martes, 14 de febrero de 2017

De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Estudiemos QUIÉN FUE JESUCRISTO
                                                  ¿QUIÉN ES JESUCRISTO?
Un Manual para ser estudiado en Células Cristianas
ESCOGIDOS PARA MOSTRAR SU GLORIA
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miércoles, 1 de febrero de 2017

Edificó Noé un altar a Jehová, y tomó de todo animal limpio y de toda ave limpia, y ofreció holocausto en el altar. Y percibió Jehová olor grato; y dijo Jehová en su corazón: No volveré más a maldecir la tierra por causa del hombre; porque el intento del corazón del hombre es malo desde su juventud

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Justificación: ANTIGUO TESTAMENTO



La justificación según las Escrituras del Antiguo Testamento


En este estudio «justificación» significa que una persona es considerada y tratada por Dios como libre de toda maldad y poseedora de una santidad perfecta. Tal persona goza del favor y la bendición de Dios. La justificación significa más que el mero perdón de pecados; significa que la persona justificada es considerada como si hubiese cumplido todas las leyes de Dios perfectamente.

Las leyes de Dios son las únicas reglas por las cuales podemos ser justificados o condenados. Entonces debemos decir ciertamente que la justificación no es posible para nosotros, pues todos nosotros hemos quebrantado esas leyes. Entonces, ¿cómo podremos ser justificados? Ese es el tema de nuestro libro. El evangelio de Jesucristo es capaz de resolver el problema.

La Biblia describe dos métodos de justificación:
a) Hubo un tiempo en que un hombre y una mujer vivieron libres de toda maldad. 
Nos referimos a nuestros primeros padres, Adán y Eva. Ellos fueron creados santos, dichosos y libres de todo pecado. Dios les reveló que, obedeciendo a sus mandatos, podían permanecer en ese estado santo y dichoso, justificados por su obediencia. La desobediencia —dijo Dios— resultaría en la pérdida del favor divino y su muerte.

El primer método de justificación, por tanto, era por obediencia al mandato de Dios. Pero este método fue válido solamente para aquellas personas que eran ya santas y sin pecado. Tan pronto como Adán y Eva desobedecieron a Dios, este método de justificación no pudo ayudarles en absoluto. La ley de Dios, quebrantada por su desobediencia, les condenaba como transgresores; nunca les podría justificar, esto es, no les podría declarar santos y libres de maldad.

b) Desde que Adán y Eva cayeron en el pecado por su desobediencia, se hizo imprescindible que la justificación fuera posible para aquellos que ya son pecadores. Un segundo método de justificación fue revelado por Dios cuando Adán y Eva fueron convocados a presentarse delante de él (Gn. 3:14–16).

Las palabras que Dios les habló en aquel entonces significaban que él estaba tomando la justificación de ellos en sus propias manos; que él enviaría a la tierra un Salvador, nacido de mujer, el cual aplastaría el poder de Satanás y que rescataría a los pecadores de las garras de este.

Este primer anuncio del propósito misericordioso de Dios se hizo en unos términos muy generales. Sin embargo, contiene las mismas verdades expresadas tan extensamente en el evangelio del Nuevo Testamento. Este es un método de justificación por la pura gracia de Dios. Un libertador divino habría de venir: Cristo Jesús, quien sufriría por el pecado en lugar del pecador. Dios, soberanamente, se hizo cargo de la justificación de pecadores desvalidos mediante su don misericordioso de la salvación.

Como resultado de la promesa de Dios con respecto a su Salvador, Adán y Eva, y con posterioridad los creyentes del Antiguo Testamento, eran conscientes de tener sentimientos mezclados: por una parte, había en ellos miedo a Dios debido a su desobediencia; pero por otra parte, tenían esperanza en la promesa de liberación hecha por Dios. Estos sentimientos se expresaban por medio de los ritos en los cuales se sacrificaban animales a Dios.

Un animal era sacrificado; su vida, como su sangre, se derramaba. Esto expresaba la certidumbre de la ira de Dios en su juicio. El animal era inocente pero, con todo, era sacrificado como un sustituto por el pecador. Era la expresión de la certeza de la provisión de un libertador divino.

Tales sacrificios en el Antiguo Testamento describían, obviamente de una manera simbólica, la labor de Jesucristo, «el Cordero de Dios» que quitaría el pecado (Jn 1:29). Por ofrecer tal sacrificio y creyendo en su significado, Abel «alcanzó testimonio de que era justo» (He. 11:4). Evidentemente, en aquellos tiempos como ahora, todos los creyentes en el plan de Dios para obtener la salvación por la muerte de un sustituto inocente, eran y son justificados. Los incrédulos que rechazan el plan de salvación de Dios deben permanecer bajo el juicio de Dios por su propio pecado.

En el Diluvio que destruyó a toda la humanidad excepto a Noé y su familia, Dios demostró al mismo tiempo su ira sobre los pecadores que se aferraron a su incredulidad y su justificación a aquellos creyentes obedientes en el arca.

Después del Diluvio la revelación del método de justificación hecha por Dios, proveyendo misericordiosamente el Salvador, vino a ser más evidente. El caso más memorable de esta justificación por gracia en los tiempos de los patriarcas es el de Abraham. Su caso se menciona a menudo en los escritos del Nuevo Testamento como un ejemplo de este segundo método de justificación (Jn. 8:56; Ro. 4:3; Gá. 3:6; Stg. 2:23).

La siguiente época en la historia de la justificación en el Antiguo Testamento fue la introducida por la revelación de la ley dada a Moisés en el Monte Sinaí. El propósito de esta ley era doble: gobernar la vida de los judíos como una nación y educarles para estar preparados para recibir al Salvador prometido, a través de quien, tal como lo entendió Abraham, «todas las familias de la tierra serían bendecidas».

En relación con el primero de estos propósitos, esto es, la ley como guía para la vida nacional, el bienestar físico del pueblo dependía de su obediencia a la ley. En este sentido nacional, su prosperidad dependía de sus propias obras. Se podía pensar que la ley era un «pacto de obras» nacional.

En lo que respecta a la salvación eterna de los que creen, el segundo propósito de la ley era convencer de pecado y así educar a los judíos en preparación para la venida del Salvador. El apóstol Pablo se refiere a la ley en este sentido, para probar la imposibilidad de que alguno sea justificado por guardar la ley, pues esta no puede ser cumplida perfectamente por cristianos pecadores.

La ley, por tanto, no era contraria al método de justificación por el cual Dios misericordiosamente proveía un Salvador. Por el contrario, la ley estaba concebida para contribuir al conocimiento de este método. Todas las ceremonias legales que se ordenaba observar eran símbolos llenos de significado de las cosas espirituales. Todo el ritual de la Iglesia del Antiguo Testamento ilustra los diferentes aspectos de la obra de Cristo el Salvador. De esta manera, el devoto israelita era justificado por pura gracia a través de la fe en un Cristo que había de venir, de la misma manera que lo es el cristiano en los días del Nuevo Testamento, respecto al Cristo ya venido.

Durante el período de la ley, Dios continuamente envió profetas a los judíos para explicarles tanto el significado nacional como el espiritual de su ley. En el tiempo de David y Samuel hubo un incremento considerable en el conocimiento revelado acerca del Mesías que habría de venir. Más tarde, Isaías y otros profetas le describieron con gran detalle. Estas verdades eran la base de la fe de los verdaderos creyentes de la Iglesia judía.

En las primeras páginas de Mateo y Lucas, en el Nuevo Testamento, encontramos a varios auténticos creyentes que esperaban la justificación por medio del cumplimiento por parte de Dios, de su promesa dada mucho tiempo atrás de enviar un Salvador. Zacarías, Elisabet, Simeón, Ana y otros «esperaban la redención en Jerusalén» (Lc. caps. 1 y 2).

El Antiguo Testamento, considerado como un documento de conocimiento de la vida espiritual, no tiene paralelo en ningún otro escrito filosófico ancestral. El Antiguo Testamento está lleno de la verdad del evangelio que enseña que Dios justifica gratuitamente a los pecadores que creen en él. Los apóstoles pudieron basar ampliamente su enseñanza acerca de este método de justificación en las experiencias de Abraham, David y otros creyentes del Antiguo Testamento (Ro. 4; He. 11), solamente porque este evangelio era conocido y creído en los días del Antiguo Testamento.

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miércoles, 25 de enero de 2017

En cuanto a vosotros, oh amados, estamos persuadidos de cosas mejores, y que pertenecen a la salvación, aunque hablamos así. Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su Nombre

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




Los opositores poderosos

Los Gigantes Bíblicos


    I.      Definiendo a los Gigantes en las Escrituras
      A.      Palabras Hebreas para “Gigante”
         1.      Refaim – viene de la palabra raíz rafa – enmendar, curar, sanar, restauración a lo normal. La revelación obvia aquí es que cuando uno lidia con un gigante de cualquier tipo, el resultado final será sanidad, enmienda, o ser restaurados a lo normal. Así que vemos que debemos derrotar a los gigantes en nuestras vidas simplemente para ser normales, hablando espiritualmente. A continuación hay algunos pasajes donde se usa esta palabra:
           a.      Deuteronomio 2:10–11 – Una tierra de gigantes, “10 (Los emitas habitaron en ella antes, pueblo grande y numeroso, y alto como los hijos de Anac. 11 Por gigantes eran ellos tenidos también, como los hijos de Anac; y los moabitas los llaman emitas.”
           b.      Josué 12:4 – “Y el territorio de Og rey de Basán, que había quedado de los Refaitas…”
           c.      1 Crónicas 20:4 – “…y Sibecai husatita mató a Sipai, de los descendientes de los gigantes…”
           d.      Josué 13:12 – “todo el reino de Og en Basán, el cual reinó en Astarot y en Edrei, el cual había quedado del resto de los Refaitas; pues Moisés los derrotó, y los echó.”
         2.      Nefil – un abusivo o tirano, un leñador; viene de la palabra raíz nafal – caer, echar hacia abajo, derribar. La única vez que esta palabra se usa para gigantes es una vez en Génesis 6:4 y dos en Números 13:33. A continuación algunos pasajes donde la palabra raíz nafal se utiliza:
           a.      Génesis 4:6 – “Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?”
           b.      Génesis 15:12 – “Mas a la caída del sol sobrecogió el sueño a Abram, y he aquí que el temor de una grande oscuridad cayó sobre él.”
           c.      Éxodo 19:21 – “Y Jehová dijo a Moisés: Desciende, ordena al pueblo que no traspase los límites para ver a Jehová, porque caerá multitud de ellos.”
           d.      Josué 6:5 – “Y cuando toquen prolongadamente el cuerno de carnero, así que oigáis el sonido de la bocina, todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá; entonces subirá el pueblo, cada uno derecho hacia adelante.”
           e.      Salmos 20:8 – “Ellos flaquean y caen, más nosotros nos levantamos, y estamos en pie.”
           f.      Miqueas 7:8 – “Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz.”
         3.      Gibbor – Fuerte, poderoso, hombres valientes, guerreros (Job 16:14). A continuación otros lugares donde se usa esta palabra:
           a.      Génesis 6:4 – “Había gigantes en la tierra en aquellos días, y también después que se llegaron los hijos de Dios a las hijas de los hombres, y les engendraron hijos. Estos fueron los valientes que desde la antigüedad fueron varones de renombre.”
           b.      Génesis 10:8–9 – “8 Y Cus engendró a Nimrod, quien llegó a ser el primer poderoso en la tierra. 9 Este fue vigoroso cazador delante de Jehová; por lo cual se dice: Así como Nimrod, vigoroso cazador delante de Jehová”

Debemos entender que Babilonia (Babilonia espiritual – el grande sistema de la ramera) comenzó por un gigante (Nimrod), por tanto, la “otra mujer” de la cual se habla en las Escrituras es un gigante o un poderoso. Esto es lo que estamos enfrentando. Se necesitará de una compañía de vencedores para lidiar con este gigante, Babilonia. Como David, no sólo debemos matarlo, sino también cortarle la cabeza (gobierno) y mirar cómo huyen (1 Samuel 17:50–51).

    II.      Una Mirada a Todos los Gigantes en las Escrituras:
      A.      Lista En La Palabra:
         1.      Génesis 6:4 – Antes del gran diluvio
         2.      Génesis 15:18–20 – Tierra de Refaim
         3.      Números 13:33 – Los hijos de Anac
         4.      Génesis 14:5 – Una raza de gigantes que vivieron en Palestina derrotados por la coalición de reyes del oriente
         5.      Deuteronomio 2:9–11 – Los Emitas habitaron en Ar y eran altos como lo Anaceos
         6.      Deuteronomio 2:19–21 – Los Zomzoneos habitaron con los Amonitas
         7.      Deuteronomio 3:1–11 – Og, rey de Basán
         8.      Josué 14:15 – Arba (Quiriat-Arba)
         9.      Josué 15:13 – Anac el hijo de Arba
         10.      Josué 15:14 – Sesai, Ahimán y Talmai
         11.      1 Samuel 17:4–10, 39–52 – La historia de Goliat
         12.      2 Samuel 21:16–22 – Hermanos de Goliat: Saf, Lahmi, Isbi-benob (1 Crónicas 20:4–5)
         13.      Deuteronomio 9:2 – Anac
         14.      1 Crónicas 20:6–8 – Gigante en Gat a quien Jonatán mató

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Dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas, de la fe en Dios, de la doctrina de bautismos, de la imposición de manos, de la resurrección de los muertos y del juicio eterno.

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿Te arrepentiste para recibir a Cristo?

Qué es el Arrepentimiento

    I.      Hebreos 6:1–3 
            Arrepentimiento de Obras Muertas

      A.      Definiendo el Arrepentimiento

           1.      Palabras Hebreas para “Arrepentimiento”
             a.      Nacham: lamentarse, suspirar o gemir, voltear, volver atrás. Esta es la palabra Hebrea usada más seguido para “arrepentimiento” en el Antiguo Testamento.

             b.      Shuwb: volver atrás; o, correctamente traducido, “volver” En el Antiguo Testamento la traducción para “arrepentíos” está por lo menos dos veces:
                  1)      1 Reyes 8:47
                  2)      Ezequiel 14:6
                  3)      Isaías 30:15

                  En la mayor parte de los lugares esta palabra es traducida como “convertíos” o “volveos”. Esta palabra era la que los profetas antiguos usaban más cuando ellos clamaban porque pueblo de Dios volviera al Señor. Así, la definición básica en Hebreo para “arrepentimiento” es sentirlo profundamente (lamentarlo) y volver al Señor.

           2.      Palabras Griegas para “Arrepentimiento”
           a.      Metonoeo (verbo): dar la vuelta, cambiar la mente de uno
           b.     Metanoia (sustantivo): lo mismo de arriba. Estas son las dos palabras que se traducen más del Griego

             c.      Metamelomai: lamentar, remordimiento. Esta palabra significa una emoción, remordimiento o angustia. Es un remordimiento personal por algo. No significa arrepentirse como está en las Escrituras en el sentido de que estaremos debatiendo. 

¿Por qué? ¡Porque usted puede sentir mucho remordimiento y emoción, pero nunca cambiar! El verdadero arrepentimiento requiere más que lágrimas o emoción. Requiere una conversión o un cambio. Esta palabra es traducida como “arrepentimiento” cinco veces:
                  1)      Mateo 27:3
                  Sabemos que Judas sintió remordimiento por lo que hizo, pero no se arrepintió
                  2)      Mateo 21:29
                  3)      Hebreos 7:21
                  4)      2 Corintios 7:8
             d.      Ametomeletos: no arrepentido de, sin arrepentimiento. Esta palabra significa que no hay cambio en el propósito del corazón. Es traducida como “arrepentimiento” dos veces
                  1)      Romanos 11:29
                  2)      2 Corintios 7:10
             e.      La definición básica del Nuevo Testamento para “arrepentimiento” sería cambiar la mente de unoo, conversión. Es una decisión, una que puede ser hecha sin emoción.

      B.      Arrepentirse Significa Cambiar
           1.      Ezequiel 14:6
           Arrepentirse y convertirse (cambiar). No solo tenemos que tener un cambio de corazón y de mente, sino que tenemos que convertirnos.
           2.      Ezequiel 18:30
           3.      Hechos 26:20
           4.      Lamentaciones 3:40

           La palabra “volver” en los pasajes del Antiguo Testamento aquí listadas significan arrepentirse (shuwb). Cuando alguien realmente se arrepiente, no solo oran por remordimiento y perdón, sino que hacen algo acerca de eso; se levantan y regresan a Dios.
           5.      Lucas 15:17–20
           6.   Hechos 9:1–9 Pablo fue cambiado por siempre. Se volvió y caminó con Jesús.
           7.      Job 33:29
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martes, 24 de enero de 2017

Oramos siempre por vosotros, para que nuestro Dios os tenga por dignos de su llamamiento, y cumpla todo propósito de bondad y toda obra de fe con su poder, para que el nombre de nuestro Señor Jesucristo sea glorificado en vosotros, y vosotros en Él

PARA RECORDAR ... El que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




¿Es bueno orar?

Animo a la Oración

           I.      Ánimo a la Oración
             a.      1 Timoteo 2:1–3 – Primero que nada
             Existen seis diferentes tipos de oración en la Palabra
                        i.      Súplicas
                        ii.      Intercesión
                        iii.      Acción de Gracias
                        iv.      Velando
                        v.      Dolores de Parto
                        vi.      Oración General

             Todas estas tienen un significado diferente y conllevan un énfasis completamente distinto. En las siguientes lecciones trataremos cada una de ellas en detalle.

             b.      Exhortaciones Bíblicas para orar
                        i.      Lucas 18:1
                        ii.      Lucas 11:2 (Mateo 6:5)
                        iii.      1 Timoteo 2:8
                        iv.      Filipenses 4:6
                        v.      Juan 16:23–24
                        vi.      Marcos 14:38
                        vii.      1 Crónicas 6:24–42
                        viii.      Judas 20 (1 Corintios 14:15)
                        ix.      1 Crónicas 7:14

             Una cosa es ciertamente evidente en estas escrituras: Dios quiere que oremos siempre, en todo y sobre todo. La mayoría de nosotros puede ver y entender que deberíamos orar y probablemente podemos hablar mucho al respecto, pero la pregunta es ¿ESTAMOS ORANDO?

           II.      Orar Debe Estar En Nuestros Corazones, Sino No Lo Haremos
             a.      La oración debe originarse en nuestro corazón
                        i.      1 Samuel 7:17
                        ii.      Lamentaciones 1:15–17
                        iii.      Lamentaciones 2:17–19
                        iv.      Lamentaciones 3:45–51

             Muchas veces para que seamos motivados, debemos ver algo que nos afecte. Si tan solo fuésemos motivados a orar antes de una crisis, muchas veces podríamos prevenirlas
                        v.      Salmo 126:5–6
                        vi.      1 Samuel 1:9–18

             b.      Ejemplos en las Escrituras de guerreros de oración
                        i.      Lucas 2:37 – Ana
                        ii.      Daniel 6:4–14 – Daniel
                        iii.      Colosenses 1:3 – Pablo
                    1.      Colosenses 1:9
                    2.      2 Tesalonicenses 1:11
                        iv.      Santiago 5:17–18 – Elías
                        v.      Jeremías 3:18–21 – Jeremías
                        vi.      Marcos 1:35 – Jesús
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