En días recientes, una nube se ha levantado en los horizontes teológicos. Las convicciones personales están en juego, los argumentos abundan y han aparecido líneas de batalla en lo que se refiere a rendirse al señorío de Cristo y su lugar en el proceso de la salvación. Lo que la Biblia dice sobre una Fe que Salva, es una herramienta exhaustiva, valiosa y no comprometida que deshace la niebla que cubre a tantos que desean ver claramente la respuesta a la difícil pregunta, “¿qué debo hacer para ser salvo?”
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6