martes, 17 de julio de 2012

La Construccion de sermones: Ayuda importante para predicadores y ministros itinerantes


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Tipo de Archivo: PDF | Idioma: Spanish | Categoría: Capacitación Ministerial
Información
 I El tema del sermón

La primera cosa para preparar un buen sermón es tener un mensaje   definido.   Antes   de   proceder   a  la   preparación   de   un sermón, todo predicador debe responderse esta sencilla pregunta:
¿De qué voy a hablar?
Mientras el predicador no pueda contestar claramente tal pregunta, no debe seguir adelante. Ha de tener un tema y debe saber con precisión cuál es. Sólo puede estar seguro de que lo sabe cuando pueda expresarlo en palabras. Si el tema está entre la bruma,   también   lo   estará   todo   lo   que   le   pertenece:   su introducción, su arreglo, su prueba y su objeto.
El   tema   debe   ser   la   expresión   exacta   del   asunto,   o   la respuesta   a   la   pregunta:   
¿De   qué   voy   a   hablar?   
Nunca   debe escogerse un tema por ser bonito o sonoro como fase, sino que ha de expresar claramente el objeto que el sermón persigue. Todo predicador,   para  preparar  bien  su  sermón, debe   responder   a  la pregunta: 
¿Por qué voy a hablar de este tema? ¿Qué fin deseo lograr?
El tema no sólo ha de abarcar o incluir lo que se va a decir, sino que ha de excluir todo lo que no tenga que ver con el asunto.
En toda preparación para el público, las primeras palabras que se escriban deben ser la expresión exacta del tema, o sea, la respuesta a la pregunta: ¿De qué voy a hablar?
COMO ENCONTRAR UN TEMA
El   mensaje   debe   venir  como   una   inspiración   especial   de Dios, y el predicador debe estar pidiendo mensajes a Dios para sus oyentes.   Pero   no   es   de   esperar   que   venga   siempre   como   una inspiración   profética,   sino   que   él   mismo   debe   afanarse   en buscarlos de diversas maneras.
Spurgeon   dice:  «Confieso   que   me   siento   muchas   veces, hora tras hora, pidiendo a Dios un asunto, y esperándolo, y que esto   es   la   parte   principal   de   mi   estudio.   He   empleado   mucho tiempo   y  trabajo   pensando   sobre   tópicos,   rumiando   puntos doctrinales,   haciendo   esqueletos   de  sermones,   y   después sepultando   todos   sus   huesos   en   las   catacumbas   del   olvido, continuando  mi   navegación   a   grandes   distancias   sobre   aguas tempestuosas hasta ver las luces de un faro para poder dirigirme al   puerto   suspirado.   Yo   creo   que   casi   todos   los   sábados   formo suficientes esqueletos de sermones para abastecerme por un mes, si pudiera hacer uso de ellos; pero no me atrevo, ni suelo hacerlo.
Naturalmente,   porque   no   da   lugar   a   ello   el   hallazgo   de   otros mejores.»
El predicador puede recibir la inspiración de un mensaje:
a) Reflexionando sobre las necesidades espirituales de sus oyentes Debemos advertir al predicador novel acerca del peligro de sermones particulares dirigidos a una familia o a un individuo de la iglesia.   Si   tiene algo   que   decir   a   un   individuo,   dígaselo particularmente, pero no desde el pulpito, que es la cátedra de toda   la   Iglesia,   y   no   debe   sacrificarla   a   las   conveniencias particulares   de   unos   pocos.   Además,   se   expone   a   que   sus insinuaciones   sean   comprendidas   por   otros   hermanos,   como dirigidas a aquélla u otra persona y ello produciría murmuraciones, o podría ocurrir que la misma persona comprendiera demasiado bien el mensaje y se ofendiera con razón por la falta de tacto del predicador. Pero cuando el predicador siente que la mayoría de la iglesia   adolece   de   algún   defecto   o   necesita   una exhortación especial, hágala sin temor, pensando en su alta responsabilidad como siervo de Dios.
El   célebre   Spurgeon   dice   en   su   libro  Discursos   a   mis estudiantes:  «Considerad   bien   qué pecados   se   encuentran   en mayor   número   en   la   iglesia   y   la   congregación.   Ved   si   son   la vanidad humana, la codicia, la falta de amor fraternal, la calumnia u otros defectos semejantes. Tomad en cuenta cariñosamente las pruebas  que la Providencia plazca sujetar a vuestros oyentes, y buscad   un bálsamo   que   pueda   cicatrizar   sus   heridas.   No   es necesario hacer mención detalladamente, ni en la oración ni en el sermón, de todas estas dificultades con que luchen los miembros de   vuestra congregación.»   El   autor   quisiera   añadir   aquí:   Que sientan   vuestros   miembros   culpables, probados,   afligidos   o castigados por la mano del Señor, que vuestra palabra desde el pulpito   es  adecuada   a   su   necesidad;   que   es   bálsamo   para   sus heridas; pero sin empeñaros vosotros en rascar la Haga para que penetre   más   la   medicina.   Confiad   esta   tarea   al   Espíritu   Santo.
Dejad tan sólo caer vuestro mensaje como la nieve que se posa suavemente   sobre  los secos  prados,  y permitid a Dios  hacer el resto.
b) En sus lecturas devocionales de la Biblia.El predicador no debe alimentar a otras almas manteniendo la suya a escasa dieta. Sin embargo, éste es el defecto de muchos predicadores   excesivamente   ocupados.   La   lectura   devocional diaria, personal o en familia, proporcionará al predicador temas y le   hará   descubrir   filones   de   riqueza   espiritual   en   lugares insospechados.   Anote   cuidadosamente   las   ideas   que   surjan   en tales momentos.
c) Leyendo sermones de otros predicadores.
El predicador no debe ser insípido bajo la pretensión de ser original,   ni   debe   fiar   tampoco   en   las   despensas   de   otros   para alimentar   su   propia   familia.   Ambos   extremos   son   malos.   El predicador   debe   tener   tiempo   para   leer   sermones   de   buenospredicadores,  no sólo en  el momento  en que  necesita  algo con urgencia   para   preparar   su   mensaje,   sino   en   otros   momentos cuando no le interesa preparar ningún sermón, sino alimentar su propia alma. Es muy posible que si espera el momento de tener que   preparar   su   propio   sermón   no   encuentre   nada   adecuado   y tenga que emplear horas y más horas repasando libros de cubierta a   cubierta,   mientras   que   si   hubiera  empleado   un   poco   más   de tiempo en el cuidado de su propia alma, los mensajes adecuados para   las  de   los   demás   le   habrían   venido   sin   esfuerzo,   y   quizá sacrificando para ello menos tiempo que el que en el momento del apuro   se   ha   visto   obligado   a   emplear.   Siempre   los   mejores mensajes del predicador son aquellos que primero han hecho bien a sí mismo. Cualquier sermón o idea que el predicador considere útil para sus oyentes debe anotarla cuidadosamente en su «Libreta de   sugestiones»,   indicando  el   volumen   y   página   donde   podrá volver a encontrar tal idea expuesta detalladamente. Thomas Spencer escribió así: «Yo guardo un librito en que apunto cada texto de la Biblia que me ocurre como teniendo una fuerza  y una  hermosura  especial.  Si  soñara  en un  pasaje  de  la Biblia, lo apuntaría; y cuando tengo que hacer un sermón, reviso el librito, y nunca me he encontrado desprovisto de un asunto.»
Usando de nuevo una de las figuras de Spurgeon, diremos que: «Cuando se quiere sacar agua con una bomba que no se haya usado por mucho tiempo, es necesario echar primero agua en ella, y   entonces   se   podrá   bombear   con   buen   éxito.   Profundizad   los escritos de alguno de los maestros de la predicación, sondead a fondo sus trabajos y pronto os encontraréis volando como una ave, y mentalmente activos y fecundos.»
d) En sus visitas pastorales.
Muchas veces la conversación con personas inconversas, o con miembros débiles de la Iglesia, hacen sentir al pastor alguna necesidad espiritual común a muchos de sus oyentes. A veces aun el   texto   que  responde   a   tal   necesidad   es   dado   durante   la conversación. Debe apresurarse a anotarlo en la misma calle, al salir   de   tal   visita.   Si   espera   a   hacerlo   podría   borrarse   de   su memoria. Cuando el mensaje es sugerido en tal forma predíquelo con confianza y con la persuasión de que es Dios quien le ha dado su palabra, con la misma seguridad que lo haría un profeta del antiguo tiempo.
e) En la consideración de las cosas que le rodean.
El predicador debe ser un atento observador de la naturaleza y de los hombres. Todo lo que ve y oye debe archivarlo cuidadosamente en su memoria por si alguna vez pudiera serle útil como ilustración de  un sermón. Y a veces una ilustración provee el tema de un sermón. Spurgeon cuenta de un predicador que descubrió el tema de un magnífico sermón en un canario que vio cerca de su ventana con algunos gorriones que lo picoteaban sin compasión con ánimo de   destrozarlo,   lo   que   le   hizo   recordar   Jeremías   12:9:   «¿Es   mi heredad   de   muchos   colores?   ¿No   están   contra   ella   aves   en derredor?» Meditando sobre este texto, predicó un sermón sobre las   persecuciones   que   ha   de   sufrir   el   pueblo   de   Dios.   Otro   día encontró un tema en el hecho de un tizón que cayó del hogar al estrado un domingo por la tarde en que necesitaba un tema para sermón,   lo   que   le   indujo   a   predicar   sobre   Zacarías   3:2.   Dos personas vinieron después a decirle que habían sido convertidas por este sermón.
Es necesario, no obstante,  que los sermones surgidos  de tales observaciones prácticas sean verdaderos sermones, llevando un   plan   y   un   mensaje   espiritual,   y   no   una   larga   y   detallada exposición del incidente que, no por interesar mucho al predicador, ha   de   interesar   en   la   misma   medida   a   los   que   no   han   sido afectados   por   la   idea   o   sugerencia,   la   cual   debe   ser   puesta solamente como introducción, pero no ocupar el lugar del sermón.
f) Pidiéndolos a Dios en oración.
Spurgeon dice:  «Si alguien me preguntara: ¿Cómo puedo hacerme   con   el   texto   más   oportuno?   Le   contestaría:   Pedidlo   a Dios.»
Harrington Evans, en sus Reglas para hacer sermones, nos da como la primera: «Pedid a Dios la elección.»
Si   la   dificultad   de   escoger   un   texto   se   hace   más   dura, multiplicad vuestras oraciones; será esto una gran bendición.
Es notoria la frase de Lutero: «Haber bien orado, es más de la   mitad   estudiado.»   Y   este   proverbio   merece   repetirse   con frecuencia. Mezclad la oración con vuestros estudios de la Biblia.
Cuando vuestro texto viene como señal de que Dios ha aceptado vuestra   oración,   será   más   precioso  para   vosotros,   y   tendrá   un sabor   y   una   unción   enteramente   desconocidos   al   orador   frío   y formalista, para quien un tema es igual a otro. Y, citando a Gurnal, declara: «Cuánto tiempo pueden los ministros sentarse, hojeando sus libros y devanándose los sesos, hasta que Dios venga a darles auxilio, y entonces se pone el sermón a su alcance, como servido en bandeja. Si Dios no nos presta su ayuda, escribiremos con una pluma sin tinta. Si alguno tiene necesidad especial de apoyarse en Dios, es el ministro del Evangelio.»
g) Evitad la repetición.
El predicador, al buscar su tema, debe tener presentes sus temas   anteriores.   Dice   Spurgeon:  «No   sería   provechoso   insistir siempre   en   una   sola   doctrina,   descuidando   las   demás.   Quizás algunos  de nuestros   hermanos  más  profundos  pueden ocuparse del mismo asunto en una serie de discursos, y puedan, volteando el   calidoscopio,   presentar   nuevas   formas   de   hermosura   sin cambiar de asuntos; pero la mayoría de nosotros, siendo menos fecundos intelectualmente, tendremos mejor éxito si estudiamos el modo de conseguir la variedad y de tratar de muchas clases de verdades.  Me  parece bien y necesario revisar con  frecuencia  la lista de mis sermones, para ver si en mi ministerio he dejado de presentar alguna doctrina importante, o de insistir en el cultivo de alguna   gracia   cristiana.   Es   provechoso   preguntarnos   a   nosotros mismos   si   hemos   tratado   recientemente   demasiado   de   la  mera doctrina,   o   de   la   mera   práctica,   o   si   nos   hemos   ocupado excesivamente de lo experimental.»
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domingo, 15 de julio de 2012

Las Epistolas de Juan: La certeza de la Salvacion - Para Misnistros y Obreros Itinerantes Nivel instituto Biblico


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CAPÍTULO CUATRO
          Texto bíblico tomado de la Santa Biblia
Nueva Versión Internacional
© 1999 por la Sociedad Bíblica Internacional


VERSÍCULO 1.

“Queridos hermanos, no crean a cualquiera que pretenda estar inspirado por el Espíritu, sino sométanlo a prueba para ver si es de Dios, porque han salido por el mundo muchos falsos profetas”.

Queridos hermanos es un término de afecto característico del apóstol Juan, quién ama a la iglesia, como lo veremos más adelante en su Tercera Epístola.

¿Qué es probar? Justificar, manifestar y hacer patente la certeza de un hecho o la verdad de una cosa con razones, instrumentos o testigos.

Juan pidió que pusieran a prueba la doctrina que estaban enseñando; para ver si era genuina o no. Puesto que no tenían que creer a cualquiera, recordemos que los gnósticos en aquellos tiempos estaban haciendo discípulos en muchos lugares.

¿Por qué les llama espíritus? En la Biblia versión RV1960, dice: “no creáis a todo espíritu”, pero en esta oportunidad Juan no está refiriéndose a espíritus, sino a maestros.

1 Jn. 2:26 dice, les escribo para advertirles acerca de aquellos que los engañan. Es decir, los gnósticos que no participaban de las Buenas Nuevas, pues sólo los verdaderos evangelistas llevan el evangelio. Entonces, Juan está diciendo: deja de creer todo lo que oyes, porque hay muchos falsos profetas en el mundo.

¿Quiénes son estos falsos profetas? Son los espíritus a los cuales no deberías estar escuchando; recuerda que Juan usó la terminología de aquellos tiempos debido a que estos gnósticos solían llamarse gente espiritual, iluminados y para ellos el resto de las personas eran carnales.

Juan dice: Pruébalos, para que estés convencido. ¿Pero cómo los vas a probar? ¿Cuál es el criterio a usar para probarlos? LA ESCRITURA, es la base para probarlos; sin embargo, en este contexto, la pregunta adecuada para probarlos es: ¿JESÚS DEJÓ HUELLAS EN LA ARENA? si dicen no, no los escuches; si dicen sí, óyelos porque están confirmando y aceptando la verdadera humanidad de Jesucristo; es decir que tuvo un cuerpo real.

VERSÍCULO 2.
“En esto pueden discernir quién tiene el Espíritu de Dios; todo profeta que reconoce que Jesucristo ha venido en cuerpo humano, es de Dios”.

Juan da el criterio para reconocer al Espíritu de Dios. En las Escrituras cuando se habla del Espíritu Santo se escribe con letra mayúscula, pero si está refiriéndose a falsos profetas no debería comenzar con mayúscula.

¿Cuántos Espíritus Santos hay? Uno solo y ¿cuántos falsos espíritus? Muchos

Este es el criterio para distinguir la verdad de la mentira: Todo predicador o espíritu que dice que Jesucristo vino en cuerpo físico es de Dios, y todo predicador que dice que Jesucristo no vino en cuerpo físico no es de Dios.


VERSÍCULO 3.
“…todo profeta que no reconoce a Jesús, no es de Dios sino del anticristo. Ustedes han oído que éste viene; en efecto, ya está en el mundo”.

En griego este pasaje dice: Todo el que niega que Jesús vino en carne no es de Dios y este es el tema del anticristo; y esta es la forma como identificamos al anticristo y a los gnósticos.

¿Cómo identificamos a los católicos? Se les identifica por el papado, la adoración a María y el bautismo de los niños por el pecado original. Esa es su teología.

¿Cómo identificamos a los mormones? Se les identifica por la nueva revelación la cual es el Libro del Mormón y porque ellos se llaman la Iglesia de Cristo de los Últimos Días.

¿Cómo identificamos a los pentecostales? Por la actividad del Espíritu Santo ya discutida anteriormente.

¿Cómo identificamos al anticristo? Como lo hemos visto; es aquel que niega que Jesús tuviera un cuerpo físico.

Las Escrituras declaran que Jesucristo tuvo un cuerpo físico real, y nosotros lo sabemos. Pues, luego de resucitar, Jesucristo entró en el aposento alto y los apóstoles al verle pensaron que era un espíritu. Les dijo entonces; un espíritu no tiene cuerpo físico como Yo (1 Jn. 1:1) e instó a Tomás a poner la mano en su costado, y los dedos en los huecos de sus manos, Jesucristo tuvo un cuerpo físico real y los gnósticos persistían en negar esta verdad, diciendo que era una clase o forma de espíritu.

¿Qué diferencia hace esto? El hecho que Jesús sólo parecía haber tenido un cuerpo físico, forma parte del pensamiento llamado docetismo, el cual viene de la palabra griega DOKEO que significa: parece ser. Veamos; si Jesús no hubiera tenido un cuerpo físico, no hubiera podido morir porque los espíritus no derraman sangre, no mueren y en consecuencia la resurrección física de Jesús no hubiera sido cierta. Ni tampoco su afirmación de ser la resurrección y la vida. Este pensamiento doceta destruye TODO LO QUE JESUCRISTO REPRESENTA y por esta razón Juan llama a esta enseñanza el anticristo.

VERSÍCULO 4.

“Ustedes, queridos hijos, son de Dios y han vencido a esos falsos profetas, porque el que está en ustedes es más poderoso que el que está en el mundo”.

Este versículo hace referencia a los que han resistido las enseñanzas de los gnósticos, teniendo presente que es mayor el que está en ellos que el que está en estos falsos profetas. Vemos aquí; que hay dos tipos de personas.

¿Quién está en el cristiano? Dios, el Espíritu Santo y Jesucristo.

¿Quién está en ellos? El diablo.

Y Dios es más grande que el diablo.

VERSÍCULO 5.

“Ellos son del mundo; por eso hablan desde el punto de vista del mundo, y el mundo los escucha”.

¿Qué significa esto? Su punto de vista es mundano porque ellos son del mundo y sus filosofías también; es decir, se basan en el raciocinio humano, por tal motivo el mundo los escucha; Juan está haciendo referencia a estas cosas para poner en evidencia que: AL MUNDO LE GUSTA LA ENSEÑANZA DE LOS GNÓSTICOS.

Al mundo le gusta la doctrina de una vez salvo siempre salvo, ellos creen que si siguen pecando no van a perder su alma, esa es la teología de los bautistas y a ellos les gusta. Pero, si así fuera y realmente crees que Dios no tiene problema con el pecado, ¿por qué entonces, no te empeñas en pecar cada vez más? 

Ej. Gerald Paden tenía un amigo que había sido bautista, un día este muere y se hace un funeral al cual Gerald asiste y allí el predicador bautista, habló del difunto diciendo que iría al cielo, luego de la ceremonia, el predicador le dijo a Gerald que su amigo no había asistido a la iglesia desde hacía 20 años, y que era un mal ejemplo como bautista. Teniendo presente la doctrina de una vez salvo siempre salvo; Gerald preguntó ¿por qué te molesta eso? hace un rato predicaste que él iría al cielo y hablaste como si no hubiera estado perdido ¿entonces, por qué tenía que haber ido a la iglesia? ¿Acaso el hecho de asistir hubiera cambiado su estado? Según esta doctrina, por supuesto que No, y por tal motivo estás frustrado puesto que el resultado de tu doctrina es falso. No tienes porqué quejarte, pues esa es la doctrina que tu aceptas y enseñas.

Ellos son del mundo y el mundo los escucha. ¿Quiénes lo escuchan? Aquellos falsos profetas, los gnósticos.

VERSÍCULO 6.

“Nosotros somos de Dios, y todo el que conoce a Dios nos escucha; pero el que no es de Dios no nos escucha. Así distinguimos entre el Espíritu de la verdad y el espíritu del engaño”.

Veamos la diferencia entre versículo 4 y 6.
Versículo 4, ustedes son de Dios; es decir, ustedes pertenecen a Dios.
Versículo 6, nosotros somos de Dios. ¿Este “nosotros” a quiénes se refiere? A los apóstoles. Pues, ellos son de Dios, fueron escogidos para llevar su mensaje y todo el que conoce a Dios les escucha, ya que su testimonio viene de Él, y a través de ellos obtenemos nuestra epistemología. Y todo aquel que no pertenece a Dios no escucha el testimonio de los apóstoles.

A través de la epistemología que recibimos de los apóstoles podemos distinguir  entre el Espíritu de la verdad y el espíritu del diablo, y este Espíritu de la verdad no es el Espíritu Santo, sino la actitud y la mentalidad de los que aman la Palabra de Dios y la obedecen, en contraposición de la mentalidad y la actitud de aquellos que no siguen las enseñanzas de los apóstoles.

1 Ti. 4:1 -“El Espíritu dice claramente que, en los últimos tiempos, algunos abandonarán la fe para seguir a inspiraciones engañosas y doctrinas diabólicas”.

Algunos se apartarán de la verdad, apostatarán; y al apartarse de la verdad estarán entregándose a Satanás, a doctrinas de demonios.

2 Ts. 1:7-8 -“Y a ustedes que sufren, les dará descanso, lo mismo que a nosotros. Esto sucederá cuando el Señor Jesús se manifieste desde el cielo entre llamas de fuego, con sus poderosos ángeles, para castigar a los que no conocen a Dios ni obedecen el evangelio de nuestro Señor Jesucristo”.

El punto aquí es que Dios va a juzgar a los que rechazan el testimonio de los apóstoles.

El Espíritu dice que algunos se apartarán de la verdad, estos tienen comezón en los oídos, ¿qué significa tener comezón en los oídos? Son aquellos cuyos oídos van en busca de doctrinas agradables. ¿Sabías que en nuestros tiempos hay iglesias de homosexuales en muchas partes del mundo?, ¿crees que ellos escuchan las enseñanzas de los apóstoles? No, ellos tienen comezón en los oídos; pues les gusta escuchar a los que dicen que ser homosexual está bien. Esto es exactamente lo que Juan expresa al decir que ellos son del mundo y el mundo los escucha. Y lo que Pablo afirma aquí respecto a tener comezón en los oídos es que escuchan doctrinas de Satanás y en consecuencia no aman la verdad.

Los primeros versículos del capítulo 4 de 1 Juan nos dicen:

  • No hay armonía entre la verdad y el error, no hay comunión entre los cristianos y aquellos que no han nacido de nuevo.

  • No podemos tener comunión con las personas que son de denominaciones, no porque somos superiores; sino porque tenemos un mensaje superior y

  • No debemos cambiar el mensaje de la verdad, sino defenderlo, incluso si esto nos aísla de las denominaciones; ya que la verdad seguirá siendo la verdad.

Jn. 3:16, nos dice: Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna”.

1 Jn. 3:16, “En esto conocemos lo que es el amor: en que Jesucristo entregó su vida por nosotros”.

En este versículo vemos claramente que Jesucristo pagó un precio muy alto por nosotros, fue su gran amor hacia nosotros el que lo llevó a la Cruz.  Observemos también, el amor del Padre en 1 Jn. 4:7

VERSÍCULO 7.
“Queridos hermanos, amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios, y todo el que ama ha nacido de él y lo conoce”.

Dios fue quien comenzó el proceso de redención; por amor a nosotros. Analicemos que Juan nos dice de manera imperativa que nos amemos los unos a otros, porque Dios es amor. Cuando nos amamos unos a otros llegamos a ser amigos de Dios.

Juan nos da también, un segundo principio por el cual reconocemos este nuevo nacimiento:

El nuevo nacimiento está basado en tres pilares:

1.    Primer principio: 1 Jn. 3:9, Ninguno que ha nacido de Dios practica el pecado, porque la semilla de Dios permanece en él.  

2.    Segundo principio: 1 Jn. 3:7, el nuevo nacimiento comienza en el Calvario y continúa hasta ahora, y la razón por la cual continúa hasta ahora es: porque nosotros practicamos la justicia.

3.    Tercer principio: 1 Jn. 4:7, Todo el que ama ha nacido de Dios, aquel que ha nacido de nuevo, y continúa en ese nuevo nacimiento es porque persiste en amar a sus hermanos. Dios es amor y todo lo que hace es consecuencia de quién es él; es decir, de su naturaleza. El versículo 8, dice: El que no ama no conoce a Dios, el que no ama es aquel que odia. El odio es contrario al amor, así como la oscuridad es opuesta a la luz, y es el pecado a la justicia.

Ahora, notemos tres versículos en las Escrituras que nos ayudan a definir el amor que el Padre tiene hacia nosotros:

VERSÍCULO 8.
“El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor”.

Todo lo que Dios hace lo hace por amor, crea por amor, juzga en amor, nos perdona en su amor. Todo lo que Él hace es basado en su naturaleza.

Ahora en el versículo 9, esta es la manera que el amor de Dios se ha manifestado:

VERSÍCULO 9.
“Así manifestó Dios su amor entre nosotros: en que envió a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de él”.

El amor necesita ser manifestado, el amor necesita demostrarse a sí mismo; porque si no hay demostración de amor, no es amor.

¿Cómo se manifestó el amor de Dios a sí mismo? Enviando a su único Hijo al mundo para que nosotros pudiéramos vivir por medio Él, pero no fue simplemente mandarlo al mundo, pues tuvo que morir para darnos vida. Es decir, Dios envió a Jesús en una misión de muerte, Él nació con el propósito de  morir.

Ej. Si tu hijo tuviera que morir por toda la humanidad y pudieras elegir entre tú y él, seguramente decidirías morir en su lugar. 1 Jn. 3:16, dice que Jesús entregó su vida, pagando así, el precio más alto. Sin embargo, pienso que quien pagó el precio más alto fue el PADRE. Si bien no se sabe cómo fue tomada la decisión entre el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo desde antes de la fundación del mundo; siendo que los tres son co-iguales. Lo que sí sabemos bien es que Jesucristo tendría que morir. Sin embargo, el Padre tuvo la terrible asignación de enviar a su Hijo a esta misión de muerte.

Ahora, leamos el versículo 10:

VERSÍCULO 10.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo para que fuera ofrecido como sacrificio por el perdón de nuestros pecados”.

Dios envió a su Hijo a una misión de muerte. Esto es algo asombroso respecto del amor de Dios, pues, el mismo ejecutó la pena de muerte sobre su Hijo. En consecuencia debemos entender que fue el Padre quién planificó la muerte de su Hijo y lo ejecutó.

Is. 53:3-4 -“Desechado y rechazado por lo hombres, varón de dolores, hecho para el sufrimiento. Todos evitaban mirarlo; fue despreciado, y no lo estimamos. Ciertamente él cargó con nuestras enfermedades y soportó nuestros dolores, pero nosotros lo consideramos herido, golpeado por Dios, y humillado”.

Jesús fue herido golpeado por Dios; sabemos que es difícil para un padre sacrificar a un hijo, incluso siendo para salvación de los demás. Sin embargo,   supongamos que la decisión fue tomada y tu hijo debe morir; pues es necesario entregar el corazón de tu hijo a otra persona. Como padre te sería fácil decir: doy el corazón de mi hijo, aquí tengo un cuchillo, ¿acaso podrías realizar la cirugía? Por supuesto que no; pero, esto es lo que Dios hizo. Leamos el versículo 10 de Isaías.

Is. 53:10 -“Pero el Señor quiso quebrantarlo y hacerlo sufrir, y como él ofreció su vida en expiación, verá su descendencia y prolongará su días y llevar a cabo la voluntad del Señor”.

El Padre verá el sufrimiento del Hijo, y esto será agradable a sus ojos, y cuando el Padre vea el sufrimiento de su Hijo la PROPICIACIÓN ESTARÁ HECHA. A esto hace referencia 1 Jn. 4:10.

El Sal. 22, es un salmo acerca de la crucifixión. ¡Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?, ¿por qué te complace castigarme a mí? Sal. 22:15, Jesús dice al Padre, tú me has hundido en el polvo de la muerte.

Hch. 2:22-23, Pedro dice a los judíos, que Jesucristo fue sacrificado por un plan determinado de Dios. Él fue ofrecido para cumplir el propósito y conocimiento de Dios. El Padre sabía desde la eternidad que iba a sacrificar a Jesús. Los que crucificaron a Cristo sólo fueron instrumentos de Dios, mas ellos no lo sabían.

Ahora, regresando al ejemplo del padre que va a sacarle el corazón a su hijo, no es posible hacer esto sin instrumentos quirúrgicos, no se puede llevar a cabo esta cirugía sin que exista un intenso dolor. Nosotros decimos que Jesucristo sufrió en la cruz, le aseguro que el Padre también sufrió y el Espíritu Santo sintió el dolor, este fue un plan de sacrificio tanto de Dios como del Espíritu Santo y también del Hijo; los tres estuvieron en la ejecución del plan.

Volviendo a nuestro ejemplo, del padre sacrificando a su hijo; sacrificio a través del cual tú irás al cielo; pero ¿cómo nos sentiríamos nosotros con este padre? Agradecidos, porque si él no hubiera hecho esto, hubiéramos pasado una eternidad en el infierno. Esta es razón suficiente para estar agradecidos; y amar a este padre y este amor debe ser demostrado.
  
Juan dice que aquel que no ama, NO CONOCE A DIOS, si no amas no puedes entender el amor de Dios, porque Él dio al Hijo para que podamos vivir. El Padre puso sobre Jesús el pecado y el Padre fue el que lo ejecutó por medio de otras manos, y Juan dice en el versículo 11:

VERSÍCULO 11.
“Queridos hermanos ya que Dios nos ha amado así, también nosotros debemos amarnos los unos a los otros”.

Si Dios nos amó hasta ese punto, entonces nosotros debemos amarnos los unos a los otros de esta manera, porque esta es la respuesta natural de aquellos que conocen a Dios, y conocen el sufrimiento y agonía de su alma, cuando Él envió a su Hijo a morir en la cruz, y permitió a estos hombres pusieran clavos en sus manos y Dios dio la espalda a la escena de la crucifixión de Jesús, ÉL ABANDONÓ A SU HIJO EN LA CRUZ, NO LO PUDO VER. Si alguien más fuera a sacarle el corazón a tu hijo, ¿qué harías tú? Harías lo posible para que se detuviera. Entendamos el maravilloso control del Padre, porque Dios teniendo el control y poder para parar esa maldad, no intervino.

¿Por qué Dios no intervino y rescató a su Hijo de este sufrimiento? PORQUE NOS AMA.

Debemos entender algo acerca de este sufrimiento de Dios, parece para nosotros que Jesucristo fue el único que sufrió, pero también el Padre sufrió, por las siguientes razones:

1.  Al mandar al Hijo a una misión de muerte, y
2.  Porque él mismo ejecutó al Hijo.

Si esto no es amor, entonces la palabra amor está vacía.

VERSÍCULO 12.
“Nadie ha visto jamás a Dios, pero si nos amamos los unos a los otros, Dios permanece entre nosotros, y entre nosotros su amor se ha manifestado plenamente”.

Nadie ha visto jamás a Dios, recordemos que Moisés dijo a Dios déjame verte y Jehová le dijo ningún hombre puede verme y vivir. Entonces, nosotros no podemos ver a Dios, el hombre que diga Señor quiero verte, es como aquel hombre que quiere ver con sus propios ojos una explosión atómica, estar en el centro de ella; con la idea de no ser desintegrado inmediatamente. Si cualquier hombre de carne y huesos quiere ver al Dios invisible, sería desintegrado de hecho. ¿Por qué no  podemos ver a Dios?, ¿qué tiene que ver esto con el amor? Nosotros no podemos ver a Dios, pero sí PODEMOS VER LA ACCIÓN DEL AMOR DE DIOS. Si nos paramos al pie de la cruz podemos ver la cara del amor y allí es dónde veremos el amor de Dios, no lo podemos ver físicamente pero si vemos las acciones de su AMOR. Entonces, Dios nos ama.

El hombre pecador estaba moralmente, perdido, era enemigo de Dios (Ro. 5). Realmente no sería difícil enviar a tu hijo a morir por un inocente, pero en primer lugar, una persona justa no necesitaría que nadie muriera por él. Sin embargo, mandar a ejecutar a tu hijo por todos los criminales de esta tierra, por los enemigos de todo aquello que es bueno. En realidad sería difícil para ti ejecutar a tu hijo por cada criminal, pero este es el amor de Dios.

Plenamente, nuestro amor se ha perfeccionado. Ahora, en 1 Jn. 2:5 –“En cambio el amor de Dios se manifiesta en la vida del que obedece su palabra. De este modo sabemos que estamos unidos a él”. Si nosotros mantenemos los mandamientos de Dios, su amor se perfecciona en nosotros. En el sacrificio de la cruz, el amor de Dios fue perfeccionado, fue perfectamente demostrado y los resultados de él son perfectos para nuestra redención.

Ahora, ¿Cuándo es perfeccionado nuestro amor hacia Dios? Cuando nosotros amamos como él ama. Juan dice que el amor de Dios es perfeccionado en nosotros, su amor hacia nosotros produce frutos perfectos. Él invirtió en una cruz llena de amor por nosotros, y ahora tenemos una cruz llena de amor unos con otros; entonces, ahí el amor de Dios es perfeccionado y ahí produce frutos; siendo el fruto que Dios esperaba a través de la cruz.

VERSÍCULO 14.
“Y nosotros hemos visto y declaramos que el Padre envió a su Hijo para ser el Salvador del mundo”.

Observemos los siguientes tres versículos, los cuales nos muestran que Dios envió al Hijo por tres razones diferentes:

1.    Dios envió al Hijo para que nosotros podamos vivir (v. 9).

2.    Dios envió a su Hijo para que nuestro pecado fuera adecuadamente pagado (v. 10).

3.    Dios ha mandado al Hijo para ser el Salvador del mundo (v. 14).

Ahora, ¿cuánto sabes tú acerca del amor de Dios? El amor de Dios es de redención y este es el perfecto amor. La redención fue el propósito detrás de este sacrificio, sacrificio de él mismo, de su Hijo Jesucristo y de los frutos del Espíritu.

¿Cuándo es perfeccionado nuestro amor? Cuando nosotros amemos y hagamos lo que podamos para salvar almas, Dios fue hasta este gran extremo para salvarnos; por lo tanto, nosotros también tenemos que sacrificarnos hasta este extremo por salvar las almas de los perdidos. Entonces, nuestro amor será perfeccionado; cuando nuestro amor busque la redención de otros.

En Juan 3:16, Jesucristo entregó su vida por nosotros; ahora, debemos entregar nuestras vidas por nuestros hermanos, eso demanda que amemos a los cristianos de una manera sacrificial. Pero Dios no solamente ama a los cristianos, Dios ama a todo el mundo, es por eso que mandó a su Hijo Unigénito.  Dios mandó a su Hijo a para ser el Salvador del mundo 1 Jn. 4:14. Por ello, cuando pecamos tenemos un abogado a nuestro favor, que es Jesucristo el Justo y Él es la propiciación por nuestros pecados y no solamente por los nuestros; sino por los de todas las personas del mundo 1 Jn. 2:2; esto estuvo en la mente de Dios cuando envió a su Hijo.

Nuestro amor necesita ser como el amor de Dios, el amor no debe ser hipócrita. Ro. 12:9, nos dice que el amor debe ser sincero sin hipocresía.

¿Cuál es un amor hipócrita? Es ver a un hermano muriendo de hambre y no sentir nada por ese hombre, ése es un amor hipócrita.

¿Cuál es un amor sin hipocresía? 1 P. 1:22 -“Ahora que se han purificado obedeciendo a la verdad y tienen un amor sincero por sus hermanos, ámense de todo corazón los unos a los otros”. El nuevo nacimiento demanda de nosotros un amor sincero el cual no es hipócrita; es real, se demuestra a sí mismo en la acción.

En el versículo 15, Juan quiere afirmarnos.

VERSÍCULO 15.
“Si alguien reconoce que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios”.

Dios quiere que entendamos esta unidad íntima entre nosotros y Dios, cuando caminamos en la luz como Dios está en la luz, cuando nos purificamos a nosotros mismos así como él es puro, cuando amamos como él ama, cuando practicamos justicia así como él es justo, entonces esto demuestra que tenemos una relación íntima con Dios, ESTO SE LLAMA COMUNIÓN.

Ahora veamos, Jesús es su nombre humano, Mt. 1:21, dice que su nombre será llamado Jesús. En el Antiguo Testamento, su nombre hubiera sido Josué, ¿por qué? Porque Josué fue el libertador de Israel, por medio de él entraron en la tierra prometida. La palabra en hebrea Josué se tradujo de la lengua aramea como Jesús y significa “El Libertador”, en el caso de Jesús, nos libera de nuestros pecados.

Dios envió a Jesús para ser el Salvador, esta es la razón por la que tenemos una asignación o comisión de Dios, ir a todo el mundo y predicar el evangelio.
El corazón de Dios cubre todo el mundo, cuando Él envió a Jesús a la cruz.

VERSÍCULO 16.
“Y nosotros hemos llegado a saber y creer que Dios nos ama. Dios es amor. El que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él”.

Asimismo, hemos llegado a saber y creer que el amor de Dios está en nosotros, en el griego este versículo dice que el amor de Dios está investido en nosotros. Dios nos invistió su amor en la cruz. Dios es amor y aquel que permanece en amor permanece en Él; vivimos juntos y tenemos una misión común.

Observemos la vida misionera de Pablo; cuando estuvo en Filipos convirtió muchas personas al Señor, entonces la misión de Pablo se convirtió de la misión de Dios y su Hijo Jesucristo y la de Pablo para los filipenses. Tal como la misión que Jesucristo traía de parte de Dios, Jn 17 y 21, de la cual dijo: así como el Padre me ha enviado a mí, así también yo les envío a ustedes. Dios envió a su Hijo con una misión de redención, por la cual somos salvados, ahora su misión se convierte en nuestra misión.

1 Jn. 4:13 nosotros sabemos que con Dios somos una familia, ¿Cómo sabemos esto? Porque tenemos la persona del Espíritu Santo morando en nosotros.  Es el mismo pensamiento que encontramos en 1 Jn. 3:20, recordando el ejemplo del vaquero poniendo su marca a sus reses, esta marca identifica a la vaca con el vaquero, ella le pertenece. Dios nos ha dado su Espíritu, y este es el sello de pertenencia. Esta marca o sello hace lo siguiente:

1.  Le prueba a Dios que nosotros le pertenecemos a Él, porque si nosotros no le
     perteneciéramos a Él, ¿qué hace su Espíritu en nosotros?

2.  A su vez esta marca nos prueba que le pertenecemos a Dios.

Regresemos nuevamente, al tema del amor. En el versículo 16, hemos sido investidos del amor de Dios. Y si permanecemos en ese amor, permanecemos en Dios.

Ahora, veremos cómo se perfecciona el amor de Dios en nosotros.

VERSÍCULO 17.
“Ese amor se manifiesta plenamente entre nosotros para que en el día del juicio comparezcamos con toda confianza, porque en este mundo hemos vivido como vivió Jesús. En el amor no hay temor”.

Cuando el amor de Dios se perfecciona en nosotros; tenemos valentía y confianza en el día del juicio. Porque así como él, somos también nosotros.

¿Cómo es Él? Él es amor,

¿Cómo somos nosotros? Nosotros somos amor, porque su amor se manifiesta a sí mismo y ahora también nuestro amor se manifiesta.

1 Jn. 3:2, cuando venga Jesús seremos como Él. Mientras tanto, hasta que Jesús venga, somos como Él en la  PRÁCTICA.

1 Jn. 1:6, Caminamos como Él camina.

1 Jn. 3:6, Nos purificamos así como Él es puro.

DE ESTA MANERA NOSOTROS LLEGAMOS A SER AMOR, TAL COMO DIOS LO ES.

1 Jn. 4:14, Dios envió a su Hijo para Salvar al mundo, pero nosotros somos los instrumentos de Dios para alcanzar a este mundo, esa es nuestra misión, así como Dios es, nosotros tenemos que ser.

Jesús dijo: así como el Padre me envió al mundo, yo les envío a ustedes. Este es un MENSAJE GLORIOSO DE AMOR QUE DEBEMOS HACER PÚBLICO.

VERSÍCULO 18.
“…sino que el amor perfecto echa fuera el temor. El que teme espera el castigo, así que no ha sido perfeccionado en el amor".

¿Qué es el amor perfecto? Es cuando tenemos una cruz llena de amor por nuestros hermanos y por el mundo. Recordemos que el amor de Dios se perfecciona en nosotros de esta manera. Y si tenemos la clase de amor que Dios tiene por los salvos y por los que no lo son, no tendremos temor en el día del juicio.

1 Jn. 4:17, nosotros tenemos valentía y esta valentía significa que tenemos confianza en el día de juicio. Un cristiano amoroso no tiene temor del día del juicio, porque estará ante el Juez perdonado, cubierto por la sangre de Cristo; puesto que este cristiano mientras estuvo en el mundo compartió la naturaleza de Dios, el deseo de Dios por la humanidad, compartió su práctica de justicia y el amor ágape del Padre. Dios y él son muy parecidos, entonces ¿por qué tendría temor de estar en presencia de su amigo? 

UN CRISTIANO NO DEBE TEMER EL DIA DE JUICIO.

Jn. 23 y 24 aquel que cree en Jesucristo ha pasado de muerte a vida y no viene a juicio. Nosotros estaremos presentes en el día del juicio, pero no vamos a estar bajo el juicio, porque somos inocentes a través de la sangre de Cristo. ¿Por qué tendríamos que temer de escuchar al Señor decir entra al gozo de tu Señor? Esta es la confianza de la cual Juan está hablando en 1 Jn. 4:18.

Juan no escribió esto para traer inseguridad al cristiano, creo que lo escribió por  los gnósticos que no tenían amor. Porque ellos son los hombres que odian, por consiguiente, tienen razones para temer al día del juicio. Juan nos dice en el libro de Apocalipsis, que estos hombres orarán para que las rocas caigan sobre ellos y los cubran de la ira de Dios, pero Juan dice, los cristianos no debemos tener temor, porque el amor ha sido perfeccionado en ellos.

El temor trae castigo, y aquel que teme no es perfecto en su amor, porque no ama a sus hermanos; por ello, teme al juicio de Dios. Jesús dijo en Mt. 25, porque tenía hambre y no me diste de comer y lo que no hiciste con ellos, no lo hiciste conmigo; vemos aquí un ejemplo de los que no demostraron en sus vidas el amor de Dios.

Dios toma como algo muy personal cuando alguien maltrata a su gente.

VERSÍCULO 19.
“Nosotros amamos a Dios porque él nos amó primero”.

Nosotros conocemos el amor por Dios, porque él fue el maestro del Amor, demostró su amor, el cual debemos copiar e interiorizar en nuestras vidas.

VERSÍCULO 20.
“Si alguien afirma: Yo amo a Dios, pero odia a su hermano, es un mentiroso; pues el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios, a quien no ha visto”.

El que afirma que ama a Dios, debe demostrarlo, pero si alguien odia a su hermano, por cuarta vez, Juan dice él es un mentiroso. Y la razón por la cual es un mentiroso, es porque no ama a su hermano a quien ve, entonces no puede amar a Dios a quien no ve (v. 12).
Ahora si queremos mostrar nuestro amor hacia Dios quien sacrificó a Cristo, sufriendo la muerte de su amado Hijo en la cruz, sin intervenir en su ayuda por amor a nosotros. Si no podemos amar a este Dios que representó su amor en una forma visible; pero como vimos anteriormente, es un Dios invisible porque nadie ha podido verle jamás. Entonces, existe algo erróneo en nosotros porque el amor debe expresarse a sí mismo.
 
Recuerde Mateo 25, la escena del juicio, Cristo es el pastor separando las ovejas de las cabras, las ovejas representan a los salvos y las cabras a los perdidos, y ¿cuál fue la base de la salvación? La diferencia en el trato de las ovejas y cabras hacia sus hermanos. Para comprender esto Jesús usó el siguiente ejemplo diciendo: Yo estaba en prisión, tenía hambre, estaba desnudo y tú respondiste a mis necesidades, estas son las ovejas. ¿Qué es lo que hicieron las cabras ante la misma situación? Nada, fueron negligentes a las necesidades de sus hermanos. La oveja le preguntó a Jesús, ¿cuándo te vimos en prisión? Jesús, respondió cuando viste a mis hermanos, cuando miraste al más pequeño lo hiciste por mí. Pero a las cabras Él les dice, así como no hiciste nada por ayudar a tus hermanos, tampoco hiciste nada por mí.

Nosotros expresamos nuestro amor en el trato a nuestro prójimo.

VERSÍCULO 21.
Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano”.

Si tú amas a Dios amarás también a tu hermano, esta es la manera en que demostramos el amor de Dios en nuestras vidas.


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