domingo, 2 de diciembre de 2012

Estudio Profundo: Gàlatas y Filipenses - El Cristiano en Acciòn


. Gàlatas y Filipenses: Epìstolas para los cristianos
. biblias y miles de comentarios
 
LECCION 1

BOSQUEJO DE LA ESTRUCTURA COMENTADA DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS GÁLATAS

I.        INTRODUCCIÓN
A.       Identidad de los Gálatas.
B.       El Autor y su Escritura.
C.       La Fecha en que fue Escrita.
D.       Los Destinatarios.
E.       Propósito de la Epístola.
F.        Tema de la Epístola.

II.        PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO, Gá. 1 - 2.
A.       El Saludo de Pablo, Gá. 1:1-5.
B.       Ocasión y Motivo de la Epístola, Gá. 1:6-10.
C.  El Evangelio de Pablo es una Revelación de Dios a los Hombres, mas no es una Tradición, Gá. 1:11-24.
D.    El Reconocimiento, Elogio y Aceptación del Apostolado de Pablo, Gá. 2:1-10.
E.       Pablo denuncia la Actitud Judaizante de Pedro, Bernabé y otros, Gá. 2:11-21.

III.        SOLAMENTE EL EVANGELIO JUSTIFICA AL HOMBRE, MAS NO LA LEY, Gá. 3 - 4.
A. Reprensión de Pablo a los Gálatas por Abandonar el Evangelio de Cristo Jesús, Gá. 3:1-5.
B.       El Pacto de Abraham y su Relación con la  Ley Mosaica, Gá. 3:6-18.
C.       El Propósito y la Duración de la Ley, Gá. 3:19-25.
D.     Somos Hijos de Dios por Nuestra Fe en Cristo Jesús, y esto, nos hace Aceptos en el Linaje de Abraham, Gá. 3:26-29.
E.     Bajo la Ley los Judíos eran Conducidos por Guías o Ayos, mientras que bajo la Gracia, somos Hijos y herederos de Dios con todos los Privilegios Divinos, Gá. 4:1-7.
F.      Una Fuerte Exhortación a los Gálatas, porque han Vuelto a la Esclavitud de la Ley, Gá. 4:8-11.
G. El Gesto Cariñoso de Pablo para con los Gálatas, recordándoles el Momento cuando él les predicó el Evangelio, Gá. 4:12-20.
H.       Comparación Alegórica entre la Ley Mosaica y el Evangelio, poniendo como Ejemplo a Sara y Agar, Gá. 4:21-31.

IV.        EXHORTACIONES DE AMOR PARA LOS QUE DISFRUTAMOS DEL AMOR DE CRISTO JESÚS, Gá. 5 - 6.
A.     Los que se sujetan a la Ley Mosaica, se apartan de Cristo Jesús, Gá. 5:13-26.
B.   La Libertad en Cristo no significa Licencia para el Libertinaje, Gá. 5:13-26.
C.       Restauración a los que siguen pecando y la Nueva Vida en el Amor Fraternal entre los Afligidos, Gá. 6:1-5.
D.       Comunión entre los Hermanos Afligidos, tanto entre los que enseñan como entre los que son Enseñados, y la Perseverancia en hacer el Bien, Gá. 6:6-10.
E.       Referencia General acerca de los Judaizantes, Gá. 6:11-17.
F.        La Bendición Final de Pablo a los Gálatas, Gá. 6:18.


COMENTARIO ANALÍTICO DE LA EPÍSTOLA DE PABLO A LOS GÁLATAS

I.   INTRODUCCIÓN
A. Identidad de los Gálatas. Con relación a la identidad precisa de los gálatas, algunos comentaristas bíblicos quieren saber si el autor se refiere a Galacia del Norte o a la del Sur. Sin embargo, la Biblia de Estudio Mundo Hispano, cuando en su mapa político - descriptivo incluye en el mapa de Galacia a pueblos como: Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe; lugares donde Pablo instituyó Iglesias de Cristo, durante su Segundo Viaje, según lo afirman algunos investigadores de la Biblia. Estos lugares mencionados están en Galacia del Sur, referida de por vida en el Nuevo Testamento, (en el libro de los Hechos). De los gálatas podemos decir que eran tribus celtas que se establecieron por primera vez cerca del río Danubio[1]; quienes más tarde, migraron
diseminándose en variadas direcciones.


[1] Río navegable que nace en la selva negra de Alemania y desemboca en el Mar Negro, siendo hoy un importante medio de transporte fluvial por sus 2.850 Km. de longitud.
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De tal manera, aquellos gálatas a quienes se dirige el apóstol Pablo, son los residentes en el centro de Asia Menor, conforme el mismo protagonista nos da a conocer en el Gá. 1:2, que dice:- …y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia”.
Por otro lado, Pablo emplea el sustantivo propio Galacia[1] refiriéndose a una provincia romana de aquel tiempo, comprendida en sentido político oficial por: Antioquía de Pisidia, Iconio, Pisidia, Listra y Derbe, lugares donde Pablo había plantado Iglesias de Cristo, hoy conocidas y reconocidas en el Nuevo Testamento, como son: Antioquía de Pisidia: Hch. 13:14; Iconio: Hch. 14:1; Listra y Derbe: Hch. 16:1-5.
En la epístola de Pablo a los Gálatas, el autor revela el amor de su alma como un torrente aluviónico que barre con todos los obstáculos judaizantes, abriendo paso limpio y firme para que se siembre y pueda germinar la esencia de la Verdad por medio del Evangelio de Pablo, impregnado de amor y lleno de la gracia de Dios.

B. El Autor y su Escritura. En cuanto a la autoría de esta epístola, debemos dar por sentado, que el apóstol Pablo es el verdadero autor intelectual, conforme lo expresa en Gá. 1:1, sin desconocer que él procedía conforme a la mayoría de las personas de su tiempo lo hacía; es decir, no escribían personalmente sus cartas, sino que las dictaba a un amanuense; y al final de lo escrito por éste, Pablo impregnaba su firma, agregándoles muchas veces, algunas palabras más, como lo podemos apreciar en Col. 4:15 y 2 Ts. 3:17, donde la salutación es muy parecida: del puño y letra del autor. Decimos esto, porque en la Epístola de Pablo a los Romanos, Tercio, introduce su propio saludo al final de la epístola, como amanuense de Pablo que fue. Veamos, lo que nos dice Ro. 16:22:- “Yo, Tercio, que escribo esta carta, los saludo en el Señor”.
Pablo, autor de esta epístola inspirada por el Espíritu de Dios, anima a los creyentes que con ardor, fe y confianza en DIOS defiendan la sana doctrina de los ataques de cualquier corriente malintencionada que quisiera deteriorarla, degenerarla o judaizarla.

C. Fecha en que fue Escrita. En cuanto al alumbramiento intelectual de Pablo a esta epístola, es imposible dar a conocer con certeza y precisión la fecha en que fue iniciada y concluida la redacción de esta obra. Muchos críticos y comentaristas bíblicos consideran que esta carta a los Gálatas fue escrita en el mismo lapso de tiempo en la que escribió su Epístola a los Romanos y la Segunda Epístola a los Corintios, porque han podido comprobar que hay mucha similitud entre las tres epístolas, conforme lo que se dice líneas arriba.
Por eso, los comentaristas bíblicos, basados en sus cálculos e hipótesis, consideran que fue escrita entre los años 56 y 58 d.C.; sin embargo, otros consideran que fuera escrita con anterioridad a estas fechas nombradas; es decir, durante su tercera visita a la ciudad de Corinto, porque en ella, el apóstol Pablo había llegado a saber que los inmaduros gálatas, galos gentiles por excelencia, se habían dejado arrastrar por la doctrina bárbara que se expandió y permaneció en Grecia durante el tercer siglo a.C., exigiendo como observancia prioritaria la Ley Mosaica, propugnada e impuesta por los misioneros judaizantes de Palestina.

D. Los Destinatarios. Esta epístola va dirigida exclusivamente a nuestros hermanos en Cristo de las iglesias de Galacia, conforme lo dice el mismo autor en Gá. 1:2; es decir, fue escrita a las diferentes comunidades cristianas que habitaban aquella región romana. De tal manera, las iglesias de Galacia del tiempo de Pablo están definidas de dos formas:
·         Una, la que se refería a una región pequeña situada al noreste de Asia Menor, más o menos comparable a las ciudades de Licaonia, Pisidia y Frigia, y que fue recorrida por el apóstol Pablo, según algunos historiadores bíblicos;
·         La otra, era de uso exclusivo de los romanos y designaba una provincia, que según una acertada información acerca de la institucionalización de las iglesias de Cristo en el sur de Galacia, estaba comprendida por la ciudades de Derbe, Listra, Iconio y Antioquía de Pisidia, trayecto realizado por Pablo durante su Primer Viaje Misionero, según podemos verlo en Hch. 13:13,14, que dice:- “Pablo y sus compañeros se hicieron a la mar desde Pafos, y llegaron a Perge de Panfilia. Juan (Marcos) se separó de ellos y regresó a Jerusalén; ellos por su parte, siguieron su viaje desde Perge hasta Antioquía de Pisidia. El sábado entraron en la sinagoga y se sentaron”.
Amado lector, puede usted precisar de mayor conocimiento, leyendo Hch. 13:1 - 14:28, donde podrá apreciar una clara información sobre la institucionalización de iglesias de Cristo en las ciudades del sur de la provincia de Galacia.
Con este motivo, preguntémonos ahora, ¿quiénes eran los judaizantes? Eran, pues, judíos convertidos al cristianismo y que se habían infiltrado en el seno de las iglesias de Cristo de aquella región. Estos hombres, adversarios de Cristo Jesús, habían logrado embaucarlos por seducción y persuasión convincentes a los gálatas hasta el punto de desequilibrarlos doctrinal, emocional y espiritualmente, para ponerlos en peligro de retroceder del régimen cristiano de la Gracia al régimen de la ley mosaica. Esto lo podemos apreciar en Gá. 5:4:- “Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley, han roto con Cristo; han caído de la gracia,…”.


[1] El vocablo Galacia aparece en Hch. 16:6, que dice:- “Atravesaron la región de Frigia y Galacia…”; en Hch. 18:23:- “Después de pasar algún tiempo allí (Antioquía de Pisidia), Pablo se fue a visitar una por una las congregaciones de Galacia y Frigia, animando a todos los discípulos”. De la misma manera, podemos apreciar esta palabra en 1 Co. 16:1, que expresa:- “En cuanto a la colecta para los creyentes, sigan las instrucciones que di a las iglesias de Galacia”.
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Estos legalistas judaizantes veían en Cristo Jesús al Mesías de Israel; sin embargo, pensaban que la única manera de salvación para llegar a Él, era a través del judaísmo, haciéndose prosélitos o personas ganadas para la Ley de Moisés por medio de la circuncisión, cuyo pacto con Dios data del tiempo de Abraham. Pues esto ponía en grave peligro a los cristianos de Galacia, debido a que, si para salvarse era necesario el cumplimiento de la Ley, la Gracia de Cristo Jesús, nacida en el dolor de la Cruz del Calvario habría perdido su eficacia y su enorme poder, convirtiéndose en un gran escándalo, conforme lo vemos en Gá. 5:10,11:- “…el que los está perturbando será castigado, sea quien sea. Hermanos, si es verdad que yo predico la circuncisión, ¿por qué se me sigue persiguiendo? Si tal fuera mi predicación, la cruz no ofendería tanto”.
El peligro era muy grave: Si para salvarse era necesario el cumplimiento de la Ley de Moisés, la Cruz de Cristo Jesús y su Evangelio habrían dejado de ser las Buenas Nuevas, con lo que hoy en día habrían nacido pocos cristianos. Sin embargo, Ro. 7:4-6, contiene un gran antídoto contra el veneno de los judaizantes de hoy, cuyo contenido, expresa:- “Así mismo, hermanos míos, ustedes murieron a la ley mediante el cuerpo crucificado de Cristo, a fin de pertenecer al que fue levantado de entre los muertos. De este modo, daremos frutos para Dios. Porque cuando nuestra naturaleza pecaminosa aún nos dominaba, las malas pasiones que la ley nos despertaba actuaban en los miembros de nuestro cuerpo, y dábamos fruto para muerte. Pero ahora, al morir a los que nos tenía subyugados, hemos quedado libres de la ley, a fin de servir a Dios con el nuevo poder que nos da el Espíritu, y no por medio del antiguo mandamiento escrito”.
De la misma manera, corrobora con esta expresión el apóstol Juan en su Evangelio donde nos dice nítidamente:- “…Pues la ley fue dada por Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo” (Jn. 1:17). En consecuencia, vemos cómo la razón y el principio divinos se imponen, cuando leemos estos dos versículos dados a conocer por el Espíritu de Dios.

E.  El Propósito de la Epístola. La intención y el objetivo de esta epístola es, dar a conocer a los nuevos y futuros cristianos la forma judaizante y otras formas con que perturbaron a los gálatas en el tiempo del apóstol Pablo, y aún desequilibran hoy en día, a los nuevos y débiles discípulos de Cristo Jesús, pervirtiéndolos y degenerándolos en el conocimiento del Evangelio, conforme nos dice el mismo autor en Gá. 1:6-7:- “Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo”. De igual manera, estos judaizantes, tampoco se acordaron de lo que dice Dt. 4:2, que La Escritura es sagrada por ser inspirada por Dios, según nos dice 2 Ti. 3:15,16; razón por la cual, dijo el Señor: la Escritura no puede ser quebrantada, según Jn. 10:35; es decir, ninguna parte de la Biblia puede adolecer de fallas en menoscabo de la fe de los cristianos; de lo contrario, dejaría de ser la verdadera Palabra de Dios.
El término judaizar, que es sinónimo de esclavizar, aparece en esta epístola, en su versículo 2:14, refiriéndose al esfuerzo desmedido de los judíos para imponer la esclavizante Ley de Moisés – especialmente la circuncisión – sobre nuestros hermanos gentiles, a fin de que, además de ser cristianos también se conviertan en judíos siendo circuncidados, conforme lo podemos comprobar en Gá. 5:2:- “Escuchen bien: Yo, Pablo, les digo que si se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de nada”. Además de convertirse en judíos, querían que los gentiles guardaran la Ley de Moisés; motivo por el cual, Pablo sale en defensa de la doctrina cristiana, expresada en Gá. 4:10, 11, que dice:- “¡Ustedes siguen guardando los días de fiesta, meses, estaciones y años! Temo por ustedes, que tal vez me haya estado esforzando en vano”. Es decir, los gentiles tenían que convertirse en judíos, si querían recibir la bendición y la gracia de Dios.
Éste fue el motivo para que muchos gálatas recibieran la influencia poderosa de los judaizantes, dejándose engañar como si estos legalistas hubiesen sido magos o hechiceros. Sin embargo, jamás olvidemos, que Pablo ganó esta batalla doctrinal sin cuartel con esta poderosa epístola, para que los judaizantes no obtuvieran el propósito deseado: el de desviar y destruir a los primeros cristianos que servían a Cristo Jesús, en aquella época.
Por otro lado, los judaizantes negaban a Pablo como el apóstol o el enviado de Dios, a pesar que éste fue designado en comisión por el mismo Salvador y Redentor del Mundo. Asimismo, sostenían los judaizantes que Pablo carecía de la autoridad suficiente con que los doce apóstoles eran reconocidos. Razón por la cual, tuvo que defender su apostolado con firmeza, tenacidad y con la ayuda poderosísima del Espíritu Santo. Por lo tanto, esto nos da a entender que no había armonía, porque jamás llegó a mezclarse al agua y el aceite; es decir, el Evangelio cristiano, puro y santo predicado y difundido por Pablo, y el evangelio pervertido y degenerado de los judaizantes. Pues, éste fue el motivo por el que los judaizantes, querían destruir la poderosa influencia del Evangelio predicado por Pablo. Pero, “ni por un momento accedimos a someternos a ellos (los judaizantes), pues queríamos que se perseverara entre ustedes (los gálatas) la integridad del Evangelio” (de Cristo Jesús): Gá. 2:5. Leer Gá 3:15.
Confirmando lo que Pablo consideraba como importante del Evangelio de Cristo Jesús, era que, la Verdad de Dios ofrece tanto a judíos como a gentiles, la libertad plena, donde los gentiles como hijos de Dios, pueden gozar y disfrutar del amor, de los dones y de las bendiciones de Dios hasta por mil generaciones, nos dice Éx. 20:6, sin llegar a circuncidarse ni guardar la ley mosaica, negando así la voluntad de nuestro poderoso Creador Jehová de los Ejércitos. De tal manera, Pablo, tanto en su Epístola a los Romanos como en ésta, a los gálatas, nos explica con hermosa claridad la naturaleza esencial y el propósito de la Ley de Moisés. Ro. 3:20 dice:- “…nadie será justificado en presencia de Dios por hacer las obras que exige la ley; más bien, mediante la ley 

cobramos conciencia del pecado”. Después de esto, viene la gran confirmación a los judaizantes, cuando nos dice literalmente en Gá. 3:24:- “Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe”.
Acto seguido, vemos el golpe de gracia, para los que quieren pervertir o adulterar el Evangelio Santo y Puro de nuestro Señor Jesucristo, cuando el apóstol Pablo en Gá 3:16, nos dice:- “Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia. La Escritura no dice: ‘y a los descendientes’ y como refiriéndose a muchos, sino ‘y a tu descendencia’, dando a entender uno solo, que es Cristo”. De tal manera, Gálatas es una epístola que presenta el Evangelio, como el verdadero cumplimiento de la promesa hecha a Abraham.
Por eso, el Evangelio de Cristo fue predicado a los gentiles por medio de Pablo, considerado como el Apóstol de los gentiles, para proclamar que la salvación es por gracia y por medio de la fe en Cristo Jesús,  pero sin el uso ni la aplicación de la Ley Mosaica. Esto fue lo que provocó en los legalistas y judaizantes un ardor muy fuerte en su conciencia, para presentar una resistente oposición, por vivir convencidos de que el hombre podía ser justificado guardando solamente la Ley de Moisés. Esta es la falsedad más grande de todas las falsedades.
Finalmente, en el Concilio de Jerusalén, Pablo proclamó el Evangelio de la libertad de los cristianos de la corriente opresiva de la ley; de lo contrario, actuar y permanecer bajo el yugo del legalismo, era apartarse de la gracia de Dios para continuar en las normas esclavizantes de la ley. Pues, la ley había sido abrogada, porque el libertinaje del pecado estaba inmerso en el significado de la Ley Mosaica. Asimismo, el apóstol determina y concluye diciendo que el Espíritu de Dios se recibe por la gracia suya y por medio de nuestra fe en Él, cuya presencia nos aparta de todo mal que fatalmente le falta a la ley. Motivo por el cual, todo cristiano debe vivir bajo las órdenes o mandatos disciplinarios del Espíritu de Dios, sin abusar de la libertad controlada por Él, para hallar a través del amor, la expresión sublime y positiva de nuestra fe.

F. El Tema de la Epístola. El tema fundamental es la vindicación del agravio causado al Evangelio de Pablo. Es decir, es la defensa por escrito a los gálatas que, influenciados por los judaizantes de aquel entonces, quisieron censurar, calumniar y atacar injustamente la sana doctrina de nuestro Señor Jesucristo. En sí, Pablo reivindicó el Evangelio de la Gracia de Dios de la mala y poderosa influencia de la Ley Mosaica, que quería destruir la pureza de la gracia de Dios derramada a sus hijos que le adoran.
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LECCIÓN DOS:
PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO

 I.    SALUTACIÓN
Dice la Epístola a los Gálatas: -“Pablo, apóstol, no por la investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos; y todos los hermanos que están conmigo, a las iglesias de Galacia: Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo les concedan gracia y paz. Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén”.

A.   EL SALUDO DE PABLO, (Gá. 1:1). “Pablo, apóstol, no por investidura ni mediación humanas, sino por Jesucristo y por Dios Padre, que lo levantó de entre los muertos”.
      El saludo que Pablo nos presenta en esta epístola es conciso, preciso y a título personal, donde solamente su nombre aparece en la salutación, como lo podemos comprobar en Hch. 13:9, actuando como apóstol. Aunque su nombre no es mencionado dentro de los doce discípulos de Cristo Jesús, Pablo es un enviado especial: no por investidura ni mediación humanas, sino como un embajador de Jesucristo y de Dios Padre que lo levantó de entre los muertos, según lo podemos ver en 2 Co. 5:20. Es decir, es una verdadera autoridad del cristianismo. Además, no olvidemos que el vocablo apóstol proviene del Gr. apóstoloi, que significa mensajero, enviado.
1.    La Confesión Sincera de Pablo. Como la comunicación del hombre es tan vieja como el tiempo, había llegado a los oídos del apóstol Pablo, por medio de algunos miembros de las iglesias de Galacia, que manifestaban que él no era un verdadero apóstol; por tanto, no tenían porqué creer en lo que él les había dicho, toda vez que Pablo no había sido uno de los apóstoles originales, sino el más implacable perseguidor de la iglesia de Cristo, de acuerdo a lo que Pablo personalmente expresa en 1 Co. 15:9: -“Admito que soy el más insignificante de los apóstoles y que ni siquiera merezco ser llamado apóstol, porque perseguí a la iglesia de Dios”. Además, agregaban los legalistas: Pablo no ha tenido ningún nombramiento oficial de los encargados de las iglesias que acreditara su apostolado.
2.    El Nombramiento de Pablo fue por Revelación Personal de Cristo Jesús. Ahora, cuando el apóstol dice: -“No por investidura ni mediación humanas”, significa que no había recibido la comisión de predicar el Evangelio por medio de algún líder de una de las iglesias de Cristo, ni tampoco de los doce apóstoles, sino directamente de Dios, por medio de una revelación y comisión personal de Jesucristo, conforme nos dice Hch. 9:1-19, mas no de invención humana, sino que le llegó por revelación de Jesucristo, (Gá. 1:11,12), presentándolo a Pablo como el oficial Mensajero o Heraldo del Gran Resucitado.
En resumidas cuentas, en esta epístola, Pablo defiende su apostolado de las calumnias y falsas acusaciones que esgrimían contra él los judaizantes, manifestando que Pablo jamás había conocido a Jesús; de tal manera, lo que él predicaba estaba fuera del enfoque cristiano, de lo correcto y verdadero; desconociendo que, tanto los doce apóstoles como también Pablo, estuvieron con el maestro Cristo Jesús después de su resurrección.
a.    Los primeros, estuvieron con Jesús por espacio de cuarenta días después que Él había resucitado, como lo podemos comprobar en Hch. 1:8-10, que dice: -“Pero cuando venga el Espíritu Santo sobre ustedes, recibirán poder y serán mis testigos tanto en Jerusalén como en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra. Habiendo dicho esto, mientras ellos lo miraban, fue llevado a las alturas hasta que una nube lo ocultó de su vista. Ellos se quedaron mirando fijamente al cielo mientras Él se alejaba”. Asimismo, existen muchos pasajes bíblicos que corroboran acertadamente, que los apóstoles fueron testigos presenciales de la resurrección de Cristo, como podemos verlo en Hch. 2:32: -“A este Jesús, Dios lo resucitó, y de ello todos nosotros somos testigos”. También, este gran acontecimiento histórico lo podemos comprobar cuando leemos Hch. 10:40,41: -“…pero Dios lo resucitó al tercer día y dispuso que se apareciera, no a todo el pueblo, sino a nosotros, testigos previamente escogidos por Dios, que comimos y bebimos con él después de su resurrección”.
b.    El segundo, que es el apóstol Pablo, también vio a Cristo Jesús después de su resurrección, según nos manifiesta Lucas en Hch. 9:5: -“¿Quién eres, Señor? – preguntó (Saulo) – Yo soy Jesús a quien tú persigues – le contestó la voz”. (Amigo lector, complemente sus estudios, leyendo Hch. 22:12-15; 1 Co. 9:1-29 y 15:1-8 para un mayor conocimiento bíblico).

Pablo fue investido como Embajador por Jesucristo y por Dios Padre, como él mismo lo confirma en Gá. 1:15,16, diciéndonos: -“…Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Cuando Él tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo predicara entre  los gentiles, no consulté con nadie”. Por tanto, ésta es una contundente evidencia para los judaizantes de ayer y hoy, porque ellos jamás pusieron ni ponen énfasis en la resurrección de Cristo Jesús, sino en guardar las leyes de Moisés, muy en especial en la circuncisión, afirmada en Hch. 15:5.
1.    Sin la Resurrección de Cristo Jesús Todo sería en Vano. Según los judaizantes: la muerte, sepultura y resurrección de Cristo no eran suficientes argumentos para lograr la salvación; sin embargo, Pablo, afianza y extiende el tema de la justificación - meollo de su epístola a los gálatas - al aclararnos en Ro. 4:25: -“Él (Jesús) fue entregado a la muerte por nuestros pecados, y resucitó para nuestra justificación”. De tal manera, sin la resurrección de Cristo todo sería en vano, y seríamos (nosotros) los más desdichados de todos los mortales”, nos dice el mismo autor en 1 Co. 15:14-19.
En tal virtud, profundizará mucho nuestro conocimiento bíblico, sobre este asunto, si leemos con especial detenimiento todo el capítulo 15 de 1 Co. “Lo cierto es que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, como primicia de los que murieron. De hecho, que la muerte vino por medio de un hombre (Adán), también por medio de un hombre (Jesús) viene la resurrección de los muertos”: 1 Co. 15:20,21. Asimismo, Pablo refuerza esta profundización cristiana al concluir 1 Co. 15:56,57, diciendo: -“El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado es la ley. ¡Pero gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo!”

A.   PLURALIDAD DE LA CONCIENCIA CRISTIANA, (v.2). “…Y todos los hermanos que están conmigo a las iglesias de Galacia”. Pablo, conocedor de su alta responsabilidad social por medio de la evangelización, contaba con la presencia de los hermanos fieles en Cristo Jesús, para luchar y sufrir en la misión que le había encomendado Dios personalmente. Pues, la tarea encomendada a Pablo fue la evangelización del mundo, con el propósito de acercar a cada hombre pecador para reconciliarse con Dios. Así procedía el apóstol Pablo, porque él había recibido personalmente de Cristo Jesús, el ministerio de la reconciliación, como también el mensaje de la reconciliación, según nos manifiesta en 2 Co. 5:18,19.
Por otro lado, se supone que Pablo se encontraba en Corinto con estos hermanos fieles, en el momento de escribir esta epístola, después de recorrer Macedonia y Grecia. Pues, comparemos con lo que nos dice Hch. 20:4: -“Lo acompañaron Sópater hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo de Tesalónica; Gayo, de Derbe; Timoteo; y por último, Tíquico y Trófimo, de la provincia de Asia”, quienes recibieron el rechazo de los judaizantes como consecuencia de haber sido seguidores de Pablo. Sin embargo, a pesar de todo, la epístola fue dirigida a las iglesias de la provincia romana de Galacia, tales como: Iglesia de Cristo de Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra, Derbe y otras, porque este mal estaba generalizado y afectó profundamente a todas estas iglesias, seducidas por los judaizantes - legalistas que se habían infiltrado en cada una de ellas.
Pues, Pablo hablaba a la iglesia como apóstol, mas no como representante de la misma, porque las iglesias difundían la doctrina cristiana que provenía directamente de los apóstoles, quienes a su vez recibieron directamente de Dios, conforme nos da a conocer Ef. 3:5.
1.    Los Apóstoles eran Mensajeros de Cristo Jesús. A los apóstoles, jamás se les ha conocido como representantes de la iglesia, sino como mensajeros de Jesucristo. Motivo por el cual, el apóstol Juan escribió en Jn. 13:20: -“Ciertamente les aseguro que el que recibe al que yo envío me recibe a mí; y el que me recibe a mí, recibe al que me envió”. Con esto queda demostrado que, la enseñanza de los apóstoles provenía directamente de Dios, porque tanto los escritos de Pablo, Pedro, Juan como los de los otros cuentan con la misma autoridad e inspiración divinas, debido a que son las mismas palabras que Cristo Jesús habló durante su vida terrenal. Esto lo podemos comprobar en Jn. 14:25,26, que nos dice: -“Todo esto lo digo ahora que estoy con ustedes. Pero el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les hará recordar todo lo que les he dicho”.
Fortifica aún más nuestro conocimiento bíblico, cuando vemos en 2 Ti. 3:16, que nos expresa: -“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir y para instruir en la justicia”; palabras sabias, divinas y bien dadas por medio de los profetas de Dios, de Cristo Jesús y por los apóstoles o mensajeros de Él, a las generaciones venideras por los siglos de los siglos.
Como dijimos anteriormente, esta epístola fue dirigida a las iglesias del sur de Galacia, que estaban situadas en el centro de Asia Menor, como Antioquía de Pisidia, Iconio, Listra y Derbe, donde el apóstol Pablo había instituido o plantado estas iglesias de Cristo, durante su primer y segundo viaje misionero. Por  tanto, había razones justificadas para que Pablo se dirigiera a ellas, con el verdadero conocimiento de su autoridad divina. Esto lo podemos apreciar en 1 Co. 4:14-21, donde les habla a los corintios como padre que los engendró en Cristo; además, haciéndoles comprender que el Reino de Dios no es cuestión de palabras, sino de poder.

B.   LAS BENDICIONES DE DIOS POR MEDIO DE PABLO, (v.3). Cuando el apóstol Pablo nos dice: -“Que nuestro Dios Padre y el Señor Jesucristo les conceda gracia y paz”, es la sincera bendición de un verdadero mensajero de Dios, como un ejemplo de salutación que expone en todas sus epístolas, donde se manifiesta el fiel reflejo del favor de Dios con que provee la salvación por medio de Cristo Jesús, teniendo como resultado: La bendición divina.
En consecuencia, no olvidemos que tanto la gracia del Gr. jaris y paz del Gr. eiréne son dadas directamente por Dios.
1.    La primera: gracia, es la única fuente divina de la salvación de todo hombre que desea volver a Dios; y
2.    La segunda: paz, es el resultado profundo que logra empozarse en el corazón del hombre pecador, que se ha acercado a Dios por su fe en Cristo Jesús.
Estos dos vocablos fluyen en el interior del cristiano, provenientes de Dios, por medio de Cristo, Redentor del Mundo, este era en la iglesia primitiva el saludo distintivo del cristiano. Mas estas dos palabras no fluían jamás en los labios de los legalistas judaizantes, aunque el saludo cotidiano del griego de aquel tiempo era gozo (Gr. chara), no se hicieron efectivas en los buenos cristianos del tiempo de Pablo, porque los legalistas judaizantes no los mostraban con sus hechos; más bien, estos dos vocablos eran motivo de ataque para los cristianos de ese entonces.

C.   LA MUERTE EXPIATORIA DE CRISTO JESÚS, (v.4). “Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado, según la voluntad de nuestro Dios y Padre”. Por la permanente insistencia de los legalistas judaizantes a los cristianos de Galacia, de pasarse de la gracia divina al sistema legalista humano de la salvación por obras, nuestros hermanos gálatas dieron menor importancia al significado de la muerte de Cristo, desconociendo con ello, la parte medular o el corazón del Evangelio, que es el sacrificio voluntario que Cristo Jesús hizo de sí mismo, al “dar su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado”.
De tal manera, con esto queda demostrado que la salvación jamás la gana un hombre pecador, mediante sus esfuerzos personales para eliminar el pecado de su vida, sino por medio de la confianza y seguridad personal en la promesa que Dios da al pecador, a través de la muerte expiatoria de Cristo Jesús. Razón por la cual, la muerte expiatoria de Cristo es la parte esencial del Plan Divino de Redención, sin la cual, todas las enseñanzas y las obras milagrosas habrían quedado como una ilusión pasajera sin sentido alguno para la posteridad.
1.    La Cruz y la Resurrección. La cruz y la resurrección fueron aspectos primordiales para el apóstol Pablo, porque Cristo Jesús, en su entrega total: cuerpo, alma y espíritu fue con el propósito de liberarnos de este mundo malvado, donde la impotencia del hombre, le hace imposible salvarse por sí solo. Para ello, hay una posibilidad provista y dada por Dios, a través de creer y poner su fe en Cristo Jesús, según la voluntad de nuestro Dios y Padre. De lo contrario, el hombre quedará atrapado por los afanes inmisericordes de este mundo perverso.
Por tanto, el afán prioritario de Pablo era rescatar al hombre pecador de las garras y del poder de la maldad de este mundo cruel. Asimismo, el pensamiento y sentimiento de liberación de este apóstol, ofrecido a todo hombre pecador, es, porque sólo el amor de Cristo puede rescatar a un hijo amado de la esclavitud del pecado, como lo eran los gálatas. Pues, ellos estaban  en el mundo, pero no eran del mundo, según nos enseña Jn. 17:16-18, que a la letra dice: -“Ellos no son del mundo, como tampoco lo soy yo. Santifícalos en la verdad; tu palabra es verdad. Como tú me enviaste al mundo, yo los envío también al mundo”. De igual manera, Fil. 3:20,21, corrobora, diciéndonos: -“…nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo. Él transformará nuestro cuerpo miserable para que sea como su cuerpo glorioso, mediante el poder con que somete a sí mismo todas las cosas”. Asimismo, 1 Jn. 5:5, nos amplía mejor el pensamiento y sentimiento liberador de Pablo, expresándonos: -“¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?”
En consecuencia, Cristo Jesús, al haberse dado a sí mismo en una entrega total por la humanidad, lo hace de acuerdo con la voluntad del Padre, a quién sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén. De tal modo, la esencia del Evangelio de Cristo es la voluntad plena, amorosa, soberana, compasiva y abundante de nuestro Dios y Padre, quien por medio del Evangelio de Jn. 3:16, nos da a conocer: -“Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo Unigénito, para que todo el que cree en Él no se pierda, sino que tenga vida eterna”. Con esta expresión divina de amplio contenido moral y espiritual, fue la voluntad del Padre que su Amado Hijo muriera en la Cruz del Calvario, para que todos los que en él crean, puedan vivir eternamente. Por esta razón, cada creyente rescatado del mundo pecador como también de las garras de los judaizantes, por la gracia y soberanía amorosas de Dios, quedan liberados de toda voluntad humana, para adentrarse en las profundidades límpidas de los mandamientos y principios de Dios, conforme nos da a conocer Jn. 1:12,13, al decirnos: -“Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios. Éstos no nacen de la sangre, ni por deseos naturales, ni por voluntad humana, sino que nacen de Dios”. Ésta es una gran bendición de Dios, amado lector.

D.   RECONOCIMIENTO A LA SUPREMACÍA DE DIOS, (v.5). Pablo escribe a los gálatas, para darles a conocer que es a nuestro Padre Celestial a quien sea la gloria por los siglos de los siglo; amén, como el fin supremo de todo cristiano, para que ya sea comiendo, bebiendo o haciendo cualquier otra cosa en su vida diaria, todo sea hecho para la gloria de Dios, como vemos en 1 Co. 10:31. Pues, ésta es una norma divina para la edificación de todo cristiano, a fin de evitar escándalos y pleitos posteriores.
En conclusión, en estos primeros cinco versículos del libro de Gálatas, el autor nos da a conocer CINCO principios importantes, para la salvación de cualquier hombre pecador; éstos son:
1.    La investidura de Pablo como Embajador y Representante de Cristo Jesús, aquí en la Tierra;
2.    La Autoridad Única de Dios para la salvación del hombre pecador de este mundo terrenal;
3.    Cristo Jesús entrega su vida en aras de rescatarnos, de entre el fuego ardiente de los pecados de este mundo malvado;
4.    Nuestro rescate es según la voluntad de nuestro Dios y Padre; y
5.    La gratitud del cristiano debe brillar, en la alabanza y glorificación del nombre de Dios, a través de los siglos. Amén.

II.    MOTIVO Y OCASIÓN DE LA EPÍSTOLA:
La Apostasía de los gálatas, veamos Gá. 1:6-10: -“Me asombra que tan pronto estén dejando ustedes a quien los llamó por la gracia de Cristo, para pasarse a otro evangelio. No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo.  Pero aún si algunos de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que le hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! ¿Qué busco con eso: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a los otros, no sería siervo de Cristo”.
A.   LOS GÁLATAS APÓSTATAS Y EL ASOMBRO DE PABLO, (v.6). Cuando leemos este versículo, a la distancia se siente el olor a muerte espiritual de los gálatas, agonizando en la apostasía en la que se habían metido. Motivo por el cual, el apóstol Pablo se encuentra asombrado por la dolorosa noticia que había recibido; pues, no podía aceptar la idea de que tan pronto, los gálatas estén dejando a Dios y a quien los llamó por la gracia de Cristo. Es decir, Pablo se quedó estupefacto, por todo lo que habían hecho los falsos maestros, legalistas y judaizantes en tan corto tiempo y con semejante prontitud, para que los miembros de las iglesias de Cristo de Galacia se alejaran del Evangelio verdadero de  Cristo Jesús. Esto aconteció a pesar que los gálatas habían tenido el honor de ser enseñados por Saulo de Tarso, quien a su vez fue enseñado presencialmente por nuestro Señor y Dios, Jesucristo. Sin embargo, desecharon tan pronto las verdades de la Gracia Libertadora que aprendieron de Pablo. Razón por la cual, muchos críticos bíblicos consideran que los gálatas se extraviaron por la débil lealtad que le profesaban al apóstol Pablo, sin comprender lo que Dios había hecho por ellos, a través de este embajador de Cristo: Darles a conocer que por medio de la gracia divina, lograron su salvación con el poder del Espíritu Santo.
1.    No debemos Seguir la Lección de los Gálatas. Por eso, frente a esta situación de los gálatas, amado lector, tenemos que aprender; es decir, la misión urgente de enseñar y predicar de manera continua y repetida, las verdades eternas del Evangelio, conforme nos enseña el apóstol de los judíos en 2 P. 1:12,15: -“Por eso siempre les recordaré estas cosas, por más que las sepan y estén afianzados en la verdad que ahora tienen… También me esforzaré con empeño para que aún después de mi partida ustedes puedan recordar estas cosas en todo tiempo”.
En realidad, los judaizantes querían pervertir el Evangelio de Cristo; razón por la cual, estarían bajo la maldición de Dios, conforme Pablo les había dicho. Pues, la intención de Pablo era hacerlos volver de su proceso de deserción, porque estaban abandonando a Dios, toda vez que Pablo mismo les había llamado de las tinieblas en que vivían hacia la luz, la vida y el amor de Dios, por la gracia de Cristo Jesús. Asimismo, lo hizo, porque el apóstol estuvo convencido en plenitud, que todas las cosas vienen de Dios por medio de su Amado Hijo. Lo que quiere decir, es que, por la fe en Cristo, Él nos da la entrada a esta gracia en la cual estamos firmes, nos dice Ro. 5:2.
2.    Nada se obtiene por Esfuerzo Personal. Apreciado lector, es bastante absurdo aceptar una salvación por la gracia de Dios, para después mantener esa justificación divina, mediante el esfuerzo personal, ceremonias y rituales humanos, como lo hacían los legalistas judaizantes. En este sentido, la razón divina se impone, cuando leemos en Ro 11:5,6, que nos da a conocer: -“Así también hay en la actualidad un remanente escogido por gracia. Y si es por gracia, ya no es por obras; porque en tal caso, la gracia ya no sería gracia”.
De tal manera, alejarse de la gracia de Cristo Jesús es alejarse del gran poder de Dios y apoyarse definitivamente en el esfuerzo humano. Por lo visto, los hombres que buscan la justificación por la ley, han caído de la gracia de Dios, y se han desligado voluntariamente de Cristo Jesús, nos dice Gá. 5:4. De este modo, es de clara evidencia apreciar, quien abandona o se aleja de la gracia, está abandonando automáticamente al Dios de la Gracia, que es Cristo Jesús, nos dice 2 Ti. 2:1: -“Así que tú, hijo mío, fortalécete por la gracia que tenemos en Cristo Jesús”.
En conclusión, Pablo escribió esta carta, puesto que los judaizantes y legalistas querían pervertir y trastornar el Evangelio de Cristo, debido también a que todas las veces que enseñaban estos falseadores de la verdad, predicaban y difundían un Evangelio diferente. Es decir, el ministerio personal del apóstol Pablo había sido atacado con premeditación ventaja y alevosía.

B.   TERGIVERSACIÓN DEL EVANGELIO DE CRISTO, (v.7). “No es que haya otro evangelio, sino que ciertos individuos están sembrando confusión entre ustedes y quieren tergiversar el evangelio de Cristo”. En este versículo, el apóstol Pablo, les manifiesta a los hermanos gálatas que ellos se han vuelto a un evangelio diferente de lo que él les había enseñado. Les dice esto, porque los legalistas y judaizantes proclamaban a los cuatro vientos: -“Que si los gálatas querían agradar a Dios, había que circuncidarse y dedicarse de lleno a cumplir todas las normas y reglas de la ley, para ganarse el favor de Dios”.
Por esta razón, es menester comprender, que la religión no se hace jamás satisfaciendo las exigencias de la ley mosaica – que no es un evangelio verdadero -, sino cumpliendo las demandas del amor por medio de la gracia, que es el Evangelio de la Buenas Nuevas de Salvación, implantada por Cristo Jesús, aquí en la Tierra. De modo que, el propósito de los legalistas judaizantes era sembrar la confusión y el caos entre los gálatas: agitándolos, perturbándolos y diciéndoles que Pablo ponía una religión muy fácil con el único afán de congraciarse con la gente a fin de trastornarla.
El propósito de los judaizantes, como repito, era trastornar el sentido verdadero del Evangelio de Cristo, el cual es la Buena Nueva; es decir, que en Cristo Jesús hay liberación plena de las garras de este mundo malvado, como lo expresa el mismo autor en Gá. 1:4, cuando nos dice: -“Jesucristo dio su vida por nuestros pecados para rescatarnos de este mundo malvado…”, ya que el mensaje de los legalistas buscaba la sumisión aletargada y la esclavitud eterna de los gálatas en la ley mosaica, en vez de la libertad de ellos por la gracia soberana de Dios mediante la fe del hombre.  
1.    La Gracia Salvadora obra en el Cristiano. En resumidas cuentas, no hay otro evangelio, donde el hombre no puede mantener una correcta relación con Dios por medio de su propio esfuerzo, dedicación y sus buenas obras. Más bien, el cristiano verdadero hará buenas obras como fiel producto de la gracia salvadora y el gran poder de Dios que obra en él, conforme nos enseña Ef. 2:8-10, que a la letra nos dice: -“Porque por gracia ustedes han sido salvados mediante la fe; esto no procede de ustedes, sino que es un regalo de Dios, no por obras, para que nadie se jacte. Porque somos hechura de Dios, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios dispuso de antemano a fin de que las pongamos en práctica”. (Asimismo, amado lector, el autor de la Carta de Santiago, en el capítulo 2 y sus versículos del 14 al 26 ampliará mejor su conocimiento bíblico; razón por la cual, le pido que lo lea con detenimiento y mucha reflexión).
Hoy en día, a causa de este engaño, los falsos maestros son más peligrosos todavía que los mismos judaizantes y legalistas del tiempo de Pablo, porque son los verdaderos portavoces del Anticristo, como lo señala con amplia nitidez el autor en 1 Jn. 2:22,23, al decirnos: -“¿Quién es el mentiroso sino el que niega que Jesús es el Cristo? Es el Anticristo el que niega al Padre y al Hijo. Todo el que niega al Hijo no tiene al Padre; el que reconoce al Hijo tiene también al Padre”.
Ésta es la razón por la cual considero que, las organizaciones y congregaciones falsas, encubiertas externamente con un cartel anunciador de cristianismo o bajo un rótulo bíblico, son los que distorsionan, pervierten y degeneran la verdadera naturaleza y obra de nuestro Señor Jesucristo, porque afirman y publican seguirle y enseñar su doctrina, cuando son los primeros en  tergiversar el Evangelio de la Gracia, porque en su apariencia angelical llevan a la gente hacia Cristo Jesús, abandonándolos al final de todo, en el lodo de un grave peligro que los atrapa en las garras de la destrucción espiritual, para conducirlos después hacia la pérdida total de su salvación.
En consecuencia, sembrar la confusión, significa desfigurar la esencia espiritual de la doctrina y obra del Gran Maestro y Redentor del Mundo, dándole otro sentido a lo verdadero, puro y santo. En sí, es trastornar, desviar, impedir el desarrollo normal de la doctrina libertaria de Cristo por medio de su gracia, dejando de recibir lo bueno, grande y maravilloso que nos corresponde. Por eso, Cristo Jesús en persona, consuela a todos sus discípulos de cualquier tiempo, diciéndoles: -“No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí”, Jn. 14:1.
Ésta es la causa para que los cristianos y nada más, no se dejen confundir en su fe por lo que dicen otras sectas y denominaciones, porque a eso le llamamos trastornar el Evangelio de Cristo, a fin de sembrar una gran confusión en el sano corazón de ellos. De tal manera, agregar algo de la ley mosaica al Evangelio de Cristo Jesús, es tergiversar y pervertir la obra y doctrina del Hijo de Dios, quien “…no cometió pecado alguno, por nosotros Dios lo trató como pecador, para que en Él recibiéramos la justicia de Dios”, 2 Co. 5:21.  Asimismo, siendo hombre, se humilló a sí mismo y se hizo obediente hasta la muerte, ¡y muerte de cruz!, Fil. 2:8.
2.    El Cristiano jamás debe caerse de la Gracia Salvadora. Por eso, en virtud de lo dicho antes, desde estas páginas le digo a usted amado lector, jamás olvide que la ley mosaica degenera la gracia,  destruyendo su esencia vital. Ésta es la razón por la cual no pueden coexistir o fusionarse el tupus veterotestamentario con el novotestamentario, como el agua con el aceite, en definitiva. Pues, la gracia divina, jamás será destruida, cambiada, rechazada ni modificada por hombre alguno, porque el mismo Pablo nos da a conocer en Gá. 5:2-4, expresándonos: -“Escuchen bien: Yo, Pablo, les digo que si se hacen circuncidar, Cristo no les servirá de nada. De nuevo declaro que todo el que se hace circuncidar está obligado a practicar toda la ley. Aquellos de entre ustedes que tratan de ser justificados por la ley, han roto con Cristo, han caído de la gracia”.
Caerse de la gracia de Dios, es cambiar su maravilloso y divino mensaje por otro diferente, que tarde o temprano cualquier Iglesia de Cristo se enfermará y morirá por sofocamiento o asfixia o inanición espiritual. Por eso, he dicho en líneas arriba: los que realmente son verdaderos enemigos de Cristo, no son los que lo niegan o no creen en Él, sino aquellos que aparentando hablar y vivir en su nombre, siguen degradando, degenerando y tergiversando el contenido vital, santo y puro del Evangelio de Cristo Jesús, con el maléfico propósito de sustituir la salvación de la gracia por la de las obras.
Con este motivo, como un llamado de Dios, Pablo escribe una aclaración divina en la Epístola a Tito, donde dice que todo anciano, pastor u obispo, o cualquier discípulo de Cristo puede exhortar a otros con la sana doctrina y refutar a los que se opongan. Y es que hay muchos rebeldes, charlatanes y engañadores, especialmente los partidarios de la circuncisión. A ésos hay que taparles la boca, ya que están arruinando familias enteras al enseñar lo que no debe; y lo que hacen para obtener ganancias mal habidas” Tit. 1:9-11.
(Amado lector, puede además consultar Gá. 2:4; 2 P. 2:1; 1 Jn. 4:1, a fin de profundizar mejor su conocimiento bíblico con relación a la verdad de Dios).

C.   LA GRAN ADVERTENCIA DE PABLO, (vv.8-10). Dice la Epístola a los Gálatas: “Pero aun si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición! Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! ¿Qué busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”.
1.    No hay Otro Evangelio Mejor que el de Cristo Jesús, (v.8). “Pero si alguno de nosotros o un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que le hemos predicado, ¡que caiga bajo maldición”. Como podemos notar, amado lector, en este versículo, Pablo nos está demostrando su verdadero convencimiento, de que no hay otro evangelio mejor que el de Cristo Jesús; motivo por el cual, invocaba la maldición de Dios sobre la persona y también sobre los ángeles del cielo, si predicaban otro evangelio distinto del que Pablo les había predicado a los gálatas.
Ahora, cuando el apóstol Pablo nos habla de ser maldecido (Gr. anatema), es porque él como persona de distinguida preparación rabínica y cristiana, al mismo tiempo, tuvo un reverente respeto por los votos y las maldiciones de gran solemnidad, pues era sabedor de su desdichada consecuencia. Ésta es la razón fundamental por la que Pablo les recuerda a los gálatas, lo que antes les había dicho, y ahora les repite que no hay otro evangelio de mejor confianza y seguridad que el que les había predicado. De tal manera que, Pablo les confirma a los gálatas, diciéndoles: -Si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición (anatema)!”.
Si aun un ángel del cielo les predicara un evangelio distinto del que les hemos predicado, ¡qué caiga bajo maldición! Es decir, aun ellos (los ángeles) deberían ser rechazados con tenacidad y dureza por presentar un evangelio diferente a la versión original que Pablo les había enseñado, porque aun los que tergiversaban el Evangelio de Jesucristo podían ser ángeles caídos e identificados con el infierno, que cambian la sana doctrina apostólica revelada por Dios. Asimismo, todo predicador o mensajero bíblico debe ser bien evaluado sobre los principios y fundamentos de lo que enseña, mas no de dónde procede ni quién es.
Digo esto, porque la sutilidad del diablo está a la orden del día, debido a que muchos falsos maestros son muy populares, agradables, manifestando tener un reverente amor por Dios y por los demás. Pues, estos tipos de hombres jamás deben ser creídos, porque no pasan de ser simples diablos predicadores que pervierten la doctrina apostólica, que Dios reveló a su debido tiempo.
a.    Cuidémonos de los Falsos Maestros. Todo buen cristiano, jamás debe olvidar lo que nos enseña Mt. 7:15, diciéndonos: -“Cuídense de los falsos profetas. Vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos feroces”. De tal manera, toda persona amante de la sana doctrina de Dios, no debe maravillarse ante las seductoras y cautivantes distorsiones del Evangelio, que personas con personalidad atractiva, persuasiva y amorosa, presenten en su vida, porque no es de extrañar, ya que Satanás mismo se disfraza de ángel de luz. Por eso no es de sorprenderse que sus servidores se disfracen de servidores de la justicia, 1 Co. 11:14,15. En sí, son lobos disfrazados de oveja; pues, concluirá con lo que merecen sus acciones, por hacerse responsables de este delito detestable y condenable, por cierto.
Por este motivo, todo cristiano de buen corazón, sano, y ministro del Nuevo Pacto, debe conocer y expresar a viva voz lo que nos dice: 2 Co. 2:17, expresándonos: -“A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de él en Cristo, como enviados de Dios que somos”.
A manera de reforzamiento y aclaración, en aquel tiempo, los judaizantes que extraviaban espiritualmente a las iglesias de Galacia, posiblemente tuvieron grandes y hermosas credenciales que les permitían considerarles como tal; toda vez que venían de la iglesia de Jerusalén autorizados por Jacobo, dirigente apostólico en aquella ciudad, según podemos apreciarlo en Hch. 15:13-24. Pues, todos ellos procuraron desviar, tergiversar y menoscabar la autoridad apostólica y las enseñanzas de Pablo por todos los medios que encontraban a su alcance, a fin de implantar su propio evangelio nefasto.
Ésta es la razón para que Judas en su hermosa carta, diga: -“El problema es que se han infiltrado entre ustedes ciertos individuos que desde hace mucho tiempo han estado señalados para condenación. Son impíos que cambian en libertinaje la gracia de nuestro Dios y niegan a Jesucristo, nuestro único y Soberano Señor, Jud. 4. Esto quiere decir que el legalismo ya estaba considerado como una perversión judaizante del liberalismo permisivo, porque estaba distorsionando el Santo Evangelio con el único propósito de pervertir la verdadera naturaleza de la obra de Cristo Jesús.  
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LECCIÓN  TRES:
PABLO DEFIENDE SU APOSTOLADO II


1.  Pasión de Pablo por la Verdad del Evangelio, (Gá. 1:9): -“Como ya lo hemos dicho, ahora lo repito: Si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron, ¡que caiga bajo maldición! Cuando el apóstol Pablo nos dice: Como ya lo hemos dicho, está refiriéndose a una visita anterior que él había hecho a los gálatas. En cambio, cuando dice ahora, indica que les está repitiendo en ese instante lo que anteriormente les había dicho.
Por otro lado, Pablo, desde el inicio de su visita a los gálatas, les había advertido con mucha prudencia acerca de la perversión y degeneración del Evangelio de Cristo Jesús, por parte de los legalistas y otras sectas de aquel entonces: -Si alguien les anda predicando un evangelio distinto del que recibieron. Esto quiere decir que Pablo ya les había predicado con la debida anticipación, acerca de las Buenas Nuevas de la gracia de Cristo, en la cual ya habían creído los gálatas.
En consecuencia, todo falso maestro que distorsiona el sentido divino del Evangelio, debe caer bajo maldición (Gr. anatema), en vez de ser  creídos y seguidos; es decir, deben ser apartados para la destrucción. De tal manera, en este sentido, el apóstol Juan nos escribe en 2 Jn. 6, 7, 9-11: -“Y éste es el mandamiento: que vivan en este amor… Es que han salido por el mundo muchos engañadores que no reconocen que Jesucristo ha venido en cuerpo humano. El que sí actúa es el engañador y el anticristo… Todo el que se descarría y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza sí tiene al Padre y al Hijo. Si alguien los visita y no lleva esta enseñanza, no lo reciban en casa ni le den la bienvenida, pues quien le da la bienvenida se hace cómplice de sus malas obras”.
Todo cristiano debe vivir unido en amor. Asimismo, las enseñanzas falsas no deben ser aceptadas en el seno de las iglesias de Cristo, porque les hace cómplice de lo malo, falso, dañino y perverso.
(Amado lector: Si usted desea profundizar más sus conocimientos bíblicos, puede leer: Ap. 16:13,14; 1 Jn. 2:18,19; 1 Co. 11:19 y Jn. 10:25-30).
Por último, todo cristiano de buen corazón pero inmaduro, debe abstenerse mantener contacto alguno con predicadores y maestros falsos, porque les llevarían a la distorsión completa del Evangelio de Cristo Jesús. En este aspecto, Pablo fue celoso con su pupilo Timoteo, quien fue advertido para permanecer alejado del error humano, y dedicarse de lleno a continuar con la Verdad pura y santa de Dios, conforme nos lo dice en 1 Ti. 4:6,7,9,10 y 13: -“Si enseñas estas cosas a los hermanos, serás un buen servidor de Cristo Jesús, nutrido con las verdades de la fe y de la buena enseñanza que paso a paso has seguido. Rechaza las leyendas profanas y otros mitos semejantes… Este mensaje es digno de crédito y merece ser aceptado por todos. En efecto, si trabajamos y nos esforzamos es porque hemos puesto nuestra esperanza en el Dios viviente, que es el Salvador de todos, especialmente de los que creen. En tanto que llego, dedícate a la lectura pública de las Escrituras, y a enseñar y animar a los hermanos”. Además, puede leer: 2 Ti. 2:14-19.
Por tanto, jamás nos sometamos a enseñanzas falsas, porque ello significa  desobedecer a nuestro Creador; porque si lo hacemos, desacreditamos y debilitamos el Evangelio de Jesucristo; además de soportar pacientemente la tergiversación y degeneración de la gracia abundante de Dios en su Amado Hijo, Cristo Jesús.
2.  Pablo no busca ni pretende Agradar a los Hombres, (v.10). “Que busco con esto: ganarme la aprobación humana o la de Dios? ¿Piensan que procuro agradar a los demás? Si yo buscara agradar a otros, no sería siervo de Cristo”. Cuando leemos y meditamos concienzudamente en este versículo, apreciamos con claridad que el apóstol Pablo no tenía pretensión alguna con los hermanos, porque él no hablaba ni enseñaba para congraciarse con la gente, sino porque él era un fiel esclavo de Cristo; que al mismo tiempo, llevaba en su cuerpo, alma y espíritu las marcas de sus sufrimientos con orgullo, según nos declara en Gá. 6:17. Con este motivo, el único propósito de Pablo era sólo servir a Jesús, su Amo; y no agradar a hombre alguno, porque la fe de un buen cristiano cuesta mucho: Lágrima, trabajo, sudor y sangre; de lo contrario, nadie lo valoraría intrínsecamente, ni lo viviría en su yo interior, como Cristo lo vivió en carne propia, para ser considerado, hoy por hoy, Señor y Mesías, de acuerdo a lo que nos dice Hch. 2:36. Aún más, amplía el apóstol Pedro con valentía, cuando nos da a conocer en Hch. 3:15, diciéndonos: -“Mataron al autor de la vida, pero Dios lo levantó de entre los muertos, y de eso nosotros somos testigos”.
En virtud de todo el sufrimiento de Cristo, según Hch. 3:18, Pablo también tenía que padecer, porque para eso fue llamado, Lucas nos dice en Hch. 9:16: -“Yo le mostraré (Jesús le dice a Ananías), cuánto tendrá que padecer (Pablo) por mi nombre”.
Volviendo a los judaizantes legalistas, éstos tenían como único objetivo desacreditar y difamar la autoridad apostólica de Pablo de origen divino, para formar dudas en la mente de muchos gálatas. Sin embargo, él presentó evidencias contundentes para contradecir las acusaciones en su contra y demostrarles la Verdad de Dios, que era pervertida por los falsos maestros legalistas.
Al apóstol Pablo, lo que más le interesa es agradar a Dios, no a los hombres, como lo hizo aquel Pablo cuando fue maestro de la ley: Perseguía a los cristianos según le dictaba su conciencia el conocimiento del legalismo tradicional. Sin embargo, ahora Pablo no procura agradar a los demás, porque sería completamente absurdo; de tal modo, por ningún motivo, sería siervo de Cristo Jesús.
Para refutar a los falsos maestros, Pablo tenía las marcas del sufrimiento terrenal que había recibido en Galacia, cuando lo dejaron y lo dieron por muerto, tras de haber sido apedreado sin piedad en la ciudad de Listra, conforme lo podemos ver en Hch. 14:19.
Por otro lado, padecer por manos de gente a los cuales Pablo les era desagradable, fueron casos frecuentes en su vida. Sin embargo, a pesar de todo, la expresión fue honrar a Dios anunciando las Buenas Nuevas. Pues, los que buscan agradar a los hombres, jamás llegan al grado de mártires, ni tampoco soportan la persecución severa y el apedreamiento cruel que Pablo tuvo que soportar por manos de hombres judaizantes malvados llegados de Listra, de Antioquia de Pisidia y de Iconio. Esta actitud de sufrimiento sólo es compatible con los verdaderos siervos de Cristo Jesús. En cambio, los acusadores judaizantes buscaban ser aceptados por los hombres: Agradándolos en la carne; es decir, obligando a los gentiles a circuncidarse, con el único y exclusivo fin de no padecer persecución por causa de la cruz de Cristo, nos dice el mismo autor en Gá. 6:14.
De tal manera, Pablo tuvo dos propósitos fundamentales: Primero, agradar a Dios, vivo o muerto, conforme él mismo nos dice en 2 Co. 5:7-9: -“Vivimos por fe y no por vista. Así que nos mantenemos confiados, y preferiríamos ausentarnos de este cuerpo y vivir junto al Señor. Por eso nos empeñamos en agradarle, ya sea que vivamos en nuestro cuerpo o que lo hayamos dejado”. Con este motivo, Pablo tuvo todo el derecho de maldecir contra cualquiera persona que tratara de degenerar, pervertir y empequeñecer el régimen de la gracia por el régimen de una doctrina de salvación por obras. De lo contrario, Cristo habría muerto en vano, conforme lo expresa nuestro apóstol en Gá. 2:21.
El segundo propósito de Pablo era ver salvos, por la gracia de Dios a todos los seres humanos, quienes por su fidelidad a Dios denunciarían enérgicamente la manifestación de cualquier otro evangelio falso, que podría llevarlos a un absoluto engaño y a la eterna condenación.

EL EVANGELIO DE PABLO ES UNA REVELACIÓN DE DIOS A LOS HOMBRES, MAS NO ES UNA TRADICIÓN: vv.11-24.

Dice la Carta de Pablo a los Gálatas… (Debe leerse).
3.  El Mensaje de Pablo no es una Invención de Hombres, (v.11). “Quiero que sepan, hermanos, que el evangelio que yo predico no es invención humana”. En este versículo, podemos apreciar una excelente reiteración, que  el apóstol Pablo hace a los gálatas, acerca de la naturaleza de su evangelio. De tal modo, cuando él dice: Quiero que sepan, hermanos, significa dar a conocer con certeza, certificando y asegurando que el Evangelio que él predica no es de índole humana, porque no es invento suyo, ni tampoco hombre alguno lo inventó. Por tanto, su mensaje es de índole divino y celestial, que no se ha mezclado ni se ha combinado con algún mensaje producto de la sabiduría humana y terrenal. Argumento suficiente con el cual se miden, refutan y condenan todas las suposiciones, hipótesis y teorías humanas impropias y falsas acerca de la salvación que viene de Dios para los hombres. Pues, amado lector, la salvación para todos los hombres es por la gracia de Dios y por medio de su fe, mas no por obras de la ley, conforme nos dice el mismo apóstol en Gá. 3:1; 4:31.
De tal manera, si Pablo hubiese proclamado su Evangelio como producto de él mismo o de hombre alguno, habría estado difundiendo la justicia por obras, como cualquier otro sistema religioso lo hacía en aquel tiempo, como en el caso de los corintios que negaban por completo la resurrección, que en 1 Co. 15:12-14, nos dice: -“Ahora bien, si se predica que Cristo ha sido levantado de entre los muertos, ¿cómo dicen algunos de ustedes que no hay resurrección? Si no hay resurrección, entonces ni siquiera Cristo ha resucitado. Y si Cristo no ha resucitado, nuestra predicación no sirve para nada, como tampoco la fe de ustedes”.
En consecuencia, Pablo jamás inventó el Evangelio que él anunciaba; sin embargo, esto sí lo han hecho los judaizantes, los obispos de Roma, Martín Lutero, Juan Calvino, José Smith, Carlos Rusel, Mary Ellen White, William Seimor y otras muchas denominaciones, entremezclando la sana doctrina de Cristo Jesús con las tradiciones humanas, como adoración de imágenes, bautizo por aspersión, bautizo por los muertos, misa de cumpleaños de muertos, la misa cantada o rezada, la intromisión de instrumentos musicales en la adoración a Dios, etc, etc. Todo esto es lo que usted, amigo lector, tiene que evaluar concienzuda y cristianamente, para que nuestra doctrina no sea adulterada, ni polucionada, ni degenerada, ni pervertida. Amén.
4. Pablo recibió el Mensaje Divino por Revelación Personal de Cristo Jesús, (v.12). “No lo recibí ni lo aprendí de ningún ser humano, sino que me llegó por revelación de Jesucristo”. Esto significa que el mensaje que el apóstol Pablo difundía como Mensajero de Dios no lo había recibido ni le había sido enseñado por ningún hombre. Pues, él había recibido el Evangelio por revelación personal de Jesucristo, como también la celebración de la Cena del Señor, especificada en 1 Co. 11:23,24, que dice: -“Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado,  tomó pan, y después de dar gracias lo partió…”. Este acontecimiento ceremonioso de la Cena del Señor, también es una evidencia irrefutable de que Cristo Jesús lo preparó de manera especial y personalmente. Como el apóstol no tuvo otros testigos, tuvo más bien una satisfacción personal que lo expuso a ser considerado como presuntuoso y peligroso por los tipos judaizantes y legalistas de aquella época, que en realidad, fue una gran preocupación para todos los adversarios del apóstol. ¿Por qué? Porque, además de ser una revelación estrictamente personal y privada en Damasco (Hch. 9:1-16), donde tuvo un encuentro personal con Cristo Jesús, llegándolo a conocer y reconocer como Señor y Salvador, recibiendo de Él la verdad sobrenatural y celestial, como lo tuvo Abraham, Moisés y los profetas, y otros personajes bíblicos. En consecuencia, Pablo estaba anulando, proscribiendo y abrogando mucho de lo que los legalistas judaizantes consideraban de vital importancia sagrada y de gran validez. De tal modo, la audaz pretensión del Apóstol fue plenamente sustanciada y sustentada con amplitud de conocimiento dada por el Espíritu de Dios. Mas la tarea de todo buen cristiano de hoy, no es agregar a la revelación escrita, ideas de hombres, sino más bien entenderla, explicarla y aplicarla vitalmente, en estrecha comunión con Dios y el prójimo.
Finalmente, debemos declarar lo que Pablo explicó a la Iglesia de Cristo en Corinto: cuando una persona regresa donde nuestro Señor Jesucristo, de inmediato es quitado el velo de ignorancia espiritual que le cubre, y de su separación de Dios. Esto lo podemos apreciar en 2 Co. 3:14-16, que  literalmente nos dice: -“Sin embargo, la mente de ellos  (de los legalistas) se embotó, de modo que hasta el día de hoy tiene puesto el mismo velo al leer el Antiguo Pacto. El velo no le ha sido quitado, porque sólo se quita en Cristo. Hasta el día de hoy, siempre que leen a Moisés, un velo le cubre el corazón. Pero cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado”. Por tanto, no hay refutación celestial más contundente y aprobada por Pablo, que progresivamente irá sustentando con evidencias irrefutables,  acerca de aquella revelación divina y su lanzamiento al mundo gentil con la credencial apostólica, que por mérito divino le corresponde al Pablo de Tarso.
5.  La Conducta de Pablo antes de su Conversión, (vv.13,14). “Ustedes ya están enterados de mi conducta cuando pertenecía al judaísmo, de la furia con que perseguía a la iglesia de Dios, tratando de destruirla. En la práctica del judaísmo, yo aventajaba a muchos de mis contemporáneos en mi celo exagerado por las tradiciones de mis antepasados”. Con este primer versículo (13), Pablo les recuerda a los gálatas acerca de la posición que alcanzó en otro tiempo antes de su conversión, como una prueba contundente a lo que él había representado: Era más judío que los judaizantes, porque ninguno de ellos podía superarlo en su implacable conducta perseguidora a los miembros de la Iglesia de Cristo. Pues, esto se debió a que el apóstol  era fariseo e hijo de fariseos, conforme él mismo lo afirma en Hch. 23:6, expresándonos: -“Pablo, sabiendo que unos de ellos eran fariseos y los demás fariseos, exclamó en el Consejo (de los sacerdotes judíos): Hermanos, yo soy fariseo de pura cepa. Me están juzgando porque he puesto mi esperanza en la resurrección de los muertos”. Esta decente prudencia de Pablo que Jesús le había recomendado, le sirvió de mucho para salir del atolladero en que se encontraba en medio del Sanedrín.
Como podemos comprobar, distinguido lector, Pablo presenta sus anteriores actividades como una fehaciente prueba negativa de que el mensaje de la gracia divina, no se fundamenta en absoluto en las creencias y hechos de su vida anterior, porque tanto su conversión como su mensaje tenían sustento divino suficiente, a pesar de que su persecución a la Iglesia de Cristo había sido excesiva y extremadamente destructora, cuyo significado en buen castellano es: asolar, destruir, saquear. Por tanto, esto significa que la conducta de Pablo para con la Iglesia de Cristo fue terribilísima.
Corrobora aún más acerca de la conducta  y el comportamiento de Pablo, cuando leemos lo que él mismo nos dice en Fil. 3:5,6: -“Circuncidado al octavo día, del pueblo de Israel, de la tribu de Benjamín, hebreo de pura cepa; en cuanto a la interpretación de la ley, fariseo; en cuanto al celo, perseguidor de la iglesia; en cuanto a la justicia que la ley exige, intachable”. Éste es un argumento irrefutable, apreciado lector, acerca de su formación conductual: judaizada y judaizante del apóstol Pablo. Además, estos dos versículos insertados aquí, amplían con mayor exactitud, acerca de quién era este ilustre personaje bíblico, y cómo actuaba antes de ser llamado hijo de Dios y Apóstol.
Cristo Jesús, nuestro Amado Redentor, se guió con gran diligencia apoyado en la Ley de Moisés, según Mt. 5:17,18, en el cual anuncia a los fariseos y maestros de la ley, insistiendo y sugiriéndoles a sus discípulos que la obedecieran; mas NO, y nunca le siguieran a los fariseos y escribas, conforme lo podemos comprobar en Mt. 23:1-4.
Ahora, cuando el mismo autor nos dice: -“De la furia con que perseguía a la Iglesia de Dios, tratando de destruirla”, podemos valorarla como una confesión transparente o translúcida, y sincera, nacidas de las recónditas entrañas del entonces perseguidor de los hijos de Dios.
Pablo, sólo demostró su celo profundo, persiguiendo a los cristianos y destruyendo a la Iglesia de Dios - como él mismo lo dice en Hch. 22:3, cuando él era rabino y judaizante convicto y confeso; y que al mismo tiempo aventajaba a muchos de sus contemporáneos en su celo exagerado por la tradición de sus antepasados (v.14). Pues, tan pronto terminó el martirio de nuestro hermano Esteban, Saulo asolaba a la iglesia ingresando casa por casa, arrasaba a hombres y mujeres y los entregaba a la cárcel, según nos da a conocer Hch. 8:3. De tal manera, por ser nacido de padres hebreos, es lógico comprender que él había aceptado la interpretación estricta de la ley, bajo las normas tan exigentes para convertirse en irreprensible e incorruptible, llegándosele a describir como el más estricto celoso de las tradiciones de sus padres.
Razón por la cual, se le reconoce por sus hechos de extremada o exagerada hostilidad para con los cristianos de su tiempo y su ascenso vertiginoso en el judaísmo farisaico. De tal manera, su conversión al cristianismo no se debió a influencia humana alguna, si no a una revelación divina del Espíritu Santo, conforme él mismo lo relata en el capítulo 9 del libro de los Hechos, cuando un año después, “Saulo respirando aún amenazas de muerte contra los discípulos del Señor, se presentó ante el sumo sacerdote, y le pidió cartas de extradición para las sinagogas de Damasco. Tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombre o mujeres”, Hch. 9:1,2. En consecuencia, la única pasión obsesionada del apóstol Pablo era destruir a los seguidores y simpatizante del Camino, como personalmente lo confiesa en Hch. 26:11, que literalmente nos dice: -“Muchas veces anduve de sinagoga en sinagoga castigándolos, para obligarlos a blasfemar. Mi obsesión contra ellos me llevaba al extremo de perseguirlos incluso en ciudades del extranjero”.
Esto nos demuestra, que pocos judíos igualaron o superaron en su apasionamiento por su religión y a su aberración frente a la Verdad de Cristo Jesús. Cuando él nos dice: por las tradiciones de mis antepasados, se refiere al sistema de enseñanza oral acerca del Antiguo Testamento. Pues, eran conocidas como Halakah la colección de interpretaciones de la Torá, que ni los rabinos más encumbrados y doctos lograban dominarlas, ni en la interpretación como ni en la conducta diaria. Sin embargo, al convertirse en cristiano, Pablo llegó a ser el líder más consagrado y de mayor renombre de la doctrina cristiana, por que llegó a comprender que la doctrina del Evangelio, jamás podía acomodarse al judaísmo como acontece con el agua y el aceite. De tal manera y con justa razón, podríamos preguntar, ¿a qué se debió su cambio radical? La respuesta la tiene usted apreciado lector.
6. La Gracia de Dios como la Prueba Contundente de su Conversión, vv. 15,16. “Sin embargo, Dios me había apartado desde el vientre de mi madre y me llamó por su gracia. Cuando él tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo lo predicara entre los gentiles, no consulté a nadie”.
Vemos en el v.15 que para que Dios aparte o separe a  una persona, tiene que haber sido de su agrado, porque en el caso de rabino Pablo, es una forma asombrosa de cómo llegó al conocimiento de la Verdad de Cristo Jesús, y cómo su fe creció en Él, y la forma cómo fue destinado para el ministerio apostólico. Algo extraordinariamente supremo ocurrió en su conversión, por la profundidad e inconmovible cambio que en él  transcurrió, porque Dios le había apartado desde el vientre de su madre; es decir, refiriéndose a antes de su nacimiento espiritual, para un determinado fin o designación, habiendo sido llamado por su gracia como Jacob fue escogido sobre su hermano gemelo Esaú antes de nacer, Ro. 9:11-13.
De tal manera, en Pablo se cumplió lo que él mismo nos dice en Ef. 1:4: -“Dios nos escogió en Él antes de la creación el mundo, para que seamos santos y sin mancha delante de Él”. Es decir, Dios nos escoge desde nuestro nacimiento. De igual manera lo hizo con el pueblo de Israel, según nos dice 1 S. 12:22. Asimismo, muchos personajes bíblicos fueron apartados desde el vientre materno, como Moisés, conforme nos da a conocer Éxodo, capítulos 2 y 3; Isaías, Is. 49:1; Jeremías, Jer. 1:5; Juan, Lc. 1:13-15, y Pablo, Gá. 1:15.
De igual modo, jamás dejemos de pasar por alto que Pablo como fariseo fue un separatista, pero nunca le cruzó por su mente la idea de que algún día sería separado personalmente por Dios, con el único propósito de ser Embajador  de Cristo Jesús ante los gentiles. Pues, esta situación sólo fue definida por un unigénito Hijo de Dios, cuando podemos apreciar lo que en Hch. 9:15 le dijo personalmente a Pablo: -“¡Ve!- insistió el Señor- (a Ananías), porque ese hombre es instrumento escogido para dar a conocer mi nombre tanto a las naciones y a sus reyes como al pueblo de Israel”.
Por otro lado, no olvidemos que Cristo Jesús en su soberanía y en la suprema gloria de su resurrección, le confrontó al apóstol Pablo en el camino hacia Damasco, para que él respondiera a la realidad y necesidad del Evangelio, porque Jesús aunque fue muerto y sepultado, estaba perfectamente vivo cuando le escuchó proclamar desde el cielo: -“Yo soy Jesús, a quien tú persigues, Hch. 9:5. Y, además, porque es la buena voluntad del Padre darles el reino a Pablo y sus seguidores, como les dijo también Jesús a sus discípulos en Lc. 12:32.
En consecuencia, todo llamado, designio o nombramiento que Dios hace a sus representantes terrenales, se dan por las bendiciones de ÉL a través de su gracia divina, que significa apostolado, de acuerdo a lo que nos da a conocer Gá. 2:9; 1 Co. 7: 10-12,25. Esto también lo podemos apreciar en Hch. 13:1,2, cuando expresó el Espíritu Santo: -“Apártenme ahora a Bernabé y a Saulo pata el trabajo al que los he llamado”. Esto significa que Pablo jamás fue rebelde a la visión celestial conforme está escrito en Hch. 26:19,20, que a la letra nos expresa: -“Así que, rey Agripa, no fui desobediente ala visión celestial. Al contrario, comenzando con los que estaban en Damasco, siguiendo con los que estaban en Jerusalén y en toda Judea, y luego con los gentiles, a todos les prediqué que se arrepintieran y se convirtieran a Dios, y que demostraran su arrepentimiento con sus buenas obras”.
Y el v.16 el apóstol nos dice cuando Él (Dios) tuvo a bien revelarme a su Hijo para que yo le predicara entre los gentiles, no consulté a nadie”. En este versículo, da la impresión que el apóstol nos revela un orgullo amoroso lleno de satisfacción, porque nuestro Padre Celestial tuvo a bien revelarle la persona viviente y las obras de su Hijo, para que desde esos momentos llevara la presencia de Cristo Jesús dentro de su conciencia espiritual transformada. Motivo por el cual, Pablo pudo anunciar, proclamar y difundir con gran eficacia las Buenas Nuevas acerca de Él a los gentiles, sin excluirlos a los judíos de aquel entonces que querían escuchar estas buenas noticias.
En consecuencia, Pablo era legítimamente un verdadero Apóstol, porque había visto a Cristo Jesús, personalmente, conforme él mismo lo confiesa por medio de una interrogación en su Epístola a los Corintios, en 1 Co. 9:1, que nos dice: -“¿No soy libre? ¿No soy apóstol? ¿No he visto a Jesús nuestro Señor?
¿No son ustedes el fruto de mi trabajo en el Señor? También reforzará nuestro aprendizaje bíblico, cuando apreciamos lo que el Apóstol nos dice en 1 Co. 15:8: -“…y por último, como a uno nacido fuera de tiempo, se me apareció también a mí”. Estos dos versículos nos muestran con clara evidencia, la defensa verdadera e intransferible de que Pablo se había encontrado con el Señor Resucitado. De tal manera, había un motivo justificado para que el Apóstol predicara el Evangelio de Cristo Jesús con toda la autoridad ante todos sus opositores. Motivo por el cual, el propósito de su experiencia era predicar entre los gentiles. Pues, el vocablo gentiles proviene del Gr. Ethnos que se diferencia mucho de los judíos, según lo podemos apreciar en Hch. 9:15, cuya expresión, dice: -“…ese hombre es mi instrumento escogido para dar a conocer mi nombre”. (Amplíe su conocimiento, amigo lector, leyendo Hch. 22:12-15; 26:16-19).  
Esto nos demuestra, que un encuentro con Cristo Jesús resucitado y viviente, es el inicio de una vida transformada como efecto del nuevo nacimiento: Lo que antes era legado por las tradiciones de sus padres; hoy, sin embargo, es evidente por medio de la verdad y gracia de nuestro Señor Jesucristo.
Finalmente, Pablo, justifica su situación de convertido cuando dice: -“no consulte a nadie”. Pues, la palabra consulté en griego es prosanatitheme, que significa contribuir o agregar algo. En esta circunstancia, el apóstol Pablo está clarificando y justificando a la posteridad que nadie agregó nada a su Evangelio, ni tampoco Ananías, ni tampoco otros cristianos, porque todo provenía de Dios.
7.  Evidencias después de la Conversión de Pablo, (v.17). “Tampoco subí a Jerusalén para ver a los que eran apóstoles antes que yo, sino que fui de inmediato a Arabia, de donde regresé a Damasco”. Los judíos de aquel tiempo siempre usaban el término de subir a Jerusalén, por su situación geográfica; también, por ser la sede oficial de la dirección y autoridad humanas de la iglesia primitiva de Cristo Jesús, única en su género, por cierto. Ahora, como el apóstol mismo lo dice líneas arriba, que recientemente se había convertido, no consultó con ningún líder cristiano; condición indispensable que le apoya en su autoridad primigenia y única, a pesar que otros eran apóstoles antes que yo, dice Pablo; es decir, que lo habían antecedido en esta santa y noble vacación misionera. De la misma manera, recientemente convertido fui de inmediato a Arabia (de los nabateos) nos dice el autor sagrado. Una región que se extendía al oriente de Damasco hasta el sur de la península del Sinaí; aunque no sabemos el lugar exacto ni el propósito de su estadía en Arabia de los nabateos; pero se infiere directamente y con acertada seguridad, que fue dicho lugar, el centro de su retiro y preparación personal por Cristo Jesús a solas, para su ministerio divino de amplia responsabilidad.
Tras de su estadía en Arabia, el apóstol nos dice de donde regresé a Damasco; fue allí donde continuó predicando por un tiempo con renovado valor y acertada visión, conforme nos da a conocer el libro de los Hechos 9:19-21, diciéndonos: -“Saulo pasó varios días con los discípulos que estaban en Damasco, y enseguida se dedicó a predicar en las sinagogas, afirmando que Jesús es el Hijo de Dios.  Todos los que le oían se quedaban asombrados, y se preguntaban: “¿No es éste el que en Jerusalén perseguía a muerte a los que invocan ese nombre?
Todo esto hizo Pablo en Damasco, inmediatamente después de su bautismo, Hch. 9:18, donde también recibió la oposición de los líderes judíos, posiblemente con aquel grupo con el que Pablo mismo había conspirado eliminar a los cristianos, según podemos apreciar en Hch. 9:2, que literalmente dice: -“tenía la intención de encontrar y llevarse presos a Jerusalén a todos los que pertenecieran al Camino, fueran hombres o mujeres”.
Como ejemplo de ello, en Damasco, tenemos al gobernador de la provincia árabe nabatea, el rey Aretas lo aguardaba pacientemente a Pablo para prenderlo, conforme nos dice 2 Co. 11:32 y Hch. 9:23-25. Pues, las dos ocasiones de predicación paulina en Damasco y su estadía en Arabia, hizo que nuestro apóstol estuviera en compañía de nuestro Señor Jesucristo en aprendizaje, estudio y meditación profundos acerca del Antiguo Testamento. Todo esto ocurrió a unos 320 Km. al sur de Damasco y a 150 Km. al sudeste de Jerusalén, cuando Dios le llamó mediante la revelación de su Hijo; en el cual, Pablo no visitó a ningún apóstol en Jerusalén, porque no había ninguna urgencia.
8. La Fugaz Visita de Pablo a Jerusalén, (vv.18-20). “Después de tres años subí a Jerusalén para visitar a Pedro, y me quedé con él quince días. No vi a ningún otro de los apóstoles, sólo vi a Jacobo, el hermano del Señor. Dios me es testigo que en esto que les escribo no miento”.
Sólo tres años después de predicar el Evangelio antes de conocer a los apóstoles restantes, visitó a Pedro por espacio de quince días, donde trató con ellos. Lo hizo con especial dedicación y esmero para conocerle a Pedro, el Apóstol del Señor y compañero personal de Cristo Jesús, como también al vocero de mayor y mejor prestigio y reputación en los primeros años de la Iglesia de Cristo en Jerusalén, desde el Primer Pentecostés de la Era Cristiana en adelante. (Amigo lector, le recomiendo leer Hch. 2:14-40; 3:11-26; 4:20; 5:3-32 y 8:20-25).
Pablo permaneció con Pedro por espacio demasiado breve, no con el fin de instruirlo, sino simplemente para conocerlo en persona, y saber que él era evangelista reconocido de aquella iglesia; y también darle la oportunidad de ver la transformación del antiguo perseguidor.
En tales circunstancias, Pablo no vio a ningún otro de los apóstoles; salvo a Jacobo o Santiago, hermano del Señor. Esto aconteció, porque tenían temor de verlo, recordando la despiadada persecución ocurrida anteriormente; con este motivo, optaron por no acercarse a Pablo, según nos dice Hch. 8:1. Por consiguiente, este personaje llamado Jacobo es el referido en Hch. 15:13; 21:18 y Gá. 2:9,12. Jacobo no era el primo-hermano de Jesús, sino su medio-hermano, producto de José y María, madre del Señor. Además, apreciado lector, Jacobo y Pedro habían sido personas muy cercanas y de confianza de Cristo Jesús; por lo cual, Pablo quería saber también de algunas de sus experiencias personales con el Señor Encarnado, a quién él había llegado amarlo y servirlo, y con quién había pasado esos tres años en el desierto de Arabia, conociéndolo cada vez mejor y recibiendo sus sabias enseñanzas jamás superadas por hombre alguno, aquí en la Tierra.
Por otro lado, algunos investigadores bíblicos fundamentan que la visita de Pablo a Jerusalén fue tan brevísima, porque al llegar a ver a Pedro, luego a Santiago o Jacobo, fue repelido con brusca hostilidad por causa del temor razonable de entender de que no fuese un sincero creyente del Señor; más bien pensaban que, de una manera encubierta se acercaba Pablo para llevarlos encadenados y encarcelarlos, como lo podemos apreciar en Hch. 9:26, que nos informa así: -“Cuando llegó (Pablo) a Jerusalén, trataba de juntarse con los discípulos, pero todos tenían miedo de él, porque no creían que de veras fuera discípulo”.
Si no hubiese sido por la ayuda personal de nuestro hermano Bernabé, Pablo no habría podido visitar a Pedro ni a Jacobo en Jerusalén, según lo podemos comprobar en Hch. 9:27, quienes estaban ligados en fraternidad sincera a los apóstoles en aquel tiempo, toda vez que ellos habían visto a Cristo Jesús resucitado, conforme lo podemos ver en 1 Co. 15:5,7, que dice: -“…y que se apareció a Cefas, y luego a los doce… Luego apareció a Jacobo, más tarde a todos los apóstoles”. Ahora, aunque este Jacobo no fue considerado apóstol por los demás ungidos por el Señor, Pablo pudo haberlo considerado como apóstol en el sentido más amplio y estricto del oficio que desarrollaba.
9. El Juramento del Apóstol Pablo, (v.20). “Dios me es testigo que en esto que les escribo no miento. Pablo, al ponerlo a Dios como testigo, jamás pecó; porque al hacerlo a la ligera o con hipocresía está condenado por Cristo Jesús en Mt. 5:33-37: -“No faltes a tu juramento, sino cumple con tus promesas a Dios… Cuando ustedes digan sí, que sea realmente sí; y cuando digan no, que sea no. Cualquier cosa demás, proviene del maligno”. Pablo se expresa de esta manera, porque es una solemne declaración, donde pone como testigo a Dios, por lo serio y verdadero de lo que él escribe a los gálatas, y por lo difícil que sería convencerles de tamaña influencia, porque la salvación de ellos estaban en juego. Pues bien, si los legalistas judaizantes hubieran podido destruir la poderosa influencia de Pablo en Galacia, también podrían haber destruido la salvación de los gálatas. Por este motivo, Pablo, puso como testigo a Dios acerca de lo que él sostenía, amparándose en lo que les había dicho a los corintios en 2 Co. 2:17, expresándoles: -“A diferencia de muchos, nosotros no somos de los que trafican con la palabra de Dios. Más bien, hablamos con sinceridad delante de Él en Cristo, como enviados de Dios que somos”. (Apreciado lector, compare con 2 Co. 11:31; Ro. 9:1; 2 Co. 1:23; 1 Ts. 2:5).
De lo contrario, se le hubiera considerado como un mentiroso, farsante, hipócrita y desvergonzado de la Verdad de Dios. Por eso, lo que Pablo se propone a declarar en esta parte de su Epístola a los Gálatas es, que él había recibido el Evangelio del Señor por vía directa, mas no de apóstol alguno. Sólo después de haber transcurrido tres años de su conversión y del inicio de su ministerio de predicación, visitó a Pedro y Santiago en Jerusalén por espacio de quince días, como él mismo lo dice líneas arriba.



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jueves, 29 de noviembre de 2012

La perseverancia - Valor cristiano: Firmeza en la esperanza - Para Ministros itinerantes


La perseverancia del cristiano:
Firmeza en la esperanza Hebreos 10:23-25

. biblias y miles de comentarios
 
v. 24 “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió”

En  el  verso  anterior  el  autor  dijo  a  sus  lectores  que  aprovechen  el  camino  abierto  y se acerquen a Dios. Ahora en este verso los exhorta a que se mantengan firmes en la esperanza que profesan, a que se aferren sin vacilar en dicha esperanza. Analicemos cada uno de los términos de esta declaración para que saquemos el máximo provecho.

Mantengamos  firme,  es  decir,  aferrémonos  sin  vacilación,  sin  fluctuar,  es  decir,  sin vacilación, sin cambios para desmejorar, entes bien con firmeza, como quien se aferra a una pared  sólida  con  el  fin  de  tomar  impulso  para  no  dejarse  mover.  ¿En  qué  nos debemos arraigar sin vacilación? En la confesión o profesión de la esperanza. 

Siendo  que  muchos  son  los  enemigos  de  la  nuestra  fe,  entonces  el  mandato  de retener  o mantenerse firme es algo constante para el cristiano. En el peregrinaje de la vida cristiana nos  encontraremos  con  muchos  Apolión,  los  cuales  son  gigantes  que  se levantan  para opacar o destruir nuestra fe. Pero es deber del creyente, bajo la gracia de Dios, retener hasta el fin “la confianza y el gloriarnos en la esperanza” (Heb. 3:6), ya que la fe cristiana no es un asunto de empezar simplemente, sino de empezar y terminar. Aquellos que no terminan la  carrera  no  disfrutarán  de  las  promesas  eternas,  sino  que  vendrán  a  un gran  fracaso,  en medio  de  los  ataques  del  maligno  y  la  persecución  por  cauda  de nuestra  fe,  es  deber  del creyente mantenerse firme, sin fluctuar, como dijo Cristo: “Más el que  persevere hasta  el fin,  este  será  salvo” (Mr. 13:13). Pero si realmente hemos creído, si hemos nacido de nuevo, Dios nos fortalecerá para que nuestra fe se afirme hasta el fin, como dijo Pablo: “… esperando  la  manifestación  de  nuestro  Señor  Jesucristo;  el  cual  también os  confirmará hasta el fin, par que seáis irreprensibles en el día de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor. 1:7-8). Considero aquí importante transcribir un comentario pertinente, para su época y para la nuestra, que hiciera el pastor y predicador bautista Arthur Pink, hablando sobre el deber del creyente de mantenerse firme, sin fluctuar: “Para ilustrar lo que tenemos en mente, un artículo publicado en una edición reciente de un periódico, sobre el tema de la seguridad de la salvación del cristiano, comienza así: Aquel  que  murió  por  todos  sus  pecados  en  la cruz  y  lo  ha  aceptado  como  Su  salvador personal, está guardado. Y nunca más puede, bajo ninguna circunstancia o la condición que sea,  sin  importar  lo  que  haga  o  deje  de hacer,  nunca  podrá  perderse>.  Esta  es  una declaración  desequilibrada,  engañosa  y peligrosa  en  el  más  alto  grado.  No  es  una declaración bíblica. La palabra de Dios dice <… la cual casa somos nosotros, si retenemos firmes  hasta  el  fin  la  confianza  y  el  gloriarnos  en  la  esperanza>.  Y  de  nuevo  (Ro. 8:13).  Tal declaración  anterior  (hecha de buena fe, no  cabe duda, por uno que  es víctima involuntaria de una escuela de extremistas) deja completamente  fuera  de  la  vista  la  responsabilidad  del  cristiano.  Al lado  de  la  bendita verdad la preservación divina, las Escrituras de manera uniforme ponen la solemne verdad de  la  perseverancia  cristiana.  Si  el  Señor  le  dice  a  su  pueblo  que son    (1  Ped.  1:5),  así  también  los  exhorta  a  que    (Prov.  4:23)  o  que  es  necesario <…guardarse sin mancha del mundo> (Atg. 1:27). No es honesto citar una clase de textos, y no citar, con la misma diligencia y atención, los otros. ¡Qué absurdo son los razonamientos de los hombres una vez que se apartan de la verdad! Cómo podría yo sostener que, debido a que he puesto mi cuerpo en las manos de Dios, y estoy confiando en él para que me mantenga en salud, entonces seré negligente en seguir las leyes de la salud, sin importar lo que coma o deje de comer,  y  él  me  mantendrá  libre  de  enfermedad y muerte. No  es  así,  si  yo  bebo  veneno vendré a una muerte prematura. Del mismo modo, si vivo en la carne, moriré”
La  exhortación  de  mantenerse  firme  en  la  confesión  o  profesión  es  nuestra  esperanza nos hace  ver  que  no  existe,  lo  que  Arthur  Pink  denomina,  una  salvación  mecánica. Los apóstoles se dedicaban a confirmar en la fe a los creyentes: “confirmando los ánimos de los discípulos,  exhortándoles  a  que  permanecieren  en  la  fe” (Hch. 14:22). Hoy día algunas personas  que  dicen  creen  en  la  seguridad  eterna  de  la  salvación  dirían  que  es absurdo  e innecesario exhortar a los salvos a que permanezcan en la fe, pues, dicen ellos, el que hizo la  oración  de  fe,  de  manera  automática  lo  harán.  Pero  nosotros  no  podemos estar  por encima  de  la  Palabra  de  Dios,  y  si  los  apóstoles  necesitaron  confirmar  y exhortar  a  los creyentes para que permanezcan en la fe, entonces también hoy es necesario hacerlo: “Y la mano  del  Señor  estaba  con  ellos,  y  gran  número  creyó  y  se  convirtió al Señor.  Llegó  la noticia de estas cosas a oídos de la iglesia que estaba en Jerusalén; y enviaron a Bernabé que  fuese  hasta  Antioquía.  Este,  cuando  llegó,  y  vio  la  gracia  de Dios,  se  regocijó,  y exhortó  a  todos  a  que  con  propósito  de  corazón  permaneciesen  fieles  al  Señor”. (Hch. 11:21-23). “Y despedida la congregación, muchos de los judíos y de los prosélitos piadosos siguieron a Pablo y a Bernabé, quienes hablándoles, les persuadían a que perseverasen en la gracia de Dios” (Hch. 13:43). El apóstol Pablo no creía en la salvación mecánica, sino  que se preocupó sinceramente porque los nuevos creyentes permaneciesen en la fe “Por lo cual  también  yo,  no  pudiendo  soportar  más,  envié  para  informarme  de  vuestra  fe,  no  sea que os hubiese tentado el tentador, y que nuestro trabajo resultase en vano” (1 Tes. 3:5).   
El  término  confesión  o  profesión  hace  referencia  a  una  creencia  que  es  declarada  con
convicción.  La  idea  del  autor  es  que  los  creyentes  deben  mantenerse  firme  en  su  fe
confesando o profesando constantemente lo que creen. Y ¿Qué es lo creen y confiesan con
convicción? La esperanza.
No se trata de confesar simplemente cosas positivas, como enseña la nueva era, se trata de
profesar la Esperanza, la verdadera esperanza del creyente, la cual está fundamentada en las
promesas divinas. Y ¿Cuáles son las promesas que el autor de la carta ha mencionado? Que
ahora  tenemos  entrada  libre  al  Trono  de  la  gracia  por  el  camino  que  fue  abierto  por  el sacrificio de Jesús. Que a través de su sacrificio superior y único nuestros pecados han sido
perdonados una vez y para siempre, que ya no tenemos culpa en nuestra conciencia porque
esta fue limpiada, que para siempre gozaremos de la reconciliación con Dios obrada por el
sacrificio  de  Cristo.  Hoy  disfrutamos  de  esa  paz  que  el  mundo  no  da,  y  tenemos  la
esperanza  que  mañana  continuaremos  disfrutando  de  ella,  y  que  hasta  el  final  de nuestros días Dios nos verá como limpios y nos abrirá el acceso a su presencia, que cuando muera las  puertas  del  reino  de  los  cielos  se  abrirán  de  par  en  par  dándome  la  bienvenida  y  que escucharé las palabras de mi Señor diciendo: “Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra en el gozo de tú Señor” (Mt. 25:21).
La confesión de nuestra esperanza es el testimonio que debemos dar de nuestra fe. “Como
dice  Trenchard  maravillas que el Señor ha hecho por él>”
Esta  confesión  es  de  la  que  habla  Pablo  en Romanos  10:9-10 “Que  si  confesares  con  tu  boca  que  Jesús  es  el  Señor,  y  creyeres  en  tu corazón  que  Dios  le  levantó  de  los  muertos,  serás  salvo.  Porque  con  el  corazón  se  cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” o en I Timoteo 6:13 “Te mando delante  de  Dios,  que  da  vida  a  todas  las  cosas,  y  de  Jesucristo,  que  dio  testimonio  de  la buena profesión delante de Poncio Pilato”, o 1 Pedro 3:15 “Sino santificad a Dios el Señor en  vuestros  corazones,  y  estad  siempre  preparados  para  presentar  defensa  con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”
Ahora,  esta  confesión  o  profesión  de  la  esperanza  se  afirma  aún  más,  no  solo  en  que
tenemos  unas  promesas,  pues,  muchas  veces  prometemos  y  no  cumplimos.  No  se trata  de esa  clase  de  promesas;  como  cuando  los  ciudadanos  eligen  a  un  candidato  para  la
presidencia con la esperanza de que él hará todo lo que ha prometido, y suele suceder, que esta esperanza es vana pues, muy pronto el candidato asume la presidencia se olvida de sus
promesas.
Las promesas sobre las cuales se basa nuestra profesión cristiana son seguras, porque fiel es
el  que  las  dio.  Él  es  fiel,  no  porque  solo  tenga  la  intención  de  cumplirlas,  sino porque  él puede cumplirlas. Él es fiel porque siendo el todopoderoso Dios nada podrá impedir que él cumpla lo que se ha propuesto. “Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga ¿Qué haces? (Dan. 4:35). Él es fiel porque todas las promesas que nos hizo a través de Jesús fueron ratificados con juramento. (Heb. 6:17).
Dios ha honrado siempre sus promesas y por eso nos mantenemos sin vacilación en la fe en
Cristo.  Él  no  miente,  él  no  cambia,  pero  además  de  esto  él  ha  jurado  por  sí  mismo  que cumplirá  su  propósito  de  salvarnos.  Él  prefiere  dejar  de  ser,  antes  que  incumplir  una promesa, eso es lo que significa el juramento por sí mismo. Dios es fiel porque él promete al creyente “No te desampararé, ni te dejaré” (Heb. 13:5). 
Los creyentes judíos estaban siendo tentados a abandonar la fe en Cristo por la presión de
los judíos, pero la exhortación es para que ellos resistan esos ataques y tomen como asidero
o firme ancla del alma las promesas seguras de salvación que tienen en Cristo Jesús, y que
ya fueron mencionadas en los capítulos anteriores.
Esta  confesión  o  fe,  en  un  sentido  más  general,  hace  referencia  a  la  doctrina  cristiana,  a toda  la  doctrina  bíblica.  El  creyente  debe  mantenerse  firme  en  la  confianza  depositada  en Dios  y  en  la  doctrina  que  enseñan  las  Sagradas  Escrituras,  pero  también  es  la  declaración constante  de  lo  que  Cristo  significa  para  él:  “La  confesión  de  nuestra  fe  es  el   reconocimiento  solemne  que  hace  una  persona  cuando  públicamente  afirma  que  es cristiano. Es la confesión de que ha renunciado al mundo, la carne y el diablo, por Cristo.
Es la declaración de que reniega a su propia sabiduría, justicia y voluntad, y recibe al Señor
Jesús como su Profeta, Sacerdote y Rey: Su Profeta para instruirle en la voluntad de Dios,
Sacerdote idóneo que intercede por él ante Dios, su Rey para ejercer sobre él el gobierno de
Dios.  Es  la  confesión  de  que  odia  al  pecado  y  desea  ser  liberado  de  su  poder  y  pena,  que ama la santidad y anhela ser conforme a la imagen del hijo de Dios. Es la reivindicación de que ha arrojado las armas que usaba en su guerra contra Dios, y ahora se ha entregado por completo a sus justas demandas sobre él. Es el testimonio de que está dispuesto a negarse a sí mismo, tomar su cruz cada día,  y seguir el ejemplo que Cristo le ha dejado de cómo se debe vivir para Dios en este mundo. En una palabra, es la declaración pública de que en su corazón ha recibido a Cristo Jesús (Col. 2:6)”
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras.” v. 23.
En este versículo encontramos la tercera exhortación correspondiente a la triada fe (v. 22),
esperanza  (v.  23)  y  amor  (v.  24).  Así  como  Pablo  en  1  Corintios  13,  el  autor  de  nuestra carta pone al amor  como la virtud superior,  ya que este supera a las otras  dos, puesto que esta virtud alcanza a los demás. El amor es comunitario.
El autor está diciendo a los lectores que una característica de aquellos que han sido lavados
por  la  sangre  de  Cristo  y  que  ahora  entran  frecuentemente  al  lugar  santísimo,  es  que
expresan  el  carácter  de  Cristo,  y  no  les  es  extraño  amar  a  los  demás  hermanos.  Es
interesante la exhortación del autor respecto al amor. Él dice  consideren, analicen, presten
atención,  procuren  encontrar  maneras  para  provocar  a  los  demás  creyentes,  no  a  lo  malo, sino al amor. “Pongan en acción su mente para encontrar algunas maneras de provocar unos a otros – en el buen sentido de la palabra – para aumentar sus expresiones de amor a fin de que resulten en la ejecución de obras nobles”El término usado por el autor para “estimularnos” es el griego paroxismos, el cual, por lo general,  se  utiliza  en  un  sentido  negativo,  como  cuando  con  nuestras  palabras  o  acciones mal  intencionadas provocamos  o  irritamos  a  otra  persona.  En  ese  sentido  lo  utiliza  Pablo cuando dice que el amor no se irrita (1 Cor. 13:5).  Pero en este texto el autor lo utiliza en un sentido positivo. Es como si él dijera “hermanos, en vez de provocarnos los unos a los otros al odio, a la irritación o hacia lo malo, siendo que ahora nos hemos acercado al santo de los santos, provoquémonos, pero para lo bueno, para el amor, para las buenas obras”.
¿Cómo nos provocamos al amor? A través de la consideración hacia los demás, a través del
ejemplo  piadoso,  humilde  y  tolerante.  Cuando  hablamos  de  los  pecados  de  los  demás
somos misericordiosos, pero con nuestro pecado personal somos duros e intransigentes, no
a lo contrario.
Las  Sagradas  Escrituras  insisten  en  afirmar  que  la  esencia  de  la  vida  cristiana  es  el  amor, tanto así, que toda la Ley puede ser resumida en “amar a Dios y al prójimo”. Este amor
debe  permanecer  en  medio  de  todos  los  tiempos  y  en  vez  de  decrecer  es  necesario  que crezca. Jesús y los apóstoles exhortan a los creyentes para que sean fervorosos en el amor y las buenas obras, teniendo siempre en mente que el día del Señor,  el día de su regreso,  el
día de su juicio está cercano:
-  “No  debáis  a  nadie  nada,  sino  el  amaros  unos  a  otros;  porque  el  que  ama  al
prójimo  ha  cumplido  la  ley.  Porque:  No  adulterarás,  no  matarás,  no  hurtarás,  no
dirás  falso  testimonio,  no  codiciarás,  y  cualquier  otro  mandamiento,  en  esta sentencia se resume: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. El amor no hace mal al prójimo; así que el cumplimiento de la ley es el amor. Y esto, conociendo el tiempo, que es ya hora de levantarnos del sueño; porque ahora está mar cerca de nosotros nuestra salvación que cuando creímos. La noche está avanzada, y se acerca el día.
Desechemos, pues, las obras de las tinieblas, y vistámonos las armas de la luz. (Ro.
13:8-13).
Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria,  y todos los santos ángeles con  él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán reunidas delante de él todas las naciones; y apartará los unos de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda. Entonces el  Rey  dirá  a  los  de  su  derecha:  Venid,  benditos  de  mi  Padre,  heredad  el  reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo. Porque tuve hambre, y me disteis  de  comer;  tuve  sed,  y  me  disteis  de  beber;  fui  forastero,  y  me  recogisteis; estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel y vinisteis a mí. Entonces los justos responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos forastero, y te  recogimos,  o  desnudo,  y  te  cubrimos?  ¿O  cuándo  te  vimos  enfermo,  o  en  la cárcel  y  vinimos  a  ti?  Y  respondiendo  el  Rey,  les  dirá:  De  cierto  os  digo  que  en cuanto  lo  hicisteis  a  uno  de  estos  mis  hermanos  más  pequeños,  a  mí  lo  hicisteis”. Mt. 25:31-40.
Siendo que él nos amó tanto dando su vida por nosotros, entonces nosotros debemos amar a
los hermanos, al prójimo, como a nosotros mismos, es decir, buscando su bienestar. No los
provocaré  a  ira,  sino  al  amor.  No  los  provocaré  al  odio,  sino  a  las  buenas  obras.  Seré cuidado  con  mis  palabras,  con  mis  gestos,  con  mis  hechos,  porque  no  quiero  ofender  a nadie. Que ningún sentimiento malo surja en alguien por mi culpa. No competiré con nadie, sino  que  entusiasmaré  a  los  demás  para  que  hagamos  bien  al  prójimo,  seré  un  gestor  de promoción de ayudas a los hermanos más necesitados. No tendré interés en que me hablen mal de otro hermano, sino que por el contrario, procuraré enterarme de las necesidades que los otros tienen con el fin de ayudarlos  y procurar que los demás creyentes nos ayudemos los unos a los otros. Esta es una de las más grandes expresiones de nuestra fe cristiana, sino hacemos esto, entonces cuando llegue el día gran día saldremos avergonzados.
Además, una prueba de que hemos estado adorando en el lugar santísimo y que amamos a
Dios, es el amor a los hermanos, como dice Juan “Si  alguno  dice:  Yo  amo  a  Dios,  y
aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” 1 Juan 4:20

v.  25  “no  dejando  de  congregarnos,  como  algunos  tienen  por  costumbre,  sino
exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”
La  firmeza  en  la  fe  y  el  amor  mutuo  se  pueden  incrementar  solo  en  la  atmósfera  de  la unidad,  de  la  congregación,  de  la  fraternidad  de  los  santos.  Este  es  el  ambiente  natural donde la fe, la esperanza y el amor crecen. 
Un tizón aislado del resto de las brasas, por la acción de la brisa pronto perderá su calor y se  apagará  definitivamente.  Para  mantenerse  caliente  y  ardiendo  es  necesario  estar muy
cerca del resto de carbones encendidos. “Una de las primeras indicaciones de una carencia de  amor  por  Dios  y  por  el  prójimo  es  que  el  cristiano  se  aleje  de  los  cultos.  El  miembro abandona  las  obligaciones  comunitarias,  deja  de  asistir  a  las  reuniones  y  exhibe  los síntomas de egoísmo y de egocentrismo”
La vida cristiana va madurando y fortaleciéndose solo en la comunión con otros creyentes,
en la comunión con la iglesia local. El Señor Jesús no vino a salvar a los hombres de sus
pecados y los dejó para que anden solos en la vida cristiana, no, él dijo “Edificaré  mi
iglesia” (Mt. 16:18), es decir, la eklessía, la asamblea de los salvos, es el hábitat normal
donde los creyentes se ayudan mutuamente para fortalecer su fe, para  crecer en  el amor  y
glorificar así a Dios. “… toda oportunidad de reunirse y disfrutar su compañía en fe y
esperanza debe ser bienvenida y utilizada para aliento mutuo”
Parece  que  algunos  creyentes  del  primer  siglo  estaban  convirtiendo  la  inasistencia  a  los cultos en un hábito. Este dañino hábito se suele dar por varias razones: 
-  Por orgullo espiritual. Algunos creyentes se mantenían con un sentido vanaglorioso de  superioridad,  y  despreciaban  la  ayuda  espiritual  que  podían  recibir  de  los  otros hermanos y los pastores o ancianos.
-  Otros  eran  presionados  por  la  sociedad  y  sus  familiares,  por  lo  tanto  evitaban  la
comunión  con  los  demás  creyentes  para  que  la  gente  no  los  reconociera  cómo
cristianos.

-  La  primera  generación  de  creyentes  estaba  pasando,  y  ahora  la  segunda  no  estaba
tomando con firmeza la necesidad de congregarse como algo fundamental en la vida
cristiana.
En un comienzo de la predicación cristiana, los creyentes vivían con la expectación de un
pronto regreso del Salvador, pero al pasar los años y ver que la parusía no se daba, entonces
la gente empezó a descuidar sus deberes cristianos y a relajarse en su crecimiento espiritual.
Por lo tanto el autor les recuerda que, aunque los años han pasado y Jesús no ha regresado,
eso no significa que él no volverá por su pueblo. Aunque pasen miles de años los creyentes
viven con la esperanza de su pronto regreso, y saben que “el tiempo está cerca” (Ap. 1:3),
que el Señor viene pronto. “Cada sucesiva generación cristiana es llamada a vivir como la
generación final, si ha de vivir como generación cristiana”
Siendo que la venida de nuestro Salvador está cerca, entonces no debemos descuidar la vida
piadosa,  el  amor,  la  esperanza,  la  ayuda  mutua.  Es  preciso  que  nos  exhortemos
mutuamente. Estas exhortaciones se dan en el marco de la congregación. “Como cristianos
debemos mirar hacia el futuro, es decir, hacia el día en que Jesús volverá. Cuanto más nos
acercamos  a  dicho  día,  tanto  más  activos  debemos  estar  en  animarnos  unos  a  otros  en cuanto a mostrar amor y hacer obras buenas aceptables a Dios”
Aplicaciones:
-  Aferrémonos  persistentemente  a  nuestra  fe  cristiana,  a  nuestra  doctrina,  a  nuestra
esperanza. “… no nos soltemos de lo que creemos. Voces cínicas tratarán de apartarnos de
nuestra  fe;  los  materialistas  intentarán  con  sus  argumentos  hacer  que  nos  olvidemos  de Dios; los azares y avatares de la vida conspirarán para sacudir nuestra fe” los  amigos
intentarán  persuadirnos  para  que  andemos  en  sus  torcidos  caminos  y  “disfrutemos de la
vida” alejándonos de nuestra fe cristiana, los familiares nos presionarán con su rechazo para que  les  amemos  mas  a  ellos  que  a  Dios  y  abandonemos  lo  que  es  nuestra  salvación.  Pero persiste  en  lo  que  has  aprendido,  no  desmayes  que  nuestro Dios ha dicho a sus hijos “No temas,  porque  yo  estoy  contigo;  no  desmayes,  porque  yo  soy  tu  Dios  que  te  esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”  (Is.  41:10).  Jesús dijo: “En el mundo tendréis aflicción, pero confiad, yo he vencido al mundo” (Jn. 16:33).
-  Mucho  cuidado  debemos  tener  de  nuestra  vida  espiritual,  de  manera  que  nunca
convirtamos la inasistencia a los cultos en una costumbre, pues, esta produce mediocridad,
falta de amor, y gran daño espiritual.  “Cuando el creyente asiste al culto, está expresando
su  amor  por  Jesús.  Se  da  cuenta  de  que  Jesús,  la  cabeza  de  la  iglesia,  está  presente  en  el culto y desea su presencia”
  ¿Cuál  es  tu  amor  por  Jesús?  Recuerda  que  una  forma  de expresarlo es a través del congregarse con los santos. No seas una partícula piadosa aislada, no seas un ladrillo vivo aislado. Si los ladrillos están regados por todas partes y no se unen para  formar  un  edificio,  entonces  no  sirven  para  nada.  Aunque  podemos  adorar  a  nuestro Dios en la intimidad de nuestra casa, esta adoración se encuentra en una dependencia tal de la  adoración  pública  que  hacemos  congregacionalmente,  que  el  apóstol  Pedro  afirma categóricamente:  “Vosotros  también,  como  piedras  vivas,  sed  edificados  como  casa espiritual  y  sacerdocio  santo,  para  ofrecer  sacrificios  espirituales  aceptables  a  Dios  por medio de Jesucristo” 1 Pedro 2:5. También debes recordar que la inasistencia a los cultos puede  ser  el  inicio  de  la  apostasía,  pecado  tan  terrible  que  el  autor  ha  dado  serias advertencias sobre él, y las volverá a dar en este capítulo.
- El Señor Jesús dijo, al cerrar el canon sagrado: “Ciertamente vengo en breve” (Ap. 22:20).
Hermanos  y  hermanas,  nunca  se  nos  olvide  que  esperamos  su  pronto  regreso,  hoy  día
estamos  más  cerca  de  su  venida  gloriosa  que  los  creyentes  del  siglo  I,  por  lo  tanto,  con mayor  razón  debemos  andar  en  este  mundo  de  manera  piadosa,  aborreciendo  el  pecado, amando  la  santidad,  aprovechando  cualquier  momento  que  el  Señor  nos  dé  para  crecer juntos, amándonos los unos a los otros, siempre recordando las palabras de Pedro: “Pero el día  del  Señor  vendrá  como  ladrón  en  la  noche;  en  el  cual  los  cielos  pasarán  con  grande estruendo, y los elementos ardiendo serán desechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán  quemadas.  Puesto  que  todas  estas  cosas  han  de  ser  desechas,  ¡cómo  no  debéis vosotros  andar  en  santa  y  piadosa  manera  de  vivir, esperando  y  apresurándoos  para  la venida del día de Dios.” (1 Pedro 3:10-12).


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