martes, 22 de octubre de 2013

Batallando contra el resentimiento y la venganza: Ayuda Espiritual

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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LA LUCHA POR PERDONAR

RESENTIMIENTO… IRA… RETALIACIÓN. ¿Alguna vez has luchado contra el perdón? ¿Has llegado a pensar que es imposible? ¿Alguna vez supiste que debías pero no querías? Considero que la mayoría de la gente en el mundo está luchando con el perdón – ¡en este mismo momento! Si eres humano (de hecho lo eres) y si estás leyendo este libro (lo cual es cierto), alguna vez has sido herido –honda y profundamente- y has enfrentado el enemigo del no perdón.

Me da tristeza ver la cantidad de personas equivocadas y maltratadas por otros –desde su propia familia hasta la familia de la iglesia; desde encuentros casuales hasta vecinos cercanos; desde completos extraños hasta “mejores amigos”.

Mi corazón va hacia los que sufren -hacia aquellos que sólo desean que su pena termine y que regrese la esperanza.

Después de más de una década de escuchar cientos de historias desconsoladoras, surge el desafío del perdón con una compasión tremenda. No deseo que aquellos que están sufriendo sean más adelante lastimados al vivir con una raíz de amargura –simplemente porque no captan el verdadero significado del perdón o no saber el “cómo hacer” para perdonar.

Y toco este tema con algo más que compasión. Tengo la experiencia necesaria, ya que por años luché con la falta de perdón. Por supuesto que sentía un gran peso. Así que para mí el perdón no es sólo una premisa teórica… o un simple concepto teológico. El perdón es algo que viví en un mundo real, un asunto del alma.

El perdón es una decisión –un acto de voluntad que cuando se hace correctamente conduce a la verdadera libertad. Es un proceso –a menudo mal entendido. Me tomó un largo tiempo aprender el porqué del perdón y más aún lograr vivir con un corazón lleno de perdón. El llamado de Dios en Colosenses 3:13 ha sido el catalizador de mi jornada:

“De modo que se toleren unos a otros y se perdonen si alguno tiene queja contra otro. Así como el Señor los perdonó, perdonen también ustedes.”

A través de ilustraciones vívidas y experiencias impactantes quiero mostrarle a otros que han sufrido grandemente y perdonado mucho-algunos que incluso llegaron a pensar que nunca encontrarían paz debido a la profundidad de su dolor. Y quiero destacar a Aquel que ha sido ofendido al máximo y ha perdonado al máximo a Jesús. Él conoce su pena. Él sabe su necesidad y sabe cómo darle poder para perdonar –aún cuando crea que es imposible.

A través de estas páginas, mi oración es doble:

  1.      Que aprenda a deshacerse de los guijarros de amargura que carga a su espalda –aquellas pesadas rocas de resentimiento

  2.      Que experimente la libertad del perdón –una libertad que sólo es posible cuando aprende a perdonar … aún cuando no lo sienta.


“Palos y Piedras pueden Romper Mis Huesos…”


Las Palabras Pueden Romper Mi Corazón
DURANTE LOS AÑOS DE MI INFANCIA, recuerdo haber oído algunos dichos muy llamativos que describían realmente las situaciones, tales como: “La gente que vive en casas de cristal no debería tirar piedras” y “A una piedra que rueda no le sale musgo”.

Otro adagio popular es “Palos y piedras pueden romper mis huesos, pero las palabras nunca me lastimarán”. A lo que yo respondo: Error, error, error. Todos sabemos que las palabras pueden romper nuestros corazones. La Biblia lo dice de esta manera: ”La lengua tiene el poder de vida y muerte y aquellos que la aman comerán de su fruto”.

Las palabras pueden acabar con una relación. Las palabras pueden matar nuestra motivación e inspiración. Esta verdad me la llevé a casa cuando estaba dirigiendo una conferencia en Indiana.

“¿Cuántos de ustedes han realmente luchado con el perdón y han tenido que hacer un esfuerzo enorme para perdonar a alguien que les ha herido profundamente?” Inmediatamente vi las manos levantadas de casi la cuarta parte de la audiencia. Rápidamente hice una evaluación de aquellas personas que levantaron la mano, buscando alguien físicamente adecuado.

La pregunta la hice al principio de una charla sobre el perdón, pero fue solo después de 15 minutos cuando señalé a un hombre de aproximadamente 30 años.

-“Señor, necesito ayuda. ¿Estaría dispuesto a acompañarme en la plataforma? Sorprendido, él acepta sonriente y sube al escenario. Ahora ambos quedamos cerca de una mesa que tiene un montón de rocas. “¿Puede decirnos su nombre y compartir algo sobre Ud?”

“Mi nombre es Rick. Soy contador y mi pasatiempo favorito es correr. Cuando no estoy trabajando estoy corriendo porque pienso participar en una maratón este año.”

“¡Esto es grandioso, Rick! Gracias por su colaboración.”

Acercándome a una pequeña mesa, tomé un gran gancho gris de colgar carne, de casi 60 centímetros de largo y un costal. En la parte superior del gancho en forma de herradura cabría el cuello de una persona. Un arpón recto se extiende como 60 centímetros entonces se arquea hacia atrás, como un enorme anzuelo con una afilada punta.

“Adelante, Rick. Deslice este gancho de carne cuidadosamente alrededor de su cuello.” Sus ojos se abrieron con sorpresa –el gancho lucía tan peligroso. Me miró cautelosamente. Algunas personas de la audiencia lanzaron un gemido, con seguridad contentas de no haber sido escogidas. Lentamente y con cautela, Rick deslizó la parte superior del gancho alrededor de su cuello. El arpón pasó por el pecho hasta la cintura y la punta quedó al frente. Yo coloqué la parte superior del costal sobre el extremo del gancho.

“Rick, al principio, cuando pregunté si alguno había luchado con el perdón, yo noté que Ud. había levantado la mano.”
“Correcto.”
“¿Qué ha sido tan difícil de perdonar? ¿Me podría contar qué le pasó?”
En este momento me acerqué al montón de rocas, con el fin de que cada vez que Rick mencionara una ofensa, yo dejaría caer una roca o un pequeño guijarro dentro del costal. Cada roca representaba algo malo que alguien habia cometido contra él –una herida que él cargaba.

Rick comenzó devolviéndose hasta su niñez. No nos tomó mucho tiempo saber que todas sus “rocas” provenían de la misma fuente –el crecer cerca de un padre cruel y a veces tirano, poco cariñoso e inflexible. En la medida que Rick describía a su padre y sus sufrimientos, hablaba suavemente:
“Nunca me aceptaba por lo que yo era “Las palabras críticas y cáusticas de su padre hicieron que yo metiera en el costal la primera roca.
“Cero cariño…” Ni una mano sobre el hombro, nada de abrazos ni palmaditas en la espalda. Una roca del tamaño de un puño cayó dentro del costal.
“Nada de tiempo para jugar..…” Nada de jugar a la lucha, nada de jugar a atrapar cosas –todas estas menciones justificaron otra roca muy pesada. Mientras más recordaba Rick, más caía en cuenta de lo que le había faltado.
“Nada de tiempo padre-hijo.…” Nada de andar juntos, ninguna conversación acerca de volverse hombre, ninguna conversación acerca de las profesiones para estudiar. Esto obligó a depositar otra roca. Rick continúo oprimiendo el ” botón de repetición” enterrado en su memoria.
“Gritos…” Un repentino recuerdo atemorizante provocó en Rick un gesto de dolor. Todos los gritos y ataques verbales obtuvieron una roca de un tamaño considerable.
“Lastimando a mi madre.…” El abuso verbal y emocional de su padre llevó a que otra gran piedra cayera dentro del costal.
“Apártate de mi vista.…!” Sus palabras denigrantes y de menosprecio lograron otro guijarro pesado.

“Rechazo.…” Se suma al impacto emocional de todas las heridas ocasionadas por su padre. Con impulso Rick introdujo otra roca pesada en su costal. Esta chocó contra otras rocas, dejando algunos fragmentos pequeños y cortantes. Estas mismas piezas están incrustadas en la memoria de Rick. Finalmente, rechazo lo dice todo.

Ampliando esta imagen visual, le dije a Rick que él tenía un costal de rocas morando en su alma. Durante años él había estado arrastrando rocas de resentimiento, piedras de hostilidad y guijarros de amargura. Entonces señalé el saco que colgaba alrededor de su cuello –el costal que ahora estaba tensionado por el peso de las rocas.
“¿Qué pasaría si tuviera que caminar con el costal de piedras colgando de su gancho por el resto de su vida?”.

Cuando perdonamos, nos deshacemos de las rocas que nos doblegan y disminuyen nuestra fortaleza.

El respondió inmediatamente, sin necesidad de pensarlo: “No podría correr más”. Me sorprendió y alegró esta respuesta. En vez de decir:” Me encorvaría” o “Sería difícil caminar”, Rick, el devoto atleta expresó preocupación por no poder correr más.

Su respuesta expresa muy bien el costo de despojarse de “rocas” engorrosas. Piense en todas las Escrituras que hacen referencia a correr. El apóstol Pablo dice: “¿No saben que en una carrera todos los corredores compiten, pero sólo uno obtiene el premio? Corran, pues, de tal modo que lo obtengan”. Y él preguntó, “Ustedes estaban corriendo bien. ¿Quién los estorbó para que dejaran de obedecer a la verdad?”.3

Lo que Rick dijo desde un punto de vista físico –“no podría correr más”- es también una verdad emocional y espiritual. Con el peso de demasiadas rocas lo máximo que podemos hacer es medio andar fatigados en nuestro camino por la vida. Si se añaden más rocas al montón, escasamente podremos movernos. Y si aún se arrojan más rocas estaremos completamente aplastados bajo el peso.

Pero cuando aprendemos a perdonar –aún cuando no lo sintamos- nos despojamos de las piedras que nos arrastran y disminuyen nuestras fuerzas. Mientras trabajamos en el proceso de perdonar, quedamos libres de la presión… ¡nos sentimos libres!

El profeta Isaías describe cómo es la libertad: “Volarán como las águilas: correrán y no se fatigarán, caminarán y no se cansarán”.

Ahora, volviendo a Rick: lo último que quisiera hacer es dejar a este hombre con el peso de su dolor emocional. ¡Yo quiero verlo correr!
“Rick, ¿quieres vivir el resto de tu vida cargando todo este dolor de tu pasado?”
“No, no quiero”.
“¿Entonces estás dispuesto a descolgar del gancho todo el dolor del pasado y pasárselo al gancho de Dios?”
“Si, lo estoy:”
“¿Estarías dispuesto a soltar a tu padre de tu gancho emocional, y pasarlo al gancho de Dios?”
“Sí, eso quiero,”
En oración los dos fuimos ante el trono de la gracia de Dios. “Señor Jesús,” empecé.
“Señor Jesús”, el repetía, “gracias por cuidar mi corazón…y cuanto he sido lastimado.… Tú sabes el dolor que he sentido.… Por el trato que mi padre me ha dado… su enojo… su falta de afecto.… su abuso… su rechazo.”

De repente, entre la multitud, lo inesperado ocurrió. Mientras Rick repetía la oración, haciéndola suya, una corriente de oraciones – apenas como un susurro – se escuchaban de un lado al otro del salón. La piel se me puso como de gallina. Con un profundo sentimiento santo de adoración, me di cuenta que en este día, más de un saco de rocas, pronto estaría vacío.

“Señor, yo suelto todo este dolor en Tus manos… Gracias, Señor Jesús… por morir en la cruz por mí… y extender Tu perdón hacia mí.… Como un acto de mi voluntad… yo elijo perdonar a mi padre.”

Mientras Rick continuaba orando, se daba un cambio extraordinario. Su voz, al comienzo reservada, se fortalecía con propiedad y determinación.

“Yo elijo soltar a mi padre… de mi gancho emocional… y ahora mismo, yo se lo paso a Dios.… Yo rechazo todos los pensamientos de venganza.… Yo confío que en Tu tiempo, Tú tratarás con mi padre… solo cuando Tú veas que es apropiado. Y Gracias, Señor, por perdonarme… Tu poder para perdonar… es por eso que puedo ser libre… En Tu santo nombre he orado, Amén.”

Las lágrimas de gratitud de Rick revelaban que había elegido experimentar la libertad del perdón. Y al mismo tiempo, a través del poder del perdón, muchos sacos de amargura que había en el auditorio, habían sido desocupados.

Personalmente sé lo que es sentirse cargado por las rocas de resentimiento. Si tú también sientes ese peso, yo lo comprendo. Quiero que sepas que las palabras escritas en este libro fueron escritas con un objetivo en mi mente– liberarte de ese gran costal lleno de rocas, y dejarte con el saco vacío.

 


lunes, 21 de octubre de 2013

El problema del Embarazo no deseado: Solución ¡¡¡Abortar!!!

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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El aborto

No es una opción, es un hijo


“Creo que el enemigo número uno de la paz es el aborto, porque es la guerra contra una criatura, el asesinato directo de un niño inocente perpetrado por la misma madre. Y si aceptamos que una madre puede matar a su propio hijo, ¿cómo podemos pedir a otros que no se maten entre sí?… Por medio del aborto, la madre no aprende a amar, sino que mata a su propio hijo para resolver sus problemas… Cualquier país que acepte el aborto no está enseñando a su pueblo a amar, sino a usar la violencia para obtener lo que desea. Por eso, el peor enemigo del amor y de la paz es el aborto”.
—Madre Teresa de Calcuta

Desayuno Presidencial de Oración, Washington, DC, febrero 12, 1994


  I.      DEFINICIONES

    A.      ¿Qué es el aborto?

    El Diccionario Oxford declara que el aborto es “promover un parto prematuro con el fin de destruir al niño nonato”. La palabra aborto es un término inclusivo que se refiere a los diversos métodos que se utilizan para destruir un feto humano en desarrollo. Algunos de ellos son los siguientes:

      •      Píldora del “día siguiente”… es un producto químico que se toma dentro de las primeras 72 horas de un embarazo

      Esta droga contiene una alta concentración del producto que se encuentra en las píldoras anticonceptivas, pero es tres o cuatro veces más fuerte. Aunque la mujer no sepa si está embarazada, la píldora está diseñada para detener un posible embarazo y expulsar el huevo fertilizado.

      •      El método RU-486—“La píldora francesa del aborto”… es un producto químico que se toma en el primer trimestre, entre la cuarta y novena semana de embarazo

      La fórmula del RU-486 es un esteroide sintético que destruye la hormona (progesterona) necesaria para sustentar la vida dentro del útero. El bebé muere por inanición cuando se desintegra esa capa de nutrientes. La madre toma la droga dos veces en los siguientes diez días. Se enferma de gravedad y el resultado (aunque no siempre) es la expulsión del bebé muerto.

      •      El método de succión por aspiradora—Succión por aspiración… es una cirugía que se realiza en el primer trimestre del embarazo.

      Se abre el útero y se inserta un instrumento parecido a un lápiz (dilatador) con un tubo hueco (cánula) que está conectado a un aparato succionador. La aspiradora es tan potente, que en embarazos tempranos el bebé se desmiembra instantáneamente y sale succionado. Este es el procedimiento más común para realizar abortos.

      •      El método de la dilatación y curetaje—“D & C”… es la cirugía que se hace en la primera parte del segundo trimestre, entre la 13ava o 14ava semana.

      Se abre el útero y se inserta un cuchillo circular (carelle). El médico utiliza el cuchillo para cortar al bebé y la placenta en pedazos y raspar las paredes del útero. Luego retira los pedazos uno por uno.

      •      El método de dilatación y evacuación—“D & E”… es una cirugía que se realiza en el segundo o tercer trimestres del embarazo

      Se induce la dilatación del canal vaginal (dilatación) para introducir unos enormes fórceps que despedazan el cráneo del bebé. Luego se corta el cuerpo en pedazos y se sacan uno por uno. Una alternativa a este método es succionar el cerebro del bebé de tal manera que su cabeza se colapse o explote su corazón.

      •      El método salino—“Salar” o “Envenenar con sal”… Se inyecta una sustancia química en el segundo o tercer trimestre del embarazo

      El médico introduce una aguja a través del abdomen de la madre para succionar el líquido amniótico que envuelve al bebé. Retira el equivalente a una taza y lo sustituye con una mortal solución salina. El bebé recibe la solución venenosa y muere en dos horas. Fallece sofocado, con hemorragias cerebrales y convulsiones. La sal quema la delicada piel del bebé. A la madre se le da una droga (pitocina) que provoca la labor de parto. Por medio de este proceso, los órganos y tejidos del bebé se queman y el bebé nace muerto o moribundo. En la mayoría de las clínicas ya no se utiliza este procedimiento.

      •      El método de la prostaglandina… es la inyección de un químico en el segundo o tercer trimestre

      Este método es similar al salino, excepto que la piel del bebé no se quema. El cuerpo de la mujer produce de manera natural la prostaglandina, que ayuda en el proceso del nacimiento. A la madre se le inyecta prostaglandina artificial para estimular la contracción del útero, y expulsa al bebé sin importar su tamaño. Este método puede provocar nacimientos de bebés vivos, pero se les deja morir. Este método ya no se utiliza en la mayoría de las clínicas.

      •      El método de nacimiento parcial—Dilatación y extracción “D & E”… es una cirugía que se realiza en el segundo o tercer trimestres, después de 20 semanas de embarazo, por lo general entre los seis y nueve meses de gestación

      Se tira del pie del bebé con un fórceps y se le obliga a entrar en el canal vaginal para nacer. Todo el cuerpo del bebé se saca, excepto la cabeza. Se introducen unas tijeras en la cabeza del bebé y se le hace un orificio lo suficientemente grande como para succionar el cerebro por medio de un tubo de succión, lo cual provoca que se colapse el cráneo. Entonces se expulsa el pequeño cadáver. Los que rechazan el aborto califican este procedimiento como “homicidio”.

    La Biblia dice a aquellos cuyos caminos son contrarios a la voluntad de Dios:
“¿Así pagáis a Jehová, pueblo loco e ignorante? ¿No es él tu Padre que te creó? Él te hizo y te estableció”.
(Deuteronomio 32:6)


    B.      ¿Cuándo comienza la vida humana?
    La vida humana comienza al momento de la concepción. Las ciencias médicas y biológicas proveen la siguiente información.


CRONOLOGÍA DE LA NUEVA VIDA HUMANA

      •      Primer mes

         —Inmediatamente después de la fertilización de un óvulo, comienza el desarrollo celular. Antes de la implantación del cigoto en el útero, queda establecido el sexo del nuevo ser.
         —En el momento de la implantación, la nueva vida está compuesta de cientos de células y desarrolla una hormona protectora para evitar que el cuerpo de la madre rechace al bebé como tejido extraño.
         —A los 17 días, la nueva vida ya ha desarrollado células sanguíneas. La placenta es parte de esa nueva vida, y no de la madre.
         —A los 18 días, se registran las primeras pulsaciones de un músculo, se trata del corazón.
         —A los 19 días, comienzan a desarrollarse los ojos.
         —A los 20 días, ya está formada la base del cerebro, de la espina dorsal y de todo el sistema nervioso.
         —A los 21 días, el corazón comienza a latir en forma regular.
         —A los 28 días, ya se han formado 40 pares de músculos a lo largo del tronco de la nueva vida. También se están formando los brazos y las piernas.

      •      Segundo mes

         —Pasados los 30 días, ya es evidente el flujo regular de la sangre dentro del sistema vascular; también comienza el desarrollo de los sistemas auditivo y olfativo.
         —A los 40 días, el corazón del bebé late más rápidamente que el de la madre y tiene casi el 20% de la energía del corazón de un adulto.

      Sexta semana

         —El bebé mide 1.27 cms. de largo.
         —A los 42 días, el esqueleto está completo y presenta varios reflejos.
         —A los 43 días, se registran ondas eléctricas cerebrales. Esta es evidencia concreta de que ya se ha formado la parte cerebral causante del proceso de “razonamiento”. Se puede considerar que el nuevo ser es una persona pensante.

      Séptima semana

         —El bebé ya mide 2 cms. de largo.
         —A los 49 días, el feto parece un muñeco en miniatura con dedos en manos y pies y orejas bien formadas.

      Octava semana

         —A los 56 días, todos sus órganos ya funcionan, el estómago, hígado, riñones y cerebro. Todos los sistemas están completos. El nuevo ser ya cuenta con todas sus partes físicas y sólo necesita crecer. El desarrollo futuro de la nueva vida consiste en ir refinando e incrementando su tamaño hasta alcanzar la madurez, que termina aproximadamente a la edad de 23 años.

         Esta etapa ocurre casi dos meses antes de que la mamá lo note o sienta el movimiento del bebé en su vientre. La madre no siente el movimiento del bebé sino hasta cuatro meses después de la concepción.

      •      Tercer mes

      Novena semana

         —El bebé mide 5 cms. de largo. Aparecen las huellas dactilares.
         —A la novena y décima semana, el nuevo ser entreabre los ojos, traga y retrae su lengua. El contorno de su cara y cuerpo van tomando la apariencia de un bebé y sus características físicas se hacen obvias.
         —A las 11 y 12 semanas, mueve brazos y piernas y aparecen las uñas de manos y pies. Además de chuparse el dedo pulgar, el nuevo ser inhala y expele el líquido amniótico.

      •      Cuarto mes

         —A las 13 semanas, comienza a crecer el pelo de su cabeza.
         —A las 14 semanas, el bebé puede juntar sus manos y se chupa el dedo pulgar.
         —A las 16 semanas, se pueden distinguir con claridad los órganos genitales. Las manitas ya pueden asir cosas (véase Oseas 12:3). El nuevo ser nada, patea y da maromas, aunque la madre no sienta todavía esos movimientos.

      •      Quinto mes

         —A las 18 semanas, el bebé ya mide 30 cms. de largo y la madre puede sentir el movimiento de su bebé. Las cuerdas vocales ya están funcionando… El nuevo ser ya puede llorar.

      •      Sexto mes

         —A las 26 semanas, todos los órganos de los sentidos ya funcionan, el bebé puede oír, ver, gustar y tocar.

    Aunque nadie comprende todos los caminos y obras de Dios, él hará lo mejor a favor de usted y de su bebé. Cada vida preciosa que se anida en el vientre de una madre está en el proceso formativo de Dios, el hacedor de todas las cosas.

“Así dice Jehová, tu Redentor, que te formó desde el vientre: Yo Jehová, que lo hago todo”.
(Isaías 44:24)


    C.      ¿Se puede considerar que un feto en desarrollo es un ser humano, una persona?

    Sí. El ser humano se define como un miembro de la especie homo sapiens. Cada ser humano individual tiene su propio código genético (ADN) que es singular y que quedó establecido en el momento de la concepción. El ADN del feto humano no solo es diferente al de los animales, aves y peces, sino también es distinto al ADN de su madre.

“No toda carne es la misma carne, sino que una carne es la de los hombres, otra carne la de las bestias, otra la de los peces, y otra la de las aves”.
(1 Corintios 15:39)

      •      Evidencia científica

      El eminente genetista y profesor Jerome LeJeune, M.D., Ph.D., de la Facultad de Medicina de la Universidad René Descartes de Paris establece que:

         —“Si un huevo fertilizado no es en sí mismo un ser humano completo, nunca podrá llegar a ser un hombre, porque se le tendría que añadir algo, y sabemos que eso no sucede así”.

      •      Evidencia médica
         —El juramento de Hipócrates es un código de valores éticos que ha regido a la profesión médica desde tiempo inmemorial. Esa profesión, que tiene el poder de matar, así como de curar demanda un reglamento de compromiso moral no negociable. Aun en las culturas paganas había una convicción innata de que era malo practicar el aborto, tal como se evidencia en el “juramento hipocrático” que lo prohíbe. Ese juramento ha estado vigente en la civilización occidental desde cuando menos el año 400 a.C. y en parte dice:

         “El régimen que adopto será para el beneficio de mis pacientes de acuerdo con mi habilidad y juicio, y no para su perjuicio o para algo malo. No daré ninguna droga mortal a ninguno de ellos, aunque me lo pidan, ni tampoco aconsejaré que la tomen. Especialmente no ayudaré a una mujer a practicar el aborto”.

      •      Evidencia bíblica

         —La condición de persona de un bebé nonato queda ampliamente demostrada en la vida de Juan el Bautista quien “saltó de alegría” cuando aún estaba en el vientre de su madre.

         Elizabeth, la madre de Juan, dijo a María: “Porque tan pronto como llegó la voz de tu salutación a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre” (Lucas 1:44).

         —Dios participa activamente desde el momento inicial del desarrollo de una persona, aun antes de que el nonato tenga apariencia de bebé.

         El salmista David dijo a Dios, “Mi embrión vieron tus ojos, y en tu libro estaban escritas todas aquellas cosas que fueron luego formadas” (Salmos 139:16).

         —La Biblia establece explícitamente que Dios no sólo forma al nonato en el vientre, sino que también tiene un plan para su futuro antes de la concepción.

         “Antes que te formase [Dios] en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué” (Jeremías 1:5).


    D.      ¿Cuáles son los dos puntos de vista principales en cuanto al tema del aborto?

      •      La postura pro-vida
      Algunas personas creen que el feto humano es una persona desde el momento de la concepción y que el nonato debe recibir la protección de las leyes relacionadas con su derecho a la vida.
      Esta posición está de acuerdo con la Biblia, que valora tanto la vida del nonato como la de la madre.

      “Si algunos riñeren, e hirieren a mujer embarazada, y ésta abortare, pero sin haber muerte, serán penados conforme a lo que les impusiere el marido de la mujer y juzgaren los jueces. Mas si hubiere muerte, entonces pagarás vida por vida, ojo por ojo, diente por diente, mano por mano, pie por pie, quemadura por quemadura, herida por herida, golpe por golpe” (Éxodo 21:22–25).

      •      La postura pro-decisión

      Algunas personas creen que el feto solo es una “persona en potencia” (Roe vs. Wade, 1973) y por lo tanto, no se le debe dar protección constitucional. Dicen que la embarazada tiene derecho a tomar la decisión de matar o dejar vivir al nonato. Esta posición acarrea la ira de Dios porque no brinda protección a una vida inocente que no ha nacido.

      “Seis cosas aborrece Jehová, y aun siete abomina su alma: los ojos altivos, la lengua mentirosa, las manos derramadoras de sangre inocente” (Proverbios 6:16–17).

      PREGUNTA: “La Biblia dice que los creyentes debemos someternos a las autoridades del gobierno (1 Pedro 2:13). Por lo tanto, si la constitución de cierto país permite el aborto, ¿cómo puede justificar el creyente participar en una manifestación contra las clínicas de aborto?”
      RESPUESTA: En la Alemania nazi, el gobierno consentía el régimen de Hitler. En medio de esa cultura, los cristianos desafiaron a su gobierno e intentaron rescatar a la gente que estaban asesinando. Los creyentes que se involucran en manifestaciones pacíficas no quebrantan la ley, sino que creen que han sido llamados bíblicamente a rescatar a los demás.

      “Libra a los que son llevados a la muerte; Salva a los que están en peligro de muerte. Porque si dijeres: Ciertamente no lo supimos, ¿acaso no lo entenderá el que pesa los corazones? El que mira por tu alma, él lo conocerá, y dará al hombre según sus obras” (Proverbios 24:11–12).

      PREGUNTA: “Algunas personas que han adoptado la postura “pro-vida” han asesinado a otros en sus actividades. ¿Cómo puede alguien pensar siquiera en tener algo que ver con esa ideología tan aberrante?
      RESPUESTA: Cualquier persona que comete un homicidio o participa en cualquier acto de violencia quebranta las leyes humanas y de Dios. El que sigue una postura “pro-vida” jamás asesinaría a otro ser humano. Dios rechaza la violencia, aunque ésta se haga en nombre de la postura “pro-vida”.

      “Dejad la violencia y la rapiña. Haced juicio y justicia” (Ezequiel 45:9).

      PREGUNTA: “¿Tienen los cristianos la responsabilidad de ministrar a las mujeres que han abortado o que están considerando hacerlo?”
      RESPUESTA: Sí. En general las mujeres que han tenido un aborto o que están pensando hacerlo, sufren emocionalmente. Necesitan de una persona amorosa y compasiva que les ayude en ese tiempo de necesidad.

      “Sobrellevad los unos las cargas de los otros, y cumplid así la ley de Cristo” (Gálatas 6:2).


  II.      CARACTERÍSTICAS DE LAS PERSONAS QUE HAN PASADO POR UN ABORTO

    A.      ¿Qué es el síndrome post aborto (S. P. A.)?

    El S. P. A. es una condición de estrés traumático que experimentan muchas mujeres después de haberse practicado un aborto. Una mujer así no tiene la capacidad de…

      •      Procesar las emociones provocadas por su aborto
      •      Pasar por el proceso del luto por la pérdida de su bebé
      •      Estar en paz con Dios, consigo misma y con todos los involucrados en su decisión de abortar
      •      Aceptar el valor que Dios le da como persona

“Porque mis iniquidades se han agravado sobre mi cabeza; como carga pesada se han agravado sobre mí”.
(Salmos 38:4)

    Las etapas del síndrome post aborto Hay cuatro etapas que una mujer experimenta después de haberse practicado un aborto.

      •      Alivio

      Un sentido de libertad agradable porque ha pasado la difícil toma de decisiones y el problema doloroso ha desaparecido.

      •      Racionalización

      Un ejercicio mental de explicaciones lógicas y justificaciones por haber abortado.
         —“No podría haber sido una buena madre. Es mejor que el bebé no haya nacido”.
         —“Quizás me sentí mal en ese momento, pero ahora ya estoy bien”.
         —“Es un procedimiento médico legal; por lo tanto, no es tan malo”.

      •      Represión

      Es la etapa en la que se bloquean los detalles, los recuerdos dolorosos y las emociones que rodearon el aborto. La madre puede reprimir tanto el proceso del dolor que incluso puede “olvidar” que se practicó un aborto.

      •      Resentimiento

      Cuando esconde o reprime su ira contra sí misma y todos los involucrados en el aborto puede caer en depresión y amargura. Si no resuelve la ira, su relación con Dios y con los demás se verá seriamente afectada.

      PREGUNTA: “¿Qué se puede hacer para sanar las heridas emocionales de la mujer que se ha practicado un aborto?”
      RESPUESTA: Si puede entender lo que ha sucedido emocionalmente desde el aborto, la mujer puede tomar ciertos pasos que le ayuden a sanar.

      “El sana a los quebrantados de corazón, y venda sus heridas” (Salmos 147:3).


    B.      ¿Qué síntomas internos y externos podría experimentar una mujer después de un aborto?

    CONFLICTOS INTERNOS
        EVIDENCIA EXTERNA

      •      ira
          •      ruptura de relaciones interpersonales
      •      ansiedad
          •      trastornos del sueño y digestivos
      •      amargura
          •      hostilidad hacia sí misma y los demás
      •      depresión
          •      abuso del alcohol o drogas
      •      desconfianza
          •      problemas sexuales
      •      temor
          •      evita el tema del aborto
      •      dolor
          •      síndrome de aniversario por el aborto
      •      culpabilidad
          •      revivir la experiencia del aborto
      •      desesperanza
          •      incrementa el riesgo de un suicidio
      •      profundo arrepentimiento
          •      no se puede relacionar con los niños
      •      poca motivación
          •      pensamientos tergiversados, preocupación
      •      rechazo
          •      paranoia
      •      vergüenza
          •      llanto incontrolable
      •      reprime sus sentimientos
          •      enfermedades sicosomáticas
      •      trauma
          •      pesadillas y recuerdos del aborto
      •      baja auto estima
          •      retraimiento y aislamiento

“Y no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta”.
(Hebreos 4:13)


  III.      CAUSAS QUE LLEVAN A UNA MUJER A DECIDIR ABORTAR

    A.      ¿Por qué algunas mujeres deciden abortar?

    Las mujeres que deciden abortar están convencidas de que esa es la manera más fácil y práctica de resolver un problema muy difícil.

“Hay camino que parece derecho al hombre, pero su fin es camino de muerte”.
(Proverbios 16:25)


    B.      ¿Cuáles son algunas situaciones que hacen que una mujer crea que el aborto es una decisión razonable?

    Las diez causas principales para decidirse por el aborto son:

      •      temor a la reacción de los padres
      •      temor al rechazo y a la burla
      •      temor a la responsabilidad económica
      •      temor a no poder cuidar del bebé
      •      temor porque el embarazo fue provocado por una violación o incesto
      •      presión para tomar una decisión apresurada de parte de los padres, del padre del bebé o de un consejero
      •      sentir que es malo traer al mundo a un hijo no deseado
      •      pensar que se trata de un medio alternativo al control de la natalidad
      •      sentir que el feto es tan solo una masa de tejido
      •      poca convicción moral por carecer del conocimiento de la palabra de Dios


    C.      La raíz del problema

      CREENCIA FALSA: “El aborto es un procedimiento sencillo para eliminar una masa de tejido del vientre de una mujer, y ella tiene el derecho a determinar lo que sucede en su propio cuerpo”.

      CREENCIA CORRECTA: El ser que está dentro del vientre de una mujer embarazada es un ser humano separado y singular creado por Dios desde el momento de la concepción. Una mujer tiene derecho sobre su propia vida, pero no tiene derecho a destruir una vida inocente.

      “Así dice Jehová, Hacedor tuyo, y el que te formó desde el vientre, el cual te ayudará: No temas” (Isaías 44:2).

Cada mujer debe tener la libertad de decidir sobre su propia vida, pero no tiene la libertad de destruir la vida de un ser humano que se está desarrollando dentro de ella. Pues el Señor es quien dice:

“Antes que te formase en el vientre te conocí, y antes que nacieses te santifiqué” (Jeremías 1:5).




La Esposa exquisita: ¿Podrás Hallarla?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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La Esposa Exquisita: ¿La Podrás  hallar?

"La esposa que yo fui"
“¿¡Sumisa!? Yo, ¿ser una esposa sumisa?” Con un grito airado, agarré mi Biblia y la arrojé directamente hacia mi amigo de largos años. Ed y su esposa Jackie nos habían testificado a mi esposo Sanford y a mí por semanas. Ed acababa de mostrarme 1 Pedro 3:5 que dice, “Porque así también se ataviaban en otro tiempo aquellas santas mujeres que esperaban en Dios, estando sujetas a sus maridos.” Él no tuvo que esperar mucho tiempo para ver mi reacción. De todas las cosas que yo quería ser en mi vida, ser sumisa no era una de ellas.

Afortunadamente, ese incidente ocurrió hace unos quince años, aunque el recuerdo todavía es vívido. Este incidente representó el punto de vista acerca de la sumisión que yo tenía en ese entonces. Sin embargo, no mucho tiempo después, llegué a ser cristiana y sometí mi vida al Señor Jesucristo y a mi esposo. Alma, otra buena amiga, comentó una vez, después de haber oído mi testimonio, que ¡mi conversión fue como La Sumisión de La Mujer Regañona! ¡Ella tenía razón! Pero, déjeme empezar desde el principio.

Mis padres me amaban y me complacían como hija única. ¡Era bien consentida! Imagínese mi sorpresa cuando al tener 19 años mi enamorado del colegio y yo nos casamos y yo descubrí que no todo se centraba en mí. Yo era egoísta, terca e iracunda. En retrospectiva, yo sé que si Sanford no me hubiese amado lo suficiente para “llevarse conmigo,” nuestro matrimonio hubiera terminado en las primeras etapas.

Yo pensaba, equivocadamente, que casarme y tener hijos me haría feliz. Es cierto que me calmó por un tiempo, pero muy pronto estaba buscando algo más. Buscaba felicidad en las organizaciones comunitarias, la educación, el empleo y en las fiestas. Cada una de estas cosas me entretuvo por un rato, pero siempre deseaba algo más. No podía estar satisfecha. A través del tiempo, decidí comprometerme en una carrera. Estaba segura de que una carrera resolvería mis problemas. Por tanto, comencé un postgrado en la profesión de enfermería y llegué a ser maestra de enfermeras en una universidad local.

Disfruté mucho enseñar enfermería, pero mis intenciones estaban centradas en cómo complacerme a mí misma y seguir mi carrera. Muy pronto, mi matrimonio empezó a derrumbarse. Me había convertido en una feminista total, quien iba a dejar su marca en el mundo – a mi manera. Casi al mismo tiempo en que yo empecé a enseñar, empezamos a construir la casa de nuestros sueños, la cual era de estilo victoriano, amarilla, de dos pisos y con terraza en tres de sus lados. Después de unos meses, nos enteramos de que el contratista nos estaba robando grandes cantidades de dinero. Nos quedamos con una casa incompleta que tenía más de $15,000.00 dólares en deudas contra la propiedad. Yo traté de escaparme de la creciente presión tomando y yendo a fiestas. Por fin, decidí que lo que realmente necesitaba era la libertad. En secreto, empecé a hacer planes para abandonar a mi familia. Ya que Sanford era mucho más estable que yo, justifiqué en mi mente que dejaría a los niños con él. Afortunadamente para mí, Dios tenía otro plan.

Dios intervino mandando a tres personas a mi vida. Una fue la que ahora es mi querida amiga Katrina, con quien compartía una oficina en la universidad. ¡Me sentía como si estuviera encadenada al apóstol Pablo! Me burlaba de su fe cristiana y le gritaba cuando intentaba hablarme del Señor. Ella se fue a casa llorando más de una vez, por mi culpa. Fue mientras compartía una oficina con Katrina que el Señor mandó de vuelta a Ed y Jackie a Atlanta. Renovamos nuestra amistad que había comenzado en la universidad hacía muchos años. Pero, admito que tenía dudas acerca de ellos, porque había oído rumores de que los dos eran “religiosos”. ¡Era la verdad! Entre ellos y Katrina no había cómo escapar de las conversaciones acerca de Dios y Su Palabra.

Traída bajo convicción

Mientras mis planes para dejar a mi familia se desarrollaban, me puse más y más inquieta. Pronto empecé a tener ataques de ansiedad y lo que el mundo llama “ataques de pánico”. Ahogar mi dolor emocional con el alcohol sólo me dejó aún más deprimida y ansiosa. Ed me seguía diciendo que debía orar y leer el Evangelio de Juan. Por fin, de pura desesperación, seguí su consejo. Ya me estaba “desquiciando” y pensé que necesitaba ayuda psiquiátrica. No hice una cita, porque sabía que las medicinas que el psiquiatra me recetaría no me dejarían llevar a cabo mi trabajo como instructora de enfermeras. Sanford insistió. Pensando que muy pronto me sacarían de la casa en una camisa de fuerza, por fin estuve de acuerdo en ir, pero con una condición: Primero Sanford tenía que dejarme hablar con un Pastor de una iglesia local. Él estaba renuente, pero consintió.

Empezamos a asistir a una iglesia local con nuestros amigos, Jackie y Ed. Durante ese tiempo, leí el Evangelio de Juan una y otra vez. La mayor parte de lo que leía ya lo sabía y creía – Jesús era Dios, el único Salvador, y que Él había muerto en una cruz para pagar la pena por mis pecados. Me habían enseñado estas cosas cuando era niña, pero no conocía a Dios personalmente. Aunque quería, no sabía cómo. Pero una noche, mientras Sanford estaba en el trabajo y nuestros niños, Anna y David, estaban dormidos, yo estaba en la cama leyendo el libro de Juan, como lo había hecho muchas noches. Esta noche sería diferente.

Cuando llegué a Juan 14, leí lo que se habían convertido en las familiares palabras de Jesús: “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré…” (Juan 14:14). Dije, en voz alta, “Eso no es verdad. He estado pidiéndole y pidiéndole que me quite la ansiedad, que nos devuelva nuestro dinero que nos robó el contratista y que reconstruya nuestro matrimonio.” ¡Él no había hecho ninguna de esas cosas! Pero me acordé que Ed me decía, “Sigue leyendo, Marta.” Entonces, leí el versículo otra vez. Esta vez leí el versículo entero. “Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo.” (Juan 14:14). De repente, entendí. Todas mis oraciones habían sido egocéntricas. Nada de lo que yo quería era para la gloria de Dios. Incliné mi rostro en sumisión y recibí a Cristo como mi Salvador y Señor. Confesar mis pecados tomó un largo rato. Después oré, “Señor, ahora sé que tú tienes el poder de quitar mi ansiedad, pero si lo haces o no, Tú eres quien decide. ¡Yo quiero que mi vida te glorifique a ti!” Apagué la luz y me dormí.

La siguiente mañana, en vez de la ansiedad que por meses había estado inundándome, me desperté con un sentido increíble de la paz de Dios. Me levanté y crucé la habitación, hice una pausa para encender la luz y pensé, “Mi vida jamás será la misma.” Por fin había encontrado lo que buscaba. Jesucristo, no yo, era el Señor de mi vida ahora.

Cómo cambió mi vida

Mi vida ha cambiado dramáticamente a causa de todo lo que he aprendido, a través de los años, acerca de cómo ser una esposa piadosa. Me gustaría decirle que ahora soy la esposa perfecta. Por supuesto que no es así, pero Dios me ha dado un deseo profundo de ser la esposa que Él desea que yo sea y, aunque fallo miserablemente, Él está en el proceso de moldearme en esa dirección. Dios no sólo me ha dado un amor profundo por mi esposo, sino también una pasión por Su Palabra y para enseñar a las mujeres más jóvenes a cómo ser la esposa excelente descrita en las Escrituras. Por la gracia de Dios, este libro es mi “labor de amor” para usted. Mi oración es que Dios le dé a usted el mismo amor por Cristo y Su Palabra y el mismo deseo de hacer Su voluntad que Él me ha dado a mí.

La voluntad de Dios para cada esposa

La voluntad de Dios para cada esposa cristiana es que su ministerio más importante sea hacia su esposo (Génesis 2:18). Después de la relación personal de una esposa con el Señor Jesucristo, nada más debe tener mayor prioridad. Su esposo debe ser el beneficiario principal del tiempo y la energía suya, no el recipiente de lo que resta al fin del día. No importa si su esposo es un fiel cristiano o un incrédulo, Dios desea que toda mujer cristiana sea una esposa piadosa – una esposa excelente. Esta verdad es tan importante para Dios que Él la ha revelado clara y completamente en Su Palabra, la Biblia. En realidad, las Escrituras son suficientes para proveer la sabiduría que las esposas necesitan para vivir la vida cristiana. Uno de los pasajes más importantes que tiene que ver con la voluntad de Dios para la esposa cristiana es Proverbios 31. Note que en este capítulo de Proverbios están las palabras del rey Lemuel “que le enseñó su madre” (Proverbios 31:1 énfasis añadido). En el versículo 10, el rey Lemuel pregunta:

Mujer virtuosa, ¿quién la hallará? Porque su estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.

¿Quién puede encontrar una esposa excelente? ¿Qué es una esposa excelente? ¿Cómo se reconoce? ¿Cómo es ella? ¿Qué hace? Estas preguntas y más se contestan en Proverbios 31:10–31. Mi vida ha cambiado radicalmente por la aplicación de este pasaje y de otros. Porque Dios me dio un corazón obediente a Su Palabra y Su voluntad para mi vida, me estoy convirtiendo en la esposa piadosa que Dios quiere que sea. Él puede hacer lo mimo en su vida, si es cristiana. Usted puede, con la ayuda de Dios, llegar a ser una esposa piadosa, ¡una esposa excelente! Ése es el propósito de este libro – que usted, primeramente, considere lo que significa ser una esposa excelente y luego se comprometa fielmente hacia ese fin, ¡para que sea la esposa que Dios quiere que sea! El propósito de este capítulo es darle una idea de lo que una esposa excelente es, con la esperanza de que usted, también se convierta en una. Empecemos viendo…

Las características de la esposa excelente

En Proverbios 31, versículos 10 al 31, Dios describe veinte características de una esposa excelente. Cuando estas características, o excelencias, se desarrollan en una mujer, su vida empezará a glorificar a Dios. Como una bella flor que refleja la gloria de la creación de Dios, a la luz del sol de la mañana, una esposa excelente refleja la gloria de Dios por sus actitudes y acciones. Tal vez ella se parezca a esto:

  La Esposa Excelente es:

      • Respetuosa a su esposo
      • Confiable
      • Bondadosa
      • Teme al Señor
      • Prudente
      • Bienaventurada por sus hijos
      • Alabada
      • No Temerosa
      • Trabaja con sus manos
      • Sabia
      • Generosa
      • Buena hacia su esposo
      • De valor excepcional

¡Qué reflejo glorioso de Dios es una mujer mientras desarrolla su ministerio como una esposa piadosa! Debe preguntarse a sí misma, “¿Son estas las cualidades que deseo en mi vida?” Si la respuesta es, “¡Sí!”, tal vez esté pensando…


Pero, ¿quién puede ser tan excelente?
Muchas mujeres tienen el deseo de ser la esposa excelente de Proverbios 31. Sólo que no piensan que sea posible, especialmente para ellas. Sin embargo, estas veinte características pueden caracterizar la vida de cualquier mujer cristiana. Estas cualidades se mencionan en Proverbios como verdades generales. Cualquier mujer cristiana que las conoce y está consciente de que las debe obedecer con la ayuda del Espíritu Santo, puede llegar a ser una mujer piadosa, ¡una esposa excelente! Su ministerio puede crecer bajo la mano sustentadora de un Dios amoroso y fiel porque:

Como todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de Aquél que nos llamó por Su gloria y EXCELENCIA.
2 Pedro 1:3, énfasis añadido

¡Dios ha llamado a cada esposa cristiana a Su excelencia! Cualquier flor puede brotar cuando es atendida por la mano de Dios. La responsabilidad de una esposa es aprender a poner su confianza en la fidelidad de Dios y en Su Palabra – hacer lo que Él dice. Ella puede llegar a ser lo que Él quiere que sea si ella hace lo que Él quiere. ¡No hay otra forma! Pero, antes que nada, hay un problema grande que enfrentar…


El problema del pecado

El pecado es la única cosa que puede impedir que una mujer se transforme en una esposa piadosa. El pecado es rebelión, una trasgresión contra cualquiera de las normas de Dios (1 Juan 3:4). Es no confiar ni obedecer lo que la Palabra de Dios dice. El pecado es querer hacer las cosas a su manera y no a la manera de Dios. Es presumir que Dios le ayudará aun cuando rechace Sus verdades. El pecado es pensar que ella puede vivir sin la ayuda de Dios. Las mala noticia es que hay un montón de formas de pecar. La buena es que Dios mismo ha provisto un remedio para el pecado. “Al que no conoció pecado (Jesucristo), por nosotros (Dios) lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en Él” (2 Corintios 5:21). Cuando una esposa confía en Jesucristo como su Salvador y Señor, Él la salva de su pecado. Él la libra del dominio mortal del pecado. Ella ya no es una esclava al pecado, “…sabiendo esto, que nuestro viejo hombre fue crucificado juntamente con Él para que el cuerpo del pecado sea destruido, a fin de que no sirvamos más al pecado…” (Romanos 6:6). El Señor Jesús lo puso así, “De cierto, de cierto os digo que todo aquel que hace pecado, esclavo es del pecado… Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8:34, 36). Hay ayuda disponible para la esposa en su lucha contra el pecado.

La ayuda que las esposas necesitan

Si una esposa es verdaderamente cristiana, Dios ha provisto todo lo que ella necesita “para la vida y la piedad.” Dios ha roto el dominio del pecado en su vida y le ha dado el poder sobrenatural del Espíritu Santo que mora en ella, para hacerla capaz de obedecer Su Palabra y someterse a Su voluntad. En los capítulos siguientes vamos a examinar los detalles específicos de lo que Dios nos dice en Su Palabra y cómo aplicar a nuestras vidas y matrimonios lo que aprendemos. Además, Jesús dijo a sus discípulos que no se preocuparan, porque Dios el Padre mandaría ayuda:

Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no le ve, ni le conoce; pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros, y estará en vosotros.
Juan 14:16–17

Si esto es verdad (y lo es, si el Señor Jesucristo es su Salvador) entonces…

Las esposas no tienen excusa

Una esposa cristiana no tiene excusa, porque Dios ha provisto de manera abundante, para su batalla contra el pecado. Su Dios amoroso, misericordioso y santo ha provisto todo lo que ella necesita para llegar a ser una esposa piadosa – para llegar a ser la esposa excelente que Dios quiere que sea. Y aun cuando ella falle, puede ser perdonada. “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9). La única pregunta que resta es…

¿Está lista para empezar?

Si está lista, entonces puede inclinar su rostro y confesar a Dios que no ha sido la esposa que Dios quiere que sea. Pídale a Dios que la ayude, por medio de Su gracia, a llegar a ser la esposa excelente que Él quiere que sea. Quizás desee hacer una oración como la siguiente:

  Señor, admito que no he sido la esposa que tú deseas que yo sea. Necesito tu ayuda para llegar a ser esa esposa. Ahora yo me comprometo a que mi ministerio hacia mi esposo sea el ministerio principal de mi vida. Enséñame lo que necesito saber. Quiero que mi vida y mi relación con mi esposo te glorifiquen. En el nombre de Jesús, Amén”

Si acaba de hacer esa oración con sinceridad, usted puede tener la confianza de que Dios la ha oído y va a contestar su oración porque 1 Juan 5:14 dice, “Y ésta es la confianza que tenemos en Él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, Él nos oye.”




domingo, 20 de octubre de 2013

Matrimonios Fuertes Sobre la Roca: La Familia-Institución Divina

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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EL ORIGEN DE LA FAMILIA

Al estudiar la Palabra de Dios y meditar luego en ella, comprobamos cómo muchas veces nos equivocamos en nuestra manera de pensar. Sucede que la sociedad en que vivimos se orienta por sofismas y presupuestos que están en oposición al designio de Dios. Necesitamos tener bien claro en nuestras mentes que el matrimonio fue diseñado exclusivamente por Dios y sus finalidades fueron, entre otras, remediar la soledad humana y traer felicidad al hombre y la mujer. En este estudio, verá dónde y cómo debe comenzar el matrimonio y lo que implica en términos de unidad.


En este estudio

  1.      Exploraremos cuál es el primer problema que el matrimonio está llamado a solucionar.
  2.      Apreciaremos la importancia de la mujer como compañera idónea del hombre.
  3.      Observaremos cómo el divorcio se opone al propósito original del Creador.
  4.      Exploraremos lo que significa, en términos prácticos, dejar al padre y a la madre para formar un matrimonio.
  5.      Aprenderemos el significado original de la expresión «se unirá a su mujer».
  6.      Apreciaremos la importancia de la unión sexual en el matrimonio.

Cuando me especializaba en matemáticas en la universidad aprendí que si uno no comienza con la premisa correcta al resolver un problema, no hay manera de obtener la respuesta correcta. De modo que, cuando llegué a ser cristiano, estudié la Biblia como si fuera un matemático. Es decir, pasé más tiempo en los primeros tres capítulos del Génesis que en cualquier otra parte de la Biblia, pues comprendí que estos capítulos constituían el fundamento de todo lo demás que hay en la misma. Descubrí que allí estaba, en forma de cápsula, la esencia de la verdad de Dios en lo concerniente al hombre y a la mujer, y a su relación con Dios y el uno con el otro. Allí comencé a entenderme y a entender a mi esposa, a hallar el perfecto designio de Dios para nuestra vida matrimonial y su propósito para nuestra vida conyugal.
Así que, como matemático, me metí en un concienzudo estudio de esos capítulos fundamentales, sabiendo que tenía que estructurar mi vida y mi relación matrimonial basado en las premisas correctas si de veras quería salir bien al final. El resultado ha sido más maravilloso de lo que yo esperaba: una bella vida matrimonial, un hogar piadoso, y una vida de ministerio con la oportunidad de mostrar a muchas otras parejas cómo alcanzar la felicidad conyugal siguiendo el plan original de Dios.
Por supuesto, para establecer un enfoque del matrimonio basado en la verdad del Génesis, tuve que abandonar algunos conceptos que había aprendido en mi vida anterior. Pero pude hacer eso porque comprendí que contaba con una formación exacta. Pude reemplazar las ideas equivocadas con las correctas y luego vivir confiadamente en conformidad con estas últimas. Descubrí que podía depender de esta verdad, la que nunca me dejaría tomar malas decisiones ni dar malos consejos.
¿Y qué me dice usted, estimado lector? ¿Qué es lo que ha dado forma a su manera de pensar con respecto al matrimonio? ¿Puede depender de ese pensamiento?


DESCUBRIMIENTOS: LO FALSO Y LO VERDADERO

Quiero que considere cuidadosamente los supuestos fundamentales que gobiernan sus actitudes hacia la vida matrimonial y el amor.
Algunos pueden ser falsos, otros pueden ser verdaderos. Es esencial que determine cuáles premisas son verdaderas, cuáles son dignas de basarse en ellas, y cuáles conceptos debe descartar por cuanto son falsos y, por lo tanto, no prácticos, y hasta potencialmente peligrosos.
Una pareja casada, a quienes llamaré Daniel y Carolina, habían llegado a este punto luego de muchos años de ser cristianos activos en una iglesia evangélica grande. Carolina consideraba a su esposo como «un hombre maravilloso y bondadoso» y un buen padre para sus hijos varones adolescentes. La vida conyugal de ellos era «agradable». Si la emoción parecía desaparecer de su relación, Carolina lo atribuía a los veinte años de vida matrimonial y a la edad de los dos, que pasaba un poco de los cuarenta.
Luego, el mundo de ella se conmovió hasta sus fundamentos cuando Daniel admitió que había tenido relaciones sexuales con una mujer que trabajaba con él en el ministerio musical de la iglesia. Daniel afirmó que la relación amorosa con esa mujer había terminado, pero una amiga íntima le aconsejó a Carolina que se divorciara sin demora, y le advirtió: «El adulterio mata al matrimonio. Y no está bien que te dejes usar como el felpudo que se coloca en la puerta».
Mientras Carolina, que se sentía perpleja y traicionada, se retiraba de su esposo, la joven del caso se mantenía activamente en pos de él. Daniel se había reunido con los diáconos para confesar su pecado, pero ahora se tornó renuente a asistir a la iglesia con su esposa e hijos. Los líderes de la congregación consideraron esto como una prueba de la insinceridad de él, y le predijeron a Carolina que el matrimonio no podría salvarse por cuanto «Daniel simplemente no estaba bien con Dios».
Daniel, profundamente deprimido, comenzó a pensar en conseguir un traslado de su trabajo para otra parte del país por un período de diez o más meses. Le explicó a Carolina: «La separación nos ayudará a comprender si realmente nos amamos el uno al otro, o no» La confidente de Carolina reaccionó con un consejo airado. Le dijo: «Empácale las maletas y déjaselas en las gradas del frente. ¡Cuanto antes mejor!»
Cuando Carolina me contó su historia, me quedé impresionado por el hecho de que todas las personas que entraron en esta dolorosa situación afirmaban ser creyentes en Jesucristo, que reconocían su Palabra como verdad: la esposa, el esposo, la otra mujer, la amiga que aconsejó a la esposa, y los líderes de la iglesia. Sin embargo, cada uno de éstos, a su propia manera, había demostrado una carencia de conocimientos de los principios bíblicos que podían preservar y sanar esa relación matrimonial. Tantísimos principios bíblicos importantes con respecto al matrimonio, al amor, al perdón, y a la restauración se violaron o se pasaron por alto que no es raro que Daniel y Carolina se sintieran ambos «congelados» en el dramático enredo e incapaces de hallarle salida.

Aún si los matrimonios se hacen en el cielo, el hombre tiene que ser responsable de su mantenimiento.
—Kroehler News

Desafortunadamente, ésta es una historia típica. La he oído muchas veces con pequeñas variaciones del tema básico. La comparto con usted, estimado lector, porque de ella se puede aprender muchísimo.
Mientras la aconsejaba, Carolina reflexionó en su propia manera de pensar y sus patrones de conducta. ¿Cuán válidas fueron sus acciones y reacciones durante la crisis? ¿Y qué las había impulsado? Sus decisiones, ¿fueron tomadas al calor de un falible consejo humano, o mediante el consejo eterno de Dios? ¿Qué supuestos básicos guiaron su pensamiento? ¿Eran falsas o verdaderas estas premisas?
Luego a Carolina le ocurrió algo muy interesante. Cuando se volvió a la Palabra de Dios, determinó seguir el consejo del Señor hacia donde la condujera y dejarle a Él los resultados. El consejo antibíblico que ella había recibido se le esfumó del pensamiento, y entonces comenzó a ver claramente lo falso y lo verdadero. Descubrió que hay un total desacuerdo entre la Biblia y el sistema de pensar del mundo en relación con el matrimonio y el divorcio, y que ella había sido engañada por Satanás, el maestro de la hipocresía, hasta el punto de creerle las mentiras con relación al matrimonio. Descubrió que Satanás puede actuar aun a través del cristiano que tenga las mejores intenciones, pero que tome el punto de vista humano en relación con el matrimonio, en vez de seguir la clara enseñanza bíblica de Dios. Aprendió también que, cuando los hombres y las mujeres reaccionan siguiendo sus inclinaciones naturales, generalmente, caen en decisiones equivocadas.
Según lo describió, tanto ella como Daniel habían caído en un abismo de pensamientos turbios, sentimientos confusos y reacciones fuera de tono. Sólo la verdad podía liberarlos. Los dos comenzaron a aprender de nuevo el proceso mediante el estudio del libro de Génesis, capítulos 1 al 3.
Toda pareja casada necesita saber la verdad completa con respecto al matrimonio, pero esta verdad nunca se hallará en las enseñanzas ni en los ejemplos del sistema del mundo. Lo mejor que este mundo puede ofrecer es un divorcio a bajo costo.
Generalmente, éste no obedece a ninguna razón válida y se obtiene muy fácilmente, lo cual le resulta muy cómodo a millares que, a tropezones, entran y salen del matrimonio como si éste fuera una puerta giratoria. Las palabras de un crítico social definieron esta situación en una sentencia clara y rotunda: «En la década que comenzó en 1970 —dijo—, ¡el divorcio llegó a ser el resultado natural del matrimonio!»
Si el divorcio se acepta ahora, y aun se espera que sea el resultado natural del matrimonio, es ésta una escalofriante herencia para las décadas venideras. Pero, ciertamente, no tenemos que adoptarla en nuestro pensamiento. Los creyentes de todas las culturas y de todas las edades que creen en la Biblia, han hallado la sabiduría y la fortaleza para nadar contra la corriente de los actuales estilos de vida. Notemos que la sabiduría bíblica viene primero; luego, la fuerza para ir contra la opinión popular, no importa cuán poderosa ésta sea.
Andemos juntos por el sendero bíblico que Daniel y Carolina siguieron en la búsqueda de la verdad fundamental sobre la cual estructurar su vida matrimonial.
Comenzaremos en el principio, con la creación del hombre y la mujer. Nuestro propósito es entender el matrimonio tal como Dios lo estableció, en contraste con las opiniones del mundo que nos rodea. Necesitamos examinar estos versículos del Génesis como si nunca antes los hubiéramos visto. No los consideramos como declaraciones gastadas, sino como una verdad para nuestras vidas individuales.

1. La idea de crear un hombre y una mujer fue de Dios

«Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn 1:27).
En Génesis 1 se narra el hecho de la creación del hombre, mientras que en Génesis 2 se nos revela el proceso a través del cual esto ocurrió. En el primer capítulo hallamos la verdad fundamental, ciertamente esencial para la apreciación del matrimonio, de que Dios hizo al varón y a la mujer para cumplir sus propios propósitos. Parece demasiado obvio, pero tal vez se deba señalar que la creación de dos clases de personas, hombres y mujeres, no fue una oscura conspiración para bloquear las ambiciones del movimiento femenino de liberación. La creación de las dos clases de personas no se hizo para humillar a las mujeres. En realidad, resultó ser un testimonio de lo contrario, pues la creación estaba incompleta sin la mujer. Mediante un acto creador, amoroso y asombroso, el Dios Todopoderoso concibió el maravilloso misterio del varón y la mujer, la masculinidad y la femineidad, para traer gozo a la vida. ¡Piense en cómo sería el mundo de descolorido y monótono si sólo existiera su clase de sexo! ¿Quién querría vivir en un mundo solamente masculino o solamente femenino? ¿O en uno en el que todas las marcas del género masculino o femenino se pasaran por alto o se suprimieran? La persona que se niega a comprender las diferencias fundamentales entre el varón y la mujer y a regocijarse en ellas, nunca gustará de la bondad divina que Dios planeó para el matrimonio.

2. El matrimonio fue diseñado por Dios para remediar el primer problema de la raza humana: la soledad

«Y dijo Jehová Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré ayuda idónea para él. Jehová Dios formó, pues, de la tierra toda bestia del campo, y toda ave de los cielos, y trajo a Adán para que viese cómo las había de llamar; y todo lo que Adán llamó a los animales vivientes, ése es su nombre. Y puso Adán nombre a toda bestia y ave de los cielos y a todo ganado del campo; mas para Adán no se halló ayuda idónea para él. Entonces Jehová Dios hizo caer sueño profundo sobre Adán, y mientras éste dormía, tomó una de sus costillas, y cerró la carne en su lugar. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre» (Gn 2:18–22).
Imagínese a un hombre en un ambiente perfecto, pero solo. Adán tenía comunión con Dios y la compañía de las aves y el ganado. Tenía un trabajo interesante, pues se le encomendó la tarea de observar, clasificar, y dar nombre a los animales vivientes. Pero estaba solo. Dios contempló la situación y dijo: «No es bueno». Así que el Creador sabio y amante proveyó una solución perfecta. Hizo otra criatura similar al hombre y, sin embargo, maravillosamente diferente de él. Fue tomada de él, pero ella lo complementó. Ella resultó totalmente adecuada para él en lo espiritual, lo intelectual, lo emocional, y lo físico. Según Dios, ella fue diseñada para ser la «ayuda idónea» de él. Este término, «ayuda idónea», se refiere a una relación benéfica en la que una persona ayuda a sostener a otra como amiga y aliada. Tal vez usted haya pensado que una ayuda idónea es una persona subordinada, cierta clase de sierva glorificada. Pero tendrá nueva luz para considerar la vocación de la mujer cuando se dé cuenta de que la misma palabra hebrea que se traduce ayuda se le aplica a Dios en el Salmo 46:1: «Nuestro pronto auxilio [ayuda] en las tribulaciones.»
El matrimonio comienza siempre con una necesidad que ha estado ahí desde el principio, una necesidad de compañerismo y complemento que Dios entiende. El matrimonio fue concebido para aliviar la soledad fundamental que todo ser humano experimenta. En su caso, según el grado en que su cónyuge no satisfaga sus necesidades —espirituales, intelectuales, emocionales, y físicas—, y según el grado en que usted no satisfaga las mismas necesidades de su cónyuge, en esa misma proporción los dos están aún solos. Pero esto no está en conformidad con el plan de Dios, y puede remediarse. El plan es que se complementen el uno al otro.

3. El matrimonio fue planeado y decretado para traer felicidad y no desdicha

«Dijo entonces Adán: Esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi carne; ésta será llamada Varona, porque del varón fue tomada» (Gn 2:23).
¡Este es el primer canto de amor que se escuchó en el mundo! Los expertos en hebreo nos dicen que Adán expresó de este modo una tremenda emoción, una mezcla de asombro y regocijo. «¡Al fin tengo a alguien que me corresponda!» Su expresión «hueso de mis huesos y carne de mi carne» llegó a ser un dicho favorito en el Antiguo Testamento para describir una relación personal íntima. Pero la plenitud de su significado les pertenece a Adán y a su esposa. El Dr. Charles Ryrie hace la interesante sugerencia de que la palabra hebrea para mujer, iskah, pudo haber venido de una raíz que significa «ser suave», que tal vez sea una expresión de la deleitosa y original femineidad de la mujer.
Así que, cuando el Señor le trajo la mujer a Adán, el hombre expresó sus sentimientos con palabras como las siguientes: «Al fin he hallado a una que puede complementarme, que me quita la soledad, a quien apreciaré tanto como a mi propia carne. ¡Es bellísima!, perfectamente adecuada para mí. ¡Ella será lo único que necesitaré!»
¿Puede imaginarse la emoción que tuvo que haber ardido dentro del hombre y la mujer cuando comprendieron lo que podrían significar el uno para el otro? ¿Puede usted comprender el propósito por el cual Dios creó a la mujer para el hombre? Pese a todos los chistes gastados que se digan en contrario, el matrimonio fue concebido para nuestro gozo y felicidad. Y el propósito de Dios no ha cambiado nunca.


4. El matrimonio tiene que comenzar con un abandono de las demás relaciones a fin de establecer una, permanente, entre un hombre y una mujer

«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:24).
Dios dio este mandamiento tripartito en el comienzo cuando estableció la institución del matrimonio. Aún sigue siendo el ejemplo de consejo más conciso y amplio que jamás se haya presentado sobre el matrimonio. Nótese que las palabras de este versículo son sencillas y fáciles de entender, a pesar de la infinita profundidad de su significado. Estas veintitrés palabras resumen toda la enseñanza de la Biblia sobre el matrimonio. Todo lo demás que se dice destaca o amplía los tres principios fundamentales que se originan en este versículo, pero nunca los cambia ni en el más leve sentido. Estos principios merecen que se los considere atentamente, pues cualquier problema real al que se enfrente en la vida matrimonial vendrá por pasar por alto alguno de los aspectos del mandamiento que Dios dio en el Génesis.
Tenemos que entender, ante todo, que el matrimonio comienza con un dejar: dejar todas las otras relaciones. En este caso se especifica la relación más estrecha que existe fuera del matrimonio, ya que implica que es necesario dejar al padre y a la madre. Luego, ciertamente, todos los demás vínculos tienen también que romperse, cambiarse, o dejarse.
Por supuesto, los vínculos de amor con los padres son duraderos, pero tienen que cambiar de carácter para que el hombre se dedique completamente a su esposa y para que la mujer se dedique completamente a su esposo. El Señor le dio al hombre este mandamiento, aunque el principio se aplica tanto al esposo como a su esposa, por cuanto le corresponde al hombre establecer una nueva familia de la cual será responsable. Ya no puede depender de su padre ni de su madre; ya no puede estar bajo la autoridad de ellos, pues ahora asume la dirección de su propia familia.
La Escritura enseña claramente que el adulto tiene que continuar honrando a sus padres, y ahora, que es independiente, necesita cuidar de ellos cuando sea necesario y asumir responsabilidad por ellos, más bien que ante ellos (Mt 15:3–9; 1 Tim 5:4–8). Pero el que se va a casar tiene que dejar a sus padres, pues ni los padres ni ninguna otra relación debe entremeterse entre esposo y esposa.
Esto significa que usted y su cónyuge necesitan reorientar sus vidas el uno hacia el otro, en vez de esperar que otra persona, o grupo de personas, responda a sus necesidades emocionales. Esto significa, también, que las otras cosas han de ir detrás en prioridad: los negocios, la carrera, la casa, los pasatiempos, los intereses, y aun la obra de la iglesia. Todo tiene que colocarse en su perspectiva correcta. Cualquier cosa que sea importante en la vida debe ser menos importante que su relación matrimonial.
La esposa de un próspero hombre de negocios que dedicaba todas sus energías a su empresa, derramó lágrimas amargas en mi oficina mientras decía: «Él se mantiene dándome recompensas monetarias, y cada vez que lo hace, pienso cuánto mejor sería que me diera su tiempo y su amor. Doctor Wheat, yo no quiero todas esas cosas. Sólo quiero que él me preste atención.»
En más de veinticinco años de aconsejar, he observado que cuando un hombre habitualmente pone su negocio o su carrera antes que su esposa, nada de lo que él pueda comprar con dinero la complacerá realmente.
Hay muchas maneras diferentes de no atender lo que se debe. Esto lleva al fracaso de una verdadera relación. He visto a mujeres tan envueltas en sus trabajos o en lograr una educación más avanzada, que resultan más compañeras de cuarto que esposas. Y también he visto a otras cuya preocupación por un minucioso cuidado de la casa empañó lo que hubiera podido ser un buen matrimonio. He conocido a algunos hombres que no pudieron abandonar sus vínculos con sus compañeros de caza o de juego de golf por el tiempo suficiente para la necesaria relación amorosa con sus respectivas esposas. Algunos, incluso no pueden despegarse de los deportes televisados por un rato lo bastante largo como para hablar con sus esposas. He conocido casos en que el esposo o la esposa ha participado excesivamente en la obra de la iglesia hasta el punto de causar detrimento a su vida matrimonial. Y he conocido algunos casos tristes en que la madre, y algunas veces el padre, dio a los hijos el primer lugar. Cuando esos hijos crecieron, sus padres quedaron emocionalmente en bancarrota.
El primer principio que podemos aprender en Génesis 2:24 es que el matrimonio significa dejar. A menos que usted esté dispuesto a dejar todo lo demás, nunca alcanzará la unicidad de esta emocionante relación que Dios tuvo en mente para disfrute de toda pareja casada.


5. El matrimonio exige una unión inseparable de esposo-esposa para toda la vida

«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne» (Gn 2:24).
Notemos otra vez que el Señor le dice esto especialmente al esposo, aunque el principio se aplica a ambos cónyuges.
¿Qué significa unirse? La palabra hebrea dabaq, que la Versión Reina-Valera, revisión de 1960, tradujo «se unirá», tiene sentido de acción. He aquí algunas definiciones del verbo dabaq: «pegarse o adherirse a, permanecer juntos, mantenerse firme, sobrecoger, proseguir con firmeza, perseverar en, tomar, atrapar mediante persecución». Los traductores bíblicos modernos generalmente utilizan para traducir dicho verbo hebreo los verbos: «se adherirá a», «se unirá a», «se une a».
Cuando llegamos al griego del Nuevo Testamento, la palabra significa pegar como si fuera con cemento, pegarse como si fuera con cola, o estar soldados los dos de tal modo que no pueden separarse sin daño mutuo.
Según esto, es obvio que Dios tiene un poderoso mensaje para los dos cónyuges, y al esposo en particular se le pone delante un dinámico curso de acción. El esposo es el responsable principal de hacer todo lo posible y de ser lo que debe ser, a fin de hacer tal vínculo con su esposa que los haga inseparables. Y la esposa tiene que responder a su esposo de la misma manera. Estos lazos no son como las bellas cintas de seda que se atan a los regalos de boda. Más bien tienen que forjarse como el acero en el fuego de la vida diaria y en las presiones de las crisis, a fin de que formen una unión indisoluble.
La mejor manera de comprender la fuerza del significado que hay en el verbo dabaq, que se tradujo «se unirá», consiste en considerar cómo usó el Espíritu Santo dicha palabra en el libro de Deuteronomio. Los siguientes cuatro ejemplos se refieren a la necesidad de unión con el Dios viviente.
«A Jehová tu Dios temerás, a Él sólo servirás, a Él seguirás, y por su nombre jurarás» (10:20).
«… que los cumpláis, y si amareis a Jehová vuestro Dios, andando en todos sus caminos, y siguiéndole a Él» (11:22).
«En pos de Jehová vuestro Dios andaréis; a Él temeréis, guardaréis sus mandamientos y escucharéis su voz, a Él serviréis, y a Él seguiréis» (13:4).
«… amando a Jehová tu Dios, atendiendo a su voz, y siguiéndole a Él» (30:20).
Esto indica que ante los ojos de Dios «unirse a» significa una entrega de todo corazón, en primer lugar de todo lo espiritual, pero que se extiende a toda área de nuestro ser, de tal modo que la unión sea también intelectual, emocional, y física. Significa que usted tendrá una continua oportunidad de unirse a su cónyuge aun en los detalles más nimios de la vida. De hecho, cualquier cosa que los acerque más y haga más firme su relación será parte de tal unión. Cualquier cosa que los distancie, mental o físicamente, debe evitarse, por cuanto rompe el patrón divino para la vida matrimonial.
Gran parte del consejo práctico que ofrezco en este libro le indicará cómo unirse a su cónyuge en diversas circunstancias y de diferentes maneras. Sea cual fuere la manera de expresarla, la unión siempre envuelve dos características: (1) una constante lealtad, y (2) un amor activo que prosigue, que no abandona.
Si quiere poner a prueba una acción, una actitud, una palabra, o una decisión ante las normas bíblicas de esta unión, formúlese las siguientes preguntas: Esto ¿nos acercará más o nos separará más? ¿Edificará nuestra relación o la romperá? ¿Producirá una reacción positiva o negativa? ¿Expresa mi amor y lealtad a mi cónyuge, o revela mi individualismo egocéntrico?
Recuerde que el plan de Dios para usted y su cónyuge es una unión inseparable que ustedes mismos construyen mutuamente al obedecer su mandamiento de unirse.


6. El matrimonio significa unidad en el más amplio sentido posible, e incluye la unión física íntima, sin vergüenza

«Por tanto, dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola carne. Y estaban ambos desnudos, Adán y su mujer, y no se avergonzaban» (Gn 2:24, 25).
Vemos ahora que el modelo que Dios estableció para el matrimonio en la creación producirá algo muy hermoso si se aplica. Dos llegarán realmente a ser uno. ¡Esto es más que unidad! Ningún escritor, maestro, o teólogo ha explicado aún todo lo que significa el hecho de que dos personas lleguen a ser «una carne». ¡Sólo sabemos que ocurre!
Deben notarse varios requisitos elementales. Para que esto ocurra, el matrimonio tiene que ser monógamo (de dos personas solamente). En consecuencia, el adulterio y la promiscuidad quedan absolutamente prohibidos porque, como lo destacó el Señor Jesús en el Nuevo Testamento, los dos llegan a ser uno. La Biblia describe gráficamente los desdichados efectos del matrimonio polígamo a lo largo del tiempo y los resultados mortales del adulterio. En Proverbios 6:32, por ejemplo, leemos: «Mas el que comete adulterio es falto de entendimiento; corrompe su alma el que tal hace». ¡Ciertamente nadie puede alegar como excusa la ignorancia! El matrimonio tiene que ser también heterosexual. Dios hizo una mujer para un hombre. El «matrimonio» homosexual, que hoy se proclama en ciertas esferas, es una deformación patética y escuálida del plan del Creador para la unión santa entre un hombre y una mujer.
Llegar a ser una sola carne es algo verdaderamente profundo: envuelve la unión física íntima en el contacto sexual. Y esto sin ninguna vergüenza entre los cónyuges. ¡Dios nunca incluyó la vergüenza en la relación sexual matrimonial! En vez de ello, la palabra que usa la Biblia para hacer referencia a la relación sexual entre el esposo y su esposa es el verbo «conocer», que es un verbo de profunda dignidad. «Conoció Adán a su mujer Eva, la cual concibió…» (Gn 4:1). «Y despertando José del sueño, hizo como el ángel del Señor le había mandado, y recibió a su mujer. Pero no la conoció hasta que dio a luz a su hijo primogénito…» (Mt 1:24, 25).
Este verbo «conocer» es el mismo que se usa en Génesis 18:19 para hacer referencia al conocimiento personal que el amante Dios tenía de Abraham: «Porque yo sé que mandará a sus hijos y a su casa después de sí, que guarden el camino de Jehová, haciendo justicia y juicio».
De modo que, en el modelo divino del matrimonio, la relación sexual entre el esposo y su esposa incluye el conocimiento físico íntimo, un conocimiento tierno y personal. Así, el dejar lo anterior y el unirse y conocerse el uno al otro da como resultado una nueva identidad en la cual dos se funden en uno: una mente, un corazón, un cuerpo, y un espíritu. No quedan dos personas, sino dos fracciones de una. Esta es la razón por la que el divorcio tiene un efecto tan devastador.
En el Nuevo Testamento, el Espíritu Santo utiliza el misterio de llegar a ser una carne, que se presenta en el Génesis, con su dimensión de la relación sexual, para describir un misterio aun más profundo: el de la relación entre Cristo y su esposa, la Iglesia. «Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne. Grande es este misterio; mas yo digo esto respecto de Cristo y de la Iglesia» (Ef 5:31, 32).
Este es el modelo de matrimonio tal como Dios lo estableció al principio: una relación amorosa tan profunda, tierna, pura, e íntima, que está modelada de acuerdo con la relación de Cristo y su iglesia. Este es el fundamento del amor que no se apaga y que usted puede experimentar en su propio matrimonio, un fundamento sobre el cual puede edificarse con seguridad.

¿ES SU HOGAR UN PARAÍSO DE FELICIDAD?

Cuando éramos niños, mamá nos contaba que el Príncipe Azul encontró a la Princesa Encantada y que, luego de algunas peripecias, los dos se enamoraron, se casaron y «vivieron felices el resto de sus días.» Esto fue creando en muchos de nosotros una idea muy ingenua del matrimonio, que contrasta con las muchas evidencias a nuestro alrededor de matrimonios que no son exactamente como los de los cuentos.
Es posible que ya de grandes todavía sostengamos que el hogar «debe ser un remanso de paz» o «un refugio» o «un paraíso». Con razón muchas parejas se sienten profundamente defraudadas cuando el hogar que han formado se asemeja más bien a un campo de batalla que al soñado paraíso. El creciente índice de divorcios parece indicar la dificultad de los cónyuges en aceptar que el matrimonio no es el paraíso donde descansar, sino solamente el huerto donde trabajar; no es el refugio a dónde huir, sino el camino que hay que recorrer; no es el jardín de rosas hecho para disfrutar, sino la parcela donde laborar.

Un buen hogar requiere esfuerzo

La idea de que un buen hogar se forma por «generación espontánea» o por «buena suerte» ha hecho que no nos preocupemos de prepararnos adecuadamente para la vida hogareña. Nos preparamos durante años para una profesión, para una carrera, para un trabajo, en fin, para casi todo, menos para el hogar y la formación y el desarrollo de la familia. No encuentro en la Biblia que Dios haya prometido hacer de cada hogar un paraíso, cualquiera que sea la connotación que le demos a esta palabra. Lo que sí encuentro es la intención del Creador de poner al ser humano en una red de relaciones familiares a fin de que se pueda desarrollar todo su potencial: en donde el hombre sea más hombre y la mujer más mujer; en donde los hijos crezcan amados y valorados; en donde todos sean cada vez más humanos para beneficio propio y de los demás. Esa es la voluntad revelada de Dios para el hogar y con ella ha comprometido el poder de su Palabra y de su Espíritu.
El hogar, por lo tanto, sí puede llegar a ser un lugar de sosiego, un espacio de amor, un sitio de satisfacción y desafío, pero no sin la dedicación, el trabajo y el esfuerzo necesarios.


El hogar: un lugar para crecer

Cuando me casé, oí que entraba «en el santo estado del matrimonio». Desde entonces, he tenido que luchar contra un concepto estático del matrimonio y procurar percibirlo en su dimensión dinámica. Para muchos, el formar un hogar significa arribar a la meta y… descansar. Con razón hay tanto descuido físico, intelectual y profesional en muchas parejas que creen que el matrimonio es la graduación de la vida.
El hogar tiene que ser percibido como el espacio en donde cada miembro crece y se desarrolla en todo su potencial y sus capacidades. Es en el hogar, más que en ninguna otra parte, donde los valores abstractos, tales como el amor y la bondad, la disciplina y el valor, la paciencia y la entrega, se ponen a prueba. Es allí donde todo lo mejor del ser humano es desafiado a comprometerse.


Varias etapas

Los que hemos estudiado el matrimonio en su desarrollo hemos encontrado varias etapas bastante bien definidas. La primera, la etapa romántica forjada en base a las muchas ilusiones, sueños y promesas grandiosas, no dura toda la vida, al menos en sus dimensiones iniciales. Tarde o temprano, las finanzas, el trabajo, los hijos, hacen que la pareja aterrice en la realidad de un mundo que demanda esfuerzo para sobrevivir y que parece amenazar el sueño de eterno romance y encanto. Aparecen, entonces, las frustraciones, las recriminaciones, los reclamos y la lucha por el poder. Toda pareja, de una forma u otra, atraviesa por esta etapa, no sin dolor y serios cuestionamientos acerca de su relación. Es aquí donde muchas personas que se resisten a crecer y a tomar responsabilidad por su vida, sus actos y sus sentimientos, deciden romper el vínculo matrimonial. Las parejas que deciden mantener el hogar por los hijos, por razones económicas o por las apariencias, pueden encontrarse en una etapa de desilusión y separación física, emocional o mental, que no les permite establecer el hogar que en el fondo anhelan. Las parejas que, en medio de su frustración y desconcierto, no se conforman con una relación mediocre y deciden crecer, experimentan una profunda transformación. Cada uno comienza a tomar responsabilidad por lo que es y por lo que quiere. Cada cual toma en serio la posibilidad de afectar las cosas a su alrededor y no sólo ser afectado. Ambos descubren que juntos pueden hacer más que cada uno por separado y eso los anima en su propósito de compartir toda la vida. Los dos van caminando en la etapa de la estabilidad, la intimidad y el compromiso como nunca antes. Eso les anima a continuar creciendo en su relación, no solo para bien de ellos mismos, sino para beneficio de toda su familia, su comunidad y las futuras generaciones.


Conclusión

Dios no nos ha ofrecido un paraíso o un jardín de rosas cuando formamos un hogar. Eso sí, nos ha entregado un terreno fértil, herramientas, y buenas semillas para que lo trabajemos con su ayuda y cultivemos con interés y esfuerzo las flores más hermosas para bien de muchos y para la gloria de Dios.




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