Si la habilidad de estudiar, entender y responder a la verdad de Dios es uno de los grandes gozos de la vida, entonces la habilidad y oportunidad de comunicar a otros esta verdad arduamente ganada, es algo que ocupa un segundo lugar muy cercano al primero. Habiendo vivido el poder transformador del Espíritu Santo a través del entendimiento y aplicación de la palabra de Dios, siempre queda un deseo contagioso de compartir esta experiencia con otros. En Colosenses 3:16, el apóstol Pablo dice que esta actitud debería caracterizar la tendencia de nuestro tiempo con otros cristianos.
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6