martes, 15 de octubre de 2013

Samuel: ¿Con qué autoridad haces las cosas? Muestra de la soberanía de Dios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Samuel: un niño especial
1 Samuel 1–4:1a
¿Alguna vez ha dicho: “¿Quién manda aquí?” Esta es la pregunta que los israelitas se hacían cuando terminaron los eventos de la época de los jueces. Muchas veces también se hace en nuestros días. Por naturaleza, la gente busca ampararse bajo una autoridad establecida.
Otra pregunta que se escucha es: “¿Con qué autoridad manda fulano?” No sólo queremos saber quién manda, sino también en qué se basa para ponerse por encima de los demás. La verdad es que de vez en cuando debemos detenernos y contestar estas preguntas, porque si la autoridad reinante no se deriva de alguien superior, entonces ésta se vicia.
Cuando los libros de Samuel se escribieron, el pueblo de Israel enfrentaba una situación semejante. El reino se había dividido y existía mucha rivalidad entre los grupos. ¿Quién podía afirmar que tenía la bendición divina?
Actualmente no vivimos la misma situación, pero nos urge saber quién controla todo. ¿A quién tenemos que responder? Cualquiera que sea el caso, la contestación se encuentra en los libros de Samuel.
SITUACION HISTORICA
Los eruditos están de acuerdo en que los primeros capítulos de Samuel son una continuación del período de los jueces. Es probable que haya habido un traslape entre los gobiernos de Sansón, Elí y Samuel. El texto bíblico enseña claramente que Elí (4:18b) y Samuel (7:6b, 15, 17) fueron los dos últimos jueces. Al final del libro de Jueces se describe la situación que imperaba en Israel, misma que continuaba al comenzar los libros de Samuel. ¿Cómo podemos describirla?
Caos político
De acuerdo al testimonio de los capítulos finales de Jueces, aprendemos que políticamente Israel vivía una situación caótica. Cuatro veces encontramos la frase “no había rey en Israel” (Jueces 17:6; 18:1; 19:1; 21:25). Parece que el sistema de jueces no funcionaba y que el período de los reyes todavía no había llegado. No existía gobierno centralizado.
La falta de éste dejaba al pueblo sintiéndose políticamente inseguro, aunque sabían que tenía que resolverse de alguna manera. Dos veces el autor de Jueces declara que “cada uno hacía lo que bien le parecía” (17:6; 21:25). El pueblo vivía en anarquía y sufría un caos que le debilitaba tanto, que no podía enfrentar a los filisteos, sus enemigos principales.
Parece que desde el final del período de los jueces, el autor bíblico anticipaba el establecimiento de la monarquía como solución al problema político que aquejaba a Israel.
Decadencia religiosa
Los primeros capítulos de 1 Samuel enseñan con claridad que religiosamente Israel pasaba por problemas muy agudos. La decadencia se manifestaba de dos maneras:
El sacerdocio indigno. El capítulo dos revela en forma muy patente cómo los sacerdotes principales, Elí, Ofni y Finees, pervertían el culto a Jehová. Si ellos violaban la clara instrucción del Señor acerca de los sacrificios (vv. 12–17) y fornicaban con las mujeres que servían en el tabernáculo (v. 22), ¿cómo sería el comportamiento del pueblo? Si Elí no corregía a sus hijos, ¿lo harían los demás padres del pueblo? La decadencia sacerdotal afectaba a todos los israelitas.
El fetichismo popular. Este fenómeno se ve en los capítulos 4–6. El tema principal es el arca del pacto de Jehová. El problema era que ese artefacto tan importante en el culto se había vuelto en fetiche. Representaba la presencia del Señor, pero a esas alturas, los israelitas creían que la presencia del arca con los ejércitos les garantizaba la victoria en la batalla. En vez de confiar en el Dios del arca, confiaban en el mueble mismo. Eso es fetichismo. Tenían que aprender que la confianza debía depositarse no en el objeto, sino en la persona. Al fin y al cabo, el pueblo cometía idolatría al poner el arca en el lugar que solamente el Señor debía ocupar.
Cuando combinamos el caos político con la decadencia religiosa, vemos que Israel estaba en una encrucijada histórica: o se arrepentían, o vendría destrucción. Por causa del ministerio de Samuel, la primera opción se hizo realidad y el pueblo escapó de la aniquilación.
El marco cronológico
El primer libro de Samuel comienza con el relato del nacimiento de éste y el segundo, termina con las postrimerías del reinado de David. Los expertos calculan que el primer evento sucedió por el año 1120 a.C. y que David terminó de gobernar por 971 a.C. Así que concluimos que los eventos que relatan estos libros abarcan aproximadamente 150 años de historia en Israel.
FECHA DE COMPOSICION
Es imposible poner fecha exacta a la composición de estos libros, pero hay cierta evidencia interna que nos ayuda a calcularla. El hecho de que 2 Samuel relata acontecimientos del final del reinado de David implica que fue compuesto después de 971 a.C. Dado que no se hace mención de la cautividad asiria que empezó en el año 722 a.C., damos por sentado que el autor no tenía conocimiento de ella. Así que sabemos que fue escrito antes de esta última fecha. Entonces, surge la pregunta: dentro del período comprendido entre 971 y 722 a.C., ¿cuándo se escribieron estos libros?
Hay otra evidencia interna que nos ayuda a contestarla. Es obvio que el autor sabía de la división del reino que sucedió en 931 a.C. porque constantemente hace referencia a Israel (el reino del norte) y a Judá (el reino del sur). Véase por ejemplo 1 Samuel 11:8 y 2 Samuel 5:5. La evidencia más contundente se encuentra en 1 Samuel 27:6 donde el autor menciona: “los reyes de Jndá”. Entonces, concluimos con los expertos que 1 y 2 Samuel fueron compuestos poco después de 931 a.C. cuando el reino se acababa de dividir.
¿QUIEN ES EL AUTOR?
Aunque los libros llevan su nombre, podemos estar seguros de que Samuel no fue el autor de la totalidad de los escritos. En 1 Samuel 25:1 encontramos la noticia de su muerte. Es probable que él haya escrito 1 Samuel 1–24, pero ¿qué del resto? La misma Biblia nos auxilia para encontrar la respuesta. Primero de Crónicas 29:29 dice:
Y los hechos del rey David, primeros y postreros, están escritos en el libro de las crónicas de Samuel vidente, en las crónicas del profeta Natán, y en las crónicas de Gad vidente.
Segundo de Samuel 1:18 menciona el libro de Jaser. Lo más seguro es que después de 931 a.C. un redactor guiado por el Espíritu Santo, haya seleccionado de esas cuatro fuentes los eventos necesarios para comunicar el mensaje de Dios a su pueblo. El redactor queda en el anonimato, pero se especula que era del reino de Judá.
PROPOSITO
Cuando uno inicia el estudio de un libro bíblico, siempre debe averiguar las razones por las cuales se escribió; su propósito siempre debe estar en la mente del intérprete. ¿Por qué se escribieron los dos libros de Samuel? Detectamos cuatro propósitos bien definidos.
El histórico
Esta es la razón más obvia. El pueblo de Israel necesitaba conocer su historia. El autor relata lo acontecido desde la época de los jueces hasta los últimos años del rey David. Por medio de su narración, el autor contesta cómo Israel pasó de ser una agrupación de tribus sin gobierno central a ser una nación unificada bajo un rey. ¿Cómo se dio el cambio de jueces a reyes?
El político
Tomando en cuenta que el autor redactó estos libros después de la división del reino, y que probablemente radicaba en Judá, es posible que hubiera tenido una motivación política. Quería dejar claro que Judá era la facción que seguía las pisadas de Samuel y David, y por eso podía esperar la bendición divina. Identificaba a su pueblo con los fieles del Señor.
El teológico
Veremos en la exposición que el hilo teológico que se observa a través de la narración es el hecho de que Jehová es el verdadero rey de Israel. Los jueces y reyes vienen y van, pero el Señor siempre permanece como el verdadero rey del pueblo. Uno de los enfoques principales de estos libros es la relación que hay entre el rey humano y el divino.
El práctico
El Señor usó estos libros para enseñar en forma muy patente que la obediencia trae bendición y la desobediencia acarrea maldición. El que es fiel al pacto, será colmado de todo tipo de bienes, pero el que se rebela contra Dios puede esperar la disciplina y el castigo del Altísimo. Este principio es muy válido, aún en nuestros días.
LA DESOBEDIENCIA ACARREA MALDICION
BOSQUEJO BREVE
Debemos notar que en la Biblia hebrea los dos libros de Samuel forman uno solo. Es una narración continua de principio a fin. Fue en la Septuaginta (primera versión griega del Antiguo Testamento) que por primera vez se hizo la división en dos tomos. El enfoque del autor es definitivamente biográfico porque todo gira alrededor de los personajes principales. Así que el bosquejo más sencillo del libro es el que sigue:
I.SAMUEL     1 Samuel 1:1–12:25
II.SAUL     1 Samuel 13:1–15:35
III.DAVID Y SAUL     1 Samuel 16:1–31:13
IV.DAVID     2 Samuel 1:1–24:25
LA PREPARACION DE SAMUEL 1:1–4:1A
Jehová tenía grandes planes para su pueblo, pero para poder realizarlos era necesario preparar a un líder especial. El juez-sacerdote Elí ya no podía con la situación. El caos político y la decadencia religiosa requerían de un personaje excepcional para ejecutar los cambios con objeto de que la nación regresara a la fidelidad. En su gracia y soberanía, Dios eligió a Samuel para encabezar este regreso hacia el Omnipotente. Su preparación comenzó aún antes de nacer.
El nacimiento de Samuel 1:1–20
Considerando el hecho de que Samuel desempeñaría un papel extraordinario en el plan de Dios, éste obró en forma inusitada desde antes de su nacimiento. En esos acontecimientos apreciamos la importancia de la devoción en el hogar.
La situación vv. 1–8. El relato comienza diciendo que había un varón devoto al Señor que manifestaba su dedicación yendo a Silo cada año para presentar su ofrenda de acción de gracias. Este sitio había sido centro del culto israelita desde el tiempo de Josué (Josué 18:1). Debido a que era un buen padre, Elcana llevaba consigo a toda la familia para inculcar en todos ellos la adoración a Jehová de los ejércitos (v. 3). (Esta es la primera vez que se usa este título divino.)
A pesar de su espiritualidad, Elcana seguía la práctica de aquel entonces y tenía dos esposas: Ana y Penina. Como siempre, la poligamia causa problemas, máxime porque Ana no tenía hijos.
No obstante este problema, Elcana amaba más a Ana que a Penina, y ésta se encargaba de mantener viva la rivalidad entre ellas al grado que la vida de Ana era un suplicio. Aun en la fiesta después del sacrificio, tiempo de gran júbilo, la esposa predilecta lloraba y no comía. Era una mujer angustiada, ya que en aquella cultura el no tener hijos era señal de desaprobación divina.
La súplica vv. 9–18. No sabemos si lo que sigue era una práctica anual de Ana o no. Lo que sí conocemos es que en esta ocasión acudió a la única fuente de poder, Jehová de los ejércitos. Delante de él derramó su corazón suplicando que interviniese a su favor. Su oración fue tan intensa, que Elí pensó que estaba ebria. Habiendo escuchado la defensa de Ana, el sacerdote pronunció una bendición sobre ella (v. 18a).
Observe que Ana no sólo se dedicó a pedir. También prometió consagrar al servicio del Señor durante toda su vida al hijo que había pedido. Antes de nacer, su madre prometió que sería nazareo (Números 6:1–21). La preparación de Samuel comenzó aun antes de ser concebido.
El suceso vv. 19–20. Poco después de regresar a Ramá, el Señor obró en forma especial y Ana concibió su primogénito. Nueve meses más tarde, dio a luz al varón que había pedido y a quien puso por nombre Samuel. Los expertos dicen que quiere decir “el nombre [de Dios] es EL”. El título divino, EL, expresa la grandeza del poder divino. Este significado no se relaciona con la petición de la madre, sino con el poderío de Jehová. Ana se había dirigido al único que le podía socorrer. Bajo estas circunstancias especiales, nació el que llegaría a ser el principal agente de cambio en la transformación de Israel.
¡PENSEMOS!
¿A quién acude usted cuando se angustia? Ana sabía a quién recurrir y también cómo pedir. Analice el texto de su oración. ¿Cómo describiría su petición? Subraye en su Biblia las frases importantes en los versículos 9–20. Apunte dos principios prácticos que aprendemos acerca de la oración y póngalos por obra esta semana.
LA DEDICACION DE SAMUEL 1:21–28A
La promesa se había hecho en el versículo 11, ahora tenía que seguir el cumplimiento. Analicemos la consagración de Samuel bajo dos puntos.
La dedicación demorada 1:21–23
Unos tres meses después del nacimiento de Samuel les tocó subir a Silo para hacer el sacrificio anual. Esta vez no subió Ana con Elcana porque decidió no ir hasta después de destetar al pequeño. Es probable que Ana lo terminara de criar cuando tenía entre tres y cuatro años.
La dedicación realizada 1:24–28a
Llegó el día indicado. Samuel tenía unos cuatro años pero Ana no titubeó. Con su esposo se presentó ante Elí, hizo los sacrificios ordenados y lo dedicó al servicio de Jehová. ¿Cómo se sentiría la madre en esa situación? No obstante sus sentimientos, tuvo que cumplir la promesa hecha, y el Señor la bendijo por ello. Desde ese día, Samuel pasó su vida en la presencia de Jehová y del sacerdote Elí.
LA ADORACION RESULTANTE 1:28B–2:10
La de Elcana 1:28b
La última frase del capítulo 1 dice: “Y adoró allí a Jehová” La adoración es la reacción correcta cuando uno ha entregado su posesión más preciada al Señor. Se piensa que el sujeto que realizó la adoración en este caso fue el padre de Samuel.
La de Ana 2:1–10
El cántico de Ana es uno de los poemas más preciosos de toda la Biblia. Es muy semejante al Magnificat de María que se encuentra en Lucas 1:46–55. Su canto de alabanza tiene tres estrofas:
1. La doxología vv. 1–2
2. Una advertencia a los enemigos de Jehová vv. 3–8
3. La confianza del creyente vv. 9–10
El final del versículo 10 es muy importante porque allí es donde el autor indica por primera vez el propósito teológico de su libro. El soberano Señor tenía dentro de sus planes poner un rey sobre su pueblo. Con las palabras: “Dará poder a su Rey, y exaltará el poderío de su Ungido”, Ana estaba profetizando el establecimiento de la monarquía.
Parte de la preparación de Samuel consistió en la dicha de ser criado en un hogar con padres creyentes que lo amaron intensamente en su más tierna infancia y le inculcaron la devoción al Señor. Dichoso el que se cría en situación similar.
SAMUEL VS. LOS HIJOS DE ELI 2:11–36
El resto del capítulo 2 contiene una serie de contrastes entre Samuel y los hijos de Elí, Ofni y Finees. El autor va alternando entre el primero y los segundos. Se habla de Samuel en 2:11; 2:18–21 y 2:26. En 2:12–17; 2:22–25 y 2:27–36 encontramos textos que describen a Elí y sus hijos.
Siempre se escribe algo positivo acerca de Samuel y algo negativo de Ofni y Finees. Los contrastes tan marcados son una técnica que usa el autor para enseñar que el que obedece, recibe bendición y el desobediente se acarrea el castigo.
El niño Samuel
Samuel se aprecia como un niño que ministró a Jehová desde temprana edad y siguió sirviendo hasta su llamamiento a ser profeta del Señor cuando llegó a joven (2:11; 3:1). Toda su infancia y adolescencia las pasó trabajando en la casa de Dios bajo la tutela de Elí, el sacerdote-juez. Todos estos años estuvo ministrando, creciendo y recibiendo anualmente la visita de sus padres y hermanos, porque con el paso del tiempo Jehová había bendecido a Ana y Elcana con cinco hijos más. La obediencia siempre trae fruto agradable. El versículo 26 revela que Samuel gozaba de aceptación general en la esfera espiritual y en la social. Era un chico ejemplar.
ERA ACEPTO DELANTE DE DIOS Y DE LOS
HOMBRES
Elí y sus hijos
En contraste, Elí se pinta como un sacerdote anciano (v. 22) e indulgente (vv. 23–25) que había perdido todo control sobre sus hijos. Estos hacían lo que se les antojaba con los sacrificios (vv. 13–17) y cometían fornicación con las mujeres que servían en el tabernáculo (v. 22). La descripción inicial de ellos es escueta y muy franca: “eran hombres impíos, y no tenían conocimiento de Jehová” (v. 12). Su comportamiento había afectado negativamente a todo el culto israelita. Por causa de ellos “los hombres menospreciaban las ofrendas de Jehová” (v. 17).
El Altísimo no podía quedarse con los brazos cruzados frente a esta situación, por lo que envió un profeta a Elí para reclamarle su negligencia al no disciplinar a sus hijos (vv. 27–30) y avisarle del castigo que vendría sobre su casa (vv. 31–33). La señal de que esto sucedería era que sus dos hijos morirían en el mismo día (v. 34).
En vez de la casa rebelde de Elí, el Señor levantaría una casa firme y fiel que sirviera adecuadamente a su ungido (v. 35). Esta es la segunda alusión al rey que vendría. En estos libros, el rey siempre se conoce como el Ungido de Jehová. Esta nueva dinastía de siervos sería encabezada por un sacerdote fiel puesto por Dios mismo. Históricamente, esta promesa se cumplió primero en la persona de Samuel y después cuando Salomón destituyó a Abiatar, bisnieto de Elí, y puso en bu lugar a Sadoc (1 Reyes 2:27, 35).
Lecciones que aprendió Israel
El judío de aquel entonces que leyera esta porción, sacaría de ella varias lecciones prácticas
Deduciría que el rey debía ser obediente como Samuel y no rebelde como Elí y sus hijos. Este principio nunca cambió en toda la historia de Israel. Todo rey debía ser obediente al Rey divino.
Vería la soberanía divina trabajando en su pueblo. Los hijos de Elí “no oyeron la voz de su padre, porque Jehová había resuelto hacerlos morir” (v. 25). El tenía su plan perfecto. Habiéndolos eliminado, llevaría a cabo su propósito de establecer otra casa sacerdotal que le fuera fiel (v. 35). Jehová controla la historia.
Aprendería que Dios usa a la persona que actúa conforme a su corazón y alma (v. 35). Al Señor le interesa lo que está dentro del ser humano; lo que es un hombre, no lo externo y lo que hace. Este principio so repite en 1 Samuel 13:14; 16:7b y Hechos 13:22b.
¡PENSEMOS!
Tome unos minutos para analizar su vida a la luz de las tres lecciones presentadas. Dios no sólo quiere reyes obedientes sino que todos sus hijos lo seamos. Saber que el Señor es soberano debe llenarnos de confianza y aliento. ¿Qué de su corazón? Cuídelo mucho porque de él mana la vida (Proverbios 4:23).
EL LLAMAMIENTO DE SAMUEL 3:1–4:1A
Los expertos calculan que Samuel tenía entre 12 y 16 años cuando sucedieron los eventos del capítulo tres. La palabra “joven” de 3:1 se puede usar para un infante (1:24–25; 2:11) o un adolescente (2:21, 26; 3:1). Había pasado todos estos años preparándose para lo que iba a suceder en la madrugada: “antes que la lámpara de Dios fuese apagada” (3:3b), del día con que comienza este capítulo. Este época también se caracterizó porque el Señor no se revelaba: su palabra “escaseaba en aquellos días; no haía visión con frecuencia” (v. 1b). Desde los días de Moisés no había habido profeta en la tierra.
El llamamiento en sí 3:1–10
Hasta ese punto en su vida, Samuel no había tenido un encuentro personal con Jehová ni había recibido revelación especial (v. 7). Entre los versículos 4 y 10 se dice que escuchó la voz de Dios cuatro veces y en cada una de ellas el mensaje fue muy claro: “¡Samuel, Samuel!” Esta madrugada marcó el inicio de su conocimiento personal de Jehová.
Su respuesta al llamado divino fue muy adecuado, “Habla, porque tu siervo oye” (v. 10b). Una traducción libre sería, “Manda, Señor, porque tu esclavo está dispuesto a obedecer”. Cuando Dios escuchó esta reacción, el escenario estaba listo para que Samuel recibiera su primera profecía.
LO MAS IMPORTANTE ES LA ENTREGA TOTAL
DE LA VIDA
Su primer mensaje 3:11–14
Cuando el nuevo profeta recibió su primera revelación especial, su mensaje inicial fue dictar un juicio proveniente de Dios en 2:27–36. Elí y su familia serían disciplinados severamente y el castigo vendría pronto.
El inicio de su ministerio profético 3:15–4:1a
El profeta no sólo recibió la revelación especial, sino que tuvo que proclamar el mensaje revelado al pueblo. El profeta es un portavoz de Dios, el agente que lleva la palabra divina a los que la necesitan. Samuel anunció el mensaje primeramente a Elí y después a Israel.
El mensaje a Elí vv. 15–18. Samuel amaba mucho a Elí porque había sido como un padre para él durante su niñez y adolescencia y no quería lastimarlo transmitiéndole la revelación que había recibido, pero Elí intuyó que las palabras recibidas por su discípulo esa madrugada eran para él y por eso lo instó a que le declarase todo el mensaje. Este cumplió con su responsabilidad y aquél se entregó a la voluntad soberana de Dios.
El mensaje al pueblo vv. 19–4:1a. Jehová confirmó el llamamiento de Samuel a ser su profeta. Todas sus palabras se cumplieron al pie de la letra y toda la nación reconoció que era fiel. Con el ministerio de Samuel Jehová comenzó a revelarse de nuevo en el santuario de Silo. Una nueva época de revelación había empezado. La primera frase del capítulo cuatro pertenece realmente al capítulo tres. Enfoca el hecho de que el ministerio profético de Samuel abarcó a todo Israel. El silencio se había terminado. Una vez más Jehová de los ejércitos se manifestaba a su pueblo.
El Señor tardó unos 16 años en la preparación del instrumento que iba a usar para transformar a su pueblo. Comenzó antes de su nacimiento con la devoción de sus padres y terminó con su llamamiento a ser profeta. Todo estaba bajo el control del Dios quien todo lo hace bien y dio como resultado el inicio del ministerio de uno de los hombres más destacados del Antiguo Testamento: el profeta Samuel.
¡PENSEMOS!
En todas las épocas de la historía, el Todopoderoso busca hombres y mujeres obedientes que pueda usar y bendecir: padres como Elcana y Ana y jóvenes dedicados como Samuel. ¿Son ustedes el tipo de padres que experimentan la benevolencia divina en su vida diaria? ¿Inculcan en sus hijos el temor del Señor y la necesidad de vivir completamente dedicados a él? Apunte tres cosas que va a hacer esta semana para mejorar su relación personal con Dios y para ayudar a sus hijos a ser más dedicados.

lunes, 14 de octubre de 2013

Aconsejando bajo la luz de la Biblia: Consejería Bíblica sus Principios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Principios Bíblicos para Aconsejar

Objetivos
  1. Comprender que la consejería bíblica debe basarse en una visión de mundo según las Escrituras.
  2. Comprender que las Escrituras son las que fundamentan nuestro consejo y vida cristiana.


Introducción
Los términos consejería y aconsejamiento no pertenecen al español según el Diccionario de la Real Academia Española (DRAE), por lo menos no en la connotación que nosotros les damos. Estos vocablos más bien son una traducción de la jerga evangélica de la palabra inglesa “counseling”, una palabra que describe una de las funciones más importantes del ministerio pastoral y de todos los miembros de una iglesia.
Con la expresión “consejería bíblica” me refiero a aquella que tiene como fundamento las Sagradas Escrituras. Con esto quiero decir que la Biblia es la que define las motivaciones, los objetivos y las estrategias de la consejería. Son las Escrituras las que nos dan el fundamento teórico para la práctica de aconsejar.
Con ello indico no solamente la parte espiritual, sino todas las partes del ser humano, porque somos seres integrales. A veces creemos que como cristianos podemos aconsejar sólo en el campo de las cosas espirituales, pero según la Escritura todas las cosas son espirituales, todas están interrelacionadas. Un problema de ira es espiritual, un problema matrimonial es espiritual, etc. La Biblia es suficiente para cambiar vidas, no solo los problemas “espirituales” (Salmo 119).

El consejero bíblico
Hoy en día existe la idea generalizada de que los únicos que pueden dar la consejería son los psicólogos, psiquiatras, orientadores u otros profesionales de las ciencias sociales. Pero la Biblia dice otra cosa, ella afirma que la consejería no es exclusiva para los expertos o profesionales. La consejería no es una ciencia es una cuestión espiritual.
La Biblia dice que la consejería puede ser dada por parte de toda la iglesia (Ro 15:1, 14; Ga 6:1–2; Col 3:16; 1 Ts 4:18; 5:11; Hb 3:13; Stg 5:16). Adams, lo expresa de la siguiente manera: “Dios llama a cada creyente a aconsejar a otros en algún punto, algún tiempo, sobre algo.” Con respecto a Galatas 6:1, Adams continúa diciendo: “La orden es clara: todos tenemos que restaurar a cualquier hermano o hermana a quién Dios haya colocado providencialmente en nuestro camino cada día.
La Consejería Bíblica es parte del discipulado cristiano que Dios nos llama a hacer en la Gran Comisión (Mt 28:19–20) como parte de la missio dei, este nos dice que debemos hacer “discípulos” en todas las naciones. Y parte del discipulado cristiano es ayudar a los creyentes a que se conduzcan según la Palabra de Dios, y una forma de hacer esto es mediante la consejería bíblica. Así, que si el mandato de la Gran Comisión es para todos los creyentes, la consejería también es un mandato para todos los creyentes.
John McArthur por su parte lo describe de la siguiente manera “desde los tiempos apostólicos, la consejería se ha realizado en la iglesia como una función natural de la vida espiritual del cuerpo de Cristo. Después de todo, el nuevo testamento manda a los creyentes: “amonestaros los unos a los otros”; “exhortaos los unos a nosotros”; “animaos unos a otros, edificaos unos a otros”; “confesaos vuestras ofensas unos a otros, y orad unos por otros, para que seáis sanados”. Todos en un momento u otro necesitamos consejo del otro, o damos consejo a otros. Esto es un ministerio mutuo entre los creyentes.
Por supuesto, el cristiano laico no debe andar buscando problemas que resolver entre los hermanos, esto es ser un entrometido, esto lo vuelve un pecado (2 Tes 3:11), más bien, debe dar consejería cuando Dios ha colocado a otro en su camino.
Es una necesidad que cada ministerio de la iglesia realice consejería: los pastores, misioneros, maestros de escuela dominical, pastores de jóvenes, líderes de varones o mujeres, etc. Cada uno de estos ministerios tiene bajo su cargo la responsabilidad de una parte del Cuerpo de Cristo, y estos tienen la necesidad de recibir consejo bíblico.
Por supuesto, tampoco niego que puede haber especialistas en consejería bíblica, y que en algunos casos podrían resultar necesarios, pero tampoco hay que pensar que la consejería es exclusiva de estos últimos, la iglesia en sí es una comunidad terapéutica6.
Atkinson y Field nos dicen “La iglesia debería constituir la mejor comunidad terapéutica del mundo. A diferencia de cualquier otra, centrada en un consejero psicológico y sus clientes, la iglesia no es una comunidad artificial. Enfatiza la aceptación (Ro 15:7); el perdón (Ef. 4:32), la compasión (Fil 2:1; Col 3:12) y la gracia; es decir, un amor incondicional y divino (Jn 13:34, 35; Ro 12:9, 10; 1 Co 13; Gá 5:13). Estás cualidades nacen del hecho de que han recibido la aceptación, el perdón, la compasión y la gracia de Cristo. Por tanto, se crea una verdadera comunión… La verdadera comunión debería ofrecer seguridad, y ser el terreno perfecto para sanar las heridas y alcanzar la madurez”.
Ahora, como lo dije anteriormente considero que puede haber especialistas en consejería bíblica y uno que es llamado a esto, es el pastor de la iglesia. El pastor es esencialmente llamado a la tarea de aconsejar, el ha sido llamado a pastorear la grey, y esto incluye la labor de la consejería. Adams menciona “si bien todo cristiano tiene que ser un consejero para su hermano cristiano, la obra de aconsejar, como una vocación especial es asignada particularmente al pastor”. El pastor ha sido llamado a la consejería como su función u oficio dentro de la iglesia, además, de la labor de la predicación.
Al pastor Dios le ha dado la carga y la autoridad para ejercer el aconsejamiento. Adams, nos menciona que los pastores si son llamados a “buscar los problemas entre los miembros de la iglesia, con miras a cortarlos de raíz. Como pastores, no se les requiere sólo que se hagan cargo de los problemas con los cuáles tropiezan en su camino, sino que han de vigilar sobre las almas (vidas) de cada miembro” (Hb 13:17).
Por otra parte, hay personas con dones especiales dentro de la iglesia que pueden apoyar al pastor en situaciones específicas. Por ejemplo, puede que hayan personas que Dios los ha dotado de una mayordomía excelente de sus finanzas, por tanto, el pastor puede recurrir a ellos cuando se busca dar consejo a una persona que tiene problemas en esa área.

La consejería y la Biblia
En la consejería bíblica la revelación especial de Dios en las Escrituras tiene preponderancia. Dios se ha revelado a nosotros a través de la Biblia, esto es lo que los teólogos han llamado “revelación especial”. Así, Dios en las Escrituras nos revela en forma especial las verdades sobre si mismo, y sobre la relación del hombre en cuatro dimensiones: su relación con Dios, su relación consigo mismo, su relación con su prójimo y su relación con la creación.
No hay nadie que conozca mejor el ser humano que el Dios que lo creo, y este se ha revelado en las Santas Escrituras para guiarnos en los asuntos prácticos de las Escrituras. Así, las Escrituras son la única fuente de autoridad para resolver nuestros problemas espirituales (Sal 119:9; 24, 98–100; Jn 6:63; 2 Ti 3:16–17). La consejería sin las Escrituras es una consejería sin el Espíritu Santo. 2 Timoteo 3:16 nos dice que las Escrituras son útiles para perfeccionar a lo santos, mediante lo que podemos considerar los medios de la consejería bíblica: enseñanza, reprensión, corrección e instrucción. Dios es el verdadero y único consejero, nosotros solamente somos sus voceros.
Adams nos dice: “Sólo la palabra de Dios mismo puede decirnos propiamente como hemos de cambiar. Sólo en la Biblia puede hallarse la descripción veraz del hombre, su situación apurada y difícil y la solución que da Dios en Cristo. Sólo las escrituras pueden decirnos qué clase de personas hemos de llegar a ser. Sólo Dios puede mandar, dirigir, y dar poder para efectuar los cambios apropiados que van a permitir a los hombres, a los cuales él redime, a que renueven su propia imagen corrompida por la caída.”
La Palabra de Dios es suficiente para conducirnos en la vida piadosamente. La Palabra trata todo lo que necesitamos. No hay un versículo para cada tema, eso sería demasiado simplista, pero habla sobre todos los temas. Podemos resumirlo en la expresión “En la Biblia no esta todo, pero habla de todo”. La Biblia no es una enciclopedia, e ir a ella con la actitud enciclopedista de la era de la información es incorrecto. Ella no está acomodada así. Por supuesto, hay temas que en la Palabra de Dios que si tiene versículos concretos, pero, en muchos otros casos solo contamos con principios bíblicos, y estos hay que explicarlos a las personas.
Lo que nos dice la Biblia es que pensemos bíblicamente y visualicemos las cosas desde la perspectiva de la Escritura. Por ello, la consejería cristiana debe hacerse desde una verdadera cosmovisión bíblica. Por tanto, sus conceptos sobre Dios, Jesucristo, el hombre, el pecado, los medios de la gracia, la vida y del mundo en general; deben partir de las Sagradas Escrituras.

La consejería y el ser humano
La consejería bíblica debe de partir de una antropología bíblica y no de una humanista o de otro tipo. Recomiendo que un consejero cristiano haya leído libros y tomado cursos de antropología bíblica, ya que es esencial el entender como Dios ve al ser humano para poder aconsejarle de manera adecuada.
A continuación cito algunos principios que vienen de la Biblia sobre el ser humano:
1. Los seres humanos somos creados con la necesidad de consejo, eso es parte de la humanidad, desde Génesis vemos un Dios que nos muestra como hemos de vivir. A Dios le llamamos el Admirable Consejero (Isaías 9:6).
2. El hombre fue creado por Dios a su imagen y semejanza para agradar a Dios; aunque esa imagen ha sido distorsionada por el pecado desde la caída. Contrario a lo que dicen los psicólogos humanistas, el hombre no es un animal, no funciona por instintos (instinto sexual, instinto de supervivencia) sino por decisiones. El hombre no tiene las respuestas dentro de sí mismo; ni es autónomo como lo proclama el humanismo, especialmente la línea de Carl Rogers. Sino que la única respuesta la tiene Dios y Él la ha revelado a través de su Palabra en las Sagradas Escrituras. El hombre es totalmente dependiente del Dios que lo ha creado, le ha dado la vida y le permite vivir; el hombre en definitiva necesita a Dios.
3. El hombre no es naturalmente bueno sino que es pecador. El pecado es una transgresión de la ley divina, una afrenta contra Dios (1 Jn 3:6; Sal 7:11). Muchos de los problemas humanos como el alcoholismo y la homosexualidad no deben ser tildados simplemente como “enfermedades”, este concepto lo que hace es quitar la propia responsabilidad. Muchos de los problemas del ser humano son originados por el pecado (hamartiagénicos, es decir, engendrados por el pecado) de la persona sea este sujeto pasivo o activo; y aún cuando es sujeto pasivo es responsable por sus reacciones pecaminosas. Nunca como consejeros debemos minimizar el pecado; recordemos que es rebelión contra Dios y debe ser tomado seriamente. Para el humanista Carl Rogers los consejeros deben ayudar a los clientes a que acepten sus sentimientos negativos, los admitan y los validen13. Para el consejero bíblico los sentimientos negativos son pecado, y le llama al aconsejado a la confesión de pecados y al arrepentimiento.
4. El hombre es responsable por sus problemas; estos no se deben a baja autoestima (Ef 5:29; Ro 12:2) ni son producto de los pecados de los demás. No hay que echarle la culpa a la sociedad u otros; la Biblia dice que yo soy responsable por mi propio pecado (Jer. 31:29–30); desde el Edén el hombre siempre ha buscado esconderse para no enfrentar sus problemas y además, echarle la culpa a otro. La responsabilidad es la capacidad de responder a cada situación de la vida según los mandamientos de Dios.
5. En nuestra condición de pecadores no somos aceptados por Dios (Sal 58:3; Ro 3:10–18; Sal 7:11); por tanto, la persona impía no debe simplemente aceptarse tal y como es; ni mucho menos debe creer que Dios lo acepta tal y como es. Aunque afirmamos paradójicamente que “Dios ama al pecador pero odia al pecado”, esto no implica que Dios acepte al pecador. El Salmo 7:11 nos dice más bien que “Dios está airado contra el impío todos los días”. Ahora bien, es cierto que los cristianos son aceptados por Dios “en el Amado” (Efesios 1:6), que llevó nuestras culpas y nos acepta porque nuestros pecados han sido perdonados, y también que como cristianos debemos aceptarnos los unos a los otros solamente porque somos hermanos en Cristo (Romanos 15:7); pero, en este tipo de aceptación no existe ninguna implicación que nos diga que no se pueden hacer juicios sobre pecado. El pasaje en Mateo 7:1–5 lo que condena es el juzgar a las personas en forma ilegítima; en la Biblia se manda a juzgar en forma específica (Jn 7:24). Recordemos, que “aceptar” el comportamiento pecaminoso ante los ojos de la persona aconsejada es lo mismo que aprobarlo.

La consejería y la santificación
El único tratamiento para el pecado es la justificación por la fe y la santificación progresiva por medio del Espíritu Santo. El hombre debe confesar su pecado, arrepentirse y aceptar el perdón de Dios. En el fondo la consejería bíblica es una aplicación de los medios de santificación. R.C. Sproul nos menciona sobre el papel santificador del Espíritu Santo “Es tarea del Espíritu Santo hacernos santos. Él nos consagra. El Espíritu Santo cumple el papel de santificador. Ser santificado es ser hecho santo o justo. La santificación es un proceso que comienza en el instante en que nos convertimos en cristianos. El proceso continúa hasta nuestra muerte cuando el creyente es hecho justo por última vez, completamente y para siempre”.
La santificación en las Escrituras es un estado pero también es un proceso. De cierta manera somos santos e igualmente Dios nos está santificando. Ningún cristiano puede afirmar “es que yo soy así”, eso es negar el proceso de santificación. Nosotros como creyentes estamos siendo santificados, estamos en construcción, Dios esta trabajando en nuestras vidas. La consejería desde el punto de vista de la santificación es mostrarle a la persona que Dios le está cambiando a él o a ella a través de las circunstancias, no es cambiar las circunstancias.
La santificación implica cambios personales. Todo hombre puede cambiar con la ayuda de Dios (Mt 19:25–26). El cambiar hábitos no es fácil pero es posible, los cristianos no pueden decir no se puede (1 Co 10:13; Fil 4:13). Recordemos que no hay nada imposible para Dios. La personalidad puede ser cambiada, Dios nos da excelentes ejemplos en sus Escrituras de hombres totalmente transformados como Israel, Pedro y Pablo. No se debe permitir que una persona alegue que él es así y que no se puede hacer nada respecto a ello.
“El remedio de Dios para los problemas del hombre es la confesión” (Pr. 28:13); está debe ser primeramente a Dios y luego a las personas afectadas; además de ello la Biblia demanda restitución. No sólo se debe confesar que se ha pecado contra la otra persona, y pedirle perdón, es bueno, si esto es posible, solicitarle su ayuda para romper las viejas pautas y establecer nuevos patrones bíblicos.

La consejería y el Espíritu Santo
El Espíritu Santo es el consejero por excelencia, el es llamado por Juan “paracleto” (consejero) y por Isaías el “el espíritu de consejo” (Isaías 11:2). Él es el autor de la Palabra y por tanto, opera por medio de la Palabra de Dios (Jn 3:5; 15:3; Ef 5:26). “Para que la consejería sea realmente cristiana, tiene que ser llevada en armonía con la obra regeneradora y santificadora del Espíritu de Dios”; recordemos que es el Espíritu Santo junto con la Palabra la que produce los cambios (Hb 4:12; 6:3; Hch 20:32). John MacArthur nos dice “el nuevo nacimiento es obra soberana del Espíritu Santo (Jn 3:8). Y todo aspecto de verdadero crecimiento espiritual en la vida del creyente es producido por Él, utilizando las escrituras (Jn 17:17). El consejero que pasa por alto este punto experimentará fracaso, frustración y desaliento. Sólo el Espíritu Santo puede lograr cambios fundamentales en el corazón; por tanto, él es el agente indispensable en toda consejería bíblica efectiva. El consejero, armado con la banda bíblica, puede ofrecer guía y pasos objetivos hacia el cambio. Pero, a menos que el Espíritu Santo esté obrando en el corazón del aconsejado, cualquier cambio aparente será ilusorio, superficial y temporario, y los mismos o peores problemas reaparecerán muy pronto”.
En palabras de Jay Adams: “Si el aconsejar es en esencia un aspecto de la obra de santificación, entonces el Espíritu Santo, cuya obra principal en el hombre regenerado es santificarle, tiene que ser considerado como la persona más importante en el contexto del aconsejar”. Si el Espíritu Santo es la persona más importante en el aconsejar, significa que la función del consejero es simplemente declarar lo que Dios dice, los cambios le corresponden solamente al Espíritu de Dios. De ahí la importancia de tener una buena pneumatología20.

La consejería y la gloria de Dios
La meta de la consejería no es que la persona se sienta mejor sino la gloria de Dios. (Efesios 1:6, 12, 14; Ef 3:21; 1 Co 10:31). Su segunda meta es perfeccionar a los santos (Ef 4:11–16). Al ser como Cristo, Dios será glorificado. El objetivo de la consejería no es simplemente el resolver los problemas, sino el cómo vamos a vivir la vida, como Adán o como Cristo, de una manera que demos rienda suelta a nuestra naturaleza pecaminosa o de una manera que agrade a Dios.
Si Carl Rogers llama a su sistema terapia centrada en el cliente, los creyentes tenemos consejería centrada en Dios. Los esposos Bobgan lo expresan así “En lugar de centrarse en los problemas o procurar revelar lo que hay en sus corazones, el pastor y su congregación deben ocuparse activamente en la santificación, creciendo en el fruto del Espíritu, aprendiendo a andar en el Espíritu, teniendo a Jesús por centro de atención y haciéndose semejante a Él, que es la meta de nuestra vida”22.
El consejero no está para remover los problemas sino para que la persona se someta a la voluntad de Dios; no estamos para que la gente se sienta bien, sino para que haya cambios en sus vidas y sean santificados; hay que guiar y exhortar a las personas a que sus normas de comportamiento se conformen a la norma bíblica; sólo de está forma se glorificará a Dios. Esto especialmente cuando la consejería debe tomar forma noutética, es decir, de exhortación por el pecado. El “éxito” en la consejería se mide en relación a si Dios ha sido glorificado o no; no importa que la persona le haya gustado o no.
Recordemos que el consejero no trata de imponer sus propias normas sino las normas de Dios; y se debe ser cuidadoso en no confundir ambas. Para evitar la dependencia al consejero se debe por medio del modelado y la práctica supervisada (hoy se hablaría de mentoría, en los tiempos neotestamentarios de discipulado); enseñar a las personas a utilizar las Escrituras por su propia cuenta a fin de dar respuesta a sus problemas. Una forma de iniciar esto es promoviendo el desarrollo de devocionales personales (que por supuesto incluya lectura y meditación de la Biblia) en los aconsejados.
La consejería bíblica no consiste solamente en escuchar para que la persona se sienta bien; por supuesto, la Biblia llama al consejero a escuchar; pero esto es antes que responder (Pr 18:13). Escuchar es interesarse en lo que el otro dice y responder de una manera adecuada de acuerdo a las normas divinas. El humanista Carl Rogers menciona que el terapeuta debe estar alerta y responder a los sentimientos expresados del cliente y no al contenido intelectual. Para Rogers el terapeuta debe evitar contestar y responder al sentimiento acompañado por las expresiones25. Es decir, se refiere a que lo importante es comprender los sentimientos del aconsejado y no responder a lo que está diciendo realmente. Esto no es verdaderamente escuchar, es sólo alcahuetear los sentimientos de la persona que normalmente están asociados al pecado. El aconsejado está esperando una respuesta bíblica y sabia para poder aplicar en el problema.
Por otra parte, la simple “catarsis” no es el objetivo de la consejería bíblica sino el que las personas se sujeten a la voluntad de Dios. Esto es lo que realmente glorificará a Dios. La consejería bíblica en este caso es opuesta a la consejería humanista. Por ejemplo, para el consejero humanista Carl Rogers uno de los elementos centrales de la terapia es la descarga emocional, es decir, la liberación de los sentimientos. Para él está descarga emocional o liberación de los sentimientos se vuelve el propósito esencial de la consejería. Pero como consejeros cristianos sabemos que sencillamente la descarga emocional no tiene sentido si la persona lo hace como un fin en sí mismo, y no con la motivación de agradar a Dios.
Según Rogers cuando el consejero muestra una simpatía vigilante ante las actitudes expresadas por el cliente y reconoce y clarifica sus sentimientos, la entrevista está centrada en el cliente. Y esto, es cierto, está centrada en el cliente, en el pecado del cliente, y no en como deben ser las cosas. La entrevista debe tener en el centro a Dios y no a la persona. Cuando ponemos en el centro a la persona estamos siendo humanistas, cuando ponemos en el centro a Dios estamos siendo cristianos.
Por otra parte, Adams nos dice “cada consejero debe ver claramente que todo lo que hace en el aconsejar no sólo lo hace para el aconsejado sino también para Cristo y para su iglesia”.

La consejería, la esperanza y la soberanía de Dios
La esperanza verdadera está fundada en la Escritura (Ro 4:18; 2 P 1:4.). Adams menciona “En un sentido, todo aconsejado necesita esperanza. El pecado ha producido sus efectos de abatimiento y desánimo en las vidas de todos. Todo cristiano está desanimado en una u otra ocasión. Con frecuencia, esta actitud deteriora en el pecado de la falta de esperanza”.
Por otro lado, los psicoterapeutas solo pueden infundir falsa esperanza (Pr 10:28; 11:7). Cuando las cosas no tienen sentido para los seres humanos, para Dios si tienen sentido. El sabe que está haciendo en su soberanía, y es algo en que podemos reposar los creyentes (Ro. 8:28). El consejero humanista no tiene el recurso de la soberanía de Dios, sólo los consejeros bíblicos podemos dar aliento en medio de las situaciones de crisis donde se cree que las cosas no tienen sentido. Los casos de Job, José (Gn. 50:20), Sadrac, Mesac y Abednego (Dn. 3:17) son testimonio de la soberanía de Dios sobre sus hijos. Podemos confiar en que la soberanía de Dios es suprema.
Hay esperanza en el Dios soberano. En palabras de Jay Adams “Si Dios es soberano, la vida no es absurda; tiene un designio, un significado, un propósito”. Dios tiene el control de todo, Él es quién no permite que el mundo se desboque.
Pero la esperanza es realista. Romanos 8:28 dice que todas las cosas nos ayudan a bien, no que todo va a ser “color de rosa”. “Aún cuando la verdadera esperanza aguarda que un bien resulte de las pruebas, no procura negar la realidad el pecado ni del sufrimiento y dolor que esas pruebas pueden causar”.
Nuestro objetivo es enseñar a las personas a que miren las cosas como Dios las ve, desde la perspectiva de Él. Hay que enseñar a no solo mirar el lado malo de las cosas, sino lo que Dios desea cumplir a través de la dificultad.

Conclusión
Hemos visto como las Sagradas Escrituras son el fundamento de la obra de consejería. Ellas son indispensables para la tarea del aconsejamiento que debe ser realizada por toda la iglesia, especialmente por aquellos que Dios ha llamado al servicio pastoral. Estudiemos y meditemos en la Palabra para que conduzca nuestras vidas y nos ayude a conducir a otros.


domingo, 13 de octubre de 2013

Preparando Sermones: Tema / Seamos Imitadores de Dios

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Tema: SEAMOS IMITADORES DE DIOS, Efe 5.1
Texto: 
Efesios 5:1 Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados; 2 y andad en amor así como también Cristo os amó y se dio a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios como fragante aroma. Mt 5.48) Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Dt. 18.13; Lc. 6.36 Sed, pues, misericordiosos, como también vuestro Padre es misericordioso. Ef. 4.32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros,como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Col. 3.13.

Introducción: Ro 14.15 Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió. Jn. 13.34-35 Un mandamiento nuevo os doy: Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros. 35En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.
Concepto: Imitación—intento de duplicar o copiar lo bueno 3 Jn 11 Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios 

A- Ser imitadores es ser la forma en que los hombres de Dios se conducieron agradando al Señor en todo veamos algunos ejemplo de hombres que imitaron lo bueno. 

1- No andar desordenadamente. Pablo 2 Tes 3.7 Porque vosotros mismos sabéis de qué manera debéis
     imitarnos; pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros
    A. Nombre akatastasia (ἀκαταστασία, 181), inestabilidad, (a, negativo; kata, abajo; stasis, estar), denota un estado de desorden, perturbación, confusión, desorden. 
  B. Verbo atakteo (ἀτακτέω, 812), lit.: ser desordenado (a, negativo, y taxis, orden), llevar una vida desordenada. En sentido militar, romper la formación. 
  C. Adverbio ataktos (ἀτακτῶς, 814), significa desordenadamente, con descuido; como soldados que no guardan la formación. 

2- No siendo indiferente a la obra del Señor. He 6.12 a fin de que no os hagáis perezosos, sino imitadores de aquellos que por la fe y la paciencia heredan las promesas Jue. 18:19; Prov. 26:15
 
3- Padecer por causa de Cristo. 1 Tes 2.14 Porque vosotros, hermanos, vinisteis a ser imitadores de las iglesias de Dios en Cristo Jesús que están en Judea; pues habéis padecido de los de vuestra propia nación las mismas cosas que ellas padecieron de los judíos, Hch. 17.5. 

B- En que debemos de ser imitadores nosotros.
1- En amor v. Afecto,Compasion, Desear, consolar. Es la espresion de los sentimientos del alma y espiritu manifestado en acciones. Gl 2.20 Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí. 

2- Ofrendamos a nosotros mismo a Dios. He 10.10En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez para siempre
12 pero Cristo, habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 

3- Muriendo a nuestro propios deseos. Col 3.5-6 Haced morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría; 6cosas por las cuales la ira de Dios viene sobre los hijos de desobediencia, Ef 4.29 Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes.
Sigamos el ejemplo del Señor en nuestra vida

A. Virtudes ilustradas por:
Mansedumbre Mt 11.29
Negación Mt 16.24
Amor Jn 13.34
Obediencia Jn 15.10
Benevolencia 2 Co 8.7,9
Humildad Fil 2.5,7; 
Perdón Col 3.13
Sufrir equivocadamente 1 P 2.21–23; 
Pureza 1 Jn 3.3
 
B. El acercamiento cristiano 
     a:  Progresista 2 Co 3.18
     b. Instructivo Ef 4.20–24; 
     c. Imitado 1 P 2.21–23; 
     d. Perfeccionador Ro 8.29
 
Conclusión: Imitemos a Dios como hijos amados. como iglesia del Señor cada uno dice a Dios darás cuenta en aquel dia. Mt 12.36-37 Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. 37Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado. Ro 14.12-14 De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. 13Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano


Preparando Sermones: Abundancia en la Pobreza material

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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                                   LA ABUNDANCIA EN LA POBREZA MATERIAL

Sinopsis
     El estado de plenitud. Dado que Israel estaba frecuentemente limitado en recursos, la abundancia era una característica importante de su esperanza futura, y se convirtió en símbolo de bienestar espiritual.
I. Ejemplos de abundancia material
    A.  Lluvia
          Dt 32.2
          Ver también 1 Re 18.41 ; 1 Re 18.45 ; Job 36.28 ; Sal 68.9 ; Jl 2.23
     B. Agua, arroyos y ríos
          Sal 78.20

          Ver también Nm 24.7 ; 2 Cr 32.4 ; Sal 1.3 ; Is 44.4 ; Ez 47.5
     C. Crecimiento exuberante y fruto abundante
          Ez 47.12
          Ver también Ez 19.10 ; Ez 31.2–9 ; Dn 4.12 ; Dn 4.21 ; Ap 22.2
    D.  Cosecha, alimento, leche y vino
          Am 9.13
          Ver también 2 Cr 31.10 ; Sal 4.7 ; Sal 23.5 ; Sal 37.19 ; Pr 3.10 ; Is 7.22 ; Jr 44.17 ; Jl 3.13 ; Mi 2.11
     E. Amplitud
          Sal 31.8
          Ver también Gn 26.22 ; Sal 66.12
     F. Riqueza y posesiones
          Gn 24.35
          Ver también Gn 30.43 ; Gn 36.7 ; 2 Sm 19.32 ; 2 Cr 1.15 ; 2 Cr 9.22 ; Job 1.3
     G. Canaán
          Éx 3.8 
         Ver también Nm 13.27 ; Dt 8.8 ; Jr 2.7
II. Abundancia material como recompensa por la obediencia
   Lv 26.5
          Ver también Dt 30.9 ; Job 42.12 ; Sal 132.15
     A. Obediencia no es siempre recompensada de esta manera
          Job 1.12; Job 2.6; Flp 4.12 
III. Ejemplos de abundancia espiritual
     A. La abundancia del poder divino
          Dt 9.26; Sal 93.4; Jl 2.29–32; Ef 1.18–20; Ef 3.20
     B. La abundancia de la gracia divina
          Ro 5.20; 2 Co 9.8–14; Ef 1.7; Ef 2.6–7; 1 Ti 1.14; 1 P 1.2; 2 P 1.2
     C. La abundancia de la gratitud humana
          2 Co 4.15
          Ver también Sal 119.171
     D. La abundancia de la bendición futura de Dios
          2 Co 4.17
          Ver también Sal 36.8 ; Is 64.4 ; Jn 10.10 ; 1 Co 2.9 ; 2 P 1.11 ; Ap 14.3



Las Prisiones del Apóstol Pablo: ¿Nuestras Prisiones?

Por eso, el que tiene este cargo ha de ser irreprensible debe ser apto para enseñar;no un neófito, no sea que envaneciéndose caiga en la condenación del diablo. 1Timoteo3:2,6


 
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Las murallas de la ciudad de Roma tenían una extensión de unos 21 kilómetros. Los caminos principales partían del centro de la ciudad y corrían en varias direcciones. Entre estos estaba la Vía Apia que se dirigía hacia el sur, y es el que Pablo recorrió cuando llegó a Roma la primera vez, cerca del año 60 d.C. (Hechos 28). Otra carretera principal era la Vía Ostia, que salía hacia el suroeste, en la cual, según la tradición, Pablo fue ejecutado.
El esplendor de los edificios públicos, los templos, los arcos triunfales, las basílicas, las fuentes y los palacios impresionaba a todo el mundo. Las mansiones de los ricos eran opulentas en extremo, generalmente edificadas en las colinas que rodeaban a la ciudad; pero la gran mayoría de las familias romanas vivían en moradas de un solo cuarto, construidas en edificios grandes que tenían hasta seis niveles. Estos edificios eran de aproximadamente una manzana de largo, a menudo frágiles, con peligro de desplomarse o de incendiarse. Los pobres recibían gratis el agua y el trigo, y el vino era relativamente barato. Pero a pesar de esto, la pobreza de las masas era exagerada.
Había tanto congestionamiento en las calles durante el día, que el tránsito de vehículos estaba prohibido. De noche, el crimen reinaba en las calles menos importantes.
Distintos grupos étnicos de todo el Imperio Romano, formaban crecientes colonias en algunas áreas de la ciudad. Los judíos estaban concentrados en los distritos occidentales, donde se encontraban por lo menos trece sinagogas. Es probable que los primeros cristianos vivieran en este sector.
Los visitantes de la ciudad de Roma eran atraídos por los acueductos, los baños públicos y los circos, en los que se presenciaban carreras y otros eventos deportivos, así como sangrientas peleas entre gladiadores, o entre hombres y animales salvajes. El Circo Máximo tenía espacio para 150,000 espectadores.
La vida pública se centraba en los foros o mercados. El Foro Romano era el más importante porque era el centro gubernamental, con la Casa del Senado, la Sala de la Asamblea y los templos de Marte y Saturno. Otros imponentes edificios y templos ocupaban las siete colinas que rodeaban el Foro.
Cerca del Foro estaba la prisión Mamertina donde, según las tradiciones de la iglesia primitiva, Pablo, el apóstol a los gentiles, se encontraba preso, por el año 66 d.C. en que escribió la carta que vamos a estudiar. En ella recordaba que no era su primera experiencia como cautivo. Dos años había estado encarcelado en Cesarea, después había hecho el difícil viaje a Roma, incluyendo el naufragio, y ya había pasado otros dos años de prisión en esta ciudad. Estas experiencias dejaron huellas imborrables en su vida.
Tampoco disfrutaba de las comodidades de una casa alquilada, como en su primer encarcelamiento en Roma (Hechos 28:30–31). Si es cierto que el apóstol pasó este tiempo en los calabozos, entonces su estancia en ellos fue muy penosa, porque éstos eran cuartos subterráneos húmedos y fríos a los que se bajaban los prisioneros con cuerdas a través de un agujero en el techo y tenían que dormir sobre el piso duro.
En estas circunstancias, Pablo no podía tener el apoyo constante de sus colaboradores en la obra. El lenguaje de 2 Timoteo 1:16–18 implica que Onesíforo sólo con dificultad pudo localizarlo para visitarlo. Es probable que fuera en este ambiente incómodo donde Pablo escribió su última carta a Timoteo.
2 Timoteo 4:9–13 sugiere que cuando la envió, algunos de sus amigos habían estado con él, que Lucas estaba cerca, y que Timoteo y Marcos podrían verlo todavía, si es que Ilegaban a tiempo. Entonces, también es posible que en algunos días Pablo estuviera en una prisión más accesible.
No se sabe cómo Ilegó a esa cárcel de Roma, pero pudo haber sido arrestado en Nicópolis, donde pasó el invierno (Tito 3:12), en Troas, donde dejó su capa y sus libros (2 Timoteo 4:13) o en Efeso, donde Alejandro el calderero pudo haber sido el que lo acusó ante las autoridades (4:14–15). También es posible que regresara a Roma en sus viajes de predicación y ese ñanza y que fuera arrestado allí mismo. Lo que está muy claro es que al escribir esta carta, Pablo sentía que estaba al final de su vida.

¡PENSEMOS!
Cada vez que uno lee de nuevo un libro de la Biblia o lo hace en otra versión, lo entiende mejor y observa nuevas enseñanzas. Por tanto, inicie su estudio de 2 Timoteo leyéndolo varias veces ¿Qué aprende usted acerca del trasfondo de Timoteo en 1:5 y 3:15? Al leer 1:8, 12, 15–18; 4:6–18, ¿ué se sabe de las circunstancias de Pablo? ¿Cuáles eran las principales preocupaciones y propósitos del apóstol cuando escribió la carta a Timoteo?

AUTOR Y FECHA
Se debe mencionar que los eruditos discuten mucho los últimos años de la vida de Pablo, porque el libro de Hechos deja la historia inconclusa. En medio de estas discusiones también surge la duda de algunos con respecto a que Pablo fuera el autor de las epístolas pastorales (1 y 2 Timoteo y Tito). Puesto que el libro de los Hechos deja a Pablo en la prisión en Roma, algunos asumen que no fue liberado y que murió en esas fechas (cerca de 62 d.C.). Si fuera así, los estudiantes de la Biblia encontrarían difícil ubicar las tres epístolas pastorales en las épocas de la vida de Pablo que se relatan en el libro de los Hechos. Entonces, algunos han concluido que alguien más escribió estas cartas.
Sin embargo, las iglesias cristianas, casi sin excepción, han aceptado las epístolas pastorales como la genuina correspondencia del apóstol Pablo. Si se acepta que él fue liberado de la prisión de Roma después de Hechos 28 y que continuó su ministerio, entonces los datos que se mencionan en las cartas pastorales compaginan con los planes que Pablo tenía para después de su primer encarcelamiento y con las tradiciones que la iglesia primitiva ha dejado.
Además, no es probable que Nerón hubiera ordenado la ejecución de Pablo en 62 d.C., porque sus persecuciones empezaron después del famoso incendio de Roma en 64. Según Tácito, Nerón fue autor del incendio, pero para quitar de sí mismo la atención, echó la culpa a los cristianos. Así comenzó la época de persecuciones a los creyentes del primer siglo. Es mucho más probable que la muerte de Pablo por Nerón se haya efectuado en 66 o 67. Por lo tanto, muchos creen que Pablo escribió 2 Timoteo cerca del año 67 d.C.
No se saben todas las actividades de Pablo después de su primer encarcelamiento. Las cartas de esa época indican que esperaba visitar Macedonia y Asia (Filipenses 1:25–26, Filipenses 2:23–24; Filemón 22). Efectivamente, 1 Timoteo 1:3 dice que Pablo estuvo con Timoteo en Efeso, de donde viajó hacia Macedonia. Cuando Pablo escribió 1 y 2 Timoteo, este colaborador del apóstol continuaba su ministerio en Efeso.
Según 2 Timoteo 4:13, Pablo había estado también en Troas. Tito 1:5 y Tito 3:12 indican que asimismo estuvo en Creta con Tito y planeaba pasar el invierno en Nicópolis. El apóstol también había visitado Corinto y Mileto (2 Timoteo 4:20).
Pablo se había propuesto ir a España (Romanos 15:24, Hechos 19:21) y existe una tradición antigua que dice que  después que fue liberado de su primera prisión en Roma siguió su ministerio de evangelización en España.

ETAPAS DEL MINISTERIO MISIONERO DE PABLO

1. Primer viaje misionero. A Chipre, Panfilia, Galacia
2.Segundo viaje. A Asia Menor, Macedonia y Grecia;  Escribió 1 y 2 Tesalonicenses.
3.Tercer viaje. A Efeso, Macedonia, Grecia. Escribió 1 y 2 Corintios, Romanos y posiblemente, Gálatas.
4. En prisión. En Jerusalén, Cesarea y Roma. Escribió Efesios, Colosenses, Filemón y Filipenses.
5. Epoca de libertad. Viajó a Asia Menor, Creta, Macedonia y ¿España? Escribió 1 Timoteo y Tito.
6. Segundo encarcelamiento en Roma. Escribió 2 Timoteo.


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