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El hombre sin Cristo ha puesto el “yo” en un lugar inapropiado, y por eso su vida es un caos.
Cuando el evangelio llega a nosotros, y nos mueve eficazmente a confiar en Cristo, entonces las cosas caen en el lugar que les corresponde. Nuestro interés primordial no debería ser agradar al “yo” y satisfacer sus demandas, sino más bien vivir para la gloria de Dios.
Como podemos ver, la psicología estudia los problemas del hombre desde una perspectiva completamente distinta a la perspectiva bíblica, y por lo tanto no puede haber una relación satisfactoria entre ambas; una de las dos tendrá que ceder ante la otra. Y tenemos mucha razón para pensar que es la Iglesia la que está claudicando ante el humanismo secular.
Concluyo este punto citando al Dr. MacArthur otra vez: “La ‘psicología cristiana’ es un intento de armonizar dos sistemas de pensamiento intrínsecamente contradictorios. La psicología moderna y la Biblia no pueden mezclarse sin un serio compromiso o un completo abandono del principio de la suficiencia de las Escrituras” (Una Breve Mirada a la Consejería Bíblica; pg. 30).
La tercera presuposición errónea que ha volcado a muchos a buscar ayuda en la psicología es que existen problemas en el hombre que no son físicos, y por lo tanto, no pueden ser tratados por un médico, ni tampoco son espirituales, y por lo tanto, no puede tratarlos un pastor. Son problemas netamente psicológicos o mentales.
Pero esto no es más que un mito. O nuestros problemas son orgánicos, y en ese caso debemos buscar la ayuda de un médico, o tenemos un problema espiritual, y entonces debemos ir a un pastor que trate con nosotros con la Palabra de Dios (por la estrecha interacción del alma y el cuerpo en algunos casos necesitará del trabajo conjunto del médico y el pastor)
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CONOZCAMOS EL CATOLICISMO ROMANO: UN TRATADO DE APOLOGÉTICA
Spanish | 115 páginas | Formato PDF | Autor: Rick Jones
Fui bautizado en la Iglesia Católica cuando era sólo un bebé, y siendo niño cumplí con los sacramentos de la Primera Comunión y la Confirmación. Cada semana iba a misa y a las clases de catecismo. Confesaba mis pecados al sacerdote, y me esforzaba por obedecer los Diez Mandamientos. En general, yo era un buen católico.
Shari, mi esposa, quien tuvo un papel importante en la preparación de este libro, también nació y creció en un hogar católico romano, y estudió en escuelas católicas. Ella también cumplía fielmente todos los ritos que requiere la Iglesia Católica.
Sin embargo, a pesar de la instrucción recibida, ninguno de nosotros entendía completamente las doctrinas católicas, o cómo se relacionaban con la Santa Biblia. Como resultado, nuestra fe en la Iglesia Católica fue menguando.Creo con todo mi corazón que la mayoría de los católicos están en la misma situación. Este libro fue escrito para resolver ese problema. Una vez que lo lea, tendrá un mejor conocimiento de las principales doctrinas de la Iglesia Católica y su relación con las Sagradas Escrituras.
Además, aprenderá muchas verdades que no conocía, y estará preparado para aquel día cuando tenga que presentarse ante Dios para ser juzgado. Que Dios le bendiga en su lectura.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6