En los primeros días inmediatamente después de la ascensión de Jesús el Evangelio no había tenido impacto en el mundo fuera de Judea, Samaria y Galilea. Al principio, el Cristianismo parecía pequeño e impotente en comparación de los poderes políticos de aquellos días. Sin embargo, rodó como una avalancha, a lo largo del Imperio Romano, ya que en una generación se establecieron comunidades de adoración por todas partes, desde Jerusalén hasta Roma y mas allá. Los historiadores modernos se maravillan de cómo el cristianismo pudo haberse difundido tan rápido en tan poco tiempo (Berkhof, p. 21).
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Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6