Imaginemos que un joven fuera condenado por cometer un crimen. El juez, por ser justo, no pudo pasar por alto la infracción de la ley. El castigo impuesto por la ley fue una multa seria - $100,000. A pesar de estar totalmente arrepentido por lo que había hecho, el joven no tuvo ni un centavo para pagar la multa, y quedaba en peligro de ser encarcelado. Entonces el juez hizo algo totalmente inesperado. Se quitó su bata judicial, se bajó de su sillón de juicio, y se paró en el lugar del joven, ante el tribunal. Sacó su chequera, y pagó la multa. El juez hizo esto porque el condenado era su hijo, y lo amaba. Era necesario pagar la multa, y el juez lo pagó por el joven. Solamente una persona loca no dejaría se le pagara la multa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6