
Si alguna vez ha sentido que nadie entiende su problema: “Quiero consolarte.”
Si se siente ansioso, preocupado y temeroso: “Quiero ofrecerte paz”.
El hecho es que la vida es dura. Vivimos en un mundo imperfecto. Somos dañados por otros, herimos a otros y nos herimos a nosotros mismos. La Biblia dice que todos hemos pecado. Eso significa que ninguno de nosotros es perfecto, todos nos hemos equivocado, todos hemos cometido errores. Nos dañamos y dañamos a otros.
Esta serie es para todos. Todos necesitamos recuperación, a menos que alguien haya vivido una vida perfecta. Pero si no ha sido así, si no ha vivido una vida perfec-ta, si ha sido herido, si ha tenido un complejo o hábito del que le gustaría deshacerse, necesita recuperación.
¿DE QUÉ NECESITA RECUPERARSE?
La buena noticia es que sin importar el problema del cual necesite recuperarse, ya sea emocional, financiero, relacional, espiritual, sexual o de otro tipo, los pasos para recuperarse son siempre los mismos. Estos no varían.
Los principios para la recuperación se encuentran en la Biblia. Esta es el manual original para la recuperación. En 1935 un par de muchachos formularon, basados en las Escrituras, los que hoy se conocen como los doce pasos clásicos de los Alcohólicos Anónimos, una guía que también usan cientos de otros grupos de recuperación. En los Estados Unidos, veinte millones de personas están en un grupo de recuperación cada semana y hay quinientos mil diferentes grupos de recuperación. La base de todos ellos es la Palabra de Dios.
He resumido estos principios en torno a la palabra “R.E.C.U.P.E.R.A”.
Estudiaremos una letra cada semana y miraremos los ocho pasos resumidos en el camino a la recuperación.
EL PRIMER PASO:
La “R” en RECUPERA significa RECONOCER.
Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe más calorías de las que su cuerpo necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?
¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?
¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero de todas maneras lo es?
¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado cuenta de que usted mismo era incontrolable?
Si su respuesta es “sí” a cualquiera de estas preguntas, bienvenido a la raza humana. Todos necesitamos recuperación.
Reconozco que no soy Dios. Admito que soy incapaz de controlar mi tendencia a hacer lo malo y que mi vida es inmanejable.
¿Se queda despierto hasta tarde cuando sabe que necesita dormir?
¿Come o bebe más calorías de las que su cuerpo necesita?
¿Siente que debe hacer ejercicios pero no los hace?
¿Conoce lo que es correcto pero no lo hace?
¿Sabe que algo está malo pero de todas formas lo hace?
¿Se ha dado cuenta alguna vez de que no debe ser egoísta pero de todas maneras lo es?
¿Ha intentado alguna vez controlar a alguien o algo y se ha dado cuenta de que usted mismo era incontrolable?
Si su respuesta es “sí” a cualquiera de estas preguntas, bienvenido a la raza humana. Todos necesitamos recuperación.
I. LA CAUSA DE MI PROBLEMA: MI NATURALEZA PECAMINOSA
La Biblia tiene una forma de expresar esto. En ella se le llama a esta tendencia nuestra “naturaleza pecaminosa”. La naturaleza de pecado nos lleva tanto a usted como a mí a toda clase de problemas. Hago cosas que no son buenas para mí, las hago aun cuando son auto destructivas. Sin embargo, no hago las cosas que son buenas para mí.
Respondo de la manera incorrecta cuando soy herido y con esto solo consigo aumen-tar el daño, en lugar de disminuirlo. Reacciono de la manera incorrecta con las per-sonas. Las trato de la manera equivocada y luego, cuando me doy cuenta de que esa actitud no va a funcionar, esto me afecta a mí. Intento resolver problemas y a menudo, cuando creo que los he arreglado, compruebo que se vuelven peor de lo que estaban antes.
Proverbios 14:12 (NVI) dice: “Hay caminos que al hombre le parecen rectos, pero que acaban por ser caminos de muerte”.
Usted siempre va a tener esa naturaleza pecaminosa, ese deseo de hacer lo malo.
Este permanecerá siempre con usted hasta que llegue al cielo. Y aun cuando sea cristiano, todavía tendrá deseos que lo empujen hacia el mal. Pablo entendió esto. En Romanos 7:15 él dijo: “No entiendo lo que me pasa, pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco”.
¿Le suenan familiares estas palabras? “Termino haciendo lo que no quiero hacer y termino no haciendo lo que quiero hacer”.
El primer paso para la recuperación es que usted entienda la causa de este prob-lema. ¿Por qué sucede esto en mi vida? Primero, necesita entender la causa del prob-lema, luego las consecuencias y más tarde la cura para el mismo.
¿Cuál es la causa de mi problema? La causa de todos sus problemas es esta:
“Quiero ser Dios”. ¿Le gustaría decidir lo que es bueno y lo que es malo? Usted dice:
“No quiero que nadie me diga lo que es bueno y lo que es malo; quiero decidirlo por mí mismo. Quiero hacer lo que quiera, quiero hacer mis propias reglas. Quiero ser el centro del universo. Quiero ser mi propio jefe, vivir a mi manera, si me siento bien haciendo algo, pues, adelante. No quiero que nadie me diga qué hacer con mi vida”.
Eso se llama jugar a ser Dios. Lo que en realidad está diciendo es: “Quiero contro-lar”. Y mientras más inseguro sea usted, más empeñado estará en controlar. Mientas más inseguro sea, más desea controlarse a sí mismo, controlar a otras personas, controlar su ambiente. A eso se le llama querer jugar a ser Dios.
Este es el problema más antiguo del hombre. Aun Adán y Eva lo tuvieron. Dios los puso en el paraíso y ellos trataron de controlarlo. Dios dijo: “Pueden hacer todo lo que quieran en todo este paraíso excepto una sola cosa: No coman de este árbol”.
¿Y qué hicieron ellos? Fueron directamente hacia ese árbol, que era lo único en el Paraíso a lo que Dios le había puesto límites. Satanás dijo: “Coman esta manzana (o lo que haya sido) y sean dioses”. Ese ha sido el problema desde el principio. Querer ser Dios. Querer tomar las decisiones uno mismo. Querer vivir nuestra propia vida.
Queremos estar en control. ¿Cómo jugamos a ser Dios? Negando nuestra humanidad y tratando de controlar todo por razones egoístas. Queremos estar en el centro de nuestro universo. El control es el asunto real. Queremos estar en control y tratamos de controlarnos a nosotros mismos, a otras personas, a todo lo que está a nuestro alrededor.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6