martes, 11 de agosto de 2015

Un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6






 
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CONSTRUCCIÓN DE SERMONES
JUAN 5:1-17
I. El paralítico sanado
(
5:1–17)
A. Autoridad asombrosa (1–9)
1Después de estas cosas había una fiesta de los judíos, y subió Jesús a Jerusalén. 2Y hay en Jerusalén, cerca de la puerta de las ovejas, un estanque, llamado en hebreo Betesda, el cual tiene cinco pórticos. 3En éstos yacía una multitud de enfermos, ciegos, cojos y paralíticos, que esperaban el movimiento del agua. 4Porque un ángel descendía de tiempo en tiempo al estanque, y agitaba el agua; y el que primero descendía al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese. 5Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo. 6Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano? 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo. 8Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho y anda. 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.
1. La impotencia del hombre (1–5).
Este hombre que durante años había permanecido inmóvil, es una figura de la situación del hombre moderno que no ha experimentado la vida nueva que llena el vacío del corazón.
El pecado inmoviliza el alma. Por más que el hombre sea culto o muy preparado profesionalmente, es impotente a nivel espiritual. En lo profundo de su ser está vacío, arruinado, fracasado y es incapaz de mover un solo dedo con acciones que lo lleven a Dios. Por sí solo es el mayor de los incapaces. Este paralítico junto al pórtico de Betesda1 es un símbolo de la impotencia espiritual del hombre de hoy.
Junto a este paralítico había una multitud de enfermos esperando que apareciera un ángel a mover las aguas, pues el primero que se echaba al agua del estanque, sanaba en forma milagrosa. Pero este pobre hombre estaba enfermo desde hacía 38 años, ni siquiera podía moverse, y por lo tanto nunca tenía la oportunidad de tirarse al agua y experimentar sanidad. El estanque se parecía a lo que tendríamos que hacer según la ley, pero somos incapaces de cumplir, no podemos llegar.
Aparece entonces en escena Jesucristo. (Sobre el tema del por qué de las enfermedades y de la parálisis de este hombre, ver recuadro LA ENFERMEDAD COMO CASTIGO DIVINO.)
2. La pregunta de Jesús (6).
Jesús preguntó: “¿Quieres ser sano?” Dada la situación del hombre, la pregunta pareciera un tanto ridícula. ¿Qué enfermo no desea ser sano? Sin embargo, la pregunta no es tan pueril puesto que este individuo necesitaba confrontar la realidad. Hay millones que con desesperación buscan su sanidad, buscan escapar de su dilema personal, de los problemas y vacío de su alma, y sin embargo se niegan a ser sanados moral y espiritualmente. Por ello Jesús le preguntó al paralítico si deseaba ser sano.
Es la misma pregunta que le hace hoy al hombre: ¿Quieres ser sano? ¿Quieres que tu alma y tu mente sean sanadas? ¿Quieres que tu mente y todo tu ser sea regenerado de una vez por todas?
3. El palabrerío por ignorancia (7).
La respuesta del enfermo no contestó directa ni específicamente la pregunta de Jesús. El paralítico sólo se limitó a relatar por qué le era imposible sanar cada vez que aparecía el ángel. Este enfermo ignoraba quién era Jesús, y con palabrería empieza a filosofar, dando explicaciones y argumentos humanos.
La actitud de este hombre enfermo es similar a la de muchos hoy día, que comienzan con argumentos y excusas en lugar de reconocer con honestidad su enfermedad física, moral y espiritual.
4. El poder de Jesucristo (8–9).
A pesar de todo, Jesús le dice: “Levántate, toma tu lecho y anda.” Hay cierto paralelismo entre estas palabras de Jesús y lo que dice a todo pecador arrepentido, al pecador con parálisis mental, moral y espiritual. Ningún pecador que en verdad se arrepiente tiene por qué quedar tirado, postrado en el camino de la vida. Al recibir a Cristo en su ser, el paralítico espiritual puede levantarse.
La obra de Jesús fue instantánea: en ese mismo instante el hombre sanó y volvió a caminar.
B. Ofendidos por un milagro (10–17)
10Entonces los judíos dijeron a aquel que había sido sanado: Es día de reposo; no te es lícito llevar tu lecho. 11El les respondió: El que me sanó, él mismo me dijo: Toma tu lecho y anda. 12Entonces le preguntaron: ¿Quién es el que te dijo: Toma tu lecho y anda? 13Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar. 14Después le halló Jesús en el templo, y le dijo: Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te venga alguna cosa peor. 15El hombre se fue, y dio aviso a los judíos, que Jesús era el que le había sanado. 16Y por esta causa los judíos perseguían a Jesús, y procuraban matarle, porque hacía estas cosas en el día de reposo. 17Y Jesús les respondió: Mi Padre hasta ahora trabaja, y yo trabajo.
1. Los espectadores ofendidos (10).
Estos versículos muestran la dureza del corazón de los hombres, la conciencia cauterizada. Cuando ocurre un milagro o un hecho maravilloso, hay quienes en vez de gozarse en su corazón, se ofenden y hasta se enojan. Precisamente eso sucedió con los enemigos de Jesús cuando sanó al paralítico. En lugar de alegrarse por el milagro que beneficiaba a otro, sacan a relucir su legalismo1 y se convierten en religiosos hipócritas. ¡Cuán poco comprendían!
2. El sanado no comprende (11–13).
Por otra parte, el inválido curado ni siquiera reparó en dar gracias o averiguar quién había sido el autor de su sanidad. Después de 38 años de penurias por invalidez, llega el acto sobrenatural de Jesús, y hallamos que el sanado no podía explicar cómo había ocurrido ni sabía acerca de la persona que había realizado el milagro.
En nuestros días, hay quienes habiendo experimentado el milagro de la regeneración, quienes habiendo sido sanados aun físicamente, permanecen ignorantes de Cristo, de Dios y de la Biblia. Si alguien les preguntara cómo aconteció el milagro del nuevo nacimiento, lo único que sabrían responder es que creen en Cristo, que son cristianos. La maravilla de la nueva vida en el Señor es que si uno ha puesto toda su confianza en él, la obra es de Dios—aunque la persona sea ignorante y desconozca las enseñanzas de la Biblia.
El cristiano no debe conformarse con experimentar la nueva vida que Dios le ofrece, sino que debe estar dispuesto a conocer a su Salvador en calidad de Señor (ver 9:35–38 y 2 P. 3:18). Es triste ser un ignorante espiritual. Hay pocas cosas más tristes que ser cristianos ignorantes. Si pedimos a Dios sabiduría (Stg. 1:5), obtendremos crecimiento y madurez en la vida espiritual a fin de poder compartirla con otros.
3. El sanado al fin comprende (14–15).
Más tarde en el templo se produce el encuentro entre el ex-paralítico y Jesús. Con su advertencia el Señor le enseña que la sanidad también implica santidad (Ef. 4:17–32; 1 Jn. 3:6, 9). Al fin este hombre comprende el milagro que había acontecido en su vida por la misericordia divina, y lo anuncia a los demás.
4. El corazón incrédulo (16–17).
Jesús entra en conflicto con las autoridades judías por un tema que ellos consideraban crítico, y esto da lugar a la primera declaración abierta de hostilidad. La actitud del Señor con respecto al día de reposo era muy distinta a la actitud legalista de los fariseos. Estos religiosos guardaban el día sábado1 para santificárselo a Dios, conforme a su costumbre religiosa, y sin embargo, querían asesinar a Jesús. Es un cuadro fidedigno de la malicia y la crueldad en el corazón del ser humano, que puede ser muy religioso y a la vez muy corrompido.
La respuesta de Jesús a estos hombres incrédulos es indirecta (17). El día de reposo había surgido como descanso divino en la actividad creadora, aunque esto no equivalía a descansar de toda actividad. Si bien hubo reposo en cuanto a creación, Dios debía sustentar todo (He. 1:3), y ello implicaba actividad. Y Jesús, en razón de la íntima relación con su Padre,2 trabajaba de la misma manera. (Comparar Mr. 2:27–28.)
BOSQUEJO EXPOSITIVO

EL PARALITICO SANADO (5:1–17)
A.     Autoridad asombrosa (1–9)
1.     La impotencia del hombre (1–5)
2.     La pregunta de Jesús (6)
3.     El palabrerío por ignorancia (7)
4.     El poder de Cristo (8–9)
B.     Ofendidos por un milagro (10–17)
1.     Los espectadores ofendidos (10)
2.     El sanado no comprende (11–13)
3.     El sanado al fin comprende (14–15)
4.     El corazón incrédulo (16–17)
LA ENFERMEDAD COMO CASTIGO DIVINO
No todas las enfermedades son fruto del pecado personal del enfermo. Por lo general la enfermedad es resultado de ser parte de una raza caída. Es por ello que hasta criaturas inocentes se enferman, a veces gravemente.
Por otra parte, ciertos casos de enfermedad (sólo Dios sabe cuáles y no nos corresponde juzgar) son consecuencia de rebelión contra la Palabra de Dios (1 Co. 11:29–30).
La actitud del cristiano debe ser: En primer lugar, no pasar juicio sobre los enfermos sino tener compasión y orar por ellos (Stg. 5:10). En segundo lugar, no tratar de explicar por qué tal cosa le aconteció a tal persona y no a otra. A veces en realidad no hay explicación. Hay muchos descarriados a los que pareciera irles muy bien (Sal. 37:35; 73:3, 12; 94:3–5), y muchos justos que sufren tribulación (Sal. 37:32; 38:19–20; 59:1–4; 69:1–8; 73:21–26).
En el caso del paralítico, da la impresión de que su enfermedad fue castigo por su proceder (5:14). Tal vez se había rebelado contra Dios y como resultado quedó paralítico. “No peques más, para que no te venga alguna cosa peor” fue una clara advertencia que no debemos tomar livianamente.
La desobediencia a Dios no consiste, necesariamente, de pecados groseros de la carne sino de cualquier rebelión contra el Señor. Y cuanto más luz tiene el cristiano, tanto más responsabilidad tiene de andar en la luz. Quien no conoció la voluntad de Dios y desobedeció, será castigado poco. Por otro lado, quien conoció la voluntad divina y la desobedece, será castigado mucho (Lc. 12:47–48).
A mayor luz, mayor responsabilidad, y también potencialmente mayor castigo por la desobediencia.
1 En hebreo Betesda significa “casa de misericordia”. Este estanque estaba cerca de la puerta de las ovejas (ver Neh. 3:1, 32; 12:39).
1 Ver también 9:14; 19:31.
1 Ver Jer. 17:21–22.
2 Ver también 2:16; 20:17.

Mientras estemos en esta tierra hay una sola realidad y es que el hombre siempre tendrá necesidades, de una o de otra forma.
Hay personas que tienen mucha plata pero están enfermos, hay otros que están sanos pero no tienen plata, y lo que es peor otros están enfermos y no tienen plata.
La única forma de poder vivir bien, es con Jesús, pero vivir bien no necesariamente es no tener problemas, vivir bien con Jesús es tener la capacidad de sobrellevar los problemas.
La biblia nos habla de un personaje en especial que tenía un grave problema era paralitico, y por muchos años había lidiado con ese impedimento. V 5 “Y había allí un hombre que hacía treinta y ocho años que estaba enfermo.”
Betesda significa casa de misericordia. La gente enferma tenía la esperanza que en ese lugar recibirían sanidad, solo que tenían que esperar, es mas esa situación les producía tención, angustia, ansiedad, tenían que estar pendientes de que el agua se moviera, y en el momento en que esto sucedía tenían que luchar por ganarle a los demás, empujar, tirar. Etc. imagínate era un caos total. Y si el agua se movió por otro motivo, una piedra que cayó, un animal que paso, muchos se tirarían y saldrían decepcionados. O hasta enojados.
Pero algo de especial sucedió ese día un paralitico tuvo un encuentro con Jesús. Alguien que no podía moverse por sí solo. V 7Señor, le respondió el enfermo, no tengo quien me meta en el estanque cuando se agita el agua; y entre tanto que yo voy, otro desciende antes que yo.”
¿Que hizo que Jesús se fijara en él y no en cualquiera de los otros enfermos? El paralitico no podía moverse del lugar en el que estaba para entrar en el agua, entonces como hizo para llegar hasta ese lugar llamado casa de gracia.
El tenia tanto anhelo por llegar a ese lugar que me imagino rogo mucho, o se esforzó demasiado para llegar, este esfuerzo posiblemente movió a Jesús a misericordia. V 6 “Cuando Jesús lo vio acostado, y supo que llevaba ya mucho tiempo así, le dijo: ¿Quieres ser sano?” que tanto anhelo tienes para llegar hasta la casa de gracia que es el templo, el hacer el esfuerzo de congregarnos demuestra cuanto en realidad queremos ser sanos. Pero hay muchos que tienen muchas excusas para no hacerlo: Dios me escucha en cualquier lugar, esta mucho frio, no tengo para el transporta en fin.
Jesús le pregunta ¿quieres ser sano? Muchos dirían que pregunta tan ilógica, si el estaba en ese lugar y estaba enfermo. Claro que quería ser sano. Pero Jesús lo que quería saber es cuan dispuesto esta a hacer y a obedecer para ser sano. Hay gente que quiere ser millonario pero no está dispuesto a trabajar. Hay muchos que quieren engordar pero no quieren comer.
El paralitico no se dejo vencer por sus limitaciones, a pesar de que era una multitud la que estaba con él, y que humanamente él no tenía ninguna posibilidad de adelantarse a  los demás él siempre espero el momento, y nunca se desanimo, la prueba es que siempre estaba en ese lugar.
El milagro que recibió el paralitico fue producto de la obediencia. V 8 “Jesús le dijo: Levántate, toma tu lecho, y anda.”
Cuando Jesús le dijo levántate, todavía no estaba sano el pudo haberse opuesto, pero obedeció y pudo recibir el milagro. V 9Y al instante aquel hombre fue sanado, y tomó su lecho, y anduvo. Y era día de reposo aquel día.”
El paralitico no conocía a Jesús pero le obedeció. V 13 “Y el que había sido sanado no sabía quién fuese, porque Jesús se había apartado de la gente que estaba en aquel lugar.”
No mires cuán grande es tu problema, mira cuán grande es tu fe y tu disposición a obedecer.
I.-    Los espíritus similares se buscan.
       Hay un principio no bíblico, pero espiritual que dice que los espíritus similares o afines se buscan.  Es por ello, que usted siempre verá gente deprimida al lado de otras personas deprimidas; gente triste con otros que están en igual condición y gente amargada con otros que también están amargados.  Sin embargo, a las personas de fe usted las encontrará al alado de otras personas de fe, o en última instancia, los encontrará solos.
La prueba de esto está en que las personas se reúnen a discutir sus problemas y comparar sus situaciones.  No caigas en ese error, pues aunque tu situación pareciera similar a la que tienen otros, sin embargo, Dios tiene un propósito que va a lograr en tu vida y por ello, te permite pasar por la prueba porque desea prepararte para usarte más ampliamente.
II.-   Por qué estaban allí?
       En su misericordia, de tiempo en tiempo, Dios enviaba un ángel para que agitara el agua.  El primero que descendiese        al estanque después del movimiento del agua, quedaba sano de cualquier enfermedad que tuviese.  Cuesta creer cuánta        gente estaba esperando la presencia de ese ángel e ignoraban el ministerio de Cristo.  Hay quienes rechazan venir a Cristo, porque andan buscando cualquier cosa que alivie sus problemas.  Este es un lugar, el cual –me imagino- muchas personas no querían pasar.  El solo hecho de pasar por allí era deprimente, ver tanta necesidad y uno sin poder hacer nada.  La gente encopetada (gente de dinero, aristócratas, sangre azul) evitaba pasar por este lugar.  La gente religiosa no tenía tiempo para detenerse en este lugar.  Pero Jesús se mete donde la religión no entra, se mete donde el dinero no alcanza.  El busca a los que están necesitados, solo para ofrecerles salvación y vida eterna.
III.-  ¿De quién es tipo este paralítico?
       Este paralítico es tipo del pecador que es impotente para poder salir de su condición.  Rodeado de personas que están        en la misma condición (todas enfermas), como almas sin salvación; paralítico (sin la posibilidad de moverse) y poder        salir por sus propios medios de su condición. Las personas que están en pecado les es imposible por sí mismas romper las cadenas que las atan.  Quisieran escapar de su actual condición, pero no pueden, les falta poder.  Tienen sus esperanzas cifradas en un estanque. En un estanque el agua no es limpia, por lo general es maloliente y de seguro no sirve para el uso de los seres humanos; pero eso es lo que tiene el mundo.  Es necesario dejar el estanque y dirigirse a la fuente de agua viva que salta para vida eterna.  En este caso, la fuente vino al estanque.
IV.-   Betesda.
       Los nombres en las Sagradas Escrituras significan mucho.  En ocasiones el nombre de una persona representa una promesa; en otras ocasiones puede estar relacionado con una acontecimiento de la vida de esa persona, y en otras ocasiones, refleja el carácter de esa persona.   En esta ocasión nos encontramos con el nombre de un lugar: Betesda.  Este nombre significa "Casa de Gracia".  Dios muestra Su gracia.  Gracia es recibir de parte de Dios, algo que no merecemos.  La gracia de Dios no es una bagatela, como algunos predicadores suelen presentarla.  La gracia significa mostrar bondad al que no la merece.  Solo aquellos que han sido liberados del pecado, pueden comprender mejor la gracia de Dios.
V.-    El obstáculo del paralítico.
      Su propia mente estaba paralizada, creía que su sanidad dependía de que alguien lo llevara primero al estanque, pero no se daba cuenta que ante él tenía La Fuente.  A Dios no le toma por sorpresa ninguno de nuestros problemas.  Él de antemano sabe lo que va a hacer y sabe por qué Él lo permite.  No obstante, muchas veces nuestro problema es que no le creemos a Dios o no creemos que Él es suficientemente capaz para resolver nuestra situación, cualquiera que sea.
     Jesús no tenía ningún problema para sanar a este paralítico.  La pregunta que le hace en el versículo 6 es sencilla y es directa ¿Quieres ser sano?  Muchas veces nuestro problema es que queremos solucionar en nuestras mentes los problemas, pero la fe nos indica que debemos confiar en Dios.  No te preocupes por cómo Dios va a resolver tu situación; lo único que tienes que hacer es serle fiel y confiar en Él.  Si en ocasiones te dan ganas de rendirte, en esta noche te digo, descansa en el Señor, renueva tus fuerzas y sigue adelante, pues Dios te dará la victoria.
VI.-  Cuando Jesús pasa, algo pasa.
     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, no viene para dejarla en igual situación.  Él viene para levantarte, para limpiarte, para afirmar tus pies, para romper tus cadenas, para llevar tu carga, para poner un cántico nuevo en tus labios, para enderezar tus pasos.  No concibo cómo puede haber creyentes que por una parte dicen que están en el Señor, pero usted no ve al Señor gobernando sus vidas.  Nunca más pude ser el mismo desde el día que Él vino a mi vida.  Mis valores cambiaron, mis prioridades cambiaron, mis intereses cambiaron.  Me aconteció lo del mercader que halló una perla de gran precio.  Cambié lo que tenía con el único propósito de vivir para Él.
     Cuando Jesús viene a la vida de una persona, cambia su estilo de vida.  De nada vale mencionar varios versículos bíblicos, cantar algunos coritos o vestirse como un cristiano; usted quiere saber si Jesús está en la vida de una persona, préstele atención a la forma como vive.  Hay un cambio y eso se nota, lo demás es religión.
     Hermano, Dios tiene propósitos contigo,  Él no te salvó para dejarte a medio camino.  Nuestro Dios tiene propósitos firmes y determinados, pero sé fiel, vive en obediencia a Su Palabra, y por más dura que sea la prueba, no desmayes, pues Él te levanta y te da la Victoria.
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¿Qué es más fácil? ¿Decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, -dijo al paralítico-: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6



 
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Construcción de Sermones
Lucas 5 - 6:1-11
1Aconteció que, mientras las multitudes se agolpaban sobre él y escuchaban la palabra de Dios, Jesús estaba de pie junto al lago de Genesaret,  2 y vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían salido de ellas y estaban lavando sus redes. 3 Al entrar él en una de las barcas, la cual pertenecía a Simón, pidió a éste que la apartase de tierra un poco. Luego se sentó y enseñaba a las multitudes desde la barca. 4 Cuando acabó de hablarles, dijo a Simón: 
—Boga mar adentro,  y echad vuestras redes para pescar. 
5 Simón le respondió y dijo: 
—Maestro, toda la noche hemos trabajado duro y no hemos pescado nada. Pero por tu palabra echaré la red. 
6 Cuando lo hicieron, atraparon una gran cantidad de peces, y sus redes se rompían. 7 Hicieron señas a sus compañeros que estaban en la otra barca, para que viniesen a ayudarles. Ellos vinieron y llenaron ambas barcas, de manera que se hundían. 8 Y Simón Pedro, al verlo, cayó de rodillas ante Jesús exclamando: 
—¡Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador! 
9 Por la pesca que habían logrado, el temor se apoderó de Pedro y de todos los que estaban con él, 10 y de igual manera de Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, que eran socios de Simón. Entonces Jesús dijo a Simón: 
—No temas; de aquí en adelante estarás pescando hombres. 
11 Después de sacar las barcas a tierra, lo dejaron todo y le siguieron. 

Jesús sana a un leproso 
12 Aconteció que, estando Jesús en una de las ciudades, he aquí había un hombre lleno de lepra. El vio a Jesús, y postrándose sobre su rostro, le rogó diciendo: 
—Señor, si quieres, puedes limpiarme. 
13 Entonces extendió la mano y le tocó diciendo: 
—Quiero. ¡Sé limpio! 
Al instante la lepra desapareció de él. 14 Y Jesús le mandó que no se lo dijera a nadie; más bien, le dijo: 
—Vé y muéstrate al sacerdote y da por tu purificación la ofrenda que mandó Moisés, para testimonio a ellos. 
15 Sin embargo, su fama se extendía cada vez más, y se juntaban a él muchas multitudes para oírle y para ser sanadas de sus enfermedades. 16 Pero él se apartaba a los lugares desiertos y oraba. 

Jesús sana a un paralítico 
17 Y aconteció en uno de esos días que Jesús estaba enseñando, y estaban sentados allí unos fariseos y maestros de la ley que habían venido de todas las aldeas de Galilea, de Judea y Jerusalén. El poder del Señor estaba con él para sanar. 18 Y he aquí, unos hombres traían sobre una camilla a un hombre que era paralítico, y procuraban llevarlo adentro y ponerlo delante de Jesús. 19 Al no encontrar cómo hacerlo a causa de la multitud, subieron encima de la casa y juntamente con la camilla, le bajaron por el tejado en medio, delante de Jesús. 20 Al ver la fe de ellos, Jesús le dijo: 
—Hombre, tus pecados te son perdonados. 
21 Entonces los escribas y los fariseos comenzaron a razonar diciendo: 
—¿Quién es éste, que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados, sino sólo Dios? 
22 Pero Jesús, dándose cuenta de los razonamientos de ellos, respondió y les dijo: 
—¿Qué razonáis en vuestros corazones? 23 ¿Qué es más fácil? ¿Decir: "Tus pecados te son perdonados", o decir: "Levántate y anda"? 24 Pero para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene autoridad en la tierra para perdonar pecados, -dijo al paralítico-: A ti te digo: ¡Levántate, toma tu camilla y vete a tu casa! 
25 De inmediato se levantó en presencia de ellos, tomó la camilla en que estaba recostado y se fue a su casa glorificando a Dios. 26 El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Fueron llenos de temor y decían: 
—¡Hoy hemos visto maravillas! 
El llamamiento de Leví 
27 Después de esto, Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, sentado en el lugar de los tributos públicos. Y le dijo: 
—¡Sígueme! 
28 El, dejándolo todo, se levantó y le siguió. 
29 Entonces Leví le hizo un gran banquete en su casa, y había un gran número de publicanos y otros que estaban a la mesa con ellos. 30 Los fariseos y sus escribas murmuraban contra los discípulos de él, diciendo: 
—¿Por qué coméis y bebéis con los publicanos y pecadores? 
31 Respondiendo Jesús les dijo: 
—Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los que están enfermos. 32 No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento. 
Preguntas sobre el ayuno 
33 Entonces ellos le dijeron: 
—Los  discípulos de Juan ayunan muchas veces y hacen oraciones, igual que los de los fariseos, pero los tuyos comen y beben. 
34 Jesús les dijo: 
—¿Acaso podéis hacer que los que están de bodas ayunen mientras el novio está con ellos? 35 Pero vendrán días cuando el novio les será quitado. Entonces, en aquellos días ayunarán. 
36 Les decía también una parábola: 
—Nadie corta un parche de un vestido nuevo para remendar un vestido viejo. De otra manera, el vestido nuevo se rompe, y el parche tomado del nuevo no armoniza con lo viejo. 37 Ni nadie echa vino nuevo en odres viejos. De otra manera, el vino nuevo romperá los odres; el vino se derramará, y los odres se perderán. 38 Pero el vino nuevo debe ser echado en odres nuevos.  39 Y ninguno que bebe lo añejo quiere el nuevo, porque dice: "Lo añejo es lo mejor." 

Jesús: Señor del sábado 
6 Aconteció que Jesús pasaba por los sembrados en sábado,  y sus discípulos arrancaban espigas y las comían, restregándolas con las manos. 2 Y algunos de los fariseos dijeron: 
—¿Por qué hacéis lo que no es lícito hacer en los sábados? 
3 Respondiéndoles, Jesús dijo: 
—¿No habéis leído qué hizo David cuando tuvo hambre él y también los que estaban con él?  4 Entró en la casa de Dios, tomó los panes de la Presencia,  que no es lícito comer, sino sólo a los sacerdotes, y comió y dio también a los que estaban con él. 5 -También les decía-: El Hijo del Hombre es Señor del sábado. 

El hombre de la mano paralizada 
6 Aconteció en otro sábado que él entró en la sinagoga y enseñaba. Y estaba allí un hombre cuya mano derecha estaba paralizada. 7 Los escribas y los fariseos le acechaban para ver si le sanaría en sábado, para hallar de qué acusarle. 8 Pero él, conociendo los razonamientos de ellos, dijo al hombre que tenía la mano paralizada: 
—Levántate y ponte en medio. 
El se levantó y se puso en medio. 9 Entonces Jesús les dijo: 
—Yo os pregunto: ¿Es lícito en el sábado hacer bien o hacer mal? ¿Salvar la vida o quitarla? 
10 Y mirándolos a todos en derredor, dijo al hombre: 
—Extiende tu mano. 
El lo hizo, y su mano le fue restaurada. 11 Entonces ellos se llenaron de enojo y discutían los unos con los otros qué podrían hacer con Jesús. 
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Por el lago Genesaret (5:1–11)
La descripción de ese lugar proviene del nombre del gran llano donde está situado el lago. También se conoce por Mar de Galilea. Sin embargo, Lucas nunca lo describe con el término “mar” porque conocía el Mediterráneo, que de veras merecía el nombre de mar. El autor no asignaría dicho apelativo a una porción de agua de apenas 480 kilómetros cuadrados. A través de la Biblia, el mismo lugar ha tenido otros nombres como: “Mar de Cinaret” (Josué 12:3) y “Mar de Tiberias” (Juan 6:1).
Es interesante notar que el lago está a unos 225 metros bajo el nivel del mar. En los tiempos de Jesucristo había 9 ciudades en las orillas, cada una con unos 15,000 habitantes. Pero es más importante mencionar que 18 de los 33 milagros de Cristo se hicieron en las cercanías de ese lago, y 10 de ellos en la ciudad de Capernaum.
En esa ocasión, depués de predicar a la muchedumbre, se dirigió específicamente a Simón pedro ordenándole echar las redes para pescar. ¡Imagínese, el pescador profesional recibiendo órdenes de un carpintero! Es evidente que Simón sabía que Cristo era mucho más que un carpintero. Aunque había trabajado con sus colegas toda la noche, la hora más adecuada para la pesca, no habían pescado nada. Posiblemente se dijo a sí mismo: “¡Tampoco a esta hora hallaremos pescado! ¿Qué dirá la gente si me ve salir a pescar de día, considerado inadecuado para la pesca?”
“VENID EN POS DE MI, Y OS HARE
PESCADORES DE HOMBRES”
Mateo 4:19
Lo que salió de su labios refleja su verdadera y creciente convicción: “mas en tu palabra echaré la red” (5:5). ¡Cómo ha de haberse alegrado el corazón de Jesús al oir semejantes palabras! Es una lindísima combinación de fe sencilla y obediencia completa, precisamente lo que Cristo busca en sus seguidores.
La primera reacción de parte de Simón Pedro (5:7–8) demuestra lo que requiere el Señor de los suyos: que reconozcan el carácter santo de su Dios y su propia pecaminosidad. Simón cayó de rodillas, y el Señor Jesús, por decirlo así, puso su sello de aprobación en él y le indicó la que sería su vocación de allí en adelante: “No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (5:10). La frase “pescador de hombres” es la traducción de un verbo que solamente se usa dos veces en todo el Nuevo Testamento, y quiere decir “tomar vivos a los hombres”.
La segunda reacción de parte de Simón Pedro es que dejó todo por seguir a Cristo Jesús. Es la respuesta lógica, y precisamente la que se espera de alguien que ha visto y entendido la revelación de la persona de Cristo, el Hijo de Dios y Dios mismo. Ese milagro y su enseñanza fueron la prueba que necesitaba Simón, y desde entonces, el barco de ese pescador tuvo otro capitán.
LA BENDICIÓN VIENE POR LA OBEDIENCIA.
En una de las ciudades (5:12–26)
Hemos visto una demostración de la autoridad que el Hijo del Hombre tenía sobre la naturaleza. ¡Hasta los peces lo obedecieron! A continuación sigue autenticando su personalidad y mensaje al curar a un leproso y a un paralítico.
Los leprosos se consideraban muertos y de acuerdo a la ley, eran inmundos e intocables. Lucas, otra vez mostrando su profesión médica, describe el caso como muy avanzado: “un hombre lleno de lepra” (5:12). Estando en esas condiciones físicas y sociales, nos asombra que se presentara en público y ante una persona célebre como Jesús. Por sus palabras, se ve que el valor del enfermo provenía de la confianza que tenía en Jesús: “Señor, si quieres, puedes limpiarme” (5:12). Cristo dijo: “Quiero; sé limpio”, y así fue.
Jesús le mandó cumplir con los requisitos que la ley estipulaba, lo cual causó sorpresa entre las autoridades religiosas. Las Escrituras no indican que tuvieran experiencia en cumplir con esa parte de la ley. Además, advirtió al hombre que no dijera nada. Pero no le hizo caso, y con gran gozo hizo todo lo contrario.
¡REFLEXIONEMOS!
Cabe indicar aquí que ni la alegría desbordante es motivo para desobedecer las órdenes de Dios. En este caso, la fama presionó mucho a Cristo, porque la gente empezó a llegar de todas partes buscando ser sanados. Por supuesto que no existe ninguna circunstancia que justifique la desobediencia. Analice su vida para ver si existe en ella algo en lo cual esté desobedeciendo al Señor y corrija lo que sea necesario.
El siguiente caso tembién demuestra su autoridad, no solamente sobre lo físico, sino también en lo espiritual, así como la fe y perseverancia de los amigos del paralítico, cuya sanidad también fue un milagro en todo sentido.
No obstante, el encuentro causó una reacción adversa por parte de los religiosos. Cuando el Señor dijo: “Hombre, tus pecados te son perdonados” (5:20), ellos dijeron: “¿Quién puede perdonar pecados sino sólo Dios?” ¡Bien dicho! Sus propias palabras los condenaron. El mismo Dios que pretendían obedecer estaba presente y actuando. Los milagros que Cristo Jesús hacía autenticaban su mensaje e identidad, pero los líderes religiosos no querían aceptarlo.
¡Qué asombroso! Ni la presencia, ni la predicación ni el poder de Jesucristo fueron suficientes para convencer a los religiosos. Esto nos recuerda lo que Jesús mismo dijo en Juan 6:44: “Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere”. Conocer a Cristo, el Hijo de Dios, el que perdona nuestros pecados, como nuestro Salvador personal, no viene por oir argumentos ni por ver milagros, sino por la obra de Dios.
En la casa de Leví (5:27–39)
Lucas identifica a Leví (llamado “Mateo” en Mateo 9:9) como un publicano, lo cual lo hacía empleado del odiado gobierno de Herodes y estaba encargado de cobrar los impuestos aduanales en la carretera principal que pasaba por Capernaum. Un publicano, por métodos legítimos o ilegítimos, podía llegar a ser muy rico, pero tenía que sacrificar su buena reputación; la gente lo consideraba pecador empedernido.
Tal vez Leví ya había oído de Cristo, o lo había escuchado en persona porque respondió a su invitación de todo corazón. Dejó no solamente su trabajo, sino también su carrera. Para celebrar el evento, dio un gran banquete porque quería que sus colegas tuvieran oportunidad de oir a Cristo.
LA EVIDENCIA MAS FUERTE DE HABER
CREIDO EN CRISTO ES
¡UNA VIDA TOTALMENTE CAMBIADA!
Aparentemente, otros asistieron a la fiesta. No como invitados, por cierto. Unos escribas y fariseos llegaron como “observadores” o mejor dicho “acusadores”, y de inmediato se quejaron diciendo: “¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores?” Ese último término tenía la connotación del pecado grosero, cometido por una persona non grata a la sociedad.
Sin dar más detalles, Cristo respondió en palabras que han llegado a ser clásicas: “No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento” (5:32). De seguro, los religiosos no sentían la necesidad de que hubiera un cambio así en sus vidas.
Como para disimular, le hicieron una pregunta acerca de los ayunos, a la que Jesús contestó con tres ilustraciones, las dos últimas en forma de parábola.
1.     Los amigos e invitados a la boda no ayunan mientras el “marido” está presente porque es una ocasión de gozo. Lo harán después que se haya ido (5:34–35).
2.     No se hace un remiendo de tela nueva en un vestido viejo porque se encoge y el daño resulta peor (5:36).
3.     No se debe poner vino nuevo en odres viejos, porque ya han perdido su elasticidad. La fermentación hará que se pierda tanto el vino como el odre (5:37–39).
Cristo no vino como un maestro o profeta más en la larga lista del sistema antiguo. Tampoco a colocar un remiendo en el vestido religioso de los judíos, sino a presentar algo nuevo, aunque no tan completamente nuevo. Los estudiantes verdaderos del Antiguo Testamento deberían haber sabido que el Mesías traería un mensaje de grandes responsabilidades espirituales, pero los dirigentes de ese tiempo no lo entendieron así.
En el día de reposo (6:1–11)
Esta sección se podría titular “un conflicto más con los líderes hipócritas”. En los primeros cinco versículos, los fariseos critican a los discípulos por recoger y comer trigo en sábado. La ley permitía que el hambriento tomara del grano ajeno para satisfacer su necesidad, pero lo que disputaban era que lo hicieran en sábado. Conviene recordar que no aplicaban a otras partes de la ley el mismo celo exagerado.
Así son los hipócritas, muy devotos en ciertos aspectos de su religión y muy descuidados en otros. No cabe duda que Cristo dio precisamente en el blanco con la pequeña frase: “¿Ni aun esto habéis leído?” Eso sí les molestó, porque se jactaban de conocer el Antiguo Testamento de punta a punta. “¿Quién es este advenedizo que nos quiere hablar de las Escrituras?” se han de haber preguntado.
Jesús cita el caso de David en 1 Samuel 21:1–6 como una interpretación del cuarto mandamiento (Exodo 20:10) y a continuación se declara “Señor del día de reposo” (6:5). El había hecho el día de reposo: “Todo fue creado por medio de él y para él” (Colosenses 1:16). El Creador debía saber a fondo y mucho mejor que ellos, cuál era su propósito. Asimismo, conoce a fondo el corazón del hombre.
¡REFLEXIONEMOS!
Aun el verdadero creyente puede caer en el error de los fariseos. ¡Qué fácil es leer y hasta dominar el contenido de la Palabra de Dios sin prestar la debida atención a lo que dice! En tal caso, dominamos la Biblia, pero ella no nos domina a nosotros. ¡Esto es fariseísmo puro! Deténgase y medite por unos momentos en alguna ocasión en que usted haya actuado así y propóngase no hacerlo más.
La misma reclamación surgió otro sábado cuando el Señor sanó al hombre que tenía la mano tullida. En esa ocasión los escribas y fariseos vigilaban a Jesús, sabiendo que el enfermo estaba presente. También conocían el poder de Cristo y su compasión. Sin embargo, sus duros corazones, en vez de reconocerlo como Mesías, buscaban atraparlo: “Mas él conocía los pensamientos de ellso” (6:8). Esa pobre gente autoengañada no sabía con quién se enfrentaba. ¡Hasta sus pensamientos los conocía Jesús!
Su pregunta breve y sencilla los dejó callados:
“¿ES LÍCITO EN DÍA DE REPOSO HACER BIEN, O
HACER MAL? ¿SALVAR LA VIDA, O QUITARLA?”
Parece que les quería comunicar que cuando uno tiene la oportunidad de hacer el bien, debe hacerlo sin importar qué día de la semana sea. Más bien, es malo refrenarse de hacerlo. Dicha lección también los dejó callados y muy enojados (6:11)
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Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6




 
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PREPARACIÓN DE SERMONES EXPOSITIVOS
La declaración de la verdad
MARCOS—4:1–5:43

a. Mediante mensajes (vv. 1–34)
(i) Su declaración de la verdad (1–9) mediante parábolas a la gran multitud reunida junto al mar, desde su púlpito flotante.
1Otra vez comenzó Jesús a enseñar junto al mar, y se reunió alrededor de él mucha gente, tanto que entrando en una barca, se sentó en ella en el mar; y toda la gente estaba en tierra junto al mar. 2Y les enseñaba por parábolas muchas cosas, y les decía en su doctrina: 3Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; 4y al sembrar, aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y la comieron. 5Otra parte cayó en pedregales, donde no tenía mucha tierra; y brotó pronto, porque no tenía profundidad de tierra. 6Pero salido el sol, se quemó; y porque no tenía raíz, se secó. 7Otra parte cayó entre espinos; y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. 8Pero otra parte cayó en buena tierra, y dio fruto, pues brotó y creció, y produjo a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. 9Entonces les dijo: El que tiene oídos para oir, oiga.
Las llamadas “parábolas del reino” ocupan un lugar privilegiado al definir el carácter de ese reino y los principios sobre los cuales sería establecido. Una parábola es una ilustración, una historia terrenal que tiene significado celestial y profundidad doctrinal—“les decía en su doctrina” (v. 2).
De todas las parábolas dadas por el Señor1 ésta es aparentemente la primera y la más extensa. Además, tiene relación con la recepción inicial del reino.
En esta parábola el sembrador (v. 3) es el mismo Señor,1 pero en la actualidad son aquellos a través de quienes él habla (v. 13).2 La semilla es la Palabra de Dios, el evangelio (las buenas nuevas de Jesús) y toda la verdad revelada por Dios que encontramos en las Sagradas Escrituras.
El suelo o terreno es el corazón humano. Y se mencionan cuatro clases distintas de suelo (vv. 4–8), representando cuatro formas distintas en que la Palabra es tratada por los que la oyen. Notamos que no hay nada malo en la semilla en sí; el defecto está en la recepción de la semilla en tres de los cuatro casos, que hace que ésta no fructifique. Por eso es necesario que antes de recibir la Palabra se preparen los corazones mediante la oración (ver Hch. 4:29, 30). A la vez tampoco debemos desalentarnos cuando los frutos no parecen muy abundantes.
En la vida cristiana hay varias etapas de crecimiento y grados de productividad (v. 8). Esto se aprecia en las palabras del Señor en Juan 15: “fruto” (v. 2), “más fruto” (v. 2) y “mucho fruto” (v. 5); en las del apóstol: “hijitos”, “jóvenes” y “padres” (1 Jn. 2:12–14); o en las del escritor de Hebreos: “niños” o “inexpertos”, “los que han alcanzado madurez”, “maestros” (5:12–14). El que tiene oídos (capacidad) para oír (oportunidad), que oiga (responsabilidad) (v. 9).
(ii) Su explicación de la verdad (10–25).
10Cuando estuvo solo, los que estaban cerca de él con los doce le preguntaron sobre la parábola. 11Y les dijo: A vosotros os es dado saber el misterio del reino de Dios; mas a los que están fuera, por parábolas todas las cosas; 12para que viendo, vean y no perciban; y oyendo, oigan y no entiendan; para que no se conviertan, y les sean perdonados los pecados. 13Y les dijo: ¿No sabéis esta parábola? ¿Cómo, pues, entenderéis todas las parábolas? 14El sembrador es el que siembra la palabra. 15Y éstos son los de junto al camino: en quienes se siembra la palabra, pero después que la oyen, en seguida viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones. 16Estos son asimismo los que fueron sembrados en pedregales: los que cuando han oído la palabra, al momento la reciben con gozo; 17pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la palabra, luego tropiezan. 18Estos son los que fueron sembrados entre espinos: los que oyen la palabra, 19pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y las codicias de otras cosas, entran y ahogan la palabra, y se hace infructuosa. 20Y éstos son los que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la palabra y la reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno. 21También les dijo: ¿Acaso se trae la luz para ponerla debajo del almud, o debajo de la cama? ¿No es para ponerla en el candelero? 22Porque no hay nada oculto que no haya de ser manifestado; ni escondido, que no haya de salir a luz. 23Si alguno tiene oídos para oir, oiga. 24Les dijo también: Mirad lo que oís; porque con la medida con que medís, os será medido, y aun se os añadirá a vosotros los que oís. 25Porque al que tiene, se le dará; y al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
En respuesta a la pregunta de ellos, su explicación muestra que el propósito y la eficacia de las parábolas se estaba cumpliendo en ellos: hacer que la gente piense, a fin de que el mensaje penetre profundamente. Notemos:
* El misterio dado a conocer (10, 11a). ¿Qué quiso decir el Señor al hablar del reino de Dios? En el Nuevo Testamento “misterio” es una verdad desconocida hasta ese momento y que sólo puede ser conocida a través de la revelación divina. El misterio del reino de Dios consiste en que:
1) El Señor Jesús fue rechazado cuando se ofreció como rey de Israel.
2) Pasará un tiempo antes de establecerse el reino sobre la tierra.
3) Mientras tanto el reino existirá en forma espiritual. Todos aquellos que reconozcan a Cristo como rey, pertenecerán a este reino espiritual.
4) La Palabra de Dios será sembrada durante el período interino con distintos grados de éxito. Si bien algunos se convertirán de verdad, otros en cambio serán sólo creyentes de palabra. Todos se encontrarán en el reino en su forma exterior (es decir que podrán asistir a alguna iglesia pero sin haber tenido un encuentro real con Jesucristo), pero sólo los cristianos genuinos entrarán en el reino en su realidad interior.
* El motivo de las parábolas (11b–13). Dios revela sus secretos íntimos a aquellos cuyos corazones están abiertos, receptivos y obedientes. Por otro lado, la verdad es escondida de aquellos que rechazan la luz que les es dada. El Señor los llamó “los que están fuera”. Estos son los que están fuera del reino por propia y deliberada elección.
Jesús no negó a sus oyentes la oportunidad de creer en él. Ellos, sin embargo, persistieron con sus mentes cerradas (ver 1:15) y no recibieron el mensaje de Cristo. El Señor empleó parábolas1 especialmente por la dureza del corazón de los fariseos.2 Estas palabras son citadas de Is. 6:9, 10, y actualizadas por el Maestro.
Marcos agrega una frase muy significativa a la parábola en el v. 13, que indica que es fundamental en su carácter y enseñanza. Añade que si no se entiende, no se podrán comprender las demás parábolas. Por eso es que se extendió más en ella que en todas las otras.
* El mensaje de esta parábola (14–20). El sembrador (14) es el predicador cuya responsabilidad consiste en sembrar.
Los de junto al camino (15) son los oyentes que tienen corazones duros, insensibles e indiferentes. Por eso la palabra no hace mella, no echa raíces, y las aves la arrebatan (v. 4). Judas Iscariote puede haber sido un oyente de esta clase (Lc. 22:47, 48).
Viene Satanás (15) no sólo hasta la puerta de la iglesia, sino también adentro, y notemos con qué rapidez actúa. Una de las formas más eficaces es distrayendo nuestros pensamientos, recordándonos problemas de la vida y haciéndonos olvidar lo que acabamos de escuchar. Además nos lleva a pensar en otros de la congregación para quienes esas palabras serían muy apropiadas, una manera muy conveniente de hacernos olvidar la aplicación personal para nosotros. Por otra parte, hace que nos justifiquemos a nosotros mismos para así evitar que apliquemos esa verdad a nuestra propia vida.3
¿Cómo quita la palabra Satanás? Puede ser a través de chismes, críticas y frivolidad. A través de los chismes y las críticas nos lleva otra vez a olvidarnos de la aplicación personal de lo que acabamos de escuchar o leer, y hace que nuestra atención maliciosamente se concentre en otros. Asimismo, por medio de la frivolidad hace que no tomemos la Palabra de Dios en serio sino que nos burlemos de ella, o cuando menos hagamos bromas con respecto a ella. Tengamos cuidado de estas aves que emplea Satanás, especialmente después del sermón y al salir del culto, o luego de haber leído un pasaje de las Sagradas Escrituras en nuestro devocional personal.
Los de los pedregales (16, 17) son los oyentes que se dejan llevar por sus emociones, los carnales y los superficiales. Estos nunca se conforman con algo por mucho tiempo. Se entusiasman y dicen, por ejemplo, “esto es lo que estaba esperando, esto es lo que necesito”. Sin embargo, esa emoción es temporal, les dura muy poco, y pronto se entusiasman con otras cosas (ver Lc. 9:57, 58). La Palabra de Dios no cala hondo en ellos sino que sólo los afecta en la superficie. Su fe no es profunda sino sólo una fina capa de tierra sobre la roca de la indiferencia. Es una fe externa pero no interior. Dependen de sus sentimientos y emociones antes que de convicciones profundas y sinceras. Profesan convertirse a Cristo pero como no tienen raíces profundas, tan pronto sale el sol de la prueba, la tribulación o la oposición, abandonan.1
Los que cayeron entre espinos (18, 19) son los oyentes que parecen tener un comienzo alentador pero son indulgentes y mundanales. Están agobiados por las ansiedades, las riquezas de este mundo y la codicia. En ellos el fruto se ahoga y pierden todo interés en cosas espirituales. Vemos una ilustración de tales oyentes en Ananías y Safira (Hch. 5:1–11).
Los de buena tierra (20) representan los oyentes con corazones sinceros, receptivos y fructíferos—tales como Natanael (Jn. 1:45–51), Cornelio (Hch. 10:1, 2, 44–48), etc. Los distintos grados de productividad mencionados nos recuerdan los grados de fruto o madurez (Jn. 15:2–5). A su vez pueden deberse a oportunidades, fidelidad o capacidad.
ACCIONES CONTRASTADAS
1. La acción del diablo
-v. 15- arrebata la semilla
2. La acción de la carne
-vv. 16, 17- impide que se alimente
3. La acción del mundo
-vv. 18, 19- ahoga la semilla
4. La acción de la fe
-v. 20- aceptación del mensaje
* La manifestación necesaria (21–23) pues la luz nunca debe ser escondida sino usada para iluminar. Aquí se nos habla de la evidente responsabilidad de los que oyen.
El evangelio no sólo debe ser apropiado sino luego transmitido a otros, alumbrando con la luz del testimonio. El almud1 representa los negocios, que pueden privarnos de tiempo para las cosas de Dios; y la cama indica comodidad o pereza. Ambas cosas se convierten en enemigos del evangelismo.
Quienes han llegado a entender la enseñanza de Jesucristo están en deuda con quienes todavía no la han comprendido. Es por ello que deben compartir los beneficios de la luz recibida.
* La medida a emplear (24, 25). Cuidado con lo que oímos (24a) y cómo lo oímos (Lc. 8:18). ¿Por qué? Porque mientras más atención prestemos a la enseñanza, más provecho le sacaremos.
La condición para recibir mayor verdad es responder a la verdad que ya conocemos. Negarse a responder a esa verdad puede conducir a la atrofia y al deterioro moral.
Aquí también parece haber una advertencia en cuanto a la necesidad de emplear y desarrollar nuestros dones (1 Ti. 4:14), pues el don que no se usa se malogra o se pierde.
(iii) Su aplicación (vv. 26–34)
26Decía además: Así es el reino de Dios, como cuando un hombre echa semilla en la tierra; 27y duerme y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa cómo. 28Porque de suyo lleva fruto la tierra, primero hierba, luego espiga, después grano lleno en la espiga; 29y cuando el fruto está maduro, en seguida se mete la hoz, porque la siega ha llegado. 30Decía también: ¿A qué haremos semejante el reino de Dios, o con qué parábola lo compararemos? 31Es como el grano de mostaza, que cuando se siembra en tierra, es la más pequeña de todas las semillas que hay en la tierra; 32pero después de sembrado, crece, y se hace la mayor de todas las hortalizas, y echa grandes ramas, de tal manera que las aves del cielo pueden morar bajo su sombra. 33Con muchas parábolas como estas les hablaba la palabra, conforme a lo que podían oir. 34Y sin parábolas no les hablaba; aunque a sus discípulos en particular les declaraba todo.
* El crecimiento de la semilla (26–29). Esta parábola se encuentra sólo en Marcos, y complementa la anterior. Luego de demostrar las distintas clases de recepción de la palabra y del impacto que ella hace, el Señor muestra que el proceso por el cual la semilla germina y crece, se encuentra totalmente en las manos de Dios.
Primero está la obligación que tiene el sembrador de salir a sembrar (v. 26. Ver Sal. 126:6). La semilla cuesta y sembrarla exige esfuerzo, pero sin esto no habrá cosecha.
Una vez sembrada la semilla queda fuera del control del sembrador. “De suyo” viene del griego AUTOMATE, de donde procede nuestra palabra automático. Por lo tanto, la tierra produce fruto automáticamente, sin que el sembrador obre. “Pablo sembró, Apolos regó; pero es Dios el que da el crecimiento” (1 Co. 3:6, 7). Sin que sepamos cómo, la semilla crece. Por eso “nuestro trabajo en el Señor no es en vano” (1 Co. 15:58).
La obra de fe tiene etapas graduales: primero hierba, el tierno primer amor y celo por las cosas de Dios; luego espiga, mayor fuerza y madurez (ver 1 Jn. 2:14); y finalmente “grano lleno”, madurez plena de carácter. Luego, si nos toca ese privilegio, podremos segar o cosechar con la hoz de la predicación. En cambio, si a este versículo le damos un sentido escatológico,1 entonces el que echa la hoz es Dios mismo (Jl. 3:13).
* La comparación significativa (30–32). Se establece un notable contraste entre el comienzo tan humilde y de apariencia insignificante (semilla de mostaza) y el crecimiento notable que ha tenido. Por eso lo poco es mucho si Dios está en ello.2
De acuerdo a algunos estudiosos, otra posible interpretación es que aunque el evangelio comenzó con un puñado de hombres—era algo casi insignificante—un día llegará a todo el mundo, en cierto sentido como hoy en América Latina. Por otro lado, la mención de “las aves del cielo”, una figura negativa en el contexto inmediato (vv. 4, 15) y en el resto de la Escritura (Ez. 31:3–6; Dn. 4:20–22; Ap. 18:2), parece indicar que el crecimiento llegó a ser anormal (por ejemplo cuando la Iglesia se unió al Estado bajo el Emperador Constantino),3 llegando luego a albergar dentro del cristianismo a toda clase de fuerzas del mal.
Cuando Satanás y sus ángeles ya no pueden destruir la buena semilla, se cobijan en su fruto procurando corromperlo y usarlo para sus propios fines. Así dentro del cristianismo actual se da albergue a muchas doctrinas contrarias a la verdad que niegan, por ejemplo, el nacimiento virginal de Jesucristo, la eficacia de su obra redentora, la realidad de su resurrección, etc. En el orden personal, cuando el Señor nos ha ayudado a crecer espiritualmente, tengamos cuidado de que no se introduzcan en nuestras mentes las “aves” de la vanidad, el orgullo, la autosuficiencia, etc.
* La capacitación adecuada (33, 34). Aquí el Señor establece un importante principio para la enseñanza. El adaptaba su instrucción a la capacidad de sus oyentes (ver Jn. 16:12). De manera que sigamos su ejemplo y adaptemos nuestros métodos y materiales a la capacidad de aquellos a quienes nos dirigimos, recordando que lo más importante en el proceso de la comunicación es lo que los demás comprenden de lo que decimos. Esto nos llevará a esmerarnos en la preparación de lo que vamos a enseñar y de cómo lo vamos a exponer. El esfuerzo adicional requerido valdrá la pena al observar el rostro de los oyentes que nos han comprendido, y luego al apreciar cómo lo ponen en práctica en su vida y conducta diaria.
LA DECLARACION DE LA VERDAD (4:1–5:43)
a.     Mediante mensajes (4:1–34)
(i)     Su declaración de la verdad (1–9)
(ii)     Su explicación de la verdad (10–25)
* El misterio dado a conocer (10–11a)
* El motivo de las parábolas (11b–13)
* El mensaje de esta parábola (14–20)
* La manifestación necesaria (21–23)
* La medida a emplear (24–25)
(iii)     Su aplicación (26–34)
* El crecimiento de la semilla (26–29)
* La comparación significativa (30–32)
* La capacitación adecuada (33–34)
4:1–5:43
(continuación)
b. Mediante milagros—4:35–5:43
(i) La tormenta calmada por el Señor (4:35–41)
35Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado. 36Y despidiendo a la multitud, le tomaron como estaba, en la barca; y había también con él otras barcas. 37Pero se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba. 38Y él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no tienes cuidado que perecemos? 39Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza. 40Y les dijo: ¿ Por qué estáis así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe? 41Entonces temieron con gran temor, y se decían el uno al otro: ¿Quién es éste, que aun el viento y el mar le obedecen?
* El propósito indicado (35, 36). Su intención era clara. Había una promesa implícita de su presencia (“pasemos”), y de la seguridad de llegar a su destino (“al otro lado”). Si más tarde se hubiesen acordado de las palabras de Jesús, habrían sabido que ninguna tormenta podría alterar sus planes.
En la travesía del mar de la vida, él no nos promete un viaje sin tormentas sino un seguro arribo a nuestro destino eterno.
* La preocupación fue innecesaria (37–40), como luego mostraría el Señor. La causa de la preocupación (37) fue la tormenta que surgió en forma repentina, como suele suceder en esa región, y era tan intensa que aparentemente ponía en peligro sus vidas.
El hecho de ser creyentes no nos proporciona inmunidad a las tormentas de la vida. La misma presencia del Señor aquella noche no les libró de la tempestad. Sin embargo, una tormenta con Cristo es mucho mejor que una calma sin él.
- La calma del Señor (38a), que le hacía dormir, y que debía haber tranquilizado a los discípulos. ¿No había afirmado, acaso, el salmista que “no se dormirá el que te guarda”? (121:3). Sí, pero aquí tenemos la evidencia de la perfecta humanidad de Cristo, que duerme por el cansancio que tenía. Por otra parte, como dijera Juan Calvino: “Mientras tanto su divinidad estaba vigilando y controlando las circunstancias.” Era además el sueño de la fe que descansa en Dios y su propósito (Sal. 4:8).
- El cuidado que los discípulos creyeron faltante (38b) y que manifestaron en forma de reproche, revela no sólo la falta de fe de ellos sino también su injusta apreciación del Señor. A veces nosotros también reaccionamos en forma similar cuando somos azotados por las tormentas y pruebas de la vida, y aun llegamos a cuestionar el amor y el cuidado del Señor Jesús.
- El cese de la tormenta (39) ante su orden poderosa. El verbo reprender1 es muy fuerte,2 y habitualmente se emplea en relación con los demonios. Por eso se ha sugerido que quizás esta tormenta había sido provocada por las potencias diabólicas. Jesús manifestó así ser soberano hasta sobre las fuerzas de la naturaleza. La creación oyó la voz de su Creador y obedeció. Con él nada es imposible. Los discípulos lo habían tratado como si fuera un mero pasajero; pero de ser pasajero se convirtió en capitán del barco.
El Señor no siempre hace cesar las tormentas sino que nos guarda en medio de ellas (ver Hch. 27).
- La crítica merecida (40) del Señor hacia sus discípulos, pues el mayor peligro no era el viento o las olas sino la evidente incredulidad de ellos. Nuestros mayores problemas están en nosotros, no a nuestro alrededor. Muchas veces profesamos fe en Jesucristo, y sin embargo clamamos en incredulidad.
* El poder asombroso (41) que les dejó perplejos en cuanto a su identidad. Todavía no conocían el misterio de su Persona y por lo tanto se cuestionaron los unos a los otros ante esa manifestación de poder sobrenatural.
(ii) El endemoniado liberado (5:1–20).
1Vinieron al otro lado del mar, a la región de los gadarenos. 2Y cuando salió él de la barca, en seguida vino a su encuentro, de los sepulcros, un hombre con un espíritu inmundo, 3que tenía su morada en los sepulcros, y nadie podía atarle, ni aun con cadenas. 4Porque muchas veces había sido atado con grillos y cadenas, mas las cadenas habían sido hechas pedazos por él, y desmenuzados los grillos; y nadie le podía dominar. 5Y siempre, de día y de noche, andaba dando voces en los montes y en los sepulcros, e hiriéndose con piedras. 6Cuando vio, pues, a Jesús de lejos, corrió, y se arrodilló ante él. 7Y clamando a gran voz, dijo: ¿Qué tienes conmigo, Jesús, Hijo del Dios Altísimo? Te conjuro por Dios que no me atormentes. 8Porque le decía: Sal de este hombre, espíritu inmundo. 9Y le preguntó: ¿Cómo te llamas? Y respondió diciendo: Legión me llamo; porque somos muchos. 10Y le rogaba mucho que no los enviase fuera de aquella región. 11Estaba allí cerca del monte un gran hato de cerdos paciendo. 12Y le rogaron todos los demonios, diciendo: Envíanos a los cerdos para que entremos en ellos. 13Y luego Jesús les dio permiso. Y saliendo aquellos espíritus inmundos, entraron en los cerdos, los cuales eran como dos mil; y el hato se precipitó en el mar por un despeñadero, y en el mar se ahogaron. 14Y los que apacentaban los cerdos huyeron, y dieron aviso en la ciudad y en los campos. Y salieron a ver qué era aquello que había sucedido. 15Vienen a Jesús, y ven al que había sido atormentado del demonio, y que había tenido la legión, sentado, vestido y en su juicio cabal; y tuvieron miedo. 16Y les contaron los que lo habían visto, cómo le había acontecido al que había tenido el demonio, y lo de los cerdos. 17Y comenzaron a rogarle que se fuera de sus contornos. 18Al entrar él en la barca, el que había estado endemoniado le rogaba que le dejase estar con él. 19Mas Jesús no se lo permitió, sino que le dijo: Vete a tu casa, a los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas el Señor ha hecho contigo, y cómo ha tenido misericordia de ti. 20Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes cosas había hecho Jesús con él; y todos se maravillaban.
Notamos aquí:
* La persona necesitada (1–6) que salió a su encuentro al llegar a destino,1 al este del Mar de Galilea.
Si agregamos los detalles de los pasajes paralelos se completa un cuadro trágico de este hombre pues estaba desnudo (Lc. 8:27) y era el terror de la región (Mt. 8:28), el enemigo público número uno. Los vv. 3 y 4 revelan gráficamente la impotencia de todo esfuerzo—aparte del evangelio—para domar, controlar o transformar el corazón “salvaje” del ser humano, esclavizado por el pecado.
Humanamente hablando parecía no haber ninguna esperanza para este hombre, que además se estaba autodestruyendo (v. 5). ¡Gracias a Dios que no hay ningún caso demasiado difícil para él!
A pesar de todo, al ver a Jesús corrió y se arrodilló ante él (v. 6), reconociéndolo como Hijo de Dios (v. 7). ¿Cómo se explica esto? ¿Acaso reconocía en Jesús a quien venía a “atar” al diablo (3:27) y a derrotarlo? Al arrodillarse no lo hacía como un acto de adoración sino como un homenaje.
* La palabra de poder (7, 8) en respuesta a las palabras del endemoniado, haciendo referencia a su naturaleza como “Hijo del Dios Altísimo”. Esto demuestra tanto comunidad de esencia como identidad con el Padre. La expresión “Dios Altísimo” era empleada por los judíos para distinguir al verdadero Dios de todos los falsos dioses. En este caso la preocupación de los demonios era que Jesucristo, como Hijo de Dios, no precipitara o anticipara la ruina final de ellos. Al mismo tiempo no debemos olvidar la verdad de Stg. 2:19.
Ni una legión de demonios podía hacer frente a la voz de mando del Señor (v. 8). Así hoy el evangelio es “la palabra de esta salvación” (Hch. 13:26) y es “poder de Dios para salvación” (Ro. 1:16). Además, los hombres sólo son “renacidos … por la Palabra de Dios” (1 P. 1:23).
También el Señor puede echar fuera los otros males del temor, egoísmo, odio, envidia, orgullo, prejuicio, impureza, etc. de todos aquellos que acuden a él en fe.
* La petición extraña (9–12) hecha por los demonios. En este pasaje se nos muestra su poder (4), conocimiento (7), unidad (9) y sujeción (10).
Ante la pregunta del Señor: “¿Cómo te llamas?”, los demonios al unísono le contestan: “Legión me llamo; porque somos muchos”. Una legión romana estaba compuesta de nada menos que seis mil hombres, lo que nos da una idea del grado de posesión de este hombre. Le atormentaban como una fuerza combinada.
* El permiso concedido (13, 14). Esto revela que los demonios no pueden hacer libremente lo que quieren, y además que no sabían lo que les sucedería. Además indica que Satanás y sus huestes sólo pueden conocer los planes de Dios si él se los revela.
Es interesante notar que sólo Marcos señala el número de cerdos. A menudo se ha criticado al Señor por causar la destrucción de estos animales. Sin embargo, debemos destacar que:
1. El no causó su destrucción sino que la permitió (13a). El poder destructivo de Satanás hizo que se precipitaran al mar.
2. El alma de este hombre valía más que todos los cerdos del mundo.
3. Además, el endemoniado podía así estar seguro de que los espíritus inmundos habían efectivamente salido de él.
* El poder desplegado (14, 15). El hombre liberado, que había sido tan salvaje y violento, ahora estaba en su sano juicio y en paz. Su cuerpo, antes desnudo, estaba vestido y él había tomado su lugar de adoración y gratitud a los pies de Jesús (ver 2 Co. 5:17). Tan completa fue la transformación que los habitantes de esa región tuvieron temor.
* El pedido increíble (16–17). Aquí hallamos lo más asombroso de todo este incidente. A pesar del milagro que habían visto en la liberación del endemoniado, consideraban a Jesús como un huésped inconveniente, y le pidieron que se marchara. Daban más importancia a la pérdida material que a la bendición recibida por este hombre. Y el Señor no se queda donde no es bienvenido.
Aun hoy incontables multitudes prefieren mantener a Cristo alejado por temor de que su presencia pueda ocasionar alguna pérdida social, económica o personal. Al querer salvar sus posesiones, pierden su alma.
* La predicación convincente (18–20). En contraste con 1:44, en esta ocasión Jesús mandó que predicara y anunciara. A pesar de que su petición específica de permanecer con Jesús no fue concedida, el hombre obedeció.
Si deseamos agradar al Señor y amarnos a nuestros seres queridos, hoy también el evangelismo debe comenzar por la esfera del hogar. A menudo éste es el lugar más difícil para testificar.
ACTIVIDAD DEMONIACA EN EL SER HUMANO
1. Lo lleva a una vida depravada e inmunda (vv. 2, 8) (Mt. 10:1; Mr. 1:27; 3:1)
2. Lo aisla de la compañía de los demás (v. 3)
3. Proporciona fuerza excepcional (v. 4)
4. Lo atormenta destruyendo la paz y armonía interior (v. 7) y produciendo aflicción, recelo y ansiedad.
5. Puede llevarlo a la locura (v. 4)
6. Puede conducirlo a la autodestrucción (v. 5)
7. Le hace tener una personalidad múltiple (v. 7) debido a la presencia de fuerzas demoníacas.
8. Lo vuelve consciente de que su destino está en las manos de Dios (v. 7)
9. Puede llevarlo al conocimiento del futuro (Hch. 16:16–18)
10. Lo aleja de Dios, llevándolo a resistir la Escritura y conduciéndolo a la incredulidad (1 Ti. 4:1, 2; 1 Jn. 4:1–3).
LOS TRES PODERES CONTRASTADOS
1. El poder de Satanás—que posee y destruye al hombre (vv. 2–7). Este hombre perdió su hogar, la comunión, la decencia (ver Jn. 10:10).
2. El poder de la sociedad—que nada podía hacer a favor del endemoniado (v. 4).
3. El poder del Salvador—(vv. 8, 12, 13, 15; ver Lc. 19:10).
LA DECLARACION DE LA VERDAD (4:1–5:43) (continuación)
b.     Mediante milagros (4:35–5:43)
(i)     La tormenta calmada (4:35–41)
* El propósito indicado (35–36)
* La preocupación innecesaria (37–40)
* El poder asombroso (41)
(ii)     El endemoniado liberado (5:1–20)
* La persona necesitada (1–6)
* La palabra de poder (7–8)
* La petición extraña (9–12)
* El permiso concedido (13–14)
* El poder desplegado (14–15)
* El pedido increíble (16–17)
* La predicación convincente (18–20)
4:1–5:43
(conclusión)
b. Mediante milagros—4:35–5:43 (conclusión). Luego que Jesús demostró su autoridad sobre Satanás y los demonios, lo hizo sobre lo que el pecado introdujo en la raza humana: la enfermedad y la muerte.
(iii) La fe recompensada5:21–34
21Pasando otra vez Jesús en una barca a la otra orilla, se reunió alrededor de él una gran multitud; y él estaba junio al mar, 22Y vino uno de los principales de la sinagoga, llamado Jairo; y luego que le vio, se postró a sus pies, 23y le rogaba mucho, diciendo; Mi hija está agonizando; ven y pon las manos sobre ella para que sea salva, y vivirá. 24Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. 25Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, 26y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, 27cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto. 28Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. 29Y en seguida la fuente de su sangre se secó: y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote. 30Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? 31Sus discípulos le dijeron; Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿ Quién me ha tocado? 32Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto. 33Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. 34Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; vé en paz, y queda sana de tu azote.
* La solicitud de Jairo (vv. 21–24). El hecho de que este hombre en posición de liderazgo1 acudiera a Jesús muestra que no todos los dirigentes religiosos estaban en contra de él. Notamos la reverencia de Jairo al postrarse a sus pies, y la intensidad de su ruego por la crítica condición en que se encontraba su única hija (Lc. 8:42).
Los que somos padres, ¿acudimos así a Cristo cuando nuestros hijos están física, moral o espiritualmente en peligro? Si más padres recurrieran a Cristo por sus hijos, menos de estos se apartarían del camino de la fe.
Por otra parte, hay que distinguir entre nuestro deseo y nuestra petición. ¿Acaso estamos dictando a Dios la forma en que ha de obrar?
Luego habría de producirse, de entre la multitud que le acompañaba, lo que Jairo consideraba una molesta e inoportuna interrupción (v. 24). No lo sería para el Señor, para quien esta mujer anónima era tan importante como el hombre destacado.
* El sufrimiento de la mujer (vv. 25, 26). Por doce largos años había estado sufriendo una enfermedad debilitante2 que no sólo la afectaba en lo físico, sino que además la hacía ceremonialmente inmunda (Lv. 15:25) y la excluía de la adoración pública. Podemos, pues, imaginarnos cuán aislada y marginada se sentía.
Marcos utiliza un tono más fuerte que Lucas, y agrega que la mujer había empeorado luego de sus consultas a los médicos. Es improbable que la mención de los médicos haya sido para desacreditarlos. Después de todo era la profesión de Lucas y quizás quería destacar lo incurable de su dolencia y el hecho de que había llegado al final de su esperanza, su paciencia, y sus recursos. Se sentía, pues, desahuciada, desanimada y desalentada.
* La suposición de la mujer (vv. 27, 28). De pronto se abrieron las negras y espesas nubes de pesimismo y penetró un rayo de esperanza que llegó hasta ella. Oyó que Jesús pasaba por allí y se dio cuenta de que ésta era su oportunidad. Por su condición que la hacía impura a los ojos de los demás, sentía vergüenza, y por ello se acercó al Señor sin darse a conocer. Pero se acercó a él con fe. Se daba cuenta de que debía establecer un contacto entre ella y quien creía que era el manantial de vida y salud. Quizás su fe estaba mezclada con algo de superstición al suponer que el manto de Jesús tendría algún poder mágico—así como hoy algunos consideran los poderes de las reliquias en ciertas iglesias. Aunque la fe de la mujer era imperfecta y débil, bastó pues se sanó de su enfermedad. Además, el Señor corregiría las deficiencias de esa fe.
Así también nosotros, si queremos ver el poder de Cristo operando en nuestra propia experiencia, no nos conformemos con estar en medio de los que le rodean. Acudamos a él conscientes de nuestra necesidad y convencidos de su poder, para entonces extender nuestra mano de fe.
* La sanidad lograda (v. 29) fue instantánea y completa. Se había producido el milagro que tanto había anhelado, y podía percibirlo en su cuerpo, ya sano. Lo que los médicos no habían podido lograr en doce años, el poder del Señor lo efectuó en un instante. La necesidad de la mujer había sido satisfecha, su problema solucionado, su vida transformada.
El poder para sanarla había salido de Jesús, no de la ropa.
* El Señor y su exigencia (vv. 30–32) de una abierta y pública confesión, y un reconocimiento de la bendición recibida (Ro. 10:9, 10). De este modo no quedaría sospecha alguna de superstición mágica. No hay ni un atisbo de que el Señor se haya sentido molesto o contrariado por esta interrupción. Todo lo contrario. El sabía quién lo había tocado, pero formuló la pregunta para obligar a esta mujer a revelarse públicamente.
Los discípulos no discernían la diferencia entre el roce accidental de la multitud y un toque voluntario del manto. Nadie es sanado en su alma en forma accidental. La voluntad humana tiene que entrar en acción al unísono con la voluntad divina. Hay una gran diferencia entre el toque intencional de la fe y el toque de la indiferencia. De los millones que asisten a cultos religiosos en iglesias cristianas, ¿cuántos extienden la mano de la fe para tomar contacto con Cristo, y así recibir bendición espiritual?1
* La simpatía y preocupación del Señor (vv. 33, 34). ¡Con cuánta ternura se dirigió a ella! La mujer temblaba, creyendo que Jesús la reprendería. Nada de eso, pues el Señor la llamó “hija”. A partir de ese momento, la que antes había estado excluida de la sociedad entraba en una nueva relación: pertenecía a la familia de Dios. “Tu fe te ha hecho salva”, manifestó Jesús, aclarando así que su fe la había sanado y no el toque de su mano en el manto de él. Además, al invitarla a darse a conocer, la enferma recobró la autoestima y descubrió que Jesucristo le sanaba tanto el alma como el cuerpo.
Cabe destacar que la fe en sí misma no tiene poder. No es la fe que nos salva sino la fe en Cristo. Es el objeto de la fe lo que realmente importa.
Todo este tiempo Jairo estaba allí, sin duda cada vez más ansioso y preguntándose por qué el Señor se demoraba tanto con esta mujer mientras su hija agonizaba. Las demoras de Dios siempre son motivo de perplejidad. En cambio, debieran ser una buena razón para que ejercitemos nuestra fe y confianza en él y sus propósitos. Aunque a veces parezca lo contrario, Dios nunca llega tarde.
(iv) La muerte vencida (vv. 35–43)
35Mientras él aún hablaba, vinieron de casa del principal de la sinagoga, diciendo. Tu hija ha muerto; ¿para que molestas más al Maestro? 36Pero Jesús, luego que oyó lo que se decía, dijo al principal de la sinagoga: No temas, cree solamente. 37Y no permitió que le siguiese nadie sino Pedro, Jacobo, y Juan hermano de Jacobo. 38Y vino a casa del principal de la sinagoga, y vio el alboroto y a los que lloraban y lamentaban mucho. 39Y entrando, les dijo; ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme. 40Y se burlaban de él. Mas él, echando fuera a todos, tomó al padre y a la madre de la niña, y a los que estaban con él, y entró donde estaba la niña. 41Y tomando la mano de la niña, le dijo: Talita cumi; que traducido es: Niña, a ti te digo, levántate. 42Y luego la niña se levantó y andaba, pues tenía doce años. Y se espantaron grandemente. 43Pero él les mandó mucho que nadie lo supiese, y dijo que se le diese de comer.
* El anuncio funesto (35): la hija de Jairo había muerto. ¿Para qué seguir molestando al Señor ya que al haber muerto ella, Jesús no la podría sanar? No creían en la capacidad del Señor para resucitarla de entre los muertos.
¡Qué razonamiento ilógico! Cuanto más necesitaban al Señor, hablaban de prescindir de él.
* El ánimo efectivo (36) que el Señor le dio a Jairo en momentos tan terribles. Jesús había oído lo que decían, por eso se apresuró a animar a Jairo. Cuando llegamos al final de nuestros propios recursos naturales, estas palabras también nos animan a nosotros.
* Los apóstoles privilegiados (37), que formaban el círculo interior más íntimo. Más tarde estos mismos hombres estarían solos con Jesús en el monte de la transfiguración y en el Jardín de Getsemaní. Además, era el número de testigos que exigía la ley (Dt. 17:6).
* El alboroto molesto (38–40) que refleja la desesperanza y derrota del ser humano sin Cristo. Era una práctica habitual (2 Cr. 35:25; Jer. 9:17–18).1
El Señor les reprendió. Con sus palabras daba a entender que la muerte de la niña era sólo temporal. No decía que no estaba muerta.2
El carácter voluble e inconstante de los que estaban allí—primero llorando y lamentando (v. 39), luego burlándose de él (v. 40), y finalmente espantándose (v. 42)—demuestra cuán acertada fue la iniciativa del Señor al expulsarlos de aquel lugar. El no actúa en presencia de ciertas personas. Por eso cabe preguntarnos: ¿Somos una ayuda o un estorbo para Cristo cuando quiere trabajar?3 Sólo en presencia de la fe el Señor suele mostrar su poder.
* La acción vivificadora (41–43) que destaca la simpatía y el amor del Señor.
Talita cumi, “Niña, a ti te digo levántate.” Marcos cita las palabras exactas en el arameo de ese tiempo para destacar la intimidad y la ternura de las palabras del Señor. Algunos estudiosos han sugerido que eran las mismas palabras que su madre empleaba cada mañana al despertarla. Bastaron para devolverle la vida a esta niña. No se trataba de una fórmula mágica sino de una orden divina que revelaba y expresaba la autoridad de Jesús sobre la muerte. Los niños necesitan tanta vivificación espiritual como los adultos.
Notemos las instrucciones que dio a los padres (43). Allí encontramos el principio importante de que Cristo hace por nosotros lo que no podemos hacer por nosotros mismos (hizo que la niña resucitara), pero lo que sí podemos hacer es nuestra responsabilidad y corre por nuestra cuenta (los padres debían darle de comer).
Cuando los niños se convierten a Cristo debemos preocuparnos por su dieta espiritual. Y no sólo los niños sino que todos los que tenemos vida espiritual necesitamos alimento espiritual.
“NO TEMAS, CREE SOLAMENTE”
1. El discernimiento de Jairo, al acudir a Jesús con su problema (v. 22).
2. El dolor que sentía, por la condición de su hija (v. 23).
3. La demora del Señor, que puso a prueba la fe de Jairo (v. 25–34).
4. Las dudas desterradas por la promesa del Señor (v. 36).
5. La dicha posterior por la restauración de su hija (v. 42).
LA DECLARACION DE LA VERDAD (4:1–5:43) (conclusión)
b.     Mediante milagros (4:35–5:43)
(iii)     La fe recompensada (5:21–34)
* La solicitud de Jairo (21–24)
* El sufrimiento de la mujer (25–26)
* La suposición de la mujer (27–28)
* La sanidad lograda (29)
* El Señor y su exigencia (30–32)
* La simpatía del Señor (33–34)
(iv)     La muerte vencida (5:35–43)
* El anuncio funesto (35)
* El ánimo efectivo (36)
* Los apóstoles privilegiados (37)
* El alboroto molesto (38–40)
* La acción vivificadora (41–43)
1
Tres principios de interpretación deben ser tomados en cuenta al estudiar parábolas:
a.     Cada parábola tiene un mensaje principal, y sólo uno.
b.     Cada parábola tiene un número de detalles secundarios con significado espiritual. Estos se relacionan con la verdad principal.
c.     Cada parábola tiene detalles que son necesarios para completar la historia pero que no poseen significado espiritual.
1 Ver Mt 13:37
2 Ver 1 Co. 3:6
1 Que en realidad para el corazón incrédulo sólo eran enigmas y acertijos.
2 “El que tiene oídos para oír, oiga” (4:23), y los fariseos no tenían oídos espirituales.
3 Satanás también actúa a través de sectas y doctrinas falsas, y por otra parte utiliza las pruebas y dificultades de la vida, produciendo desánimo y desesperanza. El nuevo cristiano, por ejemplo, razona que Dios se ha enojado con él porque cambió de religión. El pagano, por su lado, tal vez se diga: “¿Acaso vale la pena el cristianismo si todo lo que uno recibe son dificultades?”
1 Los de Juan 6:66 y Simón el Mago (Hch. 8:9–24) también son un ejemplo de estos oyentes.
1 Almud: vasija con capacidad para 7–1/2 litros.
1 Escatológico quiere decir profético, ya que la escatología procede del griego ESCHATOS y significa “últimas cosas”.
2 De acuerdo a esta interpretación, los pájaros son los gentiles.
3 Primer emperador cristiano de Roma, 272–337 AD.
1 Gr. EPETIMESE.
2 Este verbo se utiliza en relación a quien es juzgado y es digno de castigo.
1 Gadara, región de considerable importancia y con muchos habitantes griegos. La presencia de un gran hato de cerdos—considerados inmundos por el judaísmo—es muestra de la helenización de esta zona.
1 Jairo era uno de los principales de la sinagoga, encargado de todo lo que tenía que ver con el culto público, la oración, el cuidado y la lectura de los rollos de las Sagradas Escrituras y la exhortación.
2 El término médico de la enfermedad es metrorragia, una continua pérdida uterina.
1 Muchos van a esos cultos y no reciben bendición por su indiferencia y porque no van con fe esperando recibir bendición.
1 Los israelitas manifestaban llamativamente su dolor por la muerte de un ser querido. Hacían lamentaciones y endechas, que muchas veces consistían en un grito agudo y repetido. A menudo había plañideras o “lloronas” profesionales que recibían pago por tomar parte en la ceremonia de duelo. Era común que hubiera canciones corales o antifonales, a veces con batir de palmas. Por ser Jairo una persona importante en la sociedad de su día, es probable que en su casa haya habido una gran cantidad de “lloronas” luego de la muerte de su hija. Es muy factible, por lo tanto, que las endechas produjeran gran ruido y alboroto.
2 Para el creyente hoy la muerte es sólo dormir porque el cuerpo descansa hasta el día de la resurrección (1 Ts. 4:13–16; 1 Co. 15:51–57; etc.). El espíritu no duerme pues en la muerte el espíritu del creyente deja el cuerpo (Stg. 2:26) para reunirse con Cristo (Fil. 1:20–23).
3
Podemos ser estorbo en la iglesia:
a) Cuando estamos con un espíritu de crítica o, peor aún, de mofa (como en este caso)—lo que no contribuye a una atmósfera de fe (ver Mt. 13:58);
b) Cuando distraemos a los demás con comentarios opuestos a lo que se está diciendo o haciendo;
c) Cuando no estamos en condiciones de comportarnos adecuadamente, por ejemplo por estar en estado de ebriedad;
d) Cuando tenemos algo contra otro hermano y no queremos solucionarlo (ver Mt. 5:23, 24).
Cabe, pues, preguntarnos “¿Hay alguno fuera de la iglesia porque yo estoy dentro de ella, porque soy parte de ella?” Respondamos con toda sinceridad.
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