miércoles, 28 de enero de 2015

Jesucristo el modelo perfecto de siervo: El siervo aprobado se sujeta aun cuando sufre injustamente

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 

 
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Las Pisadas del Pastor
1 Pedro 2:18–25
Este pasaje se dirige a los esclavos del primer siglo. Aunque la esclavitud es repugnante para el hombre moderno, era aceptada por la sociedad de aquellos tiempos.
Algunos calculan que solo en el Imperio Romano había 60 millones de siervos; esta práctica permeaba la estructura social y económica del mundo romano. Muchos eran prisioneros de guerra o habían sido secuestrados y cubrían toda la gama de talentos y oficios. Además de ayuda doméstica y agricultores, había artesanos, maestros, médicos, contadores, secretarios y otros con habilidades especiales.
Muchos esclavos se habían añadido a las nuevas congregaciones cristianas. 1 Corintios, Efesios, Colosenses, 1 Timoteo, Tito y Filemón contienen enseñanzas para los creyentes esclavos. Algunos pensaban que la libertad espiritual también les daba derecho a ser libres legalmente, pero Pablo aclara en 1 Corintios 7:20–24 y en Filemón que debían respetar las leyes establecidas.
Los apóstoles y las iglesias del primer siglo no se dedicaron a luchar en contra de la esclavitud aunque se sabe de casos en que los cristianos contribuyeron para comprar la libertad de un miembro de la iglesia. Damos gracias a Dios porque los primeros cristianos ayudaron a que terminara esa desagradable práctica en el imperio algunos siglos después.
Las instrucciones de Pedro para los siervos continúan haciendo el mismo énfasis en la sujeción que se estudió en el párrafo anterior. Debían ser respetuosos y colaborar con sus amos.
En este pasaje, el apóstol vuelve a referirse a Jesucristo como el modelo perfecto de siervo. De nuevo veremos que los deberes del creyente están relacionados con la doctrina, especialmente la que trata de Jesús y la salvación (1:2, 3, 10–11, 13, 18–21; 2:4–6).
Las enseñanzas principales se desarrollan en dos etapas: las exhortaciones a los siervos y el ejemplo de Jesucristo.
2:18–20
2:21–25
El siervo aprobado se sujeta aun cuando sufre injustamente.
El siervo ha de seguir el ejemplo de Jesucristo.
EL MANDATO: LA SUJECION 2:18–20
La sociedad del siglo XX es distinta a la del primer siglo de la era cristiana. Damos gracias a Dios porque las iglesias no tienen miembros que son “esclavos” y que las leyes no permiten que un ser humano sea propiedad de otro. Sin embargo, existen todavía en nuestro mundo hombres y mujeres que viven bajo la opresión y la injusticia, que no gozan de los derechos, opciones y protección legal que se esperan en la actualidad. Al tomar en cuenta estos problemas contemporáneos se pueden entender mejor las frustraciones, penas y peligros que enfrentaban los primeros lectores de esta carta.
¡PENSEMOS!
Lea 2:18–25 antes de contestar las preguntas. Puesto que esta enseñanza era para los esclavos, ¿en qué circunstancias piensa que podríamos aplicarlas hoy? Según el apóstol Pedro, ¿cuáles son algunas de las posibles reacciones que se esperan cuando el patrón trata a una persona injustamente? ¿Cuáles son las razones por las que el creyente debe sujetarse?
Normalmente uno labora dentro de una estructura en la cual es dependiente de otra persona. Las normas que los apóstoles dejaron para los amos y los siervos son aplicables a las relaciones laborales en el día de hoy.
La conducta correcta
El versículo 18 enseña las actitudes y conducta que deben caracterizar al obrero cristiano: el respeto y la obediencia. Es interesante notar que no se hace la pregunta: ¿quién tiene derecho sobre mí? sino ¿cuál debe ser mi reacción ante los que tienen autoridad sobre mí?
La sociedad ha cambiado y los empleados tienen muchas facilidades que los creyentes de aquel tiempo no disfrutaban. Si los esclavos de la época de Pedro que carecían de protección legal tenían que obedecer estas normas, cuánto más los que ahora trabajamos teniendo tantas ventajas y derechos.
Las circunstancias contemporáneas
Los versículos 18–20 aclaran que nuestra responsabilidad al patrón no se limita a los casos en que él es amable y comprensivo; tampoco se limita a las circunstancias en que sus órdenes y disposiciones son justas y correctas.
“Porque si amáis a los que os aman, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores aman a los que los aman. Y si hacéis bien a los que os hacen bien, ¿qué mérito tenéis? Porque también los pecadores hacen lo mismo” (Lucas 6:32–33).
Pedro continúa orientando a los creyentes para que obraran correctamente en medio de una sociedad que no los aceptaba. Les enseñó que debían mostrarse leales y servir con entusiasmo. En ciertos lugares y circunstancias todavía nuestra conducta puede ponernos en peligro.
Se debe reconocer que estos versículos contradicen la doctrina tan popular en la actualidad en algunas iglesias que afirma que Dios promete prosperidad, salud y bienestar al creyente que lo obedece y deposita su confianza en él.
OBEDECER + SUFRIR + SOPORTAR
= SER APROBADO
El anhelo preeminente
Esta porción señala que la meta del cristiano es ser aprobado por Dios, aunque no lo sea por los hombres. El siervo que más merece la aprobación divina es el que colabora y es paciente aun cuando se le trate injustamente.
Alternativas bíblicas
Habiendo estudiado la exhortación tan clara que da en estos versículos, debemos considerar algunas cuestiones de ética que no se mencionan.
¿Estamos en libertad de aprovechar cualquier oportunidad que se nos presente para mejorar las circunstancias de nuestro trabajo? 1 Corintios 7:20–24 dice que sí. ¿Se nos permite escapar del sufrimiento injusto? Hechos 9:23–25, 28–30 nos da un ejemplo.
A través de los padecimientos, ¿logra Dios resultados provechosos para nuestro desarrollo como personas? Romanos 8:28 dice que sí y el ejemplo de Pablo lo confirma (2 Corintios 12:9–10).
¿Es correcto orar pidiendo que se nos libre del sufrimiento? El salmista así lo hacía (Salmos 109:21–31, 116:1–11), pero Dios no siempre contesta como quisiéramos (2 Corintios 12:7–9).
¿Es permitido protestar cuando somos tratados injustamente? Las palabras de Cristo y de los apóstoles indican que sí: Juan 18:23, Hechos 5:40–42, 23:1–5, 25:8–11.
En el primer siglo, por lo general las leyes no proporcionaban garantías ni recursos para quienes eran objeto de injusticias. Cuando se desesperaba, a veces la gente protestaba en una manifestación violenta. Por el contrario, la sociedad actual algunas veces ofrece alternativas legales que permiten al ciudadano, cristiano o no, la posibilidad de mejorar su condición. Por ejemplo, existen las garantías del voto, de amparo, de acudir a una asamblea legal, las negociaciones obrero patronales y la protesta pacífica.
¡PENSEMOS!
¿Recuerda alguna vez haber tenido un patrón áspero o injusto? ¿Cuáles son las actitudes que normalmente surgen en estos casos? ¿Cómo manejó usted la situación? Si se volviera a encontrar en una circunstancia semejante, ¿cómo cambiaría usted su procedimiento?
EL MODELO: NUESTRO SALVADOR 2:21–25
El hombre no llega a ser cristiano por seguir el ejemplo de Jesucristo sino porque confiesa que es pecador y acepta que no puede conducirse de manera que agrade a Dios. En ese acto, tanto el hombre como la mujer reconocen su culpabilidad e impotencia y se aferran a la gracia y misericordia divinas. Estas, junto con el perdón, están disponibles porque Jesucristo murió en la cruz, llevando nuestro castigo.
Cuando una persona llega a ser creyente verdadero, imita al Hijo de Dios, quien es el ejemplo que le enseña como debe conducirse. Este pasaje revela algunos aspectos de su comportamiento modelo.
¡PENSEMOS!
Lea y medite en los versículos 21–25 y después conteste estas preguntas. ¿Encuentra en estos versículos algunos motivos por los que Cristo no reaccionaba en forma incorrecta? Según este pasaje, ¿por qué murió Jesús? ¿Cómo afecta su conducta esto, al recordar que usted ya no es una oveja descarriada, sino que está en el redil? Cuando los destinatarios abatidos y sufridos leyeron que Cristo es su “pastor y obispo”, ¿qué deben haber sentido?
El juicio, la sentencia condenatoria, la burla y la crucifixión de Jesús son los actos más injustos que registra la historia. El fue el único hombre perfecto, santo y obediente a Dios en todo detalle y había dado evidencias indubitables de su verdadera identidad. Se había conducido entre los hombres sin cometer pecado, ni siquiera en pensamiento, actitud, o palabra. Sin embargo, los jueces humanos y pecadores lo condenaron a morir.
Jesús lo soportó todo para dejarnos ejemplo (v. 21)
Nosotros hemos sido llamados por Dios para seguir el ejemplo de Cristo que padeció con paciencia aun cuando no merecía el sufrimiento. Ejemplo era un vocablo que los griegos usaban para referirse a las letras bien escritas en los cuadernos de los alumnos en la escuela. Ellos tenían que copiar las letras exactamente como las de un modelo para aprender a escribir bien. El cristiano, como buen alumno y discípulo de Cristo, ha de copiar exactamente su comportamiento para aprender en la escuela de Dios y salir aprobado.
Ninguna injusticia se puede comparar con la que Cristo sufrió. Debe hacernos sentir vergüenza cuando nos irritamos porque tenemos que padecer una injusticia.
BIENAVENTURADOS LOS QUE PADECEN
PERSECUCION POR CAUSA DE LA JUSTICIA
(MATEO 5:10A).
Jesús soportó porque es impecable (v. 22)
Aunque el Señor pasó por todo la presión, amenaza y mal trato del juicio nunca cometió un acto reprobable o dijo algo pecaminoso. Su conducta y reacciones fueron totalmente santas y correctas. Este versículo refleja Isaías 53:9.
Jesús soportó porque confiaba en un juez justo (v. 23)
Tal vez a nosotros nos parecería adecuado que el Hijo de Dios manifestara la justa ira de Dios y destruyera a sus enemigos con una palabra. Pero esto no era la voluntad del Padre. Su sufrimiento y muerte eran necesarias para proveer la salvación. Nunca maldijo ni amenazó a sus detractores.
BIENAVENTURADOS SOIS CUANDO POR MI CAUSA
OS VITUPEREN Y OS PERSIGAN, Y DIGAN TODA
CLASE DE MAL CONTRA VOSOTROS, MINTIENDO.
GOZAOS Y ALEGRAOS, PORQUE VUESTRO
GALARDON ES GRANDE EN LOS CIELOS
(MATEO 5:11–12A).
Jesucristo soportó el sufrimiento porque puso su vista en Dios y confiaba en su juicio perfecto. De la misma manera, nosotros no debemos buscar el desquite y la venganza. El juicio de los pecadores le toca al Creador, quien tomará las decisiones justas y no dejará escapar a ninguno. Compare Romanos 12:17–21.
Jesús soportó por las metas que tenía (vv. 24–25)
Nuestro Señor resistió el sufrimiento y la humillación porque no olvidaba los objetivos que tenía; padeció hasta lo sumo y murió para llevar sobre sí mismo el castigo de nuestro pecado (1:18–19) y para que fuésemos librados del dominio del pecado y viviéramos en rectitud (Romanos 6:1–14).
 
La frase fuisteis sanados no se refiere a que la muerte de Cristo provee sanidad física sino la del alma, que viene por el perdón de pecados y la victoria sobre él (Salmos 103:3). El pasaje que estamos estudiando aclara que el creyente no está exento del sufrimiento. Dios puede sanar al enfermo como respuesta a las oraciones. Sin embargo, las enfermedades de Pablo, Timoteo y Epafrodito muestran que a veces es la voluntad divina que los creyentes padezcan físicamente (2 Corintios 12:1–10).
 
En el versículo 25, Pedro continúa hablando del propósito de los sufrimientos de Cristo. No eran porque los merecía, sino porque nuestra necesidad era enorme. Antes de conocer al Redentor, el hombre se encuentra perdido y descarriado como una oveja, sumido en la ignorancia, desorientado, en grave peligro de perderse, e impotente para ayudarse a sí mismo, como la oveja que se describe en Lucas 15:1–7. El pastor tuvo que poner su vida en peligro para rescatarla. Por eso tenemos un Pastor que nos ha rescatado de la muerte eterna, que nos alimenta, cuida y protege.
 
Obispo se refiere a la persona que vela por el bienestar de otros y los supervisa. Imaginemos el consuelo que los destinatarios sintieron en medio del sufrimiento, al recordar que tienen un Pastor que los cuida. En 5:1–4 Pedro habla de los ancianos de la iglesia llamándolos pastores y de Jesucristo como “Príncipe de los pastores”. Si nuestro Salvador no hubiera sufrido pacientemente, entonces nosotros no seríamos perdonados, seguiríamos descarriados y sin disfrutar del cuidado del Pastor de nuestras almas.
¡PENSEMOS!
¿Está usted viviendo una experiencia de injusticia? ¿Qué haría Jesús en esa circunstancia? ¿Cuáles de los propósitos del sufrimiento de Cristo le ayudan a actuar correctamente bajo la situación que está viviendo? ¿Tiene usted la seguridad que el Salvador llevó los pecados de usted en su cuerpo en la cruz? ¿Vive usted para la justicia? ¿Qué beneficio trae a su vida personal saber que tiene un “Pastor y Obispo”?
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lunes, 26 de enero de 2015

No os conforméis significa no permitir ser moldeados por las presiones desde adentro nuestro

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
 
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¡Santidad!
1 Pedro 1:13–21
“Las actitudes determinan las acciones”. Este lema es muy adecuado para introducir estos versículos. Enfrentarse a una sociedad hostil requiere tener actitudes correctas y una conducta que sea congruente. Este párrafo continúa desarrollando uno de los temas tratados anteriormente, el de la esperanza, que se menciona en los versículos 3, 13 y 21.
Por otro lado, a partir de aquí el estilo del autor varía. Previamente no había dado exhortaciones directas, pero ahora comienza una serie de mandatos. También cambia la intención de su escrito al introducir el párrafo con las palabras “por lo tanto”. Con esto quiere decir que después de las enseñanzas dadas, las exhortaciones que siguen están bien fundamentadas porque el creyente ha recibido muchas bendiciones de Dios y su futuro está asegurado. Además, el Padre Celestial está supervisando las pruebas que sufre. Es lógico que el hijo que cree responda con las actitudes y conducta que glorifiquen al Altísimo.
En este pasaje, los tres mandatos principales señalan tres divisiones:
v. 13
vv. 14–16
vv. 17–21
Esperad por completo en la gracia.
Sed también vosotros santos.
Conducíos en temor todo el tiempo.
Algunas otras responsabilidades y conceptos giran alrededor de cada uno de estos imperativos. Además, Pedro incluye varias enseñanzas para incentivar al creyente a obedecer los mandatos divinos. (En el próximo capítulo seguiremos viendo otros mandamientos que pertenecen a la misma serie, en 1:22 y 2:2).
¡ESPERAD! 1:13
Antes de dar el mandato “esperad”, el autor nos advierte de una responsabilidad, la cual provee la clave para entender todo el pasaje: ceñid los lomos de vuestro entendimiento
Esta expresión era una figura conocida en aquella cultura donde se usaba la toga como prenda de vestir. Para trabajar, caminar o correr, el hombre la levantaba y aseguraba con el cinturón, permitiéndole así tener más libertad de movimiento. Entonces, esto significa: “preparen su mente para la acción”. “¡Analicen, reflexionen, mediten, cuiden cómo piensan y qué actitud deben tomar!”. A lo largo del pasaje, Pedro lista los temas que deben ocupar nuestros pensamientos y determinar nuestra conducta. Este mandato implica que, para vivir con esas cualidades, se requiere atención, aprendizaje y razonamiento.
En contraste con los creyentes, el versículo 14 dice que los hombres sin Cristo viven en un estado de ignorancia. Todos éramos así antes de recibirlo como Salvador, íbamos navegando por la vida en tinieblas y falta de sabiduría. Lejos de ser una fe diseñada para los que no piensan, el cristianismo ilumina y enseña al hombre. Vivir una vida que agrade a Dios requiere de estudio e inteligencia.
El versículo 18 comienza con la palabra “sabiendo”. Este vocablo subraya el hecho de que el creyente ha de conocer mucho acerca de Dios, de Jesucristo, de sí mismo, del mundo en que vive, de la salvación y muchos otros temas; que ha de mantener su mente alerta y despierta para captar cuál es la voluntad de Dios. Además necesita sentir los móviles divinos y saber aprovechar los recursos espirituales que Dios le ha dado.
Es posible también que Pedro comenzara con este mandato sobre el entendimiento para advertir al lector que es necesario razonar con cuidado para comprender todo lo que el autor quiere decir en este párrafo.
¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en los versículos 13–21. ¿Cuáles son las distintas actitudes que el creyente debe manifestar? ¿Cuáles son los incentivos para obedecer a Dios? ¿Cómo se describe Dios en los versículos 16, 17, 21? ¿Por qué es el alto costo de nuestra salvación una motivación para reverenciar a Dios? ¿Cuáles versículos incluyen de nuevo los temas de sufrimiento y gloria?
Otro mandato aun más específico en cuanto a nuestra actitud es: sed sobrios. La idea es “ser disciplinado, controlado y estable”. No sólo se trata de evitar las sustancias que embriagan, sino ser congruente y moderado en las actitudes, en el hablar, en nuestras reacciones y conducta. La sobriedad requiere tener prudencia y restringir el uso del poder, los derechos y los privilegios.
Esperad por completo es el concepto central del versículo 13. A pesar de vivir en una sociedad enemiga, el creyente ha de vivir en una actitud de optimismo permanente. Su conducta, reacciones hacia sus opositores, y relaciones con todos han de ser gobernados por esta cualidad.
No es un optimismo sin razón. Confiamos fervientemente en la venida de Jesucristo y las bendiciones que ella traerá. Este acto glorioso marcará el fin de nuestros sufrimientos y de la oposición del mundo, trayendo el castigo contra los que oprimen a los desvalidos y el inicio del nuevo orden mundial.
SED SANTOS 1:14–16
Ser santos como hijos obedientes v. 14
¡Un hijo obediente regocija el corazón de su padre! Y el padre que es recto y da buen ejemplo a sus hijos hace más probable que sus descendientes también obedezcan. “De tal palo, tal astilla” es el refrán que Pedro expresa en estos versículos.
Ser santos para no volver a vivir como antes v. 14
Vemos dos posibles estilos de vida del creyente en los versículos 14 y 15.
1)     la vida gobernada por los mismos deseos que teníamos antes de ser cristianos (v. 14) y
2)     la santidad que transforma todo aspecto de la vida (v. 15).
El creyente ha de escoger el segundo estilo de vida porque Dios es santo. En el versículo 14, el verbo no os conforméis se refiere a no permitir que seamos moldeados por las persistentes presiones que vienen dentro de la persona; aquellos anhelos que son provocados por un mundo carente de normas absolutas de moralidad.
Esta forma de vida se describe como deseos personales (v. 14)ignorancia (v. 14) y vanidad (v. 18). Una vana manera de vivir significa una vida sin plan ni propósito, que no logra llegar a ningún buen resultado. ¡Qué desilusión vivir una existencia que no tiene metas estipuladas por Dios o que nosotros quisiéramos cumplir! Es una vida completamente inútil.
“SED SANTOS, PORQUE YO SOY SANTO”.
Ser santos para imitar a Dios vv. 15–16
La mejor opción es la vida de santidad. Santo significa ser “diferente”, “separado de lo inmundo e impuro”, “devoto a Dios y sus propósitos”. La más fuerte motivación para serlo es que Dios mismo, quien nos salvó, es santo. El es nuestro Padre y es santo. Por lo tanto, hemos de ser imitadores de él.
Algunas religiones enseñan que el hombre ha de llegar a ser un dios, pero esta es una doctrina contraria a la Biblia. Sin embargo, ser como Dios, llegar a tener las cualidades morales que él tiene, sí es bíblico.
Por su parte, el apóstol Pablo enseña acerca de esto diciendo que la meta del Creador es que el creyente sea conformado a la imagen de su Hijo Jesucristo (Romanos 8:29, 2 Corintios 3:18). También escribió a la iglesia de Galacia diciendo que anhelaba que nuestro Redentor fuera formado en ellos (Gálatas 4:19). Este proceso se desarrolla durante toda la vida del cristiano. El apóstol Juan prometió que “cuando él se manifieste, seremos semejantes a él, porque le veremos tal como él es” (1 Juan 3:2). Entonces, se entiende que Dios perfeccionará esta obra en el creyente cuando Cristo venga.
CONDUCIOS EN TEMOR 1:17–21
Estos cinco versículos giran alrededor de este mandato específico. El temor al Altísimo ha de influir en la conducta de cada creyente. Pedro provee seis razones por las cuales debemos temer a Dios.
Porque él es nuestro Padre y será nuestro juez. v. 17
Pedro continúa utilizando la figura de hijo a padre para describir la relación entre el creyente y Dios. Pero ahora añade que él también será nuestro juez.
El apóstol razona diciendo que tenemos el privilegio de tener comunión con nuestro Padre Celestial. Un hijo confía en su padre terrenal y lo obedece. Asimismo, Dios es el Juez que evalúa nuestra obra y conducta. Tanto la sumisión al Padre como el respeto al Juez deben motivarnos a mostrar profunda reverencia hacia su divina persona.
¿Cuál es el temor del que Pedro habla? Se puede decir que es reverencia, poner especial cuidado en hacer lo correcto. Es no querer entristecer el amor que Dios tiene para nosotros y hacer algo que no le agrade.
Debemos evitar caer en el extremo de creer que Dios sólo es un juez que reside lejos y envía castigos cuando el hombre peca o en el de estar tan seguros del amor, que creamos que puede tolerar nuestro pecado.
Por un lado, hemos de confiar en el amor paternal que Dios tiene para nosotros, sabiendo que él desea nuestro bien, pero que a la vez nos exige obediencia y evalúa nuestras acciones y cuando es necesario, aplica medidas serias para encaminarnos de nuevo hacia la obediencia. Como hijos de Dios hemos de tener seriedad en cuanto al pecado y lo que significa llevar una vida de santidad. ¿Estamos interesados en llegar a ser conformados a la imagen del Hijo de Dios?
Recordemos las circunstancias por las que pasaban los destinatarios de esta carta. Sufrían la oposición de una sociedad que no los aceptaba. Necesitaban apoyo, ánimo y esperanza. Pedro comenzó dándoles enseñanzas para animarlos y para que entendieran el propósito de las pruebas. Sin embargo, los creyentes a veces piensan que si experimentan penas y dolor, entonces Dios ya no espera la obediencia. Sienten que él se hace tolerante en estas situaciones y no espera mucho de su pueblo. En el versículo 7, Pedro afirma que las pruebas han de refinar la fe. Sin importar las circunstancias, Dios sigue esperando la obediencia y el crecimiento espiritual. La carta de Primera de Pedro ofrece mucha fortaleza para los creyentes que sufren. Pero comunica mucho más que esto; bosqueja las actitudes y estilo de vida que los creyentes han de tener cuando viven en una sociedad hostil.
¿Serán juzgados los que han confiado en Cristo para la salvación? Sí, pero no será un juicio para determinar si tienen derecho a ser salvos. Cuando uno cree en él como su Salvador personal, Dios perdona sus pecados y lo hace su hijo para siempre porque Cristo recibió el castigo por nuestros pecados (1 Pedro 2:24, Romanos 5:1–10).
Sin embargo, Romanos 14:10–12 y 2 Corintios 5:9–10 enseñan que seremos juzgados con respecto al servicio que hicimos para él. Cada uno recibirá la recompensa apropiada. Dios examinará, no sólo lo que ha hecho, sino también el corazón y los móviles.
También evalúa a sus hijos a cada momento con objeto de tomar las medidas adecuadas. Cuando alguien se sale de sus veredas, lo disciplina para volverlo al camino de santidad. Hebreos 12:5–11 enseña que esto es evidencia del amor del Padre Celestial para con sus hijos.
El versículo 17 asevera que Dios no tiene favoritos. Espera que todos seamos santos. No concede a ninguno licencia para pecar. Obedecer al Creador en determinada ocasión no nos da el derecho a pecar en otra.
Porque Dios nos rescató de la vida antigua v. 18
Al final del versículo 17, Pedro llama a los creyentes peregrinos, dando la idea de “expatriados” en 1:1 y “extranjeros y peregrinos” en 2:11. ¡Somos viajeros en este mundo y nada más! No pertenecemos al mundo de pecado, rebeldía y egoísmo, sino al cielo y a Dios, nuestro verdadero Padre.
El versículo 18 reitera que pertenecemos a Dios porque él nos redimió y rescató de una vida vana que no nos conducía a un destino bueno y saludable. Nos salvó de una existencia inútil y del mundo para hacernos ciudadanos del cielo.
¿TE CONDUCES COMO CIUDADANO DEL MUNDO
O COMO PEREGRINO EN EL?
Pedro reconoce de nuevo la influencia que ejercen los padres en los hijos. En los versículos 14–16 afirmó que el que cree en Dios debe seguir el ejemplo de su Padre en el cielo. Aquí explica que la vida del incrédulo muestra una conducta que a menudo, ha recibido de sus padres. Es un conjunto de hábitos, ideas, valores, principios, y costumbres que aprendió de sus antecesores. Esto no lo disculpa. Cada uno es atraído hacia el pecado por su propia naturaleza y todos somos responsables de nuestras propias acciones.
Porque la muerte del Hijo de Dios fue el precio de nuestra salvación v. 19
La reverencia para Dios se basa también en el conocimiento de la redención. La maravilla de todo lo que él hizo para obtener nuestra salvación nos motiva a respetarlo por sobre todas las cosas.
En primer lugar, rescatarnos del pecado le costó a Dios un precio infinito: la sangre de Cristo, que simboliza que nuestro Señor tuvo que morir. Es un precio mucho más alto que el oro. Jesucristo es el cumplimiento perfecto de la figura del cordero que era inmolado en el Antiguo Testamento. Es el único humano que no tuvo pecado y por eso, su sacrificio por nosotros fue aceptable y efectivo. “Llevó él mismo nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero” (2:24).
En los tiempos bíblicos, muchas personas que vivían en el Imperio Romano eran esclavos; sólo podían lograr su libertad si alguien pagaba el precio estipulado a su amo. Algunas veces el mismo esclavo ahorraba todo lo que podía para comprar su libertad. Se sabe de casos en que junto con su amo, iba al templo pagano donde un sacerdote había guardado los ahorros y pagaba a su dueño. En un acto solemne, el precio era entregado y el esclavo quedaba libre.
El humano nunca puede comprar su libertad porque es pecador. Cristo es el cordero sin mancha, el único sacrificio eficaz por el cual el hombre puede ser librado de la esclavitud. ¡Este sacrificio hecho en nuestro favor debe motivarnos a reverenciar y obedecer a nuestro Padre!
Porque Dios diseñó la salvación desde la eternidad. v. 20
Jesucristo y los creyentes están en primer plano en el drama de la historia. El Todopoderoso determinó en la eternidad pasada que su Hijo viniera a pagar el precio de nuestra salvación. Mucho después, según el perfecto calendario divino, fue enviado al mundo en el momento exacto. El amor de Dios desde la eternidad, que incluye el sacrificio de su Hijo debe movernos a obedecerlo.
Porque la salvación fue autenticada por Dios. v. 21
Dios autenticó la salvación por medio de dos grandes evidencias. En primer lugar, resucitó a Cristo de la muerte. Este asombroso acto es el milagro más grande del cristianismo y una admirable manifestación del poder divino porque comprueba que Jesús es el Hijo de Dios y que su muerte fue el único medio eficaz para vencer el pecado y a Satanás.
En segundo lugar, Pedro dice que Dios glorificó a Jesucristo. La resurrección fue el primer paso, después lo hizo ascender al cielo y sentar a su diestra (Efesios 1:19–23), dándole autoridad sobre todo poder. Además, lo hizo cabeza de la Iglesia. Cristo glorificado muestra que nuestra salvación es una realidad.
Porque nuestra fe y esperanza están en él. v. 21
La última característica de nuestra redención es un resultado práctico y personal. Dios mismo es la base firme de confianza y esperanza.
Este estudio comienza y termina con la mención de esperanza: “Por tanto, ceñid los lomos de vuestro entendimiento, sed sobrios, y esperad por completo en la gracia que se os traerá cuando Jesucristo sea manifestado” (v. 13). “…y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (v. 21).
Los creyentes atribulados necesitan esperanza. No pueden sentirla ni tener optimismo a menos que confíen en la única persona que es inmutable y fiel. Confiamos en Dios porque Jesucristo nos salvó por su muerte en la cruz. Nos rescató del pecado y de la vida inútil que llevábamos. Todo esto es seguro y ha sido comprobado. Por ello, vivamos cada día para agradar a nuestro Creador y Padre.
CONDUCIOS EN TEMOR TODO EL TIEMPO
DE VUESTRA PEREGRINACION.
¡PENSEMOS!
Revise los mandatos de los versiculos 13, 15 y 17. ¿Cuál es el que más falla en obedecer? Según el pasaje, ¿cuáles son los eventos pasados y futuros que nos dan esperanza? ¿Siente usted esperanza y optimismo en este momento? Si no, según este pasaje, ¿Qué le falta para tener esperanza? ¿Qué significa para usted vivir una vida santa en estos dias? ¿Qué actitudes o conducta de su antigua vida le dan problemas ahora? ¿Cómo puede enseñar a sus hijos a tener un saludable temor a Dios?
 
El Pueblo de la Palabra
1 Pedro 1:22–2:3
La Palabra de Dios es el instrumento que él utiliza para llevar a cabo sus propósitos en la vida del creyente. Recordemos que en el versículo 13 Pedro mandó a sus lectores que prepararan su entendimiento porque uno de los desafíos más grandes para la mente humana es escuchar y atender lo que el Señor nos dice a través de su Palabra. En este pasaje, junto con las exhortaciones, el apóstol explica el papel que tiene diciendo que es necesaria para que el cristiano inicie su vida espiritual y la alimente.
En el capítulo anterior mencionamos que se encontraban tres responsabilidades principales: “esperad” (13), “sed santos” (14–16) y “conducíos en temor” (17–21). La lista de mandatos sigue en este pasaje donde veremos dos imperativos más:
1:22–25
2:1–3
Amaos unos a otros.
Desead…la leche espiritual.
Como hizo en el pasaje anterior, con cada mandato Pedro incluye enseñanzas para aclarar el significado del deber que tenemos como cristianos. Además, sus enseñanzas tienen por objeto motivarnos e impulsarnos a la obediencia.
EL AMOR FRATERNAL 1:22–25
Jesucristo dijo a sus discípulos que por medio del amor que se tuvieran, “conocerán todos que sois mis discípulos” (Juan 13:34–35). Entre los hermanos en Cristo es la tarjeta de presentación o etiqueta que los identifica como tales.
Escribiendo a los que sufrían en medio de una sociedad hostil, Pedro les recuerda que han de exhibir afecto fraternal. La tensión que viene al experimentar la oposición del mundo puede unir a los cristianos o puede distanciarlos. El amor se necesita para que se apoyen y se animen unos a otros en las circunstancias difíciles.
Una manera de predicar la realidad y potencia del evangelio es manifestar afecto, armonía y apoyo mutuo entre los hermanos. Una comunidad de humanos que muestra amor es un milagro divino y por fuerza atrae a otros para que reciban a Cristo. Toda persona desea ser parte de un grupo donde se sienta amor.
¡PENSEMOS!
En el versículo 22, ¿Cuáles son las características del amor que Dios manda? ¿Nos da Pedro una razón para que nos amemos unos a otros? ¿Cuál es? ¿Cuál es el efecto de la Palabra de Dios en el creyente y en sus relaciones con otros? ¿Cuál es el contraste entre el hombre y la Palabra de Dios? En su opinión, ¿cuál es la diferencia entre vive y permanece (v. 23)? ¿Cómo describiría usted la gloria del hombre? ¿Cómo difiere de la gloria de Dios?
El amor brota de la persona redimida (v. 22)
Pedro recuerda a los lectores que sólo la persona que ha experimentado la purificación de Dios en su vida puede amar a los demás en la forma que se describe aquí.
La obediencia a la verdad hace referencia al acto de creer el mensaje de salvación (1:2). Creer en Cristo es obedecer el llamado de Dios que nos ha llegado a través del evangelio (v. 25). Asimismo significa ya no tratar de huir del Señor, y dejar de ser independientes y rebeldes.
Cuando creemos en él, nuestro Salvador perdona nuestros pecados y nos da una nueva naturaleza. Por eso deseamos amar a los demás, porque pertenecemos a una nueva familia. Llegamos a tener nuevos parientes, que son los otros cristianos.
El amor fraternal es el que muestran los hermanos debido a que tienen muchas cosas en común, por ejemplo, en una familia, tienen los mismos padres, comparten la misma casa y tienen las mismas características e intereses familiares. En lo espiritual sucede algo parecido. Poseemos la misma naturaleza y al Espíritu Santo que Dios ha puesto en nosotros. Hemos de compartir los mismos propósitos y la conducta que Dios manda. Estamos obligados a amarnos mutuamente.
SI ALGUNO DICE; YO AMO A DIOS, Y
ABORRECE A SU HERMANO,
ES MENTIROSO (1 JUAN 4:20)
El amor es fruto del Espíritu Santo (v. 22)
A decir verdad, a menudo es difícil amar a otros creyentes porque no todos tienen características que atraen. Además, todos poseemos una naturaleza egoísta que lucha contra la obligación de buscar el bien de otras personas. “El deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis” (Gálatas 5:17).
Sin embargo, el Espíritu Santo vive dentro del creyente y debido a que es Dios mismo, nos motiva y capacita para amar a los hermanos. “El fruto del Espíritu es el amor…paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre…” (Gálatas 5:22–23). Amémonos los unos a los otros mediante el Espíritu.
El amor ha de ser sincero (v. 22)
El autor no deja ninguna duda en cuanto al tipo de amor que caracteriza al cristiano. No fingido significa que no es “hipócrita” o “que usa máscara”. Los actores en el drama griego usaban éstas últimas para representar su papel. El creyente no ha de amar como quien participa en una obra teatral.
El amor significa “dar” y “buscar el bien” de otra persona. Pero podemos aparentar amor cuando deseamos conseguir algo, buscando recibir sin dar. Uno puede engañar para manipular a otro y cumplir un propósito egoísta como es el de llenar sus necesidades emocionales.
Para que el amor sea sincero, la persona tiene que haber sido transformada y purificada por el nuevo nacimiento, por el Espíritu Santo y por la Palabra de Dios.
El amor requiere empeño (v. 22)
Entrañablemente se refiere a esforzarse con toda la energía que uno tiene. Es un concepto atlético que significa estirarse al límite de las capacidades. Pedro toma por sentado que no es fácil hacerlo y que requiere empeño y disciplina. Manifestar el afecto genuino para los hermanos que conocemos exige que el creyente se entregue en corazón y alma, y que dependa del poder de Dios.
Para subrayar que es una responsabilidad que exige tener fuerzas sobrenaturales, debemos entender el segundo vocablo que Pedro emplea. Primero, menciona el amor fraternal que es el que se manifiesta entre hermanos porque tienen muchas cosas en común y el segundo amaos unos a otros significa que el amor se debe manifestar aunque la conducta o cualidades de la otra persona no sean atractivas. Se usa el mismo verbo en Juan 3:16, donde Jesucristo dijo: “Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”.
Dios ama al mundo, aun a los que se rebelan contra su dominio y desobedecen el orden y conducta que él estableció. A pesar de la inmoralidad, suciedad e injusticia de los humanos, el Señor nos ama y anhela que el hombre y la mujer confíen en Jesucristo que murió para perdonar nuestros pecados y hacernos nuevas personas. El Altísimo es el modelo que debemos imitar para aprender a querer a quienes no nos atraen. Esto es amor sobrenatural basado en Dios mismo, por medio de su Espíritu que vive en nosotros.
PURIFICACION Y RENACIMIENTO > AMOR
El amor es motivado por la nueva vida y está anclado en la Palabra eterna (vv. 23–25)
Los destinatarios de esta carta estaban padeciendo la crítica, la burla y el rechazo de sus amigos y vecinos. Además de la instrucción para que supieran cómo debían conducirse en tales circunstancias, necesitaban conocer que hay anclas que son firmes e inamovibles.
Pedro ya mencionó las verdades que el cristiano posee: la elección eterna (v. 2), su herencia guardada en el cielo (v. 4) y las profecías que Cristo cumplió (vv. 11–12). También, señaló la santidad del carácter de Dios (v. 16), el sacrificio de Cristo en la cruz (v. 19), su resurrección (v. 21) y su segunda venida (v. 13). Rodeados como estaban de incertidumbre, necesitaban asirse de lo que es cierto, poderoso y eterno.
A continuación procede a recordarles que existen otros dos fundamentos seguros:
1)     La salvación personal que transformó sus vidas y
2)     la indestructible Palabra que Dios usó para salvarlos.
Cuando el Todopoderoso salva a la persona, purifica su alma por medio del perdón, creando una nueva naturaleza en su vida por la presencia del Espíritu Santo. Entonces debemos rechazar la práctica y las actitudes que no manifiestan amor a los demás y que son pecado. Veremos una lista de estas en 2:1. Hemos de querer a otros, especialmente a los que también han nacido en la misma familia espiritual.
La nueva vida comienza con una semilla que Dios siembra en el corazón; esta es la Palabra de Dios que “es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de dos filos” (Hebreos 4:12) . La semilla, regada por el Espíritu Santo, germina cuando uno la acepta por fe. Entonces esa simiente brota produciendo la nueva vida espiritual.
Pedro subraya la permanencia de la Palabra de Dios aduciendo que contiene el evangelio y la pone en contraste con la gloria del hombre, incluyendo todo lo que la humanidad ha logrado, como las riquezas, la sabiduría humana, los gobiernos, el arte, la arquitectura, la ciencia y la filosofía. Aunque el Altísimo es quien le ha dado la capacidad para lograr estas cosas, el hombre se enorgullece de ellas. Es por eso que el Señor dice que la belleza y gloria de todo lo humano es perecedero. En cambio, la Palabra de Dios que él ha puesto en el corazón de los creyentes permanece para siempre, así como la salvación que ella produce.
EN ESTO CONOCERÁN TODOS QUE SOIS
MIS DISCÍPULOS, SI TUVIEREIS AMOR
LOS UNOS CON LOS OTROS
(JUAN 13:35)
Al llevar a la práctica el principio del amor, debemos volver a estudiar el impacto del evangelio que Cristo describe en Juan 13:34–35. Los incrédulos deben observar la vida comunitaria y de afecto que viven los hijos de Dios. Las familias cristianas, los grupos de estudio bíblico, las damas, los varones y jóvenes de la iglesia deben planear actividades e invitar a los que no conocen a Cristo para que aprendan que los cristianos mantienen una relación única y sobrenatural entre ellos.
¡PENSEMOS!
¿Tiene usted la seguridad de que ha nacido de nuevo? Lea otra vez 1 Pedro 1:18–21 y pregúntese si está confiando únicamente en el sacrificio de Cristo en la cruz para el perdón de sus pecados. ¿Qué aprendió usted de los dos vocablos “amor fraternal” y “amaos”? ¿Ha fallado usted con respecto a amar y mostrar afecto hacia algún creyente que conoce? Reflexione sobre los versículos 22–23 para contestar la pregunta: ¿qué me hace falta para amar a este hermano y mostrárselo? ¿Está su iglesia creando oportunidades para que los no creyentes observen el amor entre los cristianos?
HAMBRE ESPIRITUAL 2:1–3
El que lee esta carta debe notar que al iniciar el capítulo dos, el autor continúa tratando los dos temas que ocupaban su mente en los últimos versículos del capítulo anterior
Estos son:
1)     la relación del creyente con otras personas y
2)     su relación con la Palabra de Dios.
¡PENSEMOS!
Medite cuidadosamente en 1 Pedro 2:1–3 antes de contestar estas preguntas. ¿Cuál es la relación de 2:1 con el tema del amor en el pasaje anterior? ¿Cuáles son las dos funciones de la Palabra de Dios según 1:23 y 2:2? ¿Qué se debe rechazar? ¿Qué se debe buscar? Describa en sus propias palabras cada pecado que hemos de desechar (2:1). ¿Cómo describe Pedro la actitud que cada creyente debe tener hacia las Escrituras?
En 2:1, la lista de pecados que el creyente debe evitar son errores que se cometen en la forma en que se relaciona con otras personas. Son lo opuesto del amor que Pedro mandó en 1:22. El vivir bajo las presiones de una sociedad hostil puede provocar algunas emociones, reacciones y conductas negativas. He aquí la lista.
Malicia es el impulso interno que quiere hacer daño a otra persona. Engaño significa literalmente “atrapar con anzuelo o cebo”. Esta palabra habla de mentir o disimular para despistar y manipular.
Se vio la hipocresía en 1:22 donde se tradujo como “fingir”. Uno que tiene malicia y practica el engaño desea esconderlo. Se finge ser otra cosa con el fin de ayudar a mejorar la reputación personal o para conseguir algún beneficio.
Posiblemente Pedro recuerda las envidias de los mismos discípulos (Lucas 22:24–27). Detracciones habla de acusar y difamar. Se usa al hablar de la conducta de los enemigos de la fe en 2:12 (murmuran).
En la ceremonia de bautismo, algunos de los cristianos primitivos tenían la costumbre de quitarse la ropa antigua y ponerse una toga blanca para indicar el cambio en las actitudes y conducta que resultan de recibir a Cristo como Salvador. Posiblemente Pedro piensa en esos pecados como si fueran la ropa sucia de la vida anterior que el creyente debe quitarse y destruir para poder manifestar el amor que se manda en 1:22.
En el versículo 2 se encuentra el último verbo imperativo en la serie que comenzó en 1:13: desead como niños recién nacidos, la leche espiritual. Es importante no entender mal lo que el autor dice. Pedro se dirige a todos los creyentes, no sólo a los nuevos que a veces son llamados “niños espirituales”. El autor quiere decir a todo creyente que debe anhelar la Palabra de Dios con la misma intensidad con que un bebé desea su alimento lácteo porque es lo único que su naturaleza puede recibir y lo desea con mucha intensidad y frecuencia. No sólo le gusta el sabor, sino su cuerpo la demanda y su vida depende de ella.
Cada vez que vemos a un bebé llorando porque necesita de la leche materna, hemos de recordar que cada hijo de Dios debe desear con todo su ser el alimento de la Biblia. La vida espiritual la demanda y su salud espiritual depende de ella.
ANHELE LA PALABRA DE DIOS DE LA MISMA
MANERA EN QUE UN NIÑO DESEA SU LECHE
El Señor compara su Palabra con otros alimentos, por ejemplo con el pan (Mateo 4:4) porque es un alimento universal y básico para el diario vivir, y la miel (Salmos 119:103) porque es dulce y sabrosa. También es el alimento sólido que se necesita para seguir madurando en la fe (1 Corintios 3:1–4 y Hebreos 5:11–14). Jeremías habló del gozo que sentía al saborear la Santa Palabra (Jeremías 15:16).
En estos versículos de 1 de Pedro, él afirma varias de sus características:
1)     Es alimento espiritual Es para el espíritu lo que la leche para el cuerpo: el sostén esencial que ha de recibirse con regularidad y frecuencia.
2)     Produce crecimiento espiritual y Ileva a la madurez cristiana. Pedro dice que por ella crezcáis para salvación.
Los versículos 22 y 23 del capítulo 1 indican claramente que los destinatarios ya eran cristianos. Entonces, entendemos salvación aquí como una progresión en la vida del creyente. Dios está dando la salvación del poder del pecado. Pedro quiere decir específicamente que las Escritures proveerán la madurez que necesitan para confrontar la oposición de los enemigos.
El versículo quiere decir, “Puesto que ya han saboreado que el Señor es bondadoso, entonces es razonable que anhelen estudiar su Palabra, lo que hará que su bondad se manifieste más y más en el creyente”. Es nuestra experiencia del amor divino lo que nos da apetito por su Palabra. Su benignidad se manifestó cuando nos redimió de nuestros pecados y en las experiencias diarias porque provee para todas nuestras necesidades.
¡PENSEMOS!
Examine su corazón para saber si su relación con alguien se caracteriza por alguno de los sentimientos mencionados en el versículo 1. Haga un plan para desecharlo. ¿Habrá un pecado que le haya quitado el apetito por leer y estudiar la Biblia? Piense si en el pasado perdió el deseo de alimentarse con ella. ¿Cómo lo recuperó? Repase algunas maneras en que Dios le ha mostrado su bondad.
Piedras Vivas
1 Pedro 2:4–10
Algunos dicen que este pasaje es el mejor conocido de toda la carta. El autor emplea ricas figuras que dan a su enseñanza una belleza poética muy particular. Se recomienda que lo lea en voz alta haciendo énfasis en la expresión para sentir el impacto de los emotivos conceptos. Pero después de hacerlo, debe detenerse y meditar en los detalles para captar su profundidad.
Describe la alta posición y grandes privilegios que tenemos como creyentes. La variedad de ideas en el pasaje giran alrededor de dos de ellos expresados en los versículos 5 y 9.
2:4–8
2:9–10
Ofrecer sacrificios espirituales a Dios.
Anunciar las virtudes de Dios.
OFRECIENDO SACRIFICIOS 2:4–8
En 2:4 se explica la sencillez de recibir a Cristo como Salvador por medio de la expresión acercándoos a él. Es tan simple como acercarse con la intención de quedarse con él y gozar de una nueva relación y comunión. Jesucristo dijo, “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11:28). Hebreos 7:25 enseña, “por lo cual puede también salvar perpetuamente a los que por él se acercan a Dios…”
“Acercarse a Dios y a Jesucristo” es creer que él es el Hijo de Dios y que Ilevó sobre sí mismo nuestro pecado y el castigo que merecíamos. Es confiar únicamente en él para ser salvo eternamente.
¡PENSEMOS!
Acuérdese de alguna vez en que fue escogido para recibir un reconocimiento. ¿Cómo se sintió? Apunte todos los títulos que Pedro usa para referirse a los cristianos en el pasaje. En el versículo 4, ¿cuáles son los adjetivos que describen a Jesucristo? En 4–8 ¿Cuáles son tres tipos de piedra que se refieren a él? ¿Qué aprende usted acerca de Jesús por medio de estas figuras? En los versículos 6–8, ¿cuál es el resultado de creer en él? ¿De rechazarlo?
Jesucristo es la piedra principal del nuevo templo 2:4
Pedro Ilama a Cristo la piedra viva. La construcción de que habla está compuesta de seres vivientes que comparten su vida con Dios. El edificio es un templo y Cristo es la piedra principal. No solamente es viva sino también escogida y preciosa. Estas ideas vienen del versículo 2:6 donde cita a Isaías 28:16. Jesús fue preparado por Dios para cumplir este papel especial y su persona es muy valiosa para el Padre.
En la figura del templo, Cristo es la piedra del ángulo que era la primera en colocarse en una esquina del cimiento de las construcciones. Se ubicaba con mucho cuidado para que orientara correctamente toda el edificio. A base de esta roca, los albañiles endían sus hilos para que las paredes quedaran rectas y las esquinas quedaran a escuadra. De la misma manera, nuestro Salvador es la norma, el maestro y guía para que el edificio espiritual se construya según el diseño del divino Arquitecto.
El cristiano es una piedra viva en el templo 2:5–6
Se requieren muchas piedras para edificar un templo y los creyentes representan cada una de ellas. Al recibir al Señor, se van ubicando en su lugar correspondiente. Efesios 2:20–22 también utiliza esta figura refiriéndose a la iglesia. Cuando uno es regenerado, de inmediato se une con Jesucristo y con todos los que han vivido en comunión con él desde el día de Pentecostés (Hechos 2).
Pablo enseña en Efesios 2:21–22 que ese templo espiritual es la morada de Dios. En el Antiguo Testamento, él habitaba en el tabernáculo y posteriormente en el templo para manifestarse a su pueblo. Hoy, su presencia especial permanece en su iglesia, la cual es su templo.
Las figuras que más se usan en el Nuevo Testamento para enseñar sobre la Iglesia son la familia y el cuerpo. Todos los creyentes son hermanos de la familia espiritual y todos miembros del cuerpo de Cristo, del cual él es la cabeza.
En el versículo 5, el verbo sed edificados puede ser traducido también “sois edificados”. Puesto que Pedro se dirige a cristianos, parece mejor entender el verbo como una afirmación. Cuando se recibe a Cristo como su Salvador personal, cada uno es “edificado” o colocado en el edificio. La expresión es paralela a la afirmación que se hace en el versículo 9: sois linaje escogido.
Los creyentes Ilegan a ser dos cosas: casa espiritual y sacerdocio santo, lo cual indica que:
1)     Llegan a componer el templo de Dios en el cual él mora y su pueblo le adora.
2)     Llegan a ser sacerdotes que sirven en el templo, alabando y sirviendo a Dios por medio del ofrecimiento de sacrificios espirituales.
Puesto que somos sacerdotes en el templo de Dios, no es necesario acercarnos a él a través de un mediador humano. Jesucristo es el único que puede ejercer esa función y no necesitamos que un religioso o cualquier otro hombre nos represente delante de nuestro Padre.
“Así que, hermanos, teniendo libertad para entrar en el Lugar Santísimo por la sangre de Jesucristo, por el camino nuevo y vivo que él nos abrió a través del velo, esto es, de su carne, y teniendo un gran sacerdote sobre la casa de Dios, acerquémonos con corazón sincero…” (Hebreos 10:19–20)
Antes de la venida de Cristo, el pueblo de Dios ofrecía en el templo sacrificios de animales y granos. Pero nuestro Redentor se ofreció como el cordero de Dios, el sacrificio perfecto por nuestros pecados para librarnos de esa obligación. No se necesita ofrecer más sacrificios para expiar los pecados. Sin embargo, las Escrituras hablan de algunas cosas que debemos Ilevar a Dios como una ofrenda de adoración y gratitud. Son importantes y a continuación mencionamos algunas:
Salmo 51:17
Romanos 12:1
Romanos 15:16
Filipenses 4:18
Hebreos 13:15
Hebreos 13:16
La confesión de pecados
La vida entregada a Dios
Las personas que traemos al Señor
La ofrenda para la obra
La alabanza a Dios
El hacer el bien y la ayuda mutua.
Estas ofrendas pueden hacerse en cualquier momento y lugar y debemos tenerlas en cuenta cada vez que vamos a la iglesia para reunirnos con los demás. ¿Asistimos al culto sólo para conseguir algo como la enseñanza, la inspiración, el gozo, el ánimo, la sabiduría o alguna otra bendición? Pero no debemos hacerlo pensando solamente en nosotros mismos, sino Ilevando ofrendas para ofrecer a Dios tales como la confesión, la alabanza, nuestra vida, nuestra ofrenda de dinero y personas que hemos guiado a Cristo.
Según el apóstol Pedro, los sacrificios espirituales son aceptables a Dios por medio de Jesucristo quien es nuestro sumo sacerdote.
En el versículo 6, la cita de Isaías 28:16 trae ánimo al creyente: no será avergonzado indicando que no se verá desilusionado ni defraudado por haber recibido a Cristo como su Salvador. Nos sentimos orgullosos porque estamos junto a la piedra principal escogida por Dios para quien es preciosa. Pedro quería que este pensamiento animara a los creyentes que vivían en medio de la crítica, la burla y el sufrimiento.
JESUCRISTO ES:
La piedra viva, v. 4
La principal piedra del ángulo, v. 6
La piedra desechada, v. 7
La piedra de tropiezo, v. 8
Los que rechazan el evangelio tropiezan en la piedra que es Cristo 2:7–8
Otros pasajes de la Biblia hablan de nuestro Salvador como la piedra de tropiezo (Isaías 8:14–15 citado en Mateo 21:42–44, Romanos 9:31–33, 1 Pedro 2:8). En especial, los judíos tropezaron con él, porque no fue el Mesías que esperaban, un majestuoso libertador de la opresión de Roma. En cualquier época, la percepción que la mayoría de los humanos han tenido con respecto a Jesús no ha sido la que esperaban. Alguno de sus aspectos, ya sea su raza, su cultura, su imagen, su debilidad, sus seguidores, sus demandas o su enseñanza han ofendido a ciertas personas. Como no lo aceptaban, entonces “tropezaron”, rechazando la vida, perdón y esperanza que Dios les ofrecía a través de él.
PORQUE LA PALABRA DE LA CRUZ ES LOCURA A
LOS QUE SE PIERDEN; PERO A LOS QUE SE
SALVAN, ESTO ES, A NOSOTROS, ES PODER
DE DIOS (1 CORINTIOS 1:18)
Antes de dejar este párrafo, debemos notar las enseñanzas que animaron a los primeros lectores y que también deben impactar nuestras vidas.
1)     Una idea fundamental del párrafo es que los hombres rechazaron a Jesucristo, pero su Padre lo aceptó como sacrificio. En esta idea va implícito el deseo del apóstol Pedro de animar a los lectores; quería darles la perspectiva divina de sus circunstancias difíciles. Puesto que Cristo fue rechazado por los hombres, era de esperarse que los creyentes también lo fueran. “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros” (Juan 15:18).
2)     Además, de la manera en que Cristo es escogido y precioso para el Padre, así los creyentes han sido elegidos para disfrutar grandes privilegios. El es piedra viva y ellos también. Aunque los hombres los menosprecien, no deben sentirse avergonzados porque son las privilegiadas rocas que han sido colocadas al lado de la cabeza del ángulo. Los edificadores de la sociedad en que viven los cristianos los rechazan, pero Dios los utiliza en su edificio.
3)     Además, somos sacerdotes que bajo el mando del Sumo Sacerdote Jesucristo, servimos a Dios en el templo espiritual ofreciendo sacrificios espirituales. Este ministerio es aceptable delante de Dios, como lo fue la obediencia de Cristo. Son agradables a él por causa de su Hijo. Se agregan a estos privilegios todos los otros calificativos que se encuentran en el versículo 9.
También el párrafo contiene una advertencia para los que no conocen a Cristo. El versículo 8 amplía lo que significa tropezar. Los que no creen en él, tropiezan en la palabra, siendo desobedientes. El incrédulo no acepta que Cristo es Dios y que murió por los hombres. Tampoco admite que es pecador y que solamente por Jesús es posible ser aceptado por el Altísimo. Desobedece el mensaje porque no responde con fe a la gran oferta divina. La frase final enseña que el hombre que persiste en su incredulidad, ha sido destinado a la desobediencia por su rebeldía.
…EL QUE NO CREE, YA HA SIDO CONDENADO,
PORQUE NO HA CREÍDO EN EL NOMBRE DEL
UNIGENITO HIJO DE DIOS (JUAN 3:18B)
¡PENSEMOS!
¿Cómo le fortalece a usted saber que forma parte del templo de Dios y que es un sacerdote que ofrece sacrificios? ¿Cuál de los mencionados en la lista de arriba necesita usted ofrecer con más frecuencia? ¿En qué forma ve usted los resultados de las dos opiniones más comunes acerca de Jesucristo? Hoy en día, ¿cuáles son los motivos que hacen que algunos tropiecen en él?
ANUNCIANDO LAS VIRTUDES DE DIOS 2:9–10
Pedro continúa disertando acerca de que tenemos grandes privilegios. Las frases del versículo 9 tienen un significado especial porque ese fue el nombre con que el Señor Ilamó al pueblo judío en el Antiguo Testamento (Exodo 19:6, Deuteronomio 7:6).
Ahora sabemos que en la actualidad la iglesia es el pueblo de Dios, y él aplica las mismas expresiones a los cristianos. Para los gentiles esta era una idea revolucionaria, el ser identificados con estas frases: linaje escogido, real sacerdocio, nación santa y pueblo adquirido por Dios. Estos nombres representan grandes privilegios que solamente los judíos habían disfrutado.
Linaje escogido v. 9
La nación judía fue elegida con el fin de mediar entre Dios y el resto de la humanidad y ese era el papel del sacerdote. El deber de su pueblo era manifestar el carácter y las obras del Altísimo para que todo el mundo lo conociera y se sometiera a él. En algunas épocas la nación judía cumplió su tarea, pero en muchas otras no fue así. Su mal testimonio hizo que los gentiles blasfemaran contra Jehová (Romanos 2:24).
Se debe aclarar que Pedro utiliza los conceptos de linaje, sacerdocio, nación y pueblo que anteriormente se referían a los judíos para designar a los cristianos, quienes pueden ser llamados así, porque en esta época la iglesia es el pueblo de Dios y su instrumento para alcanzar al mundo. La iglesia ahora cumple algunas de las funciones que Israel tenía antes de la venida de Cristo. Sin embargo, no hemos de pensar que la iglesia puede sustituir de una vez y para siempre a Israel ni tampoco que esa nación se debe confundir con la iglesia. Cuando Dios complete la formación de su iglesia, volverá a ocuparse de la nación judía para hacerlos sacerdotes y testigos en el mundo (por ejemplo Romanos 9:11–32 y Apocalipsis 7:1–8)
Real sacerdocio v. 9
Somos un real sacerdocio porque tenemos la responsabilidad de anunciar las virtudes de Dios, sus atributos y obras, todo lo que revela su gloriosa excelencia. Pablo enseñaba que Dios tiene el propósito de que lleguemos a ser conformes a la imagen de Cristo (Romanos 8:29). Cuando nuestras vidas manifiesten su divino carácter, entonces los demás conocerán las excelencias de Dios.
Así, los hombres deben reconocer que el Señor de los cristianos es el único Dios Soberano, Eterno y Salvador de la humanidad. Cuando los creyentes no muestran una vida santa y no testifican a los demás, entonces fallan como lo hicieron los judíos. El mundo blasfema de Dios y no cree en él, ni en su Hijo.
Esta misma expresión indica que el Altísimo nos honra con la posición de reyes. En el Antiguo Testamento, los reyes no podían ser sacerdotes porque éstos tenían que ser de la tribu de Leví. Los reyes eran de la tribu de Judá. Sin embargo, Pedro dice que somos sacerdotes pero al nivel de reyes.
Afirmar esto significa varias cosas:
1)     Los sacerdotes estaban consagrados al servicio del Rey de reyes y nosotros hemos de entregarnos también a obedecerlo y servirlo.
2)     Los sacerdotes cuidaban su vida personal, espiritual y moral para agradar a Dios. En el versículo 9, Pedro dice que somos una nación santa y hemos de vivir separados del pecado y la inmundicia del mundo, pero no aislarnos de los incrédulos sino anunciarles las virtudes del Padre Celestial. Para hacerlo, ellos tienen que conocernos, observarnos y oírnos. Hemos de estar en contacto con los hombres del mundo pero no contaminarnos con sus valores y su mala conducta.
3)     No todos los sacerdotes judíos tenían las mismas responsabilidades, pero todos se identificaban con el sumo sacerdote. Nuestra labor difiere en la manera de servir a Dios, pero también somos sumisos a Jesucristo, que es la cabeza de la iglesia.
EL CREYENTE ES UN SACERDOTE
QUE OFRECE SACRIFICIOS ESPIRITUALES Y
ANUNCIA LAS VIRTUDES DE DIOS.
Nación santa v. 9
En el capítulo 1, Pedro exhortó a los creyentes a ser santos porque Dios dice: “Yo soy santo”. Esto mismo dijo primero a la nación judía y era responsable de obedecer las normas de la ley de Moisés y demostrar la santidad divina. A través de su vida nacional, su vida comunitaria y su ética personal, el mundo comprendería que Jehová era el único Señor santo y verdadero.
Pero en muchas épocas las naciones que los rodeaban sólo veían el pecado del pueblo y no podían apreciar en ellos el reflejo del carácter de su Creador.
Actualmente, nuestro Padre ha dado a la iglesia el privilegio y la responsabilidad de cumplir ese propósito, por lo que debe ser santa y reflejar al mundo que el Soberano del universo es santo y verdadero, para que los hombres crean en él. ¿Impactan al mundo en esa forma nuestras vidas e iglesias?
Pueblo adquirido por Dios v. 9
Además, somos un pueblo que pertenece al Altísimo. La mayoría de los lectores de esta carta no eran hebreos. En tiempos antiguos, Dios tenía que decir a los gentiles no erais pueblo porque no pertenecían a los que había elegido para ser sus representantes en el mundo. Pero ahora llama a todos los creyentes por igual, sean judíos o no, ahora sois pueblo de Dios (v. 10). Hemos recibido su misericordia y somos su pueblo (vv. 9–10) porque Cristo nos compró por su muerte en la cruz. ¡Es maravilloso saber que nos considera como su pueblo especial!
¡PENSEMOS!
¿Cuál de las frases de los versículos 9 y 10 le motiva más? ¿Por qué? Apunte una aplicación para su vida. Repaso: ¿Cuáles son las dos responsabilidades del creyente que Pedro subraya en los versículos 4–10? (Note los vv. 5 y 9)
Los creyentes de Asia Menor vivían en medio de gente que los odiaba. Pedro les escribe para animarlos y retarlos. Lo primero que debían recordar era que Cristo también había sido rechazado por los hombres pero que Dios lo escogió y exaltó, de la misma manera en que a nosotros se nos hace acreedores de privilegios muy grandes porque hemos sido elegidos para ser su pueblo y sus sacerdotes.
Pero el apóstol también les deja unos encargos. En primer lugar, han de ofrecer sacrificios espirituales a Dios. En segundo, tienen que exhibir públicamente que el Señor es santo, poderoso y misericordioso. Esto se lograría por medio de su conducta y testimonio.
 
 
Extranjeros y Ciudadanos
1 Pedro 2:11–17
¡El cristiano tiene doble ciudadanía! Por eso tiene responsabilidades tanto celestiales como terrenales. Pedro aclara que nuestra primera lealtad se debe a Dios. Sin embargo, debemos seguir en el mundo y no podemos escapar de nuestros deberes por ser miembros de una sociedad. Uno de ellos es el maravilloso privilegio de ser embajadores de Dios a los perdidos, pero siempre llevando un estilo de vida que se caracterice por las actitudes y conducta de un ciudadano de la patria celestial.
Con el versículo 11, Pedro comienza una nueva división de la carta, la cual se concentra precisamente en la forma en que debemos vivir como cristianos verdaderos en todas nuestras relaciones. En este capítulo solamente comenzaremos a estudiar este tema para continuarlo en los siguientes.
Los versículos 11 y 12 introducen la división. Después se verán pasajes sobre las:
Relaciones con el gobierno
Relaciones en el trabajo
Relaciones en el matrimonio
Relaciones interpersonales
2:13–17
2:18–25
3:1–7
3:8–12
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
El énfasis en toda la sección es la sumisión del creyente: primero al estado, al amo, al cónyuge y a otras personas en su contexto. Este concepto se repite en: 2:13, 17, 18, 20, 23; 3:1, 5, 6, 8, 9.
En la sección que nos toca estudiar, vv. 11–17, se encuentran dos párrafos: uno muy breve de introducción para toda esta división y uno más largo acerca de nuestras responsabilidades ante el gobierno.
2:11–12
2:13–17
Los extranjeros: Glorificando a Dios en el mundo
Los ciudadanos: Glorificando a Dios ante el estado
LOS EXTRANJEROS 2:11–12
El apóstol apela a los lectores con ternura y fervor diciendo: Amados, yo os ruego. Estas primeras palabras del versículo 11 muestran la seriedad e importancia que tienen las normas de conducta que el autor va a enumerar a sus hermanos en Asia Menor.
¡PENSEMOS!
Lea cuidadosamente los versículos 11 y 12. Piense en varias situaciones que surgen cuando un cristiano tiene qué vivir como extranjero en un país que no es su patria. ¿Qué quiere Pedro que hagamos dentro de la sociedad? ¿Cuál es el motivo para vivir así? ¿Qué hacían los vecinos en contra de los cristianos que recibieron esta carta?
Antes de iniciar su lista, Pedro identifica a los creyentes como extranjeros y peregrinos. Sin importar de qué país procedan, no pertenecen a este mundo. Son residentes temporales. Filipenses 3:20–21 y Hebreos 11:8–16 nos recuerdan que somos ciudadanos del cielo.
No podemos esperar que el mundo nos trate como a los suyos porque no echamos raíces ni queremos quedarnos en él para siempre, sino que vamos de paso para llegar a otra tierra. Esta mentalidad nos motiva a ser santos en nuestra relación con el gobierno, nuestro patrón, cónyuge y la sociedad en general.
Antes de entrar de lleno a su disertación a partir del v. 13, Pedro especifica que tenemos dos responsabilidades generales.
1)     que os abstengáis de los deseos carnales (v. 11) y
2)     manteniendo buena vuestra manera de vivir entre los gentiles (v. 12).
Los deseos carnales pueden ser los que menciona en 4:3, pero también puede referirse a toda forma de egoísmo que brota de nuestra naturaleza pecaminosa. Por ejemplo, se ve en esta sección que debemos evitar mostrar un espíritu de rebeldía contra los gobernantes así como reacciones negativas contra un patrón abusivo. Más adelante, el apóstol habla de egoísmo en el matrimonio, de la venganza y de los labios que maldicen a otros. Todos estos son deseos carnales.
Las buenas obras mencionadas en el versículo 12 no deben entenderse sólo como actos de bondad y piedad hacia los necesitados. Para Pedro incluyen la obediencia a las leyes, pagar los impuestos, honrar y comprender al cónyuge y mostrar afecto a los hermanos en Cristo.
Hay tres razones por las cuales debemos conducirnos de esta manera. Una es que somos ciudadanos del cielo. La voluntad de Dios es nuestra norma y no el ejemplo de la sociedad.
En segundo lugar, la naturaleza egoísta pone en peligro el bienestar espiritual del creyente porque entabla una guerra contra el alma.
En tercer lugar, el hijo de Dios ha de tomar en cuenta la influencia de su conducta en los que no conocen a Cristo. Los gentiles en este versículo no se refiere sólo a los no judíos, sino a todos aquellos que no creen y que hablan contra los creyentes.
Posiblemente los hermanos de Asia Menor eran víctimas, no sólo de la calumnia de sus vecinos, sino de acusaciones por parte de las autoridades. Algunas veces, los ciudadanos de un país ven a los extranjeros y los critican porque son diferentes (4:4). Existían muchos motivos de sospecha contra ellos, posiblemente por razones justificadas como se sugiere en 3:16–17.
Pero habrá un día en que la gracia y salvación vendrán a ellos. El día de la visitación, el Espíritu Santo actuará en ellos, y tendrán oportunidad de reconocer que la conducta de los cristianos es buena y que Dios está en ellos. ¡Glorificarán al Altísimo y aceptarán a Cristo!
Se encuentra aquí otro importante principio para nuestra vida de creyentes. No hemos de aislarnos de las personas que viven a nuestro alrededor porque ellos necesitan conocernos y observarnos para que sean influenciados por nuestra buena conducta.
¿QUIENES SON SUS AMISTADES
NO CREYENTES?
Debemos permanecer lo suficientemente cerca de ellos para que se den cuenta de nuestro comportamiento. Mantengamos contacto con familiares, vecinos, colegas y compañeros que necesitan conocer a Cristo. Acerquémonos y hagamos amistad con los no creyentes como hizo Jesucristo. No participamos de su pecado, pero los queremos por causa del Señor.
¡PENSEMOS!
¿Cómo puede el creyente ganar la victoria sobre su naturaleza pecaminosa? (Compare Gálatas 5:16–17) ¿Por qué a veces es el buen testimonio más importante que las palabras? ¿Qué sucede cuando testificamos de Cristo sin mostrar una buena conducta? ¿Cómo mantiene usted el contacto y amistad con los que no conocen al Salvador? ¿Qué otras oportunidades podría buscar para cultivar esas amistades?
LOS CIUDADANOS 2:13–17
Los creyentes en Jesucristo tienen su ciudadanía en el cielo, pero también tienen obligaciones civiles en el mundo. El Creador instituyó el gobierno humano para que guardara el orden y la tranquilidad en la sociedad y se sujetara al Rey de reyes. El estado no ha cumplido bien este papel en muchas épocas de la historia. Pero todos tenemos que cumplir nuestras responsabilidades en la sociedad en que vivimos. Entonces, el creyente es extranjero y a la vez, ciudadano de su país.
¡PENSEMOS!
En el versículo 13 se encuentra la primera mención de “someterse”. ¿Qué significa para usted este mandato? Según los versículos 13–15, ¿Cuáles son las razones que lo justifican? ¿Cómo afecta la salvación a las relaciones que el creyente tiene con su gobierno? ¿Incluye la voluntad de Dios oponerse al estado? Piense en ejemplos bíblicos en que los siervos de Dios resistieron a las autoridades. ¿Por qué lo hicieron?
La regla es sujetarse (v. 13).
El verbo “someterse” significa literalmente “clasificarse debajo” del rango que tiene otro. Entonces, el creyente ha de reconocer que las autoridades están por encima de él y que tienen el derecho de hacer leyes y exigir que se cumplan.
El gobierno debe cumplir con justicia la función que Pedro describe en el versículo 14, pero en infinidad de ocasiones no es así porque le falta sabiduría o voluntad o porque permite la corrupción. El escritor y los destinatarios de la carta vivían en el antiguo Imperio Romano. Había leyes buenas y malas. Los emperadores no se regían por una constitución que protegiera los derechos del pueblo y sus gobernadores muchas veces actuaban arbitrariamente. Sin embargo, Pedro ordena sumisión sabiendo que cualquier otra conducta traería anarquía. Compare la enseñanza del apóstol Pablo en Romanos 13:1–7.
Note que Pedro manda la obediencia a toda institución humana. Así, se amplía la responsabilidad del creyente para incluir las instituciones educativas, la iglesia u otra entidad social de la que formemos parte. ¿Cree usted que esta norma se aplica a las obligaciones financieras? ¿Al código para construcciones? ¿A las normas de tránsito? ¿A contribuir a la tranquilidad del vecindario?
El apóstol da tres razones (vv. 13–15).
En primer lugar Dios instituyó el gobierno humano y nos manda someternos, entonces lo hacemos por causa del Señor. Obedecer las disposiciones gubernamentales equivale a obedecer al Padre celestial. Pero Pedro está diciendo que lo hagamos no sólo por deber, sino también por devoción al Altísimo.
SI ME AMAIS, GUARDAD MIS MANDAMIENTOS.
EL QUE ME AMA, MI PALABRA GUARDARA.
JUAN 14:15, 23B
En segundo lugar, hemos de vivir en sujeción porque el gobierno tiene una función dada por Dios: para castigo…y alabanza. Es así que el estado puede exigir obediencia a las leyes y mantener el orden en la sociedad.
En tercer lugar, el autor dice que colaborar con el gobier no hace callar la crítica de los que ignoran la verdad. Como en el versículo 12, Pedro se preocupa por las acciones de los creyentes porque ésas influyen en la vida y actitudes de los que no conocen a Cristo.
La libertad no es un pretexto (vv. 16–17).
Aparentemente algunos creyentes decían que como eran libres entonces no tenían por qué servir al estado. Pedro los reprende diciendo que el hecho de haber sido librados del dominio del pecado los ha hecho siervos de Dios y por lo tanto, tienen que obedecerlo en este aspecto. Por lo general, desobedecer al gobierno es rebeldía contra el Señor. El cristiano no vive sin normas ni leyes, ni por encima de las responsabilidades que tiene ante la sociedad y debe cumplir como los otros ciudadanos.
Los creyentes preguntamos, “¿Qué se hace cuando el gobierno manda algo que Dios ha prohibido, o cuando prohibe algo que nos ha mandado?” La Biblia provee una guía al creyente en estos casos. Cuando sucede una contradicción entre lo que dice el Creador y el gobierno, hemos de obedecer primero al Señor. Esto sucedió cuando las autoridades judías prohibieron a Pedro y a Juan que enseñaran en el nombre de Jesús, pero ellos respondieron: “Juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios” (Hechos 4:19).
También Daniel se opuso a las instrucciones del rey de Babilonia, rechazando la dieta que les había ordenado porque no respetaba las normas de la ley y era parte de la adoración a los ídolos (Daniel 1). Es importante observar que Daniel actuaba así porque honraba al rey y a su administrador. No rechazó todo el plan real para la preparación de liderazgo que exigía, sino sólo lo que infringía las normas divinas. Tampoco mostró un espíritu rebelde y soberbio, sino que quería colaborar. Propuso un plan alterno y Dios lo prosperó.
Hoy en día, si un gobierno prohibe la evangelización o el culto, los creyentes han de cumplir estos deberes a pesar de la ley. Sin embargo, no deben provocar a las autoridades creando escándalos con una conducta indebida. Tenemos que estar muy seguros de que la Biblia manda o prohibe una cosa antes de resistir la voluntad del gobierno. No hemos de insistir en una conducta basada sólo en el deseo o constumbre de los cristianos.
En el capítulo 6, Daniel se encontró de nuevo obligado a desobedecer un decreto. El rey prohibió la oración a Dios. Con firmeza y valor, el profeta siguió su costumbre de orar a riesgo de su vida. Pero es muy importante notar que él era un hombre que colaboraba en todo lo que se le pedía. Su efectividad como funcionario del gobierno, honradez y actitud en esta ocasión le ganaron el favor del rey Darío (6:3–4). Daniel es buen ejemplo del creyente que sufre no por haber hecho el mal, sino por obedecer a su Señor.
Compare otros ejemplos en Exodo 1:15–22 y Mateo 2:7–12. El ejemplo mayor es Jesucristo mismo y Pedro hablará de él al final del capítulo 2.
HONRAD A TODOS.
AMAD A LOS HERMANOS.
TEMED A DIOS.
HONRAD AL REY.
¡PENSEMOS!
Sugiera una manera práctica de obedecer cada uno de los cuatro mandatos mencionados arriba (2:17). ¿Cuáles son algunas normas gubernamentales que los cristianos a veces infringen? ¿Piensa usted que el estilo o tipo de gobierno que está en el poder en su país afecta nuestra responsabilidad?
¿Qué hizo usted en alguna ocasión en que no estuvo de acuerdo con las autoridades? Evalúe su conducta a la luz de las Escrituras.
¿Piensa usted que Pedro deja lugar para que los cristianos discutan y critiquen las ideas y acciones de quienes están en autoridad? Piense en algún caso en que un creyente desobedeció una norma de la sociedad y que afectó negativamente a los no cristianos.
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