Preparación Ministerial: El Arte de aconsejar
Tipo de Archivo: PDF | Tamaño: 2 MBytes | Idioma:Spanish | Categoría: Consejería pastoral
Ampliando nuestra visión
La mayoría de la gente tiene problemas. Hay personas que no se llevan bien con sus
maridos o con sus esposas; otras están abrumadas por problemas de dinero o de educación de los
hijos; otras sufren depresión nerviosa; otras sienten una especie de vacío interior que les impide
realizarse; hay en fin otras esclavizadas por el alcohol o por el sexo.
No hay suficientes consejeros
profesionales para dar abasto con tantos problemas. Y aunque los hubiera, son relativamente
pocas las personas con dinero y paciencia suficientes para aguantar las caras y lentas series de
sesiones que a menudo exigen los tradicionales métodos de esta clase de psicoterapiaprofesional.
Además, es preciso admitir que el porcentaje de éxitos por parte de psicólogos y psiquiatras no
justifica la conclusión de que una terapia profesional que esté al alcance de todos los bolsillos, sea
la respuesta deseada.
El aumento de problemas personales y una creciente desilusión en los esfuerzos profesionales por
resolverlos, han dado paso al intento de buscar nuevas vías de solución. Ha llegado el momento
preciso para que los creyentes que tomen a Dios en serio, desarrollen un método bíblico de
aconsejar que afirme la autoridad de la Escritura y la necesidad y suficiencia de Cristo. La
amargura, la culpabilidad, la preocupación, el resentimiento, el mal genio, el egoísmo quejumbroso,
la envidia y la lascivia están consumiendo a nivel psíquico, espiritual (y, a menudo, a nivel
fisiológico) las vidas de los hombres. Al menos en nuestro subconsciente, se ha encastillado la idea
de que, para nosotros los creyentes, la entrega a Cristo y la dependencia del poder y de la guía del
Espíritu Santo, nos exigen someternos a lo que el médico prescriba.
Pero el caso es que la
psicología y la psiquiatría profanas se han empeñado en meternos en la cabeza la noción de que
los problemas emocionales son efecto de un desequilibrio psíquico y dentro de esos límites se
mueve todo el diagnóstico, así como la terapia, del especialista en psicología. Un renombrado
psicólogo, O. Hobart Nowrer, ha recriminado a la Iglesia el haber vendido su espiritual
primogenitura en cuanto al derecho a enseñar a la gente el modo de vivir con eficacia, a su colega
el psiquiatra, no pocas veces su antagonista, a cambio de un plato de lentejas en forma de
propaganda.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6